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1 METODOLOGÍA Y DIAGRAMACIÓN DE CLASES Presentación El siguiente texto trata fundamentalmente sobre los aspectos metodológicos de nuestra disciplina, haciendo mayor énfasis en lo que respecta a la diagramación o secuenciación de clases prácticas. Como veremos con mayor detalle a continuación, lo que nombramos con las palabras “aspectos metodológicos” engloba dos cosas: la primera es la metodología general, o el orden o mapeo global que es necesario seguir a largo plazo – en nuestro caso la división del ser humano en distintos koshas o dimensiones, sumado a la estructura de abordaje técnico propia del Ashtanga Yoga; la segunda, es la aplicación concreta de la metodología en la diagramación de una clase particular. Poder obtener claridad en qué se diferencian estas dos facetas de la metodología y qué relaciones tienen entre sí, tanto como entrenarse en la aplicación certera de los principios que conducen una adecuada diagramación de clase, es una cuestión que, en tanto futuros docentes de yoga, se torna de una importancia capital. En otras palabras, a la hora de compartir esta disciplina desde la enseñanza, pocos aspectos son de mayor relevancia como el entrenamiento en el armado de clases prácticas y cómo esas clases van siguiendo un proceso de avance gradual, orientándose hacia un objetivo específico a largo plazo. Para poder entrar en el análisis del tema que acabamos de mencionar, nos será necesario retomar toda una serie de conceptos ya estudiados. Aunque esta vez, integrados de un modo diferente e iluminados bajo otra luz. Conceptos generales En nuestros primeros estudios sobre el yoga, buscamos evidenciar que existen incontables estilos de practicar esta disciplina. Esa variedad, no obstante, no terminaba de diluir completamente una concepción relativamente estricta de lo que es el yoga. Recordemos que hemos intentado señalar algunas características fundamentales y compartidas por la mayoría de las manifestaciones conocidas. Ellas eran seis: 1. Un particular estado de conciencia ampliado, que se presenta como la finalidad misma de esta disciplina. 2. Una filosofía de vida, es decir, un sistema coherente de ideas, que se articulan con ciertas prácticas, cuyo sentido es alcanzar una vida más plena. 3. Un específico conjunto de técnicas con su respectiva aplicación metódica. Haría referencia a los medios formales, las reglas que se sugiere poner en práctica. 4. La puesta en práctica de hecho de esas sugerencias técnicas, de esas reglas formales, es decir, el entrenamiento concreto que lleva adelante el practicante. 5. Un proceso de desarrollo interior que se pone en marcha como consecuencia de esta práctica concreta. 6. Las intenciones o propósitos que están detrás de la serie actos que se realiza como parte de esta disciplina. Gracias a remarcar estas características, podemos decir, sin temor a alejarnos de la verdad, que el yoga es una filosofía de vida que intenta 2 hacer presente el estado de unión a través de la práctica concreta de un específico conjunto de técnicas que siguen un orden metodológico preciso, según una intención determinada, a través de lo cual, se experimenta un particular proceso de desarrollo interno. Más allá de los rasgos característicos de cada uno de los estilos, difícilmente no podamos reconocer en ellos lo que aquí se menciona. Como hemos mencionado, esto es lo que la mayoría de las manifestaciones tienen en común. Pero siendo tan amplia e interesante la diversidad de formatos con los que se presenta esta disciplina, podríamos preguntarnos explícitamente ¿de qué depende, ya no lo que tienen en común, sino lo que tiene de particular y específico cada una de las manifestaciones? Tal como ya hemos indicado en otro sitio, un poco al pasar, lo que le brinda a cada uno de los estilos de yoga sus rasgos característicos es, por un lado A. Una serie de técnicas: es decir, un conjunto de sugerencias para actividades pautadas, la prescripción de un accionar relativamente condicionado según ciertas reglas que se han especificado. Y sumándose a lo anterior: B. Aplicación metódica: es el orden, progresividad y estructura general de puesta en acción de esas mismas técnicas. Implica el estudio o consideraciones generales sobre el método o procedimiento a seguir. En concordancia con esto, cómo se definan estos dos puntos – que forman parte de lo que llamamos la tercera característica del yoga – es lo que le da mayor especificidad a cada una de las manifestaciones que existen de esta disciplina. En efecto, según cuál sea el conjunto de técnicas seleccionadas para ejecutar, tanto como la aplicación metódica que oriente esas técnicas, estaremos relacionándonos con un estilo de yoga en particular u otro completamente distinto, al menos en cuanto a los medios y al formato externo se refiere. A continuación un ejemplo en el cual podemos comenzar a distinguir las diferencias que surgen al delinearse concretamente los puntos mencionados anteriormente. Por un lado, imaginemos un estilo de yoga que decide trabajar con asana y pranayama – es decir, el conjunto de técnicas – presentando las etapas más avanzadas de las mismas sin progresividad alguna – es decir, la aplicación metódica. Por otro lado, representémonos otro estilo que ha seleccionado las mismas técnicas, pero que las presenta de una manera gradual y progresiva – es decir, una aplicación metódica diferente. En ambos casos, tendremos como resultado dos estilos de yoga con énfasis en el trabajo físico y energético, aunque el primero conllevará mayor intensidad y complejidad, mientras que el segundo se caracterizará por su sencillez y accesibilidad. Para imaginar la amplia variedad de manifestaciones que de hecho existen, baste mencionar que asana y pranayama, son tan sólo dos conjuntos de técnicas, aun con toda su riqueza, limitados y restringidos. Y que dentro del vasto universo del yoga, la multiplicidad de prácticas que hay a disposición, es sencillamente innumerable. Esta variedad de técnicas que hay a disposición, sumada a la diversidad de enfoques metodológicos, ha dado lugar a la enormemente rica y compleja multiplicidad de formas de practicar esta disciplina. Si nos detenemos en el ejemplo anterior, podemos observar una posible situación donde, aun seleccionando de manera general el mismo conjunto de técnicas – asana y pranayama – lo que traza la diferencia fundamental en este caso entre ambos estilos, es la aplicación metódica que las orienta. Al evidenciar esto ingresamos al tema central del estudio teórico del presente estudio, un punto de enorme relevancia en tanto docentes de yoga. A la hora de compartir esta disciplina desde la enseñanza, delineando así una propuesta específica, no sólo será importante qué técnicas indiquemos, sino también el orden y la estructura metodológica que sigamos. 3 Así, la serie de actos pautados que son las técnicas seleccionadas, es el aspecto evidente y explícito de la propuesta que se ofrece como docente de esta disciplina. Mientras que la aplicación metódica, es la faceta implícita o que no se deja ver fácilmente. Nunca estará de más llamar insistentemente la atención sobre este aspecto. Ya sea que se conozcan o no estos conceptos, ya sea que se esté de acuerdo o no, en cualquier caso estarán presentes – ya sea al definirse con conciencia y discernimiento, o simplemente por omisión y repetición automática de un formato incorporado de modo inconciente. Si bien, ambos aspectos son de importancia, al ser el primero más concreto o evidente, es frecuente que se le brinde mayor atención. En muchas ocasiones lo anterior conduce a que el docente haga demasiado énfasis en las cuestiones técnicas de la práctica, pero sin una orientación general de hacia dónde dirigirse a largo plazo y sin destreza para distinguir en qué situación una técnica no esindicada o claramente riesgosa para alguien. Debido a esto es que ahora deseamos volver a remarcar con énfasis la relevancia que tiene la metodología. Cuanto más estudio y entrenamiento haya respecto de las cuestiones metodológicas, no