Lauren Dane - Lobos Cascadia 02 - Triada lobuna - Sq Bags

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Lauren Dane Triada lobuna 
 
 
 
 
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Sinopsis 
Un lobo se aparea de por vida. Para todos los lobos, hay una 
compañera por ahí. Así que Tracy Warden está encantada cuando 
descubre que Nick Lawrence, el sexy Ejecutor de otra Manada, es su 
compañero. 
Pero a veces algunos lobos afortunados ganan el doble con el 
extremadamente raro enlace de tres. Y así es cuando Tracy descubre que 
su vínculo de anclaje con Gabe Murphy, el Mediador de la manada 
Nacional es mucho más. De repente Tracy se encuentra a sí misma con 
dos machos Alfa cuyo deseo por ella nunca parece disminuir. Pero su 
felicidad se ve empañada por la mano dura de la mafia hombre lobo, cuyo 
alcance de hecho llega muy alto. 
El lavado de activos, secuestro, asalto y otros caos generales no 
pueden estropear la intensidad de su unión, pero seguro pueden poner 
en peligro sus vidas. 
 
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Capítulo Uno 
Tracy Warden agarró una taza de café en la espaciosa cocina que 
pertenecía a sus hermanos y cuñada. Era una habitación en la que se 
sentía como en casa. Una habitación en la que había cocinado numerosas 
comidas, donde había compartido café y bebidas con su cuñada y mejor 
amiga, Nina. Antes de que llegara Nina, la sala, la casa, había sido lo 
suficientemente agradable, pero de alguna manera el amor que ella había 
traído, la risa y alegría, la habían hecho un hogar. 
Tracy a menudo se preguntaba si se trataba de Nina o de la 
conexión que tenía con Lex. Se preguntó si alguna vez tendría ese sentido 
de pertenencia en un lugar con alguien, como Nina y Lex obviamente 
hacían. 
—Toma un buen desayuno, Trace. Hay un montón. Ya sabes cómo 
es cuando Cade cocina. Hará pucheros como un niño de cuatro años si 
no comes algo. 
Miró por encima del hombro a Nina y se rió de la irreverencia con 
la que su cuñada trataba a su Alfa y hermano mayor de la familia 
Warden. Cade podía asustar a todos los demás, pero Nina era audaz. Por 
supuesto, teniendo en cuenta lo acontecido en el último año y medio de 
la vida de Nina, ¿qué tenía que temer que no hubiera superado? 
—Me vas a meter en problemas, señora. —Tracy se rió mientras se 
unía a Nina en la mesa. 
—Si piensas que no escuché ese comentario, Nina, estás 
equivocada —dijo Cade con un gruñido mientras entraba en la habitación 
y ponía un plato de tocino y otro de huevos y tostadas en la mesa. 
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—Oh, estoy temblando. Te ruego me disculpes, Supremo Tonto oh, 
er, Alfa. Por favor, no me disciplines con tu siniestro ceño fruncido y 
espátula. 
Lex entró, besó la parte superior de la cabeza de Nina y se sentó, 
tratando de reprimir su sonrisa. 
—Él necesita controlarte —se quejó Cade cuando se sentó y empezó 
a amontonar comida en su plato. 
—Oh, lo necesita. ¿No puedes reconocer la mirada de satisfacción 
en su rostro? —dijo Nina, con una ceja levantada mientras ponía una 
servilleta en su regazo. 
—¡DI! Hablemos de otra cosa, por favor, mientras todavía tengo 
apetito —bromeó Tracy mientras ponía mantequilla en su tostada. 
—¿DI? —Lex se quedó perplejo. 
—Demasiada información. —Nina le guiñó un ojo a su cuñada. 
—Sí, hablemos de cómo mamá sigue viniendo aquí a buscarte, 
Tracy. Dice que nunca estás en casa. ¿La estás evitando? —Cade tenía 
su rostro de Alfa hermano mayor. 
—Sigo diciendo que vuelvas a poner el código de la puerta para que 
no pueda colarse aquí —murmuró Nina a Lex, quien casi se atragantó 
con su café. 
—Ella subiría de todas maneras, es implacable cuando hay presas 
en su punto de mira. —Lex sonrió detrás de su taza. 
Cade miró a Lex y trató de no sonreír, pero perdió la batalla. 
—Bien, entonces ella es... 
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—¿Insistente? ¡Vamos, Cade! Continúa yendo a mi casa con 
hombres lobos a remolque diciendo que se topó con ellos en el 
supermercado o algo por el estilo. Es evidente y molesto. Megan y Tegan 
simplemente se esconden de ella cuando viene aquí, Lex se casó con Nina 
y tú, tú eres el Alfa y ella tiene que ser más amable contigo, así que soy 
vulnerable a sus ataques. 
—¿No sales con alguien? —preguntó Lex, sus dedos jugando con 
las puntas del cabello de Nina. 
Tracy se suavizó. 
—Sí. Sí, lo sé, Lex. Pero no quiero salir con alguien que solo quiera 
estar con un miembro de la familia del Alfa. Quiero a mi compañero. 
Quiero el tipo de conexión que tenéis Nina y tú. 
—Me parece bien, muñeca. —Nina extendió la mano y se la 
apretó—. Lo encontrarás. Cuando menos te lo esperes. —Sonrió 
entonces—. ¡Y él no podrá escapar! 
* * * * * 
Después del desayuno, Tracy fue a la oficina para iniciar los 
trámites de contabilidad que hacía a tiempo parcial para el negocio de la 
Manada y Nina fue a la casa a regar las plantas antes de irse a su negocio 
de jardinería. Su floristería había sido quemada un año y medio antes y 
en lugar de abrir otra floristería había abierto un vivero a gran escala en 
el Eastside que había alimentado aún más su amor por todas las cosas 
verdes y lo había hecho muy bien. 
Lex Warden intentó no fijarse en lo bien que se veía su mujer 
mientras se estiraba para regar las plantas en los estantes por encima de 
la encimera de la cocina. El sol de la mañana entraba por la ventana y 
caía encima de su cuerpo. Normalmente ella era difícil de ignorar, pero 
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esta mañana era aún peor, ya que la falda se subía cada vez más alto 
mientras se movía. 
El ver la cremosa piel café con leche de sus muslos le recordó la 
forma particularmente fabulosa en que le había dicho buenos días y tuvo 
que moverse en su asiento mientras su polla se endurecía contra los 
botones de su bragueta. 
—¿Hola? ¿Todavía estás con nosotros, Lex, o planeas saquear a tu 
esposa? —Cade chasqueó los dedos delante de la cara de su hermano 
mientras seguía la dirección de la mirada de Lex. Nina Reyes Wardenera 
toda una mujer y Cade albergaba más de una fantasía acerca de su 
cuñada. Desde luego, no podía culpar a su hermano por la sonrisa tonta 
que tenía. Su hermano había estado totalmente loco por su compañera 
desde el primer momento en que había tomado una profunda bocanada 
de ella, y Cade envidiaba eso. 
Lex resopló mientras Nina se daba la vuelta y los miraba. 
—¡Por Dios! ¿No puede una chica regar las plantas aquí sin ser un 
objetivo masculino? —Les envió chorros de agua a ambos y desfiló hacia 
fuera, sonriendo para sí misma. 
Sonó el teléfono y unos momentos después Nina volvió a entrar en 
la habitación y le pasó el auricular a Lex. 
—Es el Ejecutor del Clan del Pacífico. 
Sus dedos rozaron los de ella y la miró, satisfecho, mientras sus 
pupilas se agrandaban y su respiración se aceleraba. Le dedicó una 
sonrisa arrogante y murmuró jodido peludo provocador, en su camino 
fuera de la habitación. 
Cade le indicó que iría a su oficina a trabajar y Lex asintió antes de 
tomar su llamada. 
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Lex entró en la oficina media hora más tarde y lanzó su largo 
cuerpo en una silla. 
—Era Nick Lawrence llamando sobre más estupideces fronterizas. 
Envié a Dave para recoger a tres de nuestros lobos que están en la cárcel 
por pelearse con los lobos del Pacífico. Esta disputa ha ido demasiado 
lejos. Alguien terminará realmente herido o muerto. 
—Llama al Mediador. Sabes que es inevitable. —Cade tomó un 
sorbo de café, riendo. La Manada Nacional tenía un mediador, un hombre 
que venía a resolver las disputas inter-Manadas. Era un dolor lidiar con 
la burocracia de esa manera, pero los lobos Alfa hacían las negociaciones 
ridículamente complicadas. Era mejor llamar a un experto antes de que 
los lobos murieran. 
—Lo sé. Mejor nos ocupamos de esto ahora. 
Cade asintió. 
—Y, de todos modos, el lobo que ha estado en la sombra se hizo 
mediador hace tres años. Oí que es bueno. Joven. Con visión en el futuro. 
Cuando se reúnan, lleva a Nick a un lado y pídele su opinión sobre la 
influencia del Grupo Pellini en el Consejo del Gobierno Nacional. 
Lex suspiró y terminó su café. 
—No me puedo imaginar que les guste más que a nosotros. A la 
mayoría de las Manadas no les gusta. Yo digo que nos ocupemos de eso 
ahora, antes de que tengan más poder. 
—Eso es traición y te prohíbo que hables así fuera de esta casa. —
La voz de Cade era aguda. Warren Pellini y sus lobos conectados habían 
encontrado una estructura de gobierno en la Manada Nacional. Ahora 
mismo Pellini tenía la amistad de unos lobos poderosos, y todos estaban 
inquietos. 
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—Eh, puedo hacer mi maldito trabajo, Cade. No es necesario que 
me lo prohíbas como si fuera un lobo sin rango. —Lex empujó su silla 
hacia atrás y se puso de pie, con los ojos brillantes. 
—¡Whoa! —Nina entró corriendo en la habitación y se puso entre 
ellos—. ¡Ya basta, los dos! Vosotros no nos veis a Tracy y a mí haciendo 
este tipo de cosas, ¿verdad? —Nina lanzó una mirada molesta sobre el 
hombro a su cuñada, quien estaba observando el intercambio con similar 
molestia y preocupación—. Chicos, chicos, guardad los penes, por favor. 
