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Estructuras 
y abordajes 
en psicoterapias 
· psicoanalíticas . 
Héctor Juan Fiorini . 
M 
Nueva Visión 
Héctor Juan Fiorini 
Estructuras y abordajes 
en psicoterapias 
psicoanalíticas 
' 
Daniel A. Castillo S. 
PsimlCllY Cllnica • Pslcoterallil 
V 11.271.693 / FPV N'l7.340. 
Ediciones Nueva Visión 
Buenos Aires 
Fiorini, Héctor Juan 
Estructuras y abordajes en psicoterapias psicoanalíticas - 1 ª ed., 7ª 
reimp.- Buenos Aires: Nueva Visión, 2008. 
240 p.; 19x13 cm. (Psicología Contemporánea) 
l.S.B.N. 978-950-602-286-0 
1. Terapias psicoanalíticas. l. Título 
CDD 150.195 
I.S.B.N.: 978-950c602-286-0 
Toda reproducción total o parcial de esta obra por 
cualquier sistema -incluyendo el fotocopiado-­
que no haya sido expresamente autorizada por el 
editor constituye una infracción a los derechos del 
autor y será reprimida con penas de hasta seis 
años de prisión (art. 62 de la ley 11. 723 y art. 172 
del Código Penal). 
© 1993 por Ediciones Nueva Visión SAIC. Tucumán 3748, (Cl189AA V) 
Buenos Aires, República Argentina. Queda hecho el depósito que 
marca la ley 11. 723. Impreso en la Argentina/ Printed in Argentina 
INTRODUCCION 
Este libro expone una línea de investigaciones clínicas en el campo 
de las psicoterapias de orientación psicoanalítica. Contiene varios 
estudios cuya unidad y diversidad intentaremos ubicar en esta 
introducción. 
En primer lugar cabe señalar que estos estudios amplían y 
profundizan etapas previas d�,, nuestras investigaciones. En un 
primer volumen de trabajos 1 expusimos un conjunto de parámetros 
y criterios técnicos propios de las psicoterapi as dinámicas, cuya 
eficacia instrumental resultaba sólidamente fundada en registros y 
evaluaciones de varios equipos de trabajo de nuestro país y de otros 
centros preventivos"/ asistenciales de Europa y de Estados Unidos. 
Ese primer volumen expuso un conjunto teórico técnico. Un 
segundo estudio2 nos permitió profundizar en propuestas acerca 
del vínculo paciente-terapeuta, otorgándole una eficac i a 
instrumental particular en l a medida en que e l mismo pueda 
resultar capaz de dar lugar a la creatividad del paciente y del 
terapeuta. El principio de creatividad se nos presentó entonces 
como el más amplio principio regulador de los procesos de cambio 
en psicoterapias, bajo el cual deben ser colocadas las aplicaciones 
de la regla de abstinencia, el criterio técnico de neutralidad, las 
consideraciones dinámicas sobre la frustración en la transferencia. 
Una vez constituido en sus alcances generales ese cuerpo de 
lineamientos técnicos, nuestra investigación ha intentado explorar 
las condiciones de aplicabilidad de esos recursos según la estruc­
tura de personalidad del paciente en tratamiento. Esa búsqueda 
7 
está sistematizada, para l as estructuras neurót icas de personalidad, 
y sus condiciones diferenciales de abordaje, en la primera parte de 
este volumen. Cotejando observaciones panorámicas y microscó­
picas de procesos terapéut icos desarrollados con 145 pacientes de 
personalidad neurótica predominante (fóbica, histérica. obsesiva) 
hemos ido registrando las condiCiones de abordaje y l as secuencias 
que cada una de esas estructuras de personal idad establece: 
La teoría general del proceso que podemos sostener sobre l a 
base de estos estudios propone considerar que cada fase d e los 
procesos de cambio que enfreryta cada t i po de personal idad presen­
ta como primordial ciert a tarea. El proceso de elaboración apunta 
a producir cierto movimiento, cierta apertura en el n ivel de la 
est ructura en cuestión, como condición para el avance de ese 
proceso hacia una fase subsiguiente. 
Desde ya. nuestros estudios de esos procesos no agotan todos 
sus movim ientos ni los elementos dinámicos interv inientes desde 
cada psicopatología involucrada. Nuestros est udios destacan sólo 
aquel los aspectos de esas est ructuras de personal idad que se 
recortan con part icular ni t idez y cuya progresión se nos m uestra en 
la práct ica clínica como e ficaz para consol idar e lectos de cambio 
psicológico profundo. 
Creemos que en térm inos metodológicos nuest ra indagación se 
ubica en un nivel renomenol6gico, nivel que Octave Mannoni. en 
La otra escena3 destacaba como mediador para l igar de modo 
fecundo l a teoría y la organización de una práctica clínica. 
La primera pa11e. entonces, al est udi ar variaciones del proceso 
según la personalidad del paciente, recorta aquellas variables que 
caracterizan a esa estructura de personal idad. Este recorte nos 
perm i t e ahondar s u s var iab les , pero i m port a s u brayar 
metodológicamente los problemas cl ínicos que introduce esa 
del imi tación. 
La segunda parte se propone ampli ar el conjunto de variables 
en consideración, profundizar aspectos de la sobredetem1 inación 
que es propia de los e fectos psíquicos que indagamos (síntomas, 
conflictos act ivados, defensas). En primer téml ino consideramos 
* Esa ci fra Je pacientes observados rc,pondc a registros. estudios y discusiones 
clínicas de los úl t imos doce aiios Je nuestra práctica clínica y docente. 
8 
las variables múl t iples que podemos categorizar como di ferentes 
niveles del diagnóstico. A continuación estudiamos los fenómenos 
de interrelación ent re esas variables4 que pcm1i ten defini r un 
concepto de "situación". Concebido como el espacio dinámico 
donde numerosas interrelaciones potencian sus efectos, el concep­
to ele si tuación const i tuye un objeto part icular cuyo abordaje es 
decisivo en numerosas experiencias clín icas. Mostramos allí en un 
caso clínico cuántas modal idades de m anejo técnico pueden con­
verger a lo largo ele l as múl t iples dimensiones que configuran l a 
s i tuación d e ese paciente. 
La tercera parte de este l ibro ahonda otras direcciones que 
juzgamos de importancia teórica y a la vez técnica. Comprende una 
indagaci6n de un nivel inconsciente de las funciones yoicas 
comprometidas en el conocimiento y el manejo eficaz de lo real. 
Destacamos la part icipación ele ese nivel yoico inconsciente en la 
estruct uración de numerosas s i tuaciones de conllicio (aquel las en 
la que uno ele los polos conllict ivos está asentado en dimensiones 
de conocim iento, intentos de dominio, tendencias adaptat ivas y 
creat ivas , movimientos evolut ivos). El estudio siguiente investiga 
tocio un ámbito de fenómenos psíqu icos: aquellos vinculados con 
la creat ividad en cuanto condidl?n universal del sujeto humano. Se 
postula un sistema especial ele funciones y procesamientos que 
t ienen e fectos creadores. El reconocim iento ele este sistema. ele su 
accionar en '"'iveles inconscientes y preconscientes, es esencial 
para interpretar un nivel part icular ele ansieclacles, defensas, con­
tl ictos. A nuestro juicio la consideración ele estos dinamismos 
creadores es esencial en nuest ra interpretación clínica, nos pem1ite 
ampl iar el registro de los s istemas involucrados en l a conducta del 
paciente y en la nuest ra. Una y otra vez nos ha resonado una 
tesis de Peris: "la neurosis es un estancamiento de la creat iviclacl".5 
La m isma fue indagada por Lowen en sus estudios bioenergéticos. 6 
Nuest ro enfoque intenta arrojar luz sobre algunos aspectos 
psicodinámicos de nivel inconsciente comprendidos en fenóme­
nos de gran complejidad, como son aquellos que interrelacionan lo 
neurótico con lo creador y sus fracasos. 
Estas tres partes no son separables en nuestro t rabajo clínico. 
Con un paciente nos importa considerar a la vez variables ele su 
est ructura de personal idad, otras que son propias de su si tuac ión, 
9 
I� 
otras que derivan de movimientos profundos de procesos cognitivos 
y creativos activados de modo singular en esa persona. Cada sesión 
podrá ir recorriendo, en distintos momentos, cada uno de los 
enfoques que en este l ibro, por razones de investigación y de 
exposición, hemos debido colocar en un orden de sucesión. La 
posibil idad de art icular estos enfoques, de detectar sus 
entrelazamientosdinámicos, exige del terapeuta un constante 
trabajo creador. A esa capacidad del terapeuta, de enfrentar con­
juntos de notable complejidad, y de hacerlo, como pudo hacerlo 
Freud, sin esquemas reduccionistas, atento ala riqueza de la escena 
clínica, dirigimos el conjunto de estos estudios. 
En los últimos cinco años· nuestra investigación se ha visto 
estim ulada por el fecundo intercambio realizado con docentes y 
colegas integrantes del Centro de Estudios en Psicoterapias, 
institución que dirijo en Buenos Aires desde su fundación. Varios 
materiales clínicos, observaciones e ideas teóricas que integran 
distintos capítulos de este l ibro han sido aportados en grupos de 
discusión, ateneos clínicos y jornadas de este Centro de Estudios. 
Los 300 profesionales que han participado en 1 983 de nuestra 
labor científica y docente constituyen para nosotros una notable 
presencia que respalda y alienta el espíritu de estas investiga­
ciones. 
Creo necesario transcribir aquí la orientación general que 
otorgamos a nuestra actividad docente y científica en la institu­
ción, ya que la misma explicita el enfoque básico que recorre cada 
una de nuestras indagaciones: 
10 
La tarea científica que anima nuestra orientación asienta en varias 
direcciones pecul iares. 
a) Una búsqueda exhaustiva centrada en los m ateriales y datos de 
la experiencia clín ica emergente del empleo de diversas modali ­
dades terapéuticas. 
b) Una indagación teórica que tiene su eje en el psicoanálisis, con 
un i nterés abierto a la producción de las principales corrientes 
desarrolladas a partir de la obra de Freud. 
c) La consideración atenta de producciones teóricas y técnicas, de 
otras corrientes (comunicacional, gestáltica, dinámica de grupos, 
psicología evolutiva, i ndagaciones corporales y psicodramáticas) 
intentando su confrontación -convergencias, oposiciones, pun­
tos de articulación- con las orientaciones psicoanal íticas y con 
el universo de las prácticas clínicas. 
d) La apertura a hipótesis y modelos provenientes del pensam ien­
to antropológico, sociológico, pedagógico y materiales emergen­
tes de ámbitos de procesos creativos. 
e) La convicción profunda de que sólo el diálogo más amplio 
-entre diferentes producciones teóricas, entre distintas investi­
gaciones clínicas, y entre docentes y alumnos- puede dar lugar 
a una más rigurosa comprensión del objetivo de estudio propio de 
las disciplinas involucradas en l a tarea clínica.7 
Comparto actualmente la tarea docente del Centro de Estudios 
en Psicoterapias con Humberto Gobbi, Nilda Guerschman, Celia 
Mauri. Pedro Menéndez, Ana María Femández y María Elena 
García Novarini. 
