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Kozameh,	Octavio
Tomar	el	cielo	por	asalto	(si	aún	existe):
(Re)actualización	de	la	Teoría	Marxista	de
la	Dependencia	en	clave	de	Marxismo
Ecológico.	Un	estado	de	la	cuestión	para
proponer	enlaces	necesarios
Tesis	presentada	para	la	obtención	del	grado	de	Licenciado	en
Sociología
Director:	Féliz,	Mariano
Kozameh,	O.	(2018).	Tomar	el	cielo	por	asalto	(si	aún	existe):	(Re)actualización	de	la	Teoría	Marxista	de
la	Dependencia	en	clave	de	Marxismo	Ecológico.	Un	estado	de	la	cuestión	para	proponer	enlaces
necesarios.	Tesis	de	grado.	Universidad	Nacional	de	La	Plata.	Facultad	de	Humanidades	y	Ciencias	de	la
Educación.	En	Memoria	Académica.	Disponible	en:
https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.2097/te.2097.pdf
Información	adicional	en	www.memoria.fahce.unlp.edu.ar
Esta	obra	está	bajo	una	Licencia	Creative	Commons	
Atribución-NoComercial-CompartirIgual	4.0	Internacional
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA
 TESINA 
Tomar el cielo por asalto (si aún existe): 
(Re)actualización de la Teoría Marxista de la 
Dependencia en clave de Marxismo Ecológico. Un 
estado de la cuestión para proponer enlaces 
necesarios.
 Alumno: Kozameh, Octavio
Legajo N°: 100856/7
Correo electrónico: 
octkoz91@gmail.com
Director: Féliz, Mariano
Fecha: 22/10/18
RESUMEN: En este trabajo pretendemos realizar un estado de la cuestión sobre los 
principales debates de la Teoría Marxista de la Dependencia para dar cuenta de la 
necesidad de su reactualización desde una perspectiva ecológica que dé cuenta de la 
situación de dependencia desde otro ángulo. Para tal reactualización, proponemos 
anclarnos sobre tres categorías específicas que nos permitan articular la propuesta a lo 
largo del trabajo: superexplotación de la naturaleza, intercambio desigual y el rol de 
Latinoamérica como proveedora de bienes comunes. A su vez, pretendemos realizar lo 
mismo desde la corriente del Marxismo Ecológico para pensar desde sus principales 
debates la posibilidad de enriquecer el debate sobre la dependencia desde un análisis 
marxista de las consecuencias ecológicas del capitalismo global. Por último, 
pretendemos presentar una serie de categorías (Imperialismo Ecológico, Deuda 
Ecológica y Plusvalía Ecológica) que puedan servir como puente entre ambas corrientes 
de pensamiento, y que permitan en futuras investigaciones y desarrollos teóricos aportar 
a reactualizar la Teoría Marxista de la Dependencia en clave ecológica y al Marxismo 
Ecológico en clave latinoamericana o dependiente. Es necesario releer algunos debates 
clásicos a la vista de las nuevas urgencias intelectuales que nos plantea el capitalismo 
global de nuestros días.
Términos claves: Dependencia – Marxismo – Ecología – Imperialismo – 
Superexplotación.
Contenido
1. EPIGRAFES Y DEDICATORIAS............................................................................1
2. INTRODUCCIÓN.......................................................................................................2
3. CAPÍTULO I...............................................................................................................6
2.1 ¿Enfoque o Teoría?...............................................................................................7
2.2 La teoría marxista de la dependencia..................................................................9
2.3 Especificidades de la situación dependiente y el rol de América Latina como 
proveedora de bienes comunes.................................................................................12
2.4 Intercambio desigual y fases de circulación......................................................14
2.5 “Superexploração da força de trabalho”..........................................................20
2.6 Actualidad y ¿generalización? de la SEFT.......................................................25
2.7 Ejercito Industrial de Reserva y socavamiento de la fuerza de trabajo en las 
sociedades dependientes............................................................................................27
2.8 Elementos que nos otorga el análisis de la TMD para pensar la dependencia 
en clave ecológica.......................................................................................................29
2.9 ¿Contemplan los análisis de la TMD las especificidades ecológicas del 
capitalismo dependiente en América Latina?.........................................................31
4. CAPÍTULO II............................................................................................................33
3.1 ¿Qué es el Marxismo Ecológico? ¿En busca de “enverdecer” a Marx?.........34
3.2 ¿Antropoceno o Capitaloceno?..........................................................................42
3.3 La Fractura Metabólica del Capitalismo..........................................................44
3.4 La subsunción real de la naturaleza al capital..................................................46
3.5 De la “primera” a la “segunda” contradicción del capital..............................48
3.6 Por un fortalecimiento mutuo del ME y de la TMD........................................55
5. CAPÍTULO III..........................................................................................................57
4.1 Imperialismo Ecológico: El marxismo ecológico desde la perspectiva del 
imperialismo, del intercambio desigual y del rol de América Latina como 
proveedora de bienes comunes.................................................................................58
4.2 Deuda Ecológica: Por una reivindicación de lo nuestro..................................67
4.3 Plusvalía Ecológica: Las penas son de nosotrxs, las vaquitas son ajenas.......71
4.4 IE + DE + PE como propuestas válidas para reproblematizar la TMD en 
clave ecológica............................................................................................................74
6. CONCLUSIONES.....................................................................................................76
7. BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................81
1. EPIGRAFES Y DEDICATORIAS
“Todos los pueblos de la tierra son iguales desde su nacimiento, todos los pueblos tienen 
derecho a vivir, a ser felices”
Ho Chi Minh
“Aquí es muy fácil que a uno lo maten. El coste que pagamos es muy alto. Pero lo más 
importante es que tenemos una fuerza que viene de nuestros ancestros, herencia de miles de 
años, de la que estamos orgullosos. Ese es nuestro alimento y nuestra convicción a la hora de 
luchar”
Berta Cáceres
“La revolución es una obra política. Es una realización concreta. Lejos de las muchedumbres 
que la hacen, nadie puede servirla eficaz y válidamente. La labor revolucionaria no puede ser 
aislada, individual, dispersa. Los intelectuales de verdadera filiación revolucionaria no tienen 
más remedio que aceptar un puesto en una acción colectiva.”
José Carlos Mariátegui 
Mis agradecimientos más profundos a mi mamá, mi papá y mi hermano, sin 
ellxs ni esto ni nada hubiese sido posible. A todxs lxs compañerxs de vida y de lucha. A 
todxs lxs que me ayudaron en el proceso de hacer la carrera y esta tesina. En especial a 
Mariano Féliz. Al pueblo que financia mis estudios, por el que pretendemos vencer. Una 
mención especial a la Ciudad de La Plata, que tanto me sorprendió desde un principio y 
que me dio el privilegio de ser un tucumano platense.
 
1
2. INTRODUCCIÓN 
En los ambientes académicos, intelectuales y políticos contestatarios de 
Latinoamérica, históricamente las ideas marxistas hicieron mella en las investigaciones, 
en las producciones intelectuales y en las estrategias políticas de los diversos campospopulares de nuestra región. Muestra de ello, sin lugar a dudas, es el carácter socialista 
que asumió la Revolución Cubana en 1961, los levantamientos armados de partidos de 
izquierda enarbolados en la lucha de clases, infinitas influencias ideológicas y 
programáticas sobre una diversidad de partidos políticos y movimientos sociales. Desde 
el APRA hasta el sandinismo nicaragüense de la década de los 80. Sin embargo, esto es 
ya terreno conocido.
¿Por qué decidimos traerlo a colación? Porque a pesar de la vasta tradición que 
ya tienen sobre sus espaldas las corrientes marxistas en Latinoamérica, podríamos decir 
que existen otras tradiciones también muy extendidas dentro de los sectores 
contrahegemónicos o populares a cerca del carácter eurocéntrico del mismo. Tantas 
veces se le ha imputado la miopía de no poder reconocer las particularidades de 
América Latina en relación a las especificidades de sus clases sociales, su carácter 
amerindio, sus cosmovisiones no positivistas, etc. No fueron pocos los encontronazos. 
Ni fueron pocas las veces en las cuales el marxismo ha sentado dogma y construido 
herejes en América Latina.
Sin embargo, también existieron corrientes que lograron explicar la particular 
realidad social latinoamericana a través de la articulación de la perspectiva marxista en 
clave no eurocéntrica con una visión latinoamericanista, por ejemplo, desde la llamada 
“cuestión indígena”. Uno de esos herejes fue José Carlos Mariátegui, que con su famoso 
2
“Ni calco ni copia, creación heroica” todavía alumbra ese camino de mixtura, de 
confluencia de ideas. 
Más cerca en nuestro tiempo, por fines de la década del 60 y comienzos de la 
década del 70, comienza a alumbrarse un camino similar desde el campo de la 
sociología, de la historia y de la economía. En ese momento, surge el problema de la 
dependencia en América Latina como una perspectiva a través de la cual investigar el 
capitalismo en la región. Este problema fue enfocado a partir de la necesidad de pensar 
las especificidades del capitalismo latinoamericano, no para pensar a América Latina 
desde las categorías clásicas de la economía política y de la sociología política. En este 
trabajo nos abocaremos específicamente a la Teoría Marxista de la Dependencia, y su 
afán de no claudicar ante la mirada europeísta del marxismo, ni hacerlo ante los 
enfoques weberianos o integracionistas de la dependencia.
