Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Capítulo 9 Ciencia y ética Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 501 Introducción: el efecto de la neutralidad valorativa en casos La ciencia moderna es una Cenicienta reivindicada y triunfante. Como ella, sufrió humillaciones, maltrato y hostigamiento. Como ella, logró convertirse en reina, la reina de los saberes. Pero en su victoria no hay nada mágico. Fue obra de una lucha contra el saber hegemónico: la ciencia medieval. Reina después de haber destronado a la reina vieja. Como en la fábula, su éxito estaría justificado en sus méritos, y también se espera que reine haciendo solamente el bien. (Heler, 1996, 25) A partir de lo señalado por Gadamer en el capítulo anterior, se hace necesario entonces, que reconozcamos, como “prejuicio válido”, la “autoridad” que a través del mensaje transmitido por la “tradición” la Concepción Heredada (incluido aquí el racionalismo crítico) ha enviado desde el pasado y que ha condicionado nuestro modo actual de ver y operar sobre el mundo, que lleva a afirmar ingenuamente, tanto por científicos como por la sociedad en general, la neutralidad valorativa de la ciencia (tanto natural como social). Ciencia, tecnología y política: el caso de la Eugenesia en Argentina La Historia de la Eugenesia en Argentina resulta un tema privilegiado para apreciar el complejo entramado entre ciencia, tecnología y política, y para constatar hasta qué punto el discurso científico sirvió para legitimar la implementación de políticas de Estado, en este caso sanitarias, destinadas a “[…] favorecer la reproducción de los individuos o grupos humanos considerados valiosos y en impedir la reproducción de los individuos o grupos humanos considerados disvaliosos o indeseables” (Cecchetto, 2008, 14). Para ello nos basaremos en los aportes de dos investigadores argentinos, Sergio Cecchetto, (filósofo argentino, especialista en temas de Bioética, 1959-2009), y Héctor Palma (filósofo y epistemólogo argentino, 1953), quienes señalan la necesidad de volver la mirada sobre la influencia de esta corriente científica, de alto impacto político en la primera mitad del siglo XX, cuando la eugenesia, como disciplina científica, resultó un instrumento, un medio, una herramienta, un discurso que permitió dar respuesta a la necesidad de “modernizar” la 502 sociedad. El término “eugenesia” como el de “herencia” o “raza” animó la formulación de teorías científicas tanto en la biología, como en sus proyecciones sobre las ciencias sociales como la psicología, la sociología o la antropología a fines del siglo XIX y principios del XX, y a ese movimiento se lo conoce como “sociobiología”. Esta corriente de pensamiento también identificada como “darwinismo social” admite la idea de que la sociedad es una prolongación de la naturaleza ya que rigen las mismas leyes para ambas. El término “eugenesia” fue introducido en 1883 por sir Francis Galton (antropólogo, psicólogo y eugenista inglés, 1822- 1911), primo de Charles Darwin y nieto de Erasmus Darwin. Galton, profundamente influenciado por la lectura de El origen de las especies, se dedicó al estudio de la herencia mediante mediciones, lo que dio lugar al desarrollo de estudios “biométricos”. En base a los nuevos conocimientos sobre la selección natural, Galton se interesó por los estudios sobre la selección artificial pero guiada científicamente. Se cuestionó si así como es posible aplicar un programa de mejora para especies vegetales y animales, es aplicable también un programa para la especie humana para favorecer la reproducción de los individuos más aptos y desalentar la reproducción de los menos aptos. Este conocimiento luego podría ser aplicado para mejorar las condiciones de vida de las personas, para prevenir enfermedades, disminuir la pobreza, la delincuencia y mejorar las condiciones de salud física e intelectual con nuevas herramientas científicas. Para ello propuso como tema de interés para el progreso social, que las fuerzas ciegas de la selección natural fueran sustituidas por acciones concientes y planificadas. En 1883 aparece Investigaciones sobre las facultades humanas y su desarrollo donde conecta los temas de biología con los de antropología y psicología bajo el rótulo de “cuestiones eugénicas”, a las que definió como “[…] cuestiones que tratan de lo que se llama en griego eugenes, o sea de buena raza, dotado hereditariamente de nobles cualidades. Esta y las palabras relacionadas, eugenia, etc. son aplicables igualmente al hombre, las bestias y las plantas.” (Cecchetto, 2008, 116). En 1884 establece en Londres su primer Laboratorio Antropométrico en ocasión de la International Health Exhibition donde de la medición de los cuerpos y de la inteligencia amplió el campo de estudio a la medición de las sensaciones y fenómenos mentales. Galton abogó para que esos gabinetes antropométricos se instalaran en las escuelas, en los cuarteles militares, en las cárceles, hospitales y otras instituciones sociales para establecer una clave de correlación entre morfología y carácter, es decir, entre caracteres físicos, intelectuales y morales. En 1886 se dedicó especialmente al estudio de las huellas dactilares bajo la idea de identificar potenciales criminales o individuos antisociales a partir de la clasificación de este rasgo físico. La siguiente obra publicada fue Natural Inheritance (1889) dedicada al estudio estadístico de poblaciones. Los últimos años de Galton estuvieron dedicados a otorgarle status científico a sus teorías, y para ello dispuso de una Revista Biométrica (1901). Pero para posicionar este nuevo saber socialmente debía conseguir un lugar en la Universidad de Londres por lo que ofreció, con fondos propios, al Rector de esta casa de altos estudios un subsidio para Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 503 instalar un laboratorio de análisis estadístico de historias familiares y grupos poblacionales. La Eugenics Reccord Office comenzó su vida académica en 1904 dando cursos sobre Eugenesia, y en 1906 se anexó al laboratorio de Biométrica a cargo de Karl Pearson (científico inglés, 1857-1936) bajo la denominación de Galton Laboratory for National Eugenics. “Lo que la naturaleza hace ciega, lenta y burdamente -decía Galton- el hombre debe hacerlo previsora, rápida y suavemente.” Esta prédica logró atraer a un grupo de entusiastas dispuestos a llevar a la conciencia cívica este nuevo deber para influir en los legisladores. Para ello formaron una sociedad denominada Eugenics Educations Society, que comenzó sus actividades en Londres en 1908, formada por médicos, abogados y personas influyentes con poca o ninguna capacitación científica en el tema pero con un alto poder de penetración social. La Eugenics Society, como se la conoció, sirvió de modelo para otras semejantes que se instalaron en al menos 40 países, entre los que se encontró Argentina. Galton falleció en enero de 1911 y no llegó a ver las aplicaciones brutales de sus ideas en las agendas políticas para el control social de los grupos desfavorecidos de la sociedad (Cecchetto, 2008, 125), para el exterminio racial de las consideradas “razas inferiores” y distintas políticas destinadas a “higienizar” el cuerpo social bajo la excusa de combatir la homosexualidad, la prostitución, el alcoholismo y otras conductas consideradas viciosas o anormales. En Argentina, Cecchetto destaca que, junto a la impugnación ética de las ideas eugenésicas que se arrogan la capacidad de valorar la vida humana como “valiosa” o “disvaliosa”, es posible reconocer que, en nuestro país, a diferencia de otros, en sus inicios las ideas eugenésicas tuvieron una impronta progresistaorientada a mejorar las condiciones de vida y reemplazar las normas sociales heredadas de las costumbres coloniales por otras científicamente avaladas. Los partidarios de la eugenesia en nuestro país fueron políticos, médicos, psiquiatras, escritores e intelectuales de distinta orientación que se sumaron a un ideario apoyado en endebles bases científicas pero de gran prestigio en el discurso de la época. La eugenesia, este nuevo saber, precario desde el punto de vista teórico pero, en contraste, muy operativo desde el punto de vista práctico, motorizó la adopción de muchas normativas sociales respecto a la profilaxis en el cuidado de los niños, en estudios prenupciales, en la medición de coeficientes de inteligencia en las escuelas y universidades, así como las medidas tendientes al control demográfico, como la implementación de la educación sexual en las escuelas como medida profiláctica, y también normas de alimentación e higiene personal. En nuestro país, la educación pública fue un territorio de especial interés para los eugenistas, bajo la idea de que los maestros debían trabajar conjuntamente con los médicos en la formación de las nuevas generaciones de ciudadanos. En 1932 se fundó la Asociación Argentina de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social (AABEMS) que fue absorbida por la Secretaría de Salud Pública de la Nación en 1943 con el principal objetivo de conocer los biotipos étnicos de la población argentina para diagnosticar, en base a este conocimiento, medidas de medicina social. La aplicación de técnicas eugenésicas como la craneometría, la frenología, la antropología criminal, los tests de cociente intelectual, la 504 confección de fichas antropométricas en escuelas, no sólo son expresión de determinismo biológico sino, sobre todo, de intentos de medir y sancionar científicamente la desigualdad (una cuestión social y política) a