Logo Studenta

03- Mated For Life - Skye Alder - Familia Solis Flores

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

1 
 
Mated For Life 
Skye Alder 
(Ash Mountain Pack 03) 
 
 
 
 
 
 
 
Traducción de Fans para Fans, sin fines de lucro 
Traducción no oficial, puede presentar errores 
Apoya a los autores adquiriendo sus libros 
2 
 
Sinopsis 
Rylan Black prefiere estar solo. Tal vez sea porque es el 
único cambiante de oso en una manada de lobos. Pasa la mayor 
parte del día a solas en su jardín, y sólo habla con sus cinco 
amigos de la manada cuando éstos vienen a visitarlo. Cuando se 
entera de que Finn ha encontrado a su compañera y se dirige a 
felicitar a su amigo, un olor le llega. 
COMPAÑERA. 
Clementine Bloom no puede tomarse un respiro. Su madre 
está enferma y la trata como si fuera basura, los clientes de su 
trabajo son siempre maleducados y su jefe piensa que es una 
persona pusilánime. ¿Por qué no puede encontrar algo como lo 
que Delaney tiene con Finn? 
Cuando se dirige a Ash Mountain para ver a Delaney, puede 
que consiga su deseo. 
¿Podrá Rylan convencer a Clementine de que una vez que te 
apareas, es para toda la vida? 
*Advertencia: ¡Este es un romance de cambiaformas con 
instalove! ¿Es dulce? Por supuesto. ¿Es caliente? Debes ser 
nuevo aquí. 
 
3 
 
Capítulo 1 
Rylan 
Termino en mi invernadero, asegurándome de haber regado 
todos los cultivos mientras avanzo por los pasillos, recuperando 
mi pala y mis guantes de jardinería antes de cerrar. Atravieso el 
jardín y entro en la puerta trasera de mi casa, dejando las 
herramientas en la estantería junto a la puerta trasera y 
quitándome las botas antes de alinearlas junto a la puerta. 
Mi cabaña está situada en lo más profundo del bosque, 
cerca del límite sur de la tierra de Ash Mountain. Es la más 
alejada del pueblo, lo que me viene bien porque me gusta la 
privacidad. Soy el único cambiante de oso en un pueblo lleno de 
cambiantes de lobo. Solía vivir cerca del Parque Nacional de los 
Glaciares con mis padres hasta que murieron en un incendio. 
Estuve vagando durante un par de años hasta que me topé con 
Ash Mountain. Los cambiaformas pueden sentir a otros 
cambiaformas y tuve suerte cuando me ofrecieron un lugar en 
su manada. 
Todos los miembros de la manada son amables y se han 
acostumbrado a mí y a mis costumbres a lo largo de los años. 
4 
 
Me ayudaron a construir mi cabaña y mi invernadero, y les 
devuelvo su amabilidad cultivando y compartiendo las cosechas 
con la manada. Me gusta la jardinería. Es tranquila y pacífica y 
rara vez tengo que hablar con alguien. Voy al pueblo una vez a 
la semana para dejar los productos y me veo obligado a entablar 
conversaciones con la gente, pero el resto de la semana lo paso 
a solas en mi tierra. 
Suelo ser muy reservado, pero tengo algunos amigos íntimos 
aquí en el pueblo. Slate, Finn, Kai, Easton y Krew han sido mis 
mejores amigos desde que me mudé a Ash Mountain. Son los 
únicos que vienen a visitarme aquí y los únicos a los que recibo 
en mi casa. 
Parece que todos mis amigos han encontrado a sus 
compañeras recientemente. Primero, el Alfa, Slate, se apareó con 
Grier y luego Finn, su Beta, le siguió poco después. Todavía no 
he conocido a la compañera de Finn y sé que tengo que ir a 
felicitarlo. Lo he estado posponiendo durante unos días, pero 
mientras miro mi cabaña vacía, decido hacerlo de una vez. 
Me preparo un sándwich antes de volver a ponerme las 
botas y salir a toda prisa por la puerta trasera. Voy comiendo 
mientras me dirijo al bosque, mis ojos de cambiaformas me 
ayudan a ver en la penumbra. Termino mi sándwich 
rápidamente y mi oso retumba dentro de mí, queriendo más. 
Puedo sentir su suave pelaje rozándome mientras se revuelca 
sobre su espalda. 
5 
 
Pienso en que Finn y Slate han encontrado a sus 
compañeras y una punzada de celos me golpea. Me gustaría 
encontrar a mi compañera, pero paso tanto tiempo solo que 
dudo que eso ocurra. Ya me he resignado, pero cuando era un 
cachorro, solía imaginar cómo sería. Nunca me pregunté cómo 
se vería porque estoy seguro de que, sea quien sea, será la chica 
más bonita del mundo para mí. 
Probablemente sea una suerte que sea un cambiaformas y 
que la naturaleza tenga que darme mi compañera. Soy un chico 
bien parecido, pero hace tanto tiempo que no me relaciono con 
la gente que puedo ser torpe. Finn y los chicos siempre se burlan 
de mí y dicen que soy demasiado serio, demasiado estoico, pero 
yo nunca sé qué decir a los demás. Incluso con mi grupo de 
amigos, soy de lejos el más callado. Me pregunto qué chica 
querría un compañero como yo. 
Mi oso se estira sobre sus patas traseras al oír hablar de 
compañeros y lo empujo hacia abajo. Él quiere salir pero cada 
día lo empujo más hacia abajo. Siempre intenta que vaya más a 
la ciudad, que viaje más para encontrar a mi compañera, pero 
simplemente no me sale. Él quiere hacerlo por sí mismo, pero no 
puedo imaginarme lo que pensaría la gente de otros pueblos si 
vieran a un oso negro gigante avanzando por la calle principal. 
Los cambiantes animales siempre se parecen a ellos y lo 
mismo ocurre con los osos. Yo tengo el pelo negro y los ojos azul 
oscuro, así que mi oso tiene el pelo negro y los ojos azul oscuro. 
Es grande para ser un oso y yo soy alto para serlo, mido 2 
6 
 
metros. Soy grande por todas partes, fuerte por llevar todo el día 
equipos de jardinería y cubos de productos. 
Mi oso presiona contra mí, sacando sus garras mientras se 
levanta de nuevo sobre sus patas traseras. El empuje es más 
fuerte esta vez, más insistente, y tengo que apretar los dientes 
para no cambiar. Me detengo en el bosque, apoyándome en un 
árbol mientras intento recuperar el control. 
COMPAÑERA, ruge y me pongo de pie, oliendo el aire para 
oler lo que él huele. Es débil, pero puedo oler algo. Es delicioso, 
como a naranjas y clavo, y se me hace agua la boca mientras 
empiezo a moverme de nuevo. Acelero el paso y pronto estoy 
corriendo por el bosque, siguiendo el olor hasta llegar a la casa 
de Finn. Subo las escaleras y abro la puerta de golpe. La puerta 
se estrella contra la pared y me quedo en el umbral, respirando 
con dificultad y pareciendo un toro en una cacharrería mientras 
busco a mi compañera. 
Finn sale al pasillo con una pequeña chica pelirroja detrás. 
Adopta una postura defensiva, pero no me preocupa. Si intenta 
interponerse entre mi compañera y yo, lo haré pedazos. 
—Compañera —gruño y Finn me devuelve el gruñido. 
—Ella es mi compañera, Rylan —gruñe. 
—Ella no —digo, con mis ojos apenas mirando a la pelirroja 
detrás de él. 
—No hay nadie más aquí —dice Finn, su postura se vuelve 
más amistosa cuando comprende que no estoy aquí para hacerle 
daño a él o a su compañera. 
7 
 
—Puedo olerla —exclamo, mi voz sacude las paredes. 
—Somos los únicos dos en la casa —insiste Finn. 
—Clem —susurra la chica desde detrás de Finn. 
Los dos la miramos y ella habla más alto: —Es Clem. Está 
oliendo a Clem. 
Clem, pienso y mi oso retumba de placer ante el nombre. 
—¿Dónde está mi Clem? —exijo. 
—Se ha ido a su casa —dice la compañera de Finn. 
—Yo soy su casa —les rujo y ella da un paso atrás al oírlo. 
—Tiene que cuidar de su madre —intenta decirme la chica. 
—¿Cuál es la dirección? Las iré a buscar a las dos y las 
traeré aquí, donde deben estar. 
Finn le devuelve la mirada y sacude ligeramente la cabeza. 
Él no quiere que ella me diga la dirección y yo gruño por eso. 
¿Está tratando de alejarme de mi compañera? Estoy seguro de 
que mis ojos están enloquecidos mientras doy un paso hacia él. 
—La llamaré para que vuelva —dice la chica, levantando su 
móvil. 
—La esperaré aquí —digo, tomando asiento en el sofá y 
sentándome con la espalda erguida mientras la tensión y la 
ansiedad me llenan. 
—Puede que ella no vuelva hoy —me dice la chica. 
—Debe hacerlo —insisto. —Necesito a mi compañera. 
—De acuerdo… 
Ella marca el teléfono mientras yo espero sentado, 
escuchando su conversación.8 
 
—Sabes que sí. De hecho, me preguntaba si te gustaría 
volver a visitarme... Um... ¿hoy? Como, ¿ahora mismo?... 
¿Podrías venir después? ¿Tal vez sólo para cenar? 
Gruño ante eso. Mañana no. Tiene que volver esta noche. 
¡Ahora mismo! 
—Sí, eso es perfecto. 
No, no lo es. 
—Sí, es que tengo una sorpresa para ti... ¡Bien, nos vemos 
mañana por la noche! 
Vuelvo a gruñir mientras la chica se gira hacia mí y suspira. 
—Estará aquí mañana por la noche para cenar. 
A mi oso y a mí no nos gusta esta noticia y levanto la vista 
para ver a Finn apoyado en la pared, sonriéndome. Está 
disfrutando demasiado de mi angustia. 
—Esperaré aquí —digo y veo como la sonrisa de Finn se 
borra de su cara. 
—Estará aquí mañana, hombre. Vete a casa y prepara tu 
casa. 
Tal vez tenga razón. Mi casa podría estar limpia. Quiero que 
le guste ese lugar, así que me pongo de pie y los saludo con la 
cabeza, lanzando una felicitación por encima del hombro 
mientras vuelvo a atravesar el bosque. 
 