Desde otro enfoque, podríamos decir igualmente que uno de los estigmas más 
grandes del marxismo en la región tiene que ver con que algunas de sus corrientes 
presentan poca capacidad-disponibilidad de descolonizar su pensamiento. No solo en el 
sentido previo de “mirar con ojos europeos nuestra realidad”, aunque también. Las 
críticas a las que nos referimos tienen que ver con el carácter desarrollista, etapista, 
modernista, cientificista y hasta con rasgos de positivismo que cargan ciertas corrientes 
del marxismo. Sin embargo, en los últimos 25 años viene desarrollándose con fuerza las 
corrientes del Marxismo Ecológico, que se sitúan en las antípodas con su pensamiento 
no desarrollista, no etapista, no moderno en su crítica a la noción de progreso 
indefinido, y crítico del cientificismo positivista como base del desarrollo capitalista. 
Estas corrientes críticas del marxismo convencional pueden –y de hecho ya lo 
están haciendo- tender puentes con las perspectivas decoloniales de los pueblos 
originarios, con las perspectivas del feminismo latinoamericano, etc. En la misma línea, 
3
en este trabajo nos abocaremos a establecer puentes entre esta corriente y la Teoría 
Marxista de la Dependencia.
Partimos de la necesidad de repensar la Teoría Marxista de la Dependencia. El 
interés que de fondo que guía las inquietudes intelectuales de este trabajo es reforzar la 
vigencia de la misma para comprender de manera más abarcativa los procesos sociales 
que pretende contemplar bajo su manto. Consideramos que la tradición teórica del 
marxismo dependentista latinoamericano sigue siendo muy útil para comprender las 
características centrales de nuestras economías en términos de superexplotación de la 
fuerza de trabajo, transferencia de valor, intercambio desigual, etc. Sin embargo, 
consideramos que algunas precisiones teóricas necesitan ser revisadas a la luz de los 
nuevos aportes teóricos y de las transformaciones del capitalismo global en los últimos 
40 años. 
Por otro lado, creemos que las insuficiencias de la perspectiva marxista 
dependentista responden a que fue un desarrollo sociológico-político que 
fundamentalmente puso el acento en la dominación y explotación de clase para pensar 
las relaciones centro-periferia. Los avances en las teorías decoloniales, feministas y 
ecologistas, tanto como la mayor articulación que el capitalismo requiere con el 
colonialismo, el patriarcado y el extractivismo, implican una mayor voluntad de 
desarrollo teórico en tal línea. Consideramos que es necesario reactualizar la Teoría 
Marxista de la Dependencia con los aportes de tales teorías, que permitan dar cuenta de 
las consecuencias del capitalismo dependiente no solo en clave clasista, sino también 
feminista, ecologista y decolonial.
El objetivo general de este trabajo consiste en reconstruir los principales debates 
de la Teoría Marxista de la Dependencia y del Marxismo Ecológico, para dar cuenta de 
la necesidad de reactualizar la primera en clave ecológica y de profundizar a la segunda 
4
en clave latinoamericana, y proponer una serie de categorías que permitan una 
aproximación entre ambas en futuras investigaciones. En primer lugar, pretendemos 
realizar un estado de la cuestión sobre los principales debates teóricos de la Teoría 
Marxista de la Dependencia para, a partir de allí, dar cuenta de la ausencia de una 
perspectiva ecológica dentro de la misma, al menos dentro de sus argumentos centrales. 
En segundo lugar, pretendemos reconstruir de la misma manera los argumentos 
centrales de la corriente del Marxismo Ecológico, para proponer, a partir de allí, una 
articulación en clave latinoamericana y marxista, una reactualización de la Teoría 
Marxista de la Dependencia en clave ecológica. Por último, proponer las categorías de 
imperialismo ecológico, deuda ecológica y plusvalía ecológica como articuladoras de 
los dos campos teóricos, para futuras investigaciones y desarrollos teóricos.
5
3. CAPÍTULO I 
Conceptualmente hablando, el “problema” de la dependencia como tal surge en 
los años 1960, en el medio de una generalizada crisis económica, política, cultural y 
social en toda América Latina, vinculada al agotamiento del modelo de acumulación 
desarrollista o nacional-populista, y al fortalecimiento del desarrollismo de tinte más 
definidamente tecnocrático, donde las FF.AA. ocupaban un importante rol de liderazgo. 
El golpe de 1964 en Brasil da cuenta de ello, lo que no es casualidad, teniendo en cuenta 
que fue en ese ambiente político-ideológico donde se originó el problema teórico de la 
dependencia. Dentro de este marco, se deslegitiman dos perspectivas muy fuertemente 
arraigadas en la intelectualidad académica y política de la época: por un lado, la 
concepción estratégica-táctica de los Partidos Comunistas de la región, fundada en 
interpretaciones dogmáticas y esquemáticas que promovían la alianza de las clases 
populares con las burguesías nacionales caracterizadas como progresistas, para la 
instauración de gobiernos nacionalistas, democráticos, “anti oligárquicos”, “anti 
feudales” y “antiimperialistas”; y por otro, la teoría desarrollista de la CEPAL 
(Comisión Económica para AméricaLatina y el Caribe) y su supuesto fundamental 
vinculado a un modelo de desarrollo concebido como modelo por el cual América 
Latina debía transitar de manera idéntica, al igual que lo hicieron los países 
desarrollados, para lo cual era necesario barrer con los obstáculos políticos, económicos 
y culturales incrustados en las denominadas “sociedades tradicionales” para así poder 
utilizar eficiente y racionalmente los recursos disponibles con una férrea dirección 
controlada desde el Estado (Bambirra, 1978). El “problema” de la dependencia surge en 
América Latina a partir del intento de erigir sobre estas dos concepciones desacreditadas 
un nuevo desarrollo de categorías que permitan pensar la especificidad del subdesarrollo 
6
latinoamericano, partiendo de premisas e interrogantes que ya habían sido planteadas 
por las dos perspectivas mencionadas.
Sin embargo, este nuevo “problema” no conducirá a la existencia de un único 
corpus teórico más o menos compartido por todxs lxs abocadxs1 a pensar en torno a él. 
Más allá de que durante mucho tiempo desde la academia, los ambientes militantes y los 
medios de comunicación identificaban al “problema de la dependencia” con el 
pensamiento dominante de F.H. Cardoso y su “enfoque”, paulatinamente se fueron 
perfilando dos perspectivas cada vez más diferenciadas (Sotelo Valencia, 2005). 
Compartimos con Ruiz Bruzzone (2016) la perspectiva de que esta problematización de 
la dependencia surgió como una propuesta teórico-metodológica que buscaba dar cuenta 
de la especificidad de la situación del capitalismo latinoamericano en el sistema 
económico mundial.
2.1 ¿Enfoque o Teoría? 
Desde las primeras obras que tematizaron la dependencia ya podemos observar 
que se fueron perfilando dos corrientes bien distinguidas desde algunos aspectos. En 
primer lugar, debemos dejar sentado lxs maximxs expositorxs de cada corriente, 
reconociendo en Fernando Henrique Cardoso, Francisco Weffort, Enzo Faletto, Jose 
Serra, algunxs de los miembros más referenciados de la concepción de la dependencia 
como “enfoque”. Y, en relación a lxs que se abocaron a la construcción de la 
dependencia como una teoría, una teoría marxista propiamente hablando, reconocemos 
1 A la hora de abordar este trabajo decidimos una de las formas de lenguaje inclusivo para dar cuenta de la 
diversidad de identidades de género y aporte a romper los enfoques binarios masculino-femenino. De esta 
manera, se decidió escribir con la “X” en lugar del masculino universal predominante en nuestra lengua. 
Esta decisión se enmarca en los avances que el movimiento feminista y LGTBI está logrando en nuestras 
sociedades.
7
como máximo referente a Ruy Mauro Marini, en colaboración con Vania Bambirra, 
Theotonio Dos Santos, Andre Gunder Frank, entre otrxs.
En segundo lugar, debemos reconocer los diferentes espacios institucionales 
donde se desarrollaron las categorías más representativas de cada corriente. Tomando en 
cuenta el origen brasilero de lxs primerxs y mas destacadxs pensadorxs de la 
dependencia, y la necesidad del exilio post Golpe de Estado del ’64, se produjo un 
éxodo intelectual hacia Santiago de Chile, por la relativa calma del clima político allí, y 
por la presencia del ILPES, el instituto de investigación económico y social de 
renombre de la CEPAL. Allí, y en torno a él, se desarrollarían los primeros trabajos 
dependentistas de la mano de Fernando Henrique Cardoso. 
