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Entrevista a Donald Norman El diseño y la complejidad de lo cotidiano Texto: Luke Chambers. Traducción y notas: Eugenio Vega H oyconversamos con Donald Norman acerca de un libro fundamental para el diseño, que muchos recordarán por aquella cubierta que mostraba una tete- ra masoquista: fo psicolog(a de los objetos cotidianos. Para comenzar quisiera comentar que su escritura tan accesible es una motiva- ción para muchos de sus lectores. Podría- mos empezar hablando de qué hay detrás de su entusiasmo y su defensa de lo que de- nominamos Human Computer Develop- ment, y de qué manera eso impulsa sus mé- todos, su pensamiento e, incluso, sus emo- ciones cuando escribe. Bueno, yo empecé como un geek, como alguien fascinado por la tecnología. Obtu- ve dos títulos en ingenieria electrónica, pe- ro creía firmemente que sólo si salía de ese camino preestablecido, podría llegar a al- gún sitio. Más tarde, por una extraña ca- sualidad, me interesé por la psicología. En realidad, la mayor parte de mi vida ha sido accidental, y lo que he aprendido es apro- vechar esos accidentes. Más tarde, como decía, por una casuali- dad, me sentí atraído por el departamento de psicología de Pensilvania cuya cátedra estaba ocupada por un físico. Buscaban gente que no tuviera formación específica, así que me presenté allí y el catedrático me dijo: "¡Estupendo! No sabe usted nada de psicología, ¡estupendo!". De manera que me uní al departamento e incorporé una cosa que por entonces era poco habi- tual en psicología: el procesamien- to de la información. Antes de eso, a poco de gra- duarme, había encontrado mi primer trabajo en Harvard, donde George Miller había fun- dado lo que llamaba el Cen- tro de Estudios Cognitivos (ni si- quiera sabía yo entonces lo que significaba la palabra cognitivo), y mi verdadera formación en psicolo- gía tuvo lugar allí. Después de aquel breve periodo en Harvard, fui ala recién creada Universidad de San Diego. No se había graduado toda- vía ningún alumno cuando yo llegué, es- taba lleno de profesores mayores y algu- nos pocos premios Nobel. Con el paso de los años trabajé en el departamento de psi- cología en asuntos como la memoria, el "La gente no quiere simplicidad. Quiere comprender lo que está haciendo" aprendizaje y la atención. Me ocupaba en ver cómo la gente ejecuta acciones, y me interesaba bastante el error humano y la forma en que cometemos errores. Eso hizo que me llamaran para inves- tigar el accidente nuclear de Toree Mi- le Island y que, junto a quienes integra- ban aquel comité, tratáramos de de- terminar por qué se habían pro- ducido tantos fallos. Concluimos que los operarios eran inteligen- tes y sensatos, y que todo lo que hicieron fue razonable, pero que el diseño era tan malo que si pretendían que la gente co- metiera errores, no podrían ha- berlo hecho mejor. Eso me hi- zo darme cuenta de que mi forma- ción en ingenieria y en psicología era una buena combinación para observar el comportamiento humano. Fue entonces cuando comencé a tra- bajar con la NASA, y también en asuntos de seguridad aérea; y poco después lo hice como consultor de la industria informáti- ca que estaba por entonces en sus inicios. Trabajé en el PARC de Xerox, el Centro de Investigación de Palo Alto, y, algo más tar- Entrevista a Donald Norman El diseño y la complejidad de lo cotidiano de, en Apple. A medida que me interesa- ba cada vez más por la actividad que se de- sarrollaba en Silicon Valley, fui dejando la universidad hasta que me retiré en 1993. En Apple finalmente me convertí en vice- presidente del Grupo de Tecnología Avan- zada. Y ahí es donde me di cuenta de mu- chas cosas relevantes. Una de ellas era la diferencia entre lo que los académicos sa- ben y lo que saben los profesionales. Una broma que acostumbro a contar es que en el mundo académico hay mucho y muy profundo conocimiento, pero po- co que hacer. Y en cambio, en la industria hay mucho que hacer, pero poca reflexión. Por eso es útil conocer ambos terrenos. La razón por la que la no profundizan quie- nes están en la industria, aunque puedan llegar a ser realmente brillantes, es por- que no hay tiempo para ello. No importa lo que estés haciendo, pero siempre hay pri- sa: no es más que una carrera competitiva. Hay prisa por llegar a tiempo