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metodología y diagramación de clases 2019 - Tania Iglesias (1)

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METODOLOGÍA 
Y DIAGRAMACIÓN DE CLASES 
 
 
Presentación 
 
El siguiente texto trata fundamentalmente sobre los aspectos 
metodológicos de nuestra disciplina, haciendo mayor énfasis en lo que 
respecta a la diagramación o secuenciación de clases prácticas. Como 
veremos con mayor detalle a continuación, lo que nombramos con las 
palabras “aspectos metodológicos” engloba dos cosas: la primera es la 
metodología general, o el orden o mapeo global que es necesario seguir 
a largo plazo – en nuestro caso la división del ser humano en distintos 
koshas o dimensiones, sumado a la estructura de abordaje técnico 
propia del Ashtanga Yoga; la segunda, es la aplicación concreta de la 
metodología en la diagramación de una clase particular. 
Poder obtener claridad en qué se diferencian estas dos facetas de 
la metodología y qué relaciones tienen entre sí, tanto como entrenarse 
en la aplicación certera de los principios que conducen una adecuada 
diagramación de clase, es una cuestión que, en tanto futuros docentes 
de yoga, se torna de una importancia capital. En otras palabras, a la 
hora de compartir esta disciplina desde la enseñanza, pocos aspectos 
son de mayor relevancia como el entrenamiento en el armado de clases 
prácticas y cómo esas clases van siguiendo un proceso de avance 
gradual, orientándose hacia un objetivo específico a largo plazo. 
Para poder entrar en el análisis del tema que acabamos de 
mencionar, nos será necesario retomar toda una serie de conceptos ya 
estudiados. Aunque esta vez, integrados de un modo diferente e 
iluminados bajo otra luz. 
 
 
Conceptos generales 
 
En nuestros primeros estudios sobre el yoga, buscamos evidenciar 
que existen incontables estilos de practicar esta disciplina. Esa variedad, 
no obstante, no terminaba de diluir completamente una concepción 
relativamente estricta de lo que es el yoga. Recordemos que hemos 
intentado señalar algunas características fundamentales y compartidas 
por la mayoría de las manifestaciones conocidas. Ellas eran seis: 
 
1. Un particular estado de conciencia ampliado, que se 
presenta como la finalidad misma de esta disciplina. 
 
2. Una filosofía de vida, es decir, un sistema coherente de 
ideas, que se articulan con ciertas prácticas, cuyo 
sentido es alcanzar una vida más plena. 
 
3. Un específico conjunto de técnicas con su respectiva 
aplicación metódica. Haría referencia a los medios 
formales, las reglas que se sugiere poner en práctica. 
 
4. La puesta en práctica de hecho de esas sugerencias 
técnicas, de esas reglas formales, es decir, el 
entrenamiento concreto que lleva adelante el 
practicante. 
 
5. Un proceso de desarrollo interior que se pone en 
marcha como consecuencia de esta práctica 
concreta. 
 
6. Las intenciones o propósitos que están detrás de la serie 
actos que se realiza como parte de esta disciplina. 
 
 
 
Gracias a remarcar estas características, podemos decir, sin temor a 
alejarnos de la verdad, que el yoga es una filosofía de vida que intenta 
 2 
hacer presente el estado de unión a través de la práctica concreta de 
un específico conjunto de técnicas que siguen un orden metodológico 
preciso, según una intención determinada, a través de lo cual, se 
experimenta un particular proceso de desarrollo interno. Más allá de los 
rasgos característicos de cada uno de los estilos, difícilmente no 
podamos reconocer en ellos lo que aquí se menciona. Como hemos 
mencionado, esto es lo que la mayoría de las manifestaciones tienen en 
común. 
Pero siendo tan amplia e interesante la diversidad de formatos con 
los que se presenta esta disciplina, podríamos preguntarnos 
explícitamente ¿de qué depende, ya no lo que tienen en común, sino lo 
que tiene de particular y específico cada una de las manifestaciones? 
Tal como ya hemos indicado en otro sitio, un poco al pasar, lo que le 
brinda a cada uno de los estilos de yoga sus rasgos característicos es, por 
un lado 
 
A. Una serie de técnicas: es decir, un conjunto de 
sugerencias para actividades pautadas, la prescripción 
de un accionar relativamente condicionado según 
ciertas reglas que se han especificado. 
 
Y sumándose a lo anterior: 
 
B. Aplicación metódica: es el orden, progresividad y 
estructura general de puesta en acción de esas mismas 
técnicas. Implica el estudio o consideraciones generales 
sobre el método o procedimiento a seguir. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En concordancia con esto, cómo se definan estos dos puntos – que 
forman parte de lo que llamamos la tercera característica del yoga – es 
lo que le da mayor especificidad a cada una de las manifestaciones 
que existen de esta disciplina. En efecto, según cuál sea el conjunto de 
técnicas seleccionadas para ejecutar, tanto como la aplicación 
metódica que oriente esas técnicas, estaremos relacionándonos con un 
estilo de yoga en particular u otro completamente distinto, al menos en 
cuanto a los medios y al formato externo se refiere. 
A continuación un ejemplo en el cual podemos comenzar a distinguir 
las diferencias que surgen al delinearse concretamente los puntos 
mencionados anteriormente. Por un lado, imaginemos un estilo de yoga 
que decide trabajar con asana y pranayama – es decir, el conjunto de 
técnicas – presentando las etapas más avanzadas de las mismas sin 
progresividad alguna – es decir, la aplicación metódica. Por otro lado, 
representémonos otro estilo que ha seleccionado las mismas técnicas, 
pero que las presenta de una manera gradual y progresiva – es decir, 
una aplicación metódica diferente. En ambos casos, tendremos como 
resultado dos estilos de yoga con énfasis en el trabajo físico y energético, 
aunque el primero conllevará mayor intensidad y complejidad, mientras 
que el segundo se caracterizará por su sencillez y accesibilidad. Para 
imaginar la amplia variedad de manifestaciones que de hecho existen, 
baste mencionar que asana y pranayama, son tan sólo dos conjuntos de 
técnicas, aun con toda su riqueza, limitados y restringidos. Y que dentro 
del vasto universo del yoga, la multiplicidad de prácticas que hay a 
disposición, es sencillamente innumerable. Esta variedad de técnicas que 
hay a disposición, sumada a la diversidad de enfoques metodológicos, 
ha dado lugar a la enormemente rica y compleja multiplicidad de 
formas de practicar esta disciplina. 
Si nos detenemos en el ejemplo anterior, podemos observar una 
posible situación donde, aun seleccionando de manera general el 
mismo conjunto de técnicas – asana y pranayama – lo que traza la 
diferencia fundamental en este caso entre ambos estilos, es la aplicación 
metódica que las orienta. 
Al evidenciar esto ingresamos al tema central del estudio teórico del 
presente estudio, un punto de enorme relevancia en tanto docentes de 
yoga. A la hora de compartir esta disciplina desde la enseñanza, 
delineando así una propuesta específica, no sólo será importante qué 
técnicas indiquemos, sino también el orden y la estructura metodológica 
que sigamos. 
 3 
Así, la serie de actos pautados que son las técnicas seleccionadas, es 
el aspecto evidente y explícito de la propuesta que se ofrece como 
docente de esta disciplina. Mientras que la aplicación metódica, es la 
faceta implícita o que no se deja ver fácilmente. Nunca estará de más 
llamar insistentemente la atención sobre este aspecto. Ya sea que se 
conozcan o no estos conceptos, ya sea que se esté de acuerdo o no, en 
cualquier caso estarán presentes – ya sea al definirse con conciencia y 
discernimiento, o simplemente por omisión y repetición automática de un 
formato incorporado de modo inconciente. 
Si bien, ambos aspectos son de importancia, al ser el primero más 
concreto o evidente, es frecuente que se le brinde mayor atención. En 
muchas ocasiones lo anterior conduce a que el docente haga 
demasiado énfasis en las cuestiones técnicas de la práctica, pero sin una 
orientación general de hacia dónde dirigirse a largo plazo y sin destreza 
para distinguir en qué situación una técnica no esindicada o 
claramente riesgosa para alguien. Debido a esto es que ahora 
deseamos volver a remarcar con énfasis la relevancia que tiene la 
metodología. 
Cuanto más estudio y entrenamiento haya respecto de las 
cuestiones metodológicas, no sólo existirá mayor claridad en cuanto a 
qué dirección tomar en proyección extendida, en vías a acercarnos al 
objetivo del yoga. Además, tendremos tanta mayor destreza para 
combinar las técnicas aprendidas en una innumerable variedad de 
formas, creando clases seguras y estimulantes, que les permitan a los 
practicantes recorrer un camino certero de proceso interno. De esta 
manera, podremos independizarnos de reproducir el formato limitado 
con el cual se nos han presentado esas técnicas, pudiendo brindarle más 
énfasis a unas que a otras, dando como resultado una personalización 
del estilo de yoga compartido, sin perder, no obstante, el sentido general 
de nuestra disciplina. 
 
