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El presente material ha sido elaborado ex profeso como guía para el curso Análi; del Estado Mexicano, con el propósito de dotar al educando E • ríe de herr mientas conceptuales que le sean de utilidad para interpretar ar la realkii Consta de dls apartados, uno donde se abordan elementos básicos de Teorá < Estado, que son conocimientos fundamentales para el ejercicio analítico d< do en general y, otra, en la que con base en tal instrumental teórico se abordan I, particularidades de la organización y funcionamiento del Estado mexicano. Partimos de la premisa d| que para el estudiante de la licenciatura en li.iUi social es fundimental el conocimiento y comprensión del surgimiento y función, miento del Etíado, pues si bien estudia una profesión preponderante pañi l . i li tervenc¡ón,:esto no quiere decir que la reflexión es prescindible, pues la di< entre teoría y acción es un mero artificio: sirve la intervención sin :::y a la inversa. Es este orden '''de ideas, el análisis de las formas en que : funciona el |stado, permite aFalumno contexttializar política, económica, i ultuft y socialmente la acción estatal; así como su intervención profesional fulm ámbito de lo público. JALVADOR ALVARADO GARIBALDI es licenciado en sociologii la FCPys de, la UNAM, Diplomado en idease institución!'. i - cas por el ITAM y en políticas de juventud por el Mu u Educación y Cultura y el Instituto de la Juventud i l < • i Maestro en sociología porla UIA y candidato a doi ¡ ministracjón pública por el IESAP. Es profesor < l > la ENTS y;fue profesor visitante en la Universid.ul d España. ! ana isis untes PARA EL DEL 5. i v, idur Alvarado Garíbaldí " Cultura de la legalidad y trabajo social ! &( i El I A NAt'U )NAI 1/>1:: TRABAJO SOCIAL. * UNAM • índice PRESENTACIÓN 7 Capítulo I FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL ESTADO 11 Introducción al capítulo 11 Objetivos particulares del capítulo 12 Formación y desarrollo del Estado 12 Qué es Estado 14 Elementos constitutivos del Estado 18 Formas de Estado y de Gobierno 25 Funciones generales del Estado 29 El origen del estudio sobre el Estado 38 El surgimiento del Estado 56 Teorías básicas sobre el Estado 64 Estado y política 70 Resumen del capítulo 102 Actividades complementarias de aprendizaje 103 Capítulo II ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA DEL ESTADO MEXICANO 107 Introducción al capítulo 107 Objetivos particulares del capítulo 108 Organización y estructura del Estado mexicano 109 Niveles de gobierno 114 Competencias y atribuciones de los poderes 125 Estructura básica del Sistema Político Mexicano 145 Los actores de la democracia 158 Las instituciones electorales: el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Federal Electoral 158 Los principales partidos políticos 173 Los ciudadanos y la expectativa de los alcances democráticos 187 Resumen del capítulo 198 Actividades complementarias de aprendizaje 199 CONSIDERACIONES FINALES 201 GLOSARIO. . . 209 Apuntes para el análisis del Estado. Una introducción al estudio del Estado, se terminó de imprimir en la ciudad de México durante el mes de febrero del año 2008. La edición, en papel de 75 gramos, estuvo al cuidado de la oficina litotipográfica de la casa editora. BIBLIOGRAFÍA. . 215 10 Soívodor fllvarodo Goriboldi estudiante profundice en la reflexión y refuerce sus conoci- mientos con otras fuentes. Por último, es importante señalar que este material, como todo trabajo de esta naturaleza, es perfectible y que es polí- tica de la Escuela Nacional de Trabajo Social su permanente revisión y actualización, por lo que estaremos atentos para recoger todas las experiencias, críticas, propuestas y reco- mendaciones de alumnos y profesores a fin de mejorar y enriquecer sus contenidos. Capítulo I Formación Y desarrollo del Estado La discrepancia entre Aristóteles y Séneca respecto i la naturaleza del hombre, radica en discernir si éste es político o social, pero parte de la coincidencia de que para ambos es un animal. SALVADOR ALVAHADO GARIBALDI INTRODUCCIÓN ni CHPÍTULO El conocimiento del surgimiento y funcionamiento del Estado es fundamental en la formación del tra- bajador social, tanto para la comprensión de las acciones estatales: políticas, económicas y sociales pasadas y presentes, como para la definición de los campos de intervención profesional del trabajo so- cial en el ámbito de lo público. El Estado es una construcción histórico-social que tiene elementos particulares que le conforman y definen, sin embargo, no existe una definición única y acabada del mismo, antes al contrario exis- ten no sólo diversas, sino incluso antagónicas, posiciones teóricas referentes a la naturaleza y funciones del Estado. Así, es necesario que el edu- cando, entienda qué es el Estado, cómo surge, cómo funciona y qué elementos le constituyen. De igual manera, es preciso que conozca las diferentes es- cuelas de pensamiento qué lo explican, a fin de que disponga de elementos suficientes para que pueda, 12 él mismo, normar su propio criterio en función de sus par- ticulares posicionamientos ideológicos. A partir del empleo de categorías y conceptos básicos en materia de análisis social, de las relaciones de poder y de la política como instrumento para el tratamiento de los asuntos públicos, abordamos los antecedentes y el proceso de con- formación del Estado, así como sus particularidades respec- to a su organización, responsabilidades y funcionamiento. Objetivos particulares del capítulo • Identificar el significado del Estado a partir del conocimien- to de sus orígenes históricos, políticos y sociológicos. • Explicar las particularidades del Estado respecto de su estructura, organización y funcionamiento. FORMflCIÓN V DeSflRROUO Del €STñDO Uno de los temas de mayor interés en las últimas dos décadas es el relativo a la naturaleza y las funciones del Estado, pues mucho se ha escrito con relación a la vigencia del Estado- nación en el contexto de la globalización y de las reformas estructurales que acotan sus márgenes de intervención, cuestionan sus responsabilidades en materia económica y social y aducen la urgente reorganización de sus servicios, así como la necesaria profesionalización de la administración pública. Por tanto, la tesis predominante a lo largo del siglo xix y durante gran parte del siglo pasado; de que el Estado era el instrumento fundamental para transformar a la sociedad, ha sido severamente cuestionada ante las nuevas condiciones imperantes de un mundo cada vez más interdependiente, caracterizado por el predominio de un poder militar hegemó- nico; la rearticulación de poderes regionales organizados en bloques de países en aras de construir un mundo multipolar; oí creciente poder económico e injerencista de organismos Formación y desarrollo deí Gstado 13 financieros internacionales y empresas transnacionales y; la emergencia de poderes fácticos internos y externos que aco- tan o condicionan el funcionamiento del Estado. Al respecto nos señala Enrique González Pedrero: La mundialización, como la llamaron certeramente los fran- ceses, está cambiándolo todo: no sólo tiene que ver con la información, el comercio, la vida de negocios, los flujos finan- cieros y de inversión, etcétera, sino también con el comercio de seres humanos, el narcotráfico, el crimen organizado, el tráfico de armas. Por todo ello, el Estado -tal como lo cono- cíamos- ya no es lo que fue. En efecto, los fenómenos de globalización delictiva operan por encima de las fronteras nacionales de manera que, para poder combatirlos eficaz- mente, el Estado, tiene que proceder en consecuencia. Si el Estado pretende seguir actuando en estos casos como lo hacía antes, como supremo poder coactivo nacional, lo más probable es que no salga bien librado.2 En este contexto, las élites gobernantes, a veces por ini- ciativa propia u otras por coacción, se proponen transformar al Estado para adaptarlo al funcionamiento e intereses de una nueva realidad cada vez más globalizada y a sociedades cada vez más urbanizadas, escolarizadas,organizadas y deman- dantes en unos casos, y en otros como el nuestro, además de los retos mencionados, atender la creciente exclusión social, la pauperización, la polarización y el desorden. En conse- cuencia, hoy más que nunca se hace necesario reflexionar sobre el particular a fin de esclarecer las características, res- 3Enrique González Pedrero, La cuerda tensa. Apuntes sobre Ja democracia en Maraco, 1990-3005, pp. 27 y 28. El autor le da una connotación más abarcadura al concepto "mundialización", porque incluye fenómenos de carácter político y social y no sólo económicos, dado que parte de la definición de "globalización" acuñada por el FMI, que precisa este último concepto como "...la interdependen- cia económica creciente del conjunto de los países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales al mismo tiempo que la difusión acelerada y garantizada de la tecnología". 