sólo existirá mayor claridad en cuanto a qué dirección tomar en proyección extendida, en vías a acercarnos al objetivo del yoga. Además, tendremos tanta mayor destreza para combinar las técnicas aprendidas en una innumerable variedad de formas, creando clases seguras y estimulantes, que les permitan a los practicantes recorrer un camino certero de proceso interno. De esta manera, podremos independizarnos de reproducir el formato limitado con el cual se nos han presentado esas técnicas, pudiendo brindarle más énfasis a unas que a otras, dando como resultado una personalización del estilo de yoga compartido, sin perder, no obstante, el sentido general de nuestra disciplina. En contraste con lo anterior, la ignorancia o subestimación de las cuestiones metodológicas, puede arrastrarnos en muchas ocasiones hacia una disposición sin criterio, arbitraria y azarosa de las técnicas. Como es evidente, casi en cualquier ámbito de lo humano, operar sin método, no sólo hace dificultoso el logro de los objetivos planteados, sean estos cuales fueran, sino también es posible que entrañe riesgos. Así es en particular en el ámbito que nos toca. La experimentación de las técnicas de las que se dispone sin tener en cuenta a quién van dirigidas, el objetivo planteado, la dificultad de las tareas a realizar y su ordenamiento gradual, es posible que torne ineficaz el proceso de desarrollo a largo plazo. Pero no sólo eso. Lo anterior simplemente haría vana nuestra dedicación sin posibilitarnos el avance. Es necesario observar, además, que existe un riesgo concreto de daño, tanto en el plano físico, como también en los aspectos más internos. Pero la aplicación de técnicas de una manera azarosa o caprichosa no es la única situación en donde una diagramación transgrede algunos principios básicos que aseguran una adecuada secuenciación. También la aplicación de un formato rígido e invariable de diagramación de clase práctica es posible que soslaye los principios de, por un lado, a quién va dirigida la técnica, como, por otro lado, el del avance gradual y progresivo que requieren algunas prácticas avanzadas. Esto, evidentemente, puede generar situaciones de riesgo para algunos practicantes. Al hacer presente todo lo anterior, como ya hemos dicho en otra ocasión, la intención no es despertar una sensación de temor en el docente con respecto a la práctica y al dictado de la misma. Lo que pretendemos es tomar conciencia sobre la importancia que tiene la aplicación metódica de las técnicas y su manifestación en la diagramación de clases. Precisamente, parte de la inseguridad que es posible experimentar en tanto docente de yoga, proviene del desconocimiento de cuándo una técnica en particular es o no la indicada. Para llegar a conocer esto, es necesario un estudio dedicado y paciente sobre los aspectos que conforman la metodología general de aplicación técnica y su incorporación en una particular y concreta diagramación de clases. Relación entre metodología general y diagramación de clase Veamos ahora explícitamente una división fundamental para continuar nuestro actual estudio. Lo que nombramos como “aplicación metódica de las técnicas”, engloba dos cosas. Por un lado: A. La metodología general. Recordemos: el orden, la progresividad y la estructura general de puesta en acción de las técnicas a disposición. 4 Por otro lado: B. La diagramación o secuenciación de clases prácticas, con los principios, niveles y etapas que implica una adecuada diagramación. Según se evidencia en el siguiente cuadro: Si bien la metodología general y la diagramación de clase están íntimamente ligadas, no son lo mismo. Es de capital importancia comenzar a distinguirlas con la mayor precisión posible, observando con claridad las relaciones que se trazan entre ambas. Según cómo lo concebimos, la metodología es el estudio y análisis del camino a seguir, ordenado y gradual, hacia un objetivo planteado. Este estudio busca tener como base una estructura general que represente con claridad hacia dónde nos dirigimos en esta disciplina. Si bien esta metodología general es más amplia y excede la diagramación de clase, está presente en ella, hasta donde es necesario según sea indicado el caso. La diagramación de clase sería una aplicación concreta y particular de la metodología general. Una presentación concreta de las técnicas, intentando poner a disposición de los practicantes un paso determinado del amplio camino que señala la metodología general Por un lado, la metodología general implica un avance continuo y sin final, manteniendo una progresividad constante, yendo desde lo más accesible y simple, hasta lo más complejo y sutil, si bien teniendo presentes los reflujos del proceso interno – es decir, los aparentes retrocesos dentro del camino de desarrollo. Por otro lado, la diagramación de clases conlleva otra estructura. Implica un comienzo y un final, desde un punto de menor intensidad, a una etapa de mayor complejidad, para luego descender nuevamente. Si buscásemos representar gráficamente el primero de los aspectos de lo que llamamos “aplicación metódica de las técnicas”, veríamos lo siguiente: El gráfico anterior esquematiza la planificación estipulada mediante la metodología general, marcando un avance continuo, aunque de manera espiralada, donde cada curva numerada representa una etapa del recorrido o concretamente la diagramación específica de una clase práctica. Ahora, respecto del segundo aspecto de lo que llamamos “aplicación metódica de las técnicas”, es decir, la diagramación de clases, podemos observar que se representa, en su versión más sencilla, de la siguiente manera: Así, el gráfico anterior, esquematiza el recorrido planeado al diagramar una clase práctica concreta, donde se evidencia un punto 5 de inicio de menor intensidad o complejidad, una línea ascendente hacia la cumbre y, finalmente, una etapa de descenso en la intensidad. Según esto, expresado de manera muy general, el acomodamiento de las técnicas que forman parte de la clase práctica deberá responder a la tonalidad que sugiere la curvatura. Como ya hemos mencionado, la curva total del gráfico anterior, representa a cada una de las líneas numeradas del primer esquema, es decir, a grandes rasgos, una de las etapas de la metodología general. Tal como vemos en el siguiente gráfico: Comenzar a distinguir entre estos dos planos, el de la metodología general y el de la diagramación de clase, y lo que ellos implican, no sólo favorecerá un claro entendimiento sobre el yoga en sentido amplio - al permitirnos recordar con facilidad el camino a recorrer y el objetivo final que nos planteamos. Además de esto, fundamentalmente, contribuirá a que adquiramos destreza en el acomodamiento concreto de las técnicas en cada caso particular, según la etapa general que se esté recorriendo. Gran parte de nuestra habilidad como docentes competentes reside precisamente en esta destreza. Las dos estructuras de la metodología general Hemos dicho que la aplicación metódica implica dos facetas: por un lado la metodología general, el orden y la estructura que seguimos de manera global y a largo plazo; por el otro, la diagramación o secuenciación de clases. Cuando estudiamos el apunte sobre La importancia de la metodología, evidenciamos algunos rasgos fundamentales sobre la metodología general, fundamentalmente respecto de la estructura general o el mapeo que hemos decido seguir en nuestra formación. Recordemos algunos aspectos esenciales de lo dicho, de manera de poder integrarlo y enriquecerlo conotros elementos fundamentales de nuestro estudio. De acuerdo a lo estudiado, a grandes rasgos la metodología es el estudio, análisis y aplicación del camino a seguir, ordenado y gradual, hacia un objetivo planteado. Este estudio busca tener como base una estructura general que represente con claridad hacia dónde nos dirigimos en esta disciplina, como una especie de mapa que brinde una orientación general sobre el asunto en cuestión. Esta estructura general es un punto más que importante dentro de la metodología. Nos permite, a grandes