partir de la diversidad (una cuestión biológica). (Palma y Gómez Di Vincenzo, 2009). En 1933 la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires implementa de manera experimental la ficha biotipológica en la Provincia de Buenos Aires. El decreto ordena la implementación de la ficha biotipológica escolar experimental en dos escuelas de la provincia: la Nº 1 de San Isidro y la Nº 66 de La Plata. Luego, la AABEMS funda, en mayo de 1934, la Escuela Politécnica de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social, con el objetivo de formar a los maestros que actuarían como asistentes escolares en la confección y análisis de las fichas biotipológicas. Y en 1935, la Municipalidad de la Capital Federal confió también a la AABEMS la confección de la ficha biotipológica de los 3000 niños que concurrían a la colonia de vacaciones de la Quinta Presidencial de Olivos. (Palma y Gómez Di Vincenzo, 2009). Cierra el artículo con esta inquietante conclusión: La biotipología actualiza en nombre de la ciencia lo que los delantales blancos -señal clara de igualdad- pretendían disimular: la indagación, control y medición de la diversidad que justificara la desigualdad. (Palma y Gómez Di Vincenzo, 2009) Como destaca Cecchetto, la eugenesia fue más una preocupación de gentlemans de buena cuna que se dedicaban a estudios científicos entre otras ocupaciones que de científicos profesionales formados académicamente, es decir, de personas de ascendencia social que desestimaban los debates teóricos y buscaban la rápida utilización de estas ideas. Desde el punto de vista de los estudios científicos en las Universidades Nacionales, los estudios sobre genética comenzaron en nuestro país con 30 años de demora respecto a Europa. El Instituto Fitotécnico de Santa Catalina, dependiente de la Universidad de La Plata fue fundado en 1929, en el mismo año en que también se fundó la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la U.B.A. En 1938 se dictaron por primera vez los cursos de citología y genética en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (U.B.A.) El Caso Azul: el virus de la ética El lenguaje no es inocente. Toda interpretación abre y cierra determinadas Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 505 posibilidades en la vida; habilita o inhibe determinados cursos de acción; es decir, que las interpretaciones son modos de “poder” porque permiten u obstruyen posibilidades de acción. En nuestros días, la tesis de la “neutralidad valorativa de la ciencia” es una interpretación acerca de la producción científica que se sigue sosteniendo aun cuando, como vimos a lo largo de este libro, el programa positivista en conjunto ha sido reemplazado por otras concepciones epistemológicas que dan mejor cuenta del complejo entramado entre Ciencia, Tecnología y Sociedad. A pesar de esto, creemos que esa versión ingenua, acrítica, se mantiene actualmente porque resulta funcional a la apropiación instrumental de las producciones tecnocientíficas y a la consideración de los científicos como parte de una maquinaria de producción donde está inmunizada la posibilidad de participar en las tomas de decisiones políticas. Como hemos visto, la ciencia moderna alcanzó sus mejores logros en cuanto se independizó del control político y religioso al anteponer la “libertad de pensamiento” a los prejuicios o intereses de los poderes establecidos para interrogar la realidad. La pregunta que insistentemente aparece en estos debates, es la siguiente: ¿puede ponerse límites a la investigación científica? La ética de la investigación científica es hoy en día un campo de interés privilegiado dada la necesidad de discutir las prácticas científicas vigentes y las políticas científicas para propiciar el desarrollo económico de las sociedades y también para evaluar los efectos benéficos o no de las innovaciones científico- tecnológicas sobre la salud de las personas y el cuidado de las formas de vida existentes. Para aportar a la reflexión en este terreno creemos que es fructífero recurrir, nuevamente a la Historia, a reinterpretar lo que pasó en vista a la necesidad de entender mejor el presente y proyectar, con mejor información, aquello que queremos ser colectivamente. Sabemos que la Historia de la ciencia es prolífica en mostrar casos de experimentos aberrantes donde se usaron a las personas para experimentar teorías sin ningún tipo de precaución ni cuidado por su salud o su vida. Normalmente estas personas eran pacientes de hospitales, presos, insanos, enemigos raciales o religiosos, prisioneros de campos de concentración, es decir, personas altamente vulnerables a las que consideraban material disponible como “excedente”, “sobra” o “residuo” social. La forma paroxística de estas prácticas aberrantes las conocemos a través de los informes del Juicio de Nüremberg cuando la justicia investigó y penalizó a los responsables del régimen nazi por infligir tratamientos inhumanos a las personas retenidas en campos de concentración y a los que en algunos casos eran sometidos a pruebas experimentales en condiciones degradantes de la dignidad humana. Lo que se advirtió es que estas prácticas no diferían de épocas anteriores ya que no había en la época reglamentaciones que controlaran estos experimentos. El Código de Nüremberg, que reglamenta las normas para experimentación con personas, fue publicado el 20 de agosto de 1947 aunque no por ello dejaron de denunciarse prácticas científicas objetables desde el punto de vista de la preservación de estas normas. El incremento en el desarrollo tecnocientífico en la segunda mitad del siglo XX demandó nuevas normativas éticas y legales. Desde los años ´80 en el campo de la Bioética se propusieron nuevas 506 normativas como el Código de Helsinsky, que introduce una seriede normas importantes que serán utilizadas en las décadas siguientes. En el año 2006 la UNESCO formula los Derechos Humanos en Bioética y aún hay un intenso debate en torno a ellos. Como dijimos, la aplicación tecnológica de teorías novedosas que prometen resolver problemas vitales (producción de alimentos, de vacunas, cura o erradicación de enfermedades, mejoramiento de la calidad de vida, etc.) tiene su lado oscuro y convoca al cálculo de riesgos. Actualmente, el caso del desarrollo de biotecnologías es motivo de fuertes debates en temas sobre clonación, transgénicos y otros temas que afectan íntimamente a la producción de formas novedosas de vida. El Caso Azul nos parece un caso ejemplar, en el sentido kuhniano, para mostrar la importancia de tomar conciencia de la responsabilidad que le cabe a los participantes de la producción científico-tecnológica, sobre todo en el momento del diseño y ejecución de los experimentos. En 1986 el Dr. Mauricio Seigelchifer, doctor en Biología por la Universidad de Buenos Aires, era un joven becario que estaba realizando su tesis Postdoctoral en estudios sobre el cáncer en el Instituto Wistar de Estados Unidos y se enteró, por una colega que trabajaba en el estudio de la rabia en ese mismo Instituto, del experimento que se estaba realizando en su país, Argentina, en la localidad de Azul, provincia de Buenos Aires, experimento que era de conocimiento de algunos pocos involucrados. El experimento era sobre la aplicación de un nuevo virus transgénico, y alarmado escribió algunas cartas que mandó a colegas y amigos de Argentina poniéndolos en conocimiento del experimento y pidiendo que le dijeran lo que pudieran averiguar. El experimento se estaba realizando en el CEPANZO (Centro Panamericano de Zoonosis), un organismo dependiente de la Organización Panamericana de la Salud en convenio con el Instituto Wistar de Estados Unidos, en la localidad de Azul. El acuerdo tenía por objeto experimentar una variedad de “virus recombinante”, en este caso, se trataba del virus de la rabia y el de la viruela. El experimento tenía como objetivo evaluar el grado de virulencia y contagiosidad de este nuevo virus en los animales, los humanos y, al parecer, su impacto en el medio ambiente, ya que las vacas inoculadas estuvieron a campo abierto durante todo el experimento. Este virus modificado llegó a Argentina en valija diplomática. No se informó sobre el mismo al gobierno argentino, al Servicio de Sanidad Animal (SENASA) ni a ninguna repartición oficial. Aparentemente, tampoco la Organización Panamericana de la Salud había sido notificada. Como parte del experimento se contrataron ordeñadores del lugar que ignoraban la índole del experimento en el que participaban al ordeñar a las vacas inoculadas, sin la protección de guantes y sin recurrir a procedimientos de ordeñe mecánico. Ningún Comité de Bioética argentino examinó el protocolo ni medió la firma de ningún consentimiento informado por parte de estos ordeñadores que participaban de manera involuntaria en este experimento “científico”. A partir del conocimiento de esta noticia y de su difusión en algunos medios de prensa, el gobierno argentino inició una investigación. La comisión oficial que inspeccionó la zona, integrada por científicos y técnicos del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y de la Secretaría de Salud Pública, informó sobre las condiciones de inseguridad sanitaria Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 507 en la que se encontraban las personas involucradas en el experimento. Las experiencias se habían realizado en sitios abiertos donde animales silvestres y domésticos tuvieron amplias oportunidades de tomar contacto con las vacas infectadas y, por lo tanto, con el nuevo virus ya que se permitió que los peones consumieran con su familia la leche ordeñada y que vendiesen el excedente en la ciudad de Azul, además de que no estaban informados de ser parte de una experimentación biológica. En verdad, estos ordeñadores eran pacientes dignos de cuidado y de control sanitario, y partícipes involuntarios de un experimento biológico. En el mes de octubre de 1986, la Secretaría de Agricultura y Ganadería y el Ministerio de Salud y Acción Social de nuestro país suspendieron el experimento. Según cuenta el Dr. Seigelchifer, al conocerse esta intervención y posterior prohibición del Estado argentino en la prosecución del experimento, en el Instituto Wistar se inició una investigación interna para saber quién era el científico argentino que había hecho público el experimento, no tardaron en ubicarlo y citarlo para reprocharle “ser el culpable de que se perdiera una investigación que era para beneficio de la humanidad”. En ese momento no lo despidieron pero la noticia llegó al diario New York Times en una nota del 12 de noviembre de 1986 donde entrevistaron al Director del Instituto Wistar Hilary Koprowski, le preguntaron sobre lo ocurrido en Argentina, respondiendo: “It was not my business to bring this to the argentine Government” (no era asunto mío plantear esto al gobierno argentino). Ese mismo día le prohibieron al Dr. Seigelchifer la entrada al Instituto Wistar y tuvo que volver al país sin trabajo. 