Esta orientación dada a nuestra tarea profesional ha sido tam­
bién impulsada en reuniones de trabajo con colegas del interior del 
país (en especial de Rosario y de Mendoza, estos últimos nucleados 
en el Centro de Estudios en Psicoterapias Dinámicas) así como en 
el fecundo intercambio con profesionales de Brasil, en especial de 
Porto Alegre, con quienes llevo ya siete años de labor docente (en 
la Cátedra de Psiquiatría y el Instituto de Psiquiatría Comprensiva 
dirigidos por Manoel Albuquerque, en el Curso de Especialización 
de Psicoterapias para Psicólogos que coordina Isaac Sprinz, ambas 
Cátedras pertenecientes a la PUC-RS, Pontificia Universidad 
Católica de Rio Grande do Sul, así como en el Núcleo de Estudios 
en Psicoterapias que di rigen Inubia Duarte Andrade y Kenia 
Ballvé Behr, y en otros prestigiosos centros profesionales de Rio 
Grande do Sul). 
He recibido también aportes y sugerencias críticas de colegas de 
España, coordinados por Amoldo Liberman y Edgardo Gili , 
integrantes del Centro de Psicología y Desarrollo Humanístico de 
Majadahonda, Madrid, con quienes tuve el placer de discutir en 
julio de 1 983 parte de los trabajos que jntegran este volumen. 
Todos estos núcleos de trabajo científico, que suman en la 
actualidad más de 600 profesionales, nos respaldan y acompañan 
en direcciones de la teoría y de la práctica clínica que estos estudios 
11 
intentan profundizar. Para todos ellos nuestro más hondo recono­
cimiento. 
Por últ imo, en varios capítulos se habla del paciente, y se 
mencionan, para la labor del terapeuta, cri terios técnicos. Es 
oportuno recordar, como lo h izo Jung en su momento. que no hay 
"técnicas" que aseguren intervenciones saludables y fecundas, 
dado que el instrumento es siempre el operador, el hombre, 
presente con todas sus dimensiones en la s i tuación clín ica. Para 
preveni mos contra los riesgos de una confianza excesiva, no 
crítica. en los poderes de l as "técnicas", qu iero subrayar el 
contrapunto que un periodista norteamericano, David Young, 
sostenía en diálogo con Norman Mailcr: así como el arte. a 
menudo, es " incoherentemente cierto" la c iencia result a. en mu­
chos aspectos. "coherentemente incierta". 
Para nosotros, hablar de técnicas, de métodos, es señalar 
cam inos posibles. organizaciones racionales de los recursos, pero 
el terapeuta es convocado personalmente siempre a crear. Esto 
supone comprometerse en profundidad con las búsquedas del 
paciente, a colocar sus propias búsquedas en resonancia con las 
del ot ro. evitando quedar encerrado en las ident i ficaciones 
contrat rans fcrenciales. y dando lugar en cambio al amplio espacio 
de las ident i ficaciones creadoras. El terapeuta está hem1:1nado con 
el paciente en una universal búsqueda de sent idos, de más hondos 
sent idos para la experiencia v ivida en cuanto reveladora de poten­
c ias que la neurosis captura, y que la indagación terapéutica intenta 
conjugar para impulsar esas potencias en las d irecc iones de un 
proceso original l iberador. 
Bibliografía 
1. Fl<lRINI, Héctor Juan, Teoría y téc:nic:a de psicoterapia. R ui.:nos A iri.:s, N ui.:va 
Yisióti, 6a. cd. , 1 982. 
2. -, ''Rcpdición y dif1:rencia: propu<.:stas del paciente y d<.:l tcrapi.:uta para 
el desarrollo del proceso", en F101HNI, H. y l'i:YRU, G., /\¡)(Ir/es teúric:o­
clí11ic:o.1· c•11 psic:oterapias, Ruenos Aires, Nueva V isión, 1978. 
3. M ANN0'.'11, Octave, La otra esc:ena. Clm·es de In i111agi11ario. Ruenos Aires, 
Amorrortu, 1973. 
12 
4. GEOo, John y GoLDBERG, Arnold, Modelos de la m_enlt'. Buenos Aires. 
Am0frorh,1, 1980. 
5. PEKLS, Frede,rick, S11�>ños y t•.xisJt•ncic;. Taapia gesJcíltica, Sa¡lliago de 
CJ1ilc, Cuatro Vientos, 1974. 
· . 
6. Low.EN. Alexaode.r. /Jioenergética, México, Diana. 1979. 
7. CENTKO DE ESTUDIOS EN PSICOTEKAPIAS, Progr.o.maciún an.ual, Buenos Aires, 
1983. 
13 
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION 
Afirmamos en esta edición ampliada la vigenci a de una línea de 
investigaciones clínicas y técnicas cuya propuesta es comprender 
que las vías de acceso al paciente, las modalidades estratégicas y 
técnicas capaces de llevar adelante el proceso terapéutico depen­
den de condiciones establecidas por la estructura psicopatológica 
predominante, las que incluyen modos de vincularse y de comuni­
car que establecen un amplio espectro de variantes. En esta edición 
extendemos lo indagado anteriormente para las neurosis, al inclui r 
nuevos capítulos de estudios sistemáticos realizados sobre 
psicopatología y abórdajes de los trastornos del narcisismo. 
Incorporamos en este voumen una actualización de nuestra 
fundamentación epistemológica para una clínica de psicoterapias 
psicoanalíticas, donde p¡ocuramos abarcar fenómenos propios de 
conjuntos heterogéneos (como los que configuran individuo, 
grupo, institución en articulaciones múltiples) en los que se trata 
de comprender singulares efectos de configuración, a la vez que 
intensidades, ritmos y proporciones, en fenómenos que la tradi­
ción psicoanalítica identificó inicialmente por categorías de con­
tenido, es decir, cualidades. 
Estamos entonces consolidando una orientación donde las 
grandes categorías teóricas, los modelos freudianos, deben ir al 
encuentro de la singularidad de cada consulta y allí encontrar su 
alcance y su límite, su capacidad comprensiva ysu propio 
cuestionamiento, la conciencia de su no-saber. 
Situación creadora, crítica y autocrítica de la teoría y de sus 
15 
prácticas, que nos importa destacar como constituyente esencial, 
decisivo para Ja clinica psicoanalítica. 
Dimensión creadora de la clínica que comenzamos a buscar en 
sus fundnmcntos teóricos posibles, precisamente. en un capítulo 
de este volumen ("Creatividad: dinamismos fundantes de un 
sistema ... "'). Desde entonces. nuestros estudios sobre la creativi­
dad han ido creciendo hasta hacer necesario destinarles un volu­
men aparte, cuya prep
.
aracíón nos ocupa actualmente. 
Hemos tenido ocasión, ·en los últimos años. de realizar un 
·constante intercambio con Asociaciones Psicoanalíticas y con 
lnst'ituciones de Salud Mental de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza 
y provincia de Buenos Aires., en el ámbito nacional, así como con 
coleg'ios de Psicólogos y Cátedras Universitarias de Santiago de 
Chile. Montevideo. Porto Alegre. San Pablo, Rfo de Janeiro, 
Barcelona, San Sebastián, Segovia, Sevilla, Madrid y Nueva York 
(Instituto de Psicoanálisis). La discusión sostenida en estos colo­
quios y senünarios nos ha permitido revisar, confrontar y conso­
lidar Jos alcances de .nuestras líneas de trabajo. 
Destacaré asimismo el intercambio que sostenemos con estu­
diantes y colegas de la Facultad de Psicología de la Universidad <le 
Buenos Aires, desde la -cátedra de uClínica Psicológica y 
Psicoterapias'" en ·la que me acompaña un valioso equipo de 
colaboradores docentes. 
Subm yo a�1uín1i rccoil0cimfonto, para la ela:horació-n de nuestra 
pmduoci-ón científica. po·r los aportes 1que de modo pcnuanente 
realizan direclrivos, docentes y graduados en nuestro Centro <le 
Estudios en Psicoterapias, tic Buenos Aires, 'instiludón que nutre 
sin cesar .nuestras investigacfones. 
Deseo expresar finahnente mi .agradecimiento a nuestro maes­
tro, Dr. Mauricio Goldenber.g, 'inspirado oteador, con su Servído 
de Psioopatologfa del P.o'Hcliíilico de Lanús. ·de una ensefianza que 
no ha deja(4o de dar :tinnos. Su ejemplo y sus icllcas csrán presentes 
en cada uno de nues·troslt1rélb'ajos. La figura del maestro hacreddo 
con los afios, cobran-do llJi'ra cnom1e -dimensión por su oiigina1 
lucidez y extraordinaria ,generosidad. 
DIRECCIONES TEORICAS Y EPISTEMOLOGICAS 
ACTUALES PARA LA CLINICA 
PSICOANALITICA * 
*Clase de int roducción para .. Clínica Psicológica y Psicoterapias ... Facultad de 
.Psicologí:t, lJniven;dail ele íluC'nos Aires . 
· 
Nuestra materia, "Clínica psicológica y psicoterapias", alude al 
campo de las prácticas clínicas, es una materia donde vamos a 
hablar de prácticas psicoterapéuticas. Hace tiempo un colega dijo: 
"por favor seamos prácticos, tengamos una buena teoría". De 
modo tal que conectarse con el universo de las prácticas en salud 
mental requiere ver con qué teorías uno se aproxima a esas 
prácticas, con qué c ncepción de las relaciones entre teoría y prác­
ticas uno se mané ja, y entonces resulta que para manejarse adecua­
damente en el terreno de las prácticas es necesario tener claros 
criterios de orden epistemológico. Sin una epistemológía más o 
menos definida las prácticas clínicas son prácticas a ciegas. Se 
reducen a un nivel de 'empiria. 
