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MTI-011-12-4--crimenes-famosos-por-envenenamiento

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El crimen por 
envenenamiento 
 
Introducción a la Toxicología 
 
 
 
Proyecto Integrado Ciencias al Servicio de la Investigación 
Criminal. Mª Ángeles Sánchez Guadix 
 
 
 
 
2 
1.- INTRODUCCIÓN: VENENOS 
Viktor Yushchenko, candidato a la presidencia de Ucrania, estaba contento. Según la 
última encuesta, era muy probable que ganara las próximas elecciones. Había que 
preparar bien el camino. Por eso aquel día de septiembre de 2004 cenaba con un 
personaje clave: el director de seguridad. 
 
Poco tiempo después de la cena, un 
fuerte dolor de cabeza lo obligó a 
retirarse. Al día siguiente, el dolor de 
estómago y de espalda se hicieron 
insoportables y le impidieron asistir a 
las presentaciones planeadas. Ningún 
medicamento lo aliviaba y el terror 
empezó a apoderarse de él cuando se 
vio en el espejo. Su rostro, que había 
sido el de un hombre guapo, ahora 
estaba tapizado de pústulas y quistes; 
su aspecto era monstruoso. 
 
Al practicársele un análisis de sangre, se encontró que contenía una concentración 
elevadísima de un veneno llamado dioxina, sustancia que es materia prima para 
fabricar el herbicida llamado agente naranja, que se usó en la guerra de Vietnam. La 
dioxina hace proliferar unas células llamadas macrófagos que provocan una reacción 
inflamatoria exagerada. 
Con ella los poros se tapan con queratina y aparecen quistes que dan a la cara un 
aspecto horrible. 
 
El envenenamiento de Yushchenko es sólo la 
repetición de un hecho ocurrido miles de veces 
en la historia. Los venenos, los envenenadores y 
los envenenados son una de las partes oscuras 
de la humanidad. 
El veneno es el arma del cobarde. El 
envenenador lo aplica en forma furtiva, fría y 
calculada; sabe que el envenenado padecerá un 
sufrimiento corto o prolongado y lo contemplará 
de lejos o de cerca para satisfacer el odio o los 
fríos cálculos de interés para terminar con él. Es 
la revelación de los más bajos instintos del 
hombre... o de la mujer, pues se cree que a lo 
largo de la historia o de la leyenda, ellas han 
sido las autoras, si no del mayor número de 
envenenamientos, sí de los más espectaculares. 
Ríos de tinta han corrido en la literatura universal sobre venenos y envenenadores. 
Por ejemplo, Shakespeare utilizó varios métodos de envenenamiento en el argumento 
de Hamlet. El fantasma del padre de Hamlet revela que vertieron veneno en su oído; la 
madre de Hamlet muere por beber vino envenenado; y el propio Hamlet muere durante 
un duelo al ser pinchado con la punta envenenada de una espada. Como se ilustra en 
 
3 
la obra, el modo en que un individuo se expone a un veneno es un factor crucial en los 
peligros que presenta el compuesto. 
 
Hamlet, Acto I, Escena 5, William Shakespeare 
 
Con un frasco de 
esencia ponzoñosa y 
vertió en los portales de 
mi oído el tósigo 
ulcerante, cuyo efecto a 
la sangre del hombre es 
tan hostil que al punto 
recorre como azogue 
las venas y conductos 
corporales y con súbito 
poder cuaja y coagula, 
como gotas de ácido en 
la leche, la sangre más 
fluida y saludable. Lo 
hizo con la mía. 
2.- UN CASO REAL: EL FACTOR INSULINA 
Kenneth Barlow, de 38 años, vivía en 
una cómoda casa en Thornbury, en la 
ciudad de Bradford en Yorkshine. El y 
su esposa, Elizabeth, una ex 
enfermera, habían estado casados 
menos de un año y estaban 
esperando su primer hijo. Ken era un 
enfermero popular en el Riding 
General Hospital en Huddersfield. 
Todos los que conocían a los Barlow, 
tanto socialmente como en el lugar de 
empleo de Ken, sentían que la 
atractiva pareja estaba muy 
enamorada. Localización de Bradford 
Los acontecimientos que tuvieron lugar alrededor de las 11:30 del 3 de mayo de 1957, 
fueron un golpe para todos los que los conocían. Se llamó a un médico a la casa de 
los Barlow. Respondiendo a una emergencia obvia, estuvo en la residencia en 
minutos. Ken lo guió a un baño de arriba, donde Elizabeth yacía muerta en una bañera 
vacía. 
Ken, comprensiblemente trastornado, le dijo al médico que estaba examinando a 
Elizabeth, "La encontré así. Dejé vaciarse la bañera y luego traté de revivirla, pero sin 
suerte." 
Ken siguió contándole al médico que había corrido a la casa vecina y les había pedido 
que llamaran al doctor. Volvió al baño y trató de revivirla por medio de la respiración 
artificial. 
Mientras Ken hablaba, el doctor continuaba examinando el cuerpo. Buscó evidencias 
de que Elizabeth se había desmayado por una caída, pero no pudo encontrar signos 
exteriores de trauma. 
 
4 
 
Notó que las pupilas de los ojos 
estaban ampliamente dilatadas y 
sospechó que a la mujer muerta le 
había sido inyectada una gran dosis 
de insulina unas pocas horas antes 
de su muerte. Buscó rastros de 
pinchazos y encontró varias 
pequeñas marcas en las nalgas. Con 
este descubrimiento, le dijo a Ken 
que comunicaría el resultado de su 
examen a la policía. 
Los detectives cayeron sobre la casa de Thornbury. Los investigadores notaron que 
los pijamas de Ken estaban completamente secos, lo cual era inusual considerando su 
versión de haberle hecho a su esposa respiración artificial en la bañera. El piso del 
baño también estaba seco, lo cual era extraño si uno asume que una mujer que se 
está ahogando se debatiría y salpicaría agua de la bañera al piso. 
Una búsqueda en la residencia recompensó a los detectives con cuatro jeringas 
hipodérmicas. Ken explicó que las agujas estaban en la casa para su uso regular por 
Elizabeth debido a su embarazo. La evidencia contra Ken era circunstancial, pero la 
policía pensó que tenían un caso. Ken fue arrestado y sometido a juicio por el 
asesinato de su esposa seis meses más tarde. 
Varios testigos relataron conversaciones incriminatorias que habían mantenido con el 
acusado. Harry Stork, un camillero, le dijo a la corte que Ken le había mencionado que 
una inyección de insulina sería un modo de cometer el crimen perfecto porque se 
disolvía rápidamente en el torrente sanguíneo. 
 
Otra enfermera, Joan Waterhouse, contó a la corte 
que Ken le había dicho que la insulina era la 
manera perfecta para matar a alguien. Arthur 
Evans, un antiguo paciente, recordó que Ken 
había sugerido que la insulina era "el camino más 
corto" para morir. 
Ninguna de estas evidencias probaba que Ken le 
hubiera inyectado insulina a su esposa, pero el 
testimonio de los testigos indicaba que estaba bien 
consciente de que la insulina era un arma mortal. 
 
El patólogo del Ministerio del Interior testificó que la causa de la muerte había sido por 
asfixia, pero que la difunta había recibido una gran dosis de insulina horas antes de su 
muerte. 
La hermana Lodge, quien había trabajado con Ken, causó una pequeña sensación 
cuando testificó que cuatro frasquitos de insulina faltaban de la zona de trabajo de Ken 
en el hospital. Ken respondió a esta acusación admitiendo que había robado drogas, 
pero insistió que había tomado frasquitos de ergometrina para darle inyecciones a su 
esposa. 
 
5 
Afirmó que Elizabeth quería abortar su embarazo y por eso él había robado los 
frasquitos. Ken siguió diciendo que no había revelado su robo porque no quería dañar 
su reputación como enfermero competente. 
En su defensa, el abogado de Ken presentó vecinos y amigos que juraron que Ken era 
un esposo amante y atento. Elizabeth obviamente amaba tanto a su esposo como él 
aparentemente la amaba a ella. 
La defensa restó importancia al caso de la fiscalía destacando que estaban haciendo 
creer al jurado que Ken le había inyectado insulina a su esposa para volverla 
indefensa y entonces la había persuadido que tomara un baño para así,en un estado 
de semi-inconsciencia o sin la fuerza para salirse de la bañera, no se había 
despertado cuando su cabeza se sumergió en el agua, y se había ahogado. 
El abogado siguió diciendo que no se había presentado ninguna prueba en la corte de 
que Ken le hubiera inyectado insulina a su mujer. Estuvo de acuerdo que Ken había 
cometido un terrible error al no declarar que había robado cuatro frasquitos de 
ergometrina, pero que eso no lo hacía un asesino. 
Lo más revelador de todo era que Ken no tenía motivos para matar a su esposa. 
Financieramente no ganaba nada. Como relativos recién casados, él y Elizabeth 
parecían estar profundamente enamorados. 
Resumiendo, el juez que presidía concluyó sus palabras al jurado diciendo: "Deben 
preguntarse a ustedes mismos si una sobredosis le fue inyectada por el acusado y si 
la respuesta es sí, ¿intentó matarla? Si la respuesta nuevamente es sí, deben 
presentar el veredicto de culpable." 
Al jurado sólo el llevó 90 minutos presentar el veredicto de culpable. Ken Barlow fue 
sentenciado a cadena perpetua. Cumplió 26 años en prisión antes de ser liberado en 
1984, todavía protestando su inocencia. 
Debe hacerse notar que Ken había estado casado antes y que su primera esposa 
había muerto repentinamente a los 33 años. Los médicos no habían podido determinar 
la causa exacta de su muerte, pero estuvieron de acuerdo que ésta se había debido a 
causas naturales. Ken se casó con Elizabeth el mismo año en que su primera esposa 
había muerto. Pero por supuesto, el jurado de este juicio por asesinato no sabía de 
esta información. 
3.- UN CASO SIMILAR LLEVADO AL CINE 
 
La rica heredera Martha von Bülow 
(conocida como Sunny) falleció en 2008, 
tras haber permanecido 28 años en un 
extraño coma, a la edad de 76 años. Este 
misterioso hecho hizo que su marido 
fuera procesado e inspiró la 
película Reversal of Fortune, que en 
España se llamó El misterio von Bülow y 
fue protagonizada por Glenn 
Closey Jeremy Irons. 
 