En contraste con lo anterior, la ignorancia o subestimación de las 
cuestiones metodológicas, puede arrastrarnos en muchas ocasiones 
hacia una disposición sin criterio, arbitraria y azarosa de las técnicas. 
Como es evidente, casi en cualquier ámbito de lo humano, operar sin 
método, no sólo hace dificultoso el logro de los objetivos planteados, 
sean estos cuales fueran, sino también es posible que entrañe riesgos. Así 
es en particular en el ámbito que nos toca. 
La experimentación de las técnicas de las que se dispone sin tener en 
cuenta a quién van dirigidas, el objetivo planteado, la dificultad de las 
tareas a realizar y su ordenamiento gradual, es posible que torne ineficaz 
el proceso de desarrollo a largo plazo. Pero no sólo eso. Lo anterior 
simplemente haría vana nuestra dedicación sin posibilitarnos el avance. 
Es necesario observar, además, que existe un riesgo concreto de daño, 
tanto en el plano físico, como también en los aspectos más internos. 
Pero la aplicación de técnicas de una manera azarosa o caprichosa 
no es la única situación en donde una diagramación transgrede algunos 
principios básicos que aseguran una adecuada secuenciación. También 
la aplicación de un formato rígido e invariable de diagramación de 
clase práctica es posible que soslaye los principios de, por un lado, a 
quién va dirigida la técnica, como, por otro lado, el del avance gradual 
y progresivo que requieren algunas prácticas avanzadas. Esto, 
evidentemente, puede generar situaciones de riesgo para algunos 
practicantes. 
Al hacer presente todo lo anterior, como ya hemos dicho en otra 
ocasión, la intención no es despertar una sensación de temor en el 
docente con respecto a la práctica y al dictado de la misma. Lo que 
pretendemos es tomar conciencia sobre la importancia que tiene la 
aplicación metódica de las técnicas y su manifestación en la 
diagramación de clases. Precisamente, parte de la inseguridad que es 
posible experimentar en tanto docente de yoga, proviene del 
desconocimiento de cuándo una técnica en particular es o no la 
indicada. Para llegar a conocer esto, es necesario un estudio dedicado y 
paciente sobre los aspectos que conforman la metodología general de 
aplicación técnica y su incorporación en una particular y concreta 
diagramación de clases. 
 
 
Relación entre metodología general y diagramación de clase 
 
Veamos ahora explícitamente una división fundamental para 
continuar nuestro actual estudio. Lo que nombramos como “aplicación 
metódica de las técnicas”, engloba dos cosas. Por un lado: 
 
A. La metodología general. Recordemos: el orden, la 
progresividad y la estructura general de puesta en acción 
de las técnicas a disposición. 
 4 
Por otro lado: 
 
B. La diagramación o secuenciación de clases prácticas, 
con los principios, niveles y etapas que implica una 
adecuada diagramación. 
 
Según se evidencia en el siguiente cuadro: 
 
 
 
 
 
Si bien la metodología general y la diagramación de clase están 
íntimamente ligadas, no son lo mismo. Es de capital importancia 
comenzar a distinguirlas con la mayor precisión posible, observando con 
claridad las relaciones que se trazan entre ambas. 
Según cómo lo concebimos, la metodología es el estudio y análisis 
del camino a seguir, ordenado y gradual, hacia un objetivo planteado. 
Este estudio busca tener como base una estructura general que 
represente con claridad hacia dónde nos dirigimos en esta disciplina. Si 
bien esta metodología general es más amplia y excede la diagramación 
de clase, está presente en ella, hasta donde es necesario según sea 
indicado el caso. La diagramación de clase sería una aplicación 
concreta y particular de la metodología general. Una presentación 
concreta de las técnicas, intentando poner a disposición de los 
practicantes un paso determinado del amplio camino que señala la 
metodología general 
 
Por un lado, la metodología general implica un avance continuo y sin 
final, manteniendo una progresividad constante, yendo desde lo más 
accesible y simple, hasta lo más complejo y sutil, si bien teniendo 
presentes los reflujos del proceso interno – es decir, los aparentes 
retrocesos dentro del camino de desarrollo. Por otro lado, la 
diagramación de clases conlleva otra estructura. Implica un comienzo y 
un final, desde un punto de menor intensidad, a una etapa de mayor 
complejidad, para luego descender nuevamente. Si buscásemos 
representar gráficamente el primero de los aspectos de lo que llamamos 
“aplicación metódica de las técnicas”, veríamos lo siguiente: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El gráfico anterior esquematiza la planificación estipulada mediante 
la metodología general, marcando un avance continuo, aunque de 
manera espiralada, donde cada curva numerada representa una etapa 
del recorrido o concretamente la diagramación específica de una clase 
práctica. 
 
Ahora, respecto del segundo aspecto de lo que llamamos 
“aplicación metódica de las técnicas”, es decir, la diagramación de 
clases, podemos observar que se representa, en su versión más sencilla, 
de la siguiente manera: 
 
 
 
 
 
 
Así, el gráfico anterior, esquematiza el recorrido planeado al 
diagramar una clase práctica concreta, donde se evidencia un punto 
 5 
de inicio de menor intensidad o complejidad, una línea ascendente 
hacia la cumbre y, finalmente, una etapa de descenso en la intensidad. 
Según esto, expresado de manera muy general, el acomodamiento de 
las técnicas que forman parte de la clase práctica deberá responder a 
la tonalidad que sugiere la curvatura. 
Como ya hemos mencionado, la curva total del gráfico anterior, 
representa a cada una de las líneas numeradas del primer esquema, es 
decir, a grandes rasgos, una de las etapas de la metodología general. 
Tal como vemos en el siguiente gráfico: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Comenzar a distinguir entre estos dos planos, el de la metodología 
general y el de la diagramación de clase, y lo que ellos implican, no sólo 
favorecerá un claro entendimiento sobre el yoga en sentido amplio - al 
permitirnos recordar con facilidad el camino a recorrer y el objetivo final 
que nos planteamos. Además de esto, fundamentalmente, contribuirá a 
que adquiramos destreza en el acomodamiento concreto de las 
técnicas en cada caso particular, según la etapa general que se esté 
recorriendo. Gran parte de nuestra habilidad como docentes 
competentes reside precisamente en esta destreza. 
 
 
Las dos estructuras de la metodología general 
 
Hemos dicho que la aplicación metódica implica dos facetas: por un 
lado la metodología general, el orden y la estructura que seguimos de 
manera global y a largo plazo; por el otro, la diagramación o 
secuenciación de clases. Cuando estudiamos el apunte sobre La 
importancia de la metodología, evidenciamos algunos rasgos 
fundamentales sobre la metodología general, fundamentalmente 
respecto de la estructura general o el mapeo que hemos decido seguir 
en nuestra formación. Recordemos algunos aspectos esenciales de lo 
dicho, de manera de poder integrarlo y enriquecerlo conotros 
elementos fundamentales de nuestro estudio. 
De acuerdo a lo estudiado, a grandes rasgos la metodología es el 
estudio, análisis y aplicación del camino a seguir, ordenado y gradual, 
hacia un objetivo planteado. Este estudio busca tener como base una 
estructura general que represente con claridad hacia dónde nos 
dirigimos en esta disciplina, como una especie de mapa que brinde una 
orientación general sobre el asunto en cuestión. Esta estructura general 
es un punto más que importante dentro de la metodología. Nos permite, 
a grandes rasgos, una clara organización y disposición respecto de lo 
que es necesario trabajar momento a momento. 
 