Por otro lado, la perspectiva de la teoría marxista de la dependencia se originó en 
el Centro de Estudios Socio Económicos de la Facultad de Economía de la Universidad 
de Chile, en el marco del equipo de investigaciones sobre imperialismo y dependencia 
dirigido por Dos Santos, al que luego se incorporarían Gunder Frank, Bambirra y el 
propio Marini (Bambirra, 1978)
En tercer lugar, abocándonos a la problemática desde una perspectiva 
epistemológica-teórica, la corriente radicada originalmente en el ILPES privilegiaba una 
mirada de “enfoque” más que de teoría (Ruiz Bruzzone, 2016), en el sentido de que 
concibieron su actividad científica como un una manera, o un método de aproximación 
al estudio de la dependencia concebida como objeto de estudio, y no como teorización 
(Sotelo Valencia, 2017) fundamentado, según Cardoso y Faletto, en un “método 
histórico estructural y en una tipología de inspiración weberiana” (traducción propia) 
(Ibíd. :74) privilegiando el análisis de las estructuras de dominación políticas para la 
comprensión de la dependencia, construyendo de la misma, “un verdadero tipo ideal” 
(Martins, 2003:231). A partir de estas premisas, generaron una serie de conclusiones 
8
que giraron en torno a la crítica de la teoría marxista de la dependencia y al supuesto 
erróneo que adscribieron a ella en torno a la “imposibilidad de desarrollo en América 
Latina” (Sonntag, 1988), lo que no es una cuestión menor comprendiendo que desde la 
perspectiva del “enfoque”, “la dependencia es el paradigma de desarrollo de los estados 
periféricos” (Martins, 2013:45), dentro de los cuales el crédito externo y el 
endeudamiento podrían controlar los desequilibrios propios de los mismos permitiendo 
así procesos de industrialización (Cardoso y Faletto, 1969;1977), permaneciendo 
siempre dentro de los esquemas de las relaciones capitalistas de producción. En este 
punto, creemos que es necesario dejar en claro que no existió tal cosa llamada “teoría de 
la dependencia”, sino que así se denominó al “enfoque” del weberianismo dependentista 
representado fundamentalmente por F.H. Cardoso. En función de la notoriedad 
alcanzada, sobre todo durante la década de 1960, y de su condición hegemónica hacia 
dentro del pensamiento “dependentista”, lo que se reconoce como “teoría de la 
dependencia” hace referencia al “enfoque”, por lo que, cuando de aquí en adelante nos 
refiramos a ella, no reconoceremos otra cosa que la perspectiva del “enfoque”. En este 
punto, estamos en condiciones de adentrarnos en los preceptos generales de la teoría 
marxista de la dependencia (de aquí en más TMD) y en particular en el desarrollo que 
Ruy Mauro Marini hace de ella.
2.2 La teoría marxista de la dependencia 
De acuerdo con Marini (Sotelo Valencia, 1990) la teoría marxista de la 
dependencia no nace strictu sensu como pensamiento marxista, sino que en el camino 
fue incorporando elementos, cada vez más centrales, del marxismo, hasta plantearse 
enteramente como tal. Sin embargo, esto no implica desconocer las grandes influencias 
9
del marxismo al inicio de esta corriente, solamente significa reconocer otros aportes –
como los realizados por la doctrina de los PC latinoamericanos e incluso por la misma 
CEPAL- sin que se haya visto obligada a aceptarse ecléctica. 
En este sentido, recuperamos a Bambirra (1978) y a la enumeración de aspectos 
que realiza para comprender la confluencia de categorías que permitió erigir la TMD. 
Ellos son: a) los análisis de Marx y Engels sobre la situación colonial; b) la polémica de 
la socialdemocracia rusa y de Lenin en contra de los narodniki rusos; c) la teoría del 
imperialismo presente en Hilferding, Bujarin, Luxemburgo y en Lenin; d) la polémica 
presente en el II congreso de la Comintern sobre la situación colonial; e) la aplicación 
creadora del marxismo leninismo de Mao Tse Tung en China; y f) el análisis marxista 
para la comprensión del subdesarrollo realizado por Paul Baran en la década de 1950. 
Aspectos que, como ya dijimos, deben ser complementados por los mencionados 
anteriormente.
Si vimos que la perspectiva del “enfoque” se definía por una actitud 
epistemológica de “acercamiento” al objeto de estudio, y por su perspectiva weberiana, 
y que, catalogamos como marxistaa la TMD, queda por esclarecer entonces su status de 
teoría. En primer lugar, su status de teoría queda claro cuando comprendemos:
 “Su formulación teórica y su comprobación empírica elaboradas de manera 
coherente, sistematizadas y demostradas en un conjunto de obras fundamentales cuyo 
conocimiento es indispensable para todos aquellos que están preocupados y 
comprometidos, no solo con la comprensión de la realidad, sino sobre todo con su 
transformación” (Bambirra, 1978:8). 
Desde ya, es una teoría en el sentido marxista del término, indisociable y 
constitutiva de la noción de praxis. Ahora, sin embargo, cabe la pregunta acerca del 
10
nivel teórico-metodológico en el cual se constituye como teoría la TMD. Tal nivel no es 
el de la teoría de las leyes generales de funcionamiento del capitalismo elaborada por 
Marx y Engels, ni de un supuesto “modo de producción capitalista dependiente”, porque 
tal cosa no existe, sino que más bien es una teoría a un nivel de abstracción más bajo, al 
nivel del estudio de las formaciones económico-sociales capitalistas dependientes bajo 
la hegemonía del capitalismo mundial (Bambirra en Sotelo Valencia, 2017). 
La TMD sin dudas fue y es una teoría construida por muy prestigiosxs 
intelectuales y militantes revolucionarixs de Nuestramérica. Entre ellxs, lxs ya 
nombradxs, Vania Bambirra (1978), Theotonio Dos Santos (2002), Andre Gunder Frank 
(1971), fueron lxs mas reconocidxs, aunque también hubo importantes aportes por parte 
de Orlando Caputo y Pizarro (1970), Fernando Carmona (1970), Alonso Aguilar (2002), 
entre otrxs. Sin embargo, se suele asociar el nombre de Ruy Mauro Marini al punto más 
alto de análisis empírico y categorial al que llegó la TMD, en toda su obra, pero 
fundamentalmente en Dialéctica de la Dependencia (1973), donde encontramos el 
intento más sistemático de construir una TMD. Podríamos decir que la originalidad de 
Marini vino dada por lograr analizar la dependencia a la luz de fenómenos propios de 
las economías y de las sociedades dependientes con un arsenal ad hoc de categorías 
elaboradas específicamente para ello. Sin embargo, el propio Marini siempre reconoció 
que solamente se abocó a la construcción de los primeros cimientos de la TMD, que no 
era concebida de manera acabada ni mucho menos cerrada.
En Dialéctica de la Dependencia, Marini define a la dependencia como una:
“Relación de subordinación entre naciones formalmente independientes en cuyo 
marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o 
recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia. El fruto de la 
dependencia no puede ser, por ende, sino más dependencia, y su liquidación supone 
11
necesariamente la supresión de las relaciones de producción que ella involucra” (Marini, 
1973: 18)
2.3 Especificidades de la situación dependiente y el rol de América 
Latina como proveedora de bienes comunes
Previamente a encarar de lleno el análisis del elemento central del pensamiento 
mariniano y de la TMD, la categoría de superexplotación de la fuerza de trabajo, 
necesitamos comprender el porqué de su necesidad para entender la particular 
configuración de las relaciones de producción de las formaciones económico-sociales en 
América Latina. Para esto, en primer lugar, debemos abocarnos a plasmar una serie de 
tesis centrales de la TMD en relación a la situación latinoamericana. El 
desmenuzamiento de la naturaleza de la integración particular con que la región se 
incorporó al capitalismo mundial, del intercambio desigual que dió y que da un 
funcionamiento especifico a tal integración, y del ciclo característico de las economías 
dependientes nos orientarán en ese sentido. 
El ingreso de Latinoamérica al capitalismo mundial es la preocupación con la 
que se inicia Dialéctica de la Dependencia, y esto no es casualidad, ya que podríamos 
comprender a este proceso como el “pecado original” que la TMD pretende subvertir. 
Cuando pensamos en tal integración, pensamos en su carácter tardío y subordinado 
(Lastra, 2014), vinculado al intercambio desigual entre bienes primarios, de un lado, y 
manufacturas y empréstitos, del otro, es decir, del centro. Si nos permitimos hablar de 
un “centro”, lo hacemos porque Latinoamérica se integra a una estructura ya definida, 
en funcionamiento, es decir, a la división internacional del trabajo. Sin embargo, es 
necesario ser preciso en este punto. La situación colonial no es una situación de 
12
dependencia, como bien critica Marini a Gunder Frank (Marini, 1973). Es solo después 
de 1840 cuando se realiza plenamente la articulación con la economía mundial, ya que 
solamente a partir del desarrollo industrial del centro mundial es que aparecen bases 
sólidas para el buen funcionamiento de la división internacional del trabajo (Ibíd.). Tal 
desarrollo precisó de los bienes primarios producidos en Latinoamérica para sostener el 
incremento de la clase obrera industrial y de la población urbana del centro en general, a 
partir de la generación de una oferta mundial de alimentos y del desarrollo de un 
mercado de materias primas sustentados por nuestra condición “eldoradista”. Esta 
visión, tomada de Rene Zavaleta (1986), remite al rol de América Latina como 
proveedora de bienes comunes, como fuente inagotable de “recursos naturales”, 
vinculada al “mito del excedente”, que analiza varios procesos históricos en la región 
cuando se producen bonanzas económicas ligadas al “boom” de algún bien, y a los 
problemas que estos procesos conllevan (Svampa, 2012). Esto permitió que en los 
países del capitalismo más desarrollado se diera un desplazamiento desde la producción 
de plusvalía absoluta hacia mecanismos de producción de plusvalía relativa, ya que la 
gran oferta de materias alimenticias y primas en general permitió bajar el valor de la 
canasta básica de alimentos, y por tanto del valor de la fuerza de trabajo, permitiendo 
que este capitalismo protoindustrial se desenvuelva a partir del desarrollo de la 
productividad, y no de una cada vez mayor explotación de lxs trabajadorxs, como 
sucedió a partir de allí en nuestro subcontinente (Lastra, 2014). En este punto es 
necesario aclarar confusiones. Marini y la TMD no están argumentando que el hecho de 
ser economías exportadoras conduzca a tal situación, pues hay economías 
históricamente exportadoras como Alemania que igualmente sustentaron su desarrollo 
en mecanismos de extracción de plusvalía relativa, lo que nos conduce a pensar que no 
es la condición exportadora la clave de una integración dependiente al mercado 
13
mundial, sino el modo en que esta se constituye a través del intercambio desigual 
(Osorio, 2017), del cual nos ocuparemos ahora.
