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FILOSOFÍA EDUCATIVA.
FILOSOFÍA SOCIAL DE LA EDUCACIÓN.
MAESTRÍA EN INNOVACIÓN EDUCATIVA.
UNIVERSIDAD DE LOS ÁNGELES.
OMAR RODRÍGUEZ RAMÍREZ.
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA SOCIAL.
U
na forma de definir la Filosofía es considerarla como el conjunto de teorías que tienen como fin la objetivación de la verdad.
Desde esta perspectiva todas las demás ciencias guardan relación con la Filosofía en cuanto que el conocimiento de los objetos materiales que abordan evidencian contenidos de verdad de una parte de la realidad. Los ámbitos de las ciencias especifican el saber sobre una realidad, pero como la realidad es la misma para todas las ciencias, predican de los mismos objetos desde diversos aspectos, lo que puede ofrecer teorías distintas, pero que -no pudiendo contradecirse respecto a la verdad de esa realidad- se complementan y apoyan en el conocimiento. Así del cuerpo humano puede decir la Antropología y la Medicina; de su psiques, la Sicología y la Ética; de la lengua, la Gramática y la Fonética; de las relaciones sociales, la Sociología y la Moral; y además todas ellas estudian aspectos de la vida del ser humano. Esta multiplicidad de aspectos de estudio de la misma realidad es lo que origina muy variadas disciplinas, las cuales cada una ofrece teorías sobre aspectos determinados y concretos del saber específico sobre un contenidos de esa realidad. El conjunto de todo ese saber constituye la ciencia, que se construye con teorías y la verificación o rectificación de sus tesis.
Lo que hace a la Filosofía especial es que se cuestione incluso sobre la verdad de la realidad, y por eso se puede decir que su objeto es la verdad en su más profunda radicalidad.
Que las ciencias estudien la realidad no limita el ámbito de conocimiento de lo que pudiera haber sido distinto, porque existe un factor de indeterminación que procede de las aplicaciones de los actos de unos entes sobre otros que, aunque sigan una ley predecible, los efectos pueden variar por la contingencia implícita de la misma ley, por lo que el espacio del conocimiento teórico de la existencia no cierra de posibilidad de que la realidad hubiera podido ser distinta. Desde ese punto de vista el conocimiento de la ciencia aplicado sobre la realidad no puede ser considerado como un saber absoluto, porque lo que pudiera haber sido y no es no deja de ensanchar el ámbito de la verdad. Tómese como muestra el de las especies que pueda hacer desaparecer el hombre por su acción destructiva sobre la naturaleza y el potencial genético evolutivo perdido de lo que la vida había destinado a ser. Por ello se suele decir que ningún saber abarca toda la verdad sobre la existencia y la realidad, incluyendo sus causas, determinaciones y fines, lo que no es lo mismo que admitir que no pueda existir un conocimiento cierto sobre muchas cosas, del que se pueda asegurar que domina la verdad sobre esas realidades, pero cabe la posibilidad de que ningún conocimiento sea tan cierto que abarque la plena verdad de lo que algo es. Admitiendo que el conocimiento cierto existe, posiblemente quepa que todo acto de conocimiento pueda perfeccionarse penetrando más en la verdad de lo que cada ser es, por una mayor especificación sobre su modo de ser. Ese es el empeño de progreso de todas las ciencias.
La Filosofía busca conocer de todo lo que es y cuál sea su respectiva forma de ser. Su objeto material son las realidades materiales e inmateriales en cuanto que tienen ser por el que son en cuanto entidad, incluso aunque fueran entes de razón, con independencia de la composición de sus partes, que en cuanto elementos reales que son se estudian según su entidad. Esto la distingue de las ciencias aplicadas, que estudian los objetos según "de lo que son", o sea, su realidad determinada por la acción de lo que lo compone; a la filosofía le interesan "lo que son" las realidades, y por eso su sistema teórico no se complementa con verificar experimentalmente que se cumplen los comportamientos predichos, sino la verificación que lo que es lo es en verdad.
