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Pucked Over - Helena Hunting - Pucked 3 - Adriana Palma Ponce

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Staff 
Mel Wentworth 
 
Mel Wentworth 
Miry GPE 
Vane Black 
 Josmary 
Gleymar Martinez 
Pachi Reed15 
Gesi 
Valentine Rose 
Beatrix 
Anna Karol 
Auris 
Jadasa 
Mely08610 
Zara1789 
Umiangel 
Mary Rada 
Alessandra Wilde 
Val_17 
Anto_gabrielli 
Clara Markov 
Jeyly Carstairs 
Mary Warner 
Dannygonzal 
florbarbero 
Vane Farrow 
**Nore**
 
Michelle 
Sahara 
Anna Karol 
Miry GPE 
Jadasa 
NnancyC 
Beatrix 
AnnyR’ 
Florpincha 
Mel Wentworth 
Laurita PI 
Daliam
 
 
Vane Black 
 
 
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Índice 
 
Sinopsis 
Prólogo 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
Capítulo 5 
Capítulo 6 
Capítulo 7 
Capítulo 8 
Capítulo 9 
Capítulo 10 
Capítulo 11 
Capítulo 12 
Capítulo 13 
Capítulo 14 
Capítulo 15 
Capítulo 16 
Capítulo 17 
Capítulo 18 
Capítulo 19 
Capítulo 20 
Capítulo 21 
Capítulo 22 
Capítulo 23 
Capítulo 24 
Capítulo 25 
Capítulo 26 
Epílogo 
Forever Pucked 
Sobre la Autora
 
 
 
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Sinopsis 
 
Lily LeBlanc no es una experta en el arte del sexo casual, pero 
después de siete años yendo y viniendo en una relación, está dispuesta 
a intentarlo. ¿Y qué mejor opción para intentarlo que el mejor amigo del 
novio de su mejor amiga? ¿Qué podría salir mal? Nada en absoluto. 
El jugador de la NHL, Randy Ballistic, vive a la altura de su 
apellido en el hielo y en la habitación. Su mejor amigo y compañero de 
equipo recientemente renunció a las conejitas del puck y las cambió por 
una novia real. Y sucede que ella tiene una mejor amiga seriamente 
energética y muy caliente buscando un rebote. Randy está más que feliz 
de ser la tabla de salto de Lily hacia la escena de las citas. 
El sexo casual sólo es casual hasta que esas molestas cosas 
llamadas sentimientos se involucran. Una vez que eso pasa, alguien 
está destinado a joderse. 
Pucked, #3 
 
 
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Prólogo 
Malditos sean, recuerdos 
 
Traducido por Mel Wentworth 
Corregido por Michelle♡ 
 
Lily 
 
—Tengo un cinturón marrón en karate. 
—Y tengo cinturón negro en golpear tu puto culo. 
Estas son las palabras que se siguen repitiendo en mi cabeza, 
una y otra vez. Junto con las promesas de Randy. —Puedo alejar tu 
mente de los problemas, si quieres. Y: —Apuesto algunos orgasmos que 
haré que te olvides del imbécil de tu ex. ¿Quieres descubrir si tengo 
razón? 
Arrastro la palma sobre mi rostro y miro la hora. Son las cuatro 
de la mañana. Estuve tratando de dormir por las últimas cinco horas. 
Entre las dos y las tres me las arreglé para no mirar al techo o al reloj, 
pero me desperté con la mano en mis malditas pantaletas. De nuevo. 
Meto la cabeza bajo la almohada, como si fuera a actuar como 
barrera entre mi cerebro y los recuerdos. No me sorprende mi falta de 
éxito. Así que cedo. Si dejo de luchar contra las fantasías, tal vez pueda 
verlo esta noche. Giro sobre mi espalda, cierro los ojos, y dejo que las 
imágenes vengan. Me transporto en el tiempo de inmediato. 
De acuerdo, eso no es ni remotamente cierto, pero recuerdo, con 
una claridad sorprendente, cuando me presentaron a la súper estrella 
de la NHL Randy “Balls” Ballistic, la nueva incorporación al equipo de 
Chicago. 
Estuve acampando en la zona selvática en el norte canadiense 
con Benji, el imbécil de mi novio; Sunny, mi mejor amiga; y Kale, el 
mejor amigo de Benji y el ex de Sunny. La experiencia no fue tan 
agradable. Después de siete días sin agua corriente, había estado 
desesperada por hacer desaparecer el bosque en mis piernas y disfrutar 
 
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de las maravillas de una ducha caliente en la cabaña del hermano de 
Sunny en Miskoka. También necesitaba aplacar el desastre que era mi 
hamburguesa peluda. 
Antes del viaje, cancelé la cita con la depiladora. Era cara, y 
necesitaba el dinero para comprar provisiones para el viaje. También 
estaba enojada con Benji, por lo que dejé que mi arbusto creciera para 
molestarlo. Se dejó crecer una barba dispersa y horrible, por lo que hice 
lo mismo con mis piernas para ver cuánto le gustaba cuando le frotara 
todo el maldito rostro. No era como si me diera la oportunidad de hacer 
eso muy seguido. 
De todas formas, mientras me encontraba a punto de recortar el 
muppet peludo viviendo en mi vagina, la puerta del baño se abrió de 
golpe. 
Esperaba completamente que Sunny, o tal vez al imbécil de Benji, 
fueran los que me descubrieran. No fue ninguno. 
En su lugar miré al hombre, un hombre fornido, bien constituido 
y súper caliente, con la mano en los pantalones. Su cabello oscuro 
estaba hacia atrás en uno de esos pequeños moños de hombres, y sus 
ojos eran del color de la miel. Lucía una barba un poco desarreglada, 
pero era exuberante y le quedaba bien. La mano en los pantalones 
estaba unida a un brazo con una manga completa de tatuajes. 
Grité, cosa que parecía apropiada, considerando al chico súper 
caliente que no vi nunca antes en mi vida, además de en la televisión 
durante los juegos de hockey, pero esto estaba fuera de contexto así que 
no lo reconocí, que se hallaba de pie en la puerta del baño. Su 
contextura enorme y muscular me bloqueaba el único escape. También, 
me hallaba completamente desnuda, cubierta en loción para afeitar 
desde los tobillos al muslo, y mi entrepierna estaba extra peluda. 
Sus ojos bajaron y se ampliaron, observándome completa. —
Probablemente deberías trabar la puerta. 
—¿Quién mierda eres? ¡Sal de aquí! ¿Qué estás haciendo aquí? —
Levanté la toalla para cubrir todas mis partes. 
Dio un paso hacia atrás, con las manos levantadas como si se 
disculpara, pero su sonrisa irónica no era una disculpa para nada. —
Tranquilízate, cariño. Sólo buscaba el baño. —Se alejó de la puerta, 
riéndose. 
Me encontraba furiosa. Avergonzada y sin estar completamente 
racional, me cubrí con la toalla y busqué un arma en el baño. El porta-
papel de baño tenía un borde afilado si necesitaba golpear al sexy 
intruso. Por alguna razón, en lugar de quedarme en la seguridad del 
baño, lo perseguí, aventando mi arma inventada, y me las arreglé para 
mostrarle mi descuidada vagina de nuevo. Su diversión era 
exasperante. 
Como si eso no fuera lo suficientemente malo, menos de una hora 
después, me encontré atrapada en la cocina con él. Solos. Sunny y su 
 
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novio actual, Miller “Buck” Butterson, desaparecieron en el bosque para 
“solucionar las cosas”. Randy era el amigo de Miller y compañero en la 
NHL. Así que ahí estaba, forzada a estar cerca de un chico del hockey,caliente y terriblemente fornido. A pesar de la vergüenza anterior, estar 
atrapada con Randy era preferible a terminar sola con Benji, quien pasó 
de ser mi novio a ser mi ex en el curso de la semana pasada y todavía 
no captaba la indirecta y se iba. 
Ambos estuvimos peleando sin parar durante el campamento, un 
viaje que se suponía que iba a ser relajante. La situación fue escalando 
por un largo tiempo, pero finalmente alcanzó el punto inmanejable. 
Estaba harta en tantas formas. Después de siete años, la necesidad 
permanente y negatividad de Benji se convirtieron en el ancla, 
ahogándome, manteniéndome atada a una historia que ya no se sentía 
bien. 
Mientras me obsesionaba con el resultado de mis malas 
decisiones en mi vida, Randy se sentó a la mesa, comiendo tazón tras 
tazón de cereales Corn Pops y leyendo la sección de deportes del 
periódico. Benji me siguió por toda la casa, presionando cada uno de 
mis botones. Ignorando a nuestra audiencia, no se iba a rendir. Le dije 
en términos concretos que terminamos, pero algunas veces era un 
cabeza dura. O pensaba que era un juego. Ya rompimos antes. Varias 
veces. 
Entonces me llamó perra. 
Se sintió como un cachetazo verbal. Y fue humillante frente a un 
espectador. 
Randy soltó la cuchara en el tazón. La leche salpicó la mesa y su 
camisa. —¿Qué mierda le dijiste? —preguntó mientras empujaba la silla 
hacia atrás. Se cayó, resonando en el suelo. Se limpió la boca con el 
dorso de la mano tatuada. 
Y luego caminó hasta Benji y amenazó con patearle el trasero, 
incluso aunque antes lo perseguí con el porta-papel de baño. 
Así que hice lo que cualquier mujer canadiense de sangre caliente 
hubiera hecho cuando un hombre caliente, jugador de hockey o no, 
amenazaba con violencia extrema en su nombre: Tomé su rostro y metí 
mi lengua en su boca. 
Fingí que lo hice para poner celoso a Benji. Pero no lo hice. Más 
que nada, quería besar a Randy por lo que hizo. Jugar al hockey de 
amígdalas con él. Alegar locura por un rato. 
Su barba era suave donde tocó mis labios y barbilla. Su boca 
tenía sabor a Corn Pops. Su lengua; oh, Dios, su lengua. A pesar de mi 
asalto inesperado, me devolvió el beso. Benji, enloqueciendo, se 
convirtió en mera estática de fondo. Sunny y Miller deben haber vuelto 
de su “caminata por el bosque” en algún momento entre el insulto de 
Benji y mi asalto a Randy, porque cuando abrí los ojos, ellos estaban 
ahí, testigos de mi ataque. 
 
