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1 
 
 
EL POPULISMO 
ESTUDIO SOBRE LOS CONCEPTOS DE POPULISMO Y SU LECTURA EN 
COLOMBIA 
 
 
 
 
 
 
 
 
Gildardo Antonio Bueno Romero 
 
 
 
 
 
 
Trabajo para optar al título de Magister en Ciencia Política 
 
 
 
 
 
Asesor 
 
Juan Carlos Celis Ospina 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 
INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS 
2012 
2 
 
 
 
 
 
 
 
Agradezco a mi esposa Nora Alba Cossio 
Acevedo y a mi hijo David Santiago, por su 
comprensión y apoyo, porque ellos fueron un 
alivio a las agobiantes horas que dediqué a 
cumplir el reto de mejorar mi formación 
académica y profesional. 
 
Agradezco a mi asesor Juan Carlos Celis 
Ospina por su labor de asesoría y a Juan 
Carlos Arenas por su gestión en la 
Coordinación de la Maestría. 
 
 
 
3 
 
 
 
Resumen 
 
Esta tesis plantea que sobre el populismo ha operado una lógica de uso que lo ha 
estirado conceptualmente, haciendo de él un concepto comodín, o una categoría de 
múltiples contenidos que se tornan difusos en muchos análisis donde se utiliza el populismo 
como concepto. Por lo tanto, es necesario proponer un valor explicativo, lo cual no es 
equivalente a aumentar sus usos estirados, sino a comprender la trascendencia histórica que 
el populismo ha tenido en América Latina. 
 
Se sostiene que en diferentes lecturas que se le dan al populismo no se aprecia un 
interés por descubrir un habeas teórico claro, sino más bien en aprovechar su elusividad 
conceptual y la tendencia pesimista de sus contenidos, para adjetivar y desacreditar 
prácticas, medidas y aspectos de algunos gobiernos, que reorientan los modelos 
económicos y políticos de cada país, buscando una alternativa a la trama capitalista 
hegemónica. 
 
Bajo esta lógica de uso e incertidumbre en los contenidos del populismo como 
concepto, algunos autores plantean que el populismo se extiende por toda América Latina y 
ha entrado a Colombia. Si los contenidos y construcciones conceptuales son opacos, 
entonces la pregunta orientadora de la investigación es: ¿Cómo se ha dado lectura al 
populismo como concepto para explicar las realidades colombianas? 
 
Palabras clave: 
 
Populismo como concepto, concepto comodín, populismo en América Latina, 
universos de observación del populismo, estiramiento conceptual, reconstrucción 
articulada. 
 
 
4 
 
CONTENIDO 
 
RESUMEN 
 
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 6 
1 CAPÍTULO 1 .............................................................................................................. 13 
1.1 LOS CONCEPTOS EN LA CIENCIA POLÍTICA: UNA QUEJA SOBRE SU 
DIFICULTAD .................................................................................................................. 13 
1.2 POPULISMO COMO CONCEPTO ENTRE REFERENTES Y LA LÓGICA 
DE SUS USOS. ................................................................................................................ 17 
1.3 LECTURA DEL ESTIRAMIENTO CONCEPTUAL DEL POPULISMO .......... 30 
1.4 CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 32 
2 CAPITULO 2 .............................................................................................................. 34 
2.1 TRAS LA HUELLA DE LOS CONTENIDOS DEL POPULISMO .................... 34 
2.2 LECTURA DE LAS ORIENTACIONES CONCEPTUALES SOBRE 
POPULISMO Y APORTES PARA LA CONSTRUCCION DE UNIVERSOS DE 
OBSERVACIÓN .............................................................................................................. 45 
2.3 CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 49 
CAPITULO 3 ...................................................................................................................... 53 
3.1 CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA .............................................................. 53 
3.2 LOS REFERENTES SOBRE LOS CUALES SE HA HABLADO DE 
POPULISMO EN COLOMBIA. ..................................................................................... 56 
3.3 LAS ORIENTACIONES DE LOS CONCEPTOS DE POPULISMO EN 
COLOMBIA .................................................................................................................... 59 
3.4 LA LECTURA DEL POPULISMO EN COLOMBIA: ENTRE 
CONTINUIDADES Y DISCONTINUIDADES ............................................................. 67 
3.5 CONSIDERACIONES FINALES ..................................................................... 71 
CAPÍTULO 4 ...................................................................................................................... 74 
4.1 PRINCIPALES DIMENSIONES QUE LOS AUTORES USAN PARA 
ESTUDIAR EL CASO DE ÁLVARO URIBE VÉLEZ .................................................. 74 
4.2 LOS UNIVERSOS DE OBSERVACIÓN DEL POPULISMO Y LOS PERIODOS 
DE GOBIERNO 2002-2006, 2006-2010.......................................................................... 77 
4.3 ¿ES ADECUADO ESTIRAR MÁS EL CONCEPTO DE POPULISMO PARA 
COMPRENDER EL CASO DE ÁLVARO URIBE VÉLEZ? ......................................... 88 
4.4 CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 93 
CONCLUSIONES ................................................................................................................ 95 
REFERENCIAS ................................................................................................................. 105 
ANEXOS 
5 
 
 
 
ANEXOS 
 
 
 
 Pág. 
 
ANEXO No. 1 MEMORIA METODOLÓGICA 115 
ANEXO No. 2 
 
ESQUEMA DE FICHAS PARA ANÁLISIS DE TEXTOS 125 
ANEXO No. 3 
 
ESQUEMA DE RECONSTRUCCIÓN Y SIGNIFICACIÓN 
DEL CONCEPTO 
126 
ANEXO No. 4 
 
ESQUEMA GUÍA DEL TRABAJO -LECTURA DE 
CONCEPTOS DE POPULISMO 
127 
ANEXO No.5 
 
TEORÍAS PROPUESTAS PARA EXPLICAR LOS 
FUNDAMENTOS DEL POPULISMO 
128 
ANEXO No.6 
 
ASPECTOS MÁS RELEVANTES DE LOS AUTORES 
COLOMBIANOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL 
CONCEPTO DE POPULISMO 
132 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
“Un fantasma se cierne sobre el mundo: el populismo (…).En la 
actualidad no puede haber duda alguna respecto de la importancia del 
populismo, pero en cambio nadie sabe exactamente qué es. En cuando 
doctrina o movimiento, tiene un carácter elusivo y proteico: brota en 
todas partes, pero en formas contradictorias” 
(Ionescu & Gellner, 1970) 
 
Cuando se estudia el populismo como concepto lo primero a advertir es que los 
teóricos, investigadores y académicos, lo han llenado de múltiples contenidos y 
significados hasta el punto de hacerlo un concepto opaco. Contenidos que se deducen 
principalmente de tres referentes (Argentina, Brasil y México con Juan Domingo Perón, 
Getulio Vargas, y Lázaro Cárdenas, respectivamente), inicialmente descritos por autores 
considerados clásicos como Octavio Ianni, Francisco Weffort, Fernando Cardoso y Enzo 
Faleto, Gino Germani, Torcuato Di Tella. 
 
Referentes y estudios que son desfigurados y reconfigurados, con el fin de explicar 
en otras realidades la presencia del populismo, conformando así diversos habeas teóricos 
que hacen parecer aquellas experiencias clásicas como fuentes inagotables de inferencia o 
comprobación (sin importar lo fraccionadas o secundarias que sean), suficientes para 
demostrar que el populismo se esparce en toda América Latina. 
 
El populismo ha soportado diversidad de contenidos y múltiples definiciones, 
muchas veces contradictorias, que lo han convertido en un concepto de difícil concreción. 
Así se ha definido como: ideología, régimen político, forma de gobierno, conjunto de 
prácticas políticas, proyecto anticapitalista, tipo de liderazgo carismático y manipulador, 
conjunto de estrategias políticas, estilo de gobierno, discurso demagógico, conjunto de 
políticas intervencionistasy asistencialistas, conjunto de políticas sociales con fundamento 
en la redistribución del ingreso, conjunto de políticas neoliberales mediáticas, forma de 
democracia directa, mecanismo antidemocrático, movilizaciones políticas desorganizadas, 
movimientos sociales, régimen autoritario legitimado por el pueblo, etc. (Mansilla H. C., 
2009) (Adinolfi, 2010) (Aguila & Viano, 1999) (Freidenberg, 2008) (De la Torre C. , 
2008a) (Pelfini, 2007) (Valenzuela, 2009) (Hermet, 2003) (Novaro, 1996) (Mackinnon & 
Petrone, 1998). 
 
Como si fuera poco, su uso ha sido acompañado de una gran aureola negativa, y 
nadie se autonombra “populista”, como si el término más bien fuera un insulto (Aboy 
Carlés, 2001) (Malamud, 2010). Parece ser entonces, que las mejores credenciales de 
presentación del populismo fueran la ambigüedad y la vaguedad, hasta el punto de que Ian 
Roxborough (1984) propusiera eliminar este término de las ciencias sociales. 
 
Pese a las dificultades conceptuales, autores contemporáneos como Kurt Weyland, 
Flavia Freindenberg, Francisco Panizza, Carlos de la Torre, proclaman que el populismo 
7 
 
hace presencia en toda Latinoamérica
1
, en aquellos contextos más alejados del ideal 
democrático, con visible desequilibrio social, político y económico, con instituciones del 
Estado de derecho débiles y excluyentes de sectores sociales, y propicias al surgimiento de 
líderes que intentan regular la sociedad civil (De la Torre C. , 2008b) (Dahrendorf, 2005) 
(Freidenberg, 2007). Algo contradictorio pues si el concepto es tan impreciso, sus 
referentes de aplicación lo son mucho más y finalmente no se sabe qué es lo que se 
extiende: los problemas de estos “contextos” o el abuso del término “populismo”. 
 
