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Four Play - Stephanie Brother - Iván Dai Torres de Lorenza

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Staff 
Moderadora 
Kitten 
Traducción 
Kitten 
MiaStelle Rose 
Corrección 
MJ Maddox Isblack-7 
Lectura Final 
Kitten MJ Maddox 
Diseño 
Gracias mi Eli, eres un sol, nunca te apagues♥ 
 
 
 
 
 
 
¡Comunicado! 
Éste archivo no intenta reemplazar u opacar el trabajo del 
autor. 
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Dicho esto, disfruten su lectura♥ 
 
 
 
Índice 
Sinopsis 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
Capítulo 5 
Capítulo 6 
Capítulo 7 
Capítulo 8 
Capítulo 9 
Capítulo 10 
Capítulo 11 
Capítulo 12 
Capítulo 13 
Capítulo 14 
Capítulo 15 
Capítulo 16 
Capítulo 17 
Capítulo 18 
Capítulo 19 
Capítulo 20 
Capítulo 21 
Capítulo 22 
Capítulo 23 
Capítulo 24 
Capítulo 25 
Capítulo 26 
Capítulo 27 
Capítulo 28 
Capítulo 29 
 
 
 
 
Sinopsis 
Los cuatro chicos molestos que fueron responsables de los peores 
momentos de mi infancia se han convertido en cuatro HOMBRES 
irritantes y calientes como el pecado. 
Intento ignorarlos, pero me atormentan durante el día y acechan mis 
sueños por la noche. Ah, y mencioné que… Son mis hermanastros. 
Adam, Matt y los gemelos idénticos Josh y Jake serían el sueño de la 
mayoría de las chicas, pero no el mío. Claro, son altos, morenos, 
hermosos y exitosos, pero no los quiero y no los necesito, al menos 
eso es lo que me digo, hasta que paso una semana alucinante en su 
casa de playa. 
Hacemos cosas juntos con las que ni siquiera soñé, y descubro que hay 
más en ellos de lo que parece. Pero es solo un juego que estamos 
jugando, ¿No es así? Para cuando me doy cuenta de que necesito 
proteger mi corazón, puede que sea demasiado tarde. 
Four Play es un MEGA-MENAGE independiente / Romance de harén 
inverso de larga duración. Se trata de escenas ardientes MMFMM, MFM, 
MF garantizadas para inspirar sus fantasías. Sin suspensos exagerados. 
Sin trampas. Solo mucha bondad humeante y un “muy felices para 
siempre”. 
 
 
Capítulo 1 
Un gran favor 
—Dame cuatro. —La mujer que hace el pedido ni siquiera se molesta 
en alzar la mirada de su teléfono. Sus pulgares moviéndose por la 
pantalla mientras está de pie enfrente del mostrador. 
— ¿Solo cuatro? ¿Segura que no preferiría media docena? 
—No, cuatro está bien. —Me mira por menos de un segundo antes de 
regresar a su conversación por mensaje, juego o lo que sea que esté 
haciendo, que aparentemente es más importante para ella, que su 
orden—. Y cualquiera está bien. No me importa. 
Por supuesto que no lo hace. ¿Por qué lo haría? No le importa que he 
estado aquí desde las cuatro de la mañana. Mi piel, cabello y ropa 
están cubiertas de una delgada capa de la grasa de las freidoras y, por 
alguna razón, me enorgullezco de glasear la amplia variedad de donas, 
aunque tenga que seguir unas pautas que probablemente fueron 
hechas por un comité en una sala de conferencias en alguna oficina 
corporativa lejana. Apliqué artísticamente el glaseado empaquetado 
que no tenía duda, fue manufacturado en una fábrica. 
¿Cómo podría saber que los pastelillos que está ordenando fueron 
decorados por una repostera educada aprovechando una completa 
falta de empleos? Estoy, literalmente, certificada para hacer 
macarrones, profiteroles, éclairs1 y soufflés, pero hago mi mejor 
esfuerzo en este trabajo en una franquicia de donas. 
Le ofrezco una sonrisa que no me devuelve mientras le entrego una 
pequeña bolsa blanca que contiene sus cuatro donas, después checo 
 
1 
 
 
mi reloj. Otro día finalizado. Cuando estoy a punto de irme, el jefe en 
turno me llama. —Maddy, no te necesitaremos mañana para abrir. Ven 
a las diez. ¿Está bien? 
Asiento, sin tener ninguna opción o predicción en mi horario, 
aparentemente. Espero que pueda reponer las horas al final de la 
semana. Me voy y me dirijo a la pequeña habitación del apretado 
apartamento que comparto con otros dos trabajadores con salario 
mínimo. 
Esta es mi vida, y hasta ahora, no luce nada como me la imaginé 
durante los años que pasé soñando con la escuela culinaria y una 
excitante y remunerada vida en la gran ciudad. 
A mitad de las treinta cuadras de camino a casa, porque comprar un 
pase de autobús complica el pagar mi renta compartida, mi celular 
vibra con un mensaje. 
Mamá: Hola cariño, ¿puedes hablar? 
Su mensaje suena inocente pero instantáneamente estoy alerta. Mi 
mamá me mensajea pocas veces a la semana, pero estos breves 
mensajes siempre son pequeños saludos y revisiones. Hablamos cada 
domingo por la tarde, así que es inusual que quiera hablar a mitad de 
la semana. 
Media cuadra más adelante giro hacia un patio corporativo que 
ofrecerá algún refugio del implacable ruido del tráfico, y pulso el 
botón de llamada. 
— ¡Hola, cariño! No esperaba que llamaras inmediatamente. ¿Llegaste 
a casa del trabajo? 
—Estoy de camino. ¿Cómo estás? ¿Está todo bien? 
—Sí, sí, todo está bien. —Dice, pero hay una corriente de excitación 
nerviosa alrededor de sus palabras—. ¿Cómo estás? 
 
 
—Mamá, estoy bien. ¿Qué está pasando? 
Ahora hay una risa nerviosa. Me la imagino caminando por la pequeña 
sala o tal vez sigue en su tienda, limpiando los mostradores 
obsesivamente mientras hablamos. 
Después de una larga pausa y un aclaramiento de garganta su voz 
suena más firme. —Me siento rara al tener esta conversación por 
teléfono, me gustaría mucho más decírtelo en persona, pero ya que 
no planeas venir a casa hasta las fiestas y no te he visto en seis meses, 
creo que sería mejor... 
—Mamá, ¿Qué es? —Mi tono es agudo y estoy agarrando mi celular 
tan fuertemente, que un destello de dolor se dispara por mi brazo. 
—Oh, Maddy, todo está bien. Te estoy llamando con buenas noticias. 
Noticias realmente buenas. 
Dejo salir una respiración, pero no me relajo completamente. Algo 
definitivamente no está bien. 
—No sé cómo decirte esto. Probablemente va a ser una gran 
sorpresa… 
— ¡Mamá! 
—Bien, bien. Bueno, hace algunos meses, comencé a salir con alguien. 
No lo mencioné de inmediato porque no creí que fuera algo 
importante. Pero las cosas se han movido demasiado rápido y… 
bueno… anoche me propuso matrimonio y dije que sí. 
No puedo entender sus palabras. 
—Me voy a casar. Nos vamos a casar. 
No puedo encontrar mis palabras. 
 
 
—Mike y yo nos casaremos. Siento no habértelo dicho antes y, 
realmente no esperaba esto, pero me preguntó, y bueno, solo tiene 
sentido. No vemos otra razón para esperar. No a nuestra edad. 
Mi mamá, quien, hasta donde puedo decir, nunca antes había salido 
con alguien desde que mi padre se fue cuando era una niña, ¿Está 
repentinamente casándose con alguien llamado Mike? 
— ¿Cariño? ¿Maddy? ¿Sigues ahí? 
—Sí, mamá. Estoy aquí. —Suelto mi largo cabello castaño de la coleta 
y sacudo mi cabeza, intentando concentrarme, intentando 
comprender lo que está diciendo. 
—Como dije, quería decirte en persona. No pretendía arrojarte esto, 
pero querida, estoy muy feliz y no podía esperar para decirte. 
Un millón de preguntas comienzan a correr en mi cabeza. ¿Quién es 
este tipo? ¿Qué quiere de ella? ¿Puede confiar en él? ¿Qué significa 
todo esto para ella? ¿Cómo puede estar pasando esto tan 
repentinamente? ¿No debería al menos haberlo conocido, antes de 
tomar una decisión que cambiaría su vida? 
Después pienso en todos los sacrificios que hizo mi mamá por mí, toda 
mi vida. Fue a trabajar a un supermercado cuando mi papá nos dejó, 
pero cuando eso no nos daba suficiente dinero, empezóa hacer 
pasteles como apoyo y, con mucho trabajo hizo que ese ajetreado 
apoyo se convirtiera en su propia tienda. Ahora no es solamente la 
repostera más demandada en la pequeña isla donde crecí, sino que la 
gente viene del condado vecino por sus pasteles de bodas. 
Ella trabajó duro para hacer de su negocio un gran éxito, pero siempre 
estuvo ahí para mí cuando la necesité. Me hacía disfraces de 
Halloween para que ganara los concursos en la escuela, organizaba 
mis fiestas de cumpleaños cuando era pequeña y cuando me gradué 
de la preparatoria me envió a la ciudad para que pudiera perseguir mis 
 
 
sueños. Una dolorosa punzada de culpa me atraviesa cuando pienso 
lo mal que esto está yendo. 
Mi mamá merece toda la felicidad y espero que esto sea algo bueno, 
pero es tan buena persona que me preocupa que alguien se aproveche 
de ella. 
— ¿Dijiste que su nombre es Mike? —Me las arreglo para preguntar. 
—Sí, es correcto. Tal vez lo recuerdes. Mike Harding. Es dueño del 
concesionario de autos en Littleton. 
Comienzo a sentir que estoy debajo del agua. Mi mamá suena más 
lejana mientras continúa. —Solía ser dueño de la tienda de 
reparaciones en la isla, pero ahora sus hijos han tomado el control de 
ella. Fuiste a la escuela con ellos, ¿recuerdas? 
No. No. No, no, no, no. 
—Adam, Matthew, y por supuesto los gemelos, Joshua y Jacob. 
No. No. No. No. No. No. 
— ¿Maddy? Sé que estoy diciéndote mucho, pero necesito pedirte un 
favor. Un gran favor. 
Haría lo que sea por mi mamá. Lo que sea. Ese es mi pensamiento 
inmediato. Pero después de todo esto, después de las impactantes 
noticias, después de descubrir que se está casando con el padre de, 
no, mi cerebro no me deja ir ahí. No aún. Me hundo en la banca de 
piedra y cierro mis ojos con fuerza mientras espero su pedido. 
—Mike quiere que vayamos a una larga luna de miel. Y después de 
todo, quiere viajar mucho, que como sabes, es algo que siempre he 
querido hacer. Maddy, querida, sé que siempre has querido estar en la 
ciudad y definitivamente puedes volver, pero necesito que vengas a 
casa y dirijas la pastelería por mí. 
 