Si no lo hacéis, romperé la regla y los mediré de una vez por todas. Pero 
vamos a hacer esto en su lugar: cerrad la boca y detened esta mierda de 
Quién es el Lobo Más Temible. Por lo menos antes del almuerzo. 
Puso una mano en cada uno de los pechos y sintió su corazón 
golpear bajo sus palmas. Sus corazones en la mano, significaban algo. 
Los tres estaban atados el uno al otro de una manera muy elemental y a 
veces ella era el puente entre dos hombres muy fuertes. 
La ira y desafío se drenaron fuera ellos y se permitió un suspiro de 
alivio. 
—Dios mío, está tan llena de mierda para ser alguien tan caliente. 
—Cade se inclinó, la besó en la frente y miró a su alrededor a su 
hermano—. No fue mi intención ser ofensivo. Confío en que hagas tu 
trabajo. Te confío mi vida todos los días. Esto me está preocupando más 
de lo que creía, supongo. 
Lex se relajó un poco y tiró de Nina hacia él con una mano, con su 
espalda contra su pecho, y agarró a su hermano con la otra y tomó su 
cuello. 
—Por supuesto. Lo lamento si exageré. 
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Tracy resopló. Dándose la vuelta, tomó la pila de papeles en la que 
había estado trabajando, y la puso delante de Cade. 
—Tengo que ir a trabajar. —Sacudió la cabeza hacia su cuñada—. 
Mejor tú que yo para lidiar con esta mierda. 
—¿Irás a trabajar vestida así? —Cade frunció el ceño por la muy 
corta falda vaquera, las piernas envueltas en medias de red. Llevaba un 
suéter rojo apretado y el pelo castaño dorado colgaba en rizos sueltos 
alrededor de su cara y hombros. 
—No, olvidé mis botas. —Metió la mano en el armario del pasillo y 
sacó un par de botas de tacón alto que ató con cordones en la parte 
delantera y llegaban hasta sus rodillas. 
—¡Santo cielo! Trace, ¡no puedes salir a la calle vestida de esa 
manera! —Lex entrecerró los ojos, con las manos en las caderas mientras 
veía a su hermanita. 
—¿Por qué no? Se ve increíble. —Nina besó la mejilla de Tracy y se 
volvió para mirar a su marido. 
—Ese es el punto. Esa falda es demasiado corta, el jersey es 
demasiado apretado. Las botas, son... son... —Olvidando las palabras, 
Lex simplemente hizo un gesto hacia ella salvajemente. 
Tracy les hizo un guiño a sus dos prepotentes hermanos y tiró de 
su abrigo. 
—Son realmente magníficas, ¿no es así? Me encantan. —Mirando 
hacia atrás a Nina, sonrió—. Sólo llámame o haz que tu chico me llame y 
traeré las macetas de nuevo aquí esta noche. 
Soplándoles a todos un beso, se paseó por la habitación, gritó sus 
adioses a todos los demás y se fue. 
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* * * * * 
Aparte del trabajo de contabilidad que hacía para la Manada, Tracy 
tenía la suerte de tener el refugio de su tienda de discos, Spin de Black 
Circle. Había amado el lugar desde el primer momento que había 
encontrado la tienda vacía, dos años antes, pero era una ventaja añadida 
que su madre la odiara y no quisiera acercarse a ella. Tracy estaba 
pasando un montón de tiempo allí últimamente y estaba considerando 
fuertemente expulsar a los inquilinos que vivían arriba para poder 
mudarse allí y tener una gran razón para mantener alejada a su madre. 
También tenía la suerte de tener a un gerente que amaba la tienda casi 
tanto como ella y que dirigía el lugar con una eficiencia increíble y la 
ayudaba con un pequeño pero grandioso personal. 
Después de varias horas en la tienda, fue a casa para hacer algo de 
papeleo para Cade. La casa era una en la que había pasado mucho tiempo 
cuando era niña. Sus abuelos habían entregado la Manada a su padre 
antes del nacimiento de Tracy, y como resultado, tenían un montón de 
tiempo libre para estar con sus nietos. 
Milton, su perro labrador retriever color chocolate, estaba 
felizmente esperando en las ventanas delanteras. Esas grandes ventanas 
delanteras daban hacia las Esclusas de Ballard. El agua podía parecer 
verde y turbia, negra y fría o azul brillante y reluciente bajo el sol, 
dependiendo del día y de la temporada. El pequeño porche tenía un 
columpio y plantas que eran atendidas por Nina. Incluso en el frío del 
invierno, había tenido plantas coloridas. Nina plantó algunas cosas que 
parecían coles y eran de un púrpura vibrante. Tracy no tenía maldita idea 
de lo que eran, pero no podía argumentar que no hacía que la casa se 
viera bien con un poco de color para romper la monotoníade los grises 
cielos de Seattle. 
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La casa había sido construida en los años cuarenta. La 
arquitectura de ese tipo estaba acabándose en la zona, donde eran 
compradas y demolidas las casas antiguas y otras nuevas las sustituían. 
Ella prefería el encanto del estilo antiguo del lugar, las puertas curvas, 
grandes zonas comunes y habitaciones pequeñas. Rayos, la casa todavía 
tenía los suelos de madera originales. Tracy los había desmontado y 
restaurado ella misma unos años antes. 
Sonrió para sus adentros mientras abría la puerta y apagaba la 
alarma. Era de ella, este lugar. Lleno de recuerdos de los fines de semana 
caminando hasta el cercano Zoológico Woodland Park y a los picnics. El 
tiempo dedicado a cavar en la tierra con su abuela, plantando bulbos 
cada noviembre. La vida de su padre había sido consumida por la 
Manada y sus abuelos habían sido una parte más tangible de su vida que 
sus padres por un tiempo muy largo. Más de un par de noches de su vida 
las había pasado con su abuelo, quien la había metido en la cama y con 
su abuela quien había horneado bocadillos para sus celebraciones en la 
escuela. Su madre había sido miserable y sin la presencia de su 
compañero se había retirado a sí misma y metido en el trabajo 
comunitario durante muchos años. Hasta que su padre le había 
entregado el liderazgo de Cascadia a Cade. 
Sacudiendo la cabeza para desalojar los recuerdos, sonrió en 
cambio. Un gran sofá mullido estaba frente a la chimenea y ahí estaba 
Milton, quien le estaba dando su sonrisa de medio lado, con su lengua 
asomando entre sus dientes delanteros. Ella puso los ojos en blanco, y 
se echó a reír al ver lo que hacía. 
Era extraño para ella tener un perro. Algunos hombres lobo no 
tenían animales porque sentían que poseer animales era explotarlos o se 
sentían incómodos de que ellos también estuvieran cerca de los perros 
en algún nivel. Pero Tracy había encontrado a Milton en el refugio de 
animales cuando era un cachorro. Se había enamorado de él 
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inmediatamente. La mayoría de la gente no adoptaba a un perro con tres 
patas. Pero Milton seguro que no estaba afectado por eso y ella no podía 
encontrar una razón para no traer al ridículo perro a casa con ella. No se 
había arrepentido de su elección ni una vez en los cuatro años que había 
estado con ella. 
—Hola, amigo. —Se inclinó y le rascó la parte superior de la cabeza. 
Suprimiendo una sonrisa, le rascó detrás de las orejas hasta que gimió y 
gruñó, casi cayendo porque su única pierna trasera golpeó en respuesta. 
Se rió y abrió la puerta de atrás para dejarlo salir, lanzando su 
pelota de tenis para él. Sabía que el paseador de perros había ido por él, 
pero él amaría una buena carrera allí mientras hacía la cena. 
Lanzando su abrigo y bufanda en una silla, puso su bolso en el 
gancho y echó un rápido vistazo al espejo, pasando los dedos por su pelo 
rizado. 
Unos ojos verdes grandes le devolvieron la mirada, y el anillo en la 
ceja debería ser el centro de atención en su cara, pero en realidad sólo 
mejoraba la naturaleza de sus facciones. Unas pecas salpicaban su nariz 
y mejillas, en yuxtaposición con el anillo en la ceja y con la hilera de 
perforaciones de cada oído, la pequeña nariz y cara pecosa funcionaban 
para ella. Había un aire de perversa inocencia en ella. De travesura. 
Después de un rápido cambio a pantalones vaqueros y calcetines 
gruesos, sirvió la comida en el plato de Milton, se aseguró de que tuviera 
agua dulce y cocinó un rápido salteado antes de salir por Nina. Amaba 
esas noches tranquilas, cuando no era esperada en la casa de la Manada, 
momentos que eran sólo para ella. Admitió para sí misma que sería bueno 
tener a un hombre alrededor. No era como si nunca hubiera tenido citas. 
Acababa de salir de una relación de seis meses un par de semanas antes. 
El problema era que los lobos tendían a no entrar en relaciones a largo 
plazo mientras eran más jóvenes y estaban en busca de una pareja. Se 
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compadeció de los pobres hombres humanos con los que había salido. Se 
habían llevado el susto de sus vidas una vez que habían conocido a su 
familia. 
Cuando sonó el teléfono, miró el identificador de llamadas y se 
sintió aliviada al ver que era Nina y no su madre. 
—Yo. 
—Articula. Todo ese dinero en una educación universitaria ¿y eso 
es lo mejor que puedes hacer? ¿Qué voy a hacer contigo? —dijo Nina con 
sequedad, lo que hizo reír a Tracy. 
—¿Qué quieres, mujer? 
—¡Hmpf! Bueno, estaba llamando para avisarte que acabamos 
tener la visita de una determinada suegra peluda que mencionó que iría 
a tu casa, pero si tienes esa actitud... 
—¡Mierda! 
—Sí. Bueno. Oí que hay un buen chico hombre lobo al que le 
encantaría invitarte a cenar en Canlis y cortejarte. Porque, ya sabes, si 
yo no tengo a unos cachorros para ella en unos años, tú tendrás que 
hacerlo. 
—Milton y yo estamos en camino. 
—Trae una bolsa y pasa la noche. 
Tracy sonrió. 
—Vale, no tienes que decirlo dos veces. Gracias. 