9 
 
Capítulo 2 
Clementine 
Cuelgo con Delaney y suspiro mientras entro a ver cómo está 
mi madre. Le diagnosticaron insuficiencia renal en fase cinco 
hace casi seis años y los médicos dicen que no le queda mucho 
tiempo. Me asomo a su habitación y la veo profundamente 
dormida, con el constante zumbido de su máquina de diálisis 
como único ruido en la silenciosa casa. 
Me parezco mucho a mi madre. Las dos tenemos el mismo 
pelo rubio pálido, aunque el de ella ya está manchado de canas. 
Las dos somos de estatura media y estamos delgadas, sobre todo 
porque nunca tuvimos mucho dinero para comer. Lo único que 
tengo de mi padre son sus ojos. Mientras que mi madre tiene 
ojos marrones profundos, los míos son del azul más claro. 
Mi madre siempre fue una mujer pequeña, pero a medida 
que la enfermedad ha ido avanzando parece haber encogido. 
Parece débil y frágil mientras yace en la pequeña cama y sé que 
no tardará mucho. 
Se me revuelven las tripas como siempre que pienso en su 
muerte. Me hace parecer un monstruo, pero no creo que la eche 
10 
 
de menos. Me siento aliviada cuando pienso en no tener que 
recoger sus cosas ni cuidarla más. He estado atada a ella y a 
esta ciudad desde que me gradué y tuve que seguir posponiendo 
mis sueños de escapar de esta ciudad de mierda porque ella me 
necesitaba aquí. Sin embargo, pensar en lo aliviada que estaré, 
siempre me hace sentir culpable. Hasta que mi madre abre la 
boca y me dice algo desagradable y entonces vuelvo al principio. 
Se ha convertido en un círculo vicioso y puedo sentir que 
empiezo a quebrarme bajo la presión. 
Mi madre nunca ha sido la mejor, pero sigue siendo mi 
madre y es difícil olvidar ese tipo de lealtad. Cuando se haya ido, 
sólo estaré yo para recoger los pedazos y las lágrimas se me 
acumulan en el fondo de los ojos cuando pienso en tener que 
ocuparme de todo yo sola. Otra vez. 
Mi padre nos dejó cuando yo tenía seis años, empaquetando 
sus cosas apresuradamente en la parte trasera de su camioneta 
antes de salir del camino. Mi madre había empezado a beber por 
aquel entonces, sirviéndose chupitos y cervezas en el bar en el 
que trabajaba antes de volver a casa para terminar la noche. No 
es una sorpresa que sus riñones estén destrozados. Es una 
suerte que no se haya matado a sí misma o a otra persona 
conduciendo a casa borracha como solía hacer. Incluso cuando 
se enteró del diagnóstico, nunca dejó de beber y se le negó un 
trasplante por ello. 
Dudo que nos lo hubiéramos podido permitir de todos 
modos. No hay muchas oportunidades de trabajo en Kalispell, 
11 
 
Montana. Trabajo como cajera durante el día y paso las noches 
cosiendo ropa y haciendo arreglos. Trabajo con un par de 
tintorerías cercanas y me envían la ropa con instrucciones de lo 
que hay que llevar o dejar y luego la devuelvo. No gano mucho 
en ninguno de los dos trabajos, pero hasta ahora ha sido 
suficiente para mantener las luces encendidas y nuestras 
cabezas a flote. 
Confiaba mucho en que Delaney viviera aquí con nosotras y 
nos ayudara, pero ahora que ha conocido a su compañero y se 
ha mudado, no sé qué voy a hacer. ¿Tal vez podría alquilar su 
habitación? ¿O tratar de encontrar otro trabajo y acomodarlo a 
mi horario de alguna manera? 
¿Por qué no puedo encontrar un buen chico como hizo 
Delaney? Finn obviamente la ama y la adora. En serio, la sigue 
como un cachorro perdido y la mira como si hubiera colgado la 
luna. Quiero un buen tipo como ese. Alguien encantador, 
amable y dulce. Por desgracia, eso no describe a ningún soltero 
elegible en Kalispell. 
Suspiro mientras me desplomo de nuevo en mi cama doble, 
sintiendo que se me escapan algunas lágrimas por el rabillo del 
ojo cuando el estrés de todo me alcanza. 
*** 
 Cierro la puerta del coche de un golpe y agarro el volante 
con tanta fuerza que los nudillos se me ponen blancos mientras 
12 
 
suelto un grito. Aprieto los dientes, arranco el motor y salgo del 
estacionamiento. Debería ir a casa a ver cómo está mi madre, 
pero sé que mi vecina, la señora Mitchell, ha pasado por allí esta 
tarde, así que me dirijo directamente a Ash Mountain. 
Hoy ha sido un día infernal y juro por Dios que si una 
persona más intenta pisotearme, voy a perder la cabeza. 
Todo empezó esta mañana cuando me desperté con mi 
madre gritándome a las seis. Quería su batido de desayuno y 
estaba harta de esperar. Le cambié las sábanas y la ayudé a 
sentarse y se limitó a quejarse de que debería trabajar más. Me 
escapé de ella y me dirigí al trabajo después de eso sólo para 
tratar con un cliente grosero tras otro. Entonces mi jefe me dijo 
que tenía que quedarme hasta tarde. Lo hizo parecer como si yo 
hubiera metido la pata y no hubiera comprobado el horario, pero 
en realidad él tenía una cita y necesitaba que lo cubriera. Le dije 
que no me iba a quedar y me amenazó con despedirme, así que 
aquí estoy, dos horas después, yendo a ver a Delaney. Al menos 
sé que ella podrá hacerme sentir mejor. 
Delaney y yo hemos sido mejores amigas desde que éramos 
niñas. Nos conocimos en el jardín de infantes y nos unimos por 
nuestro amor a The Golden Girls. Ella solía verla todo el tiempo 
con su abuela y a mí me encantaba ir allí a pasar el rato con 
ellas. Me encantaban esas señoras tan atrevidas y a Delaney y a 
mí nos sigue gustando ver las repeticiones antiguas, aunque 
hayamos visto todos los episodios como diez veces. 
13 
 
Tardo dos horas en llegar a Ash Mountain y para entonces 
mi mal humor ha desaparecido casi por completo. Detengo mi 
destartalado coche junto al de Delaney y sonrío cuando la veo 
observando desde la ventana delantera. Sonrío y la saludo con 
la mano, salgo del coche y me dirijo a la puerta principal. La 
puerta se abre antes de que pueda llegar y allí está el hombre 
más grande que he visto en mi vida. Llena el umbral de la puerta 
y me quedo embobada mirándolo, observando sus hermosos 
rasgos y su cuerpo musculoso antes de que mis ojos vuelvan a 
mirar a Delaney. 
Supongo que no bromeaba cuando me dijo que tenía una 
sorpresa para mí. 
 
14 
 
Capítulo 3 
Rylan 
Ella se ha retrasado. 
Doy otra vuelta alrededor de la sala de estar de Finn y me 
detengo a mirar por la ventana delantera el oscuro bosque. 
Suelto un gruñido cuando empiezo otra vuelta y oigo a Finn y a 
su compañera, Delaney, reírse detrás de mí. 
—Llegará pronto —promete Delaney. 
Llevo escuchando eso desde hace una hora y estoy harto. 
Necesito a mi compañera ahora. Doy otra vuelta cuando veo que 
los faros cruzan la ventana. Estoy a punto de abrir la puerta de 
entrada y salir corriendo a reclamarla cuando Finn aparece 
detrás de mí y golpea la puerta con la mano. Mi oso enseña los 
dientes, no le gusta que alguien intente alejarnos de nuestra 
compañera. 
—Déjala entrar, hombre. Vas a asustar a la chica. 
Resoplo, obligando a mi oso a bajar mientras miro por la 
ventanajunto a la puerta principal. Mi compañera apaga el 
coche y se me corta la respiración cuando sale. Es preciosa. La 
mujer más hermosa que he visto en mi vida. Mi oso se instala en 
15 
 
mi pecho cuando ella cierra el coche y empieza a caminar hacia 
nosotros. 
Tiene el pelo del color del oro hilado y unos ojos azules claros 
que me recuerdan a mi lago favorito junto a mi cabaña. Mi oso 
resopla en mi interior, impaciente por el hecho de que tarde 
tanto en llegar hasta nosotros. Quiere que nuestra compañera 
esté en nuestros brazos y extiendo la mano, tirando de la puerta 
principal para abrirla. 
Mi compañera se queda helada cuando me ve allí de pie y 
estoy seguro de que se sorprende. No soy un hombre pequeño y 
ocupo la mayor parte de la puerta abierta. La veo lanzar una 
mirada hacia la ventana delantera y giro la cabeza para ver lo 
que está mirando. Delaney está de pie junto a la ventana, 
sonriendo a su amiga. Mi oso se agita, queriendo que nuestra 
compañera nos preste atención. Voy a dar un paso hacia ella 
pero Finn me agarra de nuevo. 
—Rylan, amigo, tienes que darle algo de espacio. Deja que 
se acerque a ti. Estás siendo un poco intenso, hombre —intenta 
razonar Finn conmigo. 
No me importa lo intenso que sea. Quiero que Clementine 
sepa que es mía. Dejo que Finn me aparte de la puerta para que 
Delaney pueda pasar y saludar a su amiga. Mi oso y yo nos 
paseamos por el salón. 
—Clem, este es Rylan. Rylan, Clem —nos presenta Delaney. 
Clementine se adelanta y me tiende la mano, y tardo un 
segundo en darme cuenta de que está intentando estrecharme 
16 
 
la mano. Supongo que vivir solo me ha vuelto torpe, o tal vez 
siempre fui así. Tomo su pequeña mano entre las mías, 
asegurándome de no apretar demasiado fuerte. Quiero usarla 
para tirar de ella contra mí, pero mis ojos se encuentran con los 
de Finn por encima de su cabeza y él niega frenéticamente con 
la cabeza. 
—Rylan se va a unir a nosotros para cenar —dice Delaney 
mientras nos damos la mano. 
—Es un placer conocerte, Rylan —dice mi compañera 
mientras me mira fijamente con esos ojos azul pálido. 
Abro la boca, preparado para decir algo como que también 
es un placer conocerte, pero cuando abro la boca, lo único que 
sale es: —Compañera. 
Delaney y Finn se ríen detrás de nosotros y Clem se congela, 
su mano se debilita en la mía. 
—¿Qué? —tartamudea. 
—Compañera. Eres mi compañera. 
Sus ojos me miran entonces, recorriendo desde mi cabeza 
hasta los dedos de los pies y espero que le guste lo que ve. Nunca 
he oído que un cambiante rechace a su compañero, pero Clem 
no es una cambiante. Se queda mirando mis pies durante tanto 
tiempo que empiezo a preocuparme y me muevo, agarrando su 
mano con más fuerza. Mi oso está inquieto dentro de mí 
mientras esperamos a ver qué hace a continuación. 
Suena el temporizador del horno y Clem levanta la cabeza. 
17 
 
—¡La cena está lista! —llama Delaney y veo que Finn la sigue 
hasta la cocina. 
—¿Así es como suele ocurrir el apareamiento? —me 
pregunta Clem. 
—¿Qué quieres decir? 
—Nunca le he preguntado a Delaney cómo se apareó con 
Finn. ¿Es así como suele ser? —pregunta, señalando con la 
cabeza nuestras manos unidas. 
—No, esto es sólo una presentación. Hay más cosas en el 
apareamiento. 
—¿Cómo qué? —pregunta y veo que su respiración empieza 
a acelerarse. 
—Necesito morderte —le digo, pero lo que realmente quiero 
decir es que necesito morderla. Como, ahora mismo. 
El deseo me invade cuanto más tiempo permanezco aquí 
tocándola, pero me siento incapaz de dar un paso atrás o de 
soltar su mano. Los ojos de Clementine se oscurecen y veo que 
inclina la cabeza hacia un lado, mostrándome más de su cuello. 
Me pregunto si es consciente de que lo está haciendo, pero no 
importa. Me acerco a ella, acortando la distancia que nos separa 
mientras me inclino. Se me hace agua la boca a medida que me 
acerco más y más a su piel y mi oso me apremia mientras abro 
la boca, mis afilados dientes listos para hundirse en su cuello y 
marcarla como mía. 
—¿Vienen ustedes? —llama Delaney y yo gruño mientras 
Clementine se aparta de mí, girando para mirar a su amiga. 
18 
 
—¡Ya voy! —dice mientras me mira por encima del hombro. 
—Todavía no, no lo haces —le digo mientras la sigo a la 
cocina. 
 