508 Afortunadamente, actualmente el Dr. Mauricio Seigelschifer es un exitoso científico argentino que, si bien pudo desarrollar su profesión, en ese momento puso en riesgo su carrera para advertir a la sociedad sobre el riesgo de un experimento no permitido. En ulteriores declaraciones, el Dr. Hilary Koprowski se justificó diciendo que “[…] se montó una campaña de difamación contra el Instituto Wistar y la Organización Panamericana de la Salud, en lugar de regocijarse (los denunciantes) por el resultado que podría haber sido de enorme beneficio económico para Argentina y otros países sud y centro americanos. El debate referente a si hubo alguna “violación a principios éticos” en el estudio argentino está muy cargado políticamente en el volátil ambiente argentino. De esto puede sacarse una lección que deseo transmitir a mis colegas científicos: debe observarse extrema cautela al llevarse adelante programas cooperativos con organizaciones y científicos que tienen motivos políticos que obstaculizan aun los intentos más honestos (sic) de hacer investigación científica para beneficio de la humanidad.” (1987, 24-26) En estas declaraciones vemos el falso antagonismo que se plantea entre ciencia y política, cargando sobre la política el carácter de obstáculo al desarrollo científico al que se muestra como imbuido de cierta “santidad” y “pureza” inmaculada por los intereses ajenos a un conocimiento desinteresado y para el beneficio de la Humanidad. A la vez se presentan las reglas de protección bioéticas como un impedimento a la libertad de pensamiento. También podemos advertir la presencia de la llamada “falacia ad baculum” o de amenaza, ya que se advierte en tono de amenaza sobre la exclusión de los países que tengan normativas de protección bioética para desarrollar en ellos apoyos financieros a la investigación científica, nuevamente planteando una falsa alternativa entre desarrollo científico y normativas de control ético. Nota: Actualmente el Dr. Mauricio Seigelchifer es Director de Investigación y Desarrollo de PharmADN, la primera empresa argentina y sudamericana en producir anticuerpos monoclonales. Una fuente de información y documentación sobre este caso y otros dos es el del Dr. Alberto Edgardo Echazarreta, quien hizo el seguimiento médico de los ordeñadores del Caso Azul. Los otros dos casos son sobre la inoculación de vacuna antirrábica sin el consentimiento de los pacientes en 1991 y la contaminación de pacientes hemofílicos con virus de HIV desde 1976 hasta 1985. Estos tres casos, ocurridos en nuestro país, están profusamente documentados enel libro Echazarreta, A., Virus Azul y otras experiencias ilegales en nuestro país; la trilogía de la deshumanización, La Plata, Edulp, 2014 Más información en http://www.fcen.uba.ar/prensa/cable/2012/pdf/Cable_800.pdf Exposición del Caso Azul en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales en el Seminario de Ciencias Naturales dirigido por la Dra. Lydia Galagovsky el 9 de abril de 2014 https://www.youtube.com/watch?v=5pzlXnrku4c Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 509 Encuentro en Copenhague En octubre de 1941, Werner Heisenberg -el cerebro del plan nuclear alemán- se apareció de repente en Copenhague y fue a verlo a Bohr. Más de un año antes, en abril de 1940, las tropas nazis habían atacado Dinamarca y el gobierno danés capituló con un arreglo que, dadas las circunstancias, era bastante razonable y evitó a los daneses los horrores que se habían padecido en Bélica y Holanda: los alemanes aceptaron no interferir en los asuntos internos del país, que conservó su Rey y su Parlamento. Uno estaría tentado de compararlo con el régimen francés de Vichy, con la salvedad de que las autoridades danesas no eran, por cierto, el mariscal Pétain y sus secuaces. Así, en Dinamarca la vida cotidiana continuó sin mayores cambios a pesar de la ocupación. Incluso se publicaba un periódico moderadamente antialemán. Niels Bohr, el mismo día de la invasión, se ocupó de esconder las medallas Nobel -de oro- que Max von Laue y James Frank le habían confiado; las disolvió en ácidos y quedaron en botellas sin etiqueta en su laboratorio, hasta que después de la guerra el oro fue recuperado y las medallas acuñadas de nuevo. Un episodio fútil, quizás, pero que representa bien la resistencia ejercida en Dinamarca. Hasta agosto de 1943, cuando los nazis declararon la ley marcial e iniciaron una ola de arrestos. En septiembre, ante la inminente detención y deportación de los judíos daneses -unos ocho mil- a los campos de concentración y exterminio, los daneses organizaron su evacuación a través del Estrecho de Öre hacia la vecina y neutral Suecia y pudieron salvar prácticamente a todos. También fue el momento en que Bohr -su madre era judía- abandonó Dinamarca. Y así siguieron las cosas hasta el 4 de mayo de 1945, cuando todas las tropas alemanas se rindieron al mariscal Montgomery. Nada de esto último había ocurrido en octubre de 1941, cuando Heisenberg se apareció en Copenhague para verlo a Bohr. El Instituto Cultural Alemán -un invento de la ocupación- arregló un encuentro de astrofísicos, durante el cual Heisenberg habría de dar una conferencia pública. Se le enviaron invitaciones a Bohr que, naturalmente, no fue. El encuentro de astrofísicos, al menos, fue el pretexto. Alemania había recibido hacía poco nuevas provisiones de agua pesada para intentar otra vez la obtención de una reacción en cadena. Un año antes, un intento similar había fracasado, pero esta vez Heisenberg encontró un incremento en la cantidad de neutrones, y avizoró un probable éxito. «En septiembre de 1941», dijo, «vivimos por primera vez un camino abierto hacia la bomba atómica». 510 Y entonces, decidió hablar con Bohr. Su esposa contó más tarde: «Estaba solo en Alemania y Niels Bohr tenía sobre él el ascendiente de un padre. Se veía confrontado con el espectro de la bomba atómica y quiso consultarlo». Pero Bohr no era el padre de Heisenberg. A la sazón, colaboraba con la Resistencia y se mantenía en permanente contacto con los ingleses y los norteamericanos. Rozental recuerda: «Durante aquella semana, Heisenberg vino varias veces a nuestro instituto. Habló con gran confianza sobre el progreso de la ofensiva alemana en Rusia y enfatizó lo importante que era que Alemania ganara la guerra. A Cristian Moller, por ejemplo, le dijo que la ocupación de Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda era en verdad algo lamentable, pero que respecto de los países de Europa del Este era un paso adelante, porque esos países no estaban en condiciones de gobernarse a sí mismos». Evidentemente, ese tipo de argumentos no eran precisamente los mejores para entusiasmar a Bohr. Durante su semana en Copenhague, Heisenberg tuvo un encuentro y una conversación privada con Bohr. Nunca quedó claro el contenido de aquella charla, y los recuerdos que tanto uno como el otro relataron después fueron contradictorios. Así registró Heisenberg la conversación, mantenida durante una larga caminata por Copenhague: «Estando al tanto de que Bohr estaba bajo vigilancia de las autoridades políticas nazis, y que lo que dijera sobre mí sería informado a Alemania, traté de manejarme con extrema cautela, para no poner mi vida en inmediato peligro. […] Traté de indicarle a Niels que, en principio, se podían hacer bombas atómicas, que esto demandaba un enorme esfuerzo técnico y que, como físico, uno podía preguntarse si debería trabajar en un problema como este». Según dijo más tarde Heisenberg, su intención era señalarle a Bohr que los físicos estaban en condiciones de detener una hipotética carrera por la bomba, o la fabricación misma de esas bombas, por el expediente de informar a sus gobiernos que era imposible que estuvieran listas durante la guerra, o que sólo lo estarían con un esfuerzo muy extremo. «Después de mis primeras fintas sobre la posibilidad en principio de construir bombas atómicas, Niels se quedó tan anonadado, que no escuchó la parte final de mi exposición que era más importante para mí: esto es, testimoniar que requeriría un enorme esfuerzo técnico producirlas». No fue lo que entendió Bohr, que más tarde recordó una cosa muy distinta de la conversación, mantenida, según él, en su oficina del Instituto. Pensó que Heisenberg le proponía colaborar en el esfuerzo alemán, se sintió justamente injuriado y trató de desviar la conversación del punto, pero se tomó lo dicho por Heisenberg al pie de la letra, y llegó a la conclusión de que había que apurarse y mucho para ganar la carrera. Hasta el momento, Bohr creía que una bomba atómica era prácticamente imposible. La entrevista le hizo cambiar de opinión y empezó a militar decididamente entre quienes pensaban que era necesario apurar el esfuerzo de guerra y la construcción de un arma nuclear antes de que los alemanes dispusieran de la suya. Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 511 Así lo hizo saber a la Resistencia, que pasó los informes a Inglaterra. Un año más tarde, cuando la ocupación alemana se hizo insoportable y la deportación de los judíos estaba por sobrevenir, el mismo Bohr abandonó Dinamarca rumbo a Suecia, desde donde, en un bombardero británico -escondido en el compartimento de las bombas, donde casi se muere por falta de oxígeno-, pasó a Inglaterra. Pero en octubre de 1941, cuando se produjo el famoso encuentro, la alarma de Bohr no era ociosa: los alemanes controlaban la fábrica de agua pesada, y tenían, además, todas las intenciones de construir un explosivo atómico. Bohr ignoraba por completo qué pasaba en el campo aliado. No sabía que después de muchas idas y venidas, Estados Unidos empezaba a movilizar todas su capacidad científica: Washington, Nueva York, California, Chicago, iniciaban el camino de la bomba. (Moledo y Rudelli, 1996, 186-188) Este encuentro entre Heisenberg y Bohr, donde se plantea los límites del conocimiento y la conciencia, fue representado en la obra teatral Copenhague, escrita por el dramaturgo británico Michael Frayn, y estrenada por primera vez en Londres en 1998. Posteriormente fue adaptada por Federico González del Pino y Fernando Masllorens, y estrenada por primera vez en español en nuestro país el 12 de abril de 2002 en el Teatro MunicipalGeneral San Martín bajo la dirección de Carlos Gandolfo, y con la actuación de Juan Carlos Gené (Bohr), Alberto Segado (Heisenberg) y Alicia Berdaxagar (Margrthe Bohr), manteniéndose en cartel durante cuatro años consecutivos a sala llena. http://www.educ.ar/recursos/ver?rec_id=92823 Las políticas económicas neoliberales en la Argentina: otro caso de neutralidad valorativa de las ciencias 512 Para el mundo capitalista en que hoy vivimos, al menos en la mayoría de las economías occidentalizadas, el liberalismo económico (la libertad de mercado) y su consumación en el neoliberalismo, parece presentarse, sobre todo para el pensamiento hegemónico, como un hecho innegociable. Como señala Aldo Ferrer (economista argentino, 1957-2016), hacia fines de la década de 1970, con el declive del Estado de bienestrar el neoliberalismo se instala en los países centrales recuperando su predominio sobre las concepciones económicas de los países periféricos y conformando un nuevo Estado neoliberal, cooptando a los países de la periferia bajo la hegemonía centralista (2012, 100). Este modo de concebir la economía y las relaciones entre el centro y la periferia, en un mundo en vías de globalización, tuvo una fuerte incidencia en América Latina, de la que nuestro país no estuvo exento. El inicio de la primera etapa del Estado neoliberal en nuestro país, coincide, como señala Ferrer, con la consolidación de la financiarización en la economía mundial: abundancia del crédito externo y financiamiento del déficit público y de la deuda externa que, bajo el llamado Consenso de Washington,28 fue consolidando la hegemonía del pensamiento político-económico neoliberal. En esta primera etapa (1976-1983), el Estado neoliberal se introdujo de la mano de la dictadura. La segunda etapa (1989-2001), en cambio, se sostuvo al amparo de regímenes constitucionales. En la primera etapa del Estado neoliberal de nuestro país, los instrumentos fundamentales para su construcción fueron, fundamentalmente, la desregulación financiera, la apreciación del tipo de cambio y la apertura a las 28 El término “Consenso de Washington” se utiliza, en sentido amplio, para describir el cambio de rumbo hacia políticas económicas de libre mercado que surgieron en los años 70 a partir del desplazamiento del estado de bienestar keynesiano, y que llegaron a su máximo esplendor en la década de los ´90. Este término se utilizó para resumir una serie de recomendaciones que, bajo el asesoramiento de algunas instituciones con sede en Washington, como el FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, creían necesarias para la recuperación de la crisis de los países latinoamericanos. Entre las recomendaciones fundamentales se encontraban: evitar el déficit fiscal; reducción del gasto público; reforma tributaria; tipo de cambio competitivo; liberación comercial y de inversión: importaciones, inversión extranjera, eliminación de restricciones; privatización de las empresas estatales; desregulación de las trabas que impiden el acceso al mercado; y seguridad jurídica para los derechos de propiedad. Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 513 importaciones, que se presentaban siempre como la posibilidad de acceso a un mundo moderno al cual nuestro país debía incorporarse. Los resultados ya los conocemos: desequilibro macroeconómico, aumento incesante de la deuda, cierre de fábricas de pequeñas y medianas empresas, aumento de desempleo, desigualdad en la distribución del ingreso, acompañado por el incremento de la pobreza y el consecuente deterioro del tejido económico y social (Ferrer, 2012, 100). Situación que fue magistralmente puesta en escena por Fernando Ayala y Juan José Jusid en el film Plata dulce (1982), y por Miguel Pérez en el documental La República perdida II (1986). La segunda etapa de la construcción del Estado neoliberal en nuestro país no tuvo mejores efectos. Luego de la “década perdida”, también llamada la “década regresiva” (Azpiazu, 1991 y 1994, y Nochteff, 1994), como se conoce al largo período de la década de los ´80 atravesado por Latinoamérica en general y Argentina en particular, a partir de 1989 se volvió a recurrir a la desregulación financiera y a la apreciación cambiaria, pero en este caso, a diferencia de lo sucedido durante la dictadura, se realizó mediante un régimen de convertibilidad, con un tipo de cambio fijo con el dólar estadounidense. Otra diferencia de esta etapa con la anterior, fue el hecho de que bajo un gobierno democrático se contaba con la legitimidad, en el marco del estado de derecho, de avanzar en la construcción del Estado neoliberal a partir de una serie de reformas legislativas del régimen jurídico institucional que ponían indiscriminadamente en manos privadas, fundamentalmente extranjeras, el manejo de sectores fundamentales (recursos naturales, servicios de combustibles, gas, agua, electricidad, comunicaciones audiovisuales, comunicación férrea y aérea, sistema previsional, resolución de litigios internacionales, etc.), renunciando con ello a un proyecto nacional de desarrollo, y por otro lado, a partir de la flexibilización laboral otorgaban amplias ventajas al empresariado local y extranjero. Ello posibilitaría que, por un lado, gobierne quien gobierne, el poder del Estado estuviera disperso en distintas jurisdicciones (Ferrer, 2012, 101), y por otro, que las fuerzas laborales acabaran precarizándose. El impacto que tuvo en la sociedad argentina la concepción neoliberal de la economía de esta segunda etapa fundamentalmente, logró penetrar culturalmente en gran parte de las capas sociales, y en círculos privilegiados formar grupos y organismos que pregonan el culto al neoliberalismo. Sin embargo, este nuevo proceso de consolidación del Estado neoliberal entrará en crisis a finales de 2001, dejando, según índices estimados, una pérdida acumulada del PBI del 19,5%, un 57,5% de pobreza a nivel nacional, un 27% de indigencia, y un 21% de desocupación. Ética y economía, un caso de la imbricación hecho-valor Según el economista Amartya Sen la separación entre ética y economía tiene su antecedente histórico en los orígenes de esta última. Es así que el pensamiento dominante ha separado las cuestiones morales de las económicas. Lo sorprendente, señala Sen, es que se supone que la economía debe tratar acerca de la gente real. Sen atribuye esta separación al enfoque ingenieril 514 de la economía que se ocupa fundamentalmente de los medios y no de los fines últimos. Esta versión, que es la dominante, se produce, en especial, desde que Lionel Robbins (1932) aplicó el criterio empirista de significado del positivismo lógico a la economía, condenando todo enunciado normativo como carente de sentido, y haciendo de la economía una ciencia meramente descriptiva distanciándola de la vida realmente vivida (Cf. Sen, A., Sobre ética y economía (1987), citado por Gómez, 2014, 159), y desde que Louis Rougier, en el Coloquio Walter Lipman (1938), pretendiera refundar el liberalismo sobre las bases del positivismo lógico (Laval y Dardot, 2013, 70). Gómez muestra en su trabajo (2002) cómo es posible rechazar la idea de neutralidad valorativa de la economía neoliberal, y para ello señala una serie de supuestos (marco normativo) ontológicos, epistemológicos y éticos que subyacen a esa teoría económica. En su estudio, Gómez indica que estos supuestos permanecen ocultos, recortados o dejados fuera, como si no tuvieran relación alguna con la ciencia económica, y todo ello sucede por la obsesión de