—De nada, chica perro. 
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Colgó y se deslizó en sus zapatillas. Rápidamente, arrojó sus platos 
sucios al lavavajillas antes de correr a meter algo de ropa en una bolsa. 
Yendo a la puerta, lanzó un silbido. 
—¿Milton? Vamos. ¿Quieres ir a dar un paseo con la tía Nina? 
Al oír el nombre de Nina, Milton ladró y corrió a esperar junto a la 
puerta, moviendo la cola alegremente. Nina era tan tonta como el perro y 
se llevaban a las mil maravillas. 
Ella finalmente dejó escapar un suspiro de alivio mientras se 
alejaban de la casa. Realmente tenía que enfrentar esa situación con su 
madre o considerar la transferencia de Manada para no volverse loca. 
* * * * * 
Gabe Murphy miró el contenido de sus maletas e hizo una doble 
comprobación de la ordenada disposición de zapatos y ropa interior. Su 
asistente personal era muy buena en esas cosas. Debido a que viajaba 
con mucha frecuencia ella sabía exactamente lo que quería y cómo le 
gustaba. Ella llamó y miró el estado del tiempo, haciendo sus reservas de 
hotel y estableciendo su espacio para reuniones. Todas las ventajas de 
una esposa sin las responsabilidades. 
Mirándose en el espejo sobre la cómoda, se alisó la corbata, se 
metió la camisa dentro de los pantalones y pasó los dedos por sus 
pliegues. El hombre que lo miró de vuelta, tenía un poco de sal y pimienta 
en las sienes del pelo marrón caramelo. Ojos marrones profundos le 
devolvieron la mirada, con pestañas negras como hollín. Era alto, incluso 
para un hombre lobo. Pero no había nacido como lobo de todos modos. 
Había cambiado mientras era estudiante de posgrado en Harvard casi 
veinte años antes. El lobo que lo atacó era el hijo de un miembro muy 
destacado de la Manada Nacional. Y cuando ese lobo lo había visitado en 
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el hospital fue con una oferta de aumentar las filas de la estructura de la 
Manada Nacional a cambio de buenas notas, un servicio superior del clan 
y su silencio ante la policía, Gabe sopesó su enorme deuda de préstamos 
estudiantiles, su falta de conexión con la familia y la oportunidad de un 
trabajo bien remunerado a un futuro ilimitado basado en su rendimiento 
y no dejó pasar la oportunidad. 
Y se había superado. Ese lobo se había convertido en una figura 
paterna para él, le había enseñado todo lo que sabía acercade la 
mediación. Después de estudiar Leyes en Harvard, la Manada había 
pagado las facturas y él había aprendido. Tres años antes había entrado 
en el puesto de mediador y le había encantado cada momento de ello. 
Por lo general, había establecido mediaciones en territorio de 
terceros. El problema en este caso era que los espacios del clan más 
cercano estaban en Canadá o en California. Al final, decidió sostener 
reuniones en territorio del Pacífico. Eligió Portland por una serie de 
razones, ante todo porque era el poder relativo del Clan Cascadia. Era 
una de las Manadas más poderosas de Estados Unidos y mucho más 
poderosa que la del Pacífico. Para nivelar el campo de juego un poco, 
quería a Lex Warden fuera de su zona de confort. 
Las disputas fronterizas entre Manadas no eran raras en absoluto. 
En este caso, con Portland como sede del gobierno del Pacífico, al estar 
tan cerca de la frontera con Washington y en territorio Cascadia, las 
cosas tendían a complicarse. La mayoría de los problemas eran con lobos 
Cascadia que trabajaban y vivían en la frontera del territorio. Una simple 
ampliación de una zona de amortiguamiento debía funcionar para 
difundir la mayor parte de la tensión. 
Odiaba salir justo en ese momento, sin embargo. El problema se 
estaba gestando. Había hecho varias llamadas ese mes a diferentes 
miembros de la Manada Nacional. Muchos estaban preocupados por 
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Warren Pellini que estaba reteniendo al vicepresidente y varios miembros 
de su personal. La verdad era que Gabe estaba preocupado también, y le 
había hablado al alfa al respecto. Por el momento era lo único que podía 
hacer, y no quería ser acusado de conspirar contra el Segundo, por lo que 
pensaría en ello mientras se encontraba en la Costa Oeste. 
Leyó el archivo de camino hacia el aeropuerto. Había oído hablar 
mucho de los Wardens y de los Lawrences y estaba impresionado tanto 
por los del Pacífico como por los Cascadia. Habían tenido problemas 
dieciocho meses antes cuando un humano había sido atacado en la casa 
de la Manada Cascadia y había logrado derrotar a su Tercero, quien había 
aparecido muerto con la Familia Pellini involucrada. 
Gabe frunció el ceño. No le gustaba Warren Pellini. El hombre era 
malvado y muy malo para la imagen de los hombres lobo. Si los humanos 
alguna vez se enteraban de la idea misma de una mafia hombre lobo, 
establecerían relaciones inter-especies de décadas atrás. 
* * * * * 
Tracy subió corriendo las escaleras del garaje y Milton voló junto a 
ella y directamente a donde Nina estaba de pie en la cocina. 
—¡Stinky! —Nina sonrió y se arrodilló y abrazó al perro. 
Enderezándose, le arrojó un trozo de queso y alzó su barbilla hacia 
Tracy—. Yo, mamá de Stinky, ¿qué pasa? 
—Iré a poner esto en la habitación de invitados. —Tracy levantó la 
bolsa—. No te robes a mi perro y no le des de comer tofu de perros, 
¡asqueroso! 
—Es tofu de maíz para perros y a él le encanta. —Milton ladró 
subrayando su amor por los pequeños trozos de maíz en forma de perro. 
Cade entró en la cocina, con claro disgusto en su rostro. 
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—Ya es bastante malo que ella tenga un perro de tres patas, ¿pero, 
por qué le estás alimentando con esas cosas desagradables? 
—Cierra la boca, trasero peludo. Él está bien. Tu carne está a la 
parrilla por lo que no tienes que llenar tu estómago oh-tan-varonil con 
perritos de tofu. 
—Los hombres lobo no comen tofu —dijo Lex cuando entró en la 
habitación. 
—¿Está eso en algún manual? —Nina levantó la ceja—. Y no es un 
hombre lobo, es un perro. Sé que no hay una gran diferencia y ambos 
ponéis esa mirada ligeramente aturdida cuando veis comida, pero aun 
así. 
Tracy se rió cuando entró en la cocina y besó la mejilla de Nina. 
—Gracias por el aviso. Estuvo cerca. 
—Está tratando de ayudar. Quiere que seas feliz. —Cade se bebió 
una cerveza y comprobó los filetes en la gran parrilla. 
—Sí, ¿y no es agradable que me acose en vez de a ti? —Tracy cavó 
en la nevera y sacó una cerveza para ella. 
—Bueno, esa es una ventaja. He tratado de enfocar la atención en 
Nina y Lex. Si le dieran sus nietos realmente daría marcha atrás. —Cade 
le sonrió a Nina, quien lanzó unas manoplas a su cabeza. 
—Si crees que voy a criar a una camada porque tu madre no puede 
sumarse al club de jardinería o a cualquier otra cosa que una mujer de 
su edad haga en lugar de acosar a sus hijos, estás demente. Lex y yo 
tendremos hijos cuando queramos. Me apresuraría a hacerlo si tu gente 
no me hubiera hecho hombre lobo. Ahora que sé que casi dupliqué mi 
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esperanza de vida, estoy bien. De todos modos, no sé si me gusta la 
Manada lo suficiente como para traer un niño a ella. 
A Nina todavía le dolía que la Manada hubiera permanecido 
impasible mientras era atacada y casi asesinada. Era su misión hacer 
que todos ellos fueran más democráticos y mucho menos intolerantes 
hacia los humanos. Estaba resentida y no quería tener hijos que 
formaran parte de esa jerarquía hasta que pudiera sentirse mejor al 
respecto. 
La sala se quedó en silencio por un momento. Se trataba de una 
vieja discusión. Lex se levantó y besó la parte superior de la cabeza de 
Nina y la abrazó, sin saber qué otra cosa hacer. La amaba y era suya y él 
mantenía la esperanza de que la situación se suavizara con el paso del 
tiempo. 
—Entonces, ¿cuándo llegará a la ciudad el gran temeroso 
Mediador? —preguntó Tracy para cambiar de tema—. Todo esto me 
recuerda la escena en La Femme Nikita cuando traen al Limpiador y todo 
el mundo se asusta y se vuelve loco. 
—Ah, estaba queriendo hablar contigo sobre eso. Él lleva las 
mediaciones en Portland. ¿Quieres venir a ayudarme? Nina vendrá, y 
bien, todos sabemos lo buena que es sosteniendo su lengua y jugando a 
la política con los hombres lobo. Me gustaría tu ayuda en la gestión de 
los trámites. Nina, con la lengua firmemente sostenida —Lex miró a su 
esposa con ojos entrecerrados y ella se encogió de hombros y le lanzó a 
Milton un perrito de maíz con un poco de mostaza—, será quien vigile. 
Es bueno saber cuándo la gente está tramando algo. Pero me gustaría 
que alguien pudiera ayudar con la política de la Manada. Cade se quedará 
aquí, pero puedo llevar a tres lobos y me gustaría que fuerais tú, Nina y 
Megan. 
—¿Por qué no viene él aquí? 
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Cade sirvió los filetes y los llevó a la mesa, donde todos se sentaron. 
Milton fue a acostarse en un rincón junto a la chimenea en su cama de 
perro, saciado con la comida que Nina le había dado. 
—Es un mediador. Vendrá, para decirnos a Nick y a mí que los dos 
estamos llenos de mierda, pateará nuestro trasero y hará que cada uno 
renunciemos a algo y trabajemos para encontrar una solución. Si viniera 
aquí, me estaría dando una gran cantidad de poder. La nuestra es la 
Manada más poderosa. Lo entiendo. Pero creo que será un proceso 
relativamente rápido también. Nos llevamos bien con la del Pacífico y no 
es un gran problema ampliar la distancia intermedia. 
