Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
1 MIOCARDIOPATÍAS Las miocardiopatías son un grupo heterogéneo de enfermedades del miocardio que se asocian a una disfunción mecánica y/o eléctrica del mismo y que habitualmente (aunque no siempre) muestran una hipertrofia o dilatación ventricular inadecuadas. Son debidas a diversas causas, que con frecuencia tienen un sustrato genético. Las miocardiopatías pueden estar confinadas al corazón (miocardiopatía primaria) o ser parte de alteraciones sistémicas generalizadas (ej. Miocardiopatía isquémica o sistémica), y con frecuencia conducen a la muerte cardiovascular o a invalidez permanente debida a insuficiencia cardíaca. Esquema de los diversos tipos de miocardiopatías que ilustra las formas más habituales: Hipertrofia septal en la miocardiopatía hipertrófica [MCH], dilatación de ventrículo derecho [VD] en la MCA), Ao: aorta; AI: aurícula izquierda; MCD: miocardiopatía dilatada; MCR: miocardiopatía restrictiva con depósito endocárdico (flecha); MCA: miocardiopatía arritmogénica del VD; MCNC: miocardiopatía no compactada. MIOCARDIOPATÍA DILATADA La MCD se caracteriza por depresión de la función contráctil ventricular, en ausencia de afección coronaria o valvular que lo justifique. La afección del ventrículo izquierdo es la norma, con dilatación de esta cavidad e hipocontractilidad generalizada, expresada en una reducción de la fracción de eyección por debajo del 45% (valores normales, 60%-66%). Ocasionalmente existe afección simultánea o secundaria del ventrículo derecho; la afección aislada de esta última cámara es poco frecuente. MIOCARDIOPATÍA DILATADA PRIMARIA Etiología En un elevado porcentaje (≤ 50%) de casos de MCD no se encuentra una causa etiológica clara; en estos casos se habla de MCD idiopática. Muchos de los enfermos que presentan este cuadro probablemente son sujetos que han padecido una miocarditis de origen viral que cursó de forma silente y evolucionó hacia MCD. De hecho, en un 50% de los casos de miocarditis que cursan con depresión de la función ventricular, esta no se recupera y evoluciona hacia MCD; el mecanismo de la evolución desde la miocarditis viral hasta la MCD probablemente incluye aspectos autoinmunitarios, para los que podría existir una predisposición familiar. Entre un 25%- 35% de los pacientes con MCD idiopática presentan algún familiar de primer grado afecto por grados más o menos avanzados de la enfermedad. 2 MIOCARDIOPATÍAS Fisiopatología En las MCD con un sustrato genético, este puede ser la causa inicial de la depresión de la contractilidad, al afectar directamente a alguno de los componentes que intervienen en el complejo proceso de la contracción miocárdica; alternativamente, puede actuar como factor predisponente sobre el que una agresión externa desencadena la expresión clínica de la enfermedad. En la MCD de origen viral existe una acción lesiva directa del virus o fenómenos de autoinmunidad mal conocidos. La evolución de la enfermedad se debe a la causa inicial, pero también a la puesta en marcha de mecanismos «compensadores» que, al actuar a largo plazo, profundizan aún más en el empeoramiento de la situación. Entre estos mecanismos cabe citar: - Fenómenos inflamatorios, - Activación de mecanismos neurohumorales como el sistema adrenérgico y SRAA. - Modificaciones estructurales (remodelado ventricular) que implican hipertrofia miocitaria, fibrosis intersticial y apoptosis. En el examen macroscópico, la dilatación ventricular sigue un curso progresivo con aumento de esfericidad, debido en parte al incremento creciente de la tensión de pared y también como consecuencia del desarrollo de insuficiencia mitral funcional por alejamiento progresivo de los músculos papilares. La dilatación auricular favorece la aparición de fibrilación auricular, mientras que la fibrosis predispone a arritmias ventriculares. La insuficiencia cardíaca derecha puede ser consecuencia de afección por el proceso del ventrículo derecho, o de afección retrógrada de la insuficiencia cardíaca izquierda. Cuadro clínico Los pacientes con MCD pueden cursar sin síntomas durante tiempo, y entonces el diagnóstico es casual como