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Nicholas S Timasheff - La teoría sociológica_ su naturaleza y desarrollo-Fondo de Cultura Económica (1961) - Diame Sosa

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N I C II O L A S S. T I M A S HE F F
LA TEORIA 
SOCIOLOGICA
Su naturaleza y desarrollo
F O N D O DE C U L T U R A E C O N O M I C A
M E X I C O - B U E N O S A I R E S
I'um crj edición en ingles, 195$ 
Secunda edición, repisada, en inglés, 1957 
P iinietj edición en español, junio de 1961
I-a edición original de esta obta fue registrada por 
Random Ilousc, de Nueva York, con el título, 
Soc/oJogicai Theoiy. íts Nature and Growth.
Derechos reservados conforme a la ley.
<c) 1961, Fondo de Cultura Económica.
Av. de la Universidad, 97? • México 12, D. F.
Impteso y hecho en México 
Printed and inade in .México
A
TAÑIA
P R E F A C IO
El decenio 1930-1940 y el comienzo del siguiente fueron para el 
pensamiento teórico en sociología tiempo de decadencia. La mayor 
parte de los sociólogos pedían hechos y más hechos, por lo menos en 
los Estados Unidos; y en Europa se trabajó poco en esta disciplina.
Recientemente sobrevino un cambio importante. No se han dete­
nido la recolección de hechos y su tratamiento estadístico; pero ha 
venido a caracterizar a la sociología el creciente reconocimiento de 
que, sin una teoría que dirija su interpretación y ordenación, los he­
chos casi carecen de sentido. Así, los últimos años han visto el resur­
gimiento del trabajo teórico y un importante aumento del interés 
por las teorías del pasado.
Si el trabajo teórico ha de perdurar y desarrollarse, es necesario, 
para su posterior avance, un inventario de los resultados conseguidos 
hasta ahora. El presente volumen está dedicado al examen de esos 
resultados desde un punto de vista genético, aunque también pueden 
servir adecuadamente a este fin otros puntos de vista, por ejemplo 
el analítico.
Por lo tanto, el presente volumen es un estudio de la historia de las 
ideas. La historia de las ideas es materia cuyo adecuado tratamiento 
ofrece grandes dificultades, ya que el desarrollo de las ideas es im­
pulsado por fuerzas de dos clases.
En primer lugar, ei desarrollo teórico se distingue por la causación 
inmanente, o por la aparición más o menos lógica de sistemas de ideas 
relativos a cuestiones específicas. Las ideas nuevas desarrollan o afi­
nan las antiguas: las antiguas y las nuevas entran en "duelos lógicos”, 
para usar la expresión de Gabriel Tarde, y las nuevas demuestran la 
falsedad de las antiguas, o bien sucumben ante su resistencia, o se 
amalgaman con ellas en síntesis de un nivel superior.
Pero, en segundo lugar, las ideas son concebidas y objetivadas per 
hombres. La formulación de una idea nueva es una especie de "inven­
ción ideológica” que el autor ofrece a sus compañeros los pensadores 
de la misma disciplina. Lo más común es que un erudito capaz de 
crear invenciones ideológicas sea capaz de lograr más de una, así 
como de aplicarlas a situaciones concretas.
Una historia de ideas tiene que preocuparse de dos encadenamien­
tos causales: el lógico y el individual. En la mayor parte de las expo­
siciones domina el segundo, y en este caso la historia se convierte en 
una serie de biografías científicas y de estudios de las aportaciones
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de cada autor individualmente. La lectura sucesiva de esas series 
puede dejar al lector una impresión confusa, porque el enfoque de 
la atención cambia cada vez que la exposición pasa de un autor a 
otro. Por otra parte, si se acentúa el punto de vista lógico, las ideas 
individuales quedan separadas de su contexto y pierden una parte 
esencial de su significado y atractivo.
Ln el presente volumen se ha intentado hallar el camino medio. 