—¿Entonces por qué vendrá Nina? Quiero decir, sin ofender, creo 
que viajar con Nina es una pasada. Pero si es una cosa rápida y puedes 
confiar en los Lawrences y en este mediador, ¿por qué quieres que los 
vigile? 
 Nina soltó un bufido. 
—¿Una pasada? No irás con ese gran vocabulario, chica lobo. —
Tracy hizo como si marcara un puntaje en el aire con un dedo—. De todos 
modos, mi teoría es que no confía en que yo esté aquí sin él. 
—Tiene miedode que me la robe. —Cade sonrió y Nina se rió. 
—Sigue soñando. ¿Es un crimen querer estar con mi pareja y 
disfrutar del sexo en un hotel? 
Tracy levantó las manos en señal de rendición. 
—¡Ugh! Eso es suficiente para compartir, gracias. Así que bien, 
bueno, sí. Estoy segura de que puedo conseguir que Charity lidie con la 
tienda por unos pocos días. ¿Cuándo nos vamos? 
—Mañana, si puedes trabajar con eso. 
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—La llamaré y veremos. Sabes que tenemos que estar en un lugar 
donde pueda tener a Milton. 
Lex miró al perro, que ahora estaba de espaldas, con las tres 
piernas en el aire, la lengua colgando hacia fuera a un lado de su boca. 
—Ese perro es un holgazán. 
Nina le golpeó el brazo. 
—¡Hey! Él disfruta de la vida. Es un labrador, todos son un poco 
ridículos, pero es muy inteligente, sabes. Acabas de subestimarlo. Haces 
mucho eso para alguien que supuestamente es el Gran y Malo Ejecutor. 
Das una mirada y ya juzgas. 
Él sonrió y la besó con fuerza. 
—Tienes razón, hermosa. Estoy seguro de que Milton es un genio. 
Tú sin duda eres un lobo con piel de oveja. O una sirena con piel de 
bibliotecaria. 
—Tienes tanta suerte. 
—Ugh. Iré a llamar a Charity. —Tracy se apartó de la mesa y fue a 
la oficina. 
Terminaron la cena y Lex se fue a hacer llamadas mientras Nina y 
Cade limpiaban la cocina. 
—Vas a cuidar de él, ¿verdad? —preguntó Cade en silencio 
mientras los dos trabajaban lado a lado—. ¿Y a Tracy también? 
Ella le regaló una sonrisa y le dio un suave beso en los labios. 
—Por supuesto. Nadie se meterá con ellos conmigo vigilando. Te lo 
prometo. 
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Su mano se quedó en su cadera, su pulgar se deslizó atrás y 
adelante sobre la piel expuesta entre el jersey y el pantalón. Su corazón 
se aceleró como siempre hacía cuando él volvía su atención a ella de esa 
manera. 
Su conexión a través del enlace de tres los ataba emocional y 
físicamente, porque Cade y Lex eran hermanos, y de muchas maneras 
Nina estaba biológicamente cerca de ser su compañera también. 
—Voy a extrañar tu inteligente boca —murmuró, y dio un paso 
atrás antes de hacer algo monumentalmente estúpido como ceder y 
besarla. 
Ella sonrió, un poco agridulcemente. Había tantas cosas que 
pasaban entre ellos que nunca se harían. A pesar de eso, a excepción de 
Lex, él era su corazón y lo quería como amigo, hermano y como su Alfa, 
y una parte escondida que ella le amaba como hombre. Pero nunca 
dejaría esa parte libre porque Lex era su todo. Él era quien la hacía tomar 
cada aliento, su risa y su enfado, su seguridad y comodidad. Él era su 
otra mitad. 
—Te llamaré todos los días y pelearé contigo. Tengo una lista, 
sabes. 
Él soltó una sorprendida carcajada y encendió el lavavajillas. 
—Apuesto a que sí. Llámame si las cosas se salen de control. 
Asintió y se encogió de hombros. No lo llamaría sin decírselo a Lex. 
Cade era su Alfa, sí, pero no lo seguía ciegamente y no quería ignorar a 
Lex, especialmente cuando se refería a su trabajo. Nina sabía que Cade 
no quería decirlo de esa manera, sólo se preocupaba mucho por sus 
hermanos y sus lobos, pero no era algo que ella fuera a hacer. 
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—Iré a hacer las maletas. Lex es un desastre haciendo eso. Buenas 
noches. —Levantó una mano y le apartó el pelo de los ojos, luego se dio 
la vuelta y salió de la habitación. 
Cade se apoyó en el mostrador y suspiró, frotándose las manos por 
la cara. Sabía que ella no era suya. Nunca traicionaría a su hermano, ni 
a Nina, o su Manada de esa manera, pero Dios cómo la deseaba. 
—Hola. —Tracy entró en la habitación. 
Cade miró entre sus manos a su hermana pequeña. Ella saltó sobre 
el mostrador y lo miró, viendo demasiado. 
—¿Arreglaste las cosas en tu tienda? 
—Sí, Charity manejará la situación. ¿Estás bien? 
Él revolvió sus rizos dorados y ahuecó su mejilla. 
—Sí. Estoy bien. Tú... yo... Nina y yo... 
—Lo sé. Ninguno de los dos lo haría jamás. Lex también lo sabe. 
Es difícil con los hermanos compartiendo el enlace de tres. Layla tiene 
sentimientos por su ancla también. Es una cosa bastante común. 
Encontrarás a tu propia compañera y será más fácil. 
—Eso espero. Me gustaría encontrarla. ¿Qué hay de ti? 
—Sí, me gustaría encontrarlo. Quiero compartir mi vida con 
alguien y como bono adicional, mamá tendría que pasar su atención a ti, 
Megan y Tegan. 
Él puso los ojos en blanco. 
—Qué suerte la mía. Ahora vete a la cama. Todos estaréis de 
camino muy temprano por la mañana. 
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Ella saltó y él la abrazó. 
—Buenas noches, Cade. Te quiero. 
—Yo también te quiero. —Le besó la frente—. Un anillo en la ceja. 
—Se estremeció y ella se echó a reír, se volvió y salió de la habitación, 
con el perro tras su estela. 
 
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Capítulo Dos 
Nick Lawrence salió de la cama a las seis y media y se estiró. 
Necesitaba hacer ejercicio antes de salir para reunirse con el Mediador y 
los Wardens, a las diez. 
Saltó a la ducha y se puso unos vaqueros y un suéter antes de 
volver a la habitación. Abriendo las cortinas, la habitación se iluminó. 
Se paseó hacia la cama. 
—Shelley, tienes que despertar —se inclinó y le susurró a la 
pelirroja acurrucada en su cama. 
S se despertó y sonrió. 
—¿Otra vez? 
Riendo, él se enderezó. 
—Tan buena como es la oferta, tengo que salir. El Mediador está 
en la ciudad y tengo que prepararme. Te dejaré en casa en mi camino al 
gimnasio. 
Ella suspiró y se estiró para seducirlo. Lo pensó por unos 
momentos, pero lo desestimó. No tenía tiempo. Quería despejar su 
cabeza. 
Al ver que estaba enfocado en lo que tenía que hacer, ella sacó las 
largas piernas de la cama y se dirigió al cuarto de baño. Él sabía que se 
daría prisa. No era propensa a jugar o a ponerse difícil. Era una de las 
razones por lo que le gustaba y salía con ella de vez en cuando. 
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A Nick le gustaba su vida. Tenía treinta años y era el segundo en 
una Manada con un territorio excelente. Igual que los Wardens, su 
familia había dominado el liderazgo de la Manada por casi doscientos 
años. Su hermano era el Alfa y Nick estaba bien con eso. Su hermano 
tenía una pareja y dos hijos, el futuro de la Manada estaba asegurado y 
eso le daba la libertad de jugar. 
En el gimnasio, hizo su entrenamiento Krav Maga y algo de boxeo 
antes de un buen baño, todo el tiempo trabajando con las cuestiones en 
su cabeza. Nick en realidad no creía que fuera un problema. Le gustaba 
Lex Warden y pensaba que la Manada Cascadia estaba bien como un 
vecino mucho más grande y más poderoso. Podría haber sido mucho 
peor. 
Al mismo tiempo, dos Ejecutores de diversas Manadas en la misma 
habitación sería una gran molestia y lo sabía. Podía sentir a su lobo 
empujando hacia él, competitivo y furioso por derrotar a un rival 
percibido. 
Era algo bueno que el Mediador estuviera allí. Era mucho más alto 
en rango que cualquiera de ellos, a pesar de que era el Tercero en su 
propia Manada. La Manada Nacional se componía de los lobos más 
poderosos de la nación y, como tal, el Mediador sería más poderoso que 
incluso un Alfa de otro territorio. 
Tras ducharse, se puso traje y corbata y se dirigió a la casa de la 
Manada para hablar con Ben y recoger a su asistente personal. 
Sonriómientras sacaba su Porsche a la calzada. La casa era en la 
que había crecido. Sus padres aún vivían en los terrenos de una casa que 
habían construido después de entregarle la manada del Pacífico a Ben 
quince años antes, cuando Nick era todavía un adolescente. La casa 
principal era una muy grande de estilo victoriano con grandes árboles a 
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su alrededor, con un gran porche cubierto e incluso un columpio en el 
patio lateral junto al gran parque infantil de los niños de Ben. 
—¡Vaya! Que elegante. —Ben Lawrence miró a su hermano cuando 
entró en la habitación. 
—Me las arreglo. ¿Tienes algo más para mí? Estamos listos para 
reunirnos en una hora. 
El Mediador había elegido un hotel tipo resort fuera de la ciudad 
que tenía amplios jardines. El espacio de reunión sería muy diferente allí 
que si hubiera elegido un hotel del centro. Más relajado que empresarial. 
—Haces bien tu trabajo. Hablé brevemente con Cade hoy. Confío 
en ti, confío en ellos. Pero me gustaría que los sondearas con todo el lío 
Pellini. 
—Lo haré. Tengo curiosidad, pero supongo que no estarán 
contentos con eso. Está ese asunto con su Tercero degradado que resultó 
muerto y pareció ser un asunto familiar. No puedo imaginar que 
engendrara sentimientos positivos entre ellos y Cascadia. 
