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1 El viaje y los objetos en la obra poética de Marina Tsvietáieva Tesis para optar al título de Magíster en Literatura Paola Andrea Cuevas Gómez Director: Witton Becerra Mayorga Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Facultad de Ciencias de la Educación Escuela de Posgrados Maestría en Literatura Tunja 2022 2 Resumen: este proyecto de investigación tiene como objetivo profundizar en la experiencia exílica de la poeta rusa Marina Tsvietáieva. Para ello, se plantea el desplazamiento en términos del viaje en tres etapas: pérdida, travesía y retorno. En cada uno de estos se localizan objetos que demuestran una transformación de sentido lírico y compositivo que crea la poeta. Para profundizar en los objetos como espacios de creación, se consideraron los postulados de Gastón Bachelard en su obra La poética del espacio. De este modo, el primer capítulo corresponde a un estado de la cuestión, una revisión de investigaciones, artículos académicos y tesis alrededor del exilio en Tsvietáieva. El segundo capítulo está dedicado a los objetos inmersos en el valor de la pérdida y la construcción de una poética alrededor de la separación. El tercer capítulo centra su análisis en la travesía, rastreando, sobre todo, un conjunto de objetos que dan cuenta de desplazamientos y caminos poéticos. Por último, el cuarto capítulo recolecta objetos que reflejan la experiencia vital del retorno. Palabras clave: Tsvietáieva, exilio, viaje, objeto poético. Abstract: This thesis aims to delve into the exilic experience of the Russian poet Marina Tsvetaeva. To this end, displacement is posed in terms of the journey in three stages: loss, crossing and return. In each of these, objects demonstrate a transformation of lyrical and compositional meaning by the poet. To deepen in the objects as spaces of creation, the postulates of Gaston Bachelard in his work The Poetics of Space were considered. Thus, the first chapter corresponds to a literature review concerning on Tsvetaeva‘s exile. The second chapter is dedicated to the objects immersed in the value of loss and the construction of poetics around separation. The third chapter focuses its analysis on the journey, mainly tracing a set of objects that account for displacements and poetic paths. Finally, the fourth chapter collects objects that reflect the vital experience of return. Key words: Tsvetaeva, exile, travel, poetic object. 3 Contenido _Toc103243138Introducción 4 Capítulo I Estado de la cuestión: Marina Tsvietáieva poeta del exilio 8 De la historia a la vida en exilio 8 El exilio y el exiliado 10 El exilio como espacio de resistencia 12 El exilio interior y la psique 16 Exilio poético-literario 18 El exilio como espejo 22 Capítulo II Inicio de la travesía Marina Tsvietáieva y los objetos perdidos 26 Tsvietáieva y los objetos 29 Objetos huérfanos 32 El paraíso perdido y los objetos 46 Objetos de los amores perdidos 56 Capítulo III La travesía Marina Tsvietáieva: objetos móviles y souvenirs poéticos 71 Travesía 74 Souvenirs poéticos 90 Capítulo IV Fin de la travesía: Marina Tsvietáieva y los objetos retornantes 90 El retorno 103 Objetos del retorno 106 El objeto pródigo: el regreso a Rusia 111 Conclusiones 115 Referencias 120 4 Introducción Los motivos que inspiraron esta investigación son: primero, la necesidad de visibilizar una figura femenina dentro del canon ruso; segundo, la trascendencia de su obra en el surgimiento de corrientes literarias, estéticas y poéticas como acción de protesta ante el adoctrinamiento social del régimen comunista en Rusia a comienzos del siglo XX. Así, este proyecto busca profundizar en su condición de exiliada desde una travesía conceptual ligada a la figura del viaje desde los objetos como testigos de la pérdida de la patria, el amor y el hogar. Lo anterior tiene como fin identificar los desplazamientos que determinan a la poeta como un individuo en tránsito y que la convierten en retornante en su regreso a Rusia El movimiento no solo se encuentra en las vivencias de Tsvietáieva, sino también dentro de la imagen poética que sigue un camino que parece cerrarse al retornar a su ciudad natal. Esto puede considerarse clave al momento de entender el exilio como inspiración, evolución y decrecimiento creativo de la poeta hasta su muerte en 1941. Justamente, durante el conflicto interno entre 1917 y 1922, dicha idea del exilio fue cada vez más recurrente para los artistas, poetas e intelectuales rusos, por ser un periodo durante el cual se habían visto obligados huir de su hogar. Esta situación recuerda la agitada época vivida por Alexandr Pushkin, poeta admirado por Tsvietáieva, quien entre la década de 1810 sobrellevó la persecución y el exilio del gobierno centralista de Alejandro I, que pretendía la radicalización del milenario espíritu ruso. De un modo similar, Marina Tsvietáieva vivió años de miseria durante la mayor transición de poderes en la historia rusa, hasta que logró embarcarse a Europa donde inició su exilio en 1922, en Berlín, y terminó en 1938, en París, ciudad donde la poeta fue especialmente prolífica. Lo anterior no es sorpresa cuando se tiene en cuenta que Francia se había convertido en un destino acogedor para la diáspora de artistas rusos. Un ejemplo de lo anterior, entre otros, es el caso del 5 crítico e historiador de arte Mijaíl Bajtín, cuya obra no solo fue concebida en gran medida en el país galo, sino que también fue allí donde su obra gozó de mayor difusión. Así, para Elizabeth Burgos (1998), la experiencia exílica vivida por Tsvietáieva se encuentra enmarcada entre idas y venidas, y la transformación del lenguaje dentro de su obra. Tal triangulación geográfica-poética permitió dar luces sobre el exilio como un modo de vivir. Burgos destaca la condición de viaje de este exilio, pues Tsvietáieva logra desdoblarse para crear una escritura entre el sueño y la realidad. Por ello, la interpretación de sus obras advierte un instante de vida preso en la atmósfera, en la imagen poética e incluso en pequeñas piezas u objetos que se hallan inscritos en la vivencia misma. Dentro del análisis que se propone sobre el viaje como experiencia transformadora del exilio, el objeto cumple el valor de testigo, acompañante, recipiente para el otro y proyector de valores absolutos, como el amor, la vida y la muerte. La elección del objeto responde a su importancia dentro de la poética del autor compuesta por Tsvietáieva a lo largo de su vida. En su correspondencia de 1926 reflexiona en una de sus cartas: ―La palabra es – el fondo del objeto en nosotros. La palabra es – el camino hacia el objeto, no a la inversa‖ (Tsvietáieva, 2012, p. 397). La consideración de la poeta establece un principio de composición donde el objeto rompe lo físico y se convierte en un contenedor de un nuevo estado semántico y lírico. En otras palabras, la presencia de los objetos poéticos en la obra de Tsvietáieva son convenciones cartográficas que dan cuenta de una experiencia de vida y un transitar de una literatura íntima y acogedora. El presente trabajo busca unificar la experiencia exílica del viaje y el objeto poético en un recorrido de cuatro capítulos. El primer capítulo se centra en una revisión crítica del fenómeno de exilio en la obra de Marina Tsvietáieva. El panorama se compone, inicialmente, de un conjunto de estudios que siguen la línea histórico-biográfica con base en correspondencias y 6 diarios, para luego adentrarnos en diferentes interpretaciones del exilio en términos estéticos, psicológicos y estilísticos dentro de su poesía y prosa. Por último, se observan algunas similitudes del exilio como reflejo en la vida de las poetas Zinaída Hippius y Maria-Mercè Marçal. Este acercamiento ofrecerá aspectos reveladoresdel fenómeno del exilio, como sus motivos, sus causas y los factores que provocan su aparición en la vida y obra de Tsvietáieva. El segundo capítulo se adentrará en la pérdida y los objetos, siendo este el primer tramo del viaje poético emprendido por Tsvietáieva. Se profundiza en el acercamiento al objeto siguiendo los postulados de Gaston Bachelard (2012) en La poética del espacio, además de las consideraciones presentes en los diarios y los ensayos de Tsvietáieva, para luego ahondar en las vivencias inmersas o cercanas a la pérdida. Posteriormente, se identifican tres series de objetos perdidos: los primeros, objetos huérfanos ubicados en los poemas de juventud en Tsvietáieva y en la relación con sus padres; los segundos, el paraíso perdido y los objetos, cercanos al contexto histórico-social de guerra y exilio habitado por la poeta de 1917 a 1922, una atmósfera que determina un conjunto de objetos cargados de la nostalgia por la pérdida del espíritu ruso; los últimos se localizan en los objetos de los amores perdidos, representados en el adiós y la separación del ser amado. El tercer capítulo se enfoca en los desplazamientos de Marina Tsvietáieva. La condición de exiliada empujó a la poeta a un destino de andariega. En este punto, los objetos poéticos se inscriben en acciones de movimiento, locomoción o mudanza. Por eso, la colección de objetos de la travesía se divide en tres subcategorías: los móviles describen la forma física de traslados geográficos (medios de transporte y equipaje); después, se introducen los que tienen relación con las fronteras o los caminos; por último, los souvenirs poéticos detallados en los recuerdos de las ciudades que fueron moradas de Tsvietáieva: Berlín, Praga y París. 