resultado de un reconocimiento médico sistemático. No es infrecuente que ya entonces exista una importante afección estructural cardíaca con función ventricular muy deprimida y dilatación ventricular. En presencia de síntomas, estos son los de una insuficiencia cardíaca progresiva: disnea, que inicialmente es de esfuerzo, pero que progresa hasta hacerse de reposo, junto con ortopnea y disnea paroxística nocturna; fatigabilidad y, más tarde, edema en zonas en declive que deja fóvea. La tromboembolia periférica puede constituir la primera manifestación de la enfermedad. La evolución puede adoptar una forma rápidamente progresiva, con elevada mortalidad y en ocasiones necesidad de trasplante cardíaco. En otros muchos casos las manifestaciones clínicas son de evolución más lenta, y tienen un mejor pronóstico sobre todo si la función ventricular mejora con el tratamiento médico. 3 MIOCARDIOPATÍAS Diagnóstico La exploración física de la MCD es la que cabría esperar en la insuficiencia cardíaca de cualquier otra causa. La presión venosa yugular puede estar elevada, lo que a veces coexiste con hepatomegalia y edema periférico con fóvea, todo ello como manifestación de insuficiencia cardíaca derecha. La auscultación pulmonar permite detectar la presencia de estertores en bases pulmonares, aunque en los casos poco avanzados la auscultación pulmonar en reposo puede ser normal. La auscultación cardíaca revela con frecuencia un ritmo de galope por tercer ruido, y un soplo pansistólico en foco mitral irradiado a la axila, propio de regurgitación mitral. Exploraciones complementarias Laboratorio dirigido a: - Detectar la presencia de: Anemia: frecuente en la MCD que cursa con insuficiencia cardíaca avanzada y constituye un factor agravante de la misma. Anomalías electrolíticas: la hipopotasemia puede ser consecuencia del tratamiento diurético y debe vigilarse por su potencial arritmogénico. Cuando se administran concomitantemente inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y antialdosterónicos puede aparecer hiperpotasemia inducida. La hiponatremia es siempre un signo de mal pronóstico. Alteraciones en la función renal: debe evaluarse mediante aclaramiento renal, calculado por las fórmulas de Cockcroft-Gault o MDRD, y no simplemente por medida de la urea o la creatinina. Su empeoramiento es un signo de mal pronóstico, aunque puede ser debido a la mala perfusión renal por exceso de tratamiento diurético. Alteraciones en la función hepática: puede estar alterada si existe hepatomegalia de estasis, con elevaciones de GOT y GPT y, más raramente, prolongación del tiempo de protrombina e ictericia. Niveles de péptido natriurético cerebral (BNP): constituyen un añadido útil en el diagnóstico de la IC. La elevación del BNP (o su fragmento inactivo, NT-pro BNP) traduce un aumento de estrés intraventricular y se ha relacionado con el pronóstico y la respuesta al tratamiento. - Descartar posibles causas de MCD secundaria. El ECG no presenta en la MCD patrones específicos, aunque no suele ser normal. En los casos sintomáticos la taquicardia sinusal es frecuente, lo que se acompaña de una reducida variabilidad del intervalo RR como reflejo de la activación del sistema simpático. 4 MIOCARDIOPATÍAS La aparición de fibrilación auricular comporta un peor pronóstico, como lo hace el bloqueo de rama izquierda, presente en hasta el 30% de los casos. La radiografía de tórax presenta cardiomegalia global y afecta sobre todo a cavidades izquierdas, con signos de congestión venosa pulmonar. El ecocardiograma permitedetectar la hipocontractilidad ventricular y cuantificar su grado. De forma típica, la depresión de la función ventricular es homogénea en la MCD, a diferencia de lo que sucede en la llamada miocardiopatía isquémica. La fracción de eyección es inferior al 50%; el pronóstico empeora cuando esta disminuye, en particular si es inferior al 30%. La aurícula izquierda está dilatada y, en casos avanzados, también las cavidades derechas. El análisis del flujo transmitral de las venas pulmonares mediante Doppler detecta alteración de la función diastólica ventricular. Es frecuente la presencia de regurgitación