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Jorge Isaacs y María ante el proceso 
de secularización en Colombia
(1850-1886)
Jorge Isaacs y María ante el proceso 
de secularización en Colombia
(1850-1886)
Iván Vicente Padilla Chasing 
2016
DEPARTAMENTO DE LITERATURA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
Jorge Isaacs y María ante el proceso de secularización 
en Colombia (1850-1886)
Biblioteca Abierta 
Colección General, serie Literatura 
© Universidad Nacional de Colombia,
sede Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas,
Departamento de Literatura
Primera edición, 2016
ISBN versión impresa: 978-958-775-739-2
© Dirección de Investigación sede Bogotá, 2016
© Editorial Universidad Nacional de Colombia, 2016
© Autor, 2016
Iván Vicente Padilla Chasing
Facultad de Ciencias Humanas
Comité editorial
Ricardo Sánchez Ángel, Decano
Melba Libia Cárdenas Beltrán, Vicedecana Académica
Marta Zambrano, Vicedecana de Investigación y Extensión
Jorge Aurelio Díaz, Director Revista Ideas y Valores 
Doris Santos, Directora Instituto de Investigación en Educación
Carlo Tognato, Director del CES
Diseño original de la Colección Biblioteca Abierta
Camilo Umaña
Preparación editorial
Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas
Camilo Baquero Castellanos, director y coordinador editorial
Juan Carlos Villamil, coordinación gráfica 
Pablo Castro, corrección de estilo y cuidado editorial
editorial_fch@unal.edu.co
www.humanas.unal.edu.co
Bogotá, 2016
Impreso en Colombia
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio, sin la autorización escrita del titular de los 
derechos patrimoniales.
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia
Padilla Chasing, Iván Vicente, 1958-
 Jorge Isaacs y María ante el proceso de secularización en Colombia (1850-1886) / Iván Vicente Padilla Chasing. 
-- Primera edición. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Ciencias Humanas. 
Departamento de Literatura, 2016.
 244 páginas. -- (Biblioteca abierta. Literatura ; 441).
Incluye referencias bibliográficas e índice de nombres y materias
 ISBN 978-958-775-739-2.
 1. Isaacs, Jorge, 1837-1895 -- La María -- Crítica e interpretación 2. Novela amorosa colombiana 3. Secularización 
en la literatura 4. Literatura colombiana -- Historia y crítica 5. Religión y literatura 6. Literatura y sociedad 
7. Crítica literaria I. Título II. Serie
 CDD-21 863.86409 / 2016
Contenido
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
PRIMERA PARTE 
María frente a la tradición romántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
María y su lugar en la serie de los idilios amorosos y la novela 
sentimental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
María y su lugar en la serie de autobiografías ficcionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
María: de “novela nacional” a “novela americana” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
SEGUNDA PARTE 
Sentimiento religioso y ahistoricidad en María: Jorge Isaacs 
frente a la secularización y laicización en Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .119
El sentimiento religioso en María: ¿cliché romántico o elemento 
del inconsciente cultural colectivo neogranadino? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .123
María novela suprahistórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Consideraciones finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223
Índice de nombres y materias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
El amor feliz no tiene historia. Solo existe la novela de amor mortal, 
es decir, de amor amenazado y condenado por la misma vida. Lo 
que exalta el lirismo occidental no es el placer de los sentidos ni 
la paz fecunda de la pareja. No se trata tanto de amor colmado 
como de la pasión de amor. Y pasión significa sufrimiento.
Rougemont, El amor y occidente.
11
Introducción
¿Por qué un libro más sobre María? ¿Se puede decir algo dis-
tinto a la tradicional interpretación que la analiza como una novela 
romántica anclada en el patetismo sentimental, ajena a la historia 
y a las problemáticas socioculturales de su época? Al escribir estas 
páginas, he considerado necesario reevaluar, precisamente, las 
lecturas que, aun cuando la novela de Isaacs haya sido tildada de 
novela nacional y luego de novela americana, hoy por hoy, se sigue 
afirmando que se trata de una novela sin compromiso histórico y 
social. Para muchos críticos la originalidad de María reside en que, 
por primera vez en la literatura latinoamericana, el ambiente real de 
la naturaleza americana cobra protagonismo y sirve de marco a un 
idilio amoroso, razón por la cual se ha afirmado que la idealización 
del paisaje, del ambiente social y humano, así como el subjetivismo, 
son sus características románticas más importantes. En la medida que 
este tipo de lectura la ha deshistorizado, aquí propongo un análisis 
de corte sociocultural que, al ubicarse más allá de la idea de copia 
o reflejo, busca entender la axiología estructurante de María en es-
trecha relación con otras axiologías de su época: en mi concepto, el 
encuentro amoroso, las bondades del paraíso, la armónica convivencia 
humana y la actitud romántica configuradas por Isaacs requieren 
Iván Vicente Padilla Chasing
12
ser explicadas a la luz de las problemáticas y debates históricos de 
su momento de concepción y redacción.
Si bien es cierto que, en sus aspectos formales y retóricos, la 
novela de Isaacs responde a las características de la novela romántica 
y sentimental1, aquí no se trata de reafirmar ni de negar la inscripción 
de María en la serie de novelas románticas y sentimentales. Volver 
sobre algunos de esto aspectos implica abandonar el punto de vista 
estetizante y antihistórico, con el fin de leer estos paradigmas de 
cara a las problemáticas de una sociedad que para entonces buscaba 
reformar sus estructuras sociales y mentales, y, al mismo tiempo, 
definir la conciencia nacional. De igual modo, en la medida que no se 
puede desconocer la inscripción del idilio de Efraín y María en la serie 
de novelas románticas y sentimentales, también se trata de exponer 
algunas diferencias que determinan su originalidad.