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Mortificada, me encerré en una habitación de la cabaña por el 
resto de la tarde. Le dije a Sunny que necesitaba estar sola. Durante ese 
tiempo, reviví el beso una y otra vez, preguntándome si fue tan eléctrico 
porque Randy me defendió, porque estaba enojada con Benji o porque 
Randy era tan jodidamente caliente. 
Me prometí que no volvería a atacarlo como si fuera un león 
hambriento de carne de nuevo. Pero para el momento de la cena, Benji 
se había ido, sus mensajes furiosos afianzando mi convicción de que 
ahora terminamos para siempre. Que me llamara “zorra infiel de pecho 
plano” no era algo que ganara un punto en mi libro. 
Y todavía se hallaba Randy. Hermoso. Engreído. Caballeroso. Tal 
vez un poco arrogante. Un besador excelente y un ligón absoluto. 
Necesitaba una distracción, y él parecía ser una buena. Terminamos 
frotándonos en la cocina. Más tarde vino a mi habitación con promesas 
de diversión y orgasmos. Sin obligaciones. Sin ataduras. Solo algo 
casual. Con las inhibiciones perdidas después de unos tragos y las 
hormonas alteradas por tanto coqueteo, no pude decir que no. Tampoco 
quería hacerlo. 
Randy cumplió su promesa de distraerme de mis problemas. Los 
orgasmos fueron de otro mundo. Intergalácticos. 
Pero no tuvimos sexo. 
Le parecía bien ser un revolcón de rebote, pero trazó la línea en 
follar por venganza. No le pregunté cuál era el criterio para uno y otro, 
pero como la receptora de un montón de orgasmos sin penetración, 
apenas podía quejarme. En ese momento. Los arrepentimientos vinieron 
después. 
Pensé que era tan dulce. Hasta que él y Miller fueron a un lavado 
de autos para caridad a la mañana siguiente, dejándonos a Sunny y a 
mí en la cabaña. Los chicos sólo se iban a ir por un par de horas, y 
Randy prometió más orgasmos al regresar. Tenía planes para hacerlos 
del tipo que involucra sexo. 
Luego las cosas se complicaron. Antes de que los chicos incluso 
volvieran, imágenes de Randy y Miller con lo que parecían ser modelos 
en topless se hicieron virales. 
Me volví un poco loca. 
Enojada por ser embaucada, utilicé un marcador negro 
permanente con la furia de miles de mujeres en el síndrome 
premenstrual durante la luna llena. Pintarrajeé cada par de ropa de 
interior de Randy con el mismo mensaje: PENE PEQUEÑO DENTRO. 
Era una mentira. Un invento. Basada en lo que sentí la noche anterior, 
se encontraba muy oscuro para ver, cargaba un palo sustancial en los 
pantalones. 
A sus camisetas les di un tratamiento similar, decorándolas con 
IDIOTA, así sabía cómo me sentía acerca de la mierda que hizo. Como si 
le habría dejado darme más orgasmos después de que alguna conejita 
 
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estuviera en su polla, probablemente montándola porque yo no lo tenía 
permitido. 
Dando vueltas en la cama, suspiro y parpadeo para alejar los 
recuerdos. Resulta que fue todo un malentendido. Pero para el 
momento que recibí la historia verdadera, ya era demasiado tarde. El 
daño fue hecho. No podía retirar la destrucción de la ropa. 
Ha pasado un mes desde que todo esto sucedió. Un mes 
reviviendo las horas que pasé en esa cama con él. Un mes de vergüenza 
por la forma en que reaccioné. Un mes de estar horrorizada de haber 
dejado que toda la situación sucediera en primer lugar. Esta noche 
había un juego de caridad, y Randy iba a jugar. Sunny me obliga a ir 
con ella porque su novio, Miller, lo armó todo. Así que tengo que ver de 
nuevo a Randy. No estoy segura que es peor: mi mortificación residual o 
el hecho de que al menos dos veces a la semana me despierto en la 
cima de un orgasmo, con el despampanante rostro y cuerpo de Randy 
ardiendo en la parte trasera de mis párpados. Mi cuerpo claramente 
está interesado en recibir el placer que él generosamente proveyó de 
nuevo. Y de nuevo. 
Y de nuevo. 
Pero eso es una lástima, porque lo odio. Bastardo engreído. 
Lo odio más porque no puedo hacer que mi cuerpo esté de 
acuerdo. Se suponía que tenía que ser una distracción. Algo pasajero. 
Follar por amor a la gratificación y nada más. Es el último hombre que 
debería querer. Es un jugador. Vive por el juego. En el hielo, fuera del 
hielo, es lo mismo. Y no quiero cometer el error de volver a meter mi 
lengua en su garganta. Ya me he avergonzado lo suficiente en lo que 
refiere a Randy Ballistic. 
 
 
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¡Corre, corre, corre! 
 
Traducido por Miry GPE & Vane Black 
 Corregido por Sahara 
 
Lily 
 
El juego termina, y Sunny; formalmente conocida como Sunshine 
Waters; mi mejor amiga desde primer grado, en este momento está 
siendo proyectada en la Jumbopantalla para que toda la arena la vea. 
Miller la acorrala mientras “Walking on Sunshine“se reproduce a través 
del sistema de sonido en celebración de la victoria de su equipo. En 
realidad, el verdadero ganador es un niño de doce años llamado Michael 
y su familia. Las ganancias de este evento de caridad van para su 
tratamiento. Tiene un tumor cerebral. 
La demostración demasiado afectuosa de Miller y Sunny sería 
linda si yo no fuera una perra tan hastiada. Ahora mismo odio a todos 
con relaciones felices, incluyendo a Sunny. 
Está bien, eso no es del todo cierto. Si alguien merece que alguien 
la ame por sobre todas las cosas, es Sunny. Antes de Miller, sus novios 
eran un asco. 
Él, sin embargo, es un gran tipo. No lo creía al principio, pero 
como el moho, ha llegado a mí. Alejo la mirada de la pantalla cuando se 
besan, inspeccionando la pista y a los jugadoresque se mueven 
alrededor del hielo. Busco a un jugador en particular, sólo para 
torturarme. 
Veo a Randy a unos siete metros de distancia de ellos, su casco 
bajo el brazo. Su barba es exuberante y mágica, y su sonrisa es la cosa 
más linda que he visto. Pasa una mano sudorosa por su cabello, 
empujándolo hacia atrás de su rostro. Está mojado. Probablemente de 
sudor. Debo encontrar eso asqueroso. Pero no. 
En cambio, un pulso comienza en mi clítoris… percusión a fondo. 
Es como si un dj hizo su hogar en mi ropa interior, y mi vagina es 
 
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donde reside todo el bajo. Joooooder. ¿Por qué tiene que ser tan 
caliente? ¿Por qué fui tan idiota la última vez que lo vi? El pequeño 
revoloteo en mi estómago se convierte en un tornado de colibríes. Calor 
se despliega desde mi vagina a través de mi cuerpo, explotando en mis 
mejillas. 
—¡Vamos, Lily! —Daisy Waters, la madre de Sunny y mi “Mamá 
Dos”, como he llegado a referirme a ella durante los años, me jala de un 
brazo—. ¡Subamos al bar y tomemos un trago antes de que todos 
lleguen! 
Aparto la mirada de lo muy atractivo, apagando mis recuerdos 
antes de derretirme en el suelo y perder la habilidad de hablar. 
—¿Puedo tomar gaseosa? ¿Y puedo ordenar algo de comida? —
pregunta Brett, mi primo de trece años. Está infinitamente con hambre, 
y se encuentra conmigo esta noche porque es amigo de Michael; y diría 
que de Miller y Randy también; después de ir al campamento de hockey 
al que se ofrecieron en el verano. 
—¡Hay toneladas de comida! ¡No te preocupes! —Daisy le revuelve 
el cabello. 
Se escabulle de debajo de su mano y reorganiza apresuradamente 
su peinado. El último mes pasó a usar pantalones para correr y no se 
preocupa por cómo luce pasando cuarenta y cinco minutos en el baño, 
arreglándose el cabello y usando mucho spray corporal. Podría ser peor. 
Podría oler como la mayoría de los niños preadolescentes: más como 
cabra que como humano. 
Daisy enlaza su brazo con el mío, charlando sobre la fiesta de 
compromiso que dará en dos semanas para el hermano de Sunny, Alex, 
y su prometida, Violet. Divaga sobre lo emocionada que está. Esa fiesta 
ha sido un tema constante de conversación durante el mes pasado. Es 
casi todo sobre lo que alguien ha hablado y de esta recaudación de 
fondos. 
El hermano mayor de Sunny también juega hockey profesional. 
Alex es el centro y capitán del equipo de Chicago, el equipo donde 
también Miller y Randy juegan. Violet, la prometida de Alex, en realidad 
es hermanastra de Miller. Es un extraño círculo de amor, casi como una 
telenovela, pero con atletas y sin citas entre ellos. 
Pasé un tiempo excesivo en casa de Sunny cuando era niña, y 
ambas molestábamos muchísimo a Alex en las raras ocasiones que se 
encontraba en casa. Pasó la mayor parte de su vida en la arena. Es un 
poco extraño, y lo conocí antes de su fama por el hockey, así que soy 
muy consciente de su estatus de nerd en la escuela preparatoria. 
Supongo que es caliente, pero no puedo verlo como algo más que un 
hermano sustituto que solía ayudarnos a Sunny y a mí con nuestra 
tarea. 
Daisy sigue hablando, pero no presto atención. Me siento 
demasiado preocupada por el hecho de que estamos a punto de pasar al 
 
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lado de todos los jugadores, y Randy todavía está ahí, con una sonrisa 
en su rostro magnífico y sudoroso. 
—Por supuesto que vendrás con nosotros. ¿Puedes conseguir el 
fin de semana libre en el trabajo? —pregunta Daisy. 
—Oh sí, seguro. —Asiento distraídamente. 
—¡Esas son noticias maravillosas! Sunny no estaba segura de que 
pudieras arreglártelas. Sé que tienes muchas largas horas con dos 
trabajos y todo, pero nos encargaremos de tu boleto a Chicago. Alex 
tiene mucho espacio en su casa, así que puedes quedarte con nosotros. 
¡Será un gran fin de semana! —Me aprieta el brazo—. ¡Oh! ¡Ahí están 
Miller, sus padres, Alex y todos los chicos! ¡Vamos a saludar! Sunny 
está con ellos. ¡Vamos! —Empieza a arrastrarme hacia el grupo de 
jugadores, el cual contiene a Randy. 
Hundo mis talones en el suelo de goma y saco sus dedos de mi 
brazo, luchando por una razón para no ir con ella porque tengo la 
sensación de que mi cuerpo se encenderá a la primera oportunidad que 
tenga. Ella conoce sobre la situación con Randy, o al menos conoce la 
versión apta para todo público, pero no puedo explicarle esto. —Oh... 
uh... Necesito usar el baño. Nos vemos arriba en el bar. 
—Solo saludaremos, cariño. —Daisy me da una de sus sonrisas 
de mamá conocedora. 
—Realmente necesito el baño, mamá dos. 
—Oh, vamos, Lily. Michael está ahí —gime Brett con su voz 
aguda, casi cambiante. 
—Tú vienes conmigo, Brett. —Daisy pone una mano en su 
hombro y me guiña—. Nos encontraremos contigo allá arriba. 
Asiento con energía. —Por supuesto. ¡Estupendo! ¡Los veo en un 
minuto! 
He pasado la mayor parte de mi vida en patinaje artístico en esta 
arena, Alex usó sus conexiones aquí en Guelph para conseguir el 
espacio para el juego de exhibición, y ahora trabajo aquí, dando clases 
de patinaje. Sé dónde están los mejores baños, incluyendo uno secreto 
no lejos del bar donde la fiesta se celebra. 
No sé lo que pensé cuando acepté venir a esto. No puedo lidiar 
con ver a Randy. Tengo demasiadas emociones en conflicto; como 
lujuria, vergüenza y autopreservación, si eso es una emoción. Paso el 
ascensor lleno de gente y me meto en las escaleras. Tomo dos escalones 
a la vez y voy a la derecha, en lugar de a la izquierda hacia el bar, en la 
parte superior, dirigiéndome hacia el baño oculto al final del pasillo. 
Abro la puerta, enciendo la luz y me encierro adentro, exhalo un 
largo suspiro. Abro el grifo, empujo mis manos bajo el chorro frío, 
esperando que el resto de mí se enfríe. Randy jodido Ballistic es un 
maldito problema. 
 
