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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ 
CIENCIAS SOCIALES 
 
ESTUDIO ECONÓMICO - GRUPAL 
 
 
Tema: “Evolución de la informalidad limeña en el periodo 1950-2000: dinámica, factores 
sociopolíticos e impactos a nivel económico” 
Título: “La informalidad limeña a través de la historia peruana: factores socio-políticos, 
evolución e impactos a nivel económico durante la segunda mitad del siglo XX” 
Nombres y códigos: 
Fátima Trujillo Quiñe (20181324) 
Flavio Aguilar Chumbe (20181549) 
Especialidades y ciclos 
Trujillo: Economía - Sexto ciclo 
Aguilar: Economía - Sexto ciclo 
 
 
 
SEMESTRE 2020-2 
 
 
La informalidad limeña a través de la historia peruana: 
factores socio-políticos, evolución e impactos a nivel 
económico durante la segunda mitad del siglo XX 
 
Introducción 
Nos encontramos a puertas del bicentenario de Perú, lo cual representa, sin duda 
alguna, un momento de suma importancia para el país. Tras 200 años de 
independencia, en los cuales, como en toda historia, ha existido momentos de glorias y 
fracasos de los que podemos aprender para el futuro. Por ello, siempre hay que 
recordar que, como dice una célebre frase atribuida a Napoleón Bonaparte, si no 
conocemos los sucesos cruciales de nuestra historia, el pasado (es decir, si olvidamos 
o ignoramos momentos, procesos, etc.), entonces estaremos condenados a cometer 
nuestros errores nuevamente. Es por ello que tanto las buenas como las malas 
experiencias nos permiten comprender cuál es la realidad vivimos como sociedad; qué 
debemos evitar por el bienestar social; cómo debe ser nuestro comportamiento ante 
situaciones similares, pues se repiten, a otras vividas anteriormente; qué errores no 
volver a cometer y varias otras lecciones que solo pueden ser aprendidas con el paso 
del tiempo. 
Así, un fenómeno que se manifiesta intensamente en la actualidad y cuya historia puede 
enseñarnos mucho es el de la informalidad, la cual entendemos como el conjunto de 
actividades económicas que se desarrollan fuera del marco legal. La relevancia de la 
informalidad es tal que sus consecuencias pueden apreciarse, por ejemplo, en el marco 
de la pandemia del Covid 19 en Perú. Ello es explicado por Pighi (2020), quien resalta 
a esta problemática como uno de los factores principales que llevaron al fracaso el 
confinamiento en el país: una gran parte de la población, particularmente en Lima, no 
pudo acatar por mucho tiempo la cuarentena obligatoria producto de la pandemia, 
debido a que trabajan a diario para obtener lo que en el día necesiten comer, consumir 
y/o comprar, en otras palabras, es una subsistencia del “día a día”. Es por dicha razón 
que nos preguntamos cómo ocurrió esto; es decir, cómo la informalidad llegó a ser tan 
determinante para la economía de Lima y del Perú en la actualidad, pues, como se verá 
más adelante, gran porcentaje de la PEA pertenece al sector informal. En este sentido, 
para responder a esa pregunta, es fundamental que recurramos a la historia: 
buscaremos plantear e identificar qué factores socio-políticos fueron determinantes 
para la evolución de la informalidad en Lima durante la segunda mitad del siglo XX y 
qué impactos generó a nivel económico. En otras palabras, nuestra meta en este 
estudio económico consiste en describir aquellos factores determinantes en la 
evolución de la informalidad limeña, así como explicar los impactos de la última a nivel 
económico. 
Asimismo, la hipótesis que presentaremos consistirá en que, según la literatura 
existente sobre el tema, las migraciones masivas internas sumadas a la existencia de, 
como los clasifica Loayza (2008: 17), otros factores institucionales y estructurales 
desencadenaron un incremento continuo del nivel de informalidad en el período 
descrito, pues están relacionados al inicio de un período de cambios intensivos en el 
mercado laboral limeño (1950-2000). Estas produjeron un radical aumento en la oferta 
de trabajo a la que la demanda no pudo adaptarse rápidamente; por lo tanto, los 
migrantes se enfrentaban a operar bajo la informalidad o quedarse desempleados 
(Cotlear 1983: 22). Así, terminado el siglo XX, la informalidad en Lima se intensificó 
drásticamente, lo cual, según Rodríguez y Minoru (2010: 12), se evidencia con que 
concentraba al menos el 60% de la PEA. 
Ello resultó en importantes efectos, tanto positivos como negativos, a nivel económico. 