2.4 Intercambio desigual y fases de circulación 
La base primordial del intercambio desigual reside en que se dan procesos de 
intercambio en el mercado mundial a precios de producción2 que propician 
transferencias de valor desde las economías con baja composición orgánica del capital 
(en adelante COC) hacia las que tienen una alta COC, debido a que en las primeras los 
precios de producción tienden a ubicarse por debajo de su valor, en tanto que en las 
segundas esos precios se ubican por encima de su valor (Marx, 1973). Siguiendo a 
Marini (1973), la inserción de América Latina en el capitalismo mundial, fundada en el 
intercambio desigual, contribuyó a desarrollar un modo de producción específicamente 
capitalista asentado en mecanismos de plusvalía relativa. 
La contracara de la oferta mundial de alimentos, que se constituyó en gran 
medida en torno al ingreso de América Latinaal capitalismo mundial, también permitió 
abaratar el precio de las mercancías industriales y, a raíz de esto, construir una oferta 
mundial de productos manufacturados. Sin embargo, la primera contribuyó al 
abaratamiento de los productos primarios, mientras que los bienes manufacturados 
tendieron a mantener valores estables, lo que refleja que el deterioro de los términos de 
intercambio se generó a partir de tal incorporación al mercado mundial y no, 
claramente, a partir de un aumento de la productividad ya que en América Latina fue 
donde más lentamente sucedió eso. Citando al autor: “No es porque se cometieron 
abusos contra las naciones no industriales [la razón por la cual] estas se han vuelto 
2 Entendiendo a los precios de producción como los precios finalmente consignados por mercancía, al 
final del proceso productivo. Si bien, naturalmente, todo precio de producción contiene valor, 
generalmente difiere, por debajo o por encima, del valor que realmente contiene tal mercancía. 
14
económicamente débiles, es porque eran débiles que se abusó de ellas. No es tampoco 
por que produjeron más de lo debido que su posición comercial se deterioró, sino que 
fue el deterioro comercial quien las forzó a producir en mayor escala” (Marini, 
1973:31), y sentencia, “Negarse a ver las cosas de esta manera es mistificar la economía 
capitalista internacional, es hacer creer que esa economía podría ser diferente de lo que 
es (…) cuando de lo que se trata es de suprimir las relaciones económicas 
internacionales que se basan en el valor de cambio” (Ibíd.: 32). Es por esto, que cada 
vez menos las relaciones de intercambio desiguales se asientan menos sobre la violencia 
y cada vez más sobre mecanismos puramente económicos.
En este sentido, el desarrollo de las relaciones mercantiles que se expanden 
generalizando la ley del valor, simultáneamente crea las condiciones para que el capital 
pueda burlarla. Si bien el intercambio de mercancías expresa equivalencias 
teóricamente, en la práctica se observan diferentes mecanismos que permiten realizar 
transferencias de valor, expresadas en la determinación de los precios, saltando por 
encima de la ley del valor (Marini, 1973). El autor habla de dos mecanismos propios de 
la esfera de la producción, ya se trate de una concurrencia hacia dentro de un mismo 
sector productivo, o entre dos sectores productivos diferentes. En cuanto al primero, es 
decir, intercambios entre dos países industriales (no pasaría lo mismo entre dos países 
productores de materias primas, ya que allí no se observarían tan plenamente 
desarrolladas las relaciones capitalistas de producción basadas en mecanismos de 
plusvalía relativa) por ejemplo, se produciría una aplicación específica de la ley del 
valor, en el segundo, intercambio entre países industriales y países agrícolas, se 
produciría una transgresión de la misma. En relación al primer mecanismo, sucede que, 
por efecto de incrementos en la productividad del trabajo, una nación logre bajar los 
precios de producción de sus productos sin por eso aminorar deliberadamente los 
15
precios de venta, ya que las ganancias extraordinarias en función de la ventaja 
tecnológica, por ejemplo, se realizan sin eludir la ley del valor. En cambio, en el 
segundo caso, el mero hecho de que unas naciones produzcan bienes que las otras no 
hagan, o no con la misma facilidad, permite que las primeras eludan la ley del valor, 
vendiendo sus productos a precios que impliquen un mayor valor, configurando así, a 
través de estas transferencias, un intercambio desigual (Marini, 1973:33-34).
Antes de continuar con el análisis del ciclo de la economía dependiente, 
recuperaremos brevemente dos aclaraciones al respecto. En primer lugar, a la tesis de 
Iñigo Carrera (2008), que plantea la existencia de un “intercambio desigual al revés” 
(Osorio, 2009:233) a partir del análisis de la renta agraria extraordinaria o diferencial, 
desde la perspectiva del caso argentino. El argumento es el siguiente: en la producción 
agraria puede ocurrir que incrementos en la demanda exijan incorporar tierras de baja 
calidad o de difícil acceso, lo que permite que el precio de los bienes agrícolas se 
establezca a partir de los costos de producción y de la fertilidad de territorios menos 
agraciados en vistas del capital, lo que les permite a quienes disponen de mejores tierras 
la apropiación de una renta diferencial, de ganancias extraordinarias. Teniendo en 
cuenta que estamos hablando de bienes producidos para la exportación casi en su 
mayoría, dice Iñigo Carrera, que en la propia renta diferencial operan mecanismos de 
transferencia de valor, es decir, un intercambio desigual, solo que desfavorable para los 
países compradores del centro capitalista. Adherimos a las tesis de Osorio (2017) en que 
la renta diferencial, obviamente, propicias ganancias extraordinarias, pero esto no 
significa que la tasa de ganancia de estos capitalistas se mantenga necesariamente por 
encima de la de otros sectores productivos, y mucho menos de otras economías con una 
más alta COC. Incluso los beneficiarios de tal renta diferencial pueden transferir valor y 
16
encontrarse en relaciones de intercambios desiguales. El mismo razonamiento puede 
hacerse en relación a la renta diferencial petrolífera.
En segundo lugar, si bien reconocemos que Marini no fue del todo claro en esto, 
para la TMD el intercambio desigual no significa asumir que las economías 
desarrolladas explotan a las economías dependientes como insiste Astarita (2009). No 
quedan dudas que para Marini y la TMD las clases dominantes locales desempeñan un 
papel activo en la explotación que llevan a cabo los capitales y los Estados del mundo 
desarrollado sobre lxs trabajadorxs de las formaciones económico-sociales 
dependientes.
Ahora si, en relación al ciclo del capital en las economías dependientes, hay que 
tener en cuenta que las situaciones de dependencia se complejizan después de los 
procesos nacional-populistas o desarrollistas y sus proyectos industrializadores. Sin 
embargo, y aquí reside uno de los mayores aportes de Marini y de la TMD, donde 
existió industrialización fue solamente en algunos sectores de la economía ligados a la 
producción de bienes de consumo que precisaban de los bienes de capital aportados 
desde el centro capitalista, lo que, en última instancia, no implicó, como pretendían los 
desarrollistas de los años ’50 y ’60, un proceso de autonomización económica respecto 
al capitalismo global sino más bien todo lo contrario, profundizo los lazos de 
dependencia.
Basándonos en “El ciclo del capital en la economía dependiente” de Marini 
(1979) se distinguen en el mismo tres momentos del ciclo, lo que no implica ninguna 
novedad porque ya fue trabajado por Marx en el Libro I, Tomo I del Capital, hasta que 
no desmenucemos cada uno de esos momentos. La fase de circulación primera C1, la 
fase de acumulación y producción P y, por último, la segunda fase de circulación C2.
17
Durante el inicio de la fase C1, los capitalistas se lanzan al mercado por medios 
de producción, materias primas y mano de obra. El origen del capital dinero puede ser 
producto del ahorro privado interno (nacional o extranjero), de la inversión pública 
estatal, bajo la forma de acumulación de una porción de la plusvalía generada 
socialmente a través de impuestos o bajo la forma de inversión propiamente dicha en 
ciertas áreas de la economía como productor, y, ya en ese momento lo decía Marini, del 
capital extranjero a través de empréstitos o de inversión extranjera directa. En este 
último caso, el ciclo del capitalqueda determinado por el resto de su funcionamiento, ya 
que lo que el capital extranjero invierte, luego debe irse de las economías dependientes. 
Sin embargo, una parte del valor producido se fuga incluso si el inversor es un capital 
radicado en la economía dependiente o el mismo Estado, ya que nuestras economías al 
no producir bienes de capital se ven obligados a importarlo. En este sentido, es 
importante dejar claro que para Marini y la TMD el hecho de que las economías 
importen bienes de capital es insuficiente para caracterizarla como dependiente, lo que 
sucede en América Latina, argumenta, es la centralidad y la agudeza de tal elemento en 
la estructura de acumulación de capital de nuestros países.