19 
 
Capítulo 4 
Clementine 
Me siento junto a Rylan en la mesa, con Finn y Delaney 
enfrente. Siento sus ojos clavados en mí mientras tomo el cuenco 
de patatas de Delaney y pongo un poco en mi plato. Se lo paso a 
Rylan, encontrándome con sus ojos, y él se lame los labios. 
Tengo la sensación de que no es comida lo que le apetece. 
Alcanzo el siguiente plato cuando mi silla es empujada hacia un 
lado. Miro a Rylan mientras le quita el plato de carne asada a 
Delaney y pone un poco en mi plato antes de añadir un poco en 
el suyo. Vuelve a hacerlo con las judías verdes y los panecillos y 
me quedo mirándolo todo el tiempo. 
La parte feminista de mí quiere decirle que puedo servirme 
yo misma, pero después de cuidar de todos los demás durante 
tanto tiempo, debo admitir que es agradable que alguien se 
ocupe de mí por una vez. Me arropa bajo su brazo y me derrito 
en su calor. Normalmente, mantengo a los chicos alejados de mí, 
ya que no he tenido tiempo para un novio desde hace... una 
eternidad. Sin embargo, con Rylan puedo sentir esta atracción. 
Ni siquiera conozco al chico y ya quiero arrastrarlo a mi casa 
20 
 
para una o dos rondas en las sábanas. Ni siquiera estoy segura 
de poder llegar tan lejos y lo miro de arriba abajo, 
preguntándome si entrará conmigo en el asiento trasero de mi 
coche. 
Todavía tengo las bragas pegadas de cuando me dijo que 
tenía que morderme. Intento reprimir un gemido al recordar la 
expresión de su cara cuando dijo eso y quiero inclinarme más 
hacia él, ofreciéndole mi cuello para que me marque. 
Observo la mano de Rylan mientras agarra un tenedor y 
corta una patata. Se me hace la boca agua al imaginar esas 
manos recorriéndome y tardo un segundo en darme cuenta de 
que me está ofreciendo el bocado. Lo miro a los ojos, abriendo la 
boca e intentando no gemir mientras me da el primer bocado. Se 
sirve uno para sí mismo y se lo come rápidamente antes de 
ofrecerme otro bocado. Me muevo para agarrar mi propio 
tenedor y dudo cuando siento su mano tensa en mi hombro. Se 
acerca y me quita el tenedor y lo deja en el otro extremo de la 
mesa. 
Bueno... supongo que esta noche me dará de comer. Lo miro 
y parece feliz, incluso orgulloso de alimentarme bocado tras 
bocado. Así limpiamos mi plato y me inclino hacia atrás, llena, 
pero él me lleva otro bocado a la boca. 
—Estoy muy llena —le digo, negando con la cabeza. 
Él frunce el ceño. 
—Tienes que comer más para poder llevar a nuestros bebés. 
21 
 
Es una suerte que no tenga comida en la boca o 
probablemente me habría atragantado. Lo miro boquiabierta, 
conteniendo una carcajada cuando oigo a Delaney atragantarse 
con su sorbo de agua. Finn le da unas palmaditas en la espalda 
y le lanza una mirada exasperada a Rylan al otro lado de la mesa. 
—¿Puedo hablar contigo un segundo? —le pregunto, 
tratando de empujar mi silla hacia atrás. 
Se levanta al instante, apartando mi silla y ofreciéndome su 
mano. La acepto con cautela y me arrastra hasta el salón. 
—¿Qué quieres decir con eso de poder llevar a nuestros 
bebés? Acabo de conocerte. Hace como veinte minutos. ¿Quién 
dice esas cosas? 
—Los compañeros. Sé que tú eres mía y yo soy tuyo. 
Estaremos juntos hasta mi último aliento y nunca amaré ni 
querré a otra. Serás la única mujer que tendrá mis hijos y los 
amaré tanto como a ti —dice, con toda naturalidad. 
—¿Me amas? 
—Por supuesto. Eres mi compañera. 
Parece tan seguro de sí mismo y no sé qué me pasa. Quizá 
sea porque siempre he tenido que ser la responsable. Tal vez sea 
que por fin he tenido suficiente y estoy lista parasoltarme y 
divertirme un poco por una vez. 
—Creía que tenías que morderme para convertirme en tu 
compañera. 
Me levanto y me paso el pelo por un hombro, dejando mi 
cuello al descubierto. Sus ojos se oscurecen y se inclina hacia 
22 
 
mí, enterrando su cara en mi cuello e inhalando. Siento sus 
dientes rozando mi piel y me estremezco contra él, mis dedos se 
enredan en las trabillas de su cinturón y lo atraen más hacia mí. 
Sus dientes bajan por mi cuello, se detienen donde se unen mi 
hombro y mi cuello y se queda quieto antes de hundir sus 
dientes en la piel. 
No estoy segura de lo que esperaba. ¿Dolor, tal vez? En 
cambio, tengo mi primer orgasmo. Grito y mis manos se agarran 
a su cintura mientras me corro. Me hundo contra él y abro los 
ojos para ver que Delaney y Finn han entrado corriendo en la 
habitación para ver qué pasaba. Rylan está ocupado lamiendo 
la zona de mi cuello y me sonrojo al darme cuenta de que acabo 
de tener mi primer orgasmo delante de mi amiga y su hombre. 
—¿Por qué no llevas a Rylan a casa? —dice Delaney y lo 
siguiente que sé es que Rylan me está arrastrando por la puerta 
principal hasta mi coche. 
—¡Diviértete! —dice Delaney y yo la miro. 
Ahora mismo no sé si debería enojarme con ella por haberme 
tendido una trampa sin avisar o agradecerle y comprarle un 
cachorro. Mis ojos recorren el gigante que en estos momentos 
está tratando de meterse en mi pequeño asiento delantero y me 
pregunto qué tipo de cachorro le gustaría más a Delaney. 
Nos acomodamos y arranco el coche, siguiendo las 
indicaciones de Rylan de un pequeño camino de tierra a otro. 
Llevamos unos quince minutos conduciendo y me pregunto 
23 
 
cómo de grande es el pueblo cuando los árboles se separan y veo 
aparecer una cabaña de una sola planta frente a nosotros. 
—Es mi casa —dice, y noto sus ojos en mi cara mientras lo 
asimilo. 
Está bastante oscuro, con solo la luna y una única luz del 
porche encendida, pero puedo distinguir lo suficiente. Se parece 
mucho a la casa de Finn y me pregunto si tendrá la misma 
distribución por dentro. Estaciono el coche delante e intento no 
reírme mientras Rylan se retuerce y gruñe al salir de mi coche. 
Sonríe al oírlo y me encanta que no parezca importarle que me 
burle de él o que me ría de él. Conozco a algunos tipos cuyo ego 
es tan frágil que no podrían soportar eso. 
Me tiende la mano y yo deslizo mis dedos entre los suyos 
mientras me guía por los escalones del porche y hacia el interior. 
Enciende algunas luces y me hace un rápido recorrido que 
termina en su dormitorio. La distribución es similar a la de la 
casa de Finn, con la cocina y el salón en un lado de la casa y los 
dormitorios y los baños en el otro. Me lleva hasta la cama y jadeo 
cuando me agarra por las caderas y me levanta para que 
descanse sobre el colchón. 
Sus dedos se extienden antes de que me dé cuenta de que 
se ha movido y me agarra el dobladillo de la camisa, tirando de 
ella por encima de mi cabeza con un rápido movimiento. Sus 
ojos se fijan en la marca de la mordedura y mi mano intenta 
cubrirla cuando veo que sus ojos se oscurecen. Vuelve a buscar 
24 
 
mis pantalones, pero le aparto las manos de un manotazo y lo 
miro fijamente. 
—¿Qué demonios estás haciendo? —le pregunto. 
—Tenemos que emparejarnos —dice simplemente, y por fin 
me doy cuenta de lo que cree que va a pasar ahora. 
Le apoyo el pie en el pecho, manteniéndolo atrás mientras 
pienso en cómo decirle que esto no va a pasar. Al menos no esta 
noche. Sus manos se dirigen a mi pie y deslizan su mano por mi 
pierna, agarrándola por detrás de la rodilla y tirando de ella para 
que quede acostada en la cama. 
—¡Ya basta! —me río y él se queda inmóvil, frunciendo el 
ceño. 
—Somos compañeros. Tienes mi marca —dice, señalando la 
marca del mordisco. 
¿Era sólo hace una hora que yo también deseaba encontrar 
un compañero cambiaformas? Bueno, ahora tengo uno, pero no 
es nada de lo que pensé que sería. Pensé que sería dulce y gentil 
como Finn. Este tipo es posesivo y dominante. Es, bueno... un 
animal. 
—¿No me quieres? —pregunta, su voz insegura. 
—Es que no esperaba acostarme contigo esta noche. Quiero 
decir que lo pensé, pero no soy ese tipo de chica y nos acabamos 
de conocer. Pensé que serías más como Finn. Es tan dulce con 
Delaney. 
—Puedo ser dulce —dice, sonando malhumorado y me río 
del ceño fruncido en su cara. 
25 
 
—Acabas de mantener mi tenedor como rehén y me has 
dado de comer y luego me has mordido y he tenido mi primer 
orgasmo delante de mi mejor amiga y su hombre. 
—¿Y? —pregunta, y parece genuinamente confundido sobre 
por qué no querría correrme delante de otras personas. Al 
parecer, voy a tener que explicarle muchas cosas a este tipo. 
—Prefiero mantener mis orgasmos en privado —digo 
secamente. 
Me observa, con un rubor extendiéndose por sus mejillas. 
Se ve lindo así, lo que debería ser imposible para un tipo de su 
tamaño. 
—Lo siento. Mi oso y yo... estábamos excitados. 
—¿Tu oso? 
—Soy un cambiante de oso —dice con un movimiento de 
cabeza. 
—¿Hay cambiadores de oso? Creía que aquí todos eran 
lobos. 
—Todos menos yo —dice y suena solitario. 
Vuelvo a ver su tamaño y lo veo. Quiero verlo cambiar, pero 
primero tenemos que arreglar el resto de esto. 
—Seré mejor en el futuro. Lo prometo. Seré el mejor 
compañero. Mejor que Finn —dice. 
Lo observo, tratando de decidir qué debo hacer y él me 
devuelve la mirada. No puedo negar que mi cuerpo reacciona 
ante él. Me hormiguea la sangre por todas partes y siento como 
si un zumbido recorriera mi piel. Es más fuerte cuando me toca 
26 
 
y quiero profundizar en ello. Me gusta cómo me cuida, cómo me 
mira como si fuera la persona más importante del mundo para 
él. Confío en él y quiero darle una oportunidad a esto con él. 
—Seré tu compañera, pero tenemos que ir despacio. No voy 
a tener sexo contigo esta noche. 
 