14 Salvador Rlvarado Gariboldí ponsabüidades, funciones, alcances y limitaciones del Estado en términos generales y conceptuales, así como las relativas a las particularidades del Estado mexicano. Por tanto, es pertinente reconocer que para analizar el surgimiento, desarrollo y funcionamiento del Estado es ne- cesario valerse del auxilio de determinadas ciencias y disci- plinas, principalmente: la historia, la sociología, la ciencia política y el trabajo social. La historia es la ciencia que per- mite el conocimiento del pasado para la comprensión del presente y la construcción de la utopía, es decir, la proyección del futuro, en tanto que el estudio sociológico permite la com- prensión y explicación del sentido de los procesos sociales, lo cual no puede lograrse con la mera descripción históri- ca.3 La ciencia política estudia y explica las relaciones de autoridad y obediencia y sus efectos sobre el comportamien- to de los hombres y, el estudio e interpretación sistemática de las políticas públicas, así como el análisis y evaluación de los planes, programas y proyectos en materia de atención social lo podemos realizar con auxilio del trabajo social. En virtud de lo señalado intentaremos un recorrido des- de una visión compleja,4 de carácter histórico-sociopolítico, que dé cuenta de distintas interpretaciones de la naturaleza del Estado, de sus funciones y sus responsabilidades. Qué es €stado Como primera condición de análisis es conveniente precisar el sentido y significación de algunas palabras que utilizare- mos a lo largo del texto. Un concepto es la representación intelectual de una cosa u objeto y su clara comprensión y correcta utilización es fundamental, tanto en el proceso de 3Véase Raymond Aron, Lecciones sobre Ja Historia, pp. 324-338. ''Entendemos la complejidad desde el enfoque de Edgar Morin, quien mani- fiesta que "...lo complejo significa que está tejido junto, y en consecuencia, pen- samiento complejo es pensamiento que trata a la vez de vincular y de distinguir, i UTO sin desunir". Véase "Por una reforma del pensamiento", en El Correo de la I / N C W I O , febrero de 1996, p. 10. Formación y desarrollo del fetado 15 comunicación, como en el de enseñanza-aprendizaje y, prin- cipalmente, en el de generación de nuevo conocimiento. Asimismo, es necesario precisar los conceptos básicos para romper con las afirmaciones de sentido común, a fin de emplearlos de una manera expresamente definida y metódi- camente depurada, pues como aconseja Fierre Bourdieu, hay que apartarnos de los prejuicios que nos incitan a creer que los hechos deben de estar de acuerdo con ciertas imágenes construidas en el discurso común y cotidiano, nos alerta al respecto: "Por no someter el lenguaje común, primer instru- mento de la construcción, del mundo de los objetos, a una crí- tica metódica, se está predispuesto a tomar por datos, objetos preconstruidos en y por la lengua común".5 Así, el concepto es una abstracción que evita equívocos y auxilia en la com- prensión y explicación de la realidad, pues en tanto se refie- re a una determinación particular de una manera rigurosa y científica, significa eso y no otra cosa. Ahora bien, al intentar explicarnos científicamente la rea- lidad, además de la precisión conceptual se requiere el cono- cimiento y dominio de distintas posiciones teóricas que hacen el puente entre la realidad reconstruida conceptualmente por medio de un conjunto de abstracciones y la realidad objetiva de los hechos que vivimos en la cotidianidad. Una vez señaladas estas consideraciones podemos incur- sionar de lleno al tema que nos ocupa: el análisis del Estado, entidad cuya existencia nadie pone en duda, éste existe, está ahí, frente a nosotros y nosotros mismos formamos parte de él. Por lo menos en esto, el acuerdo es generalizado. No obstante, las desavenencias inician con las preguntas obligadas: ¿Qué es Estado?, ¿cómo se forma?, ¿qué le cons- tituye?, ¿hay varios tipos? Y si los hay, ¿de qué dependen las diferencias?, ¿de sus orígenes?, ¿de los procesos que han seguido para formarse? o bien, ¿las particularidades han sur- 5Pierre Bourdieu e£ al, El oficio del sociólogo, p. 38. "¡6 Salvador fllvarado Gariboldi gido posteriormente a una etapa de formación homogénea y común a todos ellos?6 La búsqueda de respuestas a tales cuestionamientos es propósito de parte de esta unidad. Como punto de partida, debemos resaltar que un análisis complejo no permite la aceptación de definiciones absolutas y acabadas, la realidad es un complejo entramado de intere- ses, percepciones y comportamientos que configuran distin- tas cosmovisiones, todas útiles para comprender nuestro entorno y, en el caso particular del trabajo social, también para precisar las metodologías y estrategias de intervención. Así, como en cualesquier asunto que se precie de ser serio, no existe una definición única del Estado. Ninguna definición es perfecta porque es una construc- ción humana y los hombres tienen intereses y posiciona- mientos ideológicos que se manifiestan en sus ideas. Por ejemplo: Thomas Hobbes destaca la naturaleza contractual del Estado definiéndolo, ...como una persona de cuyos actos se constituye en autora una gran multitud mediante pactos recíprocos de sus miem- bros con el fin de que esa persona pueda emplear la fuerza y los medios de todos como juzgue conveniente para asegu- rar la paz y la defensa común. El titular de esa persona se denomina soberano, y se dice que tiene poder soberano,- por- que cada uno de los que le rodean es subdito suyo. Se alcan- za este poder por dos conductos. Uno por la fuerza natural (...) otro, cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí (...) En este último caso puede hablarse de Estado político, o Estado por institución, y en el primero de Estado por ad- quisición.7 En otro tiempo y en una perspectiva totalmente diferente, Nicolás Lenin resalta el carácter sólo impositivo del Estado al considerarle el instrumento de una clase en detrimento de otras 6Véase Adell J. Jáuregui, El Estado-Nación, pp. 19-31. Thomas Hobbes, El Leviatán, p. 180. formación y desarrollo del €stodo "J7 que son presa de su dominio: "El Estado es una máquina des- tinada a mantener la dominación de una clase sobre otra".8 En este enfoque, el Estado es un instrumento de clase que sirve para garantizar y legitimar la explotación de una clase por otra, así como para asegurar la reproducción del sistema. Desde la perspectiva del derecho, autores como Hermán Heller y Hans Kelsen ven al Estado como un sistema jurídico. El primero, lo define "como una estructura de dominio dura- deramente renovada a través de un obrar común actualizado representativamente, que ordena en última instancia los actos sociales sobre un determinado territorio". En dicho autor so- bresale la idea de un poder monopolizado territorialmente, la existencia de un orden jurídico y administrativo organiza- do como sistema y un cuerpo administrativo consagrado a su cumplimiento. Mientras que para Kelsen el Estadoes la totalidad del orden jurídico en cuanto constituye un sistema, o sea, una unidad cuyas partes son interactuantes e interde- pendientes.9 Ahora bien, desde la antigüedad y hasta nuestros días, hay quienes consideran al Estado como garante del bien común y de ninguna manera como la expresión de los intereses ex- clusivos de la clase dominante. Tres siglos antes de nuestra era, Aristóteles señaló: Todo Estado es, evidentemente, una asociación, y toda aso- ciación no se forma sino en vista de algún bien, puesto que los hombres, cualesquiera que ellos sean, nunca hacen na- da sino en vista de lo que les parece ser bueno. Es claro, por tanto, que todas las asociaciones tienden a un bien de cierta especie, y que el más importante de todos los bienes debe ser objeto de la más importante de las asociaciones, de aquella que encierra todas las demás, y a la cual se llama precisamente Estado y asociación política.10 °Véase Nicolás Lenin, El Estado y ¡a revolución, pp. 7-25. 9Véase Andrés Serra Hojas, Teoría del Estado, p. 71. "Aristóteles, La Política, p. 21, Libro primero, capítulo I. 18 En este mismo orden de ideas, estudiosos como Andrés Serra Rojas o Francisco Porrúa coinciden en que el Estado se compone de una organización de hombres que viven en un territorio determinado, sujetos a una autoridad, para ob- tener una finalidad común de bienestar y convivencia pacífi- ca, dentro de las directrices de un orden jurídico.11 Como un último ejemplo, y por la trascendencia de su planteamiento para las ciencias sociales, políticas y jurídicas, es conveniente recuperar y contrastar el concepto de Estado de Max Weber. Nos dice: "...el Estado es aquella comunidad humana que al interior de un territorio -el concepto del territorio es esencial a la definición- reclama para sí [con éxito] el monopolio de la coacción legítima".12 Una mirada desde la complejidad no nos permite asumir como verdadera y única una de las definiciones mencionadas (y existen muchas otras igualmente válidas e importantes] pues ello sería tanto como asumir que el resto son erróneas y en consecuencia prescindibles. Hay pues en todas ellas, elemen- tos de verdad que son útiles para comprender la realidad. elementos constitutivos del 6stodo No obstante de las diferencias en las definiciones citadas, es posible identificar la existencia de elementos comunes y constantes en ellas. Por ejemplo, todos los autores al referir- se al Estado hablan de un poder instituido, antes de someter a discusión el uso que se hace de tal poder y de los intereses que éste representa, se reconoce su existencia. Asimismo, ese poder que es depositado en alguien, es aplicado a otros, con esto destacamos que todas las definiciones contienen en sí, el reconocimiento de la existencia de sujetos que apli- can poder y de otros sobre los que se aplica ese poder. Pero no sólo eso, otra constante en todos los autores es que la "Véase Andrés Serra Rojas, op. cit., p. 108. 