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Texto de comunicación mito contado por mi abuelo

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Nombre: María Alejandra Rincón Aparicio 
El jinete sin cabeza
Yo vivía en la vereda caraquitas y todos los días tenía que ir a traer agua a la Quebrada las Animas. Ese día antes de ir a la escuela fui y traje agua de la quebrada en pimpinas, desayune café con arepa y me fui a la escuela, al medio día llegue a la casa y me fui por el segundo viaje para traer agua y cuando regrese hice los quehaceres correspondientes propios del campo, echar mocho y deshierbar. Llego papá como a las 3 de la tarde y me dijo que me pusiera los chocatos que tocaba ir a Barichara. Hice lo que me mando y nos fuimos a pata por el camino de herradura pal pueblo.
Después de dos horas de camino, llegamos a Barichara, compramos el mercado y ya cuando nos tocaba coger camino de nuevo se alargó un palo de agua. Ya como a las 8:30 de la noche escampo un poco y pudimos arrancar con la maleta al hombro, cuando llegamos a la Quebraba de las Animas no pudimos continuar porque la quebrada se había crecido, nos metimos debajo de un árbol a esperar a que bajara la creciente y a que escampara un poco.
Llevábamos como media hora esperando, cuando empezamos a sentir el galope de un caballo, entonces le dije a papá, ese debe ser el primo Roso, y el me contesto, “Si es Roso te vas con el” cada vez sentíamos más cerca el caballo, de pronto miramos entre los arbustos y nos dimos cuenta que no era Roso pues lo llamábamos y no contestaba, en menos de nada inicio a cruzar la quebrada y vimos con papá que los ojos del caballo negro echaban candela, me dio tanto miedo que me prendí al pantalón de papá y me agarré la cabeza, papá me dijo: “no sea pingo, es el jinete sin cabeza”, entonces yo levante la tusta y vi que el jinete no tenia cabeza. El caballo y su jinete continuaron su marcha.
Logramos llegar a la casa como a la 1 de la mañana, me acosté en una estera y como a las cinco y media llegó mi primo, le conté lo que había pasado, pero no me creyó, entonces nos fuimos a la quebrada a traer agua y le dije: “como anoche cayó ese palo de agua seguro vamos a encontrar las huellas del caballo”, cogimos camino hacia la quebrada y cuando llegamos allá no había huellas del caballo solo de papá y yo. 
Narrado por mi nono

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