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tesis-n1243-Sarmiento

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Di r ecci ó n:Di r ecci ó n: Biblioteca Central Dr. Luis F. Leloir, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. 
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Co nta cto :Co nta cto : digital@bl.fcen.uba.ar
Tesis de Posgrado
Las comunidades vegetales delLas comunidades vegetales del
Chaco semiárido santiagueñoChaco semiárido santiagueño
Sarmiento, Guillermo
1963
Tesis presentada para obtener el grado de Doctor en Ciencias
Biológicas de la Universidad de Buenos Aires
Este documento forma parte de la colección de tesis doctorales y de maestría de la Biblioteca
Central Dr. Luis Federico Leloir, disponible en digital.bl.fcen.uba.ar. Su utilización debe ser
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This document is part of the doctoral theses collection of the Central Library Dr. Luis Federico
Leloir, available in digital.bl.fcen.uba.ar. It should be used accompanied by the corresponding
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Sarmiento, Guillermo. (1963). Las comunidades vegetales del Chaco semiárido santiagueño.
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos Aires.
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Sarmiento, Guillermo. "Las comunidades vegetales del Chaco semiárido santiagueño". Tesis de
Doctor. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos Aires. 1963.
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Guillermo Sarmiento
4: a: aer
LAS COMUNIDADES VEGETALES
DEL
CHACO SEMIARIDO SANTIAGUEÑO.
Tests para optar al grado de Doctor m
de 1a Universidad de Buenos Aires
- C u .¡. .. .4.
Padrino de Tesis: Dr. Jorge Morello.
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales
Departamento de Ciencias Biológicas
Laboratorio de Ecología Vegetal.
Buenos Aires
1963
¿las 1243)
Gaal!
III.
IV.
V.
VI.
TEMARIO
INTRODUCCION.
A. Objetivo del trabajo.
B. Estado actual del conocimiento de 1a vegetación de la zona.
CARACTERIZACION DE LA REGION ESTUDIADA.
Localización geográfica.
Geologia y geomorfologi'a.
Suelos.
D. Clima.
E. Economia.
UBICACION DE LA VEGETACION ESTUDIADA DENTRO DEL
CUADRO GENERAL DE LA VEGETACION ARGENTINA.
A.
B.
C.
A.
B.
Esquemas fitogeográficos existentes.
Ensayo de caracterización en pequeña escala de la.
vegetación chaquena.
METODO Y DATOS.
A. Consideraciones sobre el método utilizado.
B. Datos obtenidos.
COMUNIDADES VEGETALES.
A. Caracterización somera de cada comunidad.
B. Clasificación de las comunidades.
C. Integración de las comunidades en el paisaje.
RELACIONES CON LA VEGETACION DE LAS REGIONES
CIRC UNDANTES.
Bosque Chaqueñoserrano.
Chaco semiárido salteño.
Chaco árido.
Semidesierto del monte.
Comunidades de suelos arcillosos o salinos.
CONCLUSIONES.
A.
B.
Valor indicador de algunas especies y de los grupos de especies.
Conclusiones generales y perspectivas futuras.
GLOSARIO DE NOMBRES VULGARES.
RESUMEN.
BIBLIOGRAFIA .
I. INTRODUCCION
A. Objetivo del traba'Lo.
La finalidad del presente trabajo es reconocer y caracterizar las
comunidades vegetales de dos regiones naturales del chaco semiárido, a sa­
berzla zona de influencia serrana del Sud Oeste de la Provincia de Santiago
del Estero y áreaslimi’trofes de Catamarca,y la región llana que se extien­
de diagonalmente por aquella Provincia entre los ri’os Salado y Dulce. El in­
tere's en la vegetación chaqueña se justifica por la necesidad palpable que
.tiene esta. región de estudios ecológicos básicos y en la importancia que pue
den tener dichos estudios para nuestro país, considerando que el chaco ocu­
pa dentro de él una superficie enorme y se prolonga además en vastas áreas
de dos países vecinos: Bolivia y Paraguay.
El manejo de los recursos naturales, y muy especialmente del
agua, del suelo y de la vegetación, en una zona árida o semiárida, es el fun­
damento básico de su actividad económica. En estas zonas en que la agricul­
tura de secano sólo es posible en áreas restringidas y bajo condiciones espe
ciales,y que tienen pocas posibilidades inmediatas de riego, se presenta la
alternativa de dedicarlas a la explotación ganadera o forestal, o a una comb_i
nación de ambas. En cualquier caso el pilar de la econOmi’aes la vegetación
no plantada por el hombre, y a su vez, del buen uso que se haga de esta cu­
bierta vegetal, dependerá la conservación del suelo y el máximo aprovecha­
miento del agua.
El uso de este recurso vegetal debe ajustarse a procedimientos
fundados en un sólido conocimiento ecológico, única garantía de mantenimien
to de una productividad sostenida que sustente una economia estable y pro­
gresista. La explotación de los recursos naturales que ha soportado la zona
considerada durante los últimos 70-80 años ha conducido a una destrucción
inusitada de lo más valioso de sus recursos vegetales, especialmente desde
(3
la llegada del ferrocarril en la década del 80, que incorporó sus recursos fo­
restales al mercado nacional,comenzandouna destrucción acelerada e irra­
cional de sus bosques, para proveer los durmientes y el combustible que de­
mandaba la rápida extensión de las vias férreas. La secuela de esta falta de
planificación en el uso de un recurso teóricamente renovable se manifiesta
en la aguda pauperización de la población humana, con todas sus nefastas con
secuencias sociales.
Actualmente ya no se trata sólo de manejar sino de recuperar, y
para esto es imposible tomar otro punto de partida que no sea un conocimien
to profundo de los procesos naturales que influyen preponderantemente en la
dinámica de la vegetación y un análisis de los factores antropogénicos que
han degradado tan ostensiblemente la cubierta vegetal. Un estudio de las reg
puestas de cada comunidad al manejo actual o potencial servirá. de base pa­
ra la elaboración de normas prácticas y económicamente convenientes para
racionalizar el uso de la tierra.
La economia de la región que nos ocupa se ha sustentado de la ex­
tracción de madera y leña de sus bosques y en la ganaderia extensiva. Ambas
actividades, asi’encaradas, carecen actualmente de perspectivas,pues las es­
pecies forestales más valiosas, el quebracho colorado y el quebracho blanco,
han disminude drásticamente, quedandosólo relictos con posibilidades de e!
plotación económica,y además, el bosque bajo las actuales condiciones no se
regenera, haciendo dudoso el futuro forestal de 1a zona.A su vez los pastiza­
les naturales ya casi no existen, habiendo sido reemplazados por un matorral
de escaso valor tanto desde el punto de vista ganadero como forestal.
En consecuencia, la fisonomía preponderante en la vegetación ac­
tual es el fachinal o matorral espinoso, económicamente improductivo y re­
sultado directo del tipo de explotación a que ha estado sometida la cubierta
vegetal. Unahistoria similar fue admirablemente reconstruida por Morello
y Saravia (1959)con respecto a los bosques y pastizales del chaco salteño,
(4
y en lineas generales es aplicable al centro y sudoeste de Santiago del Este­
ro, con la circunstancia agravante de ser ésta una zona marginal, más lábil,;
cuyo equilibrio natural una vez roto, se desplaza aceleradamente hacia la de­
sertización.
Pero para un conocimiento profundo de la vegetación en sus aspeg
tos más dinámicos,el primer paso es caracterizar las distintas variantes de
la vegetación actual, o sea, establecer y delimitar las comunidades vegeta­
les existentes. Estas servirán comobase para la caracterización de los co­
rrespondientes ecosistemas o bioge‘cenosis,relacionando cada comunidadcon
las condiciones edáficas,topograficas y biótícas que la acompañan.Sin reco­
nocer las distintas unidades de vegetación existentes es imposible adquirir
una visióndel efecto de los diferentes fenómenos del ambiente sobre ésta, ya
que la vegetación no es un conjunto homogéneo sino que está parcelada,divi­
dida en unidades con cierto grado de autonomía, que reflejan condiciones di­
ferentes del ambiente y responden de modo diverso a la acción conciente o
inconciente del hombre. Sóloposteriormente podrá intentarse establecer un
esquema causal que nos indique cuales son los factores Operativos decisivos
en la determinación de cada comunidad y que nos permita ligarlas entre si’
según su propia dinámica.
Es decir la secuencia es: caracterizar las comunidades,conocer
los factores que las determinan y esbozar el encadenamiento causal que las
relaciona. Entonces podrán extrapolarse los resultados no sólo hacia el pa­
sado reconstituyendo las condiciones primitivas de la vegetación, sino hacia
el futuro,permitiéndonos manejar realmente los recursos naturales. Existe
una cierta propensión a plantear directamente problemas de manejo y recu­
peración de vegetación natural sin el estudio fitosociológico previo, creyendo
que el uso indiscriminado de maquinaria para desmonte, o el recurrir a plan
taciones de forraj eras introducidas, o a la resiembra, o a cualquier otra
técnica, solucionará el problema práctico sin necesitar un fundamentoteóri­
(5
co previo. Como creemos que precisamente el camino apuesto es el correc­
to, se ha realizado el presente trabajo.
Ahora bien, la caracterización y delimitación de comunidades-tipo
y su clasificación puede hacerse de variadas maneras y aplicando metodolo­
gías y principios muy diferentes. Aunquepueda prevalecer cierta confusión
sobre si existe un único método justo de estudiar la vegetación,y sobre cúal
es este único método,nuestra actitud es considerar que todo método y toda
filosofia. subyacente, si está conceptualmente bien fundamentada,puede ser
aplicable, lo que implica automáticamente reconocer la validez del punto de
vista que confiere a los diferentes enfoques ecológicos sólo categoria gnoseg
lógica, es decir son eso: enfoques de una misma realidad que puede descri­
birse e interpretarse desde muchos ángulos diferentes; y por otra parte ad0p_
tamos un criterio pragmático,por cuanto creemos que la elección del enfoque
sólo se sustenta en consideraciones prácticas y circunstanciales, la conve­
niencia de seleccionar una metodología y su correspondiente fundamento teg
rico está restringida por ciertas condiciones.Por lo tanto, puede seleccio­
narse en principio cualquier método de estudio, teniendo presente solamente
que los atributos que se utilizarán para definir las comunidades se deberán
seleccionar de acuerdo con los propósitos perseguidos, la documentaciónya
existente y los medios de trabajo disponibles.