27 
 
Capítulo 5 
Rylan 
Sigo sujetando su mano y la agarro con más fuerza cuando 
dice que será mi compañera, negándome a soltarla incluso 
cuando empieza a intentar apartarse. Pone los ojos en blanco y 
suelta un resoplido, pero me deja sostener su mano. Sigue en 
topless, apoyada en el cabecero de nuestra cama, y mi oso y yo 
nos relamemos al verla. Quiero enterrar mi cara entre los suaves 
globos, acariciarla allí antes de hundir mis dientes en la parte 
inferior. Quiero dejar marcas de mordiscos por todo su cuerpo 
curvilíneo antes de acomodarme entre sus piernas. 
Mi oso está de acuerdo conmigo. Quiere saborear su miel, 
pasar horas explorando los suaves pliegues. Nunca me había 
sentido atraído por nadie. Era como si mi libido estuviera 
hibernando, pero ahora está bien despierta. Sé que es porque la 
he mordido. Una vez que reclamas a tu compañero, el calor del 
apareamiento se apodera de ti y puedo sentirlo recorriendo mi 
sistema como un maremoto. 
Observo a mi compañera y me pregunto si ella también lo 
siente. Mis ojos se fijan en su hombro, donde está mi marca, y 
28 
 
mi oso ruge de orgullo al verla. Clementine debe sentir mis ojos 
en ella, porque lo siguiente que sé es que está tirando de su 
camiseta. Retira su mano de la mía y mete el brazo por el 
agujero, arreglándose el pelo mientras se levanta de la cama. Mi 
oso y yo gruñimos ante eso, queriendo que su marca vuelva a 
ser visible para nosotros. 
—Tengo que ir a casa —dice mientras se pone a mi lado. 
—No. Tú te quedas aquí —digo, mi espalda se endereza 
mientras me preparo para una pelea. 
La ataré a la cama si es necesario. Mi compañera no puede 
dejarme. 
—Sólo he venido a cenar. Tengo que ir a casa esta noche. 
—No. 
—¡Rylan! Yo. No. Puedo. Quedarme. 
El fuego arde en sus ojos mientras cruza los brazos sobre el 
pecho. A mi oso y a mí nos gusta lo luchadora y fuerte que es, 
pero queremos que se quede aquí con nosotros. 
—Tienes que hacerlo. 
—No puedo.Mi madre está enferma y tengo que volver a 
casa con ella. 
—La traeremos aquí. 
—Ella no puede venir aquí. Ella no... no puede viajar. No le 
queda mucho tiempo. 
Puedo ver el estrés y la ansiedad en su cara. Parece agotada 
y mi oso y yo queremos arroparla en nuestra cama y consolarla. 
Sus ojos azules y claros parecen cansados y sólo quiero 
29 
 
envolverla en mis brazos y acurrucarla contra mí. Le aparto el 
pelo rubio de la cara, queriendo sentir los sedosos mechones 
entre mis dedos. 
—Iré contigo. 
—No creo que sea una buena idea. 
—¿Por qué no? —digo frunciendo el ceño mientras mis 
dedos se enredan en su pelo. 
—Tengo que cuidar de ella y voy a trabajar todos los días. 
¿Qué vas a hacer tú todo el día? 
—Iré contigo —digo, como si debiera ser obvio. 
Me mira fijamente, sus ojos recorren mi gran figura y niega 
con la cabeza. 
—No va a funcionar. 
—Eres mi compañera. Funcionará. 
—¿Y si vuelvo todas las noches? Volveré aquí y podremos 
conocernos mejor. 
Mi oso sacude la cabeza ante eso, queriendo que ella ceda y 
esté con nosotros aquí, pero sus palabras de antes pasan por mi 
cabeza. Ella no quiere a un tipo que la intimide. Quiere un buen 
compañero, una pareja. Yo seré eso para ella. Seré el mejor 
compañero. 
—Todas las noches —digo, mirándola con firmeza. 
—Lo prometo —dice ella, levantando su dedo meñique hacia 
mí. 
30 
 
Miro su dedo meñique durante un segundo antes de agarrar 
su mano y atraerla hacia mí, sellando mis labios contra los 
suyos. 
 
31 
 
Capítulo 6 
Clementine 
Jadeo conmocionada y caigo sobre él. Sus labios se adaptan 
perfectamente a los míos y gimo cuando su lengua sale para 
lamerme el contorno de la boca. No sé en qué momento mis 
manos se han movido de mis costados, pero ahora están 
enterradas en el pelo negro de Rylan, mis manos sosteniendo su 
boca contra la mía. Gime cuando mi boca se abre bajo él y su 
brazo me rodea por la cintura, estrechándome contra él mientras 
su otra mano serpentea por mi cuerpo. Me aparta la camiseta 
del hombro y sus dedos rozan la marca del mordisco. Gimo, un 
pequeño orgasmo me recorre mientras él sigue acariciándome. 
Gimo, rodeando su cadera con una pierna para frotarme 
contra él. Rylan ruge en lo más profundo de su garganta cuando 
sus manos bajan a mi cintura y me levanta con facilidad, 
colocándome entre la pared y él. Dejo escapar un grito cuando 
siento su longitud rígida empujando contra mí, frotándome justo 
donde más lo necesito. Mi cabeza se inclina hacia atrás 
golpeando la pared mientras el placer me invade por completo. 
32 
 
Rylan gime en mi cuello, con sus caderas empujando contra mí 
mientras me abraza. 
—Haremos las cosas a tu manera cuando estemos fuera, 
pero en el momento en que estés en mis brazos, en mi cama, yo 
mando. ¿Está claro, compañera? 
Sus duras palabras no hacen más que calentarme y asiento 
frenéticamente con la cabeza mientras empiezo a rebotar contra 
él. 
—¡Sí! —grito mientras mi orgasmo me atraviesa. 
Mis ojos se ponen en blanco y grito mientras Rylan entierra 
su cara en mi cuello. Vuelve a morderme, esta vez en un lado del 
cuello, y me corro de nuevo. Tengo la garganta en carne viva de 
tanto gritar cuando finalmente vuelvo a bajar y abro los ojos 
cuando siento que Rylan se mueve. Me deposita de nuevo en la 
cama, aprisionándome con sus brazos mientras se cierne sobre 
mí. 
—Ya tienes lo tuyo, Ricitos de Oro. Ahora me toca a mí. Abre 
las piernas. Mi oso y yo queremos probar tu miel. 
Sus manos se dirigen a mis vaqueros y los bajan 
rápidamente por las piernas. Abro las piernas mientras Rylan 
libera su polla de sus propios vaqueros. 
—Más abierto —me ordena, y abro las piernas todo lo que 
puedo. 
Rylan se lame los labios, gruñendo mientras mira entre mis 
muslos. Mis bragas blancas están empapadas y noto que se me 
pegan. Me pregunto si son transparentes. Rylan se agarra la 
33 
 
polla y se da un par de golpes bruscos antes de arrastrarse por 
la cama hacia mí. 
—Parece que mi Ricitos de Oro se ha ensuciado. 
—¡Oh, Dios! —grito al sentir su aliento caliente en el interior 
de mis muslos. 
—Mi compañera necesita que su oso la limpie. 
Estoy tan caliente que me sorprende no haberme corrido ya 
sólo con sus palabras. Asiento con la cabeza frenéticamente 
mientras él sube y agarra mis bragas, retorciéndolas por los 
lados hasta que se rompen. Se las lleva a la nariz y respira 
profundamente mientras yo lo observo. No me quita los ojos de 
encima mientras se inclina y me da una larga y lenta lamida en 
el centro. Pongo los ojos en blanco y me derrumbo en la cama. 
—Mmm —gime Rylan contra mi centro empapado. 
Mis piernas se tensan a ambos lados de su cabeza y mis 
manos se agarran a su pelo, tratando de mantenerlo quieto para 
poder frotarme contra él. Mis caderas se mueven una vez antes 
de sentir que Rylan se aleja. 
—¡No! —lloro, queriendo que vuelva a lo que estaba 
haciendo. 
—¿Quién está a cargo, compañera? 
—¿Qué? 
—¿Quién manda ahora mismo? 
—Tú... ¡Tú! —grito, tratando de arrastrarlo de nuevo a mi 
necesitado coño. 
34 
 
—Exactamente y tomarás lo que yo te dé. Ahora recuéstate 
y rodea los postes de la cama con tus manos. 
La humedad inunda mi núcleo y lo miro fijamente. Utiliza la 
yema de dos de sus dedos para golpear mi clítoris y mi espalda 
se arquea, un gemido se escapa de entre mis labios. 
—Manos, Ricitos de Oro —dice con una mirada dura, y esta 
vez subo al instante y envuelvo las manos en los postes de 
madera lisa. 
—Ahora abre las piernas. 
Las abro de nuevo y jadeo mientras miro fijamente a Rylan. 
—Perfecto. Así está bien, Ricitos. Ahora, quédate así y deja 
que tu compañero te cuide. 
Gimo, asintiendo con la cabeza mientras Rylan se acomoda 
de nuevo entre mis piernas. Mis dedos se tensan por encima de 
mi cabeza e intento quedarme quieta mientras él se inclina y 
empieza a lamer mis pliegues empapados. Su lengua es ancha y 
un poco áspera, y gimo cuando la utiliza para acariciar mi 
clítoris. Todo mi cuerpo está tenso mientras intento quedarme 
completamente quieta para que no se detenga de nuevo. Solo 
necesito un poco más y volveré a correrme. 
Rylan gime mientras me come, enterrando su cara entre mis 
muslos. Se recuesta por completo y pronto siento que la cama 
empieza a moverse. Empieza a empujar, frotando su polla contra 
la cama mientras me lame el coño, tratando de atrapar toda mi 
crema con su lengua. Con cada empujón, me balanceo en la 
35 
 
cama y luego bajo con más fuerza contra su boca. El movimiento 
es exquisito y siento que empiezo a deshacerme. 
Rylan empuja más rápido, balanceándome con más fuerza 
contra su boca, y grito mientras me corro. Siento que la cama se 
mueve, pero estoy en el punto álgido de mi orgasmo y no puedo 
concentrarme en ello. Rylan se acomoda entre mis piernas y 
abro los ojos cuando mi orgasmo finalmente sigue su curso. Está 
arrodillado entre mis muslos, metiendo el puño en su enorme 
polla mientras me mira fijamente con sus ojos azules llenos de 
lujuria. 
Me relamo los labios, observando cómo se masturba. Me 
pregunto a qué sabrá. Quiero intentar chupársela, ver cuánto 
podría meterme en la boca. ¿Sería capaz de meterme la mitad de 
la polla en la boca antes de que chocara con la parte posterior 
de mi garganta? Estoy a punto de inclinarme hacia delante e 
intentarlo, cuando empieza a correrse. Salen gruesos chorros 
blancos que me salpican el estómago, el coño y los muslos, y 
gimo al sentir cómo se enfría en mi piel. 
Rylan se corre con un rugido, su puño sube y baja por su 
longitud mientras exprime lo último de su orgasmo. Su pecho 
sube y baja rápidamente mientras me mira, contemplando mi 
cuerpo tendido y semidesnudo bajo él. Saca la mano y empieza 
a frotar su semen en mi piel. Lo observo, todavía tan excitada 
incluso después de haberme corrido tantas veces. 
—No te quites mi semen de encima—me ordena y mi coño 
se aprieta ante sus palabras dominantes. 
36 
 