mantener el mito de la ciencia como debiendo ser valorativamente neutra (2002, 36-37). Enumeremos ahora estos supuestos que seesconden bajo el paradigma de la teoría económica neoliberal: “Supuestos ontológicos: -La sociedad es un agregado de agentes individuales básicamente independientes interrelacionados cuyas propiedades, gustos y preferencias son externos y previos a la sociedad misma (supuesto del carácter sintético de la sociedad y de la naturaleza atomista de sus componentes elementales). -El mercado es el orden óptimo de correlación de las actividades de los agentes individuales en la sociedad. -La sociedad de mercado es el resultado de un largo proceso histórico de selección (supuesto del darwinismo social). En verdad este supuesto fundamenta al anterior. -Los agentes individuales eligen lo que consumen en términos de órdenes objetivos de preferencia, los cuales son exógenos a la actividad económica de dichos agentes (supuesto de consumo). -Los seres humanos tienen la habilidad de transformar elementos en la naturaleza mediante el trabajo de modo de producir bienes que satisfacen sus necesidades (supuesto de producción). -Todo output en la forma de bienes y servicios requiere de inputs de la naturaleza y, como el conjunto de recursos de la naturaleza es finito, el output es también finito. Esto, junto al supuesto ético de la insaciabilidad de los agentes individuales que enumeraremos más adelante, implica que el output será siempre escaso (supuesto de escasez). -Siempre existirá una inerradicable tensión entre deseos y oferta escasa, lo que implica la inevitabilidad de la competencia (supuesto Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 515 de competencia que, en verdad, se sigue obviamente del anterior). - Hay una distinción tajante entre hechos y valores, y, coherentemente, entre juicios de hecho y juicios de valor. Por lo tanto, mostrar que la ciencia económica es valorativamente neutra es mostrar que en ella no intervienen, ni se suponen, juicios de valor. “Supuestos epistemológicos -Elegir, decidir y actuar racionalmente significa adoptar los medios adecuados para maximizar la consecución de los objetivos (supuesto de la reducción de la racionalidad humana a la racionalidad instrumental, medios-fines). -Los seres humanos, en sus transacciones en el mercado, actúan racionalmente, y como el objetivo máximo es la ganancia, actúan tratando de maximizar la ganancia (supuesto de la racionalidad del mercado). -Cuando elegimos medios para alcanzar fines como los agentes racionales que somos, lo hacemos eficientemente (supuesto de la eficiencia). -Un resultado económico es eficiente si nadie puede estar mejor sin hacer que otra persona esté peor (supuesto de la eficiencia por optimalidad de Pareto). -Elegir, decidir y actuar racionalmente en el mercado es elegir, decidir y actuar de acuerdo a cómo elegimos y no a qué elegimos, y elegimos, decidimos y actuamos de acuerdo al orden objetivo de preferencias sin importar para evaluar tal elección, decisión y acción las razones de tales preferencias y el modo en que se jerarquizaron. -Todas las elecciones, decisiones y acciones racionales son totalmente elucidables en términos de las reglas de la lógica formal (supuesto de la reducción de racionalidad a logicidad). -No se exploran los orígenes de la elección racional (pre-racionalidad de los orígenes). Así, esto es en aras de no tener que apelar a valores para explicarlos; es decir, es en aras de mantener la supuesta neutralidad valorativa de toda versión científica de las elecciones, decisiones y acciones económicas. -No se explora la racionalidad de los fines de la acción racional (pre-racionalidad de los fines u objetivos). Esto es un corolario de la reducción de racionalidad a logicidad, porque todos los maestros del neoliberalismo y su principal mentor epistemológico, Karl Popper, sostienen que la lógica formal es una lógica de las sentencias declarativas y, por lo tanto, es incapaz de elucidar cuestiones valorativas no expresables en tales sentencias declarativas. -Toda ciencia, y consecuentemente la economía, es valorativamente neutra (es, en la terminología de Milton Friedman, economía positiva). Es decir, no utiliza, involucra y/o presupone valores y sus formulaciones excluyen toda disputa acerca de valores. 516 “Supuestos éticos Estos son muy importantes, y muy obvios en el caso del neoliberalismo. Nos restringiremos a indicar los que siguen: -El ser humano ha devenido egoísta luego de un largo proceso de evolución selectiva. -El ser humano es insaciable, en cuanto a la satisfacción de sus objetivos (necesidades, gustos, etc.). -La libertad es el valor al que se subordinan todos los demás valores. -El mercado es el locus por excelencia de la libertad humana. -Tal libertad es básicamente libertad de (negativa) y tiene su expresión jurídica en la libertad formal garantizada por la ley. -Toda interferencia en el mercado es interferir con la libertad humana. -La libertad económica es condición necesaria, pero no suficiente de la libertad política. -A cada uno de acuerdo a su contribución (supuesto o principio de distribución). -La eficiencia como criterio de elección racional nada dice sobre la equidad del resultado. -Cuestiones de equidad y justicia social quedan (y deben quedar) fuera de la ciencia económica y nada tienen que ver con la evaluación del comportamiento del mercado y/o de los resultados del mismo. -El mercado y la ética del mismo están más allá de todo juicio ético. -“Si el fin no justifica los medios, qué los justifica” (Gómez, 2002, 33-36) Entre los supuestos éticos que señala Gómez, bajo el paradigma de la economía neoliberal se oculta el de que el hombre es egoísta, insaciable y libre; que la libertad es el valor al que se subordinan todos los demás y que se halla garantizada por la ley; que el mercado es el lugar por excelencia de la libertad, lo que conduce a que toda interferencia en el mercado sea una interferencia con la libertad humana; que la libertad económica es condición necesaria pero no suficiente de la libertad política; que la distribución está dada en términos de la contribución particular que cada individuo hace al mercado y a la sociedad, con lo cual, a cada uno según su contribución. Asimismo, si la eficiencia es un supuesto de la elección racional de la ciencia económica neoliberal, ésta no implica ni atiende a la equidad del resultado, lo que conduce a que, cuestiones como la equidad y la justicia social queden fuera de la ciencia económica, puesto que nada tienen que ver con la evaluación del mercado y de los resultados. Por último, el mercado y la ética de éste están más allá de todo juicio ético, y así, si el fin no justifica los medios, ¿qué los justifica? (Gómez, 2002, 35-36). El silencio que los economistas neoclásicos y neoliberales hacen acerca de estos supuestos se funda en el rechazo a toda posible presencia de valores en teoría económica (Gómez, 2002, 37). Pero estos supuestos hacen imposible defender la neutralidad valorativa de la ciencia económica neoliberal, especialmente por Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 517 la ética presupuesta que es fuertemente coercitiva en tanto niega alternativas viables a esta concepción. Incluso, hace más que ello: “[…] como la economía neoliberal, en tanto valorativamente neutra, es auténticamente científica, sus alternativas no lo son. De ahí, la remanida acusación de que toda alternativa y crítica de la misma es pura ideología” (Gómez, 2002, 38). Pero debe quedar claro que esto es pura ficción, resultado de errores epistemológicos graves como, por ejemplo, que toda ciencia, para serlo, debe ser valorativamente neutra (una utopía ideológica trivial), y que la economía, por su pretensión de ser científica debe ser (y es) valorativamente neutra, algo que, de hecho,estamos tratando de mostrar que no es así. (Gomez, 2002, 38) Esta concepción de la economía es apoyada y fortalecida por Milton Friedman, uno de los máximos defensores y voceros del neoliberalismo económico, quien además acuña el término comteano “positivo” para hablar de “Economía positiva” (1953). En este sentido, para él, toda ciencia, y en consecuencia, la economía, es valorativamente neutra (Friedman, 1968, 508- 528), libre de valoraciones, es decir, que no involucra y/o presupone valores, y sus formulaciones excluyen cualquier disputa sobre estos. De esta manera, la metodología de la economía positiva rechaza el enfoque normativo en el que intervienen valores y normas éticas. Esta tesis de Friedman y la Escuela de Economía Política Positiva que ve que la libertad (de mercado, en este caso) es el fundamento supremo y fin último de la economía neoliberal, y que es el propio mercado quien debe regular la oferta y demanda de bienes que la sociedad necesita y desea, y que cualquier interferencia normativa a esa libertad es considerada irracional, es apoyada y sostenida también por Hayek y Popper. Dicha concepción queda claramente resumida en Capitalismo y libertad mediante las diez tesis postuladas por Friedman, y que Ricardo Gómez enumera así: 1) La centralidad e innegociabilidad de la libertad económica, por lo cual, 2) el gobierno es meramente el instrumento para preservar la libertad individual y general, la cual, 3) en su forma de libertad económica es condición necesaria, pero de modo tal que si se la viola, se puede abandonar la libertad política. 