 
Capítulo 2 
¿No se supone que el tiempo cura 
todas las heridas? 
Solo hay dos autos delante de mí en el semáforo para cruzar el puente 
hacia la isla, una señal segura de que la temporada turística ha 
terminado. El verano es magnífico para el negocio de mi mamá, pero 
siempre ha sido una molestia en cualquier otro aspecto, especialmente 
el tráfico y las playas repletas. 
Cuando el semáforo cambia, piso el acelerador y llevo el auto 
compacto por el puente que separa la isla de Four Points del 
continente. El vehículo es nuevo para mí, pero no tan nuevo en 
cualquier otro aspecto, forma y figura. No necesitaba un auto en la 
ciudad, pero sabiendo que necesitaría estar por aquí, mamá me presto 
el dinero para comprar uno y conducir a casa. 
Me siento como una persona cambiada, volviendo a casa después de 
haber vivido lejos por casi seis años, pero no estoy segura si cambié 
para mejor. Estoy agradecida por todo lo que aprendí y las 
experiencias que tuve, la mayoría de ellas, pero no puedo evitar 
sentirme como un fracaso, volviendo a casa porque no pude hacerlo 
por mi cuenta. 
Seguro, mi mamá me necesita aquí, pero ambas sabemos que no 
hubiera preguntado si yo estuviera disfrutando de la carrera exitosa 
que siempre esperé. Para ser honesta, creo que me estaba dando un 
salvavidas con su petición y, a pesar de estar agradecida, también 
estoy avergonzada de admitir que necesitaba ayuda. 
 
 
La música que estoy escuchando se detiene repentinamente. Mi 
teléfono vibra con una llamada entrante y un nombre que no he visto 
en un largo tiempo aparece en la pantalla. Lacy. 
— ¡Hola! —Respondo en el altavoz en cuanto cruzo el puente. 
— ¡Hola, extraña! Un pajarito me dijo que volvías a casa. 
—Tu pajarito debe ser un acosador de clase mundial por que 
literalmente acabo de regresar a la isla. —Lacy siempre fue la primera 
persona en saber todo lo que pasaba por aquí. 
— ¡Asombroso! ¿Cómo estás? 
—Bien. ¿Y tú? 
—Bien. Emocionada por verte. Nunca pensé que dejarías la ciudad. Sé 
cuánto la amas. 
—Sí, bueno, ella no me amaba. 
—Estoy segura que eso no es verdad. ¿Quién no te amaría? —Dice 
Lacy, recordándome la linda y positiva persona que siempre ha sido. 
Debí haberme mantenido en contacto con ella. 
—Estoy esperando verte, también. ¿Quizá la siguiente semana? 
—Seguro. ¿Después de la boda? Apuesto que estarás ocupada 
ayudando con las cosas de último minuto. 
—Por lo que entiendo, solamente será una pequeña ceremonia en el 
parque, pero sí, probablemente tienes razón. 
—Estaré en contacto la próxima semana. ¡Bienvenida a casa, Maddy! 
—Gracias, Lacy. 
 
 
 
Hay una sonrisa en mi rostro por primera vez hoy y mientras paso por 
todas las tiendas y atracciones familiares, tengo la sensación que 
experimentas cuando te pones tu suéter favorito en una fría tarde de 
otoño. A pesar de las emociones mezcladas que tengo por volver a 
casa, no puedo negar que hay una sensación de comodidad que nunca 
he sentido en otro lugar. 
Me aferro a esa sensación cálida y borrosa, saboreándola mientas giro 
hacia la calle principal de la isla, cruzando el campo de minigolf de 
temática náutica, donde mi tío siempre me llevaba cuando nos 
visitaba. Un poco más arriba está la mejor heladería de Four Points, 
donde mi equipo siempre iba después de ganar partidos de softball y, 
donde Lacy y yo pasábamos el tiempo viendo atractivos chicos turistas 
en verano. 
El siguiente negocio que paso es el garaje de los Harding y mi sonrisa 
desaparece al instante. El edificio es más grande ahora, hay un nuevo 
y llamativo letrero al frente y, el lote parece recién pavimentado. ¿Está 
mal que su aparente éxito me haga enojar? ¿Por qué les va bien, 
mientras que yo me las arreglo en una tienda de donas grasientas? Tal 
vez no exista tal cosa como el karma si los cuatro idiotas que en varias 
ocasiones se burlaron de mí, me atormentaron, intimidaron, ignoraron 
y lastimaron están viviendo una buena vida. 
Agarro el volante con fuerza y parpadeo rápidamente para detener las 
amenazantes lágrimas. ¿No se supone que el tiempo debe curar todas 
las heridas? ¿Cuánto tiempo tomará para suavizar el dolor acumulado 
durante trece años de mi vida? 
Mirando atrás, parece que los hermanos Harding tramaron un plan 
para hacerme sentir miserable. Cuando era más joven, Adam y Matt 
eran horribles, se burlaban de mí implacablemente o decían y hacían 
todo tipo de cosas groseras e hirientes. Intenté mantener mi distancia 
con ellos, pero los gemelos, que estaban en mi grado, eran mis amigos 
entonces, y pasábamos mucho tiempo juntos. Anota eso a las 
lecciones de vida aprendidas de la manera más difícil. 
 
 
Pensé que los gemelos eran buenos chicos que solo tenían la mala 
fortuna de tener los peores hermanos del mundo, pero al final fueron 
los gemelos, Josh y Jake, quienes más me hirieron. Después de eso, 
como si estuvieran fuera, Adam y Matt dejaron de atormentarme y 
comenzaron a ignorarme a propósito de una manera que me hizo 
sentir como si fuera menos que nada. 
Exhalo un suspiro y, junto con él, un pequeño gemido de dolor. Los 
hermanos Harding fueron terribles para mí, y en pocos días, mi madre 
se convertirá en una Harding por matrimonio. Si los chicos obtuvieron 
sus encantadoras personalidades de su padre, temo por mi madre, de 
verdad. Y esa es otra razón por la que acepté volver a casa, para vigilar 
la situación y estar lista para intervenir si es necesario. 
Desde que mi mamá me llamó con sus impactantes noticias, he 
pensado en todas mis interacciones con el Sr. Harding, pero no hubo 
muchas que pudiera recordar. Cuando solía jugar en el patio de la casa 
de los chicos, él casi nunca estaba en casa, trabajando largas jornadas 
justo como mi mamá. La Sra. Harding había muerto cuando los chicos 
eranjóvenes. Los gemelos ni siquiera la recordaban y, quizá la pérdida 
de su madre en sus años formativos fue la causa de sus terribles 
personalidades. 
Recuerdo al señor Harding siendo muy estricto y firme con sus hijos, 
pero nunca desagradable. En el puñado de interacciones que tuve con 
él, siempre fue amable conmigo. Trato de tranquilizarme con ese 
hecho, y confío en que mi madre tome buenas decisiones en general, 
pero nunca la he visto con un hombre, y no puedes culparme por ser 
cautelosa con su precipitado matrimonio. 
Después de una respiración profunda, dejo escapar un largo suspiro y 
salgo de la calle principal. Aunque no dudaré en intervenir si el Sr. 
Harding no trata bien a mi madre, al final es su matrimonio, no el mío. 
Puede que ella elija convertirse en una Harding, pero eso no me 
convertirá en una, y después de la ceremonia, durante la cual supongo 
 
 
que me veré obligada a pasar unos minutos con las cuatro plagas de 
mi existencia, pretendo ver lo menos posible de los hermanos. 
Un giro más y me acerco a la casa donde crecí. El sol está empezando 
a ponerse, pero hay suficiente luz para revelar pintura fresca en la casa. 
El paisaje se ve mucho más ordenado que de costumbre, también, y 
hay un nuevo árbol plantado en el frente. La entrada está en el lado 
más alejado de la casa, así que no veo todos los vehículos hasta que 
estoy llegando. Además del sedán de mamá, hay tres camionetas en la 
entrada, todas brillantes y nuevas, una de ellas con placas de 
distribuidor. 
Después de mi largo viaje, esperaba una noche tranquila con mamá. 
En cambio, parece que tenemos compañía. 
 
 
 
Capítulo 3 
¿Cuándo aprenderé? 
El sonido de voces masculinas me saluda cuando me permito entrar 
por la puerta principal. Fuertes, profundas y riendo, y tan fuera de 
lugar en nuestra normalmente tranquila casa. 
Considero dar la vuelta, salir de la entrada y encontrar un lugar para 
matar el tiempo hasta que la casa esté vacía más tarde. Podría decirle 
a mamá que me retrasé por la construcción de la carretera. Antes de 
que pueda salir corriendo, ella da la vuelta en la esquina y me ve. 
— ¡Maddy! ¡Estás aquí! 
Instantáneamente soy envuelta en un abrazo que se siente 
indescriptiblemente bien. Mamá huele como a canela y jengibre. Me 
permito hundirme en el confort que ella ofrece hasta que una voz 
profunda nos interrumpe. 
— ¿Jen? Oh, Madison, estás aquí. 
Me separo de mamá para encontrar a un gran hombre en la sala, con 
una expresión agradable en su rostro. 
—Hola, Sr. Harding. Sí, estoy aquí. 
—Llámame Mike. —Sostiene su mano para que la tome—. Bienvenida 
a casa. 
Me molesta que me dé la bienvenida a mi propia casa, pero su actitud 
es amistosa, no territorial, así que dejo de lado mi irritación. 
Mamá cierra la puerta mientras entro. —Espero que estés hambrienta. 
Hemos planeado una cena especial para recibirte. 
 
 
—Oh. Eso es lindo. Gracias. —Estaba hambrienta antes de llegar a la 
isla, pero los invitados inesperados me han quitado el apetito. 
Sigo a mamá a la cocina donde encuentro la espalda de un hombre de 
hombros anchos, con la cabeza inclinada sobre una tabla de cortar. No 
puedo evitar notar cómo sus vaqueros desteñidos y su camisa azul 
pálido se ajustan perfectamente a su cuerpo, acentuando su cintura 
estrecha y su firme culo. 
De alguna manera, antes de que se dé vuelta, sé que es Jake, y me 
molesta que aún pueda reconocerlo tan fácilmente después de seis 
años, y que sepa sin duda alguna que es él y no su gemelo idéntico 
Josh. Ya no quiero conocerlo tan bien. 
—Maddy. Hola. —Su voz es baja y vacilante. Su rostro está bien 
afeitada, su cabello recién cortado, y todo él es más ancho de lo que 
recuerdo. Su camisa se esfuerza por contener el cuerpo musculoso 
debajo de ella. 
Rápidamente miro hacia otro lado mientras murmuro un breve "hola" 
en respuesta. Hay una cacerola de lasaña en la estufa y Jake está 
cortando un pepino para la ensalada que está frente a él. Mamá saca 
una cacerola de rollos de hoja de trébol del horno y siento que mi 
hambre regresa. Ha pasado mucho tiempo desde probé su comida, y 
no debería dejar que la presencia de los Harding, arruine mi disfrute. 
De alguna manera parece que eso sería dejarlos ganar. 
— ¿Necesitas limpiarte, cariño? Encuéntranos en el comedor en unos 
minutos. 
Agradecida por una excusa para huir, me escapo por las escaleras en 
lugar de cruzar la zona de abajo donde podría encontrarme con los 
otros. Hay más voces que vienen de la sala de estar, así como el sonido 
de los deportes en la televisión. 
Al pasar por mi dormitorio, estoy agradecida de ver que se ve igual 
que en mi última visita. En el baño, me salpico las mejillas con agua 
 