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Hay un millón de cosas en mi vida que lamento. Permanecer con 
Benji por siete años es una de ellas. No tener a Randy follándome hasta 
la inconciencia mientras tenía una excusa decente para hacerlo es otra. 
Ahora, no puedo estar segura de que eso es lo que habría sucedido, si 
las cosas hubieran progresado de manera diferente, pero lo supongo. 
La peor parte es que me arrojé a él, ofrecí mi cuerpo en bandeja, 
lo cual no es lo mío. Soy responsable. Permaneciendo segura y cómoda. 
Y luego se negó a tener sexo conmigo porque yo me encontraba 
emocionalmente “vulnerable”. Él más que compensó la falta de 
penetración, pero eso no niega mi vergüenza, sobre todo porque me 
puse como energúmena contra toda su ropa y demostré que pasé de 
“vulnerable” a inestable en cuestión de horas. Tampoco atenúa mi 
pesar. Ese hombre puede comer un coño como nadie. Y sus dedos, su 
boca y… Jesús, necesito dejar de pensar en él casi completamente 
desnudo y tocándome. 
Gimo y miro mi reflejo. Parezco una mierda absoluta. Casi nunca 
uso maquillaje, y las pocas que tengo son para concursos de patinaje 
artístico. Pensé en ponerme un poco esta noche, pero no quería parecer 
un payaso caminando por la calle. Además, la basura en polvo hace que 
mi piel pique. Mi cabello es lizo y mi pecho también. Bajo la mirada a mi 
patético escote. Necesito ganar dos kilos, en mis tetas. No hay nada que 
pueda hacer con mis tristes pequeñas copas de apenas B. 
Busco en mi bolso algo más allá del bálsamo labial. Cualquier 
cosa con un toque de color sería mejor que el aspecto que tengo ahora. 
Apuesto a que Mamá Dos tiene un suministro interminable de tubos 
brillantes en su bolso. Lleva una cantidad insana de maquillaje. Y spray 
para cabello. Se ha peinado de la misma manera durante el tiempo que 
puedo recordar. No estoy segura de sí sólo amaba la serie Dallas y no 
puede dejarla ir, pero su cabello es un tipo especial de moda 
desafortunada. 
Encuentro un tubo en el fondo de mi bolsa. La parte superior ha 
salido, y hay todo tipo de basura pegado al lápiz labial. Tomando unos 
cuantos cuadrados de papel higiénico del rollo, saco la suciedad y 
hojuelasde una vieja barra de granola antes de pasarla sobre mis 
labios. Es una tonalidad brillante y desagradable de rosa. Lo borro con 
el papel higiénico, pero lo único que hago es frotarlo sobre mi boca. 
—Maldita sea. —Tomo una toalla del rollo de papel. La empapo 
bajo el agua, bombeo un poco de jabón espuma sobre él y froto mis 
labios, tratando de quitarme el color rosa. El jabón entra en mi boca, el 
sabor químico me hace tener arcadas. 
Alguien llama a la puerta. Casi nadie sabe acerca de este baño. 
—¡Saldré en un minuto! —grito por sobre el agua corriente. Todo 
el tallado dejó rojo el alrededor de mi boca. Ahora tengo que esconderme 
en un rincón oscuro hasta que mi piel se calme. Coloco un brillante 
brillo claro en mis labios, que también está al acecho en el fondo de mi 
bolsa, cierro el agua y abro la puerta. 
 
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Sunny se halla parada al otro lado con los brazos cruzados sobre 
el pecho. Es hermosa sin esfuerzo. Puede salir de la cama con su 
perfecto cabello rubio en un lío enmarañado, y todavía lucir lista para la 
pasarela. Ahora viste una enorme camiseta de hockey, un par de 
pantalones negros de yoga de lululemon, por supuesto, porque eso es lo 
que su hermano le compra, y un par de zapatos de piso. Es como una 
modelo. Si no la amara, la odiaría. 
Violet, su futura cuñada, se encuentra a su lado. Sólo le llega al 
hombro a Sunny. Es una cosa pequeña con tetas enormes y ese 
increíble cabello largo que no es marrón o rojo, pero un tono entre los 
dos. Sus ojos son de un fabuloso tono verde. Ni una de ellas lleva un 
punto de maquillaje, por lo que puedo decir, y ambas son magníficas. 
Junto a Violet hay otra chica. Ya la conocí una vez, pero no recuerdo su 
nombre. También es impresionante. Hay todo un pelotón de ellas. 
—Sabía que estarías escondida aquí. —Sunny lanza su cabello 
sobre su hombro. 
—No me estoy escondiendo. 
Sunny levanta una ceja. 
—¿Qué le pasó a tu rostro? —pregunta Violet, inclinándose más 
cerca—. Está todo rojo. 
—Tengo algo en él. Trataba de borrarlo, y lo empeoré. 
—¿Qué te pusiste? —Violet se acerca aún más; se encuentra justo 
dentro de mi burbuja. 
Me he encontrado un montón de veces con ella. Está un poco 
loca, de buena manera, pero estoy acostumbrada a que la gente esté un 
poco menos cerca de mi cara. Eso es probablemente el por qué emito 
una vibra malintencionada o lo que sea. Violet parece inmune a ello. 
—Sólo... —Lo dejo ahí por un segundo, tratando de inventar una 
mentira. No quiero decirles que me ponía lápiz de labios porque Sunny 
sabrá que trataba de estar bonita para Randy—. Cosas. 
—¿Cosas? —pregunta Violet. 
—No es importante. Deberíamos llegar al bar antes de que esté 
muy lleno. 
—¿Había un tipo ahí contigo? ¿Por cosas te refieres a esperma? —
Violet pasa por delante de mí y abre la puerta del baño. 
La chica cuyo nombre no recuerdo mueve la cabeza. —Sólo 
ignórala. Lo ha perdido. 
—¡No lo he perdido, Char! Esa es una pregunta totalmente 
legítima. —Me mira como si fuera a confirmar la legitimidad de tener 
una reacción al esperma en mi cara. Ante mi silencio, continúa su 
explicación—: A veces, cuando Alex come demasiadas “alitas suicidas”, 
su esperma hace que mi pecho se enrojezca. 
 
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Sunny se encoje, porque sucede que Alex es su hermano, 
supongo. —Creo que necesito un mojito. 
—¡Ohh! ¡Buen plan! —Violet pasa su brazo por el de Char y la 
lleva por el pasillo—. Vamos, damas, bebamos demasiado y 
compartamos cuentos de esperma. 
—¿Siempre es así? —murmuro. 
—Se encuentra estresada por la fiesta de compromiso. Ha bebido 
de un frasco todo el juego, de acuerdo con Charlene. —Sunny gira un 
mechón de cabello alrededor de su dedo—. Estoy preocupada por ella. 
—Vuelve su atención a mí—. ¿Qué hay de ti? ¿Estás bien? Pensé que 
dijiste que estarías bien de ver a Randy. 
—Estoy bien. Está bien. No es gran cosa. —Ondeo mi mano en el 
aire un poco histéricamente—. Tonteamos un poco. No es nada. 
Inclina la cabeza. —Lily. 
—En serio, Sunny. Es genial. Probablemente debería asegurarme 
que Brett esté bien y no moleste a los jugadores. 
—¿Llevas brillo de labios? 
—¿Qué? No. Vamos. —Giro la cabeza hacia un lado y me limpio la 
boca con la manga mientras seguimos a Violet y a Charlene al bar. 
Esto es diferente a la escena después de los juegos reales. Hay un 
montón de niños corriendo porque es un evento familiar. He estado en 
unos pocos juegos de Toronto con Sunny. Las fiestas habituales pueden 
ser ruidosas y abrumadoras. Siempre hay un millón de chicas 
pomposas tratando de llegar al lado de los chicos. No es así esta noche. 
Sigo a Sunny al bar y ordeno lo mismo que ella. Debido a que es 
la novia de Miller, quieren abrirle una cuenta, pero se niega, pasando 
uno de veinte. Sé que no me dejará darle dinero, así que compraré su 
siguiente bebida para igualarlo. 
Me muevo con ella, bebida en mano, permaneciendo un poco 
detrás para poder ocultarme si es necesario. No es consciente de mi 
ansiedad, se detiene para charlar y presentarme a todo el que conoce, 
que es mucha gente. Me quedo callada y bebo mi bebida. Es deliciosa. 
Menta, lima y la cantidad perfecta de dulce. 
Echo un vistazo alrededor de la habitación, asimilando toda la 
gente bien vestida y atractiva. Es fácil entender por qué las mujeres 
cuelgan de todos estos tipos. Muchos llevan carteras gruesas. Algunos 
son calientes. Miller me recuerda a un muñeco Ken, pero es atractivo. 
Y luego está Randy. Suspiro-gruño-toso justo pensando en esa 
manga completa que cubre su brazo sólido y bien construido, esa 
profunda V de músculo, esos abdominales... Tomo un sorbo ruidoso, 
que me saca de mis pensamientos. 
 
| 18 
—¡Ah! Debí estar sedienta. —Sostengo el vaso vacío, segura de 
que mi cara arde—. Voy por otra bebida. ¡Estoy tan reseca! ¿Quieres un 
relleno? 
—Estoy bien por ahora. —Sunny sostiene su bebida en su 
mayoría completa. 
La dejo con sus amigos y regreso al bar. Más personas han 
entrado, y los jugadores llegan en manada. Me deslizo hasta el final del 
bar y ordeno otro mojito. Mantengo mi cabeza baja, dejando caer mi 
cabello en mi rostro. Sólo llega a mi barbilla, así que no hay mucho que 
esconder detrás. De vez en cuando hecho un vistazo, observando a esos 
muchachos enormes y bien construidos, saludando a todos con 
sonrisas amistosas. Esta noche a ninguno de ellos parece importarle si 
estaban en el equipo ganador o perdedor. 
—¡Hola! ¡Ahí estás! —Violet golpea su cadera curvilínea contra la 
mía. Usa la misma camiseta que yo, la misma camiseta que la mayoría 
de la gente en este evento, excepto que la llena mucho mejor que yo en 
el área del pecho. Lanza su brazo alrededor de mi hombro. Está un poco 
sudada—. ¡Tomemos unos chupitos! 
—Realmente no... 
—¿Qué tal “pezones resbaladizos” y “orgasmos ruidosos”? 
—¡Me anoto a esos! —dice Charlene, pasando a su lado. 
—¿Todavía divirtiéndote? —pregunta Violet. 
Asiento. Tendría que gritar para hablar. 
—Así que Buck me dice que Randy y tu tuvieron algo. ¿Cómo fue 
eso? He escuchado todo tipo de cosas sobre ese tipo. Quiero decir, 
aparte de que es un gran jugador, que tomará la posición de Alex, y 
toda la demás mierda que la gente dice. 
Agita su mano alrededor y me pica en la oreja. Definitivamente 
está borracha. Sin embargo, no creo que eso afecte lo que sale de su 
boca. 
—Como sea, escuché que vive a la altura de su nombre, ¿si sabes 
a lo que me refiero? Guiño. Guiño. ¿Cierto? 
—Yo, uh... 
—¡Ahí están! —Alex se acerca por detrás de nosotras y pone un 
brazo alrededor de nuestros hombros. Me da un apretón—. ¡Hola, 
pequeña Lily! ¿Cómo estás? ¡Ha pasado mucho tiempo! —Odio ese 
apodo. Me hace sentir de doce. 
—Estoy bien. Bien. Buen juego esta noche. Lamento que hayas 
perdido frente a Miller. 
—Está bien. Todo es por una buena causa. 
—Te haré olvidar que perdiste más tarde, bebé. —No creo que 
Violet quiera decir esto tan fuerte como lo hace. 
 
