Logo Studenta

Epistemologia Juridica-Ariel Alvarez Gardiol

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Las ideas que se exponen en esta publicación son de exclusiva 
responsabilidad de su autor, y no reflejan necesariamente la opinión 
de la Fundación para el desarrollo de las Ciencias Jurídicas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Álvarez Gardiol, Ariel 
Epistemología jurídica. - 1a ed. - Rosario, 2010. 
Ediciones AVI S.R.L. 
Fundación para el desarrollo de las Ciencias Jurídicas. 
532 p.; 21x15 cm. 
Colección Textos Jurídicos /dirigida por Adolfo Alvarado Velloso. 
 
 ISBN 978-987-25298-2-6 
 
 1. Epistemologia. 2. Derecho. 3. Filosofia. 
CDD 121 
 
 
Hecho el depósito que marca la ley 11.723. 
Derechos reservados. 
Prohibida su reproducción total o parcial. 
Impreso en Argentina. 
2010 
 
Ediciones AVI SRL 
Mitre 208, Rosario, Santa Fe, Argentina. 
para la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Jurídicas 
Italia 877, Rosario, Santa Fe, Argentina. 
fundeciju@gmail.com 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Al cultivado y suave cosmos que enriqueció mi vida 
y la sigue conformando desde lo eterno, 
mis inolvidables padres Elena (1896-1957) y Joaquín (1883-1956); 
mi definitiva esposa Beatriz (1932-2002), 
porque ella era ella, porque yo era yo; 
mi inefable Lida, que tanto esfuerzo y amor le puso a la docencia, 
para estar conmigo (1958-2007). 
 
 A mis hijas Marina, Gabriela y Ana Belén. 
 
 
 
7 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PRIMERAS PALABRAS 
 
Soy consciente de que los prefacios son esos párrafos que 
se escriben una vez terminado el libro, y que luego se ante-
ponen al texto y que por fin nadie lee, ni antes ni después. 
Creo además, recordando al escritor brasileño Joaquim 
María Machado De Asís1, uno de los narradores más fecun-
dos del siglo XIX, que se debe escribir con la pluma de la 
sinceridad y con la tinta de la melancolía, agregando tam-
bién alguna cuota de buen humor, porque sino en estos 
temas, la seriedad absoluta los hace totalmente insoporta-
bles. 
Platón2 decía que “el hombre ha de oscilar constantemente 
 
 
1 Joaquim María Machado de Assis nació en Río de Janeiro el 21 de 
junio de 1939 y murió en la misma ciudad el 29 de setiembre de 
1908. Fundó y presidió hasta su muerte la Academia Brasileña de 
Letras. Fue el iniciador del realismo literario en Brasil. 
2 Había pensado que Platón no merecía una nota porque su celebri-
dad era de una notoriedad superlativa. No obstante, razones pe-
dagógicas me hicieron considerar oportuno anticipar en esta nota 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
 
8 
entre la metafísica y la diversión, el pensamiento elevado y 
el entretenimiento”. 
Creo que sería realmente insufrible estar en la permanente 
tensión entre los problemas de la vida y de la muerte, del 
ser y de la existencia, de la justicia y de la seguridad, de los 
misterios del cosmos y de los de nuestra misma naturaleza. 
Una de las cosas que siempre he lamentado, urgido por el 
despotismo del tiempo, es haber omitido de los autores 
cuyos pensamientos iba desbrozando, como perlas lumino-
sas engarzadas en un collar, algunas referencias de la vida 
personal de cada uno. 
La vida de cada cual, la mía, la del estimado lector y la de 
ellos, nos ha sido regalada por los padres que nos engen-
draron; pero día a día, hemos tenido que construirla, con 
todas las alegrías y los sinsabores que en cada caso se han 
agregado a nuestra existencia física y espiritual y por eso 
adquiere tanta significación aquella bellísima metáfora 
orteguiana, no por tan conocida menos precisa: “yo soy yo 
y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, 
apenas insinuada por el filósofo de Madrid en “Adán en el 
paraíso” y definitivamente consolidada en las “Meditacio-
nes del Quijote”. 
Allí nos explica don José Ortega y Gasset3, con la galanura 
de su exquisito lenguaje que es casi poesía, que la realidad 
 
 
algunos pocos datos por lo menos para una brevísima ubicación 
témporo espacial. Nació en Atenas de una familia aristocrática vin-
culada a la realeza ática por Aristón, su padre y a uno de los más 
nobles sabios de Grecia: Solón de Atenas. Su nombre real de naci-
miento era Aristófanes, pero por sus anchas espaldas pasó a la poste-
ridad en el mundo del saber con el apodo de Platón. Sócrates fue su 
maestro, integrando Platón el estrecho círculo de sus discípulos 
legándonos en sus famosos diálogos, el casi único retrato del funda-
dor de la ética. 
3 José Ortega y Gasset nació en Madrid en 1883. Fue discípulo de 
Hermann Cohen en la Universidad de Marburgo (Alemania), en la 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
9 
circundante forma la otra mitad de una persona y que la 
reabsorción de la circunstancia, es el destino concreto del 
hombre. 
Es que la vida tiene la forzosidad de hacerse, es un que-
hacer, es la única realidad que tiene que elegir su propio ser. 
Entre los muchos haceres posibles, cada uno tiene que 
acertar el suyo o, por lo menos, intentarlo y resolverse en-
tre todas las posibilidades de lo que puede hacerse, solo por 
aquella que es preciso hacer. 
Pero vivir, por lo mismo que es un quehacer, es enfrentarse 
con el mundo, chocar con él, lo que no es una cuestión bio-
lógica sino biográfica, porque se está prisionero de una 
circunstancia y por eso es que las hojas de vida adquieren 
tanta gravitación en el moldeo de ese constructo que es 
nuestra existencia total. 
Me he propuesto, siempre que me sea posible, anteponer a 
las ideas de cada uno de los autores que visitaremos en este 
imaginario recorrido intelectual, aquellos datos que consi-
dero pueden y deben haber gravitado en la formulación de 
sus ideas. 
Sería un error exorbitante creer que el lector encontrará 
algo nuevo en este libro. Primero, porque recordando aquél 
afamado brocárdico que el Viejo Testamento pone en boca 
del Rey Salomón, “nihil sub sole novum” y que se reitera, 
aunque no exactamente, en Eclesiastés (1:9) “nihil nove sul 
sole”, no hay nada nuevo bajo el sol. La ciencia de nuestros 
días nos termina de demostrar que hay bastantes aspectos 
 
 
que se cultivó el más refinado neokantismo rigurosamente formal 
dirigido por el nombrado Cohen y Paul Natorp que fueron las figuras 
más representativas de este retorno a Kant, más de cien años de su 
desaparición física. Fue el creador de la Escuela de Madrid que cul-
tivó una corriente del pensamiento existencial que trascendió como 
la filosofía de la razón vital. Vamos a regresar varias veces a su pen-
samiento, para enriquecer nuestro discurso. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
 
10 
nuevos “sobre” el sol, ya que el Observatorio de Dinámica 
Solar, nos ha mostrado por primera vez la “cara desconoci-
da del sol”, que abrirá nuevas expectativas seguramente 
fascinantes. 
Los libros hoy constituyen la verdadera Universidad, ya 
que nada asimila mejor cada uno que lo que aprende por sí 
mismo, aquello que le demanda un trabajo de estudio y 
esfuerzo. 
Además, porque como nos lo recordaba Paul Valéry4, que 
siguiendo el estilo de Mallarmé5 fue una de las figuras más 
importantes de la poesía francesa del siglo XX, no hay nada 
más original que nutrirse de los demás, recordando que el 
león está hecho de cordero asimilado, al que sustentan, por 
lo demás, los genes recibidos de la pareja que nos engendró. 
De la misma forma, sería un error pensar que este libro es 
una segunda edición corregida y aumentada de Las leccio-
nes6. Creo que es más que eso, creo que en realidad es otra 
 
 
4 Valery Paul (1871-1945). Una de las figuras más puras de la poética 
francesa. Estudió derecho en Montpellier, pero nunca completó sus 
estudios atraído por la musa de la palabra escrita. Él decía queel 
primer verso lo facilitan los dioses y los otros, si tienen sonoridad, 
los escribe el poeta. 
5 Mallarmé Stephan (1842-1898). Sus veladas literarias fueron con-
sideradas el centro de la vida intelectual parisina de fines del siglo 
XIX y su poesía marcó el fin del simbolismo que emana de Baudelai-
re y el comienzo de los movimientos estéticos contemporáneos. Su 
notable reputación lo señalan hechos como el haber sido elegido 
como modelo de Eduard Manet y por haber musicalizado sus poe-
mas compositores de la calidad de Maurice Ravel y Darius Milhaud. 
Tal vez la cima de su prestigio haya sido que sobre uno de sus más 
delicados poemas “L’ après-midi d’un faune” Claude Debussy com-
puso una de sus composiciones más bellas. 
6 Alvarez Gardiol, Ariel, Lecciones de Epistemología – Algunas cues-
tiones epistemológicas de las Ciencias Jurídicas, editado por la Se-
cretaria de Extensión de La Universidad Nacional del Litoral, Santa 
Fe. Argentina. 2004. 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
11 
cosa, porque está enriquecido con los aportes de muchas 
generaciones de cursantes del Doctorado y de la Maestría 
de Derecho Procesal, en cuyas Carreras he venido dictando 
esta disciplina desde la creación de ambas. Nunca he creído 
que la educación podría describirse como un fenómeno 
pedagógico en el que hay un educador activo y vital y algu-
nos educandos, más o menos pasivos, receptores de las 
enseñanzas de aquél. Antes bien, siempre he pensado que 
la enseñanza es un periplo formativo, una paideia7, usando 
la palabra griega, que es un concepto de tal envergadura 
que no se deja atrapar en una fórmula abstracta y no se 
alcanza a comprender la riqueza de su contendido hasta 
que no se logran vislumbrar todas sus vicisitudes. 
Y de esos sucesos, tal vez los más prósperos hayan sido los 
aportes surgidos de los debates, de las controversias que 
nacieron discutiendo con fundamentos solventes, sobre 
todo de los otros, fortaleciendo o debilitando las posiciones 
asumidas, ya que nunca fue mi propósito ser un coloniza-
dor de mis ideas. 
Estoy, vivamente persuadido de que cada uno de los pen-
samientos que van a ir desgajándose, tratando de descubrir 
los cimientos del saber científico con el apoyo de la filosofía, 
haciendo epistemología en suma, hacen a la soberanía de 
nuestra civilización, que no es necesariamente libertad sino, 
antes bien, una manera elegante de privación de ella. 
 