rasgos, una clara organización y disposición respecto de lo que es necesario trabajar momento a momento. Este mapeo o estructura, que forma parte de la metodología general, puede ser de lo más variado. La misma tradición del yoga ofrece varios ejemplos de esta especie de cartografía del ser humano. La estructura que, por su elegancia y sencillez, hemos decidido adoptar en nuestro enfoque, es la de los koshas o “envolturas” en las que la filosofía del yoga divide hipotéticamente al ser humano. Recordemos que la palabra “kosha” proviene del sánscrito – la lengua en la que están escritos la mayoría de los libros tradicionales de yoga – y se lo suele traducir como envoltura, funda, pantalla, etc. Las “envolturas” hacen referencia a una posible división en partes del ser humano. De manera similar a como hace la anatomía occidental, que divide el cuerpo humano en partes más o menos discernibles entre sí, pero con plena conciencia que forman una unidad orgánica indivisible, así lo hace también la anatomía sutil proveniente de la sabiduría yóguica. Una de las diferencias entre ambas consiste en que ésta última no sólo reduce su análisis al cuerpo material, sino que avanza hacia aspectos menos tangibles que conforman al ser humano. Estas cinco envolturas, que nos sirven como primera estructura o mapa de la metodología general, son las siguientes: annamaya kosha, la envoltura material; pranamaya kosha, la energética; manomaya kosha, 6 la mental; vijñanamaya kosha, la intelectual; anandamaya kosha, la de la felicidad. La división del ser humano en distintos koshas nos brinda un mapa coherente y ordenado para abordar el trabajo técnico. Delinea una especie de cartografía que nos indica por dónde empezar y en qué dirección continuar, yendo de lo más accesible y concreto, a lo más inaprensible y sutil. Al seguir ese mapa, esta estructura metodológica nos sugiere abordar el trabajo técnico comenzando por la envoltura más tangible, que es la del cuerpo físico, aplicando las técnicas que hacen foco en esa dimensión, concentrando luego nuestro quehacer en la envoltura energética y sus técnicas afines, para finalmente profundizar en las capas mentales. Esta división del ser humano en distintas dimensiones y el énfasis puesto, a su debido momento, en cada parte, no nos debe hacer olvidar que siempre el trabajo que se realiza en el yoga es integral. Esta segmentación sólo tiene el sentido de brindarnos mayor discernimiento, orden y un enfoque con una conciencia más detallada. Así, el trabajo que se sugiere, es darle un mayor énfasis de atención a la envoltura que corresponda según la etapa del recorrido general que se esté transitando en ese momento, ejecutando mayor cantidad de técnicas afines a esa dimensión, que ayuden a percibirla y armonizarla. Ahora bien, como acabamos de evidenciar, la toma de conciencia y el entrenamiento de cada kosha, implica la realización de un conjunto de técnicas afines a esa dimensión particular. Aquí es donde se hace fundamental un aporte de la filosofía del llamado Yoga Clásico. En el segundo capítulo de su famoso libro Yoga-Sutra, Patanjali nos hace explícita una estructura técnica general para desarrollar la práctica con mayor precisión. Esta estructura está dividida en ocho partes o miembros, razón por la cual se ha llamado Ashtanga al yoga de Patanjali (ashta = ocho; anga = partes, miembros). Estas partes son: 1. Yama: sugerencias de auto-observación en relación a los demás. 2. Niyama: sugerencias de auto-observación en relación a uno/a mismo/a. 3. Asana: el trabajo postural y técnicas afines. 4. Pranayama: ejercicios de respiración para la percepción y control de la energía. 5. Pratyahara: proceso de interiorización de los sentidos. 6. Dharana: entrenamiento en concentración. 7. Dhyana: entrenamiento en meditación. 8. Samadhi: estado de integración. Esta estructura que presenta Patanjali, restringe la dimensión técnica a ocho grupos relativamente discernibles entre sí. Además, entre los diferentes grupos de técnicas que aquí se sugiere, podríamos también observar que es posible trazarse una relación de progresividad o avance. A partir de aquí, tomaremos esta división en ocho partes como el segundo aspecto fundamental de la metodología general, que será puesta en relación con el mapeo más general de los koshas. Resumiendo, lo que nombramos en este caso como “metodología general” implica, a su vez, dos facetas o aspectos. Por un lado: A. La estructura o mapeo general que encontramos en la división del ser humano en distintos koshas. Por otro lado: B. La estructura de abordaje técnico que encontramos en los ocho pasos del Ashtanga Yoga de Patanjali. 7 Sugerencias de aplicación del sistema de Koshas y de la estructura técnica del Ashtanga Un objetivo fundamental de este estudio es que estos temas sean factibles de ser utilizados en concreto por los docentes de yoga. Buscamos así que estas dos estructuras de la metodología general no queden como datos almacenados en la memoria, en una dimensión meramente teórica. La serie de conceptos que acabamos de presentar, pueden tener una aplicación operativa y plenamente funcional. Para que esto se haga realidad, es necesario brindarles mayor atención y algún tiempo de maduración al proceso de su aplicación. Veamos ahora, no obstante, algunas sugerencias de aplicación de lo que acabamos de estudiar. Recordando que, en el camino a largo plazo siguen orientándonos las dos estructuras de la metodología general, en cuanto al abordaje concreto de las técnicas, buscaremos trabajar annamaya kosha, la envoltura material, preferentemente a través de asana – teniendo presente además que, tanto yama como niyama, comenzaremos aplicándolos en la práctica misma de asana, aunque evidentemente no se limiten a esta utilización. Como en cualquier otra área técnica, aquí la profundidad y el detalle con que se transmita se medirá por la formación y experiencia del docente en el trabajo postural. La segunda de las envolturas, pranamaya kosha, la envoltura energética, buscaremos entrenarla a través de pranayama específicamente. Se hace necesario tener presente aquí, que para alcanzar un trabajo coherente y maduro en las técnicas avanzadas de pranayama, es fundamental un entrenamiento previo en percepción y control de la respiración en su dimensión más concreta. Con pratyahara entramos ya en el terreno del entrenamiento de manomaya kosha, la primera y más fácilmente perceptible dimensión mental. Con dharana como con dhyana, trabajaremos ambas dimensiones mentales, tanto manomaya kosha como vijñanamaya kosha, la envoltura intelectual. Aquí entraran en juego, entonces, todo el bagaje de técnicas de interiorización, concentración y meditación que haya podido capitalizar y experimentar el docente. El siguiente gráfico representa esquemáticamente lo que acabamos de mencionar: Tengamos presente que en nuestro abordaje metodológico y técnico, hemos decidido tomar, en esta ocasión, a samadhi como el estado de conciencia ampliada donde se percibe la unidad de todo lo que existe. De manera semejante, respecto de anandamaya kosha, la envoltura de la felicidad, no realizamos ningún trabajo. Precisamente, todo la actividad en las dimensiones previas es para llegar a tomar conciencia y percibir en profundidadesa dimensión de nuestro ser en donde no somos sino felicidad. De esta manera, se hace evidente así que el Ashtanga – los ocho pasos del yoga de Patanjali – nos brinda una división clara del trabajo a realizar que se suma, como otro elemento fundamental, a la distinción del ser humano en koshas. Estas dos estructuras de la metodología general, nos da indicios claros desde dónde comenzar, a través de qué proseguir, todo ello en busca de un objetivo particular. En este punto es conveniente explicitar una cuestión de importancia. En la medida en que se desee seguir profundizando en la planificación didáctica de nuestras clases, cada vez con mayor rigurosidad, es necesario tener presente que cada anga o parte del Yoga Clásico 8 supone una metodología particular de aplicación ordenada y gradual. Es