Por considerar que resulta paradójico que se le asigne a una obra 
literaria el título de nacional y americana, y que, al mismo tiempo, 
se desconozca aquello que la hizo merecedora de dichos títulos, 
aquí me he hecho las siguientes preguntas: ¿qué tiene de nacional o 
de latinoamericano María? ¿Puede una obra de arte verbal obtener 
estos títulos sin incluir en su repertorio textual elementos identi-
tarios, simbólicos, culturales? ¿Puede una novela nacional apelar 
a los sentimientos de sus eventuales lectores sin incluir aspectos 
del inconsciente cultural del lugar donde aparece? Asimismo, por 
considerar que, en un proceso de homogenización y centralización 
de la cultura, en la apropiación estética de estos fenómenos en parti-
cular, por lo general se descontextualizan las tradiciones privándolas 
de su origen no hegemónico, también me he interrogado sobre la 
manera cómo se estetizan las diferentes tradiciones raciales y po-
pulares en María: ¿qué solución estética le da Isaacs a la mezcla de 
1 Me refiero a las siguientes características: relato en primera persona con 
exaltacióndel yo íntimo y lírico del narrador protagonista; adopción de la 
forma de memorias o autobiografía ficcional; asunto desarrollado alrededor 
del amor casto e imposible con dolor, separación y muerte; idilio amoroso 
enmarcado en un ambiente natural, exuberante e idealizado; fuerte presencia 
de un sincero sentimiento religioso y del llamado color local; título con el 
nombre de la protagonista; presencia de fuerzas sobrenaturales, etc.
13
Introducción
razas propias de los países americanos? ¿Cómo o qué elementos le 
permiten a Isaacs convertir una sociedad multicultural en una más 
o menos monocultural? Para empezar, al tratar de responder estos 
interrogantes he tenido presente que, para que una obra literaria sea 
evaluada como un producto homogéneo impregnado de una visión 
nacional, se necesita que su autor, gracias a su genio creador, aguda 
sensibilidad, sentido de la observación o sólida conciencia histórica 
y social, haya digerido la heterogenidad de los aportes culturales de 
su pueblo o país.
No obstante, el hecho de aspirar a explicar las relaciones que 
establece María con su momento histórico filosófico no quiere decir 
que busque esclarecer, a la manera de reproducción, programas 
políticos, apologías políticas, panfletos, reproducción de hechos 
sociales o conceptualizaciones tipo ensayo que permitan ubicarla en 
una realidad concreta: en la perspectiva teórico metodológica aquí 
adoptada, este tipo de análisis está descartado puesto que se parte 
del principio según el cual no es función de la obra de arte literario 
auténtica dar cuenta de manera directa de todos estos aspectos. En 
su condición de novela, en una suerte de evaluación estética del mo-
mento histórico, sin pretender convertirse en programa político-social 
que los colombianos o latinoamericanos de la época hubieran tenido 
que seguir, en María todos estos aspectos son tratados a través de la 
ficción. El tono panfletario, programático, no tiene lugar en la novela 
de Isaacs. Como toda obra de arte verbal, la del autor vallecaucano se 
impregna de los elementos y problemáticas culturales de su lugar de 
origen inscribiéndose en una situación dialógica y comunicativa: si 
además de las esperadas lágrimas, Isaacs logró suscitar diferentes tipos 
de reacciones e hizo que buena parte de un continente reconociera 
su esencia cultural en ella, en María esto no se debió al tono de com-
promiso social característico de gran parte de la novelística nacional 
y latinoamericana de la época, sino al alto grado estético logrado en 
el proceso de escritura.
Esto ha llevado a afirmar, hasta convertirse en un lugar común, 
que, aunque sea escrita en el complejo ambiente de la década del 
sesenta del siglo xix colombiano, en ella no se vislumbran los pro-
blemas de su momento, no se denuncia nada, no se reacciona contra 
Iván Vicente Padilla Chasing
14
nada. Las lecturas contenidistas y tópicas han hecho de María una 
novela arquetípicamente romántica, autobiográfica documentada 
en la vida y en la personalidad de su creador o bien un ejercicio re-
tórico histórica y políticamente neutro e indiferente: por lo general, 
María es leída como una novela centrada en el nostálgico relato del 
idilio amoroso de una pareja de adolescentes, matizado de cierto 
color local a través del cual se percibe la sociedad y la vida señorial, 
la autoridad patriarcal, las costumbres, la esclavitud, la naturaleza, 
pero raros son los estudios que leen las relaciones con los procesos 
sociohistóricos colombianos. En algunos casos, para enmarcar la 
obra en su momento de producción y aparición, los críticos pre-
sentan dichas relaciones como algo superpuesto, externo y ajeno a 
la obra, las enuncian mecánicamente, pero, por falta de un análisis 
riguroso, no demuestran cómo el objeto artístico permite al lector 
asir su contenido de verdad.
Este tipo de lecturas ha dado lugar a estudios sobre el amor, el 
erotismo, la esclavitud, el judaísmo, antisemitismo, costumbrismo, 
patriarcalismo, machismo, la mujer, el exotismo, la relación de la 
obra de Isaacs con las obras maestras del género, etc., entre otros 
tantos temas que por el hecho de ser abordados de manera aislada 
ignoran el valor axiológico y la función de cada uno de ellos en la 
estructura narrativa de María. A mi modo de ver, seducidos por el 
tono sentimental y condicionados por las categorías (romántico, 
costumbrista) utilizadas para abordar esta novela, los autores de 
dichos estudios no han tratado de descifrar la manera como, al 
utilizar la retórica romántica, Isaacs neutraliza los debates de su 
época: no se ha leído cómo, en el proceso de escritura y puesta en 
forma, nuestro autor opera esta revolución. Así, con la intención 
de restituirle su historicidad y valor histórico, siguiendo a Adorno, 
en este ensayo entiendo María como una de esas obras que a través 
de sus “componentes formales” se “libera de la realidad empírica” 
(Adorno 1989, 180). A lo largo de estas páginas, si bien he revisado 
un buen número de estos escritos, en la mayoría de los casos no 
los he citado, primero, porque tan solo exponen la presencia, por 
demás obvia, de un tema particular sin aportar de manera signifi-
cativa al esclarecimiento de su sentido(s) profundo(s), y, segundo, 
15
Introducción
porque eliminan el “efecto crítico” que la obra tuvo en su momento 
de aparición (291).
