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1 EL POPULISMO ESTUDIO SOBRE LOS CONCEPTOS DE POPULISMO Y SU LECTURA EN COLOMBIA Gildardo Antonio Bueno Romero Trabajo para optar al título de Magister en Ciencia Política Asesor Juan Carlos Celis Ospina UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS 2012 2 Agradezco a mi esposa Nora Alba Cossio Acevedo y a mi hijo David Santiago, por su comprensión y apoyo, porque ellos fueron un alivio a las agobiantes horas que dediqué a cumplir el reto de mejorar mi formación académica y profesional. Agradezco a mi asesor Juan Carlos Celis Ospina por su labor de asesoría y a Juan Carlos Arenas por su gestión en la Coordinación de la Maestría. 3 Resumen Esta tesis plantea que sobre el populismo ha operado una lógica de uso que lo ha estirado conceptualmente, haciendo de él un concepto comodín, o una categoría de múltiples contenidos que se tornan difusos en muchos análisis donde se utiliza el populismo como concepto. Por lo tanto, es necesario proponer un valor explicativo, lo cual no es equivalente a aumentar sus usos estirados, sino a comprender la trascendencia histórica que el populismo ha tenido en América Latina. Se sostiene que en diferentes lecturas que se le dan al populismo no se aprecia un interés por descubrir un habeas teórico claro, sino más bien en aprovechar su elusividad conceptual y la tendencia pesimista de sus contenidos, para adjetivar y desacreditar prácticas, medidas y aspectos de algunos gobiernos, que reorientan los modelos económicos y políticos de cada país, buscando una alternativa a la trama capitalista hegemónica. Bajo esta lógica de uso e incertidumbre en los contenidos del populismo como concepto, algunos autores plantean que el populismo se extiende por toda América Latina y ha entrado a Colombia. Si los contenidos y construcciones conceptuales son opacos, entonces la pregunta orientadora de la investigación es: ¿Cómo se ha dado lectura al populismo como concepto para explicar las realidades colombianas? Palabras clave: Populismo como concepto, concepto comodín, populismo en América Latina, universos de observación del populismo, estiramiento conceptual, reconstrucción articulada. 4 CONTENIDO RESUMEN INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 6 1 CAPÍTULO 1 .............................................................................................................. 13 1.1 LOS CONCEPTOS EN LA CIENCIA POLÍTICA: UNA QUEJA SOBRE SU DIFICULTAD .................................................................................................................. 13 1.2 POPULISMO COMO CONCEPTO ENTRE REFERENTES Y LA LÓGICA DE SUS USOS. ................................................................................................................ 17 1.3 LECTURA DEL ESTIRAMIENTO CONCEPTUAL DEL POPULISMO .......... 30 1.4 CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 32 2 CAPITULO 2 .............................................................................................................. 34 2.1 TRAS LA HUELLA DE LOS CONTENIDOS DEL POPULISMO .................... 34 2.2 LECTURA DE LAS ORIENTACIONES CONCEPTUALES SOBRE POPULISMO Y APORTES PARA LA CONSTRUCCION DE UNIVERSOS DE OBSERVACIÓN .............................................................................................................. 45 2.3 CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 49 CAPITULO 3 ...................................................................................................................... 53 3.1 CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA .............................................................. 53 3.2 LOS REFERENTES SOBRE LOS CUALES SE HA HABLADO DE POPULISMO EN COLOMBIA. ..................................................................................... 56 3.3 LAS ORIENTACIONES DE LOS CONCEPTOS DE POPULISMO EN COLOMBIA .................................................................................................................... 59 3.4 LA LECTURA DEL POPULISMO EN COLOMBIA: ENTRE CONTINUIDADES Y DISCONTINUIDADES ............................................................. 67 3.5 CONSIDERACIONES FINALES ..................................................................... 71 CAPÍTULO 4 ...................................................................................................................... 74 4.1 PRINCIPALES DIMENSIONES QUE LOS AUTORES USAN PARA ESTUDIAR EL CASO DE ÁLVARO URIBE VÉLEZ .................................................. 74 4.2 LOS UNIVERSOS DE OBSERVACIÓN DEL POPULISMO Y LOS PERIODOS DE GOBIERNO 2002-2006, 2006-2010.......................................................................... 77 4.3 ¿ES ADECUADO ESTIRAR MÁS EL CONCEPTO DE POPULISMO PARA COMPRENDER EL CASO DE ÁLVARO URIBE VÉLEZ? ......................................... 88 4.4 CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 93 CONCLUSIONES ................................................................................................................ 95 REFERENCIAS ................................................................................................................. 105 ANEXOS 5 ANEXOS Pág. ANEXO No. 1 MEMORIA METODOLÓGICA 115 ANEXO No. 2 ESQUEMA DE FICHAS PARA ANÁLISIS DE TEXTOS 125 ANEXO No. 3 ESQUEMA DE RECONSTRUCCIÓN Y SIGNIFICACIÓN DEL CONCEPTO 126 ANEXO No. 4 ESQUEMA GUÍA DEL TRABAJO -LECTURA DE CONCEPTOS DE POPULISMO 127 ANEXO No.5 TEORÍAS PROPUESTAS PARA EXPLICAR LOS FUNDAMENTOS DEL POPULISMO 128 ANEXO No.6 ASPECTOS MÁS RELEVANTES DE LOS AUTORES COLOMBIANOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE POPULISMO 132 6 INTRODUCCIÓN “Un fantasma se cierne sobre el mundo: el populismo (…).En la actualidad no puede haber duda alguna respecto de la importancia del populismo, pero en cambio nadie sabe exactamente qué es. En cuando doctrina o movimiento, tiene un carácter elusivo y proteico: brota en todas partes, pero en formas contradictorias” (Ionescu & Gellner, 1970) Cuando se estudia el populismo como concepto lo primero a advertir es que los teóricos, investigadores y académicos, lo han llenado de múltiples contenidos y significados hasta el punto de hacerlo un concepto opaco. Contenidos que se deducen principalmente de tres referentes (Argentina, Brasil y México con Juan Domingo Perón, Getulio Vargas, y Lázaro Cárdenas, respectivamente), inicialmente descritos por autores considerados clásicos como Octavio Ianni, Francisco Weffort, Fernando Cardoso y Enzo Faleto, Gino Germani, Torcuato Di Tella. Referentes y estudios que son desfigurados y reconfigurados, con el fin de explicar en otras realidades la presencia del populismo, conformando así diversos habeas teóricos que hacen parecer aquellas experiencias clásicas como fuentes inagotables de inferencia o comprobación (sin importar lo fraccionadas o secundarias que sean), suficientes para demostrar que el populismo se esparce en toda América Latina. El populismo ha soportado diversidad de contenidos y múltiples definiciones, muchas veces contradictorias, que lo han convertido en un concepto de difícil concreción. Así se ha definido como: ideología, régimen político, forma de gobierno, conjunto de prácticas políticas, proyecto anticapitalista, tipo de liderazgo carismático y manipulador, conjunto de estrategias políticas, estilo de gobierno, discurso demagógico, conjunto de políticas intervencionistasy asistencialistas, conjunto de políticas sociales con fundamento en la redistribución del ingreso, conjunto de políticas neoliberales mediáticas, forma de democracia directa, mecanismo antidemocrático, movilizaciones políticas desorganizadas, movimientos sociales, régimen autoritario legitimado por el pueblo, etc. (Mansilla H. C., 2009) (Adinolfi, 2010) (Aguila & Viano, 1999) (Freidenberg, 2008) (De la Torre C. , 2008a) (Pelfini, 2007) (Valenzuela, 2009) (Hermet, 2003) (Novaro, 1996) (Mackinnon & Petrone, 1998). Como si fuera poco, su uso ha sido acompañado de una gran aureola negativa, y nadie se autonombra “populista”, como si el término más bien fuera un insulto (Aboy Carlés, 2001) (Malamud, 2010). Parece ser entonces, que las mejores credenciales de presentación del populismo fueran la ambigüedad y la vaguedad, hasta el punto de que Ian Roxborough (1984) propusiera eliminar este término de las ciencias sociales. Pese a las dificultades conceptuales, autores contemporáneos como Kurt Weyland, Flavia Freindenberg, Francisco Panizza, Carlos de la Torre, proclaman que el populismo 7 hace presencia en toda Latinoamérica 1 , en aquellos contextos más alejados del ideal democrático, con visible desequilibrio social, político y económico, con instituciones del Estado de derecho débiles y excluyentes de sectores sociales, y propicias al surgimiento de líderes que intentan regular la sociedad civil (De la Torre C. , 2008b) (Dahrendorf, 2005) (Freidenberg, 2007). Algo contradictorio pues si el concepto es tan impreciso, sus referentes de aplicación lo son mucho más y finalmente no se sabe qué es lo que se extiende: los problemas de estos “contextos” o el abuso del término “populismo”. La incertidumbre en los contenidos del concepto también se refleja en Colombia. A propósito de los periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez, (2002-2006 y 2006-2010) algunos analistas como Luis Guillermo Patiño Aristizábal (2008) y Cristina de la Torre (2005) han dicho que un nuevo populismo ha entrado a este país, afirmación controvertida por otros autores como Fernán González (2011; 2010) y Carolina Galindo (2007), quienes dicen que es desmesurada tal postura. Teóricos de la historia política