Capítulo 7 
Rylan 
La ayudo a ponerse los vaqueros y los zapatos antes de 
tomarla de la mano y llevarla a la cocina. Le acerco una silla a 
la mesa y la ayudo a sentarse antes de dirigirme a la cocina. 
—¿Tienes hambre? —le pregunto por encima del hombro. Le 
pregunto por encima del hombro. 
—Un poco. 
—¿Qué quieres comer? 
—Gachas —me responde enseguida y me río de su broma 
sobre Ricitos de Oro. 
La risa retumba, sonando oxidada por la falta de uso. Clem 
me sonríe y eso me golpea en el pecho. Sus ojos azules pálidos 
me brillan y no puedo creerlo. No puedo entender cómo alguien 
tan perfecto como ella puede estar emparejado con alguien como 
yo, pero le doy las gracias a la madre naturaleza por habérmela 
traído. 
—¿De verdad quieres gachas? 
—Puedo comer lo que tengas a mano. 
—¿Qué tal un poco de pollo asado y verduras? 
37 
 
—Suena delicioso, pero no tengo tanta hambre. ¿Tal vez 
podríamos comer algo de fruta o algo así? 
Asiento con la cabeza, sacando algunas bayas y manzanas 
y llevándolas al fregadero. Lo lavo todo antes de cortar las 
manzanas. Mi cocina es de la vieja escuela. Todos los 
electrodomésticos de mi casa son de la vieja escuela y no tengo 
un horno moderno. Todo funciona con leña o con el agua del 
arroyo que corre detrás de mi cabaña. 
—¿Puedo ayudar? —pregunta Clem detrás de mí. 
—No. Deja que me ocupe de ti. Deja que te demuestre que 
puedo ser un buen compañero. 
Coloco la fruta en un cuenco mientras Clementine me 
cuenta su día. Habla un poco más de su madre, pero 
principalmente habla de sus trabajos. Admiro su ética de 
trabajo. Trabajar en dos empleos y cuidar de su madre enferma 
no debe ser fácil y me gustaría que me dejara ayudarla. Sólo 
quiero aliviar un poco su carga. 
Cenamos en la mesa de mi cocina y le hablo de mis padres 
y de cómo llegué a Ash Mountain. Le hablo de mi jardinería y del 
invernadero de atrás. Parece interesada en ello y le prometo que 
le enseñaré ambas cosas cuando haya luz. Los dos comemos 
despacio, ninguno de los dos quiere que esta noche termine. O 
al menos yo no quiero que lo haga. 
—Debería irme —dice Clem cuando termina de ayudarme 
con los platos. 
Asiento con la cabeza, tomando su mano y llevándola fuera. 
38 
 
—Volveré mañana. 
Mi oso gruñe, no queriendo que nos deje. 
—Tienes que confiar en mí —susurra cuando nos detenemos 
ante la puerta de su coche. 
Asiento con la cabeza, la atraigo hacia mis brazos y sello mis 
labios sobre los suyos antes de separarme. Apoyo mi frente en 
la suya y la respiro. Quiero que su olor me envuelva para poder 
seguir oliéndola cuando me acueste en la cama esta noche, a 
solas. 
—No te quites mi olor de encima —le ordeno y sonrío al ver 
que Clementine se sonroja y se muerde el labio inferior. 
La ayudo a entrar en el coche, agarrando la parte superior 
de la puerta e inclinándome para besarla por última vez. 
—Te veré mañana —susurra contra mis labios y yo asiento 
con la cabeza. 
—No llegues tarde. 
Mueve la cabeza y pone los ojos en blanco. Le doy otro beso 
rápido antes de que se vaya. Cierra la puerta y saluda con la 
mano mientras arranca el coche. Sus ojos se ven tristes y mi oso 
gime al verla afectada. Saluda una vez más con la mano antes 
de arrancar el coche. Mi oso y yo la vemos irse, pero pronto no 
puedo soportarlo. 
Doy vueltas y salgo, cambiando en cuanto me acerco a la 
carretera principal. Mi oso sale persiguiendo el coche y la 
seguimos hasta que llega a las afueras de la ciudad. Se detiene 
antes de llegar a la carretera y mi oso corre junto al coche. Clem 
39 
 
se asoma y me ve, sonriendo de par en par antes de estacionar 
y salir del coche. Se acerca a mí, estira la mano y la hunde en 
mi suave pelaje. Mi oso prácticamente ronronea mientras se 
acurruca contra ella. 
—Me gusta tu oso —susurra Clem. 
A él también le gustas, pienso mientras le doy un 
empujoncito en la mano. 
—Volveré mañana. Lo prometo —dice antes de lanzarme 
una mirada de arrepentimiento y dirigirse a su coche. 
Me saluda por última vez antes de girar hacia la autopista y 
alejarse de mí. 
 
40 
 
Capítulo 8 
Clementine 
Me duele el pecho durante todo el trayecto de vuelta a 
Kalispell y desearía poder dar la vuelta y correr directamente a 
los brazos de Rylan. Quiero quedarme dormida acurrucada en 
su pecho, con su cuerpo envolviéndome, manteniéndome a 
salvo. Me pregunto cómo sería dormirse sin ningún tipo de 
estrés o preocupación. Despertar y no tener que atender a nadie 
ni salir corriendo al trabajo. Pienso en eso cuando me detengo 
en la puerta de mi casa, cuando voy a ver a mi madre y cuando 
me meto en mi cama, sola. 
A la mañana siguiente me despierto con mi madre 
llamándome a gritos por el pasillo. Me arrastro fuera de la cama 
y por el pasillo, ayudándola a sentarse en su cama y 
encendiendo la televisión para ella. Hoy tiene un aspecto aún 
más frágil e ictérico, con bolsas oscuras que resaltan en su 
rostro hundido, y me pregunto si debería cancelar lo de Rylan y 
quedarme aquí con ella. 
Suena el despertador en mi habitación y me apresuro a 
apagarlo y a prepararme para el trabajo. Le doy a mi madre uno 
41 
 
de sus juegos vitamínicos, asegurándome de que tiene todo lo 
que necesita antes de ir al trabajo. Tengo que lidiar con clientes 
malhumorados y con el imbécil de mi jefe todo el día, y lo único 
que me ayuda es pensar en Rylan. 
Sueño despierta con lo que haremos esta noche. Me 
pregunto si volverá a tomar el control y hará que me corra. Esta 
mañana no me he duchado, recordando cómo me ordenó que 
dejara su esencia sobre mí. Mis muslos se aprietan al recordar 
cómo se masturbó sobre mí y me manchó la piel con su semen. 
Mi mano roza las marcas que dejó en mí y siento que mis 
pezones se agitan en mi sujetador mientras el calor me inunda. 
Tocar las marcas de los mordiscos es lo único que parece 
quitarme el dolor y me preocupo por Rylan. ¿Puede él sentir la 
necesidad también? ¿Le duele? Me agarro el labio inferior con los 
dientes mientras pienso en él solo en su cabaña, con el pecho 
dolorido como el mío. 
Me apresuro a llegar a casa después del trabajo y me 
aseguro de que mi madre esté bien instalada antes de quitarme 
la ropa de trabajo y ponerme la ropa más sexy que tengo. Es un 
vestido corto tipo babydoll que me compré cuando aún estaba 
en el instituto. Lo llevé a una fiesta en aquel entonces y luego lo 
enterré en el fondo de mi armario, olvidándome de él hasta hoy. 
Me queda un poco más ajustado de lo que recordaba y mis tetas 
casi se salen de la parte superior, pero creo que servirá para lo 
que tengo planeado para esta noche. 
42 
 
Seducir a mi compañero. He decidido que debo ir a por él. 
Me hace sentir querida y segura y ya me gusta mucho y me 
importa. Además, tengo veinticuatro años y eso me parece un 
poco mayor para seguir manteniendo mi tarjeta V. 
Acelero todo el camino hacia Ash Mountain, inclinándome 
sobre el volante para intentar encontrar el camino de tierra que 
lleva de vuelta a la cabaña de Rylan. Por fin veo la cabaña a lo 
lejos y sonrío cuando veo a Rylan paseando por su porche. Está 
cruzando el patio delantero en cuanto estaciono y abre de un 
tirón la puerta del coche. 
Se queda helado en cuanto me ve con el vestido, con la boca 
abierta y el bulto en la parte delantera de sus vaqueros 
creciendo. 
—¿Cuánto tiempo llevas esperándome? —le pregunto 
mientras salgo del coche. 
Los ojos de Rylan se fijan en mis piernas, asimilando lo 
mucho que puede ver en el corto vestido. Un gruñido retumba 
en su pecho cuando la tela suelta se balancea alrededor de la 
parte superior de mis muslos. Le sonrío, me inclino sobre mis 
tacones de aguja y le rodeo el cuello con los brazos. Presiono mi 
cuerpo contra el suyo, el dolor finalmente desaparece ahora que 
estoy en sus brazos. 
—¿Cuántotiempo llevas aquí esperándome? —vuelvo a 
preguntar. 
—Todo el día —admite, mientras sus ojos recorren mi 
cuerpo. 
43 
 
Sonrío, y mis dedos juegan con su pelo. 
—¿Me has echado de menos? 
—Mucho. No deberías irte otra vez. 
—Yo también te he echado de menos. Estuve pensando en 
ti todo el día, preguntándome qué me harías esta noche. Incluso 
me vestí para nuestra segunda cita. ¿Te gusta? —pregunto, 
dando un paso atrás y dando vueltas en la hierba. 
La falda se levanta y oigo un fuerte gruñido detrás de mí un 
segundo antes de que sus brazos me rodeen. Supongo que se ha 
dado cuenta de que esta noche me he olvidado de las bragas. Me 
río cuando me toma en brazos y me lleva dentro, cerrando la 
puerta de una patada y echando el cerrojo antes de llevarme a 
nuestro dormitorio. 
—¿Has comido? —me pregunta, helado, antes de dejarme 
en la cama. 
—He comido un sándwich hace un rato. 
Frunce el ceño ante eso. 
—Necesitas comer más que eso. 
—Tengo hambre de algo más —digo, inclinándome y 
susurrándole al oído. 
Tomo el lóbulo entre mis dientes y tiro. Le suelto la oreja 
cuando gime y me dirijo a su cuello. Me acuesta suavemente en 
la cama y me pasa el pelo por encima de un hombro para poder 
ver sus marcas en mí. Sus ojos se oscurecen al verlas y se inclina 
rozando con sus labios las marcas de los mordiscos en mi cuello 
y luego en mi hombro. 
44 
 
—¿Está mi Ricitos de Oro necesitada de su compañero? —
me pregunta mientras me tiende en la cama. 
—Dios, sí. 
 