para las vaca- ciones de Navidad, o para Año Nuevo opa- ra el comienzo del curso, o para lo que sea; se necesitan dos o tres años para hacer un gran proyecto y aún así, siempre hay prisa. La nueva edición de La psicología de los objetos cotidianos constata que los prin- cipios fundamentales del diseño no han cambiado aunque que la edición anterior se escribió antes de que yo llegara aApple hace veinticinco años. Explico el proceso de diseño y cómo tratamos de definirlo por primera vez. Así es, en pocas palabras, cómo llegué a lo que ahora soy. Realmente me gusta el trabajo en la industria, pero también la la- bor académica. Ir y venir de un sitio a otro me parece muy estimulante. Cuando co- mencé este nuevo DesignLab, antes que nada, decidí que no trabajaria en un depar- tamento o una escuela en concreto, sino que lo haría para la universidad en su con- junto; y, en segundo lugar, decidí que lo ha- ría en estrecha colaboración con la indus- tria para que nos enfrentáramos a proble- mas reales, en lugar de esos planteamien- tos ficticios de los que se ocupa la mayoría del mundo académico. Y está funcionan- do bien. Si pudiera volver atrás y cambiar este libro que cumplirá treinta años dentro de poco, ¿considera necesario incluir nuevos contenidos ante las transformaciones que ha sufrido el Diseño? Creo que no, la verdad. El diseño ha experi- mentado cambios, pero mi libro se ocupaba en primer lugar de los componentes físicos y de la forma en que interactuamos con los artefactos. Había muy poco sobre servicios. Y tampoco había mucho en aquella obra de lo que hago hora en el DesignLab, Decidimos que esta experiencia ni fuera un departamento de diseño convencional que fabricase productos tradicionales, ni siquiera servicios tradicionales. Creo que hay muchas escuelas de diseño realmen- te buenas en todo el mundo que se ocupan de esas cosas y no necesitamos otra más. Lo que quisimos fue centrarnos en proble- mas y sistemas poco habituales, sistemas sociotécnicos complejos. Nos ocupamos de la educación, y tratamos de ser "autodi- dactas": si encuentras un buen curso, ins- críbete. Eso será más útil que pasar cuatro años en la universidad y otros dos o más en el posgrado. Dudamos de la utilidad de ob- tener un título. ¿No es mejor seguir los cur- sos que proporcionan el conocimiento que necesitamos en cada momento y luego, a medida que aprendemos y precisamos, apuntamos a otros nuevos? Si nos aburre todo ese saber general que engloba la filosofía, la historia y la lite- ratura, es mejor dejarlo. Cuando madure- mos, nos daremos cuenta de que la historia es simplemente fascinante, y nos pondre- mos a estudiar. Aprendemos algo cuando realmente lo queremos. "Una broma queacos- tumbroa contares queenel mundo académico haymucho ymuy profundo conoci- miento, pero poco quehacer. V en cambio, en la indus- tria hay muchoque hacer,pero poca re- flexión". Lo que hemos hecho con la educación y con la sanidad es un desastre. Está todo por diseñar. Hemos llegado a tener veinte, treinta, cincuenta especialidades médicas, de manera que un paciente pasa de un es- pecialista a otro y la información se pierde por el camino. Según parece el error médi- co es una de las tres principales causas de muerte. Una locura. Y nos preocupan otras cosas también: por ejemplo, la automatización, y cómo las personas reaccionan ante ella. Algunas de las cosas que hacemos en el DesignLab en- cajan en los últimos dos capítulos del libro. En realidad, tendrían cabida en todo el li- bro, pero para tratarlo adecuadamente ha- ría falta uno nuevo. Ha dicho antes que en uncampo corno el diseño, que sufre cambios tan rápidos, las personas pueden adquirir su propia formación a través de las redes. Pueden seguir cursos sobre aquello que les interesan. En tu opinión, ¿hay alguna materia que los estudiantes deberían aprender,algoque pudieran perderse si practican esta especie de aprendizaje autodidacta? Si hablamos de estudiantes de diseño, tene- mos que concretar de qué tipo de estudian- tes estamos hablando. Los alumnos tradi- cionales provienen de escuelas de arte y arquitectura, y en esencia, lo que hacen es aprender el oficio. Creo que el trabajo que llevan a cabo es relevante, de un alto nivel estético, y contribuye a mejorar la vida de la gente; yo estoy realmente encantado con los productos que