7 Después de examinar los objetos de la pérdida y de la travesía, el cuarto capítulo orienta su análisis hacia la última etapa del viaje. La llegada a Rusia de Tsvietáieva trae consigo objetos retornantes. El regreso de la poeta a su seno materno imbuye a los objetos de un tono nostálgico. Se hace un recuento de las primeras impresiones de Tsvietáieva una vez alcanza el norte de Rusia en 1938, hecho registrado en anotaciones de sus cuadernos y correspondencias. Luego, se establecen dos grupos de objetos del retorno: en el primero se inscribe la experiencia del volver a las piezas cotidianas dentro del espacio íntimo de la casa; en el segundo, los objetos se exteriorizan al paisaje y el suelo ruso. Justamente, este último capítulo evidencia no solo el fin de la travesía, sino también la continuidad de la energía vital de los objetos dentro de la poética de Marina Tsvietáieva. 8 Capítulo I Estado de la cuestión: Marina Tsvietáieva poeta del exilio De la historia a la vida en exilio El de Antígona es uno de los mitos que une la literatura y la política. Para George Steiner (1987), la tragedia de Sófocles representa las dramáticas relaciones entre el poder político y la moralidad. Para el autor, la trama de la obra señala cómo las medidas políticas y los cambios sociales repercuten sobre la interioridad del ser. En este sentido, Antígona, con el principio moral de enterrar a su hermano, da la espalda a las leyes de su tierra natal y a la justicia de sus dioses. Steiner reafirma la figura de las antígonas como las mujeres valientes que no pueden y no deben soportar la lógica del poder autoritario. De este modo, antígonas como la poeta rusa Marina Tsvietáieva exhiben una actitud contestataria. Muestra de ello es el modo en que la autora se rehusó a contribuir con el poder emergente en la Rusia de inicios del siglo XIX. Así pues, el primer conjunto de artículos que aquí se relaciona da cuenta de la decisión de exiliarse desde dos perspectivas: la primera se enfocará en su ejercicio político y la segunda en experiencias biográficas concretas. Para empezar, la visibilización de la identidad política de Tsvietáieva es un tema de gran interés para el historiador, filósofo y crítico literario Tzvetan Todorov (2017), quien dedica algunos capítulos de su libro El triunfo del artista: La revolución y los artistas rusos: 1917-1941 a recapitular las notas del diario Indicios terrestres, escrito por Marina Tsvietáieva durante el estallido de la Revolución Civil (1917-1920) y que es uno de los textos más evocadores de este periodo, ya que incluye transcripciones de conversaciones, observaciones y reflexiones sobre el conflicto entre zaristas y comunistas en Rusia. Según Todorov, el pensamiento de la poeta es de 9 carácter suprapolítico, pues critica la violencia, el fanatismo y la ceguera de ambos bandos, y dedica su poesía a promover lo humano sobre las valoraciones políticas. El estudio destaca la intención de Tsvietáieva por mantener su poesía totalmente alejada de la ley de los hombres. Desde una perspectiva más concreta, Greta Slobin (2013) centra su estudio en el lenguaje de la obra poética de Tsvietáieva como testimonio y denuncia de la adversidad social, histórica e ideológica que ha tenido que vivir. Slobin, en su estudio Language, History, Ideology: Tsvetaeva, Remizov, subraya el florecimiento de la poética de la supervivencia en las memorias literarias de Marina Tsvietáieva y Alexei Remizov. De acuerdo con la autora, los dos poetas convierten su escritura como medio de resistencia y sustento durante la Revolución de Octubre (1917) y el posterior periodo de emigración. Para Slobin, tanto Tsvietáieva como Remizov usan el lenguaje como sistema simbólico con el fin de combinar valores culturales con eventos reales. Dentro de sus diarios y crónicas, resalta elementos como discursos coloquiales, incidentes de la vida cotidiana, héroes culturales, mitos, teatralidad y juegos verbales, para expresar la incomodidad de ser artista en un espacio determinado por intereses políticos. En contraste, los siguientes acercamientos se distancian del ámbito político para comprobar los modos del exilio presentes en acontecimientos biográficos, entre los cuales se destacan los vínculos interpersonales y la ruptura de la cotidianidad. Uno de los estudios más significativos sobre la vida de la poeta es el llevado a cabo por Lily Feiler (1991) en su libro The Doublé Beat of Heaven and Hell, en el que brinda datos biográficos relevantes a partir de su prosa autobiográfica en cartas y recuerdos. En palabras de Feiler, Tsvietáieva experimenta un ―autoexilio‖ durante su infancia debido a la relación conflictiva y ambigua con su madre, situación que la impulsó a crear y permanecer en su propio mundo. Por otra parte, desde una perspectiva histórica, la investigadora describe el año 1937 como el más fatídico para Marina 10 Tsvietáieva: el posicionamiento de Stalin y la persecución de agentes soviéticos en París la conducen a un extremo estado de exilio social y literario, reflejado en su diario de los años treinta, donde describe el profundo dolor por la pérdida de su esposo e hija y la preocupación por distanciarse de su oficio de poeta. Desde estos presupuestos, Feiler valora la experiencia exílica como tema recurrente en la vida de Marina Tsvietáieva. Sin embargo, el momento de mayor tensión para la poeta es el inicio de su emigración, analizado por Simón Karlinsky (2013) en su ensayo New Information about the Émigré Period of Marina Tsvetaeva, recogido en el libro Freedom from Violence and Lies: Essays on Russian Poetry and Music. En este trabajo se rescatan las memorias de Tsvietáieva a través de su correspondencia con la periodista y escritora Anna Tesková y se logra fijar elementos claves de su estancia en Checoslovaquia entre 1922 y 1923, de los cuales destacan la escasez de recursos económicos, los conflictos dentro del núcleo familiar, la imposibilidad de su escritura por sus obligaciones domésticas, la exclusión de su obra por parte de la crítica checa y los juicios literarios a escritores como Bunin, Merezhkovsky yHippius. El estudio puntualiza cuestiones interesantes del diario vivir de Tsvietáieva que pueden arrojar luces para analizar sus escritos de la época. El exilio y el exiliado El fenómeno del exilio es a menudo un concepto metafórico empleado para referirse a la pena vivida por personas que se ven privadas de su lugar en el mundo. En tal sentido, en el ámbito psicológico o literario, el exilio toma la forma de pérdida o ruptura. Lo anterior es entendido por Hannah Arendt (2005, como se citó en Blanco-Ilari, 2013) como la capacidad de la escritura para pensar y conocer a fondo un contexto especifico. Para Arendt, nociones como el exilio no solo estimulan la fantasía, sino que producen procesos de comprensión. 11 En tiempos más recientes, Edward W. Said, en su ensayo Exilio intelectual: expatriados y marginales (1996), centra su análisis en el exilio que experimenta el intelectual a causa de la historia social y política. Said concluye que la condición de exiliado, expatriado o marginado evita la comodidad creativa que ofrece el bienestar nacional; más bien, se torna en una figura metafísica de constante cambio o movimiento. El autor, además, señala que el intelectual en el exilio se sobrepone a la adversidad de su medio social para representar, descubrir y experimentar nuevas formas de ver el mundo. Respecto a este sentimiento, Said afirma que: Un intelectual es como un náufrago que aprende a vivir en cierto sentido con la tierra firme, no sobre ella, no como Robinson Crusoe, cuya meta es colonizar su pequeña isla, sino más bien como Marco Polo, cuyo sentido de lo maravilloso nunca le abandona y es siempre un viajero, un huésped provisional, no un aprovechado, conquistador, o invasor. (1996, p. 70) Este pasaje demuestra la capacidad del exiliado para convertir la privación de su hogar en un viaje que rompe las barreras geográficas, lo que lo lleva a posarse en una morada interior. Un ejemplo de esto podría ser el círculo artístico ruso que se desarrolló en torno de la Revolución de Octubre, en 1917. El sentido violento y radical de este acontecimiento impulsó la decisión de muchos artistas de emigrar. Es el caso de figuras como Stravinski, Kandinsky, Meyerhold, Marc Chagall, Iván Bunin y hasta del reconocido novelista Vladimir Nabokov. Esta elección dio paso a una gran cantidad de interpretaciones que innovaron la creación y la práctica artística durante el régimen soviético en Rusia. Una exiliada que constituyó una auténtica forma de sentir y de vivir fue la poeta rusa Marina Tsvietáieva. Al igual que sus compatriotas, Tsvietáieva permaneció en la Unión 12 Soviética durante los años veinte, momento en el que los poetas e intelectuales con un espíritu libre e independiente eran perseguidos y censurados por no defender la idea leninista del arte como lucha revolucionaria. Por esta razón, la poeta soportó una vida llena de necesidades, separada de su esposo, Efrón, y obligada a permanecer en Crimea con sus dos hijas, sin dinero, sin trabajo y con escasas posibilidades de publicar. Tras un año de vida en la miseria, logró embarcarse hacia Europa, con lo que inició su exilio, primero en Berlín, después en Praga (1922) y, finalmente, en Francia (1925-1939). Dentro de este marco, para establecer el impacto que tuvo la experiencia vital de exiliada en la literatura de Tsvietáieva, esta investigación se centra en rastrear un conjunto de estudios que determinen, a partir del exilio, un cambio de temas, nociones y hasta maneras del lenguaje en las obras compuestas durante sus 17 años fuera de Rusia. Para esta tarea, en un principio, se profundizará en la función del exilio en el contexto histórico e ideológico de la autora, luego, en la creación de imágenes espaciotemporales (utópicas-concretas) y, después, en elementos psicológicos, como la ruptura del yo poético, la transformación discursiva o la autorrepresentación. A continuación, se señalan rasgos del exilio presentes en recursos literarios especiales, como la voz poética, la tematización y el uso del lenguaje. Finalmente, se analiza su imagen como reflejo en las escritoras exiliadas Zinaída Hippius y Maria-Mercè Marçal. El exilio como espacio de resistencia Las condiciones adversas ofrecieron a Marina Tsvietáieva la oportunidad de tomar la literatura como espacio para enunciarse, protegerse y expresarse. Fue así como, dentro de los acercamientos a su obra poética, la creación de mundos ficcionales ocupa un papel protagónico. 