La incertidumbre en los contenidos del concepto también se refleja en Colombia. A 
propósito de los periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez, (2002-2006 y 2006-2010) 
algunos analistas como Luis Guillermo Patiño Aristizábal (2008) y Cristina de la Torre 
(2005) han dicho que un nuevo populismo ha entrado a este país, afirmación controvertida 
por otros autores como Fernán González (2011; 2010) y Carolina Galindo (2007), quienes 
dicen que es desmesurada tal postura. Teóricos de la historia política colombiana del siglo 
XX como Marco Palacios (1971), César Augusto Ayala Diago (2006) y Daniel Pecaut 
(2001), al analizar los casos de Jorge Eliécer Gaitán y Gustavo Rojas Pinilla reconocen en 
estos, la presencia del populismo. Pero no aceptan que una experiencia populista se haya 
consolidado en el poder, como se tendría que aceptar en el siglo XXI, si se define a Álvaro 
Uribe Vélez como populista. 
 
Ahora, si todos ellos parten de diferentes fundamentos teóricos de populismo, ¿qué 
es lo que se extiende por América Latina y qué es lo que entra a Colombia? Un concepto 
debe referirse a un habeas teórico que explica fenómenos específicos. Si todo esto: 
concepto, habeas y fenómenos específicos son difusos, pero en el afán de adaptarlos a una 
realidad, se aprovecha su elusividad para adecuarles contenidos y fundamentos incluso 
inexistentes, estaríamos planteando la situación específica a analizar y su problemática, en 
forma equivocada. 
 
El problema es la opacidad que se cierne sobre el concepto de populismo. En 
ausencia de fundamentos teóricos claros y a fin de argumentar su presencia en América 
Latina, sus construcciones conceptuales se proyectan en torno a temas secundarios como la 
estrategia política, el estilo, las formas discursivas, etc., ocultando o excluyendo de él, 
temas principales que se descubren al estudiar su trascendencia histórica, como son la 
participación política popular, la soberanía nacional, reformas en torno a la propiedad del 
Estado y políticas de inclusión social, descubiertos en esta investigación. 
 
Con estos antecedentes, nos planteamos la pregunta de investigación: ¿Cómo se ha 
dado lectura al populismo como concepto para explicar las realidades colombianas? 
 
 
1
 Muchos son los gobiernos en Latinoamérica que han sido incluidos dentro del populismo. Para darnos una idea 
reproducimos la lista que hace Flavia Freindenberg (2007, pág. 55). Desde 1930–1950: en Argentina (Juan Domingo 
Perón) en México (Lázaro Cárdenas) Brasil (Getulio Vargas) Ecuador (José María Velazco Ibarra y Assad Bucaram) Chile 
(Carlos Ibáñez del Campo) Perú (Víctor Hugo Haya de la Torre) Uruguay (Benito Nardome). De 1970-1980 México (Luís 
Echavarría y José López Portillo) Argentina (Juan Domingo Perón) Ecuador (José María Velazco Ibarra) Panamá (Arnulfo 
Arias) Perú (Alan García). De 1980-1990 México (Carlos Salinas de Gortari) Argentina (Carlos Menem) Brasil (Fernando 
Collor de Mello) Perú (Alberto Fujimori) Ecuador (Abdalá Bucaram Ortiz) 1990 Ecuador (Álvaro Noboa Pontón, Rafael 
Correa) Bolivia (Evo Morales) Venezuela (Hugo Chávez) 
8 
 
En consecuencia, este trabajo lejos de configurarse como un estudio de caso o una 
investigación empírica sobre los periodos presidenciales de 2002-2006 y 2006 -2010 en 
Colombia, propone como objetivo principal descubrir las lecturas que se le han dado al 
populismo como concepto, para explicar la realidad colombiana. 
 
 A partir de este concepto se diseñaron los objetivos secundarios que por supuesto 
exigieron explorar su desarrollo en América Latina y su aplicación en Colombia, así: (i) 
Dar explicación al porqué del estiramiento conceptual del populismo, (ii) concretar su 
trascendencia histórica revelando sus principales temas de debate, (iii) establecer sus 
continuidades y discontinuidades, respecto de la lectura que hacen algunos autores 
colombianos frente a los casos de Gaitán, Rojas Pinilla y Uribe y finalmente, (iv) 
argumentar una posición respecto de la aplicación del populismo a los periodos 
presidenciales 2002-2006 y 2006-2010en Colombia 
 
La tesis advierte, que sobre los conceptos de populismo ha operado una lógica de 
uso que hace de él un comodín, o una categoría de múltiples contenidos donde sus 
elaboraciones conceptuales se tornan difusas. Por lo tanto, siendo un concepto de tanta 
trascendencia histórica, es necesario proponer en él un valor explicativo, lo cual no es 
equivalente a aumentar sus usos estirados, sino de comprender su trascendencia histórica. 
En definitiva, en esta investigación se sostiene, que la lectura del populismo en Colombia, 
es el resultado de la eclecticidad conceptual para el tratamiento del tema del populismo. No 
se aprecia un interés por descubrir un habeas teórico claro, sino más bien el 
aprovechamiento de su elusividad para justificar la adjetivación de prácticas o aspectos que 
como en los casos de Gaitán, Rojas Pinilla y Uribe Vélez hacen recordar a líderes como 
Vargas y Perón. 
 
Cómo se dio respuesta a la pregunta en esta investigación, se explica con base en la 
metodología escogida, “La reconstrucción articulada” propuesta por Hugo Zemelman y 
complementada por Enrique de la Garza Toledo, constituida como alternativa al 
positivismo metodológico y alejada de modelos de investigación diseñados para el método 
hipotético deductivo (del carácter estándar de la teoría y de las hipótesis como eje de 
investigación). Más que una metodología, indica criterios metodológicos de construcción 
del conocimiento a partir de la realidad y no la aplicación mecánica de un método. 
 
Partimos de que la realidad es un campo de fenómenos que contiene diversas 
modalidades de concreción, donde concurren múltiples procesos que se articulan según sus 
particularidades espaciotemporales y dinamismos estructurales(los que dependen de la 
praxis social) y los coyunturales (que no dependen de esta). 
 
De tal forma, para abordar nuestra situación específica “el populismo como 
concepto” lo primero fue dar cuenta de la extensa producción de información, y de los 
procesos por ella descritos. El análisis inicial se propuso mediante fichas,así: la descripción 
del texto (por autor, por título, si era un estudio de caso o sólo un abordaje teórico), el 
descubrimiento de significados (si se acogía un concepto de otro autor, si descubría nuevos 
significados o sólo deformaban el de otro autor, si el populismo lo diferenciaba de otros 
conceptos) se ubicaron los referentes (a los que se hacía principal alusión en los textos) y se 
identificaron dimensiones que daban fundamento al populismo. 
9 
 
 
Bajo los criterios metodológicos de la reconstrucción, no basta definir el problema 
eje –para nosotros la opacidad del conceptopues es necesario problematizarlo. Y 
problematizar equivale a razonar el problema, no con base en una teoría que diga ya 
haberlo solucionado todo, sino en un proceso de especificación creciente donde se 
descubren, tanto las transformaciones que se dan al insertar el problema en diferentes cortes 
de la realidad, como también en las relaciones que se van descubriendo. 
 
Ahora, para identificar cortes coyunturales se valoran tres criterios metodológicos: 
(i) la realidad siempre está en movimiento (ii) los procesos que conforman la realidad se 
articulan y es necesario descubrir sus vínculos entre diferentes áreas temáticas (en lo 
económico, político, etc). (iii) La realidad supone direccionalidad lo cual permite 
descubrir las tendencias posibles o potencialidades de articulación entre diversos planos de 
la realidad. 
 
Al valorar estos aspectos en la presente investigación se establecieron: en primer 
lugar, los cortes espacio—temporales con sus dinamismos estructurales y coyunturales, 
donde el populismo adopta distintos significados intensificando su uso, y en segundo lugar, 
la direccionalidad de los diferentes contenidos y lo que ellos estaban representando. Este 
proceso equivale al establecimiento de la lógica de uso, lo cual significa descubrir cómo se 
ha utilizado el populismo como concepto en diferentes procesos espacio-temporales, 
reconociendo sus transformaciones, estableciendo qué se ha mantenido, qué se ha agregado, 
qué se ha ocultado o eliminado, a qué obedece su uso y el por qué de sus contenidos. 
 
Bajo la reconstrucción articulada el reto no es sólo hacer una crítica, sino reconstruir 
lo descubierto y en tal propósito el problema que subyace es la relación entre la situación 
específica y la forma de razonamiento. Cuando hablamos de forma de razonamiento, se 
hace referencia a la construcción del conocimiento que se da desde la realidad, donde 
permanecen implícitas tres funciones: la función del razonamiento propiamente dicha, la 
función de selección de áreas temáticas y la función que cumplen los criterios 
metodológicos en concreto. 
 
Todo lo anterior, se tradujo en tres aspectos importantes en la investigación: (i) la 
garantía de la apertura del pensamiento ante lo real objetivo, posibilitando ir más allá de 
lógicas intelectuales que decían haberlo solucionado todo, lo cual se logró haciendo (ii) un 
control de condicionantes, que equivale a evitar: la aplicación de modelos teóricos (porque 
distorsionan la realidad adaptándola a una teoría); el argumento de la experiencia (“esto lo 
han trabajado de tal forma”, etc.) al limitar la creatividad del investigador; y evitar también 
el establecimiento de metas o hipótesis definidas porque ellas tienden a anticipar un 
diagnóstico. Así logramos (iii), la delimitación de observables enfocados a explorar las 
relaciones lógicamente posibles. Y esto ¿para qué? Para hacer una selección de áreas 
temáticas y lograr una adecuada aplicación de criterios metodológicos. 
 