diseñan. Sin embargo, los problemas de los que estoy hablando re- quieren un tipo de formación bien diferen- te. Tenemos que saber más sobre el mun- do, sobre las organizaciones sociales y so- bre la política. ¿Por qué un diseñador debe saber de política? Bueno, cuando se trata de llevar a cabo esfuerzos complejos, cuando se tra- ta de reorganizar la educación, la atención sanitaria o el transporte, asuntos que afec- tan a un gran número de personas, siem- pre habrá resistencia. Si se trata de un gran proyecto, no importa lo que represente, siempre habrá quien se oponga. Hay que dar con una propuesta que supere todas es- tas objeciones si se quiere llevarlo a cabo. Y de eso se ocupa la política, el lado bueno de la política. Es decir, ese tipo de compromi- so que lleva a quienes honestamente dis- crepan a debatir y buscar una solución: un compromiso que satisfaga a la mayoóa. En ocasiones, desgraciadamente, la política rechaza discutir alternativas o se mueve impulsada por la avaricia o el be- neficio. Pero en el mundo real tenemos que enfrentarnos a todo eso. Si queremos cambiar el sistema de transporte o el sis- tema educativo no dejará de haber perso- nas que pongan objeciones a esos cam- bios. Tenemos que aprender a manejar esas situaciones, a dividir los proyectos en partes significativas, de tal forma que, en lugar de buscar una solución definitiva, demos pequeños pasos que puedan con- tribuir a un cambio. Esto nos permite enlazar con otra pregunta. Querría saber su opinión sobre las listas de verificación, esas relaciones de lo que hay que hacer y lo que no hay que ante una situación. Si tal vez no oculten la ausencia de un problema por resolver. Sí, es cierto, así es. Quiero decir que cuan- do nos encontramos con ese tipo de listas, todo se simplifica. Cada vez que nos encon- tramos una relación de principios esencia- les, hay que tener mucho cuidado porque generalmente todos ellos entran en conflic- to. Queremos que sean lo más fáciles y sim- ples, pero que se ajusten también a las ne- cesidades reales de las personas. Ylas nece- sidades reales de las personas no son sim- ples; así que ¿cómo resolver ese compromi- so y que ala vez sea comprensible? Algo que me pone de mal humor son estos dispositivos-dice, mientras sostie- ne un iPhone-. Johnny !ve, el diseñador principal de Apple, es un brillante diseña- dor industrial, pero se ha formado como artesano. Está muy preocupado por ha- cer hermosos los materiales que utiliza. Sus videos siempre hablan de cómo traba- jar el metal para hacer que el cuerpo sea de una sola pieza, se ocupan de la forma visi- ble: las esquinas redondeadas y las panta- llas negras. Maravilloso. Pero ignora por completo cómo la gente interactúa con es- tos dispositivos. El iPhone moderno es cada vez más di- fícil de usar. Puede que quizá no estemos de acuerdo en esto, pero basta pensar en cuántas veces se pregunta uno si debeóa hacer clic una o dos veces, o tres veces, o haceruna pulsación larga o corta. Si debe- mos utilizar un dedo, dos o tres ... si hay que deslizar hacia arriba o hacia abajo, hacia la izquierda o hacia la derecha ... No hay for- ma de saberlo. Se ha perdido el principio esencial de la detectabilidad, a pesar de que Apple fue una de las compañías que lo in- ventó. No tenemos esa retroalimentación. Cada vez que buscas una foto en el te- léfono para enseñarsela a alguien, esa persona toca la pantalla y perdemos por completo el control. No hay forma de vol- ver atrás. Odio cuando doy una charla y la gente quiere hacerse fotos conmigo. Si tienen una cámara convencional no hay problema: sitúan la cámara y ya está; pero si usan un teléfono, se lo dan a algún otro para que tome la fotografía, esa perso- na toca lo que no debe y se pierde la apli- cación de la cámara, y así sucesivamen- te. De manera que algo para lo que seóan necesarios cinco segundos, se convierte en un trabajo de un minuto y cuando hay veinte personas haciendo cola para eso, es mucho tiempo. "Creo que el hechode que las personas puedan hacersu propio trabajo va a cambiar muchoel Diseño". Gran parte del lenguaje sobre usabilidad da por supuesto que la simplicidad es el objetivo ideal de un diseñador. Tengo un libro que dice todo lo contrario. La gente no quiere simplicidad. Lo dicen, pero en realidad no es cierto, lo que quie- ren son cosas