decir, asana, pranayama, meditación, tienen sus propios criterios de progresividad y trabajo ordenado. Al estudio de estos criterios de aplicación podríamos llamarlo “Metodologías Específicas”. La amplitud y profundidad de estos temas hace que, por fuerza, queden fuera del programa del presente apunte. En lo que precede hemos hecho una presentación amplia y con relativa profundidad de las dos facetas de la Metodología General. Si bien los conceptos presentados aquí, tienen una característica netamente operativa, es decir, pueden disponerse con facilidad para ser utilizados de manera concreta. No obstante, por el momento este estudio queda en un nivel de relativa abstracción. Más allá de la contención y orientación que desde ya brindan estas estructuras, a medida que profundicemos nuestro estudio, se evidenciará con mayor fuerza la funcionalidad del mismo. Se hace evidente, entonces, que al analizar estos dos aspectos de la metodología general, todavía no hemos alcanzado el nivel de la diagramación de clase. Esta reside en un plano más concreto aun – en donde se hace necesario tener presente la orientación global que marcan los dos aspectos evidenciados – pero que se caracteriza por una selección de técnicas específicas teniendo en cuenta, a quién se dirige, el planteamiento de un objetivo inmediato y los pasos para alcanzarlo, además de la implementación de un cierre en la diagramación. Asimismo la presentación de las técnicas se orientará según el nivel de clase práctica que se proponga, encasillándolas según qué etapa de la clase se trate. Esto nos hace claro que en la diagramación de una clase específica de yoga necesariamente no se recorre todo el camino que señala la metodología general a largo plazo. Lo anterior nos conduce directamente al segundo punto de importancia de la aplicación metódica de las técnicas, es decir, la diagramación de clase. Tema en el que ahondaremos en este momento. Cinco aspectos a tener en cuenta en la diagramación de la clase Como cualquier otro objeto de estudio, la diagramación de clase puede ser analizada con diferentes niveles de profundidad y complejidad. Cuanta mayor simplicidad tenga ese estudio, tanto más sencillo será asimilarlo, pero en este caso particular, perderemos la captación de muchos elementos que son básicos en la planificación de clases prácticas. Cuanta mayor profundidad tenga nuestro estudio, mayor poder de discernimiento nos brindará, aunque la asimilación será más lenta. Dado que el presente apunte se basa, en un enorme porcentaje, en la profundización de los aspectos que tienen que ver con la diagramación de clases, es que nuestro estudio de la misma consta de diferentes aspectos a tener en cuenta. Esto le brindará cierta complejidad al tema en cuestión. Aunque nos proporcionará criterios de distinción que nos permitirán captar de manera evidente, muchas cuestiones que antes nos pasaban desapercibidas. En coherencia con esto, se hace necesario aclarar que, dentro del tema específico de la diagramación de clases prácticas, dividiremos entre diferentes aspectos que es posible tener en cuenta. Estos son cinco: 1. Los niveles progresivos de propuestas de clase. 2. Los principios fundamentales de la diagramación. 3. Las distintas etapas de la clase práctica. 4. Los tipos de curvas de la diagramación. 5. Las clases temáticas. Según se representa en el siguiente esquema, dentro del marco global del presente estudio: 9 En el primer aspecto, “los niveles progresivos de propuestas de clase práctica”, atenderemos a una clasificación tradicional según la cual se dividen los grupos de practicantes y por ello, las prácticas que le son acordes. El segundo, “los principios fundamentales de la diagramación de la clase”, nos habla de aquellos elementos básicos a tener en cuenta, sin los cuales el armado de una clase podría no ser adecuado. En el tercer aspecto, “las etapas de la clase práctica”, nos centraremos en la exploración de los distintos momentos de los que puede constituirse una práctica formal, es decir, porciones que, diferenciándose sutilmente los unos de los otros, conforman juntos la curva armónica de una diagramación. El cuarto aspecto, “los tipos de curvas de la diagramación”, nos brinda orientación para elaborar clases prácticas con diferentes variaciones en la intensidad del trabajo físico. En el quinto y último de los aspectos, “las clases temáticas”, veremos sugerencias básicas de cómo diagramar prácticas según un tema específico que orienta toda la guía de la clase. Primer aspecto: Los niveles progresivos de propuesta de clase Dentro de la tradición de la literatura yóguica, al menos ya desde Patanjali, se viene empleando una distinción entre distintos tipos de practicantes que se ha vuelto de uso común en la enseñanza de nuestra disciplina. Ciertamente, ya en el Yoga-Sutra se hace explícita una clasificación que ha dado pie a una división entre distintos niveles, progresivos entre sí, de propuesta de clases prácticas. En efecto, haciendo referencia a los tipos de practicantes, en el sutra I.22, Patanjali los clasifica entre “blandos, moderados y entusiastas”. Si bien, en el sutra inmediatamente anterior, habla de un tipo de practicantes “supremamente entusiasta”. Esta misma distinción en cuatro estadios, también ha tenido amplia difusión dentro de los desarrollos hatha-yóguicos. Está presente de manera explícita tanto en el Hatha yoga pradipika como en el Shiva samhita, dos textos clásicos de esta senda tradicional del yoga. Si se analiza en detalle este tipo de clasificación, podremos observar que el criterio de distinción entre los diferentes niveles se encuentra en dos elementos. El primero de ellos es la dedicación invertida en la práctica, es decir, con cuanto empeño y regularidad se ejecutan las técnicas propias del camino yóguico elegido. El segundo de ellos es la capitalización de esa práctica regular, es decir, el gradual asentamiento de las habilidades y destrezas que va despertando la realización de las técnicas. En este sentido, en lo que respecta al objetivo al que aspira el yoga, pierde relevancia haber capitalizado toda una serie de destrezas internas, si la práctica regular se ha detenido. Como también, poco sentido tiene hacer recuento de horas o años que ya se ha practicado, si la misma ejecución se ha tornado mecánica y sin conciencia, evidenciándose una falta de integración de lo que se hace. Así, el poder discernir cuándo es conveniente que una persona se ajuste a qué nivel de practicante, tiene una gran dificultad, simplemente por tener en cuenta tan sólo estos dos elementos. Debido a esto, para que la anterior clasificación se tornara operativa y funcional al desarrollo del yoga contemporáneo, es que se hizo necesario operar algunos cambios y simplificaciones. En este sentido, con el tiempo se ha ido asentando una distinción, ya no entre tipos de practicantes, sino en niveles de propuestas de clases prácticas. La clasificación más utilizada actualmente es la siguiente: 1. Nivel inicial. 2. Nivel intermedio. 3.Nivel avanzado. 4. Nivel avanzado superior. De manera muy general, cada uno de estos niveles se relaciona con la percepción y control diestro de cada una de las envolturas que presenta el sistema de Koshas. El avance en estos niveles estaría marcado por la toma de conciencia y el desarrollo de la destreza en armonizar, cada vez con mayor profundidad, las distintas envolturas, en progresión desde la más concreta a la más sutil. Recordemos que el yoga, en tanto que es una disciplina holística, nunca trabaja una dimensión con exclusividad y separadamente, sino de manera integral. Así, a lo que aquí se estaría haciendo referencia es que en cada uno de estos niveles, se brindaría mayor énfasis de atención a la ejecución del 10 grupo de técnicas que son afines a una u otra envoltura en cuestión – en procura de su toma de conciencia y el control equilibrado. En coherencia con esto, lo que ofrecemos a continuación son criterios muy generales de clasificación entre los distintos niveles de práctica: 1. Nivel Inicial: en este nivel se brindaría mayor atención a las técnicas que tienen que ver con Annamaya Kosha, en un primer acercamiento y exploración de la técnica asana y la incorporación gradual de sus detalles de alineación. A esto se suma una percepción global y un tanto inestable de la respiración, iniciando un entrenamiento elemental de la respiración. Existe además una percepción rudimentaria de la actividad mental. 