45 
 
Capítulo 9 
Rylan 
Parece el mejor regalo que he visto nunca, extendida ante 
mí con ese corto vestido. Sus tetas se derraman por la parte 
superior, sus pezones rosados me guiñan cada vez que respira. 
Mis ojos la devoran mientras se extiende ante mí y mi oso se 
lame los labios mientras la veo extendida ante mí. 
—Me ha dolido todo el día. ¿Tú también lo has sentido? —
me pregunta. 
—Sí. Empezó en cuanto te fuiste anoche. 
—¿Siempre será así? ¿Siempre que estemos separados? 
—Sí. 
Llevo todo el día pensando en esto y me siento culpable por 
ello. 
—Lo siento, Ricitos de Oro. 
—¿Por qué? —pregunta ella, mirándome con confusión en 
los ojos. 
—Por morderte. 
Ella parece afligida por eso y yo me apresuro a explicarme. 
46 
 
—Amo que seas mi compañera. No es eso. Es que si hubiera 
esperado a reclamarte, entonces no tendrías dolor al irte. Si te 
hubiera conocido antes de morderte, entonces habría sabido que 
tenías que irte todos los días y habríamos evitado el dolor. 
—Me gustan tus marcas de mordiscos —dice mientras se 
sienta en la cama, rodeando mi cintura con sus brazos y 
apoyando su barbilla en mi pecho. 
Me mira, con sus ojos azules claros y grandes. 
—A mí también me gusta verlas sobre ti. 
La empujo hacia la cama y me arrastro sobre el colchón tras 
ella. Nos recostamos de lado, uno frente al otro, y apoyo mi mano 
en su cadera, apretando la fina tela con mi mano. 
—No puedes arrancarlo. No tengo nada más que ponerme —
dice. 
Reto aceptado. 
Me encanta ver a mi compañera con esa ropa tan escasa, 
pero no puedo dejar que otros machos la vean así. Le daré algo 
de mi ropa y podrá ponérsela en lugar de esta tela. Mis labios se 
encuentran con los suyos y la pongo de espaldas. Mis piernas se 
colocan a horcajadas sobre sus muslos, apretando sus piernas. 
Gime bajo mí y se contonea ligeramente cuando presiono más 
su clítoris. Subo las manos y agarro el corpiño de su vestido, 
rasgándolo por el centro antes de que pueda detenerme. Sus 
tetas se derraman mientras jadea hacia mí. 
—¡RYLAN! 
47 
 
Le sonrío y me inclino para llevarme a la boca uno de los 
pezones. Lo acaricio con la lengua, mordiéndolo suavemente 
antes de volver a chuparlo. Clem se arquea debajo de mí, 
intentando que me meta más en la boca. Aprieto sus tetas con 
las manos, apoyando más mi peso en sus muslos para 
mantenerla en su sitio. Paso de un pecho a otro hasta que 
Clementine gime y pide más. 
—Fóllame, Rylan —gime Clem y suelto su pico rígido. 
—No voy a follarte. 
Me hace un mohín y casi me rindo. Me resulta difícil negarle 
algo, pero tengo mis razones. 
—No voy a tomarte de esa forma hasta que te entregues 
plenamente a mí. Hasta que aceptes quedarte aquí conmigo para 
siempre. 
Ella me observa, tratando de decidir cuán serio voy con mi 
decisión, pero estoy seguro. 
—Eso no significa que no pueda cuidarte de otras maneras 
—digo mientras me abro paso besando su cuerpo y entre sus 
muslos. 
Mi oso ruge cuando ve los labios de su coño brillando para 
nosotros. Respira y quiere enterrar su cara entre sus muslos y 
lamer toda su miel. Estamos de acuerdo y pronto empujo sus 
rodillas hasta su pecho, abriéndola completamente para mí y 
enterrando mi cara en sus suaves pliegues rosados. Froto mi 
cara sobre los labios de su coño, queriendo que su crema cubra 
mi cara. 
48 
 
Le lamo el coño, rodeando su clítoris y comiéndola hasta un 
orgasmo y luego otro. Estoy a punto de trabajar en un tercero 
cuando la música empieza a sonar. Clem suelta un grito, 
rodando hacia un lado y sacando su teléfono de debajo de ella. 
Apaga la música y me mira disculpándose. 
—Era mi alarma. Tengo que ir a casa. 
Mi oso gruñe al oír eso, pues no le gusta la idea de que 
vuelva a dejarnos tan pronto. O en absoluto. 
—Podrías quedarte esta noche —le ofrezco. 
—Ojalá pudiera, pero mi madre… —se interrumpe y lo 
entiendo. 
La ayudo a bajar de la cama y le saco unos pantalones de 
deporte y una camiseta. Está nadando en ellos, pero mi oso y yo 
sonreímos con satisfacción al verla con mi ropa, con mi olor por 
todas partes. La acompaño hasta su coche y le doy un beso de 
despedida antes de que se suba a él, me salude y se marche. El 
dolor vuelve a aparecer y me froto distraídamente el pecho antes 
de darme la vuelta y entrar en casa. 
Sólo faltan veinticuatro horas para que vuelva a tener a mi 
chica en brazos. 
 
49 
 
Capítulo 10 
Clementine 
La mañana siguiente es dura. 
Me despierto tarde, la noche que pasé con Rylan me agotó y 
no me acosté con el despertador. Me sorprende que mi madre no 
me haya despertado como suele hacer. Salto de la cama y corro 
por mi habitación como un tornado tratando de vestirme y salir 
por la puerta lo más rápido posible. Sé que voy a llegar tarde al 
trabajo y sólo espero que mi jefe sea benévolo conmigo. Nunca 
llego tarde y hago horas extras para cubrir a mi jefe al menos 
dos veces al mes. 
Corro por el pasillo y me detengo en la habitación de mi 
madre para ver cómo está. Parece que está triste y tiene los ojos 
cerrados. Me planteo despertarla, pero ya se me hace tarde. Le 
traigo un vaso de Ensure y lo dejo en la mesita de noche para 
que se lo tome más tarde. 
Me apresuro a ir al coche y acelero todo el camino hasta el 
trabajo. Tengo suerte de que no me paren o me multen. Llego 
corriendo al trabajo y me detengo en seco cuando veo a mi jefe 
de pie junto a la puerta. 
50 
 
Me espera. 
—Qué bien que te hayas unido a nosotros, Clementine —
dice sarcásticamente y me doy cuenta de que esto no va a 
terminar bien. 
—Siento mucho llegar tarde. No volverá a ocurrir, lo 
prometo. 
—No puedo permitir que llegues tarde, Clementine. Lo 
siento, pero estás despedida. 
Me quedo boquiabierta, con lágrimas calientes en los ojos. 
—¿En serio? Llego tarde una vez, ¿y me despides? ¿Cuántas 
veces he llegado tarde mientras tú te ibas temprano? 
—Soy el jefe, Clementine. Por favor, deja la etiqueta con tu 
nombre. 
Pestañeo mientras arranco la etiqueta con mi nombre y se 
la arrojo. Salgo furiosa de la tienda, encerrándome en mi coche 
antes de dejar salir mi ira. Grito mientras las lágrimas se 
derraman por mis mejillas. No puedo creer que esto esté 
sucediendo. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a poder pagar 
todas las facturas? 
Me invade la rabia. Rabia contra mi jefe por tratarme como 
una mierda, rabia contra mi madrepor haber sido una mierda 
toda mi vida y haberme dejado para cuidarla, y rabia contra 
Rylan. Si no me hubiera quedado hasta tarde anoche, no me 
habría quedado dormida esta mañana. Sé que en realidad no es 
culpa suya, pero ahora necesito a alguien a quien culpar y él es 
un blanco fácil. 
51 
 
Arranco el coche y me dirijo a casa. Supongo que pasaré el 
resto del día rellenando solicitudes de empleo. Estaciono afuera 
y suspiro mientras pienso en el dinero que tengo en mis ahorros. 
Me servirá para un par de semanas, pero luego estaré jodida. 
Entro y saludo a mi madre mientras dejo las llaves en el cuenco 
de la puerta. 
Al no recibir respuesta, me dirijo al pasillo de su habitación. 
Asomo la cabeza por la esquina y veo que mi madre sigue 
durmiendo. Está muy pálida y me acerco a la cama para 
despertarla. Mi mano toca la suya y jadeo al sentir lo fría que 
está. Se me llenan los ojos de lágrimas y me hundo en la silla 
junto a la cama. 
—¿Mamá? —susurro, pero no se despierta. 
—¿Mamá? —lo intento de nuevo, esta vez más fuerte. 
Se me escapa un gemido cuando me doy cuenta de que se 
ha ido. Entierro la cara entre las manos y lloro. 
Sollozo entre las manos, afligida por mi madre, intentando 
comprender cómo será mi vida ahora. El estrés del día me 
alcanza y sólo quiero no estar sola. Quiero a Rylan, pero todavía 
estoy enojada por haber sido despedida. Sé que no es justo, pero 
no puedo evitarlo. 
Descuelgo el teléfono, pulsando el número uno en la 
marcación rápida y espero a que ella descuelgue. 
—¡Hola, Clem! ¿Qué pasa? ¿Ocupada con Rylan? —
responde Delaney en cuanto atiende el teléfono. Puedo oír la 
52 
 
felicidad burlona en su voz y eso sólo hace que se me derramen 
más lágrimas de los ojos. 
—¿Clem? —pregunta Delaney, con preocupación en su voz. 
—Es mi madre. Se ha ido. 
—Estoy en camino —responde inmediatamente. 
 
53 
 
Capítulo 11 
Rylan 
Me despierto temprano, con ganas de hacer mis tareas para 
poder esperar a Clem en casa por si vuelve antes. Sé que es una 
posibilidad remota pero mi oso y yo no queremos perdernos ni 
un segundo con ella. Lleva todo el día ansioso, deseando que 
vuelva a estar entre nuestros brazos. Sigo levantando mi 
camiseta hasta la nariz, respirando su dulce aroma. No me he 
duchado ni me he cambiado la camiseta de ayer, queriendo 
poder olerla todo el día. Espero que siga oliendo como yo y mi 
oso ruge dentro de mí, exigiendo que vayamos a verla y lo 
averigüemos. 
Sé que Clem piensa que me aburriría sólo con verla trabajar 
o cuidar de su madre, pero la verdad es que nunca podría 
aburrirme cuando estoy con ella. He estado pensando en cómo 
plantear que podría ir de nuevo con ella. Me dijo que tenía que 
confiar en ella, confiar en que volvería conmigo pero esta tontería 
de estar separados es una mierda. 
Mi mano se frota sobre mi corazón, el dolor ahora demasiado 
familiar extendiéndose por mi pecho. Mi oso gime, queriendo a 
54 
 
su compañera, e intento calmarlo recordando que Clem estará 
aquí en un par de horas. 
Hoy es mi día para llevar los productos a la ciudad y cargo 
el remolque unido a mi Gator y hago el corto viaje a la ciudad. 
Estoy detrás del pequeño almacén general, descargando los 
contenedores y llevándolos a la tienda. Tengo otra carga para el 
Shifty Diner de al lado y estoy a punto de meter la primera caja 
cuando la puerta se abre y salen Finn, Krew, Kai, Easton y Slate. 
Sonríen al saludarme y murmuro un agradecimiento 
cuando cada uno de ellos toma las otras cajas sin que yo tenga 
que pedírselo. Los llevamos a la nevera de la parte trasera del 
restaurante antes de volver a salir. 
—Me preguntaba cuándo volverías a la ciudad —se burla 
Kai. 
—Enhorabuena por haber encontrado a tu compañera, Ry 
—dice Easton y puedo ver que se alegra de verdad por mí. 
—¿Cuándo vamos a conocerla? No es justo que estos dos ya 
lo hayan hecho —dice Krew, señalando con el dedo a Slate y 
Finn. 
—Pronto —digo. Todavía no estoy preparado para 
compartirla con nadie. 
—Delaney la echa de menos. Ella esperaba que ustedes 
vinieran a cenar o algo pronto —dice Finn. 
—Se lo pediré esta noche —le digo, pero espero poder 
aplazarlo un par de días. 
55 
 