13 En este segundo conjunto de artículos se establece el análisis del espacio desde sus posibilidades concretas y utópicas. La poesía de Marina Tsvietáieva demuestra el valor polisémico de elementos constantes de la naturaleza dentro la creación artística. Tal como lo señala Hélène Cixous (1991) en un capítulo de su libro Readings: The Poetics of Blanchot, Joyce, Kakfa, Kleist, Lispector, and Tsvetayeva, donde analiza, entre otros autores, la particularidad del espacio en la obra de Marina Tsvietáieva, la autora revisa algunos pasajes biográficos de su infancia y apartados de su correspondencia para describir atmósferas concretas en sus poemas, de los destacan la casa, la montaña, el desierto y la ciudad. Su finalidad es trasladar los espacios convencionales a momentos de interioridad, como la soledad, el abandono, la prohibición y la fatalidad. Además, reúne datos sobre su papel de madre abnegada y las travesías para sobrevivir dentro y fuera de su país natal. También presenta observaciones sobre dos de sus obras escritas en el exilio: Poema del fin y Poema de la montaña. Otros críticos profundizan la noción de espacio en la fuerte relación y presencia del otro, tal como lo considera el estudio What is Writing but Translation: Marina Tsvetaeva and The Poem of The Mountain de Tony Brinkley (2012), un trabajo que repara sobre el valor espacial del exilio en la obra de Tsvietáieva Poema de la montaña (1924). Según el autor, Tsvietáieva escribió el Poema de la montaña al terminar su romance con el soldado ruso Konstantin Rodzevich. Para la poeta, este amante representaba dos imágenes poéticas fijas: suelo y techo, es decir, un lugar habitable; una vez se separa de él, recurre a la gora, palabra rusa con la que se denominan conceptos como montaña, pena, dolor o lamentación. Para Brinkey (2012), la experiencia de la montaña transciende el discurso de la pérdida romántica y puede interpretarse como una fuente de dolor presente en la realidad, tal como sucede años más tarde cuando emplea 14 el término gorets, ―hombre de la montaña‖, para nombrar a Stalin. Queda, en cualquier caso, comprobado que su estudio construye un puente entre el exilio con la imagen de un espacio poético. Sin embargo, el espacio no solo se limita al sentido superficial del otro; puede intensificarse dentro de un espacio literario. Esta es, justamente, la lectura que hace la poeta bogotana Tania Ganitsky (2013) en su estudio Orfeo perdió a Eurídice antes de la boda, en el que profundiza en la función poética del lenguaje entre el movimiento del amor y la despedida. La autora desarrolla un acercamiento al espacio de la imposibilidad en los poemas de Marina Tsvietáieva De Eurídice a Orfeo, Poema del fin y Carta de año nuevo. Para Ganitsky (2013), en este ciclo de poemas el lenguaje establece espacios de distanciamiento en la experiencia vital de separación, pues este acontecimiento permite explorar y reinventar la relación con el otro y, para ampliar esta idea, estudia el alejamiento espacial particularmente presente en De Eurídice a Orfeo. Llaman la atención las dos posibilidades de separación que propone Ganitsky (2013): la primera corresponde a una separación física de los amantes debido a la ubicación de Eurídice en el Hades mientras que Orfeo está en el plano de los mortales; la segunda se produce en el encuentro en el inframundo, cuando Orfeo mira asu amante y, por ello, incumple el mandato divino, lo que lo lleva a perderla para siempre y, de esta forma, todo lo cual convierte a este evento en el desarrollo de una pérdida perpetua. En conclusión, este estudio muestra un enfoque interesante de la construcción de espacio desde las nociones de amor perdido o unión imposible. Aunque el espacio puede delimitarse desde un cambio dinámico de escenarios naturales y humanos, como lo proponen Cixous (1991), Brinkey (2012) y Ganitsky (2013), existen otras posturas que observan el espacio en la obra de Tsvietáieva a partir de la creación de escenarios fantásticos y alegóricos que responde al deseo de la poeta por buscar la libertad y habitar su 15 propio hogar. Marina Tsvetkova (2012) apunta a esta dirección en su reflexión Marina Tsvetaeva and Germany: a Lifelong Romance. La autora señala la visión poética que Tsvietáieva construyó de Alemania en un extracto de su diario personal de 1919 y que nace de la incomodidad de haber vivido en un país sumiso y autorregulado, adjetivos con los que describe a Rusia. De esta manera, Tsvetkova (2012) desarrolla la búsqueda de la poeta por emigrar a su país romantizado, donde la individualidad no viola las leyes sociales. La Alemania de Tsvietáieva parece un lugar de orden, de sencillez y de espíritus libres (filósofos y poetas) donde su mente poética es capaz de soñar. Aunque la autora establece un análisis revelador frente al exilio de Tsvietáieva como un anhelo temprano, no profundiza en aspectos narrativos que se desprenden de la vivencia exílica. A diferencia del enfoque propuesto por Tsvetkova (2012), los siguientes dos estudios llaman la atención del uso particular del lenguaje de Tsvietáieva en la creación de espacios utópicos. El primero, quizá el más importante de los dos, es el llevado a cabo por Christopher Lemelin (2010) en su artículo ―Homeland and Exile in Marina Tsvietáieva Poems to Bohemia‖, en el que se plantea un interesante análisis sobre el tema de patria y exilio en la última obra lírica de Marina Tsvietáieva, titulada Poemas en Bohemia y que está escrita en torno a la agresión y la ocupación de Checoslovaquia por parte de Hitler en 1939, lugar donde la poeta vivió los tres primeros años de su emigración. Poema a Bohemia es un conjunto de once poemas que dibujan elementos simbólicos checos con la búsqueda de un lugar utópico que el investigador divide en tres ciclos: el primero se centra en la creación de un espacio de belleza natural al que Tsvietáieva bautizó Bohemia y que representa la tierra prometida para los exiliados (checos y judíos); en el segundo ciclo el enfoque se distancia de un lugar concreto para privilegiar la conexión entre una ―morada espiritual‖ con la libertad humana; por último, Tsvietáieva enfatiza en la ruptura de la 16 compresión geográfica de nación para subrayar la idea de una patria interior que existe gracias a la imaginación creativa del poeta. Con la misma óptica, años más tarde, Melissa Purkiss (2018), en su artículo ―‗Untranslatables‘ in Marina Tsvetaeva‘s Krysolov‖, considera la tendencia del transnacionalismo literario en el poema lírico ―Krysolov‖ de Marina Tsvietáieva (1925-1926). Krysolov es un espacio (ciudad) que crea la poeta en torno a los eventos sociohistóricos de la Revolución de 1917 en relación con la leyenda alemana del Flautista de Hamelin. La autora destaca aspectos lingüísticos presentes en el poema, entre ellos la inclusión de palabras extranjeras y la formación de segmentos multilingües, como medio poético usado por Tsvietáieva para transcender las fronteras de la nacionalidad. Según Purkiss (2018), en este entorno, el tratamiento del lenguaje permite habitar un espacio trasnacional, es decir, uno que no es ni hogar ni extranjero. La investigadora denomina a este escenario ―espacio intermedio‖, un lugar sin patria, sin cultura y sin idioma del que la poeta puede apropiarse. A nivel teórico, los acercamientos de Lamelin (2010) y Purkiss (2018) contribuyen al análisis del exilio desde la creación de espacios alternativos en rechazo de la visión unificada e ideológica de nación. El exilio interior y la psique La figura del exiliado no solo debe atribuirse a la expulsión de un medio sociopolítico, sino que debe considerarse, en su esencia, como un acto de violencia psíquica que obliga a un individuo a abandonar su hogar contra su voluntad. Al respecto, se cuenta con el trabajo de investigadores que han evaluado dicha herida psicológica del exilio en Marina Tsvietáieva, el cual permitirá, más adelante, observar la influencia del exilio interior en recursos literarios particulares. 