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CHRESTOMATHIA LATINA C. SALUSTII CRISPI BELLUM IUGURTHINUM WEB LATIN II MMXVII 2 La guerra Yugurtina (en latín: Bellum Iugurthinum) es un libro escrito por el historiador romano Gayo Salustio Crispoque describe la guerra entre Roma y el rey númida Jugurta que se desarrolló desde el año 111 hasta el 105 a. C., así como sus causas. Al emprender la obra, Salustio no contaba con recuerdos propios de la guerra ni con testimonios de los participantes en ella, pues habían pasado más de 60 años desde los acontecimientos a referir. Para la confección del relato, Salustio contó con los documentos del senado, a los que pudo acceder con facilidad por su posición política. También pudo valerse de la autobiografía de Sila (Comentarii Rerum Suarum) y de la obra de Cornelio Sisenna Historiæ, que hablaba de los tiempos de aquél. Además de éstas y de otras fuentes provenientes de soldados y de políticos que intervinieron en la guerra, Salustio pudo consultar traducciones de textos de origen cartaginés para entrar en detalles geográficos e históricos de África. Tal vez eso explique por qué cometió tantos errores en la descripción de tierras de ese continente, pues los documentos cartaginenses estaban en idioma púnico y las traducciones que había recibido eran de pésima calidad. En su labor con esta obra, a diferencia de la correspondiente en la Conjuración de Catilina, Salustio dejó de hacer distinción entre buenos y malos, y atribuyó virtudes y defectos a todos los personajes de su historia. La postura de Salustio contra la nobleza sigue presente en la relación de la guerra, en la que denuncia repetidamente la corrupción de los patricios; también ve sus virtudes, como es el caso de Metelo, mas denuncia de Mario su ambición desmesurada pese a ser de la plebe. Las lecciones de moral siguen presentes, pero en menor número, también a diferencia de la Conjuración de Catilina, y se da más importancia a las cuestiones políticas. Las digresiones también aparecen en menor número y mejor redactadas. La cronología de los hechos también está bastante descuidada, tal vez adrede. Muchas de las descripciones de las batallas han sido tachadas de imprecisas, y de poner de manifiesto el poco o nulo conocimiento de los asuntos bélicos por parte del autor. A pesar de sus errores, la Guerra de Yugurta proporciona una visión muy realista de la política romana, de sus cualidades y de sus defectos, y de cómo se habría de encaminar tarde o temprano al caótico final de la República y al nacimiento del Imperio. Capítulos I-III (1 a 3) Salustio comienza su relato con una explicación en la que hace hincapié en lo susceptible que es el hombre de corromperse moralmente. Afirma que obrando bien se es capaz de alcanzar la inmortalidad del alma. Capítulos IV-XVI (4 a 16) Se narra brevemente la historia de la alianza entre Numidia y Roma contra Cartago, y cómo este reino salió beneficiado una vez concluida la guerra. Después se presenta a Jugurta, sobrino de Micipsa, rey de Numidia. Yugurta es descrito como un joven noble y virtuoso del que, por sus cualidades sobresalientes, desconfía Micipsa, que decide enviarlo con la caballería númida a combatir a los numantinos junto a los romanos comandados por Escipión el Africano. En la campaña de Numancia, Yugurta destaca como buen guerrero y regresa a Numidia lleno de gloria. Pero al convivir con los romanos, Yugurta ha adquirido sus bajas costumbres, y llega a Numancia con ambiciones políticas. Al morir Micipsa, el reino queda en manos de sus hijos legítimos: Hiempsal y Aderbal. Pero Yugurta actúa movido por la ambición y asesina a Hiempsal. Aderbal huye a Roma en busca de ayuda del senado, pero las clases nobles, sobornadas por Jugurta, interceden en su favor. Al final el senado procede a dividir el reino en dos partes. Capítulos XVI-XIX (16 a 19) Salustio hace una descripción incorrecta de África. Capítulos XX-XXVII (20 a 27) 3 Yugurta invade el territorio de Aderbal, que prefiere huir antes que presentar batalla. Sitiado en la ciudad de Cita, Aderbal pide ayuda al senado, pero los nobles sobornados por Yugurta ponen trabas al asunto y se envía a dos emisarios para negociar con Yugurta, que intenta sobornarlos, pero ante su negativa termina intentando negociar. Al final, las negociaciones fracasan y los emisarios regresan a Roma. Por otro lado, los italianos atrapados en el sitio de Cita convencen a Aderbal de entregarse a Yugurta y pedir clemencia. Aderbal se rinde, y Yugurta lo manda ejecutar junto con todos los hombres que hubiese en la ciudad, incluso los ciudadanos romanos. En Roma, al saberse la matanza, se lleva el caso al senado. Los nobles interceden en favor de Yugurta, pero la plebe, indignada por la corrupción del senado, insta a tomar el camino de la guerra. El ejército que habrá de invadir África se pone al mando de Lucio Bestia. Capítulos XXVIII-XL (28 a 40) Ya en Numidia, Bestia es sobornado por Yugurta y así se da la paz entre ambas naciones. Bestia regresa a Roma, donde es acusado de corrupción y se le destituye de su cargo, y además se anula la paz que aceptada por él. Yugurta es obligado a comparecer en Roma por sus actos; una vez allí, gracias a su dinero, alcanza a librarse de muchas acusaciones. Inesperadamente aparece un númida de la misma estirpe real que Yugurta: Masiva, que intenta pedir al senado el trono de Numidia, pero Yugurta manda matarlo. Cumplido el asesinato, Jugurta habrá de escapar a Numidia al descubrirse que lo ha mandado él. Se envía al mando de las legiones romanas a Espurio Albino, quien, ante la inminencia de las elecciones consulares, deja al mando del ejército a su hermano Aulo, quien se deja sobornar por Yugurta y conspira para que las tropas romanas sucumban ante un ataque sorpresa de las tropas del caudillo númida. Aulo pacta la paz y promete regresar a Roma. Albino, ya cónsul, anula la paz y ocupa el puesto de Aulo en el ejército, pero la desmoralización del ejército le impide actuar. Capítulos XLI-XLII (41 y 42) Digresión sobre la corrupción de la nobleza desde la caída de Cartago. Capítulos XLIII-LXXXIII (43 a 83) Metelo, nombrado cónsul y puesto al frente de las legiones en Numidia, restablece la disciplina en el ejército y derrota a Yugurta en las batallas que siguen. Tomadas varias ciudades, Yugurta acepta rendirse ante Metelo y pone a su disposición gran parte de sus recursos bélicos, pero su conciencia le impide entregarse y decide continuar la guerra. Por otra parte, Cayo Mario, legado de Metelo, después de hacer proezas en batalla y ganarse la simpatía del ejército, convence a Metelo de que le permita ir a Roma para postularse como cónsul. Aunque Mario es de clase plebeya – impedimento para acceder al puesto de cónsul –, su gran popularidad entre en ejército y el pueblo le aseguran la victoria en las elecciones, y se le encarga ocuparse de Numancia. Para empeorar la situación de Metelo, el rey Boco de Mauritania se alía con Yugurta. Capítulos LXXXIV-CXIV (84 a 114) Mario junta reclutas y, con nuevas legiones armadas, parte rumbo a Numancia. Metelo, a su regreso a Roma, es recibido con todos los honores reservados a los héroes. En Numancia, Yugurta sufre constantes derrotas ante Mario, mientras que Boco, viendo la situación de su aliado, pide la paz a Mario. Sila es enviado por Mario a Mauritania para concertar la paz. Boco envía a su hijo Vogud para que guíe a Sila y a sus huestes. Sila insta a Boco a que, para alcanzar la paz con Roma, engañe a Yugurta y lo entregue a los romanos. Boco se niega al principio, pero la presión de Sila lo obliga a aceptar, así que llama a su palacio a Yugurta, que llega desarmado y es capturado y entregado a Sila. Terminada la guerra, Yugurta es llevado a Roma cargado de cadenas. Mario es elegido cónsul ysofoca una rebelión en la Galia. 4 SALUSTIO, LA GUERRA DE YUGURTA. [1] Falso queritur de natura sua genus humanum, quod inbecilla atque aevi brevis forte potius quam virtute regatur. Nam contra reputando neque maius aliud neque praestabilius invenias magisque naturae industriam hominum quam vim aut tempus deesse. Sed dux atque imperator vitae mortalium animus est. Qui ubi ad gloriam virtutis via grassatur, abunde pollens potensque et clarus est neque fortuna eget, quippe quae probitatem, industriam aliasque artis bonas neque dare neque eripere cuiquam potest. Sin captus pravis cupidinibus ad inertiam et voluptates corporis pessum datus est, perniciosa libidine paulisper usus, ubi per socordiam vires tempus ingenium diffluxere, naturae infirmitas accusatur: suam quisque culpam auctores ad negotia transferunt. Quod si hominibus bonarum rerum tanta cura esset, quanto studio aliena ac nihil profutura multaque etiam periculosa ac perniciosa petunt, neque regerentur magis quam regerent casus et eo magnitudinis procederent, ubi pro mortalibus gloria aeterni fierent. El género humano se queja equivocadamente de su naturaleza, porque, débil y efímera, a su juicio, la gobierna más bien el azar que las dotes personales. Pues, al contrario, si bien se piensa, encontrarás que no hay otra cosa más grande ni que sea preferible, así como que a la naturaleza le falta la energía de los hombres más que fuerza o tiempo. Ahora bie, guía y rectora de la vida de los hombres es el alma; cuando emprende el camino de la virtud hacia la gloria, es inmensamente enérgica, poderosa y resplandeciente, y no necesita de la fortuna, puesto que ésta no puede dar ni quitar a nadie la probidad, la energía y demás buenas cualidades. Pero si, presa de malas pasiones, se hunde en la inercia y en los