Los fines buscados están claros: sentar bases que permitan mane­
jar eficazmente la vegetación; la documentación botánica y ecológica existen
te, sin ser muy abundantenos permite saltearnos etapas ya realizadas; los
medios disponibles son modestos, exigen métodos de realización rápida y
económica. Se ha elegido para este estudio la metodología flori’stica de Zu­
rich; Montpellier o sistema de Braun Blanquet, hasta ahora poco utilizado en
Argentina,y se lo ha modificado según los métodos usados por Ellemberg
(1950) de establecer grupos ecológicos.
Según la experiencia europea, es un sistema que ha dado amplio
(6
resultado para estudiar vegetación profundamente afectada por el impacto hu­
mano, elaborada sobre una flora rica, en regiones con riqueza de ambientes
diferentes.A su vez permite una.caracterización de cemunidades más deta­
llada que los sistemas fis'onómicos de la escuela de Clements o de Tansley.
El trabajo de campo fue realizado por personal del Depto.de Cs.
Biológicas de la Facultad de Cs. Exactas y Naturales. Trabajaron en él, M.Mg
nasterio; L. Pizzini, y A.Okada, y resulta grato decir que sin su empeño y
entusiasmo este estudio no hubiera podido realizarse. Deboagradecer asi­
mismo los consejos y sugerencias del Dr. J. Morello, quien con su amplio
conocimiento del chaco, facilitó la resolución de muchos problemas. La.par­
te primera del trabajo de campo se efectuó en la Estancia El Salvador y a sus
propietarios, la familia Retondo, agradezco su exquisita gentileza y hospita­
lidad.
B. Estado actual del conocimiento de la vegetación de la zona.
La vegetación del chaco semiárido no ha sido estudiada hasta aho­
ra detalladamente en su conjunto; sin embargo, diferentes autores se han o­
cupado de alguno de sus aspectos, lo que hace posible tomarlos como punto
de partida de toda nueva investigación. Pero hagamos notar que aún hoy, vas
tas extensiones del chaco permanecen inexploradas, al menos botánicamen­
te, y que no se tendrá. una comprensión cabal de toda su vegetación mientras
no se reconozcan mucho mejor áreas claves en el proceso de origen y dife­
renciación de la flora chaqueña, como el chaco boliviano y paraguayo.
Sin contar las primeras descripciones existentes de los botánicos
que recorrieron el chaco durante el siglo pasado, donde se dan descripcio­
nes fisonómicas o listas flori'sticas, nos referiremos a los principales tra­
bajos que examinan con preferencia algún aspecto de la vegetación chaquefla.
El trabajo de Herzog (1900) describe sucintamente el chaco boliviano, al que
este autor denomina "formación de monte del gran chaco", estableciendo su
límite septentrional en la Sierra de Chiquitos, aunque algunos de sus elemeg
(7
tos, como Cogernicia, pasan esta serrani'a llegando hasta el Sur de los llanos
de Moxos. La lista flori’stica que da Herzog para el chaco boliviano en la Sie­
rra de Chiquitos, nos muestra cómo esta vegetación es muy similar en com­
posición al chaco de Salta y Formosa, sólo falta SchinOpsis, pero por la pre­
sencia de Bulnesia sarmientoi y de Aspidospermaiuebracho-blanco ( ó A.
triternatum?) vemos que se trata de un "palosantal", comunidad similar a 1a
que se encuentra en sitios bajos e inundables del Norte de Salta y Oeste de
Formosa. En el chaco boliviano esta formación alterna con la formación del
"pantanal': mucho más higrofi’tica, constituida en su mayor parte por elemen­
tos subtropicales,que ocupa suelos inundados durante un periodo prolongado
.del año. El trabajo de Herzog es útil entonces por contener algunas indicacig
nes sobre el limite norte del chaco, tan mal conocido y además para conocer
la composición del bosque Chaqueñoen Bolivia y sus relaciones ecológicas y
flori'sticas con las formaciones subtropicales.
Fiebrig (1933)da una visión 'general de las formaciones vegeta­
les del chaco paraguayo, con énfasis en la parte oriental húmeda más cono­
cida, cercana al rfo Paraguay; pero describe asimismo brevemente las for­
maciones del chaco occidental paraguayo o "chaco alto", es decir, la prolon­
gación en el vecino pai's de nuestro chaco. semiárido. Reconoce en la zona del
chaco alto dos formaciones de distinta fisonomía: los campos-parques y los
campos-espartillares. Los campos-parques están dominadospor Schinogsis
lorentzii y de la lista flori’stica que da este autor se desprende la similitud
de éstos con el bosque de quebracho de Salta y Formosa, aunque aquellos se
encuentran enriquecidos con numerosos elementos arbóreos característicos
de los bosques de transición hacia las selvas montanas occidentales: ¿5210­
Ïtím: Fagara,Calzcophzllum,Pterogvne,CM elementosa su
vez comunes con las formaciones húmedas subtropicales orientales del Este
del ri'o Paraguay. Los campos-espartillares, sábanas dominadas por el es­
partillo Elionurus latiflora , alternan con el parque y el autor los asimila eco­
(8
lógica y morfológicainente, a los campos altos del Matto Grosso. Si bien no
se aclara si existe alguna relación genética entre estas dos formaciones, o
cuales son los factores ambientales responsables de la existencia de cada
una de ellas, el mayor interés de este trabajo es mostrarnos, por un lado,
las afinidades flori'sticas con nuestro chaco, tan estrechasque pueden con­
siderarse como integrantes de una misma comunidad;y por otro, la presen­
cia en esta zona mu)rpoco modificada por el hombre blanco de dos tipos de
vegetación diferentes: parque y campo limpio, tipos que.como veremos, ya
no se encuentran en nuestro pais.
Kanter (1936), realiza la monografía más completa que se tiene
hasta el momento del ambiente chaquefio en toda su extensión. Además del
valor intrínseco de la obra como geografia regional, da datos valiosos so­
bre flora y vegetación. El mapa que presenta con 1a distribución de algunas
especies características: palmeras, quebracho colorado, yuchán, no sólo
resulta útil para establecer los limites del gran chaco, sino también suges­
tivo para reflexionar sobre la historia de la flora chaqueña.
Pasemos ahora a considerar los estudios más recientes realizados
en nuestro pais.
Ragonese (1951), dedicó un estudio monográfico a la vegetación y
a la flora de las Salinas Grandes, reconociendo tres cinturones de vegetación
que rodean conce'ntricamente al desierto salina, a saber: la estepa de nanofa­
nerofitos suculentos o jumeal de Allenrolfea patagonica y Heterostacth ri­
tteriana; el matorral halófilo o cardonal de Cereus coryne, Geoffraea decor­
ticans y Maytenus vitis-ideae; y el quebrachal de Aspidosperma guebracho­
blancoI describiendo asimismo las fases de degradación de este último hacia
matorrales de distintas especies. En cada una de estas comunidades fisong
mico-flori'sticas realizó censos según el método de Zurich-Montpellierfpero
dichos censos no fueron utilizados para establecer asociaciones en el sentido
de esta escuela.
(9
Hueck (1953), describe y cartografia las comunidades vegetales
de la Provincia de Tucumán, de acuerdo a criterios fisonómico-flori'sticos.
Dentro de los bosques chaqueños considera tres comunidades: el bosque de
algarrobo, el de quebracho y el de tala-mistol. El bosque de algarrobo se
encuentra tanto fuera de la zona chaquefla, bajo clima árido,donde es mante­
nido por 1a humedad edáfica (Ver Morello-1958), como dentro del chaco en
Santiago y Catamarca,donde bordea suelos salinos, y en este caso pueden en­
trar en su composición ambos quebrachos. En el bosque de quebracho dis­
tingue tres variantes: el bosque normal, el de sequi'aextrema con Trithri­
nax campestris , y el de áreas montañosas con horco-quebracho y yuchán.
El bosque de tala-mistol es el más higrófilo de los tres tipos de bosques ch_a_
queños y está. caracterizado por estas dos especies,y además por el ceibo,
por Sapium haematospermum y Schinus molle. Bordea el bosque de quebra­
cho por el Oeste, pero en manchones discontinuos.
Hueck realizó también el mapa de vegetación de Salta y Jujuy (ho­
ja La Quiaca, escala 1:1.000.000, inédito), utilizando los mismos tres tipos
de bosques chaqueños. Varias observaciones pueden hacerse respecto a es­
tos trabajos, en primer lugar, es de hacer notar la falta de descripción y
caracterización precisa de cada una de las unidades mapeadas. Es inútil dar
detalles de la distribución de una comunidad en un mapa cuando ésta se en­
cuentra insuficientemente definiday caracterizada. Por otra parte el bosque
de algarrobo reune un conjunto de comunidades bien diferentes ecolo'gicamen
te, como pueden ser los algarrobales freatófitos de clima árido y los alga­
rrobales del chaco que, en muchos casos, son resultado de la destrucción
del quebracho! El bosque de quebracho a su vez está, como dijimos, vaga­
mente caracterizado; probablemente lo que Hueck denomina variante normal
sea el quebrachal flori'sticamente más rico de la zona norte del chaco semi­
árido, mientras que la variante de sequía sea el bosque de quebracho empo­
brecido, característico de la región meridional del chaco. Además creo que
(10
el bosque Chaqueñoserrano tiene diferencias tan significativas con el que­
brachal de llanura como para merecer un tipo aparte. Finalmente, el bos­
que de tala-mistol parece ser un quebrachal explotado en zonas de piede­
monte con humedad edáfica extra, es decir una variante menor del bosque
de quebracho de llanura de Salta y Tucumán.