Por un lado, al mantener operativa la mano de obra no integrada en el sector formal, 
aumentó el producto y generó beneficios para este último debido a que se encuentran 
relacionados; por otro lado, al generar evasión tributaria, generó menores ingresos para 
el gobierno, lo que se traduce en un “freno” para la economía. Estos efectos pueden 
ser (y en el presente estudio, serán) corroborados con indicadores como el PBI y el 
crecimiento económico. No obstante, este estudio analizará que, a pesar de los efectos 
positivos que pudo haber traído consigo este fenómeno, el impacto, en general, fue 
contraproducente, debido a la ineficiencia que creó en el mercado, como menciona 
Loayza (2008). Asimismo, el estudio de este autor resulta de suma importancia, pues 
en este se estima que la informalidad representaba, a comienzos del nuevo milenio, 
aproximadamente un tercio del PBI y como se indica, ello conlleva un crecimiento 
económico “distorsionado e insuficiente”. Cabe resaltar, así mismo, que, en dicho 
periodo, este fenómeno no solo habría crecido, sino que también se habría asentado 
en el mercado laboral. De tal forma, la tarea de las siguientes autoridades de 
reestructurar este último (para incentivar la formalidad) se dificultaría, al punto de que 
aún hoy el problema persiste (e inclusive, es posible que se haya agravado). 
Así, como se ha mencionado, a inicios de la segunda mitad del siglo XX, el mercado 
laboral limeño se vio revolucionado por un fenómeno social de gran magnitud: las 
migraciones masivas internas. Durante el resto del siglo, continuaron condicionando, 
junto a las políticas de los distintos gobiernos y otros determinantes socio-políticos, la 
evolución de dicho mercado y sus componentes; entre los cuales, podemos resaltar la 
informalidad. Hacia el final del siglo XX (y el final del gobierno dictatorial de Fujimori), 
se habría arraigado en la sociedad, lo cual determinaría el curso de la misma en el 
nuevo milenio. 
Entonces, dada la relevancia histórica de este fenómeno, el presente estudio 
económico se centrará en analizar algunos factores sociopolíticos que podrían haber 
determinado la evolución de la informalidad en el período 1950-2000 y los posibles 
efectos de la misma en la economía. El aporte de este estudio consiste en que nos 
permitirá entender cómo es que la informalidad se ha arraigado tanto en la sociedad 
limeña y nos brindará valiosa información con respecto al costo de la informalidad sobre 
el crecimiento económico. Asimismo, la magnitud de la misma hacia el final del período 
nos mostrará la (in)eficacia de las políticas empleadas por los distintos gobiernos para 
controlarla. Todo ello podría resultar útil para buscar y justificar formas de fomentar la 
formalidad en la capital, en particular, en el marco de una pandemia y crisis económica 
(altamente influenciada por la informalidad) y a puertas de las elecciones del 
bicentenario. 
Consecuentemente, este estudio se dividirá en dos partes: en la primera, se planteará 
un análisis de las condiciones que determinaron la evolución de la informalidad limeña 
en la segunda mitad del siglo XX, para lo cual, presentaremos una contextualización de 
la informalidad en la primera mitad del siglo mencionado para después poder analizar 
los cambios que se presentaron en la segunda mitad del mismo. En este sentido, se 
analizará e identificará qué factores sociopolíticos tuvieron un papel importante en la 
evolución de la informalidad en Lima a nivel económico. Para ello, se describirátambién 
cuáles fueron dichos cambios, es decir, cuál fue el proceso que atravesó la informalidad 
debido a los factores que serán presentados. 
En la segunda parte, proseguiremos con un análisis de los impactos de la informalidad 
a nivel económico. Así, después del análisis expuesto en la primera parte, se planteará 
que la evolución de la informalidad ha sido de tal magnitud que no resulta posible 
ignorar su papel tanto en la economía limeña, como a nivel nacional. Entonces, 
evaluaremos cuál ha sido la influencia de la informalidad particularmente en cómo se 
percibe el PBI y también sobre el crecimiento económico, ambos hacia finales del siglo 
XX. 
Informalidad: Contexto previo a 1950 y factores determinantes en 
su evolución durante 1950-2000 
En este capítulo nos centraremos en identificar y analizar cuáles fueron las condiciones 
relevantes para que la informalidad se desarrollara a tal punto que pareciera inherente 
a la sociedad limeña, lo cual significa que no podemos simplemente ignorar la existencia 
del rol importante que la informalidad cumple en la vida de las personas en Lima (como 
se ha hecho antes). No obstante, para poder entender ello, es de suma importancia 
saber a qué nos referimos con informalidad o, en términos más específicos, al sector 
informal de la economía. Existen múltiples definiciones de este; por ejemplo, Loayza lo 
define como aquel sector conformado por el agregado de empresas, trabajadores y 
actividades que están fuera de “los marcos legales y normativos que rigen la actividad 
económica” (2008: 2). De manera similar, según Schneider y Enste, este sector se 
encuentra conformado por las “actividades legales generadoras de valor agregado que 
se transan monetariamente y que no están registradas o no pagan impuestos” 
(Schneider y Enste citado en Machado 2014: 199). Así, podemos concluir que el sector 
informal comprende a las actividades económicas (así como a las personas y empresas 
relacionadas a las mismas) legalmente constituidas que no operan bajo el marco legal 
de la economía o no cumplen con sus responsabilidades tributarias. 