 
6 
La mujer permanecía en coma desde el 21 de diciembre de 1980, cuando fue hallada 
inconsciente en el baño de su mansión en Newport (Rhode Island). A lo largo de los 
últimos 28 años, que pasó primero en el Hospital Presbiteriano de Nueva York y, 
después, en su residencia de Manhattan, von Bülow nunca mostró signos de actividad 
cerebral. 
Heredera de una gran fortuna familiar, Sunny se casó a los 25 años con el príncipe 
austríaco Alfred von Auersperg, de quien se divorció en 1965. Un año después 
contrajo matrimonio con Claus von Bülow, quien fue acusado y absuelto de dos 
intentos de asesinar a su esposa con inyecciones de insulina, destinadas a agravar su 
hipoglucemia. 
El proceso a Claus von Bülow fue un fenómeno mediático en la década de los 80. El 
cóctel era explosivo: una rica heredera de vida apasionada, un apuesto marido 
imputado por la ley y los enfrentamientos de los dos hijos mayores con la menor. 
Hollywood no pudo resistirse y en 1990 estrenó El misterio von Bülow. 
En un primer juicio, en 1982, Von Bülow fue hallado culpable de dos intentos de 
asesinato y condenado a 30 años de prisión. Apeló con la ayuda de un profesor de 
leyes de Harvard y logró ser absuelto. Y escribió un libro, la base de la película. 
Actividad 1. Investigación bibliográfica 
 ¿Qué es la insulina? 
 ¿Qué efectos produce una sobredosis de insulina? 
 Investiga otros casos reales o ficticios, especialmente los llevados al cine, 
donde se usura la insulina como veneno 
4.- DEFINIMOS VENENO 
Cualquier sustancia extraña que al penetrar en el organismo altera y deteriora su 
funcionamiento se considera un veneno. 
 
Por mucho tiempo su uso fue empírico, 
muchas veces ligado a la superstición y a 
la brujería. No fue sino hasta el siglo XX 
cuando el avance de la ciencia empezó a 
explicar los distintos mecanismos de 
acción de los venenos. Se puede decir en 
forma general que cualquier veneno 
interrumpe la secuencia natural de las 
cadenas de reacciones químicas que 
mantienen la vida celular, trastornando el 
metabolismo de los organismos y 
conduciendo a una catástrofe bioquímica 
que puede llevarlos a la muerte. 
 
5. BRUJERÍA O VENENO 
Las muertes por envenenamiento no necesariamente son resultado de las 
maquinaciones de una mente asesina. En muchos casos extraños se creía que se 
trataba de brujerías o posesiones diabólicas. Antes de 1750 el promedio de vida era 
de 37 años; hoy en día es de 76. La gran mortalidad en aquella época, que era mucho 
 
7 
mayor entre la gente pobre, se atribuía principalmente a hambrunas y enfermedades 
infecciosas. 
Sin embargo, ciertos datos señalan que en Europa, al norte de los Alpes y de los 
Pirineos, estuvo presente otro factor. En estos lugares la mortalidad aumentaba en la 
primavera y a principios del otoño, a diferencia de las enfermedades infecciosas, como 
la disentería y la tifoidea, que atacaban en verano, y los trastornos respiratorios, 
típicos del invierno. Esto condujo a buscar algún factor alimenticio como responsable 
de la mortalidad de primavera y otoño. 
 
En aquella época, el pan de trigo era un 
lujo que sólo disfrutaban los ricos. La 
población rural pobre sobrevivía con pan 
de centeno, de color café y mucho más 
duro. El centeno crece en latitudes donde 
los inviernos son húmedos y fríos y la 
temperatura veraniega rara vez llega a 
los 20°C. Si en estas condiciones 
climáticas el cereal no se seca 
perfectamente después de cosecharse y 
se almacena húmedo, crece en el grano 
un moho llamado Claviceps purpurea, 
conocido como cuernecillo de centeno. 
 
 
 
"Cuando el cereal ondula con el viento, 
Körnmutter (diosa madre de los granos) 
pasa por el campo dejando a sus hijos, 
los lobos del centeno" (Extraído del 
folklore alemán) 
Éste contiene los alcaloides venenosos 
ergotamina, ergonovina y ácido lisérgico 
(LSD). La toxicidad de estas sustancias 
se debe a que interfieren con la acción de 
un neurotransmisor llamado dopamina, y 
esto provoca espasmos musculares, 
confusión y alucinaciones, además de ser 
abortivo. Al conjunto de síntomas se le 
conoce como ergotismo. Las zonas de 
mayor mortalidad en primavera y otoño 
eran las mismas en las que se consumía 
pan de centeno. 
Por otro lado, las regiones donde la 
muerte por ergotismo era muy frecuente 
también coincidían con poblaciones en 
las que había habido una intensa cacería 
de brujas. ¿Estaba el ergotismo 
relacionado con esto? 
Todo parece indicar que había una 
relación directa. 
En esos pueblos había curanderas que curaban con hierbas ciertos padecimientos 
como las convulsiones de la epilepsia. A estas mujeres se les atribuían poderes 
mágicos, pero cuando les llevaban un enfermo de ergotismo y sus remedios 
tradicionales fallaban, se les acusaba de haber embrujado al enfermo en vez de 
curarlo. Era algo semejante a las acusaciones de negligencia médica hoy en día. La 
 
8 
coincidencia entre el pan de centeno, la mortalidad y la cacería de brujas se encontró 
en muchas poblaciones del norte de Europa, principalmente en Rusia, Francia e 
Irlanda; y también en las colonias inglesas americanas, como Nueva Inglaterra, donde 
nació la leyenda de las brujas de Salem. 
Tanto la ergotamina como la ergonovina, purificadas y en cierta dosis, tienen 
importante acción como medicamentos. La primera, por su acción vasoconstrictora, en 
el tratamiento de la migraña, y la segunda, por su acción sobre la musculatura uterina, 
en obstetricia. 
Actividad 2: Seguimos investigando 
1. ¿Cuál es la diferencia entre una toxina y un veneno? ¿Todas las toxinas son 
venenos? ¿Todos los venenos son toxinas? 
2. Consulta entre otros los siguientes enlaces, para darle una explicación al hecho de 
que el uso del veneno se relacione con la brujería femenina: 
http://www.emakunde.euskadi.net/u72-
publicac/es/contenidos/informacion/sen_revista/es_emakunde/adjuntos/emakunde76.p
df 
http://www.webs.ulpgc.es/vegueta/num_ant_vegueta/downloads/07-009-021.pdf 
http://parnaseo.uv.es/Editorial/Parnaseo13/Parnaeo13.pdf6. DOSIS SEGURAS DE SUSTANCIAS PELIGROSAS 
 
 
 
 
 
Todas las cosas son veneno, y 
nada hay sin veneno. Sólo la dosis 
determina si algo es veneno. 
Paracelso (1493-1541) 
 
La dosis es factor clave para que una sustancia actúe como veneno. La misma 
sustancia que produce la muerte en el organismo en cierta concentración, en una 
menor puede actuar como medicamento y proporcionar alivio a algún padecimiento. 
 
http://www.emakunde.euskadi.net/u72-publicac/es/contenidos/informacion/sen_revista/es_emakunde/adjuntos/emakunde76.pdf
http://www.emakunde.euskadi.net/u72-publicac/es/contenidos/informacion/sen_revista/es_emakunde/adjuntos/emakunde76.pdf
http://www.emakunde.euskadi.net/u72-publicac/es/contenidos/informacion/sen_revista/es_emakunde/adjuntos/emakunde76.pdf
http://www.webs.ulpgc.es/vegueta/num_ant_vegueta/downloads/07-009-021.pdf
http://parnaseo.uv.es/Editorial/Parnaseo13/Parnaeo13.pdf
 
9 
Por ejemplo, la belladona es una planta que contiene 
tres alcaloides considerados venenosos: hioscina, 
escopolamina y atropina. Estas sustancias se unen a 
los receptores de la acetilcolina, un neurotransmisor 
que hace posible la transmisión en el sistema 
nervioso autónomo y que controla funciones tan 
importantes como la respiración y el ritmo cardíaco. 
Al alterarse esta transmisión, puede sobrevenir la 
muerte. Sin embargo, la atropina en dosis bajas 
disminuye la intensidad de las contracciones 
intestinales y alivia los retortijones. Si alguna vez el 
oftalmólogo te ha dilatado la pupila aplicándote un 
colirio para poder examinar el interior del ojo, ha sido 
gracias al atropínico que hay en esas gotas. 
 
La planta recibió el nombre de belladona porque en Venecia, en el renacimiento, 
surgió entre las mujeres la moda de emplear extractos de ésta para dilatar la pupila; 
decían que esto hacía que sus ojos se vieran más brillantes. 
Actividad 3: 
Contestamos a las siguientes cuestiones: 
a) ¿Puede una persona sufrir un envenenamiento por agua? 
b) Explicar la cita de Paracelso sobre la naturaleza de los venenos 
c) El hierro es un elemento común que se incluye en muchas vitaminas que se venden 
sin receta. ¿Son los complementos de hierro compuestos tóxicos? 
 
 
Una cuestión que nos preocupa como consumidores es si 
los aditivos químicos de los alimentos son perjudiciales 
para la salud o no. Como en otras sustancias, la 
peligrosidad radica en la dosis, así para comparar el grado 
de toxicidad definimos la dosis letal como la cantidad de 
una sustancia que administrada a una población grande 
produce la muerte a la mitad de sus miembros. La dosis 
letal para las ratas del trióxido de arsénico (el veneno más 
utilizado en las novelas) es 0,015 g por kilogramo de masa 
corporal. Esto significa que cuando suministramos a una 
población grande de ratas 0,015 g de trióxido de arsénico 
por cada kilogramo de masa del animal, el 50% de las 
ratas se mueren. 
Con el fin de evitar riesgos para la salud, una persona no debe tomar de una sustancia 
dada una dosis superior a una cantidad denominada ingestión diaria admisible (IDA). 
El IDA de una sustancia es el 1% de la máxima cantidad de esa sustancia que, 
tomada diariamente, no produce ningún efecto observable en animales de laboratorio. 
 
10 
Según esto vamos a realizar los siguientes cálculos: 
1. Cuando se alimenta a animales de 
laboratorio con 1 mg/kg al día de 
cierta sustancia no se produce ningún 
efecto observable, pero desarrollan 
cáncer de vejiga cuando la dosis es 
de 2 mg/kg. ¿Cuál es el IDA de dicha 
sustancia? 
2. La dosis letal de cafeína para las 
ratas es de 0,13 g/kg animal. 
¿Significa esto que si una rata de 200 
g ingiere 0,026 g de cafeína muere 
irremediablemente? 
 