Czajka y Vervoorst (1956), realizan distintos perfiles de vegeta­
ción que cruzan el Noroeste argentino, desde el chaco hasta 1a puna, donde
representan diferentes tipos fisonómicos. En el área chaquefla reconocen,
fuera de las unidades azonales, tres tipos fisonómicos: el bosque espinoso
o sabana espinosa, con sotobosque formado por Bromeliáceas y Cactáceas;
el algarrobal Chaqueño; y el bosque seco de quebracho o sabana seca. E1bos
que espinoso sería en parte climáxico, en la zona más seca del chaco, en par
te antrópico, producto de degradación del quebrachal. El algarrobal igual­
mente puede ser antrópico y derivado del quebrachal, o de origen edáfico, en
suelos con humedad extra. Estas unidades tienen un gran paralelismo con
las utilizadas por Hueck, sólo que estos autores consideran a1bosque de tala­
mistol como una variante edáfica del quebrachal y dividen los algarrobales
de Hueck en dos tipos diferentes. Estos dos enfoques fisonómico-flori'sticos
son de utilidad indudable como primer paso en 1a individualización de gran­
des unidades, pero no nos permiten ir muy lejos enla interpretación ecológi­
ca ni en el análisis de 1a dinámica de la vegetación.
Morello y Saravia (1959 a, 1959b), realizan el primer estudio de­
tallado de las comunidades vegetales del chaco semiárido y de las relaciones
entre vegetación primitiva, ganadería, explotación forestal y comunidades
actuales. Aunqueel trabajo fue realizado en el chaco saltefio, sus conclusio­
nes son válidas en líneas generales para todo el chaco semiárido. Las prin­
cipales conclusiones son realmente de gran significación para comprender
los agentes y sucesos decisivos en 1a historia reciente de la vegetación cha­
queña: la desaparición de los pastizales, 1a invasión de leñosas, el papel del
(ll
fuego en ambos procesos, 1a acción del talado y del pastoreo sobre el bos­
que y la transformación de éste en comunidades secundarias. Puede criti­
carse este trabajo por las deficiencias metodológicas,principalmente en 1a
obtención de datos de campo y la realización de censos, lo que provoca en
ocasiones una generalización arriesgada, pero sin duda es el trabajo que ha
contribuido más al conocimiento de la vegetación chaquefia y de los agentes
que la condicionan.
Finalmente, citaremos el trabajo inédito de Sayago, "Esbozo fito­
geográfico y Ma de vegetación leñosa del norte de Córdoba", del cual sólo
conozco el resumen, Sayago (1963), y un mapa preliminar en escala 1: ­
250.000 realizado según el sistema fisonómico de Kuchler,donde se indican
además sobreimpresas, la presencia de especies características o raras. La
vegetación aparece dividida en cinco zonas de vegetación de llanura y tres pi­
sos de vegetación serrana. Mientras no aparezca el trabajo final, no será po­
sible apreciar los aciertos de este mapa, pero pueden aplicarse a él las con­
sideraciones válidas para todo el sistema de cartografiado fisonómico de
Kuchler, o sea, el ser útiles para un conocimiento general de la vegetación
de una región poco estudiada, pero presentar los inconvenientes de todo siste­
ma de descripción meramente fisonómico: ser inadecuado para una compren­
sión de la dinámica de 1a cubierta vegetal.
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ubicación geográfica de la regiónEiggra lb.h8p8 que muestra la
estudiada.Escala 122.500.000
(12
II. -_ CARACTERIZACION DE LA REGION ESTUDIADA.
A. Localización geogáfica.
La zona cuya vegetación se estudió (Figura l a, b) se encuentra ub_i
cada en el centro-norte de la República Argentina, en las Provincias de San­
tiago del Estero y Catamarca, siendo sus limites el ri'o Salado en el Este has
ta la localidad de Pinto; las Sierras de Sumampay Ambargasta, y las Salinas
Grandes en el Sur y SudOeste; la Sierra del Alto o Ancasti en el Oeste;el li­
mite entre las Provincias de Santiagodel Estero y Tucumán en el Oeste y
Nor Oeste, y el paralelo 27° latitud Sur en el Norte. Abarca una superficie
aproximada de 25. ooo km2.
No se ha recorrido toda la superficie comprendida dentro de los l_f
mites arriba indicados, pero en base al conocimiento exhaustivo de las comu
nidades vegetales de áreas caracteristicas reducidas y de reconocimiento ge­
nerales por el resto de la zona, y apoyándonosen consideraciones ecológicas,
tcpográficas, geomorfológicas y climáticas, pueden extrapolarse los datos re
cogidos a toda el área mencionada. No se tienen en cambio datos de campo
de la vegetación existente desde la margen izquierda del Salado hacia el Es­
te y Noreste, y no debe por consiguiente interpretarse este ri’ocomo límite
natural de ningún tipo de vegetación, sino sólo como frontera arbitraria de
la zona estudiada. Los otros límites en cambio pueden considerarse limites
naturales aproximados, más allá de los cuales las comunidades vegetales e­
xistentes difieren de las que habitan en la región considerada.
Fundamentalmente los grandes rasgos de la geografia fisica de la
zona podrian describirse separando dos tipos básicos de relieve: 1a llanura
y la sierra. La llanura no es sino el borde occidental de la gran llanura cha
quefia, con pendiente suavi'sima hacia el Sudeste que determina la dirección
de los dos ri’osprincipales que la cruzan, y altitudes sobre el nivel del mar
desde 100 hasta 300 metros. El ri'o Dulce, después de atravesar el amplio
valle que separa 1a Sierra de Guasayán de su prolongación hacia el Norte,
(13
tuerce su cauce hacia el Sudeste,y marca en este tramo el límite Oeste de la
llanura, pues su cauce se apoya sobre el piedemonte de la Sierra de Guasayán.
Bordeandola llanura existen tres zonas serranas pertenecientes a1sistema
de sierras pampeanas. La más importante por su extensión y altitud es la
Sierra de Ancasti, cordón longitudinal que separa la región considerada del
valle de Catamarca. Sus cumbres se elevan hasta 1. 800 mts. Al Este de la
Sierra de Ancasti, se extiende otro cordón longitudinal, mucho menos exten­
so y más bajo, la Sierra de Guasayán, cuyas cotas más elevadas no pasan
los 800 mts. Ambas sierras son montañas de falla, pero las fallas principa­
les en ambos sistemas están situadas en bordes opuestos, al Oeste del Alto
y al Este de Guasayán, de modo que las pendientes suaves de ambos siste­
mas serranos se enfrentan conformando un amplio valle longitudinal inter-mg
dio, con caracteristicas de bolsón. Por el eje de este bolsón pasa 1a li'nea fg
rrea que une Córdoba con Tucumán, que sirve asimismo de límite interpro­
vincial entre Catamarca y Santiago del Estero.
El faldeo Este de Guasayán se prolonga en las pequeñas elevacio­
nes de Ichagóny Los Cerrillos,terminando como ya hemos dicho sobre el
valle del ri'o Dulce. El tercer sistema serrano a que hemos hecho referen­
cia está constituido por las Sierras de Sumampay Ambargasta, que consti­
tuyen la prolongación más septentrional del sistema de sierras de Córdoba,
siendo en efecto la prolongación bifurcada de la Sierra del Norte o de San Pe­
dro. También estas sierras se prolongan en faldeos suaves hacia el Este hag
ta terminar en los varios cauces del ri'o Dulce.
Comoproducto de estos accidentes del relieve pueden reconocer­
se los siguientes ambientes geográficos dentro de esta región: los valles an­
chos y chatos de los ri'os Dulce, Saladillo y Salado; la zona mesopotámica,li­
geramente más elevada que separa estos cursos de agua; la Sierra de Guasa­
yan, su piedemonte oriental, y sus prolongaciones hacia el Norte y el Sur;el
bolsón alargado entre esta sierra y 1a de Ancasti; la Sierra de Ancasti y su
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(14
p iedemonte; la depresión ocupada por las Salinas Grandes;las Sierras de Su­
mampa y Ambargasta y sus piedemontes hacia el Oeste y Noreste. Los perfi­
les topográficos de las Figuras 2a,b, c, nos muestran las condiciones gene­
rales de pendiente, extensión y localización de cada una de estas unidades
geográficas. En este trabajo no se estudiará en detalle la vegetación de los
faldeos serranos, pero sf la de piedemontes y bolsones. Tampoco se consi­
derará la vegetación de los valles anegadizos de los ríos Salado y Dulce, ni
la de las Salinas, pero sf se analizarán las comunidades de la región mesopo­
támica más elevada. La razón para esta elección es simple: los faldeos se­
rranos tienen comunidades totalmente diferentes de las de la zona ondulada
donde afin se siente la influencia topográfica de éstas, pero sin aflorar el ba­
samento cristalino; y los terrenos bajos, inundables durante las grandes cre­
cidas, con suelos pesados y generalmente salinos, tienen vegetación también
característica, con mucho de común con la de las Salinas, diferente de la de
los suelos zonales de la región mesopotámica. Esta en cambio, es esencial­
mente similar a la pre-serrana. De modo que, en resumen, a pesar del gran
número de ambientes geográficos diferentes, los tipos fundamentales de ve­
getación son tres: serrano, de piedemonte y llanura no inundable, y de sue­
los anegadizos, de los cuales estudiaremos sólo el segundo.