12Max Weber, Economía y sociedad, p. 1056. Formación y desarrollo del fetodo 19 aplicación del poder, se materializa en un lugar, en una ex- tensión determinada donde se asienta el objeto de aplicación del poder. En conclusión, al margen de las diferencias ideológicas y filosóficas, subyacen coincidencias que es necesario resal- tar a fin de esclarecer los componentes del Estado. Por tanto, podemos establecer como premisa fundamental que todo Estado, invariablemente, se constituye por tres elementos, los cuales son: territorio, población y gobierno. Territorio es un espacio terrestre, aéreo y marítimo deli- mitado geográfica y jurídicamente, por tanto, es la fracción del espacio en el que el Estado ejerce su poder. En dicha extensión territorial existe el principio de impenetrabilidad, que consiste en definir que en un territorio sólo puede exis- tir un Estado. Incluso, en el caso de una Federación [como nuestro país], el territorio juega un doble papel: el federal y el local; pero el principio de impenetrabilidad no se rompe. Al ser un elemento constitutivo del Estado, es entendible que este último no puede existir si no existe en un territorio. En este sentido, es necesario señalar que la dimensión terri- torial no tiene trascendencia decisiva, lo determinante es que exista ese territorio, su tamaño mayor o menor, al igual que la abundancia o carencia de bienes materiales en dicha exten- sión espacial, definirán en todo caso su mayor o menor rique- za y poderío, pero no son esenciales para determinar su mera existencia. El territorio cumple dos funciones fundamentales en la existencia del Estado; por un lado fija los límites de la acción estatal, es decir, circunscribe sus fronteras con relación a otros Estados y establece un dique a la actividad de los mis- mos en el territorio nacional. Y, por otro lado, representa la extensión física, la porción de suelo que sirve de asiento para su población. Así, es el espacio (y en ocasiones la fuen- te de los recursos naturales necesarios para la manutención de su población] geográfico donde tiene vigencia el orden 2Q Salvador ñlvarado Garibaldi jurídico que emana de la soberanía del Estado, por lo cual, en ese espacio, el Estado está facultado y obligado, para vi- gilar y proteger respectivamente a los habitantes. Población es la totalidad de individuos que habitan el territorio de un Estado y posee dos aspectos básicos: uno, demográfico o cuantitativo, que considera su número y den- sidad y; otro, de carácter cualitativo, referido a la raza, la herencia y ciertas prácticas axiológicas. Cada uno de los individuos que conforman a la población son sujetos activos de derechos y obligaciones, tanto de las denominadas garan- tías individuales, como de los derechos sociales, aspectos esenciales de conocimiento y observancia para el trabajo social. En síntesis, podemos definir a la población como el con- junto de seres humanos que componen una categoría par- ticular: población mexicana, población española, población iraní, etcétera, los cuales están vinculados jurídica y culturalmente por un interés común y supremo, mismo que es considerado el vínculo político y legal que relaciona a los gobernados entre sí y a éstos con el Estado y que no debe confundirse con el concepto de ciudadanía. Bien señala de manera puntual Juan Jacobo Rousseau el doble papel que desempeñan los individuos que conforman a la población. El de subdito y el de ciudadano. Las personas que integran la población, en tanto subditos se encuentran sometidas a la autoridad política y consecuentemente cons- tituyen el objeto del ejercicio del poder; mientras que como ciudadanos participan en la formación de la voluntad general y por consiguiente, son sujetos de las acciones del Estado.13 En consecuencia, al ser la población un elemento constituti- vo del Estado, es impensable la existencia misma del Estado sin un grupo humano ante el cual se ejerce y del cual emana el poder. '"Eduardo García Máynez, pp. 100-101. Formación y desarrollo del Estado 21 Gobierno se refiere a la dirección y funcionamiento del Estado, es el Estado mismo en acción a través de las personas y órganos encargados de dirección. Equivale a la gestión polí- tico-administrativa y de dirección de los órganos de control político-social. Empero, es necesario destacar que en las sociedades mo- dernas el poder del Estado, es poder institucionalizado, don- de los gobernantes no ejercen el poder como una prerroga- tiva personal, pues esta facultad emana de que están investidos de esa competencia en representación del Estado, es decir, de una amplitud legal para realizar ciertos actos de poder por la vía de la ley, pues el "...derecho de mandar y de obligar no tiene más que un titular permanente y exclu- sivo, es el Estado".14 En este orden de ideas, el Estado es una realidad social, o sea, interrelaciones de los hombres entre sí, y entre éstos y las instituciones, asentados en un territorio geográfica y jurí- dicamente determinado, que dispone de una organización ju- rídico-política unificada por una unidad supremade decisión y que se articula por un cuerpo jurídico normativo que le constituye legalmente: la Constitución. La interrelación y dependencia entre sí de tales elemen- tos, es lo que permite la concreción del Estado en el mundo fáctico y por tanto su existencia como cuerpo autónomo e independiente con relación a otros estados y, por otro lado, alude también a la categoría de permanencia y estabilidad que ha de procurar el Estado mismo para garantizar su pro- pia supervivencia. Existe entonces, un cuerpo de leyes generales compren- didas en la Constitución (de las cuales emanan las leyes re- glamentarias y secundarias) que constituyen jurídicamente al Estado y que son válidas en un territorio determinado y aplicables a una población determinada, por un grupo de "Georges Burdeau, Tratado de ciencia política, l. n, p. 305. 22 Salvador ñivarado Garlbaldl personas determinadas, que comprenden el gobierno y en quienes se delega el poder del Estado. Pero ese poder radica, única y exclusivamente en el Estado y debe ejercerse, única y exclusivamente, a través de los órganos de gobierno legal y legítimamente constituidos, pues ya lo observamos en la de- finición de Max Weber, el Estado es el único depositario de la violencia legítima. Así, el poder del Estado es un poder para garantizar la seguridad pública, mantener el orden y el control social, e imponer sanciones a quienes violen las leyes, así como defender la soberanía nacional. En este sentido, vale agregar que todo Estado moderno por definición es soberano,15 dado que la soberanía significa en principio, la negación de toda subordinación a otro poder o la limitación de la acción legal y racional del Estado por cualquier otro poder. Por consiguiente, el Estado encarna un poder soberano con dos características fundamentales: que es independiente y que es supremo. La independencia mira principalmente a las relaciones internacionales; desde este punto de vista, el poder soberano de un Estado existe sobre bases de igualdad con relación a los demás estados soberanos. En la medida en que un Estado se halla subordinado a otro, su soberanía se debilita o desva- nece. La independencia es, pues, cualidad de la soberanía exterior. La noción de supremacía, en cambio, se refiere exclusi- vamente a la soberanía interior, por cuanto a que la potestad del Estado se ejerce sobre los individuos y las colectividades que están dentro de la órbita del Estado. La soberanía interior es, por tanto, un superlativo, mientras que la soberanía ex- terior es un comparativo de igualdad. Ninguna potestad supe- 15Eduardo García Máynez sostiene que la soberanía está asociada, por lo menos en cuanto declaración de principios y aspiraciones, al Estado moderno, pues señala que no es una condición inherente a todo Estado y divide entre estados soberanos y no soberanos ubicando al Estado de la Edad Media como un ejemplo de este último, dado que de continuo padecía la injerencia de poderes imperiales, del papado y de los señores feudales. Véase op. cit., p. 103. Formación y desarrollo del Estado 23 rior a la suya en el exterior, ninguna potestad igual a la suya en el interior.16 Como principio, en el mundo del deber ser, es decir, en el plano de las interacciones axiológicas, y como aspiración permanente en el mundo fáctico, es decir, en el ámbito de las asimétricas relaciones de poder, esta bifurcación de la sobe- ranía entre lo externo e interno permite por un lado, la rela- ción independiente del Estado con respecto a otros estados en el entendido de que la interacción debe ser entre iguales, pues en tanto se exige el respeto a la independencia propia, se asume que no hay derecho para interferir o subordinar la voluntad de otro u otros estados y; por otro lado, implica el reconocimiento de que en el territorio estatal no debe haber otra organización -formal o no- con poder igual o superior al del Estado, pues en este caso la interacción es entre desigua- les, lo cual se sustenta en que el Estado se constituye como el legítimo y único depositario de la fuerza coercitiva, es decir, el supremo poder que debe garantizar el Estado de derecho. Por su actualidad y porque es muy ilustrativa dado que contiene de manera sintética los elementos hasta ahora de- sarrollados podemos recurrir a la conceptualización de Jorge Alonso y Alberto Aziz, que describen al ...Estado como el conjunto de instituciones y relaciones so- ciales [buena parte de ellas sancionadas por el sistema legal de dicho Estado) que normalmente penetra y controla el territorio y a los habitantes que ese conjunto pretende deli- mitar geográficamente. Tales instituciones tienen como últi- mo recurso, para efectivizar las decisiones que toman, la supremacía en el control de los medios de coerción física que algunas agencias especializadas del mismo Estado nor- malmente ejercen sobre ese territorio.17 mlbidem, p. 10. "Alberto Aziz Nassif y Jorge Alonso Sánchez (coords.J, El Estado mexicano. Herencias y cambios, t. i, pp. 13-14. 24 Salvador ñlvarado Garibaldi Ahora bien, el Estado no es una entidad homogénea y mo- nolítica, las diferencias van desde la diversidad territorial en términos de extensión, características orográficas, hidrográfi- cas, etcétera, pasando por la diversidad poblacional en términos axiológicos, genéticos y demográficos, hasta las diferencias relativas a la organización y funcionamiento del gobierno. Sin embargo, a manera de ilustración, sí podemos carac- terizar a los elementos constitutivos del Estado y a los que comprenden al gobierno por medio del siguiente esquema: ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTADO Y DEL GOBIERNO Independencia-Exterior: igualdad ante / otros Estados Estado X Soberanía \N Supremacía-Interior: ningún poder igual y. o superior I.- Territorio II.