mitral, generalmente secundaria a la dilatación y al cambio de morfología del ventrículo izquierdo. En algunos casos aislados puede plantearse el problema de si la regurgitación mitral es secundaria o, por el contrario, es causa primaria de afección ventricular. Si existe regurgitación tricuspídea secundaria a dilatación del ventrículo derecho se puede calcular la presión pulmonar y detectar su grado de elevación; la hipertensión pulmonar es también un signo de mal pronóstico. La RM detecta con precisión la cuantía de la depresión de la contractilidad y el grado de dilatación de las cavidades cardíacas. El realce tardío con gadolinio en zonas del epicardio refleja la existencia de fibrosis. Normalmente no suele ser necesario el cateterismo cardíaco, excepto para confirmar que la MCD no es secundaria a obstrucciones coronarias; el análisis del árbol coronario puede hacerse con TC multicorte, técnica con un elevado valor predictivo negativo. Los candidatos a trasplante cardíaco requieren un cateterismo derecho para evaluar la existencia, naturaleza y grado de hipertensión pulmonar. Tratamiento El tratamiento de la MCD es en la práctica el de la insuficiencia cardíaca con función sistólica deprimida. Sus objetivos son: a) Prevenir la progresión del daño miocárdico o la aparición de insuficiencia cardíaca en casos de disfunción ventricular asintomática; b) Evitar complicaciones (reducir la morbilidad), recaídas y reingresos; c) Prolongar la supervivencia, y d) Suprimir los síntomas y mejorar la capacidad funcional y la calidad de vida. La muerte súbita es la forma de muerte en cerca del 50% de los pacientes. La implantación de un desfibrilador implantable reduce la mortalidad en los pacientes de MCD con fracción de eyección menor del 30%. La determinación del consumo máximo de O2 se emplea para establecer el pronóstico y seleccionar a los pacientes candidatos a trasplante cardíaco. 5 MIOCARDIOPATÍAS MIOCARDIOPATÍAS DILATADAS SECUNDARIAS Entre las formas secundarias de MCD, una causa relativamente común, e importante porque es potencialmente reversible, es la miocardiopatía alcohólica. Esta es la forma más frecuente de MCD secundaria; suele aparecer en relación con la dosis ingerida en individuos que han consumido cantidades importantes de alcohol durante largos períodos de tiempo (por lo general, > 10 años). No todos los alcohólicos padecen esta enfermedad, al existir variabilidad en la predisposición a presentarla, posiblemente por factores genéticos. Los mecanismos implicados son diversos: - Efecto tóxico directo del alcohol o alguno de sus metabolitos. - Deficiencia de tiamina en casos de desnutrición, que frecuentemente acompaña al alcoholismo. - Toxicidad de algún aditivo, como el cobalto que se empleaba en algunos tipos de cerveza. Las manifestaciones histopatológicas y clínicas son indistinguibles de la MCD idiopática. Son frecuentes las arritmias supraventriculares. El tratamiento es el mismo que el de la MCD, y es vital la supresión de la ingesta de alcohol con lo que, en general, suele mejorar la función ventricular. La miocardiopatía periparto tiene lugar entre el último mes de gestación y los primeros seis meses posparto. Se han barajado causas inflamatorias y de autoinmunidad, y la enfermedad se manifiesta como depresión global de la contractilidad ventricular que puede ser muy intensa inicialmente, y con frecuencia por arritmias ventriculares graves. El tratamiento es el mismo de la MCD y su pronóstico es bueno si se supera la fase inicial, con frecuente normalización de la función ventricular. Sin embargo, existe riesgo de recurrencia en sucesivos embarazos, sobre todo en pacientes con cierto grado residual de depresión de la contractilidad. El tratamiento es el mismo de la MCD y su pronóstico es bueno si se supera la fase inicial, con frecuente normalización de la función ventricular. Sin embargo, existe riesgo de recurrencia en sucesivos embarazos, sobre todo en pacientes con cierto grado residual de depresión de la contractilidad. La miocardiopatía por estrés, es una entidad recientemente descrita cuyo interés radica en gran parte en diferenciarla de un infarto de