Asimismo, de manera general, se entiende que las causas de este fenómeno son, 
principalmente “institucionales” (como la libertad económica y la ley y el orden) y 
“estructurales” (como la educación y los factores demográficos), como las clasifica 
Loayza. Este autor también explica que, a nivel general, las causas de la informalidad 
se encuentran relacionadas a sistemas tributarios intransigentes, servicios públicos 
ineficientes y al escaso control estatal (2008: 50-58). No obstante, en cada economía, 
la informalidad se encuentra relacionada a distintos factores sociopolíticos propios del 
lugar. En el caso del Perú y, específicamente, de Lima, se encuentra altamente 
relacionada al fenómeno social de las migraciones masivas internas, acontecido a partir 
de la década de 1940. Este, sumado a otros factores circunstanciales y estructurales, 
generó cambios sustanciales en el mercado laboral y en la informalidad, como veremos 
a continuación. 
Sin embargo, antes de analizar cuáles fueron las transformaciones que la migración 
masiva a Lima produjo en la dinámica de la informalidad y el mercado de trabajo, resulta 
fundamental entender cuál era la situación previa a este fenómeno. Los orígenes del 
mismo en Perú se remontan, por lo menos, como indica Noejovich (2016), al período 
colonial. De tal forma, en la etapa republicana y, específicamente, en el siglo XX, la 
informalidad no resultaba una novedad; sin embargo, es en dicho siglo cuando diversos 
cambios sociales e industriales revolucionan la concepción y el desarrollo de la 
informalidad. Por ejemplo, esta irrumpió en los ámbitos urbanísticos y comerciales de 
Lima; no obstante, no era considerada aún una problemática para las autoridades y los 
empresarios formales. De hecho, estos últimos la fomentaban: “El primer espacio para 
el avance de la informalidad en el comercio lo concedieron los formales mismos al 
conferir a la actividad ambulatoria un reconocimiento costumbrista como parte de la 
identidad cultural de la ciudad a través de los siglos” (De Soto 1986: 81). Entonces, la 
informalidad empieza a “abrirse paso” en una ciudad con un mercado laboral en 
crecimiento y sin atravesar aún los diversos cambios industriales que traería el siglo 
XX. Sin embargo, la literatura en cuanto a la dinámica de la informalidad en gran parte 
de la primera mitad del siglo pasado resulta sumamente escasa, lo cual parece indicar 
que esta no habría sido considerada un obstáculo para Lima o para su crecimiento 
económico. 
Por otro lado, como explica Contreras (2009), en las primeras décadas del siglo XX una 
de las problemáticas más evidentes del mercado laboral en el país era la de la falta de 
mano de obra. Ante esta situación, las soluciones encontradas y utilizadas evidencian 
la existencia de una economía que, desde sus cimientos, no podría ser clasificada como 
“formal”. Es decir, una cuestión relevante en esa época es el hecho de la escasez de 
mano de obra, lo que generó soluciones que no podrían considerarse como formales 
debido a su naturaleza. Claros ejemplos de ello, como menciona Contreras (2009) son 
que solo en ciertos sectores (los más modernos) existían salarios monetizados y que 
los contratos muchas veces solo eran verbales. Asimismo, el autor explica que, en 
contraste, hacia 1930, la oferta laboral había aumentado considerablemente (debido a 
las crecientes presiones demográficas) y las condiciones laborales de los trabajadores 
empezaban a mejorar; no obstante, este proceso de “modernización” del mercado 
laboral no se efectuó de inmediato, mientras que los procesos sociales avanzaban con 
mucha más rapidez. 
Ese es el panorama que encuentran los migrantes cuando llegan a Lima: un mercado 
laboral en desarrollo (que, como se comprobó más adelante, no estaba listo para 
recepcionar mano de obra en tal magnitud) y que tuvo como una “vía de escape” 
disponible a la informalidad, la cual no constituía aún un problema prioritario para las 
autoridades y que era validada en tradiciones costumbristas. A pesar de ello, las 
migraciones masivas internas no explican por sí mismas el crecimiento de la 
informalidad en Lima, sino que los factores estructurales mencionados presentes en el 
mercado laboral y subyacentes a las migraciones son también relevantes. Como indica 
Cotlear (1983: 19), en muchos casos, los migrantes, al llegar a la capital, se enfrentaban 
inmediatamente al desempleo y las posibilidades de integrarse al sector formal 
rápidamente no eran alentadoras; entonces, encontraron aquella “vía de escape” que 
les brindaba una solución y un sustento inmediato: laborar bajo el marco de la 
informalidad. 
Así, debido a deseos de mejoras en educación, servicio, ingresos y otros por parte de 
los migrantes, el Perú empezó a urbanizarse rápidamente y la economía, sin embargo, 
no crecía a ritmo suficiente para que la totalidad de los migrantes consiguiera un empleo 
(Contreras y Cueto 2004: 326). Por lo tanto, en lo sucesivo (es decir, en cuanto la 
urbanización no se paralizó), para los migrantes ya establecidos en el sector informal, 
no sería sencillo encontrar una salida del mismo; ello se debió en gran medida a lo 
costoso que resultaba integrarse y mantenerse en la formalidad; es decir, los 
denominados “costos de la formalidad” que Hernando De soto (1987) plantea. Esto, a 
su vez, nos permite comprender que la informalidad no fue (y no es) necesariamente 
una decisión voluntaria en Lima y el Perú en general. 