4) La libertad económica es un fin en sí misma, por lo que 5) cuando se viola tal libertad económica, por ejemplo, mediante la interferencia por el gobierno Estado en el mercado, se justifica terminar con la libertad política, o sea, se justifica sustituir al gobierno de turno por otro que no interfiera en el mercado, lo cual es aceptable por más que parezca políticamente contraproducente, porque 6) si el fin no justifica los medios, ¿qué los justifica?, pregunta-afirmación que justifica a su vez que, cuando un presidente moleste los intereses de grupos concentrados de poder, se termina con el mismo, por lo que se recomienda que, para mantenerse en el poder, 7) el gobierno se abstenga de establecer salarios mínimos, proveer vivienda pública, fijar impuestos a las importaciones y restricciones a las exportaciones, regular industrias, regular programas de seguridad social, establecer control de precios y rentas, entre otros. Por lo que 8) no debe el Estado entrometerse en la distribución de la riqueza, la cual 518 dependerá exclusivamente de las eventuales reglas de propiedad adoptadas. 9) No es posible ser a la vez un liberal y un igualitarista. Y 10) el capitalismo competitivo conduce a menos desigualdad que todo otro sistema alternativo. Esta idea de neutralidad valorativa de la economía implica, al mismo tiempo, que para que la economía pueda ser considerada auténticamente científica debe excluir de su estudio toda consideración de desigualdad y justicia social, ya que ambas tienen una fuerte carga valorativa (Gómez, 2002, 37), y contradice en este sentido, la neutralidad valorativa que postulan para la economía. Como se puede apreciar, cada una de estas diez tesis son fuertemente anti-éticas, pero al mismo tiempo no a-valorativas, puesto que reproducen la ideología de los poderes hegemónicos, los valores extra-epistémicos de la burguesía liberal. Para Gómez, tal concepción de la economía es ingenua puesto que esencializa sus presupuestos -que los considera únicos, necesarios e inmodificables-, y dañina, por distorsionadora y por las consecuencias lamentables que tiene: como la legitimación de las desigualdades y de la inevitabilidad de la pobreza, la legitimación de la no interferencia en el libre mercado, el rechazo a la intervención por considerarla un ataque a la libertad y a la racionalidad, etc. (2002, 48-49). De esta manera, y según lo señalado por Gómez, queda desmitificada la concepción de una economía libre de valores, puesto que los hay ontológicos, epistemológicos y éticos, y también políticos, y todos ellos subyacen a la propia concepción económica, por cuanto postular, por ejemplo, la libertad de mercado, implica, una ética fuertemente normativa que nos dice cómo debe actuarse en las transacciones económicas. Incluso más, como señalan Laval y Dardot (2010), es una política de Estado el introducir la libertad de mercado en la economía de un país o de una región. Es el propio Estado quien puede regular la existencia de una economía de libre mercado o una economía de otro tipo, por ejemplo, proteccionista (2013, 56-60). Más allá de las objeciones que traza Gómez a la tesis de la neutralidad valorativa (Cf. 2002, 47-48), como destaca claramente en su trabajo, todos esos supuestos que subyacen en las ciencias económicas del paradigma neoliberal quedan, sin embargo, invisibilizados por cuanto ellas están guiadas por la tesis de la neutralidad valorativa. Todo lo ya afirmado y discutido bastaría para justificar que, en vez de una separación tajante entre hechos y valores, tal como el empirismo en general y el neoliberalismo en particular suponen, hay una obvia interpenetración entre ellos. El ámbito de una teoría científica está constituido por hechos que presuponen supuestos que, a su vez, dependen de ciertos valores en término de los cuales se eligieron ciertos supuestos en vez de otros. […] Vemos así que no sólo los hechos sino “todo” está permeado de valores, y, más importante aún, no sólo de valores cognitivos sino, en última instancia, de valores ético-políticos, como el de la libertad de mercado […] (Gómez, 2002, 38-39) Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 519 Que esto sea así muestra, por otra parte, que no hay ninguna neutralidad valorativa, por cuanto sostener tal tesis como un presupuesto es también un valor. De esta manera, y según lo señalado por Gómez, queda desmitificada la concepción de una economía libre de valores, puesto que los hay ontológicos, epistemológicos y éticos, y también políticos, y todos ellos subyacen a la propia concepción económica, por cuanto postular, por ejemplo, la libertad de mercado, implica, una ética fuertemente normativa que nos dice cómo debe actuarse en las transacciones económicas. Así, contra la concepción neoliberal, puede sostenerse, como lo hace Bernardo Kliksberg (2004) (economista y sociólogo argentino, 1940), la necesidad de construir un modelo económico de desarrollo más integrado, -y también menos ingenuo o menos enmascarado- donde la ética juega un rol fundamental, puesto que implica políticas públicas responsables y responsabilidad social de la empresa privada. Esta necesidad de una economía más integral y pluralista no sólo debe ser exigida a los gobiernos y empresas, sino que debe ser además, y principalmente, el modo en que se forma a los futuros economistas. Así es demandada actualmente desde el propio centro de adquisición del saber, las universidades. El periodista y economista Alfredo Zaiat señala que desde mediados del 2014, a partir de una rebelión iniciada por los estudiantes de Economía de la Universidad de Manchester, que denunciaban que sólo se les enseñaba una visión neoliberal de la economía, crearon una sociedad denominada “Post- Crash Economics”, exigiendo cambios en los planes de estudio, y al mismo tiempo realizaron un llamamiento internacional de estudiantes de económica a una enseñanza pluralista. El pluralismo metodológicoimplica la necesidad de ampliar la gama de herramientas que los economistas emplean para lidiar con cuestiones económicas. Está claro que las matemáticas y las estadísticas son cruciales para esta disciplina. Pero, con demasiada frecuencia, los estudiantes aprenden a dominar los métodos cuantitativos sin tener que discutir por qué deben ser usados, la elección de los supuestos y la aplicabilidad de los resultados. La enseñanza de la economía debe incluir además enfoques interdisciplinarios, puesto que la economía es una ciencia social; y fenómenos económicos complejos rara vez se pueden entender si se presentan en un vacío, separados de sus contextos sociológicos, políticos e históricos. (Zaiat, 2014) En nuestro país, el debate por la enseñanza de la economía llevó a que un grupo de economistas de la Facultad de Ciencias Económicas de la U.B.A. formulara el documento “Enseñanza y ensañamiento del neoliberalismo en la Facultad de Ciencias Económicas-UBA”, elaborado por Andrés Asiain, Rodrigo López y Nicolás Zeolla, donde también aborda el abuso de las matemáticas en el análisis económico. Mientras que las asignaturas matemáticas o vinculadas estrechamente a ellas tienen una carga horaria de hasta el 30% de la carrera, las materias de ciencias políticas y sociología sólo alcanzan el 3%, “[…] concluyendo que la utilización excesiva de las matemáticas es el resultado de un proceso que buscó separar a la economía de la política y los conflictos sociales para presentarla como un conjunto de conocimientos científicos 520 presuntamente neutrales.” (Zaiat, 2014). Vemos aquí nuevamente cómo la tesis de la neutralidad valorativa de las ciencias, en este caso, económicas, impregna aún la educación universitaria. De esta manera se infunde en el estudiante una formación tecnocrática que elude discutir las implicancias políticas y sociales de las diferentes teorías económicas. Esta prestidigitación fue funcional al avance acrítico de la escuela neoclásica, cuyas recomendaciones de políticas de libre mercado favorables para una determinada minoría de la sociedad global, y en desmedro de las mayorías mundiales, fueron implementadas bajo el disfraz de que se trataba de medidas técnicas que eran el resultado de rigurosos análisis científicos. (Zaiat, 2014) La tesis de la neutralidad valorativa en los medios de comunicación masiva Medios de comunicación en Grecia El “mercado de la política” Además de la reactivación económica, Syriza promete una “reactivación democrática” que involucraría particularmente reordenar el espectro de radiodifusión griego, manejado por las grandes fortunas del país en busca de influencias. […] En Grecia, […] las cadenas de televisión y radio privadas disponen de licencias denominadas “provisorias” desde 1989. Nunca han transferido ni un solo centavo al Estado. Hace algunos años, el periodista Paschos Mandravelis resumía la situación de la siguiente manera: el funcionamiento de los medios de comunicación griegos no se inscribe en el marco de un mercado de la información, sino en el de un “mercado de la política”. De hecho, la proximidad entre estos dos mundos se hizo evidente en noviembre de 2011 cuando el director del periódico Ta Nea, Pantelis Kapsis, dejó su cargo para unirse al gobierno de Lukas Papademos, un ex banquero. Sin embargo, como subrayó en ese entonces el periodista Nikos Smyranios, la familia Kapsis no abandonó la prensa: Manolis, hermano de Pantelis, “aparecía todas las noches en el noticiero de Mega Channel, donde, como comentarista político, sostenía a ese mismo gobierno”. Ganar licitaciones Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 521 […] Lo cierto es que la prensa está agonizando. Uno de los principales diarios -Nea, afín al partido socialista griego (Pasok)- apenas vende dieciocho mil ejemplares