17 La situación desesperada de Marina Tsvietáieva al encontrarse perdida entre los recuerdos de su espacio propio y la incomodidad de un nuevo ambiente la llevan a experimentar una crisis personal. La intensidad de esta vivencia accede a su dimensión de conciencia poética, categoría que es analizada por Alyssa W. Dinega (2001) en su libro A Russian Psyche: The Poetic Mind of Marina Tsvetaeva. La autora interpreta patrones de pensamiento como acciones que son reiterativas dentro de las obras escritas por la poeta durante su periodo de emigración (1922-1939). Su estudio señala dos de estos patrones de pensamiento dentro del mundo poético de Tsvietáieva: el primero es el ―patrón de aislamiento‖, con el que denomina al estado de distanciamiento de la poeta de las acciones de su yo poético, esto es distinguir cuando su voz es distante o elevada; el segundo, es el ―patrón de cautiverio‖, que representa un exilio corporal, pues para Tsvietáieva el cuerpo femenino aprisiona la conciencia espiritual, situación palpable en la fortaleza antifemenina del personaje de su prosa en verso ―Carta a la Amazona‖ (1990). El enfoque de Dinega (2001) enfatiza en la trascendencia del fenómeno del exilio a estados de encierro y elevación. Otros investigadores concuerdan con Dinega (2001) en que en el material literario de Tsvietáieva pueden dimensionarse los aspectos psicológicos de la autora. La propuesta de analizar los impulsos involuntarios como medios para expresar las intenciones y la experiencia de exiliada que vivió la poeta es llevada a cabo, entre otros, por Uta Stock (2001) en su estudio ―The Concrete and the Metaphoric Discourse of Exile‖, puesto que, para ella, el exilio de Tsvietáieva puede determinarse en dos niveles del discurso: el primero, como una confrontación a la experiencia individual, evidente en el modo en que la emigración repercute en la poeta con consecuencias psicológicas de dislocación, pérdida o confusión al situarse en una ubicación desconocida; el segundo es la transposición metafórica del exilio en aspectos concretos de su 18 obra: destierro de sus personajes, sentidos figurados, descripciones de su pasado y separación edípica de la madre. Además, Stock (2001) pone de manifiesto el exilio como una identidad psicopoética en la obra Tsvietáieva. En contraposición, de Dinega (2001) y Stock (2001), el exilio no es un elemento separado del pensamiento lógico, más bien, tiene la posibilidad de insertarse como una reconstrucción simbólica, tal como advierte David Bethea (1994) en su ensayo ―‗This Sex Which Is Not One‘ versus this Poet which is ‗Less Than One‘: Tsvetaeva, Brodsky, and Exilic Desire‖, y así se establece el concepto del ―deseo exílico‖ en la obra poética de Marina Tsvietáieva. Para Bethea, la separación como deseo crece con mayor intensidad en situaciones de exilio. El autor sigue el planteamiento de Kristeva, donde la mujer artista permanece cercada por las fronteras del orden patriarcal y, por lo cual, la poeta desarrolla la capacidad de convertir la prohibición en un deseo lírico de trascender su atadura física. En el caso de Tsvietáieva, el deseo aparece con fuerza en sus palabras con cuyo poder los zares son débiles y los pobres se enriquecen. Bethea(2001), con este estudio, plantea una interesante mirada de la desconstrucción de género en la poeta Tsvietáieva a partir de su experiencia interior de exiliada. Exilio poético-literario Este recorrido de testimonios de la experiencia exílica de Marina Tsvietáieva contribuye a la creación de una escritura que rompe con las formas tradicionales. Es importante resaltar que su vasta producción poética no consiste únicamente en narraciones autobiográficas, sino en un compendio de poemas de corte experimental e innovador que, en efecto, hace referencia al exilio, aunque de modo sutil. La traductora y escritora Tatiana Bubnova (2007) defiende esta hipótesis en su ensayo El falsete del tiempo: Marina Tsvetáieva, en el que arroja nociones 19 interesantes sobre la individualidad y la innovación de su voz poética. Al respecto, señala la percepción de su trágica realidad en la forma musical del falsete, por la sensación de ascenso y de duración del sonido en sus versos. Para Bubnova (2007), esta característica sintáctica es un eco que coincide con su biografía. El momento de mayor sonoridad dentro de su obra es durante su exilio en Praga, Alemania y Francia. Es característico de este periodo la ruptura total con la rima del verso tradicional ruso, decisión que expone Tsvietáieva en su ensayo El arte a luz de la conciencia. Allí, la autora describe la composición de sus piezas rusas como arrebatos contra su voluntad; tilda a la tierra de nacimiento como irresponsable mientras que ensalza el don creador del hombre. Bubnova (2007) explica con un lenguaje claro y sencillo el término del exilio en la composición literaria de Tsvietáieva. En este punto, debido a la naturaleza polisémica del fenómeno de exilio, la diversidad que presenta el modelo de creación por el que opta Marina Tsvietáieva aborda elementos formales y expresivos. La tendencia predominante consiste en una inclinación progresiva al análisis de la estructura gramatical, componente que rescata Barros García (2011) en su artículo ―La decadencia del pronombre y el amor sin referente en la obra de Marina Tsvetáieva‖ como una categoría sintáctica que transforma el discurso de sus versos. Para ello evalúa la influencia del aislamiento en el uso nominal de los pronombres. Según su estudio, este fenómeno parte de tres emociones experimentadas por Tsvietáieva: el no reconocerse útil en su contexto, sentirse fuera de su tiempo y rechazar su propia existencia. Estos tres aspectos logran establecer el microcosmos del lenguaje en el que la autora desdobla su voz poética. Como ejemplo, Barros (2011) plantea la omisión del pronombre yo en el poema Pasternak (1925) con el objetivo de formular un anhelo bajo la forma nosotros, es decir, aunque los versos expresen un sentimiento individual, trasgreden la estructura nominal para incitar una declaración colectiva. El estudio 20 alerta sobre la posibilidad de tocar la temática del exilio directamente en la estructura y el orden de las palabras. Además de los estudios que dan cuenta sobre su transitar poético a partir del lenguaje, pueden encontrarse enfoques del exilio más cercanos a la sociología, como el estudio doctoral Desplazamiento y la fragmentación del yo poético en las poesías de Charlotte Mew, Karin Boye y Marina Tsvietáieva de Ljiljana Kragulj (2014), en el cual se hace un profundo análisis de los hechos histórico-literarios que marcaron la voz poética de Tsvietáieva. La autora profundiza en las vivencias de exclusión, penuria y privación de la poeta durante su estancia en París (1925- 1939), situación que inspiró elementos estéticos como el espacio de pérdida y la conciencia de lo irrecuperable. Para Kragulj (2014), la condición de exiliada de Tsvietáieva instauró contenidos autobiográficos en su obra que obedecen a la incapacidad de sentirse a gusto en el universo real. Su estudio permite apreciar cómo el reconocimiento de su exilio tiene una continuidad temática dentro de su mundo poético, algo que no solo es patente en sus poemas o su prosa en verso, sino también en su largo recorrido como dramaturga. Es este acercamiento al drama, justamente, el que Alexandra Smith (2003) explora en ―Writing as performance: The case of Marina Tsvetaeva‖, con el objetivo de demostrar la búsqueda de nuevas formas de expresión y comunicación en las obras teatrales de Tsvietáieva. La autora centra su atención en el valor monodramático, definido como el teatro del alma, concepto visible en su ciclo de obras en verso titulado Derev’ia (―Árboles‖), escrito por Tsvietáieva durante su estadía en Checoslovaquia, donde la poeta revela en palabras vivas el impulso de aislar la política corporal para evocar el autoconocimiento y la autoconciencia. Para Smith (2003), el poder de la creación dramática en función del exilio se centra en la persistencia de Tsvietáieva por distanciarse de lo público para encarnar la fragilidad del ser humano. Sin 21 duda, el estudio permite nuevas interpretaciones a favor del exilio como vínculo para subvertir y cuestionar las convenciones y estereotipos de la sociedad. Conclusiones similares son sostenidas por Guillermo Aguirre (2012), cuyo análisis evidencia el aspecto de la autoconciencia propuesto por Smith (2003), pero centrado en la creación artística, tal como lo señala su artículo Hilo de la vida – Hilo de muerte. El conflicto de la creación en la obra de Marina Tsvietáieva, texto que sobresale por el interés de la figura de destierro de la poeta rusa en relación con el mito griego de Aracne. Para ello, el autor puntualiza dos elementos de intersección entre la creación artística y el exilio: el primero es el intento de separar el arte del estado absoluto (religión o política), tal como lo muestra la reducción de la obra de Tsvietáieva por las estrictas normas políticas de su época, algo que comparte con Aracne, la tejedora que es convertida en araña por la diosa Palas al no soportar su maestría con los hilos de seda; el segundo es la actividad creativa en escenarios existencialistas, como la libertad, la individualidad y la superación, un aspecto en el que el mito de Aracne exhibe una analogía de la pérdida de la libertad creadora que, en Tsvietáieva, representa el exilio como una experiencia estética de superación y elevación. En efecto, Aguirre (2012) y Smith (2002) consideran el exilio como la capacidad de Tsvietáieva para desdoblar su realidad histórico-social y convertirla en un motivo artístico o dramático que logra trascender los cuestionamientos de la realidad y las creencias. Este cuarto grupo de estudios, en términos generales, componen un elemento clave del corpus de la revisión bibliográfica, ya que, a juicio de quien escribe, los estudios sobre una estética del exilio en la obra de Tsvietáieva son motivados por la necesidad de transformar el término desde su raíz jurídico-política y sus implicaciones traumáticas para considerarla una oportunidad de libertad poética e intelectual. 