| 19 
Alex se ríe. —Shh.No tenemos que decirle a todo el mundo quién 
bajará más tarde. 
 —¡Yo! —ella levanta la mano—. Yo iré abajo más tarde. 
Coloca un dedo en sus labios, todavía riendo. —¿Cuánto has 
bebido, Violet? 
—Solo uno. 
Me mira, como si yo supiera algo que él no sabe. Me encojo de 
hombros. Y ahí es el momento exacto en que el barman pone dos filas 
de chupitos delante de nosotros. Alex le arrebata a Violet antes de que 
ella pueda y se los tome. Agarro el mío para evitar que Violet los robe. 
Trato de pagar por mis bebidas, pero Alex me da una mirada. No lucho 
contra él. Es demasiado consciente de la situación financiera de mi 
familia. Es sólo mi mamá y yo, y a veces eso es difícil. De vez en 
cuando, encontraré algunos miles de dólares depositados en mi cuenta 
de ahorros. Sé que es él. Nunca lo menciona, y yo tampoco. Lastima mi 
orgullo, pero ayuda cuando las cosas se ponen tensas. Como el año 
pasado cuando necesitábamos un coche nuevo. 
Recuerdo que tengo a mi pequeño primo conmigo, así que me 
disculpo, no es que sea necesario, ya que Violet se movió para tratar de 
toquetear a Alex, y está ocupado manteniendo sus manos fuera de ir a 
lugares que no deberían en público. 
Me aferro a mi mojito, manteniéndome al borde de la habitación, 
mientras busco a Brett. Lo encuentro exactamente donde no quiero que 
esté: con Randy, Miller y Michael, el chico por el que Miller estableció 
su recaudación de fondos, sentados en una mesa rodeada de platos de 
comida. Están sonriendo y riendo y Miller tiene el brazo sobre el 
hombro de Michael. Tiene una conexión personal con la situación de 
Michael; su propia madre murió cuando era un niño de un tumor 
inoperable. 
Fui una verdadera perra con Miller cuando empezó a salir con 
Sunny. Los informes de los medios eran altamente desfavorables; fue 
cambiado a Chicago la temporada pasada por revolcarse con la sobrina 
de su anterior entrenador en una caseta de baño. Estaba preocupada 
por ella. Pero desde el fin de semana después del campamento en la 
cabaña de Alex, he visto un lado muy diferente de él, uno que los 
medios de comunicación no informaron. Está tan enamorado de Sunny, 
que haría cualquier cosa por ella. Como nombrar una fundación como 
ella. ¿Las camisas que todos usan esta noche? Dicen Proyecto 
Sunshine. 
Según Sunny y los medios de comunicación, Randy, que es el 
mejor amigo de Miller, ayudó a organizar este evento. Sin embargo, la 
participación de Randy no cambia lo que siento por él. Sólo porque es 
bueno con Michael no significa que no es un mujeriego jugador. Sin 
embargo, patéticamente, todavía quiero montarlo como a un toro de 
rodeo. 
 
| 20 
En el fondo, no creo que Randy sea un tipo malo. De hecho, estoy 
inclinada a decir lo contrario. ¿Un jugador? Seguro. ¿Mujeriego? Ciento 
diez por ciento. Pero fui yo quien se lanzó a él, no al revés. Lo que más 
me molesta es que a pesar de saber esto, no me arrepiento de lo que 
pasó en la cabaña, aparte de no tener sexo con él. Lo que lamento. La 
parte sin sexo. Y odio que lamente mi arrepentimiento, porque me hace 
sentir como una conejita del hockey, lo que nunca quiero ser. 
Debo estar contenta de que mis acciones durante el mes pasado 
hayan asegurado que nada más pasará entre Randy y yo. No sólo 
escribí cosas terribles por toda su ropa con marcador permanente, lo 
evité las dos veces que llamó. No dejó un mensaje, así que no tengo ni 
idea de lo que quería decir. 
¿Por qué todo el conflicto por un jugador de hockey? Se remonta a 
mi concepción. Mi papá, que conocí un total de cero veces, jugaba 
hockey profesional. Embarazó a mi madre cuando ella tenía dieciocho 
años y luego volvió a su buena vida: viajar por el país, golpear un disco 
en el hielo, y follar conejitas que estúpidamente extendieron las piernas 
para él, dejando a mi madre para criarme sola. 
Irónicamente, mi mamá encajó en la categoría de conejita por un 
tiempo muy corto. Nunca salió con otro jugador de hockey, y me golpea 
en la cabeza con un notorio palo sobre no caer en la misma trampa. 
Ella, sin embargo, parece ser buena en encontrar chicos en otras líneas 
de trabajo que no se quedan. Fue una puerta giratoria de imbéciles 
inestables toda mi vida. No soy cínica en absoluto, sin embargo. 
Me asusto de nuevo cuando todo lo que tengo es aire de mi 
sorbete en lugar de mojito. Bajo la mirada a mi vaso, frunciendo el ceño 
ante la falta de líquido. ¿Cómo desaparecen tan rápidamente? Miro 
hacia atrás a Brett. Oh, mierda. Randy me ha notado. 
Una sonrisa satisfecha tira de las esquinas de su boca sexy. Le 
dice algo a Brett y le da una palmadita en el hombro, luego empuja su 
silla hacia atrás. Pretendo estar involucrada en mi teléfono. Me siento 
mareada con la frecuencia con la que echo un vistazo de la pantalla a 
su mesa a la pantalla. 
Oh Dios. Está caminando hacia aquí. No estoy lista para esto. 
Escaneo la habitación frenéticamente por Sunny. No puedo verla en 
ninguna parte, así que hago lo más lógico del mundo: salgo corriendo a 
través el bar, lejos de Randy. Hay una puerta de salida que no se 
supone que use en ese lado. La alarma fue desconectada para siempre. 
Me sacará de aquí y regresaré al baño donde me escondí antes. Puedo 
encerrarme allí y averiguar cómo manejar esto. 
Me escapo por las puertas contra incendios, aliviada que la 
alarma sigue desconectada, y camino rápidamente por el pasillo. Hago 
un rápido giro. Maldición. Me está siguiendo. ¿Qué podría querer? 
¿Sonreírme un poco más? Huir debe ser un signo seguro de que no 
estoy interesada en ningún tipo de confrontación, ni discusión, ni 
siquiera de estar desnudos, en la posibilidad que esté en la mesa. 
 
| 21 
Bueno, la última parte totalmente quiero hacerlo. Es por eso que 
debería seguir corriendo. 
—¡Oye, Lily! —grita—. ¡Espera! 
Mis rodillas casi se doblan ante el sonido de su voz. ¿Qué es lo 
que quiere? Me deslizo sobre una zona húmeda y apenas evito aterrizar 
en mi culo. Ahora está detrás de mí. Aprieto la manija de la puerta del 
baño y me detengo, casi cayendo de nuevo. Abriéndola, me lanzo 
dentro. Es extra dramático acompañado de patatas fritas de drama. 
Pero antes de que pueda cerrar la puerta, Randy logra deslizar su 
enorme y musculoso cuerpo en el espacio. 
—¿Qué estás haciendo? —grito cuando la puerta se cierra detrás 
de él, sellándonos en la oscuridad—. ¡No puedo ver nada! 
Se ríe entre dientes. La luz se enciende, y parpadeo contra el 
repentino brillo. —¿No me oíste llamarte? 
Planto mis manos en mis caderas. —¿No me viste huir de ti? 
Se ríe de nuevo. Es un sonido hermoso. —Oh, sí. Pensé que tal 
vez tenías que ir al baño. 
—Pues sí. Lo hago. Ahora sal, ¡u orinaré justo delante de ti! —
Estoy gritando. Es chillón y totalmente innecesario, ya que estoy de pie 
a unos diez centímetros de distancia de él. Podría estar escupiendo al 
hablar en su pecho. Su pecho extra musculoso. 
Sus mangas están enrolladas hasta los codos, dejando todos los 
tatuajes en su antebrazo derecho en exhibición. Incluso tiene uno en el 
dorso de la mano. Es casi tridimensional en la forma en que fue puesto 
en la piel: una flor impresionante adornada con rocío, con un diminuto 
e intrincado cráneo dentro de la gota que cae. Es fantástico. Recuerdo 
lo asombroso que se veía cuando los dedos de esa mano, que está unida 
al brazo cubierto de tinta, estaban dentro de mí, bombeando hasta que 
me corrí. Hago un sonido estrangulado. 
—¿Gemiste? 
—¿Qué? No. —Mis ojos se disparan a los suyos. 
Esa sonrisa exasperante hace que sus ojos se arruguen. Incluso 
las arrugas en sus ojos son calientes. —Creo que sí. 
—Fue un quejido. Eso es muy diferente de un gemido. 
Se apoya contra la puerta, bloqueando mi salida. —Oh, ¿sí? 
¿Quieres explicarme eso? 
—No tengo que explicarte nada. ¡Ahora sal para poder usar el 
baño! En privado. Sola. —Mi voz sigue siendo súper chillona. Necesito 
dejar de actuar como una idiota. También necesito que salga del baño 
antesde hacer algo que debería lamentar, pero probablemente no. No 
parece casi tan opuesto a eso como pensé que lo haría. 
Empujo su hombro en un intento de sacarlo de en medio. Se 
mueve tal vez una fracción de centímetro. Huele fantástico, como si 
 