por día. Otro periódico histórico, Eletherotypía, desapareció al comienzo de la crisis. La difusión de semanarios cayó de más de un millón y medio de ejemplares a alrededor de seiscientos mil. La mayoría de las empresas de prensa escrita es deficitaria y la mitad de las ventas de los diarios depende de la promoción de la semana: cupones de descuento, sorteos con premios de millones de euros, entre otros. En estas condiciones, los propietarios -pertenecientes a las grandes fortunas del país, principalmente armadores, que no pagan impuestos- no esperan obtener ganancias de sus inversiones. En cambio, ser dueño de un grupo de prensa les otorga la influencia política necesaria para ganar licitaciones públicas. El grupo Pegasus, por ejemplo, que publica los diarios Ehtnos y Proto Thema, pertence a la familia Bobolas, especializada en el sector de la construcción y la obra pública, y principal beneficiaria de los contratos de obras públicas de los últimos veinte años. Desde que comenzó la crisis, los medios de comunicación se aliaron con las elites políticas para ayudar a maquillar la realidad económica del país -siguiendo la tarea realizada por la banca de inversión Goldman Sachs- y disimular la amplitud de la corrupción. Apoyaron fuertemente el programa de austeridad impuesto por la “troika” (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea), puesto que gran parte de las medidas preconizadas coincidían con sus preferencias. “El grupo DOL (Lambrakis Press Group) fue uno de los primeros en implementar una de las principales medidas impuestas por la “troika”, a saber, la supresión de los convenios colectivos por sector, para reemplazarlos por convenios de empresa. Así logró imponer a sus empleados una rebaja salarial del 22%, precisaba Smyrnaios. Nuevas bases Todo lo que podía llevar a desacreditar el programa de Syriza encontraba un amplio eco. En 2013, por ejemplo, las grandes cadenas de televisión difundieron un video en el que un dirigente de la coalición antiausteridad explicaba: “¡Vamos a abandonar el euro!”. El resto de su truncado discurso precisaba: “si y sólo si [la canciller alemana] Merkel nos echa”. Syryza tuvo que amenazar a los canales con iniciar acciones legales para que interrumpieran su difusión. Todas las encuestan lo indican: la mayoría de los griegos no quiere abandonar la moneda única. Además de la reactivación económica del país, el programa de Syruza prevé una “reactivación democrática”, que consiste en establecer una reglamentación para el sector de los medios de comunicación, lo que distingue a la coalición del resto de los partidos griegos. […] (Kaimaki, 2015, 30) 522 Como vemos a partir de este artículo, los medios de dominación ya no sólo son armas y/o invasiones a territorios distantes de la cultura occidental/ izada, sino que desde hace ya un tiempo se presentan de maneras mucho más sutiles, enmascaradas. El enmascaramiento opera como apoliticidad, pero es consecuencia de un conjunto de ideas rectoras básicas del Positivismo y sus sucedáneos: unidad, carácter avalorativo (neutralidad), autonomía, racionalidad, objetividad. Para Gómez éste es el núcleo epistémico del inconsciente político de la ciencia moderna, y lo es, justamente por su dimensión política, la del capitalismo liberal -en especial, posterior a 1945- a la que es funcional (2014, 215-216). Así, el carácter avalorativo de la producción científica -y de la producción de cualquier otra forma de saber/poder- intenta mostrar a sus productos como inocuos eindependientes de cualquier tipo de intereses. El notable papel que desde hace algunos años vienen cumpliendo los medios masivos en la divulgación de conocimiento social y en la formación de la opinión pública, a través de su lógica de la racionalidad científico-tecnológica, queda aclarado cuando nos enfrentamos a cualquier programa televisivo, a cualquier portal de internet, o la lectura de un diario -más aún si es digital. Allí, un lector atento, puede notar quién o quiénes están detrás de las noticias, aunque esto no siempre puede quedar claro para un televidente o lector ingenuo. Según sabemos ya por Stuart Hall, la producción de una noticia (en cualquier soporte: TV o medios gráficos) hace que un acontecimiento sea de tal o cual manera, es decir, delimita la información, la condiciona (cuando no la distorsionan o falsean, es el fenómeno que se ha denominado “pos-verdad”). De esta manera, las versiones de un acontecimiento son tantas como tantos informadores o comunicadores haya. Barthes (1988) señalaba que precisamente en las “insignificancias” de un relato, aquello que aparentemente aparece como meramente superficial al relato, los detalles, es lo más significativo. Los vacíos del relato producen una significancia en la insignificación. Es decir, en tanto en un relato, lo real está vinculado sólo a los detalles, se genera así una ilusión referencial, la creencia en que esos “detalles” son la referencia real en el relato. Sostiene así Barthes que la verdad de esta ilusión es la carencia misma del significado sólo en provecho del referente, llega a ser el significado mismo del realismo. Se produce así un efecto de realidad, donde, a partir de esos detalles, llegamos a creer que ese hecho ha ocurrido tal y como lo expresa el discurso de los medios. Así, como señala Ulanovsky, bastará sólo con que un medio poderoso (como los medios masivos) digan algo para que Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 523 cualquier excusa tome entidad, y si a eso agregamos que quien lo dice tiene cierta reputación positiva para el receptor, y si se lo está enunciando en el marco de un determinado código técnico (mirando a la cámara, hablando a un micrófono, etc.) el efecto de la afirmación será para el público prácticamente completo, y de esta manera, la realidad puede ser manipulada a partir de una construcción. Y así, lo que el discurso político de los medios de comunicación monopólicos, en muchos casos esconde, y que recién en los últimos diez años está saliendo poco a poco a la luz, es que esos hechos o esa realidad se construye desde los propios medios de acuerdo a sus propios intereses (o los intereses empresariales o políticos de los que dependen). Como sabemos, para Foucault, el conocimiento tiene siempre el propósito de dominar. Conocimiento y poder se ven entonces absolutamente ligados. A partir de esto, Foucault va más allá de la mera identidad para afirmar la contingencia del conocimiento y su inescindible relación con el poder. Así, el discurso sobre el conocimiento es un discurso sobre el poder y desde el poder, donde la tan ansiada verdad a la que tanto ilustrados como positivistas pretendían arribar para el mejoramiento de la vida, queda atravesada como discurso por quien detenta el poder (1996, 14). Si antes, con Comte, se veía que la política debía adecuarse al proyecto científico-técnico-tecnológico positivista, con Foucault se toma conciencia que es éste último, sin embargo, el que se conforma como una herramienta del proyecto político. La forma en que domina el proyecto político (tecnocrático) hegemónico actual no es algo que a todos pueda parecernos tan claro. En esa oscuridad -que poco a poco va saliendo a la luz- encuentra además del poder político, al poder económico concentrado en pocas manos y a los medios de comunicación masivos -muchos de ellos monopolizados y bajo la tutela legal o servil de esos propios poderes, y que aparece articulado a los otros poderes hegemónicos. Con esto, el escenario geopolítico del presente es sumamente complejo. Los proyectos políticos de las sociedades modernas (y en proceso de modernización) occidentales, y algunas también de Oriente ya, detentan el poder mediante la ferviente adhesión y la instrumentalización de la racionalidad científico-tecnológica, conformando el “discurso político de la racionalidad/modernidad”. La ciencia les posibilita hoy no sólo justificar sus proyectos políticos “democráticos” (fundados en las bases de la Ilustración y el Positivismo), sino, a la vez, la dominación sobre las llamadas culturas atrasadas, tercermundistas, empobrecidas, tribales, primitivas, tradicionales, mediante la intra-relación de los diversos poderes. Libertad y dominio siguen siendo hoy también los conceptos en tensión mediante los cuales opera la racionalidad occidental. Pero si la ciencia del siglo XVII y XVIII fue un instrumento de liberación e ilustración, la ciencia de hoy es muy distinta a la de 1650. “Por ejemplo, considérese la función que la ciencia desempeña hoy en la educación. Se enseñan “hechos” científicos a muy tierna edad y en la misma forma que los “hechos” religiosos se enseñaban hasta sólo un siglo. […] Llevemos más adelante esta investigación y veremos que la ciencia se ha vuelto hoy tan opresiva como las ideologías con que antes tuvo que luchar” (Fayerabend, 524 1985, 296). Así, si originalmente la neutralidad de la ciencia se definió en relación con la religión, hoy en día el desafío a la neutralidad procede de la política, pero hoy en día, suponer que la búsqueda del conocimiento pueda desconectarse de sus consecuencias y causas políticas, es pecar de falta de “realismo” (Ziman, 1986, 227-228). Los medios masivos de comunicación han adquirido un importante peso en las sociedades de consumo actuales convirtiéndose en nuevos actores políticos. Su relevancia puede ser vista, en un sentido amplio, como herramientas del poder político-económico concentrado, aunque también, pero en menor medida, como instrumentos de la contracultura. En el primer caso, bajo el supuesto objetivo de la