colombiana del siglo XX como Marco Palacios (1971), César Augusto Ayala Diago (2006) y Daniel Pecaut (2001), al analizar los casos de Jorge Eliécer Gaitán y Gustavo Rojas Pinilla reconocen en estos, la presencia del populismo. Pero no aceptan que una experiencia populista se haya consolidado en el poder, como se tendría que aceptar en el siglo XXI, si se define a Álvaro Uribe Vélez como populista. Ahora, si todos ellos parten de diferentes fundamentos teóricos de populismo, ¿qué es lo que se extiende por América Latina y qué es lo que entra a Colombia? Un concepto debe referirse a un habeas teórico que explica fenómenos específicos. Si todo esto: concepto, habeas y fenómenos específicos son difusos, pero en el afán de adaptarlos a una realidad, se aprovecha su elusividad para adecuarles contenidos y fundamentos incluso inexistentes, estaríamos planteando la situación específica a analizar y su problemática, en forma equivocada. El problema es la opacidad que se cierne sobre el concepto de populismo. En ausencia de fundamentos teóricos claros y a fin de argumentar su presencia en América Latina, sus construcciones conceptuales se proyectan en torno a temas secundarios como la estrategia política, el estilo, las formas discursivas, etc., ocultando o excluyendo de él, temas principales que se descubren al estudiar su trascendencia histórica, como son la participación política popular, la soberanía nacional, reformas en torno a la propiedad del Estado y políticas de inclusión social, descubiertos en esta investigación. Con estos antecedentes, nos planteamos la pregunta de investigación: ¿Cómo se ha dado lectura al populismo como concepto para explicar las realidades colombianas? 1 Muchos son los gobiernos en Latinoamérica que han sido incluidos dentro del populismo. Para darnos una idea reproducimos la lista que hace Flavia Freindenberg (2007, pág. 55). Desde 1930–1950: en Argentina (Juan Domingo Perón) en México (Lázaro Cárdenas) Brasil (Getulio Vargas) Ecuador (José María Velazco Ibarra y Assad Bucaram) Chile (Carlos Ibáñez del Campo) Perú (Víctor Hugo Haya de la Torre) Uruguay (Benito Nardome). De 1970-1980 México (Luís Echavarría y José López Portillo) Argentina (Juan Domingo Perón) Ecuador (José María Velazco Ibarra) Panamá (Arnulfo Arias) Perú (Alan García). De 1980-1990 México (Carlos Salinas de Gortari) Argentina (Carlos Menem) Brasil (Fernando Collor de Mello) Perú (Alberto Fujimori) Ecuador (Abdalá Bucaram Ortiz) 1990 Ecuador (Álvaro Noboa Pontón, Rafael Correa) Bolivia (Evo Morales) Venezuela (Hugo Chávez) 8 En consecuencia, este trabajo lejos de configurarse como un estudio de caso o una investigación empírica sobre los periodos presidenciales de 2002-2006 y 2006 -2010 en Colombia, propone como objetivo principal descubrir las lecturas que se le han dado al populismo como concepto, para explicar la realidad colombiana. A partir de este concepto se diseñaron los objetivos secundarios que por supuesto exigieron explorar su desarrollo en América Latina y su aplicación en Colombia, así: (i) Dar explicación al porqué del estiramiento conceptual del populismo, (ii) concretar su trascendencia histórica revelando sus principales temas de debate, (iii) establecer sus continuidades y discontinuidades, respecto de la lectura que hacen algunos autores colombianos frente a los casos de Gaitán, Rojas Pinilla y Uribe y finalmente, (iv) argumentar una posición respecto de la aplicación del populismo a los periodos presidenciales 2002-2006 y 2006-2010en Colombia La tesis advierte, que sobre los conceptos de populismo ha operado una lógica de uso que hace de él un comodín, o una categoría de múltiples contenidos donde sus elaboraciones conceptuales se tornan difusas. Por lo tanto, siendo un concepto de tanta trascendencia histórica, es necesario proponer en él un valor explicativo, lo cual no es equivalente a aumentar sus usos estirados, sino de comprender su trascendencia histórica. En definitiva, en esta investigación se sostiene, que la lectura del populismo en Colombia, es el resultado de la eclecticidad conceptual para el tratamiento del tema del populismo. No se aprecia un interés por descubrir un habeas teórico claro, sino más bien el aprovechamiento de su elusividad para justificar la adjetivación de prácticas o aspectos que como en los casos de Gaitán, Rojas Pinilla y Uribe Vélez hacen recordar a líderes como Vargas y Perón. Cómo se dio respuesta a la pregunta en esta investigación, se explica con base en la metodología escogida, “La reconstrucción articulada” propuesta por Hugo Zemelman y complementada por Enrique de la Garza Toledo, constituida como alternativa al positivismo metodológico y alejada de modelos de investigación diseñados para el método hipotético deductivo (del carácter estándar de la teoría y de las hipótesis como eje de investigación). Más que una metodología, indica criterios metodológicos de construcción del conocimiento a partir de la realidad y no la aplicación mecánica de un método. Partimos de que la realidad es un campo de fenómenos que contiene diversas modalidades de concreción, donde concurren múltiples procesos que se articulan según sus particularidades espaciotemporales y dinamismos estructurales(los que dependen de la praxis social) y los coyunturales (que no dependen de esta). De tal forma, para abordar nuestra situación específica “el populismo como concepto” lo primero fue dar cuenta de la extensa producción de información, y de los procesos por ella descritos. El análisis inicial se propuso mediante fichas,así: la descripción del texto (por autor, por título, si era un estudio de caso o sólo un abordaje teórico), el descubrimiento de significados (si se acogía un concepto de otro autor, si descubría nuevos significados o sólo deformaban el de otro autor, si el populismo lo diferenciaba de otros conceptos) se ubicaron los referentes (a los que se hacía principal alusión en los textos) y se identificaron dimensiones que daban fundamento al populismo. 9 Bajo los criterios metodológicos de la reconstrucción, no basta definir el problema eje –para nosotros la opacidad del conceptopues es necesario problematizarlo. Y problematizar equivale a razonar el problema, no con base en una teoría que diga ya haberlo solucionado todo, sino en un proceso de especificación creciente donde se descubren, tanto las transformaciones que se dan al insertar el problema en diferentes cortes de la realidad, como también en las relaciones que se van descubriendo. Ahora, para identificar cortes coyunturales se valoran tres criterios metodológicos: (i) la realidad siempre está en movimiento (ii) los procesos que conforman la realidad se articulan y es necesario descubrir sus vínculos entre diferentes áreas temáticas (en lo económico, político, etc). (iii) La realidad supone direccionalidad lo cual permite descubrir las tendencias posibles o potencialidades de articulación entre diversos planos de la realidad. Al valorar estos aspectos en la presente investigación se establecieron: en primer lugar, los cortes espacio—temporales con sus dinamismos estructurales y coyunturales, donde el populismo adopta distintos significados intensificando su uso, y en segundo lugar, la direccionalidad de los diferentes contenidos y lo que ellos estaban representando. Este proceso equivale al establecimiento de la lógica de uso, lo cual significa descubrir cómo se ha utilizado el populismo como concepto en diferentes procesos espacio-temporales, reconociendo sus transformaciones, estableciendo qué se ha mantenido, qué se ha agregado, qué se ha ocultado o eliminado, a qué obedece su uso y el por qué de sus contenidos. Bajo la reconstrucción articulada el reto no es sólo hacer una crítica, sino reconstruir lo descubierto y en tal propósito el problema que subyace es la relación entre la situación específica y la forma de razonamiento. Cuando hablamos de forma de razonamiento, se hace referencia a la construcción del conocimiento que se da desde la realidad, donde permanecen implícitas tres funciones: la función del razonamiento propiamente dicha, la función de selección de áreas temáticas y la función que cumplen los criterios metodológicos en concreto. Todo lo anterior, se tradujo en tres aspectos importantes en la investigación: (i) la garantía de la apertura del pensamiento ante lo real objetivo, posibilitando ir más allá de lógicas intelectuales que decían haberlo solucionado todo, lo cual se logró haciendo (ii) un control de condicionantes, que equivale a evitar: la aplicación de modelos teóricos (porque distorsionan la realidad adaptándola a una teoría); el argumento de la experiencia (“esto lo han trabajado de tal forma”, etc.) al limitar la creatividad del investigador; y evitar también el establecimiento de metas o hipótesis definidas porque ellas tienden a anticipar un diagnóstico. Así logramos (iii), la delimitación de observables enfocados a explorar las relaciones lógicamente posibles. Y esto ¿para qué? Para hacer una selección de áreas temáticas y lograr una adecuada aplicación de criterios metodológicos. En concreto, existió una labor de desarticulación conceptual, donde pudimos descubrir conjuntos de dimensiones, pero no en forma arbitraria o caótica sino observando los supuestos de la realidad. Para el presente trabajo, estos conjuntos fueron agrupados en 10 esferas: Económica, Social y Política, posibilitando una primera articulación que dio lugar a la construcción de orientaciones conceptuales. En resumen, hicimos una depuración de la información, reconocimos los autores que se citan con mayor frecuencia, tanto clásicos como contemporáneos, descubrimos