Acabamos de aparearnos y quiero pasar todo el tiempo 
posible a solas con ella. Ahora mismo, no es mucho y no quiero 
perderlo con otras personas. Aunque apuesto a que Clem 
también echa de menos a Delaney y un buen compañero no sería 
tan egoísta como para tenerla encerrada con él todo el tiempo. 
Hablo con los chicos durante unos minutos más, pero mi 
oso y yo estamos ansiosos por volver a casa y esperar a nuestra 
pareja. Me despido y me apresuro a esperar en casa. Me paso el 
resto de la tarde mirando por la ventana delantera o paseando 
por el porche. Cuando cae la noche y aún no hay rastro de ella, 
la preocupación empieza a llenar mis entrañas. 
¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si tuvo un accidente de coche o 
alguien se la llevó? Mi oso gruñe ante ese último pensamiento, 
dispuesto a destrozar a quienquiera que piense que puede 
arrebatarme a mi compañera. 
Cuando a las ocho todavía no ha aparecido, me dirijo a la 
casa de Finn. El pánico me atenaza la garganta mientras corro 
por el bosque hasta la puerta de su casa. Llamo a la puerta, pero 
me doy cuenta de que no hay nadie en casa. Giro, salgo de las 
escaleras y atravieso el bosque hasta llegar a la casa del alfa. 
Golpeo la puerta y Slate la abre un segundo después, 
pareciendo molesto hasta que me ve. Entonces algo parecido a 
la preocupación llena sus ojos. Esa mirada me revuelve el 
estómago. 
—¿Dónde está Finn? Mi compañera no ha aparecido y 
necesito encontrarla. 
56 
 
—Está con Delaney. Pensé que ya lo sabías, que ya te habías 
ido. 
—¿Saber qué? —grito. 
—La madre de Clementine, falleció esta mañana. Delaney y 
Finn fueron a estar con ella. Lo siento, Rylan. Lo juro, pensé que 
ya lo sabías. 
Mis rodillas casi ceden. Mi compañera está afligida y yo no 
estoy ahí para consolarla. Mi oso se hace cargo entonces y 
cambio, saliendo por el bosque. Me mantengo cerca de la 
carretera todo el camino mientras corro hacia Kalispell, hacia mi 
compañera. Sigo su olor hasta una pequeña casa amarilla de 
aspecto ordenado. La moto de Finn está estacionada en la 
entrada y me escondo detrás de los arbustos junto a la puerta 
principal antes de volver a cambiar. 
Llamo a la puerta y atraigo a Clem a mis brazos en cuanto 
abre la puerta. Tiene la cara roja, los ojos hinchados y se me 
parte el corazón por ella. Nos quedamos en la entrada durante 
unos minutos. La abrazo y trato de consolarla mientras llora en 
mi pecho. Finalmente, se separa y se seca los ojos con el dorso 
de la mano mientras me observa. 
—¿Por qué estás desnudo? 
 
57 
 
Capítulo 12 
Clementine 
Estoy tirada en mi cama doble, con mi cuerpo pegado al de 
Rylan. Sus brazos me rodean la cintura y mi cabeza descansa 
sobre su pecho. Cuando apareció en la puerta de mi casa sin 
nada de ropa, le ofrecí una manta. No puedo creer que haya 
corrido hasta aquí para estar conmigo. 
Me había esforzado durante todo el día en aferrarme a mi 
enojo y culparlo por haber hecho que me despidieran, pero en 
cierto momento me di cuenta de que sólo lo hacía para no tener 
que lidiar con todo lo demás. En cuanto Delaney y Finn 
aparecieron, no pude contener las lágrimas. Delaney me sostuvo 
mientras lloraba y luego me ayudaron a llamar a algunas 
funerarias. Había una cantidad sorprendente de cosas que hacer 
una vez que alguien moría y tuve suerte de tener a mis amigos 
aquí para ayudarme. 
Había querido contactar con Rylan tantas veces hoy, pero él 
no tenía teléfono y la única forma que conocía de ponerme en 
contacto con él era llamar a Finn y a Delaney, que ya estaban 
aquí. El alivio me recorrió cuando abrí la puerta y lo vi allí de 
58 
 
pie. En cuanto sus brazos me estrecharon contra su pecho,todo 
el estrés pareció desvanecerse. Al menos durante unos minutos. 
Finn y Delaney están durmiendo en la antigua habitación 
de Delaney y se han acostado hace una hora. Rylan también me 
ha llevado a la cama, pero no he podido conciliar el sueño. Rylan 
ha estado dibujando círculos en mi espalda, con su pecho 
subiendo y bajando lentamente mientras intenta reconfortarme. 
Me doy cuenta de que no sabe qué hacer en este momento, pero 
el mero hecho de saber que sigue aquí, incluso cuando las cosas 
se pusieron difíciles, significa mucho para mí. 
Debo de haberme quedado dormida en algún momento 
porque me despierto y veo el sol brillando a través de la ventana 
de mi habitación. Estoy sola en mi cama y miro a mi alrededor 
para ver que Rylan tampoco está en el dormitorio conmigo. Me 
restriego las manos por la cara antes de rodar fuera de la cama 
e ir en su busca. Lo encuentro en la cocina, de pie junto a los 
fogones, con una manta alrededor de la cintura mientras 
remueve algo en el fuego. 
Es extraño ver a un tipo grande como Rylan en nuestra 
pequeña casa. Sonrío por primera vez en días mientras me 
acerco a él y le rodeo la cintura con los brazos. 
—¿Qué estás preparando? 
—Unos huevos revueltos y salchichas. Era todo lo que tenías 
en la nevera. 
—Huele bien —digo, enterrando mi nariz en el centro de su 
espalda. 
59 
 
—¿Cómo estás esta mañana? —me pregunta en voz baja. 
—Estoy bien —digo, presionando un suave beso en su 
espalda. 
—¿Con qué necesitas ayuda todavía? 
—Necesito ir a la funeraria y elegir el resto de las cosas para 
el funeral, pagar eso, limpiar su habitación, limpiar la casa, 
hacer un listado general de la casa, encontrar otro trabajo… 
—No necesitas otro trabajo. Puedes mudarte conmigo y yo 
te cuidaré. Aunque puedo ayudarte con el resto de tu lista. 
—Vamos a pasar los próximos días y luego podemos hablar 
de que me mude contigo. 
Rylan gruñe pero no insiste en el tema. Finn y Delaney se 
reúnen con nosotros en la cocina y los celos me corroen. No 
quiero que Delaney esté en una habitación con mi compañero 
cuando está desnudo y, a juzgar por la mirada de Finn, él siente 
lo mismo. 
—Oye, Rylan, ven conmigo —le digo, tomando su mano y 
llevándolo a mi habitación. 
—Deshazte de la manta —le digo mientras saco mi kit de 
costura y algunas telas de un rincón de la habitación. 
Tomo mi cinta métrica y rápidamente tomo las medidas de 
Rylan, haciendo lo posible por ignorar su gruesa polla mientras 
trabajo. Corto la tela, utilizando un patrón que he hecho tantas 
veces que podría hacerlo con los ojos cerrados. Rylan me observa 
mientras saco la máquina de coser y cambio el hilo. Se queda 
mirando mientras le coso primero un pantalón y le añado un 
60 
 
elástico en la cintura. Empiezo a coserle la camiseta mientras se 
la pone y me tengo que morder el labio cuando miro hacia arriba 
y veo su silueta en la fina tela. 
Me apresuro con su camiseta, haciendo una simple 
camiseta con restos de tela de jersey. Se la arrojo a continuación 
y guardo mi equipo mientras él se la pone por la cabeza. La 
camiseta se adhiere a su pecho y a sus brazos y se me hace agua 
la boca al verla. Mis pezones se tensan hasta convertirse en picos 
rígidos. La erección de Rylan crece y sé que puede sentir cómo 
crece mi pasión, pero ahora no es el momento, así que intento 
librarme de ella, dando un paso atrás y agarrando el pomo de la 
puerta. 
¿Por qué me resisto a ir a Ash Mountain? Este hombre es 
todo lo que cualquier mujer desearía y está comprometido 
conmigo. Se esfuerza por mí, trata de ser amable y gentil y es 
tan caliente en el dormitorio que apenas puedo evitar rogarle que 
me tome cada vez que estamos solos. 
—¡Chicos! El desayuno está listo —llama Delaney por el 
pasillo y yo prácticamente salgo corriendo de la habitación. 
Comemos en silencio y odio que nadie sepa qué decir. 
Debería intentar entablar una pequeña charla, pero ahora 
mismo no tengo ganas de hacerlo. Después subimos a mi coche 
y nos dirigimos a la funeraria. Ayer se llevaron el cuerpo de mi 
madre y yo elegí una urna, pero hoy tengo que regresar a pagar 
todo. Delaney y Finn esperan en el coche mientras Rylan me 
61 
 
lleva dentro. Ya sé que los costes del funeral arrasarán con mis 
ahorros. 
Nos encontramos con el mismo tipo que me atendió ayer y 
saco mi cartera. El tipo es educado y cortés cuando le entrego 
mi tarjeta de débito. Nos dice lo que podemos esperar del proceso 
de cremación y me dice cuándo tengo que volver. Le doy las 
gracias en silencio mientras Rylan me lleva de vuelta al coche. 
Antes de que lleguemos a él, lo detengo. Su mano me rodea la 
cintura y me mira con preocupación. 
—Quiero mudarme a Ash Mountain. Quiero vivir contigo, 
compañero. 
 