placeres del cuerpo, después de seervirse un poco de su pernicioso capricho, cuando con la falta de tesón se han disipado las fuerzas, tiempo y talento, se echa la culpa a la debilidad de la naturaleza: los autores descargan su propia culpa en los asuntos del mundo. Conque si los hombres pusiesen tanto cuidado en los bienes reales como el fán con qque buscan lo ajeno a ellos y que en nada les va a servir, mucho también peligrosos y nocivo, gobernarían el azar en vez de ser gobernados por él y llegarían a tal grado de grandeza que, en vez de mortales, serían eternos por su gloria. [2] Nam uti genus hominum compositum ex corpore et anima est, ita res cuncta studiaque omnia nostra corporis alia, alia animi naturam secuntur. Igitur praeclara facies, magnae divitiae, ad hoc vis corporis et alia omnia huiusce modi brevi dilabuntur; at ingeni egregia facinora sicuti anima immortalia sunt. Postremo corporis et fortunae bonorum ut initium sic finis est, omniaque orta occidunt et aucta senescunt: animus incorruptus, aeternus, rector humani generis agit atque habet cuncta neque ipse habetur. Quo magis pravitas eorum admiranda est, Pues igual que el género humano está compuesto de cuerpo y de alma, de la misma manera todas nuestras cosas e inclinaciones todas responden las unas a la naturaleza física, las otras a la espiritual. En consecuencia, un rostro hermoso, grandes riquezas, la fuerza corporal y todo lo demás de la misma clase se disipan enseguida; los hechos singulares del espíritu, en cambio, son inmortales lo mismo qque el alma. Finalmente, igual que hay un comienzo hay un fin de los bienes corporales y de la fortuna, y todo lo que nace perece, crece y envejece: el alma incorruptible, eterna y rectora del género humano lo mueve y posee todo 5 qui, dediti corporis gaudiis, per luxum et ignaviam aetatem agunt, ceterum ingenium, quo neque melius neque amplius aliud in natura mortalium est, incultu atque socordia torpescere sinunt, cum praesertim tam multae variaeque sint artes animi, quibus summa claritudo paratur. sin ser ella poseída. Por lo que resulta más chocante la equivocación de quienes se pasan la vida entregados a los gozos corporales entre lujos y ociosidad, y dejan embrutecerse por falta de cultivo y de tesón las facultades espirituales, no habiendo en la naturaleza humana cosa mejor ni más grande que ellas, siendo como son tantas y tan variadas las capacidades del espíritu por las que alcanzar el máximo renombre. [3] Verum ex iis magistratus et imperia, postremo omnis cura rerum publicarum minime mihi hac tempestate cupienda videntur, quoniam neque virtuti honor datur neque illi, quibus per fraudem iis fuit uti, tuti aut eo magis honesti sunt. Nam vi quidem regere patriam aut parentis, quamquam et possis et delicta corrigas, tamen importunum est, cum praesertim omnes rerum mutationes caedem, fugam aliaque hostilia portendant. Frustra autem niti neque aliud se fatigando nisi odium quaerere extremae dementiae est; nisi forte quem inhonesta et perniciosa libido tenet potentiae paucorum decus atque libertatem suam gratificari. Pero, entre éstas, a mí no me parecen en absoluto deseables en estos tiempos las magistraturas y los mandos, ni en general el desempeño de las tareas públicas, puesto que no se confiere su honor al mérito, ni quienes lo han tenido fraudulentamente se sienten por ello más seguros o están más considerados. Pues, en verdad, governar por la fuerza a la patria o a los padres, aunque ello sea posible y se corrijan los abusos, con todo no deja de ser arriesgado, en especial porque todos los cambios de situación presagian muertes, destierros y otros actos hostiles. Por otra parte, esforzarse en vano y no encontrar con la brega otra cosa que odio es propio de extrema locura; a no ser que a uno lo domine el deshonroso y desastroso capricho de sacrificar la propia dignidad y libertad al poder de unos cuantos. [4] Ceterum ex aliis negotiis, quae ingenio exercentur, in primis magno usui est memoria rerum gestarum. Cuius de virtute quia multi dixere, praetereundum puto, simul ne per insolentiam quis existimet memet studium meum laudando extollere. Atque ego credo fore qui, quia decrevi procul a re publica aetatem agere, tanto tamque utili labori meo nomen inertiae imponant, certe quibus maxima industria videtur salutare plebem et conviviis gratiam quaerere. Qui si reputaverint, et quibus ego temporibus magistratus adeptus sum [et] quales viri idem assequi nequiverint et postea quae genera hominum in senatum pervenerint, profecto existimabunt me magis merito quam ignavia iudicium animi mei mutavisse maiusque commodum ex otio meo quam ex aliorum negotiis rei publicae venturum. Nam saepe ego audivi Q. Maximum, P. Scipionem, praeterea civitatis nostrae praeclaros viros solitos ita dicere, cum maiorum imagines intuerentur, vehementissime sibi animum ad virtutem accendi. Scilicet non ceram illam neque figuram tantam vim in sese habere, sed memoria rerum gestarum eam flammam egregiis viris in pectore crescere neque prius sedari, quam virtus eorum famam atque gloriam adaequaverit. At contra quis est omnium his moribus, quin divitiis et sumptibus, non probitate neque industria cum maioribus suis contendat? Etiam homines novi, qui antea per virtutem soliti erant nobilitatem antevenire, furtim et per latrocinia potius quam bonis artibus ad imperia et honores nituntur; proinde quasi praetura et consulatus atque alia omnia huiusce modi per se ipsa clara et magnifica sint ac non perinde habeantur, ut eorum qui ea Por lo demás, entre las otras actividades que se ejercen con el espíritu, es de gran utilidad muy en primer término el recuerdo de los hechos del pasado. Sobre sus virtudes, puesto que han hablado muchos, consideero que debo pasar de largo, y a la vez para que nadie se crea que con alabanzasensalzo yo mismo con todo descaro mi propia afición. Y pienso que, puesto que he decidido vivir alejado de la política, habrá quienes llamen esta importante y útil labor mía con el nombre de ociosidad, al menos quienes se figuran que el colmo de la energía es rendir pleitesía a la plebe y buscar su favor con convites. Si estos individuos recapacitaran sobre los tiempos en que yo conseguí los cargos y la calidad de los hombres que no pudieron lograr lo mismo, así como sobre la clase de hombres que llegaron después al senado, sin duda opinarán que he cambiado de idea razonadamente y no por desidia, que mi ocio redundará en mayor beneficio para el país que la actividad de otros. Pues yo he oído muchas veces que Quinto Máximo, Publico Escipión y otros ilustres varones de nuestra sociedad solñian decir que cuando contemplaban los retratos de sus abuelos se les inflamaba el espíritu con gran vehemencia, instándoles a practicar la virtud. Naturalemente, aquella cera, aquellas imágenes no tenían en sí una fuerza tan grande, sino que esa llama crecía en el pecho de los hombres singulares al recuerdo de las gestas, y no se extinguía hasta que su virtud igualaba la fama y gloria de los mismos. Por el contrario, ¿quién hay con las costumbres actuales que no compita con sus mayores en riquezas y dispendios y no en probidad y diligencia? Incluso los hombres que se hacen a sí mismos y que antes acostumbraban a aventajar a la nobleza por su virtud se esfuerzan en lograr el poder y los cargos públcios con engaños y recursos de bandidos en vez de con buenas artes. Como si la pretura, el consulado y todas las demás cosas por el estilo fuesen preclaras y grandiosas por sí mismas y no se juzagaran según el mérito del que ostenta 6 sustinent virtus est. Verum ego liberius altiusque processi, dum me civitatis morum piget taedetque. Nunc ad inceptum redeo. tales cargos. Pero he aquí que me he metido en demasiadas honduras, sin cortapisa alguna, por la pena y repugnancia que me producen las costumbres de nuestra sociedad. Ahora vuelvo a mi propósito. [5] Bellum scripturus sum, quod populus Romanus cum Iugurtha rege Numidarum gessit, primum quia magnum et atrox variaque victoria fuit, dein quia tunc primum superbiae nobilitatis obviam itum est; quae contentio divina et humana cuncta permiscuit eoque vecordiae processit, ut studiis civilibus bellum atque vastitas Italiae finem faceret. Sed prius quam huiusce modi rei initium expedio, pauca supra repetam, quo ad cognoscendum omnia illustria magis magisque in aperto sint. Bello Punico secundo, quo dux Carthaginiensium Hannibal post magnitudinem nominis Romani Italiae opes maxime attriverat, Masinissa rex Numidarum in amicitiam receptus a P. Scipione, cui postea Africano cognomen ex virtute fuit, multa et praeclara rei militaris facinora fecerat. Ob quae victis Carthaginiensibus et capto Syphace, cuius in Africa magnum atque late imperium valuit, populus Romanus, quascumque urbis et agros manu ceperat, regi dono dedit. Igitur amicitia Masinissae bona atque honesta nobis permansit. Sed imperi vitaeque eius finis idem fuit. Dein Micipsa filius regnum solus obtinuit Mastanabale et Gulussa fratribus morbo absumptis. Is Adherbalem et Hiempsalem ex sese genuit Iugurthamque filium Mastanabalis fratris, quem Masinissa, quod ortus ex concubina erat, privatum dereliquerat, eodem cultu quo liberos suos domi habuit. Voy a escribir sobre la guerra que libró el pueblo romano con Jugurta, rey de los númidas; primero, porque fue una guerra grande y con alternativas en la victoria; segundo, porque entonces, por primera vez, se le hizo frente a la arrogancia de la nobleza. Dicha prueba de fuerza perturbó todo lo divino y lo humano y alcanzó tal grado de locura que el final de las pasiones políticas fue la