los contenidos que allí expresan, establecimos cortes de coyuntura donde el uso del concepto ha sido relevante para calificar procesos políticos, sociales y políticos. Al articular estas áreas construimos orientaciones conceptuales, grandes áreas temáticas resultado de una primera articulación donde se descubre la direccionalidad de los contenidos nombrados bajo el populismo. Así se reconoció el peso de las esferas sobre diferentes elaboraciones conceptuales de autores reconocidos como principales exponentes del populismo. La reconstrucción equivale a un proceso en el cual se especifica el problema, con una reducción paulatina de niveles de abstracción. De tal forma, al hallar nuevos vínculos y relaciones entre las orientaciones conceptuales y articularlas de nuevo, se dio lugar a la construcción de universos de observación bajo los cuales se agruparon los temas de debate descubiertos como estructurales, y a esto, lo llamamos “descubrir la trascendencia histórica del populismo como concepto”. Así entonces, obtuvimos dos herramientas útiles para enfrentar la lectura que se le ha dado al populismo como concepto en Colombia: las orientaciones conceptuales para analizar las elaboraciones sobre el populismo, de autores como Daniel Pecaut, Marco Palacio, Bernardo Congote Ochoa, Fernán González, Carolina Galindo, quienes analizan las experiencias de Gaitán, Rojas y Uribe; y los universos de observación, útiles para analizar los periodos presidenciales 20022006 y 20062010. La etapa de descripción articulada propuesta por la metodología escogida que daría lugar a una totalidad concreta donde se expone la articulación de datos empíricos, se omite por cuanto nuestro esfuerzo académico recae en una investigación teórica, cuya fuente son los contenidos hallados en distintas teorizaciones sobre el populismo. La exposición de la presente investigación se hace en cuatro capítulos, que concretan el análisis y los resultados obtenidos al enfrentar los objetivos propuestos. Una primera parte conformada por el capítulo 1 y 2, que trata del populismo en América Latina, y una segunda parte que aborda la lectura que se ha hecho por los autores colombianos seleccionados. El primer capítulo responde al porqué del estiramiento conceptual del populismo. Desde el inicio se propone al lector reflexionar sobre cómo se han pensado las realidades y el nombre que se les ha puesto, explicando que el problema de la vaguedad y la ambigüedad no son únicos del populismo, sino de muchos conceptos en las Ciencias Sociales. La exposición hace un acercamiento a los principales referentes del populismo en América Latina (experiencia brasilera, argentina y mexicana), para deducir las esferas económica, social y política. Cada una de ellas contiene un conjunto de dimensiones utilizadas por diferentes autores en elaboraciones conceptuales sobre populismo. 11 Este acápite revela que el estiramiento del concepto tiene fuente principal en su lógica de uso, es decir, en la forma como ha sido articulado para comprender diferentes momentos coyunturales en América latina, y como las diferentes transiciones ocurridas después de 1930 con motivo de la crisis del capitalismo, cuando cada evento, práctica y medida gubernamental reputada errónea, se estigmatizó como “populismo”. Se plantea que este concepto fue convertido en un comodín, o categoría de múltiples contenidos que no conformaron un habeas teórico estable, coherente y concreto, y en lugar de aclarar el concepto, se dio origen a muchas estructuras conceptuales y abundantes ab-usos. Por eso al abordar el segundo capítulo, cuyo objetivo es descubrir la trascendencia histórica del populismo concretando sus principalestemas de debate, un reto que subyace es hacer que este concepto no se vea más como un comodín. En consecuencia, se plantean y explican cinco orientaciones conceptuales (históricaecléctica, económica, liderazgo, ideológica y performativa) que dan cuenta de la direccionalidad de los contenidos que los autores le han dado al populismo y el peso que en estas construcciones han tenido las esferas descubiertas en el capítulo uno. Esta forma de abordaje facilita, en primer lugar, comprender el importante proceso de (re)conceptualización del populismo, que contrasta un punto de vista pesimista repetidor mecánico del estribillo “el populismo ha sido nefasto para América Latina…” con otro optimista que procura resaltar la transformación de procesos políticos, sociales y económicos, que a nombre del populismo se van logrando. Y en segundo lugar, descubrir universos de observación para ubicar todos aquellos conceptos cambiantes sobre populismo. Tales universos son: la soberanía nacional, la proyección de reformas legales en torno a la propiedad del estado y la inclusión social, articulados con el liderazgo y el discurso. El objetivo del tercer capítulo es descubrir las continuidades y discontinuidades del concepto de populismo empleados por los autores colombianos seleccionados 2 , respecto del desarrollo conceptual latinoamericano. Para ello se recurrió a las orientaciones conceptuales propuestas en el capítulo 2, las cuales dejan al descubierto que estos autores, generalmente, se mueven dentro de una orientación ecléctica. No buscan construir un concepto de populismo que dé cuenta de su trascendencia histórica, o al menos no lo hacen evidente, aunque sí describen prácticas, y actividades de referentes clásicos como el peronismo y el varguismo o constructos teóricos de otros autores, útiles para dar lectura de lo cerca o lo lejos, que estuvo la realidad colombiana de aquellas experiencias populistas. En tal medida, se deja al descubierto que: los autores que abordan los casos del siglo XX, están de acuerdo en que el populismo no tuvo posibilidades de florecer en Colombia, no porque compartan el mismo habeas teórico, pues ni siquiera definen un concepto: tal consenso se da porque ninguno de los líderes, Gaitán o Rojas, alcanzaron el poder por su propia campaña política y por eso, cuando se avanza en el descubrimiento de lo que significa para cada uno de ellos el populismo, se evidencia la eclecticidad conceptual 2 Los casos de Gaitán y Rojas Pinilla se abordan con Palacios (1971), Ayala Diago (2006), Pecaut (2002), Congote Ochoa (2006) y Sánchez (2007), y el de Uribe Vélez con González (2011; 2010), Galindo (2007), Patiño Aristizábal (2008) y De la Torre (2007). 12 subyacente. Así mismo, quienes afirman la hipótesis de la presencia de neopopulismo en Uribe Vélez, retoman construcciones que dicen que el nuevo concepto de populismo se funda sobre el liderazgo y la promoción de medidas neoliberales, lo que demuestra suapatía por conjurar el estiramiento y abuso del término “populismo” y aclarar lo que ha representado históricamente. De tal forma, en el cuarto capítulo sentamos nuestra posición respecto a la aplicación del concepto de populismo en el caso de Álvaro Uribe Vélez. Para el desarrollo de este capítulo se toma como presupuesto los universos de observación del populismo presentados en el Capítulo 2 y se retoman los planteamientos de los autores que han tratado el caso de Álvaro Uribe (Capítulo 3). En este último aparte, se argumenta que analizar el caso colombiano de Uribe Vélez como populismo, es inadecuado, lo cual se sustenta con los resultados de una exploración en diferentes medios de comunicación, como también en un acercamiento a la forma abusiva como se ha abordado el concepto de populismo. Se concluye que en Uribe Vélez, si bien es innegable su liderazgo y el impacto de su discurso, (dimensiones articuladoras) los universos de observación estudiados no resultan aplicables en su caso. Así por ejemplo: con Uribe, las movilizaciones no se hicieron para lograr reivindicaciones sociales sino para legitimar la “seguridad democrática”; no hubo políticas de inclusión social, ni políticas redistributivas del ingreso, sino la continuidad de un programa neoliberal; no hubo una política de nacionalización sino de privatización. Este trabajo hace un acercamiento al populismo como concepto en Colombia, desde el escenario latinoamericano, inspirado en el análisis de diferentes orientaciones conceptuales que revelan la trascendencia histórica del concepto, y buscando aclarar cuáles son sus contenidos y la importancia que el término ha tenido en el ámbito académico. El trabajo plantea unos universos de observación que pueden ser utilizados como presupuestos teóricos en futuras construcciones conceptuales sobre el populismo. Al analizar los universos de observación y las dimensiones articuladoras, se sugiere que sus contenidos dan lugar a los presupuestos de un programa que busca un nuevo proyecto de sociedad y si bien no son totalmente contrarios al capitalismo, sí plantean la posibilidad de cambios en el manejo económico, social y político y su legitimación por la participación política popular. Proponemos finalmente que el populismo puede ser visto como una perspectiva de análisis para criticar proyectos políticos prioritarios de un programa de gobierno. 