Es de recta intención que quien quiera confiar en la ciencia filosófica requiera que se le defina el concepto de verdad, si es que va a ser el recurso último de verificación de lo que cada ente es. A lo largo de la historia se han formulado muchas concepciones de la verdad, que se pueden especificar como: verdad lógica, verdad filosófica, verdad metafísica, verdad nominal, verdad epistemológica... Cada una de ellas se define de acuerdo a una teoría de la disciplina correspondiente de la Filosofía, de acuerdo a la orientación que aborda cada escuela. Hay que tomar en consideración que la filosofía se ejecuta desde el pensamiento y por medio de un lenguaje, con el que se procesan las conclusiones intelectuales de las percepciones e intuiciones, por lo que no debe parecer extraño que haya que definir en cada uno de esos procesos un método que garantice lo verdadero en cada aplicación. 
Considerar una definición de verdad que sea común a todas las aplicaciones de la Filosofía puede ser muy discutida, pero conviene realizarla como garantía de credibilidad. Esa posible definición podría ser: Verdad es lo que no admite contradicción. Si una verdad puede ser contradicha o refutada, siendo esa refutación verdadera, habría que admitir que aquella verdad no lo era tal. El sistema es similar al de la experimentación en las ciencias aplicadas. Si una teoría no se cumple en la experimentación de todas los campos definidos al 100%, no se puede admitir como cierta, al menos en su totalidad.
La verdad absoluta es la que no admite contradicción en ninguna condición de todas bajo las cuales pueda ser examinada. Los contenidos de verdad serán cada una de las afirmaciones que se puedan realizar de esa verdad sin que ninguna de ella pueda ser rebatida. Una verdad será relativa siempre que se especifique que bajo determinadas condiciones se cumple que en todas ellas no se encuentra contradicción. Definir el conjunto de todas esas condiciones es parte del proceso de conocimiento que permite aproximarse a la veracidad de objetos y proposiciones.
Cuando la Filosofía aborda el estudio de los actos humanos, lo que son y lo que podrían haber sido es significativamente importante, porque, al ser el hombre una especie racional y creativa, sus decisiones van a condicionar la realidad de su futuro, y determinar la verdad de lo que sus actos son no exime de la verdad de lo que su obrar pudiera haber hecho si deliberadamente hubiera tomado decisiones distintas. Esto conduce a que se puedan llegar a comparar qué contenidos de verdad son más propios de la condición humana de los distintos que se hayan llegado a poner por obra entre unos hombres y otros, entre comunidades distintas y entre actuaciones diacrónicas a lo largo de la historia.
Penetrando estas cuestiones de hacia dónde apunta el buen hacer del ser humano, a lo largo de la historia de la Filosofía ha surgido preguntarse si existe una verdad guía que se imponga a la conciencia de todo ser humano en su recta consideración, y si la hay ¿cómo es que yerra con tanta asiduidad? Si esa verdad existe, no cabe que pueda haber contradicción de conciencia sobre ella, dado que si pudiera ser tan cierta como su alternativa, no podría considerarse verdad. Esta discusión ha constituido un serio escollo en el progreso homogéneo de la Filosofía, ya que además del problema de definir qué es esa verdad y cómo se puede conocer, provoca la restricción de si ella es compatible con la libertad humana.
Si la rama que se quiere desarrollar de la Filosofía es el análisis de la verdad que rija los actos sociales, la dificultad se agudiza, porque no sólo necesita especificar el qué y el cómo de los actos humanos en cuanto causa y fin de la relación entre personas, sino definir las condiciones y contenidos de verdad de la relación en sí, y de cuánto objetiva y subjetivamente afecta a la realización y libertad de la entidad de quienes establecen esos vínculos sociales y hasta dónde la proyección de ese acto condiciona conductas ajenas e históricas.Si se da por cierto que los actos humanos son creativos y libres, lo que pueden y pudieran haber sido sus relaciones se abre hasta el infinito, lo que reta incluso si existe viabilidad par el desarrollo de la Filosofía Social.
Desde el siglo XIX se ha extendido un interés por desarrollar una ciencia sobre el hecho social. Esta ciencia analiza la sociedad según los hechos históricos reales, los únicos que puede observar y evaluar, por lo que su objeto material se constituye en saber cómo es la sociedad y por qué se comporta así. Las reglas que su teoría evidenciará representan las actitudes humanas cuando se agrupan en sociedad, cuya crítica de contrastes constituye una parte de su interés. Esta ciencia conocida como Sociología comparte con la Filosofía Social el objeto material, la sociedad, pero mientras la Sociología estudia "cómo es la sociedad", la Filosofía Social intenta definir "como debe ser la sociedad" en función de los contenidos de verdad de las formas posibles de relacionarse.