| 22 
estuviera recién duchado y desodorizado. Su brazo es tan sólido, nada 
como el de Benji. Sigo empujando, y podría darle a su bíceps un 
pequeño apretón. 
—¿Qué contigo e irrumpir en el baño conmigo? —digo, sin gritar. 
Siento mi cara calentarse con el recuerdo de él colándose en el 
baño conmigo en la cabaña con mis partes de chica en exhibición y su 
mano en sus pantalones cortos. Maldición. Ahora estoy pensando en el 
casi sexo que tuvimos, de nuevo. 
Randy sigue sonriendo como un imbécil. Creo que dijo algo y me 
lo perdí, demasiado ocupada estando mortificada. Y caliente. 
—¿Qué? —pregunto. 
Su lengua corre por su labio inferior. Tiene grandes labios. Son 
llenos y suaves y grandes para besar. Quita el cabello de mi cara, las 
puntas de sus dedos rozando mi mejilla. Todos mis músculos se 
aprietan. Estoy segura de que podría solo pensar en las cosas que me 
hizo. Lo cual es una locura, porque siempre creí que las reacciones 
como esa son una mierda total. 
—Decía que la última vez que estuvimos en un baño juntos, 
llevabas mucho menos. —Su mirada vagabundea sobre mí y sus ojos, 
del color de la miel, o una playa de arena, o a quien mierda le importa, 
caen debajo de mi cintura. Señala mi entrepierna—. ¿Cómo está tu 
depiladora estos días? ¿Tienes la situación ordenada ahí abajo? 
Mi boca se abre. La cierro con rapidez, luego la vuelvo a abrir, a la 
espera de alguna descarada ocurrencia de represalia, pero nada llega. 
No tengo una buena respuesta, o algo que decir a eso, porque la 
respuesta honesta es no. No he tenido la oportunidad de ponerlo en 
orden. 
Tuve que depilar mis propias partes de chica por el último mes. 
No soy muy buena en eso. Sigo saltando lugares, y tengo que pasar 
sobre ellos con una navaja. Mi vagina constantemente tiene parches de 
sombra de las cinco. 
—¡No te gustaría saberlo! 
—¿Quieres enseñarme? 
—¡Eres un cerdo! 
En realidad, como que, si quiero mostrarle, incluso si no es el 
mejor trabajo de cera en el mundo. En realidad, me gustaría ponerlo de 
rodillas, bajar mis pantalones, levantar una pierna en el borde del 
fregadero y empujar su cara justo allí para que pueda tener una vista 
cercana y personal del infierno que tengo que pasar para hacer que mi 
vagina sea presentable para nadie, porque soy la única persona que la 
ve. 
Creo que podría necesitar tener sexo pronto. Con algo más que mi 
vibrador. 
 
| 23 
—¡Odio tu cara perfecta! —siseo. Literalmente, sueno como una 
serpiente. Agarro las solapas de su camisa abotonada. Luego meto mi 
lengua en su boca. 
Mierda. Esto es lo opuesto a lo que se suponía que debía suceder. 
 
 
| 24 
2 
Lo que pasa en el baño, se queda 
en el baño. O no. 
 
Traducido por Josmary 
Corregido por Michelle♡ 
 
Randy 
 
Me encuentro presionado contra la puerta, con el manubrio 
golpeando la parte inferior de mi espalda mientras Lily mete su lengua 
por mi garganta. Rompe el beso, si es que se puede llamar así, y me 
empuja, pero todavía está sosteniendo mi camisa. Sus fosas nasales se 
ensanchan un poco, y sus ojos, una sombra de un marrón tan oscuro 
que casi no puedo ver dónde termina su iris y comienza la pupila, están 
vidriosos. 
No tengo ni idea de qué pensaba que sucedería al seguirla a este 
baño. Mi único plan era tener algún tipo de discusión, ya que la última 
vez que cruzamos palabras incluyó que me llamara idiota, así como una 
serie de insultos creativos, y que no contestara mis llamadas. También 
escribió en toda mi ropa con marcador permanente. Me lo merecía. Me 
gusta que tenga mi tipo de locura. 
Sacude la cabeza y retira el cabello oscuro que le cae en los ojos. 
Su pecho se agita con cada respiración. Se ve atractiva esta noche. Sus 
vaqueros acentúan las finas y delgadas líneas de su cuerpo. Su 
camiseta se encuentra atada en el costado para acomodar lo larga que 
es a su estrecha figura. 
Está casi jadeando. Me recuerda mucho la forma en como sonaba 
cuando comí su coño en la cabaña de Waters. Eso fue hace semanas. 
No he dejado de pensar en ello. No sé por qué. Quiero decir, puedo 
comer coño en cualquier maldito momento que quiera dar placer, no es 
que lo haga. Es algo íntimo bajar, y las conejitas suelen dar la vuelta 
 
| 25 
por varios tipos. No voy a poner mi boca donde han estado un millón de 
otras pollas. 
¿Hipócrita? De ningún modo. Tampoco dejo que las conejitas 
pongan sus bocas en mí... por una variedad de razones. Pero Lily no es 
una conejita, y necesitaba que la atendieran. Correctamente. Así que le 
hice sexo oral. Sin embargo, marqué los límites en follarla, porque no 
quería sentirme culpable si sólo me dejaba hacérselo para volver con su 
estúpido ex. 
Fue lo correcto, pero aun así me arrepiento. Especialmente 
porque sé que no ha vuelto con ese imbécil. No es que haya preguntado 
o algo. Miller me facilita esa información. Y ahora todo entre ella y yo 
parece estar de lado. O lo estaba hasta hace unos treinta segundos. De 
todos modos, al haber tenido mis dedos dentro de Lily, puedo decir, sin 
duda, que el sexo sería estelar. Es una pequeña y apretada petardo. 
Arrastra mi boca hacia debajo de nuevo y se detiene cuando 
nuestros labios casi se tocan. Alcanzo el pestillo detrás de mí y lo giro. 
No quiero ninguna interrupción en este momento. La empujo contra mí, 
atrapando sus manos entre nosotros. Luego acaricio el extremo de mi 
nariz contra la suya, todo suavemente blando. 
Suelta este pequeño gemido. Es apenas un sonido, inclina la 
barbilla hacia arriba, y sus caderas empujan hacia adelante. Tiene que 
ser capaz de sentir mi dureza. Sería imposible que no lo hiciera. Me 
paso la lengua por el labio, por la cicatriz de un palo que me dio en la 
cara hace mucho tiempo. Sigue el movimiento. Cuando levanta la 
mirada, tomo su boca. 
Esta vez, cuando intenta empujar su lengua más allá de mis 
labios, la hago retroceder con la mía. Sus manos dejan mi camisa, los 
dedos se cierran alrededor de mis muñecas mientras lucha para entrar 
en mi boca. No va a pasar. Aún no. Es difícil besar y sonreír, pero me 
las arreglo. 
Pasa sus manos por mi cabello. Sacándome la corbata, la lanza a 
través de la pequeña habitación. No tengo ni idea de dónde cae, pero 
seguro que no la recogeré del piso del baño. 
Nos hago girar para que esté contra la puerta y cuelo una rodilla 
entre sus piernas. Entonces empiezo a follarla en seco, básicamente. No 
sé qué me pasa. Este es un evento de caridad. Hay familias y niños. Y 
aquí estoy, encerrado en un baño con una chica que escribió PENE 
PEQUEÑO ADENTRO sobre la mayoría de mi ropa interior. Llevo un par 
esta noche porque medio esperaba verla y que esto pasara. 
Acuno su culo, la aprieto fuerte y la levanto. Tal vez mide un 
metro setenta, un metro setenta y tres en el mejor de los casos, y yo 
casi mido dos metros, así que tengo mucha más altura que ella y 
probablemente cuarenta y cinco kilos más. Es musculosa, compacta y 
estrecha, desde las caderas hasta la caja torácica. Envuelve sus fuertes 
piernas alrededor de mi cintura, otro de esos gemidos estrangulados 
burbujea en su garganta. 
 
| 26 
Si fuera posible que un ser humano devorara a otro, lo estaríamos 
haciendo ahora. Deja mi cabello y busca el borde de mi camisa. Sus 
uñas rasguñan mis abdominales. Muerdo su lengua en represalia. Aleja 
su rostro del mío, golpeando su cabeza contra la puerta. 
—¿Estás bien? —pregunto. 
Me pellizca el pezón, así que muerdo su cuello. —Hazlo de nuevo 
y voy a chupar hasta dejarte una marca —advierto, separando mis 
labios contra su piel. Sabe salado, dulce y muy, muy cálido. 
—No lo harías. 
—Oh, definitivamente lo haría. —Aplico un poco de succión y 
jadea, sus manos vuelven a micabello, sus uñas cavan en mi cuero 
cabelludo. 
Ajusto mi agarre y me muelo sobre ella mientras beso a lo largo 
de su garganta hasta su mandíbula. Estoy tan duro ahora. Desearía 
que estuviera usando algo que no sea jeans ajustados. La única manera 
en que puedo entrar en ella es darle la vuelta y tomarla por detrás. No 
es mi posición preferida. 
Sé exactamente cómo se ve la cara de Lily cuando se viene. Si voy 
a follarla, quiero sus ojos en los míos cuando lo pierda todo sobre mi 
polla. Un baño público probablemente no es el mejor lugar para que 
esto pase de todos modos, incluso si es accesible para sillas de ruedas y 
bastante limpio. Los baños públicos son más bien un movimiento de 
Miller, o un movimiento de Miller-antes-de-Sunny, de todos modos. 
Sigo rodando mis caderas y esos pequeños ruidos suyos se hacen 
más fuertes, así que cubro su boca con la mía de nuevo. 
Sus manos se convierten en puños, agarrándome el cabello tan 
fuertemente que casi me preocupa que lo arranque por las raíces. —Oh, 
Dios mío —gime contra mis labios. 
Me alejo, comprobando que está bien. Lanza la cabeza hacia 
atrás, golpeando la puerta de nuevo con un golpe bajo. Estamos 
haciendo mucho ruido aquí, pero al menos es un cuarto de baño 
alejado. 
La empujo firmemente contra la puerta con las caderas, así no 
tengo que usar ambas manos para sostenerla. De esa manera puedo 
evitar que su cabeza golpee contra la puerta. Si sigue así se hará un 
moretón. Si no lo supiera mejor, pensaría que se venía, lo cual sería 
imposible, ya que no he hecho nada más que frotarme sobre ella. 
—¿Lily? 
Sus ojos se deslizan hacia abajo para encontrarse con los míos, 
su shock reemplazado por el éxtasis. Su boca se abre. —Eso no es… no 
puedo… 
—¿Te estás viniendo? —A pesar de las pocas probabilidades, 
tengo que preguntar. 
 