 
fría y compruebo mi reflejo. Desearía tener un nuevo corte de cabello, 
pero luego me recuerdo que no estoy aquí para impresionar a nadie. 
Por supuesto, no me importa lo que ninguno de los hermanos Harding 
piense de mí. 
Empujo mis hombros hacia atrás y mantengo mi cabeza alta mientras 
vuelvo abajo. La televisión está apagada y los sonidos de la casa se 
concentran en el comedor. Ver a Jake no fue tan malo. Uno menos, 
quedan tres más, supongo. Terminemos con esto. 
A veces soy tan ingenua. 
Todos ya están sentados cuando entro en la habitación. Mike está en 
la cabecera de la mesa frente a mamá. Adam y Matt están a un lado, y 
enfrente de ellos están Josh y Jake. La única silla vacía está en el 
pequeño espacio entre los gemelos. ¿Qué demonios? 
—Tendrás que apretarte ahí, querida. —Dice mamá—. Incluso con la 
extensión de la mesa, el espacio es pequeño. 
Eso es un eufemismo. Todos estos hombres hacen que nuestro 
comedor parezca hecho para una casa de muñecas. 
Jake se pone de pie, y paso a su lado para tomar mi lugar. Trato de no 
mirar a nadie a los ojos, pero frente a mí, Matt me saluda y Adam dice: 
—Bienvenida a casa, Mads. 
¿Mads? No es el peor sobrenombre que me ha dado. Ni de cerca. 
Buscando un lugar seguro donde concentrarme, veo a mamá feliz y 
esperanzada, así que logro una pequeña sonrisa para enmascarar mi 
irritación. Puedo superar esto por su bien. Es sólo una cena. 
Seguramente esto no se convertirá en un hábito, ¿verdad? Oh Dios, ¿y 
si lo hace? 
Se me ocurre que esto es ahora esencialmente una cena familiar, y el 
pensamiento me quita el apetito de nuevo. Estos hombres van a ser 
mis hermanastros. Me siento un poco mareada. 
 
 
A mi derecha, Josh, quien ha estado extrañamente silencioso, 
simplemente dice, —Hey. —mientras me pasa la canasta de pan. No 
puedo evitar darme cuenta de la barba en su rostro y la manera en que 
ahora lleva el cabello más largo. 
—Es tan bueno estar todos juntos. —dice mamá. 
—Seguro que lo es. —Concuerda Mike—. Todos estamos felices de 
tenerte de vuelta, Madison. 
Sí, claro. Estoy segura de que todos sus hijos están tan felices de verme 
como yo de verlos a ellos. Lo que significa, para nada. Este es uno de 
esos momentos extraños que nunca imaginas en tu vida. Se supone 
que debo vivir mi vida de ensueño en la ciudad. En vez de eso, estoy 
sentada alrededor de una mesa muy llena, con cuatro hombres que 
esperaba nunca volver a ver. Y estamos a punto de relacionarnos como 
familia el uno con el otro. 
Tomo una pequeña porción de lasaña que Mike está sirviendo. Seré 
afortunada si puedo comerla toda. 
Mamá mantiene la conversación mientras intento parecer ocupada 
empujando la comida en mi plato. Los hombres están comiendo de 
buena gana, pero se unen a la discusión, mostrándose cómodos con 
mi madre y con este nuevo arreglo familiar. 
El brazo de Jake roza el mío y me estremezco como si quemara. Me 
gustaría alejarme de él, pero me encontraría con Josh a mi otro lado. 
—Mañana iremos a la tienda de vestidos en Whitman, Maddy. Vi 
algunos para ti cuando conseguí el mío. Puedes ver que te gusta. 
—Suena bien, mamá. 
—Abren a las diez. Iremos temprano y después pasaremos el resto deldía en la pastelería para ponerte al corriente. 
—Está bien. 
 
 
—Estoy nerviosa por estar lejos tres semanas. Una luna de miel 
extravagante. —Mi mamá le sonríe a Mike. 
—Es solo el comienzo, Jen. Lo mereces. Y estoy seguro que Madison 
hará un gran trabajo en la tienda mientras no estés. 
Al otro lado de la mesa, Adam y Matt me miran fijamente. Me 
encuentro con sus ojos, esperando que miren hacia otro lado como la 
gente lo hace normalmente, pero continúan viéndome con 
expresiones ilegibles. 
Estoy un poco enojada por lo bien que se ven los dos todavía. ¿Por 
qué no les han salido verrugas o se han quedado calvos 
prematuramente, o simplemente se han vuelto menos atractivos para 
igualar sus feas personalidades? En lugar de eso, se ven mejor. Eran 
chicos guapos en la preparatoria, ahora son hombres sexys. Miro mi 
plato y trato de comer un pequeño bocado de un panecillo. 
Después de lo que parecen tres años, mamá se levanta. — ¿Están listos 
para el postre? —Todos los platos están limpios, excepto el mío que 
está aún a la mitad. 
— ¿Te siente bien, Maddy? 
—Estoy bien. Debe ser el largo viaje. 
— ¿Quizá algo de postre? Te hice algo especial. 
Mike se levanta, recogiendo los platos de la mesa. Cuando veo que él 
y mi mamá planean dejar la habitación, intento levantarme de mi 
pequeño espacio. — ¿Puedo ayudar? 
—No seas tonta, cariño. Siéntate y relájate. Estaré de vuelta con el 
postre. 
Me hundo de nuevo en mi asiento e intento hacerme lo más pequeña 
e imperceptible posible. Desearía poder encogerme completamente y 
desaparecer. 
 
 
—Tiempo sin verte, Mads. —dice Adam tan pronto como nuestros 
padres dejan la habitación. 
Respondo sin pensar. —Desearía que hubiera sido más largo. 
— ¡Ouch! —A mi lado, Josh se ríe, pareciendo encantado de que 
insulte a su hermano mayor. 
—Nadie se había quejado antes de mi tamaño, Mads. 
Adam alza una ceja y sonríe. 
Silenciosamente le ruego a mi rostro que no se vuelva rojo, y me 
rehúso a dejar que mi cerebro piense en la longitud de la polla de 
Adam. —Apuesto que se han quejado de muchas más cosas. 
—Suena a que la ciudad te ha vuelto dura, Maddy Bean. —Adam se 
estira en su silla, con los brazos detrás de su cabeza. Quiero quitarle la 
sonrisa de su arrogante rostro. 
A mi lado, Matt tiene la decencia de verse incómodo. 
Hay silencio por unos momentos hasta que mamá regresa, 
anunciando, — ¡Pie de manzana! 
Quiero dejar la habitación desesperadamente, he tenido suficiente de 
esta situación, pero no quiero molestar a mamá. Esto es sobre su 
felicidad y su boda, y puedo soportarlo por un poco más. Pronto, ella 
y Mike estarán fuera de la ciudad y no necesitaré ver a los hermanos 
Harding, excepto en las fiestas. 
¿Cuándo aprenderé? 
 
 
 
Capítulo 4 
Lascivo o grosero, o ambos 
El clima es hermoso el día de la boda, la casa está tranquila y bastante 
silenciosa mientras nos preparamos para la ceremonia. Pienso en 
cómo las cosas serán extremadamente silenciosas, ya que estaré aquí 
sola. Después de haber vivido solo con mamá y luego con varios 
compañeros de cuarto, estar sola será una nueva experiencia. 
Ayudo a mamá con su cabello, tirando de él hacia atrás en ondas 
sueltas para que coincida con el estilo de su vestido bohemio floreado. 
—Todavía hay tiempo para echarse atrás. —bromeo. Gran parte de mi 
aprehensión sobre el romance de mi madre se ha levantado después 
de múltiples encuentros con Mike la semana pasada. Todavía está en 
un período de prueba en mi mente, pero hasta ahora, sus acciones me 
han demostrado que será un buen compañero para mi madre. Ha sido 
útil, confiable, y claramente está muy enamorado de ella. 
—Eres graciosa. —Me frunce el ceño tontamente antes de que su 
rostro se suavice. 
—Te ves encantadora, querida. Y gracias por estar aquí para mí. 
—Por supuesto. Siempre. 
 
La ceremonia se realiza en un parque, en una colina con vista a uno de 
los cuatro puntos escénicos que dan nombre a la isla. Conducimos 
hasta ahí por separado, voy temprano, mi pequeño auto cargado de 
pasteles y una pequeña pero exquisitamente decorada tarta de boda. 
 
 
Estoy descargando la comida de mi asiento trasero cuando una 
camioneta llega al aparcamiento. Adam, en el asiento del conductor, 
se inclina hacia fuera de su ventana mientras se acerca a la mía. — ¿Te 
has levantado hoy en el lado derecho de la cama, Mads? 
Finjo que no lo escucho. 
Me las arreglé para evitar ver a los hermanos toda la semana, y durante 
ese tiempo me prometí que hoy sería agradable, con la esperanza de 
que esta fuera la última vez que necesitara verlos por un tiempo. Hoy 
es el día de mamá, seré civilizada y amable con los cuatro hombres. 
No veo ninguna razón para ser amigable, sin embargo. 
Aunque intento agarrar lo que necesito y salir corriendo a la recepción 
antes de Adam estacione su camioneta, no soy lo suficientemente 
rápida. 
— ¿En qué podemos ayudarte, Mads? —Tanto Adam como Matt están 
de repente a mi lado, con un aspecto irritantemente alto, oscuro y 
guapo en chaquetas deportivas grises. La brisa del océano lleva el 
fresco aroma de la colonia hasta mi nariz. 
—Nada. Estoy bien. 
Ignorando mi respuesta por completo, Matt llega al auto a mi lado y 
saca una caja de la panadería. — ¿Dónde te gustarían estos? —
pregunta. 
Añade insistente a la lista de cosas que no me gustan de estos 
hombres. 
—Por ahí. —Inclino mi cabeza hacia nuestro pabellón reservado—. 
Pero primero, necesito poner los manteles. 
Trato de rodear el auto para buscar en el lado del pasajero los 
manteles perdidos, pero Adam me está bloqueando el camino. —Te 
ves especialmente bien hoy, Maddy. 
 
