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SUBSECRETARIA DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR Y SUPERIOR DIRECCIÓN GENERAL DE FORMACIÓN Y SUPERACIÓN DOCENTE DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN NORMAL ESCUELA NORMAL SUPERIOR PÚBLICA DEL ESTADO DE HIDALGO CICLO ESCOLAR 2019-2020 SEGUNDO SEMESTRE CURSO: DESARROLLO SOCIOEMOCIONAL Y APRENDIZAJE TRABAJO: SOBRE LA MEDITACIÓN DE LAS EMOCIONES ELABORÓ: WENCESLAO RESÉNDIZ AGUILAR ASESOR: MA. ASUNCIÓN CÁZARES GÓMEZ PACHUCA DE SOTO, HIDALGO; A 04 DE JUNIO DE 2020 Meditación y emociones Inmersos en una cotidianidad apremiante, cegados en aspectos emocionales, intentamos vivir en una burbuja estrictamente racional, nuestros pensamientos y acciones se ocupan del mundo externo, a tal grado que, cuando no logramos entender algo y nos enfocamos en desvelar el misterio, desviamos nuestra atención a todo lugar menos en el presente que vivimos. Hacemos caso omiso a nuestro mundo interior como si nada existiera en él, ignorando que ahí dentro se encuentra lo más auténtico y honesto de nosotros mismos, donde yacen nuestras emociones, pensamientos y sentimientos, nuestra esencia propia. ¿Si vivimos externamente, cómo nos afecta lo que sucede en nuestro interior? El diccionario de la RAE concibe a la emoción como “alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”, dicho lo anterior cabe preguntarse ¿controlamos nuestras emociones o ellas nos controlan a nosotros? Claro está que no podemos controlar en su totalidad los eventos que nos producen una alteración del ánimo, pero si lo que estos causan en nosotros. Si bien existen distintas técnicas para lograrlo, todas requieren de tiempo, constancia y dedicación para su dominio. Paul Ekman, psicólogo estadounidense pionero en el estudio de las emociones y su expresión facial, propuso en 1972 seis emociones básicas universales, las cuales son: Ira, alegría, sorpresa, asco, tristeza y miedo. Dichas emociones las presentamos a diario y nos conducen a estados y respuestas producidos por una emoción específica, por poner un ejemplo, al sentir tristeza, podemos experimentar desde una leve desesperanza hasta una intensa depresión y a su vez esto nos conducirá a expresarlo de distintas formas como el lamento, la búsqueda de consuelo, el aislamiento, permanecer rumiando o sentir vergüenza. ¿Es posible controlar lo que sentimos? ¿Podemos controlar la tristeza y evitar la depresión? Anteriormente nuestra respuesta fue sí. Una técnica efectiva es la meditación. Llevarla a la práctica implica observar nuestro estado interno, al ser un proceso no racional, logramos situarnos en el aquí y ahora, es decir, en el presente. En relación a nuestras emociones somos bastante inconscientes de cómo las experimentamos, cómo aparecen y por qué lo hacen, lo que nos lleva a rechazarlas o ignorarlas cuando aparecen de forma negativa, adoptamos posturas que incitan a evadir dichas emociones y esto conduce a un error, ya que estamos perdiendo valiosa información acerca de nosotros mismos. Lejos de observar e identificar lo que sucede cuando pasamos por el miedo, la ira o la tristeza simplemente mediante un proceso racional juzgamos y desechamos cuanto antes lo que estamos sintiendo. Por ello la meditación consiste en una buena gestión emocional a través de la observación y aceptación de lo que está sucediendo en el presente. Mediante esta técnica podemos observar aquello que da sentido a nuestras experiencias y de un modo certero comprendernos mejor a nosotros mismos. Cuando hablamos de observar las emociones nos referimos a aprender a sentirlas. En vez de huir o evitar emociones negativas como la ira, la tristeza o el disgusto, intentemos sentirlas de principio a fin con el objetivo de observar qué es lo que sucede en nuestro cuerpo, que sensaciones aparecen, en dónde y en qué momento. Llamamos a esto “ser consciente de nuestras emociones”, así comenzamos a conocernos a nosotros mismos. Con la práctica habitual consolidaremos la inteligencia emocional la cual nos abre una perspectiva nueva ante situaciones conflictivas en las que antes no encontrábamos salida. Los beneficios de llevar a cabo la meditación no son inmediatos, es razonable que no estemos acostumbrados a llevar esta práctica de un modo habitual, por lo que al principio será difícil, solo necesitaremos paciencia y constancia. Al paso del tiempo lograremos controlar nuestras emociones y también los pensamientos, que son estos últimos los que nos tienen prisioneros. Pasaremos de ser esclavos de nosotros mismos a tener control, ser dueños de nuestro camino. Existen emociones que son difíciles de experimentar, sin embargo, si deseamos tener una buena gestión emocional debemos aceptar y afrontar aquello que no nos gusta o nos incomoda. Hay mucho con lo que debemos lidiar. La meditación nos ayuda a transitar en este proceso. Como futuro educador encuentro estas prácticas como excelentes herramientas para el autoconocimiento y la posterior guía de mis alumnos. La educación actual viene sufriendo cambios importantes en la manera que adquieren el aprendizaje las personas. Anteriormente se basaba en una teoría conductual, llena de datos memorizados que poco o nada servían con el paso del tiempo a razón de ser olvidados. Ahora mediante una teoría constructivista el escenario cambia, hoy es cuando los alumnos se encargan de construir su aprendizaje con el apoyo del docente, para ello el manejo de las emociones es importante. Aprender a dominar la ira, el miedo, la tristeza, el gozo, la sorpresa y el disgusto requerirá un proceso largo y difícil, sobre todo de voluntad para tener éxito. ¿Qué lograremos con todo esto? El fin de concientizarnos sobre las propias emociones es que las personas desarrollen una actitud positiva ante la sociedad, con el objetivo de mejorar la convivencia entre ellas mismas, elevando su calidad de vida. Consolidar la inteligencia emocional se ha vuelto una necesidad para toda persona, por lo que la instauración de programas en las escuelas requiere del compromiso de docentes preparados en el terreno de las emociones. Esto nos remite sin tropiezo a buscar complementar con técnicas como la meditación nuestra compresión y asimilación de nuestro estado interior.
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