13 1 CAPÍTULO 1 MAS ALLÁ DE LA OPACIDAD DEL POPULISMO LATINOAMERICANO “En suma, hoy la política es cada vez más una construcción simbólica, pues todo es politizable a condición de que sea debatible. En consecuencia, si la ciencia política aspira a trascender el nivel de superficialidad que acusa desde sus orígenes, debida a los métodos positivistas que le han hecho perder de vista la complejidad de lo social, entonces debe corregir la miopía de sus supuestos metodológicos, o sea incorporar en su seno la experiencia de la filosofía política y nutrirse de otras disciplinas”. César Cancino (2008) ¿Cómo estamos pensando en América Latina? es la pregunta de Hugo Zemelman (2000) en “Epistemología y política en el conocimiento socio-histórico”, con la cual critica cómo en la construcción del conocimiento existe una incuestionada utilización de las palabras, sin saber qué son o cuál es la dinámica que ellas encierran, o si es adecuado o no su uso, advirtiendo la necesidad de ubicarse ante los contextos, sin doblegarse a las lógicas teóricas ya impuestas. En vía de una epistemología latinoamericana, se insta a tomar distancia del discurso dominante y reconstruir el conocimiento, a pensar más allá de límites disciplinarios o metodológicos, aunque estos digan tener la forma de resolverlo todo. Al ubicarnos ante los contextos con miras a comprender las realidades, es necesario dotarnos de conceptos que expliquen lo que allí se está dando, enfrentándonos a una dificultad inicial: ¿bajo cuál nombre etiquetamos lo que observamos?. A menudo no existe un consenso de cómo nombrar aquellos fenómenos, y quizás la solución rápida sea “adecuar un concepto” para que sea útil al propósito investigativo. En este capítulo se hace un reconocimiento de la dificultad que tienen los conceptos en la ciencia política y en especial el populismo como concepto; se abordarán los principales referentes que se tienen en el populismo latinoamericano y las esferas de análisis que lo han llenado de contenido, para finalmente explicar el por qué de su estiramiento conceptual. 1.1 LOS CONCEPTOS EN LA CIENCIA POLÍTICA: UNA QUEJA SOBRE SU DIFICULTAD Al intentar comprender un concepto de populismo, dentro de la Ciencia Política, es común encontrar argumentaciones teóricas como la que hacen María Moira Mackinnon y Mario Alberto Petrone, quejándose de la dificultad del populismo por su elusividad:(…). Es, parece, la inexactitud terminológica crónica lo que aqueja al término populismo pues sirve para referirse a una variedad de fenómenos: movilizaciones de masas (de raíces urbanas o rurales) elitistas y/o anti-elite, a partidos políticos, movimientos, ideologías, actitudes discursivas, regímenes y formas de gobierno, mecanismos de democracia directa (referéndum, participación), dictaduras, políticas y programas de gobierno, reformismos, etc. (…). (Mackinnon & Petrone, 1998, pág. 7) O como la de Flavia Freindenberg: 14 Todo muestra que el populismo como término es variable y polisémico, que puede ser urbano y rural, progresista o conservador, capitalista o anticapitalista, de masas y de élites, socialista o fascista, de izquierda o de derecha. Desde múltiples ámbitos, se ha empleado el término cuando la realidad que se quiere conocer es imprecisa o cuando no se sabe muy bien qué es lo que se quiere describir. Como afirma Taguieff (1995) “la desventura del término populismo es haberse hecho popular”. Cuando una política, un movimiento, un liderazgo o un gobierno se escapan de lo que se espera de la política tradicional, se la ve como anómala o no se sabe bien qué es, entonces, se la denomina como populista (Freidenberg, 2007, pág. 17). Así entonces el problema del término “populismo” ha sido su opacidad. A la hora de ser utilizado para comprender un objeto de investigación, permite que sus conceptos sean tan maleables que finalmente proyectan la ficción de que el populismo se ha extendido a todas partes, sin importar la ambigüedad y vaguedad que sobre él se cierne. Así entonces, de fondo subyace la dificultad de construir conceptos en la Ciencia Política, lo cual es motivo de intensos debates que exceden los objetivos de este trabajo. Sin embargo, enunciemos al menos tres puntos de análisis ofrecidos al respecto: El primero se presenta con Brockmann Machado (1972)para quien el problema radica en la utilización despreocupada de conceptos cuyo significado no está claro o es ambiguo, donde los indicadores provocan falsos positivos (Brockmann Machado, 1972). El autor sugiere el empleo de conceptos definidos, en los cuales no se indague por su esencia, naturaleza o verdad, pues finalmente el significado de un concepto es creado y no descubierto y por lo tanto es suficiente con ofrecer una definición empírica precisa. Muy cercano, Dieter Nohlen explica que los conceptos en la ciencia política no tienen que alcanzar un grado de homogeneidad y firmeza, su contenido debe ser enseñado con intereses cognoscitivos circunstanciales para diferentes usos en el análisis politológico: (…) Una de las mayores necesidades de la enseñanza de nuestra disciplina consiste en transmitirle al alumnado que los conceptos no sólo son una conditio sine qua non del conocimiento científico, sino que además tienen que alejarse de ontologismos y esencialismos y corresponder a criterios de utilidad científica. La definición de un concepto no equivale a una profesión de fe para encarnar una verdad de la estudiosa/estudioso, sino a un examen lógico de su alcance, es decir sus límites (lo que incluye, lo que excluye) y su adecuación semántica a los objetivos de conocimiento. (Nohlen, ¿Cómo enseñar Ciencia Política?, 2003) Bajo estas posiciones, es posible adecuar cualquier concepto, a condición de que su construcción sea lógica, precisa, pragmática y verificable, pues la función del concepto no es comprender una totalidad ni dar cuenta de sus significados históricos, sino servir en la fracción de la realidad que se quiere investigar. Se olvidan los autores que, como anota Enrique de la Garza (1988a), la realidad no se circunscribe a una lógica de verificación, que la realidad siempre está en movimiento y al fraccionarla es necesario tener en cuenta aquellos significados históricos. El segundo punto de análisis se genera con Stefano Bartolini (1996) para quien la dificultad de los conceptos está en el lenguaje, y para corregirla es necesario separar lo que es de uso común y lo que es de uso científico. 15 Una propuesta muy problemática porque la diferenciación del lenguaje científico y lenguaje especializado—según Manuel Morales (2004)—busca dar especificidad al conocimiento dentro de una ciencia o disciplina, y dentro de esta, brindar una función de universalidad que garantice una adecuada comprensión en el campo comunicativo. Tal como lo dice Irina Kostina (2009), lo científico o especializado se construye a partir del lenguaje común y es de gran dificultad diferenciarlos en las ciencias humanas o sociales, ocurriendo con frecuencia que los lenguajes científicos no escapan del lenguaje común o no especializado, como sí se logra en las ciencias exactas. Así entonces, la exigencia de un lenguaje especializado es cuestionada. Si en el lenguaje común una palabra puede significar casi cualquier cosa, pero dentro de un lenguaje especializado debe ostentar estabilidad conceptual, entonces el populismo está en deuda con el lenguaje especializado, pues su universalidad no es una de sus características 3 . El tercer análisis lo ubicamos con Hugo Zemelman (1987; 2011) para quien los conceptos deben corresponder a fenómenos específicos en una situación concreta, donde es preciso darnos cuenta qué han significado y qué pueden significar en un presente. En consecuencia es preciso advertir que ellos tienen una función explicativa y una función epistemológica; en la primera, existe un habeas teórico que explica los fenómenos específicos en distintos cortes de la realidad, y en la segunda, los conceptos están llamados a contener lógicas posibles desprovistas del uso deductivo de la teoría en un pensar pre- teórico. Para Zemelman, hay una constante desatención de estas dos funciones, lo cual provoca que el contenido de los conceptos se llene de juicios teóricos e hipótesis guiadas en la direccionalidad que impone una lógica intelectual hegemónica. De tal manera se estira su uso y su capacidad explicativa, añadiendo despreocupadamente atributos, producto de razonamientos por los cuales se busca adecuar un concepto a fin de explicar otras realidades. Con todo, más allá de la ambigüedad y vaguedad, o el uso especializado o común de las palabras, existe una referencia al problema del estiramiento conceptual. Lo anterior nos sugiere, que para comprender y re-usar un concepto como el de populismo, con el cual se ha pretendido explicar muchas realidades de América Latina, no basta encontrar una definición o un significado expreso, sino que se deben descubrir las lógicas de articulación sobre las cuales se brinde un fundamento que ate sus muchas elaboraciones conceptuales. 1.1.1 La ambigüedad y la vaguedad: son problemas característicos del lenguaje, que se hacen evidentes a partir de las palabras con las cuales se expresan la infinidad de sucesos que conforman la realidad. La ambigüedad anuncia que la palabra puede acoger muchos significados de los cuales es difícil determinar cuál es el correcto, y la vaguedad reseña la 3 En tal dirección, Irina Kostina dice que los conceptos, refieren construcciones abstractas o imágenes mentales que son representados con una palabra (significante o término), mientras que los significados y definiciones hacen alusión a lalengua o expresión escrita, existiendo un límite tal vez insalvable, “un significado nunca describe totalmente un concepto” (Kostina, 2009), pero siendo una diferencia tan sutil, concepto y significado, tienden a entenderse como sinónimos, pero en el sentido de que son generalizaciones expresando un conjunto de cosas 16 falta de claridad en el significado, generalmente porque no se da una adecuada delimitación de sus referentes. La discusión sobre la ambigüedad y vaguedad, no es única ni exclusiva del populismo,y más bien es una constante en las ciencias sociales donde existen pocas palabras y muchos significados. Según Giovani Sartori (2003), la vaguedad se corrige con una buena labor de denotación, lo que implica, determinar suficientemente los referentes y sus contenidos, y la corrección de la ambigüedad supone organizar y ordenar el lenguaje según tipos de significado correspondientes a ciertas destinaciones distintivas, es decir, estableciendo tipologías de usos diversos de un mismo lenguaje. Criticamos que pese al lamento por la ambigüedad y vaguedad del populismo, no se ha dado relevancia a un debate epistemológico que las minimice, y se ha preferido adecuar conceptos que “calcen bien al populismo” como lo dice Flavia Freindenberg (2009) sin importar si se invaden las dimensiones “mejor calzadas” por otros conceptos. 