 
Su cumplido sincero me toma por sorpresa. Si estuviera siendo 
honesta, tendría que decir que él y Matt se ven muy bien hoy también, 
pero mantengo esa observación para mí. 
—El color de tu vestido realmente resalta el rojo de tus mejillas cuando 
estás enfadada. 
Matt se ríe del comentario de su hermano, molestándome aún más. 
— ¿Quién dice que estoy enfadada? 
—Bueno, asumí que lo estabas por la forma en la que estás actuando. 
¿O simplemente eres desagradable todo el tiempo? —Sacude su 
cabeza y hace un sonido de desaprobación—. La ciudad realmente te 
cambió. Solías ser una chica dulce. 
—Sigo siendo una persona perfectamente linda, solo que no contigo. 
Otra camioneta se estaciona, momentos después los gemelos están a 
mi lado. Mi estómago, tenso desde que Adam y Matt llegaron, da otro 
giro. 
Josh y Jake está usando las mismas chaquetas grises, para combinar. 
Sin embargo, están usando caquis de diferentes colores, debajo de las 
chaquetas tienen la misma camisa de vestir azul pastel, abierta en el 
cuello. —No sabía que una banda de chicos estaba tocando en la boda. 
—digo, mirándolos. 
Sus risas aflojan el nudo en mi estómago. —Solo estamos disponibles 
para shows privados. —Dice Adam—. ¿Tal vez esta noche? 
Espera, ¿está coqueteando? Eso suena definitivamente coqueto, o 
quizá solo está siendo ordinario e intentando hacerme sentir 
incómoda. El pensamiento de los cuatro dándome un show privado 
definitivamente hace que partes de mí se sientan muy incomodas. 
Calientes y con un poco de cosquillas. 
 
 
Ignoro a Adam de nuevo, es algo en lo que me estoy volviendo buena, 
encuentro el mantel y comienzo a arreglar el pabellón. Los hermanos 
descargan mi auto en un viaje, y añaden a las cosas que traje, una 
cafetera, tazas, crema y azúcar. También traen un arco, envuelto en 
tela blanca y seda, y lo montan en el suelo a varios metros del pabellón, 
marcando un lugar para la ceremonia. 
Mientras arreglo las mesas, mi atención es atraída a la increíble vista 
debajo. El sol brilla en el cielo, el océano con un azul profundo y las 
olas que golpean en la orilla me dan una sensación de paz. 
A pesar de mi falta de éxito, disfruté vivir en la ciudad. Estaba llena de 
posibilidades y siempre había algo pasando. No me dicuenta cuanto 
extrañé mi casa en la isla hasta ahora. 
— ¿Necesitas algo más? —Jake, parado a mi lado, me saca de mi 
trance. 
Miro alrededor y estudio las lindas mesas, listas para la recepción. 
—Creo que estamos listos. 
El Sr. Harding, Mike, camina, rodeado de los otros tres hermanos. Con 
todos los hombres parados juntos, la estructura ósea que comparten 
es evidente. Conforme han envejecido, los rostros de los hermanos se 
han ampliado y afilado, menos redondos y con más ángulos marcados. 
—Madison, te ves encantadora. —dice Mike. 
—Gracias. —Enderezo una pequeña pila de servilletas, sintiendo los 
ojos de los hijos de Mike en mí. 
Otras personas comienzan a llegar. Es un pequeño acontecimiento con 
amigos cercanos, la asistente de mamá Lonnie y el hermano y hermana 
de Mike y sus familias. Mamá insistió que mi tío y abuelos, quienes 
viven en el otro lado del país, no gastaran dinero en boletos de avión. 
En su lugar, ella y Mike planean visitarlos pronto. 
 
 
La mejor amiga de mi mamá, Cynthia, me encuentra mirando al 
horizonte de nuevo. 
—Maddy, tu mamá quisiera verte. Está en el aparcamiento cerca de mi 
auto. 
Cynthia me acompaña abajo, donde encuentro a mi mamá luciendo 
radiante y solo un poco nerviosa. 
— ¿Qué puedo hacer? —Pregunto. 
—Tengo ramilletes. —Trae una bolsa que contiene uno con una flor 
color rojo vino y cuatro con rosas blancas y ramitas verdes. 
—Cynthia tomará el de Mike y me gustaría que le dieras estas a los 
chicos. ¿Puedes ponérselas en sus chaquetas? 
Oh. Quería ser de ayuda hoy. Y también complaciente. Pero no quiero 
tener que tocar a los hermanos Harding. — ¿Ponérselas? —Pregunto 
tontamente. 
—Sí, así. —Mientras me muestra, dice—, creo que sería un buen gesto. 
Serán tus hermanastros, después de todo. 
Aprieto mis dientes y voy a buscar a los “chicos” 
Encuentro a Jake primero, en el pabellón, reorganizando cosas que yo 
ya había acomodado. —Tengo esto para ti. —sostengo la flor entre 
nosotros. 
—Oh. Está bien. Gracias. —Luce un poco sorprendido, pero me da una 
media sonrisa mientras se estira por ella. 
— ¿Quieres que te la ponga? Creo que sería un poco difícil ponértela 
tu solo. 
—Seguro, gracias. —Se pone de pie delante de mí y mira sobre mi 
cabeza mientras me estiro para agarrar su solapa—. Luces realmente 
bien. —dice, aun sin mirarme. 
 
 
—Gracias. Mi mamá escogió el vestido. 
—No solo me refiero a hoy. —Se aclara la garganta y se para más 
erguido, haciéndome levantarme de puntillas para poder ver lo que 
hago mientras se la pongo—. Tú has, um, crecido desde que te fuiste. 
—Oh. Umm... sí, todos hemos crecido, supongo. 
— ¿Estás contenta de venir a casa? 
Suelto el tallo de la rosa y espero para ver si se cae, pero se sostiene. 
—Aún lo estoy descubriendo. 
Después, encuentro a Adam y Josh parados en el borde de la multitud, 
riendo juntos. 
—Mi mamá me envió. Tengo que poner estos en sus chaquetas. 
—Pónmela, cariño. —dice Adam, su voz es un gruñido sugestivo. 
Giro mis ojos. ¿Por qué tiene que hacer que toso suene lascivo o 
grosero, o ambos? —Me gustaría cerrarte la boca. 
Josh se para cerca mientras trabajo en la chaqueta de Adam. La esencia 
de su colonia hace cosquillas en mi nariz y tomo una respiración 
profunda. 
—Debe ir más abajo. —dice Adam. 
Lo bajo unos centímetros. 
—Más abajo. 
Lo deslizo unos centímetros más abajo en una posición extraña entre 
su pecho y estómago. 
—Más abajo, Mads. Mucho más abajo. —Desliza su mano en el bolsillo 
de su pantalón, tirando de la tela y dirigiendo mis ojos a la gran 
protuberancia debajo de su cinturón. 
 
 
Rápidamente desvío mi mirada. — ¿Qué está mal contigo? Como me 
recordó mi mamá hace unos minutos, vas a ser mi hermanastro. 
—Ooh, pervertida. —Me da una mirada burlona y ardiente mientras 
sus ojos vagan por mi cuerpo. 
—Aquí. Hazlo tú mismo. —Le empujo el ramillete en su mano libre y 
me giro abruptamente hacia Josh, quien está mordiendo su labio—. 
¿De qué te estás riendo? 
Josh sacude su cabeza y borra gran parte de su sonrisa de su rostro, 
aunque sus ojos siguen mostrando diversión. 
Le gruño antes de darme cuenta que su tía camina hacia nosotros. 
—Quédate quieto. —Marco un récord poniéndole a Josh el ramillete y 
me retiro para buscar a Matt. Tres idiotas listos, falta uno. 
Matt está al otro lado del césped hablando con una mujer que tiene 
un estuche de guitarra. Cuando me ve acercándome, sonríe y levanta 
sus cejas en forma de pregunta. 
—Siento molestarte. Tengo esto para ti. ¿Puedo ponértelo? 
—Seguro. Discúlpame. —le dice a la mujer antes de alejarse de ella—. 
¿Casi es tiempo de empezar? 
—Debería serlo, sí. —Alcanzo el pecho de Matt, pero aun de puntillas, 
no puedo alcanzarlo. La altura de Matt se disparó cuando estaba en 
noveno grado y ha sido el hermano más alto desde entonces. También 
tiene una complexión más delgada que sus hermanos. Eso y su corte 
de cabello le dan un look de estrella de rock dependiendo de la ropa 
que esté usando—. Lo siento, no puedo alcanzarte... —Le muestro el 
problema con mis manos. 
—Oh, seguro. —Matt se arrodilla y de repente estoy mirando hacia 
abajo. Él, en una rodilla frente a mí, en una boda, instantáneamente 
me hace pensar en una propuesta, y a pesar de que sé que la idea es 
ridícula, siento que mi rostro de sonroja. 
 
 
Afortunadamente, a estas alturas ya soy muy buena con estas rosas, 
así que a pesar del hecho de que estoy nerviosa, soy capaz de 
sujetarlas rápidamente con mano firme. 
—Gracias, Maddy. 
—De nada. —Matt se levanta, sonriéndome y por alguna razón, mi 
estómago se siente como si algo estuviera dando brincos dentro de él. 
Me volteo y me alejo, mis mejillas queman con frustración. 
No quiero que mi estómago haga saltos por ninguno de los hermanos 
Harding. No lo merecen, y seguramente debería haber aprendido la 
lección. Desperdicié muchos años pensando demasiado en ellos. Tuve 
un enamoramiento con cada uno de ellos en varias ocasiones, y a veces 
con más de uno al mismo tiempo. Escribí sus nombres en mis 
cuadernos y me permití soñar desierta sobre una boda como esta, solo 
que yo me casaba con uno de ellos. 
Había momentos cuando quería desesperadamente su atención y 
otros donde deseaba que me dejaran sola. Tener algo que ver con ellos 
era una pérdida de tiempo y, seguramente no había perdonado eso. 
En mi camino de vuelta a mamá, me permití una fantasía de novia 
escapista. Tal vez ella cambie de opinión sobre todo esto y podamos 
huir de la escena, dejando al Sr. Harding en el altar, y arreglando las 
cosas para no tener que ver a ninguno de sus hijos nunca más. 
Mis ojos encuentran el azul del horizonte de nuevo, y tomo unas 
respiraciones profundas. Este día es sobre la felicidad de mamá. El 
amor entre ella y Mike es inconfundible, y por supuesto, quiero que 
sean felices. Puedo procesar mis complicados pensamientos después 
o solo empujarlos a un lado porque los pensamientos y recuerdos de 
los hermanos Harding no valen mi tiempo. 
 
 
Capítulo 5 
El frío glacial 
Disfruto cada parte de trabajar en la pastelería. Nunca supe cuan feliz 
podría ser al hacer un pastel, pie o hasta una básico lote de galletas 
con chispas de chocolate. Estoy agradecida de que la tienda no suela 
hacer donas. Definitivamente necesito un descanso de las donas. 
Han pasado dos días desde que mamá se fue a su luna de miel y hasta 
ahora las cosas van sin complicaciones. Lonnie está aquí durante las 
horas que la tienda está abierta al público. Hay locales que vienen 
diario por café y pastelillos. También hay órdenes de pan y pies, y 
pasteles para ocasiones especiales. 
El negocio es estable, pero no muy difícil. Puede que no tenga la 
oportunidad de hacer algunas de las cosas extravagantes que aprendí 
en la escuela culinaria, pero es satisfactorio mezclar pastas, masa de 
pastelería y glaseados en lugar de toda la basura procesada 
prefabricada con laque tuve que trabajar en la cadena de rosquillas. 
Alrededor del mediodía, escucho una voz familiar hablando con 
Lonnie enfrente. Poco después, hay un golpe en la puerta que lleva a 
la cocina. 
— ¿Alguien en casa? 
— ¡Lacy! Entra. 
Mi amiga deja su bolsa en una silla y corre hacia mí, sus largos rizos 
rubios se balancean detrás de ella. Me da un abrazo apretado a pesar 
de que estoy usando un overol cubierto de harina. — ¡Te he extrañado! 
—Yo también. —digo—. ¿Cómo estás? 
 