En concreto, existió una labor de desarticulación conceptual, donde pudimos 
descubrir conjuntos de dimensiones, pero no en forma arbitraria o caótica sino observando 
los supuestos de la realidad. Para el presente trabajo, estos conjuntos fueron agrupados en 
10 
 
esferas: Económica, Social y Política, posibilitando una primera articulación que dio lugar a 
la construcción de orientaciones conceptuales. 
 
En resumen, hicimos una depuración de la información, reconocimos los autores 
que se citan con mayor frecuencia, tanto clásicos como contemporáneos, descubrimos los 
contenidos que allí expresan, establecimos cortes de coyuntura donde el uso del concepto 
ha sido relevante para calificar procesos políticos, sociales y políticos. Al articular estas 
áreas construimos orientaciones conceptuales, grandes áreas temáticas resultado de una 
primera articulación donde se descubre la direccionalidad de los contenidos nombrados 
bajo el populismo. Así se reconoció el peso de las esferas sobre diferentes elaboraciones 
conceptuales de autores reconocidos como principales exponentes del populismo. 
 
La reconstrucción equivale a un proceso en el cual se especifica el problema, con 
una reducción paulatina de niveles de abstracción. De tal forma, al hallar nuevos vínculos y 
relaciones entre las orientaciones conceptuales y articularlas de nuevo, se dio lugar a la 
construcción de universos de observación bajo los cuales se agruparon los temas de debate 
descubiertos como estructurales, y a esto, lo llamamos “descubrir la trascendencia histórica 
del populismo como concepto”. 
 
Así entonces, obtuvimos dos herramientas útiles para enfrentar la lectura que se le 
ha dado al populismo como concepto en Colombia: las orientaciones conceptuales para 
analizar las elaboraciones sobre el populismo, de autores como Daniel Pecaut, Marco 
Palacio, Bernardo Congote Ochoa, Fernán González, Carolina Galindo, quienes analizan 
las experiencias de Gaitán, Rojas y Uribe; y los universos de observación, útiles para 
analizar los periodos presidenciales 20022006 y 20062010. 
 
La etapa de descripción articulada propuesta por la metodología escogida que daría 
lugar a una totalidad concreta donde se expone la articulación de datos empíricos, se omite 
por cuanto nuestro esfuerzo académico recae en una investigación teórica, cuya fuente son 
los contenidos hallados en distintas teorizaciones sobre el populismo. 
 
La exposición de la presente investigación se hace en cuatro capítulos, que 
concretan el análisis y los resultados obtenidos al enfrentar los objetivos propuestos. Una 
primera parte conformada por el capítulo 1 y 2, que trata del populismo en América Latina, 
y una segunda parte que aborda la lectura que se ha hecho por los autores colombianos 
seleccionados. 
 
El primer capítulo responde al porqué del estiramiento conceptual del populismo. 
Desde el inicio se propone al lector reflexionar sobre cómo se han pensado las realidades y 
el nombre que se les ha puesto, explicando que el problema de la vaguedad y la 
ambigüedad no son únicos del populismo, sino de muchos conceptos en las Ciencias 
Sociales. La exposición hace un acercamiento a los principales referentes del populismo en 
América Latina (experiencia brasilera, argentina y mexicana), para deducir las esferas 
económica, social y política. Cada una de ellas contiene un conjunto de dimensiones 
utilizadas por diferentes autores en elaboraciones conceptuales sobre populismo. 
 
11 
 
Este acápite revela que el estiramiento del concepto tiene fuente principal en su 
lógica de uso, es decir, en la forma como ha sido articulado para comprender diferentes 
momentos coyunturales en América latina, y como las diferentes transiciones ocurridas 
después de 1930 con motivo de la crisis del capitalismo, cuando cada evento, práctica y 
medida gubernamental reputada errónea, se estigmatizó como “populismo”. Se plantea que 
este concepto fue convertido en un comodín, o categoría de múltiples contenidos que no 
conformaron un habeas teórico estable, coherente y concreto, y en lugar de aclarar el 
concepto, se dio origen a muchas estructuras conceptuales y abundantes ab-usos. 
 
Por eso al abordar el segundo capítulo, cuyo objetivo es descubrir la trascendencia 
histórica del populismo concretando sus principalestemas de debate, un reto que subyace 
es hacer que este concepto no se vea más como un comodín. En consecuencia, se plantean y 
explican cinco orientaciones conceptuales (históricaecléctica, económica, liderazgo, 
ideológica y performativa) que dan cuenta de la direccionalidad de los contenidos que los 
autores le han dado al populismo y el peso que en estas construcciones han tenido las 
esferas descubiertas en el capítulo uno. 
 
Esta forma de abordaje facilita, en primer lugar, comprender el importante proceso 
de (re)conceptualización del populismo, que contrasta un punto de vista pesimista repetidor 
mecánico del estribillo “el populismo ha sido nefasto para América Latina…” con otro 
optimista que procura resaltar la transformación de procesos políticos, sociales y 
económicos, que a nombre del populismo se van logrando. Y en segundo lugar, descubrir 
universos de observación para ubicar todos aquellos conceptos cambiantes sobre 
populismo. Tales universos son: la soberanía nacional, la proyección de reformas legales 
en torno a la propiedad del estado y la inclusión social, articulados con el liderazgo y el 
discurso. 
 
El objetivo del tercer capítulo es descubrir las continuidades y discontinuidades del 
concepto de populismo empleados por los autores colombianos seleccionados
2
, respecto del 
desarrollo conceptual latinoamericano. Para ello se recurrió a las orientaciones 
conceptuales propuestas en el capítulo 2, las cuales dejan al descubierto que estos autores, 
generalmente, se mueven dentro de una orientación ecléctica. No buscan construir un 
concepto de populismo que dé cuenta de su trascendencia histórica, o al menos no lo hacen 
evidente, aunque sí describen prácticas, y actividades de referentes clásicos como el 
peronismo y el varguismo o constructos teóricos de otros autores, útiles para dar lectura de 
lo cerca o lo lejos, que estuvo la realidad colombiana de aquellas experiencias populistas. 
 
En tal medida, se deja al descubierto que: los autores que abordan los casos del siglo 
XX, están de acuerdo en que el populismo no tuvo posibilidades de florecer en Colombia, 
no porque compartan el mismo habeas teórico, pues ni siquiera definen un concepto: tal 
consenso se da porque ninguno de los líderes, Gaitán o Rojas, alcanzaron el poder por su 
propia campaña política y por eso, cuando se avanza en el descubrimiento de lo que 
significa para cada uno de ellos el populismo, se evidencia la eclecticidad conceptual 
 
2
Los casos de Gaitán y Rojas Pinilla se abordan con Palacios (1971), Ayala Diago (2006), Pecaut (2002), 
Congote Ochoa (2006) y Sánchez (2007), y el de Uribe Vélez con González (2011; 2010), Galindo (2007), 
Patiño Aristizábal (2008) y De la Torre (2007). 
12 
 
subyacente. Así mismo, quienes afirman la hipótesis de la presencia de neopopulismo en 
Uribe Vélez, retoman construcciones que dicen que el nuevo concepto de populismo se 
funda sobre el liderazgo y la promoción de medidas neoliberales, lo que demuestra suapatía 
por conjurar el estiramiento y abuso del término “populismo” y aclarar lo que ha 
representado históricamente. 
 
De tal forma, en el cuarto capítulo sentamos nuestra posición respecto a la 
aplicación del concepto de populismo en el caso de Álvaro Uribe Vélez. Para el desarrollo 
de este capítulo se toma como presupuesto los universos de observación del populismo 
presentados en el Capítulo 2 y se retoman los planteamientos de los autores que han tratado 
el caso de Álvaro Uribe (Capítulo 3). 
 
En este último aparte, se argumenta que analizar el caso colombiano de Uribe Vélez 
como populismo, es inadecuado, lo cual se sustenta con los resultados de una exploración 
en diferentes medios de comunicación, como también en un acercamiento a la forma 
abusiva como se ha abordado el concepto de populismo. Se concluye que en Uribe Vélez, 
si bien es innegable su liderazgo y el impacto de su discurso, (dimensiones articuladoras) 
los universos de observación estudiados no resultan aplicables en su caso. Así por ejemplo: 
con Uribe, las movilizaciones no se hicieron para lograr reivindicaciones sociales sino para 
legitimar la “seguridad democrática”; no hubo políticas de inclusión social, ni políticas 
redistributivas del ingreso, sino la continuidad de un programa neoliberal; no hubo una 
política de nacionalización sino de privatización. 
 
Este trabajo hace un acercamiento al populismo como concepto en Colombia, desde 
el escenario latinoamericano, inspirado en el análisis de diferentes orientaciones 
conceptuales que revelan la trascendencia histórica del concepto, y buscando aclarar cuáles 
son sus contenidos y la importancia que el término ha tenido en el ámbito académico. El 
trabajo plantea unos universos de observación que pueden ser utilizados como presupuestos 
teóricos en futuras construcciones conceptuales sobre el populismo. 
 
Al analizar los universos de observación y las dimensiones articuladoras, se sugiere 
que sus contenidos dan lugar a los presupuestos de un programa que busca un nuevo 
proyecto de sociedad y si bien no son totalmente contrarios al capitalismo, sí plantean la 
posibilidad de cambios en el manejo económico, social y político y su legitimación por la 
participación política popular. Proponemos finalmente que el populismo puede ser visto 
como una perspectiva de análisis para criticar proyectos políticos prioritarios de un 
programa de gobierno. 
 