1.1.2 El estiramiento conceptual. Como lo explica Sartori (2003) es un problema que se produce al aumentar la denotación de un concepto sin disminuir su connotación, es decir, se le dan atributos que no tenía originalmente, en lugar de utilizar un concepto más general. La propuesta de Giovanni Sartori es utilizar una escala de abstracción en la cual se equilibre el significado connotativo y denotativo, haciéndolos más precisos y limitados. Esta solución como lo explica Nohlen (2008), impone al investigador un dilema, o tener muchas variables que restrinjan el concepto y así excluir muchos casos, o tener pocas variables y así aumentar los casos que se puedan incluir dentro de él. Tal como lo explica Irina Kostina (2009), la variación conceptual tiene que ver con la relación entre el lenguaje común y el lenguaje especializado, pues con frecuencia llegan a confundirse, porque existe la tendencia intuitiva a construir conceptos unitarios a partir de la percepción de generalidades, de tal manera, lo especializado y sus “conceptos sofisticados” se rinden a “conceptos cotidianos u ordinarios” del lenguaje común, y así son utilizados, sin concretar significados. La propuesta de Irina Kostina para conjurar tal situación, es estar atentos a la lógica del proceso que permite la resemantización de los significantes o “unidades lingüísticas” pues ellos adoptan un contenido que se deriva del sentido y el valor que se les concede, ya sea desde lo cultural o lo informal, o desde la interpretación o el contenido que cada autor le quiera dar al significante. Nosotros, sin desconocer que en estos desarrollos hay un esfuerzo importante por aclarar el significado de los conceptos, al seguir la propuesta de Zemelman, entendemos que el estiramiento es un problema que tiene fuente en la forma como se piensan las realidades y como se ponen en diálogo las dimensiones y contenidos para comprenderlas dentro de un concepto: por lo tanto, es necesario estar atentos a las lógicas y sentidos que las articulan. 17 Conjurar un estiramiento, más allá de significados connotativos y denotativos, es discernir que los conceptos, además de una función explicativa, tienen una función epistémica y no hay que confundirlas. No se puede pretender atribuir a un solo concepto toda una realidad, pues de lo contrario se hace de ellos una categoría con múltiples contenidos sin un anclaje teórico estable, que lejos de cumplir una función epistemológica que articule diferentes lógicas de acción posible en un pensar pre-teórico, fuerza contenidos y teorizaciones a fin de que el concepto resulte acertado y adecuado para explicar variados contextos. De tal forma, desentrañar una habeas teórico que dé coherencia al populismo, significa desarticular diferentes elaboraciones conceptuales, tal como lo propone la reconstrucción articulada, descubriendo las dimensiones con las cuales se ha argumentado a partir de diferentes referentes, dándonos cuenta de su especificidad y lógica de uso. La desarticulación es un proceso en el cual hay que encontrar las relaciones entre conceptos, así pertenezcan a diferentes niveles de abstracción, pues esto nos permitirá abordar la coyuntura visualizada como un producto de procesos anteriores, ayudándonos a construir universos de observación útiles para una eventual construcción de una totalidad donde se logre la conexión con lo real-empírico. 1.2 POPULISMO COMO CONCEPTO ENTRE REFERENTES Y LA LÓGICA DE SUS USOS. El trabajo exige inicialmente dos cosas: un reconocimiento de los principales referentes que dieron origen al populismo latinoamericano 4 y una aproximación a la lógica con la que se ha llenado de contenido sus conceptos, apreciando su variación en diferentes momentos de coyuntura. 1.2.1 Los referentes del populismo como concepto5. El término populismo aparece en Latinoamérica hacia la segunda mitad del siglo XX, para explicar sobre todo aquellos periodos posteriores a 1930, cuando se experimentaron movimientos económicos y sociopolíticos producto de varias transiciones: de una sociedad agraria a una sociedad industrial; de un sistema político con participación restringida a un sistema político de participación amplia; de un sistema económico exportador e importador a uno de sustitución de importaciones; todos ellos surgidos en el desarrollo capitalista. En verdad, al estudiar textos de autores clásicos como Octavio Ianni (1975), Gino Germani (1968), Torcuato Di Tella (1965), entre otros, se evidencia que los investigadores y teóricos enfrentaron el gran reto de explicar experiencias como la brasilera con Getulio 4 Desde luego trataremos sólo generalidades, pues el objetivo es abordar un panorama que nos ubique y así entender las orientaciones conceptuales que se expondrán más adelante, en el Capítulo 2. 5 Este apartado corresponde a la síntesis lograda a partir del análisis de los trabajos de Octavio Ianni (1975) , Gino Germani (1968), Torcuato Di Tella (1965), Flavia Freindenberg (2007), Carlos de la Torre (2008b) y Carlos Malamud (2010), desde donde se concluyeron los aspectos relevantes que de ellos se ha tenido en cuenta para la construcción de conceptos de populismo. Se escogieron estos autores porque ellos permiten mostrar la tendencia inicial (estudios hacia la década de 1960) y la tendencia contemporánea (hacia la década del 2000) en la caracterización de las dimensiones base que hemos escogido. 18 Vargas, la argentina con Juan Domingo Perón y la mexicana con Lázaro Cárdenas, donde se produjeron prácticas y fenómenos sin precedentes. Según Marcos Roitman (2008), la creación intelectual en América Latina se ha modulado a partir de conceptos de democracia, capitalismo, liberalismo, socialismo y nacionalismo, provenientes del desarrollo intelectual eurocéntrico. De tal manera, muchas explicaciones e interpretaciones del proceso de modernización latinoamericano, se matizaron en estos debates ideológicos y políticos, aunados a la diversidad de Estados con realidades diferentes y difíciles de definir bajo un único concepto. Pero muy pronto, ante el intenso desarrollo intelectual, las experiencias citadas se constituyeron en referentes de un concepto: “el populismo”. Al popularizarse su uso, quedó convertido en el contenedor de todo lo que desbordó los parámetros teóricos tomados de la ciencia europea. Al analizar escritos de autores clásicos y contemporáneos como Flavia Freindenberg (2007), o Carlos de la Torre (2008b), se destaca un interés, no por diferenciar aquellos referentes, sino por evocar de ellos múltiples ideas y datos útiles para argumentar la presencia de populismo en otros contextos. De tal forma, es posible apreciar conjuntos de dimensiones o esferas (económica, social y política) que dejan descubrir orientaciones conceptuales, tal como se analiza en el capítulo 2. Nos interesa saber qué se ha venido reproduciendo de aquellos referentes a fin de concretar universos de observación.Lo que haremos por ahora, es resaltar los puntos centrales en cada esfera y las principales críticas que dan origen a una utilización peyorativa del “populismo”. Por tanto, el objetivo no es hacer una caracterización de experiencias o una comparación entre ellas, sino más bien integrar lo que se sugiere desde diferentes autores (ya suficientemente citados), alrededor de cada experiencia. Al abordar la experiencia brasilera es común citar a Getulio Vargas, un político, no militar, que estuvo en el poder en tres periodos: 1930-1937, 1937-1945, 1951-1954. El primero transcurre como una democracia, permitiendo la emergencia de bases populares que desplazan el poder de la oligarquía, haciendo concesiones a la clase media como al proletariado y reconociendo a los sindicatos como órganos legítimos del Estado. El segundo, como una dictadura donde el líder mostró un perfil duro y manipulador de las instituciones políticas. El último, como una democracia representativa donde se intenta institucionalizar su movimiento propio, por intermedio del Partido Trabalhista Brasileiro (PTB) que reunía el sector popular urbano (Groppo, 2009). En la esfera política, se aprecia un líder personalista, paternalista y carismático, que se hizo al poder inicialmente en 1930 por designación provisional de la junta militar y en 1934 como presidente constitucional; en 1937 por un golpe de Estado, y en 1951 por elección popular. Allí es argumentado un Estado Corporativo que tiende a la negociación de derechos por medio de alianza de clases. Se atribuye a Vargas un discurso anti-imperialista con el cual defiende los intereses nacionales, ataca la política tradicional, cautiva al pueblo y lo motiva a la alianza 19 policlasista tras el llamado a la unidad nacional y al equilibrio de las fuerzas sociales. Sin embargo, se le critica el eclecticismo ideológico que impidió la configuración de un movimiento o un partido que reprodujera sus políticas, lo cual no pudo conseguir ni siquiera con el impulso del Estado