Como se sabe, la particularidad de esta novela, y yo diría que de 
gran parte de sus enigmas, consiste en que, a pesar de proyectar un 
sentido aristocrático de la vida fundamentado en dogmas tradicionistas 
y conservadores como la fe católica, la familia, los privilegios de raza y 
la propiedad de la tierra como cimientos indiscutibles de una sociedad 
civilizada, fuera declarada la novela americana, en México por ejemplo, 
por intelectuales de declarada tendencia liberal. La recepción de María 
en países latinoamericanos de avanzado liberalismo, es decir de mo-
dernidad teórica e ideológica, revela algunas de las contradicciones 
latinoamericanas con respecto a su particular proceso de “modernismo 
sin modernización”, como lo ha denominado García Canclini en Cul-
turas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad (1989, 
65-93). Como veremos en las páginas dedicadas a este asunto, en las 
valoraciones elaboradas en los treinta años siguientes a la publicación 
de la novela subyace la idea de ver en ella un modelo ético que, al in-
culcar valores necesarios para la constitución de una identidad nacional, 
eventualmente podía resistir los embates del liberalismo, percibido por 
algunos críticos con características de libertinaje.
Este modo de lectura revela que, a pesar de todo, el sentido 
señorial y aristocrático de la vida del orden colonial sobrevivía y 
permitía aun a las oligarquías organizar muchos aspectos de la vida 
social de las jóvenes naciones. En todo caso, por esta razón y por 
el hecho de parecerse a obras canónicas de la tradición romántica 
europea, las autoridades literarias de la época hicieron de María la 
obra cumbre de la literatura colombiana y latinoamericana: la novela 
de Isaacs se convirtió en ejemplo y motivo de orgullo puesto que en 
sus páginas se enaltecía la naturaleza americana, las costumbres y 
valores, y, sobre todo, porque por fin aparecía una novela que colmaba 
las aspiraciones estéticas locales y ubicaba el genio artístico y la 
intelectualidad latinoamericana al nivel de la europea.
Aun cuando María sigue siendo leída como la conmovedora y 
triste historia de amor de dos adolescentes o como el relato nostálgico 
y melancólico de un hombre cuya educación sentimental aparece 
como poco problemática, en este ensayo he entendido la configuración 
Iván Vicente Padilla Chasing
16
del amor y de la actitud o experiencia romántica de vida como una 
forma de expresar una crisis social representada bajo la forma de una 
crisis personal. En este sentido, he abordado el amor, de acuerdo con 
Badiou, en su amplio sentido cultural “unido a los acontecimientoshistóricos”, como una fuerza transgresora que se expresa cuando “una 
propuesta reaccionaria” lo amenaza (2011, 114-118). A mi parecer, la 
mirada retrospectiva sobre un pasado inmediato y el tono elegiaco 
del relato, más que el idilio amoroso, convierte en objeto estético 
una crisis histórica de una sociedad confrontada con la necesidad 
de modernizar sus estructuras sociales y mentales, y por ende sus 
valores y modos de vida. No se puede olvidar que el medio siglo xix 
colombiano, por atenernos al momento de redacción y publicación 
de la novela de Isaacs, fue un periodo de grandes convulsiones so-
ciales: la eliminación de los rezagos coloniales, la institución de los 
derechos y libertades civiles, la abolición de la esclavitud, la pasajera 
separación del Estado y la Iglesia, el cambio del modo de producción, 
las exploraciones del territorio nacional, las iniciativas de moder-
nización técnica, las guerras civiles emanadas de un bipartidismos 
sin precedentes, fueron la constante de este período.
Sin embargo, en mi opinión, en María, Isaacs no convierte en 
objeto estético los hechos sociales o, de manera directa, los debates 
políticos, sino el problema existencial resultante de esta compleja 
situación. Una de las hipótesis centrales de este estudio plantea que 
nuestro autor centra su atención no en los hechos exteriores, sino en 
los íntimos, razón por la cual recurre a la forma de la autobiografía 
ficcional y a la retórica romántica para configurar una experiencia 
romántica de vida: es decir, un problema esencialmente humano. 
Así, he entendido la actitud evasiva y lírica del protagonista como 
un gesto deliberado que, a pesar de su apariencia sentimental, 
expresa una reacción afectiva frente a lo vivido: al igual que otras 
obras literarias, e incluso entre otras de corte historiográfico de su 
momento, cuya intención primera fue precisamente asumir una 
posición crítica frente a su presente e insistir en aquello que sus 
autores consideraban propio de la cultura neogranadina, como 
veremos, en María, Isaacs se apropió de algunos elementos de la 
17
Introducción
identidad nacional, recordando el pasado con el fin de crear una 
visión de su desarrollo futuro.
De igual modo, al escribir estas líneas he pensado en la actualidad 
de María: ¿se puede seguir diciendo que es la novela nacional? ¿Su 
calidad de monumento nacional hace obligatorio su estudio en las 
academias colombianas? Si bien constituye un hito de la literatura 
colombiana e hispanoamericana, me he preguntado qué tan estu-
diada es la novela de Isaacs en nuestros colegios y universidades. 
Aunque no busco resolver este problema estadístico ni exponerlo 
aquí en detalle, mi experiencia docente en la Universidad Nacional 
de Colombia me ha enseñado que, de un tiempo para acá, nuestros 
estudiantes vienen de sus colegios sin haber leído esta novela y 
muchos se van con este vacío. Incluso en los cursos dedicados al 
siglo xix colombiano, María es ignorada o leída de un día para 
otro, rápidamente resumida y comentada, pero no analizada. Por 
lo general, por comentarios hechos de paso en cursos panorámicos 
o por lectura de resúmenes, los estudiantes tienen la idea de que se 
trata de una novela aburrida y pasada de moda, cuyo idilio amoroso 
y sus situaciones han perdido validez y, por lo tanto, no comunican 
nada al lector de hoy en día. En la medida que para muchos leer la 
obra de Isaacs no ofrece ningún interés, resulta difícil luchar contra 
estos prejuicios y, ante todo, cuesta mucho motivar a los estudiantes 
para que entren en un análisis sistemático del texto.
De hecho, en nuestra universidad, el curso “monográfico” de-
dicado a Isaacs desapareció hace algún tiempo. En las generaciones 
más jóvenes la lectura de María y de otras obras de nuestro panteón 
literario ha sido remplazada por la lectura de obras contemporáneas. 