 
7 Paideia es una palabra que no está en el diccionario de la lengua, 
pero siguiendo la obra de Werner Jaeger uno de los más prestigiosos 
helenistas, en una obra monumental, “Paideia - Los ideales de la 
cultura griega” editada por el Fondo de Cultura Económica de Espa-
ña, traducida por Joaquín Xiral nos habla de paideia como de una 
palabra que implica civilización, cultura, tradición, literatura y edu-
cación, es decir una especie de conjuro del saber helénico, que persi-
guiendo el ideal condujo a los griegos en la búsqueda de la concien-
cia de sí mismos, en pos de generar una visión de humanidad y de 
educación 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
 
12 
Cuanto más civilizada es una comunidad, mucho más limi-
tados se encuentran sus integrantes en el ejercicio de sus 
libertades personales, de la misma manera que cuanto más 
cultivado está un hombre y más exquisita es su cultura, 
menos libertades se arroga. 
La primera dificultad con la que se enfrenta el lector de un 
libro de Epistemología Jurídica, es resolver la cuestión de 
la significación de su título. 
Lo que uno advierte, al enfrentar a un grupo de graduados 
que intentan cursar una carrera de posgrado, es la acepta-
ción de su contenido, es decir, ¿de qué vamos a hablar? Lo 
que en nuestro caso, el nombre de la disciplina pareciera 
aproximarse más a una enfermedad, que a un saber que se 
preocupe por la cientificidad del derecho. 
Hace poco tuve el placer de asistir a una función de teatro, 
protagonizada por un muy inteligente grupo de actores que 
son conocidos en el medio artístico como “Les Luthiers”, 
denominación que les viene seguramente del hecho singu-
lar de que en casi todas sus presentaciones, ejecutan estra-
falarios instrumentos musicales de su propia factura y que, 
en el caso, en esa función representaban una obra que ellos 
llamaron “Lutherapia”. 
El resultado es una sarcástica ironía de lo que son, a veces, 
los tratamientos sicoanalíticos. En su desarrollo interpreta-
ron, con esos extraños instrumentos y su muy calificada 
voz, una producción en ritmo de cumbia llamada “Episte-
mología”, con una fuerte connotación erótica. 
Si al principio la epistemología nos remitía al mundo de la 
salud y de la enfermedad, ahora se nos vincula con la músi-
ca y probablemente de la más vulgar y populachera cali-
dad.8 
 
 
8 Les Luthiers, “Cumbia epistemológica”, CNC Carlos Nuñez Cortez, 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
13 
“Carlos Núñez Cortez, en adelante sólo CNC: 
Estoy enamorado, por fin me enamoré, 
el sábado a la noche, en el baile la encontré. 
Estaba vestida para enamorar, 
sensual y atractiva y me miraba sin parar. 
… 
CNC: No paramos de bailar nuestros labios 
se atraían y empezamos a hablar de epistemología. 
CORO: Los jóvenes inventan palabras cada día, 
se ve que ahora lo llaman epistemología. 
¡Qué bonito mi amor, que bonito mi amor! 
¡Hacer cada día, hacer cada día! 
Juntitos los dos, la epistemología! 
CNC: Tocamos muchos temas de antropología, 
CORO: ¡Y entonces hicieron la epistemología! 
… 
CORO: Los jóvenes se aman con tanto entusiasmo, 
que solo con hablar ya llegan al Erasmo. 
… 
CNC: Me dijo que leía a Wittgenstein 
y que la enloquecía su epistemología. 
… 
CORO: No se puede estar hablando metafísico nomás 
y estar a cada rato epistemologando 
… 
CORO: Ella critica tu metodología, 
pero tipo que veía se lo epistemologaba. 
… 
CNC: No se debe aceptar la banalidad. 
Ya encontraré a otra con más afinidad. 
 
 
Coro: Jorge Marona, Carlos López Puccio, Daniel Rabinovich. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
 
14 
Epistemólogas hay muchas en la Facultad. 
…. 
CORO: Nos has revelado otra realidad, 
nos has señalado el camino a la verdad. 
¡Vamos a cambiar! 
¡Esta vida vacía, esta vida vacía! 
Vamos todos a estudiar Epistemología”. 
 
Rápidamente me propongo abandonar esas relaciones im-
puras (pero sabrosas) y me apresuro a presentar nuestro 
saber con las expresiones más nobles del conocimiento, 
afirmando que se trata de una disciplina filosófica. Pero no 
me cuesta mucho tiempo darme cuenta de que en lugar de 
aclarar mi propósito didáctico, en realidad lo he ensombre-
cido, porque la palabra sabia es aquella que se entiende 
siempre, aunque no se la explique y hasta aquí, pareciera 
que no se la entiende. 
Cuando mi propósito es explicar la relación de nuestra dis-
ciplina con el derecho, o mejor tal vez, con el conocimiento 
del Derecho, según los diferentes idiomas, puedo concluir 
que en castellano usamos la gnoseología para referirnos a 
la teoría del conocimiento, en cualquiera de sus formas, y 
reservamos la expresión de epistemología cuando nuestro 
propósito es mentar la teoría del conocimiento. 
No obstante, cuando su objeto es primordialmente el saber 
de los científicos y sin mucho avanzar sobre la cientificidad 
de lo jurídico, tema sin duda que nos desvelará más adelan-
te, se descubre que he apenas esbozado una fórmula de 
comprensión universalmente aceptada. 
Estoy acostumbrado a admitir, sin mucho análisis todavía, 
que las ciencias jurídicas tienen que ver con las ciencias 
sociales, con las ciencias humanas, y hasta aquí estoy dis-
puesto a aceptar este destino. 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
15 
La filosofía es un saber que antes era universal. De esa tota-
lidad absoluta, se fueron desbrozando los saberes particu-
lares que conformaron el territorio de las ciencias. 
Éstasse fueron despegando, una a una, pero siguen estan-
do sin haber seccionado totalmente el cordón umbilical que 
las une a la totalidad de lo filosófico, en relaciones de idas y 
vueltas, ya que las ciencias precisan del todo de lo universal 
de la filosofía para descubrir y darle fundamento al saber 
de sus especificidades y a su vez la filosofía precisa de la 
singularidad de lo científico para universalizar su conteni-
do. 
Entonces es allí, cuando pensamos en que la filosofía es 
una actitud del pensamiento, que requiere de la concepción 
del mundo y de la vida que cada quien tiene y un modo de 
relación con la realidad, con las cosas y con las personas, 
con las que se interfiere nuestra existencia, es cuando re-
cién comenzamos a comprender la utilidad de la filosofía. 
La ciencia así descrita, arranca del retrato analítico de su 
objeto. Y la filosofía, con todas ellas, hace una interpreta-
ción sintética de la realidad. 
Toda ciencia se construye primeramente, como un arte 
(estoy pensando en los logógrafos9 y en los doxógrafos10, 
 
 
9 La palabra “logógrafo” no está en el diccionario de la lengua pero 
aun antes de la Grecia de Pericles, época en la que todavía no había 
abogados pero sí litigios en los Tribunales, la defensa de una causa 
requería por lo menos de dos discursos del litigante para la debida 
defensa de las causas y la ley solo permitía el auxilio de algún amigo 
o familiar del encartado en esa hipótesis para colaborar en la defensa 
de la parte. Así surgieron los logógrafos, que con una educación más 
prolija del común de las gentes de la polis, ofrecían sus servicios en 
la redacción de esos discursos que luego la parte memorizaba y re-
petía ante el Tribunal. Hubo logógrafos famosos, como Isócrates, 
Lisias, Demóstenes e Hipérides. 
10 La palabra “doxógrafo” tampoco está en el diccionario de la lengua, 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
 
16 
para los abogados, y en los brujos, hechiceros y curanderos 
para los médicos). 
En esos orígenes se formulan las primeras hipótesis, intui-
tivas, empíricas e inductivas que avanzan velozmente hacia 
las realizaciones que constituyen los primeros palotes de la 
cientificidad. 
La filosofía se compone como una interpretación hipotética 
de lo ignoto, como sucede en la metafísica y en lo intuido 
sin certeza, que configuran las primeras avanzadas de ata-
que en el asedio a la verdad, a la que a veces se llega y, otras 
muchas, no se alcanza. 
La filosofía provee a las ciencias los frutos dulces de sus 
trofeos, pero ella casi nunca logra la meta que se propuso 
como objetivo, ya que éste, en definitiva, no es llegar, sino 
transitar el camino inexplorado y desconocido, como he de 
repetir más de una vez en este trabajo. 
Es un hecho, casi diría agradable a simple vista, que pone 
en evidencia la permanente insatisfacción de profesores 
responsables –algunos quedan– y de graduados sensatos –
que los hay– por el resultado de la educación en todos los 
niveles de la enseñanza, y que se potencia exponencialmen-
te en el último grado superior, que es cuando el educando 
debe poner en juego, en el campo de batalla, las habilidades 
enseñadas y aprendidas. 
 