Este mapeo o estructura, que forma parte de la metodología 
general, puede ser de lo más variado. La misma tradición del yoga 
ofrece varios ejemplos de esta especie de cartografía del ser humano. 
La estructura que, por su elegancia y sencillez, hemos decidido adoptar 
en nuestro enfoque, es la de los koshas o “envolturas” en las que la 
filosofía del yoga divide hipotéticamente al ser humano. 
Recordemos que la palabra “kosha” proviene del sánscrito – la 
lengua en la que están escritos la mayoría de los libros tradicionales de 
yoga – y se lo suele traducir como envoltura, funda, pantalla, etc. Las 
“envolturas” hacen referencia a una posible división en partes del ser 
humano. De manera similar a como hace la anatomía occidental, que 
divide el cuerpo humano en partes más o menos discernibles entre sí, 
pero con plena conciencia que forman una unidad orgánica indivisible, 
así lo hace también la anatomía sutil proveniente de la sabiduría 
yóguica. Una de las diferencias entre ambas consiste en que ésta última 
no sólo reduce su análisis al cuerpo material, sino que avanza hacia 
aspectos menos tangibles que conforman al ser humano. 
Estas cinco envolturas, que nos sirven como primera estructura o 
mapa de la metodología general, son las siguientes: annamaya kosha, la 
envoltura material; pranamaya kosha, la energética; manomaya kosha, 
 6 
la mental; vijñanamaya kosha, la intelectual; anandamaya kosha, la de 
la felicidad. 
La división del ser humano en 
distintos koshas nos brinda un 
mapa coherente y ordenado 
para abordar el trabajo técnico. 
Delinea una especie de 
cartografía que nos indica por 
dónde empezar y en qué 
dirección continuar, yendo de lo 
más accesible y concreto, a lo 
más inaprensible y sutil. Al seguir 
ese mapa, esta estructura 
metodológica nos sugiere abordar 
el trabajo técnico comenzando por la envoltura más tangible, que es la 
del cuerpo físico, aplicando las técnicas que hacen foco en esa 
dimensión, concentrando luego nuestro quehacer en la envoltura 
energética y sus técnicas afines, para finalmente profundizar en las 
capas mentales. 
Esta división del ser humano en distintas dimensiones y el énfasis 
puesto, a su debido momento, en cada parte, no nos debe hacer 
olvidar que siempre el trabajo que se realiza en el yoga es integral. Esta 
segmentación sólo tiene el sentido de brindarnos mayor discernimiento, 
orden y un enfoque con una conciencia más detallada. Así, el trabajo 
que se sugiere, es darle un mayor énfasis de atención a la envoltura que 
corresponda según la etapa del recorrido general que se esté 
transitando en ese momento, ejecutando mayor cantidad de técnicas 
afines a esa dimensión, que ayuden a percibirla y armonizarla. 
 
Ahora bien, como acabamos de evidenciar, la toma de conciencia 
y el entrenamiento de cada kosha, implica la realización de un conjunto 
de técnicas afines a esa dimensión particular. Aquí es donde se hace 
fundamental un aporte de la filosofía del llamado Yoga Clásico. En el 
segundo capítulo de su famoso libro Yoga-Sutra, Patanjali nos hace 
explícita una estructura técnica general para desarrollar la práctica con 
mayor precisión. Esta estructura está dividida en ocho partes o miembros, 
razón por la cual se ha llamado Ashtanga al yoga de Patanjali (ashta = 
ocho; anga = partes, miembros). 
Estas partes son: 
1. Yama: sugerencias de auto-observación en relación a los 
demás. 
 
2. Niyama: sugerencias de auto-observación en relación a 
uno/a mismo/a. 
 
3. Asana: el trabajo postural y técnicas afines. 
 
4. Pranayama: ejercicios de respiración para la percepción y 
control de la energía. 
 
5. Pratyahara: proceso de interiorización de los sentidos. 
 
6. Dharana: entrenamiento en concentración. 
 
7. Dhyana: entrenamiento en meditación. 
 
8. Samadhi: estado de integración. 
 
Esta estructura que presenta Patanjali, restringe la dimensión técnica 
a ocho grupos relativamente discernibles entre sí. Además, entre los 
diferentes grupos de técnicas que aquí se sugiere, podríamos también 
observar que es posible trazarse una relación de progresividad o avance. 
A partir de aquí, tomaremos esta división en ocho partes como el 
segundo aspecto fundamental de la metodología general, que será 
puesta en relación con el mapeo más general de los koshas. 
 
 
Resumiendo, lo que nombramos en este caso como “metodología 
general” implica, a su vez, dos facetas o aspectos. Por un lado: 
 
A. La estructura o mapeo general que encontramos en la 
división del ser humano en distintos koshas. 
 
Por otro lado: 
 
B. La estructura de abordaje técnico que encontramos en 
los ocho pasos del Ashtanga Yoga de Patanjali. 
 
 7 
 
 
 
Sugerencias de aplicación del sistema de Koshas y de la estructura 
técnica del Ashtanga 
 
 
 Un objetivo fundamental de este estudio es que estos temas sean 
factibles de ser utilizados en concreto por los docentes de yoga. 
Buscamos así que estas dos estructuras de la metodología general no 
queden como datos almacenados en la memoria, en una dimensión 
meramente teórica. La serie de conceptos que acabamos de presentar, 
pueden tener una aplicación operativa y plenamente funcional. Para 
que esto se haga realidad, es necesario brindarles mayor atención y 
algún tiempo de maduración al proceso de su aplicación. Veamos 
ahora, no obstante, algunas sugerencias de aplicación de lo que 
acabamos de estudiar. 
Recordando que, en el camino a largo plazo siguen orientándonos 
las dos estructuras de la metodología general, en cuanto al abordaje 
concreto de las técnicas, buscaremos trabajar annamaya kosha, la 
envoltura material, preferentemente a través de asana – teniendo 
presente además que, tanto yama como niyama, comenzaremos 
aplicándolos en la práctica misma de asana, aunque evidentemente no 
se limiten a esta utilización. Como en cualquier otra área técnica, aquí la 
profundidad y el detalle con que se transmita se medirá por la formación 
y experiencia del docente en el trabajo postural. 
La segunda de las envolturas, pranamaya kosha, la envoltura 
energética, buscaremos entrenarla a través de pranayama 
específicamente. Se hace necesario tener presente aquí, que para 
alcanzar un trabajo coherente y maduro en las técnicas avanzadas de 
pranayama, es fundamental un entrenamiento previo en percepción y 
control de la respiración en su dimensión más concreta. 
Con pratyahara entramos ya en el terreno del entrenamiento de 
manomaya kosha, la primera y más fácilmente perceptible dimensión 
mental. Con dharana como con dhyana, trabajaremos ambas 
dimensiones mentales, tanto manomaya kosha como vijñanamaya 
kosha, la envoltura intelectual. Aquí entraran en juego, entonces, todo el 
bagaje de técnicas de interiorización, concentración y meditación que 
haya podido capitalizar y experimentar el docente. El siguiente gráfico 
representa esquemáticamente lo que acabamos de mencionar: 
 
Tengamos presente que en nuestro abordaje metodológico y 
técnico, hemos decidido tomar, en esta ocasión, a samadhi como el 
estado de conciencia ampliada donde se percibe la unidad de todo lo 
que existe. De manera semejante, respecto de anandamaya kosha, la 
envoltura de la felicidad, no realizamos ningún trabajo. Precisamente, 
todo la actividad en las dimensiones previas es para llegar a tomar 
conciencia y percibir en profundidadesa dimensión de nuestro ser en 
donde no somos sino felicidad. 
De esta manera, se hace evidente así que el Ashtanga – los ocho 
pasos del yoga de Patanjali – nos brinda una división clara del trabajo a 
realizar que se suma, como otro elemento fundamental, a la distinción 
del ser humano en koshas. Estas dos estructuras de la metodología 
general, nos da indicios claros desde dónde comenzar, a través de qué 
proseguir, todo ello en busca de un objetivo particular. 
En este punto es conveniente explicitar una cuestión de importancia. 
En la medida en que se desee seguir profundizando en la planificación 
didáctica de nuestras clases, cada vez con mayor rigurosidad, es 
necesario tener presente que cada anga o parte del Yoga Clásico 
 8 
supone una metodología particular de aplicación ordenada y gradual. 
Es decir, asana, pranayama, meditación, tienen sus propios criterios de 
progresividad y trabajo ordenado. Al estudio de estos criterios de 
aplicación podríamos llamarlo “Metodologías Específicas”. La amplitud y 
profundidad de estos temas hace que, por fuerza, queden fuera del 
programa del presente apunte. 
 