- Población III- Gobierno c) Formas de Gobierno - Monarquía - Oligarquía - Democracia b] Poderes en que a] Niveles en que se divide se divide [El caso de México] [El caso de México] - Federal - Estatal - Municipal presidente y secretarios de Estado Ejecutivo Legislativo Judicial Suprema Corte de Justicia V Cámaras ./ \ Senadores Diputados Formación y desarrollo del 6stodo £5 EJERCICIO 1 1. Reflexiona e intenta explicar cómo se fue configurando en el devenir histórico cada uno de los elementos que cons- tituyen al Estado. 2. Describe cómo se relacionan entre sí los diferentes ele- mentos del Estado. 3. Investiga y sintetiza un ejemplo de violación de la sobera- nía (independencia] de México y ejemplifica un caso en que se cuestione la supremacía del Estado en nuestro país. Formas de €stado y de Gobierno Es común la utilización indistinta de los conceptos Estado y Gobierno pero no es correcta, en mucho la confusión devie- ne de que en la antigüedad clásica, la polis, el gobierno, la res publica (la cosa pública) y el Estado tenían acepciones similares en tanto se referían a una comunidad política ad- ministrada por sí misma, como lo revisaremos a detalle en el punto dos del presente trabajo, baste aquí sólo destacar que en su acepción moderna son conceptos con significacio- nes diferentes. La palabra Estado nombra la organización política en su conjunto, en su completa unidad formada por los elementos que, como ya vimos, le constituyen. En tanto que la palabra Gobierno, se emplea para referir un conjunto de poderes públicos que actúan a nombre del Estado. Así, el Estado es un concepto más amplio que abarca el todo; mientras que el Gobierno únicamente designa a uno de los elementos del Estado, que si bien tiene la responsabilidad de la administra- ción y ejecución del poder del Estado, no lo sustituye. De igual manera, es necesario señalar que no todos los Estados, ni todos los gobiernos son iguales, hay distintas formas que dependen de la manera en que se organiza y administra el poder, así como de la forma en que se interre- lacionan y articulan los elementos activos del Estado. 26 Salvador filvorado Garibaldi En la actualidad se pueden diferenciar claramente dos formas de Estado, el Estado Democrático yel Estado Totalitario o Dictatorial y se clasifican en virtud del tipo de relación exis- tente entre el poder y los miembros de la sociedad por lo que se pueden esquematizar de la siguiente manera: Formas de Estado Estado Democrático Principales características.- fistado Totalitario o dictatorial Principales características: • La soberanía reside en el pueblo. • El poder se organiza de abajo hacia arriba. • El gobierno se establece con el consenso del go- bernado. • Está sometido al imperio de la ley. • Es respetuoso de las li- bertades, individuales. • Se asume como garante del bien común. • La soberanía reside en el dictador. • El poder se organiza de arriba ha- cia abajo. • El Gobierno se impone arbitraria- mente. • La ley es la voluntad del gobernante. • Puede impunemente violar las libertades. • Regularmente responde a intereses facciosos. Tocante a las formas de gobierno, desde la antigüedad, los filósofos clásicos Platón y Aristóteles estudiaron la forma de organización del gobierno y hasta la fecha siguen siendo una fuente obligada sobre el particular. Platón en La República clarifica las distintas formas de gobierno, que van de las que considera las más perfectas como la Aristocracia o el gobier- no de los filósofos, hasta aquellas que expresan la decaden- cia política en formas como la Timocracia y la Oligarquía, que surgen cuando los ricos asumen el poder político. Sin embargo, es Aristóteles quien realiza ya no un análi- sis ideal de las formas de gobierno, sino un acucioso estudio de distintas constituciones,18 que merced a los elementos co- munes, como diferenciadores, le permiten construir una cla- sificación de las formas de gobierno en las cuales identifica unas como puras y otras impuras. Son formas de gobierno puras o perfectas, aquellas que se practican conforme a derecho y procuran la justicia: a] la Monarquía, que es el gobierno ejercido por una perso- na; b] la Aristocracia, que es el gobierno ejercido por una mino- ría selecta, y c] la Democracia, que es el gobierno ejercido por la multitud o mayoría de los ciudadanos. Conocedor de que la historia no es inmutable, sino mo- vimiento constante, y de que entre las pasiones destaca la ambición y la sed de dominio, sostiene que estas tres formas de gobierno pueden degenerar, por lo que cada una de ellas corre el riesgo de engendrar su propia perversión. Así, son formas impuras de gobierno, degeneradas y corrompidas: a] La Tiranía, que no es otra cosa que la degeneración de la monarquía, pues es el poder excesivo de un gobierno des- pótico, injusto y cruel; b] La Oligarquía o forma corrompida de la aristocracia, en virtud de que el poder es controlado por un pequeño gru- po de individuos o familias; y c] La Demagogia o la Oclocracia, que es la degeneración de la democracia, dado que es el gobierno autoritario de los aduladores y de lo peores hombres de la sociedad, los cuales consolidan su poder halagando a las multitudes y exaspe- rando los sentimientos de las masas. Es importante resaltar que el criterio sobre el que se fun- da esta clasificación, el de número de los gobernantes, es útil "Véase Aristóteles, op. cit., el libro tercero se dedica al estudio y clasificación de las constituciones. 28 Salvador Rlvarado Garibaldi como recurso didáctico con fines explicativos, pero para com- prender la realidad es necesario considerar otros aspectos. En este sentido Montequieu, señala por ejemplo, que la distinción entre las diferentes formas de gobernar no es únicamente un criterio numérico de quien o quienes gobiernan, sino la "... combinación de dos criterios que él define como naturaleza y principio del gobierno". La naturaleza del gobierno depende del número de deten- tadores del poder [en la República todo el pueblo o una par- te de él detenta el poder, en la Monarquía y en el Despotismo el poder esta en manos de uno solo] y del modo de ejercicio del poder (en la Monarquía el soberano gobierna sobre leyes fijas y estables, en el Despotismo gobierna sin leyes y sin reglas). El principio del gobierno es la actitud que anima al pueblo en su existencia concreta. La República se funda en la virtud, la Monarquía en el honor, el Despotismo en el miedo".19 Como se observa, tales elementos lejos de restarle méritos explicativos a la clasificación aristotélica la enriquecen. Así, con fines didácticos podemos recuperar el siguiente esquema sobre las formas de gobierno que sintetiza Norberto Bobbio a partir de la clasificación de Aristóteles y del cruce de los interrogantes quién gobierna y cómo gobierna:*0 Formas de gobierno Cómo gobierna Quién go Uno Pocos Muchos nema Bien Monarquía Aristocracia Democracia Mal Tiranía Oligarquía Oclocracia Puente: Tomado de Jaime Osorio, El Estado en e¡ centro de ¡a mundialización, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 58. "Véase Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, Diccionario de política, p. 1363. 2"Véase Jaime Osorio, El Estado en el centro de la mundializaoión. El autor i'cr.upora y pone al día la clasificación de Norberto Bobbio: La teoría de las formas i l r / ' .nliicrno en la historia del pensamiento político, publicada en México, 1987, I ii ir H Tundo do Cultura Económica. I Formación y desarrollo del Estado 29 Funciones generales del Gstado El concepto de función se refiere a la actividad del Estado, es decir, al ejercicio de sus competencias. Etimológicamente, el concepto proviene de "fungere", que significa hacer, cumplir, ejercitar. Por tanto, las funciones del Estado son las acciones y formas de actuación [hacer, cumplir, ejecutar) que adopta conforme a derecho para realizar sus fines. Sobre el particular nos señala uno de los clásicos de la teoría general del Estado, Georg Jellinek: El Estado normal fue definido, tanto antiguamente cuanto en los tiempos modernos, como aquel en el que domina la ley, esto es, como aquel en que la administración y la acti- vidad jurisdiccional tienen por fundamento reglas de dere- cho. Las modernas teorías del Estado (...) no han añadido ninguna nueva nota a las doctrinas de Platón y Aristóteles sobre el Estado legal. Las funciones materiales están, pues, distribuidas entre los distintos géneros de órganos relativamente independientes unos de otros, y la dirección de una gran parte de las cues- tiones que corresponden a una función determinada caen dentro de la actividad del órgano competente, de suerte que todos los órganos hallan en el supremo el punto de partida y el punto de unión. La separación de las funciones corres- ponde a la separación de los órganos y ya hemos dicho que esta separación no es ni puede ser absoluta. De aquí se sigue la oposición entre las funciones formales, que son ejercidas por los órganos legislativo, administrativo y judicial. Según su aspecto formal, divídense las manifestaciones de las ac- tividades del Estado en actos formales de legislación, de administración y de justicia.31 En este mismo orden de ideas, Andrés Serra Rojas apunta: Para realizar sus fines o propósitos, el Estado ejerce ciertas funciones. La doctrina ha definido la función en estos tér- ;!1Georg Jellinek, Teoría general del Estado, p. 542. 