De esta manera, se dieron las condiciones para que el sector informal crezca 
exponencialmente y se convierta en el sustento de miles de ciudadanos recientemente 
integrados a la capital. A estas, debemos sumar los factores institucionales y las 
recurrentes variantes en la economía nacional; es decir los períodos de crisis. Como 
planteanJaramillo y Huamán: la escasez de oportunidades fue el resultado agregado 
de “una economía en recesión que se instalaba sobre una población que no dejaba de 
crecer ni de migrar. El proceso de movilidad demográfica, buscando entre otras cosas 
el espejismo de la educación superior, instaló en las ciudades una economía informal 
que vino a convertirse rápidamente en las bases de la actividad productiva para la 
mayoría de peruanos jóvenes” (2014: 259). En otras palabras, lo que resulta de la 
existencia de carencia de oportunidades por una recesión económica y una población 
en expansión es que un gran número de personas (muchos de estos jóvenes) viera 
oportunamente tener que integrarse a una economía informal en proceso de 
asentamiento. 
Evolución de la informalidad en el período 1950-2000 
Durante los años restantes del siglo XX, las migraciones y el crecimiento de la 
informalidad no cesarían. Ello se refleja en que en el período de 1940 a 1961, Lima 
recibió aproximadamente 700 000 migrantes y hacia 1970, estos ya constituían 
aproximadamente la mitad de la población limeña (Chávez 1993: 2). Además, según 
estimaciones de Cotlear (1983: 26) hacia dicho año (1970) los migrantes representaban 
alrededor del 60% de la PEA empleada en el sector informal. En base a los datos 
descritos, podemos apreciar que, debido al alto grado de integración en dicho sector 
por parte de los migrantes, existe una alta correlación en el proceso de migración 
masiva interna y el crecimiento de la informalidad. Sin embargo, debido a la naturaleza 
de la informalidad, esta resulta de difícil medición. Más aun, considerando que, en su 
momento, no se le atribuyó la importancia necesaria, no se cuenta con suficientes datos 
para concluir con seguridad su magnitud. En ese sentido, la literatura al respecto es 
escasa y, en muchos casos, contradictoria. Así, investigaciones como las del Ministerio 
de Trabajo y Promoción del Empleo (citado en Gamero 2007) o la de Saavedra (1998) 
presentan distintas estimaciones con respecto a la magnitud del fenómeno, las cuales 
serán presentadas a continuación. 
GRÁFICO 1 
 
FUENTE: Elaboración propia en base a Saavedra (1998) 
GRÁFICO 2 
 
FUENTES: Gamero (2007), Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo 
La estimación del MTPE presenta menos datos que la de Saavedra; asimismo, sus 
resultados son menores en la década de 1980. Cabe resaltar que otras estimaciones, 
como las de Rodríguez y Minoru (2010) o la de la Organización Internacional de Trabajo 
(citada en Chacaltana y Saavedra 2009), presentan también estimaciones mayores a 
las del MTPE. Ello podría implicar cierta infravaloración por parte de esta entidad; por 
lo tanto, tomaremos la misma como una versión “conservadora”, mientras que la de 
Saavedra como una versión “reformista”. A pesar de las diferencias y variaciones en 
cuanto al tamaño real de la informalidad, es claro que esta mantiene su crecimiento 
hacia el fin del siglo. 
Por otro lado, resulta importante notar que la dinámica de la informalidad se vio 
fortalecida por la insuficiencia de políticas para fomentar la formalidad y la ineficacia de 
las empleadas. Un claro ejemplo de ello es que, durante el gobierno de Belaúnde Terry, 
con el propósito de aumentar ingresos fiscales, se elevaron los tributos de las pequeñas 
empresas. Esta medida, sin embargo, fue significativamente contraproducente: 
“El efecto neto de los cambios tributarios efectuados a partir de 1975 no fue del todo afortunado. 
Según algunos autores, la Dirección General de Contribuciones sufrió un retroceso, y sus sistemas 
operativos, normativos, de apoyo y dirección se fueron erosionando paulatinamente, hasta 
convertirse en una administración ineficiente. Entre los síntomas más visibles señala la evasión 
generalizada, la defraudación fiscal, el crecimiento de la economía informal y el aumento del 
contrabando” (Arias citado en Ponce 2009: 404). 
Por otro lado, las medidas con el objetivo de reprimir la informalidad directamente (por 
ejemplo, desalojar a los comerciantes ambulantes de las calles) tampoco daban 
resultados: los comerciantes regresaban una y otra vez, ya que no contaban con otra 
fuente de ingresos y la formalización era vista como un proceso innecesario y alejado 
de sus necesidades. 
Más adelante, en gobiernos como el de Alan García o Alberto Fujimori (período de gran 
crecimiento de la informalidad), se llevaron a cabo medidas populistas, como el 
aumento del sueldo mínimo injustificado. Del Valle (2008) explica que, en dicho caso, 
se produce una disminución de la demanda por trabajo formal (es decir, menos 
empleadores se encuentran dispuestos a pagarle a sus empleados la nueva 
remuneración mínima); consecuentemente, un exceso de oferta laboral, que termina 
traduciéndose (al menos parcialmente) en el traslado de esta mano de obra al sector 
informal. Así mismo, esta autora muestra la evolución del salario mínimo vital en la 
década de 1990, el cual será presentado a continuación. 