que puedan entender con fa- cilidad. Si le das a alguien una cosa que pue- da comprender, dirá: •~ves qué sencillo es?". Hacer algo simple, significa hacerlo con un solo botón. Ah, bien, pero ¿cuántas cosas hace ese botón?, ¿veinte cosas? ¿Cómo con- sigues que un botón haga veinte cosas? Ter- mina pareciendo simple, pero es increíble- mente complejo usar algo así. La gente no quiere simplicidad, quiere comprender lo que está haciendo. Querría saber qué piensa de lo que denominan "unicornio UX", frente a una formación más especializada. ¿Qué quiere decir con unicornio UX? Se refiere a alguien que está al día, que trabaja profesionalmente en investigación, en diseño, en prototipado. .. en los diversos campos de la experiencia de usuario (UX) frente a alguien que se especializa en una única área de esa actividad. Creo que la forma en que debíamos formu- lar esa pregunta es si resulta más adecua- do un especialista o un generalista, y la res- puesta a eso depende de cada quien. Son co- sas bien diferentes. A algunas personas le encanta aprender más y más sobre habili- dades concretas, con un enfoque particular de su trabajo. Gente así es muy importante y necesaria. Hay otros a las que simplemente les gusta más trabajar en diferentes proble- mas a la vez; que saben un poco de to- do. Que se ven involucrados en un proble- ma médico, en un problema de transpor- te, o en un problema bancario, que no sa- Entrevista a Donald Norman El diseño y la complejidad de lo cotidiano ben mucho al respecto y deben buscar la ayuda de expertos, de esos otros que se han formado como especialistas. Pero son ca- paces de poner todo eso junto. Lo cierto es que es necesario un equipo de especialis- tas y un equipo de generalistas, son perfi- les diferentes. Pero es algo que debe elegir cada quien según su natural inclinación. ¿Hay alguna estrategia para convencer a las empresas o a los departamentos de esas empresas deque la usabilidad UX es algo en lo que merece la pena emplear tiempo y recursos. Esa es probablemente la pregunta que me hacen con más frecuencia. En las universi- dades no lo ves así, pero cuando trabajas en la industria ese problema está siempre pre- sente. ¿Cómo demostramos el valor de lo que hacemos a los ejecutivos de alto nivel? Veamos el diseño centrado en el usuario. El principio fundamental es comprender al cliente, comprender a aquel para el que es- tás haciendo tu trabajo. Si estás trabajando en una empresa bancaria y está diseñando un nuevo producto financiero, ¿quién es su cliente, quien es más importante? Supongo que los interesados. No estoy seguro o. Tu cliente más importante es tu jefe, o el jefe de tu jefe. Si trabajas en una consultoría de diseño, tu cliente es su cliente. Me gusta- ría explicarlo diciendo que el trabajo del di- señador consiste en que puedanascender a tu cliente, o a tu jefe. Lo que decimos es que hay que aprender y comprender al cliente, saber lo que necesita. ¿Por qué no intenta- mos entender a nuestro cliente o a nuestro jefe? Una compañía se rige principalmente por el beneficio, por el deseo de ganar dine- ro. Y el beneficio no es malo. Si no ganas di- nero, quedas fuera del negocio y no importa lo importante que seas. Lo que tenemos que hacer es convencemos de nuestro valor, em- plear en un idioma que comprendan: hablar de ganancias, márgenes, costos reducidos. Cuando hablamos con la gente de mar- keting, cuando dicen, "debemos agregar estas tres características al producto", ¿có- mo convencen a la gerencia? No les hablan mucho de esas tres características. Mues- tran una pequeña hoja de cálculo y dicen "¡Mira, tenemos esto! Aquí se ve el aumen- to de las ventas y aquí está el aumento de las ganancias?". Pero ¿cómo lo saben, có- mo saben esos números?, ¿cómo lo sabe la gente de marketing? La respuesta es que no lo saben, se lo inventan, mienten. Y po- demos inventar cosas y mentir mejor que ellos. Pero no es tan simple porque los eje- cutivos con los que estamos hablando tam- bién lo hacen. Saben que estás inventan- do los números. Pero también saben, sin embargo, que no hay una mejor manera de hacerlo. Ahora bien, debes hacerlo de una ma- nera lógica y sensata para que cuando los miren los vean razonables. Ese es el asun- to. Si deseas convencerlos, debes hablar con la gente en el idioma que realmente les importa que