B. Geologia y geomorfologi’a.
Geolo'gicamentepodemos considerar las siguientes unidades: el
basamento cristalino, grani'tico o metamórfico, que aflora sólo en los cordo­
nes montafiosos; los estratos sedimentarios del llamado "terciario subandino"
que forman franjas paralelas al relieve localizadas en los bordes de los ma­
cizos cristalinos; y los sedimentos cuartarios y recientes que cubren la gran
mayoría del relieve llano. Del trabajo de Beder (1928) se ha reproducido el
perfil geológico de la Figura 3.
El substrato geológicotiene importancia directa o indirecta, a tra­
(16
vés del proceso pedogenetico, sobre la vegetación que lo cubre. Asi’cada vez
que aflora el basamento cristalino cambia radicalmente la naturaleza del bo_s_
que, siendo reemplazado el quebrachal semiárido por el bosquechaquefio se­
rrano. Los sedimentos terciarios ricos en yeso influyen poderosamente en
el ambiente superficial, no directamente sobre el tipo de comunidad que los
cubre, sino sobre el grado de erosión del suelo y de recuperación natural de
la vegetación cuando se rompe el equilibrio natural. Es asf como se observa
que los terrenos con afloramientos yesosos son los más lábiles, más facil­
mente erosionables y más difíciles de recuperar de toda la zona pre-serrana.
En cuanto a los sedimentos cuartarios, podemos dividirlos en dos
grandes grupos: los pleistocenos y los recientes. Aquellos, de tipo fluvio­
lacustre o loessico, presentan un material original sobre el cual se desa­
rrollan suelos permeables, muy favorables para la infiltración y almacena­
miento de agua. Los sedimentos recientes en cambio, de origen fluvial, pue­
den ser arenosos y permeables en el curso superior de los ri’os,pero apenas
estos salen a la llanura y pierden bruscamente pendiente, depositan sedimen
tos finos, arcillosos, a veces con muchas sales, que son la base de los sue­
los pesados del curso inferior del Dulce, Saladillo y del Salado. También en
este caso el tipo de sedimentos, y el sueldo que es consecuencia, influye de
cisivamente sobre la comunidad vegetal que lo habita, pues según sea un ca­
so u otro tendremos el bosque de quebracho de margen de ri’oy sus comuni­
dades derivadas, o las asociaciones de vinal, cordón, jume y otras halofitas.
Si pasamos ahora a las características fisiográficas de tercer or­
den que se desarrollan en cada tipo de relieve, veremos como en la región
interserrana y preserrana de piedemonte y de bolsón, 1atopografía es ondu­
lada formando un relieve de colinas suaves y redondeadas, con diferencias
de altitud máximas entre sus cimas y sus fondos del orden de los 20 o 30mts.
En la región mesopotámica entre el Salado y el curso principal del Dulce, el
relieve también es suavemente ondulado, mientras que en la isla que queda
(.16
entre el Saladillo y el Dulce se encuentra un relieve totalmente plano, con di­
ferencias de cota que no pasan de un par de metros. Veremos luego como es­
tas pequeñas diferencias topográficas se traducen en la vegetación determi­
nando variaciones entre las comunidades de diferentes situaciones topográ­
ficas, variación que se hace más evidente en zonas extremas como los sue­
los salinos de 1a región llana recién mencionada, donde basta una diferencia
de nivel de un metro para que existan comunidades totalmente diferentes.
C. Suelos.
En el trabajo más reciente y completo sobre los suelos de Argen­
tina, realizado por Cappannini y Domínguez {1959), se consideran los suelos
zonales de la región estudiada como suelos Eedocálcicos rojizos. Son suelos
propios de regiones de lavado reducido, en clima cálido. Sus características
definitorias más importantes son: poseer acumulaciones calcáreas o yesosas
en el perfil, localizadas más bien en profundidad; reacción neutra a mediana
mente alcalina, y ausencia de sales solubles. Segúnla sexta aproximación
americana perteneceri’an al orden 7, de lavado moderado, con horizonte E
textural.
Según Kusnezov (1960), los suelos zonales en el chaco semiárido
santiagueño se han formado sobre limos loessicos amarillentos, y se carac­
terizan por un horizontei de color pardo, de 20-25 cms. , que pasa muy len­
tamente al ¿3_ de color pardo claro, y por fin a pardo amarillento a los 65­
70 cms. Los carbonatos empiezan a partir de los 70-80 cms.Para esta auto­
ra, que sigue las modernas clasificaciones rusas, los suelos desarrollados
bajo este tipo de bosque en clima subtropical semiárido, se denominan sue­
los "marrones", y se diferencian de los suelos castaños por desarrollarse
éstos bajo vegetación herbácea y aquellos en cambio en ambiente forestal, lo
que se traduce en una mayor profundidad de deposición de carbonatos y un
menor contenido en materia orgánica.
(17
Los pocos análisis de campo que realizamos en suelos forestales
no degradados se ajustan a estas caracteristicas,ya que en ningúncaso se
encontró presencia de carbonatos en los primeros 30 cms; el pH débilmen­
te ácido en superficie, se neutraliza a los 15-20 cms. y luego se alcaliniza
levemente.
D. Clima.
Siguiendoel sistema de clasificación climática de Koeppen,la re­
giónconsideradase encuentra incluidaen el tipom, es decir de clima
seco semiárido subtropical. Sus caracteristicas principales son: 1) Preci­
pitaciones anuales escasas de 400-500 mm. , en promedio; 2) Grandes ex­
tremos de variación de las precipitaciones en un mismo lugar en distintos
años, asi’por ejemplo la localidad de Recreo presenta extremos de 170 y
825 mm; 3) Notables diferencias en las precipitaciones en un mismo ano en­
tre estaciones cercanas, hay por ejemplo diferencias de 150mm. , entre lo­
calidades situadas a 25 km. de distancia y sin ningún obstáculo intermedio;
4) El año está dividido netamente en dos estaciones casi de igual duración,
una seca,pra’cticamente sin lluvias, el invierno, y la otra relativamente llu
viosa, el verano; 5) La humedad relativa es constantemente baja; 6) La eva­
poración potencial es siempre mayor que la precipitación, siendo la evapo­
ración potencial anual promedio del 1. 050 a 1. 100 mm. (Según Burgos y Vi­
dal, 1951); 7) Existen netas diferencias de temperatura entre el invierno
frio y el verano cálido; 8) El periodo de heladas dura dos meses, de media­
dos de Junio a mediados de Agosto; 9) Las lluvias de verano tienen muchas
veces caracter torrencial, siendo frecuentes las precipitaciones de 50y aun
de 100 mm. en un solo dia.
En resumen, podemos decir que se manifiestan dos tendencias cli­
máticas fundamentales: una de sabanización, otra de continentalización. El
régimen climático en su significado directo para la vegetación puede visuali­
5/35 : .545mr; (¿1'de J/z [am/lc: 414
5;?ny />A111;.
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(18
zarse mejor mediante gráficos que representen la marcha anual de las varia
bles climáticas más significativas. El diagrama ombroJérmico de Bagnouls
y Gaussen (1953)representa por ejemplo, temperaturas medias mensuales y
precipitaciones mensuales, usando una escala doble para las primeras. El
diagrama nos indica claramente entonces, la distribución, duración e intens_i
dad de los periodos de sequía. La Figura 4, es un diagrama de este tipo, tf­
pico para 1a zona considerada, ya que indica las condiciones idealizadas, abs­
trai'das de diagramas realizados para diferentes estaciones meteorológicas.
Vemos que si definimos como mes seco, aquel en que la precipitación men­
sual en milímetros es inferior al doble de la temperatura media mensual en
grandos centígrados, tenemos seis meses secos. lo que se ajusta bastante a
1a realidad. El diagrama de balance hi’drico de Thornthwaite (Figura 5) cons­
trude según las fórmulas dadas en Burgos y Vidal (1951), también nos mues­
tra como durante todo el año la evapotranspiración potencial es superior a la
precipitación, dandopor consiguiente como resultado una constante deficien­
cia de humedad.
Estas características de clima semiárido con lluvias torrenciales
concentradas en la estación cálida, hace que las condiciones de infiltración
del agua en el suelo tengan importancia crucial para el destino del agua de
lluvia, pues toda condición que disminuya la permeabilidad del horizonte su­
perior del suelo, aumentará enormemente el escurrimiento superficial,pro­
vocando en poco tiempo un grado considerable de erosión hídrica. De aqui’la
gran importancia que tiene en estos bosques el tapiz forestal de hojarasca
que mantiene permeable al horizonte A, frenando la acción compactadora
de las gotas de lluvia y' favoreciendo la infiltración del agua.
E. Economia.
Separemos en primer lugar las reducidas zonas con irrigación, li
mitadas a las márgenes del Dulce y el Salado, consu economía agrícola ce­
(19
realera, hortícola, fruti’cola o algodonera, del resto de 1a región con econo­
mia fundamentalmente ganadera y/o forestal.
En esta última 1a agricultura de secano tiene extensión e importa_n
cia limitada; constreñida a cultivos de verano, de ciclo corto, asume dos as
pectos diferentes: por un lado, la pequeña agricultura de subsistencia, sobre­
todo de maíz y unas pocas verduras de consumo familiar; por el otro, redu­
cidas extensiones de cultivos forrajeros, principalmente de sorgos.
Pasemos ahora a la ganadería y a la explotación forestal, que cong
tituyen las dos actividades básicas en la-vida económica de la región. En la
primera pueden distinguirse también dos modalidades bien diferentes. Por
una parte, la ganadería vacuna que está en manos de los estancieros, propig
tarios de la tierra y del ganado. Las estancias, cuya extensión se mide en
miles de hectáreas están explotadas en forma extensiva y poco tecnificada.