30 Salvador fllvarado Garibaldí minos: Se entiende por funciones esenciales del Estado las diferentes formas que reviste su actividad. Las tres funcio- nes esenciales del Estado son: la función legislativa, la fun- ción administrativa y la función jurisdiccional. Legislar, ad- ministrar y juzgar son funciones típicas del Estado, que encierran el arte de gobernar.aa Tales funciones se ejecutan por medio de los órganos del Estado, que tienen esferas de competencia determinadas ju- rídicamente, es decir, el fin sólo puede realizarse o llevarse a la práctica por medio de la ejecución de las funciones por alguien responsabilizado para ello. Así, el ejercicio de las fun- ciones del Estado, por sus diversos órganos impone una ne- cesaria repartición de las competencias y, de la forma en que se confieren tales responsabilidades se derivan las diferen-cias de organización constitucional y administrativa en los diferentes Estados. El poder del Estado es uno aunque exista una diversidad de funciones. Cuando se habla de un poder en particular, como el Legislativo, el Ejecutivo o el Judicial, con ello se quiere indicar cómo se manifiesta el poder del Estado para realizar sus fines. Estamos en presencia de competencias, que nos plantean el problema de su distinción y distribución. La idea de función alude al sentido dinámico del Estado, al ejercicio de una actividad orientada al cumplimiento de sus fines. En la fisiología se alude a que la función hace al órgano, para expresar la relación de una y otra. Tomando metafóri- camente la expresión decimos que el Estado tiene órganos, los cuales tienen fines legales que realizar, cuyo ejercicio se encomienda a las funciones del Estado.33 En virtud de tales planteamientos podemos inferir por un lado, que las funciones del Estado deben estar siempre circunscritas a derecho: pues la observancia de la norma 32Andrés Serra Rojas, op. cit, p. 366. aaíbJdem, p. 367. Formación y desarrollo del Estado 31 acota la arbitrariedad y por tanto evita o sanciona los exce- sos del Estado en sus funciones y, por otro lado, que la división de las funciones, nos señalan Jellinek y Serra Rojas, responde más a la necesidad de encomendar su cum- plimiento a una serie de órganos y por tanto a los respon- sables de la conducción de los mismos, el ejercicio de la acción de gobierno y no propiamente a que en la realidad dichas funciones puedan presentarse independientes unas de las otras. No hay pues, una separación absoluta en el mundo fác- tico, entre las funciones de carácter político, jurídico, admi- nistrativo, o de cualesquier otro tipo, es decir: que la deter- minación de qué acto es específicamente administrativo o político, es más de carácter formal que real, pero, igualmen- te necesaria su delimitación en términos formales y prácticos para el cumplimiento de la acción de gobierno en la realidad concreta y consecuentemente, para la realización de los fines del Estado. Así, las atribuciones del Estado se ejercen a través de la función pública, que es la acción del poder al dictar y aplicar las disposiciones (función reglamentaria) necesarias para el cumplimiento de las leyes (función de ejecución) y para la con- servación y fomento de los intereses públicos y la resolución de las reclamaciones ciudadanas e institucionales (función de jurisdicción). En las relaciones entre los hombres surgen siempre con- flictos, mismos que corresponde al Estado atender para hacer respetar las disposiciones jurídicas. En las etapas iniciales de la formación del Estado las funciones que realizaba eran mínimas y casi limitadas a la resolución de conflictos entre particulares y de defensa de la vida y el patrimonio de los mismos. Con el paso del tiempo y a raíz del aumento en la pobla- ción, como de los progresos en la aplicación de la ciencia y la técnica al desarrollo industrial y urbano y de la ostensible ^P Salvador fllvarado Gariboldi desigualdad de las clases sociales, creció la esfera de acción que debía atender el Estado. Por tal motivo se fue desarrollando una tendencia inter- vencionista o estatista, el Estado fue estableciendo regulacio- nes, imponiendo restricciones o limitaciones, fue creando servicios públicos y de esta manera el Estado gendarme se fue transformando en un Estado providencia o Estado social de derecho, .. .mientras prevalecía un Estado pequeño [...] su única fun- ción era garantizar la propiedad y los contratos; en el Esta- do liberal, sólo eran necesarios cuatro ministerios: el de justicia, responsable de la policía; el de defensa, incluyendo al ejército y marina; el de hacienda y; el de exteriores (...) Cuando el Estado se transformó en el gran Estado social y económico del siglo XX, asumiendo un número creciente de servicios sociales como educación, salud, cultura, previsión y asistencia social, la investigación científica, papeles eco- nómicos como la regulación del sistema interno y de las relaciones económicas internacionales, la estabilidad de la moneda y del sistema financiero, el suministro de servicios públicos y de infraestructura, desde entonces el problema de la eficiencia se volvió esencial.24 En la actualidad, donde predominan las descalificaciones de la viabilidad del Estado de bienestar y simultáneamente se le califica como interventor, ineficiente, paternalista y au- toritario, es pertinente exponer en su defensa que su crecien- te papel en la regulación de las relaciones económicas, como en la atención de los rezagos sociales, durante la mayor par- te del siglo xx gravitó favorablemente en la promoción del crecimiento económico y del desarrollo social, por medio de la generación de marcos normativos, condiciones y ambien- "MaiiiH! F.spejel Mena, Un enfoque gerenciaí en el desarrollo institucional de la HtltnlnlHlrttnlAn pública, p. 59. formación y desarrollo del fetodo 33 tes de estabilidad política, creación de infraestructura básica e instituciones de atención social. Es decir, las instituciones y las políticas públicas se eri- gieron como instrumentos para responder a las demandas sociales y no sólo como la materialización de la preocupación populista o filantrópica de los grupos dominantes. Conforme se fueron extendiendo las necesidades y los re- clamos sociales, fue apareciendo el denominado Estado de bienestar. Este Estado promueve la distribución de la rique- za en sociedades marcadas por lacerante desigualdad. Tal Estado plantea que las reglas y modalidades de esa redistri- bución se pactan socialmente. No se trata de una dádiva compasiva sino que esa acción redistributiva obedece a de- rechos reconocidos a la existencia, al trabajo, al salario jus- to, a la seguridad social, a la alimentación, a la educación, a la salud, a la vivienda, al ambiente digno, etcétera.25 Sin embargo, también es preciso reconocer que hubo ca- sos, como el nuestro, donde en el crecimiento del Estado, tanto en tamaño como en áreas de intervención, se incurrió en excesos que respondían más a una lógica de manipulación y control político de amplios sectores sociales, como al ma- nejo discrecional de una extensa maquinaria estatal y buro- crática, y no a la legítima atención de las necesidades y de- mandas de la sociedad. Así, el sentido original que dio vida al Estado de bienestar, en muchas latitudes se pervirtió dan- do paso a la proliferación de prácticas políticas clientelares, paternalistas y patrimonialistas, que en mucho fueron el pre- texto y justificación que esgrimieron los grupos tecnocráticos para denostarlo y desmantelarlo. Al margen de estas apreciaciones, el aumento de los es- pacios de injerencia del Estado y consecuentemente de sus obligaciones, motivó la conformación de una administración pública permanente que personifica las acciones de gobierno, -'Alberto Aziz Nassif y Jorge Alonso Sánchez, op. cit., pp. 17-18. 34 Salvador fllvarado Garibdldi dado que constituye un cuerpo que ha recibido del poder político las atribuciones, los recursos y los medios necesarios para la atención de las necesidades y demandas públicas y la salvaguarda de los intereses generales. Dicho cuerpo de funcionarios especializados en el manejo de los asuntos pú- blicos, no tiene una personalidad propia36 y es sólo uno de los conductos por los cuales se manifiesta la personalidad, misma del Estado. Hemos revisado como tradicionalmente y de conformidad con la visión jurídica mencionada líneas arriba, referida a los casos de Georg Jellinek y Andrés Serra Rojas, se reconocen tres funciones esenciales del Estado para realizar sus fines: a] La función legislativa, que se remite al establecimiento de las normas jurídicas generales, pues el Estado es el crea- dor de su propio orden jurídico. b] La función administrativa, que se caracteriza por realizar la actividad concreta y tutelar del Estado como promotor del desarrollo económico y social de un país. c] La función jurisdiccional, que tiene porencomienda resol- ver las controversias en el marco del derecho, por lo que debe velar por la aplicación, preservación y observancia de la ley. Sin embargo, cabe destacar que no obstante la utilidad de tal división y en el entendido ya señalado, de que tal se- paración obedece más a una cuestión formal para la organi- zación y ejecución de las acciones de gobierno, es necesario resaltar que el Estado también tiene áreas de injerencia que no quedan lo suficientemente explicitadas en la división ju- rídica expuesta. Por ejemplo, el Estado cumple también con una destaca- da tarea pedagógica, cultural e ideológica, y asimismo, es 26Este planteamiento se ubica en el ámbito de lo normativo y del deber ser, a lo largo de la historia podemos constatar la existencia de burocracias que se mantienen por largos periodos en el poder e intentan perpetuarse en él y que iir . i . i ' i i i i i mnl'oi'me a sus intereses particulares y personifican al Estado. Formación y desarrollo del fetodo 35 ámbito de su competencia la regulación de la lucha política, espacios que no se vislumbran con la debida nitidez en las funciones manifestadas, y particularmente, tales ámbitos son fundanlentales para la intervención profesional del trabajador social, por lo que consideramos necesario ensayar otro or- denamiento de las funciones del Estado que vislumbre con mayor precisión los posibles campos de intervención profe- sional en el ámbito público para el trabajo social. En consecuencia, las funciones generales del Estado pueden agruparse en tres grandes apartados que guardan las atribuciones en materia de economía y administración; de disputa por el poder y; aquellas relativas a las cuestiones de orden axiológico e ideológico. El siguiente esquema ejem- plifica estas funciones: FUNCIONES GENERALES DEL ESTADO Funciones económico- jurídico-administrativas Funciones pedagógico- Funciones políticas ideológicas Función sustancial del Estado: Preservar la estabilidad del sistema y garantizar la permanencia del Estado Puede observarse