Una vez que el capital posee los factores de producción, puede arrancar a poner 
en marcha la alquimia capitalista al interior del proceso productivo, para lo cual, de 
alguna manera, se borra el origen del capital dinero, es decir, si el propietario está o no 
radicado en la economía dependiente, lo que , por supuesto, tampoco quiere decir que el 
proceso productivo este independizado de la fase C1, ya que a partir de las condiciones 
generadas en esa fase, se acentúa la concentración del capital en las economías 
dependientes. Aquí es necesario establecer una serie de diferencias, ya que la burguesía 
se divide en fracciones y los procesos productivos no son homogéneos, sino que se 
encuentran en competencia por prevalecer en relación a la tasa media de ganancias de 
18
una economía determinada. Las empresas que operan en condiciones privilegiadas, las 
que provienen de los centros capitalistas o las empresas transnacionales 
fundamentalmente, por acceso a tecnología de punta y por una capitalización mayor, 
logran apropiarse de un margen mayor de plusvalía de carácter extraordinario, lo que a 
larga explica la fuerte tendencia monopolizadora presente en las economías 
dependientes. La contracara de este proceso, representado por las empresas pequeñas y 
medianas, ya sean de origen nacional o extranjero, deben transferir parte de su plusvalía 
a los capitales más concentrados, ya que, al revés de lo que sucede con ellas, deben 
vender sus mercancías por debajo de su valor, ajustándose al valor social promedio de 
una determinada mercancía, que, precisamente, es vendida por debajo de ese valor por 
parte de tales capitales. Por esto, existe la necesidad por parte de los capitales pequeños 
y medianos de obtener algún tipo de compensación que amortigüe los efectos de tal 
drenaje de plusvalía, ante lo cual la categoría de superexplotación de la fuerza de trabajo 
nos dará respuestas más adelante.
En la última fase de circulación también podríamos decir que se borran los 
orígenes de la mercancía desde su punto de vista inmediato de convertirse nuevamente 
en dinero. Solo después de ese momento se reestablece la importancia en torno al origen 
del capital, que reclama para sí los frutos del ciclo convertidos en ganancia. En relación 
a esta ganancia de los capitalistas, una parte de la plusvalía producida fluye al exterior 
en términos de remisión de utilidades, fuga de capitales, pagos de deuda, etc., y lo que 
permanece, que suele ser la menor parte en las áreas de la economía más atravesadas 
por el capital transnacional, es acumulado por el capital, por un lado, y por el otro, 
sustenta las altas exigencias de nivel de vida de las clases dominantes de los países 
dependientes. Una última, y no por eso menos importante, característica de este último 
momento es que, debido a la superexplotación de la fuerza de trabajo, que socava la 
19
capacidad de compra de la clase trabajadora, el capital se ve restringido a la hora 
realizar su ciclo dentro de las economías dependientes, por lo que intenta vender sus 
mercancías fuera de la economía donde fue producida. Si esto lo realiza una empresa 
radicada en el centro capitalista mundial, queda englobado en torno a los fenómenos 
ligados al imperialismo. En cambio, si esto lo realiza una empresa radicada en una 
economía dependiente, en relación a las empresas del centro capitalista mundial debe 
transferir plusvalía, lo que la obliga a buscar depositar tales mercancías en otra 
economía dependiente, lo que implica el fundamento de la noción mariniana de 
subimperialismo (Marini, 1977). En este punto, habiendo desarrollado las tesis 
fundamentales de la TMD desde la perspectiva mariniana, estamos en condición de 
profundizar sobre el meollo de la cuestión de la dependencia: la superexplotación de la 
fuerza de trabajo (de aquí en adelante SEFT). Como bien dice Osorio (2009), la ruptura 
del ciclo del capital en la reproducción dependiente es lo que permite explicar la 
categoría de SEFT y su centralidad en el esquema teórico de la TMD. La SEFT es 
asumida como el fundamento de la reproducción del capital dependiente porque permite 
al capital local, nacional y extranjero, incrementar sus ganancias apropiándose de una 
parte del fondo de consumo de lxs trabajadorxs a través de un mecanismo de 
compensación.
2.5 “Superexploração da força de trabalho” 
Previo a abordar el problema en sí, debemos hacer una serie de precisiones 
metodológicas y conceptuales generales. ¿Se trata de una categoría o de un concepto? 
Autores como Lastra (2014) y Ruiz Bruzzone (2016), se refieren a la SEFT como un 
concepto, pero nosotros compartimos la postura de Dias Carcanholo (2013): si se 
20
pretende marxista, debe ser comprendida como una categoría, en el sentido de que 
expresa una existencia real, como una faceta de la propia materialidad de la 
dependencia, en este caso, y no como un concepto, ya que estos están más asociados a 
una perspectiva idealista del conocimiento, a una construcción a priori en su vínculo con 
lo real, que necesitaría ser aprehendido por aquel. En cambio, la noción de categoría 
expresa las determinaciones concretas y objetivas de los fenómenos que permiten 
modos distintos de conocerlos.
Por otro lado, cabe preguntarse por qué nos referimos a la SEFT como tal, y no 
como una mera superexplotación del trabajo. Esta duda, en parte es deudora de la 
imprecisión del propio Marini que a veces utilizaba indistintamente ambas expresiones. 
Sin embargo, no quedan dudas que para él la superexplotación se ejerce sobre la fuerza 
de trabajo, y no sobre el trabajo mismo. Dias Carcanholo (2013) argumenta que, si 
defendemos la segunda idea, estamos confundiendo el valor con el valor de uso en un 
sentido ricardiano, es decir, confundir a la mercancía fuerza de trabajo con su valor de 
uso, el trabajo. Si no realizamos esta distinción, bien concluye el autor, no es posible 
entender el origen de la plusvalía, y esta solo aparecería como un robo.
Como dijimos al pasar, la SEFT es vista desde la TMD mariniana como una 
reacción compensatoria frente a las transferencias de valor que se realizan desde las 
economías dependientes frente a las dominantes. La esencia de las economías 
dependientes, afirma Marini (1973) es el divorcio entre producción y circulación que 
genera condiciones particulares de SEFT (Gomes da Costa, 2017). Ese divorcio, 
expresado en torno a los diferentes mecanismos de transferencia de plusvalía trabajados 
previamente, ocasionan una interrupción de la acumulación interna de capital en las 
economías dependientes, por lo que se genera la necesidad de mayores excedentes que 
amortigüen tal transferencia, imposibles de realizar en la esfera comercial, lo que, por lo 
21
tanto, ocurre a través de los mecanismos compensatorios de la SEFT en la esfera 
productiva (Amaral y Dias Carcanholo, 2009). La misma encuentra su particularidad en 
la primacía, nunca definitiva ni total,de los mecanismos de extracción de plusvalía 
absoluta, que contribuyeron a delimitar formaciones económico-sociales sustentadas en 
una mayor explotación relativa de la fuerza de trabajo, en el centro capitalista mundial.
Marini (1973) identifico tres mecanismos a través de los cuales opera la SEFT 
en las economías dependientes, ellos son:
a) El aumento de la intensidad del trabajo, como un mecanismo que 
aumenta la extracción de plusvalía a través de una mayor explotación del 
trabajador y no del incremento de su capacidad productiva.
b) La prolongación de la jornada de trabajo, es decir, la forma 
clásica de extracción de plusvalía absoluta, aumentando el tiempo de trabajo 
excedente en el cual el obrero sigue produciendo directamente para el capital.
c) La reducción del consumo de lxs trabajadorxs mas allá de su 
límite normal, lo que permite que, en ciertas circunstancias, “el fondo de 
consumo del obrero se convierta en fondo de acumulación del capital” (Marx, 
1973:505). Es la forma más característica dentro del neoliberalismo a través de 
la reducción del consumo de lxs trabajadorxs vía inflación, expropiación forzosa 
de parte del salario para contribuciones, regímenes tributarios regresivos, etc.
Sin embargo, podríamos agregar un cuarto mecanismo no trabajado por Marini, 
propuesto por Dias Carcanholo (2013a):
d) Que se produce cuando existe un aumento en el valor histórico de 
la fuerza de trabajo que no fuera acompañado por un crecimiento en los salarios, 
o al menos no en la misma proporción. 
22
En relación a los tres primeros mecanismos Marini (1973) argumenta que su 
característica especial aparece dada por el hecho de que se le niegan a lxs trabajadorxs 
las condiciones necesarias para reponer el desgaste de su fuerza de trabajo, en los dos 
primeros mecanismos porque se le obliga a realizar un esfuerzo mayor al que debería 
realizar normalmente conduciendo así hacia su agotamiento prematuro, y en el tercero, 
porque se le impide la posibilidad de consumir lo estrictamente necesario para conservar 
su fuerza de trabajo en estado normal u óptimo. Estos mecanismos, concluye Marini, 
significan que el trabajo se remunera por debajo de su valor.
