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El Romancero

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El Romancero 
 
Al medio del camino entre la lírica popular y la poesía narrativa de los juglares, 
surgen los “romances”. Esto ocurre al final del periodo medieval, entre los siglos 
XIV y XV, frente al bajo interés por los largos poemas épicos, los “Cantares de 
Gesta”. 
 
Sin embargo, todos siguen disfrutando de este tipo de poesía, recitando o 
escuchando, pues los “Cantares” son reducidos a fragmentos más breves por los 
juglares. Fragmentos en donde se concentran la tensión narrativa de las hazañas de 
los héroes legendarios cantados en este tipo de poesía. Son así, poesías cargadas de 
historias, mitos y leyendas. 
 
Concluimos entonces que este tipo de poesía, el “romance”, surge en razón de la 
fragmentación que hicieron los juglares de los "Cantares de Gestas". Pues, como 
estos cantares eran muy extensos, los juglares necesitaban de dos o tres 
presentaciones para verterlos conocidos al público. 
 
Pero, después que las historias o los héroes se volvían más conocidos, los juglares 
pasaban a fijarse en los trechos más significativos para el pueblo. 
 
El "romance", en un sentido poético, se define como un breve poema épico (porque 
el romance narra, cuenta algo) y lírico (porque presenta la subjetividad del poeta) 
destinado al canto por los juglares. Los “romances” son obras poéticas de variados 
temas, cuyos rasgos comunes son los versos octosílabos y la rima asonante de los 
versos pares. 
 
Se considera que los juglares son los principales mantenedores o “criadores” de los 
romances, pues iban de pueblo en pueblo, castillo en castillo, presentando los 
 
 
 
principales fragmentos de las canciones de gestas de los héroes o cantando el 
amor. 
 
Así que los romances no pertenecían a un autor específico, pues era de la gente, 
del pueblo que lo recitaba y lo transformaba a cada nuevo canto, hasta que 
escritores empiezan a juntar, reunir los “romances” en los “Romanceros”. 
 
Entonces, un Romancero es la agrupación de varios romances. Así, a partir del siglo 
XIV, el conjunto de romances primitivos, anónimos y transmitidos de forma oral 
recibe el nombre de “Romancero Viejo” o “Tradicional”. 
 
Crece la popularidad del Romancero, lo que atrae escritores más cultos. De este 
modo, en los siglos XVI y XVII es creado el “Romancero Nuevo” en donde, más 
adelante, van a figurar escritores de gran fama, como Lope de Vega, Quevedo y 
Góngora; y incluso escritores del siglo XX, como García Lorca. 
 
Cuando decimos que los “romances” pueden pertenecer al Romancero Viejo o al 
Romancero Tradicional, tenemos una clasificación según “cuándo” y “quiénes” los 
crearon, o mejor diciendo, los reunieron en obras. 
 
Sin embargo, hay otro tipo de clasificación para los “romances” que observa su 
contenido. Contenidos más alejados del espíritu épico, y más fijados en las 
temáticas: del amor, de los argumentos fantásticos o las luchas de caballería entre 
cristianos y musulmanes. 
 
¿En qué reside la popularidad de los Romanceros? 
 
Veamos algunas características importantes: 
 
 La temática: con relación a este ítem, los romances trataban de temas 
que interesaban a los pueblos. Los romances viejos tienen cantares de 
 
 
 
carácter histórico y legendario, pues hablaban de los héroes españoles y 
franceses. 
 
Llevaban las noticias de las batallas contra los árabes al pueblo. Con el 
tiempo se alejan de este carácter épico y se vuelven para la temática del 
amor, y pasan a producir horas de entretenimiento con las historias de 
amores imposibles. 
 
 El silabismo: esta es también una fuerte característica. Vale acordarse 
que el “romance” está compuesto por versos generalmente octosílabos, 
lo que permite que los versos suenen más naturales para el oyente. 
 
 El estilo: la sencillez y espontaneidad, propia de toda literatura popular, 
es una característica bastante singular en los romances. 
 
 El fragmento: los romances se concentran en las partes esenciales, 
principales, de los “Cantares de Gestas”. 
 
 La oralidad: la transmisión oral favorece a los paralelismos, a las 
repeticiones y a las exclamaciones. 
 
 El uso del estilo directo y la presencia de los diálogos: estas 
características mantienen la atención y expectativa del oyente.

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