Novo 6 . En la esfera económica, las políticas varguistas tienen una tendencia al desarrollismo y la industrialización, aunque no aparecen muy definidas hacia 1930 como sí ocurre hacia 1934 cuando su política es decididamente intervencionista y proteccionista. A partir de 1937 se declara la moratoria de la deuda externa, se ordenan impuestos a las exportaciones e importaciones, se protege la producción nacional, se seleccionan los productos de importación, se invierte en la infraestructura del país, se fortalece la explotación del petróleo y de la industria hidroeléctrica. Las medidas económicas empleadas fueron criticadas a largo plazo por llevar al desplome la economía, aunque a mediano plazo sí proporcionaron una política industrial integral que hizo asemejar a Brasil, a un país desarrollado de consistencia económica. En la esfera social, observamos que la base que apoya a Vargas está compuesta hacia1930 por sectores medios, con presencia de grupos rurales y una élite organizadora (militares, exportadores de café, industriales) que pretendía incorporar aquellos sectores medios al poder, para así ocasionar una ruptura controlada del sistema político tradicional. Hacia1940, el líder incluyó en su base a la clase obrera por medio del corporativismo y en 1951 existe una evidente alianza clasista que le aseguró su elección popular. En su política social se argumenta un Estado regulador de las relaciones capital/trabajo que priorizó la inclusión social de sectores medios y bajos y llevó a cabo reformas laborales, en las que impulsó el empleo, limitó las jornadas de trabajo, aseguró protección social a los empleados, reguló salarios mínimos, el descanso remunerado y la estabilidad laboral. Al estudiar la experiencia argentina se nombra a Juan Domingo Perón, un político y militar que estuvo como presidente en tres periodos: (1946-1952), (1952-1955) cuando fue derrocado por un golpe militar y (1973-1974), cuando fallece. (Groppo, 2009). En esta experiencia de populismo Latinoamericano, la esfera política muestra un líder carismático, paternalista, con un acento personalista inicial, que cede en la relación directa con los seguidores al tener en cuenta sus demandas y autodefinirse como la encarnación del pueblo. Dos líneas políticas se destacan: la primera, es el reconocimiento a que sus ideas políticas se hayan reproducido en el Partido Justicialista fundado hacia 1940, asegurando la participación política de la mujer y el voto femenino; y la segunda, su aferrada defensa de la soberanía nacional. Se argumenta que el líder fortaleció su relación con el pueblo mediante un discurso emotivo pidiendo la unidad del pueblo, en contra de la oligarquía, un discurso que no se 6 Fue el modelo de Estado que Vargas impuso por medio de un referendo popular en 1937, con él se quiso transformar la economía brasileña, con la idea de fortalecer el desarrollo industrial. 20 quedó en la demagogia sino que permitió la transformación social. Perón pudo articular una masa urbana y migratoria rural, y la condujo como masa organizada (“desorganizada” dirá Di Tella), mitificándola como pueblo, sin respetar formas o instituciones, con el propósito de vencer las organizaciones políticas tradicionales. Se acusa a Perón de una tendencia fascista, fruto de la influencia que recibió cuando fue agregado militar en Italia entre 1941 y 1945, época del régimen de Benito Mussolini, por quien demostró admiración. En la esfera económica, Perón reprodujo el nacionalismo, invocó una estrategia de desarrollo basada en el intervencionismo y la industrialización, restringió el mercado internacional y propició el crecimiento hacia adentro, nacionalizó las inversiones extranjeras (británicas, norteamericanas y francesas), especialmente las relacionadas con el petróleo, declaró saldada la deuda exterior, congeló las rentas de los sectores de la exportación, se adelantaron campañas de abaratamiento de costos de producción y promoción del autoabastecimiento nacional. En la esfera social, se resalta el apoyo de una base social formada por la alianza entre el líder y el sector sindical, la incorporación de sectores urbanos y rurales (trabajadores, obreros), un sector minoritario de la clase media y algunas élites dirigentes de la clase alta no dominante, y facciones de las fuerzas militares. En el diseño de su política social, incluyó la participación de los sindicatos y acogió las mejoras que estos proponían; la particularidad es que fueron los sindicatos creados bajo la influencia del Estado. Promovió grandes reformas a la legislación social, enfocadas a la protección del trabajo: condiciones dignas de trabajo, mejor salario, jornada laboral de ocho horas diarias, indemnizaciones por despido, vacaciones remuneradas, protección social. Respecto de la experiencia mexicana, se nombra a Lázaro Cárdenas del Rio, político, militar, presidente en una oportunidad (1934-1940) por elección popular (Freidenberg, 2007). En la esfera política, es común presentarlo como un líder carismático, defensor de la soberanía nacional, que llegó a la presidencia como resultado de una estrategia de mediación en la división revolucionaria protagonizada por el callismo (alianza burgués- oligárquica) y sectores de izquierda, que querían dar estabilidad al régimen a partir del control del movimiento social. La prueba es que su elección estuvo apoyada por el Partido Nacionalista Revolucionario (PNR). El liderazgo carismático de Lázaro Cárdenas, no fue una condición necesaria para conseguir la movilización de seguidores, como sí lo fue para el varguismo y el peronismo; es más, éste líder no tuvo tan desarrollada su capacidad discursiva como la de aquellos líderes suramericanos. Su estilo reveló una imagende seriedad, honestidad y patriotismo. En la esfera económica, la experiencia mexicana presenta una política de nacionalización (como sucedió con las compañías petroleras norteamericanas e inglesas hacia 1938) y expansión del sector público, de intervencionismo del Estado en la economía y una rigurosa disciplina fiscal. Sobre el desarrollo económico, se discute si las políticas cardenistas iban en contra del capitalismo, lo que mostraría un giro hacia el socialismo; o si 21 por el contrario, en el marco del capitalismo, actuó en pro de la transformación social bajo la idea de consolidar la burguesía nacional, a partir de la estrategia de industria nacional y el correspondiente suministro de la materia prima. En la esfera social, se reconoce una legislación que buscó la defensa de los derechos de los trabajadores, la promoción de alianzas con el sindicalismo y la proyección de una función conciliadora en pro del progreso del país; para lograrlo, habría subordinado la participación de las masas al corporativismo, haciéndolas pasivas y sometidas a las decisiones del Estado. De lo cual se concluye que su política quiso lograr el control gubernamental del movimiento campesino. La base social que apoyó a Cárdenas la conformaron, por un lado, una burguesía en la cual existían militares, y por otro, una estructura social que incluyó a trabajadores, sectores burocráticos, campesinos e indígenas entusiasmados por la Reforma Agraria. Y en verdad realizó un programa de distribución y reparto de tierras, acompañando su entrega con la financiación de trabajos de irrigación, construcción de vías de comunicación, y créditos blandos. Estos referentes permiten notar aspectos relevantes y puntos de contacto, que desde cada esfera, influyen en el contenido del concepto de populismo, así: Desde la esfera política, se analizan liderazgos fuertes, personalistas, con capacidad retórica y de motivación para movilizar diferentes sectores sociales bajo las consignas de unidad nacional y defensa de la soberanía nacional. Con la esfera económica, se consideran reformas legislativas que tienen como centro las políticas proteccionistas e intervencionistas conjugadas con la idea de nacionalismo. Desde la esfera social, se examinan reformas legislativas impulsoras de políticas sociales incluyentes de los sectores que tradicionalmente no han hecho presencia activa en la esfera política. Lo que en definitiva se traduce en el llamado a la participación política pública, un proceso de incorporación popular de políticas que aparentemente buscan responder a las necesidades del pueblo. La base social son colectivos, (masas populares, clases sociales) y no una mera sumatoria de individuos, donde resulta sobresaliente la acción y el discurso de un líder y las estrategias de choque que conjuran una coyuntura que se considera crítica. Estas políticas están dirigidas al favorecimiento de las bases que han apoyado al líder, pero no como simple clientelismo sino como real alivio de su situación precaria y de exclusión, a la cual han estado sometidas bajo regímenes oligárquicos. Al analizar cómo se establece la connotación peyorativa del término populismo, se encuentran tres explicaciones: 22 (i) En la esfera política, se critica la capacidad manipuladora del líder y la extralimitación de su poder dentro del Estado, al ponerse por encima de las instituciones, y adquirir un carácter autoritario—incluso fascista—que corroe las instituciones democráticas. Se acusa a estos liderazgos de esconder ideas autoritarias tras su carisma y personalismo: Perón habría minado el movimiento obrero independiente creando un sindicalismo de Estado; Cárdenas habría logrado apaciguar las masas mediante el corporativismo y sujetándolas a la decisión del Estado, como también habría hecho Vargas con alianzas y pactos policlasistas. También se dice que con aquellos liderazgos fuertes y su retórica, lo que se hizo