Con frecuencia se asimila al concepto de Filosofía Social la Ética del Derecho, o sea, a la fundamentación ética que inspira las normas jurídicas para organizar las relaciones en la sociedad. Esa inspiración a que el Derecho aspira de legitimidad se deriva del consuetudinario consenso en la razón de la norma para la protección personal y la convivencia social. Pero el Derecho, que tiene su fuente en la costumbre, sigue a la voluntad de lo que las personas han decidido y deciden según su libre entendimiento de lo que es el bien común. La Filosofía Social, en cambio, no tiene su fuente en la voluntad expresa de la sociedad, sino precisamente en el análisis de los contenidos y condiciones de verdad de esa voluntad, en razón de los principios esenciales de la naturaleza humana. Es cierto que la Ética del Derecho y la Filosofía Social coincidirán en muchos aspectos de su desarrollo, pero las fuentes y los procedimientos las hacen tan distintas que a su vez servirán ambas disciplinas para reforzarse, objetivando el Derecho eficazmente las aplicaciones prácticas de la teoría de la Filosofía Social.
¿Se puede conceder a la Filosofía Social el carácter de ciencia? En el sentido estricto de lo que puede entenderse por ciencia en virtud de que sea su saber la conclusión de la experimentación probada de sus teorías, la Filosofía Social, como casi todas las ramas de la Filosofía, no puede aplicarse el rango de ciencia, ya que su análisis de las causas primeras del acto de relación y de su vinculación al ser humano, como sujeto y objeto de la relación, no son experimentales en lo que son, sino sólo en cada uno de sus efectos concretos, que manifiestan modos de ser que no agotan la esencia de ese ser.
Que el saber filosófico no asuma el rango de ciencia tiene consecuencias positivas y negativas. Por una parte expresa su inagotable penetración en el ser de las cosas, lo que refleja la trascendencia de la existencia, frente a lo contingente que puede ser acotado y probado. Tratar sobre los actos de relación humanos tiene como consecuencia que generará una credibilidad proporcionada a la que se pueda reconocer al ser humano de acuerdo a lo que su libertad como cualidad de su esencia comprometa esa misma esencia de ser. La dificultad de objetivar inequívocamente la definición de sus contenidos de verdad mediante la experimentación práctica es también lo que impulsa a esta joven disciplina a avanzar con la humildad de percibir cuánto de su teoría puede ser verificado como positivo en las aplicaciones prácticas que de ella se pudieran extraer, y qué condiciones pueden influir para que aquellas definiciones puedan ser redefinidas con una mayor exactitud.
 
IGUALDAD Y EDUCACIÓN.
L
a igualdad de género es para la UNESCO una prioridad mundial estrechamente ligada a los esfuerzos de la Organización para promocionar el derecho a la educación y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Mediante el Marco de Acción Educación 2030, el ODS 4 tiene como finalidad "garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos" y el ODS 5 tiene como finalidad "lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas".
La Agenda mundial Educación 2030 reconoce que la igualdad de género requiere un enfoque que "garantice no sólo que las niñas y los niños, las mujeres y los hombres obtengan acceso a los distintos niveles de enseñanza y los cursen con éxito, sino que adquieran las mismas competencias en la educación y mediante ella".
Existen, dependiendo del contexto, grandes desigualdades de género en el acceso, el logro del aprendizaje y la continuación de la educación, resultando ser las niñas, en general, las más desfavorecidas, aunque en algunas regiones los niños se encuentran en desventaja. A pesar de los logros alcanzados, existe un mayor número de niñas sin escolarizar que de niños - 16 millones de niñas nunca irá a la escuela (Instituto de Estadística de la UNESCO) - y las mujeres representan dos tercios de los 750 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de alfabetización.
Entre los numerosos obstáculos que impiden a las niñas y mujeres ejercer su derecho a estudiar, obtener un diploma y beneficiarse de la educación, se encuentran la pobreza, el aislamiento geográfico, la pertenencia a una minoría, la discapacidad, el matrimonio y el embarazo precoces, la violencia de género y las actitudes tradicionales relacionadas con el papel de las mujeres.