Aunque no haya hecho una encuesta rigurosa, antes de incluirla en 
un “seminario de investigación” para la Carrera de Estudios lite-
rarios en 2010, me preocupé por medir el interés y, por supuesto, el 
conocimiento que los estudiantes tenían de la obra de Isaacs: pude 
entonces constatar que, en la mayoría de los casos, no se había hecho 
una lectura metódica que permitiera entender por qué María es el 
primer monumento de la literatura colombiana, el primer paso en 
la constitución de un canon nacional.
Iván Vicente Padilla Chasing
18
Al hacer estos comentarios, mi intención no es cuestionar la 
labor de la academia ni la de los académicos, simple y llanamente he 
tratado de entender un fenómeno, pues, al analizar el recorrido his-
tórico de María, observo que se trata de una obra que, en la medida 
que el proceso de modernidad y modernización avanza en Colombia 
y Latinoamérica, provoca debates que, dependiendo de los puntos de 
vista, afirman o cuestionan su canonicidad. Las fechas conmemora-
tivas, natalicio del autor, de su muerte, de la publicación de María, se 
han prestado para este tipo de debates. El estudio de Carlos Rincón, 
“Sobre la recepción de María en Colombia. Crisis de la lectura 
repetida y pérdida de autoridad del canon (1938-1968)” (2007), por 
ejemplo, demuestra que, por el hecho de ser una novela revestida de 
los arquetipos románticos, una vez superado el Romanticismo (me 
refiero al movimiento literario identificado con esta etiqueta, no a las 
actitudes románticas), cada cierto tiempo, por un lado, se reivindica 
su valor literario y, por otro, se declara su caducidad o ilegibilidad.
Desde Rubén Darío en “La novela americana en España” (1898), 
pasando por Jorge Luis Borges en “Vindicación de María de Jorge Isaacs” 
(El Hogar Nº 1438, 7 de mayo de 1937), Eduardo Caballero Calderón 
en “A propósito de Jorge Isaacs. Por qué ya no amamos a María” (El 
Tiempo, 18 de diciembre de 1938), Baldomero Sanín Cano en “Isaacs” 
(El Tiempo, 4 de abril de 1937), Max Grillo en “En defensa de María” 
(Revista de América Nº 6, 1946), los trabajos biográficos elaborados 
por Luis Carlos Velasco Madriñan, Jorge Isaacs, el caballero de las 
lágrimas (1942) y Efraín y María. Historia y leyenda (1954), Germán 
Arciniegas en “Fusilamiento de Jorge Isaacs” (Intermedio, febrero 24, 
1957), entre otros, hasta llegar a estudios críticos, especializados, más 
recientes, se advierte dicho fenómeno como parte inherente al valor 
estético de María. No es de extrañar entonces que, por el hecho de 
ser una novela de amor clasificada bajo la desprestigiada etiqueta de 
novelas sentimentales, en este momento, atravesemos un periodo de 
esos en que la novela de Isaacs deja de producir placer estético y sus 
páginas aparezcan ahora como “letra muerta”, sin “poder de seducción” 
(Rincón 2007, 93).
Si bien, debido al paso del tiempo y la modificación de las 
condiciones sociales, las situaciones y el efecto estético y crítico de 
19
Introducción
María se han debilitado o perdido, a mi modo de ver, sin desconocer 
las tensiones que se han dado en Colombia alrededor del canon lite-
rario, es preciso leerla como lo que es, como un monumento, como 
producto de valor histórico, social, artístico, simbólico, como obra 
de un patrimonio común que comunica un problema existencial 
del pasado, como evaluación artística de las tradiciones seculares, 
como monumento cultural que debe permanecer en la memoria. 
Cualquier intento de desestabilización del canon, por más que se 
diga que María no es la única obra de nuestro siglo xix o que se 
considere que ya se ha dicho suficiente, no se puede perder de vista 
su carácter emblemático. Aunque se trate de una novela de amor o 
sentimental, género víctima de una serie de prejuicios por el hecho de 
utilizar del tópico más explotado de la historia de la novela (Lapape 
2011, 12-13), María hace parte del patrimonio cultural colombiano. 
La constitución del campo de la novela en Colombia no puede ser 
explicado sin tener en cuenta el carácter fundacional de la obra de 
Isaacs: fundacional no solo en el sentido épico de apropiarse estéti-
camente de lonacional, de lo autóctono, sino también en el sentido 
de instaurar, de manera más evidente, una tradición literaria con 
motivos, tendencias y clichés.
No se debe perder de vista, tal como observa Alfredo Laverde 
Ospina en Tradición literaria colombiana. Una lectura de Isaacs, 
Silva, García Márquez y Mutis, que la novela colombiana, posterior 
a María, de una u otra manera, dialoga con la tradición iniciada por 
Isaacs. Con razón, Laverde la entiende como el primer monumento 
del sistema literario colombiano en el cual afloran “las primeras 
tentativas de autonomización de la literatura colombiana” (Laverde 
2008, 17): de su estudio se deduce, aunque no lo diga en estos tér-
minos, que todo aspirante a novelista en Colombia, por afinidad 
u oposición, asume como primer reto superar el carácter mítico e 
institucional alcanzado por María. Todo nuevo novelista, por lo 
menos hasta cierto momento de nuestra historia literaria, busca 
inscribirse de manera compleja, ya sea negando o afirmando, en 
la brecha abierta por Isaacs. En la historia de la novela colombiana 
solo dos novelistas han logrado que sus obras, al acumular un 
inmenso capital simbólico, exhibir su valor literario y ostentar su 
Iván Vicente Padilla Chasing
20
poder canónico, asuman esta función: Isaacs y García Márquez. En 
una relación de amor-odio, admiración al padre y deseo de matarlo, 
estos dos autores han condicionado las dinámicas de la historia de 
la novela colombiana.