fue evitar una revolución social ante la crisis del modelo agro-exportador, impulsando políticas favorables a la industrialización bajo la premisa de incorporación popular, enfocadas a sectores desfavorecidos configurados como un colectivo o una masa, que fue transformada en aliados y una gran base legitimadora para el líder. Y tal vez uno de los argumentos más fuertes, es la posición dictatorial que los líderes asumen al tomar el poder, y el ejemplo más recurrido es el segundo periodo presidencial de Juan Domingo Perón, cuando tenía a cuestas profundos desequilibrios económicos y la fuerza pareció ser la única solución: la oposición fue arrestada, la libertad de prensa reprimida, y los excesos de autoridad y el abuso del poder fueron evidentes. (ii) Sobre la esfera social, se ha dicho que las reformas estuvieron lejos de solucionar los problemas que el pueblo tenía. Así por ejemplo, las políticas sociales peronistas nunca lograron remediar la miseria de la clase obrera, ni problemas tan relevantes como la falta de vivienda, que por falta de planificación nunca fueron resueltos, de tal manera que aquellas clases medias y bajas a las que se quería proteger, terminaron siendo las más afectadas. (iii) Sobre la esfera económica, se ha dicho que la legislación proclive al intervencionismo del Estado y al proteccionismo económico, conformó un todo de política incoherente, y que estos líderes no lograron una distribución equitativa de la riqueza, limitándose a expandir la industria sin lograr capacidad exportadora. Estas críticas de tendencia pesimista han estado gravitando sobre el populismo y se han reproducido en diferentes formas, convirtiéndolo en escenario de malos resultados, de políticas incumplidas, de manipulación y engaño. Sin embargo, al integrar el conjunto de dimensiones en esferas, lo que ellas representan son medidas con las cuales se intentaba corregir la crisis capitalista del segundo tercio del siglo XX. Ahora, si como lo dice Carlos Salazar (1995), es muy difícil prever las consecuencias de la aplicación de una u otra medida (sobre todo en materia económica), entonces el cuestionamiento que surge es por qué se ha reproducido su connotación negativa. Más que diferencias, los autores hasta acá analizados, nos hacen ver similitudes entre estas tres experiencias de populismo en América Latina, a fin de redondear conceptos de populismo. Sin embargo, apoyados en la reciente investigación de Alejandro J. Groppo 23 (2009) sobre el populismo latinoamericano, tal percepción cambia al quedar demostrado que ellas revisten de fondo características muy diferentes, así: En la experiencia argentina con Perón, hubo dos campos antagónicos, peronismo y anti peronismo, que dieron lugar a la fragmentación política alrededor de temas económicos, institucionales y sociales muy candentes. En la experiencia brasilera ya no existió tal antagonismo frente Vargas y aunque se experimentó una división hacia 1943, ella no implicó una división generalizada en la conformación política que condensara una variedad de temas heterogéneos entre sí. En Argentina ocurrió un proceso de politización visible sobre la cuestión social y laboral, donde la satisfacción de demandas laborales y sociales sirvió como medio para el cuestionamiento y cambio del orden social. Por el contrario en Brasil, la relación social- laboral no fue cuestionada, y los consensos y alianzas entre fuerzas políticas y clases sociales, hicieron que la politización de las demandas sociales fuera variable en el tiempo y en el espacio. En otras palabras, a diferencia del peronismo, el varguismo presentó las leyes sociales y laborales no como conquista social de los trabajadores sino como un regalo desde arriba. De tal forma, la estrategia de Perón para conseguir legitimidad e integración fue la formación de identidades populares,mientras Vargas lo que hizo fue negociar derechos dentro de un Estado Corporativista. Vargas encontró un límite a su propuesta política, en la extrema regionalización del país que impidió la construcción de un lenguaje político de carácter nacional; Brasil esun país altamente regionalizado, con diferentes niveles de desarrollo, y Vargas intentó equilibrar el sistema por medio de alianzas, lo que lo convirtió en un articulador de fuerzas sociales altamente heterogéneas. Mientras que Argentina tuvo una realidad social más homogénea, donde existieron partidos políticos y sindicatos formados con respaldo del Estado, con presencia en todo el territorio nacional. Lo que indican estas contradicciones es que no constituyen un núcleo común o universal que puedan sustentar, coherentemente, los fundamentos del populismo como concepto. Entonces ¿Cuál es la lógica de uso del término populismo? 1.2.2 La lógica del uso7 de los conceptos de populismo. Intentar descifrar cómo se han construido “los conceptos de populismo” desde lo metodológico, tiene un obstáculo principal: los autores por lo general, no expresan el método de construcción de conceptos 8 ni la metodología de sus obras, pretender abordar este tema está fuera de nuestros objetivos. 7 Al hacer referencia a la lógica, la entendemos en el sentido de establecer cómo se va articulando el concepto a nuestras realidades, ya que desde allí podremos establecer una explicación de su estiramiento (ampliación semántica). 8 . Con frecuencia, los autores parecen ajustarse a un planteamiento netamente hipotético deductivo. Son numerosos los escritos, generalmente artículos de revista o críticos de un gobierno, que no están interesados en construir un concepto de populismo, sino tan sólo en la verificación de una hipótesis, allí el concepto de populismo es tácito, si acaso proyectan la tesis de otros autores, en este sentido, hay gran cantidad de artículos que sólo usan el término para adjetivar gobiernos como populistas:“el populismo” de un líder, v.gr,. el texto de Nelly Arenas (2007) “Poder reconcentrado: el populismo autoritario de Hugo Chávez”. 24 Sin embargo, Marcos Roitman (2004)y González Serra (2002), nos permiten analizar cuál fue la influencia que tuvo la producción del conocimiento. Manifiestan estos autores que la interpretación de la realidad social latinoamericana incorporó muchos de los postulados metodológicos marxistas, pero también weberianos, explicitando que existió una tendencia a construir “tipos ideales” de conceptos como capitalismo, democracia, liberalismo, configurados en Europa y Norteamérica, alrededor de los cuales se hicieron comparaciones con los procesos Latinoamericanos, y entonces, frente a aquéllos “tipos ideales”, estos procesos fueron catalogados como anómalos, imperfectos y en crisis; se habló de democracias imperfectas, de crisis del capitalismo, de crisis del liberalismo, etc. El término populismo surgió en Rusia y Norteamérica, donde también ha sido controvertido. Para autores como Frei & Rovira Kaltwasser y Alfio Mastropaolo, el populismo tiene un origen distinto en cada uno de estos lugares: En Rusia se originó alrededor de los años1880 y estuvo integrado por un movimiento de intelectuales que mitificaba al pueblo y en particular a los campesinos, anhelando una forma de socialismo romántico, rural y comunitario; se oponía al Zar enraizado en la tradición y a todo lo moderno que Occidente proponía a Oriente. En Norteamérica emergióhacia 1892, para designar a una organización de farmers en la cual se vislumbraba una orientación política ideológica que incluso dio lugar a un partido con propósitos electorales, que se oponía a la concentración económica, a las grandes ciudades, a las empresas y al sistema bancario, y reclamaba autonomía, descentralización y el auto-gobierno local. Un partido que pronto se extinguió (Frei & Rovira Kaltwasser, 2008) (Mastropaolo, 2005). En América Latina, conforme lo expresan Mackinnon y Petronne (1998) citando a Peter Worsley, el populismo no se constituye como resultado de una tradición compartida en la cual sus actores se identificaran; más bien se desarrolló como una designación teórica peyorativa surtida en diferentes análisis políticos. ¿Qué sucedió en Latinoamérica? El propósito no es hacer una genealogía de conceptos, mucho menos una estantería de definiciones de populismo, pues como ya se ha indicado, las definiciones o significados no pueden expresar la complejidad de un concepto, pues este obedece más a una representación mental que los autores van imprimiendo en sus escritos o estudios, y por tanto, hablamos de desarticulación conceptual, lo que implica mirar las diferentes dimensiones que se han analizado al hablar de populismo. Gran parte de los estudios sociológicos del siglo XX, se dirigieron a estudiar la contradicción oligárquico-burguesa, influenciados por el devenir histórico de Europa principalmente. Como explica Roitman (2004), en la producción del conocimiento latinoamericano hay una gran influencia de la escuela weberiana, maestra de una argumentación donde priman las comparaciones y un alto grado de racionalidad. Muy pronto el desarrollo europeo en lo político, económico y social, se convirtió en modelo a imitar y del cual se tomaron muchas de las categorías de análisis con las cuales se comparó ese modelo de desarrollo con cualquier otro. 25 Inevitablemente se tuvo que concluir que todos los procesos de desarrollo en América Latina eran imperfectos, no porque realmente lo fueran, sino porque quienes los estudiaron, los midieron por lo que les faltaba o les sobraba dentro de una categoría de análisis. Y el populismo fue un término que vino a auxiliar la explicación a las desfases teóricas en el debate sobre el desarrollo político, económico y social latinoamericano. De