13 
 
 
 
1 CAPÍTULO 1 
MAS ALLÁ DE LA OPACIDAD DEL POPULISMO LATINOAMERICANO 
 
“En suma, hoy la política es cada vez más una construcción simbólica, pues todo es 
politizable a condición de que sea debatible. En consecuencia, si la ciencia política aspira 
a trascender el nivel de superficialidad que acusa desde sus orígenes, debida a los 
métodos positivistas que le han hecho perder de vista la complejidad de lo social, entonces 
debe corregir la miopía de sus supuestos metodológicos, o sea incorporar en su seno la 
experiencia de la filosofía política y nutrirse de otras disciplinas”. 
César Cancino (2008) 
 
¿Cómo estamos pensando en América Latina? es la pregunta de Hugo Zemelman 
(2000) en “Epistemología y política en el conocimiento socio-histórico”, con la cual critica 
cómo en la construcción del conocimiento existe una incuestionada utilización de las 
palabras, sin saber qué son o cuál es la dinámica que ellas encierran, o si es adecuado o no 
su uso, advirtiendo la necesidad de ubicarse ante los contextos, sin doblegarse a las lógicas 
teóricas ya impuestas. En vía de una epistemología latinoamericana, se insta a tomar 
distancia del discurso dominante y reconstruir el conocimiento, a pensar más allá de límites 
disciplinarios o metodológicos, aunque estos digan tener la forma de resolverlo todo. 
 
Al ubicarnos ante los contextos con miras a comprender las realidades, es necesario 
dotarnos de conceptos que expliquen lo que allí se está dando, enfrentándonos a una 
dificultad inicial: ¿bajo cuál nombre etiquetamos lo que observamos?. A menudo no existe 
un consenso de cómo nombrar aquellos fenómenos, y quizás la solución rápida sea 
“adecuar un concepto” para que sea útil al propósito investigativo. 
 
En este capítulo se hace un reconocimiento de la dificultad que tienen los conceptos en la 
ciencia política y en especial el populismo como concepto; se abordarán los principales 
referentes que se tienen en el populismo latinoamericano y las esferas de análisis que lo han 
llenado de contenido, para finalmente explicar el por qué de su estiramiento conceptual. 
 
 
1.1 LOS CONCEPTOS EN LA CIENCIA POLÍTICA: UNA QUEJA SOBRE SU 
DIFICULTAD 
 
Al intentar comprender un concepto de populismo, dentro de la Ciencia Política, es común 
encontrar argumentaciones teóricas como la que hacen María Moira Mackinnon y Mario 
Alberto Petrone, quejándose de la dificultad del populismo por su elusividad:(…). Es, parece, la inexactitud terminológica crónica lo que aqueja al término populismo pues 
sirve para referirse a una variedad de fenómenos: movilizaciones de masas (de raíces urbanas o 
rurales) elitistas y/o anti-elite, a partidos políticos, movimientos, ideologías, actitudes 
discursivas, regímenes y formas de gobierno, mecanismos de democracia directa (referéndum, 
participación), dictaduras, políticas y programas de gobierno, reformismos, etc. (…). 
(Mackinnon & Petrone, 1998, pág. 7) 
 
O como la de Flavia Freindenberg: 
 
14 
 
Todo muestra que el populismo como término es variable y polisémico, que puede ser urbano y 
rural, progresista o conservador, capitalista o anticapitalista, de masas y de élites, socialista o 
fascista, de izquierda o de derecha. Desde múltiples ámbitos, se ha empleado el término cuando 
la realidad que se quiere conocer es imprecisa o cuando no se sabe muy bien qué es lo que se 
quiere describir. Como afirma Taguieff (1995) “la desventura del término populismo es haberse 
hecho popular”. Cuando una política, un movimiento, un liderazgo o un gobierno se escapan de 
lo que se espera de la política tradicional, se la ve como anómala o no se sabe bien qué es, 
entonces, se la denomina como populista (Freidenberg, 2007, pág. 17). 
 
Así entonces el problema del término “populismo” ha sido su opacidad. A la hora de ser 
utilizado para comprender un objeto de investigación, permite que sus conceptos sean tan 
maleables que finalmente proyectan la ficción de que el populismo se ha extendido a todas 
partes, sin importar la ambigüedad y vaguedad que sobre él se cierne. Así entonces, de 
fondo subyace la dificultad de construir conceptos en la Ciencia Política, lo cual es motivo 
de intensos debates que exceden los objetivos de este trabajo. Sin embargo, enunciemos al 
menos tres puntos de análisis ofrecidos al respecto: 
 
El primero se presenta con Brockmann Machado (1972)para quien el problema radica en la 
utilización despreocupada de conceptos cuyo significado no está claro o es ambiguo, donde 
los indicadores provocan falsos positivos (Brockmann Machado, 1972). El autor sugiere el 
empleo de conceptos definidos, en los cuales no se indague por su esencia, naturaleza o 
verdad, pues finalmente el significado de un concepto es creado y no descubierto y por lo 
tanto es suficiente con ofrecer una definición empírica precisa. 
 
Muy cercano, Dieter Nohlen explica que los conceptos en la ciencia política no tienen que 
alcanzar un grado de homogeneidad y firmeza, su contenido debe ser enseñado con 
intereses cognoscitivos circunstanciales para diferentes usos en el análisis politológico: 
 
(…) Una de las mayores necesidades de la enseñanza de nuestra disciplina consiste en 
transmitirle al alumnado que los conceptos no sólo son una conditio sine qua non del 
conocimiento científico, sino que además tienen que alejarse de ontologismos y esencialismos y 
corresponder a criterios de utilidad científica. La definición de un concepto no equivale a una 
profesión de fe para encarnar una verdad de la estudiosa/estudioso, sino a un examen lógico de 
su alcance, es decir sus límites (lo que incluye, lo que excluye) y su adecuación semántica a los 
objetivos de conocimiento. (Nohlen, ¿Cómo enseñar Ciencia Política?, 2003) 
 
Bajo estas posiciones, es posible adecuar cualquier concepto, a condición de que su 
construcción sea lógica, precisa, pragmática y verificable, pues la función del concepto no 
es comprender una totalidad ni dar cuenta de sus significados históricos, sino servir en la 
fracción de la realidad que se quiere investigar. Se olvidan los autores que, como anota 
Enrique de la Garza (1988a), la realidad no se circunscribe a una lógica de verificación, que 
la realidad siempre está en movimiento y al fraccionarla es necesario tener en cuenta 
aquellos significados históricos. 
 
El segundo punto de análisis se genera con Stefano Bartolini (1996) para quien la dificultad 
de los conceptos está en el lenguaje, y para corregirla es necesario separar lo que es de uso 
común y lo que es de uso científico. 
 
15 
 
Una propuesta muy problemática porque la diferenciación del lenguaje científico y 
lenguaje especializado—según Manuel Morales (2004)—busca dar especificidad al 
conocimiento dentro de una ciencia o disciplina, y dentro de esta, brindar una función de 
universalidad que garantice una adecuada comprensión en el campo comunicativo. Tal 
como lo dice Irina Kostina (2009), lo científico o especializado se construye a partir del 
lenguaje común y es de gran dificultad diferenciarlos en las ciencias humanas o sociales, 
ocurriendo con frecuencia que los lenguajes científicos no escapan del lenguaje común o no 
especializado, como sí se logra en las ciencias exactas. 
 
Así entonces, la exigencia de un lenguaje especializado es cuestionada. Si en el 
lenguaje común una palabra puede significar casi cualquier cosa, pero dentro de un 
lenguaje especializado debe ostentar estabilidad conceptual, entonces el populismo está en 
deuda con el lenguaje especializado, pues su universalidad no es una de sus características
3
. 
 
El tercer análisis lo ubicamos con Hugo Zemelman (1987; 2011) para quien los 
conceptos deben corresponder a fenómenos específicos en una situación concreta, donde es 
preciso darnos cuenta qué han significado y qué pueden significar en un presente. En 
consecuencia es preciso advertir que ellos tienen una función explicativa y una función 
epistemológica; en la primera, existe un habeas teórico que explica los fenómenos 
específicos en distintos cortes de la realidad, y en la segunda, los conceptos están llamados 
a contener lógicas posibles desprovistas del uso deductivo de la teoría en un pensar pre-
teórico. 
 
Para Zemelman, hay una constante desatención de estas dos funciones, lo cual 
provoca que el contenido de los conceptos se llene de juicios teóricos e hipótesis guiadas en 
la direccionalidad que impone una lógica intelectual hegemónica. De tal manera se estira 
su uso y su capacidad explicativa, añadiendo despreocupadamente atributos, producto de 
razonamientos por los cuales se busca adecuar un concepto a fin de explicar otras 
realidades. 
 
Con todo, más allá de la ambigüedad y vaguedad, o el uso especializado o común de las 
palabras, existe una referencia al problema del estiramiento conceptual. Lo anterior nos 
sugiere, que para comprender y re-usar un concepto como el de populismo, con el cual se 
ha pretendido explicar muchas realidades de América Latina, no basta encontrar una 
definición o un significado expreso, sino que se deben descubrir las lógicas de articulación 
sobre las cuales se brinde un fundamento que ate sus muchas elaboraciones conceptuales. 
 
1.1.1 La ambigüedad y la vaguedad: son problemas característicos del lenguaje, que se 
hacen evidentes a partir de las palabras con las cuales se expresan la infinidad de sucesos 
que conforman la realidad. La ambigüedad anuncia que la palabra puede acoger muchos 
significados de los cuales es difícil determinar cuál es el correcto, y la vaguedad reseña la 
 
3
En tal dirección, Irina Kostina dice que los conceptos, refieren construcciones abstractas o imágenes mentales que son 
representados con una palabra (significante o término), mientras que los significados y definiciones hacen alusión a 
lalengua o expresión escrita, existiendo un límite tal vez insalvable, “un significado nunca describe totalmente un 
concepto” (Kostina, 2009), pero siendo una diferencia tan sutil, concepto y significado, tienden a entenderse como 
sinónimos, pero en el sentido de que son generalizaciones expresando un conjunto de cosas 
 
16 
 
falta de claridad en el significado, generalmente porque no se da una adecuada delimitación 
de sus referentes. 
 