2. Nivel Intermedio: en este nivel la toma de conciencia y el control del cuerpo físico aumenta. La técnica asana ya se halla asentada, aunque no ha alcanzado todavía su más alto desarrollo. Existe una percepción clara de la respiración y de su coordinación e influencias en relación al cuerpo. Aquí comienza el entrenamiento explícito de las técnicas de toma de conciencia y control que tienen que ver con Pranamaya Kosha. Por esto el énfasis atencional se desplaza hacia la percepción de las energías sutiles que nos componen, como también en la ejecución de técnicas de Pranayama, Bhandas, etc. Sumándose a lo anterior, la percepción de la actividad mental se ha profundizado de manera que es posible captar con claridad el juego de influencias que se dan entre el cuerpo y la respiración y el pensamiento. 3. Nivel avanzado: aquí la técnica asana alcanza un desarrollo más profundo que, asociándose al control diestro de la respiración y técnicas energéticas, van logrando una estabilización firme de la atención, transformando la práctica de estas técnicas en una meditación en movimiento. El énfasis se desplaza a la percepción y armonización de los componentes de la primera de las envolturas mentales, Manomaya Kosha. Aquí comienza el entrenamiento sistemático del control de la actividad mental, de su cambio de calidad y contenido, como también de la capacidad de no enredarse en la misma, o des-identificación. 4. Avanzado superior: habiendo alcanzado las prácticas más externas su máxima profundidad, el entrenamiento de las técnicas que tiene que ver con lo mental se ha estabilizado. Aquí el énfasis se desplaza finalmente hacia Vijñanamaya Kosha, buscando la percepción y des- identificación de los contenidos mentales y emocionales inconcientes. En este nivel tiene lugar de manera conciente y regulada el descondicionamiento egóico y karmático, que va permitiendo la manifestación gradual de Anandamaya Kosha, la felicidad inherente a la captación de nuestro propio ser. Recordemos que lo anterior son lineamientos y criterios muy generales de clasificación entre los distintos niveles de práctica. No responden estrictamente a las exigencias tradicionales, donde los aspirantes dedicaban su vida por entero a la práctica del yoga. Como hemos dicho, para que esta clasificación pudiera tornarse operativa y funcional al desarrollo del yoga contemporáneo, es necesario operar algunos cambios y simplificaciones. Segundo aspecto: Los principios fundamentales de la diagramación de clase Como acabamos de mencionar, por “principios fundamentales” entenderemos aquellos elementos a tener en cuenta sin los cuales una diagramación de clase no alcanzaría a ser adecuada. La consideración de estos principios se encuentra en un segundo nivel de análisis al realizar la planificación de una práctica de yoga. Son cinco cosas que buscamos tener presente y que forman como una especie de cuadro general, a partir del cual, el resto de los aspectos mencionados comenzará a darle mayor especificidad y concreción. Estos principios figuran en la siguiente definición de lo que es la secuenciación: 11 La diagramación de clase es la disposición adaptada y progresiva de un grupo de técnicas ante un determinado practicante o grupo de practicantes, en función de alcanzar un objetivo planteado, respetando una instancia de integración o descanso. Analicemos en detalle esta definición para extraer así los principios fundamentales de los que hablamos. Al hacer esto, no agregaremos nada nuevo, sino que ampliaremos lo que ya estaba contenido en esas palabras. Si bien son cinco estos principios, la numeración con que ahora los presentamos, no responde a su nivel de importancia, sino simplemente al orden relativo de su aparición en la definición citada. Según hemos dicho, diagramar clases es una determinada disposición de las técnicas que forman parte de las herramientas con las que trabajamos en esta disciplina. Pero, está claro, cada docente tiene una formación limitada en el conjunto inabarcable de técnicas a disposición. Entonces, lo primero a lo cual debemos atenernos es el específico conjunto de técnicas en las que cada cual tiene pericia. Expresado de una manera simple, lo ideal es enseñar aquello que se conoce y en lo cual se tiene relativa experiencia. 1. El primer principio, entonces, es el grupo de técnicas que forman parte del bagaje del docente. Este conjunto de técnicas, hemos dicho, busca ser programado según una determinada disposición. Así, el acomodamiento de las mismas ha de respetar un orden preciso que, cuanto mayor conocimiento y experiencia se adquiera, tanto más es posible variar, pero siempre sin transgredir determinadas nociones de adaptación y progresividad. 2. El segundo principio, entonces, es la disposición adaptada y progresiva de las técnicas. La progresividad y adaptación de las técnicas sólo podrá hacerse concreta al tener presente un practicante o un conjunto de practicantes. De lo contrario no habría a quién adaptar la técnica y faltaría también una noción desde dónde partir. Así, para que sea adecuada la diagramación, se ha de tener en cuenta a quién va dirigida. 3. El tercer principio, entonces, es la consideración específica de un practicante o grupo de practicantes. Los tres principios anteriores no sólo se relacionan entre sí estrechamente, sino también con el objetivo que nos proponemos lograr a través de la práctica. Es importante en la diagramación plantearse objetivos claros. A partir de esos objetivos, se deducirán los pasos previos para alcanzarlos. Y también, fundamentalmente, hasta donde avanzar dentro de la progresividad que se puede planificar a largo plazo. Sin ellos, no será evidente hacia dónde nos dirigimos. 4. El cuarto principio, entonces, es la fijación de un objetivo en la diagramación. Por último, dentro de la diagramación de la clase, no sería suficiente que un practicante alcanzara, a través de la disposición adaptada y progresiva de un conjunto de técnicas, determinado objetivo. Esto sería, representado en una imagen típica, como escalar una montaña de un nivel abordable con el equipo adecuado, pero quedarse allí, sin hacer el descenso. Se hace evidente entonces que es necesario todavía un elemento más. Este elemento es lo que consideraremos como el momento de integración de los procesos puestos en marcha por el camino recorrido en la diagramación dela clase, o simplemente, como una etapa de descanso. 5. El quinto principio, entonces, es la instancia de integración o descanso. Cada uno de estos cinco principios de la diagramación de clase son elementos fundamentales que constituyen a la misma. En la medida en que la consideración de estos principios esté ausente, la secuenciación comenzará a carecer de lo necesario para que sea adecuada como un camino de avance accesible, gradual y constante, que nos conduzca hacia la finalidad que nos planteamos en esta disciplina, es decir, experimentar ese particular estado en donde se capta la armonía y unión de los distintos ámbitos que componen nuestra realidad. 