En lo que precede hemos hecho una presentación amplia y con 
relativa profundidad de las dos facetas de la Metodología General. Si 
bien los conceptos presentados aquí, tienen una característica 
netamente operativa, es decir, pueden disponerse con facilidad para ser 
utilizados de manera concreta. No obstante, por el momento este 
estudio queda en un nivel de relativa abstracción. Más allá de la 
contención y orientación que desde ya brindan estas estructuras, a 
medida que profundicemos nuestro estudio, se evidenciará con mayor 
fuerza la funcionalidad del mismo. 
Se hace evidente, entonces, que al analizar estos dos aspectos de la 
metodología general, todavía no hemos alcanzado el nivel de la 
diagramación de clase. Esta reside en un plano más concreto aun – en 
donde se hace necesario tener presente la orientación global que 
marcan los dos aspectos evidenciados – pero que se caracteriza por una 
selección de técnicas específicas teniendo en cuenta, a quién se dirige, 
el planteamiento de un objetivo inmediato y los pasos para alcanzarlo, 
además de la implementación de un cierre en la diagramación. 
Asimismo la presentación de las técnicas se orientará según el nivel de 
clase práctica que se proponga, encasillándolas según qué etapa de la 
clase se trate. Esto nos hace claro que en la diagramación de una clase 
específica de yoga necesariamente no se recorre todo el camino que 
señala la metodología general a largo plazo. 
Lo anterior nos conduce directamente al segundo punto de 
importancia de la aplicación metódica de las técnicas, es decir, la 
diagramación de clase. Tema en el que ahondaremos en este 
momento. 
 
 
Cinco aspectos a tener en cuenta en la diagramación de la clase 
 
Como cualquier otro objeto de estudio, la diagramación de clase 
puede ser analizada con diferentes niveles de profundidad y 
complejidad. Cuanta mayor simplicidad tenga ese estudio, tanto más 
sencillo será asimilarlo, pero en este caso particular, perderemos la 
captación de muchos elementos que son básicos en la planificación de 
clases prácticas. Cuanta mayor profundidad tenga nuestro estudio, 
mayor poder de discernimiento nos brindará, aunque la asimilación será 
más lenta. 
Dado que el presente apunte se basa, en un enorme porcentaje, en 
la profundización de los aspectos que tienen que ver con la 
diagramación de clases, es que nuestro estudio de la misma consta de 
diferentes aspectos a tener en cuenta. Esto le brindará cierta 
complejidad al tema en cuestión. Aunque nos proporcionará criterios de 
distinción que nos permitirán captar de manera evidente, muchas 
cuestiones que antes nos pasaban desapercibidas. 
En coherencia con esto, se hace necesario aclarar que, dentro del 
tema específico de la diagramación de clases prácticas, dividiremos 
entre diferentes aspectos que es posible tener en cuenta. Estos son 
cinco: 
 
1. Los niveles progresivos de propuestas de clase. 
 
2. Los principios fundamentales de la diagramación. 
 
3. Las distintas etapas de la clase práctica. 
 
4. Los tipos de curvas de la diagramación. 
 
5. Las clases temáticas. 
 
Según se representa en el siguiente esquema, dentro del marco 
global del presente estudio: 
 
 
 9 
En el primer aspecto, “los niveles progresivos de propuestas de clase 
práctica”, atenderemos a una clasificación tradicional según la cual se 
dividen los grupos de practicantes y por ello, las prácticas que le son 
acordes. 
El segundo, “los principios fundamentales de la diagramación de la 
clase”, nos habla de aquellos elementos básicos a tener en cuenta, sin 
los cuales el armado de una clase podría no ser adecuado. 
En el tercer aspecto, “las etapas de la clase práctica”, nos 
centraremos en la exploración de los distintos momentos de los que 
puede constituirse una práctica formal, es decir, porciones que, 
diferenciándose sutilmente los unos de los otros, conforman juntos la 
curva armónica de una diagramación. 
El cuarto aspecto, “los tipos de curvas de la diagramación”, nos 
brinda orientación para elaborar clases prácticas con diferentes 
variaciones en la intensidad del trabajo físico. 
En el quinto y último de los aspectos, “las clases temáticas”, veremos 
sugerencias básicas de cómo diagramar prácticas según un tema 
específico que orienta toda la guía de la clase. 
 
 
Primer aspecto: Los niveles progresivos de propuesta de clase 
 
Dentro de la tradición de la literatura yóguica, al menos ya desde 
Patanjali, se viene empleando una distinción entre distintos tipos de 
practicantes que se ha vuelto de uso común en la enseñanza de nuestra 
disciplina. Ciertamente, ya en el Yoga-Sutra se hace explícita una 
clasificación que ha dado pie a una división entre distintos niveles, 
progresivos entre sí, de propuesta de clases prácticas. 
En efecto, haciendo referencia a los tipos de practicantes, en el sutra 
I.22, Patanjali los clasifica entre “blandos, moderados y entusiastas”. Si 
bien, en el sutra inmediatamente anterior, habla de un tipo de 
practicantes “supremamente entusiasta”. Esta misma distinción en cuatro 
estadios, también ha tenido amplia difusión dentro de los desarrollos 
hatha-yóguicos. Está presente de manera explícita tanto en el Hatha 
yoga pradipika como en el Shiva samhita, dos textos clásicos de esta 
senda tradicional del yoga. 
Si se analiza en detalle este tipo de clasificación, podremos observar 
que el criterio de distinción entre los diferentes niveles se encuentra en 
dos elementos. El primero de ellos es la dedicación invertida en la 
práctica, es decir, con cuanto empeño y regularidad se ejecutan las 
técnicas propias del camino yóguico elegido. El segundo de ellos es la 
capitalización de esa práctica regular, es decir, el gradual asentamiento 
de las habilidades y destrezas que va despertando la realización de las 
técnicas. En este sentido, en lo que respecta al objetivo al que aspira el 
yoga, pierde relevancia haber capitalizado toda una serie de destrezas 
internas, si la práctica regular se ha detenido. Como también, poco 
sentido tiene hacer recuento de horas o años que ya se ha practicado, si 
la misma ejecución se ha tornado mecánica y sin conciencia, 
evidenciándose una falta de integración de lo que se hace. 
Así, el poder discernir cuándo es conveniente que una persona se 
ajuste a qué nivel de practicante, tiene una gran dificultad, simplemente 
por tener en cuenta tan sólo estos dos elementos. Debido a esto, para 
que la anterior clasificación se tornara operativa y funcional al desarrollo 
del yoga contemporáneo, es que se hizo necesario operar algunos 
cambios y simplificaciones. En este sentido, con el tiempo se ha ido 
asentando una distinción, ya no entre tipos de practicantes, sino en 
niveles de propuestas de clases prácticas. La clasificación más utilizada 
actualmente es la siguiente: 
 
1. Nivel inicial. 
 
2. Nivel intermedio. 
 
3.Nivel avanzado. 
 
4. Nivel avanzado superior. 
 
De manera muy general, cada uno de estos niveles se relaciona con 
la percepción y control diestro de cada una de las envolturas que 
presenta el sistema de Koshas. El avance en estos niveles estaría 
marcado por la toma de conciencia y el desarrollo de la destreza en 
armonizar, cada vez con mayor profundidad, las distintas envolturas, en 
progresión desde la más concreta a la más sutil. Recordemos que el 
yoga, en tanto que es una disciplina holística, nunca trabaja una 
dimensión con exclusividad y separadamente, sino de manera integral. 
Así, a lo que aquí se estaría haciendo referencia es que en cada uno de 
estos niveles, se brindaría mayor énfasis de atención a la ejecución del 
 10 
grupo de técnicas que son afines a una u otra envoltura en cuestión – en 
procura de su toma de conciencia y el control equilibrado. 
En coherencia con esto, lo que ofrecemos a continuación son 
criterios muy generales de clasificación entre los distintos niveles de 
práctica: 
 
1. Nivel Inicial: en este nivel se brindaría mayor atención a 
las técnicas que tienen que ver con Annamaya Kosha, en 
un primer acercamiento y exploración de la técnica 
asana y la incorporación gradual de sus detalles de 
alineación. A esto se suma una percepción global y un 
tanto inestable de la respiración, iniciando un 
entrenamiento elemental de la respiración. Existe además 
una percepción rudimentaria de la actividad mental. 
 