miocardio, cuyo cuadro puede simular. Suele presentarse en mujeres en edad posmenopáusica, frecuentemente después de una situación de marcado estrés, por lo que se ha sugerido un papel causal para las catecolaminas. Clínicamente se manifiesta por dolor torácico; el ECG puede mostrar elevación extensa del segmento ST en precordiales, lo que contrasta con una elevación mínima de marcadores séricos de necrosis. La angiografía coronaria es normal y el ecocardiograma, u otras técnicas de imagen para evaluar la función ventricular, muestra una acinesia apical amplia del ventrículo izquierdo con contractilidad conservada de las porciones basales. La biopsia miocárdica excluye la miocarditis. 6 MIOCARDIOPATÍAS El tratamiento es el de la disfunción ventricular o las arritmias que se pudieran presentar, y con frecuencia la función ventricular se recupera de forma completa en un período de semanas. La miocardiopatía inducida por taquicardia es indistinguible de la MCD idiopática y aparece en pacientes que presentan arritmias que condicionan una elevada frecuencia cardíaca durante gran parte del tiempo. El ejemplo más habitual es la fibrilación auricular con mal control de la frecuencia ventricular. La normalización de la frecuencia cardíaca mejora e incluso normaliza la contractilidad ventricular; para conseguirla se deben emplear los medios necesarios, entre los que se incluye, si fracasan los fármacos, la ablación de la unión auriculoventricular (AV) con posterior implantación de marcapasos ventricular. La miocardiopatía chagásica es una entidad frecuente en Sudamérica, como causa más frecuente de MCD en esa región. El agente causal es el Tripanosoma cruzi. La miocardiopatía tiene una fase aguda (miocarditis aguda), con intensa parasitación del miocardio, aunque la clínica es poco aparente; un período de latencia de 20-30 años, y una fase crónica (MCD) que afecta al 30% de los pacientes infectados. A menudo coexisten los tres síndromes básicos: insuficiencia cardíaca, síntomas digestivos (megaesófago y megacolon) y tromboembolia pulmonar o sistémica. El ECG es muy llamativo: la enfermedad de Chagas tiene especial predilección por el sistema específico de conducción y presenta bloqueos de rama derecha muy aberrantes, con hemibloqueos, bloqueos AV avanzados, fibrilación auricular, extrasístoles y salvas de taquicardias ventriculares recurrentes. El 20% de los casos fallecen por muerte súbita. El ecocardiograma puede mostrar aneurismas ventriculares múltiples, con pared muy delgada, que son patognomónicos. La afección crónica del miocardio se interpreta como una miocarditis focal larvada, con escasos infiltrados inflamatorios, destrucción de fibras cardíacas y fibrosis reparativa, debida posiblemente a la persistencia del parásito, aunque en grado mínimo, y a una reacción autoinmune. El diagnóstico se confirma mediante serología y/o PCR. La miocardiopatía isquémica no debería ser considerada estrictamente una miocardiopatía, pero en ocasiones lacardiopatía isquémica se manifiesta en forma de MCD, lo que obliga a establecer el diagnóstico diferencial. La causa de la depresión de la función ventricular es la presencia de necrosis miocárdicas extensas o repetidas, aunque en otros casos se trata de zonas amplias de miocardio hibernado isquémico que puede recuperar su capacidad contráctil tras la adecuada revascularización. En general suelen existir antecedentes clínicos de episodios coronarios agudos o angina, aunque la clínica puramente isquémica puede ser silente, lo que sucede con mayor frecuencia en diabéticos, que tienen afección vascular coronaria difusa con circulación colateral abundante. En estos casos es clave detectar si el miocardio no contráctil es necrótico o aún viable, para lo que pueden emplearse diversas técnicas (ecografía con dobutamina, gammagrafía cardíaca, PET). La revascularización por medios percutáneos (angioplastia-stent) o quirúrgicos suele traducirse en mejora de la contractilidad. 