12 Tercer aspecto: Las etapas de la clase práctica. Lo que acabamos de analizar ya ha sido puesto de relieve – aunque no en los mismos términos – dentro de una de las líneas de enseñanza del yoga proveniente de la India. En efecto, estaba presente ya en las enseñanzas de Krishnamacharya, reconocido por sobre todo por su filosofía de adaptar la práctica a cada persona y de la aplicación gradual de las técnicas. Proveniente de esta línea, la palabra clave a la cual está asociado lo que hemos analizado es vinyasa. Recordemos que la palabra “vinyasa” comienza a tener una frecuente utilización gracias a la difusión que le imprimen los discípulos de Krishnamacharya. Este término ha sido utilizado amplia y ambiguamente. Es posible observar que se emplea con significados bastante diferentes, si bien con cierta relación entre ellos. Según esto, la palabra “vinyasa” no se agota en la siguiente utilización, pero sí es cierto que, entre otras cosas, hace referencia de manera inclusiva tanto a la metodología general como a la diagramación de la clase. En este caso en particular, nosotros utilizaremos la palabra vinyasa para nombrar el plano de la diagramación de la clase. Así, retomando los principios fundamentales que acabamos de estudiar, el término vinyasa nombra un modo de diagramación de la clase en donde, de acuerdo a un objetivo específico, teniendo en cuenta determinado practicante o grupo de practicantes, se acomoda un grupo de técnicas, orientándose de manera gradual y progresiva, desde un punto de partida, ascendiendo hacia la cumbre en intensidad o complejidad, para luego realizar un descenso. Tal cual lo hemos representado gráficamente con anterioridad, la línea que marcaría el vinyasa es la siguiente: Intensidad / Complejidad Duración El arte de la diagramación de clase es amplio y profundo. Cuanto más conocimiento y experiencia adquiramos en esta disciplina se hará claro cómo, aun dentro de esta línea sencilla con que representamos el vinyasa, es posible distinguir diferentes etapas. La división de etapas dentro de la misma línea del vinyasa podría multiplicarse tanto como nos lleve a hacerlo el grado de rigurosidad y precisión con que deseemos trabajar. Aquí presentaremos una primera división en etapas, que nos brinda una distinción aproximada de qué aspectos trabajar en cada momento. Éstas son las siguientes: 1. Sintonización 2. Apertura 3. Calentamiento y preparación técnica fundamental 4. Trabajo general o Trabajo hacia la cumbre 5. Exploración de la cumbre 6. Proceso de compensación o armonización 7. Respiración y Pranayama 8. Meditación 9. Descanso o relajación 10. Cierre En este punto se hace necesario tener presente dos cuestiones. La primera de ellas es que esta particular división en etapas que presentamos, es un acomodamiento coherente de las técnicas en relación al lapso de la clase que se esté tratando. Pero de ninguna manera es el único posible. En este sentido, tanto la distinción en etapas como la presencia o ausencia de alguna de ellas, dependerá en gran medida en el estilo de yoga en el que se haya formado cada docente. La segunda de las cuestiones a tener en cuenta es que, si bien decimos que esta división es un posible modo de lograr un acomodamiento inteligente de las técnicas – en vías a recorrer la línea que plantea el vinyasa, con vistas a lograr un objetivo general, según el conocimiento del docente – tampoco aquí estamos teniendo en cuenta 13 en concreto a un practicante o grupo de practicantes. Según esto último, se hace evidente que presenta una distinción bastante completa que, por sobre todo en las diagramaciones para principiantes, es probable que no aparezcan todas las etapas. Debido a ambas cuestiones, el orden de este acomodamiento podría variar significativamente u omitirse alguna categoría, siempre teniendo en cuenta determinados principios de progresividad que no es posible transgredir sin riesgo. Ahora bien, veamos cómo quedaría representada gráficamente la curva del vinyasa con las etapas que hemos nombrado: Vemos así que la división en etapas plantea un ordenamiento coherente de las técnicas, en progresividad y consecutivamente, es decir, una etapa se sigue de la otra y las previas van preparando las posteriores. Profundicemos ahora en las etapas del vinyasa, a través de una descripción de las mismas. Esto nos permitirá identificar aproximadamente qué tipo de trabajos realizar en cada una de ellas. Algo fundamental aquí es poder captar que estas etapas no se distinguen tanto por las técnicas en sí que se realizan en el lapso de tiempo dedicado a cada una, sino fundamentalmente por la finalidad según la cual se presentan esas técnicas. En base a esto, de una clase a otra, la misma técnica podría aparecer en una etapa diferente, pero estrictamente respondiendo al objetivo específico de la fase en la que aparece. Más adelante profundizaremos y precisaremos con mayor detalle algunas posibilidades a desplegar en cada una de ellas. 1. Sintonización: es la etapa que marca el comienzo cronológico de la clase. La etapa de sintonización buscaría, a grandes rasgos, dos objetivos, según su nivel de profundidad. El primero de ellos y de más fácil realización, es desplegar un proceso donde se busca establecer un primer contacto conciente con una/o misma/o. Esto nos lleva a percibir superficialmente el estado interno que experimentamos al ingresar a la clase, reflejo del ritmo que traemos de nuestra vida cotidiana. El segundo objetivo, es la estabilización de la atención, que desemboca en una profundización de la autopercepción. Esta estabilización de la conciencia, brinda tanta mayor predisposición hacia el trabajo que se realizará a continuación, cuanto más profunda sea. Este segundo objetivo, de más difícil realización, no siempre se buscará explícitamente, por sobre todo en las diagramaciones para principiantes. 2. Apertura: es el momento de apertura formal de la clase. Este es el momento para plantear abiertamente a los practicantes, o la intención, o el tema de la práctica que se realizará. Muchas veces toma el formato de una especie de ceremonial, es decir, una serie de actos externos y sugerencias internas que nos van conduciendo a alcanzar un particular estado íntimo, coherente con la intención o el tema presentado. Intención y tema son dos cosas diferentes que conviene distinguir con claridad. La primera, es una disposición interna favorable hacia algo, una aspiración desapegada, la apertura a que un propósito se cumpla. Se relaciona con un modo amplio de utilizar la técnica del sankalpa – interpretado como afirmación positiva. La intención puede no tener una relación estricta con lo que se realice en el resto de la práctica. El tema de la clase, en cambio, es la trama o el argumento general según el cual la diagramación se va a articular. El tema elegido condicionará en gran medida las técnicas que se seleccionen y la guía interior que se ofrezca en las mismas. Este elemento que se presenta explícitamente en la etapa de apertura – el tema – es clave en lo que denominamos clasestemáticas, cuyo desarrollo se realizará luego. 14 3. Calentamiento y preparación técnica fundamental: esta es la etapa donde da comienzo un trabajo físico más activo. El objetivo aquí es tanto disponer favorablemente al cuerpo para el trabajo físico que viene a continuación, como también – para los estilos que poseen una alineación rigurosa en asana – asentar los ajustes técnicos básicos que se requerirán a lo largo de la práctica. Es necesario tener presente, por un lado, que la suavidad o intensidad de las tareas de calentamiento que se realicen dependerá en gran medida del estilo de yoga y el nivel de practicantes en cuestión. Por otro lado, la enseñanza de las cuestiones técnicas no se reduce sólo a esta fase, sino que aquí se presentará lo que es fundamento para una especificación más profunda, aun dentro de otra etapa de la misma clase. 4. Trabajo general o trabajo hacia la cumbre: a partir de aquí se desenvuelve con amplitud y profundidad la técnica asana. El despliegue de este trabajo puede seguir dos caminos: o el general, o con implementación de cumbre. En el primer caso, cuando se decide trabajar con una diagramación de clase que siga una curvatura sencilla, sin trabajo cumbre, simplemente se presentarán primero las posturas más accesibles y preparatorias de las que seguirán a continuación. Cuando sigue este patrón la secuenciación, se buscará trabajar de manera global, sin especificidad, la mayor cantidad de habilidades y aptitudes que ofrece la práctica de asana, es decir, conciencia corporal, fuerza, flexibilidad, equilibrio, etc. En cambio, cuando se traza un objetivo específico en el trabajo con asana, las posturas realizadas en esta etapa, buscan ir preparando con mayor rigurosidad lo que se hará en el momento cumbre. En este caso, se busca entonces distinguir con precisión qué zonas del cuerpo es necesario preparar y en qué sentido, en coherencia con el objetivo cumbre planteado, realizando ese entrenamiento específico. 