En este punto, queremos dejar sentadas algunas de nuestras posiciones en 
relación al carácter del valor de la fuerza de trabajo, y, por lo tanto, de lo que ésta es. En 
primer lugar, el valor de la fuerza de trabajo sufre una doble determinación, por factores 
objetivos como por factores subjetivos, lo que lo vincula necesariamente al proceso de 
la lucha de clases (Ruiz Acosta, 2013), como así también a la extensión de las 
necesidades elementales de la vida de las familias obreras. En este sentido, retomamos a 
Lebowitz (2006) y su diferenciación en torno a las necesidades fisiológicas, 
imprescindibles y sociales, concibiendo al valor histórico de la fuerza de trabajo en un 
determinado contexto como producto de una elasticidad nunca fija ni predeterminada.
En segundo lugar, el valor de la fuerza de trabajo no está determinado por el 
tiempo de trabajo necesario para mantener alx trabajadorx adultx individual, sino por el 
necesario para mantener a la familia obrera (Marx en Ruiz Acosta, 2013), ya que la 
reproducción familiar es lo que garantiza el intercambio generacional de mano de obra 
disponible para el capital. Por otro lado, tomar la comprensión desde esta situación, nos 
permite incorporar el análisis del trabajo reproductivo no pago de las mujeres y su 
función vital en el funcionamiento del capital (Federici, 2013; Dalla Costa, 1975) 
23
Por ultimo continuando con el argumento de Sotelo Valencia (2017a), la SEFT 
no se identifica estrictamente hablando con la existencia de salarios altos, medios o 
bajos, sino que lo que institucionaliza y formaliza la SEFT en las formaciones 
económico-sociales dependientes es la existencia de tal salario medio que por lo general 
se encuentra por debajo del valor real de la mercancía fuerza de trabajo, pero por 
encima del salario mínimo básico y general que existe en las sociedades capitalistas.
Dentro de quienes se enrolan en la defensa de la vigencia de la TMD, existen 
algunos autores como Osorio (2009) y Dias Carcanholo (2013) que analizan el rol que 
tiene en las economías dependientes el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su 
valor, y llegan a la conclusión de que, a raíz de esta situación, en tales economías se 
presentan consecuencias estancacionistas (recesión, ausencia de crecimiento económico, 
etc.), producto de las limitaciones propias de un mercado interno signado por los efectos 
de la SEFT. En torno a esta problemática, Lastra (2014) se pregunta si es la propia venta 
de la fuerza de trabajo por debajo de su valor un condicionante para el menor desarrollo 
de la productividad en los países dependientes o, si, por el contrario, esta es una de las 
vías de compensación que tiene el capital para sobrevivir, e incluso crecer, sin 
desarrollarse considerablemente las fuerzas productivas.
El autor es contundente en su respuesta: “…no existe ninguna correspondencia 
entre la venta de la fuerza de trabajo por debajo de su valor y el atraso productivo. Por 
el contrario, los capitales ineficientes que operan en la región a una menor escala que la 
mundial pueden sobrevivir en la competencia mundial gracias a que se pagan salarios 
menores” (Lastra, 2014:54). En este punto, complementamos el análisis con la postura 
de Ruiz Bruzzone (2015) que, además, argumenta que el crecimiento económico es 
totalmente compatible con el normal funcionamiento de las economías dependientes, en 
determindas circunstancias, vinculadas con los ciclos de auge de la economía mundial. 
24
Por su parte, Marini (1973) se equivoca al considerar que los esquemas de reproducción 
del capital deberían realizarse por completo en el mercado interno, cuando la 
exportación puede formar parte del funcionamiento normal de dicha reproducción, 
como sucede en “los tigres asiáticos”, por ejemplo.
Lastra utiliza el ejemplo de la Argentina de los años ’70 en adelante, en relación 
a la progresiva instauración de la fase neoliberal del capitalismo argentino, momento en 
el cual se liquidan gran parte de los capitales más pequeños, lo que contribuye a 
ensanchar el ejercito de reserva industrial en el país, y, por lo tanto, a bajar los salarios. 
En este contexto, y paradójicamente, dice el autor, este empeoramiento de las 
condiciones de vida de lxs trabajadorxs va de la mano con un aumento de la 
productividad de los capitales más grandes de la economía que permitió, durante 
algunos años, cierto crecimiento económico.
2.6 Actualidad y ¿generalización? de la SEFT 
Existen algunas divergencias en torno a la especificidad (o no) de la categoría 
SEFT en relación a las economías dependientes. Frente a la pregunta: ¿hay SEFT en las 
economías centrales? Calcanholo (2013) y Osorio (2017), este último respondiéndole a 
Katz (2017) dan dos respuestas claras. En primer lugar, si la SEFT es solo entendida 
como un grupo de mecanismos que operan en función de elevar la tasa de plusvalor 
extraída de lxs trabajadorxs, la respuesta es claramente: sí. En cambio, si hacemos una 
lectura más global en relación a la SEFT dentro de la TMD, como categoría 
fundamental para comprender a las economías y sociedades dependientes, como 
mecanismo de compensación del capital frente al drenaje de valor realizado a través de 
diferentes mecanismos de transferencia del mismo, la respuesta es: no.
25
Otra pregunta de nuestro interés, que aparece vinculada con la primera, es la 
siguiente: ¿la SEFT en las economías dependientes solo implica mecanismos de 
extracción de plusvalor absoluto, o también puedeincorporar mecanismos de extracción 
de plusvalía relativa? Marini (1973) afirma que la superexplotación no es idéntica a los 
mecanismos de plusvalía absoluta, ya que incluye también una modalidad especifica de 
producción de plusvalía relativa, que corresponde al aumento de la intensidad del 
trabajo. Sin embargo, Dias Carcanholo (2013) afirma que Marini aquí se equivoca, ya 
que, en la teoría de Marx, el incremento de la intensidad del trabajo implica un 
mecanismo de plusvalía absoluta, ya que, con la alteración de la extensión, o de la 
intensidad, el resultado es el mismo. Sin embargo, se pregunta el autor, si esto 
implicaría que la SEFT solo implique mecanismos de extracción de plusvalía absoluta, 
respondiendo que no, por tres razones. En primer lugar, porque, como ya dijimos, no 
estaría vedado para las economías dependientes aumentos de productividad del trabajo a 
través de la elevación de su COC. Lo que sucede, es que tiende a ocurrir a un menor 
ritmo del que sucede en las economías centrales. Cuando estos aumentos se verifican en 
la producción de mercancías que componen el valor de la fuerza de trabajo, tal valor se 
reduce y se produce plusvalor relativo.
En segundo lugar, en línea con lo anterior, se puede producir plusvalor relativo 
incluso en las áreas económicas ligadas a la producción de mercancías que componen el 
valor de la fuerza de trabajo, aunque estas, en relación a la situación de los países 
centrales tengan una COC menor, es decir, aunque se produzca dentro de la misma 
esfera económica, transferencias de valor.
Por último, tal como fue señalado por Osorio, la SEFT puede reducir el valor de 
la fuerza de trabajo: “La intensidad del trabajo propicia un tipo de desgaste que termina 
reduciendo la vida útil del trabajador “en condiciones normales”, por la vía de 
26
enfermedades nerviosas y mentales, y por una elevación de los accidentes del trabajo, a 
diferencia de la prolongación de la jornada, con desgastes físicos inmediatos no solo por 
accidentes” (Osorio, 2004:54). En este punto queda claro que no son los mecanismos de 
plusvalía absoluta la especificidad de las economías dependientes.
2.7 Ejercito Industrial de Reserva y socavamiento de la fuerza de 
trabajo en las sociedades dependientes
El desarrollo del capitalismo conlleva a elevar la COC para poder sobrevivir, a 
costa de hacer descender progresivamente la tasa de plusvalía, y fundamentalmente, a 
costa de expulsar trabajadorxs del mercado de trabajo, arrinconándolos dentro del 
Ejercito Industrial de Reserva (EIR en adelante). Ante esta generalidad, debemos 
aportar el carácter específico que asume esta categoría dentro de la TMD en relación a 
la SEFT. En las economías dependientes, la formación de un EIR conlleva a exacerbar 
las formas de SEFT, fortaleciendo sus consecuencias sobre la fuerza de trabajo, 
especialmente en Latinoamérica (Amaral y Calcanholo, 2009). 
Vincular ambas categorías (EIR y SEFT) dentro de la TMD implica demostrar 
que la existencia de la primera, en condiciones de SEFT, no hace sino profundizar los 
mecanismos de extracción de plusvalía absoluta y relativa, provocando así impactos 
simultáneos sobre los mecanismos de extensión de la jornada laboral, de intensificación 
del trabajo y de caída del salario, permitiendo así al capital elevar la tasa de plusvalía, y, 
por lo tanto, su tasa de ganancia. Lo importante de la vinculación de ambas categorías 
reside en el hecho de que la existencia de una masa de trabajadorxs excluida 
temporalmente del mercado de trabajo ejerce una presión sobre aquellxs trabajadorxs 
que se encuentran efectivamente empleadxs, forzando a que se sometan con más fuerzas 
27
a las condiciones de SEFT propias de las sociedades dependientes, bajo amenaza de ser 
sustituidxs y desempleadxs por trabajadorxs del EIR (Ibíd.).