Así, obedeciendo a la dialéctica que se establece entre los as-
pectos formales y los contenidos en una obra determinada, en este 
estudio me propongo dos objetivos principales: primero, reevaluar 
las categorías literarias hasta ahora utilizadas en las valoraciones 
estéticas y juicios críticos elaborados alrededor de María. Al revisar 
estas lecturas, entendidas como resultado del “efecto estético” de la 
obra (Iser 1987), con el fin de reevaluar algunos clichés y lugares co-
munes, busco hacer un balance de los modos de lectura configurados 
por el autor en el proceso creador, rescatando todo aquello que me 
permite exponer cómo, a través de sus aspectos formales y retóricos, 
Isaacs configura una actitud crítica frente a debates y problemas de 
su momento histórico. Segundo, estrechamente relacionado con 
este primer objetivo, por considerar que en su recorrido María ha 
sido deshistorizada, desvinculada de los procesos socioculturales 
colombianos, aspiro a restituirle su historicidad analizando sus 
arquetipos, su axiología y temas-problemas como algo inmanente 
al objeto estético escogido por Isaacs (proceso de secularización 
y laicización en Colombia) y, por supuesto, en relación con las 
circunstancias sociohistóricas que la generan y permiten descifrar 
parte de sus enigmas.
Tales objetivos me han llevado a buscar apoyo teórico-metodo-
lógico en autores que han entendido el fenómeno literario no solo 
vinculado a la historia de la literatura, sino también en relación 
con los procesos históricos y socioculturales. Además de Adorno, 
Mukařovský, Lukács, Macherey, Goldmann e Iser, entre otros que 
entienden los fenómenos estéticos y artísticos como reacciones his-
tóricas que aparecen en situaciones dialógicas igualmente históricas, 
me he acogido de manera más amplia a la propuesta de Bakhtine, 
en “El problema del contenido, del material y de la forma en la obra 
literaria” (1978)2; la de Jacques Dubois en L’institution de la littérature 
2 La primera versión es de 1924. Aquí utilizo la edición francesa. 
21
Introducción
(1978); y a la teoría de los campos de Pierre Bourdieu, planteada 
parcialmente en “Campo intelectual y proyecto creador” (1966), 
“Elementos de una teoría sociológica de la percepción artística” 
(1968), “El mercado de los bienes simbólicos” (1971) y, de manera 
definitiva, en Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo 
literario (1992). Adaptadas a los problemas planteados por la obra 
de Isaacs y las particularidades de nuestros fenómenos literarios, 
sus propuestas me permiten explicar el caso de María en relación 
con la historia de la literatura local y occidental, con los modos de 
producción de la literatura en el medio siglo xix y con los procesos 
socioculturales colombianos.
Sus propuestas facultan el abordaje de las dos esferas de la pro-
ducción literaria: primero, aquella restringida a la cultura letrada, 
elitista, donde se elabora el código literario dominante y en la cual 
se reivindica esencialmente el orden estético. Al abordarla, tengo 
en cuenta que, como en toda nación en constitución, a lo largo del 
siglo xix, la élite letrada colombiana busca instituir la literatura y 
organizar su producción, es decir, ponerla en el horizonte cultural 
de los miembros de la sociedad neogranadina como algo universal 
y esencial, inculcar su valor presentándola como un producto de la 
historia nacional, como un saber y como objeto de interés: de aquí 
que se busque legitimar la escritura literaria imponiendo normas 
y valores, configurando códigos de lectura, autorizando modelos, 
censurando otros, desarrollando la identidad lingüística cultural, 
elaborando la historia de la literatura nacional, imponiéndola como 
una práctica simbólica a través de la cual afloren los bienes culturales 
de la nación (Dubois 1983, 19-36)3 y, en últimas, buscando instaurar 
las instancias mediadoras de la producción literaria para que el 
campo literario conquiste su autonomía.
3 A lo largo de mi disertación me apoyo en la idea de Dubois según la cual, al 
llegar a cierto momento del desarrollo histórico y social, al buscar instituir 
la literatura, los tenedores del poder simbólico crean un sistema socializador 
o aparato ideológico que permite organizar la producción literaria. Si bien 
es un apoyo importante en esta disertación, de aquí en adelante me permito 
no citarlo, pues me atengo al concepto de institución entendido en los 
términos aquí expuestos.
Iván Vicente Padilla Chasing
22
Este último aspecto conduce a la segunda esfera, es decir, a 
aquella de la producción donde, como observa Bourdieu en Las reglas 
del arte, las obras literarias se confrontan con la ley del mercado y el 
valor de cambio, ámbito poco desarrollado en la Colombia que asiste 
a la publicación de la obra de Isaacs. Así, primero, he considerado 
pertinente tener en cuenta que María aparece en una sociedad que 
busca legitimar la literatura como parte de la cultura e institucio-
nalizar su valor simbólico y social; y segundo, sin intención hagio-
gráfica, tengo en cuenta que su autor, al igual que otros escritores 
hispanoamericanos del siglo xix, aunque es autor de un buen número 
de poemas, tres dramas, una novela y un número considerable de 
ensayos y artículos periodísticos, ante la imposibilidad de vivir de 
los frutos de su pluma y genio literario, fue comerciante, represen-
tante político, militar, periodista, explorador, entre otros oficios 
que escasamente le permitieron sobrevivir, pues ni los negocios ni 
las exploraciones aportaron lo que él esperaba. Isaacs adhiere a la 
práctica literaria aceptando los códigos y principios estéticos im-
puestos por la élite letrada, pero materialmente no depende de los 
beneficios de su trabajo de escritor porque el aspecto económico de 
la literatura no se había aún desarrollado en Colombia, incluso en 
Hispanoamérica: su único beneficio fue el de la gloria, el hecho de 
convertirse en el escritor romántico más reconocido del continente.
A estos presupuestos metodológicos se suman otros conceptos-
ideas de críticos de la cultura colombiana y latinoamericana en 
general: de acuerdo con mis objetivos, y por tratarse de autores que 
se han propuesto entender el complejo proceso de modernización 
de nuestras naciones, he acudido a la propuesta de Ángel Rama en 
su libro póstumo La ciudad letrada (1984), el ya citado estudio de 
Néstor García Canclini, la de Fernando Cruz Kronfly en La tierra que 
atardece. Ensayo sobre la modernidad y la contemporaneidad (1998) y 
la de Rubén JaramilloVélez en Colombia la modernidad postergada 
(primera edición 1994). De Rama me he acogido a la idea general que 
atraviesa su ensayo: aunque no lo cito en el cuerpo del trabajo, detrás 
de la idea de “élite letrada”, utilizada de manera recurrente, se lee la 
idea según la cual, en estos países, lo literario y la cultura letrada en 
general, estuvieron circunscritos a un proyecto hegemónico y exclu-
23
Introducción
yente. El objetivo de este proyecto era imponer su omnipresencia no 
solo en la escena nacional, sino también en la cultura. No pierdo de 
vista que en los países latinoamericanos, después de las respectivas 
independencias, los letrados o ejercitantes de las letras no solo impu-
sieron su punto de vista en unas sociedades analfabetas, sino que, de 
igual manera, procedieron a sacralizar las letras y la literatura bajo los 
preceptos de la cultura europea en general (1984, 30 y ss). Al referirme 
a la “élite letrada” tengo presente la problemática relación que Rama 
observa entre letra o palabra escrita y poder, entre los letrados y las 
estructuras del poder: esta idea la he adaptado a la situación de los 
intelectuales del siglo xix colombiano, quienes, en su mayoría hacían 
parte del aparato administrativo estatal y, de una u otra manera, 
permanecían ligados a las funciones del poder político y simbólico. 