GRÁFICO 3 
EVOLUCIÓN DEL SALARIO MÍNIMO EN EL PERÍODO 1992-2000 
 
Fuente: Del Valle (2008) 
Evidentemente, la tendencia es un aumento constante y considerable de la variable en 
consideración. Según el estudio realizado por Céspedes (2005) respecto a los efectos 
del salario mínimo en el mercado laboral, en Lima metropolitana alrededor del año 2000, 
tras aumentos de la remuneración mínima vital, se registraron grandes pérdidas 
empleos formales y en muchos casos, los trabajadores se incorporaron al sector 
“Año” 
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informal. Si además tenemos en cuenta la falta de justificación económica para elevar 
el salario mínimo, resulta más comprensible el porqué de la similar tendencia alcista del 
nivel de la informalidad en este período en específico. En ese sentido, Schneider y 
Enste (citado en Machado), acotan que los salarios mínimos “elevados” impactan 
positivamente sobre el tamaño del sector informal (2014: 202). Además, Gamero (2007) 
relaciona estas políticas con otros factores coyunturales para explicar el resultado 
explosivo: 
“Varios fenómenos: hiperinflación, caída sin precedentes del PBI per cápita, terrorismo y ajuste 
estructural. En ese contexto, muchas empresas quebraron, tuvieron que adecuarse a un entorno 
sumamente cambiante y, entre otras medidas que tomaron para subsistir, no les quedó otra 
alternativa que volverse informales o informalizar el empleo que venían demandando, lo que fue 
facilitado por el cambio en la legislación laboral de comienzos de la década de 1990. Por otro lado, a 
los asalariados de los sectores público y privado que fueron cesados durante la primera mitad de esa 
década tampoco les quedó otra opción que el autoempleo” (2007: 1). 
Estos despidos y otras medidas, como el aumento del salario mínimo (que también 
generó despidos) provocaron nuevas formas de laborar al margen de la ley; es decir, 
una expansión del sector informal. 
Según Yamada y Chacaltana, en los inicios del nuevo milenio, del total de 11,817,547 
empleos existentes en el Perú, 8,837,372 eran informales, lo cual representa 
aproximadamente al 75% del total: el mercado laboral se había convertido, 
esencialmente, informal (2009: 26). Además de ello, debido a las múltiples causas de 
la informalidad en Lima, a la integración de las mismas y a los componentes culturales 
y costumbristas que subyacen a este fenómeno, este, hacia el año 2000, se había 
arraigado en las bases del mercado laboral, de forma que la tarea de reducirla se 
dificultaría considerablemente. Así, hacia el final del siglo XX, la informalidad resultaba 
un componente de suma importancia a nivel económico, característica que ha 
permanecido constante. 
Impactos de la informalidad en la economía peruana: PBI y 
crecimiento económico 
Tras haber analizado, en el capítulo anterior, qué factores fueron determinantes en el 
proceso de evolución de la informalidad duranteel período descrito y haber explicado 
cuál era la situación de la informalidad antes del período de interés (1950-2000), 
procederemos con un análisis de qué impactos tuvo la informalidad sobre Lima a nivel 
económico, pues, dado un crecimiento exponencial de la informalidad y los altos niveles 
de la PEA que conforma, no es de extrañar que sus impactos a nivel económico sean, 
similarmente, altos. Rodríguez y Minoru, en cuanto a este aspecto, indican que la 
informalidad no solo representa una muy importante proporción de la fuerza de trabajo, 
sino que las unidades de producción informales también están ampliamente extendidas, 
“pues 90% de los conductores de las unidades de producción identificadas con las 
encuestas de hogares no están registradas.” (2010: 1). Por otro lado, sabemos que la 
llamada “lucha contra la informalidad”, al menos en años recientes, ha sido constante. 
Sin embargo, no resulta del todo evidente por qué se ha procedido de esta forma; es 
decir, por qué resulta tan importante el (correcto) fomento de la formalidad. En este 
sentido, para poder explicar la influencia e impactos de la informalidad en la economía 
peruana, en particular la de Lima, se evaluará analizarán los efectos y su manifestación 
sobre cómo la percepción de los indicadores del PBI y también del crecimiento 
económico, ambos durante la segunda mitad del siglo XX. 
En primer lugar, según Rentería (2015), Verdera (2012) explica que, aquellas personas 
que cuentan con empleo formal son, por un lado, quienes obtienen los mayores 
ingresos en una economía, pero, en este caso, solo representan no más de la tercera 
parte de la PEA ocupada. En este sentido, quienes están en las posiciones de mayor 
ventaja son los empresarios del sector formal. Por otro lado, los ingresos percibidos en 
empleos informales son mucho menores que de los primeros, exceptuando el caso de 
los empresarios informales. Asimismo, “el empleo informal urbano es un fenómeno 
bastante extendido y con una fuerte persistencia en el tiempo” (Rentería 2015: 39). Es 
decir, existe una diferencia en la percepción de ingresos por trabajo entre el sector 
formal y el informal, lo cual se podría justificar bajo argumentos como el nivel de 
estudios que se requiere en el sector formal, entre otros aspectos. 