 
pero vendrían a ser los equivalentes de los actuales historiadores, 
doctrinarios o juristas, de los que sería ejemplo paradigmático Dió-
genes Laercio, autor de “Vidas, opiniones y sentencias de los filóso-
fos más ilustres” traducción de Luis Navarro, editado por la Bibliote-
ca Clásica de Madrid en 1887 en diez tomos, que abarca desde los 
presocráticos, hasta los post aristotélicos, es decir un documento 
invalorable para conocer detalles de la historia primera de la filosofía 
helénica, con todos los errores y omisiones que la antigüedad de esta 
tarea implica supuestamente escrito en el siglo III después de Cristo. 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
17 
Uno de los factores que gravitan, por cierto no el único, es 
la falta de una genuina política educativa, que debería bro-
tar implementada desde los órganos garantizadores, de los 
perfiles profesionales que se persiguen, según sean las ca-
racterísticas de cada país o de cada región. 
Tal vez la prueba emblemática de esta afirmación se acredi-
ta en la constante modificación de planes, técnicas y méto-
dos de enseñanza, materias que se quitan y que se agregan, 
conforme a caprichos circunstanciales. 
Este correlato se impone sin adecuada valoración de los 
órganos y cátedras que deberían expedirse o por simple 
identificación personal o afectiva de un sujeto (docente) 
con el estado de ánimo de otro (autoridad) que lo quiere 
favorecer o perjudicar (empatía). 
Apenas hemos recogido la primera cosecha, y a veces antes 
de esto, metafóricamente hablando, ya volvemos a clavar 
de nuevo el arado en la tierra recién rasgada, en un inaca-
bable empeño hacia el horizonte, que cada día que transcu-
rre se nos anuncia más lejano e inaccesible. 
Otro factor, para nada despreciable, es la actitud de los 
padres de los alumnos, incapaces de poner frenos a la incu-
ria de una adolescencia rebelde de la que todos los días la 
prensa nos da muestra de los nefastos resultados en el con-
trol de sus mal entendidas libertades y actitudes. La deser-
ción estudiantil, sin duda relacionada con estos preceden-
tes, que se acredita con la sorprendente comparación entre 
el número de ingresantes y de egresados. En palabras de 
Sócrates, Platón aconseja en el Criton11 que no juzguemos 
 
 
11 El “Critón” es uno de los diálogos de Platón. El diálogo filosófico no 
es una forma literaria como podría pensarse, sino que es antes bien 
un modo de pensar no dogmático, es decir una manera de pensar en 
la que se opera dialécticamente que no ha sido únicamente utilizada 
por Platón que fue tal vez el que primero usó de esta herramienta, 
seguido luego en la historia de la filosofía por San Agustín y también 
por Cicerón y por Galileo y luego por Berkeley y por Hume, aunque 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
 
18 
si nuestros maestros de filosofía son buenos o malos, y que 
ello no sea una excusa para que sigamos o no sus enseñan-
zas. Debemos procurar descubrir por nosotros mismos, 
bien y sinceramente, y si concluimos que los docentes no 
son buenos, tratemos de apartar a todos los que le siguen, 
pero si a ellos les proporcionan bienestar, dejad que los 
sigan y que los guíen a sus discípulos en sus pensamientos. 
Ése es tal vez el gran secreto de la filosofía, que no la en-
contramos en el destino, sino en el camino para llegar a él, 
lleguemos o no. Y esta enorme verdad, es la que con más 
evidencia nos da cuenta de la importancia de la filosofía. 
Esta certidumbre nos la revela Descartes, en un libro nota-
ble escrito ya hace más de cuatrocientos años, en lenguaje 
simple y accesible, para todos los que puedan expresarse, 
sin ninguna dote especial, y en solo cincuenta páginas, libro 
en el que nos da cuenta casi, autobiográficamente, no de lo 
que es la razón, sino de lo que él se propone hacer con ella. 
 
 
por cierto en épocas muy diferentes. Es, nos aventuraríamos, casi 
como la narración al discurso y la leyenda a la verdad. Se ha intenta-
do una suerte de clasificación de orden cronológico de los diálogos 
platónicos que adolece de la falta de precisión de la época en que 
efectivamente fueron escritos. Por eso prefiero el intento de agrupar-
los como “diálogos socráticos” que son los primeros escritos por el 
filósofo en los que se dialoga respecto de las virtudes, como la pru-
dencia, la verdad, la mentira el coraje y el supremo bien que consiste 
en vivir honestamente, que se ven cada uno a su manera, reflejados 
en “Laques”, “Cármides”, “Eutifrón”, “Hipias”, Timeo”, “Lisis” 
“Fedón”, “Parménides”, “El Sofista”,“Apología de Sócrates”y en éste 
que ahora estamos citando. En el grupo de diálogos que Platón es-
cribe contra los Sofistas” y en los que se pone en evidencia una más 
clara preocupación por lo político y por lo social, no queriendo ago-
tar la enseñanza de la filosofía sólo a la formación del ciudadano 
para que luego se desempeñara con idoneidad en la función pública 
(que falta nos haría esta receta a los argentinos en el desempeño de 
sus respectivas aspiraciones políticas) recordamos “República”, “Fi-
lebo”, “Gorgias”, “Político”, “Eutídemo”, “Fedro”, “Banquete” “Crati-
lo”, ”Teetetos” y “Leyes. 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
19 
Todos tenemos memoria, imaginación y también razón, 
que está entera en nosotros solo porque somos seres racio-
nales. Descartes tuvo tal vez, un temperamento, una consti-
tución, un carácter especial, que ante el riesgo de errar, lo 
hizo desconfiado y al no tener confianza, dudó de los cami-
nos que se le ofrecían y con ello alcanzó a descubrir el 
método que ha beneficiado a todos los saberes. Y en lugar 
de las disquisiciones en las interminables y muy aburridas 
Disertaciones Metafísicas de Francisco Suárez, desarrolla-
das en más de mil páginas en folio mayor, Descartes, escri-
bió su inefable Discurso del Método en solo cincuenta 
páginas –repito– no para eruditos sino para hombres co-
munes, como nosotros, como usted, mi estimado lector y 
como yo, casi como un folleto que se ha convertido, segu-
ramente, en el libro que inaugura la modernidad y se ha 
transformado en el texto más influyente de su tiempo, 
transmutando a su autor, en el hombre de la razón y el 
buen sentido. 
 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
Rosario, Julio de 2010. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
21 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN
 
Este es un libro de Epistemología redactado para ser utili-
zado como apoyo preparatorio en una carrera de postgrado 
de una Facultad de Derecho, es decir, que si bien intenta 
desenvolver pensamientos que abarquen la generalidad de 
las cuestiones epistemológicas, tiene como destinatarios 
últimos a hombres de derecho. 
Esta es la razón por la cual todo su desarrollo tendrá ese 
cargo en miras y en consecuencia todas las cuestiones serán 
analizadas teniendo en cuenta la ciencia que cultivan esos 
receptores. 
Proporcionamos en Lecciones de epistemología – Algunas 
cuestiones epistemológicas de las Ciencias Jurídicas, (de 
aquí en más solo “Las Lecciones”) la base propedéutica 
inicial, como apoyo bibliográfico, en una disciplina que no 
cuenta con elementos suficientes para facilitar el conoci-
miento de sus problemas. Ahora, transcurrido algo más de 
un lustro de aquella edición, consideramos que era necesa-
rio proporcionar nuevos aportes, ampliando la posibilidad 
del conocimiento de la asignatura. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
22 
La materia Epistemología integra el área Epistemológica y 
Metodológica de una Maestría o de un Doctorado, de una 
carrera de postgrado en Ciencias Jurídicas y Sociales. 
Ambas, desde su propia perspectiva, apuntan a la lógica de 
la investigación científica por una parte y al conocimiento 
de los métodos que estudian las Ciencias Jurídicas por la 
otra. 
En Los dos problemas fundamentales de la epistemología 
de Karl Popper, con ese título convocante que imita, tal vez 
sin proponérselo, a Los dos problemas fundamentales de 
la ética aquel clásico inimitable de Arthur Schopenhauer, 
Popper se había propuesto una réplica al Tractatus de 
Ludwig Wittgenstein, pero luego desistió de ese intento 
primigenio y demoró su publicación muchos años, hasta su 
ancianidad. 
Apareció como su producto intelectual más filosófico, si es 
que se admite el calificativo, presentando a la epistemolog-
ía como una disciplina preocupada por las cuestiones de la 
validez y no de las cuestiones de hecho. 
Así, la epistemología se convirtió en una teoría general del 
método científico, entendiendo por método, no la manera 
como algo se descubre, sino el procedimiento mediante el 
cual algo se fundamenta. 12 
Nuestro propósito es entonces recorrer en una primera 
parte, todas las doctrinas que han surgido casi contem-
poráneamente en este renacer epistemológico que se pro-
duce en el siglo XX, que si bien tiene indudables raíces que 
arrancan desde el fecundo despertar helénico del pensa-
miento, presenta perfiles de rasgos muy precisos en la con-
temporaneidad. 
 
 
12 Popper, Karl, Los dos problemas fundamentales de la epistemo-
logía, Tecnos Madrid, 1980. 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
23 
Se podría describir así, a mano alzada, una epistemología 
antigua que confunde su contenido con una teoría del co-
nocimiento, desde los griegos hasta el Congreso de Praga 
de 1929, del que surge el Círculo de Viena y una segunda 
epistemología, más rigurosa, que atiende a una problemáti-
ca más comprometida intentando bucear en los fundamen-
tos más precisos del conocimiento y cuestionándose la va-
lidez de esos saberes. 
Casi prescindiré de esa primera etapa y consagraré mi pre-
ocupada atención a los momentos que pueden perfilarse 
desde el Círculo de Viena en adelante. Sin duda que en la 
riquísima cantidad de contribuciones que se han producido, 
he debido solo atender, exigido por la perentoriedad del 
tiempo, a algunos de los muchos aportes producidos. Todos 
ellos, no obstante girar en torno a la cuestión epistemológi-
ca general, tienen un sesgo final que nos conduce a la órbi-
ta de lo jurídico y al que accederé luego de haber desarro-
llado los diferentes momentos de su proceso. 
En esta Introducción, me parece pertinente, hacer una re-
ferencia, asaz superficial, a la Retórica aristotélica, que “es 
correlativa de la dialéctica, ya que ambas versan sobre co-
sas que, de alguna manera, son conocidas por todos y no 
las delimita o incluye ninguna ciencia13. 
Allí en la Retórica aristotélica se llega a la cima de las pre-
vias insinuaciones de la “mayéutica” socrática y de la 
“dialéctica” platónica. 
Su primera aproximación en el área de lo retórico, fue un 
diálogo al modo platónico, ya que por entonces el sabio 
preceptor de Alejandro Magno ya se había incorporado a la 
Academia, en la cual profesó durante veinte años. 
 