—Sí. Bueno, no queremos ponernos en medio de esa situación, 
Nick. Los Pellinis son poderosos. ¿Quién sabe? Tal vez cuando esto 
termine se acuerden de que no tomamos partido contra ninguno. 
—No estoy seguro de que sea prudente no tomar partido. ¡Es la 
mafia, Ben! Ellos nos tumbarán si se lo permitimos. 
—Simplemente siento eso por ahora, Nick. —Ben frunció el ceño 
por un momento y se relajó—. Nina Warden y la hermana más joven 
estarán allí junto con Lex y uno de los guardias de Nina. ¿Cuánta gente 
llevarás? 
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—Llevaré a uno de mis hombres como refuerzo. No tengo ninguna 
duda de que el Mediador tendrá a un séquito completo de guardias y no 
me dejaré engañar por lo caliente que es Nina Warden. Ella me arrancará 
la garganta tan pronto como la mire, si la amenazo. No conozco a la 
hermana menor, ¿es un guardia también? 
—No. No la más joven. Cade dice que es sólo una ayudante 
administrativa y no suena como si estuviera ocultando algo. Como es 
mujer, supongo que la cautivarás. Pero no te enfoques en eso, Nick. La 
última cosa que necesitamos es a dos Wardens enojados aquí listos para 
matar al lobo que lastimó a su hermanita. 
Nick se encogió de hombros. 
—Como si pudiera evitarlo. Pero sabes, tengo control sobre mi 
pene, muchas gracias. Joder. —Le sonrió a su hermano, quien resopló—
. Me voy. Quiero tomar un café antes de llegar allí. 
Miró a su asistente personal y a uno de sus guardias en la sala y 
todos se dirigieron hacia fuera. 
* * * * * 
—No puedo creer que nos hicieras levantarnos a las cinco. —Tracy 
se aferró a su café con leche como si fuera su tabla de salvación mientras 
se dirigían por el sinuoso camino hasta el complejo. 
Nina se rió. 
—Él dijo temprano. Y dormiste durante casi todo el camino hasta 
aquí. 
—Tuve que mantener los ojos cerrados para no veros metiéndoos 
mano el uno al otro. Por Dios. La luna de miel terminó. Pensé que no 
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estaríais tan calientes el uno por el otro después de los primeros seis 
meses. 
—Tengo noticias para ti, cariño, esto es como droga sexual. Creo 
que sé por qué tu madre fue tan infeliz todos esos años. Tu padre no 
estaba en casa y ella debió haberse subido por las paredes. No estar cerca 
de Lex por largos períodos de tiempo me pone muy triste y cuando estoy 
con él sólo quiero tocarlo, acariciarlo y acurrucarme con él. Es 
irresistible. 
—¡Asqueroso! ¿Así que estaré toda cachonda como vosotros dos 
todo el tiempo? 
Lex se rió entre dientes. 
—¿Estar cachondo es algo malo? 
—Supongo que no si tienes un compañero para satisfacer tus 
impulsos. Pero, en serio, ¿tenéis que hacerlo delante de mí y de Megan? 
—¿Celosa? —Nina le sonrió a Tracy por encima del hombro y se 
echó a reír. 
—¡Yo sí! —dijo Megan y acarició la cabeza de Milton. 
—Wow, este es el lugar —dijo Tracy cuando se detenían en el 
edificio principal. La unidad los había llevado hasta una colina con un 
follaje denso. Los jardines estaban acomodados de una manera 
exuberante por lo que, a pesar de estar en invierno, todavía era verde. 
Había alguna decoración con fuentes y lo que parecía ser un 
laberinto de setos que Tracy pensó, le echaría un vistazo más adelante. 
El edificio principal era de estilo artesanal, dominando los jardines 
con sus vigas de madera natural y hermosos vitrales en las ventanas. A 
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Tracy le encantó el estilo, se sentía muy indicativo del espíritu del 
Noroeste. Vio que había muchas pequeñas dependencias con el mismo 
estilo por todo el recinto 
—Nos registraré a todos, ya regreso —dijo Lex y se inclinó y besó a 
Nina—. No te metas en problemas. Megan, dispárale si parece que va a 
salir. 
Nina suspiró y le golpeó una oreja. 
Una vez que entró en el edificio, ella se volvió para mirar a sus 
cuñadas en el asiento trasero. 
—Entonces, saquemos a Milton a dar un paseo. 
—No. Esperaremos. Vamos, él tendrá un ataaaaaaque... —Los ojos 
de Megan eran vidriosos. Las otras dos mujeres siguieron su mirada y 
vieron a unos hombres salir de los coches un poco más lejos de donde 
estaban estacionadas. 
—Santo machote caliente —suspiró Nina mientras observaba al 
hombre del traje oscuro salir del Porsche—. Corrección, santo lobo 
caliente. Ese es Nick Lawrence. Lo conocí brevemente cuando Lex y yo 
hacíamos nuestro viaje por carretera a San Francisco el verano pasado. 
—Estoy toda sudada, de repente. ¿Y tenemos que sentarnos en una 
habitación con él durante un día más o menos? Menos mal que será un 
asunto de trabajo. Tal vez deberíamos inventar cosas sobre las que 
deberíamos mediar. Apuesto a que es lindo cuando está enojado —se rió 
Tracy. 
—Los otros con él no están tan mal —murmuró Megan, echando 
un vistazo al otro lobo, adivinando que era un guardia y que se parecía a 
un contable sexy—. Hombre, tengo que echar un polvo. 
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Nina se rió, sorprendida. 
—¡Bueno, bueno, bueno! Los tres sin duda se ven como material 
para un revolcón de primera. No te lo pienses, Megs. 
Lex salió del edificio y se detuvo cuando vio a Nick. De vuelta en el 
coche, las mujeres miraban mientras hablaban. 
—Uf, ¡me siento como la mujercita sentada aquí en el coche! ¡Gah! 
Bueno, al menos Lawrence camina como un hombre y no tiene mucho 
que esconder. Es un mujeriego, sin embargo. 
—¿Cómo lo sabes? Por Dios, no puedes ser tan buena juzgando a 
alguien. —Tracy se inclinó hacia delante entre los asientos. 
—Tiene un caminar engreído. Un flojo y seguro andar. Es 
extraordinariamente bien parecido y bien arreglado. Tiene el coche 
deportivo que es un imán para las chicas. Sólo eso es suficiente. Además, 
es el segundo hijo. Tiene la libertad que el más mayor no habría tenido. 
Mira la diferencia entre Cade y Lex. No creas que no sé cómo era Lex 
antes de que me olfateara. 
Lex regresó al coche y pareció sospechoso cuando todas se 
callaron, pero dieron risitas sofocadas cuando se metió dentro. 
—¿Qué está pasando? 
—Nada. Estaba diciendo que Nick Lawrence es un mujeriego y 
explicándoles cómo lo sabía. ¿Nos registraste bien? 
Lex entrecerró losojos hacia ella y luego le entregó un mapa. 
—Estamos a la vuelta en un bungalow. El perro tendrá espacio y 
Megan podrá estar cerca para mantener un ojo en ti. 
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Nina sonrió. Le encantaba lo dulce que era debajo de ese duro lobo 
exterior. 
—Gracias, Scooby. Deberíamos ir a descargar nuestra basura 
entonces. Está llegando la hora de la reunión. 
Él movió el coche y trasladaron las cosas al bungalow, comieron y 
le dieron de beber a Milton y le dejaron hacer una carrera rápida. 
—Adelantaos, iré en un segundo —gritó Tracy—. Sólo quiero 
dejarlo correr un poco más antes de irme. 
—¿Sabes dónde es, entonces? 
—Sí, Lex. Nos mostraste el mapa cuatro veces ya. Y no llegaré tarde, 
lo prometo. Y no, no voy a cambiarme. Es estúpido. Él va a mediar una 
reunión y no necesito pantis para eso. 
Nina empujó a Lex por el camino y Megan le devolvió el saludo a 
Tracy y luego se movió para flanquear a Nina. 
Tracy dejó a Milton durante algún minuto más y lo llevó dentro otra 
vez, asegurándose de que estaba lo suficientemente caliente, le dio un 
premio y abrió las cortinas para que pudiera mirar afuera. Le gustaba 
observar a los pájaros y a las ardillas. Dándose un último vistazo en el 
espejo, se dirigió a la sala de conferencias donde sería la reunión. 
Era un día agradable, despejado pero inusualmente cálido, y sólo 
necesitó una chaqueta ligera sobre su camiseta mientras caminaba a lo 
largo del camino. Su corazón se quedó atrapado en su garganta cuando 
vio un hombre con el pelo caramelo y un poco de canas en las sienes 
entrar en el edificio frente al de ella. Llevaba los pantalones con un 
pliegue tan afilado que probablemente cortarían el papel, zapatos caros y 
un suéter color vino. La mezcla perfecta de formal y casual para ir con su 
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corte de pelo perfecto. Muy atractivo de una manera magistral. Aun así, 
tuvo el impulso de saltar sobre él y desordenarlo. 
El hombre era controlado. Su misma actitud indicaba que era 
seguro de sí mismo y oh-tan-dominante. Mmm, dominante. 
Se rió para sus adentros y caminó tras el hombre, quien era 
evidentemente el Mediador. Había un perchero fuera de la habitación y 
se quitó su abrigo y lo colgó. La habitación estaba lo suficientemente 
caliente para los humanos y sin duda suficientemente caliente para los 
lobos. Ella no pudo resistir una mirada rápida en la ventana para captar 
su reflejo. Su lápiz de labios todavía estaba muy bien, le dio a su cabello 
una peinada rápida con los dedos y entró en la habitación. 
Nick levantó la vista de los papeles sobre la mesa frente a él y vio a 
la mujer que acababa de entrar en la habitación. Largos rizos rubios 
hasta los hombros enmarcaban su dulce rostro en forma de corazón y 
nariz de duendecillo acentuados por el anillo de su ceja. Pecas 
espolvoreaban sus mejillas, cerca de sus ojos verdes e iban hasta más 
allá de sus pómulos altos. Estaban muy abiertos y brillantes con malicia 
escondida. Sus labios, rojos por el brillo de labios, se curvaban hacia 
arriba en una esquina como si tuviera un secreto. 