guerra y la devastación de Italia. Pero antes de iniciar el relato de semejante situación, me voy a remontar un poco atrás, a fin de que todo quede más claro y manifiesto para su intelección. En la segunda guerra púnica, durante la cual Aníbal, caudillo de los cartagineses, había infligido el mayor castigo al poderío de Italia desde que el nombre de Roma se hizo grande, Masinisa, rey de los númidas – al que Publio Escipión (quién después por sus méeritos obtuvo el sobrenombre de Africano) había recibido en nuestra amistad – había realizado muchas e ilustres hazañas de guerra. Por esta razón, una vez vencidos los cartagineses y cautivo Siface, cuyo imperio africano había sido extendo e importante, el pueblo romano donó al rey todas las ciudades y territorios que había ganado por la mano. De modo que la amistad de Masinisa con nosotros siguió siendo buena y honrosa; pero el fin de su vida constituyó el de su imperio también. Su hijo Micipsa obtuvo después el reino solo, muertos por enfermedad sus hermanos Mastanábal y Gulusa. Tuvo dos hijos, Adérbal e Hiénsal, y conservó en casa con el mismo trato que a sus propios hijos a Jugurta, hijo de su hermano Mastanábal, al que Masinisa había dejado al margen de la corona por haber nacido de una concubina. [6] Qui ubi primum adolevit, pollens viribus, decora facie, sed multo maxime ingenio validus, non se luxu neque inertiae corrumpendum dedit, sed, uti mos gentis illius est, equitare, iaculari; cursu cum aequalibus certare et, cum omnis gloria anteiret, omnibus tamen carus esse; ad hoc pleraque tempora in venando agere, leonem atque alias feras primus aut in primis ferire: plurimum facere, [et] minimum ipse de se loqui. Quibus rebus Micipsa tametsi initio laetus fuerat, existimans virtutem Iugurthae regno suo gloriae fore, tamen, postquam hominem adulescentem exacta sua aetate et parvis liberis magis magisque crescere intellegit, vehementer eo negotio permotus multa cum animo suo volvebat. Terrebat eum natura mortalium avida imperi et praeceps ad explendam animi cupidinem, praeterea opportunitas suae liberorumque aetatis, quae etiam mediocris viros spe praedae transversos agit, ad hoc studia Numidarum in Iugurtham accensa, ex quibus, si talem virum dolis interfecisset, ne qua seditio aut bellum oriretur, anxius erat. Tan pronto como Jugurta se hizo adolescente, corporalmente fuerte y guapo de cara, pero bastante más sobresaliente por su gran inteligencia, no se dedicó a echarse a perder con la buena vida y el ocio, sino, que siguiendo la costumbre de su raza, montaba a caballo, arrojaba dardos, competía a la carrera con los de su edad y, aunque aventajaba a todos en gloria, era sin embargo, querido por todos. Aparte de esto, se pasaba el mayor tiempo en la caza, hería el primero o entre los primeros al león y otras fieras, hacía más que nadie y hablaba de sí mismo menos que nadie. Con tales cosas Micipsa, aunque al principio se había puesto contento, considerando que las cualidades de Jugurta redundarían en gloria para su reino, cuando comprendió sin embargo que aquel joven crecía más y más mientras a él se le acababa la vida y sus hijos eran pequeños, terriblemente afectado con la situación no paraba de darle vueltas a sus pensamientos. Le asustaba la condición humana, ansiosa de poder y pronta a satisfacer su ambición, la oportunidad que brindaba su edad y la de sus hijos, que incluso a individuos de pocos vuelos lleva de través por la esperanza en el botín, y para colmo las simpatías de los númidas reavivadas en favor de Jugurta, de modo que, si con alguna trampa daba muerte a tal individuo, se sentía angustiado ante la idea de que se originara una sedición o una guerra por obra de aquéllos. 7 [7] His difficultatibus circumventus ubi videt neque per vim neque insidiis opprimi posse hominem tam acceptum popularibus, quod erat Iugurtha manu promptus et appetens gloriae militaris, statuiteum obiectare periculis et eo modo fortunam temptare. Igitur bello Numantino Micipsa, cum populo Romano equitum atque peditum auxilia mitteret, sperans vel ostentando virtutem vel hostium saevitia facile eum occasurum, praefecit Numidis, quos in Hispaniam mittebat. Sed ea res longe aliter, ac ratus erat, evenit. Nam Iugurtha, ut erat impigro atque acri ingenio, ubi naturam P. Scipionis, qui tum Romanis imperator erat, et morem hostium cognovit, multo labore multaque cura, praeterea modestissime parendo et saepe obviam eundo periculis in tantam claritudinem brevi pervenerat, ut nostris vehementer carus, Numantinis maximo terrori esset. Ac sane, quod difficillimum in primis est, et proelio strenuos erat et bonus consilio, quorum alterum ex providentia timorem, alterum ex audacia temeritatem afferre plerumque solet. Igitur imperator omnis fere res asperas per Iugurtham agere, in amicis habere, magis magisque eum in dies amplecti, quippe cuius neque consilium neque inceptum ullum frustra erat. Hoc accedebat munificentia animi atque ingeni sollertia, quibus rebus sibi multos ex Romanis familiari amicitia coniunxerat. Agobiado con estas dificultades, al ver que no podía eliminar a un hombre tan bien visto por sus paisanos ni por las bravas ni en un atentado, como Jugurta era hombre de agallas y aspiraba a la gloria militar, resolvió exponerlo a los peligros y probar suerte de este modo. De modo que en la guerra de Numancia 10, como quiera que Micipsa enviase tropas auxiliares de caballería e infantería al pueblo romano, puso al frente de los númidas que enviaba a España a Jugurta, con la esperanza de que sucumbiese fácilmente en un alarde de valor o por la ferocidad de los enemigos. Pero este plan le salió bien diferente a como había calculado. Pues Jugurta, como era de carácter desenvuelto y agudo, cuando conoció la manera de ser de Publio Escipión, que era a la sazón el comandante en jefe de los romanos, y el modo de conducirse de los enemigos, a base de tesón y de empeño, obedeciendo con toda modestia y arrostrando muchas veces los peligros, alcanzó en breve tanto relumbre que era vivamente querido por los nuestros y el máximo terror de los numantinos. Y era, algo que resulta realmente dificil, valiente en el combate y bueno a la hora de planear, siendo así que lo uno, por la previsión, suele acarrear temor, y lo otro por la audacia, temeridad. En consecuencia, el general realizaba casi todas las misiones dificil es con su concurso, lo tenía entre sus amigos, y cada día le daba mayor acogida, como es lógico, dado que ni sus planes ni sus iniciativas resultaban vanas. A esto se añadía su generosidad y la agudeza de su espíritu, rasgos por los que había intimado con muchos romanos en estrecha amistad. [8] Ea tempestate in exercitu nostro fuere complures novi atque nobiles, quibus divitiae bono honestoque potiores erant, factiosi domi, potentes apud socios, clari magis quam honesti, qui Iugurthae non mediocrem animum pollicitando accendebant, si Micipsa rex occidisset, fore uti solus imperi Numidiae potiretur: in ipso maximam virtutem, Romae omnia venalia esse. Sed postquam Numantia deleta P. Scipio dimittere auxilia et ipse reverti domum decrevit, donatum atque laudatum magnifice pro contione Iugurtham in praetorium abduxit ibique secreto monuit, ut potius publice quam privatim amicitiam populi Romani coleret neu quibus largiri insuesceret: periculose a paucis emi quod multorum esset. Si permanere vellet in suis artibus, ultro illi et gloriam et regnum venturum; sin properantius pergeret, suamet ipsum pecunia praecipitem casurum. En esta época había en nuestro ejército muchos individuos nobles y salidos de la nada para quienes valía, más que el bien y la honradez, la riqueza, intrigantes de puertas adentro, influyentes entre los aliados, hombres de relumbrón más que honorables, que encendían con promesas el espíritu nada conformista de Jugurta: si el rey Micipsa falleciese, reultaria que él solo se haría con el imperio de los númidas; sus propias cualidades eran excelentes y en Roma todo estaba en venta. Pero, cuando después de la destrucción de Numancia, Publio Escipión decidió licenciar las tropas auxiliares y regresar él mismo a casa, tras hacerle espléndidos regalos y alabarlo delante del ejército, se llevó a Jugurta a su tienda de mando y en ella le advirtió a solas que cultivase la amistad con el pueblo romano más bien de una manera oficial que particularmente, y que no se habituase a ser pródigo con nadie, pues era peligroso comprar a unos pocos lo que pertenece a muchos. Si quería perseverar en sus aptitudes, la gloria y el reino le llegarían por sí mismos; pero si avanzaba demasiado aprisa, él mismo se daría de bruces a causa de su dinero. [9] Sic locutus cum litteris eum, quas Micipsae redderet, dimisit. Earum sententia haec erat: "Iugurthae tui in bello Numantino longe maxima virtus fuit, quam rem tibi certo scio gaudio esse. Nobis ob merita sua carus est; ut idem senatui et populo Romano sit, summa ope nitemur. Tibi quidem pro nostra amicitia gratulor. Habes virum Tras estas palabras le despidió con una carta: para entregársela a Micipsa. El contenido de la misma era el siguiente: <<El valor de tu Jugurta en la guerra de Numancia ha sido extraordinario, cosa que estoy seguro te servirá de alegría. Nosotros le queremos por los méritos que ha contraído, e intentaremos por todos los medios que el senado y el pueblo romano tengan los mismos sentimientos. En cuanto 8 dignum te atque avo suo Masinissa." Igitur rex, ubi ea quae fama acceperat ex litteris imperatoris ita esse cognovit, cum virtute tum gratia viri permotus flexit animum suum et Iugurtham beneficiis vincere aggressus