que la interconexión de las funciones generales del Estado converge en lo que denominamos fun- ción sustancial, la cual tiene que ver con la permanencia del Estado mismo. Es decir, a través de las acciones en materia económica, cultural y política, las partes actuantes del Estado: población y gobierno, que en el mundo fáctico se interrela- cionan como sociedad civil y sociedad política37 generan los 37No es propósito de este trabajo polemizar en torno del uso adecuado de los conceptos "sociedad civil" y "sociedad política", por lo cual nos remitimos a 36 Salvador fllvarado Goribaldi acuerdos o los causes institucionales que regulan los conflic- tos y priorizan la permanencia del Estado,88 a veces de ma- nera accidentada, otras por la vía del consenso y otras más mediante la subordinación de alguna de las partes de la re- lación a la otra a través de la fuerza. A las funciones económico-jurídico-administrativas les caracterizan aspectos técnicos de planeación y ejecución. Comprenden el ejercicio de la administración y prestación de servicios y/o venta de bienes y de recaudación, préstamo y manejo de recursos económicos. Además de la administración de los recursos humanos en el sector público. Así como las disposiciones jurídicas que norman y sancionan la conviven- cia de los hombres entre sí y de éstos con las instituciones. Las funciones pedagógicas-ideológicas se refieren a las acciones realizadas por el Estado para educar a los ciuda- danos conforme a pautas de comportamiento acordes con el orden establecido que se recrean y socializan a través de la cultura, la educación, la doctrina oficial cívico-nacionalis- ta, etcétera. En algunos casos contempla la relación con las instituciones religiosas a fin de regular que las prácticas y ritos de las mismas no contravengan los principios generales del Estado. sus definiciones generales que diferencian las partes de la sociedad en virtud de que cumplan o no funciones gubernamentales. 28Esta función sustancial del Estado tiene hondas implicaciones filosóficas que bien pueden remitirnos a la Ética de Barush Spinoza, que en su Proposición 6ta., de la parte III señala: "...cada cosa, en cuanto es en sí, se esfuerza por preservar su ser." De dicha proposición podemos inferir que la búsqueda de la permanencia no es privativa del Estado sino comportamiento lógico y racional de todo ser. Así, al ser el Estado una construcción humana transporta consigo dicha racionalidad. Es necesario complementar que el deseo de permanencia no está limitado a un tiempo definido, sino que como aspiración es atemporal. Nos dice Spinoza en su 8va. Proposición: "...el esfuerzo con que cada cosa se esfuerza por perseverar en su ser, no implica tiempo finito, sino indefinido." Por tanto, la permanencia del Es- tado será tal, sólo en el entendido de que las partes actuantes que le constituyen: población y gobierno, sean capaces de construir los acuerdos que antepongan los intereses particulares y el Estado exprese mayormente los intereses generales. Respecto a las reflexiones de Spinoza, éstas son citadas por Miguel de Unamuno en su afamado libro: Del sentimiento, trágico de ¡a vida. Formación y desarrollo del fetado 37 En tanto que las funciones políticas son las que actúan en el escenario de las disputas por el poder entre las clases sociales; como entre los poderes constituidos: Ejecutivo y Legislativo, así como federal, estatal y municipal; además de las pugnas o alianzas entre los partidos políticos, los grupos de presión y los movimientos sociales. Consideramos esta última división con fines exclusiva- mente didácticos y de acuerdo con el perfil profesional del trabajador social, pues lo que es útil en la formación de los abogados, por señalar un ejemplo, no necesariamente res- ponde a las particularidades de otras disciplinas. Verbigracia, limitarnos a la división de las funciones estatales en tareas le- gislativa, administrativa y judicial, no permite ubicar en todo lo que vale el potencial de intervención del trabajo social en la esfera de lo público. Sin duda que es necesario aspirar a que los trabajadores sociales sigan realizando tareas legislativas, pero al igual que los diputados o senadores de cualquier otra disciplina, siempre serán pocos en número y existirá siem- pre el riesgo que actúen en función de sus intereses parti- distas y no como profesionales del trabajo social. Por lo que toca al ámbito judicial y administrativo se tiene ya una visión muy estigmatizada de este profesional como un apéndice de abogados y médicos que contribuye a la reproducción de una imagen simplificadora de la profesión. Así, al identificar la existencia de funciones económico- jurídico-administrativas, nos permitimos plantear un campo de desarrollo profesional en la esfera estatal para el trabajo Hocial, donde el diseño y ejecución de políticas públicas, las inreías de planeación e investigación social, la realización de diagnósticos sociales y la atención de individuos o grupos humanos conflictivos o de alta vulnerabilidad son materia de un atención. Respecto a la función pedagógica - ideológica, se expan- dí; un amplio espacio de intervención profesional para el tra- h n j n social, pues la educación no se circunscribe a la de ca- 38 Salvador filvarado Garibaldi rácter formal y escolarizada. Siendo el trabajador social un especialista en educación social y a la vasta experiencia de trabajo en comunidades que posee, su labor es en extremo relevante para consumar la misión educativa del Estado. Y, tocante a las funciones políticas, su conocimiento de las relaciones sociales, su capacidad de penetración en las co- munidades y su experiencia y formación en materia de or- ganización y participación social le hacen un profesional con un enorme potencial por explotar en la materia. Como puede observarse, la ventaja que presenta la división propuesta es la de hacer más didáctica y comprensible la extensa gama de espacios de intervención profesional que en la esfera delo público tiene el trabajo social. EJERCICIO 2 1. Describe las diferencias entre Estado y Gobierno, así como las distintas formas de Estado y de Gobierno. 2. Define qué y cuáles son las funciones del Estado e ilustra cada una de las mismas con un ejemplo específico. 3. Ejemplifica un caso particular de intervención del tra- bajo social en cada una de las funciones generales del Estado. €l ORIG€N DEL ESTUDIO SOBRÉ €L ÉSTRDO En el presente apartado sólo haremos referencia a algunos autores de manera muy general, esto por dos cuestiones bá- sicas ; la primera, que no tiene más explicación que las limi- taciones de espacio y, la segunda, la de peso, obedece a que si bien estos autores no son los únicos importantes en el tema, sí es posible justificar su insoslayable atención. Con Platón y Aristóteles inicia la reflexión sobre los asuntos públi- cos y, particularmente con el segundo, el estudio sistemático de la organización política. Corresponde a Maquiavelo el tra- tamiento del Estado en su acepción moderna y, Hobbes, Locke y Rousseau, son los teóricos principales del pacto o el Formación y desarrollo del Estado 39 contrato social, idea fundamental de la ciencia política que ha trascendido hasta nuestros días. El estudio de las particularidades del Estado tiene sus orí- genes en la Grecia clásica y su paternidad no es muy clara. Algunos autores se lo atribuyen a Platón y otros se lo confieren a su principal discípulo. A decir de Norberto Bobbio, la obra de Aristóteles, La Política, debe ser considerada como el primer tratado sobre la naturaleza, las funciones y las divisiones del Estado, así como sobre las diversas formas de gobierno.89 Sin embargo, tal apreciación a favor de Aristóteles pasa por alto la obra de su maestro. Andrés Serra Rojas, plantea al respecto: El primer trabajo que merece llamarse ciencia política, pues aplica un razonamiento sistemático y una investigación crí- tica a las ideas políticas y a las instituciones, es la República de- Platón. Después de dos mil trescientos años continua siendo la única introducción a las cuestiones básicas para considerar a los seres humanos como ciudadanos.30 La discrepancia estriba en la naturaleza de los estudios de ambos filósofos, mientras Platón ubica su reflexión en el plano de lo "ideal", Aristóteles se refiere a la realidad. Platón concibe a la sociedad como un sistema de servicios en la que todo hombre aporta y recibe algo y lo que compete al Estado es regular justamente este proceso de intercambio. Así, todos lo hombres realizan una labor importante y su relevancia social depende del valor del trabajo que efectúan. Tal apreciación se basa en la distinción platónica de tres es- I Min ie s de hombres: los que son aptos por naturaleza para el i.rabajo, pero no para el gobierno, los que son aptos para gobernar, pero bajo el control y la dirección de otros y, final- mente, los que son aptos para las más altas tareas del Estado: H gobierno. ""Véase Norberto Bobbio et al, op. cit., p. 1315. '"Andrés Serra Rojas, op. cit., p. 170. 4Q Salvador ñlvarodo Goriboldi Estos últimos, tienen como responsabilidad la elección de medios y fines para lograr la felicidad de los hombres, y son los más virtuosos, los sabios. Nos dice al respecto: ...todo Estado organizado naturalmente debe su prudencia a la ciencia que reside en la más pequeña parte de él mismo; es decir, en aquellos que están a la cabeza y que mandan. Y al parecer la naturaleza produce en mucho menos número los hombres a quienes toca consagrarse a esta ciencia; cien- cia que es, entre todas las demás, la única que merece el nombre de prudencia.31 Este ideal, de que los asuntos públicos deben organizar- se conforme a la naturaleza de las aptitudes humanas, deja entrever la idea platónica de la sociedad como una unión armónica de individuos donde cada uno de los cuales ha encontrado la ocupación de su vida con arreglo a su aptitud natural y preparación y no considera las pasiones, las ambi- ciones y las conductas antisociales de la propia naturaleza de los hombres (incluidos los que son sabios] que pueden producir enfrentamientos, conflictos de intereses y los com- portamientos más abyectos. En la obra referida, más adelan- te se lamenta: Como los filósofos no gobiernen los Estados, o como los que hoy se llaman reyes y soberanos no sean verdadera y seria- mente filósofos, de suerte que la autoridad pública y la filo- sofía se encuentren en el mismo sujeto (...] no hay remedio posible para los males que arruinan al Estado ni para los del género humano...3a Para Platón, el solo hecho de que quien detente el poder sea un sabio, un filósofo, en suma: el hombre más virtuoso, es garantía de que este ser ilustrado conducirá sus actos siempre conforme a la razón y la justicia. 