5. Exploración de la cumbre: por lo dicho en la descripción de la etapa anterior, queda claro que esta fase sólo aparecerá cuando se haya decidido realizar una secuenciación con implementación de cumbre. Así, al trabajarse con esta categoría en la diagramación de la clase, se estipula un objetivo bien puntual en asana, es decir, una postura en particular. Esta etapa es el espacio de tiempo dedicado al esclarecimiento y experimentación integrada de los elementos que componen el asana cumbre. 6. Proceso de compensación o armonización: luego del trabajo general o del momento cumbre de la clase, el proceso de compensación tiene el sentido, no sólo de armonizar aquellas zonas del cuerpo que hayan realizado un trabajo con intensidad, buscando generar una sensación física global agradable y equilibrada, sino que también se orienta a ir fomentando un estado de mayor pasividad, tanto en lo corporal como en lo interno. Esta etapa se relaciona con el concepto tradicional pratikriyasana – o “contra-postura” tal se lo suele traducir regularmente. Este concepto puede entenderse de dos maneras, uno restringido y otro amplio. En sentido restringido se concibe como la sucesión de una postura que, respecto de la previa, realiza el proceso contrario (para una extensión de columna vertebral, una flexión sería la contra-postura). En sentido amplio, se entiende como todo el proceso de armonización y re-equilibrio de lo que se realizó previamente. Para alcanzar este proceso con solidez, en esta etapa de la clase es necesario integrar su utilización en ambos sentidos. 7. Respiración y Pranayama: en la línea de descenso del vinyasa, cuando se ha alcanzado un relativo estado de pasividad interna, puede decidirse comenzar a trabajar con esta etapa. Aquí se llevaría a cabo, de manera progresiva, el entrenamiento gradual de lo que denominamos “los principios fundamentales de la respiración”. Es decir, la enseñanza y el entrenamiento de 15 aquellas destrezas básicas y necesarias para una preparación adecuada para las técnicas de pranayama más avanzadas. A medida que el entrenamiento en los principios se va asentando, es coherente la práctica del pranayama en profundidad. 8. Meditación: esta etapa de la diagramación es el espacio de tiempo dedicado al entrenamiento de toda una serie de habilidades internas, puntualmente, a través de técnicas formales de meditación. Para que tenga sentido la realización de las mismas, como en la anterior categoría, se hace necesario una relativa armonización interna, alcanzada gracias al trabajo llevado a cabo a lo largo de la práctica. 9. Descanso o relajación: esta es la etapa de mayor pasividad de toda la clase. Aquí puede buscarse dos procesos similares, pero diferenciados por su grado de especificidad. Por un lado, el simple descanso, es decir, un momento de reposo con percepción conciente. Por otro lado, la relajación, donde se entrena con precisión y formalmente las destrezas relacionadas con la pasividad. La postura por excelencia utilizada en este momento es shavasana, o alguna alternativa. Las técnicas utilizadas para desarrollar este entrenamiento pueden ser varias, aunque preferentemente son las relajaciones haciendo un recorrido conciente por los segmentos del cuerpo. 10. Cierre: este es el momento de cierre formal de la clase práctica. Así como la etapa de apertura, ésta toma muchas veces el formato de un ceremonial. Buscando además tener coherencia con lo planteado en aquello. Aquí puede reafirmarse la intención compartida en la instancia de apertura, como también darle un cierre al tema que ha guiado la clase. Este momento puede aprovecharse, además, para brindar sugerencias prácticas para continuar con el proceso más allá de la clase formal. Se hace necesario volver a recordar que esta división del vinyasa en etapas, es relativamente completo, lo que a grandes rasgos le imprime cierta complejidad. Una diagramación de clase adecuada de ninguna manera necesita que esté presente cada una de las instancias puestas de relieve. Muchas pueden omitirse y, no obstante, crear una secuenciación de la clase práctica precisa, profunda y completa. Esto no quita que, para encontrar una diagramación adecuada, sea necesario respetar mínimamente los principios fundamentales de los que hemos hablado. Cuarto aspecto: Los diferentes tipos de curvas en la diagramación. A partir de ahora analicemos el cuarto de los aspectos a considerar en la diagramación, es decir, las posibilidades de secuenciar clases prácticas que siguen distintas curvaturas. En este nivel de análisis, una de las primeras cuestiones a tener en cuenta es que las posibilidades de diagramación que presentaremos a continuación, tienen una vinculación más estricta con lo atinente al trabajo corporal. Así, si bien todas las etapas vistas previamente quedan incluidas dentro de la línea del vinyasa, aquí el foco recae sobre la secuenciación de asana. En el marco de este apunte, reduciremos nuestro estudio a los siguientes tipos de diagramación: con curvatura sencilla o de trabajo general, con una cumbre y con dos cumbres. Estos tres tipos que estudiaremos ya nos dan las pautas para la secuenciación de clases con más de dos cumbres. Con anterioridad hemos visto que la diagramación de clase podía representarse como siguiendo una línea curva, donde se evidencia un punto de inicio de menor intensidad o complejidad, una línea ascendente regular y, finalmente, una etapa de descenso en la intensidad. 16 Como ahora es tiempo de profundizar en este tema, explicitemos que esta representación gráfica de la diagramación corresponde, hablando estrictamente, a lo que hemos nombrado como “secuenciación con curvatura sencilla o de trabajo general”. Detengámonos a analizar, en primera instancia, esta posibilidad de diagramación. Al explicitar las distintas etapas de la clase,hemos visto que, cuando se decide trabajar con una secuenciación de clase que sigue una curvatura sencilla, sin trabajo cumbre, se busca trabajar de manera global el cuerpo del practicante. Es decir, el objetivo es entrenar de manera general, sin una marcada especificidad, la mayor cantidad de habilidades y aptitudes que ofrece la práctica de asana, es decir, conciencia corporal, fuerza, flexibilidad, equilibrio, coordinación, relajación, etc. En coherencia con esto, la clase tendrá un momento relativamente amplio de mayor intensidad, pero sin hacer foco en una postura en particular, para luego ir descendiendo en la complejidad de la práctica, siguiendo la línea descendente del vinyasa. Por ello, como en cualquier otra diagramación, se presentarán primero las posturas más accesibles y preparatorias de las que seguirán a continuación. Aunque aquí, debido a la generalidad de la propuesta, no se exige una estricta secuenciación en la predisposición de las distintas partes del cuerpo para un asana específica. Por lo anterior, este tipo de diagramación, se presenta como la de mayor sencillez y soltura, aun cuando de menor intensidad y complejidad en el trabajo físico. A partir de aquí, si deseamos profundizar en el diseño de nuestras clases prácticas en lo atinente a asana, tenemos la posibilidad de implementar las diagramaciones con cumbre. Esta sería la representación aproximada de una diagramación de clase con una cumbre. En este tipo de secuenciación se traza un objetivo específico en el trabajo con asana, es decir, una postura en particular. Partiendo de este objetivo, todo el trabajo previo buscará, con la mayor rigurosidad posible, preparar progresivamente el cuerpo para la cumbre de la clase. Para que esta preparación sea estrictamente atinente, se hace necesario distinguir con precisión cuales son los elementos constituyentes del asana cumbre. ¿Qué zona requiere fuerza y firmeza? ¿Qué zona necesita abrirse y flexibilizarse? ¿Qué alineaciones y ajustes