est statimque eum adoptavit et testamento pariter cum filiis heredem instituit. Sed ipse paucos post annos morbo atque aetate confectus cum sibi finem vitae adesse intellegeret, coram amicis et cognatis itemque Adherbale et Hiempsale filiis dicitur huiusce modi verba cum Iugurtha habuisse: a ti, te felicito en nombre de nuestra amistad. Tienes un hombre digno de ti y de su abuelo Masinisa>>. En consecuencia, el rey, cuando supo por la carta del general que era verdad lo que había oído por rumores, impresionado por las cualidades e influencia del individuo, cambió de parecer y se puso a conquistarse a Jugurta con favores, adoptándolo al punto y nombrándole heredero en su testamento en pie de igualdad con sus hijos. Pocos años después, abrumado por la enfermedad y la edad, al comprender que se acercaba el final de su vida, dicen que en presencia de amigos y parientes, así como de sus hijos Adérbal e Hiénsal, tuvo con Jugurta las siguientes palabras: [10] "Parvum ego te, Iugurtha, amisso patre, sine spe, sine opibus in meum regnum accepi, existimans non minus me tibi quam liberis, si genuissem, ob beneficia carum fore. Neque ea res falsum me habuit. Nam, ut alia magna et egregia tua omittam, novissime rediens Numantia meque regnumque meum gloria honoravisti tuaque virtute nobis Romanos ex amicis amicissimos fecisti. In Hispania nomen familiae renovatum est. Postremo, quod difficillimum inter mortalis est, gloria invidiam vicisti. Nunc, quoniam mihi natura finem vitae facit, per hanc dexteram, per regni fidem moneo obtestorque te, uti hos, qui tibi genere propinqui, beneficio meo fratres sunt, caros habeas neu malis alienos adiungere quam sanguine coniunctos retinere. Non exercitus neque thesauri praesidia regni sunt, verum amici, quos neque armis cogere neque auro parare queas: officio et fide pariuntur. Quis autem amicior quam frater fratri? Aut quem alienum fiduminvenies, si tuis hostis fueris? Equidem ego vobis regnum trado firmum, si boni eritis, sin mali, inbecillum. Nam concordia parvae res crescunt, discordia maximae dilabuntur. Ceterum ante hos te, Iugurtha, qui aetate et sapientia prior es, ne aliter quid eveniat, providere decet. Nam in omni certamine qui opulentior est, etiam si accipit iniuriam, tamen, quia plus potest, facere videtur. Vos autem, Adherbal et Hiempsal, colite, observate talem hunc virum, imitamini virtutem et enitimini, ne ego meliores liberos sumpsisse videar quam genuisse." «De pequeño, Jugurta, cuando habías perdido a tu padre y no tenías futuro ni medios, te recogí en mi reino, estimando que a fuerza de obrar bien contigo sería tan querido para ti como para mis hijos, si los llegaba a tener. Y en esto no me he engañado. Pues, para no hablar de otras cosas grandes y singulares tuyas, últimamente, al regresar de Numacia, me cubriste de gloria a mí y a mi reino, y con tu valor has hecho que los romanos, que eran amigos, sean más amigos aún. En España ha sido reavivado el nombre de nuestra familia. Finalmente, lo que es más dificil entre los hombres, venciste con tu gloria a la envidia. Ahora, puesto que la naturaleza pone punto final a mi vida, por esta tu mano derecha, por tu lealtad al reino, te exhorto y conjuro a que tengas cariño a éstos que, parientes por el linaje, son tus hermanos por un favor mío, y no prefieras irte a extraños en vez de conservar a los que están unidos a ti por la sangre. Ni ejercicios ni tesoros son la salvaguardia del reino, sino los amigos, que no puedes ni forzar por las armas ni ganarte con el oro: se logran con el cumplimiento y la lealtad. Además, ¿quién es más amigo que un hermano para un hermano? ¿A qué extraño encontrarás leal si eres enemigo de los tuyos? Por mi parte, os entrego un reino sólido si os portáis bien, pero si os portáis mal, débil. Pues con la concordia aumentan los estados pequeños, con la discordia hasta los más grandes se destruyen. Por lo demás, es a ti, Jugurta, a quien corresponde antes que a éstos, por ser mayor en edad y en juicio, velar para que no pase nada malo. Pues en toda disputa el más fuerte, aun cuando sea objeto del agravio, sin embargo, por ser más poderoso, da la impresión de hacerla él. Por vuestra parte, vosotros, Adérbal e Hiénsal, tratad bien, respetad a un hombre como éste, imitad sus cualidades y esforzaos para que no parezca que he adoptado hijos mejores que los que he engendrado.» [11] Ad ea Iugurtha, tametsi regem ficta locutum intellegebat et ipse longe aliter animo agitabat, tamen pro tempore benigne respondit. Micipsa paucis post diebus moritur. Postquam illi more regio iusta magnifice fecerant, reguli in unum convenerunt, ut inter se de cunctis negotiis disceptarent. Sed Hiempsal, qui minimus ex illis erat, natura ferox et iam antea ignobilitatem Iugurthae, quia materno genere impar erat, despiciens, dextra Adherbalem assedit, ne medius ex tribus, quod apud Numidas honore ducitur, A estas palabras, aun cuando Jugurta comprendía que el rey había hablado con fingimiento, y los planes que él mismo barajaba en su interior eran bien diferentes, no obstante, como correspondía a las circunstancias, respondió benévolamente. Micipsa murió pocos días más tarde. Después de hacerle magníficos funerales según es costumbre con los reyes, los príncipes tuvieron una reunión para discutir entre ellos de todos los asuntos. Pero Hiénsal, que era el menor de los tres, soberbio como era por naturaleza y que desde antes venía despreciando la baja cuna de Jugurta, porque de parte de madre era inferior, tomó asiento a la derecha de Adérbal, para que 9 Iugurtha foret. Dein tamen, ut aetati concederet, fatigatus a fratre, vix in partem alteram transductus est. Ibi cum multa de administrando imperio dissererent, Iugurtha inter alias res iacit oportere quinquenni consulta et decreta omnia rescindi, nam per ea tempora confectum annis Micipsam parum animo valuisse. Tum idem Hiempsal placere sibi respondit, nam ipsum illum tribus proximis annis adoptatione in regnum pervenisse. Quod verbum in pectus Iugurthae altius, quam quisquam ratus erat, descendit. Itaque ex eo tempore ira et metu anxius moliri, parare atque ea modo cum animo habere, quibus Hiempsal per dolum caperetur. Quae ubi tardius procedunt neque lenitur animus ferox, statuit quovis modo inceptum perficere. Jugurta no quedara en medio de los tres, lo cual considera un honor entre los núrnidas. Pero luego, a instancias de su hermano, que le rogaba que cediera a la edad, dejó llevar con trabajo al otro lado. Allí, mientras discutían sin tregua sobre la administración del reino, Jugurta deja caer entre otras medidas la de que convenía derogar toda las propuestas y decretos del último quinquenio; pues durante ese tiempo Micipsa, abrumado por los años, no había tenido mucho ánimo. Hiénsal replicó que él también estaba de acuerdo con lo mismo; pues en estos tres últimos años era cuando el propio Jugurta había entrado por adopción en la casa real. Esta frase se le clavó en el pecho a Jugurta más profundamente de lo que nadie hubiera creído. De modo que a partir de este momento, descompuesto por la cólera y el miedo, planeaba, maquinaba, y sólo tenía en su mente el modo de hacerse con Hiénsal mediante engaño. Y como la cosa progresa demasiado lentamente y su terrible ánimo no se calmaba, se resuelve por llevar a cabo su plan del modo que fuese. [12] Primo conventu, quem ab regulis factum supra memoravi, propter dissensionem placuerat dividi thesauros finisque imperi singulis constitui. Itaque tempus ad utramque rem decernitur, sed maturius ad pecuniam distribuendam. Reguli interea in loca propinqua thesauris alius alio concessere. Sed Hiempsal in oppido Thirmida forte eius domo utebatur, qui proximus lictor Iugurthae carus acceptusque ei semper fuerat. Quem ille casu ministrum oblatum promissis onerat impellitque, uti tamquam suam visens domum eat, portarum clavis adulterinas paret — nam verae ad Hiempsalem referebantur — ceterum, ubi res postularet, se ipsum cum magna manu venturum. Numida mandata brevi conficit atque, uti doctus erat, noctu Iugurthae milites introducit. Qui postquam in aedis irrupere, diversi regem quaerere, dormientis alios, alios occursantis interficere, scrutari loca abdita, clausa effringere, strepitu et tumultu omnia miscere, cum interim Hiempsal reperitur occultans se tugurio mulieris ancillae, quo initio pavidus et ignarus loci perfugerat. Numidae caput eius, uti iussi erant, ad Iugurtham referunt. En la primera reunión que, ya he dicho, celebraron los príncipes, habían decidido, puesto que no se ponían de acuerdo, dividir los tesoros y fijar límites a los dominios de cada cual. En consecuencia, señalan un plazo para ambas cosas, pero el más breve para la distribución del dinero. Entretanto, los príncipes partieron cada cual por su lado hacia lugares próximos a los tesoros. Pero Hiénsal se hospedaba casualmente, en la ciudad de Tírmida, en casa de quien había sido lictor principal de Jugurta y siempre muy querido y favorecido por éste. Jugurta carga de promesas a este agente enviado por el destino, y le obliga a que vaya a su casa como a ver lo suyo, y prepare un duplicado de las llaves (pues las llaves originales se las entregaban siempre a Hiénsal); por lo demás, llegada la ocasión, él vendría con un importante comando. El númida ejecuta en breve lo mandado y, tal como se le había preceptuado, introduce de noche a los soldados de Jugurta 19. Cuando irrumpieron éstos en la mansión, se separaron, y unos buscaban al rey, otros mataban a los que dormían o a los que les salían al paso, rebuscaban en lugares recónditos, hacían saltar