 
—Bien, estoy bien. ¿Cómo estuvo la boda? Escuché que fue 
encantadora. 
—Lo fue. Fue muy bonita. Mamá estaba muy feliz. 
—Lo apuesto. Mike Harding era el escurridizo zorro plateado de la isla. 
Las mujeres solteras han estado tras él durante los últimos veinte años. 
—Huh. ¿De verdad? 
—Oh sí. Por supuesto, es afortunado de casarse con tu mamá. ¿Quién 
no querría a esa mujer haciendo buñuelos de manzana para ellos el 
resto de sus vidas? —Nos reímos juntas, ella añade—. Hablando de 
buñuelos de manzana... ¿abasteció la panadería antes de irse? 
—Sabes que también puedo hacerlos, ¿verdad? 
Me da una mirada escéptica. — ¿Son tan buenos como los de tu 
mamá? 
—Tendrás que juzgarlo tú misma. Déjame ver si aún queda alguno. 
—La guío hacia el frente para checar el vitrina. El lobby está vacío con 
excepción de Lonnie quien está limpiando el mostrador de 
café—. Tienes suerte. Aún queda uno. ¿Lo envuelvo para llevar o te lo 
vas a devorar ahora? 
— ¿Estás bromeando? —Estira su mano y mueve sus dedos—. ¡Dame 
ese bebé! 
—Wow, ¡Lo tienes mal, chica! 
Mientras Lacy toma el primer bocado y hace una mueca como si 
estuviera a punto de tener un orgasmo, una camioneta conocida se 
estaciona frente a la tienda. 
—Tienes que estar bromeando. —murmuro, entrecerrando los ojos. 
 
 
 
— ¿Qué? —Lacy sigue mi mirada a la ventana y mira detrás de mí, 
confundida. Antes de que pueda preguntar algo, Josh y Jake entran, la 
campana de la puerta de repente sonando irritante en lugar de 
agradable. 
—Lacy. Maddy. ¿Cómo están en este lindo día? —Dice Jake. Josh, 
quien siempre ha sido el más callado, solo nos da un asentimiento. 
Después de la boda, es extraño verlos ahora en jeans y camisetas, Josh 
en azul claro y Jake en negro. Miro hacia otro lado tan pronto como 
me doy cuenta de cómo las mangas cortas de sus camisas se extienden 
sobre sus bíceps idénticamente anchos. 
—Bien, Josh. ¿Cómo estás? —La voz de Lacy se ha tornado melosa, 
más dulce y gruesa de lo que era hace un momento. 
—Bien, bien. —dice él, dándole una de sus sonrisas, la que hace que 
una persona se sienta como si fuera la única cosa que importara en 
el mundo. Después de un largo momento, él se voltea hacia 
mí—. Maddy, ¿Cómo van las cosas? 
—Bien. 
— ¿Las cosas van bien con tu mamá fuera? 
Frunzo el ceño. — ¿Me estás vigilando? 
—No. —Dice con una risita—. Estábamos conduciendo y tuvimos la 
idea de que sería agradable tener una bandeja de galletas en la sala 
de espera de nuestra tienda. 
—También, podría tener un buñuelo de manzana. —dice Jake mientras 
mira el vitrina. 
—Lo siento, Jake. Conseguí el último. —Lacy mueve el pastelito medio 
comido en su dirección—. ¿Quieres compartir? 
Él le da una sonrisa antes de continuar checando lo que queda del día. 
 
 
Me dirijo hacia la puerta de la cocina. — ¿Lonnie? ¿Puedes conseguirles 
lo que necesiten? —No espero su respuesta antes de volver a mi 
trabajo. Me lavo las manos con chorro del agua, luego tarareo algo sin 
melodía y me las arreglo para ignorar el murmullo de la conversación 
en el frente mientras Lonnie prepara las cosas para los gemelos y Lacy 
se ríe y se burla de ellos. 
Por fin, la puerta suena otra vez y Lacy se une a mí un minuto después. 
— ¿De qué se trató todo eso? 
— ¿A qué te refieres? —Respondo distraídamente mientras releo la 
orden frente a mí por cuarta vez. 
Ella frota sus brazos desnudos y se inclina hacia el frente. —Necesitaba 
un suéter para el frío glacial ahí afuera. 
Me encojo de hombros. —No sé de qué hablas. Tuve que volver a 
checar el pastel en el horno. 
Ella mira el temporizador, el cual marca que faltan veinticinco minutos 
y alza una ceja. —Sé que no te llevabas bien con ellos cuando eran 
jóvenes. ¿Las cosas siguen extrañas entre ustedes? 
—Son unos idiotas. Eso es todo. 
Lacy frunce el ceño. —Estoy realmente sorprendida de escuchar eso. 
Claro, pudieron ser idiotas en la escuela, la mayoría de los chicos lo 
eran. Pero se han convertido en buenos hombres. Todos los hermanos 
Harding son muy queridos y respetados en la isla. 
Resoplo. —La gente no cambia. 
 
 
 
Capítulo 6 
Tomar un no por respuesta 
Más adelante en la semana, estoy en la parte delantera de la panadería 
mientras Lonnie toma un descanso para el café de la mañana en la 
parte de atrás. El aroma de tres tartas de manzana en el horno acaba 
de empezar a llegar al vestíbulo, mezclándose con el aroma picante y 
a levadura de los rollos de canela que hice. 
Horneo todo el día y me relajo sola en la tranquilidad de mi casa de la 
infancia toda la noche. Entre tanto, a veces doy un largo paseo por la 
playa. La vida es dulce. No he echado de menos la ciudad para nada. 
Estoy organizando las bandejas en el mostrador cuando la puerta 
suena. El hombre que entra está usando caquis, una camisa de botones 
blanca y unos mocasines extremadamente limpios. Luce como un 
vendedor, no con un estilo casual como la mayoría de nuestra 
clientela. 
Los ojos de los clientes usualmente van directamente a la vitrina, pero 
la mirada de este hombre se queda la mía después de que lo saludo, y 
él me da una sonrisa lenta. 
—Nunca te había visto aquí. —dice. 
—Generalmente estoy en la parte de atrás. Soy la repostera. 
Sus cejas se alzan. — ¿Qué pasó con Jennifer? 
Me sorprende que sepa el nombre de mi mamá. No parece un local, y 
si lo fuera, era muy probable que escuchara los chismes de la isla y 
supiera que mi mamá está en su luna de miel. —Soy la hija de Jennifer. 
Estoy a cargo de la tienda por ahora. 
 
 
—Ahh, ya veo. —Sus ojos finalmente dejan los míos para una breve 
revisión de la vitrina entre nosotros—. Parece que eres bastante buena 
en el trabajo. 
—Eso espero. —Digo—. ¿Qué le gustaría probar? 
De nuevo, sus ojos se encuentran y sostienen los míos por un largo 
tiempo, tanto que parecen responder a mi pregunta con una respuesta 
coqueta no hablada. Finalmente, dice, — ¿Qué recomiendas? 
—Eso depende. ¿Qué te gusta? 
Su respuesta es rápida. —Chicas de ojos marrones que saben cómo 
decorar una magdalena. 
Su confesión es tan coqueta que me echo a reír y me complace que se 
una a mí. Mis ojos siempre se inundan cuando me río mucho, estoy 
limpiando una lágrima cuando la puerta suena de nuevo. 
Adam Harding avanza a pasos agigantados, su expresión cambia de 
agradable, a irritada, a preocupada. —Maddy, ¿qué está pasando? 
¿Estás bien? —Se presiona en el mostrador, empujando al coqueto 
desconocido a un lado. 
Me enderezo y dejo de reír inmediatamente. —Estoy bien. 
— ¿Estás segura? ¿Este tipo te está molestando? —Entrecierra sus ojos 
hacia el cliente. 
—Para nada. Cálmate. 
Adam mira al hombre y después a mí, su mandíbula apretada. El chico 
de los mocasines se excusa y gira hacia la estación de café. 
— ¿Qué quieres? —Le pregunto con tono bajo a Adam 
Se voltea hacia el otro hombre una vez más como si comprobara que 
se está comportando, luego me mira, sus ojos buscan mi rostro. 
— ¿Segura que estás bien? 
 
 
Pierdo toda mi paciencia y prácticamente le gruño a través de mis 
dientes apretados. —Adam, ¿Qué quieres? 
Se endereza y sonríe, pasando su mano por el borde del mostrador. 
Trato de no notar sus músculos flexionándose debajo de los vellos de 
su antebrazo. —Vine a invitarte a cenar. —dice, posando sus ojos 
oscuros en mí. 
Huh. Bueno, no me esperaba eso. Lo miro fijamente. ¿Me está 
invitando a una cita? Suena como si lo hiciera, pero eso no puedeser 
cierto. Incluso si por algún loco giro de los acontecimientos, Adam está 
interesado en mí, seguramente no le he dado ninguna indicación de 
que yo esté interesada en él. 
Entonces recuerdo la visita de Josh y Jake a la panadería a principios 
de semana y me doy cuenta de lo que está pasando. Su padre debe 
haberles dicho que me revisaran. Tal vez mi madre incluso les pidió 
que lo hicieran, aunque espero que tenga más fe en mí que eso. 
Tal vez mi mamá piensa que estoy sola o aburrida, no lo estoy, y les 
pidió a los hermanos Harding que me hicieran compañía. Eso es un 
gran no, gracias. 
—No, gracias. —digo en voz alta. 
Adam luce confundido como si ninguna mujer le hubiera dicho eso 
antes. Considerando como luce, quizá fui la primera. — ¿Estás 
ocupada? 
El chico de los mocasines se dirige hacia el mostrador y yo salto por la 
repentina inspiración. No debería ser tan difícil para un hombre 
aceptar un no por respuesta, pero toda mujer sabe que aceptan el 
rechazo mucho más fácil cuando piensan que otro hombre ya tiene un 
"reclamo" sobre ella. 
—Ya tengo planes para la cena... con él. —Hago un gesto hacia el otro 
hombre. 
 
 
— ¿Quién? 
Mientras Adam se gira, el chico de los mocasines da un paso adelante. 
—Yo. Ella irá a cenar conmigo. 
Gracias, le digo con los ojos. 
Adam mira entre nosotros, de ida y vuelta. —Bien. Está bien. Te veo 
por ahí. —Luce como si quisiera decir mucho más, pero 
afortunadamente deja la tienda. 
Cuando veo que Adam está saliendo del aparcamiento, me volteo al 
chico. 
—Gracias por cubrirme. 
— ¿A qué te refieres? 
—No tenías que hacer eso, lo aprecio. 
—Vas a cenar conmigo, ¿no? —Inclina su cabeza y me sonríe, luce 
adorable. No me había dado cuenta de que tan azules eran sus ojos. 
—Hmmm. Creo que sí. 
 