La discusión sobre la ambigüedad y vaguedad, no es única ni exclusiva del 
populismo,y más bien es una constante en las ciencias sociales donde existen pocas 
palabras y muchos significados. Según Giovani Sartori (2003), la vaguedad se corrige con 
una buena labor de denotación, lo que implica, determinar suficientemente los referentes y 
sus contenidos, y la corrección de la ambigüedad supone organizar y ordenar el lenguaje 
según tipos de significado correspondientes a ciertas destinaciones distintivas, es decir, 
estableciendo tipologías de usos diversos de un mismo lenguaje. 
 
Criticamos que pese al lamento por la ambigüedad y vaguedad del populismo, no se 
ha dado relevancia a un debate epistemológico que las minimice, y se ha preferido adecuar 
conceptos que “calcen bien al populismo” como lo dice Flavia Freindenberg (2009) sin 
importar si se invaden las dimensiones “mejor calzadas” por otros conceptos. 
 
1.1.2 El estiramiento conceptual. Como lo explica Sartori (2003) es un problema que se 
produce al aumentar la denotación de un concepto sin disminuir su connotación, es decir, se 
le dan atributos que no tenía originalmente, en lugar de utilizar un concepto más general. 
 
La propuesta de Giovanni Sartori es utilizar una escala de abstracción en la cual se 
equilibre el significado connotativo y denotativo, haciéndolos más precisos y limitados. 
Esta solución como lo explica Nohlen (2008), impone al investigador un dilema, o tener 
muchas variables que restrinjan el concepto y así excluir muchos casos, o tener pocas 
variables y así aumentar los casos que se puedan incluir dentro de él. 
 
Tal como lo explica Irina Kostina (2009), la variación conceptual tiene que ver con 
la relación entre el lenguaje común y el lenguaje especializado, pues con frecuencia llegan 
a confundirse, porque existe la tendencia intuitiva a construir conceptos unitarios a partir de 
la percepción de generalidades, de tal manera, lo especializado y sus “conceptos 
sofisticados” se rinden a “conceptos cotidianos u ordinarios” del lenguaje común, y así son 
utilizados, sin concretar significados. 
 
La propuesta de Irina Kostina para conjurar tal situación, es estar atentos a la lógica 
del proceso que permite la resemantización de los significantes o “unidades lingüísticas” 
pues ellos adoptan un contenido que se deriva del sentido y el valor que se les concede, ya 
sea desde lo cultural o lo informal, o desde la interpretación o el contenido que cada autor 
le quiera dar al significante. 
 
Nosotros, sin desconocer que en estos desarrollos hay un esfuerzo importante por 
aclarar el significado de los conceptos, al seguir la propuesta de Zemelman, entendemos 
que el estiramiento es un problema que tiene fuente en la forma como se piensan las 
realidades y como se ponen en diálogo las dimensiones y contenidos para comprenderlas 
dentro de un concepto: por lo tanto, es necesario estar atentos a las lógicas y sentidos que 
las articulan. 
 
17 
 
Conjurar un estiramiento, más allá de significados connotativos y denotativos, es 
discernir que los conceptos, además de una función explicativa, tienen una función 
epistémica y no hay que confundirlas. No se puede pretender atribuir a un solo concepto 
toda una realidad, pues de lo contrario se hace de ellos una categoría con múltiples 
contenidos sin un anclaje teórico estable, que lejos de cumplir una función epistemológica 
que articule diferentes lógicas de acción posible en un pensar pre-teórico, fuerza contenidos 
y teorizaciones a fin de que el concepto resulte acertado y adecuado para explicar variados 
contextos. 
 
De tal forma, desentrañar una habeas teórico que dé coherencia al populismo, 
significa desarticular diferentes elaboraciones conceptuales, tal como lo propone la 
reconstrucción articulada, descubriendo las dimensiones con las cuales se ha argumentado a 
partir de diferentes referentes, dándonos cuenta de su especificidad y lógica de uso. La 
desarticulación es un proceso en el cual hay que encontrar las relaciones entre conceptos, 
así pertenezcan a diferentes niveles de abstracción, pues esto nos permitirá abordar la 
coyuntura visualizada como un producto de procesos anteriores, ayudándonos a construir 
universos de observación útiles para una eventual construcción de una totalidad donde se 
logre la conexión con lo real-empírico. 
 
 
1.2 POPULISMO COMO CONCEPTO ENTRE REFERENTES Y LA LÓGICA DE 
SUS USOS. 
 
El trabajo exige inicialmente dos cosas: un reconocimiento de los principales 
referentes que dieron origen al populismo latinoamericano
4
 y una aproximación a la lógica 
con la que se ha llenado de contenido sus conceptos, apreciando su variación en diferentes 
momentos de coyuntura. 
 
1.2.1 Los referentes del populismo como concepto5. El término populismo aparece en 
Latinoamérica hacia la segunda mitad del siglo XX, para explicar sobre todo aquellos 
periodos posteriores a 1930, cuando se experimentaron movimientos económicos y 
sociopolíticos producto de varias transiciones: de una sociedad agraria a una sociedad 
industrial; de un sistema político con participación restringida a un sistema político de 
participación amplia; de un sistema económico exportador e importador a uno de 
sustitución de importaciones; todos ellos surgidos en el desarrollo capitalista. 
 
En verdad, al estudiar textos de autores clásicos como Octavio Ianni (1975), Gino 
Germani (1968), Torcuato Di Tella (1965), entre otros, se evidencia que los investigadores 
y teóricos enfrentaron el gran reto de explicar experiencias como la brasilera con Getulio 
 
4
 Desde luego trataremos sólo generalidades, pues el objetivo es abordar un panorama que nos ubique y así 
entender las orientaciones conceptuales que se expondrán más adelante, en el Capítulo 2. 
5
 Este apartado corresponde a la síntesis lograda a partir del análisis de los trabajos de Octavio Ianni (1975) , 
Gino Germani (1968), Torcuato Di Tella (1965), Flavia Freindenberg (2007), Carlos de la Torre (2008b) y Carlos Malamud 
(2010), desde donde se concluyeron los aspectos relevantes que de ellos se ha tenido en cuenta para la construcción de 
conceptos de populismo. Se escogieron estos autores porque ellos permiten mostrar la tendencia inicial (estudios hacia 
la década de 1960) y la tendencia contemporánea (hacia la década del 2000) en la caracterización de las dimensiones 
base que hemos escogido. 
18 
 
Vargas, la argentina con Juan Domingo Perón y la mexicana con Lázaro Cárdenas, donde 
se produjeron prácticas y fenómenos sin precedentes. 
 
Según Marcos Roitman (2008), la creación intelectual en América Latina se ha 
modulado a partir de conceptos de democracia, capitalismo, liberalismo, socialismo y 
nacionalismo, provenientes del desarrollo intelectual eurocéntrico. De tal manera, muchas 
explicaciones e interpretaciones del proceso de modernización latinoamericano, se 
matizaron en estos debates ideológicos y políticos, aunados a la diversidad de Estados con 
realidades diferentes y difíciles de definir bajo un único concepto. 
 
Pero muy pronto, ante el intenso desarrollo intelectual, las experiencias citadas se 
constituyeron en referentes de un concepto: “el populismo”. Al popularizarse su uso, 
quedó convertido en el contenedor de todo lo que desbordó los parámetros teóricos 
tomados de la ciencia europea. 
 
Al analizar escritos de autores clásicos y contemporáneos como Flavia Freindenberg 
(2007), o Carlos de la Torre (2008b), se destaca un interés, no por diferenciar aquellos 
referentes, sino por evocar de ellos múltiples ideas y datos útiles para argumentar la 
presencia de populismo en otros contextos. De tal forma, es posible apreciar conjuntos de 
dimensiones o esferas (económica, social y política) que dejan descubrir orientaciones 
conceptuales, tal como se analiza en el capítulo 2. 
 
Nos interesa saber qué se ha venido reproduciendo de aquellos referentes a fin de 
concretar universos de observación.Lo que haremos por ahora, es resaltar los puntos 
centrales en cada esfera y las principales críticas que dan origen a una utilización 
peyorativa del “populismo”. Por tanto, el objetivo no es hacer una caracterización de 
experiencias o una comparación entre ellas, sino más bien integrar lo que se sugiere desde 
diferentes autores (ya suficientemente citados), alrededor de cada experiencia. 
 
Al abordar la experiencia brasilera es común citar a Getulio Vargas, un político, 
no militar, que estuvo en el poder en tres periodos: 1930-1937, 1937-1945, 1951-1954. El 
primero transcurre como una democracia, permitiendo la emergencia de bases populares 
que desplazan el poder de la oligarquía, haciendo concesiones a la clase media como al 
proletariado y reconociendo a los sindicatos como órganos legítimos del Estado. El 
segundo, como una dictadura donde el líder mostró un perfil duro y manipulador de las 
instituciones políticas. El último, como una democracia representativa donde se intenta 
institucionalizar su movimiento propio, por intermedio del Partido Trabalhista Brasileiro 
(PTB) que reunía el sector popular urbano (Groppo, 2009). 
 
En la esfera política, se aprecia un líder personalista, paternalista y carismático, que 
se hizo al poder inicialmente en 1930 por designación provisional de la junta militar y en 
1934 como presidente constitucional; en 1937 por un golpe de Estado, y en 1951 por 
elección popular. Allí es argumentado un Estado Corporativo que tiende a la negociación 
de derechos por medio de alianza de clases. 
 