El ganado, en general rústico, recorre largos caminos en procura de pastos
o de aguadas. Las mejoras son escasas, faltan alambrados, bebederos, etc. ,
y pra'cticamente no existe manejo del campo. En verano puede haber exceso
de forraje, pero durante la larga estación seca, y principalmente en los últi­
mos meses de ésta, sólo existen pastos secos, impalatables, de modo que el
animal pasa por un periodo critico en su alimentación.
El número de cabezas vacunas en toda la Provincia de Santiago del
Estero ha oscilado en los últimos 75 años entre 580. 000 y 680.000; las dos
terceras partes de ganado criollo, repartidas fundamentalmente en el Sur y
Centro de la Provincia. Esta cifra nos indica que Santiago fue' a fines del si­
glo pasado 1amás importante de las Provincias ganaderas de la zona semi­
árida argentina, pero mientras que en otras provincias como el Chaco,Salta,
San Luis o La Pampa, esta actividad progresó hasta las primeras décadas de
este siglo, Santiago ha quedadopracticamente estancada. Catamarca, por
otra parte tiene un número de vacunos mucho menor, del orden de 150.000
en toda 1a Provincia, el 90%de ganado criollo.
(20
El otro tipo de ganaderia está representado por la cria de capri­
nos, y tiene una significación económica muy diferente; está en manos de
puesteros o encargados, para los cuales representa la principal fuente de
ingresos en todo el ano. Cada puesto tiene su majada, de alrededor de un '
centenar de animales que vagabundea diariamente por la vecindad, tocando­
se las áreas de las majadas vecinas, de modo que todo el territorio está ex­
puesto en mayor o menor grado a la presión del ramoneo.
La explotaciónforestal se hace tanto en tierras particulares co­
mo en lotes fiscales. Actualmente en esta zona del Sudoeste y Centro de San
tiago del Estero y Este de Catamarca, no existen aserraderos de importan­
cia por el estado deplorable de las masas forestales. Sólo los bosques cha­
queños serranos son explotados para madera. En cambio 1a fabricación de
carbón es intensiva y las baterias de hornos o carboneras, jalonan con su
presencia las etapas más degradadas de la vegetación leflosa. Mientras que
los aserraderos o las concesiones de lotes fiscales y particulares están en
manos de capitalistas madereros, los carboneros son el equivalente forestal
de los criadores de cabras, sin capital, sin medios, sólo constituyen otra
modalidad de economia de subsistencia.
En resumen, en 1a zona chaqueña semiárida no irrigada del Cen­
tro y Sudoeste de Santiago del Estero y Este de Catamarca, se muestran ola
ramente, tanto en su agricultura, como en la ganaderia o en la explotación
del bosque, dos economías superpuestas: una en manos de los propietarios
de la tierra o de capitalistas madereros, que concentra la gran mayoría del
valor de la producción; la o'tra casi de subsistencia, permite vegetar al res­
to de la población. Diri'amos que esta segunda es una economía residual, al
margen de la otra, o más bien subproducto de ella. Es sin duda la que más
seriamente degrada el ambiente, pero seri’a absurdo intentar extirpar este
apéndice sin curar el agente causal de esta dualidad económica, social y hum_a
na.
(21
De este panorama esquematizado diremos como conclusión que
en esta región se enriquecen todavía los pocos propietarios de la tierra y.
los concesionarios madereros, mientras que sólo vegetan en mi'seras con­
diciones de subsistencia el grueso de sus habitantes.
(22
HI. UBICACION DE LA VEGETACION ESTUDIADA DENTRO DEL
CUADRO GENERAL DE LA VEGETACION ARGENTINA.
A. Esquemas fitogeográficos existentes.
Las grandes regiones flori'sticas de nuestro pai’sfueron delinea­
das por Cabrera en su "Esquema Fitogeográfico de la República Argentina".
En ese trabajo se reconocen unidades de distinto nivel jerárquico que resul­
tan fundamentales para comprender el proceso de integración flori’stica de
la vegetación argentina. El Dominio Chagueño alli’definido y delimitado re­
presenta sin duda el resultado de un proceso histórico que condujo al mode­
lado de un linaje flori'stico.
Dado que un linaje flori'stico es el resultado actual de los aconteci­
mientos que han actuado sobre una determinada flora a lo largo de su histo­
ria, su definición precisa implicaría conocer su génesis, edad y desarrollo,
asi' como los factores ambientales climático-geológicos que lo modelaron.
Con nuestros conocimientos actuales no estamos en condiciones de cumplir
la mayor parte de estos requisitos, pero podemos intentar dar una primera
aproximación y considerar como linaje flori’stico Chaqueñoa aquel conjunto
de especies que se originó a partir de la flora neotropical terciaria, en el
Sur del cinturón tropical sudamericano, como respuesta a tendencias climé
ticas de sabanización creciente. (Para aclarar el concepto de sabanización,
ver Dansereau, 1957). Esta definición nos indica conjuntamente la geoflora
que le dió origen, el lapso geológico aproximado de su aparición y diferen­
_ciación, y el principal proceso climático-ambiental que la modeló.
A1Norte del cinturón selvático neotropical, también se diferenció
una flora peculiar como respuesta a condiciones de sabanización, pero ca­
racteristicas geográficas diferenciales entre los trópicos del Norte y del Sur
de Sudamérica, conjuntamente con el largo aislamiento evolutivo de las dos
floras, ha hecho que pocos elementos sean comunes al linaje florfstico cha­
(23
queñoy al linaje flori'stico sabánico de la zona septentrional de este continen­
te.
Parece conveniente recalcar que un linaje flori'stico no puede ser
caracterizado por un cierto género, sin considerar simultáneamente la his­
toria evolutiva de este género. Asi' Prosgpis es en América un género cuyo
mayor número de especies pertenecen al linaje flori'stico chaqueño,pero tiene
también especies que le son extrañas como P. juliflora. Una especie en cam
bio, por ser de origen monotópico, es siempre producto de cierto linaje flo­
rfstico, aunqueposteriormente pueda extender su área geográfica hasta terri­
torios muy alejados del centro de origen de su linaje.
Las unidades en los estudios flori’stico-históricos son, entonces,
grupos de especies resultantes de un modelado histórico común que ha actua­
do sobre una cierta flora original. Ahora bien, en cualquier territorio geo­
gráfico pueden coexistir diferentes linajes florísticos, ya sea por coloniza­
ciones sucesivas de elementos de origen diverso o por diferente velocidad evg
lutiva de especies de un mismo linaje, y en consecuencia, resulta totalmente
arbitrario intentar adjudicar a cada linaje flori'stico un área definida de la su­
perficie terrestre. Por ejemplo, es bien conocida la heterogeneidad, en cuan­
to a los elementos que constituyen su flora, de la vegetación pampeana, inte­
grada por lo menos por tres linajes florfsticos diferentes, uno austro-bras_i
lefio, otro Chaqueñoy otro andino. El colocar la pampa entonces como pro­
vincia fitogeográfica del dominio chaqueno, puede obscurecerel hecho del ori­
gen mixto de su flora, razón por lo cual resulta más eficaz considerar cada
unidad regional como integrada por uno o más linajes flori’sticos pero no como
perteneciente a un determinado territorio flori’stico.
Es decir los elementos flori’sticos constituyentes de un linaje son
especies que por su unidad de origen y de condiciones ambientales generales
en que se desarrolló su historia evolutiva durante un lapso de tiempo medido
en escala geológica, traducen con su presencia en un cierto territorio geográ­
(24
fico, información valiosa de caracter histórico, pero salvo. casos excepcio­
nales de territorios con flora muy uniforme, como podri’anser pequeñas is­
las aisladas durante gran parte de su historia geológica, ningúnterritorio
fisico podrá caracterizarse por la presencia de un único linaje flori'stico, de
modo que resulta inadecuado dividir la superficie terrestre en zonas flori’s­
ticas. Es por el contrario convenientecaracterizar los diferentes linajes,
catalogando los elementos que los integran y describiendo las condiciones
de su modelado histórico, e interpretar luego la flora de cada región del pla
neta como encuentro y superposición de diferentes linajes.
Si seguimos esta li'nea de pensamiento, podremos ver con mayor
claridad como el linaje flori'stico chaqueño se extiende por el dominio cha­
queño definido por Cabrera, es elemento fundamental en 1aflora de la pro­
vincia fitogeográfica chaquefla, y participa junto a otras líneas flori’sticas
en 1a integración de la flora de todas las provincias fitogeográficas pericha­
queñas, ya sea en la del monte, la del espinal o la subtropical, extendiéndose
incluso hasta la pampa o las sabanas austrobrasileflas.
En cada territorio la flora actual es resultado del encuentro de dis
tintos elementos flori'sticos. Asi’el bosque serrano de Piptadenia macrocarpa
y SchinOpsishaenkeana contiene elementos flori’sticos de las selvas subtro­
picales y del chaco; la vegetación de los faldeos áridos de las sierras pam­
peanas, ubicada por Morello en la provincia fitogeográfica del Monte, con­
tiene elementos andinos y chaquenos; los bosques de Schinogis balansae de
la Provincia de Santa Fe, presentan una conjunción de elementos chaqueños y
austrobrasileños.
De lo dicho se desprende que, establecer límites gográficos so­
bre la base de elementos flori’sticos, es más o menos convencional, lo que
no significa desconocer su utilidad como primera aproximación en 1a delimi­
tación de territorios cuya flora se labró bajo procesos ambientales comunes.
Pero si se desearan demarcar con exactitud los límites entre regiones flo­
(25
rfsticas nos encontrarfamos abocados a un irresoluble pseudoproblema.Vol­
viendo entonces al dominio chaqueño, repito que lo interpretaremos como el
área total en que se extienden en Argentina los elementos flori’sticos consti­
tuyentes del linaje Chaqueño.
La caracterización de unidades flori’sticas menores dentro del do­
minio chaquefio, constituye también un problema complejo. La división en
provincias fitogeográficas caracterizadas por el área de distribución de de­
terminadas especies, resulta no sólo arbitraria, sino también poco relevante.