2. Nivel Intermedio: en este nivel la toma de conciencia y el 
control del cuerpo físico aumenta. La técnica asana ya se 
halla asentada, aunque no ha alcanzado todavía su más 
alto desarrollo. Existe una percepción clara de la 
respiración y de su coordinación e influencias en relación 
al cuerpo. Aquí comienza el entrenamiento explícito de 
las técnicas de toma de conciencia y control que tienen 
que ver con Pranamaya Kosha. Por esto el énfasis 
atencional se desplaza hacia la percepción de las 
energías sutiles que nos componen, como también en la 
ejecución de técnicas de Pranayama, Bhandas, etc. 
Sumándose a lo anterior, la percepción de la actividad 
mental se ha profundizado de manera que es posible 
captar con claridad el juego de influencias que se dan 
entre el cuerpo y la respiración y el pensamiento. 
 
3. Nivel avanzado: aquí la técnica asana alcanza un 
desarrollo más profundo que, asociándose al control 
diestro de la respiración y técnicas energéticas, van 
logrando una estabilización firme de la atención, 
transformando la práctica de estas técnicas en una 
meditación en movimiento. El énfasis se desplaza a la 
percepción y armonización de los componentes de la 
primera de las envolturas mentales, Manomaya Kosha. 
Aquí comienza el entrenamiento sistemático del control 
de la actividad mental, de su cambio de calidad y 
contenido, como también de la capacidad de no 
enredarse en la misma, o des-identificación. 
 
4. Avanzado superior: habiendo alcanzado las prácticas 
más externas su máxima profundidad, el entrenamiento 
de las técnicas que tiene que ver con lo mental se ha 
estabilizado. Aquí el énfasis se desplaza finalmente hacia 
Vijñanamaya Kosha, buscando la percepción y des-
identificación de los contenidos mentales y emocionales 
inconcientes. En este nivel tiene lugar de manera 
conciente y regulada el descondicionamiento egóico y 
karmático, que va permitiendo la manifestación gradual 
de Anandamaya Kosha, la felicidad inherente a la 
captación de nuestro propio ser. 
 
Recordemos que lo anterior son lineamientos y criterios muy 
generales de clasificación entre los distintos niveles de práctica. No 
responden estrictamente a las exigencias tradicionales, donde los 
aspirantes dedicaban su vida por entero a la práctica del yoga. Como 
hemos dicho, para que esta clasificación pudiera tornarse operativa y 
funcional al desarrollo del yoga contemporáneo, es necesario operar 
algunos cambios y simplificaciones. 
 
 
Segundo aspecto: Los principios fundamentales de la diagramación de 
clase 
 
Como acabamos de mencionar, por “principios fundamentales” 
entenderemos aquellos elementos a tener en cuenta sin los cuales una 
diagramación de clase no alcanzaría a ser adecuada. La consideración 
de estos principios se encuentra en un segundo nivel de análisis al realizar 
la planificación de una práctica de yoga. Son cinco cosas que 
buscamos tener presente y que forman como una especie de cuadro 
general, a partir del cual, el resto de los aspectos mencionados 
comenzará a darle mayor especificidad y concreción. Estos principios 
figuran en la siguiente definición de lo que es la secuenciación: 
 
 11 
La diagramación de clase es la disposición adaptada y 
progresiva de un grupo de técnicas ante un determinado 
practicante o grupo de practicantes, en función de alcanzar 
un objetivo planteado, respetando una instancia de 
integración o descanso. 
 
Analicemos en detalle esta definición para extraer así los principios 
fundamentales de los que hablamos. Al hacer esto, no agregaremos 
nada nuevo, sino que ampliaremos lo que ya estaba contenido en esas 
palabras. Si bien son cinco estos principios, la numeración con que ahora 
los presentamos, no responde a su nivel de importancia, sino 
simplemente al orden relativo de su aparición en la definición citada. 
Según hemos dicho, diagramar clases es una determinada 
disposición de las técnicas que forman parte de las herramientas con las 
que trabajamos en esta disciplina. Pero, está claro, cada docente tiene 
una formación limitada en el conjunto inabarcable de técnicas a 
disposición. Entonces, lo primero a lo cual debemos atenernos es el 
específico conjunto de técnicas en las que cada cual tiene pericia. 
Expresado de una manera simple, lo ideal es enseñar aquello que se 
conoce y en lo cual se tiene relativa experiencia. 
 
1. El primer principio, entonces, es el grupo de técnicas que 
forman parte del bagaje del docente. 
 
 
Este conjunto de técnicas, hemos dicho, busca ser programado 
según una determinada disposición. Así, el acomodamiento de las 
mismas ha de respetar un orden preciso que, cuanto mayor 
conocimiento y experiencia se adquiera, tanto más es posible variar, 
pero siempre sin transgredir determinadas nociones de adaptación y 
progresividad. 
 
2. El segundo principio, entonces, es la disposición 
adaptada y progresiva de las técnicas. 
 
La progresividad y adaptación de las técnicas sólo podrá hacerse 
concreta al tener presente un practicante o un conjunto de 
practicantes. De lo contrario no habría a quién adaptar la técnica y 
faltaría también una noción desde dónde partir. Así, para que sea 
adecuada la diagramación, se ha de tener en cuenta a quién va 
dirigida. 
 
3. El tercer principio, entonces, es la consideración 
específica de un practicante o grupo de practicantes. 
 
Los tres principios anteriores no sólo se relacionan entre sí 
estrechamente, sino también con el objetivo que nos proponemos lograr 
a través de la práctica. Es importante en la diagramación plantearse 
objetivos claros. A partir de esos objetivos, se deducirán los pasos previos 
para alcanzarlos. Y también, fundamentalmente, hasta donde avanzar 
dentro de la progresividad que se puede planificar a largo plazo. Sin 
ellos, no será evidente hacia dónde nos dirigimos. 
 
4. El cuarto principio, entonces, es la fijación de un objetivo 
en la diagramación. 
 
Por último, dentro de la diagramación de la clase, no sería suficiente 
que un practicante alcanzara, a través de la disposición adaptada y 
progresiva de un conjunto de técnicas, determinado objetivo. Esto sería, 
representado en una imagen típica, como escalar una montaña de un 
nivel abordable con el equipo adecuado, pero quedarse allí, sin hacer el 
descenso. Se hace evidente entonces que es necesario todavía un 
elemento más. Este elemento es lo que consideraremos como el 
momento de integración de los procesos puestos en marcha por el 
camino recorrido en la diagramación dela clase, o simplemente, como 
una etapa de descanso. 
 
5. El quinto principio, entonces, es la instancia de 
integración o descanso. 
 
Cada uno de estos cinco principios de la diagramación de clase son 
elementos fundamentales que constituyen a la misma. En la medida en 
que la consideración de estos principios esté ausente, la secuenciación 
comenzará a carecer de lo necesario para que sea adecuada como un 
camino de avance accesible, gradual y constante, que nos conduzca 
hacia la finalidad que nos planteamos en esta disciplina, es decir, 
experimentar ese particular estado en donde se capta la armonía y 
unión de los distintos ámbitos que componen nuestra realidad. 
 12 
Tercer aspecto: Las etapas de la clase práctica. 
 