Con esta inquietud, quiero desarrollar criterios epistemológicos 
con los cuales trabajar en la clínica. 
La primera cuestión podría plantearse así:¿ Unidad o diversidad 
de la experiencia clínica? La experiencia clínica, ¿es una o es 
muchas? ¿Es una o es múltiple? 
Nosotros trabajamos una línea en la que creemos que la expe­
riencia de la clínica no es una. Creemos claramente que la experien­
cia de la clínica es la experiencia de una diversidad, es decir que 
tenemos múltiples direcciones y múltiples dimensiones de la clí­
nica. El tema de la unidad o diversidad es un teina de la epis­
temología. Voy a hacer alusión en esta exposición a autores que se 
ocupan del modo de pensar al ser humano, el modo de pensar en 
las ciencias humanas y, entre otros temas, piensan si podemos 
19 
unificar o tenemos que diversificar en nuestro pensamiento sobre 
el hombre y las ciencias humanas. Por eso destacamos autores 
como Foucault, Delcuze, Sartre, Feyerabcn, Umbcrto Eco, Eugenio 
Trías (filósofo espafiol actual), José Ferrater Mora y cierro la lista 
con Albert Camus filósofo que. en uno de sus trabajos importantes, 
El mito de Sísifo se ocupó de pensar en esta cuestión de si la 
práctica es una, si las teorías son unificablcs o bien comportan el 
espacio de lo diverso. 
Les quiero leer un pasaje de Camus al respecto. Dice así: 
El espíritu que trata de comprender l.a realidad no puede conside� 
rarsc satisfecho salvo si la reduce a términos de pensamiento. Si 
el pensamiento descubriese en los espejos c.ambiaotes de Jos 
fenómenos relaciones eternas que los pud.icscn resumir y resumirse 
a sí mismas en un principio único, se podría hablar de una dicha 
del espíritu. Esta nostalgia de unidad, este apetito de .absoluto 
ilustra un movimiento esencial del drama humano, pero que es.ta 
nost;1lgia sea un hecho no significa que dcha ser satisfecha. 
Pero si alinn;unos, nos dice Camus; 
la realidad del uno . . cualquiera que sea. c.aemos en la contradicción 
de.que unespíritu capaz de esa unificación cstnb1ece ya con e1 resto 
del uníverso su propia diferencia. y afirma así ur1 principio de 
diversidad: "Todo scm:dcna en la müdad<le aquclla nostalgia pero 
ai primer movimiento el mundo se agricta en infinidad de trozos. 
E11 psicología .como .en Jógica hay vcrdadccs. no hay verdad". 
Husserl y los fcnorncnólogos restiJuyeo al mundo su diversidad. 
Pensar no es ya uníficar, es v.0Jvcn1 ;rpr.cnder a ·estar atento para 
hacer de cada imagen, de cada idea. un Jugar diferente, Se abre.una 
proliferación de los fenómenos, caminos 4uc Jlcv�lll {I Jodas tas 
ciencias o a ninguna. Las experiencias se recortan en un desierto 
que no hay que abandonar. 
Esencialmente este prohlcma nos preocupa porque en el trabajo 
teórico. en el debate teórico que tenemo� también en la faculitad 
muchas veces está la tentación de contar,con un.a 1coría única, con 
una 1eoría que unifique. Y este tema del uno, que Camus refiere ca 
Pam1énicles, efectivamente a las fil(}sofías ¡prc�'Ocráticas. aparece 
también tratado ,en la obra de Lacan como la nostalgia de crear 
20 
alguna experiencia ele unidad que configure algún t ipo de absoluto. 
Lacan también habló de la castración en tém1 inos de la imposibi­
l idad de acceder al uno, la imposibi l idad de lograr un uno, una 
unidad estable en los vínculos. en la relación con el mundo. 
De modo tal que, de algún modo, asumir una diversidad, 
diversidad de fenómenos en l a clínica, en lugar de pretender una 
mít ica unidad, es un modo de asumir l a castración. Todas las 
fonnas de omnipotencia aparecen pretendiendo cerrar algún uno. 
Y el t rabajo ele la castración remi te siempre a asumir algo que decía 
B achelard: que al l í donde parece reinar un concepto. cuando 
profundizamos siempre están en v igencia por lo menos dos. Un 
ejemplo ele esto: en la c l ínica psicoanalít ica y en l a teoría 
psicoanal ít ica se ha hecho mucha insistencia en los fenómenos de 
repetición, pero l a categoría de repet ición no encuentra su lugar 
claro en la c l ínica hasta que no tenemos el juego de un par de 
conceptos. Y el concepto de repet ic ión sólo se va a entender si se 
recorta sobre la posibi l idad de que esté en vigencia el concepto de 
di ferencia. Si no podemos jugar con lo heterogéneo de los concep­
tos (repet ición vs. diferencia) sino solo un universo de l a repct .i ­
c i6n, eso no existe en l a c l ínica, existe más vale en l a mente que 
quiere encontrar un solo t ipo de fen<ímenos que unifiquen su 
clínica. 
Del m ismo modo l es d iría que se ha t rabajado en la técnica 
psicoanalít ica, más de una vez, con el concepto de ausencia del 
anal ista. Pero s i nosotros uni ficáramos la c l ínica en tomo al 
concepto de ausencia estaríamos haciendo algúnt i po de s impl i fi­
cación. porque el concepto de ausencia va a requeri r, para tener 
alguna vigencia clín ica, de algún juego con su heterogéneo, que es 
el concepto de presencia del analista en la c l ínica. De modo que 
vamos a tener un mundo diverso: presencia-ausencia, ausencia­
presencia. No vamos a tener ni el primado único de la repet ición 
ni el primado único de la ausencia, sino que vamos a tener juegos 
complejos de interacciones ent re repet ici6n y di ferencia, así cn;1w 
entre presencia y ausencia. 
Por ot ra parte nosotros en la c l ínica tenemos una diversidad de 
si tuaciones ele consulta. Las s i tuaciones de consulta no configuran 
un mundo homogéneo, todo lo contrario, abren un espectro m úl­
t iple de condiciones de consulta. Tenemos una diversidad de t ipo 
2 1 
de personalidad en los pacientes que nos consultan de modo tal que 
lo que nosotros vamos a operar como nuestra práctica de la 
entrevista con un paciente neurótico, digamos un paciente fóbico, 
no forma una sola clínica homogénea al respecto de cómo vamos 
a actuaren la entrevista con un paciente borderline descompensado. 
Nuestros instrumentos van a ser diferentes, nuestra manera de 
manejar la presencia o la ausencia van a ser diferentes, el modo de 
nuestra intervención (cuán pasivos o cuán activos podamos ser) 
van a ser modos diferentes. Entre ese paciente fóbico, neurótico, 
que nos consulta, que en una serie de áreas de su vida está 
relativamente adaptado al mundo que lo circunda, lo cual no quiere 
decir perfecta ni armónicamente adaptado, pero que tiene concien­
cia de tiempo y espacio, por ejemplo, con ese paciente no vamos 
a tener instrumentos idénticos a los que vamos a usar con una 
persona que llega desorientada en tiempo y espacio, que llega con 
un pensamiento psicótico, y esto hace a clínicas diversas. Clínicas 
diversas que en términos psicoanalíticos, remiten a una obra 
fundante que es la obra de Freud. 
Pero esa obra de Freud tampoco es una, voy a citar referencias 
de Pontalis. Después de que Pontalis publicó con Laplanche el 
Diccionario de psicoanálisis se le hizo una entrevista que fue 
publicada en Buenos Aires, en la Revista Argentina de Psicología, 
en la cual le preguntan: "después de haber revisado la obra de 
Freud, como usted la ha revisado en detalle junto con Laplanche, 
¿usted diría que coPfigura una teoría?" Pontalis dice: "en modo 
alguno, se trata de un conjunto de teorías con desiguales grados de 
desarrollo, con diferentes niveles en el interior de esa obra y no 
podríamos decir que es una obra unificable por el hecho de que 
responde a un mismo autor." De hecho este tema se ha planteado 
en la literatura también. El hecho de que un solo autor finne 
diversos trabajos o diversas obras de ficción no le confiere a esa 
producción una unidad estricta, ¡;orque un autor es varios autores. 
B ueno, si la obra de Freud no es única, homogénea, sino que es 
diversa, contiene múltiples direcciones de desarrollo, tiene múlti ­
ples zonas en desarrollo, además, menos podría ser una la práctica 
clínica que se va a basar en esa obra, que va a estar siempre 
22 
buscando la manera de apoyarse en esa obra fundadora y en los 
desarrollos que la han continuado. 
¿Por qué hablar de diversidad? G ran parte de nuestra 
psicopatología piensa cualidades de fenómenos, y entonces pode­
mos decir "he aquí el fenómeno de la.: angustia" o "he aquí el 
pensam iento confusional" o bien "he aquí una conducta 
persecutoria". Pero si yo digo angustia, pensamiento confusional, 
o conducta persecutoria, defino cualidades de conducta, cualida­
des que puedo observar y puedo fundamentar en la clínica. Pero la 
clínica no se hace sólo de cualidades, se hace también de intensi ­
dades, es decir, e l factor cuantitativo es tan importante para la vida 
de la gente como el factor cualitativo. De modo que si decimos 
angustia vamos a preguntar "cuánta angustia, con qué intensidad, 
con qué frecuencia". Si decimos pensamiento confusional vamos 
a averiguar en la clínica cuántas veces, con qué extensión, con qué 
preponderancia. Y vamos a hacer preguntas no sólo sobre la 
cualidad de esos fenómenos sino también sobre la temporalidad de 
esos fenómenos. No sólo vamos a preguntar por la angustia sino 
cuándo emerge, en qué condiciones aparece, cuándo reaparece, es 
decir qué ritmo tiene y nos hacemos preguntas por ritmos, a veces 
por ciclos o por periodicidades. 
De modo tal que yo ya estoy en un espacio diverso, pero no sólo 
porque los fenómenos son diversos sino porque las categorías que 
tengo para analizar los fenómenos ya son diversas, porque uso 
cualidad de conductas, uso intensidad de conductas y uso tempo­
ralidad de conductas. Con lo cual ya todo eso no se piensa como 
uno, se piensa como múltiples parámetros que me van a permitir 
acercarme al fenómeno clínico. 