22 El exilio como espejo En tiempos de guerra, el exilio es un destino compartido por sabios, artistas y científicos, considerados individuos de una fuerte personalidad, razón por la que se consideran figuras de oposición a la pérdida o a la administración de la libertad por parte de estructuras políticas autoritarias. En este sentido, la voluntad de poetas e intelectuales es intervenir procesos histórico-sociales violentos a través de la creación artística. Según este criterio, este último grupo de estudios permite observar puntos biográficos y poéticos en común entre Marina Tsvietáieva y otras dos grandes escritoras. En el primer estudio, Danilova et al. (2014) dirigen su análisis a la correlación de las poetas Marina Tsvietáieva y Zinaída Hippius, quienes coincidieron en el exilio en Francia después de la posrevolución. En su reflexión ―The Temporal-Spatial Continuum in the Texts of Marina Tsvetaevaand Zinaida Hippius‖, profundizan los significados de tiempo y espacio en términos de categorías universales dentro de sus obras poéticas. Para las autoras, las estructuras de lenguaje de Hippius y Tsvietáieva y responden al diálogo entre los elementos de la cultura, de los cuales se destacan: temas, ideas, cuestiones, símbolos, motivos e imágenes con el pensamiento filosófico de las poetas. Como común denominador, ambas propusieron la autoexclusión como la descripción de un tiempo y espacio fuera de los límites de la vida. En el caso de Tsvietáieva, se retoma en el distanciamiento de nociones como lo cercano, lo familiar y lo querido; por su parte, Hippius se asocia con la inmersión en lo ideal y lo eterno. Es a partir de esta relación que el estudio postula la importancia de la experiencia cultural en la visión de mundo de dos de las más importantes poetas rusas del siglo XX. El segundo estudio titulado ―Life in Excess and Love without Home: a Poetic Dialogue between Marina Tsvetayeva and María-Mercè Marçal‖, trabajo colaborativo entre la Universidad 23 de Cataluña y la Universidad Estatal de San Petersburgo llevado a cabo por las autoras Llüísa Julià y Olga Starovoitova (2018), logra romper las barreras temporales y geográficas, ya que el centro de su análisis comparativo es María-Mercè Marçal, poeta que se ubica sesenta años después de la poeta rusa Marina Tsvietáieva. Su estudio profundiza en la interacción y las influencias de Tsvietáieva en la poetisa catalana. El trabajo de las autoras determina puntos de encuentro que construyeron un puente entre las dos poetas. En primer lugar, se relacionan las vivencias de fenómenos sociohistóricos similares: la moscovita Tsvietáieva sobrevive a la Revolución, la Guerra Civil Rusa y las dos guerra mundiales; en el otro extremo, Marçal se desenvuelve en la precariedad española bajo la dictadura de Franco, todos grandes acontecimientos que ejercieron en ellas un cambio de actitud frente a los valores de la vida. En segundo lugar, su diálogo poético se manifiesta en el proceso de creación como desafío y superación de los límites de la exterioridad. En este aspecto, las poetas se sobreponen al exilio impuesto por la realidad: Marçal pretende ser eterna en la imaginación colectiva de las nuevas generaciones y Tsvietáieva se describe en sus poemas con la figura del ave Fénix. A pesar de los límites de la lengua, las autoras presentan un acercamiento interesante sobre el equilibrio entre vida y arte como fuente de alteridad poética. Este último grupo de estudios logra puntualizar el exilio desde un sentido de lucha y causa creativa que permite la reconexión de las mujeres artistas con el mundo. De todo lo anterior se evidencia que el fenómeno del exilio para la obra de Tsvietáieva es trascendental. Es posible enmarcar dos tendencias dentro del estudio de su obra: la primera es la capacidad de transformar y crear nuevas formas de entender el espacio; la segunda está conformada por la transición del exilio en la estructura interna de la obra (lenguaje, métrica, 24 ritmo o imagen poética). Estos hallazgos logran establecer puntos de partida para un análisis más profundo de la experiencia exílica de Marina Tsvietáieva. Este recorrido por los diferentes enfoques del exilio en la obra de Marina Tsvietáieva permite llegar a algunas reflexiones a guisa de conclusión. En cuanto a la influencia del contexto social en la trayectoria estética e ideológica de la poeta rusa, los estudios de carácter histórico- biográfico brindan una reconstrucción de la vivencia exílica de manera cercana, ya que son determinados y explicados bajo el testimonio de sus diarios y correspondencias. Los estudios de análisis de su obra, por su parte, representan el exilio de Tsvietáieva como una alternativa poética que modificó aspectos importantes de sus mecanismos poéticos, con una sobreabundancia de figuras, innovaciones lingüísticas y pensamiento mítico. Respecto a lo anterior, llaman la atención los estudios que refuerzan el cambio semántico del exilio como fuente imaginativa en la construcción de espacios. En relación con los acercamientos psicológicos, los estudios arrojan datos que confirman la existencia de recursos oníricos en sus obras como fruto de experiencias de exilio como el aislamiento, la dislocación, el distanciamiento y la autorrepresentación. Por último, los estudios de Danilova et al. (2014) y Julià y Starovoitova (2018) reafirman este fenómeno destacando el modo en que la condición de exiliada de Marina Tsvietáieva establece la supervivencia de la poeta por permanecer libre para crecer, aprender y descubrir cosas nuevas, tal como lo hicieron Zinaída Hippius y María-Mercè Marçal, poetas que corrieron con la misma de suerte. Los estudios referidos abordan cómo la naturaleza política del exilio se extiende al ámbito de la literatura. A partir de lo anterior, desarrollan propuestas temáticas y estilísticas con el objetivo de visibilizar, recuperar y valorar la poesía de Marina Tsvietáieva. Sin embargo, en los estudios, se evidencia la falta de profundización sobre su encuentro con nuevos valores 25 culturales. Al ser una poeta exiliada, debió seguir y asimilar todo un sistema de creencias, costumbres, supersticiones, dialectos, etc., que permitirían aproximarse a la comprensión de cómo este choque con lo desconocido logró entablar un cambio no solo en su realidad palpable sino también en su mundo poético. A pesar de la importancia del exilio señalada por los libros, los artículos, los ensayos, las investigaciones y los estudios en la poesía de Marina Tsvietáieva, aún quedan cuestionamientos sobre este fenómeno por resolver: ¿por qué el exilio es determinante en la obra de Marina Tsvietáieva?; ¿qué hubiera ocurrido con su obra poética si hubiera permanecido en Rusia?; ¿cómo logró su producción literaria permanecer en Rusia durante sus 17 años de exilio?; ¿de qué manera su exilio sirvió como excusa para experimentar nuevas formas del lenguaje?, y, por último, ¿puede en definitiva hablarse de una poética del exilio? 26 Capítulo II Inicio de la travesía Marina Tsvietáieva y los objetos perdidos La poética de Marina Tsvietáieva es gobernada por lo autobiográfico, por la experiencia de la poesía como destino inevitable. Para Tsvietáieva, ser poeta es casi como respirar: vida y poesía conforman una unidad indestructible. En ella, los amores, las pasiones, los encuentros, los desencuentros, la vida y la muerte se liberan a través del lenguaje. Tal como lo señala García- Gabaldón (2020), Tsvietáieva confiesa: ―No amo la vida como tal, para mí comienza a significar algo, esto es, a tener sentido y peso, sólo transfigurada en el arte‖ (p. 22). Para la poeta, la palabra desgarrada de la cotidianidad es un flujo de conciencia. La fuerza constante que la habitaba suscita que cada palabra, cada verso y cada poema logre restaurar y reinterpretar un enhebrado de vivencias sufridas: un amor, una muerte, un dolor o una pérdida. Esta última es un estado espiritual permanente integrado e interrelacionado con el hecho poético. Según Elizabeth Burgos (1998), editora de algunas de sus obras al castellano, Tsvietáieva alude a la suposición, a la imposibilidad y a lo imaginario para reparar la experiencia física de la ausencia, el abandono o la renuncia. La investigadora califica lo anterior como la fuerza motora para el lirismo en sus composiciones, con el cual imprime su fuerza vivencial en la palabra, la imagen o el objeto poético. En este sentido, la pérdida es un destino compartido no solo en lo individual, sino también en lo histórico-social. Así, la pesadez de las ausencias que ha experimentado Tsvietáieva desde su acercamiento espiritual y material logra fusionarse en uno de los acontecimientos históricos más importantes del siglo XX. La Revolución de Octubre de 1917 desembocó en Rusiala instauración de un Estado con un gobierno totalitario y tiránico, de allí que el círculo de artistas e intelectuales del país se viera confinado y censurado. A 27 consecuencia de tal persecución, la gran mayoría de autores decidieron emigrar, como es el caso de Iván Bunin, Zinaída Hippius, Konstantin Balmont y la misma Marina Tsvietáieva. Para Jesús García-Gabaldón (2020), en su ensayo Campamento de cisnes: canto blanco sobre fondo rojo, el caso de Tsvietáieva durante el periodo de revolución y posterior guerra civil (1917-1922) demuestra un fuerte sentimiento de nostalgia. Para el autor, el poemario Campamento de cisnes, dedicado a la Guardia Blanca, expresa en una crónica poética la muerte del espíritu ruso, en otras palabras, es una elegía a la Rusia perdida. La fuerte irrupción de un nuevo sistema político y social conocido años más tarde como la Unión Soviética conflictúa a la poeta y de ahí que el tono del poemario se distancie de la denuncia para posarse en un réquiem al zar y al cristianismo ortodoxo, figuras centrales de la ―vieja y santa Rus‖. La Revolución rusa no solo colapsó la identidad cultural de la autora, también significó para Tsvietáieva la pérdida del valor supremo de lo humano. En esta línea, Tzvetan Todorov (2017) —a diferencia de García-Gabaldón (2020)— reafirma en su ensayo ―Tsvetáeva, los hombres antes que las ideas‖ la capacidad de la poeta de tomar por encima de ideologías políticas la esencia de la vida. Para el autor, Tsvietáieva no juzga los colectivos; más bien, describe de manera transparente las experiencias de guerra, persecución, censura y hambre. En este periodo, la poeta se sitúa por encima del conflicto, pues la capacidad de violencia y sufrimiento no es ajena a ninguno de los dos bandos, además que considera que reducir al ser humano a las ideas que profesa es, tal vez, una pérdida total y definitiva. Ahora bien, los efectos de pérdida de identidad, según García Gabaldón (2020), y de humanidad, según Todorov (2012), son solo una parte de una constelación de elementos que desencadena la vivencia de Tsvietáieva en una realidad independiente de ella. Se plantea entonces abrazar el testimonio directo de la poeta, tal como señala Irma Kúdrova (1999) en su 28 reflexión Un espíritu orgulloso en cada siglo del siglo XX, en la cual, la pérdida tiene una ruptura en la relación con el otro para convertirse en un fenómeno de significado y de sensación. En palabras de Kúdrova, ―Tsvetáeva odiaba el tiempo en que le había tocado vivir, sobre todo porque su época despreciaba su mundo interior, porque no valoraba su bagaje espiritual y emocional‖ (Kúdrova, 1999, p. 10). Sin duda alguna, este planteamiento demuestra el desapego por la realidad y corre el velo hacia la naturaleza sensible de la poeta rusa. Dicho ideal se confirma en sus memorias entre 1917 y 1919 y en fragmentos de su diario íntimo Marina Tsvietáieva Diarios de la Revolución de 1917. Tras más de un año del estallido de la guerra civil, Tsvietáieva anota: Fobia al espacio y fobia a la multitud. En la raíz de ambos está el miedo a la pérdida. A la pérdida de uno mismo por la ausencia de personas (el espacio) y por su presencia (la multitud). ¿Se puede sufrir de ambos al mismo tiempo? (Tsvietáieva, 2015, p. 186) La breve pero intensa cita constituye un viraje definitivo de la pérdida como obstáculo insuperable: se reivindica la ruptura total con la materialidad del otro. Para Tsvietáieva, la pérdida se encuentra en un espacio subjetivo. En otras palabras, la ausencia o extrema presencia de lo ajeno puede llegar a interrumpir la existencia propia y, con ello, su creación artística. De hecho, este universo donde no existe la ausencia ni la permanencia total es considerado el origen de un estado poético y estético que atraviesa su obra. En palabras recogidas en su correspondencia con Chernosvítova en enero de 1927, días de después de la muerte del poeta y amigo Reiner María Rilke, Tsvietáieva escribe: ―Nunca lo vi y para mí esto es una pérdida del espíritu (¿¡existen tales pérdidas¡?). Para usted es una pérdida de lo que fue; para 29 mí, de lo que no fue‖ (Tsvietáieva, 2012, p. 358). La anterior visión encierra la máxima que acompañará el valor absoluto de la pérdida como lo imaginario, lo anhelado y lo añorado. Siguiendo esta concepción de pérdida, definida por la poeta como lo que no fue, se puede considerar la visión onírica y, por poco, irreal en el poder evocador de los objetos. De esa manera, se determina cómo, detrás de la materialidad, se manifiesta esa nostalgia casi metafísica. Para ello, es necesario la comprensión de los objetos en función de la pérdida desde su interrelación con las vivencias individuales, sociales e incluso históricas, y del modo en que estos se depuran en la producción poética de Tsvietáieva. Tsvietáieva y los objetos Los objetos en la poesía de Marina Tsvietáieva se conforman a partir de un intenso habitar en espacios de creación artística. El sujeto lírico mueve lo tangible hacia los límites de lo trascendental. En esta materialidad mora, como afirma Ana María Moix (1999) sobre Tsvietáieva, una auténtica manera de ser, de sentir, de pensar y de morir. Pero los objetos donde transita la poeta no solo se incorporan a un plano abstracto e irreal, sino que también demuestran una reflexión en torno al acto de ser poeta. En este sentido, los objetos encarnan un elemento poético en Tsvietáieva: su poesía es una compañía inseparable. Es importante considerar cómo los objetos son arrancados de su espacio de la experiencia cotidiana para manifestarse en un flujo de conciencia interior. Lo extraviado en la materialidad, podría afirmarse, llega a su encuentro en el mundo poético creado por Tsvietáieva. Lo cierto es que el fuerte lazo de la poeta con los objetos inicia desde muy temprana edad. Lo confirman las memorias consignadas en su ensayo poético Mi Pushkin (2015): ―Así que el monumento de Pushkin fue también mi primer encuentro con el material: hierro fundido, 30 porcelana, granito, y con el mío propio‖. En este corto fragmento Tsvietáieva, en un momento de contemplación, demuestra la extrañeza por lo material y, al mismo tiempo, con determinación, refuerza su idea de pertenecer, de manera concreta, a un mundo que pronto se inclinará por lo natural y lo poético. Tal fuerza creativa en los objetos dentro de la poesía de Tsvietáieva permite identificar en estos la vitalidad, el onirismo y la evocación. Este volcamiento por el mundo sensible y la naturaleza dispone momentos donde la poética de Tsvietáieva potencia los objetos de vitalidad que son capaces de hablar de un mundo de ensueño que la cotidianidad no logra tocar. En Mi Pushkin (2015), la imagen de la nana del poeta como guardia de relojes describe la soledad y el paso del tiempo. En este fragmento se lee: De esta imagen descubría todas las posibilidades relojeras, hasta tener una visión totalmente confusa: había el reloj del salón en la caja, con péndulo; había encima del baúl; un reloj luna; y en el dormitorio materno había un reloj kukú, que salía de una casita. El pájaro kukú que se asoma a la ventana, como si esperara a alguien… (Tsvietáieva, 2015, p. 71) Las posibilidades relojeras representan, más allá de una enumeración, diferentes formas de habitar el dramatismo de la espera. La personalización del tiempo en el reloj direcciona una conciencia interior. La cercanía a la ausencia del otro logra personificar la vitalidad de los objetos especialmente en el movimiento de la figurilla de pájaro del reloj cucú. Tal dinamismo demuestra la perpetuación de un encuentro que parece lejano. Después de la vitalidad, el mundo de los sueños es un elemento iluminador en el acercamiento a los objetos en Tsvietáieva. El mundo se reinterpreta a través de las manifestaciones verosímiles que se apoderan de las formas. En este aspecto, elescritor 31 colombiano Omar Ortiz (2014) señala, en su artículo ―La poesía: ese roce de alas‖, cómo la pulsión de escribir llevaba al poeta uruguayo Felisberto Hernández a buscar los sueños que los objetos poseían. Esta mirada onírica se apropiaba de sillas, muebles u objetos tan mínimos como el moño de una corbata. De modo similar, Tsvietáieva logra dominar en los objetos un eco prolongado de sus sueños, aspecto palpable en los accesorios que envuelven sus personajes femeninos, como se puede apreciar en la luna como pendiente en la heroína del poema narrativo zar-doncella (1920). Junto a la vitalidad y el mundo de los sueños, las evocaciones en Tsvietáieva destacan una identidad en los objetos atados al recuerdo. En su mundo poético, cada rincón de la materialidad es poseído por las humanidades amadas por la poeta. Así lo demuestra en su ensayo dedicado a Maximilián Voloshin, Viva voz de vida (2008) ―si las personas pudiesen ser representadas plásticamente, Max sería una esfera: la esfera del universo, la esfera de la eternidad, la esfera del mediodía …‖ (Tsvietáieva, 2008, p. 67). Este fragmento, dedicado al artista después de su muerte, se encarna en una característica de forma: la representación circular de Voloshin responde a los recuerdos que Tsvietáieva conserva de su corpulenta barriga —tal vez el más evocador: la imposibilidad de atravesar juntos una puerta debido a su voluminoso cuerpo—. Después de haber seguido los espacios vitales, oníricos y evocadores donde deambulan los objetos, se iniciará la localización y la proyección de algunos objetos en la poesía de Marina Tsvietáieva, en particular, aquellos cuerpos penetrados, dominados y atravesados por el sentimiento de pérdida. En primer lugar, sobresalen una serie de objetos huérfanos que captan la añoranza de lo hogareño; en segundo lugar, los objetos que se desprenden de Rusia como paraíso perdido, y, por último, una cadena de objetos que se vuelcan hacia los amores perdidos. 32 Objetos huérfanos En este primer acercamiento se ubican y se caracterizan objetos poéticos que demuestran la sensación de pérdida en la figura del huérfano en la obra de Marina Tsvietáieva. Para ello, se presentarán fragmentos autobiográficos y poemas que demuestran la separación desde dos perspectivas cercanas a su vida: la primera es la madre y la música, la segunda, el padre y el museo. Para este fin, se tomarán en cuenta las reflexiones de intimidad e imaginación propuestas por Gastón Bachelard (2012) en su ensayo La poética del espacio, además de consideraciones del ejercicio poético de Tsvietáieva recogidas en sus escritos íntimos. Uno de los grupos de objetos que más fascina a Tsvietáieva es el de los instrumentos musicales. A modo de ejemplo, en su poema ―Insinuarse‖ (1923), la poeta detalla la fuerza melódica de un órgano en la obra de Bach, al tiempo que convierte esta última en un proyectil que transforma al oyente en cenizas: ¿Es quizás la mejor diversión con los dedos de Sebastián Bach del órgano no provocar el son? despedazarse sin dejar cenizas para la urna. (Tsvietáieva, 1997, p. 122) Es posible observar la imaginación que Tsvietáieva usa para configurar la ausencia desde el elemento melódico que compone el órgano y, así, distanciarse del objeto físico como tal. Justamente, es la ausencia el tema que la poeta explora con mayor intensidad a través de un instrumento que está legado íntimamente con su infancia y que veremos más adelante: el piano. 