En segundo lugar, según Loayza (2018), la informalidad implica un acceso restringido 
a nuevas tecnologías (que, por ejemplo, podrían reducir los costos de producción), 
servicios públicos (por ejemplo, la protección judicial), seguridad ante el desempleo, o 
implica también riesgos de enfermedades, entre otros. El autor explica, además, que 
ello significa tanto menores beneficios para los integrantes del sector informal, como 
una menor productividad, lo cual, debido al tamaño de dicho sector, afecta 
negativamente a la producción. En tercer lugar, evidentemente, el escaso cumplimiento 
de los deberes tributarios conlleva a una disminución de los ingresos fiscales del 
Estado, lo cual se refleja en una menor recaudación tributaria y, por ende, se limita el 
gasto público. Tal como plantea Yamada, “Desde el punto de vista del control de 
tributación y otras regulaciones gubernamentales, el sector de autoempleo está casi 
siempre fuera de las posibilidades de fiscalización” (1994: 14). En cuarto lugar, de 
acuerdo a Machado, ya que la existencia de la informalidad implica un subregistro de 
los indicadores presentados por el Estado, estas dejan de ser confiables y; por lo tanto, 
se dificulta la planificación de políticas públicas, pues pueden no aproximarse a la 
realidad (2014: 201). 
Existen, no obstante, beneficios de la existencia de la informalidad. En primer lugar, 
Loayza (2018) explica que, si bien la informalidad disminuye el crecimiento económico, 
esta es mejor que el desempleo. Dado que la mayor parte de la PEA en Lima (y en el 
Perú) pertenece al sector informal y que, en muchos casos ello no es una opción 
voluntaria, las personas se ven en la necesidad de enfrentarse a la siguiente disyuntiva: 
desempleo o informalidad. Evidentemente, que más del 60 por ciento de la PEA se 
encuentre desempleada sería catastrófico para cualquier economía; por lo tanto, la 
informalidad, sin ser la solución óptima, es mucho más favorable que el desempleo. En 
segundo lugar, los ingresos generados en el sector informal no se gastan 
exclusivamente en este, sino también en el sector formal, y este último también 
consume productos o servicios en el informal; consecuentemente, se dinamiza la 
economía local. Ello es explicado por Chávez de la siguiente manera : “(...)es evidente 
que no se trata de dos sectores con desarrollo autónomo; las actividades productivas 
informales participan del proceso de acumulación capitalista respondiendo a las 
necesidades o a la demanda del sector moderno en una relación cruzada, vale decir: 
las empresas industriales canalizan partes importantes de sus ventas en el sector del 
comercio ambulatorio, aunque también cada vez más subcontratan partes de su 
producción a pequeñas y microempresas informales” (1993: 7-8). 
No obstante, cabe recalcar que no todos estos efectos resultan mensurables o no se 
cuenta con suficiente literatura para estimar la magnitud de los mismos en Lima en la 
segunda mitad del siglo XX. Es por ello por lo que nos limitaremos a explicar únicamente 
la influencia de la informalidad sobre el PBI y el crecimiento económico. Si bien también 
existen dificultades para determinar esta relación, la literatura existente nos dice lo 
suficiente como para poder tratar de “esbozar” su magnitud. 
Uno de los indicadores más relevantes a nivel económico es el Producto Bruto Interno; 
es decir, el PBI; este nos muestra a cuánto asciende el valor de todo lo que se produce 
(bienes y servicios finales) en una determinada región. Así, si queremos estimar los 
impactos de la informalidad a nivel económico, uno de los métodos más reveladores es 
el nivel que esta ocupa en el PBI y cómo afecta al mismo. Sin embargo, medir la 
influencia de la informalidad sobre el PBI, tal como se mencionó anteriormente, no 
resulta una tarea sencilla: tanto por la escasez de literatura referente a períodos 
antiguos en el Perú como por la ausencia resultados absolutos que se obtienen en los 
estudios; por ello, existen estimaciones distintas referentes a los mismos períodos. A 
continuación, se presentará una estimación con respecto a la magnitud de la 
informalidad como porcentaje del PBI en Lima. 
Lamentablemente, no se cuenta con data que muestre estos niveles antes de 1980, lo 
cual, nuevamente, ejemplifica la escasa importancia que se le otorgaba a este factor. 
Sin embargo, debido a su innegable crecimiento hacia estos años y a los primeros 
esfuerzos por tratar de identificar su magnitud, se puede reconstruir cuál fue (de 1980 
en adelante) su tamaño como porcentaje del PBI. En un estudio realizado por Machado, 
a nivel nacional, para cuantificar dichas variables, se estiman los siguientes resultados: 
GRÁFICO 4 
 
FUENTE: Machado (2014) 
De acuerdo con el gráfico, en 1980 el nivel de la informalidad como porcentaje del PBI 
ascendía a 37,8%, tras distintas variaciones a lo largo de dos décadas, hacia el 2000 
se llega a un resultado similar: 37% del PBI. No obstante, cabe recordar que en el 
mismo período la PEA que formaba parte del sector informal tomó un rumbo distinto: 
creció hasta llegar a aproximadamente el 70 por ciento de la PEA total. La explicación 
a esta aparente discordancia puede encontrarse en el tipo de empresas que, en su 
mayoría conforman el sector informal: las MYPES, que producen significativamente 
menos que las grandes empresas. Por un lado, aumentó la cantidad de MYPES y 
trabajadores de las mismas, mientras que, por otro, crecieron también las grandes 
empresas, disminuyendo así la influencia de la informalidad sobre el PBI. Además, cabe 
destacar que hacia el año 1990, se aprecia el nivelmás alto en la relación estudiada; 
así mismo, también hacia ese año, como explica Gamero (véase páginas 7-8), se 
agudizó gravemente la crisis económica del país, lo cual podría indicar que es bajo 
dichas circunstancias que la economía informal crece más (2007: 1). 