En este sentido de la clínica que no es una, sino diversa, es que 
nosotros orientamos el programa de la materia. Ese programa 
habla de un campo de psicoterapias, en plural. Cada vez que yo 
escucho la palabra psicoterapia o psicoanálisis, en general me 
produce un estado de zozobra, porque no sé cómo se pretendería 
generalizar esto que es diverso. 
Si alguien dice la psicoterpia, en singular, no sabremos bien qué 
tipo de diseño técnico y para qué experiencia clínica está utilizando 
sus formulaciones. 
23 
\1 
Con ese criterio es que nosotros damos en el programa l íneas de 
terapias de insight y l as contraponemos con psicoterapias 
de continencia. ¿Por qué presentamos dos tipos de terapias? 
Porque queremos mostrar esa diversidad, queremos mostrar que 
hay situaciones cl ínicas donde se impone un trabajo de continen­
cia, que en ese momento no va a apuntar al insight, aunque sí pue­
de apuntar a un insight en un momento siguiente. 
Del mismo modo, nosotros no hablamos de diagnóstico, habla­
mos de niveles del diagnóstico en el programa. Porque decimos 
que el diagnóstico es plural , que el diagnóstico se hace en una 
trama de múltiples niveles del diagnóstico, y esto lo mostramos 
todo el tiempo en casos clínicos. 
Del mismo modo, cuando hablamos de focalizar terapias. 
hablamos en plural, de modalidades de la focalización. No hay una 
sola manera de focal izar en terapias, hay más de una. 
Por último, cuando hablamos en el programa de procesos 
terapéuticos también hablamos en plural, porque no hay un proce­
so, no hay un pensamiento de un proceso que me pennita abarcar 
todos los juegos y los despliegues de la cl ínica, tengo que pensar 
el proceso con categorías diversas. Hay más de un tipo de procesos 
de cambio. Y hay.más de un tipo de efectos de cambio en la cl ínica. 
Desde luego esta situación de diversidad puede. al estudiante, 
complicarle su tarea. porque cuando está estudiando, ya aprender 
dctenninado concepto es trabajoso. No estamos en contra de que 
el alumno aprenda ciertos conceptos en singular. creo que es su 
primer cscal6n aprender ciertos conceptos en cuanto singular. o en 
cuanto individual. El problema no está ahí, el problema es que el 
alumno sepa que ahí no tcnninó su búsqueda, y que ahí no tem1inó 
su clínica. o que ahí no tem1inó su teoría. Porque no hay duela de 
que para hacerse cargo de los ni veles de complejidad que introduce 
la clínica es necesario ir subiendo por escalones. y a veces habrá 
una etapa donde yo dcha estudiar los fenómenos de la repetición 
como si fueran únicos. Tendré que concentrarme y recortar esos 
fcn<')menos como si fueran únicos. Pero yo tengo que saber cuando 
estoy estudiando los fenómenos de repetición que ahí no se acaba 
el mundo del paciente. 
Si sé que ahí no se acaba ya me estaré preparando para estudiar 
después otros conceptos. Si no lo sé estaré convencido ele que 
24 
cuando tennine de estudiar la repetición ya tengo en mis manos un 
am1a, un poder. Esto es muy peligroso en ciencias. siempre es 
peligroso. 
¿Qué ocurre entonces? Nosotros planteamos una clínica que, en 
esa diversidad, avanza con un doble frente de preguntas. Doblefrente que es: el de la pregunta sobre la práctica, que es una 
pregunta sobre la intervención clínica, dél porqué de su oportuni­
dad y el para qué de sus efectos. pregunta sobre la práctica; y una 
correlativa pregunta sobre la teoría que se podría poner en juego 
ahí. 
Un doble frente porque la teoría con la que trabajamos, y la 
práctica con la que trabajamos, en principio no se unifican, están 
siempre en interjuegos. Nunca se sintetizan de un modo annónico. 
De modo que suponer que "con esta teoría perfectamente aplicada 
en esta práctica enteramente coherente. lograremos efectos cla­
ros", es un ideal. No hay tal clínica. Esa clínica es mítica, puede 
existir en los deseos de mucha gente, pero si esa gente nos muestra 
su material clínico, allí no vamos a encontrar esa clínica. Si 
realmente existiera una clínica donde la teoría se une annónicamente 
con la práctica, y la práctica produce efectos enteramente claros, 
podría tratarse de un sistema robótica al que el paciente no se 
acomoda bien. 
¡,Qué ocurre? Acá está el problema del teoricismo como un 
problema que aparece con frecuencia. Me acuerdo de algunos 
alumnos que en el último examen, decían así: "nosotros sabemos 
mucha teoría. pero cuando vamos a bajar a la práctica ... ". Entonces 
me quedé pensando en esta idea de bajar a la práctica. Y o creo que 
esa relación espacial está mal planteada. Creo que en todo caso, si 
hubiera un desnivel, habría que subir a la práctica, porque una vez 
aprendido cierto nivel de complejidad en la teoría, la práctica nos 
va a presentar un universo más complejo. un universo de articula­
ciones entre lecturas teóricas. De modo que yo diría. si hay un 
desnivel va a haber que subir a Ja práctica. desde teorías que están 
en un plano de generalización y tienen que esforzarse por acceder 
al nivel de una singularización. 
El problema del teoricismo, de todas maneras. es un gran 
problema en todas las universidades, no sólo en esta facultad, es un 
viejo problema en las disciplinas en general. y en psicoanálisis hay 
25 
siempre tentación de desvíos teoricistas. Había la historia de un 
psicoanalista kleiniano, en Buenos Aires, que nos daría una pauta 
de qué quiere decir teoricismo. Este psicoanalista estaba totalmen­
te fascinado con la teoría kleiniana del psiquismo, con muchas 
referencias al pecho y a la etapa oral (esto ocurría en el Hospital 
Borda, y en el Borda había un paciente esquizofrénico catatónico 
que estuvo un año sin hablar) . Un día llega al hospital y ve que hay 
un montón de gente alrededor del paciente catatónico. 
Dice: "¿Qué pasó?". "Habló", le contestan. Entonces dice: "¿Ha 
dicho leche?". "No". " ¡Qué lástima!" exclama, y pega un puñetazo 
muy decepcionado. 
A mí me parece que esto i lustra la problemática del teoricismo. 
El odio que le produce a uno cuando la práctica no cierra exacta­
mente la teoría. Uno trata de que cierre, pero el paciente no está 
obligado a decir "leche". Y las teorías se hacen así m ás di fíciles 
de elaborar. 
Feyerabend es un epistemólogo actual que tiene un trabajo in­
teresante que se llama "Tratado contra el método". "Tratado contra 
el método" es una dirección que varios epistemólogos y filósofos 
han tomado en Europa, que es hacerse cargo de que estan10s en una 
etapa teórica de fin de las grandes síntesis. Fin de las grandes 
síntesis que obliga a volver a revisar las condiciones de particula­
ridad en las cuales pensamos, condiciones singulares y particula­
res en las que podemos ejercer teoría. En este "Tratado contra el 
método" dice algo: "Tengamos en cuenta que ninguna teoría 
abarca todos los hechos del dominio a que se refiere". 
El mismo asunto lo va a plantear Umberto Eco, que por eso lo 
he citado acá también, en un libro que se llama La estructura 
ausente. Introducción a la semiótica. Les voy a leer lo de Eco, 
porque aclara un poco más por qué es que una teoría no puede 
abarcar el dominio de los hechos, sino que intenta abarcarlo, pero 
siempre se le escapa. Umberto Eco lo plantea en términos 
l ingüísticos, en términos semióticos, pero el problema es el 
mismo. Dice Eco, terminando su estudio: 
26 
Si se enfrenta a los sistemas semióticos cerrados con procesos que 
responden a un modelo abierto, aparece un elemento extrasemiótico 
que es la circunstancia [que es lo que nosotros planteamos en el 
programa con el concepto de situación] contexto real, externo, no 
contexto formal del mensaje que comprende ideologías y circuns­
tancias de com unicación. No todas las circunstancias se resuelven 
en signo, hay un margen ú ltimo de la circunstancia en el que ésta 
se sustrae al torbel lino de los códigos y de los mensajes y se escapa. 
La circunstancia irrumpe para estorbar la vida de los signos y se 
presenta como residuo sin resolver, como un complejo de factores 
biológicos, sociales y económicos que se modelan como marco de 
toda relación comunicativa, como una realidad que flexiona y 
modela los movimientos no autónomos de los procesos de signi­
ficación. La vida de los signos es frági l sometida a la corrosión de 
las denotaciones y las connotaciones bajo la presión de circunstan­
cias que modifican la potencia sign ificativa original. 
Necesitamos de esos sistemas de signos que son las teorías; las 
circunstancias desbordan siempre a esos sistemas de signos. Esto 
es inherente al procedimiento mismo de las ciencias que es siempre 
i r iluminando sus límites. El modelo de trabajo científico no es so­
lamente iluminar el centro de una escena, sino aclarar dónde están 
los l ímites de lo que abarca y de lo que no abarca. De modo que yo 
diría que en esto que está planteando Eco, la imposibilidad de que 
un sistema de signos termine de abarcar todas las circunstancias a 
las que se quiere aplicar, en esto radica la vida de las ciencias, en 
esto radica el pensamiento en cuanto vivo. Si el pensamiento no 
tiene esa dinámica, ese pensamiento envejece, se queda demasiado 
quieto, demasiado sat�fecho narcisísticamente, porque ha ilumi­
nado un centro pero ha perdido conciencia de límite. 
Sobre esta relación entre teoría y práctica, me interesaba comen­
tarles un análisis del problema realizado entre Foucault y Deleuze. 
En un diálogo que ellos sostienen hace unos años sobre los 
i ntelectuales y el poder, llegan a esta conclusión: "toda teoría llega 
a un punto de detención que se levanta frente a ella como un muro 
infranqueable. Ese muro tendrá que ser atravesado, perforado, por 
cierto tipo de práctica". Ahí se habla de un interjuego entre teorías 
y prácticas que nos interesa mucho en la clínica, porque la clínica 
es el lugar donde nos tenemos que dar cuenta de hasta dónde nos 
llega la teoría, hasta dónde da y dónde ya no da. Porque ahí donde 
la teoría no da, es probable, y éste es el diálogo de Deleuze y 
Foucault, es probable que tenga que aparecer una práctica, que 
haya que inventar una práctica para movilizar el límite de la teoría. 
lt. 
