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Los principales problemas de la planeación en la Constitución a partir de 1983 son los siguientes: 1. Asumir la premisa de que el desarrollo es un tema que se resuelve técnicamente, a partir de la sabiduría del Estado y sus equipos bien calificados El desarrollo tiene que ver con las iniciativas de los ciudadanos y para ello el Estado debe construir sistemas de justicia y de protección que faciliten y promuevan el acceso efectivo universal a los derechos 2. La ley de planeación, que se deriva del artículo 26, tiene diversos problemas Un primer problema es el proceso “democrático” que le exige a la planeación de cada gobierno. El hecho de que en cada proceso sexenal de planeación se busquen metas novedosas provo‐ ca, en la práctica, que se consolide una visión de corto plazo del país. El segundo problema reside en la obligatoriedad de contar con programas sectoriales, especiales y transversales El Presupuesto de Egresos de la Federación y la contabilidad nacional se basan en programas presupuestales que no tienen un nexo claro con los programas sectoriales. Tampoco existe un proceso institucional de coordinación para los programas especiales y transversales Un tercer problema es que la atribución de planeación de la Secretaría de Programa‐ ción y Presupuesto de 1983 dejó de ser tan relevante cuando ésta desapareció y sus funciones fueron asumidas por la Subsecre‐ taría de Egresos de Hacienda. La Ley de Planeación hace responsable a la Secre‐ taría de Hacienda de la planeación, pero la Subsecretaría tiene en la práctica tantas responsabilidades en la operación diaria presupuestaria, que la labor de planeación no es prioritaria El Artículo 26 Constitucional no ha contribuido al mejor desarrollo del país, dado que, además de que genera un sistema de planea‐ ción burocrático que no se refleja en decisiones presupuestarias, supone que el desarrollo es un problema que solo el Estado debe resolver. Los organismos autónomos que se crearon para una me‐ jor planeación son buena idea, pero enfrentan retos de coordina‐ ción importantes. Además, reflejan la debilidad de los gobiernos para tener contrapesos sistemáticos en su diseño. Omar Caro lozoya
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