Para ahondar más en la relación de Lima y la informalidad, presentaremos dos cuadros: 
el primero muestra la participación departamental de la producción total del país (PBI), 
mientras que el segundo muestra la participación de la PEA en la informalidad limeña. 
Para no correr el riesgo de sobreestimar la misma, emplearemos la versión 
“conservadora” del Ministerio de Trabajo. 
CUADRO 1 
 Participación de los departamentos en el PBI 
P
O
R
C
EN
TA
JE
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EL
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AÑO 
 
 
 
 
 
FUENTE: Seminario, Zegarra y Palomino (2019) 
CUADRO 2 
 
FUENTE: Nunura y Flores (2001) 
De los cuadros 1 y 2 (con valores similares a los presentados en el gráfico 2) se puede, 
con cierto margen de error, plantear una conclusión: como podemos observar, la 
participación limeña en el PBI (1961/1972) es mucho mayor que otras regiones (por 
separado). Considerando los factores explicados como la migración, podemos notar 
que, con el aumento de la PEA limeña, aumentó su participación en el PBI. Entonces, 
ya que gran parte de la PEA limeña se encuentra relacionada con el aumento de la 
informalidad, como se muestra en el cuadro 2 (en el cual podemos apreciar que más 
de la mitad de la PEA perteneció al sector informal hasta el fin del siglo XX), resulta 
notorio que la participación del sector informal limeño en el PBI del departamento y del 
país es de suma relevancia. 
En cuanto al crecimiento económico, como plantea Loayza, existe evidencia de que 
cuando este aumenta, la informalidad disminuye (aunque no en gran medida) y 
Cuadro 2 
viceversa (2011). Se presenta, pues, una clara relación indirecta entre informalidad y 
crecimiento económico. Cabe aclarar, no obstante, que el efecto de este último sobre 
la formalidad no es automático, sino que se requiere del crecimiento para fortalecer el 
sistema y así, disminuir la informalidad (Morisaki 2018: 3). Ello significa que sin las 
correctas mejoras de servicios y de políticas para fomentar la formalidad, no existirá un 
efecto tangible en la economía. 
Asimismo, en cuanto a la influencia de la informalidad sobre el crecimiento económico, 
Machado indica que según crece el mercado en el sector informal, este capta más 
fuerza laboral y capitales; así, actúa como competencia directa de la economía formal 
(que es la que brinda ingresos al estado) y, en cuanto frena el crecimiento de la misma, 
genera efectos negativos sobre el crecimiento económico (2014: 201). El crecimiento 
del sector informal, frecuentemente, representa un desarrollo económico alterado y 
pequeño, a diferencia de lo que sería una solución óptima para la economía. Explicando 
la afirmación anterior: el nivel óptimo de solución que puede hallarse en el mejor de los 
escenarios de una economía, sin demasiada reglamentación y una debida “provisión 
de servicios públicos”, está por encima de lo que la informalidad pudiera aportar. 
(Loayza 2008:47) 
Una consecuencia negativa de la informalidad en el crecimiento no es únicamente una 
solución concisa y reveladora, sino que también es importante en el aspecto económico 
por su dimensión: “un incremento de una desviación estándar en cualquiera de los 
indicadores de informalidad lleva a una reducción de 1-2 puntos porcentuales en la tasa 
de crecimiento del PBI per cápita.” (Loayza 2008: 49). Se entiende así que la 
sensibilidad de los indicadores económicos frente a la informalidad es sumamente alta. 
Hacia fines del período estudiado, la informalidad, entonces, se presentó claramente 
como un obstáculo para el crecimiento económico. 
Tal como hemos descrito en esta sección, el papel de la informalidad en Lima es 
fundamental, pues dinamiza la economía mediante sus conexiones con el sector formal 
y debido a que mantiene operativa la mayor parte de la mano de obra limeña. Por otro 
lado, sus altos niveles sobre el PBI implican una distorsión del crecimiento económico, 
una sustancial disminución de los ingresos estatales y un amplio sector de la economía 
que limita sus progresos tecnológicos y sus ingresos. Su existencia, además, significa 
una mayor dificultad para implementar políticas públicas, ya que los indicadores en los 
que se basan las mismas no son confiables. Por ello, resulta evidente que la 
informalidad genera ineficiencias en el mercado que, a su vez, implican que los efectos 
de la misma a nivel económico sean, en general, negativos. 