27 
De modo tal que esta visión a mí me resulta mucho más rica que 
la de Althusser, en su momento. La visión de Althusser y algunos 
otros teóricos franceses suponía que en realidad la práctica es nada 
más que aquello que una teoría pem1ite ver, de modo tal que para 
Althusser la práctica era un momento teórico. Esta es una visión 
limitada del fenómeno, y una visión que tennina limitando y 
empobreciendo la ciencia, porque la práctica no es sólo el lugar 
donde uno I ce con la teoría que tiene, además tiene que saber que 
va a tener que encontrarse con eso que Eco l lama "no expresable 
todavía en signos", con eso oscuro que se escapa. La conciencia de 
que algo oscuro se me escapa en la práctica es lo que me va a 
pennitir revisar pem1anentemente mi teoría. Si yo no tengo esa 
conciencia quedo capturado en la teoría, pero esa teoría es un falo 
omnipotente. es decir, es un mito. Un mito que se cava la propia 
fosa. porque si la teoría no tiene conciencia de límite y conciencia 
de cambio interno. esa teoría no va a ir muy lejos. Justamente hoy 
el tema dela ciencia es cómo se trabaja en los l ímites. cómo se 
elabora y se crea en los l ímites. 
He mencionado a Eugenio Trías. filósofo español que hace un 
par de años publicó un libro que se l lam a La avemura filosófica. 
Este libro está centrado en el problema del l ímite. sobre la 
import ancia de comprender que es en los límites entre diferentes 
tipos de objetos, y en los límites entre diferentes ciencias, al l í 
donde el pensamiento puede seguir creando. E s decir. e l l ímite 
como objeto de est udio actual en la filoso fía. es el espacio donde 
se ponen en marcha dinámicas de creación. 
¿Por qué? Porque todas las dinámicas de creación emergen en 
el choque de elementos heterogéneos. En un mundo homogéneo 
lentamente la creación se detiene. 
Nosotros vamos a hablar de procesos creadores. porque (y esta 
es una orientaci6n central en nuestro enfoque) creemos que sin una 
clara concepción de procesos creadores, procesos creadores en el 
paciente. procesos creadores en el analista, y procesos creadores en 
el interjuego de ellos en cada terapia, sin una concepción de 
procesos creadores hay una clínica estática, hay una clínica dete­
nida. 
Nosot ros creemos que dinamizar la clínica. en gran medida, es 
28 
comprender los procesos creadores que se juegan en cada escena 
cl ínica. Desci frarlos (porque en gran medida son inconscientes, 
inconscientes para el paciente. inconscientes para el ana­
lista e inconscientes para la propia interacción), nombrarlos. t raba­
jar en su registro de modo constante, es parte esencial del proceso. 
De paso. podríamos deci r que invest igar la dinámica incons­
ciente de procesos creadores nos coloca en el centro de una bús­
queda actual que es fu11damental , que es : hablar de inconsciente no 
es hoy hablar solamente de ese inconsciente que muy profunda­
mente investigó Freud en tomo a psicopatología de la v ida coti­
diana, el chiste. los sueños y el síntoma, sin.o que éste es un 
inconsciente de gnm importancia cl ínica, pero no es el único. El 
primero que comprendió esto fue Freud, en un trabajo de 1 923, que 
es "El yo y el ello". A esa altura se da cuenta ele que hay un incons­
ciente del yo, lo cual le hace replantearse el alcance de la noción 
ele inconsciente que él había fomrnlado en la primera t6pica. 
Efectivamente, en el año 1923 Freud estaba fomrnlando su 
segunda tópica del aparato psíquico donde interactuaban como 
sistemas el yo, el ello, el superyó, l o real y éstos interactuaban 
como inconscientes, lo cual abría una investigaci6n que Freud vio 
claramente en ese momento: lo inconsciente no definía a un sólo 
sist ema. sino que aparecía como una cualidad de múl t i ples siste­
mas. Uno de los sistemas donde nosotros creemos que hay que 
poner el énfasis para comprender la clínica, es entender un incons­
ciente de procesos creadores. Inconsciente de procesos creadores 
que no anula ni deja de l ado a ese inconsciente de la repet ición que 
Freud invest igó con suma claridad por ejemplo en las neurosis. 
Sino que m ás vale nuestra clínica se presenta como un interjuego 
com plejo, dialéct ico. entre inconscientes: un inconsciente de la 
repet ición. un inconsciente creador de diferencias. Allí es donde 
nos vamos a plantear la cl ínica. 
El tema es el siguiente, retomo ahora algunas ideas sobre único, 
uno o diverso, unidad o diversidad, y después vamos a hablar ele 
clínica. A nosot ros se nos plantea en la clínica t ratar de ver y 
entender pacientes concretos, no pacientes abst ractos. Pero, ¿qué 
quiere decir concreto? Yo voy a tomar el concepto ele concreto 
que uti l izó Marx para replantear su relación con la fenomenología 
ele la historia de Hegel . Hegel presenta una v isión de la historia 
donde él encuentra una causa eficiente para los procesos históricos, 
29 
que llama "espíritu absoluto". Y Marx se enfrenta �on esa visión 
de la historia, y dice: ésta es una visión abstracta, es abstracta 
porque busca un cierto tipo de determinantes y los cree rigiendo 
absolutamente el fenómeno en estudio. El concepto de causa 
eficiente es que hay un tipo de agente determinante, de una 
determinada calidad, que da lugar a un universo de efectos. 
Entonces Marx dice que esta filosofía de Hegel es abstracta, que 
para pensar la historia concreta tenemos que multiplicar nuestra 
lectura sobre los determinantes. 
Entonces aparece ahí un contrapunto ya claro en Marx, que es 
así: simplifico, abstraigo, recorto un tipo de determinaciones, 
produzco un objeto teórico abstracto -multiplico los ejes de 
referencia, comprendo que hay una serie de determinaciones 
entrecruzadas potenciándose, y entonces produzco un objeto teó­
rico concreto. Escuchen: objeto teórico concreto, porque claro, no 
salimos del ámbito de la teoría. Pero si yo voy multiplicando m is 
ejes de referencia para comprender dónde está puesta la vida de la 
persona (siempre hay más de un eje de referencia, no se trata sólo 
del deseo, no se trata sólo de la neurosis), entonces estoy aspirando 
a producir ese concreto. ¿Logro abarcar enteramente la vida de esa 
persona? Seguramente no, estoy intentando aproximarme. Segura­
mente no la abarcaré, pero trataré de aproximarme con el mayor 
rigor, con la mayor amplitud posible. 
En el año '30 en Francia, aparece un filósofo que no llegué a 
incluir, que es George Politzer. Politzer revisa el psicoanálisis de 
la época en Francia y dice: "éste es un psicoanálisis abstracto", 
porque "no me habla de la gente, me habla de la fijación, de la 
regresión, de la libido y del Edipo". Yo aspiro, dice Politzer en el 
año '30, a que haya una lectura de una psicología concreta, es decir 
"una psicología que me muestre a la gente viviendo, a la gente 
trabajando, a la gente respirando, y desde luego, en esa gente que 
está viva, entrarán la fijación, la regresión, la libido, el Edipo, pero 
entrarán de modos singulares". Yo tendré que descubrir las mane­
ras singulares en que cada persona vive su regresión, su fijación, 
su libido, su Edipo. 
El problema que aparece acá es un problema filosófico amplio 
que está en juego en todas las ciencias, sostenido por la pregunta: 
¿cómo podemos generalizar, hasta dónde podemos generalizar, y 
dónde tenemos que particularizar? 
30 
En uno de sus trabajos Gilles Deleuze dice así: "En la actualidad 
nos toca investigar articulaciones de superficie". ¿Qué son las 
articulaciones de superficie? Son las maneras en que dinámicas 
profundas del individuo, del grupo, de la institución y del país se 
abrochan en un momento dado y producen un efecto (por ejemplo, 
síntoma fóbico). ¿Por qué? Porque esto es lo que ocurre en un 
tiempo y un lugar determinado, esto no ocurre ni ayer ni mafíana, 
esto ocurre hoy. En esa superficie del tiempo hoy, y en este espacio 
que agrupó a la gente en facultad, allí vamos a tener que detectar 
articulaciones en los límites. Ese es un pensamiento de conjuntos. 
Deleuze dice: lo oculto, Jas dinámicas de profundidad se revelan 
por esos "efectos de superficie". 
Lo que abre la revisión de las relaciones entre teoría y prácticas 
es un horizonte diferente, y es importante que para el estudio de una 
teoría ese horizonte esté trazado desde sus comienzos. Es el 
horizonte de una perspectiva crítica del discurso teórico, una 
conciencia de que toda teoría debe tener problematizada su capa­
cidad de dar respuestas y jerarquizada su capacidad de renovar las 
propias preguntas. 
Recordemos con Deleuze: "Lo verdadero sólo se presenta al 
saber a través de las problematizaciones; y éstas surgen a partir de 
prácticas, prácticas de ver y prácticas de decir". 
Lo que sostenemos, entonces, frente a los absolutos siempre 
supuestos posibles en las formas de todo discurso dogmático, es 
una Epistemología (i,e Pensamiento Crítico. El criticismo en 
filosofía abrió un tercer camino, en esa clásica polaridad de 
dogmatismos y eclecticismos. No estamos obligados a caer en una 
ortodoxia ni en las l imitaciones del eclecticismo. Es posible operar 
con un pensamiento crítico.(Línea de varios autores italianos, 
Cario Viano, Massimo Cacciari, creemos que Umberto Eco en sus 
últimos l ibros.) 
La consideración de "srruACIONEs" va más allá de una amplia­
ción de los objetos en estudio : supone el empleo de otras modali­
dades de pensamiento. 
Ferrater Mora, en Modos de hacer filosofía, destacó dos modos 
de razón, la razón "analítica", y la razón "integradora". La razón 
analítica, de tendencia generalizadora, sistem atizante, opera me­
diante procedimientos lingüísticos-reductivos. La razón integradora 
de tendencia particularizante, procede mediante construcción de 
3 1 
conjuntos y emplea modelos de historización para esos conjuntos. 
La primera esquematiza ciertos hechos construyendo m odelos de 
objetos en los cuales explica comportamientos que se repiten. 
Generaliza "razones parciales", insistentes segmentos de relacio­
nes causales. Opera reducción por dos vías: general izar semejan­
zas, y definir cierto hecho o ley como el esencial. 