 
13 Aristóteles, “Retórica”, Obras, Ediciones Aguilar. Traducción del 
griego, estudio preliminar, preámbulos y notas por Francisco de P. 
Samaranch, segunda edición, 1967. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
24 
Ese vínculo se mantiene hasta la muerte de Platón en el 
lapso entre 348-347 a.C. hace que se convierta en un mo-
mento decisivo en la vida de Aristóteles, ya que ello lo des-
liga de la Academia, aunque siempre había mantenido una 
total independencia intelectual con su maestro. Ese diálogo 
de estilo platónico fue el Grilo14, que ya demostraba una 
originalidad sistemática nueva y genuina, en la transposi-
ción del Gorgias platónico en el que se apoyaba. Ese diálo-
go, digo, generó una gran polémica que lo obligó a profun-
dizar en el tema, lo que provocó el nacimiento de la Retóri-
ca, decantada en una honda reflexión crítica, constituyendo 
una ciencia nueva, que se proponía reivindicar para la re-
tórica la categoría de arte. 
La Retórica devendría así, definitivamente en un método 
persuasivo, cuya temática es común a otras técnicas y a 
partir de esta nota de similitud con otras artes, estructura 
sus argumentaciones. El estagirita no se ocupa de las pre-
misas básicas de los saberes particulares, sino más bien de 
los tópicos o lugares que son comunes a todos los saberes y 
allí engarza su correlatividad entre la Retórica y la Dialécti-
ca, logrando un enlace entre la sofística y el platonismo. 
El pensamiento de Aristóteles fue receptado por los estoi-
cos, por Cicerón y por Quintiliano. Los estoicos pensaban 
que la retórica era una de las partes en las que se divide la 
lógica, junto a la dialéctica. Cicerón la entendía como una 
ratio decidendi, que no quiere ser soloel arte de hablar, 
 
 
14 Sabido es casi toda la obra de Aristóteles estuvo perdida durante 
muchos siglos hasta que parcialmente fue reencontrada gracias a los 
notables trabajos de dos filósofos que vivían en España Averroes, un 
moro y Maimónides un judío, curiosamente pueblos ambos expulsa-
dos del Reino de Aragón por los Reyes Católicos Fernando e Isabel. 
El Grilo, que es un diálogo aristotélico inspirado en el Gorgias plató-
nico de una de las obras que nunca se recuperó totalmente del que 
solo quedan algunos fragmentos y cuya temática estaba vinculada a 
la retórica aristotélica. 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
25 
sino fundamentalmente el de pensar con justicia, y conse-
cuentemente requiere de sabiduría. Quintiliano adhiere a la 
concepción ciceroniana, y es probablemente el pensador 
que ejerce más influencia en la Edad Media, en la produc-
ción de reglas retóricas. 
En esa época, el ciclo educativo estaba dividido en dos 
grandes ámbitos: el trivium y el quadrivium, que es lo que 
hoy podríamos llamar una formación humanística y cientí-
fica respectivamente. El trivium, que entonces se entendía 
como el conocimiento de las artes liberales, estaba integra-
do por la gramática, la retórica y la dialéctica de modo tal, 
que no era solo impartir un conocimiento literario, sino, 
además, la enseñanza del arte de la persuasión. El segundo 
momento de este ciclo educativo, más dirigido al plano de 
lo científico, estaba integrado por la aritmética, la geometr-
ía, la astronomía y la música. 
La segunda parte comprende el despliegue de lo que podr-
íamos llamar una epistemología vinculada al mundo jurídi-
co y dentro de los problemas epistemológicos de nuestro 
saber, hemos elegido la cuestión respecto a la especificidad 
de lo jurídico y la problemática de la argumentación, por 
considerar ambos dilemas como más apropiados a los obje-
tivos esenciales de una carrera de postgrado en una Facul-
tad de Derecho. 
No deja de sorprendernos, dada la especial naturaleza con-
testataria de nuestro saber, que no se hubiese avanzado, 
aunque más no fuere superficialmente en la enseñanza de 
grado, respecto de los contenidos más elementales de esta 
última problemática argumentativa, habida cuenta que, 
desde sus orígenes etimológicos, la palabra “abogado” pro-
viene de la voz latina Advocatus, formada por las partículas 
ad y vocatus, que implica alguien “llamado a” o “llamado 
para”. 
En efecto, es solo muy recientemente que uno puede des-
cubrir en los programas de algunas materias de la carrera 
de abogacía, la inclusión de algunos temas vinculados con 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
26 
la argumentación. Pero ni cuando yo cursé la carrera, ni en 
los primeros programas de las asignaturas que yo mismo 
he elaborado, estaba incluida esta temática. Estos profesio-
nales que estábamos formando iban a ser requeridos por 
quienes se encontraban ceñidos en una controversia, para 
asesorarlos en las contiendas judiciales o extrajudiciales, 
pero siempre en desafíos en los que iban a controvertir in-
tereses que solo pueden resolverse mediante la adecuada 
utilización de estrategias, tácticas y técnicas argumentati-
vas. 
Esta será entonces una epistemología elaborada teniendo 
como finalidad esencial, la circunstancia de estar dirigida a 
abogados, por lo que la ciencia jurídica y los fundamentos 
científicos de ese saber estarán en el horizonte constante de 
nuestras reflexiones. 
Sin duda que, exigidos por la necesaria brevedad de este 
curso, deberemos elegir de ellas, aquellas que considera-
mos más importantes y en cada una de las corrientes de 
pensamiento que analizaremos, concluiremos con una de-
rivación de las ideas desplegadas en el mundo del derecho. 
 
EL CEREBRO Y LA MENTE 
 
Las personas estamos constituidas por una cantidad de 
elementos que hacen a lo que podría llamarse nuestra es-
tructura biológica, integrada por una morfología orgánica y 
una fisiología funcional. 
Esa disposición produce una cantidad de efectos, en algu-
nos casos absolutamente ineluctables y que constituye lo 
que frecuentemente llamamos “el peso de las consecuen-
cias”, y en otros, los más, que son modificables con nuestro 
comportamiento, educación y voluntad. 
Me refiero a que no obstante nuestro empeño y voluntad, 
no podemos ser más altos o hacer que el cabello nos crezca 
con mayor intensidad, pero sí podemos reordenar y repro-
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
27 
gramar nuestros pensamientos, y no infrecuentemente 
nuestros mismos sentimientos. 
Ahora bien, un cerebro humano normal, nos informan los 
expertos, está constituido aproximadamente por diez mil 
millones de neuronas. 
Cada una tiene aproximadamente doscientos mil accesos 
distintos y cada una de ellas, está excitada, conforme a un 
esquema funcional que en modo alguno depende de nues-
tra voluntad. 
Estamos y somos prisioneros de nuestra fisiología. No po-
demos curar nuestras enfermedades solamente queriéndo-
lo, ni lograr mayor inteligencia que la que nuestra estructu-
ra orgánica y funcional nos ha proporcionado, ni tampoco 
conseguir que nuestras neuronas aceleren su tiempo nor-
mal de respuesta, pero con esfuerzo y dedicación, podemos 
conseguir modificar el modo en que pensamos. 
Todo ello, porque aun cuando estamos definitivamente 
condicionados por la idea de que nuestros cerebros están 
integrando un equipo que funciona sobre la base de reglas 
fijas y precisas, tenemos la posibilidad de condicionar ele-
mentos que permitan meditar sobre nuestro pensamiento. 
Difícil nos resulta, sin duda, tratar de conceptuar la inteli-
gencia, que se ha convertido, como idea cultural y como 
campo de investigación científica, en algo muy complicado, 
pero admítaseme, sin definirla, describir por lo menos sus 
dos vertientes esenciales. 
Por una parte habría una inteligencia que es la que nos 
permite la posibilidad de interpretar el sentido de las cosas 
que integran el ámbito de nuestra coexistencia con ellas y 
de la convivencia con las demás personas. 
Al lado de ella, habría una segunda inteligencia, o una face-
ta íntima de ella, que sería la posibilidad de análisis reflexi-
vo de nuestro propio mundo interior y la eventualidad de 
canalizarlo adecuadamente en nuestra vida de relación. 
Algo así como una inteligencia que se proyecta hacia nues-
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
28 
tra intimidad y nos permite manejarla y otra inteligencia 
que se dirige hacia el exterior de nosotros y nos ayuda a 
resolver los problemas que nos plantean las cosas que nos 
rodean y las personas con las que convivimos. 
Yo comparto las ideas de Ricardo Guibourg, cuando nos 
enseña que él ha escogido la existencia de una realidad ex-
terna porque este supuesto se adapta mejor a su modo de 
vida y al lenguaje que está habituado a utilizar y a partir de 
ese presupuesto, toda la realidad externa, dependerá de un 
punto de vista y con mayor razón sucederá lo mismo con la 
determinación del límite entre lo interno y lo externo.15 
Entendemos que solo podríamos llamar inteligentes a las 
personas que satisfacen ambas vertientes. Ello no es óbice 
de que nos sea dable verificar que realmente son escasas las 
personas que pudiendo analizar adecuadamente los pro-
blemas prácticos y de sentido común con los que se enfren-
tan, están calificados simultáneamente para comprender y 
tratar ideas abstractas y aún sus propios problemas afecti-
vos y morales. 
Muchas personas, tal vez algunos amigos nuestros, son 
sumamente inteligentes desde algunas de las perspectivas 
señaladas, pero resultan absolutamente carenciados desde 
otros. Cuando murió Schelling, a los casi ochenta años, su 
amigo real Maximiliano de Baviera, hizo grabar en su tum-
ba este laudatorio epitafio: ·”Aquí yace el primer pensador 
de Alemania”.Sin embargo cuatro años antes Schopenhau-
er había dicho de él, que no podía ser admitido en la honro-
sa sociedad de la raza humana. 
Hasta hace no mucho tiempo, la posibilidad de pensar en 
unarelación efectiva entre mente/ordenador, pertenecía al 
ámbito de la ciencia ficción y en ese territorio, el del ficcio-
 