Después de un cuidadoso estudio de la masa de ideas pertenecientes 
a Ja teoría sociológica, se han seleccionado algunos temas que han 
preocupado más o menos constantemente a los cultivadores de esta 
disciplina. Las aportaciones de los pensadores individuales han sido 
resumidas principalmente en la medida en que han tratado esos te­
mas seleccionados, pero, no obstante, se presentan como aportaciones 
de personalidades particulares. Además se han esbozado brevemente 
sus biografías profesionales. Mediante la conservación de este ele­
mento personal, las aportaciones individuales no han sido despojadas 
de sus peculiaridades ni segregadas del fondo sociocultural en que na­
cieron. Si la sociología del conocimiento fuera una disciplina ya des­
arrollada, esta fase de la historia de las teorías sociológicas podría 
haber sido expresada en sus teoremas; pero, en realidad, esto sólo 
rara vez puede hacerse.
Por otra parte, en la presentación de las opiniones de los autores 
individuales ha sido rigurosamente limitada la parte periférica de sus 
sistemas de ideas, organizados en torno del núcleo central de la teoría 
sociológica. Por consiguiente, a través de la historia de las teorías socio­
lógicas, se ha hecho ver cómo los mismos problemas han reaparecido 
en forma y combinaciones nuevas. De esta suerte se ha conservado 
la unidad de perspectiva, condición esencial para la inteligibilidad.
Un libro escrito según esos lineamienros contiene conocimientos que 
deben ser asimilados por estudiantes de sociología que hacen sus estu­
dios en una época en que ha revivido la comprensión del valor de la 
teoría. La adquisición de dichos conocimientos exige un esfuerzo men­
tal considerable. El presente volumen se dirige a los estudiantes que 
desean hacer ese esfuerzo y a los instructores que advierten la necesi­
dad de provocarlo.
La redacción de este volumen ha requerido muchos años, durante 
los cuales el autor ha explicado ininterrumpidamente un curso sobre 
teorías sociológicas. Sólo gradualmente, y a base de su experiencia 
docente, ha llegado a las conclusiones expuestas. La expresión de su 
gratitud se dirige ante todo a la Universidad de Fordham, cuya admi­
nistración, profesorado y estudiantes han estimulado su esfuerzo y le 
han ayudado por todos los medios a su alcance. Lo más alentador ha 
sido el hecho de que estudiantes de diversos departamentos se hayan 
inscrito en el curso sobre teorías sociológicas, de suerte que en las 
discusiones con ellos y con la lectura de sus trabajos pudo probarse 
y finalmente mejorarse la inteligibilidad de la exposición.
Además de la gratitud expresada a una institución, el autor desea 
manifestar la que debe a algunas personas cuya ayuda ha sido de 
fundamental importancia, en primer lugar al profesor Charles H. 
Page, del Smith College, que ha dado al texto su forma definitiva, 
revelando su magistral dominio de la lengua inglesa, y que ha hecho 
también muchas indicaciones valiosas en cuanto al tratamiento de 
los autores individuales; al profesor Paul W . Facey, del College of 
die Holy Cross, que ha ayudado al autor a dar forma a las primeras 
redacciones de la obra; al Dr. Leopold Rosenmayer, de Viena, y al 
Dr. Víctor Willy, de Zürich, que señalaron a su atención varias pu­
blicaciones europeas, recientes; y finalmente, aunque no sea la última 
por su importancia, a su hija Tania, que no sólo ha escrito a máquina 
muchas partes del manuscrito, algunas de ellas muchas veces, sino 
que fue su única discípula a quien explicó la primera versión del curso 
sobre historia del pensamiento sociológico, que necesitaba para sus 
exámenes del bachillerato francés.
La teoría sociológica es materia de estudio difícil. Para tener buen 
éxito, los estudiantes, además de escuchar las lecciones y de leer un 
libro de texto, deben familiarizarse directamente con algunas obras 
fundamentales sobre la materia, y en relación con ellas, con algunas 
fuentes secundarias. Así, pues, en el Apéndice del libro se incluyen 
indicaciones para lecturas ulteriores a fin de facilitar al instructor la 
tarea de recomendar lecturas complementarias. El número de tales 
recomendaciones no puede ser grande y debe variar de acuerdo con 
el nivel de instrucción y el número de horas dedicadas al curso.