En la razón integradora, pensamiento contex_Juantc, se constru­
yen conjuntos en los que cada problema t iende a rami ficarse, a 
descomponerse en varios. Hay una temporalización y di versificación 
de hechos en tales conjuntos. Pensamiento pluralista (no una 
esencia sino varias entrecruzadas en sus leyes y efectos), leyes 
diversas son reconocidas en su mutua i rreductibilidad, se genera­
l iza una especie de ley de diversificación. se reconocen no sólo 
semejanzas de comportamientos sino d i ferencias (Wittgenstein: 
"enseñar es mostrar di ferencias"). 
Me da la impresión que todo versus entre estos dos modos de 
razón podría sostener el equívoco de suponerlos en el m ismo plano 
lógico, lo cual es posible pero no for1.oso. 
El estudio que recorta objetos y el que los art icula pueden, en 
parte, responder a registros de di fcrente orden de complejidad. llya 
Prigogine en Elogio de la complejidad señal a así que el problema 
esl á en comprender 
32 
cosas que carnhian (diferencias) en un mundo que también muestra 
el no cambio (repetici6n de comportamientos). Una ciencia que 
anal i1.a todo en fragmentos, en pe4ucfías porciones, que procede 
separando. aislando objetos, no puede dar cuenta de círdcnes de 
com plejidad. 
Complejidad indica pluralidad, diversidad de modos de funciona­
miento. Ha habido un modelo prestigiado en ciencias (que el físico 
Bohm por ejemplo propuso para pensar el universo) que es creer 
que hay una informacicín preexistente, oculta, una trama inicial 
que se despliega sin novedad. de modo que ocurre Jo que ya estaba 
inscripto en esa trama inicial . 
Hoy ta les ideas no s e sostienen: s e hace evidente que hay sistemas 
inestables. bifurcaciones: nada queda atrapado en una trama 
previa. Hay dirección del t iempo. irreversibilidades. no mera 
permanencia de lo trazado en los orígenes. 
Una prohlemát ica abordada en direcciones similares es conside­
rada por Umherto Eco en La estructura ause11te. lntroducció11 a la 
semiótica quien ha dist inguido un pensamiento que aísla estructu­
ms de un pensamiento "serial". El pensamiento serial registra la 
disposición composit iva de las series, su variabil idad posicional, 
donde no se suponen consti tu idos "todos" sino conjuntos sólo 
temporariamente uni ficados. 
Tales conjuntos (con cuyo modelo proponemos pensar las 
"situaciones" de la clínica) retienen en sí lo heterogéneo, lo no 
abarcahle de las series, ya que éstas contienen l íneas de fuga, v ías 
de desplazam iento que t raspasan los l ímites de cada configura­
ción. Para el pensamiento serial el l ím i te es de configuración, 
pc11eneciente a un diseño de esa configuración. 
El pensam iento serial se abre a las potencial idades de pensa­
miento creador: una mult iplicidad de elementos (seriales, no 
aislados, no recort ados) dan lugar al di_seño de una diversidad de 
configuraciones. Los efectos son de configuración, no de esencias 
aislables. Así, como en otro capítulo destacaremos el pensam iento 
serial en Cervantes, aquí merece que recordemos el de Borges en 
su cuento "La m uerte y la brújula": 
En el segundo piso ... la casa le pareció infinita y creciente. La casa 
no es tan grande, pensó. La agrandan la penumhra, la simetría, los 
espejos. los muchos años. mi desconocimiento, la soledad. 
Las series producen su efecto de composición por convergen­
cias ( resonancias múlt iples en puntos de anudamiento propios ele 
la red si t uacional), un efecto ele casa abrumadoramente enonne, 
monst ruosa. Punto crít ico que como sugi rió Piera Aulagnier debe 
comprenderse en el cruce ele un acontecer y un fantasma. 
Pensam iento serial que también encontramos, una y otra vez, en 
Gil les Delcuze. Así en su trabajo La filosofía de Frmu;ois 
Cluítclet donde destaca que Chiltelet dijo de sí: "he tenido una 
educación hurguesa. he siclo inl1uido por Hegel , he viv ido una de 
esas épocas de la historia que enfenn an a cualquier alma un poco 
sensible . . . ". 
:n 
Tres hechos diferentes, dice Deleuze, 
un conjunto plural, desplegamiento de algo que no es lo "vivido" 
subjetivo que puede aislar singularidades, ni el concepto que las 
ahoga en lo universal, suponiéndolas simples momentos de una 
esencia, sino la operación que produce una configuración, la más 
consistente posible para esas singularidades. En tal campo de 
singularidades se efectúan operaciones que establecen para las 
mismas el diseño de una configuración, acto de desplegamiento 
que traza relaciones de unos a otros puntos, los conectan y hacen 
converger en tornos. 
Eugenio Trías, a quien citamos antes, ha mostrado en sus 
últimas obras (La aventura filosófica y Lógica del límite), que "la 
filosofía actual apunta a indagar al ser en los límites, el límite como 
objeto. Lo que el límite une y escinde, deslinda, son siempre obje­
tos heterogéneos". 
Allí se sustenta la diversidad que sólo puede ser configurada por 
un pensamiento serial. En el límite "se da cita la diferencia", lugar 
de concordancia en disparidad. En este punto destaca la posi­
ción de Heráclito que pudo pensar "un lugar donde se cita en su 
diferencia lo dispar". 
También los trabajos más recientes de Castoriadis insisten en la 
perspectiva de un modelo heterogéneo de instancias y espacios 
psíquicos. "Cada instancia del psiquismo arma su propio m undo 
en oposición al m undo de las otras". 
Castoriadis desarrolla una concepción de pluralidades, conjun­
tos a pensar según un modelo de "lógica de magmas" que no 
admiten la reducción a un solo tipo de lógica. Tal modelo de 
magmas señala condiciones particulares para pensar relaciones 
entre orden y desorden. 
El orden y el desorden en mezclas siempre inevitables aparecen 
como categorías centrales en estudios de Georges Balandier: la 
inexorable coexistencia de caos y orden, de desorden en el orden, 
hace imperioso reconocer que toda propuesta de discurso científi­
co dotada de intención ordenadora encontrará en lo esencial de su 
objeto resto no ordenable, azar y desorden, que hacen subsistir en 
ese objeto toda clase de enigmas. 
Para Castoriadis el psiquismo aparece con un modo de ser de 
34 
magma estratificado, descomponible en láminas o niveles, algu 
nos de los cuales responden a un orden relativamente determina­
ble y fo nnalizable en relaciones de sentido, mientras que otras 
capas y el conjunto de ellas en consecuencia, mantienen desorden, 
creatividad radical, márgenes de lo enigmático imprevisible que 
resisten a toda formalización. El psiquismo resulta así, por sus po­
tenciales de desorganización y reorganización creadoras, un activo 
generador de enigmas. Estos modelos resultan esenciales para 
sostener una clínica abierta en sus fines y en sus intervenciones. 
Bibliografía 
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B arcelona, Gedisa, 1 990. 
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FERRATER MORA, José, Modos de hacer filosofía, Barcelona, Criterio, 1985. 
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TRIAS, Eugenio, la aventurafilosófica, Madrid, Mondadori, 1988. 
-, lógica del límite, B arcelona, Destino, 199 1 . 
-J 
35 
EL ABORDAJE CLINICO 
DE LAS ESTRUCTURAS NEUROTICAS 
EN PSICOTERAPIAS 
ESTRUCTURAS PSICO
PATOLOGICAS Y SU ABORDAJE 
EN PSICOTERAPI
AS: 
EL PROCESO EN LAS ESTRUCTURAS FOBICAS* 
En esta comunicación me interesa transmitir ideas y experiencias 
clínicas que hacen a una concepción estratégica para el abordaje en 
psicoterapias de diferentes estructuras de personalidad. Esta con­
cepción destaca, yo destaco, la necesidad de adecuar los recursos 
y las actitudes del terapeu ta a las condiciones particulares que 
presentan para el desarrollo del proceso diferentes estilos de 
personalidad que concurren a la consulta. 
Creo que esta dirección de investigación fue inaugurada por 
Freud, sobre todo en dos trabajos donde hace referencia a proble­
mas técnicos. Un trabajo de 1 9 10 que fue la intervención en un 
congreso de psicoanálisis, en Nuremberg, que se llama "El porve­
nir de la terapia analítica" y, más explícitamente, en otro trabajo de 
1 9 1 8 (del congreso de B udapest) que se llama "Los caminos de la 
psicoterapia psicoanalítica", donde Freud plantea muchos de los 
problemas que actualmente estamos investigando, que personal­
mente y con un equipo grande de colaboradores venimos investi­
gando en los últimos años, porque creemos que son problemas 
enteramente abiertos, nada resueltos todavía. 
El pasaje de Freud que quiero mencionarles, para ubicar el 
espíritu de esta línea de investigaciones, señala en "Los caminos 
de la psicoterapia psicoanalítica" lo siguiente: 
El descubrimiento de que las distintas formas patológicas que 
* El contenido de este capítulo fue presentado como conferencia especial en e l IV 
Congreso Argentino de Psicología, Rosario, 1 6 de octubre de 1980. 
39 
tratamos no pueden ser curadas todas con la m isma técnica, nos h a 
impuesto otra especie totalmente distinta d e actividad. Sería 
prematuro tratar ya aquí detalladamente de esta cuest ión, pero sí 
puedo haceros ver, en dos ejemplos, en qué medida surge aquí una 
nueva modalidad activa de n uestros métodos. Nuestra técnica se 
ha desarrollado en el tratamiento de la hi steria y permanece aún 
orientada hacia esa afección. Pero las fobias nos obligan ya a 
salirnos de nuestra conducta habitual. No conseguiremos jamás 
dominar una fobia si esperamos que el análisis llegue a mover al 
enfermo a abandonarla, pues no aportará entonces n unca el 
an:llisis el material indispensable para conseguir una explicación 
convincente de la m isma. Por tanto. habremos de seguir otro 
camino. Tomemos como ejemplo la agorafobia en sus dos grados, 
leve y grave. El enfermo de agorafobia leve siente miedo de ir solo 
por la calle, pero no ha renunciado a hacerlo. El enfermo grave se 
protege ya contra la angustia. ren unciando en absoluto a salir solo. 