7 MIOCARDIOPATÍAS MIOCARDIOPATÍA HIPERTRÓFICA La MCH puede definirse como una hipertrofia cardíaca primaria, esto es, no secundaria a hipertensión, estenosis aórtica u otra causa. Esta hipertrofia se acompaña de una cavidad del ventrículo izquierdo no dilatada, suele localizarse en el ventrículo izquierdo, y con frecuencia tiene una distribución asimétrica que afecta predominantemente al tabique interventricular. Los casos de hipertrofia septal con frecuencia originan obstrucción subaórtica dinámica al tracto de salida del ventrículo izquierdo. En otras ocasiones, la hipertrofia se localiza en la zona apical; con menor frecuencia existe afección del ventrículo derecho. La hipertrofia se acompaña, en el nivel estructural, de una mala alineación de las miofibrillas y de la presencia de fibrosis miocárdica. Etiología La MCH es una enfermedad monogénica de transmision autosómica dominante, debida a la mutación de uno de los genes que codifican proteínas cardíacas; hasta la fecha se han descrito más de 1500 mutaciones en al menos 20 genes diferentes que codifican proteínas sarcoméricas. El 80% de los casos presentan mutaciones en el gen que codifica la cadena beta de la miosina pesada o en la proteína C de unión a la miosina. Fisiopatología Las anomalías funcionales y estructurales que subyacen a la MCH son poco conocidas. Estudios experimentales han puesto de manifiesto alteraciones funcionales del sarcómero, como reducción o aumento (según la mutación) de la generación de fuerza, alteraciones del ciclo de Ca++ o un empleo anormal del ATP. La disfunción diastólica precede al desarrollo de hipertrofia. La hipertrofia ventricular, junto con la mala alineación de las miofibrillas y la fibrosis, condiciona una disminución de la distensibilidad ventricular que propicia la aparición de disfunción diastólica y, eventualmente, insuficiencia cardíaca con función sistólica conservada, e incluso, por lo general, aumentada. Este mismo sustrato favorece las arritmias ventriculares, responsables en gran medida de la muerte súbita que pueden presentar estos pacientes. La hipertrofia septal asimétrica puede dar lugar a una obstrucción subaórtica dinámica, determinada por el engrosamiento sistólico del tabique hipercontráctil en la zona opuesta a la valva septal de la válvula mitral, lo que hace que contacte con esta. Esta obstrucción, que está presente en reposo en una tercera parte de los pacientes, se desencadena con el ejercicio en otro tercio. Otras situaciones que desencadenan o incrementan la obstrucción son: - Aumento de contractilidad ventricular (como sucede tras una pausa postextrasistólica), 8 MIOCARDIOPATÍAS - Reducciones de precarga o de poscarga (administración de vasodilatadores, diuréticos, deshidratación). Los enfermos con MCH pueden presentar isquemia miocárdica debida a un desproporcionado aumento de la masa miocárdica en ausencia de un incremento paralelo de la vascularización miocárdica. Diagrama de obstrucción en la miocardiopatía hipertrófica. Mecanismo de la obstrucción sistólica en la miocardiopatía hipertrófica. A. Ventrículo izquierdo normal, con amplio tracto de salida y válvula mitral cerrada en sístole (flecha). B. Ventrículo con hipertrofia septal asimétrica que estrecha la salida y facilita el desplazamiento anterior de la válvula mitral que contacta con el tabique por el efecto Venturi (flecha gruesa). La obstrucción se acompaña de apertura de la válvula mitral y de regurgitación valvular (flecha fina). Cuadro clínico Muchos casos siguen un curso relativamente benigno, y son sólo diagnosticados de forma casual con motivo de un reconocimiento médico. En otras ocasiones, según el tipo de mutación y probablemente de factores modificadores mal conocidos, la enfermedad presenta síntomas precozmente, lo que comporta un peor pronóstico. La disnea es un síntoma relativamente frecuente, suele desencadenarse con el esfuerzo, y puede ser secundaria a un aumento de la presión diastólica ventricular por dificultad del llenado diastólico. El dolor torácico de tipo anginoso es menos frecuente; puede simular una angina de esfuerzo y suele ser debido al desequilibrio entre aporte y demanda de O2 o a alteraciones en la microvasculatura. La aparición de síncope es un síntoma de mal pronóstico. La primera manifestación clínica puede ser en algunos casos la muerte súbita. De hecho, en series