3. ¿Quién corre más riesgos al ingerir una cantidad dada de una sustancia tóxica, 
una persona de 50 kg u otra de 95 kg? 
4. El nitrito de sodio (E-250) es un conservante que se encuentra en embutidos. 
Su IDA es de 0,2 mg/kg. Un determinado embutido contiene 125 mg de ese 
conservante por kilogramo. ¿Puede una persona de 60kg consumir 250 g de 
dicho embutido al día? 
5. El E-450 b (trifosfato de sodio) es un estabilizante que se encuentra en quesos, 
embutidos y mermeladas. Su IDA es de 170 mg. Un determinado queso 
contiene 8,5 mg de estabilizante por cada kilogramo. ¿Puede una persona de 
65 kg comer dos porciones al día de 20 g de ese queso sin riesgos? 
6. El E-127 es un colorante artificial de color rojo, cuyo IDA es 2,5 mg/kg. ¿Qué 
cantidad de dicho colorante puede tomar una persona de 50 kg? ¿Puede esa 
persona tomar diariamente, sin riesgo, 3 yogures de fresa de 125 g con un 
contenido de colorante de 0,20 g por kilogramo? 
 
7. El benzoato de sodio (E-211) es 
una sustancia que se utiliza como 
conservante de mariscos. Su IDA 
es 0,5 mg/kg. ¿Cuál es la máxima 
cantidad de este aditivo que se 
puede añadir por kilogramo de 
marisco para que una persona de 
60 kg pueda ingerir 800 g de 
mariscos diariamente? 
 
8. Uno de los contaminantes del agua es el plomo, un metal pesado tóxico para el 
organismo. La máxima concentración de plomo que se permite en el agua 
potable es de 0,05 ppm. Calcula la cantidad máxima de plomo, medida en 
gramos, que puede contener un litro de agua apta para el consumo. 
9. La aspirina comercial contiene 323 mg de aspirina (ácido acetilsalicílico) por 
tableta. Suponiendo que la dosis letal para las ratas, cuyo valor es 1,5 g/kg, se 
aplica igual a los humanos, ¿cuántas aspirinas debe tomar de una vez una 
persona de 70 kg para tener una probabilidad de morir del 50%? 
 
11 
Después de realizar los cálculos, ¿Qué conclusiones extraemos?. Ayúdate del 
siguiente enlace: 
http://www.historiasdelaciencia.com/?p=232 
 
7. EL PAPEL DE LA QUÍMICA EN LA DETECCIÓN DE VENENOS 
 
Los criminales seguirán en busca del veneno perfecto: el que 
no se puede detectar. Seguirán apareciendo nuevas sustancias 
como subproductos de procesos industriales. Algunas de éstas 
podrían causar envenenamientos accidentales. Pero la ciencia 
tiene cada día más modos de detectar los venenos y de 
desentrañar su mecanismo de acción, lo que permite encontrar 
antídotos e incluso controlar sus propiedades para usarlo como 
medicamento. 
 
Hoy, la química analítica es capaz de 
identificar y cuantificar casi cualquier 
sustancia desconocida en el material que 
se investiga. La tecnología ha creado 
instrumentos analíticos sofisticados 
capaces de detectar cantidades 
pequeñísimas de cualquier veneno. Entre 
los más comunes están los 
cromatógrafos y la espectroscopía de 
masas o alguna combinación de ambos. 
 
El primer paso para identificar el veneno es separarlo de las otras sustancias. La 
cromatografía es uno de los procedimientos más usados. Se basa en la diferente 
movilidad de cada sustancia cuando se mueve entre dos fases, una estacionaria y una 
móvil. La primera, puede ser gas o líquido y la fase estacionaria puede ser sólida o 
líquida. La movilidad de cada sustancia depende tanto de su tamaño, como de la 
preferencia que tenga para asociarse con la fase móvil o la estacionaria. Por ello es 
posible separar los componentes de una mezcla según sus propiedades. El resultado 
de un estudio de cromatografía nos permite conocer el número de los componentes de 
http://www.historiasdelaciencia.com/?p=232
 
12 
una mezcla y las proporciones relativas en las que se encuentran. Ahora, es cuestión 
de saber qué es cada uno. 
Una forma común de identificarlos es por su masa molecular. Ésta se mide en un 
espectrómetro de masas. La sustancia “sospechosa” es bombardeada con una 
corriente eléctrica de alta energía. Así, las moléculas se convierten en iones que al 
viajar por un campo magnético se separan de acuerdo con su relación masa/carga. 
Actualmente existen bases de datos que contienen la información de las masas 
moleculares de todos los venenos conocidos. 
Comparando el resultado del estudio de masas con esta base es posible identificar a 
los candidatos másprobables. 
Uno de los instrumentos más precisos es el conocido como ICP (siglas en inglés de 
Induction Coupled Plasma) que es muy útil para detectar cantidades pequeñísimas de 
metales tóxicos como arsénico, antimonio, plomo y mercurio. 
Actividad 4: Debes realizar una cromatografía en papel de tintas y de pigmentos 
vegetales, presentando tus resultados a través de fotografías propias. Para ello 
puedes consultar distintos enlaces, como estos: 
 http://lacienciaparatodos.wordpress.com/2009/03/25/experimento-
cromatografia-en-papel/ 
 http://www.apccc.es/arch_apccc/fichas2012/lasvinas/lasvinas_cromatografiapv
egetales.pdf 
 http://www.slideshare.net/joseliramon/cromatografia-4488214 
 http://www.ucm.es/info/analitic/Asociencia/CromatoBoli.pdf 
 http://www.rinconeducativo.com/datos/Qu%EDmica/Experimentos/Cromatograf
%EDa/Cromatograf%EDa%20de%20la%20clorofila.pdf 
 http://www.iesalonsoquesada.org/inicio/fisica/departafyq/TecnicasLaboratorio/2-
1CARRERA%20DE%20TINTAS%20POR%20CROMATOGRAFIA.pdf 
 
Cromatografía de pigmentos vegetales 
 Cromatografía de tinta negra 
http://lacienciaparatodos.wordpress.com/2009/03/25/experimento-cromatografia-en-papel/
http://lacienciaparatodos.wordpress.com/2009/03/25/experimento-cromatografia-en-papel/
http://www.apccc.es/arch_apccc/fichas2012/lasvinas/lasvinas_cromatografiapvegetales.pdf
http://www.apccc.es/arch_apccc/fichas2012/lasvinas/lasvinas_cromatografiapvegetales.pdf
http://www.slideshare.net/joseliramon/cromatografia-4488214
http://www.ucm.es/info/analitic/Asociencia/CromatoBoli.pdf
http://www.rinconeducativo.com/datos/Qu%EDmica/Experimentos/Cromatograf%EDa/Cromatograf%EDa%20de%20la%20clorofila.pdf
http://www.rinconeducativo.com/datos/Qu%EDmica/Experimentos/Cromatograf%EDa/Cromatograf%EDa%20de%20la%20clorofila.pdf
http://www.iesalonsoquesada.org/inicio/fisica/departafyq/TecnicasLaboratorio/2-1CARRERA%20DE%20TINTAS%20POR%20CROMATOGRAFIA.pdf
http://www.iesalonsoquesada.org/inicio/fisica/departafyq/TecnicasLaboratorio/2-1CARRERA%20DE%20TINTAS%20POR%20CROMATOGRAFIA.pdf
 
13 
8.- VENENOS FAMOSOS 
8.1. ARSÉNICO, EL “POLVO DE LA SUCESIÓN” 
Eliminar a alguien para heredar sus bienes o quitarlo de en medio para ascender o por 
venganza no era muy difícil de lograr en la Roma antigua si se contaba con un buen 
veneno. Los especialistas en conseguir la sustancia adecuada eran bien pagados. En 
el tiempo de Nerón, siglo I de nuestra era, una mujer gala, llamada Locusta, era la 
experta proveedora de la realeza de las dosis de arsénico necesarias para eliminar a 
quien la estorbara. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Locusta y Nerón prueban 
el veneno. Obra de 
Sylvestre (1870) 
De esta manera Nerón se deshizo de Británico, el heredero legítimo al trono, y de 
muchos más. El número de envenenados fue tan grande, que el siguiente emperador, 
Galba, mandó matar a Locusta. 
El arsénico se convirtió en extremadamente popular en los años 1500. En el 
renacimiento italiano, quien recibía una invitación a la mesa de la familia del papa 
Alejandro VI, o de su hijo César Borgia, tenía gran probabilidad de no seguir vivo al día 
siguiente. En la cima de la corrupción del poder, eliminaron a cuanto enemigo 
obstaculizara sus proyectos. 
Empleaban un veneno a base de arsénico llamado Cantarella y lo fortalecían con otros 
ingredientes como fósforo. 
En el siglo XVII existieron dos famosas envenenadoras que preparaban sus pócimas a 
base de arsénico. Giulia Toffana se hizo célebre por su aquetta di Napoli, con la que al 
parecer envenenó a más de 600 y Hyeronyma Spara por su especialidad de instruir y 
proveer de venenos discretos y adecuados a las esposas que tenían maridos 
incómodos para convertirlas en viudas. 
Los venenos con arsénico llegaron después a Francia, donde su popularidad creció y 
fueron el instrumento utilizado para adquirir una herencia o alcanzar un puesto. 
Todo el mundo los conocía como poudres de succession, polvos de la sucesión. 
 
14 
Una gran controversia, aún sin resolver, es la causa de la muerte de Napoleón. 
Siempre se dijo que había muerto a causa de un cáncer de estómago cuando estuvo 
exiliado en la isla Santa Elena. Sin embargo, estudios recientes del cabello que 
aseguran le perteneció, revelan un contenido de arsénico muy por encima de lo 
normal. Algunos creen que su muerte se debió a que estuvo inhalando arsénico del 
pigmento verde del tapiz que cubría la casa en donde estuvo arraigado; éste contenía 
arseniuro de cobre, más conocido como verde de Scheele. Otros aseguran que el 
arsénico le fue administrado por su asistente, el conde Montholon, quien pese 
aparentar serle leal siempre, según algunos historiadores, tenía el encargo de Luis 
XVIII de impedir su regreso a Francia. 
La dificultad para comprobar el envenenamiento por arsénico u otras sustancias, 
explica la popularidad de los envenenadores. 
En el siglo XIX empezó a practicarse una prueba muy burda, pero en cierta forma 
efectiva. Se daban a comer a un perro o a un gato extractos del estómago y de los 
intestinos de la persona envenenada; si los animales morían, se consideraba que 
había habido envenenamiento. 
 
 
En este siglo, los envenenamientos con arsénico 
cobraron una popularidad escandalosa, pero a la 
mayoría de los envenenadores no se les podía 
comprobar su fechoría y salían libres. 
Una razón de la popularidad del veneno es que una 
dosis mortal de arsénico, suministrada en 
aproximadamente 200 miligramos de óxido de 
arsénico (III) (As2O3), es inodora e insípida; otra 
razón es que, hasta los años 1960, el arsénico era 
muy fácil de obtener en venenos comerciales usados 
para hormigas y ratas, así como en herbicidas. 
En 1832, el químico inglés James Marsh desarrolló un método que consiste en hacer 
una extracción acuosa del arsénico de los tejidos. Ésta se hace reaccionar con 
hidrógeno para formar un gas compuesto de hidrógeno y arsénico, que al depositarse 
en una superficie de vidrio, libera el arsénico en forma de una película gris metálica. 
Este método detecta cantidades pequeñísimas de este elemento. Con esto se inició la 
química forense, y empezó a disminuir la impunidad de los envenenadores. 
 