 
 
Capítulo 7 
¿Estoy siendo paranoica? 
El chico de los mocasines se llama Clay, y desafortunadamente, resulta 
ser mucho menos encantador de lo que la primera impresión me llevó 
a creer. Está bien. No puedo decir que haya algo mal con él, pero desde 
el inicio de nuestra cita sé que no estoy sintiendo nada. 
Me encontré con él en un restaurante casual pero muy popular de 
mariscos en la isla. Durante las bebidas, él una cerveza y yo un té dulce, 
me entero de que es seis años mayor que yo. Durante el aderezo de 
cangrejo que compartimos como aperitivo me entero de que no vive 
en Four Points, pero trabaja en la agencia de alquiler de vacaciones 
más arriba de la panadería, y que viene varias veces a la semana por 
café y pastelillos. 
Mientras comemos nuestros pescados fritos, escucho mucho más 
sobre su trabajo de lo que quiero saber. Algunas historias son medio 
interesantes, como el hecho de que varios vacacionistas tienen fiestas 
y deshacen las casas de playa en una semana, pero la mayoría de los 
detalles que comparte son rutinarios y aburridos. 
No es de extrañar que mi mente vague por un universo alternativo 
donde dije que sí a la invitación de Adam. ¿Cómo habría sido tener 
una cita con él? De alguna manera, sé que no me habría aburrido en 
su compañía. 
Entonces recuerdo que en realidad no me estaba pidiendo una cita. 
Era un recado que le había dado su padre o mi madre, y qué tan 
divertido habría sido ir a cenar con alguien como una obligación que 
tiene que cumplir. 
— ¿Podrías creer que hay propiedades completamente reservadas con 
tres años de anticipación? —Dice Clay. 
 
 
—Oh, ¿En serio? 
—Sí, pero por supuesto la mayoría de las propiedades menos 
populares pueden ser reservadas con poca antelación. 
Asiento y sonrío y por encima del hombro de Clay, mis ojos ven rostros 
familiares. Josh y Matt se acercan a la barra en la esquina más alejada. 
La mirada de Matt recorre la habitación, mientras Josh le sonríe a 
todos los que pasan, abrazando a unas cuantas mujeres y palmeándole 
la espalda a todos los hombres. Matt tiene unas palabras con el 
camarero y luego ambos hermanos se giran y revisan el restaurante. 
Rápidamente vuelvo a centrarme en Clay, que ha dejado de hablar 
para terminar las últimas papas en su plato. 
— ¿Vas seguido a la playa? —Pregunto, iluminando mi sonrisa a 
propósito. 
Él sacude su cabeza. —Nah. No soy una persona playera. No me gusta 
la arena. 
Mis ojos se amplían y mis cejas se fruncen. Ni siquiera sé cómo 
responder a eso. 
Cuando mi concentración se desliza hacia el bar, encuentro a Josh y 
Matt observándome abiertamente, con expresiones serias. No se 
molestan en mirar a otro lado cuando nuestros ojos se encuentran, 
ellos continúan mirando, incluso mientras Josh se inclina para decirle 
algo a su hermano. 
Entrecierro mis ojos y los observo por un largo momento antes de 
mirar a Clay de nuevo. — ¿Qué te gusta hacer para divertirte? —He 
sido la única haciendo todas las preguntas esta noche. Clay no ha 
intentado aprender mucho sobre mí. 
—Juego póker con mis amigos una vez a la semana, y en los fines de 
semana hago carpintería. 
 
 
Oh, Dios. No quiero oír hablar de las particularidades de la carpintería, 
especialmente cuando todavía estoy absorbiendo todos los detalles 
de la gestión de una agencia de alquiler. Mientras le hago una discreta 
señal a la camarera por la cuenta, veo a Josh y Matt saliendo del 
restaurante con bolsas de comida para llevar. ¿Fue sólo una 
coincidencia que estuvieran aquí o Adam les dijo que tenía una cita y 
vieron mi auto en el frente? ¿Estoy siendo paranoica? 
— ¿Quieren algo más? —La mesera me da un pequeño guiño mientras 
coloca la cuenta sobre la mesa. 
— ¿Postre? —Pregunta Clay 
—No, gracias. Hago postres todo el día, y ha sido una larga semana. 
—Forzando un bostezo, añado—. Será mejor que vaya a casa. 
—Dejaré estoy aquí. —Dice la mesera. 
Cuando Clay se inclina por ella, protesto. —Lo tengo. Después de todo, 
la cita fue mi idea. 
—No seas tonta. Lo tengo. 
Me da una sonrisa que me recuerda al encanto que mostró en la 
pastelería. Es un chico apuesto. Tal vez no estoy de humor para una 
cita aún, apenas regresé a casa. Tal vez necesite establecerme un poco 
más antes de enfocarme en el romance. 
Le doy una sonrisa. —Bueno, gracias. Lo aprecio. 
Clay se prepara y me acompaña a mi auto donde nos enfrentamos a 
ese incómodo momento del final de la cita. Después de una pequeña 
charla, decide intentar un beso, pero me doy la vuelta en el último 
momento para que se conecte con mi mejilla en lugar de mis labios. 
 
 
 
De vuelta a casa, no pierdo tiempo en quitarme el vestido y el 
sujetador y cambiarme a unos cómodos pantalones de yoga y una 
vieja camiseta. 
Mi mamá tiene Netflix y canales premium, pequeños lujos que no 
podía darme cuanto tenía que pagar una renta en la ciudad, así que 
me acomodo para una noche de películas. 
Sigo deslizándome por el menú y decidiendo si estoy de humor para 
una comedia o un drama cuando me sorprende un golpe en la puerta 
principal. 
 
 
 
Capítulo 8 
Profundo y delicioso 
Son casi las diez. Demasiado tarde para que alguien aparezca sin 
llamar primero. Desafortunadamente, la puerta principal no tiene una 
mirilla como la de mi apartamento. Sería realmente útil en este 
momento. 
Entonces recuerdo que puedo revisar la entrada por la ventana lateral. 
¿Por qué no me sorprende cuando veo dos camionetas familiares 
estacionadas allí? ¡Dos! 
La burbuja de miedo que tenía por el inesperado golpe estalla en una 
llamarada de ira. ¿Por qué no me dejan en paz? 
Giro el pestillo y abro la puerta. 
— ¿Qué están haciendo aquí? 
Los cuatro hermanos Harding están de pie delante de mí y todos 
parecen estar sorprendidos por mi repentina aparición. Están tan 
sorprendidos que no hablan, ni siquiera Jake. 
— ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieren? 
Adam se recupera primero. —Hola, Madison. ¿Cómo estás en esta 
hermosa noche? —Su tono es de exagerada amabilidad, como si no 
les hubiera arrancado la cabeza. 
— ¿Qué hacen todos ustedes aquí a esta hora de la noche? —Mis 
dientesse aprietan y mi mandíbula se mueve. 
— ¿Estabas ocupada? —pregunta. 
—Espera, estás aquí sola, ¿no? —Adam se inclina de lado a lado, 
mirando sobre mis hombros para ver la casa. 
 
 
— ¿Qué te importa eso? Pregunto por última vez: ¿Qué están haciendo 
aquí? 
Jake es finalmente el que habla, pareciendo impaciente con sus 
hermanos. —Estamos aquí para trasladar las cosas de tu madre, a la 
casa de nuestro padre. —Cuando lo miro en blanco, continúa. 
—Así que todo estará allí para ella, cuando regresen de la luna de miel. 
Levanto una ceja y pongo una mano en mi cadera. Cuando veo que 
varios pares de ojos parpadean en mi pecho, recuerdo que no llevo 
sujetador. 
— ¿Y eligieron hacer eso ahora? ¿Por la noche? 
—Pensamos que una chica de ciudad como tú estaría acostumbrada a 
quedarse despierta a todas horas. —dice Adam, con su molesta sonrisa 
aun mas brillante. 
—Trabajamos todo el día. —Dice Jake—. Y sabemos que tú también. 
Parece demasiada coincidencia que eligieran esta noche, la noche de 
mi cita, para aparecer, pero acusarles de acosarme parece una 
exageración cuando pienso en decirlo en voz alta. Resoplo un fuerte 
suspiro mientras abro la puerta de par en par. 
—Entren. 
Cuando todos entran en el vestíbulo, me sorprende de nuevo cómo se 
ven los cuatro en esta casa. Parecen crecer y el espacio a nuestro 
alrededor de repente se siente muy pequeño. El olor de la colonia de 
alguien llega a mi nariz y doy un paso atrás, sintiendo que es 
importante poner algo de distancia entre ellos y yo. 
— ¿Puedes mostrarnos la habitación de tu madre? —pregunta Jake. 
Subo las escaleras, con los brazos cruzados sobre mi pecho, irritada, 
dolorosamente consciente de los cuatro hombres que me sigen. 
 
 
Estando a solas con ellos en cuartos cercanos, hay una energía 
diferente en el aire, y no estoy segura de cómo me siento al respecto. 
—Aquí mismo. —Los conduzco a la habitación de mamá. Ella había 
puesto la mayoría de su ropa en cajas antes de la boda, pero no había 
pensado mucho en ello. Asumí que recogería sus cosas cuando 
regresara. Supongo que es un lindo gesto que los chicos la trasladen 
mientras ella no está, así todo estará listo para ella en la casa de Mike. 
Adam y Matt agarran cada uno una caja, solo Josh se queda 
mirándome. 
— ¿Cómo estuvo tu cena esta noche? —Su tono suena agradable e 
inocente, pero claramente hay algo más bajo la superficie. 
—Bien. —Le frunzo el ceño—. Qué coincidencia verlos en el 
restaurante. 
— ¿No lo fue? —Su sonrisa es tan arrogante que confirma 
instantáneamente que no hubo ninguna coincidencia, no en el 
restaurante, y no con el momento de su visita esta noche. 
Adam y Matt se mueven a nuestro alrededor y vuelven a bajar 
cargados. Jake se agacha para recoger una caja pero no parece tener 
prisa por ir a ninguna parte, así que me quedo sola en la habitación 
con los gemelos, mis antiguos mejores amigos. 
—Creo que se están tomando su nuevo papel de hermanastros 
demasiado en serio. No necesitan vigilarme o controlarme. 
— ¿Recuerdas cuando solías desear ser nuestra hermana? —pregunta 
Jake. Tiene una gran caja balanceada contra su cadera como si no 
pesara nada—. ¿Cuando los turistas de verano pensaban que eras 
nuestra hermana y a veces fingías serlo? 
Resoplo con asco. —Eso fue hace mucho tiempo. 
—Supongo que sí. —dice Josh, mirándome fijamente a los ojos. 
 