Ahora bien, en la medida que ambas categorías mencionadas se vinculan de 
manera específica en las sociedades dependientes, estos mecanismos terminan operando 
en pos de la devastación de la fuerza de trabajo (Ruiz Acosta, 2014). La SEFT supone 
empobrecimiento y desarrollo unilateral de las capacidades físicas y espirituales del 
trabajo, el agotamiento intensivo y anticipado de la fuerza de trabajo, es decir, su 
devastación prematura, acentuada aún más sobre las mujeres, responsables del trabajo 
reproductivo en condiciones no pagas (Ibíd.). Precisamente fue a partir de la década de 
los ’70 cuando estos mecanismos se intensificaron en Latinoamérica, comenzando así 
un largo proceso de devastación de la fuerza de trabajo de las familias latinoamericanas, 
algunas de ellas incluso ligadas a formas de trabajo semiesclavo (Ibíd.).
La devastación de la fuerza de trabajo en Latinoamérica a partir de la década de 
los ’70 se puede observar en diferentes procesos cada vez más propios de la condición 
dependiente de nuestras formaciones económico sociales: caída de los salarios reales, 
aumento de la pobreza y de la miseria, aumento de la proporción de tiempo de trabajo 
dentro del tiempo de vida de lxs trabajadorxs y aumento de los volúmenes absolutos y 
relativos del EIR (Ibíd.). En relación a este último punto, el ensanchamiento del EIR y 
su pauperización fueron acompañados por una gran oleada migratoria desde los países 
dependientes latinoamericanos hacia los países del centro, un elemento también cada 
vez más propio de nuestra condición y necesario de ser analizado en profundidad dentro 
de la TMD.
Consideramos que, más allá de la importancia de estos argumentos, y para los 
fines de este trabajo, podemos ver este asunto desde una perspectiva ecológica. El 
28
socavamiento del cuerpo de lxs trabajadorxs es posible observarlo no solo en sus 
consecuencias económicas, sino también como un problema ecológico en sí mismo.
2.8 Elementos que nos otorga el análisis de la TMD para pensar la 
dependencia en clave ecológica
Una vez realizado el reconto general de los debates clásicos de la TMD, 
pudimos observar que los análisis en clave ecológica no tienen la centralidad que 
consideramos que debiera tener para lograr dar con un diagnóstico más abarcativo de las 
situaciones de dependencia. Sin embargo, consideramos que en sus elementos centrales 
la TMD presenta elementos a partir de los cuales es posible reactualizar su incidencia. 
Las nociones de intercambio desigual, de América Latina como proveedora de materias 
primas, y la superexplotación de la naturaleza y de la fuerza de trabajo, son algunas de 
las categorías que proponemos sirvan para tales fines.
En relación al intercambio desigual y al rol de América Latina como proveedora 
de materias primas, al ser categorías entrelazadas que dan cuenta de lo desequilibrado 
del comercio internacional entre el Sur y el Norte global, en el sentido de que implican 
un cambio de materias primas, bienes comunes y elementos provenientes de la 
naturaleza por productos manufacturados, alta tecnología, deuda externa y otros 
elementos económicos, nos permite preguntarnos a cerca de las consecuencias 
ecológicas de estos intercambios y del rol asignado a América Latina por su particular 
inserción al capitalismo global. Si consideramos que los grandes problemas ecológicos 
en nuestra región del mundo están asociados al carácter específico del capitalismo 
latinoamericano, debemos poder pensar la dependencia también en clave ecológica. 
Preguntarnos acerca del rol del imperialismo que sostiene ese intercambio desigual y 
29
que asegura y perpetua el rol asignado a América Latina. ¿Opera acaso algún tipo de 
imperialismo de carácter ecológico sobre nuestra región? ¿Es posible pensar alguna 
respuesta desde lo ecológico que nos permite cuantificar y hasta intentarrecomponer los 
daños causados por el rol primario exportador de Latinoamérica? Estas preguntas serán 
vinculadas al análisis del Imperialismo Ecológico y de la Deuda Ecológica, en los 
siguientes capítulos.
Por su parte, la superexplotación de la naturaleza no aparece trabajada en lxs 
autorxs canónicos del origen de la TMD, aunque, sin embargo, en los últimos años una 
serie de autorxs vienen trabajando sobre ella desde esta perspectiva (Féliz, 2015; Féliz y 
Migliaro, 2017). Si la superexplotación de la fuerza de trabajo se vincula con el 
agotamiento del cuerpo delx trabajadxr que no puede reponer energías para volver al 
circuito de explotación laboral, la superexplotación de la naturaleza nos remite a la 
explotación indiscriminada de la naturaleza para producir y extraer bienes comunes de 
ella a un ritmo mayor del que permita su recuperación. Cuando hablamos de explotación 
a un mayor ritmo del que permita su recuperación, estamos hablando de destrucción 
ecológica. Y cuando hablamos de superexplotar la naturaleza, también contemplamos la 
superexplotación de lxs trabajadorxs. ¿De qué manera vincular este análisis con una 
perspectiva que dé cuenta de la destrucción ecológica del capitalismo? El análisis del 
socavamiento de las condiciones de producción nos dará una respuesta en los capítulos 
que siguen. ¿Si la superexplotación del trabajo tiene consecuencias en términos de 
extracción de plusvalía, que sucede con la superexplotación de la naturaleza? El análisis 
de la Plusvalía Ecológica quizá tenga algo para complementar nuestro análisis.
30
2.9 ¿Contemplan los análisis de la TMD las especificidades ecológicas 
del capitalismo dependiente en América Latina?
Para finalizar, queremos remarcar que una de las consecuencias más 
características de la existencia de la SEFT y de la condición dependiente de nuestras 
economías es la devastación social de la fuerza de trabajo. Sin embargo, esto no agota 
el análisis y consideramos que es necesario reactualizar la TMD en el sentido de 
rearticularla con una necesaria comprensión de las consecuencias que tiene la condición 
dependiente en términos de una devastación de la naturaleza, entendida como una 
superexplotación de la misma.
El análisis de la SEFT debe ser acompañado por un análisis que contemple las 
especificidades de la superexplotación de la naturaleza en nuestras sociedades 
dependientes. En general, consideramos que cualquier análisis profundo sobre las 
dinámicas del capital debe hacer foco de una u de otra manera en la relación entre ser 
humanx, sociedad y naturaleza. Mucho más necesario se hace, contemplar esas 
relaciones a la luz de las características especiales de las economías dependientes. ¿El 
único tipo de valor que se sostiene es el producido por el trabajo? ¿Lo único que se 
socava es la fuerza de trabajo en nuestras economías? Creemos que no.
Sin embargo, los principales análisis que reconstruimos acerca de la TMD (o al 
menos sus análisis clásicos: relación centro-periferia, desplazamiento de mecanismos de 
extracción de plusvalía absoluta a plusvalía relativa, intercambio desigual, SEFT, 
socavamiento de la fuerza de trabajo en los países dependientes, etc.) nos dan cuenta de 
una ausencia de preocupación sobre temas ecológicos en general, y sobre la dinámica 
capitalismo-naturaleza en América Latina en particular. Si bien en los debates centrales 
no identificamos una presencia de peso en torno a la cuestión ecológica, creemos que 
existen algunas categorías que pueden servir de articulación, o que pueden 
31
profundizarse en torno a la problemática ecológica. Ellas son: la noción de intercambio 
desigual, el rol de América Latina como proveedora de bienes comunes y la categoría 
de superexplotación de la naturaleza. 
Por otro lado, creemos que existen herramientas dentro de la corriente del 
Marxismo Ecológico que podrían indicar un camino para futuras investigaciones que 
aporten a la necesaria reactualización de la teoría de la dependencia.
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4. CAPÍTULO II 
Consideramos que la TMD, en toda su complejitud y desarrollo teórico, 
representa un punto ineludible para abocarse a la caracterización del capitalismo 
dependiente latinoamericano. Sin embargo, como ya dijimos al pasar, consideramos 
necesaria su reactualización a través de la incorporación en su seno teórico de 
problemas vinculados a las causas y a los efectos de la dependencia sobre los territorios 
de nuestra naturaleza, sobre la problemática de los pueblos originarios, sobre el cuerpo 
de las mujeres y de las identidades disidentes, etc. Para los fines de esta investigación, 
solo nos abocaremos a los problemas vinculados con la naturaleza, y para ello, 
manteniendo la raíz teórica de la TMD, se plantearán una serie de discusiones dentro de 
la teoría marxista en general, y en particular de lo que se conoce como “Marxismo 
Ecológico” (ME en adelante). Si las consecuencias del capitalismo sobre nuestras 
economías y sobre nuestra fuerza de trabajo se ven agravadas en relación a las que el 
sistema capitalista provoca en los centros mundiales, ¿Por qué no pensar lo mismo en 
cuanto a los efectos que tiene sobre la naturaleza o, mejor dicho, sobre nuestra relación 
con la naturaleza, el capitalismo dependiente? Si bien creemos que la TMD construyo 
su base teórica en una situación en la cual el capitalismo en general, y el dependiente en 
particular, eran diferentes, y que la teoría marxista no se encontraba abocada al 
desarrollo del ME –quizás en parte podríamos pensar por la fuerza ideológica que tenían 
los “socialismos realmente existentes” hacia dentro del marxismo-, consideramos que 
debemos situarnos sobre las debilidades, de ayer y de hoy, de la TMD, fortaleciéndola 
con las ventajas teóricas del ME, que sin lugar a dudas conducen a ventajas políticas en 
el sentido de permitir un mejor diagnóstico y una alianza menos excluyente de lxs de 
abajo contra el capitalismo dependiente.