 
El oropimente es 
sulfuro de arsénico, 
de coloración desde 
el amarillo limón 
hasta el amarillo 
anaranjado y se ha 
usado como 
pigmento en pintura, 
pese a su toxicidad 
 
15 
El arsénico es un elemento que tiene gran afinidad con el azufre. Al penetrar en las 
células, se une a él en las proteínas que lo contienen (sobre el grupo funcional SH). 
Las enzimas son proteínas indispensables para que se realicen las reacciones del 
metabolismo celular. Cuando el arsénico se combina con los azufres de la enzima, la 
inutiliza y provoca un caos bioquímico que lleva a la muerte celular. 
 
 
Incluso en cantidades bajas, la 
presencia de arsénico en los 
alimentos o el agua constituye un 
grave problema de salud pública. En 
la foto, un paciente bangladesí 
muestra los efectos de la 
intoxicación por esta sustancia en el 
agua durante la reciente "crisis del 
arsénico" ( http://bicn.com/acic/ ). 
El desarrollo de agentes 
biorremediadores es de gran interés 
para combatir estos desastres. 
Actualmente, el antídoto empleado en el envenenamiento con arsénico es una 
sustancia llamada dimercaprol. Ésta contiene en su molécula átomos de azufre que 
tienen mayor afinidad con el arsénico que el azufre de las enzimas. De esta manera, lo 
atrapa, libera a la enzima y permite que ésta realice nuevamente sus funciones vitales. 
A pesar del halo de maldad que existe sobre este elemento, un medicamento a base 
de arsénico, llamado Salvarsán, fue muy empleado para curar la sífilis antes de que 
hubiera antibióticos. 
Un envenenamiento literario célebre: Madame Bovary 
 
Entre los envenenamientos 
más célebres en la literatura 
está el de Emma Bovary en la 
novela del escritor francés 
Gustave Flaubert: Madame 
Bovary, publicada por primera 
vez en 1852. La protagonista, 
desesperadapor todos los 
gastos que ha hecho en sus 
infidelidades, y aterrorizada de 
que la descubra el marido, 
decide envenenarse con 
arsénico. 
Leamos algunos pasajes de la 
novela. 
Manuscrito de Madame Bovary 
 
 
16 
Emma descubre por casualidad donde guarda el boticario el arsénico: 
-Señora, tiene que ir inmediatamente a casa del señor Homais. Es algo urgente. 
 
El pueblo estaba en silencio como de costumbre. En 
las esquinas de las calles había montoncitos de color 
rosa que humeaban al aire, pues era el tiempo de 
hacer las mermeladas, y todo el mundo en Yonville 
preparaba su provisión el mismo día. Pero delante de la 
botica se veía un montón mucho mayor, y que 
sobrepasaba a los demás con la superioridad que un 
laboratorio de farmacia debe tener sobre los hornillos 
familiares, una necesidad general sobre unos caprichos 
individuales. Entró. El gran sillón estaba caído, a 
incluso El Fanal de Rouen yacía en el suelo, extendido 
entre las dos manos del mortero. 
Empujó la puerta del pasillo, y en medio de la cocina, entre las tinajas oscuras llenas 
de grosellas desgranadas, de azúcar en terrones, balanzas sobre la mesa, barreños al 
fuego, vio a todos los Homais, grandes y pequeños, con delantales que les llegaban a 
la barbilla y con sendos tenedores en la mano. Justino, de pie, bajaba la cabeza, 
mientras el farmacéutico gritaba: 
-¿Quién te dijo que fueras a buscarlo a la leonera? 
- ¿Qué es? ¿Qué pasa? 
-¿Que qué pasa? -respondió el boticario-. Estamos haciendo mermeladas: están 
cociendo; pero iban a salirse a causa del caldo demasiado fuerte, le pido otro barreño. 
Entonces él, por pereza, fue a coger la llave del la leonera, que estaba colgada en mi 
laboratorio. 
 
El boticario llamaba así a una 
especie de gabinete, en el desván, 
lleno de utensilios y mercancías de 
su profesión. Con frecuencia 
pasaba allí largas horas, solo, 
poniendo etiquetas, 
empaquetando, y lo consideraba 
no como simple almacén, sino 
como un verdadero santuario, de 
donde salían después, elaboradas 
por sus manos, toda clase de 
píldoras, bolos, tisanas, lociones y 
pociones, que iban a extender su 
celebridad por los alrededores. 
Nadie en el mundo ponía allí los pies; y él lo respetaba tanto, que lo barría él mismo. 
En fin, si la farmacia estaba abierta al primero que llegaba, era el lugar donde 
mostraba su orgullo, el de la leonera era el refugio en donde, concentrándose 
egoístamente, Homais se recreaba en el ejercicio de sus predilecciones; por eso el 
 
17 
atolondramiento de Justino le parecía una monstruosa irreverencia, y más rubicundo 
que las grosellas, repetía: 
-Sí, de la leonera. ¡La llave que encierra los ácidos y los álcalis cáusticos! ¡Haber ido a 
coger un barreño de reserva!, ¡un barreño con tapa! y que quizá no usaré ya nunca 
más. Todo tiene su importancia en las delicadas operaciones de nuestro arte. Pero 
¡demonios!, ¡hay que hacer distinciones y no emplear para usos casi domésticos lo 
que está destinado para los farmacéuticos! Es como si se trinchase un capón con un 
escalpelo, como si un magistrado... 
-¡Pero cálmate! -decía la señora Homais. 
Y Atalía, tirándole de la levita: 
-¡Papá!, ¡papá! -repetía. 
- ¡No, dejadme! -repetía el boticario-, ¡dejadme!, ¡caramba! Es como si esto fuera abrir 
una tienda de comestibles, ¡palabra de honor! ¡Anda!, ¡no respetes nada!, ¡rompe, haz 
añicos!, ¡suelta las sanguijuelas!, ¡quema el malvavisco!, ¡escabecha pepinillos en los 
tarros!, ¡rompe vendas! 
- Pero usted tenía... -dijo Emma. 
-Perdone un momento. ¿Sabes a qué te exponías? ¿No has visto nada, en el rincón, a 
la izquierda, en el tercer estante? ¡Habla, contesta, di algo! 
-Yo no... sé -balbució el chico. 
-¡Ah!, ¡no sabes! ¡Pues bien, yo sí que lo sé! Has visto una 
botella de cristal azul, lacrada, con cera amarilla, que 
contiene un polvo blanco, sobre el cual yo había escrito 
¡PELIGROSO! ¿Y sabes lo que había dentro?, ¡arsénico!, 
¡y tú vas a tocar esto!, ¡a tomar un barreño que estaba al 
lado! 
-¡Al lado! -exclamó la señora Homais juntando las manos-. 
¡Arsénico! ¡Podías envenenarnos a todos! 
Y los niños comenzaron a gritar, como si hubiesen ya 
sentido en sus entrañas atroces dolores. 
 
-¡O bien envenenar a un enfermo! -continuó el boticario-. ¿Querías que yo fuese al 
banquillo de los criminales a la Audiencia? ¿Verme conducido al patíbulo? Ignoras el 
cuidado que pongo en las manipulaciones, a pesar de que tengo una habilidad 
extraordinaria. Frecuentemente me asusto a mí mismo cuando pienso en mi 
responsabilidad, pues el gobierno nos persigue, y la absurda legislación que nos rige 
es como una verdadera espada de Damocles que cuelga sobre nuestra cabeza. 
Emma no pensaba ya en preguntar para qué la llamaban, y el farmacéutico proseguía 
en frases entrecortadas: 
-¡Mira cómo agradeces las bondades que se tienen contigo! 
 
18 
 
¡Mira cómo me pagas los cuidados 
totalmente paternales que te prodigo! 
Porque sin mí, ¿dónde estarías?, ¿qué 
harías? Quién te da de comer, educación, 
vestido y todos los medios para que un 
día puedas figurar con honor en las filas 
de la sociedad? Pero para esto hay que 
remar duro, y hacer lo que se dice callos 
en las manos. Fabricando fit faber, age 
guod agis. 
Hacía citas en latín de exasperado que 
estaba. Lo mismo habría citado chino o 
groenlandés si hubiese conocido estas 
dos lenguas, pues se encontraba en una 
de esas crisis en que el alma entera 
muestra indistintamente lo que encierra, 
como el océano que en las tempestades 
se entreabre desde las algas de su orilla 
hasta la arena de sus abismos. 
Y añadió: 
-¡Comienzo a arrepentirme terriblemente de haberme hecho cargo de tu persona! ¡Sin 
duda habría hecho mejor dejándote pudrir en tu miseria y en la mugre en que naciste! 
¡Nunca servirás más que para guardar vacas! ¡No tienes ninguna disposición para el 
estudio, apenas sabes pegar una etiqueta! Y vives aquí, en mi casa, como un 
canónigo, a cuerpo de rey, gozando a tus anchas. 
Pero Emma, volviéndose a la señora Homais: 
-Me habían llamado... 
-¡Ah! ¡Dios mío - interrumpió con aire triste la buena señora-, ¿cómo se lo diría?... ¡Es 
una desgracia! 
Y no terminó. El boticario tronaba: 
-¡Vacíala!, ¡límpiala!, ¡vuelve a ponerla en su sitio!, ¡pero date prisa! 
Emma toma la fatal decisión después de que uno de sus amantes no le prestara 
dinero. El autor, perteneciente a una familia de médicos describe con detalle el 
envenenamiento: 
 
 
19 
 
Emma salió. Las paredes temblaban, el 
techo la aplastaba; y volvió a pasar por la 
larga avenida tropezando en los 
montones de hojas caídas que 
dispersaba el viento. Por fin, llegó al foso 
delante de la verja; se rompió las uñas 
queriendo abrir deprisa. Después, cien 
pasos más adelante, sin aliento, a punto 
de caer, se paró. Y entonces, volviendo la 
vista, percibió otra vez el impasible 
castillo, con el parque, los jardines, los 
tres patios y todas las ventanas de la 
fachada. 
Se quedó estupefacta, y sin más 
conciencia de sí misma que el latido de 
sus arterias; le parecía oír como una 
ensordecedora música que se le 
escapaba y llenaba los campos. El suelo 
se hundía bajo sus pies, y los surcos le 
parecieron inmensas olas oscuras que se 
estrellaban. 
Todas las reminiscencias, todas las ideas que había en su cabeza se escapaban a la 
vez, de un solo impulso, como las mil piezas de un fuego de artificio. Vio a su padre, el 
despacho de Lheureux, la habitación de los dos, allá lejos, un paisaje diferente. Era 
presa de un ataque de locura, tuvo miedo y llegó a serenarse, aunque hay que decir 
de una manera confusa, porque no recordaba la causa de su horrible estado, es decir, 
el problema del dinero. No sufría más que por su amor, y sentía que su alma la 
abandonaba por este recuerdo, como los heridos que agonizan sienten que la vida se 
les va por la herida que les sangra. 
Caía la noche, volaban las cornejas. 
 