 
— ¿Qué pasó? 
No estoy segura de lo que está preguntando. ¿Por qué ya no somos 
unidos? ¿Por qué los odio ahora? Antes de darme cuenta de lo que está 
pasando, la emoción brota y arremeto, porque parece una mejor 
opción que llorar. 
— ¿Qué ha pasado? ¿Te refieres a cómo éramos mejores amigos 
mientras crecíamos? ¿Cómo hicimos todo juntos, hasta sexto grado 
cuando ambos consiguieron novias y dejaron de hablarme? 
Josh, que casi siempre es alegre y agradable, parece que le han dado 
una bofetada. Jake tiene la decencia de parecer culpable. 
—Éramos tontos. —murmura finalmente Josh después de un largo y 
ensordecedor silencio. 
— ¿Qué dijiste? 
—Éramos… —dice Josh. 
—Idiotas. —Su hermano termina la frase por él, como solían hacer 
cuando eran más jóvenes. 
—Tenían novias, y me ignoraron. ¿Por qué no era lo suficientemente 
buena para ser su novia? —Estoy sorprendida de mí misma, incluso 
cuando las palabras dejan mi boca. Esto no es algo por lo que haya 
querido confrontarlos. Nunca tuve la intención de hacerles saber lo 
mucho que me han herido. Desde que los conocí, nunca he tenido 
problemas para distinguir a los gemelos. Aunque son gemelos 
idénticos por definición, cada uno de ellos me parece único y 
diferente. Pero ahora mismo ambos llevan expresiones de sorpresa 
total que coinciden. 
—No es porque no fueras lo suficientemente buena. Es una locura. 
—dice Josh. 
 
 
—Es porque eras como nuestra hermana. —dice Jake, sonando 
pensativo y reflexivo. A su lado, Josh asiente con la cabeza. 
Duele, pero estoy orgullosa de haber logrado superar esta repentina e 
inesperada confrontación, pero sigo enojada. Y frustrada. 
—Bueno, ahora soy realmente su hermana. Todo ha cerrado el círculo. 
Josh pone su mano en mi hombro y me aprieta. —Maddy, lo sentimos. 
Éramos niños. Éramos tontos. Teníamos... hormonas. 
Sacudiéndolo, me muevo para recoger una de las cajas, pero Jake 
extiende un brazo para detenerme. —Maddy, déjalo. Mírame. Lo 
sentimos. ¿Podemos empezar de nuevo? 
— ¿Qué quieres decir? 
— ¿Podemos ser... amigos... de nuevo? —Tal vez sea la mirada en sus 
rostros, o estar tan cerca de ellos en esta habitación, o la liberación 
emocional del arrebato que acabo de tener, pero de repente se siente 
ridículo estar tan enojada con ellos por algo que pasó hace tanto 
tiempo. Tienen razón. Eran niños. Todos nosotros éramos niños. Tal 
vez podamos empezar de nuevo y ser amigos hasta que me den una 
razón para no serlo. Somos familia ahora, después de todo. 
Pasos pesados resuenan en las escaleras y de repente Adam está de 
vuelta. 
— ¿Qué pasa? ¿Son demasiado pesadas para ti? —Levanta una de las 
dos cajas restantes y la empuja en los brazos de Josh antes de hacer 
un gesto hacia la puerta—. Vamos, cárgala. 
Josh y Jake me miran con ojos penetrantes, con cara de disgusto 
porque nos han interrumpido, siguen las órdenes del hermano mayor, 
un patrón de conducta que también me recuerda a los tiempos de 
nuestra infancia juntos. 
 
 
— ¿Te has calmado, Mad dog2? —pregunta Adam después de que los 
gemelos salen de la habitación. 
—Me he calmado. Pero tengo el presentimiento de que me vas a 
encender de nuevo. 
—Oh, ¿es ese el efecto que tengo en ti? ¿Te pongo caliente? 
Sus ojos recorren mi cuerpo, y partes de mi empiezan a calentarse. 
Antes de que pueda responder, añade, — ¿Cómo fue tu cita con Clay? 
Me sorprende que sepa el nombre de Clay, pero luego me recuerdo 
que todo el mundo conoce a casi todo el mundo en la isla. —Estuvo 
bien. 
—Apuesto a que estabas deseando estar conmigo esta noche en su 
lugar. —Mis mejillas arden ante la verdad en su declaración. Pensé que 
Adam me invitó a cenar por obligación, pero la forma en que me mira 
ahora me da una idea completamente diferente de sus motivaciones. 
Se acerca y me pasa un dedo por el lado de la mandíbula. Hay un leve 
olor a aceite de automóvil y su piel es áspera, pero su voz es suave. 
— ¿Te dio un beso de buenas noches, Mad dog? 
— ¿Estás celoso? —Me las arreglo para preguntar, girando la cabeza 
para evitar que me toque. En respuesta, me agarra el mentón, inclina 
mi rostro hacia el suyo y se inclina sobre mí, haciendo que sus labios 
se cierren sobre los míos. No me abraza con fuerza, podría fácilmente 
alejarme de él y él lo sabe. 
El tiempo se detiene y mi aliento se junta en mi pecho mientras me 
besa, no como un hermanastro sobreprotector, sino como un hombre 
lleno de lujuria. Es profundo y delicioso y literalmente hace que mis 
piernas se doblen. 
 
2 Perro rabioso en inglés.Confesaré que hace mucho tiempo fantaseé con besar a Adam 
Harding, y la realidad es mucho, mucho mejor de lo que mi cerebro 
infantil podía imaginar. Sus labios son suaves pero sus acciones son 
audaces y confiadas, y su sabor se convierte en mi nuevo sabor 
favorito. 
Hay calor entre mis piernas, y cuando me acerca a él, la sensación de 
mis duros pezones presionando contra la sólida roca que es su cuerpo 
trae una ráfaga de humedad a mis bragas. Todavía creo que no estoy 
respirando. 
Demasiado pronto, se aleja, y luego se acerca una vez más para un 
breve beso final. Quiero abrazarlo y obligarlo a continuar, pero no me 
permitiré hacerlo. 
Sin embargo, él lo sabe. Me mira a los ojos y ve que quiero más. Joder. 
La sonrisa arrogante vuelve a sus labios enrojecidos. 
—Buenas noches, Mad Dog. Que duermas bien. 
Se retira, toma la última caja y sale de la habitación. No me muevo 
hasta que oigo cerrarse la puerta delantera, los motores de las 
camionetas se encienden y finalmente se desvanecen. Pasan varios 
minutos más hasta que me siento lo suficientemente estable como 
para volver a bajar. 
 
 
 
Capítulo 9 
¿A quiénes quieres? 
El domingo, estoy más que agradecida cuando Lacy me invita a 
almorzar. Mi mente ha estado girando en círculos desde la visita 
nocturna de los hermanos, y estar sola en la casa sólo me da más 
tiempo para pensar, repetir y analizar todo lo que pasó. A veces, casi 
puedo convencerme de que imaginé el encuentro con Adam, pero mi 
imaginación nunca ha sido tan creativa. 
Y no sólo pienso en el beso, sino también en la disculpa de Josh y Jake. 
Llevo mucho tiempo cargando con ese dolor, y ahora los bordes 
exteriores del mismo empiezan a suavizarse. No lo olvidaré, pero 
puedo perdonar, y tal vez los tres podamos ser amigos de nuevo. 
Como adultos, aunque no estoy segura de lo que eso significaría 
exactamente, pero creo que sería bueno ser amiga de ellos de nuevo. 
Pero, ¿Una amistad con los gemelos no complicaría una relación con 
Adam? 
¿Relación? 
Me golpeo la palma de la mano contra el costado del cráneo unas 
cuantas veces, tratando de hacerme entrar en razón. ¿Por qué iba a 
pensar que Adam quiere tener una relación conmigo? Probablemente 
quiere sexo. O Adam siendo Adam, tal vez sólo está jugando conmigo, 
y quiere obtener una reacción de mí. 
Hay un latido entre mis piernas con sólo pensar en que Adam me 
bese... definitivamente me saca una reacción. 
Me encuentro con Lacy en The Seafood Shack, un pequeño y 
destartalado lugar en la playa, desgastado por años de exposición al 
sol y las olas. No hay mucho que ver, pero la comida siempre es buena. 
 
 
Después de hacer los pedidos en el mostrador, consigo una mesa en 
el patio trasero, frente al océano. Sentada en el gastado banco de 
madera, inhalo el aire salado con una larga y profunda respiración. 
Lacy deja caer una pila de servilletas y cubiertos de plástico en el 
centro de la mesa mientras se instala frente a mí. — ¿Cómo fue tu 
semana? 
—Estuvo bien. La cantidad perfecta de actividad. 
— ¿Es aburrido trabajar en la panadería de tu madre? No como las 
cosas que probablemente estabas haciendo en la ciudad. 
Me río a carcajadas. —Lacy, estaba trabajando en una tienda de donas. 
—Sí, pero probablemente estabas haciendo donas elegantes de la 
gran ciudad. —Sacudo la cabeza, y sigo riéndome—. ¿Qué tal tu 
semana? 
—Tan aburrida. La temporada baja es lenta. 
La familia de Lacy tiene una tienda turística en la playa cerca del 
puente de la isla principal. Tiene paraguas, sillas, tarjetas postales, 
dulces de agua salada, todo lo que la gente de vacaciones quiere. 
—Pensé que la ampliación de la ropa te mantenía ocupada todo el 
año. 
—Oh, no estoy hablando de la tienda, aunque eso también es 
aburrido. Me refería a los hombres. La selección se secó cuando los 
turistas se fueron. 
— ¿Te enrollas con los turistas? —Mientras hago la pregunta, un tipo 
de nuestra edad entrega dos cestas con nuestros almuerzos fritos. 
Sonríe un poco a sabiendas, claramente habiendo escuchado mi 
pregunta. Murmuramos nuestro agradecimiento y él regresa a la 
cocina. 
 
 
—Sí, me enrollo con los turistas. Amigos en viajes de pesca, 
universitarios en vacaciones de verano. Todos son buenos cuando no 
beben demasiado. 
Me estremezco por dentro, imaginando que los hombres de 
vacaciones probablemente están borrachos más frecuente de lo que 
no, y recuerdo a Clay contándome sobre las casas de playa destrozadas 
que había visto. — ¿Qué pasa con los locales? El camarero era guapo. 
—Echo un vistazo alrededor, tratando de encontrar al hombre de 
nuevo. 
—Ese es Jay. Ha estado saliendo con Kelsey Hutchins desde siempre. 
Probablemente se comprometerán pronto. —Lacy echa ketchup a un 
lado de su cesta y me pasa la botella—. Todos los buenos están 
tomados. —En medio de sumergir una fritura en la salsa roja, se 
detiene y me mira—. Todos excepto tus cuatro nuevos hermanastros. 
No sé qué decir a eso. Estoy sorprendida, supongo. Son tan guapos 
que no tiene sentido que no tengan novias. Me siento incómoda al 
preguntarle a Lacy sobre ellos, sin embargo, tengo miedo de que mi 
rostro revele algo y que de alguna manera le haga preguntarme. 
A una parte de mí le encantaría contarle lo del beso de Adam y pedirle 
su opinión sobre sus motivos, pero no quiero que toda la isla lo sepa. 
Incluso si ella promete no decírselo a nadie, y confío en ella, no me 
siento preparada para hablar de ello. Debería tratar de olvidar que 
sucedió. 
Escucho los momentos más importantes de las aventuras de verano de 
Lacy, pregunto por su familia, y generalmente me quedo atrapada en 
los chismes de la isla mientras almorzamos. Cuando terminamos, me 
sugiere un paseo por la playa, algo que siempre estoy dispuesta a 
hacer. 
— ¿Trajiste tu traje de baño? 
Sonrío. —Hay uno en mi auto. Siempre preparada. 
 