cerrojos, armaban una barahúndade estrépito y tumulto, cuando en esto hallan a Hiénsal ocultándose en la choza de una esclava, donde se había refugiado al principio, asustado e ignorante del lugar. Los númidas, según las órdenes recibidas, llevan su cabeza a Jugurta. [13] Ceterum fama tanti facinoris per omnem Africam brevi divulgatur. Adherbalem omnisque, qui sub imperio Micipsae fuerant, metus invadit. In duas partis discedunt Numidae: plures Adherbalem secuntur, sed illum alterum bello meliores. Igitur Iugurtha quam maximas potest copias armat, urbis partim vi alias voluntate imperio suo adiungit, omni Numidiae imperare parat. Adherbal tametsi Romam legatos miserat, qui senatum docerent de caede fratris et fortunis suis, tamen fretus multitudine militum parabat armis contendere. Sed ubi res ad certamen venit, victus ex proelio profugit in provinciam ac deinde Romam contendit. Tum Por lo demás, la noticia del magnicidio se divulga por toda Áfr ica en breve tiempo. El miedo invade a Adérbal y a todos los que habían estado bajo el poder de Micipsa. Los núrnidas se dividen en dos bandos; la mayoría sigue a Adérbal, pero los mejores para la guerra, al otro. En consecuencia, Jugurta arma el mayor contingente de tropas que puede, somete a su poder a las ciudades, en parte por la fuerza, otras voluntariamente, y se dispone a ejercer el mando en toda Numidia. Adérbal, aunque había enviado mensajeros a Roma para informar al senado de la muerte de su hermano y de su suerte, no obstante, se preparaba para combatir con las armas confiando en la cantidad de su tropa. Pero cuando se llegó a las armas, vencido, escapó del combate hacia nuestra provincia, y de ahí a Roma. 10 Iugurtha patratis consiliis, postquam omnis Numidiae potiebatur, in otio facinus suum cum animo reputans timere populum Romanum neque adversus iram eius usquam nisi in avaritia nobilitatis et pecunia sua spem habere. Itaque paucis diebus cum auro et argento multo Romam legatos mittit, quis praecipit, primum uti veteres amicos muneribus expleant, deinde novos aqquirant, postremo quaecumque possint largiendo parare ne cunctentur. Sed ubi Romam legati venere et ex praecepto regis hospitibus aliisque, quorum ea tempestate in senatu auctoritas pollebat, magna munera misere, tanta commutatio incessit, ut ex maxima invidia in gratiam et favorem nobilitatis Iugurtha veniret. Quorum pars spe, alii praemio inducti singulos ex senatu ambiendo nitebantur, ne gravius in eum consuleretur. Igitur ubi legati satis confidunt, die constituto senatus utrisque datur. Tum Adherbalem hoc modo locutum accepimus: Entonces Jugurta, alcanzando su propósito y dueño y señor de toda Numidia, recapacitando despacio consigo mismo sobre su crimen, comenzó a temer al pueblo romano, y contra la cólera de éste no hallaba esperanza en parte alguna, a no ser en su propio dinero y en la avaricia de la nobleza. Así es como a los pocos días envía a Roma a sus embajadores con mucho oro y plata, y les encarga que, primero, atiborren de regalos a los viejos amigos y, luego, que se granjeen otros nuevos, y, en [m, que no vacilen en conseguir a base de prodigalidad todo lo que puedan. Y cuando los embajadores llegaron a Roma y, conforme con las instrucciones del rey, enviaron importantes regalos a sus anfitriones y a otros cuya autoridad podía mucho por entonces en el senado, se produjo tan gran cambio que, de ser objeto de una enorme inquina, Jugurta vino a serIo de la gracia y favor de la nobleza. Parte de ésta, por esperanza, otros, movidos por los regalos, abordando uno a uno a los miembros del senado, esforzábanse para que no uunasen una medida demasiado severa contra él. De manera que cuando los embajadores se sienten con bastante confianza, se fija la fecha y se le concede audiencia en el senado a una y otra parte. Según se cuenta, Adérbal habló entonces así: [14] "Patres conscripti, Micipsa pater meus moriens mihi praecepit, uti regni Numidiae tantummodo procurationem existimarem meam, ceterum ius et imperium eius penes vos esse; simul eniterer domi militiaeque quam maximo usui esse populo Romano; vos mihi cognatorum, vos affinium loco ducerem: si ea fecissem, in vestra amicitia exercitum divitias munimenta regni me habiturum. Quae cum praecepta parentis mei agitarem, Iugurtha, homo omnium quos terra sustinet sceleratissimus, contempto imperio vestro Masinissae me nepotem et iam ab stirpe socium atque amicum populi Romani regno fortunisque omnibus expulit. Atque ego, patres conscripti, quoniam eo miseriarum venturus eram, vellem potius ob mea quam ob maiorum meorum beneficia posse me a vobis auxilium petere, ac maxime deberi mihi beneficia a populo Romano, quibus non egerem, secundum ea, si desideranda erant, uti debitis uterer. Sed quoniam parum tuta per se ipsa probitas est neque mihi in manu fuit, Iugurtha qualis foret, ad vos confugi, patres conscripti, quibus, quod mihi miserrimum est, cogor prius oneri quam usui esse. Ceteri reges aut bello victi in amicitiam a vobis recepti sunt aut in suis dubiis rebus societatem vestram appetiverunt; familia nostra cum populo Romano bello Carthaginiensi amicitiam instituit, quo tempore magis fides eius quam fortuna petenda erat. Quorum progeniem vos, patres conscripti, nolite pati me nepotem Masinissae frustra a vobis auxilium petere. "Si ad impetrandum nihil causae haberem praeter miserandam fortunam, quod paulo ante rex genere fama atque copiis potens, nunc deformatus aerumnis, inops alienas opes expecto, tamen erat maiestatis populi Romani prohibere iniuriam neque «Padres conscritos, Micipsa, mi padre, al morir, me advirtió que yo sólo debía considerar mía la administración del reino de Numidia, siendo así que la autoridad y el poder sobre él estaban en vuestras manos; también debía esforzarrne en paz y en guerra por ser de la máxima utilidad para el pueblo romano; a vosotros tenía que consideraros como parientes, como allegados; que, si obraba así, yo encontraría en vuestra amistad el ejército, las riquezas, la protección del reino. Estando yo dando vueltas a estos consejos de mi padre, Jugurta, el hombre más criminal de cuantos sustenta la tierra, despreciando vuestras órdenes, me expulsó del reino y de todos mis bienes, a mí, nieto de Masinisa, y aliado y amigo del pueblo romano ya desde mi nacimiento. Y yo, padres conscritos, puesto que había de llegar a este extremo de desgracia, habría preferido poder implorar vuestra ayuda gracias a mis favores y no a los de mis antepasados, y sobre todo que el pueblo romano me debiera favores de los que yo no necesitase, o, al menos, si sentía falta de ellos, que hiciese uso de lo que se me debía. Pero puesto que la honradez es poco segura por sí misma y no estuvo en mis manos que Jugurta no fuese tal como es, he acudido a vosotros, padres conscritos, obligado, para colmo de mis desgracias, a ser una carga antes que a serviros de provecho. Los demás reyes o bien fueron recibidos por vosotros como amigos tras ser derrotados en la guerra o, en una situación apurada suya, buscaron vuestra alianza. Mi familia inauguró la amistad con el pueblo romano durante la guerra contra Cartago, en una época en que era más de apetecer su lealtad que su fortuna. No permitáis, padres conscritos, que su descendencia implore en vano vuestra ayuda. Si para conseguido no tuviese otra razón más que desgraciada suerte, puesto que, siendo ha poco un rey pod raso por linaje, fama y recursos, aguardo la ayuda aje destruido ahora por la calamidad y falto de medios, prop de la majestad del pueblo romano sería, con todo, impedir 11 pati cuiusquam regnum per scelus crescere. Verum ego iis finibus eiectus sum,quos maioribus meis populus Romanus dedit, unde pater et avos meus una vobiscum expulere Syphacem et Carthaginiensis. Vestra beneficia mihi erepta sunt, patres conscripti, vos in mea iniuria despecti estis. Eheu me miserum! Hucine, Micipsa pater, beneficia tua evasere, ut, quem tu parem cum liberis tuis regnique participem fecisti, is potissimum stirpis tuae extinctor sit? "Numquamne ergo familia nostra quieta erit? Semperne in sanguine ferro fuga versabitur? Dum Carthaginienses incolumes fuere, iure omnia saeva patiebamur: hostes ab latere, vos amici procul, spes omnis in armis erat. Postquam illa pestis ex Africa eiecta est, laeti pacem agitabamus, quippe quis hostis nullus erat, nisi forte quem vos iussissetis. Ecce autem ex improviso Iugurtha, intoleranda audacia scelere atque superbia sese efferens, fratre meo atque eodem propinquo suo interfecto primum regnum eius sceleris sui praedam fecit; post ubi me isdem dolis nequit capere, nihil minus quam vim aut bellum expectantem in imperio vestro, sicuti videtis, extorrem patria domo, inopem et coopertum miseriis effecit, ut ubivis tutius quam in meo regno essem. "Ego sic existimabam, patres conscripti, uti praedicantem audiveram patrem meum, qui vestram amicitiam diligenter colerent, eos multum laborem suscipere, ceterum ex omnibus maxime tutos esse. Quod in familia nostra fuit, praestitit, uti in omnibus bellis adesset vobis; nos uti per otium tuti simus, in vestra manu est, patres conscripti. Pater nos duos fratres reliquit, tertium Iugurtham beneficiis suis ratus est coniunctum nobis fore. Alter eorum necatus est, alterius ipse ego manus impias vix effugi. Quid agam? Aut quo potissimum infelix accedam? Generis praesidia omnia extincta sunt. Pater, uti necesse erat, naturae concessit. Fratri, quem minime decuit, propinquos per scelus vitam eripuit. Affinis amicos propinquos ceteros meos alium alia clades oppressit: capti ab Iugurtha pars in crucem acti, pars bestiis obiecti