33 Ahora bien, las exploraciones poéticas de Marina Tsvietáieva inician su estrecha relación con los objetos en su infancia y adolescencia. Según García-Gabaldón (2020), dos de los Leitmotiv presentes en su obra corresponden a la música y el museo. En cuanto a la música, la poeta la abraza como motivo de distancia con su madre, la pianista María Alexandrovra Mein. Su carácter de intérprete de conservatorio limitó el universo regido por la pasión amorosa y vital de Tsvietáieva. Tal como demuestra el siguiente pasaje autobiográfico recogido en su texto Mi Pushkin (2009): ―Mamá sabía hacer barquitos de la corteza, hasta con una vela, yo sin embargo sabía comer solamente la resina y abrazarlo al pino‖ (Tsvietáieva, 2015, p. 70). A diferencia de la poderosa imagen de su madre como creadora de formas concretas, la posibilidad de transformación para ella de lo material encuentra en el proceso de ―comer‖ y ―abrazar‖ el acto de celebrar la naturaleza y la vida. La revelación de su vocación poética daría inicio a una añoranza por poseer la protección de su madre. Sin embargo, renunció a la música, pues siempre vio en ella tan solo una posibilidad, en cambio, la poesía le era inherente. Lily Feiler (1994), en su ensayo ―Family and Childhood: Formative Forces‖, recogido en su extenso estudio Marina Tsvetaeva: The Double Beat of Heaven and Hell, considera que la consagración de la poesía como don natural de Tsvietáieva es fruto del enfrentamiento con su madre. La académica centra su reflexión en el valor anímico de la obra de la poeta. Dentro de sus posiciones, se destaca cómo la vida doméstica de Alexandrovra Mein establece un destino de pérdida y anhelo de lo inalcanzable similar al de su hija. Estas consideraciones permiten entender la pérdida desde su reflejo en los objetos y la música: por parte de Alexandrovra Mein, como abandono de sí misma; por parte de Tsvietáieva, en el alejamiento del lazo materno. Al respecto, una de las más importantes traductoras y 34 conferencistas de su obra, Selma Ancira (Nolliegu cat, 2021), aterriza este elemento a la cotidianidad. Así pues, la traductora, rastreando los escritos autobiográficos de la poeta, descubre en la música una atmósfera hostil. Este punto lo retoma a partir de las impresiones de Tsvietáieva al describir su hogar como un espacio ―espartano‖, un adjetivo que acompaña el ambiente artístico que desprenden los recuerdos de su madre. A propósito del conflicto entre madre e hija alrededor de los objetos y la música, Irma Kúdrova (1999) ahonda en un recuerdo infantil que describe de la siguiente manera: su madre, pianista de talento, soñaba con dirigir a la niña por el mismo camino. Marina, en cambio, aún no sabe qué fuerzas le impulsaban a escribir en el cuaderno, en lugar de notas, sus primeros versos y rimas … Le escondían los libros ―no infantiles‖, pero ella leía ávidamente a escondidas y se aprendía los versos de memoria … (Kúdrova, 1999, p. 5). Las imágenes recogidas por Kúdrova (1999) muestran el enfrentamiento creativo entre Tsvietáieva y su madre en los cuadernos/libros como objetos físicos de distancia, dado que la poeta los toma como herramientas de su ejercicio poético y los separa de su proximidad con la música, en tanto son versos o rimas lo que anhela y no las notas musicales. De una manera más íntima, en su ensayo Mi madre y la música (1991), Tsvietáieva nuevamente pone en objetos musicales su enfrentamiento con el vínculo materno: Mi madre me limitaba a besar el piano para sentir el frío sobre los labios. No, sí es posible entrar dos veces en el mismo río. Y así, del más oscuro fondo, viene hacia mí la cara redonda y escudriñadora de una niña de cinco años, sin sonrisa alguna … (Tsvietáieva, 1991, p. 323) 35 En la escena anterior, el piano es protagonista de un gesto represivo por parte de la madre de Tsvietáieva. El hecho de obligar su acercamiento a la música suscita en la poeta una profunda melancolía y, por ello, la lucidez del recuerdo se encuentra en la sensación del helado beso y la sonrisa desdibujada. Como la música representa un hilo conductor que amarra su significado a la añoranza de la madre, es posible considerar los objetos alrededor de esta como resonancias de la pérdida experimentada por la poeta. Tal aspecto de la materialidad se distancia de su valor anímico para formar un elemento presente en la poéticade Tsvietáieva. Para ello, se exploran los objetos en función de lo perdido dentro del plano de la casa, siendo este el lugar de encuentro y desencuentro de los lazos familiares. La casa es un espacio de posesión y la creación artística un espacio de sentido de esta. Con tal perspectiva, Bachelard (2012), en su ensayo filosófico La poética del espacio, sostiene que, para el poeta, la casa contiene una infancia inmóvil dónde cada objeto es una imagen íntima del mundo del alma. Es decir, los objetos guardan tesoros de los días ya vividos. Ciertamente, los objetos pueden ser un recurso de la memoria; sin embargo, el autor sobrepasa la superficialidad del recuerdo para posarse en el campo de la imaginación. En su estudio, Bachelard afirma que la poesía traduce en acciones vivas lo dinámico del pasado, lo real de los objetos y la frontera de las posibilidades de lo irreal. A partir de lo anterior, la metamorfosis de las formas en material sensible dentro de la poesía es posible gracias a esos nuevos significados que adquieren los espacios donde habitan los objetos. Al respecto, Bachelard (2012) pondera la casa como espacio primario de interacción. La familiaridad con este espacio representa una imagen de intimidad y confianza. Tal comunión entre el ser y un lugar propio provoca que cada cosa, objeto o pieza constituya una morada, un albergue o un refugio de las ilusiones propias de su ocupante. 36 Así pues, el recorrido propuesto por Bachelard (2012) de los objetos dentro de la casa como espejos de la memoria —que luego pueden llegar a componer un espacio de imaginación y de creación artística— puede evidenciarse de manera palpable en Marina Tsvietáieva tanto en los escritos de juventud como a lo largo de su producción poética, en particular, desde los fuertes lazos que la atan a su casa como espacio de pérdida. Desde esta perspectiva, la doctora en literatura comparada Ljljana Kragulj (2015), en su estudio sobre la poeta rusa, señala cómo los objetos cotidianos (sábanas, tijeras, telas e hilos de costura) demuestran un sentido metafórico y trágico del papel femenino dentro del hogar. Para Kragulj (2015), un ejemplo de ello es un verso corto de Tsvietáieva donde se describe la desesperación de un proxeneta por acomodar una sábana. En dicha asociación, la tela, como elemento concreto, se convierte en un anuncio del destino infeliz de la mujer en la intimidad de su hogar. El acercamiento de Kragulj (2015) da cuenta no solo del proceso poético alrededor de un objeto al interior de la casa, sino que ilustra la posesión de las formas de fuertes estados anímicos. De ahí que Tsvetáeva, como amante eterna de la pérdida, logre vaciar este estado en los objetos que la rodean. Tal situación sale a la luz en las impresiones que despiertan los objetos de su casa y la añoranza de sus primeros amores perdidos: su madre y la música. Como se ha afirmado con anterioridad, dicha relación configura su poesía. Por tal motivo, a continuación, se localizan objetos que orbitan alrededor de la experiencia propia del huérfano y que, además, se encuentran impregnados de la ausencia de su madre Alexandrovra Mein. Los objetos que evocan a la madre giran, sobre todo, en torno a la música, punto de discordancia con el vínculo materno. Tal como señala un extracto de su ensayo Mi madre y la música (2012): ―‗el piano es sagrado‘, y no se puede poner nada encima de él, no sólo los pies, ni siquiera los libros‖ (Tsvietáieva, 2012, p. 6). En esta corta cita se evidencia el fuerte amor de su 37 madre por el instrumento y la imposibilidad de habitar en el mismo espacio con objetos amados por Tsvietáieva como los libros. Los anteriores gestos permiten que objetos musicales logren cargarse de energía dentro de la poesía de Tsvietáieva, tal como lo demuestran los siguientes versos del poema Oración, escrito por la poeta a sus 17 años: Lo quiero todo: andar como un gitano, ir al atraco cantando, sufrir por todos con el sonido del órgano, cabalgar — amazonas— hasta el combate. (Tsvietáieva, 1996, p. 33). En este corto pasaje, se manifiesta el anhelo Tsvietáieva de transitar hacia lo desconocido. Pese a eso, los versos tienen un tono musical en dos matices. El primero es el canto que representa una acción de júbilo hacia la libertad y que se refuerza con el sonido enérgico de cabalgar como ese acto de andar a un espacio abierto. El segundo recae en el objeto del órgano cuya melodía frena la liberación de su espíritu. Así pues, llama la atención que este instrumento musical, que sobresale como antagonista, sea similar al interpretado por su madre y que, en algunas ocasiones, aprender a interpretarlo la distanció de la poesía. Años después, Tsvietáieva, en una carta enviada a Pasternak en 1926, adjunta el poema ―Tentativa de habitación‖, en el que se reconoce nuevamente el piano como objeto reminiscente y poético: Al piano. Y — al escritorio, y también — tras el rastrillo de afeitar (el muro— un dolo- se— convierte en un pasillo 38 en el espejo. Lo mueves— ves silla portátil del vacío). (Tsvietáieva, 2012, p. 370). Los contundentes versos de Tsvietáieva señalan en el piano un elemento de vacío en relación con su madre. En palabras de Lily Feiler (1994), en su libro Marina Tsvetaeva; the Double Beat of Heaven and Hell, la madre de Tsvietáieva envuelve los escenarios cotidianos de crítica, dureza y desprecio, emociones que responden a las frustraciones emocionales por el estancamiento de su fructuosa carrera como pianista. Para Feiler (1994), la incapacidad de la poeta de tocar el piano afianzó en ella sentimientos de ser invisibilizada y no deseada. Por esta razón, en este fragmento es palpable la confesión escrita por Tsvietáieva, donde se evidencia que la fuente lírica del poema es el abandono de la infancia, aspecto en común con el remitente, Boris Pasternak. Así lo narraba lo narraba Tsvietáieva en su cuaderno de trabajo: ―Tentativa de