31Platón, La República o el Estado, Libro cuarto, p. 132. aslbidem, Libro quinto, p. 172. Formación y desarrollo dal fetodo 41 En la obra de Aristóteles prevalece el interés ético que predomina en el pensamiento platónico, el hombre bueno y el ciudadano bueno son una misma cosa y el fin del Estado es producir el tipo moral más alto de ser humano: recorde- mos que para el estagirita, el Estado es una asociación y en virtud de que la existencia de toda asociación sólo se com- prende y justifica para la consecución de algún bien, pues los hombres en sociedad nunca hacen nada contrario a lo que les parece ser bueno. Es de entenderse entonces que la consecución del mayor bien colectivo posible correspon- de consumarlo a la asociación política más importante y tras- cendente de todas las asociaciones: el Estado.33 Esto implica en consecuencia el reconocimiento de que el Estado contiene un principio moral: la consecución del bien para quienes lo conforman. _Sin embargo, el Estado ideal de La República de Platón es sometido a una acuciosa crítica en su obra La Política31* pues sus tesis no fueron aceptadas nunca por Aristóteles, sobre todo la relativa al gobierno de los sabios. En este sentido, el ideal aristotélico fue siempre el del gobierno con observancia de las normas jurídicas y nunca con apego a las personas, por más sabias que éstas pudieran llegar a ser. Lo cual resulta tanto del reconocimiento de la fragilidad huma- na: el hombre por más sabio que sea, puede en cualquier momento, ser presa de las pasiones; como de la convicción aristotélica de que un gobierno apegado a derecho es intrín- secamente un buen gobierno. "Ni siquiera el gobernante más sabio puede prescindir de la ley, ya que ésta tiene calidad impersonal que ningún hombre, por bueno que sea, puede alcanzar. La ley es la razón desprovista de pasión."36 •'•'Véase Aristóteles, op. cit., p. 21. "Aristóteles dedica los dos capítulos iniciales del Libro segundo de La Política al examen de La República de Platón. 35Citado por Goerge H. Sabine, Historia de ¡a teoría política, p. 79. 42 Salvador fllvarado Gariboldi En función de este deslinde con la construcción de un Estado sustentado en bases idealistas, Aristóteles construye la idea de institucionalidad que prevalece en la ciencia polí- tica hasta nuestros días. En primer término, para Aristóteles un gobierno que se apega a derecho, es el garante del interés público o general a diferencia de un gobierno faccioso o tirá- nico, que gobierna en interés de una clase o individuo. Segundo, es un régimen jurídico en el sentido de que el gobierno se realiza mediante regulaciones generales y no por decretos arbitrarios. Y, tercero, el gobierno con arreglo a derecho significa gobierno de subditos que obedecen vo- luntariamente y se diferencia del despotismo, que se apoya únicamente en la fuerza. Como veremos más adelante, tales preceptos son el antecedente de los actuales conceptos de dominación y consenso. Como quiera que sea, para los griegos, incluidos los autores señalados, el Estado, era la polis, el gobierno y la sociedad misma: En la "ciudad" lo político y lo jurídico se identifican con lo religioso y con lo moral, por lo que puede decirse que no existía distinción alguna entre lo público y loprivado, de tal suerte que la vida del hombre era sustan- cialmente vida en y para la comunidad y la vida de la comu- nidad se identificaba con la vida de cada momento de sus integrantes.36 Lo mismo es válido para lo romanos, el Estado es la cin- tas, la comunidad de los ciudadanos o la res publica, esto es, la cosa común a todo el pueblo. Georg Jellinek apunta en referencia: "El cMs romanus es, y permanece siendo, única- mente el ciudadano de la ciudad de Roma [...) Como en Grecia, así también úsese aquí, a más de estas denominaciones, la de pueblo para expresar el Estado, por cuanto abstractamen- te populus y gens significan también Estado."37 36Véase Arnaldo Córdova, Sociedad y Estado en el mundo moderno, p. 23. 37Georg Jellinek, op. cit., p. 154. Formación y desarrollo del fetado 43 Al respecto vale decir, que esta identificación de la comu- nidad con el Estado y la convergencia de lo público y lo pri- vado, así como la indiferenciación entre pueblo y Estado, es extremadamente selectiva: la gozan sólo los ciudadanos, de ahí su identificación con los asuntos públicos; lo cual es im- posible de replicarse en la actualidad, pues estaba cimentada en la ausencia total de derechos y en la más injusta explota- ción de la mayoría de quienes conformaban esos Estados: los esclavos.38 El proceso de decadencia y colapso de los Estados escla- vistas, dio paso a una larga etapa de la historia conocida como el oscurantismo. Durante la edad media el guardián de todos los saberes fue la Iglesia y el dogma se impuso como una sanción divina, pues todos los asuntos humanos fueron explicados como expresión de la voluntad de Dios. Será has- ta el siglo xv, con el Renacimiento, que el estudio del Estado cobrará un nuevo impulso, durante este periodo se someten a cuestionamiento las ideas predominantes de la edad me- dia, a partir de una reinterpretación de la filosofía griega, principalmente de las obras de Platón y Aristóteles; a una crítica sistemática de la escolástica y sus métodos; como a las formas de organización social y económica; y a la emer- gencia de la revolución copernicana que mina los cimientos de la cosmovisión cristiana. En este marco habrán de resurgir los estudios sobre el Estado y se sentarán las bases de la moderna ciencia política, Maquiavelo, Hobbes, Locke y Rousseau, serán las figuras trascendentales en la consolidación de esta ciencia. En su acepción moderna, como Estado-nación, es Maquiavelo el primero en utilizar el concepto de Estado. A linales del siglo xv, los cambios económicos gestados duran- 38No hay que pasar por alto que Aristóteles, en su obra magna La Política, dedica el capítulo II del Libro primero, a justificar la esclavitud como un hecho natural, merced a que unos hombres están hechos para mandar y otros para obedecer. 44 Salvador fllvorado Garibaldi te muchos años produjeron una profunda transformación institucional que daría paso a una nueva organización social. En la medida en que los gobiernos pudieron controlar el co- mercio y la calidad de las mercancías, apoyar el desarrollo y aplicación de la ciencia y la tecnología, regular los precios y la ocupación, como establecer sistemas tributarios, los gober- nantes eclesiásticos fueron sometidos cada vez en mayor grado al control real, hasta que desapareció la autoridad ju- rídica de la Iglesia, dicho poder se desvaneció como potestad independiente y paso a ser una asociación voluntaria o un socio del gobierno nacional. Ningún hombre de su época, como Nicolás Maquiavelo, vio con tanta claridad la dirección que tomaban los cambios. Nadie como él comprendió mejor el arcaísmo de las institu- ciones que estaban siendo desplazadas y nadie aceptó con mayor facilidad el papel que la fuerza bruta estaba desempe- ñando en el proceso. Así como tampoco hubo quien perci- biera mejor, la corrupción moral y política que acompañaba a la decadencia de las lealtades y devociones consuetudina- rias. Pero también, nadie dio en esa época mayor valor que Maquiavelo al sentido y trascendencia de la unidad nacional, ni mostró mayor nostalgia porque la vida social y política fuese más sana.39 El libro más famoso de Maquiavelo, El Príncipe, es en realidad un manual para el gobernante que expresa la esen- cia del Renacimiento, en cuyo contexto nació la teoría de Estado-nación y contiene los principios básicos de la moder- na teoría política, lo que hace del florentino una referencia obligada en el estudio del Estado, en palabras de Georg H. Sabine: Más que ningún otro pensador político fue Maquiavelo el creador del significado que se ha atribuido al Estado en el pensamiento político moderno. Aún la propia palabra "Es- 39Véase Goerge H. Sabine, op. cit, pp. 252-258. formación y desarrollo d0l Sstado 45 tado", empleada para designar al cuerpo político soberano, parece haberse difundido en los idiomas modernos en gran parte debido a sus escritos. El Estado como fuerza organiza- da, suprema en su propio territorio y que persigue una polí- tica consciente de engrandecimiento en sus relaciones con otros estados, se convirtió no sólo en la típica institución moderna, sino en la institución cada vez más poderosa de la sociedad moderna. Sobre el Estado recayeron en grado cada vez mayor el derecho y la obligación de regular y controlar a todas las demás instituciones sociales y de dirigirlas si- guiendo líneas traza das francamente en interés del propio Estado. El papel que el Estado así concebido ha desempeña- do en la política moderna es un índice de la claridad con que percibió Maquiavelo la tendencia de la evolución política.40 El estudio del Estado habrá de cobrar un nuevo impulso, a partir de las obras de dos pensadores británicos, que, ins- critos en el influjo de renacentismo, colocan al hombre en el centro de la reflexión y hacen de la razón el punto sobre el que gravitan las relaciones políticas y sociales: Thomas Hobbes y John Locke. Thomas Hobbes, es un continuador de la tradición rena- centista. Por medio del dominio del humanismo clásico, a través del conocimiento de los autores griegos y romanos, descubre una civilización secular en la que la teología y los sacerdotes no juegan ningún papel relevante y en la cual, la medida y explicación de todas las cosas está en la razón humana. Así, Hobbes es uno de los principales pensadores que contribuye a la destrucción de la supremacía de la teo- logía mediante argumentos filosóficos y un nuevo lenguaje de carácter científico. Imbuido por el racionalismo y el método científico de Bacon, Hobbes intenta explicar las relaciones humanas cien- uTicamente. Para él, la conducta humana es una forma de movimiento que comprende sensación, sentimiento y pensa- ""Ibidem, p. 263. 