Se atribuye a Vargas un discurso anti-imperialista con el cual defiende los intereses 
nacionales, ataca la política tradicional, cautiva al pueblo y lo motiva a la alianza 
19 
 
policlasista tras el llamado a la unidad nacional y al equilibrio de las fuerzas sociales. Sin 
embargo, se le critica el eclecticismo ideológico que impidió la configuración de un 
movimiento o un partido que reprodujera sus políticas, lo cual no pudo conseguir ni 
siquiera con el impulso del Estado Novo
6
. 
 
En la esfera económica, las políticas varguistas tienen una tendencia al 
desarrollismo y la industrialización, aunque no aparecen muy definidas hacia 1930 como sí 
ocurre hacia 1934 cuando su política es decididamente intervencionista y proteccionista. 
 
A partir de 1937 se declara la moratoria de la deuda externa, se ordenan impuestos a 
las exportaciones e importaciones, se protege la producción nacional, se seleccionan los 
productos de importación, se invierte en la infraestructura del país, se fortalece la 
explotación del petróleo y de la industria hidroeléctrica. Las medidas económicas 
empleadas fueron criticadas a largo plazo por llevar al desplome la economía, aunque a 
mediano plazo sí proporcionaron una política industrial integral que hizo asemejar a Brasil, 
a un país desarrollado de consistencia económica. 
 
En la esfera social, observamos que la base que apoya a Vargas está compuesta 
hacia1930 por sectores medios, con presencia de grupos rurales y una élite organizadora 
(militares, exportadores de café, industriales) que pretendía incorporar aquellos sectores 
medios al poder, para así ocasionar una ruptura controlada del sistema político tradicional. 
Hacia1940, el líder incluyó en su base a la clase obrera por medio del corporativismo y en 
1951 existe una evidente alianza clasista que le aseguró su elección popular. 
 
En su política social se argumenta un Estado regulador de las relaciones 
capital/trabajo que priorizó la inclusión social de sectores medios y bajos y llevó a cabo 
reformas laborales, en las que impulsó el empleo, limitó las jornadas de trabajo, aseguró 
protección social a los empleados, reguló salarios mínimos, el descanso remunerado y la 
estabilidad laboral. 
 
Al estudiar la experiencia argentina se nombra a Juan Domingo Perón, un político 
y militar que estuvo como presidente en tres periodos: (1946-1952), (1952-1955) cuando 
fue derrocado por un golpe militar y (1973-1974), cuando fallece. (Groppo, 2009). 
 
En esta experiencia de populismo Latinoamericano, la esfera política muestra un 
líder carismático, paternalista, con un acento personalista inicial, que cede en la relación 
directa con los seguidores al tener en cuenta sus demandas y autodefinirse como la 
encarnación del pueblo. Dos líneas políticas se destacan: la primera, es el reconocimiento a 
que sus ideas políticas se hayan reproducido en el Partido Justicialista fundado hacia 1940, 
asegurando la participación política de la mujer y el voto femenino; y la segunda, su 
aferrada defensa de la soberanía nacional. 
 
Se argumenta que el líder fortaleció su relación con el pueblo mediante un discurso 
emotivo pidiendo la unidad del pueblo, en contra de la oligarquía, un discurso que no se 
 
6
 Fue el modelo de Estado que Vargas impuso por medio de un referendo popular en 1937, con él se quiso 
transformar la economía brasileña, con la idea de fortalecer el desarrollo industrial. 
20 
 
quedó en la demagogia sino que permitió la transformación social. Perón pudo articular una 
masa urbana y migratoria rural, y la condujo como masa organizada (“desorganizada” dirá 
Di Tella), mitificándola como pueblo, sin respetar formas o instituciones, con el propósito 
de vencer las organizaciones políticas tradicionales. Se acusa a Perón de una tendencia 
fascista, fruto de la influencia que recibió cuando fue agregado militar en Italia entre 1941 y 
1945, época del régimen de Benito Mussolini, por quien demostró admiración. 
 
En la esfera económica, Perón reprodujo el nacionalismo, invocó una estrategia de 
desarrollo basada en el intervencionismo y la industrialización, restringió el mercado 
internacional y propició el crecimiento hacia adentro, nacionalizó las inversiones 
extranjeras (británicas, norteamericanas y francesas), especialmente las relacionadas con el 
petróleo, declaró saldada la deuda exterior, congeló las rentas de los sectores de la 
exportación, se adelantaron campañas de abaratamiento de costos de producción y 
promoción del autoabastecimiento nacional. 
 
En la esfera social, se resalta el apoyo de una base social formada por la alianza 
entre el líder y el sector sindical, la incorporación de sectores urbanos y rurales 
(trabajadores, obreros), un sector minoritario de la clase media y algunas élites dirigentes 
de la clase alta no dominante, y facciones de las fuerzas militares. 
 
En el diseño de su política social, incluyó la participación de los sindicatos y acogió 
las mejoras que estos proponían; la particularidad es que fueron los sindicatos creados bajo 
la influencia del Estado. Promovió grandes reformas a la legislación social, enfocadas a la 
protección del trabajo: condiciones dignas de trabajo, mejor salario, jornada laboral de ocho 
horas diarias, indemnizaciones por despido, vacaciones remuneradas, protección social. 
 
Respecto de la experiencia mexicana, se nombra a Lázaro Cárdenas del Rio, 
político, militar, presidente en una oportunidad (1934-1940) por elección popular 
(Freidenberg, 2007). 
 
En la esfera política, es común presentarlo como un líder carismático, defensor de la 
soberanía nacional, que llegó a la presidencia como resultado de una estrategia de 
mediación en la división revolucionaria protagonizada por el callismo (alianza burgués-
oligárquica) y sectores de izquierda, que querían dar estabilidad al régimen a partir del 
control del movimiento social. La prueba es que su elección estuvo apoyada por el Partido 
Nacionalista Revolucionario (PNR). 
 
El liderazgo carismático de Lázaro Cárdenas, no fue una condición necesaria para 
conseguir la movilización de seguidores, como sí lo fue para el varguismo y el peronismo; 
es más, éste líder no tuvo tan desarrollada su capacidad discursiva como la de aquellos 
líderes suramericanos. Su estilo reveló una imagende seriedad, honestidad y patriotismo. 
 
En la esfera económica, la experiencia mexicana presenta una política de 
nacionalización (como sucedió con las compañías petroleras norteamericanas e inglesas 
hacia 1938) y expansión del sector público, de intervencionismo del Estado en la economía 
y una rigurosa disciplina fiscal. Sobre el desarrollo económico, se discute si las políticas 
cardenistas iban en contra del capitalismo, lo que mostraría un giro hacia el socialismo; o si 
21 
 
por el contrario, en el marco del capitalismo, actuó en pro de la transformación social bajo 
la idea de consolidar la burguesía nacional, a partir de la estrategia de industria nacional y 
el correspondiente suministro de la materia prima. 
 
En la esfera social, se reconoce una legislación que buscó la defensa de los derechos 
de los trabajadores, la promoción de alianzas con el sindicalismo y la proyección de una 
función conciliadora en pro del progreso del país; para lograrlo, habría subordinado la 
participación de las masas al corporativismo, haciéndolas pasivas y sometidas a las 
decisiones del Estado. De lo cual se concluye que su política quiso lograr el control 
gubernamental del movimiento campesino. 
 
La base social que apoyó a Cárdenas la conformaron, por un lado, una burguesía en 
la cual existían militares, y por otro, una estructura social que incluyó a trabajadores, 
sectores burocráticos, campesinos e indígenas entusiasmados por la Reforma Agraria. Y en 
verdad realizó un programa de distribución y reparto de tierras, acompañando su entrega 
con la financiación de trabajos de irrigación, construcción de vías de comunicación, y 
créditos blandos. 
 
Estos referentes permiten notar aspectos relevantes y puntos de contacto, que desde 
cada esfera, influyen en el contenido del concepto de populismo, así: 
 
Desde la esfera política, se analizan liderazgos fuertes, personalistas, con capacidad 
retórica y de motivación para movilizar diferentes sectores sociales bajo las consignas de 
unidad nacional y defensa de la soberanía nacional. 
 
Con la esfera económica, se consideran reformas legislativas que tienen como 
centro las políticas proteccionistas e intervencionistas conjugadas con la idea de 
nacionalismo. 
 
 Desde la esfera social, se examinan reformas legislativas impulsoras de políticas 
sociales incluyentes de los sectores que tradicionalmente no han hecho presencia activa en 
la esfera política. Lo que en definitiva se traduce en el llamado a la participación política 
pública, un proceso de incorporación popular de políticas que aparentemente buscan 
responder a las necesidades del pueblo. 
 
La base social son colectivos, (masas populares, clases sociales) y no una mera 
sumatoria de individuos, donde resulta sobresaliente la acción y el discurso de un líder y las 
estrategias de choque que conjuran una coyuntura que se considera crítica. 
 
Estas políticas están dirigidas al favorecimiento de las bases que han apoyado al 
líder, pero no como simple clientelismo sino como real alivio de su situación precaria y de 
exclusión, a la cual han estado sometidas bajo regímenes oligárquicos. 
 
Al analizar cómo se establece la connotación peyorativa del término populismo, se 
encuentran tres explicaciones: 
 
22 
 
(i) En la esfera política, se critica la capacidad manipuladora del líder y la 
extralimitación de su poder dentro del Estado, al ponerse por encima de las instituciones, y 
adquirir un carácter autoritario—incluso fascista—que corroe las instituciones 
democráticas. 
 