Se acercó y colocó su pelo hacia atrás y más piercings corrieron a 
lo largo de su oreja, mostrándose. Cuando se volvió y saludó a Lex pudo 
ver el contorno de ambos pezones, cada uno atravesado por un anillo, a 
través de la estrecha camiseta negra que llevaba. Sus rasgos parecían 
pequeños, pero era alta, esbelta y sexy. Sus piernas eran muy bonitas, 
exhibidas por los tejanos gastados y descoloridos, pero su trasero era 
espectacular. 
Debería estar horrorizado. Mentalmente debió mofarse e ir en 
busca de la mujer en un traje de Jones New York y con el corte de pelo 
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de doscientos dólares. En cambio, estaba con la boca abierta y jadeando 
sobre una mujer que no recogería haciendo autostop. 
Tracy despreocupadamente buscó al Mediador mientras pretendía 
ser toda negocios. Haciéndoles señas a Lex y a Nina, hizo un barrido 
rápido de la habitación y se detuvo cuando vio a Nick Lawrence de cerca. 
Todo se quedó quieto y en silencio mientras sus ojos se sentían 
atraídos por el pelo negro sable que sabía era cortado a la perfección cada 
seis semanas. Parecía suave y sedoso y ella apretó las manos ante la idea 
de pasar sus dedos a través de él. Sus ojos se encontraron con los de ella 
y la atrajo a sus profundidades azules. Sus facciones eran hermosas, casi 
bonitas y, sin embargo, el ancho de sus hombros y el poder insinuado en 
sus piernas, estaba claro que era un hombre. Un gran hombre malo, que 
podría ser aterrador si necesitaba serlo. No sería Ejecutor si no fuera 
físicamente el lobo más fuerte y temible en su Manada. 
Ella se estremeció. Y luego se sintió confundida. ¿Por qué diablos 
le importaba eso? Nunca había sido de las que iban tras el tipo atleta y 
muy especialmente no sobre los de traje de corte limpio y empresarial. 
—¿Tracy? ¿Estás lista para empezar? —preguntó Lex, dándole una 
sacudida para salir de sus pensamientos. 
—Eh, sí. Sí. Lo siento. —Se acercó a su mesa y se sentó junto a él. 
Detrás de los dos, Nina la miraba con asombro en su rostro. 
El Profesor Studly dio un paso adelante y todo el mundo se puso 
de pie de nuevo. 
—Soy Gabe Murphy, el Mediador de la Manada Nacional. Esta no 
parece ser una situación demasiado complicada, así que espero que 
podamos cortar la mierda y hacer que esta cosa llegue a su final hoy. 
Le tendió la mano a Lex, quien se la estrechó. 
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—Soy Alexander Warden, Lex para la mayoría. Soy Ejecutor y 
Segundo en el Clan Cascadia. —Inclinó ligeramente la cabeza, mostrando 
el debido respeto al Mediador, pero ni un centímetro más. 
—Es un placer conocerte, Lex. He oído hablar mucho de ti. 
Gabe se acercó a Nick entonces, quien seguía mirando a Tracy, 
pero se obligó a centrarse en el Mediador. 
—Nicholas Lawrence, Ejecutor y Segundo en el Clan del Pacífico. 
—También dio una inclinación de cabeza. 
Actuando por estricto protocolo, Gabe se movió de nuevo a Lex, 
donde Nina se puso delante. 
—Nina Reyes Warden. Segunda. 
Gabe no pudo evitar sonreír. La mujer pensaba con claridad que 
todo esto no eran más que estupideces. Lo mostraba en su lenguaje 
corporal y en la forma en que lo miraba a los ojos. A él le gustaba eso. 
—También he oído hablar de ti, Nina. Es bueno conocerte al fin, tu 
reputación te precede. 
Ella soltó un bufido. Lex la miró horrorizado y Tracy y Megan 
mantuvieron sus miradas hacia abajo para no reírse. 
—Lo tomaré como un cumplido entonces, ¿no, Gabe? 
Él se echó a reír. 
—Por supuesto. 
Entonces, fue a los otros miembros de cada grupo. A pesar de su 
comportamiento normalmente tranquilo, su corazón se aceleró cuando 
estrechó la mano de Tracy Warden. Normalmente no habría estado muy 
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emocionado de conocer a alguien con un piercing facial, y menos que lo 
encendiera, pero en ella era malvadamente sexy. Le hizo preguntarse si 
tenía perforaciones en otros lugares, y si tendría tatuajes. 
—Está bien, ¿ya os conocéis todos? —preguntó Gabe, mirándolos, 
obligándose a no quitarle mentalmente esa ropa a Tracy Warden y a 
buscar las respuestas a sus preguntas. 
—No he conocido a nadie de Pacífico. —Tracy se sorprendió de que 
su voz no se rompiera bajo la presión de toda la testosterona en la 
habitación. 
Gabe le tomó la mano, conduciéndola a los demás y 
presentándosela a Nick.Cuando Nick le tocó la mano su cuerpo se tensó 
y estalló en piel de gallina. Oh, mierda. 
—Es un placer conocerte, Tracy —Nick dijo eso en su 
acostumbrada manera elegante, pero estaba luchando contra el pánico. 
Luchando contra las ganas de empujarla de nuevo a la mesa detrás de 
ella y apoderarse de la carne de su cuello con sus dientes. 
Ella sabía que tenía que murmurar algo y conocer a los demás. Se 
dio cuenta de eso cuando ella se sentó en la silla junto a Lex y empezó a 
tomar notas. El tiempo comenzó a correr y no sabía muy bien a dónde. 
La sensación de su mano en la de Nick la había calentado. Hizo 
que su interior se fundiera. Estaba dolorida y su lobo se agitaba. Varias 
veces Lex tuvo que repetirle cuando le hizo una pregunta a la que le 
resultaba cada vez más difícil prestar atención. 
Nina miró a su cuñada con cuidadosos ojos. Toda esa inquietud y 
distracción eran impropios en ella. 
—Disculpad, ¿podemos tomarnos un descanso? —preguntó Nina, 
poniéndose de pie. 
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Lex se dio la vuelta, con preocupación en su rostro. 
—¿Estás bien? 
—Sólo necesito un descanso. Creo que necesito una fruta o algo. 
—Por supuesto, hemos estado en esto por un par de horas. Nos 
tomaremos una media hora y luego volveremos a trabajar durante el 
almuerzo. Me tomé la libertad de ordenar, espero que no os importe. —
Gabe se levantó, sonriendo. 
Nina asintió y se movió hacia adelante. 
—Tracy, cariño, ¿puedes venir conmigo, por favor? —Y antes de 
que pudiera responder Tracy se encontró siendo arrastrada fuera de la 
habitación. 
Justo a las afueras del edificio, Nina la empujó por el costado. 
—¿Qué diablos está pasando? ¿Estás bien? —Nina la examinó con 
ojos entrecerrados. 
—¿Qué… qué quieres decir? 
Nina puso los ojos en blanco. 
—Si no me lo dices, se lo diré a Lex y luego se volverá dramático. 
Te estuve observando, Trace. Eres la reina de la atención a los detalles y 
en las dos últimas horas estuviste suspirando… y sí, dije suspirando… 
por Nick Lawrence y él ha estado igual de mal. 
Tracy puso su cabeza entre las manos, incapaz de negarlo. 
—Oh, Dios, Nina. ¡Creo que es mi compañero! 
—¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo? 
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—¿Crees que bromearía sobre algo como esto? Nunca me había 
visto tan afectada por un macho así antes. Quiero frotar mi cara sobre él. 
Quiero ofrecerle mi cuello. ¡Lo deseo! 
—¡Nina! ¿Dónde diablos estás? —gritó Lex desde las puertas 
alrededor de la esquina. 
—Estoy aquí. Ve a buscarme un poco de fruta y un bagel o algo, 
por favor. 
Él dio la vuelta a la esquina, emanando amenaza. 
—¿Qué está pasando, Nina? ¿Estás bien? 
Nina suspiró y le palmeó el brazo. 
—Estoy bien. Gracias, cariño. Ahora, por favor, necesito hablar con 
Tracy a solas. ¿Me podrías conseguir algo de comer? 
—¿Estás embarazada? 
Lo miró fijamente, con la boca abierta y luego se echó a reír. 
—No, tonto. No lo estoy. Te lo prometo. Es una cosa de mujeres, 
sin embargo, así que te agradecería la privacidad. 
Pensando que podría ser enviado a ir por tampones o algo 
igualmente horrible, puso a Megan a vigilar y fue a conseguir algo de 
comida. 
Nina se rió y se volvió hacia Tracy mientras Megan se apresuraba 
hacia ellas. 
—Pensó que le ibais a enviar por productos de higiene femenina o 
algo así. Tendré que tener esa reacción en mente para el futuro. Ahora, 
de vuelta a ti. 
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—¿Qué voy a hacer? 
—¿Qué quieres decir? Si es tu compañero, ¡sólo hay una cosa que 
puedes hacer! 
—¿Compañero? ¿Qué demonios me perdí? —silbó Megan. 
—Tracy está bastante segura que Nick es su compañero —explicó 
Nina en voz baja. 
Las cejas de Megan subieron. 
—¡Qué bien! Él es un número muy caliente. 
La miseria de Tracy fue ahuyentada cuando tuvo que reírse de su 
hermana. 
—Es de otra Manada. 
—¿Y? 
—Siempre había imaginado que mi compañero sería de Cascadia. 
—Sí, bueno, siempre había imaginado que mi compañero sería un 
humano con un trabajo normal que no se convertiría en lobo a voluntad 
y llevara un arma. No siempre conseguimos lo que pensamos que 
queremos. —El rostro de Nina se suavizó—. Pero muchas de las veces 
nos dan lo que necesitamos. 
—Sólo consigue un buen olfateo y deja que él haga lo mismo. La 
naturaleza se hará cargo a partir de ahí, Trace. —Era natural en Megan 
ser lógica y Tracy resopló. 