| 27 
Sacude la cabeza furiosamente y tartamudea un no. 
Su expresión es sospechosa. No me lo creo. Agarrándole el culo, 
me balanceo por lo que estamos frente a la pared. Entonces la bajo al 
suelo. Sus uñas corren por el costado de mi cuello, y agarra mi camisa. 
—¿Por qué te detienes? —Jadea una vez y se tambalea vacilante. 
Hago que camine hacia atrás hasta que golpea la pared. 
Inmediatamente comienza a frotar su coño en mi muslo. Hay mejores 
lugares para que haga eso. Intenta empujar mi boca hacia la suya, pero 
tengo otros planes. Quito la camisa por su cabeza y la cuelgo en la 
perilla. Su bolso está en el suelo por mis pies, hay cosas esparcidas por 
todo el lugar. No es que importe ahora mismo. 
Su sujetador no es de lujo, ni encaje, ni nada especial. Es 
sencillo, satinado pálido. Puedo ver el contorno de sus pezones a través 
de él. Les daré atención más adelante. Mientras Lily monta mi pierna, 
abro el botón de sus jeans y bajo la cremallera. Su ropa interior 
coincide con su sujetador, más del simple satinado pálido. 
Empujo mi mano por el frente de sus pantalones. Se ha estado 
ocupando de las cosas. Me encuentro con piel suave. Pero sus vaqueros 
están tan apretados que no puedo pasar mi mano por la cresta de su 
pelvis. Puedo sentir lo caliente que está, pero no puedo llegar a toda esa 
humedad. En su defensa, mis manos son grandes, por lo que solo se 
agrega al problema. 
Lily juega con la hebilla de mi cinturón y luego la cremallera. Mi 
erección se presiona a mis boxers. Se congela, sus ojos se lanzan a los 
míos en estado de shock. No porque mi polla sea aterradora, aunque es 
algo así, sino porque puede leer el PENE PEQUEÑO ADENTRO que 
escribió en la tela rosa fuerte en letras mayúsculas con marcador 
permanente negro. 
Se muerde el labio y hace una mueca, como si no estuviera 
segura de sí debería reír, sentirse avergonzada, o disculparse, o tal vez 
las tres. Desliza la cintura como si estuviera pensando en meter su 
mano dentro. —¿Por qué todavía los tienes? 
—Son mis favoritos. 
—Pero... —Me toca a través de la tela y se frota en mi pierna al 
mismo tiempo. Sus ojos se arremolinan y se estremece de nuevo. 
—Creo que ambos somos conscientes de que es publicidad falsa. 
—Alejo la mano que cubre mi polla y doy un paso atrás. Luego caigo de 
rodillas y bajo sus vaqueros por las caderas, junto con sus bragas, que 
están húmedas. Es como si estuvieran bien pegadas a su cuerpo. 
—¿Qué estás...? 
Deslizo una mano entre sus piernas, cortando sus palabras. Me 
deslizo sobre su clítoris y empujo dos dedos dentro de ella. Quiero 
averiguar si tengo razón, de que se vino de forma espontánea y sin 
tocarla. Cae contra la pared y trata de separar sus piernas, pero sus 
 
| 28 
pantalones vaqueros hacen que eso sea imposible. Su cuerpo entero 
tiembla, y grita cuando doblo mis dedos. Ahí es cuando lo siento: el 
pulso alrededor de mi mano. 
—Te estás viniendo. —Levanto la mirada para verla, sin camisa, 
la correa de su sujetador colgando de su brazo en lugar de asentarse 
sobre su hombro, sus palmas contra la pared detrás de su cuerpo. 
—No mierda —jadea. 
—Siquiera te he tocado. 
—Estoy tan confundida como tú. 
—Dobla las rodillas y separa las piernas —ordeno. 
—¿Qué...? 
Muevo mi mano de entre sus muslos, provocando un sonido 
desalentado. Agarrándola por la cintura, me sumerjo bajo su rodilla y 
empujo mi cabeza a través de la estrecha abertura para estar cara a 
cara con su coño. No es fácil, pero me las arreglo. Entonces la levanto 
para que esté sentada sobre mis hombros con sus piernas colgando 
sobre mi espalda. 
Me aferro a su muslo izquierdo y deslizo la otra mano por su 
estómago y debajo de su sujetador. Sus pechos salen por debajo, los 
pezones se tensan mientras rozo mi pulgar sobre uno. Cubro la suave 
hinchazón con mi palma, apretándola mientras la sujeto contra la 
pared. No tengo mucho espacio para moverme, pero ya se ha 
acomodado lo suficiente, así que succiono su clítoris con mi boca y 
hago un círculo con mi lengua. 
—Santa mieeeeeeee… —Sus piernas se tensan alrededor de mi 
cabeza. Abandono su pecho y cubro su boca. No creo que tenga la 
capacidad de controlar su volumen en este momento, o cualquier otra 
parte de ella, teniendo en cuenta la forma en que está retorciéndose. No 
sé si alguna vez he estado con una chica que se pueda venir tan rápido 
y fuerte con tan poco contacto. La última vez se vino muchas veces, 
pero no fue así. Tal vez sea porque estamos en un lugar público y le 
gusta el exhibicionismo. 
Cualquiera que sea la razón, daré todo por que suceda de nuevo. 
Gime mi nombre en mi palma y muerde la parte carnosa, retorciéndose 
contra mi cara. El estremecimiento comienza de nuevo. Es seguido por 
un ruido que suena casi como un sollozo. 
Levanto la cabeza, mi barba frotándose contra su clítoris. Voy a 
necesitar lavarla después. Un violento temblor brota a través de todo su 
cuerpo. —Lily, nena, ¿estás bien ahí arriba? 
Su cabeza se inclina hacia adelante, su aliento sale en ráfagas 
cortas. Todo lo que hace es soltar un sonido. Tiene los ojos caídos y 
vidriosos. Parece estar volada tan alto como una cometa. 
—¿Qué? 
 
| 29 
—¿Estás bien? 
Sacude la cabeza y parpadea un montón de veces, como si 
estuviera tratando de disipar la niebla. —Tantas corridas. —Lo dice de 
forma embrollada. 
Estoy a punto de volver a comer su coño para hacer que pase otra 
vez, cuando un golpe en la puerta nos sorprende. 
—¿Lily? ¿Estás ahí otra vez? —Es Sunny, la novia de Miller. Ella y 
Lily son las mejores amigas. Esta es una situación interesante. 
Los ojos de Lily se abren, su pánico es cómico. —¡Saldré en un 
minuto! 
Lucha para bajarse de mis hombros, casi haciéndonos caer. No 
sería tan malo si no estuviéramos en un cuarto de baño. Está limpio, 
pero no tan limpio. Le agarro las manos y muerdo el interior de su 
muslo, chupando fuerte la piel. 
—¡Ay! 
—¿Está todo bien ahí dentro? —pregunta Sunny. 
—Está bien. Estoy bien. ¡Acabo de golpearme el dedo del pie! 
Levanto una ceja, y articula ¿qué? pero deja de hacer las cosas 
difíciles para que yo puedaponer sus pies en el suelo y gateo fuera de 
entre sus piernas. Casi pierde el equilibrio, pero sostengo sus caderas y 
la mantengo de pie. Antes de levantar sus bragas presiono un beso por 
encima de la hendidura de su coño, luego, agrego suficiente succión 
para dejar un apenas visible y morado moretón para que coincida con el 
del interior de su muslo. 
—¡Detente! —susurra-sisea, tratando de apartar mi rostro. 
Sin embargo, soy más fuerte que ella, y mueve sus caderas hacia 
adelante, mientras me jala el cabello, como si estuviera buscando 
secretamente mi lengua de nuevo. Lamo su clítoris hinchado una 
última vez, viendo como su piel se eriza, luego coloco sus bragas 
cuidadosamente sobre sus caderas. Se encarga de sus jeans apretados, 
levantándolos con mucha menos dificultad de la que tuve al bajarlos. 
Lily ajusta su sujetador para que sus pezones estén cubiertos de nuevo 
y jala su camisa por encima de su cabeza. Su cabello es un dulce lío. 
Una vez que todas sus mejores partes están ocultas, muevo mi 
dura, dolorida polla a la izquierda para subir mis pantalones. 
—Oh, Dios. —Extiende la mano, luego se detiene—. Estás tan 
duro. Ni siquiera hice... 
—No te preocupes. —Guiño—. Eso será resuelto más tarde. 
—Tengo que llevar a Brett a casa. 
Me encojo de hombros. —Puedo esperar. 
Su boca cae, eso parece ser una reacción que a menudo le 
provoco. —¡Oh Dios mío! ¡Eres un idiota! 
 
| 30 
—¿No acabas de venirte tres veces? 
—Dos punto cinco, ¡y no te obligué a comer mi coño! 
—Tú eres la que me besó, y seguro que no pareció molestarte que 
te comiera. 
Mete todos los artículos esparcidos en su bolso y lo abraza a su 
pecho. Dándome un codazo en las costillas, me empuja fuera del 
camino. No entiendo cómo puede pasar de la felicidad del orgasmo a 
estar enojada, pero entonces no la conozco muy bien. Tal vez es bipolar 
o algo así. 
—¿Cuál es el problema? 
Quita el pestillo y se vuelve hacia mí, con pánico. —Me tengo que 
ir. Necesito alejarme… 
Abre la puerta y sale tropezando hacia el pasillo. —¡Disfruta el 
resto de tu velada! —Mira hacia mi entrepierna—. ¡Espero que tu, uh, 
situación se resuelva sola! 
—Todavía esperaba algo de ayuda con eso. —Salgo detrás de ella, 
abrochándome los pantalones. Sunny mira a Lily y de nuevo a mí. 
Miller está de pie detrás de ella con una expresión sombría. 
—Jódete mucho por los orgasmos. —Lily coloca la palma de su 
mano en la boca, como si no pudiera creer que acabara de decir eso. 
—Eso es lo siguiente en mi lista de tareas pendientes. —Soy un 
asno tan antagónico. 
—Supongo que perdiste esa oportunidad. De nuevo. —Se encoje 
de hombros y murmura algo más. 
Fui considerado al no follarla en la cabaña de Waters. Parece que 
tal vez no lo apreció tanto. —Podría arreglar eso si aceptaras volver 
conmigo a mi habitación de hotel. —Estoy sonriendo. No puedo evitarlo. 
—Lo haría... —Sus ojos se cierran por un momento—. ¡Necesito 
encontrar a mi primo! —Gira sobre sus talones y se va de forma 
apresurada. 
—Um... iré a tratar con ella. —Sunny apunta en la dirección de 
Lily y se va tras ella, su cabello rubio revolotea mientras se marcha. 
—¿Qué mierda te pasa, Balls? —Miller luce molesto. 
Subo la cremallera de mis pantalones e inhalo bruscamente, casi 
atrapando mis boxers en el cierre. Ahora quiero volver a encontrarla 
antes de que se vaya. No he resuelto nada. El propósito de seguirla era 
hablar, no comerla. —Debería ir tras ella. 
Doy un paso en la dirección en la que Lily se fue, pero Miller 
levanta un brazo para detenerme. —Uh, amigo. No hasta que lidies 
contigo mismo. —Gesticula a todo por encima del cuello. 
Sacudo la cabeza, frustrado, pero regreso al baño y reviso mi 
reflejo. Me río. —Oh, mierda. —Mi cabello es un desastre; es decir, está 
 