sunt, pauci, quibus relicta est anima, clausi in tenebris cum maerore et luctu morte graviorem vitam exigunt. Si omnia, quae aut amisi aut ex necessariis adversa facta sunt, incolumia manerent, tamen, si quid ex improviso mali accidisset, vos implorarem, patres conscripti, quibus pro magnitudine imperi ius et iniurias omnis curae esse decet. Nunc vero exul patria domo, solus atque omnium honestarum rerum egens quo accedam aut quos appellem? Nationesne an reges, qui omnes familiae nostrae ob vestram amicitiam infesti sunt? An quoquam mihi adire licet, ubi non maiorum meorum hostilia monumenta plurima sint? Aut quisquam nostri misereri potest, qui aliquando vobis hostis fuit? Postremo Masinissa nos ita instituit, patres conscripti, ne quem coleremus nisi populum Romanum, ne societates, ne foedera nova acciperemus: abunde magna praesidia nobis in injusticia y no permitir que el reino de nadie creciese a b 8 de crímenes. Pero es el caso que he sido expulsado de un territorios que el pueblo romano dio a mis antepasados 21, donde mi padre y mi abuelo expulsaron junto a vosotro Siface y a los cartagineses. El favor que me hicisteis me han arrebatado, padres conscritos; al cometerse esta injus 9 cia contra mí, habéis sido despreciados vosotros. ¡Ay, d graciado de mí! ¿A esto, padre Micipsa, han venido a p tus favores, a que aquél al que tú hiciste igual a tus hijos partícipe de tu reino sea precisamente el que acabe con descendencia? ¿Es que nunca va a estar en paz nuestra milia? ¿Siempre andará envuelta en sangre, armas y desti !O rros? Mientras los cartagineses estuvieron en pie, sufríam lógicamente todas las crueldades: el enemigo estaba al la vosotros, los amigos, lejos; toda la esperanza estribaba las armas. Desde que esa peste fue alejada de África viví mos en paz contentos, puesto que no existía enemigo alg 11 no, excepto, acaso, el que ordenaseis vosotros. Más he aq que de repente Jugurta, comportándose con intolerable a dacia, crimen y arrogancia, tras asesinar a mi hermano, q II'U al mismo tiempo pariente suyo, convirtió, primero, el lino de éste en botín de su crimen y luego, al no poder co- , rme a mí con el mismo engaño, a mí, que ninguna cosa peraba menos que la violencia o la guerra bajo vuestro 1I\1\l1doh,izo que, como me veis, desterrado de la patria, sin I/1 a, sin medios y cubierto de miserias, me hallase más selira en cualquier parte que en mi propio reino. Yo estimaba, padres conscritos, que, como le oí decir a 12 IIlipadre, los que cultivaban diligentemente vuestra amistad tomaban mucho trabajo, pero eran los más seguros del mundo. En lo que dependió de mi familia, ésta se ha esfor- 13 /udo por estar a vuestro lado en todas las guerras: en vuestras 1I1l1ll0S está, padres conscritos, que nosotros estemos seguros n la paz. Mi padre nos dejó a nosotros dos, que éramos 14 h rmanos, considerando que por sus favores Jugurta sería el I rcero y estaría unido a nosotros. De ellos, uno está muerto, tI-1 otro apenas he escapado yo de sus manos impías. ¿Qué 15 puedo hacer? ¿A dónde me arrimaré mejor, desgraciado de mí? Todos los apoyos de mi linaje ya han desaparecido. Mi pndre, como era inevitable, sucumbió a la naturaleza; a mi h rrnano, quien no debió hacerla jamás, un pariente, le arrej¡ 116 la vida criminalmente; a mis allegados, amigos y de- IIlÁSparientes míos una desgracia tras otra los ha quitado de ¡11medio. Apresados por Jugurta, unos han sido crucificados, otros arrojados a las fieras, unos pocos, a los que se les 11/1 dejado con vida encerrados en las tinieblas de una maz- 111 rra, pasan una vida peor que la muerte en medio de 12 vestra amicitia fore; si huic imperio fortuna mutaretur, una occidendum nobis esse. "Virtute ac dis volentibus magni estis et opulenti, omnia secunda et oboedientia sunt: quo facilius sociorum iniurias curare licet. Tantum illud vereor, ne quos privata amicitia Iugurthae parum cognita transversos agat. Quos ego audio maxima ope niti ambire fatigare vos singulos, ne quid de absente incognita causa statuatis; fingere me verba et fugam simulare, cui licuerit in regno manere. Quod utinam illum, cuius impio facinore in has miserias proiectus sum, eadem haec simulantem videam, et aliquando aut apud vos aut apud deos immortalis rerum humanarum cura oriatur: ne ille, qui nunc sceleribus suis ferox atque praeclarus est, omnibus malis excruciatus impietatis in parentem nostrum, fratris mei necis mearumque miseriarum gravis poenas reddat. "Iam iam, frater animo meo carissime, quamquam tibi immaturo et unde minime decuit vita erepta est, tamen laetandum magis quam dolendum puto casum tuum. Non enim regnum, sed fugam exilium egestatem et omnis has quae me premunt aerumnas cum anima simul amisisti. At ego infelix, in tanta mala praecipitatus ex patrio regno, rerum humanarum spectaculum praebeo, incertus quid agam tuasne iniurias persequar ipse auxili egens an regno consulam, cuius vitae necisque potestas ex opibus alienis pendet. Utinam emori fortunis meis honestus exitus esset neu vivere contemptus viderer, si defessus malis iniuriae concessissem. Nunc neque vivere libet neque mori licet sine dedecore. Patres conscripti, per vos, per liberos atque parentis vestros, per maiestatem populi Romani, subvenite mihi misero, ite obviam iniuriae, nolite pati regnum Numidiae, quod vestrum est, per scelus et sanguinem familiae nostrae tabescere." tris- 1I zas y llantos. Si conservase a salvo todo lo que he perdido o, siendo 16 d mi sangre, se ha vuelto contra mí, pese a ello, de aconte- I rme algún mal imprevisto, vendría a rogaras a vosotros, pndresconscritos, pues a vosotros os compete, dada la grand za de vuestro poder, la observancia del derecho yla atencron a todas las injusticias. Pero ahora, desterrado de mi patria y de mi casa, solo y carente de todas las cosas honrosas, ¿a dónde me dirigiré o a quiénes apelaré? ¿A los pueblos o a los reyes, los cuales son todos hostiles a mi familia por vuestra amistad? ¿O es que me es posible ir a algún lado donde no haya muchísimos recuerdos hostiles de mis antepasados? ¿O es que alguien que fue enemigo vuestro alguna 18 vez puede compadecerse de mí? Por último, Masinisa nos instruyó de manera, padres conscritos, que no tratáramos a nadie excepto al pueblo romano, ni aceptaramos alianzas o pactos nuevos; que en vuestra amistad hallaríamos de sobra gran protección, y que si la suerte de este imperio vuestro 19 cambiaba, nosotros habríamos de perecer junto a él. Gracias a vuestro coraje y a la voluntad de los dioses sois grandes y opulentos; todo os sale bien y obedece. Por ello podéis velar más fácilmente por los agravios hechos a vuestros aliados. 20 Sólo temo que la amistad particular con Jugurta, no bien conocida, lleve a algunos a mal traer. Según tengo entendido, estos individuos pugnan con todas sus fuerzas, intrigan, os incordian uno a uno, para que no toméis ninguna decisión sobre el ausente sin conocer su causa; que yo, dicen, hablo con fingimiento y simulo el destierro, cuando me es 21 posible permanecer en el reino. [Ojalá viera yo fmgiendo esto mismo a aquél por cuyo crimen impío he sido arrojado a estas miserias! [Ojalá surja alguna vez, entre vosotros o entre los dioses inmortales, preocupación por los asuntos humanos! Entonces sí que ese que ahora está envalentonado y se vanagloria por sus crímenes, pagaría, atormentado por todas sus maldades, un grave castigo, por su ingratitud con nuestro padre, por la muerte de mi hermano y por mis pro- 22 pias desgracias. Desde este instante, hermano queridísimo del alma, aunque se te ha arrebatado la vida prematuramente y por quien jamás debió hacerlo, pienso que es mejor, con todo, alegrarse que dolerse de tu suerte. Pues no has perdido 23 unto con tu vida el reino, sino el destierro, la deportación, 111 penuria y todas las calamidades que a mí me aplastan. , en cambio, desgraciado de mí, precipitado desde el tro- 110 paterno en medio de males tan grandes, ofrezco la reprentación de los aconteceres humanos, sin saber qué hacer, perseguir la injusticia perpetrada contra ti, falto yo mismo d ayuda, o velar por mi reino, cuando la decisión sobre mi vida y sobre mi muerte depende del poder ajeno. Ojalá mo- 24 I r fuese una salida honrosa para mis infortunios y no pare- I se despreciable con motivo si, harto de desgracias, claudi ase ante la injusticia. Ahora, ni me gusta seguir viviendo 11 me es lícito morir sin deshonra. Padres conscritos, por vosotros, por vuestros hijos y 25 13 VII stros padres, por la majestad del pueblo romano, ayududme en mi desgracia, salid al paso de la injusticia que su- 110, no toleréis que el reino de Numidia, que es vuestro, se d smorone entre los crímenes y la sangre de mi familia.» [15] Postquam rex finem loquendi fecit, legati Iugurthae largitione magis quam causa freti paucis respondent: Hiempsalem ob saevitiam suam ab Numidis interfectum, Adherbalem ultro bellum inferentem, postquam superatus sit, queri, quod iniuriam facere nequivisset. Iugurtham ab senatu petere, ne se alium putarent ac Numantiae cognitus esset, neu verba inimici ante facta sua ponerent. Deinde utrique curia egrediuntur. Senatus statim consulitur. Fautores legatorum, praeterea senatus magna pars gratia depravata Adherbalis dicta contemnere, Iugurthae virtutem extollere laudibus; gratia, voce, denique omnibus modis pro alieno scelere et flagitio, sua quasi pro gloria, nitebantur. At contra pauci, quibus bonum et aequum divitiis carius erat, subveniendum Adherbali et Hiempsalis mortem severe vindicandam censebant, sed ex omnibus maxime Aemilius Scaurus, homo nobilis impiger factiosus, avidus