Lo que acabamos de analizar ya ha sido puesto de relieve – aunque 
no en los mismos términos – dentro de una de las líneas de enseñanza del 
yoga proveniente de la India. En efecto, estaba presente ya en las 
enseñanzas de Krishnamacharya, reconocido por sobre todo por su 
filosofía de adaptar la práctica a cada persona y de la aplicación 
gradual de las técnicas. Proveniente de esta línea, la palabra clave a la 
cual está asociado lo que hemos analizado es vinyasa. 
Recordemos que la palabra “vinyasa” comienza a tener una 
frecuente utilización gracias a la difusión que le imprimen los discípulos 
de Krishnamacharya. Este término ha sido utilizado amplia y 
ambiguamente. Es posible observar que se emplea con significados 
bastante diferentes, si bien con cierta relación entre ellos. Según esto, la 
palabra “vinyasa” no se agota en la siguiente utilización, pero sí es cierto 
que, entre otras cosas, hace referencia de manera inclusiva tanto a la 
metodología general como a la diagramación de la clase. En este caso 
en particular, nosotros utilizaremos la palabra vinyasa para nombrar el 
plano de la diagramación de la clase. 
Así, retomando los principios fundamentales que acabamos de 
estudiar, el término vinyasa nombra un modo de diagramación de la 
clase en donde, de acuerdo a un objetivo específico, teniendo en 
cuenta determinado practicante o grupo de practicantes, se acomoda 
un grupo de técnicas, orientándose de manera gradual y progresiva, 
desde un punto de partida, ascendiendo hacia la cumbre en intensidad 
o complejidad, para luego realizar un descenso. Tal cual lo hemos 
representado gráficamente con anterioridad, la línea que marcaría el 
vinyasa es la siguiente: 
 
 
 
 
 Intensidad / 
 Complejidad 
 
 
 
 Duración 
 
El arte de la diagramación de clase es amplio y profundo. Cuanto 
más conocimiento y experiencia adquiramos en esta disciplina se hará 
claro cómo, aun dentro de esta línea sencilla con que representamos el 
vinyasa, es posible distinguir diferentes etapas. La división de etapas 
dentro de la misma línea del vinyasa podría multiplicarse tanto como nos 
lleve a hacerlo el grado de rigurosidad y precisión con que deseemos 
trabajar. 
 Aquí presentaremos una primera división en etapas, que nos brinda 
una distinción aproximada de qué aspectos trabajar en cada momento. 
Éstas son las siguientes: 
 
1. Sintonización 
2. Apertura 
3. Calentamiento y preparación técnica fundamental 
4. Trabajo general o Trabajo hacia la cumbre 
5. Exploración de la cumbre 
6. Proceso de compensación o armonización 
7. Respiración y Pranayama 
8. Meditación 
9. Descanso o relajación 
10. Cierre 
 
En este punto se hace necesario tener presente dos cuestiones. La 
primera de ellas es que esta particular división en etapas que 
presentamos, es un acomodamiento coherente de las técnicas en 
relación al lapso de la clase que se esté tratando. Pero de ninguna 
manera es el único posible. En este sentido, tanto la distinción en etapas 
como la presencia o ausencia de alguna de ellas, dependerá en gran 
medida en el estilo de yoga en el que se haya formado cada docente. 
La segunda de las cuestiones a tener en cuenta es que, si bien 
decimos que esta división es un posible modo de lograr un 
acomodamiento inteligente de las técnicas – en vías a recorrer la línea 
que plantea el vinyasa, con vistas a lograr un objetivo general, según el 
conocimiento del docente – tampoco aquí estamos teniendo en cuenta 
 13 
en concreto a un practicante o grupo de practicantes. Según esto 
último, se hace evidente que presenta una distinción bastante completa 
que, por sobre todo en las diagramaciones para principiantes, es 
probable que no aparezcan todas las etapas. 
Debido a ambas cuestiones, el orden de este acomodamiento 
podría variar significativamente u omitirse alguna categoría, siempre 
teniendo en cuenta determinados principios de progresividad que no es 
posible transgredir sin riesgo. 
Ahora bien, veamos cómo quedaría representada gráficamente la 
curva del vinyasa con las etapas que hemos nombrado: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Vemos así que la división en etapas plantea un ordenamiento 
coherente de las técnicas, en progresividad y consecutivamente, es 
decir, una etapa se sigue de la otra y las previas van preparando las 
posteriores. 
Profundicemos ahora en las etapas del vinyasa, a través de una 
descripción de las mismas. Esto nos permitirá identificar 
aproximadamente qué tipo de trabajos realizar en cada una de ellas. 
Algo fundamental aquí es poder captar que estas etapas no se 
distinguen tanto por las técnicas en sí que se realizan en el lapso de 
tiempo dedicado a cada una, sino fundamentalmente por la finalidad 
según la cual se presentan esas técnicas. En base a esto, de una clase a 
otra, la misma técnica podría aparecer en una etapa diferente, pero 
estrictamente respondiendo al objetivo específico de la fase en la que 
aparece. Más adelante profundizaremos y precisaremos con mayor 
detalle algunas posibilidades a desplegar en cada una de ellas. 
 
 
1. Sintonización: es la etapa que marca el comienzo 
cronológico de la clase. La etapa de sintonización 
buscaría, a grandes rasgos, dos objetivos, según su nivel de 
profundidad. El primero de ellos y de más fácil realización, 
es desplegar un proceso donde se busca establecer un 
primer contacto conciente con una/o misma/o. Esto nos 
lleva a percibir superficialmente el estado interno que 
experimentamos al ingresar a la clase, reflejo del ritmo que 
traemos de nuestra vida cotidiana. El segundo objetivo, es 
la estabilización de la atención, que desemboca en una 
profundización de la autopercepción. Esta estabilización de 
la conciencia, brinda tanta mayor predisposición hacia el 
trabajo que se realizará a continuación, cuanto más 
profunda sea. Este segundo objetivo, de más difícil 
realización, no siempre se buscará explícitamente, por 
sobre todo en las diagramaciones para principiantes. 
 
2. Apertura: es el momento de apertura formal de la clase. 
Este es el momento para plantear abiertamente a los 
practicantes, o la intención, o el tema de la práctica que se 
realizará. Muchas veces toma el formato de una especie 
de ceremonial, es decir, una serie de actos externos y 
sugerencias internas que nos van conduciendo a alcanzar 
un particular estado íntimo, coherente con la intención o el 
tema presentado. Intención y tema son dos cosas diferentes 
que conviene distinguir con claridad. La primera, es una 
disposición interna favorable hacia algo, una aspiración 
desapegada, la apertura a que un propósito se cumpla. Se 
relaciona con un modo amplio de utilizar la técnica del 
sankalpa – interpretado como afirmación positiva. La 
intención puede no tener una relación estricta con lo que 
se realice en el resto de la práctica. El tema de la clase, en 
cambio, es la trama o el argumento general según el cual 
la diagramación se va a articular. El tema elegido 
condicionará en gran medida las técnicas que se 
seleccionen y la guía interior que se ofrezca en las mismas. 
Este elemento que se presenta explícitamente en la etapa 
de apertura – el tema – es clave en lo que denominamos 
clasestemáticas, cuyo desarrollo se realizará luego. 
 14 
 
3. Calentamiento y preparación técnica fundamental: esta es 
la etapa donde da comienzo un trabajo físico más activo. 
El objetivo aquí es tanto disponer favorablemente al cuerpo 
para el trabajo físico que viene a continuación, como 
también – para los estilos que poseen una alineación 
rigurosa en asana – asentar los ajustes técnicos básicos que 
se requerirán a lo largo de la práctica. Es necesario tener 
presente, por un lado, que la suavidad o intensidad de las 
tareas de calentamiento que se realicen dependerá en 
gran medida del estilo de yoga y el nivel de practicantes en 
cuestión. Por otro lado, la enseñanza de las cuestiones 
técnicas no se reduce sólo a esta fase, sino que aquí se 
presentará lo que es fundamento para una especificación 
más profunda, aun dentro de otra etapa de la misma clase. 
 
4. Trabajo general o trabajo hacia la cumbre: a partir de aquí 
se desenvuelve con amplitud y profundidad la técnica 
asana. El despliegue de este trabajo puede seguir dos 
caminos: o el general, o con implementación de cumbre. 
En el primer caso, cuando se decide trabajar con una 
diagramación de clase que siga una curvatura sencilla, sin 
trabajo cumbre, simplemente se presentarán primero las 
posturas más accesibles y preparatorias de las que seguirán 
a continuación. Cuando sigue este patrón la 
secuenciación, se buscará trabajar de manera global, sin 
especificidad, la mayor cantidad de habilidades y 
aptitudes que ofrece la práctica de asana, es decir, 
conciencia corporal, fuerza, flexibilidad, equilibrio, etc. En 
cambio, cuando se traza un objetivo específico en el 
trabajo con asana, las posturas realizadas en esta etapa, 
buscan ir preparando con mayor rigurosidad lo que se hará 
en el momento cumbre. En este caso, se busca entonces 
distinguir con precisión qué zonas del cuerpo es necesario 
preparar y en qué sentido, en coherencia con el objetivo 
cumbre planteado, realizando ese entrenamiento 
específico. 
 