habitación -en cada - en cada verso- renunciaba‖ (Tsvietáieva, 2012, p. 361). En esta ocasión, desde la referencia inicial de la habitación, se evidencia la intimidad señalada por Bachelard como valor cercano a los objetos de la casa (2012). Esta vez el piano rompe su materialidad para poseer esa fuerza evocativa de las piezas de su alrededor. Llaman la atención los objetos del escritorio y el rastrillo de afeitar, no solamente por su carácter de cotidianidad sino por su capacidad de encoger el espacio. Dicho movimiento acentúa el sentimiento de encierro, aunque la imagen trasciende a lo deshabitado en el vínculo del piano a una silla portátil vacía. Dicha manifestación en Tsvietáieva indica una visión de orfandad en el paisaje poco habitable donde el sujeto lírico se distancia de lo que ya no es su hogar porque allí solo hay lugar para el piano. Simultáneamente al objeto concreto del piano, existe la musicalización de algunos de sus poemas en tonadas clásicas. El piano se vuelve armonía para expresar con aires de nostalgia una parte de su abuela y su madre. En el caso del poema ―A la abuela‖ (1914), inspirado en su abuela 39 materna María Lukínichena Bernazkaia, las líneas ―Cuantos valses de Chopin tocaras / con tus manos en estancias reales …‖ (Tsvietáieva, 1997, p. 45) recuerdan el impulso de volver a sentir las manos de su abuela interpretando las melancólicas notas del compositor polaco. Este fenómeno se repite en los versos del poema Madre, donde anuncia ―En el viejo vals de Strauss por primera vez / Hemos escuchado su llamada silenciosa‖ (Tsvietáieva, 2011). Al igual que el recuerdo de su abuela, la memoria de su madre ya no se encuentra en la figura del piano, más bien, la carencia de la relación materna tiene en las melodías de Strauss un abismo silencioso. En efecto y para profundizar, la sensación de orfandad de madre en los objetos musicales en la poética de Tsvietáieva muestran su mayor intensidaden el piano, instrumento del cual era interprete la madre de la poeta y el de mayor recuerdo para Tsvietáieva durante gran parte de su infancia. Retomando su ensayo confesional dedicado a su madre, Mi madre y la música (1991), la poeta muestra pasajes donde este instrumento se encuentra ligado a la figura de su madre. La primera es la imagen de su madre tocando su viejo piano: ―Fondo acuático, con luz verde sobre los dedos y las caras, y verdaderas raíces que se podían tocar con las manos, y donde como enormes monstruos se movían silenciosamente los pies de mi madre y los pedales‖ (Tsvietáieva, 1991, p. 317). La visión de la mujer amalgamada con su instrumento expulsa el valor de protección materno y construye una idea monstruosa de la madre. Mas adelante, la poeta, en su extensa reflexión, rompe por completo el vínculo con la música y, por ende, con su madre: ―Mi madre nos inundó con toda la amargura de su vocación no realizada, de su vida no realizada, nos inundó de música‖ (Tsvietáieva, 1991, p. 295). Aquí Tsvietáieva reduce la imposibilidad de la madre a un ahogamiento musical; la sonoridad parece desbordar un sentimiento de aflicción. El malestar desarrollado por la poeta no solo muestra un desapego, sino que reafirma su camino hacia la poesía: ―Después de una madre así no me quedaba más que convertirme en poeta‖ 40 (Tsvietáieva, 1991, p. 277). Los lúcidos recuerdos atados a la madre y la música logran dialogar dentro de la poética de Marina Tsvietáieva en términos del sentirse ajena y huérfana. En su ―An Attempt at a room‖ (1926) puede leerse: Were you playing the piano? A wind‘s blown in. A draught. Moves like a sail Like cotton — wool, fingers. The sonatina's page is turned down (You're only nine, have you forgotten?) (Tsvietáieva, 1998, p. 277) El poema escrito en 1926 inicia con el cuestionamiento al sujeto poético sobre la interpretación del piano. La respuesta del interprete es un flujo de pensamiento que lo trasporta a un escenario tranquilo lleno de aire (―A wind‘s blown in‖). Más adelante, la escena se centra en el movimiento de los dedos al sostener unos hilos de lana. Ya hacia el final del soplo del viento, este parece apoderarse del espacio y mover los elementos en el espacio (―The sonatina‘s / page is turned down‖). Sin embargo, cuando parece llegar al punto de mayor elevación, una voz exhortativa la aterriza de nuevo a la inmovilidad de la interpretación del piano. En el último verso (―You're only nine, have you forgotten?‖), llega un eco de su infancia, las lecciones intensivas de piano dictadas por su madre la distancian de su conexión natural para, de nuevo, aterrizar a un espacio que no le es familiar. 41 El piano, sin embargo, no es el único objeto huérfano presente en la poética de Tsvietáieva. Allí también se encuentran los objetos del museo, espacio ligado a su padre Iván Vladímirovich Tsvietáiev, profesor de la Universidad de Moscú y gran coleccionista de obras de arte, quien representó para Tsvietáieva un mundo de objetos con valores estéticos e históricos. Tal obsesión por rescatar el valor cultural de estas formas se encuentra consignado en el ensayo recientemente publicado Mi padre y el museo (2021), donde la poeta relata los primeros recuerdos de la construcción del museo de su padre: ―Una de mis primeras impresiones del museo – la primera piedra. La frase – la primera piedra, entró en nuestra vida como muchas otras frases‖ (Tsvietáieva, 2021, p. 14). Cada una de las palabras detalla la trascendencia del museo dentro de las dinámicas familiares, una circunstancia remitente en la figura de piedra como elemento físico cargado de significado casero. Pese a esta carga emocional, más adelante la dureza de la piedra atraviesa los sentidos de Tsvietáieva para convertirse en un componente colorido y lleno de potencialidad poética: ―Se llenó de trozos de piedra multicolores: celestes, rosados, lilas, con ríos y riachuelos con paisajes enteros‖ (Tsvietáieva, 2021, p. 14). La transformación de la piedra hacia elementos de la naturaleza aumenta en Tsvietáieva la importancia del objeto en su poesía. En este recorrido de la piedra que edifica el museo como espacio familiar, puede establecerse un punto de inflexión con la intimidad presente en la casa. El espacio se transforma en un medio de objetos de dominio cultural que pronto significará para Tsvietáieva un espacio limitado y concreto, donde la incomodidad por habitar nuevamente la aproxima a esa poesía de la pérdida. En este espacio creado por su padre no solamente hay una transición de lo privado a lo público también puede evidenciarse una comparación entre el componente histórico y la innovación, pues es claro que en el museo existe una gran cantidad de objetos valiosos, pero su 42 carácter estático brinda una oportunidad a Tsvietáieva para usar las palabras y agujerear su estructura física a nuevas formas poéticas. De este modo, al igual que el piano en relación con la pérdida de su lazo maternal, los elementos cercanos al museo logran esbozar una acumulación de objetos que sepultan a su padre. Sobre este hecho particular, Kragulj (2015), en su estudio sobre Tsvietáieva, describe las figuras poéticas relacionadas con su padre como subterráneas. Desde este punto de vista, los objetos no solo se reabastecen de esa carga huérfana, también logran plasmarse en su poesía gracias a los procesos creativos ya señalados por Bachelard (2012). Así, el primer objeto huérfano asociado al museo son las esculturas, según consigna Tsvietáieva en uno de sus poemas recogidos en 1920: Creados de la piedra, creados de la arcilla y yo —¡de plata y brillo!— Soy la tradición total. Hasta mi nombre, Marina, es la frágil espuma de las olas. (Tsvietáieva, 1996, p. 117) En este corto pasaje, la poeta utiliza, por una parte, la piedra como pieza de gran significado en la creación del museo y, por otra, reafirma su lejanía a estas figurillas de arcilla, para posarse en la admiración por la naturaleza que la caracteriza y que autoconfirma con el verso ―Soy la tradición total‖ para luego redoblarla en la cercanía de su nombre Marina al movimiento armonioso del mar. Con estos mundos opuestos, Tsvietáieva provoca un estado de orfandad de no protección en el espacio vivido entre la dureza y la resistencia al tiempo: su verdadera morada es la libertad de la fuerza de las olas simulando las palabras. 43 Estos objetos hechos de piedra no solo suponen la elección de un mundo poético cuando se es huérfano, también demuestran la captura de la naturaleza en un espacio determinado. Sobre este asunto, en su poema ―No las costillas quebradas‖ (1921), Tsvietáieva revela: Congelado ocaso, con los ojos de la estatua en blanco. En él sólo una cosa aún vivía: el par de alas partidas. (Tsvietáieva, 1997, p. 59) La captación del atardecer en los anteriores versos manifiesta la visión de un paisaje que queda atrapado en un cuadro. En esta ocasión, la estatua señala la petrificación del estado natural, además, profundiza la condición sintiente de la pérdida empleando la imagen de las alas partidas como el camino truncado del proceso creativo. En otras palabras, el ocaso queda atrapado en la exhibición. Otro de los objetos que dan cuenta de la sensación de pérdida y se encuentran asociados al museo son los pinceles o acciones unidos a estos. Efecto visible en sus poemas ―Tentativa de habitación‖ (1926) y en un poema corto de 1936: Con perfil herético de grajo lentamente la distancia a paso de niño, bajo lluvia fiel ― Cuando miro las hojas caer dulces rimas: cascabel- pincel—‖ y rodar sobre las piedras (Tsvietáieva, 2012, p. 375) 44 Arrastradas- como por el pintor que da en su cuadro la última pincelada- (Tsvietáieva, 1996, p. 179) En el primer fragmento, el pincel demuestra un recuerdo infantil vinculado a un espacio hostil: lo
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