potentiae honoris divitiarum, ceterum vitia sua callide occultans. Is postquam videt regis largitionem famosam impudentemque, veritus, quod in tali re solet, ne polluta licentia invidiam accenderet, animum a consueta libidine continuit. Habiendo acabado el rey de hablar, los mensajeros de Jugurta, confiando más en sus dádivas que en la justicia de su causa, responden brevemente: «que a Hiempsal le habían muerto los númidas por su crueldad; que Aderbal, después de haber movido de suyo la guerra, cuando se veía vencido, se quejaba de que no había podido atropellar a Jugurta; que éste pedía únicamente al Senado que no le tuviese por diferente de aquel Jugurta que había experimentado en Numancia, ni creyese más que a sus obras a las palabras de su enemigo. Con esto se salieron ambos de la corte, y el Senado comenzó luego a tratar el negocio. Los que favorecían a los mensajeros y otros muchos corrompidos con dinero, despreciaban las razones de Aderbal, ensalzaban el mérito de Jugurta y con ademanes, en voz y por todos medios se empeñaban tan eficazmente por la maldad y delito ajeno, como pudieran por su propia gloria. Pero al contrario, algunos pocos que amaban más la equidad y la justicia que el dinero, eran de parecer que se debía socorrer a Aderbal y castigar severamente la muerte de su hermano. Era el principal de éstos Emilio Scauro, hombre noble, resuelto partidario, amigo de mando, de honores y riquezas; pero que tenía gran arte para ocultar sus vicios. Viendo éste la publicidad y descaro con que regalaba el rey y temiendo (como acontece en tales casos) no le hiciese odioso tan infame libertad, contuvo en esta ocasión su avaricia. [16] Vicit tamen in senatu pars illa, quae vero pretium aut gratiam anteferebat. Decretum fit, uti decem legati regnum, quod Micipsa obtinuerat, inter Iugurtham et Adherbalem dividerent. Cuius legationis princeps fuit L. Opimius, homo clarus et tum in senatu potens, quia consul C. Graccho et M. Fulvio Flacco interfectis acerrime victoriam nobilitatis in plebem exercuerat. Eum Iugurtha tametsi Romae in amicis habuerat, tamen accuratissime recepit, dando et pollicendo multa perfecit, uti fama, fide, postremo omnibus suis rebus commodum regis anteferret. Relicuos legatos eadem via aggressus plerosque capit, paucis carior fides quam pecunia fuit. In divisione, quae pars Numidiae Mauretaniam attingit, agro virisque opulentior, Iugurthae traditur; illam alteram specie quam usu potiorem, quae portuosior et aedificiis magis exornata erat, Adherbal possedit. Pero, no obstante eso, prevaleció en el Senado el partido de los que anteponían el favor o el interés a la justicia. La resolución fue enviar diez diputados para que dividiesen entre Aderbal y Jugurta el reino que había sido de Micipsa, y entre éstos fue el primero Lucio Opimio, varón ilustre y entonces muy acreditado en el Senado, porque siendo cónsul, con la muerte de Cayo Graco y Marco Fulvio había vengado acérrimamente a la nobleza de los insultos de la plebe. Jugurta, aunque había sido su amigo en Roma, procuró además de esto esmerarse cuanto pudo en su hospedaje, y a fuerza de dones y promesas consiguió al fin de él que sacrificase su crédito, su fidelidad y sus cosas todas a la conveniencia ajena. Del mismo medio se valió para con los otros y ganó a los más de ellos; pocos antepusieron su honor al interés. En la división, pues, que se hizo, la parte de Numidía, contigua a la Mauritania, que era la más fértil y poblada, se adjudicó a Jugurta; la otra, en que habla más puertos y edificios y que a la vista, aunque no en realidad, era la mejor, fue dada en parte a Aderbal. [17] Res postulare videtur Africae situm paucis exponere et eas gentis, quibuscum nobis bellum aut amicitia fuit, attingere. Sed quae loca et nationes ob calorem aut asperitatem, item solitudinesminus frequentata sunt, de iis haud facile compertum narraverim. Cetera quam paucissimis absolvam. In El asunto está pidiendo que expliquemos brevemente la situación de África y digamos algo de aquellas gentes con quienes tuvimos guerra o fueron nuestras aliadas; bien que de los sitios y regiones que, o por lo excesivo del calor, o por su aspereza y soledad, son poco frecuentadas de las gentes, no me será fácil contar cosas ciertas y averiguadas; lo demás procuraré explicarlo con cuanta más brevedad 14 divisione orbis terrae plerique in parte tertia Africam posuere, pauci tantummodo Asiam et Europam esse, sed Africam in Europa. Ea finis habet ab occidente fretum nostri maris et Oceani, ab ortu solis declivem latitudinem, quem locum Catabathmon incolae appellant. Mare saevum, importuosum; ager frugum fertilis, bonus pecori, arbori infecundus; caelo terraque penuria aquarum. Genus hominum salubri corpore, velox, patiens laborum; ac plerosque senectus dissolvit, nisi qui ferro aut bestiis interiere, nam morbus haud saepe quemquam superat; ad hoc malefici generis plurima animalia. Sed qui mortales initio Africam habuerint quique postea accesserint aut quo modo inter se permixti sint, quamquam ab ea fama, quae plerosque obtinet, diversum est, tamen, uti ex libris Punicis, qui regis Hiempsalis dicebantur, interpretatum nobis est utique rem sese habere cultores eius terrae putant, quam paucissimis dicam. Ceterum fides eius rei penes auctores erit. pueda.En la división del globo de la Tierra, los más de los geógrafos dan al África el tercer lugar. Algunos cuentan sólo al Asia y Europa, en la que incluyen al África. Esta confina por el occidente con el estrecho que divide a nuestro mar del Océano, y por la parte oriental con una gran llanura algo pendiente, a la que los del país llaman Catabatmo. El mar es borrascoso y de pocos puertos: la campiña fértil de mieses y de buenos pastos, pero de pocas arboledas; escasa de fuentes y de lluvias; la gente de buena complexión, ágil, dura para el trabajo, de suerte que si no los que perecen a hierro o devorados por las fieras, los más mueren de vejez, y es raro a quien rinde la enfermedad. Abunda además de esto la tierra de animales venenosos. Acerca de sus primeros pobladores y los que después se les juntaron y del modo conque se confundieron entre sí, aunque en la realidad es cosa muy diversa de lo que vulgarmente se cree, diré, sin embargo, brevísimamente lo que me fue interpretado de ciertos libros escritos en lengua púnica, que decían haber sido del rey Hiempsal y lo que tienen por tradición cierta los habitadores del país; bien que no pretendo más fe que la que merecen los que lo afirman. [18] Africam initio habuere Gaetuli et Libyes, asperi incultique, quis cibus erat caro ferina atque humi pabulum uti pecoribus. Ii neque moribus neque lege aut imperio cuiusquam regebantur: vagi palantes quas nox coegerat sedes habebant. Sed postquam in Hispania Hercules, sicuti Afri putant, interiit, exercitus eius, compositus ex variis gentibus, amisso duce ac passim multis sibi quisque imperium petentibus brevi dilabitur. Ex eo numero Medi, Persae et Armenii navibus in Africam transvecti proximos nostro mari locos occupavere, sed Persae intra Oceanum magis, iique alveos navium inversos pro tuguriis habuere, quia neque materia in agris neque ab Hispanis emendi aut mutandi copia erat: mare magnum et ignara lingua commercio prohibebant. Ii paulatim per conubia Gaetulos secum miscuere et, quia saepe temptantes agros alia, deinde alia loca petiverant, semet ipsi Numidas appellavere. Ceterum adhuc aedificia Numidarum agrestium, quae mapalia illi vocant, oblonga, incurvis lateribus, tecta quasi navium carinae sunt. Medis autem et Armeniis accessere Libyes — nam ii propius mare Africum agitabant, Gaetuli sub sole magis, haud procul ab ardoribus —, iique mature oppida habuere; nam freto divisi ab Hispania mutare res inter se instituerant. Nomen eorum paulatim Libyes corrupere, barbara lingua Mauros pro Medis appellantes. Sed res Persarum brevi adolevit, ac postea nomine Numidae, propter multitudinem a parentibus digressi, possedere ea loca, quae proxima Carthagine[m] Numidia appellatur. Deinde utrique alteris freti finitimos armis aut metu sub imperium suum coegere, nomen gloriamque sibi addidere, magis ii, qui ad nostrum mare processerant, quia Libyes quam Gaetuli minus bellicose. Denique Africae pars inferior pleraque ab Numidis possessa est, victi omnes in gentem En los principios habitaron el África los gétulos y libios, gente áspera y sin cultura, que se alimentaba con carne de fieras y con las hierbas del campo, como las bestias. Estos no se gobernaban por costumbres, ni por leyes, ni vivían sujetos a nadie; antes bien, vagos y derramados, ponían sus aduares donde les cogía la noche. Pero después que, según la opinión de los africanos, murió en España Hércules, su ejército, que se componía de varias gentes, ya por haber perdido su caudillo, ya porque había muchos competidores sobre la sucesión en el mando, se deshizo en breve tiempo. De estas gentes, los medos, persas y armenios, habiendo pasado a África embarcados, ocuparon las tierras cercanas a nuestro mar; pero los persas se internaron más hacia el Océano y tuvieron por chozas las quillas de sus barcos vueltas al revés, por no haber madera alguna en los campos, ni facilidad de comprarla, o tomarla en trueque a los españoles, cuya comunicación impedía el anchuroso mar y la diversidad de idiomas. Fueron, pues, los persas uniéndose poco a poco a los gétulos por vía de casamiento, y porque mudaban muchas veces sitios, explorando el que más les acomodaba para los pastos, se intitularon númidas. Aún hoy día las casas de los que viven por el campo, a que en su lengua llaman mapales, son