5. Exploración de la cumbre: por lo dicho en la descripción de 
la etapa anterior, queda claro que esta fase sólo 
aparecerá cuando se haya decidido realizar una 
secuenciación con implementación de cumbre. Así, al 
trabajarse con esta categoría en la diagramación de la 
clase, se estipula un objetivo bien puntual en asana, es 
decir, una postura en particular. Esta etapa es el espacio de 
tiempo dedicado al esclarecimiento y experimentación 
integrada de los elementos que componen el asana 
cumbre. 
 
6. Proceso de compensación o armonización: luego del 
trabajo general o del momento cumbre de la clase, el 
proceso de compensación tiene el sentido, no sólo de 
armonizar aquellas zonas del cuerpo que hayan realizado 
un trabajo con intensidad, buscando generar una 
sensación física global agradable y equilibrada, sino que 
también se orienta a ir fomentando un estado de mayor 
pasividad, tanto en lo corporal como en lo interno. Esta 
etapa se relaciona con el concepto tradicional 
pratikriyasana – o “contra-postura” tal se lo suele traducir 
regularmente. Este concepto puede entenderse de dos 
maneras, uno restringido y otro amplio. En sentido 
restringido se concibe como la sucesión de una postura 
que, respecto de la previa, realiza el proceso contrario 
(para una extensión de columna vertebral, una flexión sería 
la contra-postura). En sentido amplio, se entiende como 
todo el proceso de armonización y re-equilibrio de lo que se 
realizó previamente. Para alcanzar este proceso con 
solidez, en esta etapa de la clase es necesario integrar su 
utilización en ambos sentidos. 
 
7. Respiración y Pranayama: en la línea de descenso del 
vinyasa, cuando se ha alcanzado un relativo estado de 
pasividad interna, puede decidirse comenzar a trabajar 
con esta etapa. Aquí se llevaría a cabo, de manera 
progresiva, el entrenamiento gradual de lo que 
denominamos “los principios fundamentales de la 
respiración”. Es decir, la enseñanza y el entrenamiento de 
 15 
aquellas destrezas básicas y necesarias para una 
preparación adecuada para las técnicas de pranayama 
más avanzadas. A medida que el entrenamiento en los 
principios se va asentando, es coherente la práctica del 
pranayama en profundidad. 
 
8. Meditación: esta etapa de la diagramación es el espacio 
de tiempo dedicado al entrenamiento de toda una serie 
de habilidades internas, puntualmente, a través de técnicas 
formales de meditación. Para que tenga sentido la 
realización de las mismas, como en la anterior categoría, se 
hace necesario una relativa armonización interna, 
alcanzada gracias al trabajo llevado a cabo a lo largo de 
la práctica. 
 
9. Descanso o relajación: esta es la etapa de mayor pasividad 
de toda la clase. Aquí puede buscarse dos procesos 
similares, pero diferenciados por su grado de especificidad. 
Por un lado, el simple descanso, es decir, un momento de 
reposo con percepción conciente. Por otro lado, la 
relajación, donde se entrena con precisión y formalmente 
las destrezas relacionadas con la pasividad. La postura por 
excelencia utilizada en este momento es shavasana, o 
alguna alternativa. Las técnicas utilizadas para desarrollar 
este entrenamiento pueden ser varias, aunque 
preferentemente son las relajaciones haciendo un recorrido 
conciente por los segmentos del cuerpo. 
 
10. Cierre: este es el momento de cierre formal de la clase 
práctica. Así como la etapa de apertura, ésta toma 
muchas veces el formato de un ceremonial. Buscando 
además tener coherencia con lo planteado en aquello. 
Aquí puede reafirmarse la intención compartida en la 
instancia de apertura, como también darle un cierre al 
tema que ha guiado la clase. Este momento puede 
aprovecharse, además, para brindar sugerencias prácticas 
para continuar con el proceso más allá de la clase formal. 
 
 
Se hace necesario volver a recordar que esta división del vinyasa en 
etapas, es relativamente completo, lo que a grandes rasgos le imprime 
cierta complejidad. Una diagramación de clase adecuada de ninguna 
manera necesita que esté presente cada una de las instancias puestas 
de relieve. Muchas pueden omitirse y, no obstante, crear una 
secuenciación de la clase práctica precisa, profunda y completa. Esto 
no quita que, para encontrar una diagramación adecuada, sea 
necesario respetar mínimamente los principios fundamentales de los que 
hemos hablado. 
 
 
Cuarto aspecto: Los diferentes tipos de curvas en la diagramación. 
 
A partir de ahora analicemos el cuarto de los aspectos a considerar 
en la diagramación, es decir, las posibilidades de secuenciar clases 
prácticas que siguen distintas curvaturas. En este nivel de análisis, una de 
las primeras cuestiones a tener en cuenta es que las posibilidades de 
diagramación que presentaremos a continuación, tienen una 
vinculación más estricta con lo atinente al trabajo corporal. Así, si bien 
todas las etapas vistas previamente quedan incluidas dentro de la línea 
del vinyasa, aquí el foco recae sobre la secuenciación de asana. 
En el marco de este apunte, reduciremos nuestro estudio a los 
siguientes tipos de diagramación: con curvatura sencilla o de trabajo 
general, con una cumbre y con dos cumbres. Estos tres tipos que 
estudiaremos ya nos dan las pautas para la secuenciación de clases con 
más de dos cumbres. 
Con anterioridad hemos visto que la diagramación de clase podía 
representarse como siguiendo una línea curva, donde se evidencia un 
punto de inicio de menor intensidad o complejidad, una línea 
ascendente regular y, finalmente, una etapa de descenso en la 
intensidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 16 
Como ahora es tiempo de profundizar en este tema, explicitemos 
que esta representación gráfica de la diagramación corresponde, 
hablando estrictamente, a lo que hemos nombrado como 
“secuenciación con curvatura sencilla o de trabajo general”. 
Detengámonos a analizar, en primera instancia, esta posibilidad de 
diagramación. 
Al explicitar las distintas etapas de la clase,hemos visto que, cuando 
se decide trabajar con una secuenciación de clase que sigue una 
curvatura sencilla, sin trabajo cumbre, se busca trabajar de manera 
global el cuerpo del practicante. Es decir, el objetivo es entrenar de 
manera general, sin una marcada especificidad, la mayor cantidad de 
habilidades y aptitudes que ofrece la práctica de asana, es decir, 
conciencia corporal, fuerza, flexibilidad, equilibrio, coordinación, 
relajación, etc. En coherencia con esto, la clase tendrá un momento 
relativamente amplio de mayor intensidad, pero sin hacer foco en una 
postura en particular, para luego ir descendiendo en la complejidad de 
la práctica, siguiendo la línea descendente del vinyasa. Por ello, como 
en cualquier otra diagramación, se presentarán primero las posturas más 
accesibles y preparatorias de las que seguirán a continuación. Aunque 
aquí, debido a la generalidad de la propuesta, no se exige una estricta 
secuenciación en la predisposición de las distintas partes del cuerpo 
para un asana específica. Por lo anterior, este tipo de diagramación, se 
presenta como la de mayor sencillez y soltura, aun cuando de menor 
intensidad y complejidad en el trabajo físico. 
A partir de aquí, si deseamos profundizar en el diseño de nuestras 
clases prácticas en lo atinente a asana, tenemos la posibilidad de 
implementar las diagramaciones con cumbre. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Esta sería la representación aproximada de una diagramación de 
clase con una cumbre. En este tipo de secuenciación se traza un 
objetivo específico en el trabajo con asana, es decir, una postura en 
particular. Partiendo de este objetivo, todo el trabajo previo buscará, 
con la mayor rigurosidad posible, preparar progresivamente el cuerpo 
para la cumbre de la clase. Para que esta preparación sea 
estrictamente atinente, se hace necesario distinguir con precisión 
cuales son los elementos constituyentes del asana cumbre. ¿Qué zona 
requiere fuerza y firmeza? ¿Qué zona necesita abrirse y flexibilizarse? 
¿Qué alineaciones y ajustes técnicos son esenciales? Etc. Una vez que 
se han aislado estos elementos constituyentes, el siguiente paso es 
encontrar otras posturas, más sencillas y menos intensas, en donde 
estén presente varios o alguno de los elementos requeridos y 
disponerlas en un relativo orden de progresividad, si bien alternándolas 
con otras que no tengan atenencia. Esto nos va permitiendo entrenar, 
de manera gradual y en condiciones más accesibles, aquello que en 
el asana cumbre estará integrado. El resto de la diagramación 
responde al esquema habitual, continuando con las etapas que 
corresponden. 
La lógica del diseño que acabamos de presentar para 
diagramaciones con cumbre, nos brinda las pautas de trabajo para 
secuencias con implementación de dos cumbres o más. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Entonces, cuando se decida trabajar con diagramaciones de dos 
cumbres, como la que se representa arriba, seguiremos el mismo 
patrón de diseño. En este caso la única diferencia es que las asanas 
 17 
que se han elegido como objetivo, tiene elementos constituyentes que 
difieren entre sí. Partiendo de esto, como se analizó anteriormente, 
distinguiremos con precisión cuáles son los elementos de las posturas 
seleccionadas. Encontraremos luego posturas que preparan esos 
elementos de manera más sencilla. La presentación de la totalidad de 
las asanas se hará en orden de progresividad, alternando las posturas 
preparatorias de ambas cumbres. Habrá un momento exploración de 
la primera de ellas. Para luego de una última instancia preparatoria, 
desembocar en la exploración de la segunda cumbre que se ha 
planteado en la diagramación. El resto de la secuenciación, como ya 
se ha dicho, responde al esquema habitual, continuando con las 
etapas que corresponden. 
 