Además, es esencial la recapitulación. Es aconsejable disponer la 
recapitulación en un orden distinto del del curso. Esta reordenación 
puede ser cronológica, geográfica o sistemática.A fin de facilitar dicha 
recapitulación, se presentan en el Apéndice dos sinopsis, una crono­
lógica y otra geográfica.
N. S. T im a s h e f f
P R IM E R A P A R T E 
INTRODUCCIÓN
La actividad sociológica en los Estados Unidos desde la Primera Guerra 
Mundial aproximadamente hasta tiempos muy recientes restó impor­
tancia a la teoría. Al instructor y al maestro, lo mismo que al investi­
gador, les interesaba sobre todo enseñar, leer o descubrir información 
de hechos relativos a tal o cual aspecto de la sociedad, en especial de 
la sociedad norteamericana, y con frecuencia propendían a identi­
ficar la "teoría" con la filosofía y hasta con la especulación ociosa. Los 
hechos empíricamente comprobados, parecían decir algunas veces, ha­
blan por sí solos y — si recogemos bastantes— sus voces constituirán 
una ciencia sociológica.
Pero la ciencia pide algo más que hechos, más que descripciones 
minuciosas. Así, al madurar la sociología, esa primera orientación 
está siendo reemplazada rápidamente por el general reconocimiento 
de la indispensabilidad de la teoría. Como veremos, las consideracio­
nes teóricas y las concepciones teóricas tienen, implícita o explícita­
mente, un papel esencial en lo que respecta a determinar la dirección 
de la investigación, a orientar la observación, a guiar la descripción 
misma. En la actualidad casi rodos los sociólogos están de acuerdo 
en que esas funciones de la teoría deben ser explícitas.
No obstante, si la teoría ha de usarse prudentemente y con cono­
cimiento suficiente, juzgamos necesario conocer su naturaleza y va­
riedades. Necesitamos conocer sus concepciones y las diversas formas 
terminológicas que toman, y, a la inversa, las diferentes concepciones 
que frecuentemente se expresan con los mismos términos. Además, 
debemos familiarizarnos con la historia de la actividad teórica socio­
lógica, con sus cambiantes puntos de vista, con sus triunfos y sus 
fracasos, con sus promesas para lo futuro. Estas cuestiones constitu­
yen el tema de este volumen.
Comenzamos con una definición de la sociología para diferen­
ciarla de las disciplinas emparentadas con ella, y con una explicación 
del significado de la teoría dentro del trabajo científico.
¿Qué es la sociología?
Fue Auguste Comte quien en 1839 inventó la palabra sociología. 
Había intentado llamar física social a la nueva ciencia; pero rechazó
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esta expresión porque un sabio belga, Adolphe Quételet, empezó a 
hacer estudios sociales estadísticos y a llamar física social a su cam- 
jh) de trabajo. Aunque la palabra sociología es una combinación bár­
bara de latín y de griego, sus dos componentes expresan bien el objetivo 
de I;i nueva ciencia. Logia significa estudio en un nivel elevado (por 
ejemplo, biología y psicología: estudio en un nivel elevado de la vida 
y de la mente), socio hace referencia a sociedad. Así, etimológica­
mente, sociología significa estudio de la sociedad en un nivel muy alto 
de generalización o abstracción. ■
Esta definición presupone que ya se sabe lo que es la sociedad. 
En realidad, las diferentes teorías sociológicas presentan explicaciones 
un tanto contradictorias de la naturaleza de la sociedad; muchas de 
ellas las encontraremos y estudiaremos en el transcurso de nuestro 
trabajo. Así, parece formarse una especie de círculo vicioso: se define 
la sociología como la ciencia de la sociedad, y la sociedad debe ser 
definida por la sociología. Situaciones así se presentan con frecuencia 
en los pasos iniciales de la investigación científica. Puede resolverse el 
problema dando del objeto de estudio una definición práctica o 
de trabajo, una aproximación suficiente para ios fines presentes. De 
este modo, y de una manera preliminar, puede definirse la sociedad 
como un conjunto de hombres (seres humanos) en interdependencia. 