 
15 Guibourg Ricardo, La construcción del pensamiento- Decisiones 
metodológicas, Ediciones Colihue, Universidad Buenos Aires, 2004, 
página 23. 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
29 
nalismo16, discutir la posibilidad de acoplamiento entre la 
mente/cerebro y la máquina/tecnología, era algo de la no-
vela o más bien de la cinematografía. Sin embargo, los 
últimos avances del más sofisticado conjunto de técnicas, 
nos informan que la conexión de un cerebro humano a una 
computadora es hoy una posibilidad practicable. 
Todo este proceso artificial, comenzó con los implantes 
cocleares en el oído interno que se realizan para resolver 
los frecuentes problemas de hipoacusia, que es tal vez el 
sentido más proclive a deteriorarse con los años, y es 
además el más sensible a la burla en la convivencia social. 
Nadie se mofa de un ciego, que siempre es acreedor de 
nuestra ayuda y paciencia, pero el sordo es casi siempre 
objeto de la chacota y de la broma hiriente. 
El avance tecnológico permite hoy que un micrófono inteli-
gentemente disimulado en la vestimenta de un deficiente 
auditivo, reciba los sonidos producidos en el ambiente y los 
remita a una minicomputadora que contiene un elemento 
procesador del habla. Ese signo acústico elaborado mecáni-
camente se envía a un receptor en la cóclea, mediante una 
 
 
16 El autor más convocado respecto de esta concepción filosófica que 
ha trascendido como el ficcionalismo y la filosofía del “cómo sí”, es 
Hans Vaihinger, aún cuando tenemos claro que antes que él hubo 
autores como Giovanni Marchese y Jeremy Bentham, que desarro-
llaron su pensamiento en un sentido muy vinculado al mundo de las 
ficciones. No obstante, fuerza es admitir que el peso gravitacional de 
las ideas de Vaihinger, ha tenido, en nuestra opinión, el poder de 
opacar aquellos primeros planteos en el sentido indicado. El mundo 
de las ficciones, que ha sido tan talentosamente desplegado por Jor-
ge Luis Borges, sería un universo de conceptos que son utilizados 
con la plena y absoluta conciencia de su falsedad o por lo menos de 
su inadecuación al caso, aún cuando se tenga siempre la más riguro-
sa certeza de su utilidad. En esa orientación no debe malinterpretar-
se el ficcionalismo como una tesis que todo lo permite, sino más bien 
como una teoría que se desenvuelve como hipótesis que no han me-
nester de ser confirmadas por la realidad experimental. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
30 
intervención quirúrgica en un hueso del oído que permite 
realizar un implante coclear, el cual contribuye a restable-
cer las funciones auditivas que tengan las células ciliares de 
la cóclea dañada, estimulando las células ganglionares 
(nervio auditivo) que son las encargadas de trasmitir la 
información codificada al cerebro. 
El otro supuesto de relación interfase mente/máquina, lo 
constituyen los implantes de micro electrodos en la retina 
de los ciegos, que si bien todavía son muy primitivos y 
permiten solo evitar algunos golpes antes ineludibles, se 
continúa avanzando en su perfeccionamiento. La estimula-
ción profunda del cerebro en pacientes con Parkinson y 
otras enfermedades neurológicas, se está ensayando con 
éxito en los países tecnológicamente más avanzados. 
Estimo que no sería plausible plantear objeciones éticas a 
esas técnicas, si lo que se persigue son fines terapéuticos o 
para mejorar la calidad de vida de pacientes con discapaci-
dades funcionales o con traumatismos como consecuencias 
de accidentes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, 
aún cuando se pueda concluir que la fusión entre la mente 
y las computadoras está ya en nuestra realidad inmediata y 
consecuentemente agregarle memoria artificial a alguien es 
cada vez más posible, todavía la técnica implica riesgos de 
alguna entidad. 
Considero que uno de los mayores defectos de nuestra pe-
dagogía educacional es haber dirigido todo (o casi todo) su 
arsenal formativo a la interpretación de los fenómenos del 
mundo exterior y a la comprensión de las relaciones lógicas 
y de las abstracciones matemáticas, pero nada o casi nada, 
a motivar el deseo de aplicar la inteligencia al conocimiento 
de las propias sensaciones y de sus íntimas valoraciones 
morales. 
Las muy pocas veces que se lo intenta, por algún educador 
progresista, es poco lo que se les informa sobre la posibili-
dad de adiestrar esa aplicación interior de la inteligencia 
que, como todas las cualidades que hacen a nuestra condi-
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
31 
ción humana, son susceptibles de ser amorosamente culti-
vadas e iluminadas. 
Esto me permite concluir que es casi imposible pretender 
actuar con inteligencia respecto de áreas que no podemos 
controlar. Para poder proceder inteligentemente, con noso-
tros mismos y con los demás, es absolutamente necesario 
estar familiarizado con los móviles que despiertan las ac-
ciones, con las fuerzas que catapultan nuestro pensamiento, 
con la naturaleza de nuestros propios sentimientos y con 
las circunstancias que nos hacen responsables de nuestras 
acciones. 
Esto es lo que me propongo en este curso, válido insisto, 
para un programa de postgrado en la formación académica 
de abogados. 
 
MIS AUTORES 
 
Estoy persuadido de que estas disciplinas de base que inte-
gran la currícula de estas carreras de postgrado son las que, 
de alguna manera, pueden modificar el perfil de nuestra 
formación personal y también profesional. 
Ellas contribuyen a educar el modo como elaboramos nues-
tros pensamientos y, en el largo plazo, son las que pueden 
producir los cambios trascendentes del mundo en el que 
vivimos. 
Somos protagonistas del debate filosófico y sociológico de 
nuestro tiempo. 
Estoy muy agradecido a muchos escritores que son los que 
me han ayudado a conformar mi pensamiento. Podría 
nombrar a una gran cantidad de escritores estupendos, 
pero solo de una docena de ellos tendría sus libros en mi 
mesa de luz. Ortega y Gasset tendría que ser un ejemplo 
imprescindible. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
32 
Y ello porque nuestra vida consiste en la articulación de 
muchos pequeños mundos o comarcas: está el mundo de lo 
religioso y también el mundo del saber; y el mundo de los 
negocios y el del arte y el no menos importante del amor y 
tantos otros más. En estas comarcas están repartidas y co-
mo localizadas todas las cosas con las cuales tenemos que 
habérnoslas. Y nuestra vida no es más que un hacer infati-
gable con todas esas cosas. Por eso en la vida propiamente 
no hay cosas. Solo en el ámbito de la abstracción científica 
o filosófica, existen cosas, es decir, realidades que no tienen 
que hacer con nosotros, sino solo estar ahí, por sí mismas, 
independiente de nosotros. 
Pero para nosotros toda cosa es algo con lo que tenemos 
que tener algún trato u ocupación y con lo cual hemos de 
ocuparnos necesariamente más pronto o más tarde. Son 
asuntos, es decir, algo que se ha de hacer -un faciendum. 
Por eso la palabra griega para las cosas era prágmata 
(asuntos) -de prattein- hacer, actuar. Debemos, pues, con-
templar nuestra vida como una articulación de campos 
pragmáticos. Ahora bien, a cada campo pragmático le co-
rresponde un área lingüística, una galaxia o vía láctea de 
palabras, las cuales dicen algo, sobre todo gran asunto 
humano."17 
Borges y Kafka ocuparían un lugar predominante. Es muy 
difícil poner en palabras por qué estos escritores han sido 
importantes para mí. Creo que en Borges lo que más me 
conmovió fue su amor a la libertad, el haberme trasmitido 
esa intensa necesidad liberadora. Franz Kafka me enseñó 
“el proceso” y que “la literatura es siempre una expedición 
a la verdad”. 
 
 
17 Ortega y Gasset, José, Anejo: En torno al Coloquio de Darmstadt, 
1951 (hacia 1953), Obrascompletas, 9, páginas 642-643. 
 
ARIEL ÁLVAREZ GARDIOL 
 
33 
De Martín Buber aprendí la importancia que se da en “el 
entre” tú y yo; la idea del “encuentro”, está asociada a una 
muy singular visión del ser humano y a la necesidad de 
poder pensarlo desde el otro y no desde uno mismo. 
Antonio Gramsci, que pensaba que sus ideas prevalecerían 
haciendo que la última generación de los Agnelli – la fami-
lia más famosa de Italia, que controla la inmensa fortuna 
de la empresa Fiat- se volviese comunista. Con ese pensa-
miento, me permitió despedirme honorablemente de la 
ortodoxia socialista, sin avergonzarme de haberla abrazado 
en mi juventud y sin odiarla como tantos que abominan de 
sus efervescencias más lozanas. 
Hannah Arendt, que me enseñó que en el lenguaje hay pen-
samiento congelado y que lo que se proponía es, nada más 
y nada menos, que pensar en lo que hacemos. Sin embargo, 
después de la caída del muro de Berlín, después de la glo-
balización “y de la norteamericanización del planeta”, cada 
vez nos hace más falta pensar en los ideales del socialismo, 
como la búsqueda de una diferente manera de distribución 
de la riqueza. 
Albert Camus, que me reveló la rebelión y me contagió de 
su sensibilidad por la justicia. Hay una frase de Camus, que 
lo resume todo para mí: “Están la belleza y los humillados. 
Por difícil que sea la empresa, quisiera nunca ser infiel ni a 
la segunda ni a la primera”. 
La memoria social de cada generación se centra en los 
acontecimientos que la definen, pero esos sucesos se des-
vanecen rápidamente en el tiempo. Hay una frase, en latín, 
que todo Sumo Pontífice debe repetir tres veces al asumir 
su reinado que textualmente dice: “Sic transit gloria mun-
di” (así pasa la gloria del mundo). 
Solo con la educación es posible pensar en forjar otro país u 
otro planeta, u otro universo. La educación debe apuntar 
hacia el respeto por los derechos humanos y también de las 
obligaciones sociales, que son el fundamento de la paz, de 
la solidaridad, de la convivencia democrática y de las rela-
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
34 
ciones sociales armónicas. Solo con respeto podremos aspi-
rar a la justicia y a la equidad. 
Hay un libro de Tzvetan Todorov que se llama Los abusos 
de la memoria en el que el autor relata un episodio que él 
atribuye a David Rousset, un cautivo judío francés de los 
campos de concentración nazis de Polonia, que pidió a sus 
compañeros de martirio que condenaran con la misma ve-
hemencia las atrocidades que en esos mismos momentos 
acontecían en los campos soviéticos, en los famosos. “gu-
lags”, tan descarnadamente denunciados en la literatura de 
Alexander Solyenitzyn. Eso es tener objetividad en el juicio 
ético, aún desde la victimización del sistema que se está 
padeciendo. 
Dedico este Curso muy afectuosamente a todos los alumnos 
de esta materia en las carreras de posgrado y a las genera-
ciones que puedan sucederles, porque conozco las dificul-
tades de esta compleja pero fascinante disciplina. 
 