no es otra cosa que aumentar las ventas, aumentar las ganancias, dismi- nuir los costes o reducir los servicios. Y to- do eso hay que documentarlo .. Lo que no se puede hacer es decir: "Ha- cemos un trabajo hermoso y los clientes nos dicen cuánto les gusta''. Porque lo que los ejecutivos dirán es "Por supuesto que sí, por eso lo contratamos. Pero adiós, tengo que volver al trabajo". Querría hablar del denominado diseño de transición, un enfoque concebido para problemas perversos que propone una transición social hacia futuros más sostenibles. Es una variante del diseño centrado en el usuario que se ocupa de resolver problemas tan complejos como la pobreza o la enfermedad. DonaldA. Normanes profesor emérito de ciencia cognitiva en la University ofCalifor- nia,San Diegoy profesor de Ciencias Informáti- cas en la Northwes- tern University. Su forma- ción como ingeniero y psicólogo le llevó a interesarse por la rela- ción entre emociones y procesos cognitivos en el ámbito del diseño. Bueno, parece que surge un nuevo término cada semana. No he oído hablar de esa es- pecie de diseño transaccional [sic], pero. Pe- ro lo que hago es exactamente eso: trabajar para resolver problemas y ver de qué mane- ra puede hacerse tal cosa. Hemos publica- do un documento denominado DesignX en Sagji, una excelente publicación de una uni- versidad en Shanghai. Escribí un artículo más amplio, que llevaba ese mismo título, en colaboración con un amigo que impar- te clase en los Países Bajos. Trataba de cómo debemos abordar este tipo de problemas. Nos motivó una iniciativa del Royal Co- llege of Art, un programa conjunto que tie- nen con el Imperial College, que analiza- ba el sistema de ambulancias de Londres. Descubrieron que todo funcionaba al con- trario de lo que esperaban. Las ambulan- cias estaban ubicadas en el hospital, de manera que cuando había una llamada de emergencia, debían acudir rápidamen- te a donde estuviera el paciente y llevar- le a toda prisa al hospital. ¿Por qué no es- taban esas ambulancias allí donde pudie- ran estar las personas que las necesiten? Deberían estar por toda la ciudad, allí don- de sabemos que es probable que pueda ha- ber accidentes, lesiones o cualquier otro problema; de tal forma que pudieran reco- ger a esas personas y llevarlas al hospital lo más pronto posible. Y deberíamos rediseñar las ambulancias con mejores equipos de telecomunicacio- nes para que los médicos que permanecen en el hospital supieran exactamente lo que sucede y pudieran dar consejos adecuados o estar preparados para cuando lleguen los pacientes. Era un proyecto muy ambicioso que llevó a rediseñar los ambulatorios y los procedimientos, que obligó a reorganizar los hospitales. Recibieron premios por ello, y al alcalde de Londres le encantó. Dieron una charla sobre esto en el se- minario sobre DesignX que impartimos en Shanghai y yo les hice una pregunta: "Bue- no, todo esto es muy interesante. Han pa- sado diez años desde que se hizo, así que decidme cómo lo ha aceptado la gente". Y la respuesta fue que no pasó nada. Ese es el gran problema. Había a quien le pare- cía bien y había a quien le parecía mal. Los sindicatos lo rechazaban, mostraron opo- sición y no pasó nada. Eso es lo que nos lle- va a aprender que tenemos que hacer las cosas dando pasos realmente pequeños. Otra cosa que estamos viendo es lo que llamamos "signos ciudadanos" o participa- ción ciudadana. Hay personas en todo el mundo que tienen un problema y empie- zan a resolverlo ellos mismos. Estuve en Lisboa la semana pasada y hay un grupo llamado Patientlnnovations donde hacen que los pacientes se ayuden a sí mismos. Una de sus historias más llamativas es la de un niño que perdió parte de su brazo en un accidente. La gente se burlaba de él, lleva- ba una prótesis un poco tosca, pero se dio cuenta de que podía fabricar la suya pro- pia. Con algo de ayuda, rediseñó su brazo ortopédico, lo imprimió con una impreso- ra 3D, y lo utilizó. Ahora dice que todos sus amigos están celosos y querrian tener esos brazos coloridos que puede cambiar como si se cambiase de ropa. Otra historia tiene que ver con la dia- betes, pero me llevará algo más de tiem- po contarlo. Las personas con diabetes tie- nen problemas para medir su nivel de azú- car en la sangre y decidir si toman insuli- na o comen dulces. Podemos