Por lo tanto, los hombres en interdependencia pueden tomarse como 
la materia de la sociología.
Sentado este punto de partida, puede señalarse un límite entre la 
sociología y las demás ciencias que estudian a los hombres como 
individuos o como agregados de individuos sin tener en cuenta su 
interdependencia. La anatomía y la fisiología humanas estudian la 
estructura y funcionamiento de los seres humanos, que se repiten en 
todos los hombres. La antropología física estudia la variabilidad de 
la estructura corporal de esos seres y los clasifica en variedades, for­
mando grupos nominales o estadísticos de individuos que presentan 
rasgos distintivos hereditarios y externos similares. La psicología (ex­
cepto una rama híbrida llamada psicología social) estudia los procesos 
mentales que tienen lugar en las mentes individuales y nos dice cómo 
ve, oye, siente, reacciona a los estímulos, etc., un ser humano.
La sociología no se interesa por la estructura corporal del hom­
bre, ni por el funcionamiento de sus órganos, ni por sus procesos 
mentales en sí mismos. Se interesa por lo que ocurre cuando los hom­
bres se reúnen, cuando los seres humanos forman masas o grupos, 
cuando cooperan, luchan, se dominan unos a otros, se persuaden o se
imitan, desarrollan o destruyen la cultura. La unidad del estudio socio­
lógico no es nunca un individuo, sino siempre dos individuos por lo 
menos que se relacionan entre sí de alguna manera.
Pero aunque la materia del estudio sociológico son los hombres en 
interdependencia, la provincia de la sociología no abarca todos los 
tipos de estudios de hombres en interdependencia. La misma materia 
la estudian también otras disciplinas, tales como la filosofía social, la 
historia y las ciencias sociales concretas. ¿Qué diferencia hay entre 
esas disciplinas y 1a sociología?
La filosofía social es disciplina mucho más antigua que la socio­
logía. Muy desarrollada ya en la antigua Grecia y cultivada en la 
Edad Media, la filosofía social floreció en el siglo xvm , en la época 
de la Ilustración que precedió inmediatamente al nacimiento de la 
sociología. En las obras de los antiguos filósofos sociales se encuen- 
tian muchas proposiciones que fácilmente podrían ser formuladas en 
los términos de la sociología contemporánea. No obstante, la filosofía 
social y la sociología son dos actividades diferentes de la mente in­
quisitiva del hombre. La diferencia que hay entre ellas es análoga 
a la que separa, en general, a la filosofía y a la ciencia empírica: una 
diferencia en el nivel de la abstracción y en los procedimientos. Las 
dos son intentos de describir y explicar la realidad. Las dos se basan 
en la observación de hechos y en las generalizaciones derivadas de 
esa observación. Pero ahí terminan las analogías entre la ciencia em­
pírica (incluida la sociología) y la filosofía (incluida la filosofía 
social).
En la ciencia empírica, las generalizaciones concernientes a un 
campo específico de investigación son derivadas de hechos observados 
en ese campo o en campos estrechamente relacionados con él. Esas 
generalizaciones se hacen sin suponer (ni afirmativa ni negativa­
mente) ningún conocimiento en una esfera de elevada abstracción 
concerniente al conjunto de la realidad. Todas las proposiciones que 
constituyen una ciencia empírica forman un sistema que se basta 
a sí mismo. En ese sistema no se le permite representar ningún pa­
pel a una proposición si contiene conocimiento que no sea empírico, 
en otras palabras, que no sea formulado con las limitaciones que 
acabamos de expresar.