Le pareció de pronto que unas bolitas color de 
fuego estallaban en elaire como balas 
fulminantes que se aplastaban, y giraban, 
giraban, para ir a derretirse en la nieve entre 
las ramas de los árboles. En medio de cada 
uno de ellas aparecía la cara de Rodolfo. Se 
multiplicaron y se acercaban, la penetraban; 
todo desapareció. Reconoció las luces de las 
casas que brillaban de lejos en la niebla. 
 
Entonces su situación se le presentó de nuevo, como un abismo. Jadeaba hasta 
partirse el pecho. Después, en un arrebato de heroísmo que la volvía casi alegre, bajó 
la cuesta corriendo, atravesó la pasarela de las vacas, el sendero, la avenida, el 
mercado y llegó a la botica. No había nadie. Iba a entrar, pero al sonar la campanilla 
podía venir alguien, y deslizándose por la valla, reteniendo el aliento, tanteando las 
paredes, llegó hasta el umbral de la cocina, en la que ardía una vela colocada sobre el 
fogón. Justino, en mangas de camisa, llevaba una bandeja. 
 
20 
-¡Ah!, están cenando. Esperemos. 
Justino regresó. Ella golpeó el cristal. Él salió. 
-¡La llave!, la de arriba, donde están los... 
-¿Cómo? 
Y la miraba, todo asombrado por la palidez de su cara. 
-¡La quiero!, ¡dámela! 
Como el tabique era delgado, se oía el ruido de los tenedores contra los platos en el 
comedor. 
 
Decía que las necesitaba para matar las ratas que no 
le dejaban dormir. 
-Tendría que decírselo al señor. 
-¡No!, ¡quédate aquí! 
Después, con aire indiferente: 
-¡Bah!, no vale la pena, se lo diré luego. ¡Vamos, 
alúmbrame! 
Y entró en el pasillo adonde daba la puerta del 
laboratorio. Había en la pared una llave con la 
etiqueta Capharnaüm. 
-¡Justino! -gritó el boticario, que estaba impaciente. 
-¡Subamos! 
Y él la siguió. 
 
Giró la llave en la 
cerradura, y Emma 
fue directamente al 
tercer estante, hasta 
tal punto la guiaba 
bien su recuerdo, 
tomó el bote azul, le 
arrancó la tapa, 
metió en él la mano, 
y, retirándola llena 
de un polvo blanco, 
se puso a comer allí 
con la misma mano. 
-¡Quieta! -exclamó él echándose encima de ella. 
 
21 
-¡Cállate!, pueden venir. 
Él se desesperaba, quería llamar. 
-¡No digas nada de esto, le echarían la culpa a tu amo! 
Después se volvió, súbitamente apaciguada, y casi con la serenidad de un deber 
cumplido. 
Cuando Carlos, trastornado por la noticia del embargo, entró en casa, Emma acababa 
de salir. Gritó, lloró, se desmayó, pero Emma no volvía. ¿Dónde podía estar? Mandó a 
Felicidad a casa de Homais, a casa de Tuvache, a la de Lheureux, al «Lion d'Or», a 
todos los sitios; y, en las intermitencias de su angustia, veía su consideración 
aniquilada, su fortuna perdida, el porvenir de Berta roto. ¿Por qué causa?..., ¡ni una 
palabra! Esperó hasta las seis de la tarde. Por fin, no pudiendo aguantar más, a 
imaginando que ella había salido para Rouen, fue por la carretera principal, anduvo 
media legua, no encontró a nadie, aguardó un rato y regresó. 
Emma había vuelto. 
Se sentó ante su escritorio y 
escribió una carta que cerró 
despacio, añadiendo la 
fecha del día y la hora. 
Después dijo con un tosco 
aire solemne: 
-La leerás mañana; hasta 
entonces, te lo ruego, no 
me ha gas ni una sola 
pregunta. 
 
 
-Pero... 
-¡Oh, déjame! 
Y se acostó a todo lo largo de su cama. 
Un sabor acre que sentía en su boca la despertó. Entrevió a Carlos y volvió a cerrar 
los ojos. 
La espiaba curiosamente para comprobar si no sufría. Pero ¡no!, nada todavía. Oía el 
tic-tac del péndulo, el ruido del fuego, y a Carlos que respiraba al lado de su cama. 
«¡Ah, es bien poca cosa, la muerte! -pensaba ella-; voy a dormirme y todo habrá 
terminado.» 
Bebió un trago de agua y se volvió de cara a la pared. 
Aquel horrible sabor a tinta continuaba. 
-¡Tengo sed!, ¡oh!, tengo mucha sed -suspiró. 
 
22 
-¿Pues qué tienes? -dijo Carlos, que le ofrecía un vaso. 
-¡No es nada!... Abre la ventana... ¡me ahogo! 
Y le sobrevino una náusea tan repentina, que apenas tuvo tiempo de coger su pañuelo 
bajo la almohada. 
-¡Recógelo! -dijo rápidamente-; ¡tíralo! 
Carlos la interrogó; ella no contestó nada. Se mantenía inmóvil por miedo a que la 
menor emoción la hiciese vomitar. 
Entretanto, sentía un frío de hielo que le subía de los pies al corazón. 
-¡Ah!, ¡ya comienza esto! - murmuró ella. 
--¿Qué dices? 
Movía la cabeza con un gesto suave lleno de angustia, al tiempo que abría 
continuamente las mandíbulas, como si llevara sobre su lengua algo muy pesado. A 
las ocho reaparecieron los vómitos. 
Carlos observó que en el fondo de la palangana había una especie de arenilla blanca 
pegada a las paredes de porcelana. 
-¡Es extraordinario!, ¡es raro! -repitió. Pero ella dijo con una voz fuerte: 
-¡No, te equivocas! 
 
 
Entonces, delicadamente y casi 
acariciándola, le pasó la mano sobre el 
estómago. Emma dio un grito agudo. 
Carlos se retiró todo asustado. Después 
empezó a quejarse, al principio 
débilmente. Un gran escalofrío le 
sacudía los hombros, y se ponía más 
pálida que la sábana donde se hundían 
sus dedos crispados. Su pulso desigual 
era casi insensible ahora. 
Unas gotas de sudor corrían por su cara azulada, que parecía como yerta en la 
exhalación de un vapor metálico. Sus dientes castañeteaban, sus ojos dilatados 
miraban vagamente a su alrededor, y a todas las preguntas respondía sólo con un 
movimiento de cabeza; incluso sonrió dos o tres veces. Poco a poco sus gemidos se 
hicieron más fuertes, se le escapó un alarido sordo; creyó que iba mejor y que se 
levantaría enseguida. Pero presa de grandes convulsiones, exclamó: 
-¡Ah!, ¡esto es atroz, Dios mío! 
Carlos cayó de rodillas ante su lecho. 
 
23 
-¡Habla!, ¿qué has comido? ¡Contesta, por el amor de Dios! 
Y la miraba con unos ojos de ternura como ella no había visto nunca. 
-Bueno, pues allá..., allá... -dijo con una voz desmayada. 
Carlos saltó al escritorio, rompió el sello y leyó muy alto: «Que no acusen a nadie.» Se 
detuvo, pasó la mano por los ojos, y volvió a leer. 
-¡Cómo!... ¡Socorro!, ¡a mi! 
Y no podía hacer otra cosa que repetir esta palabra: «¡Envenenada!, ¡envenenada!» 
Felicidad corrió a casa de Homais, quien repitió a gritos aquella exclamación, la señora 
Lefrançois la oyó en el «Lion d'Or», algunos se levantaron para decírselo a sus 
vecinos, y toda la noche el pueblo estuvo en vela. 
Loco, balbuciente, a punto de desplomarse, Carlos daba vueltas por la habitación. Se 
pegaba contra los muebles, se arrancaba los cabellos, y el farmacéutico nunca había 
creído que pudiese haber un espectáculo tan espantoso. 
Volvió a casa para escribir al señor Canivet y al doctor Lariviére. Perdía la cabeza; 
hizo más de quince borradores. Hipólito fue a Neufchâtel, y Justino espoleó tan fuerte 
el caballo de Bovary, que lo dejó en la cuesta del Bois Guillaume rendido y casi 
reventado. 
 
Carlos quiso hojear su diccionario de medicina; no veía, 
las líneas bailaban. 
-¡Calma! -dijo el boticario-. Se trata sólo de administrar 
algún poderoso antídoto. ¿Cuál es el veneno? 
Carlos enseñó la carta. Era arsénico. 
-Bien -replicó Homais-, habría que hacer un análisis. 
 
Pues sabía que es preciso, en todos los envenenamientos, hacer un análisis; y el otro, 
que no comprendía, respondió: 
-¡Ah!, ¡hágalo!, ¡hágalo!, ¡sálvela! 
Después, volviendo al lado de ella, se desplomó en el suelo sobre la alfombra y 
permanecía con la cabeza apoyada en la orilla de la cama sollozando. 
-¡No llores! - le dijo ella-. ¡Pronto dejaré de atormentarte! 
-¿Por qué? ¿Quién te ha obligado? 
Ella replicó. 
-Era preciso, querido. 
 
24 
--¿No eras feliz? ¿Es culpa mía? Sin embargo, ¡he hecho todo lo que he podido! 
-Sí..., es verdad..., ¡tú sí que eres bueno! 
Y le pasaba la mano por los cabellos lentamente. La suavidad de esta sensación le 
aumentaba su tristeza; sentía que todo su ser se desplomaba de desesperanza ante la 
idea de que había que perderla, cuando, por el contrario, ella manifestaba amarlo más 
que nunca; y no encontraba nada; no sabía, no se atrevía, pues la urgencia de una 
resolución inmediataacababa de trastornarle. 
Ella pensaba que había terminado con todas las traiciones, las bajezas y los 
innumerables apetitos que la torturaban. Ahora no odiaba a nadie, un crepúsculo 
confuso se abatía en su pensamiento, y de todos los ruidos de la tierra no oía más que 
la intermitente lamentación de aquel pobre corazón, suave e indistinta, como el último 
eco de una sinfonía que se aleja. 
-Traedme a la niña -dijo incorporándose sobre el codo. 
-¿No te encuentras peor, verdad? -preguntó Carlos. 
-¡No!, ¡no! 
 