Doy los créditos a esta idea precursora de los estudios culturales cuyo 
origen, por el hecho de haberse integrado al discurso crítico, tiende a 
hacerse difuso, incluso a perderse.
Del estudio de García Canclini retengo el modo de concebir la 
modernidad latinoamericana; es decir, “más que como una fuerza 
ajena y dominante, que operaría por sustitución de lo tradicional y 
lo propio, como los intentos de renovación con que diversos sectores 
se hacen cargo de la heterogeneidad multitemporal de cada nación” 
(15). Esta idea la he adecuado a la lectura de la crisis social causada 
por los modelos de modernidad que buscaban imponer en Colombia 
los partidos políticos en pugna. De la propuesta de Cruz Kronfly, 
quien en la línea de García Canclini analiza también el “hibridaje 
cultural de temporalidades históricas en América Latina”, retengo 
la idea según la cual, nuestro continente vive una “simultaneidad” 
de “diferentes dimensiones del tiempo en la cultura”: este fenómeno 
hace del “sujeto latinoamericano… una especie de suma histórica 
sin eliminaciones”, un sujeto premoderno, moderno y posmoderno 
al mismo tiempo (Cruz Kronfly 1998, 15-17). La idea de “suma his-
tórica” me permite, en parte, restituirle a la novela de Isaacs su 
historicidad y entenderla como testimonio del momento en que la 
clase dominante, problemáticamente, suma aspectos del ideario y 
de las naciones modernas en una sociedad con muchísimos rezagos 
de la vida colonial y señorial. En esta óptica inscribo el fenómeno de 
Iván Vicente Padilla Chasing
24
“La postergación de la experiencia de la modernidad en Colombia” 
observado por Jaramillo Vélez: esta idea permite asir no solo el caos 
social producido por la implementación de ideas que obedecían más 
al “espíritu del siglo” que a la observación de los problemas reales 
de la situación colombiana de la época (1998, 24-25), sino también 
exponer el porqué de la configuración de una experiencia romántica 
de la vida en María.
En esta perspectiva se inscriben también mis referencias sobre el 
romanticismo. Del mismo modo que las anteriores, estas me permiten 
complementar el trabajo de restitución de la historicidad del idílico 
y bucólico relato de Isaacs. Por considerar que el contenido ético, 
axiológico de la obra, determina la escogencia de los elementos com-
posicionales (Bakhtine 1978, 36) y condiciona el trabajo de la puesta 
en forma, he entendido las características románticas de María como 
algo intencional y deliberado, como algo que va más allá de la copia 
de un modelo y de la idea de hacer una obra ostentosamente literaria 
para seducir a una oligarquía letrada deseosa de instituir modelos 
literarios acorde con sus ideas o a un público ávido de lecturas rosa, 
sin vínculos con las problemáticas de la época. En este procedimiento, 
considero al autor como pieza fundamental en el proceso literario, 
como la primera instancia que, a la hora de escoger el género, sus 
“formas composicionales”, las orienta axiológicamente y decide el 
destino literario y las modalidades de lectura de su obra (80).
Para sacar la novela de Isaacs del arquetípico marco sentimental 
en el que la crítica la ha sumergido e integrarla a nuestra historia 
social y cultural, he considerado necesario apoyarme en autores 
que perciben el romanticismo como algo más que fórmulas, recetas 
o arquetipos retóricos. Por tal motivo, me he decidido por autores 
como Barbéris, Elias y Gusdorf, quienes entienden la experiencia de 
vida romántica no como una evasión sin causa alguna, sino como el 
resultado de la evolución de las civilizaciones: según ellos, las acti-
tudes románticas y los romanticismos, necesariamente, se relacionan 
con problemáticas históricas. Para ellos, mientras más complejas se 
vuelven las sociedades, mientras más opresoras y alienantes, más 
experimentan los seres humanos la necesidad de escapar de sus 
marcos sociales y de sí mismos.
25
Introducción
Para Pierre Barbéris, dependiendo de la fecha y el momento, se 
es romántico de múltiples maneras y por causas diversas. Según él, 
“todo romanticismo se define por la naturaleza de las experiencias 
vividas y los obstáculos encontrados”, razón por la cual sugiere que 
para comprender los diferentes romanticismos es preciso esclarecer 
sus “motivaciones profundas” puesto que se trata de “motivaciones 
históricas […] nacidas de las relaciones sociales, de la interiorización 
de su experiencia y de su expresión” (1972, 484)4. De igual modo, en 
Fondements du savoir romantique, George Gusdorf plantea que es 
preciso entender que, en general, más que un movimiento estético 
caracterizado por el lirismo y la exaltación de los sentimientos, el 
romanticismo es una especie de teología, de antropología, de ciencia, 
de filosofía de vida, de epistemología de la totalidad, de etimología 
de la humanidad que produce una verdadera revolución que no solo 
cambia el sentido y el valor de lo religioso y lo humano, sino, y sobre 
todo, el espacio interior de cada ser humano (1982a)5.