Por el contrario, la filosofía es primordial mente un intento de 
comprender la realidad en su conjunto. Partiendo de una multitud 
de hechos observados, el filósofo pasa a ciertos principios definitivos 
que, tomados en conjunto, intentan explicar la realidad como un todo:
C.'ómo se derivan las proposiciones acerca de la realidad total no es 
asunto de este libro, lin ese respecto, las diversas escuelas filosóficas 
difieren entre sí de modo muy significativo. De los principios funda­
mentales tic la realidad total establecidos de ese modo, el filósofo de­
duce ciertos postulados y axiomas que usa después parareinterpretar 
Jas clases particulares de objetos que ha distinguido en los hachos 
observados. Así, mientras el sociólogo explica la sociedad de acuerdo 
con los hechos observados en la sociedad y, finalmente, en otros cam­
pos de conocimiento empírico relacionados con el suyo, el filósofo 
social explica la sociedad de acuerdo con la explicación que él da 
de la realidad total. Puede hablar de causas primeras, de valores su­
premos, de fines últimos. El sociólogo no tiene derecho a hacerlo.
En principio, Ja diferencia entre la filosofía social y la sociología 
es clara. En Ja práctica, la línea de demarcación es borrosa, espe­
cialmente en la esfera de las teorías, que constituyen el asunto de este 
libro. En el desenvolvimiento de la sociología han sido frecuentes las 
confusiones entre sociología y filosofía social. Muchos sociólogos han 
traspasado el límite entre los dos dominios y han introducido en su 
campo conceptos pertenecientes a la filosofía social, muchas veces 
de calidad discutible. De esta situación trataremos repetidamente en 
este libro.
La historia es otra ciencia que trata de comprender a los hombres 
en interdependencia, más exactamente en configuraciones pasadas de 
esa interdependencia. Aun una obra histórica de tipo biográfico no 
puede dejar de tratar las relaciones entre su héroe y otros hombres. 
¿Cuál es, pues, la diferencia entre la historia y la sociología, ya que 
esta última se interesa no sólo por el día presente, sino también por 
las configuraciones pasadas de la interdependencia de los hombres?
En principio, no es difícil determinar la diferencia. La historia 
estudia el pasado humano como una sucesión de acontecimientos 
concretos y únicos, de situaciones, de procesos. El historiador "trata de 
reconstruir el pasado con muchos detalles empíricos, exactamente 
como sucedieron. Tómese la Guerra de la Independencia de los Es­
tados Unidos, la Revolución francesa, la Revolución comunista rusa, 
el Nuevo Trato norteamericano. ¿Cómo ocurrieron esos acontecimien­
tos y cuáles fueron los procesos individuales de que se compusieron? 
¿Por qué ocurrieron? Estas y otras cuestiones análogas no dejarán 
nunca de interesar a la humanidad.
Pero la mente humana no se detiene en la reconstrucción de acon­
tecimientos únicos y que no se repiten. Detrás de ellos, en su marco
espacio-temporal singular, histórico, la mente humana trata de des­
cubrir tipos de recurrencia o repetición. Ha habido muchas guerras. 
1 1 lay o no hay un tipo recurrente de orígenes de las mismas, de sus 
efectos sobre las sociedades afectadas y de sus desenlaces? Son cons­
tantes las fluctuaciones de los precios de mercado. ¿Hay o no hay un 
tipo común a todas ellas? Se cometen innumerables delitos. ¿No pue­
den descubrirse tipos más o menos constantes de delincuencia, a pesar 
de la concreta variabilidad del delito? Los tipos recurrentes observa-, 
bles en la interdependencia humana son el asunto de las ciencias 
sociales del tipo a que pertenece la sociología. Estas ciencias se basan 
en el postulado del orden, en la premisa lógica de que todo estudio 
debe elevarse por encima de la mera descripción.
Las sucesiones concretas estudiadas por los historiadores son únicas 
y no pueden repetirse. No volverá a haber otra guerra de 1812 ni 
otra victoria de octubre de los comunistas rusos, Pero esas sucesiones 
de hechos concretos pueden descomponerse en sus elementos, y 
entre esos elementos pueden establecerse relaciones invariables y ne­
cesarias, según su naturaleza.