diseñar lo que llaman un páncreas artificial, una má- quina que hace eso automáticamente, pe- ro recibir el permiso para diseñarlo y cons- truirlo lleva cinco o seis años y supone cer- ca de mil millones de dólares en pruebas clínicas. La Federal Drug Administration de los Estados Unidos (o su equivalente en la Unión Europea, o en Gran Bretaña) son muy exigentes en ese terreno. Pero un grupo de personas dijo: "qué demonios, podemos hacerlo nosotros mis- mos". Así que encontraron un monitor de glucosa continuo, lo desmontaron, vieron cómo funcionaba y los publicaron en In- ternet. Este dispositivo permitía registrar señales, enviarlas a Internet y ver cuál era el nivel sanguíneo en un teléfono móvil. Más tarde, otros implementaron el softwa- re que acopla el glucómetro con la bom- ba de insulina y se lo pueden llevar puesto, por decirlo de alguna maner. Doscientas personas han construido sus propias bom- bas de insulina sin permiso y tienen una buena calidad de vida. La profesión médi- ca está aprendiendo muchísimo con esto. Y lo que me gusta es que una de las compa- ñías que fabricaban ese monitor de gluco- sa continuo, cuando descubrieron que lo habían desarmado y habían publicado có- mo funcionaba en Internet, respondieron contratando a esa persona: "Es un trabajo estupendo, queremos que sigas con ello". Creo que el hecho de que las personas puedan hacer su propio trabajo va a cam- biar mucho el Diseño. Hay herramientas nuevas y muy potentes que no requieren mucho esfuerzo para aprender a manejar- las, por ejemplo, impresoras 3D y corta- doras láser. Las impresoras 3D están cam- biando todo de una forma innegable, no son solo con esas cosas baratas que se colo- can como adornos. Hay tecnología láser y otros métodos de fabricación que la gente común puede usar para hacer cosas mara- villosas; estos métodos son algo toscos y no funcionan del todo bien, pero muestran un enorme potencial. Los diseñadores profe- sionales pueden contribuir a que estos ha- llazgos sean mucho mejores y tal vez me- nos costosos si aprendemos afabricarlas en grandes cantidades. Pero trabajar junto ala gente corriente es una forma comple- tamente nueva de hacer las cosas. Estamos a punto determinar. Una pregunta final ¿Qué libros de diseño o psicología hay en su mesita Libros publicados: ThePsy- chologyof Everyday Things (1988), ThingsThat MakeUs Smartweef (1993), The Invisible Computer (1999), Emotional Design (2004), The Designof Future Things (2007), Livingwith Complexity (2010) de noche en este momento? Ninguno, la verdad. Leo un montón de co- sas, historia de la tecnología, por ejemplo, estoy muy interesado en eso. ¿A dónde nos llevan las predicciones económicas? ¿Có- mo va a cambiar el mundo? La mayo!Ía de mis libros son modelos comerciales y estoy muy preocupado por el aumento de la Inte- ligencia Artificial. Si se hace mal, puede lle- gar a reemplazarnos. Son muy buenos para encontrar algo pero no tienen idea de por qué lo hacen o cómo lo hacen. No podemos hacerle ninguna pregunta. ¿Cómo cambia- mos eso? Y eso es sobre lo que he estado le- yendo, aprendiendo ytrabajando; también sobre el Movimiento de Ciencia Ciudadana. He leído a Eric von Hippel, del MIT, que lle- va una línea de investigación que denomina Lead User Innovation. Pero también viajo mucho. Como di- je, estuve en Lisboa la semana pasada y an- tes de eso en Madeira. Hay un programa conjunto entre la Universidad de Lisboa, la Universidad Camegie Mellon y algu- nas otras universidades. Tenemos un gru- po que investiga sobre problemas relati- vos a la economía insular, y en ese sentido, Madeira es un lugar realmente interesan- te. Pertenece a Portugal, pero se encuen- tra frente alas costas de África. Hay un ma- ravilloso patrón de peces migratorios y un patrón climático cuyo estudio puede in- fluir en todo el mundo. Eso es lo que hago en mi tiempo libre. l. El accidente de Three Mi/e lslandfue un accidente nuclear que sufrió la central nuclear del mismo nombre el 28 de marzo de 1979, cerca de Harrisburg en Pensilvania. 2. Un unicornio UX es zm profesional con capacidad en muy diversas áreas de la experic>ncin de i,suarlo (UX): pslco/og{a, interacción, factores humanos, dise1lo gráfico, comunicación visual, estrategia empresarial y programación inf onnática.
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