americanas la MCH es la primera causa de muerte súbita en jóvenes, deportistas o no. Diagnóstico La exploración física carece de interés en pacientes sin obstrucción; como máximo puede detectarse un cuarto ruido a la auscultación cardíaca, que refleja la mala distensibilidad ventricular. En pacientes con MCH obstructiva puede auscultarse un soplo mesosistólico eyectivo no precedido de clic y con un segundo ruido conservado. Este soplo tiene una intensidad pico más precoz que el de la estenosis valvular aórtica grave, no llega al final de la sístole y se suele auscultar en una zona más baja del precordio. La obstrucción, así como el soplo que produce, se acentúan con maniobras que aceleran la eyección ventricular (ejercicio o administración de isoproterenol), o que reducen el diámetro de la cavidad (maniobra de Valsalva o administración de nitrito de amilo). En cambio, puede suprimirse con las maniobras que aumentan la poscarga (contracción muscular isométrica) y dilatan la cavidad. 9 MIOCARDIOPATÍAS En los casos de obstrucción grave, el pulso arterial periférico puede presentar un aspecto digitiforme característico, con un ascenso rápido seguido de un colapso mesosistólico (fig. 57-4).. En situaciones avanzadas los pacientes pueden presentar insuficiencia cardíaca, con toda la sintomatología y semiología característica. Este cuadro no siempre se debe a las anomalías de la función diastólica que presenta la enfermedad, sino que puede deberse a una evolución hacia una fase dilatada terminal, con predominio de disfunción sistólica. Exploraciones complementarias. El ECG raramente es normal en la MCH (en menos del 10% de los casos), por lo que esta prueba se ha empleado para el despistaje de la enfermedad en grupos de población sana, como deportistas. Es frecuente encontrar datos muy manifiestos de hipertrofia ventricular izquierda, lo que orienta el diagnóstico en personas que no presentan enfermedades que supongan una sobrecarga de presión del ventrículo izquierdo. La presencia de ondas Q estrechas y profundas y seguidas de ondas R de alto voltaje es sugestiva de MCH. En ocasiones se encuentran trastornos de conducción intraventricular, sobre todo bloqueo de rama izquierda. Son frecuentes las arritmias ventriculares, en particular extrasistolia ventricular o taquicardia ventricular no sostenida, que constituyen un signo de mal pronóstico, y cuya presenciadebe investigarse mediante monitorización con Holter. La radiografía de tórax suele ser normal, aunque puede aparecer dilatación de la aurícula izquierda. El ecocardiograma es la prueba diagnóstica clave en la MCH. Muestra la presencia de hipertrofia ventricular izquierda (típicamente de distribución asimétrica) y permite objetivar que este aumento de grosor de pared (mayor o igual a 15 mm) aparece en ausencia de otra enfermedad cardíaca o sistémica que pueda causar hipertrofia (hipertensión arterial o estenosis aórtica) y que se asocia a una cavidad no dilatada e hiperdinámica (a menudo con obliteración sistólica de la cavidad). También detecta si existe obstrucción al flujo del tracto de salida del ventrículo izquierdo y permite cuantificar la existencia en su caso de regurgitación mitral asociada. El Doppler tisular puede detectar una anormal función diastólica en pacientes con MCH, incluso antes del desarrollo de hipertrofia ventricular izquierda. Las imágenes obtenidas con RM permiten una detección y cuantificación de la hipertrofia incluso en aquellos casos, como sucede en la MCH apical, en que la zona afecta puede ser más difícil de identificar con ecocardiografía. Esta técnica permite, además, mediante el realce tardío con gadolinio, detectar y cuantificar el grado de fibrosis miocárdica, que puede constituir un marcador adicional de riesgo para predecir la muerte súbita. Pronóstico Aunque la MCH en su conjunto es una enfermedad relativamente benigna, con una mortalidad anual de alrededor del 0,5%-1% en adultos, existe un subgrupo de 10 MIOCARDIOPATÍAS pacientes con elevado riesgo de muerte súbita. Una de las labores diagnósticas clave es la identificación de este grupo, que puede beneficiarse de la implantación profiláctica de