Se acusa a estos liderazgos de esconder ideas autoritarias tras su carisma y 
personalismo: Perón habría minado el movimiento obrero independiente creando un 
sindicalismo de Estado; Cárdenas habría logrado apaciguar las masas mediante el 
corporativismo y sujetándolas a la decisión del Estado, como también habría hecho Vargas 
con alianzas y pactos policlasistas. 
 
También se dice que con aquellos liderazgos fuertes y su retórica, lo que se hizo fue 
evitar una revolución social ante la crisis del modelo agro-exportador, impulsando políticas 
favorables a la industrialización bajo la premisa de incorporación popular, enfocadas a 
sectores desfavorecidos configurados como un colectivo o una masa, que fue transformada 
en aliados y una gran base legitimadora para el líder. 
 
Y tal vez uno de los argumentos más fuertes, es la posición dictatorial que los 
líderes asumen al tomar el poder, y el ejemplo más recurrido es el segundo periodo 
presidencial de Juan Domingo Perón, cuando tenía a cuestas profundos desequilibrios 
económicos y la fuerza pareció ser la única solución: la oposición fue arrestada, la libertad 
de prensa reprimida, y los excesos de autoridad y el abuso del poder fueron evidentes. 
 
(ii) Sobre la esfera social, se ha dicho que las reformas estuvieron lejos de 
solucionar los problemas que el pueblo tenía. Así por ejemplo, las políticas sociales 
peronistas nunca lograron remediar la miseria de la clase obrera, ni problemas tan 
relevantes como la falta de vivienda, que por falta de planificación nunca fueron resueltos, 
de tal manera que aquellas clases medias y bajas a las que se quería proteger, terminaron 
siendo las más afectadas. 
 
(iii) Sobre la esfera económica, se ha dicho que la legislación proclive al 
intervencionismo del Estado y al proteccionismo económico, conformó un todo de política 
incoherente, y que estos líderes no lograron una distribución equitativa de la riqueza, 
limitándose a expandir la industria sin lograr capacidad exportadora. 
 
Estas críticas de tendencia pesimista han estado gravitando sobre el populismo y se 
han reproducido en diferentes formas, convirtiéndolo en escenario de malos resultados, de 
políticas incumplidas, de manipulación y engaño. Sin embargo, al integrar el conjunto de 
dimensiones en esferas, lo que ellas representan son medidas con las cuales se intentaba 
corregir la crisis capitalista del segundo tercio del siglo XX. Ahora, si como lo dice Carlos 
Salazar (1995), es muy difícil prever las consecuencias de la aplicación de una u otra 
medida (sobre todo en materia económica), entonces el cuestionamiento que surge es por 
qué se ha reproducido su connotación negativa. 
 
Más que diferencias, los autores hasta acá analizados, nos hacen ver similitudes 
entre estas tres experiencias de populismo en América Latina, a fin de redondear conceptos 
de populismo. Sin embargo, apoyados en la reciente investigación de Alejandro J. Groppo 
23 
 
(2009) sobre el populismo latinoamericano, tal percepción cambia al quedar demostrado 
que ellas revisten de fondo características muy diferentes, así: 
 
En la experiencia argentina con Perón, hubo dos campos antagónicos, peronismo y 
anti peronismo, que dieron lugar a la fragmentación política alrededor de temas 
económicos, institucionales y sociales muy candentes. En la experiencia brasilera ya no 
existió tal antagonismo frente Vargas y aunque se experimentó una división hacia 1943, 
ella no implicó una división generalizada en la conformación política que condensara una 
variedad de temas heterogéneos entre sí. 
 
En Argentina ocurrió un proceso de politización visible sobre la cuestión social y 
laboral, donde la satisfacción de demandas laborales y sociales sirvió como medio para el 
cuestionamiento y cambio del orden social. Por el contrario en Brasil, la relación social-
laboral no fue cuestionada, y los consensos y alianzas entre fuerzas políticas y clases 
sociales, hicieron que la politización de las demandas sociales fuera variable en el tiempo y 
en el espacio. En otras palabras, a diferencia del peronismo, el varguismo presentó las leyes 
sociales y laborales no como conquista social de los trabajadores sino como un regalo desde 
arriba. 
 
De tal forma, la estrategia de Perón para conseguir legitimidad e integración fue la 
formación de identidades populares,mientras Vargas lo que hizo fue negociar derechos 
dentro de un Estado Corporativista. 
 
Vargas encontró un límite a su propuesta política, en la extrema regionalización del 
país que impidió la construcción de un lenguaje político de carácter nacional; Brasil esun 
país altamente regionalizado, con diferentes niveles de desarrollo, y Vargas intentó 
equilibrar el sistema por medio de alianzas, lo que lo convirtió en un articulador de fuerzas 
sociales altamente heterogéneas. Mientras que Argentina tuvo una realidad social más 
homogénea, donde existieron partidos políticos y sindicatos formados con respaldo del 
Estado, con presencia en todo el territorio nacional. 
 
Lo que indican estas contradicciones es que no constituyen un núcleo común o 
universal que puedan sustentar, coherentemente, los fundamentos del populismo como 
concepto. Entonces ¿Cuál es la lógica de uso del término populismo? 
 
1.2.2 La lógica del uso7 de los conceptos de populismo. Intentar descifrar cómo se han 
construido “los conceptos de populismo” desde lo metodológico, tiene un obstáculo 
principal: los autores por lo general, no expresan el método de construcción de conceptos
8
 
ni la metodología de sus obras, pretender abordar este tema está fuera de nuestros objetivos. 
 
7
 Al hacer referencia a la lógica, la entendemos en el sentido de establecer cómo se va articulando el concepto a 
nuestras realidades, ya que desde allí podremos establecer una explicación de su estiramiento (ampliación semántica). 
8
. Con frecuencia, los autores parecen ajustarse a un planteamiento netamente hipotético deductivo. Son 
numerosos los escritos, generalmente artículos de revista o críticos de un gobierno, que no están interesados en 
construir un concepto de populismo, sino tan sólo en la verificación de una hipótesis, allí el concepto de populismo es 
tácito, si acaso proyectan la tesis de otros autores, en este sentido, hay gran cantidad de artículos que sólo usan el 
término para adjetivar gobiernos como populistas:“el populismo” de un líder, v.gr,. el texto de Nelly Arenas (2007) 
“Poder reconcentrado: el populismo autoritario de Hugo Chávez”. 
24 
 
 
Sin embargo, Marcos Roitman (2004)y González Serra (2002), nos permiten 
analizar cuál fue la influencia que tuvo la producción del conocimiento. Manifiestan estos 
autores que la interpretación de la realidad social latinoamericana incorporó muchos de los 
postulados metodológicos marxistas, pero también weberianos, explicitando que existió una 
tendencia a construir “tipos ideales” de conceptos como capitalismo, democracia, 
liberalismo, configurados en Europa y Norteamérica, alrededor de los cuales se hicieron 
comparaciones con los procesos Latinoamericanos, y entonces, frente a aquéllos “tipos 
ideales”, estos procesos fueron catalogados como anómalos, imperfectos y en crisis; se 
habló de democracias imperfectas, de crisis del capitalismo, de crisis del liberalismo, etc. 
 
El término populismo surgió en Rusia y Norteamérica, donde también ha sido 
controvertido. Para autores como Frei & Rovira Kaltwasser y Alfio Mastropaolo, el 
populismo tiene un origen distinto en cada uno de estos lugares: 
 
En Rusia se originó alrededor de los años1880 y estuvo integrado por un 
movimiento de intelectuales que mitificaba al pueblo y en particular a los campesinos, 
anhelando una forma de socialismo romántico, rural y comunitario; se oponía al Zar 
enraizado en la tradición y a todo lo moderno que Occidente proponía a Oriente. 
 
En Norteamérica emergióhacia 1892, para designar a una organización de farmers 
en la cual se vislumbraba una orientación política ideológica que incluso dio lugar a un 
partido con propósitos electorales, que se oponía a la concentración económica, a las 
grandes ciudades, a las empresas y al sistema bancario, y reclamaba autonomía, 
descentralización y el auto-gobierno local. Un partido que pronto se extinguió (Frei & 
Rovira Kaltwasser, 2008) (Mastropaolo, 2005). 
 
En América Latina, conforme lo expresan Mackinnon y Petronne (1998) citando a 
Peter Worsley, el populismo no se constituye como resultado de una tradición compartida 
en la cual sus actores se identificaran; más bien se desarrolló como una designación teórica 
peyorativa surtida en diferentes análisis políticos. 
 
¿Qué sucedió en Latinoamérica? El propósito no es hacer una genealogía de 
conceptos, mucho menos una estantería de definiciones de populismo, pues como ya se ha 
indicado, las definiciones o significados no pueden expresar la complejidad de un concepto, 
pues este obedece más a una representación mental que los autores van imprimiendo en sus 
escritos o estudios, y por tanto, hablamos de desarticulación conceptual, lo que implica 
mirar las diferentes dimensiones que se han analizado al hablar de populismo. 
 
Gran parte de los estudios sociológicos del siglo XX, se dirigieron a estudiar la 
contradicción oligárquico-burguesa, influenciados por el devenir histórico de Europa 
principalmente. Como explica Roitman (2004), en la producción del conocimiento 
latinoamericano hay una gran influencia de la escuela weberiana, maestra de una 
argumentación donde priman las comparaciones y un alto grado de racionalidad. Muy 
pronto el desarrollo europeo en lo político, económico y social, se convirtió en modelo a 
imitar y del cual se tomaron muchas de las categorías de análisis con las cuales se comparó 
ese modelo de desarrollo con cualquier otro. 
25 
 
 
Inevitablemente se tuvo que concluir que todos los procesos de desarrollo en 
América Latina eran imperfectos, no porque realmente lo fueran, sino porque quienes los 
estudiaron, los midieron por lo que les faltaba o les sobraba dentro de una categoría de 
análisis. Y el populismo fue un término que vino a auxiliar la explicación a las desfases 
teóricas en el debate sobre el desarrollo político, económico y social latinoamericano. 
 