La niña llegó en brazos de su muchacha, 
con su largo camisón, de donde salían su 
pies descalzos, seria y casi soñando 
todavía. Observaba con extrañeza la 
habitación toda desordenada, y 
pestañeaba deslumbrada por las velas 
que ardían sobre los muebles. Le 
recordaban, sin duda, las mañanas de 
Año Nuevo o de la mitad de la Cuaresma 
cuando, despertada temprano a la luz de 
las velas, venía a la cama de su madre 
para recibir allí sus regalos, pues empezó 
a decir: 
-¿Dónde está mamá? 
Y como todo el mundo se callaba: 
 
-¡Pero yo no veo mi zapatito! 
Felicidad la inclinaba hacia la cama, mientras que ella seguía mirando hacia la 
chimenea. 
-¿Lo habrá cogido la nodriza? -preguntó. 
Y al oír este nombre, que le recordaba sus adulterios y sus calamidades, Madame 
Bovary volvió su cabeza, como si sintiera repugnancia de otro veneno más fuerte que 
le subía a la boca. Berta, entretanto, seguía posada sobre la cama. 
-¡Oh!, ¡qué ojos grandes tienes, mamá!, ¡qué pálida estás!, ¡cómo sudas! 
 
25 
Su madre la miraba. 
-¡Tengo miedo! -dijo la niña echándose atrás. 
Emma le cogió la mano para besársela; la niña forcejeaba. 
-¡Basta!, ¡que la lleven! -exclamó Carlos, que sollozaba en la alcoba. 
Después cesaron los síntomas un instante; parecía menos agitada; y a cada palabra 
insignificante, a cada respiración un poco más tranquila, Carlos recobraba esperanzas. 
Por fin, cuando entró Canivet, se echó en sus brazos llorando. 
-¡Ah!, ¡es usted!, ¡gracias!, ¡qué bueno es! Pero está mejor. ¡Fíjese, mírela! 
El colega no fue en absoluto de esta opinión, y yendo al grano, como él mismo decía, 
prescribió un vomitivo, a fin de vaciar completamente el estómago. 
Emma no tardó en vomitar sangre. Sus labios se apretaron más. Tenía los miembros 
crispados, el cuerpo cubierto de manchas oscuras, y su pulso se escapaba como un 
hilo tenso, como una cuerda de arpa a punto de romperse. 
 
 
Emma rompe su Bovary 
Después empezaba a gritar 
horriblemente. Maldecía el veneno, decía 
invectivas, le suplicaba que se diese 
prisa, y rechazaba con sus brazos rígidos 
todo lo que Carlos, más agonizante que 
ella, se esforzaba en hacerle beber. Él 
permanecía de pie, con su pañuelo en los 
labios, como en estertores, llorando y 
sofocado por sollozos que lo sacudían 
hasta los talones. Felicidad recorría la 
habitación de un lado para otro; Homais, 
inmóvil, suspiraba profundamente y el 
señor Canivet, conservando siempre su 
aplomo, empezaba, sin embargo, a 
sentirse preocupado. 
-¡Diablo!... sin embargo está purgada, y desde el momento en que cesa la causa... 
-El efecto debe cesar -dijo Homais-; ¡esto es evidente! 
-Pero ¡sálvela! exclamaba Bovary. 
Por lo que, sin escuchar al farmacéutico, que aventuraba todavía esta hipótesis: 
«Quizás es un paroxismo saludable», Canivet iba a administrar triaca cuando oyó el 
chasquido de un látigo; todos los cristales temblaron, y una berlina de posta que iba a 
galope tendido tirada por tres caballos enfangados hasta las orejas irrumpió de un 
salto en la esquina del mercado. Era el doctor Larivière. 
La aparición de un dios no hubiese causado más emoción. Bovary levantó las manos, 
Canivet se paró en seco y Homais se quitó su gorro griego mucho antes de que 
entrase el doctor Larivière. 
 
26 
Pertenecía a la gran escuela quirúrgica del profesor Bichat, a aquella generación, hoy 
desaparecida, de médicos filósofos que, enamorados apasionadamente de su 
profesión, la ejercían con competencia y acierto. 
 
Todo temblaba en su hospital cuando 
montaba en cólera, y sus alumnos lo 
veneraban de tal modo que se 
esforzaban, apenas se establecían, en 
imitarle lo más posible; de manera que en 
las ciudades de los alrededores se les 
reconocía por vestir un largo chaleco 
acolchado de merino y una amplia levita 
negra, cuyas bocamangas 
desabrochadas tapaban un poco sus 
manos carnosas, unas manos muy bellas, 
que nunca llevaban guantes, como para 
estar más prontas a penetrar en las 
miserias. 
 
Desdeñoso de cruces, títulos y academias, hospitalario, liberal, paternal con los pobres 
y practicando la virtud sin creer en ella, habría pasado por un santo si la firmeza de su 
talento no lo hubiera hecho temer como a un demonio. Su mirada, más cortante que 
sus bisturíes, penetraba directamente en el alma y desarticulaba toda mentira a través 
de los alegatos y los pudores. Y así andaba por la vida lleno de esa majestad 
bonachona que dan la conciencia de un gran talento, la fortuna y cuarenta años de 
una vida laboriosa a irreprochable. 
Frunció el ceño desde la puerta al percibir el aspecto cadavérico de Emma, tendida 
sobre la espalda, con la boca abierta. Después, aparentando escuchar a Canivet, se 
pasaba el índice bajo las aletas de la nariz y repetía: 
-Bueno, bueno. 
Pero hizo un gesto lento con los hombros. Bovary lo observó: se miraron; y aquel 
hombre, tan habituado, sin embargo, a ver los dolores, no pudo retener una lágrima 
que cayó sobre la chorrera de su camisa. 
Quiso llevar a Canivet a la habitación contigua. Carlos lo siguió. 
-Está muy mal, ¿verdad? ¿Si le pusiéramos unos sinapismos?, ¡qué sé yo! ¡Encuentre 
algo, usted que ha salvado a tantos! 
Carlos le rodeaba el cuerpo con sus dos brazos, y lo contemplaba de un modo 
asustado, suplicante, medio abatido contra su pecho. 
-Vamos, muchacho, ¡ánimo! Ya no hay nada que hacer. 
Y el doctor Larivière apartó la vista. 
-¿Se marcha usted? 
-Voy a volver. 
 
27 
Salió como para dar una orden a su postillón con el señor Canivet, que tampoco tenía 
interés por ver morir a Emma entre sus manos. 
El farmacéutico se les unió en la plaza. No podía, por temperamento, separarse de la 
gente célebre. Por eso conjuró al señor Larivière que le hiciese el insigne honor de 
aceptar la invitación de almorzar. 
Inmediatamente marcharon a buscar pichones al «Lion d'Or»; todas las chuletas que 
había en la carnicería, nata a casa de Tuvache, huevos a casa de Lestiboudis, y el 
boticario en persona ayudaba a los preparativos mientras que la señora Homais decía, 
estirando los cordones de su camisola: 
-Usted me disculpará, señor, pues en nuestro pobre país si no se avisa la víspera... 
-¡Las copas! -sopló Homais. 
-Al menos si estuviéramos en la ciudad tendríamos la so lución de las manos de cerdo 
rellenas. 
-¡Cállate!... ¡A la mesa, doctor! 
Le pareció bien, después de los primeros bocados, dar algunos detalles sobre la 
catástrofe: 
-Al principio se presentó una sequedad en la faringe, después dolores insoportables en 
el epigastrio, grandes evacuaciones. 
 
--¿Y cómo se ha envenenado? 
-No lo sé, doctor, y ni siquiera sé muy bien dónde 
ha podido procurarse ese ácido arsenioso. 
Justino, que llegaba entonces con una pila de 
platos, empezó a temblar. 
-¿Qué tienes? -dijo el farmacéutico. 
El joven ante esta pregunta dejó caer todo por el 
suelo con un gran estrépito. 
-¡Imbécil! -exclamó Homais-, ¡zopenco!, ¡pedazo de 
burro! 
 
Pero de repente, recobrándose: 
-He querido, doctor, intentar un análisis, y en primer lugar he metido delicadamente en 
su tubo... 
-Mejor habría sido -dijo el cirujano- meterle los dedos en la garganta. 
 
28 
Su colega se callaba, pues hacía un momento había recibido confidencialmente una 
fuerte reprimenda a propósito de su vomitivo, de suerte que este bueno de Canivet, 
tan arrogante y locuaz cuando lo del pie zopo, estaba ahora muy modesto; sonreía 
continuamente, con gesto de aprobación.Homais se esponjaba en su orgullo de anfitrión, y el recuerdo de la aflicción de Bovary 
contribuía vagamente a su placer por una compensación egoísta que se hacía a sí 
mismo. 
Además, la presencia del doctor le entusiasmaba. Hacía gala de su erudición, citaba 
todo mezclando las cantáridas, el upas, el manzanillo, la víbora. 
-E incluso he leído que varias personas se habían intoxicado, doctor, como fulminadas 
por embutidos que habían sufrido un ahumado muy fuerte. Al menos esto constaba en 
un excelente informe, compuesto por una de nuestras eminencias farmacéuticas, uno 
de nuestros maestros, el ilustre Cadet de Gassicourt. 
La señora Homais reapareció trayendo una de esas vacilantes máquinas que se 
calientan con espíritu de vino; porque Homais tenía a gala hacer el café sobre la mesa, 
habiéndolo tostado, molido y mezclado él mismo. 
-Sacharum, doctor -dijo ofreciéndole azúcar. 
Después mandó bajar a todos sus hijos, pues deseaba conocer la opinión del cirujano 
sobre su constitución. 
Por fin, el señor Larivière se iba a marchar cuando la señora Homais le pidió una 
consulta para su marido. La sangre se le espesaba de tal modo que se quedaba 
dormido todas las noches después de cenar. 
-¡Oh!, no es le sens lo que le molesta. (En francés las palabras sang: sangre, y sens: 
sentido, tienen la misma pronunciación. El doctor hace, con un juego de palabras 
intraducible, una broma a costa de la señora Homais. Se puede interpretar. «no es 
problema de razón» o «no es problema de sangre). 
 