La provincia del Monte, por ejemplo, es como hemos dicho área de conjun­
ción de lloras andinas y chaqueñas, y la lista de sus endemismos es hetero­
génea en cuanto a su origen. Sin duda los elementos chaqueflos de la provin­
cia del Monte son especies que han surgido como respuesta a condiciones cli­
máticas de sabanización extrema, es decir, de semidesertización y continen­
talización en una latitud subtropical. 0 sea que la tendencia climática básica,
no difiere de la.del chaco "sensu stricto" sino que es similar pero más acen­
tuada. Tratar de definir el Montepor sus endemismos, tropieza con la difi­
cultad básica de que no existe ningún endemismo, de cualquier origen que sea,
que se extienda por todo el territorio adjudicado a esta provincia fitogeográ­
fica, y esto sin considerar la acción perturbadora del hombre que puede mo­
dificar el área original de distribución de las especies.
Estas consideraciones bastan para indicarnos lo fútil que resulta
establecer unidades geográficas muy elaboradas con una base exclusivamen­
te florfstica. Podríamos adoptar también el criterio de considerar el Monte
como intersección de dos corrientes flori’sticas, pero esto no nos ayudaría
mucho para comprender los problemas que presenta la vegetación de este
territorÍO.
Lo dicho para el Monte vale con más razón aún para la provincia
del Espinal, que carece en grado superior al Monte de homogeneidad florfs­
tica. De modo que la división del dominio Chaqueñoen provincias según el
(26
esquema de Cabrera, no sólo es problemático por la falta de un núcleo im­
portante de especies que se limiten a cada una de las divisiones así estable­
cidas, sino que además las provincias definidas carecen de unidad incluso
desde el punto de vista histórico-flori'stico.
En base a estas consideraciones, creo que resulta más convenien­
te, no elaborar demasiados esquemas fitogeográficos meramente flori’sticos
y utilizar en cambio como unidades menores dentro de cada dominio florfsti­
co, unidades de vegetación o de vegetación y ambiente que tengan mayor sig­
nificado ecológico.
B. Ensayo de caracterización en pequeña escala de la vegetación chagena.
La provincia fitogeográfica chaqueña tiene según estas considera­
ciones poco sentido como unidad flori'stica. Cabrera en su esquema reco­
noce esta unidad por "el predominio de SchinOpsisy Aspidosperma", criterio
que para delimitar una unidad flori'stica de la magnitud del chaco, parece tan
convencionalo tan aceptable como cualquier otro. En este trabajo preferire­
mos hacer una sepración que refleje las condiciones ecológicas peculiares de
la vegetación en cada región, y con este objeto recurriremos en primer lugar
aun criterio fisonómico, estableciendo dentro del dominio chaqueño una pri­
mera división entre regiones con vegetación exclusivamente herbácea, de tipo
estépico, y las restantes regiones con vegetación de bosque, parque, sabana
con árboles o matorral. De este modo separamos del resto del dominio cha­
queño, la estepa pampeana y las estepas serranas de los faldeos elevados y
"pampas" de altura.
Esta separación fisonómica, tiene asimismo, además de un sentido
ecológico, un significado flori’stico, por ser ambas regiones muy afines en
este aspecto, siendo las zonas del dominio chaqueño en que el elemento flo ­
ral andino alcanza su máxima importancia. Los pastizales de altura de las
sierras de Aconquija, Ambato, Ancasti, Córdoba y San Luis presentan una
(27 l
afinidad flori'stica tan estrecha con las estepas de llanura del sur de Córdoba
o del Oeste de Buenos Aires que hace surgir la idea expresada en la literatu­
ra de que "la pampa es un chaco sin árboles". Pero en este caso, lo fundameli
tal del elemento flori'stico común no es Chaqueño, sino andino, por lo que pa­
rece más correcto decir que "la pampa es un pastizal serrano en la llanura",
al menos en su porción occidental.
Para el resto del dominio chaquefloresulta dificil seguir empleando
criterios fisonómicos para separar unidades ecológicas interesantes, a una
escala intermedia entre el dominioy las comunidades vegetales locales,por
la prolongada alteración fisonómica que ha impreso el hombre. Desde el pug
to de vista flori’stico, sólo valdría 1apena señalar que, la flora chaqueña casi
libre de elementos extraños en el centro de su área, se mezcla hacia ambos
bordes con elementos distintos: andinos en el Oeste y Sur, y austrobrasile­
nos en el Norte y Este.
Por otra parte es útil considerar el gradiente de humedad que atra­
viesa el chaco de Este a Oeste, originando comunidades de muy diferente sig­
nificado ecológico en su borde oriental húmedo y en su margen occidental se­
midesértico. Este gradiente de humedad tiene dos segmentos de gran signi­
ficación como limites ecológicosy económicos de importancia trascendental
a saber: los que separan la zona agronomicamente húmeda de la semiárida y
ésta de la árida. Estos lfmites agronómicos, considerados aqui’no como li’neas
sobre un mapa, sino como franjas de espesor y localización variable de año a
año, se puedenutilizar para separar tres grandes zonas bioclimáticas en el
chaco: una oriental húmeda, una central semiárida y otra occidental árida.
Puede parecer incoherente utilizar un criterio agronómicopara es­
tablecer limites de vegetación natural, pero en la escala que consideramos y
para el objetivo que perseguimos, este criterio, convencional como cualquier
otro, nos es útil y significativo. Es más útil que un criterio climático, como
podrían ser los limites entre zonas húmedas, áridas y semiáridas estableci­
(28
das por el sistema de Koeppeno de Thorthwaite, porque estos limites tam­
poco coinciden con límites ecológicos en la vegetación natural, y son mucho
menos significativos para la finalidad perseguida y en la escala considerada
que los criterios agronómicos.
El limite de cosechas anuales garantizadas, de agricultura de se­
cano de éxito dudoso y de imposibilidad de cultivos, influirán poderosamente
sobre la actividad económica del hombre en cada región, y esta actividad in­
fluirá a su vez, sobre lo que el hombre pretenda obtener de la vegetación na­
tural y será por consiguiente uno de los factores decisivos para establecer
su acción directa o indirecta sobre ella.
Son estos los motivos por los que preferimos dividir el área cha­
quefia según criterios de aridez basados en la posibilidad de cultivo de ce­
reales. Cuando se conozcan con mayor detalle las comunidades vegetales de
todo el territorio Chaqueño, será posible tener un cuadro completo de su ve­
getación sin necesidad de recurrir a criterios de separación extraños a la
vegetación misma.
Estos limites agronómicos no coinciden con los límites estableci­
dos por los fitogeógrafos para sus unidades, ya sean establecidas con base
flori'stica o fisonómica. Tienen además sobre éstos la ventaja de ser de de­
terminación sencilla, mientras que los limites entre los distritos florfsticos,
fuera de la zona de relieve montañoso, y por consiguiente de transiciones ta­
jantes, son tan difusos que dejan amplias áreas ecotonales sin ubicación.
Veánse, por ejemplo, los ecotonos entre las provincias fitogeográficas del
Monte, Chaco y Espinal en Morello (1958), donde un mapa indica que la zona
de transición entre estas tres unidades abarca una superficie cercana a la
mitad de la superficie total del Monte.
Limitándonos ahora a nuestro objetivo particular de esbozar en sus
grandes lineamientos la vegetación de la región chaqueña semiárida y árida,
veremos como pueden establecerse dentro de ella unidades menores. No hay
(.2 9
estudios que consideren con detalle la vegetación del chaco semiárido y ári­
do en su conjunto,de modo que basándonos en la bibliografía existente y en
el conocimientodirecto de la zona, trataremos de caracterizar algunas uni­
dades de significación ecológica evidente.
Sobre el margen oriental de la zona semiárida chaqueña.existen
dos tipos básicos de comunidades: los bosques y las sabanas. Los primeros
son los quebrachales de Schinopsis balansae; Schinopsis lorentzii, y Aspidos­
perma giebracho-blanco; las sabanas, con árboles aislados están dominadas
por Elionurus . Ambos tipos de vegetación han sido estudiados por Ragonese
y Covas (1940) y por Ragonese (1941).
Más hacia el Oeste, bien dentro de la zona semiárida, en la pro­
vincia de Santiago del Estero, desaparece SchinOpsisbalansae, y el tipo de
vegetación predominante es el bosque de Schinopsis lorentzii y Agidosperma
Eebracho-blanco , o quebrachal semiárido, bosque al que se le ha atribui’do
el caracter de climax en la zona. Sin entrar a discutir el muy debatido con­
cepto de clímax y su aplicabilidad al quebrachal semiárido, diremos que es­
ta comunidad se extendió primitivamente, antes que la persecución del hom­
bre redujera drásticamente su extensión, desde el chaco boliviano y paragua­
yo hasta el Norte de la Provincia de Córdoba, alcanzando en su extremo Sud­
Oeste la proximidad de las Salinas Grandes y el pie de la Sierra del Alto.
En el quebrachal semiárido se distinguen dos variantes que difie­
ren en la composiciónflori'stica de sus estratos inferiores. La primera de
ellas más rica en especies, abarca el área septentrional, más lluviosa y cá­
lida, del chaco semiárido, y podría denominarse giebrachal semiárido salteño.