De tal manera que el término “populismo”, no se utiliza para comparar nuestras 
realidades con la europea o la norteamericana. El término surge para criticar lo anómalo 
más que para explicar aquellos actos dotados de sentido y significación política, y que iban 
dirigidos a la instauración de unos regímenes que, como explica Carlos Malamud (2010) 
quisieron hallar un camino más corto para alcanzar bienestar y desarrollo, pero siempre 
bajo la sombra del desarrollo capitalista impulsado por potencias extranjeras 
 
Para conceptualizar el término “populismo” y comprender la lógica de su empleo, 
tres momentos del desarrollo capitalista latinoamericano incidieron en sus contenidos. 
 
El primer momento comenzó hacia 1930, coincidente con el agotamiento del 
modelo agroexportador y el impulso del nuevo modelo de Industrialización y Sustitución 
de Importaciones (ISI)
9
, la quiebra del Estado oligárquico y el surgimiento de un Estado 
Nacional Popular, mientras que en Estados Unidos se hablaba de Estado de Bienestar
10
. Es 
una época que para América Latina implicó cambios en su estructura social, movilizaciones 
de masas, alianzas entre clases sociales, inmigración del campo a la ciudad, cambios 
políticos y adopción de políticas sociales en beneficio de las clases excluidas. 
 
Durante este periodo tenemos el surgimiento de Getulio Vargas y de Juan Domingo 
Perón, con un discurso afín al nacionalismo con el cual impulsaron políticas sociales que 
diseñadas para satisfacer las demandas de las clases populares, arremetieron contra las 
clases oligárquicas proclamando defender los intereses de las clases menos favorecidas y en 
definitiva, instaron a una participación política popular. En realidad, fueron discursos por la 
participación popular y por las políticas sociales matizadas por la industrialización, por la estrategia 
del desarrollo hacia adentro y más adelante por el Estado de Bienestar. 
 
Durante gran parte del siglo XX, el desarrollodel capitalismo estuvo amenazado por el 
socialismo después de la revolución rusa de 1917, que impulsó un proyecto anticapitalista a nivel 
mundial. Ante la crisis de 1929, los ideólogos del capitalismo reaccionaron con el Keynesianismo y 
con la proyección de un nuevo modelo de desarrollo para América Latina: industrialización por 
sustitución de importaciones. 
 
A partir de 1950, se acentuaron en América Latina los inconvenientes causados por 
las medidas impulsadas por aquellos líderes del segundo tercio del siglo XX que resultaron 
 
9
 Según Vargas Sánchez (2006) el ISI estuvo altamente influenciado por la Teoría del Desarrollo y el 
Keynesianismo (sobre todo después de la década de 1950, cuando Raúl Prebisch fue Secretario Ejecutivo de la Comisión 
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 
10
 Según Ortiz Soto (2001)el Estado de Bienestar para América Latina, tiene origen en la política del New Deal en 
la década de 1930 en los EE.UU, propuesto por la necesidad de conjurar la crisis del capitalismo y la amenaza del 
comunismo. La crisis de 1929 exigió una respuesta política, cultural y económica, así se diseñó este modelo, que será 
experimentado, consolidado, en los EE.UU. y luego exportado a todo Occidente desde la década de 1940. 
26 
 
desacreditados: Perón, Vargas y Cárdenas. Al explicar la crisis del Estado Nacional, Pablo 
González Casanova (2002) advierte que la inclusión de decisiones políticas y económicas 
desde organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco 
Mundial, dieron lugar a discursos fundamentados en la soberanía del pueblo: 
representación, democracia y equilibrio de poderes que estimularon el apoyo del pueblo, y 
propiciaron la emergencia y consolidación de un nuevo sector dominante que reorientó las 
demandas populares–formuladas tras muchas luchas políticas, movimientos obreros y 
concesiones sociales y políticas—y las convirtió en la expresión rudimentaria de un 
capitalismo negociado. 
 
El segundo momento comenzó hacia 1960, cuando el modelo de sustitución de 
importaciones entró en crisis general, reflejada en creciente inflación e incapacidad para 
superar las restricciones arancelarias de exportación e importación; alta concentración de 
riqueza que convierte el modelo industrial en monopolista; urgente necesidad de capital que 
aumenta la deuda externa de la región; la tecnología había desplazado la mano de obra 
ocasionando desempleo y reducción de salarios. Es un panorama del cual se responsabilizó 
a los gobiernos de Perón, Vargas y Cárdenas, que fueron acusados de “populistas” por los 
teóricos. La crítica principal se dirigió a las reformas legales que incluyeron políticas 
económicas y sociales que desestabilizaron el sistema. 
 
Según Oscar Luis Ortiz (2001), el keynesianismo influyó sobre el desarrollismo y el 
Estado de Bienestar propuestos por los gobiernos latinoamericanos. El propósito del 
modelo keynesiano fue mantener estable el capitalismo desde el mismo capitalismo, bajo la 
idea de que el Estado podía restaurar los equilibrios fundamentales. Su aplicación implicó 
un movimiento hacia el socialismo, y se hizo necesaria la participación de clases sociales 
medias y bajas, y una política social que incluyera empleo, educación, vivienda, servicios 
sociales, seguridad social, etc. 
 
Las ideas keynesianas hubieran sido efectivas, siempre que el Estado hubiera tenido 
la capacidad de regular la política social y económica, haciendo compatible el modo de 
producción capitalista y su lógica de mercado, con el sistema democrático caracterizado por 
su participación y redistribución del ingreso. El problema fue que los países 
latinoamericanos no estaban preparados para la recepción de estas políticas del más puro 
capitalismo, mientras había otras corrientes ideológicas como el nacionalismo, que ofrecían 
una propuesta alternativa de conducción del Estado. 
 
Como resultado del desequilibrio económico, si bien se aceptó hacia la década de 
1980 que el modelo de industrialización había fallado, también se propició una crítica a las 
dictaduras juzgándolas como el obstáculo del desarrollo latinoamericano (Aguila & Viano, 
1999). 
 
El tercer momento se ubica hacia la década de 1980, cuando irrumpen las crisis 
económica brasilera y argentina de 1982, el agotamiento del modelo de sustitución de 
importaciones y el colapso económico de la Unión Soviética, un respiro para el capitalismo 
al desaparecer su más temible amenaza. (Vargas Sánchez, 2006). 
 
27 
 
A partir de este momento, el desarrollo capitalista muestra otro rostro, un discurso 
que transforma el pensamiento económico
11
defendiendo las bondades del libre mercado, 
abandonando y criticando la participación del Estado en la economía y el agotando modelo 
de sustitución de importaciones. Allí está el Consenso de Washington
12
 proponiendo 
liberalización comercial, liberalización financiera, desregularización de la economía, 
privatización, reforma fiscal, reordenación del papel del Estado; políticas que tienen que ser 
reajustadas hacia 1990, ante el rechazo del rol que asumiría el Estado como mero 
observador de la actividad económica y reducir su intervención como agente distribuidor de 
riqueza y promotor de bienestar y desarrollo económico. 
 
¿Cómo comprender la lógica de uso del concepto de populismo respecto de estos 
tres momentos? No es nuestra pretensión asimilar el populismo como derivado o estrategia 
del desarrollo capitalista, sino mostrar una evidencia del aprovechamiento del significante 
en cada uno de los momentos históricos en los que se pregonó una crisis del capitalismo, o 
se hizo necesario un cambio, o se propició una transformación de un modelo de desarrollo 
económico. 
 
Hacia 1930 la solución propuesta para hacer frente al desequilibrio económico y 
político, fue lo que podríamos llamar “regímenes de participación”, que a partir de una 
incipiente industrialización y sustitución de importaciones, pensaron en políticas de 
incorporación, mediante las cuales se hace un llamado a sectores populares, a clases 
medias y bajas, a comprometerse en el desarrollo nacional, en políticas sociales que 
tuvieron que ver con los salarios y condiciones laborales, la seguridad social, la educación, 
y se pensó en políticas económicas representadas en regulación de la inversión extranjera y 
distribución del ingreso. Todas ellas son políticas que de alguna forma coincidieron con 
algunos planteamientos del keynesianismo y del Estado de Bienestar. 
 
El cambio del modelo agroexportador a uno de industrialización, tuvo que contar 
con la participación de diferentes bases sociales, pues lo que se proponía era una profunda 
transformación de la estructura económica, de “hacia fuera” a “hacia dentro”, y ello 
significó movilizaciones de masa, alianzas de clases sociales de procedencia rural o urbana, 
y con la relevancia del líder carismáticos que pudiera conducir aquella masas hacia los 
objetivos de estabilización del sistema económico y político. 
 
Hacia 1960, las medidas implementadas por aquellos regímenes tuvieron más 
desatinos que aciertos, y alrededor de sus resultados se desató una gran crítica a la 
ineficacia de las políticas sociales, a las prácticas de los líderes para acceder o mantenerse 
en el poder, y a la manipulación que estos líderes hicieron de la participación política 
popular. 
 
 
11
 Se habla de transición democrática y de apertura económica, aunque en los ritmos que cada país permite. Se 
pasa de defender el crecimiento “hacia adentro” a defender el libre mercado, criticar la participación del Estado en la 
economía, lo que implica abandonar el agotado modelo de industrialización y sustitución de importaciones. 
12
 Un paquete de medidas sobre reformas económicas propuestas y recomendadas por instituciones

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