Y, por último, para Norbert Elias, en La sociedad cortesana, 
es indispensable considerar la “actitud” o “experiencia romántica” 
no como un estado de ánimo “sin causa alguna”, sino como una 
reacción frente a transformaciones sociales que, al imponer nuevas 
formas de organización social y desarrollar administraciones más 
“totalizadoras”, obligan a los seres humanos a establecer nuevos 
tipos de interdependencia “cada vez mayores y más diferenciados” 
(Elias 1996, 288-289)6. Desde este punto de vista, entiendo, primero, 
4 Original en francés. La traducción es mía.
5 Me atengo a las tesis generales de este libro. Algunas de estas ideas son 
inicialmente planteadas en Naissance de la conscience romantique au Siècle 
des Lumières, tomo vii de la serie de estudios comprendidos bajo el título Les 
sciences humaines et la pensée occidentale. Luego, estas ideas son ampliamente 
desarrolladas en Fondements du savoir romantique (1982b) tomo ix, Du néant 
à Dieu dans le savoir romantique (1983) tomo x, L’homme romantique (1984) 
tomo xi, Le savoir romantique de la nature (1985) tomo xii.
6 Aunque Elias estudia la actitud o experiencia romántica de los cortesanos 
del siglo xvii y no la de los románticos propiamente dichos, finales del 
xviii y primera mitad del xix, sin relacionar este tipo de actitudes con el 
movimiento conocido como Romanticismo, plantea esta categoría abriendo 
la posibilidad de utilizarla para explicar momentos de transición o cambios 
Iván Vicente Padilla Chasing
26
la actitud romántica de Isaacs-Efraín como síntoma de algo que no 
se tolera, como reacción ante un presente que provoca el repliegue 
haciala interioridad y, segundo, analizo el refugio en el pasado, 
en una Arcadia premoderna como la hacienda donde interactúan 
Efraín y María, como transposición de una problemática histórica 
en un pasado muy íntimo y feliz.
En el plano literario, dichas problemáticas dan lugar a configu-
raciones de actitudes románticas en las cuales los personajes que las 
encarnan experimentan, sufren, actúan por distintas razones, bajo 
presiones diversas, luchan con armas distintas, con fines igualmente 
distintos y se rebelan contra objetivos precisos (Barbéris, 484-485). 
Todo esto desemboca en una reivindicación de la singularidad y la 
originalidad de cada persona, pero, a diferencia del utilitarismo y 
pragmatismo burgués, el romántico no busca reivindicar los funda-
mentos del individualismo, sino separar “el sujeto empírico flotando 
en el vacío” para hacer del “yo” una substancia más preocupada por 
la intensidad de lo vivido y no una máquina o cifra preocupada 
por la acumulación de riquezas (Gusdorf 1984, 45 y ss.)7. De aquí 
derivan unos arquetipos literarios recurrentes, fundamentales en la 
poética romántica, que precisan ser abordados como un fenómeno 
histórico: por ejemplo, la expresión del Yo8 y los amores desgra-
históricos que exigen de los seres humanos un cambio ético, de actitud o de 
autocoacción. A lo largo de mi disertación lo utilizo en este sentido. Con 
respecto al romanticismo francés, el más influyente en la Colombia del siglo 
xix, por lo general, los críticos e historiadores de la literatura francesa, el 
romanticismo es considerado como una reacción ante la irreligiosidad del 
siglo xviii y, sobre todo, ante circunstancias sociohistóricas provocadas por 
la Revolución francesa de 1789, la aparición de una figura como Napoleón y 
la Restauración de 1830.
7 Esto desemboca en un desarraigo, en una melancolía y en una sensación 
de angustia que los hombres de la época llaman el mal del siglo. El escritor 
romántico se siente sobrepasado por una época marcada por el fracaso 
y la desilusión. Este mal histórico se expresa en la literatura romántica 
como una angustia metafísica, aburrimiento provocado por la inactividad, 
significado en la literatura decimonónica como spleen.
8 El romántico se expresa en primera persona: se trata de un Yo que, aunque 
se muestre preocupado por sí mismo, se descubre solidario y en su actitud 
aspira a dar cuenta de un sentir común, puesto que se asume inmerso 
27
Introducción
ciados9, el exotismo de la naturaleza10, el interés por la Historia11, las 
ensoñaciones, el ensimismamiento, el desarraigo, el misterio y lo 
sobrenatural12. Gran parte de estos clichés son utilizados en María: 
en el universo y la sociedad. Esto hace de los “yo (s)” románticos unos 
“núcleos identitarios” que se conciben como resultado de las circunstancias 
exteriores (Gusdorf 1984, 60 y ss.). De aquí que se privilegien los géneros 
como las memorias, diarios o la autobiografía ficcional, es decir, géneros que 
expresan el deseo del conocimiento de sí mismo. Sin embargo, cuando se 
trata de textos (en verso o prosa) en los cuales predomina la actitud lírica, el 
romántico aspira a la universalidad cósmica y a dar cuenta de lo más íntimo 
de su ser y de sus sentimientos: el registro lírico facilita la exacerbación o 
exaltación de los sentimientos personales. Así, el discurso romántico se 
manifiesta como una confidencia: la prueba amorosa, la confrontación 
con la realidad, la pérdida de los ideales, los momentos deletéreos 
determinan el intimismo y el tono lírico. El poeta y/o el personaje-narrador 
romántico, en la novela, por ejemplo, trata de expresar sus sentimientos, sus 
pensamientos más íntimos, sus gustos personales con la intención de que 
el lector encuentre en ellos si no sus propios sentimientos, sí algo parecido 
a los que él siente. Esta fusión plantea problemas al lector, pero, tiene la 
ventaja de darle a la novela una dimensión social y política. Por lo general, 
el romántico busca suscitar una reflexión filosófica e histórica ubicando 
al individuo en la complejidad de sus relaciones con la sociedad: en estos 
casos, el héroe solitario lucha contra el destino.
9 Ante un mundo poseído de pragmatismo y acosado por el aburrimiento, el 
amor parece ser el único lugar donde se pueden desarrollar los ideales; sin 
embargo, el amor romántico termina mal, los amantes son separados por 
factores sociales, naturales, malentendidos, prejuicios, etc.: siguiendo los 
modelos míticos de amores imposibles (Tristán e Isolda, por ejemplo), el 
amor romántico solo es posible en el más allá, después de la muerte.
10 El romántico gusta de las descripciones precisas, casi sociológicas, del 
paisaje, de lugares lejanos, para darle a la narración un color local y avivar 
así el misterio y el sentimiento de extrañeza, de alejamiento y de desarraigo.