técnicos son esenciales? Etc. Una vez que se han aislado estos elementos constituyentes, el siguiente paso es encontrar otras posturas, más sencillas y menos intensas, en donde estén presente varios o alguno de los elementos requeridos y disponerlas en un relativo orden de progresividad, si bien alternándolas con otras que no tengan atenencia. Esto nos va permitiendo entrenar, de manera gradual y en condiciones más accesibles, aquello que en el asana cumbre estará integrado. El resto de la diagramación responde al esquema habitual, continuando con las etapas que corresponden. La lógica del diseño que acabamos de presentar para diagramaciones con cumbre, nos brinda las pautas de trabajo para secuencias con implementación de dos cumbres o más. Entonces, cuando se decida trabajar con diagramaciones de dos cumbres, como la que se representa arriba, seguiremos el mismo patrón de diseño. En este caso la única diferencia es que las asanas 17 que se han elegido como objetivo, tiene elementos constituyentes que difieren entre sí. Partiendo de esto, como se analizó anteriormente, distinguiremos con precisión cuáles son los elementos de las posturas seleccionadas. Encontraremos luego posturas que preparan esos elementos de manera más sencilla. La presentación de la totalidad de las asanas se hará en orden de progresividad, alternando las posturas preparatorias de ambas cumbres. Habrá un momento exploración de la primera de ellas. Para luego de una última instancia preparatoria, desembocar en la exploración de la segunda cumbre que se ha planteado en la diagramación. El resto de la secuenciación, como ya se ha dicho, responde al esquema habitual, continuando con las etapas que corresponden. Quinto aspecto: Clases temáticas Finalizando ya el estudio sobre los aspectos de la diagramación de clases prácticas, ingresamos en un asunto de gran especificidad: las clases temáticas. Con esta denominación nos referimos al diseño de prácticas que tienen un argumento que orienta y matiza toda la secuenciación. Dentro de este tipo de diagramación, el tema seleccionado hace de hilo conductor, que se explicita a través de la guía de la palabra, con lo cual se va sugiriendo a los practicantes una autoexploración en la ejecución de la técnica bajo la luz de ese argumento en particular. Con esto queda evidenciado que la guía que brinda el docente, en este tipo de diseño, supera ampliamente las referencias estrictamente técnicas. Una cuestión que es importante tener en cuenta, es que el diseño de las clases temáticas no simplemente se reduce a crear diagramaciones más estéticas o atractivas. La clase temática se propone el objetivo de brindar un marco diferente que el habitual para, por contraste, favorecer la percepción de ciertos aspectos en la ejecución de la técnica, que no suelen ser atendidos con profundidad de no crearse esta guía. El argumento seleccionado como tema guía de la clase práctica, puede ser de lo más variado. En esto no existe limitación alguna. Aunque ya el bagaje cultural que atesora nuestra disciplina es lo suficientemente amplio y diverso como para ofrecer inagotables posibilidades. Aquí sugerimos tan sólo algunas áreas temáticas de las cuales se pueden extraer los argumentos guías: A. La filosofía del yoga, expresada en los textos clásicos de nuestra disciplina. Respecto de esta área temática realmente los temas son inagotables. La sugerencia aquí es extraer un núcleo de sentido de la filosofía yóguica, el desapego por ejemplo. Brindarle entonces al practicante varias situaciones donde pueda contrastar la actitud interna con la cual realiza su práctica. Favoreciendo así la posibilidad de discernir si esa actitud interna, tiende más a la exigencia que conlleva el apego, o tiende más al discernimiento equilibrado de la práctica desapegada. B. Otra área susceptible de utilizar es la mitología y literatura asociada a ciertos desarrollos del yoga; los relatos que giran en torno a la figura de Shiva, Ghanesa, Hanuman, Virabhadra, Ashtavakra, Vasistha, Vishvamitra, por nombrar sólo algunos de ellos, son susceptibles de ser utilizados como argumento de la clase. La mayoría de las veces, estos relatos pretenden ser iluminadores de algún aspecto de relevancia de nuestra realidad humana. Ten presente que muchas posturas están asociadas a estas figuras o llevan directamente su nombre. C. Otra área de la cual podría extraerse un sinnúmero de temas es la dimensión energética, haciendo referencia a los mapas de anatomía sutil que se expresan en el yoga, tales como el sistema de chakas o vayus. Al elegirse un tema en relación, por ejemplo, a la armonización de un chakra en particular, la selección de las posturas a realizar se hará, en mayor porcentaje, en la medida en que trabajen ese centro energético. D. Otra posibilidad para diseñar una clase temática, si bien su área de competencia se restringe un poco más a lo meramente técnico, es la de secuenciar según una particular familia de asanas o una acción específica requerida en una serie de posturas. Aquí estamos hablando de diagramar una clase, por ejemplo, siguiendo el argumento de la práctica de las posturas de 18 pie y lo simbólico asociado a las mismas, como ser, posibilidad de sostener sobre sí mismo, enraizamiento, equilibrio, tanto en quietud como en movimiento, etc. E. Otra área temática de la cual es posible extraer argumentos para la clase, es la relación con la naturaleza y sus ciclos. La guía que realiza el docente a través de la palabra, puede hacer referencia, por ejemplo, a la conexión con la tierra y la apertura hacia el cielo; a la alternancia del día y la noche, de la actividad y la pasividad. Al igual que en todos los otros casos, las posturas seleccionadas para la diagramación, buscan tener coherencia con el argumento en cuestión. De manera generaleste tipo de diagramación de clase sigue los mismos principios y etapas que cualquier otra. No obstante, la indicación fundamental aquí es proponerse un argumento o tema de clase, y luego seleccionar un grupo de posturas que desde la arquitectura, el formato o el proceso que generan, se asocien fácilmente al tema elegido. En cada una de esas asanas, estipular qué es lo que se sugerirá simbólica o metafóricamente desde la guía de la palabra. En este sentido, fácilmente se podría asociar la metáfora del “guerrero que busca la paz interior” a posturas como Virabhadrasana I y II, pero no sucede lo mismo, en principio, con posturas pasivas como Supta Baddha Konasana, respecto de la cual puede sugerirse con sencillez una actitud interna de “apertura y entrega del corazón al cielo”. Debe quedar claro que no todas las posturas que integran una diagramación estarán asociadas al argumento que orienta la clase – es decir no en todas ha de decirse algo que las vincule con el tema central – sino más bien, tan sólo un ese grupo limitado que hemos seleccionado con anterioridad. El proceso de diseño de clase temática también puede recorrer el camino inverso al descripto. Es decir, realizar una diagramación habitual, sin tener un tema específico, y luego, sobre esa base, ver si es asimilable por ese diseño un argumento. Este segundo modo de diagramación, evidentemente, tendrá mayores limitaciones por tener que adaptarse, por así decirlo, el argumento a la serie de posturas que ya están seleccionadas. Bibliografía: Ciarlotti, F. Yoga. Filosofía de vida, Editorial Lea. Desikachar, T.K.V. El corazón del yoga, Editorial Inner Traditions. Feuerstein, G. The Yoga Tradition, Editorial Hohmpress. Hernandez, D. Las claves del Yoga, Editorial Continente. Iyengar, B.K.S. La esencia del yoga II, Editorial Kairos. Iyengar, B.K.S. La esencia del yoga III, Editorial Kairos. Iyengar, B.K.S. Luz sobre los Yoga Sutras, Editorial Kairos. Mohan, A.G. Practica yoga, Editorial Hispano Europea. Rawlinson, I. Yoga para occidente, Editorial Kier. Stephens, M. La enseñanza del yoga, Editorial Sirio. Stephens, M. Secuencias del yoga, Editorial Sirio. Walsh, R. y Vaughan, F. (comp.), Más allá del ego, Editorial Kairos.
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