 
 
 
 
 
 
 
35 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PRIMERA PARTE 
 
CAPÍTULO UNO 
 
 
LA EPISTEMOLOGÍA 
 
GENERALIDADES 
 
El proceso de conocer ocurre mediante la relación que se 
establece entre un sujeto que conoce y un objeto conocido. 
Supone internalización del objeto por el sujeto, que así ad-
quiere certeza del mismo. El conocimiento es un modelo 
más o menos organizado de concebir el mundo y de dotarlo 
de ciertas características que resultan, en primera instan-
cia, de la experiencia personal del sujeto que conoce. 
El conocimiento que una persona adquiere de la realidad 
difiere de acuerdo a la forma como aborda esa realidad. Por 
lo que existe un conocimiento vulgar, cotidiano o espontá-
neo, el cual se adquiere sin ningún proceso planificado y 
sin la utilización de medios especialmente diseñados. Dicho 
conocimiento es acrítico y se queda en el nivel de las apa-
riencias y de lo opinable. Este tipo de conocimiento es una 
construcción mental respecto de los hechos y fenómenos, 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
36 
ya que no solamente se interpreta a través de conceptos y 
categorías lingüísticas denominadas construcciones socia-
les, sino también con la ayuda de las presunciones, la expe-
riencia, el contexto social, la educación y también los pre-
juicios. El conocimiento cotidiano constituye una organiza-
ción de nociones empíricas, cuasicientíficas, puesto que la 
ciencia misma no puede estar totalmente aislada del con-
texto social y cultural en la cual se sitúa y desarrolla. 
Otro tipo de conocimiento es el conocimiento científico, 
que exige mayor rigor para encontrar regularidades en los 
fenómenos y así describirlos, explicarlos y /o predecirlos. 
Se obtiene mediante procedimientos metódicos con preten-
sión de validez, utilizando la reflexión, los razonamientos 
lógicos y respondiendo a una búsqueda intencionada para 
lo cual se delimitan los objetos y se prevén los modelos de 
investigación 
Otra forma inmediata de conocimiento es el conocimiento 
ideológico o filosófico que se produce por una reflexión 
profunda acerca de los fenómenos, su trascendencia y valo-
ración general, sin la utilización de métodos rigurosos de 
indagación. Se acepta el conocimiento por la autoridad de 
quien lo anuncia, y con frecuencia, no se exigen pruebas 
para justificarlo. Aun cuando puede partir de hallazgos de 
las ciencias particulares que investigan determinados 
fenómenos de naturaleza social o natural. 
Esta división incluye la partición, en las personas, entre el 
cuerpo y el espíritu, como dos ámbitos totalmente diferen-
ciados. En el ámbito del cuerpo rige la necesidad causal y 
en el territorio del espíritu comanda la libertad. Es así que 
las ciencias de la cultura se comprendían como saberes 
claramente diferenciados de las ciencias de la naturaleza, 
en los que, conforme a los principios más sensibles del 
idealismo historicista, el mundo de las acciones humanas, 
más que explicado causalmente podía ser comprendido, al 
interpretarlo como una porción de la cultura histórica con-
creta. 
ARIEL ALVAREZ GARDIOL 
37 
Ya en la década de 1880, el filósofo alemán Wilhelm Dilt-
hey18 nos había sorprendido planteando la cuestión de si 
puede considerarse plausible el conocimiento científico de 
la historia, insinuándonos la imposibilidad de pretender un 
transvasamiento de los métodos propios de las ciencias 
naturales al mundo de las ciencias de la cultura, propo-
niendo establecer una metodología específica para éstas 
últimas, en las que el sujeto que hace la ciencia y el objeto 
de conocimiento son de la misma entidad ontológica y for-
man parte del mismo ámbito. 
En el orbe de lo cultural, el método hermenéutico es el ins-
trumento y se descubre el sentido objetivo de los objetos 
que lo integran a través de la interpretación, lo que requie-
re que el investigador reconstruya el contexto cultural en el 
que el hecho se ha producido, debiendo situarse empática-
mente en el tejido histórico para poder interpretarlo. 
Este antagonismo absoluto entre las ciencias de la natura-
leza y las de la cultura, y la consecuente rivalidad en las 
metodologías utilizadas, fueron conformadas por algunos 
filósofos neokantianos de fines del siglo XIX y comienzos 
del XX. 
Particularmente Wilhelm Windelband y Heinrich Rickert, 
que coincidían respecto de la posibilidad de descubrir una 
ciencia generalizadora sobre el comportamiento humano 
que llamaban nomotética. 
En la producción de conocimientos debemos reconocer que 
existe un atraso relativo de las llamadas ciencias humanas, 
mal llamadas por algunos autores ciencias blandas, en rela-
ción a las disciplinas conocidas como ciencias exactas o 
ciencias duras. Esta situación parece derivar del contenido 
 