 
Y sonriendo un poco por este juego de 
palabras inadvertido, el doctor abrió la puerta. 
Pero la farmacia rebosaba de gente y le costó 
mucho trabajo deshacerse del señor Tuvache, 
que temía que su esposa tuviera una 
pleuresía, porque tenía costumbre de escupir 
en las cenizas; después, del señor Binet, que a 
veces tenía unas hambres atroces, y de la 
señora Caron, que sentía picores; de 
Lheureux, que tenía vértigos; de Lestiboudis, 
que tenía reúma; de la señora Lefrançois, que 
tenía acidez. Por fin, los tres caballos 
arrancaron, y todo el mundo coincidió en que 
el doctor no se había mostrado complaciente. 
La atención pública se distrajo por la aparición del señor Bournisien, que atravesaba el 
mercado con los santos óleos. Homais, consecuente con sus principios, comparó a los 
 
29 
curas con los cuervos a los que atrae el olor de los muertos; la vista de un eclesiástico 
le era personalmente desagradable, pues la sotana le hacía pensar en el sudario y 
detestaba la una un poco por el terror del otro. 
Sin embargo, sin retroceder ante lo que él llamaba «su misión», volvió a casa de 
Bovary en compañía de Canivet, a quien el señor Larivière, antes de marchar, le había 
encargado con interés que hiciera aquella visita; a incluso, si no hubiera sido por su 
mujer, se habría llevado consigo a sus dos hijos, a fin de acostumbrarlos a los 
momentos fuertes, para que fuese una lección, un ejemplo, un cuadro solemne que les 
quedase más adelante en la memoria. 
Cuando entraron, la habitación estaba toda llena de una solemnidad lúgubre. Sobre la 
mesa de labor, cubierta con un mantel blanco, había cinco o seis bolas de algodón en 
una bandeja de plata, cerca de un crucifijo entre dos candelabros encendidos. Emma, 
con la cabeza reclinada sobre el pecho, abría desmesuradamente los párpados, y sus 
pobres manos se arrastraban bajo las sábanas, con ese gesto repelente y suave de 
los agonizantes, que parecen querer ya cubrirse con el sudario. 
Pálido como una estatua, y con 
los ojos rojos como brasas, 
Carlos, sin llorar, se mantenía 
frente a ella, al pie de la cama, 
mientras que el sacerdote, 
apoyado sobre una rodilla, 
mascullaba palabras en voz 
baja. El sacerdote se levantó 
para tomar el crucifijo, entonces 
ella alargó el cuello como 
alguien que tiene sed, y, 
pegando sus labios sobre el 
cuerpo del Hombre-Dios, 
depositó en él con toda su 
fuerza de moribunda el más 
grande beso de amor que 
jamás hubiese dado. 
 
Después el sacerdote recitó el Mirereatur, y el Indulgentiam, mojó su pulgar derecho 
en el óleo y comenzó las unciones, primeramente en los ojos que tanto habían 
codiciado todas las pompas terrestres; después en las ventanas de la nariz, ansiosas 
de tibias brisas y de olores amorosos; después en la boca, que se había abierto para 
la mentira, que había gemido de orgullo y gritado de lujuria; después en las manos, 
que se deleitaban en los contactos suaves y, finalmente en la planta de los pies, tan 
rápidos en otro tiempo cuando corría a saciar sus deseos, y que ahora ya no 
caminarían más. 
El cura se secó los dedos, echó al fuego los restos de algodón mojados de aceite y 
volvió a sentarse cerca de la moribunda para decirle que ahora debía unir sus 
sufrimientos a los de Jesucristo y encomendarse a la misericordia divina. 
Terminadas sus exhortaciones, trató de ponerle en la mano un cirio bendito, símbolo 
de las glorias celestiales de las que pronto iba a estar rodeada. Emma, demasiado 
débil, no pudo cerrar los dedos, y el cirio, a no ser por el señor Bournisien, se habría 
caído al suelo. 
 
30 
Sin embargo, ya no estaba tan pálida, y su cara tenía una expresión de serenidad, 
como si el Sacramento la hubiese curado. 
El sacerdote no dejó de hacer la observación; explicó incluso a Bovary que el Señor, a 
veces, prolongaba la vida de las personas cuando lo juzgaba conveniente para su 
salvación; y Carlos recordó un día en que también cerca de la muerte, ella había 
recibido la Comunión. 
«Quizá no había que desesperarse -pensó él.» 
En efecto, Emma miró a todo su alrededor, lentamente, como alguien que despierta de 
un sueño; después, con una voz clara, pidió su espejo y permaneció inclinada encima 
algún tiempo, hasta el momento en que le brotaron de sus ojos gruesas lágrimas sobre 
la almohada. 
Enseguida su pecho empezó a jadear rápidamente. La lengua toda entera le salió por 
completo fuera de la boca; sus ojos, girando, palidecían como dos globos de lámpara 
que se apagan; se la creería ya muerta, si no fuera por la tremenda aceleración de sus 
costillas, sacudidas por un jadeo furioso, como si el alma diera botes para despegarse. 
Felicidad se arrodilló ante el crucifijo y el farmacéutico incluso dobló un poco las 
corvas, mientras que el señor Canivet miraba vagamente hacia la plaza. 
 
 
Bournisien se había puesto de nuevo en 
oración, con la cara inclinada hacia la 
orilla de la cama, con su larga sotana 
negra que le arrastraba por la habitación. 
Carlos estaba al otro lado, de rodillas, 
con los brazos extendidos hacia Emma. 
Había cogido sus manos y se estremecía 
a cada latido de su corazón como a la 
repercusión de una ruina que se 
derrumba. 
A medida que el estertor se hacía más fuerte, el eclesiástico aceleraba sus oraciones; 
se mezclaban a los sollozos ahogados de Bovary y a veces todo parecía desaparecer 
en el sordo murmullo de las sílabas latinas, que sonaban como el tañido fúnebre de 
una campana. 
De pronto se oyó en la acera un ruido de gruesos zuecos con el roce de un bastón, y 
se oyó una voz ronca que cantaba: 
Souvent la chaleur d'un beau jour. Fait réver fillette à l'amour-. 
Emma se incorporó como un cadáver que se galvaniza, con los cabellos sueltos, la 
mirada fija y la boca abierta. 
Pour amasser diligemment. Les épis que la faux moissonne, ma Nanette va s'inclinant 
vers le sillon qui nous les donne. (Muchas veces el calor de un día bueno le hace a la 
niña soñar con el amor. Para recoger con presteza las espigas segadas por la hoz mi 
Nanette se va inclinando hacia el surco que nos las da. 
-¡El ciego! -exclamó. 
 
31 
Y Emma se echó a reír, con una risa atroz, frenética, desesperada, creyendo ver la 
cara espantosa del desgraciado que surgía de las tinieblas eternas como un espanto. 
ill souffla bien fort ce jour- là. Et le jupon court s'envola! 
Sopló un viento muy fuerte aquel día y la falda corta se echó a volar. 
Una convulsión la derrumbó de nuevo sobre el colchón.Todos se acercaron. Ya había 
dejado de existir. 
 
“La muerte de Madame Bovary” 
(1889), de Albert-Auguste Fourie 
Actividad 5. Con ayuda de los estos enlaces, entre otros, contesta a las siguientes 
cuestiones: 
 http://www.bvsde.ops-oms.org/bvsacd/eco/016750/016750-arsen.pdf 
 http://www.slideshare.net/fiorbella/intoxicacin-por-arsnico 
 http://www.atsdr.cdc.gov/es/csem/arsenic/evaluacion_clinica.html 
1. ¿Cómo se encuentra el arsénico en la naturaleza? Interpreta el siguiente esquema, 
considerando algunos de los compuestos de arsénico que podemos encontrar en cada 
uno de estos lugares: 
 
http://www.bvsde.ops-oms.org/bvsacd/eco/016750/016750-arsen.pdf
http://www.slideshare.net/fiorbella/intoxicacin-por-arsnico
http://www.atsdr.cdc.gov/es/csem/arsenic/evaluacion_clinica.html
 
32 
2. Cuando hablamos del veneno arsénico realmente nos referimos a compuestos de 
arsénico, ¿Cuáles? Escribe sus fórmulas. 
3. ¿Es posible, que de forma natural, el arsénico se encuentre disuelto en el agua? 
¿Cómo? En tal caso, ¿cómo se debe tratar el agua? 
4.- ¿Cuál es la sintomatología de la intoxicación aguda por arsénico? Busca la 
correspondencia de estos síntomas con los descritos por Gustave Flaubert en 
Madame Bovary. Presenta los resultados en una tabla, como la siguiente: 
 
Síntomas Descripción de los mismos en la 
novela 
 
5. ¿Cómo murió Anibal? ¿Qué hipótesis avalan el hecho del uso de óxido de arsénico 
(III)? 
6. ¿Cómo se determina hoy en día el envenenamiento por arsénico? 
8.2. MUERTE CON OLOR A ALMENDRAS 
El cianuro de sodio al contacto con el ácido clorhídrico del jugo gástrico se transforma 
en ácido cianhídrico, el veneno más rápido y letal, pues 0.01 g es suficiente para matar 
a una persona en 30 segundos. Tiene un olor igual al de las almendras. Fue por eso 
que cuando se planeó envenenar a Rasputín, se puso cianuro en un pastel de 
almendras. 
 
Rasputín fue un monje ruso que a principios del 
siglo XX logró ganarse el favor de los zares 
Nicolás II y Alejandra. El hijo de éstos, el 
zarevich, padecía hemofilia, un padecimiento en 
el cual la sangre no coagula normalmente y al 
haber una herida, puede desangrarse y morir. Se 
dice que Rasputín, por medio de hipnotismo, 
podía contener la hemorragia cuando el zarevich 
sangraba. 
 
Esto llevó a la zarina a depender emocionalmente de él, y Rasputín influía a tal grado 
en ella, que su voluntad llegó a afectar los asuntos de Estado. Tanto incomodó a los 
miembros del gobierno la intromisión del monje y la protección que los zares le 
ofrecían, que se conspiró para envenenarlo. 
A pesar de ser monje, Rasputín llevaba una vida licenciosa; frecuentemente se le 
encontraba en comilonas y borracheras. Los conspiradores lo invitaron a una cena en 
la que consumió varias porciones del pastel y vasos de vino que contenían cianuro 
como para envenenar a más de tres personas. Sin embargo, el monje no mostraba 
ningún síntoma de intoxicación. Fue tanta la desesperación de los conspiradores al ver 
su plan frustrado, que terminaron matándolo a tiros. 
 