Conclusiones 
En conclusión, la informalidad es, básicamente, inherente tanto a la capital, Lima, como 
al Perú. Esto se puede evidenciar en distintos aspectos, pero, en particular, en la 
historia urbana de la ciudad y en el ámbito económico de la misma. Analizando estos, 
podemos notar que el crecimiento explosivo de la informalidad en Lima, a partir de la 
segunda mitad del siglo XX, se debió, principalmente, a un exceso de mano de obra 
(producto de las migraciones masivas internas) en un mercado laboral en formación, 
con falencias estructurales. Si a ello sumamos la desatención de las autoridades en el 
principio de esta transformación del mercado laboral; las excesivas cargas impositivas, 
las políticas ineficientemente planteadas o ejecutadas para fomentar la formalidad y los 
componentes de tradición que forman parte del fenómeno, obtenemos los principales 
factores sociopolíticos que determinaron la evolución de la evolución de la informalidad 
hacia el fin del siglo XX. 
Dicha evolución mostró que el sector informal, con el transcurso de los años, se iba 
intensificando en diversos sectores productivos de la ciudad; ello se mostraba aunaún 
más evidente en períodos de crisis (como la del primer gobierno de Alan García). Así, 
en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, se iba integrando más y más mano 
de obra de la PEA, hasta ocupar una parte mayoritaria de la misma en el fin del período 
descrito. Si bien existen distintas estimaciones respecto a ello, podríamos aproximar a 
un 60% de la PEA integrada en el sector informal. 
Evidentemente, ello acarreó distintos impactos económicos para Lima y se manifestó 
en el nivel del PBI alcanzado por la informalidad y su influencia sobre el crecimiento 
económico; no obstante, las estimaciones de los mismos no obtienen resultados 
absolutos. Ello implica un gran problema para el estudio apropiado de este fenómeno: 
“En el Perú se han realizado múltiples estudios que han intentado medir el tamaño de la economía 
informal como porcentaje del PBI mediante estimaciones puntuales para periodos específicos. La 
inexistencia de una serie de tiempo de la economía informal que abarque las últimas décadas ha 
limitado la comprensión de su dinámica y de sus determinantes en el país, lo que ha dificultado el 
diseño de políticas eficaces para promover la formalización de empresas y de trabajadores 
independientes” (Machado 2014: 4). 
Se evidencia, entonces, la dificultad existente para este tipo de estimaciones; sin 
embargo, con la literatura existente, de igual manera, se puede observar claramente 
que la informalidad, hacia el fin del período, ocupaba cerca del 40 por ciento del PBI 
nacional y su relevancia en el mercado limeño resultaba también determinante. Se 
evidencia, además, que su expansión significa una retracción del crecimiento 
económico. 
Aun cuando existen también aspectos positivos con respecto a la informalidad (como 
sus enlaces con la economía formal o que resulta mejor que el desempleo), la 
ineficiencia que produce en el mercado y los obstáculos que implica para el crecimiento 
económico explican que distintas autoridades tanto municipales como nacionales hayan 
intentado “luchar” contrala informalidad. Estas “luchas”, sin embargo, no fueron 
correctamente implementadas, así que este fenómeno continuó manifestándose 
intensamente hacia el fin del siglo XX y en las dos primeras décadas vividas del siglo 
XXI. 
Particularmente, en el marco de la pandemia por el Covid-19, estas actividades se han 
incrementado considerablemente. Según el Instituto Peruano de Economía, incluso, ha 
llegado a ocupar el 80 por ciento del producto bruto interno (Macera 2020). Por ello, no 
es de extrañar que, cerca a las elecciones del bicentenario, se presente al menos algún 
candidato cuya propuesta principal es la “lucha contra la informalidad''. Sin embargo, a 
simple vista, desconocemos si los patrones que observamos ahora y las respuestas 
que ofrecen las autoridades son novedosas o tienden a repetir los errores que ya se 
han cometido en dicha “lucha” desde hace más de 50 años; es por esta razón que 
vemos necesario que aquellos que en la actualidad estudian el fenómeno en cuestión 
recurran a la historia. Por ello, aun hoy, la dirección que tomarán las políticas para 
fomentar la formalidad en Lima no es clara. En ese sentido, Roever menciona que 
dichas políticas forman parte de un proceso de negociación entre las autoridades y los 
trabajadores o empresarios informales; en el caso de Lima, los términos de esta 
“negociación” parecen ajustarse constantemente (2005: 52). Entonces, a menos que se 
reestructure por completo dicha negociación, no se arribará a acuerdos fijos pronto. 
Finalmente, no podemos concluir este estudio sin antes alentar a otros estudiantes e 
investigadores de las ciencias sociales a realizar más investigaciones respecto a este 
importante fenómeno para nuestra economía y nuestra sociedad. En momentos de 
suma complejidad como los que vivimos actualmente, resulta relevante recordar que la 
historia nos puede ayudar a encontrar soluciones parciales o totales a diversos 
problemas que enfrentamos. Así, como hemos observado, comprender los errores y 
aciertos cometidos históricamente en los intentos de “controlar” este fenómeno pueden 
orientarnos hacia la implementación de políticas óptimas para fomentar la formalidad 
en las circunstancias actuales. De tal forma, podremos también brindar aportes para 
encontrar una salida a la crisis en la que nos vemos inmersos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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