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14 Conocimiento de Cristo - bryan garcia godinez

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Conocimiento divino y conocimiento 
humano
Diplomado en Teología 
Dificultad
• Para el teólogo, explorar la psicología 
de Cristo es una de las tareas más 
difíciles y misteriosas. 
• La dificultad del tema deriva, en 
primer lugar, del hecho de que Jesús es 
Dios y hombre.
Conocimiento divino
El Verbo eterno tiene un conocimiento divino, absolutamente 
infinito, simple e intuitivo, en el que no hay ningún espacio para la 
limitación o para la restricción. 
Conoce perfectamente y absolutamente todo en su mismo acto de 
subsistencia.
Encarnación 
La encarnación conlleva que Jesús tenga un 
intelecto humano y que conozca la realidad de 
modo humano, es decir a través de las ideas, las 
imágenes, los juicios, la reflexión, etcétera: los 
elementos normales en los que nos basamos los 
hombres para entender la realidad.
Intelecto 
humano
Limitación 
Jesús predica, obra, dialoga con las 
personas, u otras actividades 
semejantes, debemos tener en cuenta 
que todo eso es posible porque Él 
tiene un saber humano: las ideas, los 
razonamientos y los proyectos que le 
permiten hablar y obrar están 
presentes en su mente, en su intelecto 
humano.
Razonamiento 
• Lo que el Evangelio nos cuenta que 
Jesús dijo e hizo no es fruto 
inmediato de su conocimiento 
divino, sino de su ciencia humana. 
• En el caso hipotético de que Jesús 
no hubiese tenido ciencia humana 
alguna (si en su mente no hubiera 
existido idea alguna), no habría 
podido llevar a cabo nada de lo que 
sabemos que hizo.
El Evangelio muestra también que Jesús no 
siempre conoce todo humanamente: a veces 
tiene que preguntar alguna información, o se 
sorprende ante ciertos hechos. A modo de 
ejemplo, en el milagro de la multiplicación de 
los panes y de los peces, Jesús pregunta a los 
discípulos cuántos panes y peces tienen los 
presentes.
Es frecuente que Jesús, que 
conoce todo como Hijo eterno
de Dios, tenga necesidad de 
informarse para conocer
humanamente la realidad.
Verbo hecho hombre
• Jesús está en una situación particular, inédita, porque su mente 
humana, como su naturaleza humana, está asumida en la persona del 
Verbo. 
• Es natural, que pueda percibir humanamente esta realidad, es decir, el 
hecho de que Él mismo no es un hombre cualquiera sino el Verbo 
hecho hombre.
Jesús debe poder captar 
con su mente humana su 
propia condición de Hijo 
eterno del Padre.
Comunicación 
• Aunque el conocimiento divino de 
Cristo y su conocimiento humano 
sean distintos, no están separados y 
se “comunican” en la unidad de la 
Persona.
• El Concilio de Calcedonia, afirma 
que entre las dos naturalezas de 
Cristo no hay confusión, pero 
tampoco separación.
La luz eterna del conocimiento divino envuelve 
en cierto modo el intelecto humano de Cristo, y 
le permite dar testimonio, humanamente, de su 
contemplación eterna del Padre en la Trinidad.
Misterio 
• Existe en el intelecto humano de Cristo como una traza del 
conocimiento que Dios tiene de Sí mismo, una experiencia de 
Dios y de Sí mismo como Hijo de Dios, que trasciende toda idea 
o categoría humana de pensamiento. Es algo inefable, 
inexpresable.
• Y si no fuera por el hecho de que Jesús conoce humanamente 
otras realidades, ni siquiera sería capaz de articular en conceptos 
y en ideas esta experiencia indescriptible.
Ciencia de visión 
• Jesús es el que ha visto y ve al Padre. 
• Cuando habla del misterio de Dios, 
habla de cosas que conoce porque las 
ha visto. Jesús es “el vidente”, “el 
testigo” de Dios.
• En la mente humana de Cristo existe 
un tipo de ciencia, única y singular, 
que se refiere a Dios y al misterio de 
Dios: es la ciencia de visión.
Visión beatífica 
• La tradición teológica ha identificado a 
menudo este conocimiento de Jesús con la 
ciencia -visión beatífica- que poseen los 
santos en el cielo, por la que contemplan a 
Dios cara a cara. 
• Diferenciar bien las dos cosas: el 
testimonio que Jesús posee en la tierra del 
misterio de Dios, y la visión beatífica de 
los santos. 
Visión 
beatífica 
La percepción interior 
que Jesús tiene del 
misterio trinitario es, 
sobre todo, una 
consecuencia de la 
unión hipostática, que 
existe solo en el caso 
de Cristo y no en el de 
los santos.
Conocimiento único 
• La visión que Jesús tiene del misterio de Dios es algo único y 
exclusivo de él, que no existe en los demás hombres. 
• Jesús comparte con los hombres otros tipos de conocimiento. 
• Los Evangelios muestran con claridad que Jesús ha conocido 
algunas cosas de modo sobrenatural.
Ciencia infusa
Es lo que se llama un tipo 
de ciencia que, aunque se 
expresa en conceptos e 
imágenes, no proviene de 
la experiencia normal de 
la vida, sino del Espíritu 
Santo, que la inspira 
directamente en la mente.
Por ejemplo
• Jesús ha podido prever la traición de 
Pedro, ha sabido indicar cosas que no 
se pueden conocer de forma natural, 
como el punto del lago donde estaba 
el banco de peces que pescaron los 
discípulos, o que en el interior de un 
determinado pez había algunas 
monedas. 
• También otros hombres han recibido 
dones de Dios semejantes a lo largo 
de la historia.
Ciencia 
adquirida
• Jesús también ha conocido la realidad como 
todos los hombres, con la experiencia 
humana normal, por medio de la enseñanza 
de sus padres y maestros, de su propia 
observación de la realidad, de la Sagrada 
Escritura, etc. Es lo que se llama la ciencia 
adquirida. 
• Jesús no ha dejado nunca de aprender, y eso 
forma parte de su abajamiento a nuestra 
condición humana, porque Él, siendo Dios y 
conociendo todo, ha querido someterse al 
proceso del aprendizaje humano.
Conocer 
La ciencia infusa y la ciencia 
adquirida, se desarrollan por 
medio de ideas, imágenes, 
juicios y de los demás 
elementos que están presentes 
en el proceso normal de 
conocimiento humano.
Inteligencia 
La mente humana de Cristo es 
extraordinariamente rica desde 
el punto de vista religioso, y la 
vida entre nosotros le sirve 
para articular esta experiencia 
religiosa y conseguir 
comunicarla con palabras, 
metáforas y acciones.
Catecismo 
de la Iglesia 
Católica, n. 
474.
El conocimiento humano de Cristo 
gozaba en plenitud de la ciencia de 
los designios eternos que había 
venido a revelar

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