62 
 
Capítulo 13 
Rylan 
He pasado la última semana en Kalispell con Clem, Finn y 
Delaney. Limpiamos la casa y organizamos una venta de garaje 
para deshacernos de la mayoría de las cosas. Todo lo demás lo 
pusimos en la parte trasera del coche de Clem y Slate condujo 
su jeep para transportar una parte a nuestro lugar. Ayer 
pusimos la casa en venta y ya ha habido cierto interés por ella. 
Espero que se venda rápidamente y sé que Clem también. 
Esta noche, ambos estaremos de vuelta en nuestra casa. Mi 
compañera está en el dormitorio guardando sus cosas mientras 
yo nos preparo algo de comer. Me encanta tenerla aquí y mi oso 
no podría estar más de acuerdo. Lleva todo el día acurrucado 
dentro de mí, sonriendo con aprobación cuando entramos en 
una habitación y vemos las pertenencias de nuestra compañera 
junto a las nuestras. 
Me encanta que esté aquí para quedarse. Se acabaron las 
horas robadas por la noche. Ahora podemos conocernos de 
verdad, ser realmente compañeros en todo el sentido de la 
palabra. Le he dado un poco de espacio para que pueda llorar a 
63 
 
su madre, pero los últimos días no parecía tan afectada. Intenté 
animarla cuando todavía estábamos en casa de su madre, 
llevándole flores que yo mismo recogía y el desayuno en la cama 
cada mañana. 
Se queda dormida en mis brazos todas las noches, pero eso 
es todo lo que hemos estado haciendo. Quería darle tiempo para 
que se adapte a la nueva casa y para que procese todo lo que ha 
pasado en la última semana. Sin embargo, esta noche es la luna 
de apareamiento y ya puedo sentir que empieza la llamada. A 
juzgar por lo mucho que Clem se ha acercado a mí, creo que ella 
también lo siente. Intenté explicarle cómo se sentiría esta noche, 
pero nunca antes lo he experimentado y sólo pude basarme en 
lo que me habían descrito. 
No quiero que piense que voy demasiado deprisa o que la 
estoy apurando y le ofrecí irme. Tampoco me gustó esa opción 
porque he oído que puede ser doloroso pasar el calor sin tu 
compañero y a ella le dolería aún más tener que lidiar con el 
dolor de que yo no estuviera a su lado. Sin embargo, quería 
ofrecérselo. Si Clem necesitaba más tiempo para llorar a su 
madre, yo se lo daría. 
—Estoy lista para más, Rylan. Has sido tan perfecto y estoy 
lista para ser tu compañera. Completamente. 
Eso es lo que dijo y mi oso y yo nos sentimos aliviados. Me 
alegro de que Clem por fin vea lo perfectos que somos el uno 
para el otro. Eso fue esta mañana y quise llevarla a la cama en 
64 
 
ese mismo momento, pero sé que esta será la primera vez de 
ambos y quería hacer algo especial para mi compañera. 
He pasado la tarde recogiendo flores y cubriendo nuestro 
dormitorio con ellas. Compré un par de velas en la ciudad 
cuando dejé la entrega de productos y ahora parpadean en la 
cómoda y la mesilla de noche. Hay unas cuantas velas más en 
el baño, metidas en la esquina de la bañera. Añado un poco más 
de jabón de burbujas al agua caliente y compruebo la 
temperatura antes de ir a buscar a mi compañera. 
Está en la cocina, terminando su plato de sopa. He comido 
antes, sabiendo que necesitaría algode tiempo para preparar 
nuestro dormitorio. 
—¿Lista? —pregunto y puedo ver la mirada hambrienta en 
sus ojos. 
—Definitivamente. 
Me toma de la mano y la conduzco por el pasillo hasta 
nuestro dormitorio y luego al baño. Jadea cuando ve todas las 
flores y las velas y se inclina más hacia mí cuando le muestro su 
baño de burbujas. 
—He pensado que podríamos bañarnos juntos primero. 
Clem ya se está quitando la ropa cuando me giro para 
mirarla y mi oso y yo gemimos cuando nos revela sus curvas 
perfectas. Se quita los vaqueros antes de meterse en la bañera y 
me mira mientras se desliza bajo las burbujas. 
—¿Te unes a mí? 
65 
 
Asiento con la cabeza y me arranco la ropa para poder 
meterme en el agua con ella. Se ríe cuando tropiezo con mis 
propios vaqueros y se inclina hacia delante para que pueda 
meterme en la bañera detrás de ella. Se apoya en mi pecho y la 
rodeo con mis brazos. Mi erección está metida entre su espalda 
y mi estómago y la sensación de su piel húmeda y cálida 
rozándose con ella es casi demasiado para mí. 
Clem me sube y baja las manos por los muslos y yo me 
muerdo un gemido mientras me uno a ella. Mis manos bajan por 
sus brazos y se sumergen bajo las burbujas para encontrar sus 
tetas maduras. Mis dedos trazan suaves círculos alrededor de 
sus areolas. La espalda de Clem se arquea y trata de empujar 
sus pechos hacia mis manos. Se mueve y se acerca hasta que 
mi polla se desliza entre sus piernas. Ésta sobresale de entre sus 
muslos y, mientras le acaricio los pezones, empieza a mecerse 
contra mi longitud. 
Los labios de su coño se deslizan a lo largo de mí, la punta 
de mi polla choca con su clítoris antes de volver a bajar. Sigo con 
el mismo ritmo lento en sus tetas y, con cada ronda, las manos 
de Clem se aprietan más y más en mis muslos. Se agarra a mis 
piernas, clavando las uñas, y empieza a apretarme, con las 
caderas moviéndose cada vez más rápido. Acurruco mi cara en 
su cuello, escuchando su respiración acelerada mientras se 
acerca a su primer orgasmo. Quiero que tenga al menos dos para 
que esté bien mojada cuando la tome por primera vez. 
66 
 
Oigo su respiración agitada y sé que está cerca. Muevo mis 
caderas bajo ella, frotando mi polla por sus pliegues mientras 
mis dedos dejan de hacer círculos de burla. Clem gime y se 
arquea debajo de mí, y yo le lamo el cuello, mordiéndola 
ligeramente mientras le pellizco los pezones. Se corre con un 
gemido, gritando mi nombre hacia el techo mientras se frota 
contra mí. Se desploma sobre mí, con el pecho enrojecido 
mientras recupera el aliento. 
El agua empieza a enfriarse, así que tiro del desagüe y la 
levanto en brazos, llevándola a nuestro dormitorio. Retiro el 
edredón y la arropo para que no pase frío. Me deslizo a su lado, 
tirando de ella hacia mí y enganchando su pierna sobre mi 
cadera, abriéndola hacia mí. La llamada de apareamiento es más 
fuerte ahora que la luna está alta y la necesidad de enterrarme 
dentro de ella crece con cada segundo que pasa. Los ojos azul 
claro de Clem se han oscurecido y sé que ella también puede 
sentir la lujuria. 
Mis dedos rozan su marca y ella se estremece contra mí, con 
un pequeño orgasmo recorriéndola. Desciendo mis dedos entre 
sus pechos, sobre su vientre, para colocarlos entre sus piernas. 
Todavía está mojada por el orgasmo en la bañera y mis dedos se 
deslizan suavemente sobre ella. 
—Rylan —gime cuando introduzco un dedo en su núcleo 
empapado. 
Mi dedo entra y sale de ella despacio, curvándose para 
encontrar ese punto secreto dentro de ella y frotando hasta que 
67 
 
su jugo empieza a correr por mi dedo y a cubrir mi mano. A 
continuación, añado un segundo dedo, con los ojos clavados en 
la cara de mi compañera y observo cómo el placer se apodera de 
sus facciones. Vuelve a estar cerca y añado mi pulgar, rodeando 
su clítoris en lentos círculos, como antes con sus pezones. Clem 
gime y sus caderas empiezan a moverse con más fuerza contra 
mi mano. 
—Eso es, Ricitos de Oro. Cabalga sobre mi mano. 
Gime, sus ojos se cierran mientras se agarra a mis hombros 
y los utiliza como palanca para montar mis dedos. Sus uñas se 
clavan en mi piel y tanto mi oso como yo gemimos ante la 
sensación, amando que también tengamos una marca de 
nuestra compañera. La respiración de Clem se entrecorta, y un 
rubor rojo se extiende por sus mejillas cuando se acerca a su 
punto álgido. Su pelo rubio se enreda en su cabeza y algunos 
mechones empiezan a pegarse a su frente. Sus ojos se abren y 
se fijan en los míos cuando se corre de nuevo, su boca forma 
una O perfecta mientras se retuerce contra mi mano. 
—Más —gime, sus caderas no se detienen mientras persigue 
otro orgasmo. 
La necesidad es demasiado para mí y sé que ha llegado el 
momento. 
—Necesito estar dentro de ti, compañera. 
—¡Dios, sí! —grita, poniéndose de espaldas y abriendo bien 
sus muslos para mí. 
68 
 
Mi oso ruge de aprobación mientras me muevo entre sus 
piernas, con mis manos apoyadas a ambos lados de su cabeza. 
Alineo mi polla con su brillante abertura y cierro los ojos con ella 
mientras empiezo a hundirme en su calor. No llego muy lejos 
antes de que mi polla choque con su virginidad y me inclino 
hacia abajo, hundiendo mis dientes en la parte inferior de su 
pecho mientras la penetro profundamente. Clem grita, pero sólo 
oigo placer en el sonido. Su coño me aprieta como un tornillo de 
banco y juro que mis ojos giran hacia atrás al sentir toda su 
suavidad aterciopelada envolviéndome. 
Hago una pausa cuando estoy enterrado en ella, dejando 
que se acostumbre a la sensación de estar tan llena, pero no 
puedo esperar mucho. Me retiro con cuidado, buscando 
cualquier signo de incomodidad en la cara de Clem, pero sólo 
veo placer. Gime cuando sólo tiene la punta dentro de ella, y 
levanta las caderas para intentar meterme de nuevo en su 
apretado coño. 
—Más fuerte, compañero —me insta, y sus manos se 
acercan a mis bíceps cuando empiezo a moverme con más fuerza 
contra ella. 
Me inclino más sobre las rodillas y mis manos se levantan 
para agarrar el cabecero mientras empiezo a penetrarla. La 
llamada de apareamiento se apodera de mí y me pierdo en mi 
compañera mientras la penetro como el animal que soy. Siento 
un cosquilleo en la base de la columna vertebral y mi clímax 
69 
 
empieza a llegar justo cuando Clem echa la cabeza hacia atrás y 
grita. 
Su coño se aprieta en torno a mí, succionando el semen de 
mis pelotas y yo la sigo hasta el límite, rugiendo mientras la lleno 
de mi semilla. Todavía se está corriendo cuando me siento sobre 
mis talones y la atraigo hacia mi regazo, sus piernas cuelgan 
sobre mis brazos mientras mantengo mis manos alrededor de su 
cintura y la hago rebotar sobre mi polla. Un orgasmo se convierte 
en otro y siento que su coño se aprieta mientras sigo moviéndola 
hacia arriba y hacia abajo. 
—No voy a parar esta noche, Ricitos de Oro. Me voy a quedar 
enterrado en este dulce coño toda la noche —le prometo. 
—¡Sí! —grita mientras empieza a correrse de nuevo. 
Después de ese orgasmo, la volteo y mantengo mi polla 
dentro de ella mientras la acomodo sobre sus manos y rodillas 
en el centro de la cama. Se echa el pelo rubio por encima del 
hombro mientras me mira. Sus ojos azules se oscurecen de 
lujuria, sus labios rojos se hinchan y se separan al verme 
agarrar sus caderas y empezar a penetrarla. 
—¿Te gusta ver a tu compañero reclamándote, Ricitos de 
Oro? —gruño y ella asiente. 
Mis dedos se clavan en sus caderas mientras la penetro 
desde atrás. 
—Siento que me estiras mucho más de esta manera —gime 
Clem y empieza a mover sus caderas hacia atrás para recibir mis 
embestidas. 
70 
 
Mi oso ruge de orgullo mientras hacemos que nuestra 
compañera se corra una y otra vez. Fiel a mi palabra, le hago el 
amor a Clem durante toda la noche y, cuando por fin empieza a 
salir el sol, somos

Continuar navegando

Materiales relacionados