	
	
LIBERTAD Y EDUCACIÓN.
L
a libertad de educación es el derecho que poseen los padres para poder educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones, permitiendo a los distintos grupos la capacidad de educar a los niños sin impedimentos por parte del Estado.
La libertad de educación es un concepto constitucional (legal) que ha sido incluido en la Convención europea en Derechos humanos, Protocolo 1, Artículo 2, Convenio Económico Internacional, Derechos Sociales y Culturales Artículo 13 y varias constituciones nacionales, p. ej. la constitución belga (anterior artículo 17, ahora artículo 24) y la constitución holandesa (artículo 23).
El filósofo liberal inglés John Stuart Mill era un fuerte defensor de la educación sin la intervención del estado. En su ensayo Encima Libertad, escribió:
No hay objeciones libertarias al estado para que la educación de los niños sea obligatoria. Pero sí las hay para que el estado proporcione educación de manera dirigida. Voy tan lejos como cualquiera en desaprobar que toda o una gran parte de la educación se encuentre en manos del gobierno.
Diversidad y libertad individuales en los caracteres de las personas, opiniones, y los modos de conducta requieren libertad y diversidad en educación – y cualquier sistema general de educación estatal sería un artilugio para formar personas con un mismo molde y forma. La educación estaría orientada a la conveniencia del poder de gobierno – ya sea un monarca, un sacerdocio, una aristocracia, o una mayoría de la generación existente. Cuanto más eficaz y exitoso era la educación estatal, más grande era el despotismo que el estado podría establecer sobre las mentes y cuerpos de las personas. Si las sociedades permiten que las escuelas y universidades del estado puedan operar, estas instituciones tendrían que ser una más compitiendo entre muchas formas y experimentos en educación. El gobierno podría simplemente intervenir para proporcionar modelos o ejemplos de cómo conseguir ciertos estándares seguros de excelencia educativa.
	
DEMOCRACIA Y EDUCACIÓN.
E
n la construcción de la democracia la educación es elemento indispensable para la formación de una ciudadanía que participe en forma libre, racional y responsable en el desarrollo de los procesos democráticos.
La formación ciudadana implica el fomento de una cultura política que estimule la participación cívica y civilizada, así como el respeto a los derechos humanos, a las diferencias culturales y a las minorías, tanto en el ámbito públicocomo privado, en un marco de justicia y libertad. Para ello, es tarea esencial de la educación, ya sea formal o informal, proveer a la población tanto del conocimiento de los principios que dan forma a la democracia, sus valores, su evolución histórica, como de habilidades y destrezas que estimulen su disposición a participar y a involucrarse en los asuntos públicos.
Es a través de la educación que se configuran en los ciudadanos los valores democráticos que orientan su conducta y definen su posición frente a realidades concretas. El reconocimiento de la dignidad humana propia y de los demás, la aceptación de la diversidad, la tolerancia, la igualdad, la honestidad, la responsabilidad, la participación, son valores de la cultura democrática producto del aprendizaje social que al entenderlos, aceptarlos y tomarlos para sí, se convierten en pautas de conducta que propician una mayor práctica y demanda de democracia. La educación, pues, resulta clave en la consolidación y perfeccionamiento de la democracia.
Gilberto Guevara Niebla identifica en este trabajo la relación democracia educación en la historia, desde la Grecia clásica hasta la época moderna. Con la convicción de que la democracia es obra de la inteligencia y de la voluntad humanas, el autor aborda distintas formas en que ha sido entendida la educación, sobre todo con la evolución de la democracia moderna.
Hechos históricos como la independencia de Estados Unidos, las revoluciones francesa, inglesa y china, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín y de diversas dictaduras, entre otros, han sido determinantes para el desarrollo de la educación y la expansión de las oportunidades educativas. La educación, dice Guevara Niebla, no puede, por sí sola, hacer democrático a un país, pero es probable que inhiba prácticas no democráticas.
Para contribuir a la reflexión sobre la educación como medio a través del cual se reproducen los valores que dan vida a la democracia, el Instituto Federal Electoral publica este trabajo como parte de su serie Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática.

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