 
18 Dilthey Wilhelm (1833-1911), egresado de Heidelberg, fue una de 
las más puras expresiones del neokantismo a través del magisterio 
de Kuno Fisher. Sus trabajos epistemológicos se acercarona lo so-
ciológico abriendo nuevos senderos en la Hermenéutica. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
38 
afectivo que, al menos aparentemente, está depositado en 
estas ciencias humanas, a diferencia de lo que ocurre, tam-
bién supuestamente, en las ciencias exactas, ámbito en el 
que los objetos se encuentran más alejados del hombre y de 
su problemática. 
Esta situación es detectada dentro de las propias ciencias 
humanas, en las que ocurren desniveles en el tratamiento 
de los problemas humanos, dependiendo de la carga emo-
cional que los hombres, incluidos los investigadores, depo-
siten en ellos. Es así como se privilegia el tratamiento de 
hechos poco emocionales como los de la economía o la polí-
tica y se enfatiza una perspectiva fenoménica en el estudio 
del hombre que evade o evita esa parte oscura e irracional 
de los niveles inconscientes, implícitos, estructurales o co-
mo se les quiera llamar. 
Dentro de las instituciones universitarias o en los organis-
mos donde se hace investigación, es común observar que 
quienes se dedican a indagar en las ciencias exactas, pare-
ciera que poseen una calificación de excelsitud que los co-
loca en una atalaya desde la que con inmodestia observan 
el quehacer de las demás disciplinas científicas. 
Se hace alarde de que el hecho de aplicar metodologías 
cuantitativas, donde el uso de la estadística es lo más im-
portante, es un indicador de una mejor tarea. Igualmente 
se subestima un tanto la investigación en las ciencias 
humanas y se las asocia con el hecho de que aplicar méto-
dos cualitativos en los procesos de investigación, es símbo-
lo de una tarea de menor rigurosidad y, por ende, de escasa 
calidad. 
La metodología cualitativa y su uso por parte de las ciencias 
humanas, establece que dicho orden es distinto del tradi-
cional positivista, que se compromete a buscar la finalidad 
o la causa para generar luego principios y o leyes. Los as-
pectos de mayor peso en este paradigma son: cientificidad, 
objetividad, validez y lenguaje. Los hechos a estudiar son 
solo los que se pueden observar. Para este paradigma todo 
ARIEL ALVAREZ GARDIOL 
39 
lo que no puede ser mensurable, no es ciencia. Solo es real 
lo observable. De no aplicar el método científico no esta-
mos haciendo ciencia sino pseudociencia o charlatanería. 
 La ciencia no puede despreciar al sujeto, pero tampoco al 
objeto. Igualmente hay que propender hacia una ciencia 
humana para los hombres, para la humanidad. La tecno-
logía no está al alcance de la gente. Indica también, en con-
traposición al positivismo tan defendido por las ciencias 
exactas, que la subjetividad es una fuente de conocimientos 
tan válidos como cualquier otro. Desde el punto de vista 
epistemológico no hay diferencias entre las palabras y los 
números. Todo el proceso se hace a través de la palabra, 
tanto es así que el criterio básico de las matemáticas, como 
ciencia exacta, no es el número sino el orden topológico. En 
la producción de conocimientos la investigación debe ser 
neutral. 
Un aspecto de interés dentro de estas reflexiones sobre las 
ciencias exactas y las humanas, es el relativo a los paradig-
mas científicos que entran en competencia dentro de ellas. 
En el caso de las ciencias humanas, la problemática epis-
temológica ha ido derivando de posiciones paradigmáticas 
surgidas en el siglo XIX, bajo los principios construidos en 
el Renacimiento. 
Ellos estaban referidos al mecanicismo, al materialismo 
naturalista y al voluntarismo histórico, con su correlativa 
visión de progreso humano, hacia otros criterios emblemá-
ticos que guardan relación con las nuevas nociones intro-
ducidas en la ciencia por la física. 
El modelo inicial, cuya expresión más acabada sea tal vez el 
positivismo de Comte, surge en contra de la tradición ante-
rior del conocimiento, que se fundamentaba principalmen-
te en la metafísica, y propugnaba la implantación de nor-
mas de estricto cumplimiento para el nuevo saber positivo 
que se intentaba instaurar. 
Los antiguos principios del ejemplo newtoniano, comien-
zan a ser incorporados dentro de una visión más global del 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
40 
universo y de la ciencia, y es así como aparecen nuevas 
propuestas normativas para orientar la investigación. En 
primer lugar, una visión dialógica de las vinculaciones en-
tre el investigador y el sujeto que opera bajo la forma de 
relaciones de transferencia y de contratransferencia y don-
de lo importante no es solo evaluar lo que ocurre en la rea-
lidad externa, sino los cambios que esa realidad produce 
sobre nosotros. 
Es importante señalar que en los mismos saberes humanos, 
algunos pivotes cientificistas del siglo XIX comienzan a ser 
cuestionados desde esa misma época. Karl Marx se da 
cuenta de que el método científico debe trascender la reali-
dad aparente y él mismo logra, mediante este procedimien-
to, descubrir que por debajo de la ganancia capitalista se da 
una relación que denomina plusvalía. 
Sin embargo, estas propuestas de Marx así como algunas 
parecidas de Sigmund Freud fueron excepciones, pues las 
“ciencias blandas” continuaron transitando, disfrazadas 
con múltiples ropajes, el mismo camino del positivismo. 
Tal es esta realidad que indica que hoy en día este para-
digma positivista continúa invadiendo la mayor parte de la 
producción científica y la enseñanza que se imparte en los 
saberes humanos. Podemos aseverar que en nuestras uni-
versidades y centros de investigación se priorizan estos 
modelos, a pesar de que se niegan a reconocerlo o, aún, 
cuando los disfrazan con categorías, que provienen de en-
foques epistemológicos y teóricos contrarios al positivismo. 
Con la misma intención se han desarrollado eventos orien-
tados a estudiar la importancia del componente socio 
humanista en la formación de los ingenieros y arquitectos. 
De hecho, aprovechando el proceso de transformación de 
datos de la universidad, se han querido fortalecer los ejes 
curriculares que tocan el desarrollo personal-social de los 
estudiantes, con la intención de generar un profesional más 
compenetrado con su realidad vital. 
ARIEL ALVAREZ GARDIOL 
41 
Los estudiosos de estos temas se hacen preguntas relativas 
a: 
¿Podemos excusar este atraso relativo como consecuencia 
de la circunstancia innegable de la mayor afectividad 
desplegada en los hechos que atañen al hombre? 
¿Se podría mencionar, acaso, una cierta pereza intelectual 
de los investigadores de las ciencias humanas para estar 
al día respecto a lo que se está haciendo en las ciencias 
exactas? 
¿Se podría decir que en las ciencias humanas existe el 
síndrome de la "poca cientificidad" y ello impulsa a los 
investigadores a querer ser más "exactos", más "objeti-
vos", más "cuantificadores", más "empiristas"? 
¿Todo esto será producto de factores individuales, de espe-
jismos realmente teóricos o, acaso, es el resultado de una 
construcción ideológica de la que son víctimas los investi-
gadores de las ciencias sociales? 
Las respuestas a estas formulaciones diversas y contradic-
torias forman parte del debate actual que ocurre en las 
ciencias del hombre. 
Ante estos escenarios se piensa que, en las ciencias socia-
les, hay necesidad de seguir evolucionando hacia la adop-
ción de presupuestos epistemológicos que las alejen del 
positivismo y que se vinculen más estrechamente a una 
concepción holista del hombre y de la realidad que lo cir-
cunda. 
Es necesario comprender al hombre como una estructura 
en que sus partes integrantes se hallan funcionalmente 
relacionadas entre sí. 
La mayoría de los conocimientos acerca del mundo que nos 
rodea provienen de nuestras sensaciones, pero en la crea-
ción de nuestros conocimientos, interviene nuestro intelec-
to que elabora la materia prima que le proporcionan los 
sentidos. 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
42 
Cuando describimos una sensación según su naturaleza, 
podemos hacerlo de dos modos diferentes que se podrían 
ejemplificar con las dos aserciones que siguen: 
Cuando afirmo“tengo hambre” y cuando expreso “qué be-
llo es nuestro río”. Ambos enunciados se apoyan en impre-
siones sensoriales, pero, no obstante, existe una diferencia 
esencial entre ellas. Cuando afirmo “tengo hambre” estoy 
radicalizando su origen sensorial, en cuanto expreso el 
hambre que tengo, que hace referencia a algo dentro de la 
mismidad de mí ser. La segunda expresión, en cambio, 
encierra un juicio de algo que se encuentra fuera de mí. Es 
probable de que esa diferencia sea más retórica o formal 
que esencial, ya que en el segundo caso hay una proyección 
u objetivación y, mediante ese efecto, las sensaciones se 
constituyen en los elementos con los que se elaboran las 
percepciones que nos proporcionan el conocimiento de los 
diferentes objetos que el mundo contiene. 
La admisión de un mundo físico independiente del obser-
vador, se nos muestra como una realidad que no podemos 
evitar sin vernos compelidos a admitir una cantidad de 
coincidencias accidentales. La aceptación del mundo físico 
como fundamento de los estímulos que, actuando sobre 
nuestros sentidos, son los creadores de las sensaciones, es 
absolutamente necesaria. Lo que llegamos a saber, no se 
refiere sino de modo tangencial al mundo real, mientras 
que las formas que nuestro saber aprehende, son un pro-
ducto genuino de nuestra organización sensorial e intelec-
tual. 
Esta digresión ejemplificadora me permite afirmar que la 
actitud científica rebasa los meros límites de las apariencias 
o, para ser más precisos, no agota en ellas su saber, sino 
que trata de indagar las causas o las razones de esas apa-
riencias sensibles y además indaga con pretensión rigurosa 
más allá de la singularidad de la apariencia sistematizando 
así los conocimientos fragmentarios. 
 
ARIEL ALVAREZ GARDIOL 
43 
SABER CIENTÍFICO 
 
Un conjunto de hipótesis conforma una teoría. Un conjunto 
de teorías constituye una ciencia. Ya ahondaré este tema 
cuando me refiera a las teorías de la argumentación. 
Sostengo, por tanto, que el "saber científico" supone un 
sistema de conocimientos, ciertos y probables, respecto de 
un determinado sector de objetos de la realidad universal, 
a los que es posible acceder a través de una adecuada fun-
damentación metodológica. 
Este es uno de los muchos conceptos que pueden elaborar-
se del saber científico o de la ciencia, ya que su conceptuali-
zación ha evolucionado acorde con el desarrollo del enten-
dimiento. En general descreo del valor científico de las de-
finiciones, porque en alguna medida encorsetan el saber 
encerrándolo en ellas. Prefiero más bien el despliegue de la 
ponderación de algunas notas conceptualizantes. 
No dejo de advertir que, a su respecto, pueden formularse 
algunos reparos, no obstante lo cual prefiero manejarme 
con un concepto lo suficientemente inteligible que permita 
ser comprendido con total claridad y que subraye los aspec-
tos esenciales que aquí quiero señalar. 
Intento descomponer, para facilitar su comprensión, las 
distintas notas que contiene la conceptualización de ciencia 
precedentemente formulada: Digo: un sistema de conoci-
mientos, lo que hace que la ciencia requiera de una plurali-
dad de saberes, ya que un conocimiento aislado es solo eso 
y que deben conformar un sistema; digo que esos conoci-
mientos deben ser ciertos y también probables, es decir que 
desligo de la ciencia la no siempre soportable exigencia de 
la verdad, ya que junto a ella, la probabilidad puede tener 
una pretensión y una dimensión científica, en tanto se ad-
mita que lo probable de hoy puede llegar a ser lo verdadero 
de mañana. Si advertimos por ejemplo que la ley inductiva 
vale solo por su alto grado de verosimilitud, no pareciera 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
44 
plausible negar a la probabilidad un sitio en el ámbito de lo 
científico. 
Digo también que el sistema de conocimientos se debe re-
ferir a un determinado sector de objetos de la totalidad 
universal, es decir, que la ciencia demanda la posibilidad de 
recortar del todo universal un sector de objetos que van a 
constituir el objeto de la disciplina científica de que se trate 
y, naturalmente, según sea la naturaleza ontológica es decir 
el ser esencial del objeto así aislado, será el tipo de método 
que se deberá emplear para acceder a su conocimiento. 
Objeto propio y método adecuado serían pues los ingre-
dientes más importantes de un saber con pretensión cientí-
fica. 
He dicho más arriba que una teoría es “un conjunto de 
hipótesis mantenidas simultáneamente”. 
Una hipótesis científica es un enunciado formulado por 
alguien, un científico o una comunidad, en cierto lugar, en 
cierto momento y en determinadas circunstancias históri-
cas. 
En el momento en que se propone una hipótesis, se está en 
estado de problema, es decir, que se ignora su valor de ver-
dad. No está ni verificado, ni siquiera refutado. Si se lo pu-
diera verificar dejaría de ser una hipótesis y se transfor-
maría en una verdad. 
Quien formula una hipótesis, pese a que no sabe de su ver-
dad ni de su verificabilidad, conjetura, supone que es ver-
dadera. Podemos, en casos, tener muy pocas certezas de su 
posibilidad de verdad pero, en tanto las comunicamos, con-
jeturamos su verdad. 
 