un desfibrilador automático. Con este fin, los enfermos con MCH deben ser sometidos a una prueba de esfuerzo y a una monitorización con Holter del ECG. La respuesta anormal de la presión arterial durante la prueba de esfuerzo y la detección de arritmias ventriculares en el Holter, junto con otros criterios mayores menores específicos, permiten seleccionar a los pacientes de más alto riesgo. Los familiares en primer grado de los enfermos con MCH deben ser sometidos a estudio, que incluya ECG y ecocardiograma, para detectar posibles casos silentes. El estudio debe repetirse cada 5 años en los sujetos en los que es normal, ya que la enfermedad puede no manifestarse fenotípicamente hasta la quinta o sexta décadas de la vida; en adolescentes de entre 12 y 18 años, el examen debe repetirse anualmente. Para el diagnóstico reglado en familiares de afectos de MCH se ha propuesto el uso de criterios eléctricos y ecocardiográficos, mediante los cuales el diagnóstico se realizaría por la presencia de un criterio mayor eléctrico o ecocardiográfico, dos criterios menores ecocardiográficos o uno de estos y dos menores electrocardiográficos. Los criterios ecocardiográficos mayores serían: 1) Grosor de pared aumentado mayor o igual a 13 mm en septo anterior o pared posterior, o igual o superior a 15 mm en septo posterior o pared libre, y 2) Movimiento sistólico anterior intenso de la válvula mitral (contacto de valva anterior con septo). Los criterios menores serían: 1) Grosor de pared de 12 mm en septo anterior o pared posterior o de 14 mm en septo posterior o pared libre, y 2) Movimiento sistólico anterior moderado (sin contacto de valva anterior con septo). Tratamiento Ninguno de los tratamientos que se han ensayado en la MCH mejora el pronóstico (a excepción de la implantación de un desfibrilador automático implantable [DAI]), por lo que sólo está justificado emplearlos en pacientes sintomáticos. Los pacientes con MCH deben seguir las normas habituales de profilaxis de endocarditis infecciosa, y deben evitar realizar ejercicios extenuantes, con especial atención a la posibilidad de deshidratación. 11 MIOCARDIOPATÍAS Tratamiento farmacológico Los betabloqueantes reducen el efecto de las catecolaminas sobre la contractilidad ventricular, que incrementa la obstrucción, y disminuyen la frecuencia cardíaca, con lo que prolongan el tiempo de llenado diastólico ventricular. Suelen utilizarse como primera opción de tratamiento farmacológico en pacientes sintomáticos, y se siguen de mejoría de los síntomas en alrededor del 70% de los casos. Las dosis deben ajustarse a la mejoría sintomática llegando a 100 mg/día de atenolol, 25-50 mg/día de carvedilol, o dosis equivalentes de otros agentes. Una alternativa a los betabloqueantes en pacientes que no toleran estos fármacos es el antagonista del calcio verapamilo (360- 480 mg/día) que tiene capacidad de mejorar las propiedades diastólicas del ventrículo. Cuando estos fármacos no son eficaces, puede considerarse el empleo de disopiramida (≤ 300-400 mg/día), un antiarrítmico con potente acción inotropa negativa, pero con efectos secundarios no desdeñables derivados de su acción vagolítica. La amiodarona (200-400 mg/día), puede emplearse como antiarrítmico para tratar las arritmias supraventriculares y ventriculares leves. Intervenciones no farmacológicas En los casos de MCH obstructiva con persistencia de síntomas incapacitantes pese al tratamiento farmacológico se han aplicado diversos tratamientos tendentes a reducir el grado de obstrucción. El más efectivo es la miectomía septal: procedimiento a corazón abierto en el que el cirujano extrae parte del tabique engrosado y de tamaño excesivo entre los ventrículos, como se observa en la imagen. Como alternativas a esta técnica, se puede emplear la ablación septal con alcohol. El procedimiento consiste en la inyección selectiva de alcohol en la primera rama septal del árbol coronario, con objeto de producir un área localizada de necrosis que impida el engrosamiento sistólico del tabique interventricular y, con ello, la obstrucción dinámica. La implantación de un DAI, puede evitar la muerte súbita en los pacientes de alto riesgo. En algunos casos, y en las fases finales de su evolución, la MCH puede evolucionar hacia una fase dilatada, en la que se deprime la contractilidad ventricular y aparece insuficiencia cardíaca. El tratamiento en este caso es el de la insuficiencia cardíaca; en los casos adecuados se incluirá el trasplante cardíaco. 