prolongadas y tienen sus costillas en arco, amanera de quillas de navíos. A los medos y armenios se agregaron los libios que vivían cerca de la costa del mar de África (los gétulos, más bajo la influencia del sol y no lejos de sus ardores). Estas dos naciones tuvieron muy en breve pueblos formados, porque como sólo las dividía de los españoles una corta travesía de mar, se habían acostumbrado a permutar con ellos las cosas necesarias, y los libios desfiguraron poco a poco su nombre, llamando a los medos en su lengua bárbara moros. Pero el estado de los persas se aumentó en breve tiempo, y después, habiéndose muchos de ellos, con el nombre que habían tomado de númidas, separado de sus padres a causa de su gran número, ocuparon las cercanías o fronteras de Cartago, llamadas por esta razón Numidia, y ayudándose unos y otros entre sí, sujetaron a su imperio a sus comarcanos, ya con las armas, ya con el terror, y se 15 nomenque imperantium concessere. hicieron ilustres y famosos, especialmente los que más se habían acercado a nuestro mar (porque los libios son de suyo menos guerreros que los gótulos), y, en fin, los númidas vinieron a hacerse dueños de la mayor parte de la inferior África, pasando desde entonces los vencidos a ser y a llamarse como los vencedores. [19] Postea Phoenices, alii multitudinis domi minuendae gratia, pars imperi cupidine sollicitata plebe et aliis novarum rerum avidis, Hipponem Hadrumetum Leptim aliasque urbis in ora maritima condidere; eaeque brevi multum auctae, pars originibus suis praesidio, aliae decori fuere. Nam de Carthagine silere melius puto quam parum dicere, quoniam alio properare tempus monet. Igitur ad Catabathmon, qui locus Aegyptum ab Africa dividit, secundo mari prima Cyrene est, colonia Theraeon, ac deinceps duae Syrtes interque eas Leptis, deinde Philaenon arae, quem locum Aegyptum versus finem imperi habuere Carthaginienses, post aliae Punicae urbes. Cetera loca usque ad Mauretaniam Numidaetenent, proximi Hispania[m] Mauri sunt. Super Numidiam Gaetulos accepimus partim in tuguriis, alios incultius vagos agitare, post eos Aethiopas esse, dein loca exusta solis ardoribus. Igitur bello Iugurthino pleraque ex Punicis oppida et finis Carthaginiensium, quos novissime habuerant, populus Romanus per magistratus administrabat; Gaetulorum magna pars et Numidae usque ad flumen Muluccham sub Iugurtha erant; Mauris omnibus rex Bocchus imperitabat, praeter nomen cetera ignarus populi Romani itemque nobis neque bello neque pace antea cognitus. De Africa et eius incolis ad necessitudinem rei satis dictum. Después de esto los fenicios, parte a fin de aliviar a sus pueblos de la muchedumbre, parte habiendo por su ambición de mando solicitado a la plebe, y otros deseosos de novedades, fundaron en la costa del mar a Hipona, Adrumeto, Leptis y otras ciudades, las cuales, habiéndose aumentado mucho en breve tiempo, vinieron después a ser, unas escudo, otras ornamento de los pueblos de donde descendían, y esto sin hablar de Cartago, lo que es mejor que haberme de quedar corto, pues me llama el tiempo a tratar de otro asunto. De la parte, pues, del Catabatmo, que es el linde que divide a Egipto de África, siguiendo la costa, se halla lo primero Cirene, colonia de los tereos, después las dos Sirtes y entre ellas la ciudad de Leptis, luego las aras de los filenos, término que era del imperio de Cartago por la parte que mira a Egipto; más adelante otras ciudades cartaginesas. El resto hasta la Mauritania lo ocupan los númidas. Los mauritanos son los más cercanos a España. Sobre la Numidia, tierra adentro, se dice que habitan los gétulos, parte en chozas, parte vagos y a la inclemencia, y sobre éstos los etíopes, y que después se encuentran tierras desiertas y abrasadas por los ardores del sol. En tiempos, pues, de la guerra de Jugurta, el pueblo romano administraba las más de las ciudades cartaginesas y las fronteras de su imperio, que había recientemente ocupado, por medio de magistrados que enviaba. Gran parte de los gétulos y los númidas hasta el río Muluca, obedecían a Jugurta: los mauritanos todos al rey Boco, que no conocía al pueblo romano sino por el nombre, ni antes de esto, en paz ni en guerra, teníamos nosotros de él noticia alguna. Del África y sus habitadores creo haber dicho lo que basta para mi propósito. [20] Postquam diviso regno legati Africa decessere et Iugurtha contra timorem animi praemia sceleris adeptum sese videt, certum esse ratus, quod ex amicis apud Numantiam acceperat, omnia Romae venalia esse, simul et illorum pollicitationibus accensus, quos paulo ante muneribus expleverat, in regnum Adherbalis animum intendit. Ipse acer, bellicosus; at is quem petebat quietus, inbellis, placido ingenio, opportunus iniuriae, metuens magis quam metuendus. Igitur ex improviso finis eius cum magna manu invadit, multos mortalis cum pecore atque alia praeda capit, aedificia incendit, pleraque loca hostiliter cum equitatu accedit, deinde, cum omni multitudine in regnum suum conuvertit, existimans Adherbalem dolore permotum iniurias suas manu vindicaturum eamque rem belli causam fore. At ille, quod neque se parem armis existimabat et amicitia populi Romani magis quam Numidis fretus erat, legatos ad Iugurtham de iniuriis questum Después que dividido el reino se partieron los diputados de África, y Jugurta, en lugar del castigo que recelaba, se vio premiado por su maldad reconociendo por experiencia cuán cierto era lo que en Numancia había oído a sus amigos, es a saber, que en Roma todo se vendía, y engreído con las promesas de aquellos a quienes poco antes había llenado de dones, aspiró al reino de Aderbal, cosa para él muy fácil, siendo como era fuerte y belicoso y a quien invadía, quieto, pacifico, de genio blando, a propósito para ser injuriado y antes medroso que temible. Acometiendo, pues, de repente con buen número de tropa a sus fronteras, cautiva a muchas gentes, róbales sus ganados y hacienda, pone fuego a sus casas, entra por varias partes con su caballería haciendo grandes daños, y después se retira con todo el ejército a su reino, creyendo que Aderbal, con el dolor de la injuria, querría tomar satisfacción de ella con las armas, y que esto daría ocasión para la guerra. Pero Aderbal, ya porque se contemplaba desigual en fuerzas, ya porque confiaba más en la alianza con el pueblo romano 16 misit. Qui tametsi contumeliosa dicta rettulerant, prius tamen omnia pati decrevit quam bellum sumere, quia temptatum antea secus cesserat. Neque eo magis cupido Iugurthae minuebatur, quippe qui totum eius regnum animo iam invaserat. Itaque non uti antea cum praedatoria manu, sed magno exercitu comparato bellum gerere coepit et aperte totius Numidiae imperium petere. Ceterum, qua pergebat, urbis agros vastare, praedas agere, suis animum hostibus terrorem augere. que en los númidas, envía sus mensajeros a Jugurta para que se quejen del agravio y, aunque la respuesta con que volvieron fue una nueva afrenta para Aderbal, resolvió éste sufrirla y pasar por todo, a trueque de no volver a una guerra, cuyo ensayo le había salido mal. Pero ni esto apagó la ambición de Jugurta, el cual ya en su idea se contemplaba dueño absoluto de todo aquel reino; y así, no ya con una partida de gente destinada a correrías como antes, sino con grande ejército, comienza a hacer la guerra y pretender declaradamente el dominio de toda la Numidia; y asolando, talando y saqueando los pueblos y campiñas por donde pasaba, añadía ánimo a los suyos y espanto a sus enemigos. [21] Adherbal ubi intellegit eo processum, uti regnum aut relinquendum esset aut armis retinendum, necessario copias parat et Iugurthae obvius procedit. Interim haud longe a mari prope Cirtam oppidum utriusque exercitus consedit et, quia diei extremum erat, proelium non inceptum. Sed ubi plerumque noctis processit, obscuro etiam tum lumine milites Iugurthini signo dato castra hostium invadunt, semisomnos partim, alios arma sumentis fugant funduntque. Adherbal cum paucis equitibus Cirtam profugit, et ni multitudo togatorum fuisset, quae Numidas insequentis moenibus prohibuit, uno die inter duos reges coeptum atque patratum bellum foret. Igitur Iugurtha oppidum circumsedit, vineis turribusque et machinis omnium generum expugnare aggreditur, maxime festinans tempus legatorum antecapere, quos ante proelium factum ab Adherbale Romam missos audiverat. Sed postquam senatus de bello eorum accepit, tres adulescentes in Africam legantur, qui ambos reges adeant, senatus populique Romani verbis nuntient velle et censere eos ab armis discedere, de controversiis suis iure potius quam bello disceptare: ita seque illisque dignum esse. Aderbal, cuando vio que las cosas habían llegado a un término que, o bien era necesaria desamparar el reino o mantenerle con las armas, obligado de la necesidad, junta sus tropas y sale al encuentro de Jugurta. Acamparon los dos ejércitos en las vecindades del pueblo de Cirta, no lejos, y porque quería ya anochecer, no se dio entonces la batalla. Pasado lo más de la noche, aún entre sombras y alguna escasa luz, los soldados de Jugurta, dada la señal, acometen los reales de los enemigos, ahuyentan y desbaratan a unos que estaban medio dormidos y a otros que tomaban las armas. Aderbal, con pocos caballos, se acogió a Cirta, y si no hubiera sido por la muchedumbre de los del pueblo, que apartaron de sus murallas a los númidas que le seguían, en un mismo día se hubiera entre los dos reyes comenzado y acabado la guerra. Visto esto por Jugurta, sitia al pueblo y le estrecha con trincheras, torres y máquinas de todos géneros, dándose gran prisa