tal manera que el término “populismo”, no se utiliza para comparar nuestras realidades con la europea o la norteamericana. El término surge para criticar lo anómalo más que para explicar aquellos actos dotados de sentido y significación política, y que iban dirigidos a la instauración de unos regímenes que, como explica Carlos Malamud (2010) quisieron hallar un camino más corto para alcanzar bienestar y desarrollo, pero siempre bajo la sombra del desarrollo capitalista impulsado por potencias extranjeras Para conceptualizar el término “populismo” y comprender la lógica de su empleo, tres momentos del desarrollo capitalista latinoamericano incidieron en sus contenidos. El primer momento comenzó hacia 1930, coincidente con el agotamiento del modelo agroexportador y el impulso del nuevo modelo de Industrialización y Sustitución de Importaciones (ISI) 9 , la quiebra del Estado oligárquico y el surgimiento de un Estado Nacional Popular, mientras que en Estados Unidos se hablaba de Estado de Bienestar 10 . Es una época que para América Latina implicó cambios en su estructura social, movilizaciones de masas, alianzas entre clases sociales, inmigración del campo a la ciudad, cambios políticos y adopción de políticas sociales en beneficio de las clases excluidas. Durante este periodo tenemos el surgimiento de Getulio Vargas y de Juan Domingo Perón, con un discurso afín al nacionalismo con el cual impulsaron políticas sociales que diseñadas para satisfacer las demandas de las clases populares, arremetieron contra las clases oligárquicas proclamando defender los intereses de las clases menos favorecidas y en definitiva, instaron a una participación política popular. En realidad, fueron discursos por la participación popular y por las políticas sociales matizadas por la industrialización, por la estrategia del desarrollo hacia adentro y más adelante por el Estado de Bienestar. Durante gran parte del siglo XX, el desarrollodel capitalismo estuvo amenazado por el socialismo después de la revolución rusa de 1917, que impulsó un proyecto anticapitalista a nivel mundial. Ante la crisis de 1929, los ideólogos del capitalismo reaccionaron con el Keynesianismo y con la proyección de un nuevo modelo de desarrollo para América Latina: industrialización por sustitución de importaciones. A partir de 1950, se acentuaron en América Latina los inconvenientes causados por las medidas impulsadas por aquellos líderes del segundo tercio del siglo XX que resultaron 9 Según Vargas Sánchez (2006) el ISI estuvo altamente influenciado por la Teoría del Desarrollo y el Keynesianismo (sobre todo después de la década de 1950, cuando Raúl Prebisch fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 10 Según Ortiz Soto (2001)el Estado de Bienestar para América Latina, tiene origen en la política del New Deal en la década de 1930 en los EE.UU, propuesto por la necesidad de conjurar la crisis del capitalismo y la amenaza del comunismo. La crisis de 1929 exigió una respuesta política, cultural y económica, así se diseñó este modelo, que será experimentado, consolidado, en los EE.UU. y luego exportado a todo Occidente desde la década de 1940. 26 desacreditados: Perón, Vargas y Cárdenas. Al explicar la crisis del Estado Nacional, Pablo González Casanova (2002) advierte que la inclusión de decisiones políticas y económicas desde organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, dieron lugar a discursos fundamentados en la soberanía del pueblo: representación, democracia y equilibrio de poderes que estimularon el apoyo del pueblo, y propiciaron la emergencia y consolidación de un nuevo sector dominante que reorientó las demandas populares–formuladas tras muchas luchas políticas, movimientos obreros y concesiones sociales y políticas—y las convirtió en la expresión rudimentaria de un capitalismo negociado. El segundo momento comenzó hacia 1960, cuando el modelo de sustitución de importaciones entró en crisis general, reflejada en creciente inflación e incapacidad para superar las restricciones arancelarias de exportación e importación; alta concentración de riqueza que convierte el modelo industrial en monopolista; urgente necesidad de capital que aumenta la deuda externa de la región; la tecnología había desplazado la mano de obra ocasionando desempleo y reducción de salarios. Es un panorama del cual se responsabilizó a los gobiernos de Perón, Vargas y Cárdenas, que fueron acusados de “populistas” por los teóricos. La crítica principal se dirigió a las reformas legales que incluyeron políticas económicas y sociales que desestabilizaron el sistema. Según Oscar Luis Ortiz (2001), el keynesianismo influyó sobre el desarrollismo y el Estado de Bienestar propuestos por los gobiernos latinoamericanos. El propósito del modelo keynesiano fue mantener estable el capitalismo desde el mismo capitalismo, bajo la idea de que el Estado podía restaurar los equilibrios fundamentales. Su aplicación implicó un movimiento hacia el socialismo, y se hizo necesaria la participación de clases sociales medias y bajas, y una política social que incluyera empleo, educación, vivienda, servicios sociales, seguridad social, etc. Las ideas keynesianas hubieran sido efectivas, siempre que el Estado hubiera tenido la capacidad de regular la política social y económica, haciendo compatible el modo de producción capitalista y su lógica de mercado, con el sistema democrático caracterizado por su participación y redistribución del ingreso. El problema fue que los países latinoamericanos no estaban preparados para la recepción de estas políticas del más puro capitalismo, mientras había otras corrientes ideológicas como el nacionalismo, que ofrecían una propuesta alternativa de conducción del Estado. Como resultado del desequilibrio económico, si bien se aceptó hacia la década de 1980 que el modelo de industrialización había fallado, también se propició una crítica a las dictaduras juzgándolas como el obstáculo del desarrollo latinoamericano (Aguila & Viano, 1999). El tercer momento se ubica hacia la década de 1980, cuando irrumpen las crisis económica brasilera y argentina de 1982, el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones y el colapso económico de la Unión Soviética, un respiro para el capitalismo al desaparecer su más temible amenaza. (Vargas Sánchez, 2006). 27 A partir de este momento, el desarrollo capitalista muestra otro rostro, un discurso que transforma el pensamiento económico 11 defendiendo las bondades del libre mercado, abandonando y criticando la participación del Estado en la economía y el agotando modelo de sustitución de importaciones. Allí está el Consenso de Washington 12 proponiendo liberalización comercial, liberalización financiera, desregularización de la economía, privatización, reforma fiscal, reordenación del papel del Estado; políticas que tienen que ser reajustadas hacia 1990, ante el rechazo del rol que asumiría el Estado como mero observador de la actividad económica y reducir su intervención como agente distribuidor de riqueza y promotor de bienestar y desarrollo económico. ¿Cómo comprender la lógica de uso del concepto de populismo respecto de estos tres momentos? No es nuestra pretensión asimilar el populismo como derivado o estrategia del desarrollo capitalista, sino mostrar una evidencia del aprovechamiento del significante en cada uno de los momentos históricos en los que se pregonó una crisis del capitalismo, o se hizo necesario un cambio, o se propició una transformación de un modelo de desarrollo económico. Hacia 1930 la solución propuesta para hacer frente al desequilibrio económico y político, fue lo que podríamos llamar “regímenes de participación”, que a partir de una incipiente industrialización y sustitución de importaciones, pensaron en políticas de incorporación, mediante las cuales se hace un llamado a sectores populares, a clases medias y bajas, a comprometerse en el desarrollo nacional, en políticas sociales que tuvieron que ver con los salarios y condiciones laborales, la seguridad social, la educación, y se pensó en políticas económicas representadas en regulación de la inversión extranjera y distribución del ingreso. Todas ellas son políticas que de alguna forma coincidieron con algunos planteamientos del keynesianismo y del Estado de Bienestar. El cambio del modelo agroexportador a uno de industrialización, tuvo que contar con la participación de diferentes bases sociales, pues lo que se proponía era una profunda transformación de la estructura económica, de “hacia fuera” a “hacia dentro”, y ello significó movilizaciones de masa, alianzas de clases sociales de procedencia rural o urbana, y con la relevancia del líder carismáticos que pudiera conducir aquella masas hacia los objetivos de estabilización del sistema económico y político. Hacia 1960, las medidas implementadas por aquellos regímenes tuvieron más desatinos que aciertos, y alrededor de sus resultados se desató una gran crítica a la ineficacia de las políticas sociales, a las prácticas de los líderes para acceder o mantenerse en el poder, y a la manipulación que estos líderes hicieron de la participación política popular. 11 Se habla de transición democrática y de apertura económica, aunque en los ritmos que cada país permite. Se pasa de defender el crecimiento “hacia adentro” a defender el libre mercado, criticar la participación del Estado en la economía, lo que implica abandonar el agotado modelo de industrialización y sustitución de importaciones. 12 Un paquete de medidas sobre reformas económicas propuestas y recomendadas por instituciones
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