33 
Es probable que Rasputín sufriera de anaclorhidria, falta de ácido en el estómago, y 
por esto el cianuro no pasaba a ácido cianhídrico. Pero en aquel tiempo se le 
atribuyeron al monje poderes diabólicos. 
Pero este, evidentemente, no es el único caso. A modo de ejemplo recordemos otro 
más anónimo e igual de real. Sucedió en California, a principios de los ochenta. 
Paciente: mujer de de 67 años. Diagnosticada con un cáncer operable, rechaza la 
cirugía y la quimioterapia. Elige una terapia alternativa y toma un extracto natural. Tras 
unos meses, comienza a tomar también la variedad amarga de un fruto seco, del cual 
España es el segundo productor mundial. Enseguida aparecen náuseas, vómitos y 
dolor abdominal. Sufre un colapso. En el hospital, enseguida identifican el 
envenenamiento agudo. Logran salvarle la vida y culpan al compuesto químico A, 
presente en el producto alternativo y en los frutos. Resulta que en nuestro intestino 
hay unas enzimas que descomponen A en glucosa y otros dos compuestos: B y C. B 
se usa como saborizante para conseguir el sabor de ese fruto seco. C es un temido 
veneno. 
Actividad 6 Investiga: ¿Cuáles son los compuestos A, B y C? Realiza un informe que 
incluya las fórmulas químicas de los mismos, sus características y toxicidad. 
9.- LOS VENENOS EN EL CUERPO 
 
Cuando un veneno entre en el sistema 
circulatorio se encuentra con la albúmina, 
la mayor proteína plasmática. Muchos 
compuestos reaccionarán y se unirán con 
las moléculas de albúmina. El tiempo que 
un compuesto venenoso permanece en el 
cuerpo depende de lo fuerte que esté 
unido a la albúmina. Un cuerpo que esté 
débilmente unido podrá entrar en las 
células y hacer daño más fácilmente, 
pero también es eliminado más rápido 
por los riñones, el hígado o el aparato 
digestivo. Si el veneno está más 
fuertemente unido a la albúmina, tendrá 
una vida media más larga en el cuerpo. 
 
Considerar la unión de un metal tóxico 
(M) con la albúmina (A) para formar un 
producto metal-albúmina (MA) por la 
reacción: 
M + A ↔ MA 
Cuando la reacción ha alcanzado el 
equilibrio, la velocidad a la cual el metal 
se combina con la albúmina para formar 
el producto metal-albúmina es igual a la 
velocidad con que el producto metal-
albúmina (MA) se disocia para formar el 
metal libre (M) y la albúmina (A) 
 
34 
¿Pero cuáles son las concentraciones de las sustancias cuando se alcanza el 
equilibrio? Si las fuerzas de unión entre el metal y la albúmina son fuertes, el producto 
metal-albúmina será el componente principal en el equilibrio y estará presente muy 
poca cantidad de metal libre. Sin embargo, si las fuerzas de unión son débiles habrá 
más metal libre. La constante de equilibrio (K) es la concentración de los productos en 
el equilibrio elevada a sus coeficientes estequiométricos, dividida por la concentración 
de los reactivos en el equilibrio elevada a sus coeficientes esquetiométricos. Para el 
ejemplo del metal albúmina, la constante de equilibrio es 
K= [MA]/[M]·[A] 
 
Considerar la siguiente ecuación 
simbólica para la constante de 
equilibrio: 
El valor numérico de la constante de equilibrio 
para una reacción química es siempre el mismo, 
mientras la temperatura se mantenga constante. 
La concentración real de los reactivos y de los 
productos puede variar bajo diferentes 
condiciones, pero la proporción es siempre la 
misma. La magnitud de la constante de equilibrio 
proporciona información sobre las cantidades 
relativas de reactivos y productos que se 
encuentran en una disolución en equilibrio. 
 
Si se tienen concentraciones elevadas de productos y concentraciones bajas de 
reactivos en el equilibrio, la constante es un número grande, así que la mayoría de los 
productos estarán en la disolución. 
Si se tienen concentraciones bajas de productos y concentraciones elevadas de 
reactivos en el equilibrio, la constante es un número muy pequeño, y la mayoría de los 
reactivos estará en disolución. 
Niños nacidos bajo los efectos del Hg 
La siguiente tabla muestra las constantes de 
equilibrio de la reacción del mercurio (II) con 
dos aminoácidos presentes en la albúmina, la 
metionina y la cisteína. El mercurio (II- Hg2+) 
es un veneno que puede ser mortal si se 
ingiere. Este ión forma un enlace fuerte con el 
átomo de azufre localizado en la metionina. 
La constante de 3,2 106 indica que en el 
equilibrio predomina la forma compleja de 
ión. El enlace del Hg2+ con el átomo de azufre 
en la cisteína es incluso más fuerte, como se 
refleja en la constante de equilibrio de 1,6 
1014, que es 50 millones de veces mayor. 
Es evidente, teniendo en cuenta las estructuras de estos aminoácidos que el ión 
mercurio (II) tiende a unirse más fuertemente con el grupo R-SH de la cisteína que con 
el grupo R-S-R de la metionina. 
 
35 
El último compuesto de la tabla, el dimercaprol, es un antídoto pare el envenenamiento 
pormercurio porque aprovecha la afinidad del ión mercurio (II) por el grupo funcional –
SH. Al tener una constante tan grande, indica que en el equilibrio hay poco Hg2+ libre. 
Aminoácido Fórmula Modelo molecular Constante de 
equilibrio de la 
reacción con 
Hg2+ 
Metionina 
 
3,2 106 
Cisteína 
 
 
1,6 1014 
Dimercaprol 
 
 
5,0 1025 
Constantes de equilibro para el Hg2+ complejado 
Actividad 7 Investiga: ¿Cuáles son los antídotos usados para los venenos que 
hemos estudiado hasta ahora? ¿Cómo funcionan? 
Recuerda que el cianuro actúa uniéndose fuertemente con el Fe3+en la hemoglobina 
dentro de la célula, lo que evita que las células utilicen el oxígeno y se produce asfixia , 
aunque haya oxígeno en la sangre. 
 
36 
10. EL MONÓXIDO DE CARBONO, VENENO DE LA COMBUSTIÓN Y DE LOS 
INCENDIOS 
El monóxido de carbono, un gas insípido, inodoro e incoloro, se produce en la 
combustión incompleta de los combustibles. Se encuentra en los tubos de escape de 
los automóviles, en los hornos o estufas de aceite con mal funcionamiento, y en los 
fuegos poco ventilados dentro de un edificio. El monóxido de carbono es también un 
veneno mortal cuando se inhala. Pero si el envenenamiento se trata a tiempo, se 
puede eliminar del cuerpo. 
Para entender el mecanismo de envenenamiento por monóxido de carbono, primero 
se deben conocer algunos de los hechos sobre las bases químicas de la respiración y 
cómo algunos factores externos pueden influir en los sistemas de equilibrio del cuerpo. 
 
La proteína hemoglobina (abreviada Hb), que se encuentra en los glóbulos rojos, es la 
encargada de transportar el gas oxígeno de los pulmones a los tejidos a través del 
cuerpo. La reacción de equilibrio entre la hemoglobina, el gas oxígeno y la 
oxihemoglobina (HbO2) es: 
Hb + O2 ↔ HbO2 
 
El transporte de oxígeno a través del 
cuerpo está regulado por este 
equilibrio. La hemoglobina de la 
sangre entra en los pulmones y pasa a 
través de los alveólos, la elevada 
concentración de oxígeno modifica el 
equilibrio para producir una gran 
cantidad de HbO2. La sangre es 
bombeada por el corazón a través del 
cuerpo y mientras la sangre circula, 
está en equilibrio una pequeña 
cantidad de O2 libre con HbO2. 
 
37 
Este oxígeno está disponible para ser utilizado por las células y se obtiene de la 
sangre cuando se necesita. 
¿Cómo afecta la eliminación del oxígeno libre de la sangre al equilibrio global de la 
hemoglobina, el oxígeno y la oxihemoglobina? Cuando se elimina oxígeno, el sistema 
ya no está en equilibrio porque han cambiado las concentraciones. La respuesta a 
este cambio se resume con una norma general llamada principio de Le Chatelier, que 
establece: 
Cuando un sistema en equilibrio se altera, el sistema se modificará de tal manera que 
contrarrestará el cambio y restablecerá el estado de equilibrio. 
En el sistema oxígeno hemoglobina, la respuesta a la eliminación de oxígeno es 
producir más, para sustituir la cantidad consumida por las células. El sistema aumenta 
la velocidad de la reacción inversa, hasta que se restablezcan las condiciones de 
equilibrio. 
El proceso de suministro de más oxígeno a la sangre por ajuste de las velocidades de 
las reacciones se repite mientras el O2 liberado nuevamente es captado por las células 
de los tejidos. Finalmente la hemoglobina no puede suministrar más O2, y esta 
hemoglobina desoxigenada vuelve a los pulmones. 
Cuando una persona se expone al monóxido de carbón, el equilibrio hemoglobina-
oxígeno se modifica porque el monóxido de carbono forma un enlace más fuerte con la 
hemoglobina que el oxígeno. La reacción, que favorece la producción de los productos 
es: 
 
Una vez que el monóxido de carbono se 
ha unido a la hemoglobina para formar 
carboxihemoglobina (HbCO), la 
hemoglobina ya no puede transportar 
más oxígeno a los tejidos. Además, la 
hemoglobina no libera monóxido en los 
pulmones para ser exhalado, como hace 
con el dióxido de carbono. 
El tratamiento para el envenenamiento por monóxido de carbono se basa en el 
principio de Le Chatelier. El producto no deseado es la carboxihemoglobina, y la 
sustancia deseada es la oxihemoglobina. Para modificar el equilibrio a favor de la 
producción de oxihemoglobina se suministra un exceso de oxígeno al sistema. En 
caso de poca exposición al monóxido de carbono, se puede llevar a la persona a un 
lugar con aire fresco, que contiene aproximadamente el 21% de gas oxígeno, o 
colocarle una mascarilla que le suministre oxígeno puro. 
 
38 
En los casos más graves se suele usar una 
cámara hiperbárica de oxígeno. Una 
cámara hiperbárica es una cámara 
presurizada llena de gas oxígeno puro. La 
presión del oxígeno puro fuerza al equilibrio 
a modificarse hacia el lado izquierdo, 
favoreciendo la producción de 
oxihemoglobina y minimizando la de 
carboxihemoglobina. 
 
 
La 'leyenda' dice que Michael Jackson 
solía descansar en una cámara 
hiperbárica de 60 mil libras (unos 90 mil 
dólares) con la esperanza de revertir los 
daños del paso del tiempo y vivir 150 
años. 
Actividad 8: Investiga 
1. Cuando un bombero descubre un cuerpo en el lugar de un incendio, se realiza una 
investigación completa sobre la causa y la forma de la muerte. Dado que el monóxido 
de carbono se produce frecuentemente como resultado de una combustión 
incompleta. ¿Qué información proporcionaría al investigador el análisis de la 
hemoglobina para el monóxido de carbono? ¿Podría ser la única pieza de la prueba 
para determinar si la muerte fue suicidio, homicidio o muerte accidental?. Explicar los 
límites de la información que podría proporcionar el laboratorio. 
 
2. Cadáver de una mujer de unos 25 
años de edad, que apareció muerta en el 
cuarto de baño de su domicilio habitual, 
apreciándose en el momento de la 
diligencia de levantamiento del cadáver 
livideces en el plano anterior del cuerpo, 
fijas, de color rosado intenso, mancha 
verde de localización toracoabdominal, 
frialdad cadavérica evidente, inyección 
conjuntival, espuma rosada en los 
orificios respiratorios y ausencia de 
rigidez cadavérica. ¿Intoxicación con 
CO?

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