11 El romántico ubica la situación narrada o representada en un momento 
importante de la historia de una nación y privilegia un movimiento social 
o revolucionario: por lo general privilegia al pueblo y hace de la pasión 
el motor esencial de la acción. En este sentido, el amor, en cualquiera de 
sus formas (fraternal, maternal, pasional, patriótico, etc.), se opone a la 
corrupción del mundo.
12 El romántico gusta del misterio, de lo sobrenatural y de lo fantástico. 
Estos elementos expresan, en cierta medida, un axiomático rechazo a la 
explicación racional de las cosas y hacen que el lector vacile entre una 
explicación realista o sobrenatural de los eventos descritos. Por lo general, 
Iván Vicente Padilla Chasing
28
Isaacs se inscribe en la tradición de las autobiografías ficcionales de 
corte sentimental y emplea la tipología romántica para determinar 
el comportamiento amoroso y social de sus personajes.
Con respecto a los presupuestos metodológicos, solo me resta 
justificar el corte temporal o periodo escogido para exponer el 
problema tratado. El lapso temporal comprendido entre 1850 y 1886 
no tiene nada de gratuito o caprichoso, y obedece a varias razones 
principales. Primero, debido al modo de composición y corrección 
de María: en las tres ediciones (1867, 1869, 1878 y para una que no se 
lleva a cabo, hacia 1890 aproximadamente), Isaacs realiza una serie 
de correcciones que, a mi parecer, se relacionan con los problemas 
sociohistóricos y culturales de dicho periodo. Segundo, dicho corte 
obedece también a la época representada, a las características cro-
notópicas del relato: el encuentro amoroso y el idilio se desarrollan 
hacia 1850, antes de la abolición de la esclavitud, y es de suponer que 
la persona que narra (Efraín) vive una época posterior (problemática) 
que da lugar a la rememoración, al tono nostálgico y lírico, entre 
otros aspectos. Y tercero, en la medida que considero el sentimiento 
religioso como elemento esencial en la concepción y redacción de 
María, y lo percibo relacionado con la cuestión religiosa del siglo xix 
colombiano, en cuanto herramienta metodológica, dicho periodo 
comprende los momentos extremos de este conflicto: la revolución 
liberal y la separación del Estado y la Iglesia (Constitución de 1853), 
el momento en que se declara que la religión oficial de Colombia 
es la católica (Constitución de 1886) y su reafirmación con la firma 
del Concordato en 1887. María fue concebida, redactada, publicada 
y corregida durante este convulso periodo en el que el intento por 
instaurar un país laico fracasa. 
este aspecto permite observar que la novela romántica se construye sobre 
la oposición y la contradicción. En el caso de María, obsérvese, por ahora, 
que evadiendo la realidad, buscando momentáneamente su Yo, Efraín, en su 
calidad de narrador, busca expresar sus reacciones recurriendo a elementos 
sobrenaturales que se oponen a su felicidad, a elementos premonitorios que 
anuncian la muerte: aves de mal agüero como el diostedé “con su canto triste 
y monótono” (ix, 26) o simplemente un ave negra que “jalona los momentos 
cruciales del idilio” (Cristina 2005, 43).29
Introducción
Con estos presupuestos, este trabajo se compone, entonces, de 
dos partes. Para explicar el proceso de escritura de Isaacs e ir más 
allá de las similitudes y diferencias con la serie de novelas románticas, 
en la primera parte, intento explicar la manera como nuestro autor 
se inscribe en ella, poniéndolo en perspectiva con dicha tradición e 
insistiendo en cómo se posiciona frente a ella y cómo la adapta a las 
necesidades de su argumento. Este procedimiento permite leer cate-
gorías como idilio amoroso, novela de amor o sentimental, romántica 
o costumbrista, autobiografía ficcional o novela autobiográfica de 
cara a la originalidad que aporta María en el contexto literario y 
social colombiano y latinoamericano. Esta primera aproximación 
a los aspectos formales y axiológicos desemboca en una revisión de 
las valoraciones estéticas realizadas en los primeros treinta años de 
vida de esta novela: en este acápite, mi intención es esclarecer un 
fenómeno, que denomino de “apropiación”, iniciado por María no 
solo en Colombia, sino también en Latinoamérica. En mi concepto, 
para restituirle su sentido histórico, resulta inevitable explicar cómo 
el lírico y nostálgico relato de Isaacs pasa de novela nacional a novela 
americana.
Más anclado en la axiología estructurante de María, a partir 
del arquetípico sentimiento religioso propio de la retórica romántica, 
sin caer en la tentación de hacer un estudio temático, en la segunda 
parte, expongo cómo, a través de él, Isaacs asume una actitud crítica 
frente a problemáticas de su época y se inscribe en la lógica de los 
debates de un país que entra o intenta entrar, de manera compleja, 
en un proceso de modernización administrativa, socioeconómica, 
técnica y ética. Los argumentos aquí expuestos, así como las rela-
ciones que establezco con otros documentos y obras, buscan de-
mostrar que la novela de Isaacs es más que un idilio amoroso o un 
ejercicio retórico absolutamente literario y que, por el contrario, 
obedeciendo a la naturaleza y al carácter social del discurso ficcional, 
participa de los grandes debates del proceso de modernización de 
la sociedad colombiana. Como ya dije, liberado de la idea de reflejo 
o copia, busco exponer la función narrativa y axiológica de este y 
otros aspectos, como la esclavitud, por ejemplo, en la estructura 
profunda de la novela.
Iván Vicente Padilla Chasing
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Antes de entrar en materia, quiero agradecer a María Teresa 
Cristina cuya investigación sobre Isaacs y el deseo de publicar las 
Obras completas me han servido no solo de apoyo, sino también 
de motivación. Sus hallazgos, así como las conversaciones que a 
lo largo de estos años hemos tenido alrededor de la obra conocida 
y desconocida del autor de María, han sido de mucha utilidad en 
esta propuesta de lectura. Asimismo, agradezco los comentarios y 
recomendaciones de Hélène Pouliquen, coordinadora del “Grupo de 
estudios de Estética sociológica” del Instituto Caro y Cuervo, y los 
integrantes de este grupo, Diana Diaconu, Paula Altafulla y Jaime 
Merchán quienes leyeron los primeros borradores de este escrito.

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