—Necesito un poco de tiempo a solas —dijo Tracy con un suspiro—
. Necesito un poco de aire y tiempo para pensar. Tenemos quince 
minutos. Volveré. 
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—¿Estás segura? —Nina parecía preocupada. 
—Sí. Gracias. 
Nina la abrazó y Megan la siguió. 
—Estoy feliz por ti, Tracy. Esto es algo bueno, sabes —murmuró 
Megan en su oído. 
—Espero que sí. 
Caminaron de vuelta al edificio y Tracy se dirigió por otro camino y 
terminó en el laberinto de setos. Vagó por el primer sendero y se 
encaminó hacia la izquierda, en dirección a un banco cerca de una 
fuente. 
Se sentó, echó su cabeza hacia atrás y miró al cielo. 
Así fue como Nick la encontró. Cuando ella se fue con los otros, 
había tratado de obligarse a sí mismo a permanecer en la sala. Tratando 
de fingir que lo que sentía era cruda lujuria, pero había fracasado. Su 
lobo se había irritado y lo había empujado a levantarse y salir de la 
habitación y había seguido su aroma en el viento. 
—Hola —dijo mientras se acercaba al banco. 
Ella se incorporó lentamente, con los ojos reuniéndose con los 
suyos, y todo lo demás simplemente dejó de existir. 
—Hola. 
Se dejó caer en el banco a su lado, no pudiendo resistir más. 
—Necesito saberlo. —Se inclinó, poniendo su rostro en su cuello y 
respiró profundamente. 
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Le golpeó entonces, sus feromonas se cerraron de golpe en su 
sistema, uniéndose con sus sentidos, atrayéndolo, seduciéndolo. Su 
perfume lo llamó, con sus productos químicos entrelazándose con los 
suyos y él gimió, su cuerpo entero se endureció de deseo por ella. No sólo 
con deseo físico, sino con la necesidad de poseerla en todos los sentidos. 
Apretó los puños para no rasgar su ropa. 
—Oh —dijo ella débilmente cuando él movió la cabeza hacia atrás, 
manteniendo su cara cerca de la suya. Sus ojos se clavaron en sus labios, 
rojos y brillantes, y su respiración se detuvo cuando ella se los lamió 
nerviosamente. 
Se obligó a permanecer inmóvil cuando ella se inclinó y tomó una 
profunda bocanada de él, pero fue demasiado cuando observó su 
reacción física, viendo su carne de gallina hasta la parte posterior de su 
cuello. Cuando pudo oler su cuerpo floreciendo para él, oliendo su 
cremoso deseo entre sus muslos. Gimió de nuevo y puso una mano en 
su barbilla, echándole la cabeza hacia atrás para poder ver sus ojos. 
—¿Tracy? 
Ella asintió sin palabras y él se movió de modo que sus labios se 
tocaran y entonces las llamas saltaron y los consumieron a ambos. Uno 
de sus brazos fue alrededor de su cintura y la atrajo hacia él con fuerza 
mientras su boca devoraba la suya. 
Su lengua estaba caliente y húmeda, mientras se deslizaba contra 
sus dientes y dentro de su boca. Las olas de movimiento lo abarcaban 
todo. No había nada más que la respiración tensa y los suaves suspiros. 
—Dios, tengo que tenerte —dijo Nick mientras su boca se movía a 
su mandíbula. 
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—Sí, oh, sí. —Se arrastró hasta su regazo, a horcajadas sobre él, y 
él le sacó la chaqueta y luego la camisa y se quedó quieto por un momento 
al ver sus pechos. Eran pequeños, firmes y tenían los pezones rosados 
más hermosos. Incluso los anillos en cada uno funcionaban para él. Ella 
arqueó la espalda, moliéndose contra él, y los dos jadearon ante el 
contacto con su polla. 
—¡Fuera, fuera, fuera! —murmuró ella mientras sus manos 
trabajaban en el cinturón, el botón y la bragueta. De repente, su polla 
estaba libre y en sus manos y el placer de ese contacto fue tan bueno 
mientras se precipitaba a través de él que lo volvió un poco débil. Había 
tenido una gran cantidad de sexo con una gran cantidad de mujeres 
atractivas, pero incluso mientras se enterraba profundamente en la más 
caliente de ellas nunca se había sentido tan totalmente electrificado por 
el placer como con su polla en su mano. 
Él gimió y tiró de sus pantalones vaqueros, abriéndolos y 
levantándola el tiempo suficiente para bajarlos por sus muslos. Le tomó 
un momento más de frustrado trabajo sacarle las botas y una pierna de 
los pantalones vaqueros se liberó y ella estuvo de vuelta en su regazo, 
desnuda contra su cuerpo vestido, y estaba tan excitado que cuando ella 
se sacudió sobre su pene, se estremeció y tuvo que apretar los dientes 
para no correrse en ese momento. 
—Si no te pones dentro de mí ahora mismo, moriré —dijo ella. 
Se rió y puso una mano entre sus muslos, sus dedos rozaron los 
pliegues de su coño para asegurarse que estaba lista. Y lo estaba más 
que nunca. Hinchada, caliente y tan jugosa que su polla saltó de 
anticipación. 
Su cabeza cayó hacia atrás y lentamente dibujó círculos alrededor 
de su clítoris con la punta de sus resbaladizos dedos y tomó un pezón 
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entre sus dientes. Se arqueó hacia él con un grito de súplica y rodó sus 
caderas en su mano. 
—Eres tan hermosa —dijo, con sus labios rozando su pezón. Sus 
dedos se deslizaron en ella y su pulgar se acercó y fue al otro lado de su 
clítoris. Ella gimió y llevó las manos a su cabello. 
El débil sol de invierno brillaba sobre su piel. Debería haber sentido 
frío, pero el calor de su deseo por él la calentaba. Ni siquiera había 
palabras para lo mucho que lo deseaba, de lo que sentía en ese momento. 
Ahogándose en él, necesitándolo tanto que le dolía, por cada toque de su 
boca, de sus manos sobre ella, llevándola a un frenesí. Su lobo se paseaba 
en su interior, reconociendo al lobo suyo, y nunca se había sentido tan 
fuera de control y sin embargo tan bien, al mismo tiempo. 
Él le mordió suavemente el pezón y apretó con fuerza su clítoris 
con el pulgar y su orgasmo se precipitó a través de ella con cegadora 
intensidad. Tuvo que morderse el labio inferior para no gritar, pero un 
quejido proviniendo de muy dentro de ella se le escapó de todos modos, 
y él hizo eco de él. 
—Tengo que follarte, nena. ¿Estás lista? 
—Sí, sí, sí, sí —susurró, su cuerpo todavía hormigueaba por el 
orgasmo. 
Ella se movió en sus rodillas y sus dedos la rozaron cuando ella se 
movió un poco hacia atrás para ayudar a guiarlo en su interior. 
Sus ojos se encontraron, se dejó caer sobre él, metiendo su pene 
dentro de su cuerpo. 
—Oh, sí. Eres tan jodidamente perfecta, Tracy. Tu coño está tan 
apretado y caliente. 
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Ella tarareó su satisfacción por la gruesa circunferencia de su pene 
y las palabras que fluían de él mientras se mecía contra él lentamente, 
disfrutando de la maravilla de sentirlo enterrado dentro de ella. 
—No puedo ser lento. Necesito esto. No puedo... —Sus palabras se 
estrangularon mientras se levantaba y se hacía cargo. Envolvió sus 
piernas alrededor de su cintura, juntando sus tobillos en la parte baja de 
su espalda. En unos pocos pasos ella estaba contra la pared del pequeño 
recinto de la fuente. El hormigón era frío y áspero contra su espalda y la 
hebilla de su cinturón colgando de los pantalones vaqueros todavía 
alrededor de un tobillo tintineaba con cada embestida que él hacía en su 
cuerpo. Esas pequeñas explosiones sensoriales le impedían escapar de la 
tormentosa vorágine y de la sensación que este hombre evocaba en ella. 
Se apretó alrededor de él y se aferró a sus hombros mientras él 
inclinaba la cabeza y tomaba su cuerpo profundo y duro. ¡Oh, qué 
sensación era despertar tal profundidad de deseo en un hombre así! 
Podía sentir su dureza mientras se empujaba en ella una y otra vez. 
—Hazme tuya, Nick. Por favor. Córrete dentro de mí —murmuró y 
él gruñó en respuesta mientras todo su cuerpo se tensaba. 
—Eres mía —dijo en un susurro áspero mientras daba una 
estocada final y se corría. 
Con cada ráfaga de su clímax, su semen la llenaba. La marcó y el 
vínculo comenzó a formarse entre ellos con tal intensidad que sus rodillas 
se doblaron y cayó al suelo mientras seguía corriéndose. 
Los hilos de conexión estaban allí, brillantes y fuertes, sintió los 
latidos de su corazón, como si fueran los suyos propios. Sintió la 
intensidad de sus sentimientos hacia ella. Amor. Sí, amor, y ella lo sentía 
también. 
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Las cosas estuvieron un poco inestables mientras su simiente 
trabajaba su magia, pero después de unos minutos, la miró a la cara. 
—Guau. —La besó en la barbilla—. Oh, nena, tienes que tener frío. 
—Se levantó y ella se puso los pantalones de nuevo y luego él le entregó 
la camisa y la chaqueta. 
—Gracias. —Tiró de la camisa y la chaqueta y su piel extrañó su 
toque aún mientras se calentaba con la ropa. Él se agachó, recogió sus 
botas y se enderezó, poniéndose de nuevo sus pantalones. 
Ella se echó a reír, acomodándole la corbata. 
—Bueno, esta será una historia interesante que contar a nuestros 
nietos algún día. —Él frunció el ceño—. Está bien, no todo es adecuado 
para contar. Ya sabes lo que quiero decir. 
—¿Estás de acuerdo con esto? ¿Con esto tan repentino? Quiero 
decir, puedo sentir tu vacilación. —Pero no se sentía fuera de balance o 
inseguro. 
Él se volvió hacia ella y la abrazó. 