Con estos últimos no alcanzaremos jamás resultado positivo 
alg uno si antes no conseguimos resolverlos. por medio del influjo 
analítico, a conducirse como los primeros. esto es, a salir solos a 
la calle. aunque durante tales tentativas hayan de luchar penosa­
mente con la angustia. Así pues, hemos de tender antes a m itigar 
la fobia, y una vez conseguido esto mediante nuestra intervención 
activa, el en fermo se hace ya con aquellas ocurrencias y recuerdos 
que permiten la solución de la fobia. La actitud expectante pasiva 
parece aun menos indicada en los casos graves de actos obsesivos, 
los cuales tienden. en general . a un proceso curativo ··asintótico", 
a una duración indefinida del tratam iento. surgiendo en el los, para 
el an:ílisis. el peligro de extraer a luz infinidad de cosas sin 
provocar modificación alguna del estado patológico. 
Muchos autores siguieron luego estas l íneas ele indagación 
tanto en psicoterapias individuales como grupales. En nuestro país 
debemos dest acar los trabajos de David Libennan con su énfas is 
en l a comprensión del est i lo propio de cada t i po ele personal idad 
y en la necesidad de encontrar el terapeuta un estilo complemen­
tario. 
Las diferencias entre esos t ipos de personalidad y los proble­
mas de abordaje técnico que plantean, pueden ser consideradas 
desde una perspect iva ampl ia como inherentes a diversos t ipos de 
40 
estructura psicodinámica profunda, a diferentes fonnas de organi­
zación caracterológica y a distintos estilos de comunicación. 
Para ampliar un poco más el problema que quiero introducir 
aquí: cuando hablamos de una organización psicodinámica pro­
funda creo que estamos hablando de posiciones con respecto al 
proceso edípico, desarrollo del proceso de identi ficaciones, angus­
tias y defensas. 
Pero ese mm1clo, el ele esa organización psicodinámica profun­
da, se encama en una organización caracterológica y en un modo 
efe comunicación. Se encama, se expresa a través de, y se mantiene 
por la existencia ele una organización caracterológica y de un estilo 
ele comunicación. 
Una organización caracterológica quiere decir: fomrns estables 
automáticas de regulación ele esas angustias, ele esos conflictos de 
nivel profundo, que funcionan como sistemas de homeostasi s 
reiterada. automática, para e l m anejo de esos conflictos propios de 
la estructura profunda. Y desde esas fom1as de organizaciones 
de carácter estable, se instalan modalidades de comunicación, que 
hacen a modalidades ele emisión y recepción de mensajes y 
modal idades semánticas, como referencia a ciertos temas que 
insistentemente cada estructura tiene como "sus" temas. los temas 
de su propi a fantasmática que son los temas a los que vuelve 
reiteradamente. 
Lo que ocurre es que esa estructura profunda. entonces. está 
funcionando a través tlel carácter y del modo de comunicarse el 
paciente; pero justamente esas pautas del carácter y modos de 
comunicación son los que se nos presentan en el trabajo clínico en 
cada momento de cada sesión. Y son esos problemas los que 
aparecen primero. como problemas a abordar de alguna manera 
eficaz. De este modo los problemas de abordaje y eficacia pasan 
por analizar cuáles son las formas de funcionamiento 
caracterológico y comunicacional en las que se expresan las 
estructuras projimdas. 
Es a part ir de ahí que se abren numerosos problemas técnicos, 
a mi juicio totalmente abiertos a una invest igación que tenemos 
por delante y de la que ya llevamos real izados tramos. creo que 
bastante impm1antes. 
Di ría desde ese ángulo, y entendiendo lo que la estructura de 
4 1 
carácter mantiene en cada paciente, la homeostasis que regula, que 
en el proceso terapéutico no se avanza atacando defensas, ni 
barriendo defensas; se avanza a través de vías, de desfiladeros que 
esas defensas nos dejan abiertos. 
Encontrar las vías y las maneras de transitar esas vías, eso, es 
enfrentar los problemas de las técnicas terapéuticas. El abordaje 
estratégico, decía en el resumen, de cada personalidad, requiere 
tomar en consideración los obstáculos y las vías de acceso ofreci­
das por esos diversos parámetros. 
Para ilustrar estas cuestiones de orden general, quiero mencio­
nar en esta conferencia los problemas y recursos que pueden 
movilizarse en el tratamiento de pacientes predominantemente 
fóbicos. 
El interés de trabajar sobre esas estructuras, estaba ya señalado 
en el párrafo que les cité de Freud, era porque "ya las fobias", decía 
Freud, replanteaban la técnica. Además, creo que nuestro interés 
en estas estructuras está l igado a la gran frecuencia de consultas 
alrededor de patologías fóbicas. 
Todo terapeuta recibe, seguran1ente, más de un paciente fóbico 
y posiblemente más pacientes fóbicos que con otras patologías. 
Las consultas son habitualmente por problemas de eficacialaboral, por problemas de decisión vocacional, por dificultades 
sexuales o de relación de pareja. 
Lo cierto es que tenemos que vemos continuamente enfrentados 
entonces, con una patología para la cual ya la llamada "técnica 
clásica" no servía en 1 918. 
Por otro lado, para referirme a estas patologías fóbicas que 
puedo ir generalizando los datos de una experiencia clínica bastan­
te amplia. Personalmente he trabajado a lo largo de varios años con 
catorce pacientes predominantemente fóbicos. He trabajado 
exhaustivamente con ellos. Algunos de estos pacientes han term i ­
nado ya sus tratamientos y los resultados de esos tratamientos han 
sido para mí muy importantes como para poder reflexionar qué 
hice, cuánto hicimos con los pacientes en esos tratamientos, 
qué permitieron poner en marcha procesos muy ricos. Algunos de 
esos pacientes fóbicos están actualmente en tratan1 iento conmigo 
y estoy constantemente tratando de indagar cuántos y cuáles son 
los problemas para el abordaje especial de esa estructura. 
42 
Desde luego no estoy sólo centrado en esta estructura, sino que 
este plan de investigación que estoy tratando de transm itirles está 
buscando la manera de sistematizar los elementos que hacen al 
abordaje técnico de estructuras histéricas, estructuras obsesivas, 
estructuras borderline, patologías narcisistas. En una segunda 
etapa, más adelante, tendremos que abordar con la misma línea las 
estructuras perversas, psicóticas y psicosomáticas, que también 
suponen numerosos problemas técnicos diferenciales. 
Además, con un equipo amplio de colaboradores estamos tra­
bajando en otros numerosos casos, a los que sigo de cerca en 
supervisiones, en ateneos clínicos, en grupos de trabajo, y la 
muestra de pacientes f6bicos con la que puedo ampliar estas 
general izaciones está en este momento en cincuenta pacientes. 
Es desde esta experienci a de cincuenta pacientes que les voy a 
i r transmitiendo los puntos que más pueden interesamos para los 
fines de esta comunicación. 
Me parece posible pensar el proceso terapéutico que se desen­
vuelve con pacientes f6bicos como el despliegue progresivo de 
varias fases; cada fase presenta ciertas tareas como posibles y 
necesarias con cierto grado de prioridad, pone en juego con mayor 
intensidad, ciertos confüctos y activa correlativamente problemá­
ticas transferenciales particulares. 
Para formular un primer panorama general paso a plantear a 
continuación las fases en el orden de sucesión en que el proceso 
suele desplegarlas.'La sucesión de esas fases se me presenta como 
el despliegue de un sistema telescópico. Cada fase emerge de la 
precedente, a la cual no suprime. Las tareas se van encadenando, 
se van agregando, se superponen; ansiedades y conflictos del 
comienzo mantienen su vigencia pero va variando su intensidad, 
la frecuencia y el sentido, en función de tareas de fases siguientes. 
l . Primero menciono estas fases en términos globales y después 
trato de entrar en detalles. Se me presenta una primera fase de 
trabajo que es la fase de creación del vínculo terapéutico, es decir 
la fase de especificar condiciones de contrato, objetivos, encuadre, 
para la puesta en marcha del proceso. Para todas estas tareas los 
pacientes f6bicos plantean condiciones especiales al mostrar desde 
el comienzo una gran ambivalencia con respecto a aceptar un 
43 
contrato. comprometer cierta duración del proceso y cierta fre­
cuencia de sesiones. El problema es muy amplio para esta primera 
fase del trabajo. El problema es que el paciente y el terapeuta parten 
desde ópticas muy diferentes acerca de lo que es necesario y de lo 
que es posible, y desde esas diferentes ópticas esta fase inicial 
requiere trabajar hasta elaborar delicadamente zonas de tran­
sacción entre lo que es posible y lo que es necesario, zonas en l as 
que tendrán que estar en juego todas las divergencias de ópticas 
iniciales y desde l as cuales los puntos de desacuerdo puedan 
comenzar a ser objeto de un trabajo compartido. 
2. La segunda fase del proceso se me presenta como la fase de 
relevar detalladamente l a situación de interacción donde el pacien­
te fóbico está incluido, y en las que relata vivir habitualmente con 
emergencia de ansiedades. En ese relevamiento se trata de realizar 
progresivamente un reconocimiento de pautas vinculares. las 
pautas que hacen a esta organización del carácter. al estilo de 
comunicación. 
El trabajo en esta segunda fase del proceso es abordar l a 
problemática del paciente a través d e situaciones de interacción. 
Esta parece ser una vía singulam1ente accesible para el trabajo del 
paciente, dacio que l as defensas disociativas y proyectivas de las 
fobias, tienden a configurar un espacio intennedio en el cual l o 
interno y lo externo están constantemente e n relaciones ambiguas. 
La ambigüedad de ese espacio aparece en las fobias como una 
condición de tolerancia para aproximarse y contactar con sus 
propias pautas. 
Diría que en una etapa inicial del proceso es probable que para 
el paciente fóbico sea más tolerable hablar de su relación con los 
otros y hablar ele los otros, pero en ese hablar ele los otros no están 
en juego sólo los elementos disociativos y proyectivos. Además 
creo que es el camino que un paciente fóbico tiene para empezar a 
incorporar modelos que después le servirán para pensarse él. 
En muchas situaciones en sesión el paciente fóbico sigue bien 
Ja idea de lo que le estará pasando a t al persona ele su entorno y la 
sigue con interés y puede ir incorporando al l í todo un aprendizaje 
acerca de vínculos y mecanismos internos, pero está diciendo con 
44 
ese modo de aproximación: "Todavía no me animo a pensar que 
todo eso t ambién me pasa a m í". 