12 MIOCARDIOPATÍAS MIOCARDIOPATÍA RESTRICTIVA La miocardiopatía restrictiva se caracteriza por una anormal función diastólica ventricular, con un miocardio rígido o engrosado pero no marcadamente hipertrófico, donde lo que predomina es la dificultad al llenado ventricular. Ello origina un incremento de las presiones diastólicas en ventrículo izquierdo y/o derecho que se manifiesta clínicamente como insuficiencia cardíaca. A diferencia de lo que sucede en la pericarditis constrictiva, entidad que puede plantear dudas en cuanto al diagnóstico diferencial, las presiones diastólicas de ambos ventrículos no se comportan de manera idéntica. Clasificación Las miocardiopatías restrictivas pueden clasificarse como primarias y secundarias: La endocarditis de Löffler se caracteriza por eosinofilia, fibrosis miocárdica e infiltración eosinófila que afecta a las regiones apicales de ambos ventrículos y al aparato subvalvular mitral o tricúspide, por lo que es frecuente la regurgitación valvular; también son frecuentes los fenómenos tromboembólicos. Las causas son diversas, e incluyen enfermedades autoinmunes, artritis reumatoide, parasitosis y hemopatías. La fibrosis endomiocárdica se caracteriza por engrosamiento fibrótico del endocardio en ápex ventricular y aparato subvalvular. Las manifestaciones clínicas de estas dos entidades están dominadas por síntomas y signos de insuficiencia cardíaca. ElECG muestra alteraciones inespecíficas; no es rara la fibrilación auricular. En la radiografía de tórax, la cardiomegalia es discreta en relación con el importante grado de congestión venosa pulmonar. El ecocardiograma, que es la clave del diagnóstico, muestra engrosamiento de uno o los dos ventrículos, incluso hasta la obliteración apical, y regurgitación mitral y/o tricuspídea. El tratamiento es el de la insuficiencia cardíaca diastólica, mediante diuréticos de forma prudente e IECA para reducir la precarga. La fibrilación auricular puede requerir digoxina o betabloqueantes para el control de la respuesta ventricular. Debe considerarse el tratamiento anticoagulante crónico, sobre todo en la endocarditis de Löffler y, por supuesto, si existe fibrilación auricular. En ocasiones se ha propugnado la intervención quirúrgica, que consiste en decorticación endocárdica ventricular acompañada o no de sustitución valvular mitral. En las miocardiopatías restrictivas de origen infiltrativo la infiltración de sustancias diversas es la que provoca la mayor rigidez del miocardio. La amiloidosis es quizá la más frecuente y se debe a la acumulación de proteínas extracelulares solubles que se depositan en diversos tejidos, entre ellos el corazón. El cuadro clínico, aparte de las 13 MIOCARDIOPATÍAS manifestaciones debidas a disfunción de otros órganos, está dominado por insuficiencia cardíaca; es frecuente la presencia de fibrilación auricular y trastornos de conducción AV; el ECG revela bajo voltaje de los complejos QRS y en el ecocardiograma se aprecia hipertrofia ventricular y disfunción diastólica ventricular. El diagnóstico de amiloidosis cardíaca se realiza mediante biopsia. El tratamiento, aparte del proceso sistémico, es el de la insuficiencia cardíaca o las arritmias acompañantes, sin olvidar que en estos pacientes existe un riesgo elevado de toxicidad digitálica. La hemocromatosis, además de afectar a hígado, páncreas y articulaciones, puede afectar al corazón y adopta la forma de MCD o restrictiva. Las arritmias supraventriculares son frecuentes, y el tratamiento incluye las flebotomías periódicas. La radioterapia sobre el tórax puede afectar a cualquier estructura cardíaca; la afección miocárdica se debe a alteración de la microcirculación y a toxicidad por radicales libres. Puede aparecer tiempo después de la radioterapia y se manifiesta como MCD o miocardiopatía restrictiva.
Compartir