46 Salvador fllvarado Garibaldi formación y desarrollo del fetado 47 miento. Ese movimiento, es conducta social, una manifesta- ción particular de la conducta humana, cuando los hombres actúan con referencia a los demás. Por tanto, Hobbes procede a formular el mecanismo psi- cológico del que derive una ley natural que explique la con- ducta humana, y esa es, el instinto mediante el cual todos los hombres buscan su propia conservación. Para él, la natura- leza humana tiene dos principios: el deseo y la razón. El primero impulsa a los hombres a tomar para sí lo que otros hombres desean o poseen, lo cual los coloca en posición de confrontación, en estado de guerra y; la razón, le permite al hombre regular sus deseos y no poner en riesgo su propia conservación, es decir, que si no está en riesgo su propia su- pervivencia impondrá su condición de más fuerte. Así, para Hobbes el estado de naturaleza de los hombres, es un estado de guerra de todos contra todos. Dicho estado de desconfianza y conflicto deriva de que en la naturaleza existen tres causas de discordia entre los hombres: la prime- ra, la competencia; la segunda, la desconfianza y; la tercera, la gloria. La primera causa impulsa a los hombres a atacarse para ganar un beneficio, la segunda, para obtener seguridad y la última, para lograr reputación: La primerahace uso de la violencia para convertirse en due- ña de las personas, mujeres, niños y ganados de otros hom- bres; la segunda, para defenderlos; la tercera, recurre a la fuerza por motivos insignificantes, como una palabra, una sonrisa, una opinión distinta, como cualquier otro signo de sub- estimación, ya sea directamente en sus personas o de modo indirecto en su descendencia, en sus amigos, en su nación, en su profesión o en su apellido. Con todo ello es manifies- to que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la con- dición o estado que se denomina de guerra; una guerra tal que es de todos contra todos.41 La larga cita no es ociosa, ella contiene la clave que jus- tifica la necesidad de la constitución del Estado, dado que mientras no exista un poder común que someta y atemorice los hombres, éstos permanecen en estado de guerra. Así, la paz no es una condición natural, sino una construcción hu- mana que institucionaliza los antagonismos y, al darles esta- tuto jurídico, permite la convivencia civilizada. Para Hobbes la paz se rige por el temor al aniquilamiento propio, su sus- tento es una especie de pacifismo fatalista. Desde esta pers- pectiva la paz no es un estado natural, sino un estado de derecho moralmente fundado e instituido voluntariamente, cuya primera ley consiste en poner fin al estado de guerra de todos contra todos. Ikram Antaki, se pregunta y se contesta de manera lúdi- ca y por demás didáctica sobre la consumación de la paz: ¿Cómo se logra la paz? Declarándola; porque declarar es hacer. La declaración de guerra se hace en sentido único; la decla- ración de paz necesita una reciprocidad. La declaración de guerra produce guerra por el solo hecho de decirla. La decla- ración de paz aún no es paz; es instituir un horizonte, un deber ser. La declaración de paz supone la comunicabilidad, el lenguaje, el intercambio. La declaración de guerra no re- clama respuesta: donde hay guerra, ya no hay comunicación, es el fin de las relaciones entre los hombres. ¿Quién declara la paz? Una autoridad soberana legal que tiene el monopolio de la fuerza legítima.42 En suma: el Estado. Las motivaciones que encuentra Hobbes en los hombres para lograr la paz son el temor a la muerte, el deseo de las cosas que son menester de una vida decorosa y confortable, y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. La razón sugiere entonces, la construcción de normas de paz, a las cuales puedan llegar los hombres por mutuo consenso, esos acuerdos son las leyes. ^Thomas Hobbes, op. cit., pp. 135-136. alkram Antaki, Manual del ciudadano moderno, p. 41. 48 Salvador fllvarado Goribaldi En consecuencia y concordancia con Ikram Antaki, esa autoridad soberana que declara e instituye la paz es el Estado, el Leviatán, que nace de un pacto para acotar las ambiciones de los hombres y garantizar la vida y la propiedad de todos, mediante el temor al castigo que resulte de violar los acuer- dos; las leyes, pues sin temor y sin castigo no hay garantía de su cumplimiento: "Los pactos que no descansan en la espada no son más que palabras, sin fuerza para defender al hombre".43 Con esta sentencia Hobbes rompe en definitiva con la tradición escolástica. A partir de entonces, el Estado es una construcción humana que debe ser explicada por medio de la razón. A decir de autores como Sabine y Crossman,44 a menudo se considera al Ensayo sobre el Gobierno Civil de John Locke como una refutación de los argumentos de Hobbes y su Leviatán, sin embargo, estos autores coinciden en que la teo- ría propuesta por Locke es tan individualista como la de Hobbes: el hombre sólo vela por sus intereses y la autoridad del Estado sólo se justifica en tanto existe para garantizar los derechos del individuo. ¿En dónde están entonces las dife- rencias entre ambos autores? Locke introduce un factor que será fundamental en la consolidación del pensamiento liberal al señalar que los lími- tes a las ambiciones y deseos de posesión de los hombres, no sólo devienen del temor al castigo por infligir la ley, sino que están acotadas por los derechos de los demás. Según manifiesta, hay una ley natural que nos otorga el derecho a la propiedad y contiene ella misma el límite a ese derecho. El hombre puede apropiarse de las cosas por su trabajo en la medida exacta en que le es posible utilizarlas con provecho 4aThornas Hobbes, op. cit., p. 175. Este planteamiento perdura en la idea we- beriana de pensar al Estado como el único depositario de la violencia legítima. «Véase R. H. S. Crossman, Biografía del Estado moderno, pp. 81-82 y Georg H. Sabine, op. cit., p. 388. Formación y desarrollo del Estado 49 antes de que se echen a perder. Todo aquello que excede ese límite no le corresponde al hombre, y constituye la par- te de los demás.45 Del reconocimiento de lo propio como de lo que consti- tuye "la parte de los demás" encontramos una diferencia sus- tancial entre Hobbes y Locke, que tiene que ver con el estado de naturaleza, pues mientras para el primero es un estado de guerra de todos contra todos, para el segundo el estado na- tural es de completa libertad e igualdad, dentro del cual todo poder y toda jurisdicción son recíprocos y en el que nadie tiene más que otro. "El estado natural tiene una ley natural por la que, se gobierna, y esa ley obliga a todos. La razón, que coincide con esa ley, enseña a cuantos seres humanos quieren consultarla que, siendo iguales e independientes, nadie debe dañar a otro en su vida, salud, libertad o pose- siones..."46 Esta ley natural existente en el estado de naturaleza le confiere derechos al individuo como la propia conservación, la defensa de la vida y la propiedad y el derecho a la libertad, pero a su vez le implica responsabilidades con los otros: jus- tamente la observancia de los derechos de los otros, que son los mismos que los propios. De lo anterior se concluye que el estado de naturaleza en Locke es un estado de armonía en el que los hombres viven en libertad y bajo el imperio de la razón. Sin embargo, el cumplimiento de la ley natural comprende dos vertientes: cada uno está obligado a conservar su propia vida y cada uno está obligado a conservar la humanidad entera, "...cualquie- ra tiene la facultad de castigar el crimen para evitar que vuel- va a cometerse, en razón del derecho que tiene de proteger al género humano..."47 Abí, quien lesiona a otro en su perso- 45John Locke, Ensayo sobre el gobierno civil, pp. 37-38. t6Ibidem, p. 13. "Ibidem, p. 17. 50 Salvador filvorado Garibaldi Formación y desarrollo del fetado 51 na o bienes debe ser considerado no apto para la vida en sociedad pues es una amenaza para la humanidad. El acto de agresión es el uso de la fuerza sin derecho y sin justicia, lo que para Locke conduce al estado de guerra, que es un estado de odio y destrucción que altera la relación de paz, benevolencia, ayuda recíproca y defensa mutua del estado de naturaleza. Ahora bien, en el estado de naturaleza la propiedad era común, todo mundo tenía derecho de tomar los medios de subsistencia que la naturaleza le ofrecía, pero la propiedad comunal tiene por límite lo que la tierra produce naturalmen- te: los bienes producidos por la mano espontánea de la Naturaleza, y no así lo que es producto del trabajo humano, lo producido por la mano del hombre. Todos los hombres, naturalmente, tienen derecho a la propiedad, y su principal propiedad es su propia persona, lo que le permite señalar a Locke: Podemos también afirmar que el esfuerzo de su cuerpo y la obra de sus manos son también auténticamente suyos. Por eso, siempre que alguien saca alguna cosa del estado en que la Naturaleza la produjo y la dejó, ha puesto en esa cosa algo de esfuerzo, le ha agregado algo que es propio suyo; y por ello, la ha convertido en propiedad suya. Habiendo sido él quien la ha apartado de la condición común en que la Naturaleza colocó esa cosa, ha agregado a ésta, mediante su esfuerzo, algo que excluye de ella el derecho común de los demás.48 Como
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