| 31 
en todas partes. Mi rostro, bueno, eso es otra historia. Definitivamente 
necesito lavármelo, ya que Lily se vino encima de él. Puedo olerla. 
También tengo rasguños que van desde el lado de mi mandíbula hasta 
el cuello de mi camisa. Busco en el suelo el lazo del cabello que Lily 
arrancó. Lo encuentro al lado del inodoro. No tengo ninguna otra opción 
ahora, así que lo recojo del piso y agarro mi cabello de nuevo. Voy a 
necesitar una ducha una vez que vuelva al hotel. 
—No lo entiendo, hombre. Has estado fuera de escena durante el 
último mes, y de repente estás de vuelta. ¿Aquí precisamente? Es una 
maldita recaudación de fondos, Randy, no una de las fiestas de Lance. 
—Lo sé. —Lance “romance” Romero es otro de nuestros 
compañeros. Es famoso por sus fiestas llenas de exceso y conejitas. 
Enciendo el grifo y lavo a Lily de mi cara y de mi barba. 
—¿De verdad? Porque parece que tal vez te olvidaste. De todas las 
chicas que podrías elegir para desvestir en un baño, ¿por qué tuvo que 
ser Lily? 
—Eso no es lo que pasó. 
Cruza sus brazos sobre su pecho. 
—En serio. No la follé aquí. Quiero decir, jugábamos, pero la 
follada no sucedió. —Entonces agrego—: Solo tuve un poco de postre, es 
todo. 
Miller se frota la cara con la palma de la mano. —Es mejor que te 
calmes, Balls. Lily es muy cercana a la familia Waters. Alex es como un 
hermano, y si descubre que estás jodiéndola, serás el próximo en su 
radar de narices rotas. 
—No es lo que crees. —Cierro el agua y me vuelvo para 
encararlo—. Honestamente, Miller, todo lo que quería hacer era hablar 
con ella. Nos veremos en un par de semanas en la fiesta de compromiso 
de Waters. Pensé que sería bueno despejar el aire... 
—¿Comiéndole el coño en el baño? 
Le doy una sonrisa descarada. —Aprendí del mejor. 
Miller sacude la cabeza. —Sí. No es gracioso, imbécil. Me 
cambiaron de equipo por esa mierda, ¿recuerdas? 
—Lo siento. Es que... nos dejamos llevar. —Hago algunos gestos 
al azar con la mano mientras intento averiguar lo que quiero decir. 
—No puedes follar a Lily por ahí como lo haces con las conejitas, 
Randy. No está bien. 
—No voy a follarla por ahí. Sólo nos estamos divirtiendo. 
—Voy a seguir y decir que no creo que tu versión de diversión y la 
de Lily sea la misma cosa. 
—La buscaré y me aseguraré que estamos bien. 
 
| 32 
El teléfono de Miller vibra. Lo saca de su bolsillo y digita la 
contraseña. Sus cejas se unen mientras lee lo que hay en la pantalla. 
Miller es disléxico, se le dificulta leer. Después de unos segundos, 
golpea el botón de texto a voz y una chica británica lee el mensaje en 
voz alta: 
No consigo que Lily me cuente lo que pasó. Va a llevar a 
Brett a casa. 
—Voy a buscarla. 
—Su pequeño primo está con ella, el amigo de Michael. ¿Qué vas 
a decir con él allí? 
—No lo sé, pero lo averiguaré. —Me dirijo al bar. Sunny está de 
pie en la entrada con su teléfono en la mano, girando un mechón de 
cabello alrededor de su dedo—. ¿Dónde está Lily? 
Sunny suelta su cabello y suspira. —¿Qué le hiciste? 
No creo que la honestidad vaya a funcionar para mí aquí, así que 
en lugar de decir que la follé con la lengua hasta que se vino en mi cara, 
voy con—: Creo que hubo falta de comunicación. 
Un niño se acerca a mí, con una mirada familiar de idolatría. —
¿Randy Ballistic? 
Sonrío. —Sí, hombre, ¿cómo te va? 
—¿Puedes darme tu autógrafo? —Sostiene uno de esos libros de 
fotos hechos en casa. Incluso tiene una de mis cartas de novato en una 
funda protectora especial en ella. 
—Sí, claro, por supuesto. 
Su madre está de pie detrás de él, sonriendo. —Muchas gracias. 
Te ama. Quiere ser como tú cuando crezca. 
Normalmente eso es algo que me gusta escuchar, pero en este 
momento no me hace sentir bien en absoluto. No basado por lo que 
pasó en ese cuarto de baño. 
 
 
 
| 33 
3 
Reacción excesiva intencional 
 
Traducido por Vane Black 
Corregido por Miry GPE 
 
Lily 
 
De acuerdo, así que la forma en que manejé esa situación podría 
haber sido mejor. Pero su insinuación de que iba a cuidar de su polla 
más tarde me enloqueció, aunque fui yo quien lo mencionó. Porque 
tiene razón. Lo habría hecho,si el universo no hubiera intervenido, 
aunque nada de eso se suponía que iría hacia abajo. Especialmente no 
Randy. 
Luego, está esa parte entera donde tuve un orgasmo con sólo 
frotarnos a través de la tela. Ni siquiera hubo un toque real. No al 
principio. Eso nunca ocurrió antes. Puede que haya tenido un orgasmo 
incluso antes de que empezara a follar con su pierna mis partes 
femeninas. Fue uno pequeño, nada más que una versión de estornudo 
reprimido, pero, aun así. ¿Cómo incluso sucede eso? 
Llevo a Brett fuera de la pista y llamo a mi tía, que nos recoge. 
Brett definitivamente no está feliz de irse, pero tiene trece años y son las 
diez y media, lo cual es más tarde de lo que normalmente se queda 
fuera. Me siento totalmente distraída todo el viaje a casa, lo que está 
bien porque Brett no puede dejar de hablar de lo impresionantes que 
son Miller y Randy y cómo quiere ser jugador de hockey profesional. 
Mi tía asiente y sonríe, hace los comentarios positivos apropiados, 
pero cuando me mira en el espejo, sé que esto lo llevará a la decepción. 
Brett es uno de seis niños. Mi tía se quedó en casa para criarlos, y mi 
tío tiene un buen trabajo, pero son un montón de bocas para alimentar. 
Cuatro de ellos son niños de entre tres y quince años. Las facturas de 
comestibles en esa casa tienen que ser exorbitantes. 
Mis tíos apenas pueden manejar los costos asociados con el 
entretenimiento de hockey de Brett. El tiempo que toma asistir a todos 
 
| 34 
los partidos fuera de casa, por no mencionar el dinero, le hará 
imposible ir más lejos. El hockey es un deporte caro. Al igual que el 
patinaje artístico. 
Mi corazón se rompe un poco. Conozco personalmente su 
inminente decepción. Hace cuatro años me encontraba al borde de la 
clasificación para los Juegos Olímpicos. Habría significado patrocinio y 
la oportunidad de avanzar en esa carrera. El patinaje artístico era lo 
único que conocía y mi gran amor. Pero mi papá, el imbécil pendejo que 
es, dejó de pagar la pensión alimenticia. Le debe a mi madre algo así 
como ochenta mil dólares. También me debe mi maldito sueño. Pero no 
estoy amargada por eso. Fui a la Universidad de Guelph en su lugar. 
En el momento en que mi tía me deja, no me siento tan mareada 
por los mojitos y chupitos, mi cuerpo ya no se siente como que va a 
explotar. Busco mi llave en el bolso y entro en el vestíbulo del edificio de 
apartamentos. Mi mamá y yo vivíamos en una casita. Era pequeña, pero 
era nuestra. Cuando mi padre detuvo la pensión alimenticia, tuvimos 
que mudarnos. El apartamento no está mal. Está en un vecindario 
agradable, porque Guelph es generalmente una ciudad agradable, pero 
es pequeño y echo de menos tener un patio trasero. 
Grito cuando entro al apartamento, pero me encuentro con el 
silencio. Mi madre no está en casa, lo que puede o no ser algo bueno. 
Tiene la noche libre, así que podría estar en casa de una de sus amigas 
o podría estar en una cita. 
Me dirijo a la cocina. Necesito agua. Montones. No bebo mucho. 
No me gusta estar fuera de control, y no me cuesta mucho llegar allí. 
Tal vez eso explica los orgasmos espontáneos. 
Examino las despensas por algo de comer. Necesito comprar 
comida mañana. Hay pocas opciones. Encuentro una bolsa de 
palomitas de maíz con extra mantequilla y la observo girar por noventa 
segundos. Una vez hecho esto, derrito un poco de margarina y la vierto 
en la cima. Tengo dificultades para mantener el peso, por lo que cuanta 
más grasa consumo, más probable es que me quede donde se supone 
que debo estar. 
Meto el plato bajo el brazo, vuelvo a llenar mi vaso, saco mi bolso 
del mostrador y me voy a mi habitación. Es pequeña; la cama doble 
ocupa casi la mitad del espacio. Caigo en el colchón y abro mi laptop, 
que es una de las viejas de Sunny. Es realmente buena. Mi teléfono 
vibra desde dentro de mi bolso. Lo saco, mi estómago hace algunos 
giros mientras me desplazo por la pantalla. 
Tengo varios textos de Sunny, que no es inusual. Pasamos mucho 
tiempo juntas, excepto cuando asiste a la escuela, enseñando yoga u 
ofreciéndose como voluntaria en el refugio de animales y yo no estoy 
trabajando en uno de mis dos trabajos. Son los mensajes de Randy los 
que hacen que mi estómago se sienta como si tratara de saltar por mi 
garganta. 
 
| 35 
Los ignoro todos para probar mi autocontrol e iniciar sesión en mi 
computadora. Tan pronto como el navegador se abre, escribo “orgasmos 
espontáneos”. No obtengo mucha información útil. Sobre todo, es un 
montón de tonterías e hipotética mierda. Un artículo es sobre una 
mujer que tiene más de cien orgasmos al día. Suena horrible y 
embarazoso. No puedo imaginar cómo sería si tuviera orgasmos no 
provocados cada vez que viera a Randy. O tal vez pueda. 
Todo mi cuerpo se calienta y los dedos de mis pies se enrollan 
ante el recuerdo de su boca en mí. ¿Realmente lo dejé comerme en un 
baño? ¿En la pista donde trabajo? Nunca podré usar ese cuarto de baño 
de nuevo sin tener algún tipo de recuerdo caliente. 
Doy tragos a mi agua y realizo otra búsqueda, esta vez con 
“Randy Ballistic” y “novia”. He estado acechando en línea al tipo desde 
que arruiné su ropa interior y arruinó mi vagina con sus dedos y boca. 
Aquí hay algunos datos interesantes sobre Randy: es un ligón en 
serie de corto plazo. De la investigación/acecho que he hecho, descubrí 
un grupo en línea que han “salido” con Randy y fueron botadas. Cuatro 
de ellas tienen su nombre tatuado en algún lugar de su cuerpo. La 
cadera parece ser popular. Una chica fue tan lejos como para tener su 
cara tatuada en su pecho, excepto que es un mal tatuaje y se parece 
más a una caricatura de ese tipo de Sons of Anarchy que a Randy. Me 
sentiría mal por ella, pero es una conejita, así que es culpa suya. 
El mensaje es desconcertantemente consistente: Randy es 
impresionante en la cama. Ballistic es definitivamente un apellido 
apropiado. Tiene un gran sentido del humor. Tiene dedos asombrosos. 
Tiene una resistencia increíble. Su polla es enorme, podría ser algo 
exagerado aquí. No estoy segura de eso ya que todavía tengo que verlo. 
Basada en mi caricia, es sustancial. Parecen haber dejado de lado el 
hecho de que su lengua es un arma de destrucción sexual masiva. 
Más interesante es este chisme: sólo tiene sexo con las luces 
apagadas. 
Cuando tonteamos en la cabaña de Alex, la luz en el cuarto de 
baño se hallaba encendida, así que no estaba totalmente oscuro, pero 
lanzó las cubiertas sobre nosotros. Pensé que era lindo porque quería 
mantenerme caliente. En agosto. Ahora tengo cosas para reflexionar, 
¿es como un fetiche? ¿Piensa en alguien en particular mientras está 
ocupado en ello? Si es así, ¿quién? Y a la mierda ella. 
Hay demasiadas preguntas a las que no tengo respuestas. No es 
que las necesite. No voy a quedar atrapada en un cuarto de baño con él 
otra vez. Al menos mi intención es evitar ese escenario en el futuro. Mi 
falta de autocontrol es humillante. 
Tengo dos semanas para prepararme para la fiesta de 
compromiso de Alex y Violet. Para entonces, debería ganar algo de 
fuerza de voluntad. Nada bueno puede venir de ser una conejita, así 
que aquí está la esperanza. 
 