Su límite meridional cruza el centro de la Provincia de Santiago del Estero a
la altura aproximada del parelelo 27°. El otro tipo de quebrachal semiárido,
que llamaremos santiaggeño , alcanza su máxima expansión en el centro y ­
SudOeste de esta Provincia. Aquí el clima es más seco y más fri’oen invier­
no, aunque fundamentalmente similar en su régimen al que prevalece en el
(30
quebrachal salteño. La siguiente lista de especies reúne algunas de las que
pueden ser utilizadas para diferenciar ambos tipos de bosque, ya que sólo
se encuentran presentes en el chaco salteño: Caesalpinia paraguariensis,
Achatocarpus praecox, Capparis retusa, C.tweediana, C. salicifolia, Ru­
prechtia triflora, R. apetala, Bulnesia bonariensis, B.foliosa, Bouganvillea
e
campanulata, B. praecox, B. infesta, Chorisia ins1g3is, Pereskla sacharosa,
Quabentia pflanzii, Acantosyris falcata , todas estas leñosas, asi' como nume­
rosas herbáceas y enredaderas como Ruellia, Arrabidaea, etc.­
Ambos tipos de bosque son típicos y exclusivos de la llanura cha­
queña, el resto de ésta, estuvo ocupada por sabanas limpias o arboladas, hoy
practicamente desaparecidas, y por comunidades edáficas de suelos tempora­
riamente inundadas: palmares de Copernicia alba; bosques de Bulnesia sar­
mientoi (palosantales) 'en el norte del chaco salteño; vinalares y jumeales en
las depresiones de suelos pesados o salinos, etc.
Acercándonos a las Salinas Grandes, desaparece Schin0psis lorent­
Li, disminuyen las precipitaciones, aumentandoel número de meses secos,
y se continentaliza más el clima. La vegetación adquiere un caracter distin­
to, constituyendo otra comunidad de distinta fisonomía y composición, que
podria designarse como bosque bajo, abierto y espinoso (thorn forest). Ro­
dea este bosque al desierto salino, y se extiende hacia el sur y el oeste por
los Llanos de La Rioja, valle de Catamarca, alcanzando su limite meridional
en el centro de las Provincias de San Luis y Mendoza. Como hemos dicho, ha
sido considerado hasta ahora como un ecotono entre el chaco semiárido y el
monte, que comienza más al Oeste, pero por la gran extensión que ocupa, asi’
como por poseer caracteres ecológicos propios, es mejor considerarlo como
una comunidadpeculiar y caracteristica, que por encontrarse dentro de la zo­
na agronómicamente árida podríamos denominar quebrachal árido.
La falta de barreras geográficas que 1a separen del semidesierto
del monto, fuera de las cadenas montañosas que constituyen barreras climá­
(31
ticas netas; asf como la degradación ant ropogénica que ha padecido con la
consiguiente aridización ambiental, hace que haya sido sumamente variable
para diferentes autores la ubicación precisa de esta región dentro de sus
respectivos esquemas fitogeográficos (Ver en Morello, 1958), las variacig
nes en los límites de monte y chaco según distintos autores).
Pasando ahora a la zona montañosa, vemos que en los faldeos de
las sierras que bordean a1bosque chaqueño semiárido por el Oeste. asi’co­
mo en las Sierras de Córdoba que lo limitan por el Sur, se encuentra, en su
piso altitudinal inferior, un tipo de bosque dominado por Schinopsis haenkeana,
enriquecido hacia el Norte por elementos subtropicales como Piptadenia ma­
crocarpa y P. excelsa.
Este piso de bosque Chaqueñoserrano, tiene límites bien netos en
su porción meridional (Ancasti, Ambato,Sierra de los Llanos, Sierras de Cór­
doba), pero en cambioes mucho más difuso y extendido hacia el piedemonte
en el Norte (Sierra de Medina, del Campo, etc.) Aquí los cebiles se asocian
con los elementos chaqueños constituyendo una comunidad de transición flo­
rí‘stica entre el dominio chaqueño y el de las selvas subtropicales. Acompañan
al cebil en esta porción septentrional del chaco serrano, un conjunto de espe­
cies características del chaco semiárido salteño, como el guayacán, el palo
borracho, Ruprechtia apetala, R. triflorg Capparis tweediana, etc., elemen­
tos que se van perdiendo paulatinamente hacia el Sur a medida que se empo­
brece también el bosque serrano. El cebil termina en 1aSierra del Alto, el
horco quebracho llega hasta la Sierra de Comechingones en el Sur. y 1a Sierra
del Valle Fértil en el Sudoeste; el guayacán se encuentra sólo como relicto en
la Sierra de San Luis y de los Llanos (Ver Castellanos, 1944).
Es interesante constatar entonces como el bosque chaqueñoserra­
no tiene mayor afinidad florística con el bosque chaqueño semiárido de tipo
salteño, afinidad quese mantiene aun en su porción meridional donde está en
contacto directo con el tipo santiagueño. Cuando consideremos luego las comu­
(32
nidades serranas con mayor detalle, volveremos a insistir sobre estas nota­
bles conexiones flori'sticas.
Por encima de este piso de vegetación existe en las sierras pam­
peanas perichaqueñas otro piso de bosque donde ya no predominan los ele­
mentos flori’sticos del chaco sino una asociación de especies andinas y selva­
ticas: Fagara coco, Lithraea molleoides, Colletia spinosissima, Flourensia
spp, etc. , con elementos arbustivos chaquenos como componentes de los es­
tratos leñosos bajos: Acacia caven, Geoffraea decorticans, Condalia micro­
pl_1y_]¿l_a,etc. Este piso boscoso se diluye, al aumentar la altitud, en las este­
pas de altura.
Los pisos de vegetación serrana van desapareciendo hacia el Sur;
es asi’como en la más meridional de las sierras que bordean el chaco, la
Sierra de San Luis, el piso de chaco serrano es muy angosto y está constitui­
do por una sola especie arbórea, el quebracho blanco, y a éste sigue el piso
de bosque de Lithraea mollepides que se entremezcla con los pastizales de
Stipa y Festuca. Al terminar las sierras, el bosque de quebracho blanco se
prolonga sobre los médanos aislados en la llanura pampeana de Córdoba y
San Luis.
Si hicieramos una transección latitudinal mostrando los diferentes
pisos forestales que ocupan las sierras marginales al bosque Chaqueñoen la
Provincia de Salta (Ver como ejemplo las listas flori'sticas del trabajo de
de la Sota, 1957) tendriamos, yendo de Este a Oeste: en la. llanura el quebrg.
chal semiárido salteno, que va perdiendo paulatinamente a medida que nos
aproximamos a los cordones montañosos, el caracter de semiárido, enrique­
ciéndose con elementos selváticos como Piptadenia, Astronium, Tabebuia,
Fagara, Cordia, Chlorophora, etc. , siguiéndole luego sobre los faldeos se­
rranos bajos la selva basal y a medida que ascendemos los demás pisos de
selvas, bosques y estepas montanas. En los habitats más secos, correspon­
dientes en altitud con la selva basal, ya sean filos pedregosos o pendientes
(33
muy pronunciadas, aparece un tipo distinto de bosque, transición entre sel­
va y chaco e intrincada combinación flori’stica de ambos, con Piptadenia,
Astronium, Chorisis msm, Schinopsishaenkeana,Capparis retusa, El;
prechtia apetala, etc.
Unperfil equivalente realizado en la latitud de la Sierra del Alto,
nos mostrari’a, partiendo del piedemonte oriental hacia la sierra: el quebra­
chal semiárido santiaguefio, el bosque Chaqueñoserrano al subir por los fal­
deos, y por encima, el bosque de molle y coco y la estepa. Comparando am­
bas transecciones podemos equiparar el piSo de molle y coco con las selvas
montanas de más al Norte y el bosque Chaqueño-serrano con el quebrachal
salteño y el bosque de transición chaco-selva. Es decir, los pisos del per­
fil latitudinal más seco y fri’o, en Santiago y Catamarca están emparentados
por sus afinidades flori‘sticas, con los del perfil latitudinal más húmedoy cé
lido en Salta, formando lo que podriamos designar como series latitudinales
homólogas de pisos de vegetación, siguiendo un gradiente Norte-Sur de em­
pobrecimiento en elementos selváticos subtropicales.
El bosque bajo de llanura o quebrachal árido termina, como ya in­
dicamos, a la altura de la Ciudad de San Luis; desde alli' hacia el Sur se di­
ferencian dos grandes tipos de comunidades: el pastizal-caldenal hacia el Sur
y Sudeste, y el matorral espinoso hacia el Sudoeste. Este último no es sino
el extremo austral empobrecido del quebrachal árido, sin Aspidosperma, pe­
ro con muchos de sus compañeros de comunidad que se extienden hasta el
Sur de la Provincia de La Pampa, donde termina como una cuña entre la ve­
getación patagónica en el Oeste, y el caldenal en el Este. (Ver Monticelli, 1938).
El caldenal por otra parte puede considerarse como la prolongación meridio­
nal del bosque Chaqueño-serrano y de 1a estepa de altura, siendo a su vez un
centro secundario de especiación dentro del área chaquefla, con elementos
propios como Prosopis caldenia, P. alpataco, P. globosa, etc.
Continuando ahora con el gradiente de humedad que atraviesa el
(34
chaco de Este a Oeste, llegamos a su extremo Oeste .semidesértico, cuya ve­
getación integra 1a provincia fitogeográfica del Monte. Sin entrar a conside­
rar la validez de este distrito florfstico examinemos sus afinidades con la
vegetación chaqueña adyacente, considerando solamente la parte central y
septentr'nnaldel semidesierto, es decir, desde San Juan hacia el Norte. Re­
cordemos en primer lugar como, en condiciones hídricas tan extremas para
la vida vegetal, los factores topográficos y topoclimáticos adquieren una im­
portancia inusitada en la elaboración del paisaje y de su cubierta verde, de
modo que no puede hablarse de vegetación del monto en forma unitaria, sino
de las comunidades que viven en cada uno de los habitats especiales que aqui' .
se forman.