—Eres mi compañera. Eres mi todo. No estoy indeciso 
exactamente, sino más bien atrapado con la guardia baja. Esta mañana 
no esperaba encontrarme con mi compañera, ¿sabes? Pero estoy 
contento y tengo la intención de disfrutar conociéndote. Hay cosas que 
tendremos que limar, sin duda, pero podremos hacerlo. Tenemos que 
hacerlo. Y guau, acabo de follarte al aire libre en un jardín. No es muy 
romántico. Lo siento, no podía esperar. 
Ella se echó a reír. 
—Yo no podía esperar tampoco. Me alegro de que no esperaras. 
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Caminaron de la mano de regreso a la sala de conferencias. Una 
vez dentro, Lex se puso de pie y comenzó a gritarle por llegar tarde, pero 
todo el mundo se congeló, la habitación llena de lobos olfateó el aire. La 
evidencia de su vínculo colgaba pesada y picante. 
—¿Tracy? Cariño, ¿todo está bien? —Lex se puso de pie, sintiendo, 
bueno, no del todo seguro de qué. Feliz, sí, pero también un poco triste 
porque ella estaba ahora firmemente unida a otra persona y su hermanita 
se había emparejado. 
Ella sonrió y asintió y se acercó a ella, abrazándola con fuerza, 
mientras ambos se echaban a reír. 
—Estoy muy bien. 
Nina dio un paso atrás, sonriendo hacia los dos, y luego miró a 
Megan, quien también parecía feliz, pero un poco triste en los bordes. 
Hubo abrazos y felicitaciones colectivas alrededor de la habitación 
y Gabe les sonrió a los dos. 
—Felicidades a los dos. 
—Volvamos atrabajar para poder terminar esto. Me gustaría llevar 
a mi compañera a casa para conocer a mi cuñado y cuñada —dijo Nick 
—Tengo que llamar a Cade —dijo Lex. 
Nina puso una mano en su hombro y se inclinó, besando su sien. 
—Vosotros volved al trabajo, yo llamaré a Cade. 
Ella tomó su teléfono y marcó a casa. 
—Hola. ¿Todo está bien? —dijo Cade cuando contestó el teléfono. 
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—Mejor que bien. Cade, Tracy encontró a su compañero. 
—¿Ella qué? ¿Cómo? ¿Quién? Por Dios, ¡sólo habéis estado ahí 
medio día! 
—Es Nick Lawrence y sellaron su vínculo. No sé dónde nos deja eso 
ni quiero contemplarlo. Pero se ve muy feliz y también él. 
Cade suspiró. 
—Bueno, oh, muy bien. 
—¿Qué sucede? —Nina oyó su vacilación y tristeza, detrás de sus 
palabras. 
—Ella se tendrá que mudar a Portland ahora. Estará en otra 
Manada. La echaré de menos. 
—Sí. Yo también. Pero Portland no está tan lejos, a sólo tres horas 
de distancia. Y se ve tan bien con él. Brilla intensamente con él. —Le 
dolía, quería alargar la mano y abrazarlo, consolarlo. 
—Me pondré en contacto con mis padres y repasaremos los detalles 
que funcionarán. 
—Él no se lo ha dicho a su hermano todavía. Espera un poco antes 
de contactarte con Ben. 
—Está bien. Oh, mierda. 
—¿Qué? 
—El enlace de tres. Va a necesitar un enlace de tres y tiene que ser 
alguien relacionado con él o por encima de él en la jerarquía de la 
Manada. Ben no puede porque ya está vinculado. 
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—¡Oh! Bueno, tal vez hay un primo o algo así. —Su estómago se 
agitó al recordar su propia experiencia, recordando el pene de Cade en 
su interior. 
—Quizás. No los conozco lo suficiente para saberlo a ciencia cierta. 
Dile que me llame cuando pueda, pero hasta entonces, por favor, dile que 
me alegro por ella y que la amo. 
—Lo tengo. ¿Estarás bien? 
Él se detuvo por un largo momento. 
—Sí. Gracias por preguntar, hermosa. 
—En cualquier momento. ¿Cade? 
—¿Sí? 
—Te quiero. Todo estará bien. 
Él suspiró. 
—Yo también te quiero. —Y colgó. 
El resto de las negociaciones pasaron con bastante rapidez. Gabe 
mantuvo un férreo control sobre el procedimiento y forjó un acuerdo para 
ampliar el tope intermedio entre las dos Manadas que funcionara para 
ambos y capitalizara la buena voluntad entre los Pacífico y los Cascadia. 
Si bien en la mesa, Tracy mantuvo su lugar como miembro de la 
manada Cascadia. Continuaría haciéndolo hasta que oficialmente se 
uniera con los Pacífico. No se sentía presionada para hacer nada más. Su 
corazón siempre estaría con Cascadia, que era la Manada de su 
nacimiento y su familia. Se uniría al Pacífico porque era ahí donde Nick 
sostenía su posición como Segundo y ella les daría su lealtad. 
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Los papeles se firmaron y se aceptaron. 
Lex se levantó y estrechó la mano de Nick. Le sonrió a su hermana. 
—Sé que estáis ansiosos de ir a la casa de la Manada del Pacífico. 
¿Desearíais que Milton se quedara con nosotros mientras lo hacéis? —Se 
volvió hacia Nick—. Por supuesto, con tu permiso, nos quedaremos aquí, 
Cade, mamá y papá se unirán a nosotros para la ceremonia de unión. 
Tracy se dio cuenta entonces de lo mucho que había cambiado su 
vida en tan sólo unas horas. Todo había cambiado. No era que fuera 
infeliz. Todo lo contrario. Para los lobos, encontrar pareja era el momento 
que esperaban. Su conexión con Nick la llenaba y le traía alegría y 
satisfacción en formas que ni siquiera había sabido que eran posibles. 
Pero tendría que construir una nueva vida y una nueva casa con Nick. 
—¿Participar en la ceremonia? —Nina pareció confundida. 
Tracy apretó la mano de su cuñada. 
—Ahora que Nick y yo nos unimos, seré miembro de los Pacífico. 
Seré aceptada en su clan y se me dará el rango de Segunda. —Una breve 
mirada de tristeza antes que Nina sonriera para cubrirla, hizo que Tracy 
se sintiera mejor. 
—Por supuesto que tenéis permiso para quedaros. ¿Quién es 
Milton? —Nick no pudo evitar tocar a Tracy. Sus dedos trazaron su pelo 
y ella se inclinó ante su toque. 
Tracy se echó a reír. 
—Milton es mi perro. Es un labrador y una verdadera dulzura. 
Tengo que decirte que va conmigo a todas partes. 
Nick hizo una mueca al pensar en su caro apartamento y muebles. 
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—No creo que mi edificio permita mascotas. 
—Bueno, nos mudaremos ¿no? —Lo dijo con una ceja levantada y 
la molestia pasó por él. 
—Tendremos que arreglarlo. Quiero decir, mi apartamento es muy 
agradable y tiene una gran vista y... 
—Bueno, eso es algo que debemos resolver en privado —lo cortó 
Tracy, viendo la agitación de Lex con el rabillo del ojo. Comenzaría a 
sentirse protector con ella y las cosas serían desagradables. 
—Tienes razón, por supuesto. 
—Nos quedaremos aquí, en el bungalow en el que ya estamos. 
Llámanos cuando tengas los detalles, Tracy. —Lex intentó no fruncir el 
ceño. 
Nina vaciló, pero siguió adelante y trajo a colación el tema que 
había estado pesando en su mente. 
—Ah, una cosa, sé que probablemente esto no es asunto mío, pero 
ya que no me lo puedo sacar de la cabeza creo que es un asunto serio... 
el enlace de tres. 
Nick se quedó quieto por un momento y Tracy se sonrojó. 
—Maldita sea. No había pensado en eso. Soy el ancla de Ben, pero 
él no puede hacerlo y no tengo ningún pariente de sexo masculino sin 
pareja. 
—Bueno, tendremos que buscar a alguien. 
—¿Qué? ¿Cómo en un anuncio personal? ¿Tienen espacio para eso 
en Craigslist? —Pánico pasó a través Tracy. Sabía que tendría que hacer 
el enlace de tres, pero no lo había pensado hasta ese momento. Tendría 
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que tener sexo con un desconocido. Como si eso no fuera suficientemente 
malo, ¿encontrarían a alguien? ¿Cómo un bateador? 
El problema era que cuanto más alto era un hombre en la jerarquía 
de la Manada, menor era el número de sus opciones para el vínculo de 
anclaje. Ya que Nick era Segundo, sólo podía tener a un Alfa, o a un lobo 
equivalente que tuviera un rango más alto, o un pariente. No sucedía 
todo el tiempo, la mayoría de los lobos no ocupaban altos puestos en las 
Manadas. Pero sucedía a menudo por lo que la Manada Nacional 
mantenía una base de datos de lobos dispuestos a ser llamados para tales 
situaciones. 
—¿Qué otra cosa podemos hacer, Tracy? Lo siento. Sé que esto es 
difícil para ti, pero no puedo evitar necesitar el enlace de tres. No hay 
manera de evitarlo. 
—Lo sé. —Pero tendría que dejar que otro lobo se corriera dentro 
de ella. Eso parecía tan íntimo con un desconocido. Sí, los lobos no tenían 
que preocuparse acerca de enfermedades y tomaba píldoras 
anticonceptivas, pero eso la hacía sentirse tan incómoda. Supuso que era 
también porque el vínculo de anclaje sería una parte de sus vidas para 
siempre. Él sería un miembro honorario del Pacífico y tendría un lugar 
especial de poder y honor. Como la familia extendida para los humanos, 
o incluso como un cuñado. 
Gabe vio su angustia y lo sintió por ella. Tenía mayor rango que 
Nick y ciertamente no sería una tarea hacer el amor con Tracy. La 
mayoría de los lobos en su rango servirían como anclas en algún 
momento y se sentía como si pudiera hacer ese compromiso con Tracy y 
Nick sin dudarlo. 
—Bueno. —Gabe se aclaró la garganta—. No estoy unido y tengo 
mayor estatus. Si estás dispuesto, me sentiría muy honrado de ser el 
ancla de Tracy. 
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