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Hasta hace poco marxismo y ecología no habían sido asociados entre sí, excepto 
como términos opuestos que se cancelaban recíprocamente. En adelante nos 
abocaremos a las razones de su aproximación contemporánea, aunque no nos 
conformemos con ello. Como dijo James O’Connor: “No basta con que marxismo y 
ecología se limiten a saludarse cortésmente con la cabeza” (O’Connor, 2001:22). 
3.1 ¿Qué es el Marxismo Ecológico? ¿En busca de “enverdecer” a 
Marx?
Antes que nada, y pese a cualquier silencio u omisión que pueda recaer sobre el 
marxismo en su relación con el ecologismo, queremos dejar sentado que para este 
trabajo, el pensamiento de Marx y de una serie de pensadorxs marxistas nos aportan 
elementos para pensar dialéctica e interconectadamente la historia humana y la historia 
natural, entendiendo la naturaleza antiecológica del capitalismo y la necesidad de una 
teoría que dé cuenta de la relación contradictoria entre valor de uso y valor de cambio, y 
que, al menos implícitamente, de cuenta de la posibilidad de una futura sociedad 
ecosocialista (O’Connor, 2001:18)
En cuanto a la primera pregunta de este apartado, nos abocará el desarrollo de 
todo este capítulo, pero en cuanto a la segunda, queremos realzar el sentido político del 
debate ideológico hacia dentro del campo marxista y dejar sentado desde ya que nuestra 
intención no es “tornar verde” el desarrollo científico realizado por Marx y Engels, sino 
más bien insistir en la necesidad de afianzar y aportar al desarrollo de un ME, que, en 
última instancia, comprendemos como la consecuencia necesaria de la profundización 
de las tesis centrales del materialismo histórico. Sin embargo, también entendemos que 
esa profundización no esautomática, y que debe ser comprendida en el marco de la 
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lucha de ideas que implica. Por lo tanto, tal profundización partirá de la puesta en 
común de algunos argumentos básicos sobre los cuales se desarrolla el ME, teniendo en 
cuenta la relevancia para América Latina, en discusión con el marxismo “tradicional” y 
con el ecologismo a secas, para luego hacer hincapié en tres desarrollos teóricos que 
consideramos fundamentales para comprender al ME. En primer lugar, discutiremos la 
noción de “Antropoceno”, para definir a este momento histórico natural como un 
“Capitaloceno”. Luego, en segundo lugar, desarrollaremos los argumentos centrales de 
la “Teoría de la Fractura Metabólica” de John Bellamy Foster. Tambien recuperaremos 
el desarrollo aun embrionario del concepto de “Subsuncion real de la naturaleza al 
capital” de Ignacio Sabatella. Por último, desarrollaremos la tesis de la “Segunda 
Contradicción” del ME desarrollada por James O’Connor.
América Latina vive hoy políticamente una fuerte reacción conservadora, que 
acentúa muchos de los vicios estructurales de nuestro capitalismo dependiente, como ser 
la reprimarización de nuestras economías, el extractivismo, el saqueo de los “recursos 
naturales” presentes en territorio latinoamericano, etc. Sin embargo, todos estos 
aspectos recobran la forma de continuidades ininterrumpidas sobre las cuales se 
asentaron los proyectos sociopolíticos de tinte progresistas que supieron ser críticos con 
los preceptos del neoliberalismo de décadas pasadas.
Sin dudas que no sorprende que la reacción conservadora en boga ponga en 
riesgos y necesite justificar, en base a nuestras “ventajas comparativas”, la necesidad de 
explotar los bienes comunes de Latinoamérica, como tampoco sorprende que con otro 
armazón teórico los gobiernos progresistas hagan o hayan hecho lo mismo. Pero en este 
último caso, la justificación del extractivismo es “por izquierda”, ante lo cual nos vemos 
en la necesidad de discutir teóricamente sus posiciones. Por ejemplo, Álvaro García 
Linera, Vicepresidente de Bolivia y sociólogo de formación marxista, dijo que “detrás 
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del criticismo extractivista de reciente factura contra los gobiernos revolucionarios y 
progresistas, se halla pues la sombra de la restauración conservadora” (García Linera, 
2012: 110). Evo Morales, presidente de Bolivia, por su parte sostuvo que “el 
ambientalismo es el nuevo colonialismo del siglo XXI” (Stefanoni, 2012), mientras que 
Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, pidió que “no crean a los ambientalistas 
románticos, pues todo el que se opone al desarrollo del país es un terrorista” (Cit. Por 
Isch, 2014). Vemos la necesidad de pensar la problemática del ecologismo, o de los 
bienes de la naturaleza y su relación con nosotrxs lxs humanxs en Latinoamérica, 
porque creemos que no podemos negar que el fondo de la cuestión es la naturaleza 
colonial y depredadora del capitalismo, como a su vez, también consideramos necesario 
separarnos de las posturas marxistas que conlleven, de manera contradictoria con el 
propio marxismo, resabios antropocéntricos, productivistas y evolucionistas o 
desarrollistas.
Para dejar de lado esos resabios, es necesario un marxismo que radicalice la 
superación del binomio ecología-economía. Siguiendo a Jason Moore, el peligro de la 
historia ambiental cartesiana, dentro de la cual las relaciones sociales son 
independientes de la naturaleza entendida como red de vida, es que se releguen los 
procesos “ambientales” al mero terreno de la producción, dejando a la esfera del 
intercambio escindida de aquella. Este paradigma debe ser superado por una concepción 
de la ecología-mundo capitalista que comprenda ambas instancias como formas 
diferentes de conformación del medio ambiente, unificadas a través de la acumulación 
capitalista a escala mundial. Esto se torna relevante para la teoría marxista porque de no 
ser superado este binomio, el esquema se cosificaría y reproduciría el orden simbólico 
del pensamiento burgués, que “rompió en pedazos lo que originalmente era Uno” 
(Moore, 2013: 14-15). En la misma línea, Moore considera necesario que también se 
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deje de lado la perspectiva, muchas veces no explicitada, que ve a la naturaleza como un 
objeto y no como lo que realmente es, una relación de redes de vida (Ibid:16).
Sin embargo, más allá de estas críticas, son cada vez más lxs marxistas que 
superan tal binomio y se aproximan a pensar la naturaleza del capitalismo desde sus 
diversos efectos, tanto sobre la fuerza de trabajo, como sobre la naturaleza, que incluye 
a la primera. La superación del mismo, si bien requiere de aire fresco y de nuevos 
desarrollos teóricos, solo puede ser realizada a través de la recuperación de ciertos 
elementos de ME que ya están presentes en la obra de Marx y Engels, a pesar de 
algunos prejuicios vigentes en el campo político del ambientalismo y en el campo 
científico de la ecología.
De acuerdo con Sabbatella y Tagliavinni (2011) existen una serie de elementos 
que nos permiten defender la tesis planteada. En primer lugar, dicen los autores, 
basándose en el aporte de Bellamy Foster (2004), ya existe en la obra de Marx y Engels 
una concepción materialista de la naturaleza, construida a través de la influencia del 
filósofo griego Epicuro, el químico Von Liebig y Charles Darwin. El primero inspiró 
una concepción materialista de la naturaleza, el segundo una comprensión del desarrollo 
sostenible, y Darwin un enfoque evolucionista integrado entre naturaleza y seres 
humanxs. Sobre estas influencias, Marx desarrollo una concepción en la cual no existe 
dicotomía entre ser humano y naturaleza, la cuál no sería externa al ser humano que “… 
no está en la naturaleza, sino que es naturaleza”. 
En segundo lugar, el originario pensamiento marxista ya contemplaba de manera 
integral la producción de valores de uso, entre el trabajo humano y la “riqueza” natural, 
ya que “El trabajo no es, pues, la fuente única y exclusiva de los valores de uso que 
produce, de la riqueza material. El trabajo es, como ha dicho William Petty, el padre de 
la riqueza, y la tierra la madre” (Marx, 1973: 10).
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En tercer lugar, los autores recuperan, para la defensa de la existencia del ME, 
una serie de trabajos de diferentes corrientes del marxismo del siglo XIX y hasta 
mediados del siglo XX, que aportaron a tal desarrollo, en clave de problematización de 
la relación entre capitalismo y naturaleza, y que llegaron a esbozar algunas ideas sobre 
la crisis ecológica que vive el mundo capitalista hoy. Los primeros reconocidos como 
“ecosocialistas” fueron Podolinsky y William Morris en el siglo XIX. Tambien durante 
el estalinismo se anularon y censuraron una serie de análisis marxistas en clave 
ecológica, como los realizados por Nikolai Bujarin, luego asesinado y reconocido como 
“el muchacho de oro de la Revolución”. Sin embargo, uno de lxs que más aportes 
realizó en este sentido fue Walter Benjamín, quien cuestionó la noción de progreso y la 
noción lineal y mecánica de la historia. Como bien lo recupera Mascaro Querido, en el 
pensamiento de Benjamín, la representación materialista de la historia trae consigo una 
crítica inmanente del concepto de progreso, a partir del cual define la técnica como el 
dominio de la relación entre la naturaleza y lxs seres humanxs (Mascaro Querido, 
2010).
Por su parte, Michael Lowy afirma que desde los primeros escritos de Marx es 
identificable una preocupación por lo que él llama “naturalismo”, haciendo referencia a 
su visión del ser humanx como parte del medio natural, es decir, que la naturaleza es el 
“cuerpo no-orgánico del hombre” (Lowy, 2003:1)
Sin

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