Los distintos ambientes y su correspondiente vegetación han sido
delineados en sus rasgos generales por Vervoorst (1954)y por Morello (1958)
de modo que aqui’sólo recalcaremos la estrecha afinidad flori’stica existente
entre las comunidades del semidesierto y las del chaco semiárido. Asi', por
ejemplo, los faldeos pedregosos de las sierras albergan una comunidad en
cuya composición entran tres clases de elementos flori’sticos: 1) Los elemen­
tos flori’sticos chaqueños; 2) Los elementos endémicos, que consideraremos
como chaqueños en origen, pero surgidos como respuesta a condiciones de
mayor aridez; 3) Las especies de linaje andino o puneno. Entre los primeros,
dominantes en número, tenemos: Larrea divaricata, Acacia furcatispina, Pro­
sgpis torquata, Ximenia americana, Bougainvillea spinosa, Mimosa farinosa,
Mimozyganthuscarinatus, Acacia aroma, etc. Entre los segundos se encuen­
tran: Bulnesia Schickendantzii,Plectrocgpa rougesii, Plectrocarpa tetracan­
gi, Mimosa ephedroides, Zuccagniapunctata, especies afines filogenetica­
mente a especies o géneros chaquefios vecinos. De los elementos andinos po­
driamos citar: Cercidium praecox, que se extiende también por todo el chaco,
Chuquiragaerinácea, Montteaaphylla, Cassia crassiramea, Trichocereus
spa, Adesmia spp, etc.
(35
Si examinamos ahora la comunidad considerada arquetípica del
monte, el jarillal, vemos que también puede ser interpretado como un tipo
extremo de comunidad chaqueña. En efecto, el jarillal tipico del monte, do­
minado por Larrea cuneifolia, se encuentra asimismo en zonas limitadas de
los Llanos de La Rioja, pero aqui'asociada 1ajarilla con Aspidosperma gue­
bracho-blanco, constituyendo quizás el tipo más pobre estructural y flori's­
ticamente de quebrachal Chaqueño. Si consideramos que esta comunidad es
primitiva dentro de la vegetación del chaco árido, vemos entonces que el ja­
rillal de Larrea cuneifoliadel semidesierto es una comunidadchaquefiaem­
pobrecida, adaptada a este ambiente de sequi’aextrema.
Terminaremos este breve e incompleto esbozo de la vegetación
del Dominio Chaqueñoen sus porciones semiáridas y áridas, resumiendo
las conclusionesmás interesantes para destacar:
1. La división en provincias flori’sticas del Dominio Chaqueño no refleja ni
las relaciones ecológicas ni las afinidades flori’sticas estrechas entre las
comunidades existentes en cada una de estas provincias fitogeográficas.
2. Si en lugar de considerar territorios flori’sticos analizamos linajes, ve­
mos que pueden alcanzarse conclusiones valederas no sólo sobre las in­
terrelaciones flori’sticas de las diferentes comunidades, sino también de
la significación ecológica de cada elemento flori’stico.
3. Para dividir territorialmente el dominio Chaqueñoen una escala interme­
dia entre éste y las comunidades particulares de cada zona, lo más con­
veniente es recurrir a caracteres ecológicos y ambientales, como pueden
ser la fisonomía o los límites de sequía agronómica.
Dentro del cuadro delineado anteriormente, la zona estudiada en
este trabajo es la ocupada por el quebracha] semiárido santiagueño y por las
comunidadessabánicas relacionadas. Denominaremosa esta región M
semiárido santiagueño, teniendo claro que se usa este segundo adjetivo para
diferenciar este tipo de vegetación del chaco semiárido salteño , sin que
(36
implique darle connotación estrictamente geográfica, ya que en la Provin­
cia de Santiago del Estero se encuentran ambos tipos de bosque Chaqueño,
y el tipo santiagueño se extiende incluso por las provincias vecinas de Cór­
doba y Catamarca.
Haremos además, breves incursiones en el bosque Chaqueñose­
rrano, el chaco semiárido salteño, el chaco árido, el semidesierto del mon
te, y las diferentes comunidades de suelos arcillosos y salinos, sobre todo
con fines comparativos.
(37
IV. METODO Y DATOS.
A. Consideraciones sobre el método utilizado.
El método seguido en la recolección de datos de campo es el de la
escuela de Zurich-Montpellier. Se comienza realizando censos flori'sticos en
lugares elegidos concientemente, elección que se basa como es sabido en
ideas previas sobre la existencia de comunidades, o sea en considerar Iii;
ma facie a1 stand censado como florfsticamente homogéneo. La superficie
censada varia según el tipo de vegetación, oscilando en general entre 25m2.
para comunidades peridomésticas bajas y flori'sticamente pobres, hasta 100
m2. para stands forestales, áreas que resultan superiores al área minima
de las respectivas comunidades. En general, no se dió importancia a la del_i
mitación precisa de la superficie censada, sino que se comenzaba censando
una superficie del orden de magnitud anteriormente indicado y se continuaba
luego anotando las especies presentes en el resto del stand, cuidando bien de
no sobrepasar el limite del área florfsticamente homogénea. De este modo
se asegura un inventario completo en una muestra, pero no se omiten las es
pecies situadas fuera de ella que pueden encontrarse en un examen más rápi­
do del resto del stand.
En los censos sólo se eomputó para cada especie la estimación de
cobertura, según la escala de seis grados, anotando la vitalidad cuando esta
mostraba modificaciones evidentes. Las especies anotadas con indicación g
son las presentes en el stand fuera de la muestra censada. Se tuvo también
especial cuidado en anotar las características de la vegetación y del habitat
que parecian más significativas, de modo de poder integrar estos datos al
elaborar el cuadro de comunidades. En el invierno, 'en general, no se reali­
zaron censos con estimación del valor de cobertura, sino que simplemente
se confeccionaron listas de presencia, apareciendo en estos casos las espe­
cies en las tablas indicadas con un signo Á.
El trabajo de campo se comenzó en Enero de 1962, continúandolo
(38
durante ese verano hasta Marzo; se lo prosiguió en el invierno, con el obje­
to de analizar 1a vegetación en su periodo desfavorable, prosiguió durante el
verano de 1963y se tomaron los últimos datos en el invierno del mismo año.
La mayor dificultad práctica con que se tropieza es la identificación de las
especies, lo que requiere un conocimiento pleno de la flora regional, ya que
es necesario identificar todas las plantas, aunque se encuentren en estado
vegetativo o inclusive de plántulas. No existiendo ninguna flora completa de
la región, se hizo necesario un entrenamiento sistemático previo. Las deter­
minaciones sistemáticas fueron hechas en base a las monografias existentes
y para. aquellas familias no monografiadas, se recurrió a los distintos espe­
cialistas. *
Ño resultó posible identificar a algunas especies y en estos casos,
se añade una breve descripción que permite su individualización. Todas las
especies citadas han sido herborizadas y se conservan en el herbario del La­
boratorio de Ecologia Vegetal de la Facultad de Ciencias Exactas y Natura­
les.
El plan general de trabajo de campo fué comenzar analizando exhaus
tivamente la vegetación de una zona limitada, estudiando todos los stands que
aparentaban diferencias fisonómicas o flori’sticas. Para ello se eligió la Es­
tancia El Salvador, en el Departamento Choya, Provincia de Santiago del Es­
tero. Una vez censadas y conocidas las comunidades alli' presentes, se prosi-'
guió con el análisis de las comunidades del resto de la región. Este procedi­
miento facilitó la realización del trabajo, pues una vez familiarizados con to­
das las comunidades de un lugar que presentaba una gran variabilidad de ha­
bitats, resultaba fácil ubicar toda comunidad nueva que aparecía en el resto
de 1a región.
* Debo agradecer la colaboración de los siguientes especialistas:lng. L. Paro­
di(Gramfneas);Ing.A. Burkart(Leguminosas);Dr. A.Cabrera(Compuestas);Dra.
N.Troncoso de Burkart(Verbenáceas);Prof. N. Bacigalupo (Rubiáceas);lng. A.
Krapovickas(_Malvacéas)
(39
Con los censos se confeccionaron tablas de acuerdo con el método
habitual de la escuela de Z-M,. y de las tablas se extraen los grupos de espe
cies que sirven para delimitar las unidades de la vegetación, siguiendo el
sistema de Ellemberg (1950).
B. Datos obtenidos.
La Tabla 1, reune todos los censos realizados tanto en la zona ­
principal de estudio como en las regiones circundantes. Las eSpecies están
dispuestas en un orden aproximado de constancia. A continuación se detallan
las descripciones y demás datos de interés de cada uno de los censos corres­
pondientes al chaco semiárido santiagueño. Se especifica el número del cen­
so, la fecha de realización, localidad, fisonomía de la vegetación, uso ac­
tual y estado del suelo. Se añaden datos de tipo de manejo o de vegetación an­
terior cuando se conocen. En cuanto a.1a fisonomía aclararemos el significa­
do de los términos empleados, algunos de los cuales son de uso popular y ­
otros fueron acuñados. Quebrachal designa cualquier tipo de bosque de que­
bracho colorado y blanco, o sólo de quebracho blanco, que aunque pueda es­
tar muy degradado aun conserva árboles adultos con densidad suficiente co­
mo para. formar un estrato arbóreo. Fachinal designa un matorral denso de
arbustos bajos yespinosos, de composición variada, pero cuyo rasgo fisonó­
mico característico es la carencia de visibilidad, es decir, un observador no
puede ver a distancia a través del matorral que lo rodea. Fachinal sabánico
designa un matorral poco denso, de modo que resulte posible ver a distancia
a través de él. Jarillal es una comunidad arbústiva en que domina exclusi­
vamente Larrea divaricata. Si tiene gran abundancia de cardones (Cereus
cogne) lo denominamos jarillal-cardonal. Los demás términos fisonómicos
usados son autoexplicativos y no requieren definición previa.
Censo 1 (18-1-62) Ea. El Salvador, fachinal alto y abierto en fondo de cuen­
ca, pastoreo, carboneras.
(40
Censo 2 (19-1-62)Ea. El Salvador, jarillal en faldeo suave, vecino

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