libertad y objetividad de información, operan social y políticamente, en muchos casos, para los poderes financieros monopólicos de los que forman parte, bajo el lema de constituirse en reflejo de la realidad, de los hechos y del mundo -lo que los ha llevado a presentarse como los defensores de uno de los aspectos centrales del positivismo y del Empirismo lógico: las ideas de libertad (mediática, en este caso), neutralidad (carácter avalorativo de su producción) y objetividad (reflejo de la realidad). Así, la tesis de la neutralidad valorativa del conocimiento también queda expuesta en la actualidad por los medios de comunicación masivos. Ello es posible, en gran medida, porque es naturalizado el discurso de los medios con la figura del espejo, el lenguaje como reflejo de la realidad. Lo que el discurso de los medios expresa, expresa la realidad. Y con esto, la intención es exponer que la información suministrada (pero producida) sólo tiene el carácter de verdadera y objetiva, alejada de toda posible valoración: ética, política, económica, etc. Puede verse también: Mombrú, A., Ciencia, universidad y periodismo, Buenos Aires, UNLa, 2007 9.1. Ciencia y valores. La tesis de la neutralidad valorativa en la mira El conocimiento científico se integra hoy a las diferentes esferas de la vida y es preciso conocer más en profundidad su naturaleza y los criterios que lo legitiman para poder participar con mejores herramientas de análisis en el mundo tecnocientífico que nos toca transitar. Frente a la tesis de la neutralidad podemos argumentar acerca de la presencia de un ámbito valorativo siempre manifiesto -aunque en la mayoría de los casos, veladamente- en la construcción de todo conocimiento. Como hemos visto, según la concepciónpopularmente aceptada, a partir del influjo de la larga tradición positivista, la ciencia es considerada como una actividad desinteresada y neutral, es decir, inocente de los efectos buenos o malos que puedan producir sus aplicaciones. Esta visión, la “historia oficial” del neopositivismo, que puso el énfasis en el supremo valor cognitivo de las Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 525 ciencias y su inigualable rol, como ya anticipamos en otro capítulo, ha sido transmitida, según Gómez, omitiendo ex profeso todas las connotaciones políticas y sociales que aparecían en los objetivos del proyecto, produciéndose una total despolitización de la filosofía neopositivita (Gómez, 2014, 17-22). Para la corriente epistemológica que llamamos “cientificismo” (la forma más extrema del llamado positivismo, pero también del neopositivismo, positivismo lógico o empirismo lógico) el problema del buen o mal uso de los conocimientos científicos es un tema que afecta a las “aplicaciones” (al contexto de aplicación) y no a la producción de teorías. Diferencian así un ámbito teórico y otro de aplicación: ciencia pura (teoría) y tecnología (ciencia aplicada). Aquí se destaca el carácter instrumental del conocimiento y a la vez se inmuniza la posibilidad de revisar críticamente la empresa científica en su vinculación con el resto de las actividades humanas. En esta concepción de la ciencia se oscurece la dimensión ética de esta actividad donde siempre queda por evaluar la “utilidad” y las “consecuencias” buenas o malas de su aplicación. A la consolidación de esta posición avalorativa de la producción científica ha colaborado de manera cabal Popper, quien es señalado por Gómez como el “vocero máximo de la neutralidad valorativa de las ciencias”, sosteniendo con ello que fue éste, sin duda, el máximo defensor de la ausencia de valores extra cognitivos tanto en las teorías como en toda la actividad científica. Ello condujo a Popper a que continuamente tratase de desubjetivar la ciencia y la epistemología para lograr así una versión “auténticamente objetiva” y avalorativa de la ciencia, posibilitando la constitución de una “epistemología sin sujeto cognoscente” (Gómez, 2014, 61). Frente al mundo de los hechos espacio-temporales y al mundo de nuestras experiencias, el “tercer mundo” popperiano (mundo autónomo, compuesto únicamente por los contenidos objetivos de nuestros pensamientos, por las hipótesis y teorías) es el mundo central para el epistemólogo austro-británico, el mundo de las teorías objetivas, de los problemas objetivos y de los argumentos objetivos. Como señala Gómez, un “tercer mundo” -el de la ciencia- hipostasiado, en que se ha reducido a la ciencia a un conjunto de enunciados (teorías), y que es objetivo sólo por el hecho que se ha eliminado de él toda subjetividad (2014, 61-62). Los valores (éticos, políticos, económicos), quedan para Popper, relegados, en todo caso, al contexto de aplicación, y es allí donde tiene lugar la responsabilidad del científico. Pero no sólo Popper ha contribuido a la consolidación de esta concepción, sino que también Lakatos, su discípulo, ha defendido férreamente la neutralidad valorativa de la ciencia, identificando la presencia de valores no cognitivos en la actividad científica con la presencia de la irracionalidad. Incluso actualmente persiste desde la epistemología esta defensa de la neutralidad. Hugh Lacey en ¿Está la ciencia libre de valores? Los valores y el conocimiento científico (1999), si bien no niega la presencia 526 de valores -incluso no cognitivos- en la investigación científica, propone circunscribir su presencia de tal modo que se pueda responder a la pregunta de su libro de manera afirmativa. Esta concepción, dominante aún en el imaginario social, atribuye, como vemos, responsabilidad a las aplicaciones sociales de la tecnología y a la toma de decisiones extracientíficas dejando afuera de la epistemología estas consideraciones. En el campo de la epistemología, como vimos, la división entre contextos de descubrimiento y de justificación avala la discriminación entre una historia externa de la ciencia, que atiende a los condicionamientos sociológicos o psicológicos de la producción de teorías, dejando a cargo de la historia interna la evaluación epistemológica, que tiene como territorio legítimo el contexto de justificación y no el de descubrimiento o aplicación de teorías. Solamente a modo de ejemplo, constatamos la vigencia y persistencia de este prejuicio en la división de roles de los personajes en la serie de televisión The Big Bang Theorie donde, bajo la máscara de una comedia costumbrista de la vida universitaria del oeste de Estados Unidos (una universidad en Pasadena, California), se muestran los prejuicios cientificistas que impregnan la concepción acrítica e ingenua de la ciencia, emergente del ideario positivista y neopositivista en su versión más simplista, llevados hasta el ridículo, lo que implica también una fuerte carga crítica y desenmascaradora de la estrecha relación de las universidades con la búsqueda de financiamientos y de su inclusión en el aparato del Estado. Aquí se muestra a un grupo de científicos, amigos entre sí, donde se distingue el físico teórico (Sheldon), el físico aplicado (Leonard), el astrofísico (Raj) y el ingeniero tecnólogo (Howard). En las disputas entre ellos y los distintos roles que asumen en la vida universitaria y de relación social, satirizan y llevan al ridículo los clichés y prejuicios instalados en la visión estándar de los modos de producción de conocimiento y se constata la presencia de una jerarquización entre lo superior, identificado con la física teórica y lo inferior o subsidiario, identificado con la física experimental y la ingeniería espacial. Según esta imagen, el científico, en cuanto tal, en cuanto productor de teorías, solamente estaría comprometido con valores cognitivos como la honestidad en la búsqueda desinteresada de la verdad para beneficio de toda la humanidad, mientras que otro tipo de compromiso social lo asumiría en tanto ciudadano o partícipe de la comunidad. Este desdoblamiento de roles (en tanto científico y en tanto ciudadano) exime de responsabilidad a la ciencia básica y endilga a otros la culpabilidad acerca del buen o mal uso de sus logros y las consecuencias de las aplicaciones del conocimiento. Lo reprochable de esta imagen es que anestesia y neutraliza nuestra percepción acerca de la conflictividad y el complejo entramado de intereses en juego en las sociedades tecnocientíficas actuales donde la posibilidad de producir conocimiento Pensar la ciencia hoy. La epistemología: entre teorías, modelos y valores De la neutralidad a la responsabilidad. Debates contemporáneos. Capítulo 9: Ciencia y ética 527 (conseguir fondos para realizar ciencia) depende de las promesas de eficacia y aplicación redituable o, como en el caso de las políticas científicas, están enmarcadas en intereses del Estado, de empresas y de organismos de producción científica, donde los conceptos de justicia social, soberanía nacional o bienestar general resultan altamente comprometidos. La idea de una “ciencia neutra” y sus “aplicaciones buenas o malas” será cuestionada en vista a otras alternativas desde donde revisar la compleja relación entre ética y ciencia. En esta imagen naturalizada de la ciencia se produce lo que Mario Heler (filósofo argentino, 1951-2010) denomina una “deformación mistificadora”: Encubre que la empresa científica se inscribe en un proyecto histórico y que desempeña un papel social vinculado con el aparato productivo, con el cual está integrada. Oculta la determinación de la actividad científica por el valor de la productividad y la eficiencia. Impide que el científico tome conciencia de su ubicación efectiva en la sociedad. Evita, finalmente,
Compartir