SABER FILOSÓFICO 
 
Me falta una primera aproximación al conocimiento filosó-
fico, el cual tiene siempre un carácter de universalidad que 
pretende indagar respecto de los últimos fundamentos de 
ARIEL ALVAREZ GARDIOL 
45 
un determinado saber particularizado y que esta suprema 
unificación del saber a que aspira, tiene pretensiones de 
cuantificación estimativa. 
Es decir, que si se piensa en el saber a partir de un objeto 
determinado extraído de la totalidad universal, es posible a 
su respecto predicar un saber vulgar (el hombre por ejem-
plo) que atienda a las singularidades concretas de ese obje-
to. 
Al mismo tiempo, se podría ensayar un saber científico que, 
sistematizando los conocimientos respecto de ese objeto, 
en relación con la región ontológica a la cual pertenece, 
penetra metodológicamente en las generalidades del mis-
mo, suministrando no obstante una visión fragmentaria y 
parcial (ese mismo hombre, pero en uno de los tantos perfi-
les que puede recortar su condición de hominidad). 
Por último, se podría pretender un saber filosófico que, en 
un anhelo total hacia la sabiduría, aspira a la unidad, a la 
universalidad, preocupándose por los cimientos en los cua-
les se apoya ese saber y los valores que persigue en su reali-
zación (ese hombre, en su total condición de hominidad, su 
vida plena). 
El ”saber filosófico" tiene siempre un carácter de universa-
lidad, ambiciona bucear en los últimos fundamentos de ese 
conocimiento, y esta suprema unificación del saber que se 
propone, tiene pretensiones de ponderación estimativa. 
En la Antigüedad, se salta de la cosmogonía como mito 
sobre el origen del mundo a la cosmología como un discur-
so sobre cómo es efectivamente el mundo y allí tenemos 
nuestra cita inicial que es Tales de Mileto, el primer revolu-
cionario sobre el saber y en quien se produce el despertar 
de la razón. Entiéndase, no es que antes la razón no se usa-
ra o no existiera, sino que es a partir de Tales que se piensa 
en forma crítica a su respecto, se cambia el modo de pensar 
con referencia a la razón. Tales de Mileto fue el primero de 
los siete sabios de Grecia con Solón de Atenas, Brías de 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
46 
Priene, Pítaco de Mytilene, Periandro de Corinto, Cleóbulo 
de Lindio y Chilón de Lacedemonia. 
 
CIENCIA Y FILOSOFÍA 
 
Esta relación entre ciencia y filosofía, como el lecho sobre 
el cual se desenvuelve la epistemología, tiene en el mundo 
del saber un carácter progresivo y acumulativo. 
Ello hace de la ciencia una actividad social caracterizada 
por el aumento constante de la precisión de sus evaluacio-
nes, particularmente cuando nos referimos a las ciencias 
puras que buscan el conocimiento por el conocimiento 
mismo, como la física o la biología. 
El siglo pasado ha sidosin duda el escenario de una con-
troversia entre aquellos que sostienen que la ciencia conti-
nuará evolucionando progresiva y acumulativamente, y 
aquellos otros que sostienen que más tarde o más tempra-
no la ciencia deberá detener su marcha creciente limitada 
por barreras infranqueables. 
No viene al caso, en este desarrollo, más allá de la mera cita 
de autores que han vaticinado el “fin de la ciencia”, como 
por ejemplo John Horgan o el premio Nobel Sheldon Glas-
gow. 
Uno de los grandes argumentos que se han utilizado en 
esta controversia respecto de la infinitud de la ciencia es 
que aunque es verdad que la ciencia ha evolucionado extra-
ordinariamente, casi sin pausa en los últimos cuatro siglos, 
es impensable que esto no tenga fin. 
Se contraargumenta que el fin de la ciencia pura no debe 
necesariamente suponer el de la ciencia aplicada, territorio 
en el que pareciera que todavía queda muchísimo camino 
por recorrer. 
Las profecías sobre el fin de la ciencia, tan frecuentes a fi-
nes del siglo XIX, se enfrentaron súbitamente con las ideas 
de Einstein, con la teoría de la relatividad y con la física 
ARIEL ALVAREZ GARDIOL 
47 
cuántica, que produjeron realmente un inesperado y casi 
dramático cambio. Es estremecedora la afirmación de 
Comte sobre la imposibilidad de conocer la composición 
química de las estrellas comparándola con el conocimiento 
detallado del tema, el componente químico –el helio- des-
cubierto primero en el Sol, es decir en una estrella, y luego 
en la Tierra. 
He de recorrer las posiciones asumidas a partir de ese 
siempre recordado Congreso de Praga de 1929 y he de des-
arrollar más adelante las soluciones que nos han dado el 
verificacionismo, el falsacionismo, en definitiva la búsque-
da inagotable de la verdad que nos deja siempre preguntas 
sin respuestas. 
¿Cómo explicamos el proceso que permite transformar una 
célula fertilizada en una persona; cómo la permanente pre-
gunta incontestada de si hay vida más allá de la Tierra? ¿El 
futuro tendrá la respuesta? 
En alguna de nuestras clases, hablamos de un proyecto que 
se ha puesto en marcha en Europa, a cien metros de pro-
fundidad, con un inmenso aparato de veintisiete kilómetros 
de extensión que ocupa parte del subsuelo del territorio de 
Suiza y de Francia en el que han intervenido quince o vein-
te de las naciones más poderosas del mundo, montando un 
laboratorio de investigación de ciencia pura, llamado Con-
sejo Europeo para la Investigación Nuclear, y que se pro-
pone llegar a poder medir la velocidad de la luz que, conje-
tura Einstein, es de 300.000 kilómetros por segundo, con 
una posibilidad de certeza del 99,99 por ciento. 
Este anillo de veintisiete kilómetros de circunferencia que 
se está enfriando hace más de dos años para alcanzar los 
271 grados centígrados bajo cero, cuando alcance la máxi-
ma potencia, ha de producir 600.000.000 de colisiones por 
segundo que van a generar una partícula elemental que 
sería capaz de dotar de masa a otras partículas, y que por 
eso la llaman la partícula de Dios, se ha puesto en marcha 
el 10 de setiembre de 2008, con gran estrépito publicitario 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
48 
en todos los medios informativos del mundo. El proyecto 
de llama “Large Hadrom Collider”. 
Lamentablemente, y como inevitable efecto del peso de las 
consecuencias o de la falibilidad humana, de las limitacio-
nes de la inteligencia o de los sortilegios de la fantasía, el 
proyecto se ha frustrado y esa enorme inversión de dinero y 
de la colecta de uno de los más importantes acopios de ta-
lento del mundo, se ha malogrado, sin que se haya podido 
predecir –o quizá mejor aún formular la profecía- de cuán-
do podrá intentarse un nuevo experimento para conseguir 
el objetivo perseguido. ¿Será inalcanzable, tal vez? La pren-
sa ha anunciado, hace apenas unos meses, el reinicio de la 
operatividad del proyecto. Sin embargo, luego de ese reini-
ciar de las actividades, el tema no es más noticia que inter-
ese a los medios. 
 
LA CUESTIÓN EPISTEMOLÓGICA 
 
Los griegos, como decía, son los descubridores del intelecto 
humano y tal vez por eso le concedieron un poder más 
grande que el que posee en verdad. 
Indudablemente la razón por si misma tiene un marco ope-
rativo muy limitado, si no la complementa la observación y 
la experimentación, temas en el que los griegos no tuvieron 
conocimientos significativos. 
Probablemente, la primera tentativa dirigida al logro de 
sistematizar alguna metodología empírica, en relación con 
la especulación filosófica para formar una ciencia exacta 
que merezca ese atributo, fue la que se realizó en Alejandría 
en tiempos de Ptolomeo. Claudio Ptolomeo (o Tolomeo), 
que trabajó en la Biblioteca de Alejandría en el siglo segun-
do, codificando de alguna manera la tradición arqueológica 
babilónica, y aún cuando en esos tiempos la distinción en-
tre astronomía y astrología no era precisa como sin duda 
hoy lo es, tenía algunas ideas muy claras, aunque equivoca-
das. Tolomeo creía que la Tierra era el centro del Universo, 
ARIEL ALVAREZ GARDIOL 
49 
que el Sol, la Luna y las estrellas, así como los planetas, 
giraban alrededor de la Tierra. Esta afirmación, que sin 
duda se compadece con la realidad observable por cual-
quier persona, que nos muestra la apariencia de que la Tie-
rra la sentimos como fija e inmóvil, mientras que por otra 
parte podemos ver con total claridad, como el Sol aparece y 
se pone todos los días, como la Luna también sale y se ocul-
ta, pudiendo predecir incluso la hora exacta en el que estos 
fenómenos celestes van a acontecer. 
Si la Tierra era el centro del universo, como Tolomeo creía, 
si la creación tomaba a la Tierra como eje de todos los 
acontecimientos de la bóveda celeste, si se podía pensar 
que los cielos fueron construidos con principios del todo 
ajenos a la Tierra, era explicable que éste fuese el modelo 
apoyado por la Iglesia durante toda la Edad Media, contri-
buyendo a frustrar la nominación de los estudios astronó-
micos al nivel epistemológico de un saber científico. 
Tuvo la Astronomía que esperar a Nicolás Copérnico, un 
clérigo polaco que publicó su tesis sobre el movimiento 
aparente de los planetas y llegó incluso a la audacia de de-
gradar a la Tierra del sitial de centro del Universo, al lugar 
de un planeta más del sistema, el tercero a contar desde el 
Sol, que se movía en una perfecta órbita casi circular. 
Este histórico enfrentamiento entre las concepciones ge-
océntrica y heliocéntrica del Cosmos, no ha impedido que 
aún hoy, en todos los periódicos del planeta, pueda saberse 
con cabal precisión, que la Luna y el Sol, salen y se ponen a 
horas inequívocamente precisas, absolutamente todos los 
días, lo que es una mentira de la más absoluta falsedad.19 
 
 
19 Es decir, aclaro, es una absoluta falsedad dentro de la vía láctea 
que es el lecho en el que se despliega el parcial universo de nuestro 
sistema planetario, gobernado por el sol e integrado por los planetas 
y los otros astros celestes que lo componen. Pero indudablemente si 
metafóricamente pudiéramos salir de él, descubriríamos una enorme 
EPISTEMOLOGÍA JURÍDICA 
50 
Después de Copérnico, debería sucederle Johannes Ke-
pler20, continuador de la obra de Tycho Brahe21, en cuyo 
tiempo el sistema planetario estaba solo integrado por seis 
planetas, al que se agregaron mucho tiempo después de su 
muerte Urano, Neptuno y Plutón, y quien fue el descubri-
dor de las tres leyes del movimiento planetario que culmi-
naron luego de su muerte, en la obra de Isaac Newton, que 
hizo también el hallazgo explorador de la ley de la inercia y 
de la gravitación universal. 
Como ya lo he dicho en otra parte, el momento de esplen-
dor respecto de la creación de las ciencias opera entre los 
siglos XIV y XVII. En el siglo XVII es el triunfo de la Física 
con Newton unos cien años más tarde la Química con La-
voisier, y en las ciencias biológicas se notan progresos no-

Continuar navegando