En esa fase yo no tengo apuro por convencerlo de que todo eso 
también le pasa a é l , creo que tendrá que ser el paciente el que 
l legue en un momento dado de su proceso de m aduración a 
interesarse por saber si eso t ambién le pasa a é l . El trabajo sobre 
estas situaciones de interacción pem1ite esbozar modos de co­
nexión entre dinamismos del paciente y pautas y esti los de otros, 
para é l sign ificativos. 
Creo que en esta fase nuestro trabajo se real iza en una zona de 
entrecruzamiento, entrecruzam iento entre una ópt ica de psicología 
grupal y una ópt ica de psicología individual, de mecanismos 
int rapsíqu icos. 
Es en esta intersección donde creo que el paciente fóbico puede 
instalar con nosot ros una relación de t rabajo que puede i r avan­
zando. 
3. Hablo de una tercera fase del proceso cuando se ha logrado i r 
creando progresivamente. i r del imitando u n espacio interno como 
reconocim iento ele una real i dad psíquica indiv idual. 
Ese es un largo proceso. Cuando hablo de progresiva clclimita­
cicín, quiero destacar que nosotros, por nuestra fomiación, por 
nuest ro oficio. concebimos ya (y no nos ha siclo m uy fáci l 
asum i rla), la noción ele una realidad psíqu ica individual ; el pacien­
te fóbico no la t iene y !ampoco cst á en condiciones de asum i rla, por 
lo tanto t iene que l legar a aprehenderla y, fundamentalmente, a 
tolerarla. 
Esa real idad psíquica es una de l as zonas pel i grosas , 
amenazantes. del universo fóbico. La cuest ión estriba, en la 
segunda rase, para l legar a la tercera, en i r aproximando al paciente, 
en ir const ruyendo condiciones para aceptar y reconocer esa zona 
temida que es la ele su psiquismo. 
En esa progresiva del i m i tación de ese espacio i nterno va 
tomando intensidad la posibil idad de investigar el universo descante 
del paciente, lo que podemos l lamar conllictos profundos. 
Esa puede ser una etapa de elaboraciones profundas en cuanto 
a la manera de plantearse los conflictos, que antes eran planteados 
más en términos interaccionales. Ciertos confl ictos básicos en 
45 
términos de progresión-regresión y sus correlatos profundos como 
conflictos de identificaciones y conflictos en las posiciones del 
Edipo (en relación con castracióny posiciones fálicas) se hacen 
trabajables en esta tercéra etapa. 
En esta etapa es posible profundizar sobre las funciones de los 
objetos fobígenos y de los objetos protectores en la estructura 
propia de ese paciente. 
Esta elaboración permite entrar a discriminar fantasmas de 
castración y las experiencias actuales que evocan a esos fantasmas 
y que parecen "realizarlos". 
4. Hay una cuarta etapa en esta visión del proceso (que desde 
luego admite también otras puntuaciones de etapas) . 
Yo ubico esta etapa como aquella en la cual, como resultado de 
todo ese proceso de trabajo profundo, emerge la angustia en el 
paciente fóbico con una intensidad y con una calidad nuevas. 
Porque la angustia emerge a partir de un proceso en el que el 
paciente ha ido debilitando sus defensas. Esto en función de que ha 
ido aprendiendo algo fundamental: que sus defensas fóbicas 
estaban instaladas para defenderlo de amenazas de castración, pero 
en la práctica y todos los días de su vida, sus defensas fóbicas eran 
la ejecución de sus verdaderas castraciones. 
En el momento en que ese paciente ha podido interiorizar con 
suficiente insight esta perspectiva, en ese momento el paciente 
asume que sus defensas son sus enemigas, que las defensas que 
parecieran protegerlo, en realidad son las maneras de funcionar 
que lo condenan. 
En ese momento la emergencia de la angustia es muy fuerte, 
pero es el momento en el cual el paciente está en condiciones de 
empezar a adquirirpautas distintas de funcionamiento y a despren­
derse de sus viejas pautas defensivas, disociativas y evitativas. 
En esa etapa creo que se abre la posibilidad de que el paciente 
vaya aceptando que sólo con ciertas experiencias de desprendi­
miento (que empiezan por ese desprendimiento de las propias 
pautas defensivas), sólo con esas experiencias de castración es 
posible empezar a hacerse cargo, a adquirir efectivas potencialida­
des, efectivas potencialidades con valor evolutivo. 
46 
Si esto avanza en esa dirección y se consolida, es posible iniciar 
un trabajo de terminación. 
s. Este trabajo de terminación de tratamiento replantea y reactiva 
todos los conflictos de todas las fases que mencioné y da lugar a 
nuevas síntesis, da lugar a nuevas reconstrucciones. Ese trabajo 
estará destinado seguramente a continuar el curso de un autoanálisis 
interminable. 
Antes de ahondar en cada una de estas fases quisiera volver a la 
idea general de la conferencia, la idea general que se ejemplifica 
sólo a través de esta problemática fóbica y su tratamiento. Quisiera 
plantearlo así: 
Permitamos en nuestra tarea que cada estructura de personali ­
dad nos revele cuáles son sus caminos, los caminos para u n proceso 
de elaboración y reestructuración profunda de sí misma. 
No le impongamos al paciente la violencia, no sólo la violencia 
de interpretación, como lo acentuaba un texto de Piera Aulagnier, 
sino la violencia de los prejuicios técnicos acerca de lo que 
supuestamente de modo universal tiene que ayudar a un paciente 
y de lo que supuestamente también, de modo universal, no puede 
"ayudarlo" en su proceso. 
Permitamos que cada estructura, que cada paciente en consecuen­
cia, nos enseñe a ayudarlo. Intentemos abrir una amplia investiga­
ción en ese punto todds los días, con cada paciente, acerca de cuál 
es la manera en que podremos ayudarlo, que seguramente no es una 
manera universal ya reglada y fijada por nadie. Freud mismo esta­
ba viendo este problema en 1 9 1 O y en 1 9 1 8, con mucha claridad. 
Desde ese ángulo yo creo que es interesante investigar qué 
factores, cuántas razones y de qué tipos, han llevado a muchos 
grupos de trabajo profesional, rei teradamente, a suponer que había 
que consti tuir una técnica única para todo tipo de trastornos. 
"La técnica", una especie de configuración mítica, que defini­
ría idealmente las terapias correctas y las incorrectas. 
Digo un mito referido a una técnica fija y universalizable, 
porque en la práctica muchos de los autores que pretenden susten­
tar "la técnica" en singular, con sus pacientes no pueden sostener­
la, Y eso creo que por un feliz respeto al sentido de realidad. 
47 
Creo que la fantasía de que const i tuyendo una técnica única se 
fundaría un t rabajo cl ínico riguroso, esa fantasía, hoy, no se 
sost iene. 
Creo que hay suficientes elementos para pensar todo lo contra­
rio estrictamente y es que "la técnica" así l lamada, en singular, no 
guarda rigurosa relación con ninguno de los problemas cl ínicos 
planteados por la diversidad de est ructuras psicopatológicas. 
Creo que en ese sent ido las apariencias engañan y que si supone 
que una técnica, por ser planteada como una y muy pautada, es 
rigurosa. eso es sólo u11a apariencia de rigor. Yo creo que el rigor 
estriba en i nvestigar la diversidad de condiciones cl ínicas en las 
cuales nuestro trabajo se pueda hacer eficaz y que el rigor está en 
inst rumentar al servicio del proceso todos los recursos que esa 
est ructura permita y adm ita. 
Esta apertura que estoy planteando, este cuestionamiellfo total 
de la idea de una técnica fija y u11iversal ¿signi fica entonces que 
todo vale?, ¿que hay lugar para una especie de espontaneidad 
caótica? Todo lo contrario. Creo que nos compromete a invest igar 
muchísimo más, seriamente, l as condiciones de empico de cacla 
inst rumento técnico en cada momento de cada proceso y en cada 
sesión. 
Para poder seguir hablando ele los problemas ejempl i ficados en 
el caso ele la est ructura fóbica voy a i r haciendo referencia a 
aspectos psicopatológicos y a sus problemas técnicos. No voy 
a hacer una exposición psicopatológica global de la estructura 
fóbica porque eso me insumi ría tocio el tiempo de la conferencia. 
Supongo en l os colegas un conocimiento general de los psi­
codinamismos ele la est ructura fóbica. Y además remito a los 
colegas para el conocim iento de esa visión psicodi námica global 
a numerosos t rabajos de psicopatología, ele autores que a mí me 
han permit ido esclarecer muchos aspectos de est a est ructura. Diría 
que tal vez debamos tomar como t rabajo fundante el historial 
clínico de Freud sobre el caso Juanito: " Anál isis ele la fobi a de un 
nifio de cinco años". 
Luego qu iero mencionarles t rabajos de orientaci6n kleiniana, 
como los de Hanna Segal sobre las ansiedades persecutori as y los 
mecanismos disociativos y proyect ivos en las fobias; t rabajos 
argent inos como los de Dav id Libennan sobre ps icodinam ismos 
48 
en las fobias y sus correlativos aspectos comunicacionales; los 
trabajos ele Mom sobre aspectos caracterológicos en las fobias, 
especialmente en lo referido a las regulaciones de l as distancias en 
Jos vínculos y en la relac ión t ransferenci al y los t rabajos de l a 
orientación est ructuralista. e n particular el trabajo d e Lacan sobre 
el historial clínico de Freud, que t ranscribió Pontal is y que fue 
publicado en la Revista /mago de Buenos Aires: "Las relaciones de 
objeto y las estructuras freudianas". Creo que es un t rabajo que 
pem1 i te profundizar ricamente los problemas edípicos en las 
fobias y su fantasmát ica, que el h istorial clínico de Freud estaba 
revelando con una notable sagacidad. 
En la primera fase del vínculo. en la fase de const itución de l a 
relación terapéut ica, ¿qué problemas se nos plantean? Allí mencio­
né ya varios, quiero especi ficarlos. 
Nos encont ramos con un paciente que como resultado de todo 
un proceso edípico intensamente confl ict ivo con ambas figuras 
parentales. se encuentra tanto con amenazas de encierro (que 
remi ten a ansiedades claustrof6hicas), como con amenazas de 
abandono (que rem iten a ansiedades agorafóbicas). 
Todo ese m undo con ll ict ivo se nos instala en la relación 
terapéutica desde la primera consulta y nosotros somos. clescle ese 
momento, t anto objetos protectores como objetos pel igrosos. 
Todo ese conllicto toma en el paciente la fonna ele una 
ambigüedad de comienzo, una ambigüedad con respecto a con­
ciencia

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