| 36 
Mi teléfono vuelve a sonar. Es Randy. 
¿Todavía sigues enojada conmigo? 
Silencio, ¿eh? Tienes un gran rencor. Necesitas saber que el 
lavado de autos fue un malentendido. Quise decírtelo en el baño, 
pero saltaste sobre mí, así que no tuve oportunidad ;) 
La cara guiñando me molesta casi tanto como que me dijera que 
salté sobre él. Y que me recordara las fotos del estúpido lavado de autos 
que me hizo sentir furiosa. Decido ser descarada. 
¿Quién es? 
Los puntos de carga aparecen enseguida. 
El tipo en cuya cara te viniste hace un rato. 
Cada músculo debajo de mi cintura se tensa. La sangre corre a 
mis mejillas y luego se mueve hacia abajo, seguido de hormigueos. 
Mordisqueo mi uña, sin saber si quiero jugar este juego con él. Deberíarestarle importancia. El rastro de las conejitas emocionalmente lisiadas 
con su nombre tatuado en sus cuerpos debe ser el equivalente de la 
cinta de PRECAUCIÓN. Pero esos orgasmos... 
Mi teléfono suena, sorprendiéndome. Respondo antes de que 
pueda sopesar adecuadamente mis opciones. 
No hay un hola, sólo la profunda voz baja y sexy de Randy en mi 
oído. —¿Todavía un poco nublada, Lily? ¿Te cuesta recordar? ¿Quieres 
venir a mi hotel para refrescarte la memoria? 
Me muerdo los nudillos para detenerme de decir que sí. De todas 
las malas ideas, ir a su hotel definitivamente encabeza la lista. Estoy 
garantizada para tomar todo tipo de malas decisiones. Incluyendo la 
que quiero hacer más, que es dejarlo meterse dentro de mí. No sé si es 
normal sentirse así de atraída por otro ser humano. 
Voy con el sarcasmo, porque es seguro. —¿Entonces supongo que 
no encontraste una conejita para montar tu polla? 
Randy se ríe entre dientes. —No. Mi polla me dijo que no quería 
una conejita. Te espera a ti. 
Ruedo los ojos, aunque no pueda verme. —¿Esa línea funciona? 
—No es una línea. Mi polla y yo estamos tensos. Tuvimos una 
conversación muy seria. 
Me río. —Bueno, deberías decirle que no contenga el aliento. Se 
pondrá azul. 
—Ya está azul. Deberías venir a mi hotel y ver. 
—Puedes enviarme una foto. —Casi espero que lo haga. 
—No es lo mismo. ¿Y si voy a verte en vez de eso? 
Ni siquiera puedo imaginar a alguien como Randy en un 
dormitorio como el mío. —Eres persistente, ¿verdad? 
 
| 37 
—¿Esa eres tú diciendo que sí? 
Dudo un segundo, sabiendo muy bien que si concuerdo es un 
polvo asegurado. —No puedo. Tengo que lavarme el cabello. 
—Oh, hombre. ¿La excusa de lavar el cabello? Y aquí estoy 
pensando que nos divertimos juntos. Bueno, si no puedo convencerte 
de venir a verme, voy a cuidar mi propio problema. Buenas noches, Lily. 
Te veo en un par de semanas. 
El recordatorio de que nos veremos en la fiesta de compromiso es 
otra razón por la que no debería seguir entreteniendo esta posibilidad. 
—Buenas noches, Bolas Azules —replico. 
—Tan inteligente. No por mucho tiempo. Estaré pensando en ti. 
Randy cuelga. Le mando un meme de una anciana sin dientes 
con el subtítulo "Besémonos”. 
Diez minutos más tarde, tengo otra imagen de respuesta de su 
dedo medio de la mano con el tatuaje. Ese dedo estuvo dentro de mí 
recientemente. La tomó mientras yacía en la cama de su hotel con sólo 
una sábana cubriéndolo desde la cintura hacia abajo. Sus abdominales 
apretados y la profunda y musculosa V están capturados 
maravillosamente. Puedo ver, muy claramente, un bulto que se asemeja 
a la forma de su pene bajo ese algodón blanco. También puedo ver su 
borroso reflejo en el espejo. Su cabello está suelto y desordenado, 
rozando su barbilla. Es el cuadro de absoluta relajación. 
No envío una respuesta. En su lugar, apago mi computadora, 
bloqueo mi puerta y saco mi bala mágica. Lanzo las mantas por encima 
de mi cabeza y me doy un orgasmo mientras miro esa maldita foto en 
mi teléfono. 
 
 
| 38 
4 
¿Qué diablos es normal de todos modos? 
 
Traducido por Gleymar Martinez & Pachi Reed15 
Corregido por Anna Karol 
 
Lily 
 
A la mañana siguiente, el teléfono me despierta. Lo busco a 
tientas en mi mesita de noche. No está ahí. Lo encuentro debajo de mi 
almohada, donde lo dejé después de hacerme venir por el dedo medio de 
Randy. Tres veces. Creo que tengo un problema. 
—¿Hola? —murmuro. 
—¿Todavía estás durmiendo? —pregunta Sunny. 
—Ya no. —Sunny se despierta estúpidamente temprano, incluso 
en los días que no tiene que trabajar. Tengo suerte de que esperara 
tanto tiempo para llamarme. 
—¡Estupendo! Vístete. Te recogeré en quince minutos. Hice rollos 
de canela, vamos a tener un desayuno familiar. Y asegúrate de traer un 
traje de baño ya que los míos no te quedan. 
—Está helando. 
—No está helando, Lily. Hoy habrá dieciocho grados. 
—Ese no es un clima de piscina. 
—Accionamos el calentador del agua. Es como un sauna. 
—¡Espera! ¿Qué hay con Randy? ¿Estará ahí? —Mi vagina se 
excita ante el pensamiento. 
—Voló devuelta a Chicago esta mañana. Me contarás todo lo que 
pasó anoche. Te veo pronto. —Cuelga. 
Me quedo ahí por unos minutos, mirando el techo, tratando de 
agarrar energía para lograr salir de la cama y tomar una ducha rápida. 
En cambio, reviso mis mensajes de anoche. No sólo para ver el dedo 
medio de Randy y su pecho desnudo, o el surco de su pene debajo de la 
 
| 39 
sábana blanca. Aunque esa era parte de la razón. Tengo un mensaje 
suyo. Es otra foto. Un acercamiento de su cuello y mandíbula. Viste 
una camiseta. Líneas rojas viajan desde su oído y desaparecen debajo 
de su cuello. Fue enviado a las seis de esta mañana. 
Cobraré cuatro daños para la próxima vez que nos veamos. 
Oh, hombre. Son arañazos. Hechos por mí. Me pregunto qué 
significa exactamente cobrar daños. Tampoco tengo las agallas para 
preguntar. Estoy segura que la respuesta me hará lamentar no haber 
aceptado su oferta de una visita anoche. 
Tiro mi teléfono a un lado y salgo de la cama. Arrastro los pies 
hasta el baño que está al otro lado del pasillo. El apartamento parece 
tranquilo. Consigo un vistazo de mí misma mientras enciendo la ducha. 
Mi cabello está pegado por todos lados. En un segundo pensamiento, si 
Randy se despierta conmigo luciendo así, sería la última invitación que 
conseguiría. 
En menos de diez minutos ya me he duchado. Abro la puerta del 
baño y grito. Hay un hombre parado en mitad de la sala en un par de, 
¡Por favor, Dios! ¿Por qué?, boxers ajustados. Estimo que está a finales 
de los treinta o mitad de los cuarenta. Está en realidad en buena forma, 
aunque hay algunas canas y calvicie. También tengo un momento difícil 
tratando de mantener mis ojos en su cara, porque la parte delantera de 
su ropa interior luce una carpa por una erección mañanera. 
—¿Qué mierda? —grito mientras él se queda ahí, mirándome—. 
¡Mamá! Hay un hombre casi desnudo en el pasillo, ¿es tuyo? 
Ella sale de su habitación con una de sus batas de satén. Trato 
de no atragantarme, sabiendo que probablemente tuvo la acción que yo 
debí tener anoche. Pasa su mano por su cabello alborotado por el sexo. 
—Pensé que te quedaste en lo de Sunny anoche. 
—Entonces es tuyo. —Señalo al hombre parado a un metro de 
distancia de mí. Todavía luce un mástil, pero por lo menos puso sus 
manos abajo para cubrirse—. Sólo comprobaba que un pervertido 
medio desnudo no se paseaba por nuestro apartamento con una 
erección. 
—¡Lily! 
—¿Qué? Es verdad. Y ya pasó antes. 
—El señor Van Winkles no es un pervertido. Es senil. Olvida 
dónde vive a veces. 
—Sí, claro. Bueno, olvida llevar ropa también. —Juzgando por lo 
que pasa en su caída ropa interior, el señor Van Winkles fue 
probablemente un éxito con las chicas en su juventud. Me giro y 
camino más allá de la cita de mamá. Gracias a Dios, soy lo 
suficientemente delgada y no tengo que tocarlo, ya que parece incapaz 
de moverse del camino. 
 
| 40 
Cierro mi puerta y me pongo unos pantalones de yoga y una 
sudadera con capucha. Guardo mi traje de baño y mi equipo de 
patinaje limpio en el bolso; tengo que dar clases está noche. Espero que 
Sunny esté disponible para llevarme a la pista. Mi teléfono suena 
mientras me peino. Es Sunny dejándome saber que está abajo. Sabe lo 
suficiente como para no subir, al menos que yo la invite. Mi madre es 
una habladora. Nos puede mantener aquí por horas con té y lecturas 
sobre hombres. Aunque no creo que eso suceda hoy, por su conquista. 
Abro la puerta lo suficiente como para echar un vistazo. La sala 
está vacía. Salgo y voy de puntillas, meto mis pies en las zapatillas, 
agarro mis llaves del gancho y abro la puerta principal. 
—Voy a lo de Sunny y luego al trabajo, volveré luego. —Cierro la 
puerta antes de que mamá venga con pedidos de comestibles. 
Sunny me espera al frente de mi edificio en su Prius. Fue un 
regalo de

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