 
— ¡Esa es mi chica! 
Aunque la temporada alta ha terminado, el clima hoy es como en 
verano, pero con menos humedad. Me dejo los pantalones cortos pero 
me pongo un bikini, me hago una cola de caballo en la parte de atrás 
de una gorra de béisbol y me pongo protector solar. Arrojo mis 
sandalias al piso de mi auto, y tomamos el camino de arena hacia la 
playa. 
— ¿Por dónde? —Pregunto cuando llegamos a las olas. 
Lacy gira a la derecha y caminamos por el borde de la arena mojada y 
dura, con el sol en el rostro y una brisa refrescante a nuestras espaldas. 
Esto es la felicidad. 
Vemos a las gaviotas entrar y salir con la marea, sumergiendo sus 
largos picos en la arena. Los pelícanos se elevan cerca del agua en 
grupos de tres o incluso una docena de aves. Los cangrejos se 
escabullen en todas las direcciones para mantenerse fuera de nuestro 
camino. La arena está caliente bajo mis pies y mi alma siente que se 
está recargando. 
Me resulta difícil recordar por qué quise mudarme a la ciudad. 
Siendo un fin de semana, y con un clima tan cálido, hay bastantes 
personas fuera, pero nada como las multitudes de verano. La playa 
está llena de casas, muchas de las cuales se alquilan en verano pero 
ahora son casas de invierno para sus dueños. Pasamos pequeños 
grupos de gente aquí y allá, algunos durmiendo la siesta o absortos 
en los libros, otros pescando con sus largas cañas atascadas en tubos 
en la arena. 
Pierdo la noción del tiempo, disfrutando de cada parte de mi entorno 
y de la compañía de Lacy. Después de haber subido bastante por la 
costa, nos acercamos a un pequeño grupo de hombres pateando una 
pelota de fútbol. 
 
 
A medida que nos acercamos, me doy cuenta de que reconozco sus 
voces. Estudio sus cuerpos sin camisa, que son amplios, bien 
musculosos y desconocidos, pero conozco sus rostros. Adam, Matt, 
Josh y Jake, bronceados y sudorosos y usando sólo pantalones cortos 
mientras corren en la arena, lanzando el balón de un lado a otro. 
Mi instinto es volverme antes de que me vean, peroLacy ya los está 
saludando. — ¡Hola! ¡Hola! 
Matt y Josh son los más cercanos a nosotros y corren inmediatamente. 
—Hola Lacy, hola Maddy. —dice Matt, asintiendo con la cabeza a cada 
una de nosotras por turnos. 
—Bueno, hola, señoritas. —dice Josh, metiendo el balón bajo su brazo 
y cepillándose el cabello de la frente con la mano libre. Su sonrisa de 
mil vatios está ahí como de costumbre, y aunque la proyecta hacia 
Lacy, sus ojos permanecen en mí. 
Adam y Jake llegan a nosotros y se intercambian más saludos, aunque 
estoy tranquila, tomada completamente desprevenida al toparme con 
ellos en la playa. 
— ¿Qué te trae por aquí? —pregunta Adam con una sonrisa que se 
asemeja a la de Josh, pero incluye una pizca de malicia. 
—Estábamos paseando. —Dice Lacy—. ¿Se están divirtiendo? 
—Podríamos estar divirtiéndonos más. —dice Adam. 
—Tenemos que volver. —Me doy media vuelta y hago un gesto en la 
dirección en la que vinimos, pero incluso mientras lo hago, sé que es 
inútil. 
—Podría divertirme un poco, Maddy. ¿Y tú? 
—Tenemos un largo camino de vuelta. —Me alejo del grupo. 
— ¿Por dónde vinieron? —pregunta Jake. 
 
 
Lacy usa su mano para abanicarse mientras responde. 
—The Seafood Shack. 
—Es una larga caminata. ¿Por qué no vienen a tomar algo antes de 
regresar? 
 Josh inclina la cabeza hacia la casa que está detrás de ellos, la cual 
noto por primera vez. 
Mientras caminábamos hacia la playa sur de la isla, las casas que 
pasamos se hacían más grandes, más nuevas y generalmente más 
impresionantes. Esta es sustancial, con cubiertas a lo largo de sus dos 
niveles, ventanas de piso a techo, y un tono diferente de pintura fresca 
gris azulado en cada nivel de la casa, dándole un aspecto moderno. 
— ¿Pasar? —Mis palabras vacilantes suenan como alguien que acaba 
de aprender a hablar inglés. 
—Sí. Esta es nuestra casa. 
Antes de que Lacy se ponga detrás de los hombres, se inclina para 
empujarme y susurrarme al oído. —Hay dos para cada una de 
nosotras. ¿A quiénes quieres? 
Le devuelvo la mirada, infeliz con la situación actual, pero parte de mi 
cerebro analiza su pregunta y corre con ella. ¿Cuales dos quiero? No 
tengo ni idea. 
 
 
 
Capítulo 10 
Queremos ser más 
Intento seguir al grupo mientras caminamos por la suave y profunda 
arena hacia los escalones que llevan a la casa, pero Matt y Jake siguen 
mi ritmo, como si sintieran que podría intentar huir. 
En el camino de madera que lleva a la casa, Josh me sostiene la 
manguera para que pueda enjuagarme la arena de los pies. —Qué 
agradable sorpresa, que vengas. —dice. 
—No tenía ni idea de que vivían aquí. —Miro la gran casa y veo la larga 
fila de sillas blancas y grises de Adirondack3 en la cubierta 
inferior—. ¿Ésta es la casa de su padre? 
—No. Es toda nuestra. 
— ¿Toda suya? —Me aparto del agua y Jake me da una toalla de playa 
para secarme los pies. 
—Sip. 
Otro nuevo y sorprendente detalle sobre los hermanos Harding: todos 
viven juntos. No me lo esperaba. Supongo que tiene sentido, por los 
gastos, y para permitirse tener un lugar tan agradable que cada uno 
de ellos no puede permitirse por su cuenta. 
El primer piso de la casa es en realidad el segundo piso, ya que todas 
las casas de la playa están construidas sobre pilotes de madera para 
evitar inundaciones. Mientras ascendemos los últimos pasos hacia la 
cubierta, me preparo para encontrarme con la escena de una casa de 
 
3 Material a base de polietileno con una alta resistencia. 
 
 
fraternidad en el interior. Cuatro chicos viviendo juntos, debe ser una 
fiesta continua cuando no están trabajando. 
En su lugar, al entrar, soy recibida con un área de vivienda de muy 
buen gusto, limpia y atractiva. Claro, parece que los hombres se 
encargaron de la decoración; los muebles y la decoración limitada son 
atrevidos y masculinos, pero también muy atractivos. Y no hay ni una 
lata de cerveza ni un pedazo de basura a la vista. La sala de estar y un 
gran comedor dan al océano. Me giro para ver la vista desde este 
punto de vista, y es hermoso, hay una playa y un océano interminable 
a través de la pared de cristal. 
— ¿Qué te gustaría beber? —Pregunta Matt—. ¿Agua? ¿Té? ¿Sidra? 
—Tomaré un té, por favor. —dice Lacy mientras deambula por el salón, 
explorando, cepillando su mano a lo largo de la parte trasera de los 
muebles. 
— ¿Maddy? —pregunta Matt. 
—Agua, gracias. 
—Toma asiento. —Adam se sienta a un lado del sofá y me mira 
mientras acaricia el cojín a su lado. Me ahorro tener que decidir si me 
siento o no cerca de él cuando Lacy ocupa el lugar. Me siento en la 
silla más alejada de Adam, aunque prefiero caminar para quemar mi 
energía nerviosa. En su lugar, reboto mi pierna hacia arriba y hacia 
abajo y miro alrededor de la habitación, temiendo encontrarme con la 
mirada de Adam. Cuando Matt me da un vaso de agua, sus ojos bajan 
más antes de encontrarse con los míos. El aire acondicionado me está 
endureciendo los pezones. Eso o la vista de los cuerpos desnudos de 
los hombres. 
Maldigo mi falta de cobertura en la playa y encorvo mis hombros, 
tratando de hacer que mis pechos sean menos obvios. 
 
 
Josh se sienta al otro lado de Lacy mientras Matt y Jake se sientan en 
el sillón frente a mí. Por un momento hay un silencio incómodo 
mientras Lacy y yo sorbemos nuestras bebidas. 
— ¿Fueron a nadar? —pregunta Josh. 
—No, sólo una larga caminata. —dice Lacy. 
Mientras evito mirar a Adam, mis ojos se posan en los pechos 
desnudos de los otros tres hermanos. Es realmente una locura, lo bien 
que se ven sus cuerpos. Ya sabía que estaban en forma por la manera 
en que les queda la ropa, pero no tenía ni idea. No se veían tan bien, 
tan hombres, con H mayúscula, cuando me fui a la escuela culinaria. 
Tomo un largo trago de mi agua esperando que cuanto antes la 
termine, antes nos vamos. 
—Su casa es tan hermosa. —dice Lacy, mirando detrás de ella hacia el 
segundo piso abierto—. ¿Pueden darnos un tour? 
Adam se pone de pie. —Claro, podemos hacerlo. —Nos lleva a los seis 
a su cocina, que está separada del comedor por un largo mostrador. 
Su casa es lo suficientemente espaciosa como para que el área no se 
llene cuando estemos todos juntos. 
Matt se queda atrás para ordenar algo en la cocina casi inmaculada 
mientras que Adam nos lleva a continuación por un pasillo pasando 
por un lavadero hasta su dormitorio. No quiero ver las camas donde 
estos hombres duermen... o donde hacen otras cosas. No necesito esas 
imágenes en mi mente. 
Me quedo en la puerta, manteniendo mi enfoque hacia el frente de la 
casa mientras el resto de ellos entra en la habitación de Adam. Josh 
hace un chiste sobre una cama sin hacer, Lacy se ríe, y yo cometo el 
error de mirar dentro y ver sus sábanas blancas retorcidas en su cama 
tamaño king. Mis pezones hormiguean al presionar con más fuerza la 
fina tela de mi bikini. ¿Alguna vez un mueble ha provocado una 
respuesta sexual antes? 
 
 
Adam sonríe con satisfacción cuando sale de su habitación. Sus ojos 
se quedan en mi pecho un momento y luego está detrás de mí, 
frotando sus manos arriba y abajo de mis brazos desnudos. — ¿Tienes 
frío, Maddy Patty? 
Lacy se ríe al pasar, y tengo ganas de correr, pero otra parte de mí 
quiere hundirse en los brazos de Adam, y luego llevarlo de vuelta a su 
dormitorio y hacer lo que quiera con él. Usando toda mi fuerza de 
voluntad, me alejo de él y sigo a Lacy y a los gemelos de vuelta a la 
sala de estar y subo las escaleras, tratando de olvidar que Adam está 
detrás de mí, sin duda observando mi trasero y mis piernas con cada 
paso. Gracias a Dios que llevo pantalones cortos, porque si estuviera 
en bikini, probablemente habría una mancha húmeda visible entre mis 
piernas ahora mismo. 
En el nivel superior hay cuatro habitaciones, una para Matt, Josh y 
Jake, y una habitación de invitados. Hay una gran área abierta en el 
rellano con libros, juegos y un televisor,

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