 
Quinto aspecto: Clases temáticas 
 
Finalizando ya el estudio sobre los aspectos de la diagramación de 
clases prácticas, ingresamos en un asunto de gran especificidad: las 
clases temáticas. Con esta denominación nos referimos al diseño de 
prácticas que tienen un argumento que orienta y matiza toda la 
secuenciación. 
Dentro de este tipo de diagramación, el tema seleccionado hace de 
hilo conductor, que se explicita a través de la guía de la palabra, con lo 
cual se va sugiriendo a los practicantes una autoexploración en la 
ejecución de la técnica bajo la luz de ese argumento en particular. Con 
esto queda evidenciado que la guía que brinda el docente, en este tipo 
de diseño, supera ampliamente las referencias estrictamente técnicas. 
Una cuestión que es importante tener en cuenta, es que el diseño de 
las clases temáticas no simplemente se reduce a crear diagramaciones 
más estéticas o atractivas. La clase temática se propone el objetivo de 
brindar un marco diferente que el habitual para, por contraste, favorecer 
la percepción de ciertos aspectos en la ejecución de la técnica, que no 
suelen ser atendidos con profundidad de no crearse esta guía. 
El argumento seleccionado como tema guía de la clase práctica, 
puede ser de lo más variado. En esto no existe limitación alguna. Aunque 
ya el bagaje cultural que atesora nuestra disciplina es lo suficientemente 
amplio y diverso como para ofrecer inagotables posibilidades. Aquí 
sugerimos tan sólo algunas áreas temáticas de las cuales se pueden 
extraer los argumentos guías: 
 
A. La filosofía del yoga, expresada en los textos clásicos de 
nuestra disciplina. Respecto de esta área temática 
realmente los temas son inagotables. La sugerencia aquí 
es extraer un núcleo de sentido de la filosofía yóguica, el 
desapego por ejemplo. Brindarle entonces al practicante 
varias situaciones donde pueda contrastar la actitud 
interna con la cual realiza su práctica. Favoreciendo así la 
posibilidad de discernir si esa actitud interna, tiende más a 
la exigencia que conlleva el apego, o tiende más al 
discernimiento equilibrado de la práctica desapegada. 
 
B. Otra área susceptible de utilizar es la mitología y literatura 
asociada a ciertos desarrollos del yoga; los relatos que 
giran en torno a la figura de Shiva, Ghanesa, Hanuman, 
Virabhadra, Ashtavakra, Vasistha, Vishvamitra, por 
nombrar sólo algunos de ellos, son susceptibles de ser 
utilizados como argumento de la clase. La mayoría de las 
veces, estos relatos pretenden ser iluminadores de algún 
aspecto de relevancia de nuestra realidad humana. Ten 
presente que muchas posturas están asociadas a estas 
figuras o llevan directamente su nombre. 
 
C. Otra área de la cual podría extraerse un sinnúmero de 
temas es la dimensión energética, haciendo referencia a 
los mapas de anatomía sutil que se expresan en el yoga, 
tales como el sistema de chakas o vayus. Al elegirse un 
tema en relación, por ejemplo, a la armonización de un 
chakra en particular, la selección de las posturas a realizar 
se hará, en mayor porcentaje, en la medida en que 
trabajen ese centro energético. 
 
D. Otra posibilidad para diseñar una clase temática, si bien 
su área de competencia se restringe un poco más a lo 
meramente técnico, es la de secuenciar según una 
particular familia de asanas o una acción específica 
requerida en una serie de posturas. Aquí estamos 
hablando de diagramar una clase, por ejemplo, 
siguiendo el argumento de la práctica de las posturas de 
 18 
pie y lo simbólico asociado a las mismas, como ser, 
posibilidad de sostener sobre sí mismo, enraizamiento, 
equilibrio, tanto en quietud como en movimiento, etc. 
 
E. Otra área temática de la cual es posible extraer 
argumentos para la clase, es la relación con la naturaleza 
y sus ciclos. La guía que realiza el docente a través de la 
palabra, puede hacer referencia, por ejemplo, a la 
conexión con la tierra y la apertura hacia el cielo; a la 
alternancia del día y la noche, de la actividad y la 
pasividad. Al igual que en todos los otros casos, las 
posturas seleccionadas para la diagramación, buscan 
tener coherencia con el argumento en cuestión. 
 
 
De manera generaleste tipo de diagramación de clase sigue los 
mismos principios y etapas que cualquier otra. No obstante, la indicación 
fundamental aquí es proponerse un argumento o tema de clase, y luego 
seleccionar un grupo de posturas que desde la arquitectura, el formato o 
el proceso que generan, se asocien fácilmente al tema elegido. En cada 
una de esas asanas, estipular qué es lo que se sugerirá simbólica o 
metafóricamente desde la guía de la palabra. En este sentido, 
fácilmente se podría asociar la metáfora del “guerrero que busca la paz 
interior” a posturas como Virabhadrasana I y II, pero no sucede lo mismo, 
en principio, con posturas pasivas como Supta Baddha Konasana, 
respecto de la cual puede sugerirse con sencillez una actitud interna de 
“apertura y entrega del corazón al cielo”. 
 Debe quedar claro que no todas las posturas que integran una 
diagramación estarán asociadas al argumento que orienta la clase – es 
decir no en todas ha de decirse algo que las vincule con el tema central 
– sino más bien, tan sólo un ese grupo limitado que hemos seleccionado 
con anterioridad. 
El proceso de diseño de clase temática también puede recorrer el 
camino inverso al descripto. Es decir, realizar una diagramación habitual, 
sin tener un tema específico, y luego, sobre esa base, ver si es asimilable 
por ese diseño un argumento. Este segundo modo de diagramación, 
evidentemente, tendrá mayores limitaciones por tener que adaptarse, 
por así decirlo, el argumento a la serie de posturas que ya están 
seleccionadas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bibliografía: 
 
 
 Ciarlotti, F. Yoga. Filosofía de vida, Editorial Lea. 
 Desikachar, T.K.V. El corazón del yoga, Editorial Inner Traditions. 
 Feuerstein, G. The Yoga Tradition, Editorial Hohmpress. 
 Hernandez, D. Las claves del Yoga, Editorial Continente. 
 Iyengar, B.K.S. La esencia del yoga II, Editorial Kairos. 
 Iyengar, B.K.S. La esencia del yoga III, Editorial Kairos. 
 Iyengar, B.K.S. Luz sobre los Yoga Sutras, Editorial Kairos. 
 Mohan, A.G. Practica yoga, Editorial Hispano Europea. 
 Rawlinson, I. Yoga para occidente, Editorial Kier. 
 Stephens, M. La enseñanza del yoga, Editorial Sirio. 
 Stephens, M. Secuencias del yoga, Editorial Sirio. 
 Walsh, R. y Vaughan, F. (comp.), Más allá del ego, Editorial Kairos.

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