Puede resultarnos útil aquí la comparación con la investigación 
química. La química, conoce noventa y seis elementos que con sus 
combinaciones forman millones de compuestos. Los químicos explican 
la materia descomponiendo los compuestos en sus elementos y pre­
diciendo la mayor parte de las propiedades de los compuestos a base 
del conocimiento de las propiedades invariables de los elementos. 
En Ja vida real se sucede una innumerable diversidad de cosas. Por 
debajo de esos^ucesos se repiten ciertos elementos que, una vez per­
cibidos, Ies dan unidad y sentido. El historiador muestra lo variable; 
el sociólogo señala lo constante y recurrente. La historia descrita la 
multitud de las combinaciones concretas en que se han encontrado 
los hombres interdependientes; Ja sociología descompone las diferen­
tes combinaciones en sus relativamente pocos elementos básicos y 
formula las leyes que las gobiernan. El descubrimiento de esas leyes, 
o el enunciado de las relaciones necesarias e invariables entre un 
limitado número de elementos en que puede descomponerse la rea­
lidad sociaJ, es el verdadero objetivo de la sociología, equivalente a 
Jos objetivos de la física, Ja química, la biología y la psicología en 
sus campos respectivos.
En la práctica, también aquí es borrosa la línea de demarcación. 
Los historiadores contribuyen con frecuencia al descubrimiento de 
tipos recurrentes en la realidad social. Ocurre así cuando su estudio
de procesos concretos les lleva a tratar de comprenderlos causalmente. 
Obras históricas como Estudio de la Historia (1934 y después), de 
Arnold Toynbee, invaden manifiestamente el campo de la sociolo­
gía; mientras que estudios como The Protestant Ethic and the Spirit 
of Capitalism (ím ética protestante y el espíritu del capitalismo 
1906), de Max Weber, y Socud and Cultural Dynamics (Dinámica 
social y cultural 1937-41), de Pitirim Sorokin, contribuyen mucho 
a la comprensión histórica de las configuraciones pasadas de la inter­
dependencia humana. Estas obras presentan claramente la combina­
ción de singularidad y variabilidad en los fenómenos sociales. Hay 
aquí cierto traslapamiento, pero ventajoso para el historiador y para 
el sociólogo.
Finalmente, hay que diferenciar la sociología de las ciencias socia­
les concretas, tales como la economía, la política y la etnología. Todas 
ellas, lo mismo que la sociología, estudian a los hombres en inter­
dependencia, y no en un plano filosófico, sino en el plano o nivel 
empírico. No sólo estudian fenómenos concretos y únicos, como la 
Constitución de los Estados Unidos o la organización del comercio 
exterior de este país en la actualidad, sino que tratan también de 
descubrir leyes, es decir, las relaciones necesarias e invariables entre 
los fenómenos de acuerdo con su naturaleza. ¿Qué diferencia hay 
entre esas ciencias concretas y la sociología? Más específicamente, 
¿cuál es la tarea propia de la sociología respecto de las otras ciencias 
sociales? A esta pregunta le han dado los sociólogos cuatro respuestas 
diferentes en diferentes momentos de la historia de esta disciplina:
Comte creía que la sociología debía apoderarse de todos los datos 
estudiados por esas ciencias concretas y unificarlos, privándolas así 
de su razón de ser.
Herbert Spencer pensaba que la sociología era una superciencia, 
que no observaba por sí misma Jos fenómenos sociales, sino que 
unificaba las observaciones y generalizaciones hechas por las otras 
ciencias sociales.
Georg Simmel, sociólogo alemán que trabajó a fines del siglo X IX , 
insistió en que el estudio del contenido de las acciones humanas 
definido por sus fines constituía la materia de las ciencias sociales 
concretas. Así, pues, la economía, por ejemplo, estudia las acciones 
tendientes a la solución de problemas materiales, o sea, la producción, 
la distribución, el cambio y el consumo; la ciencia política estudia 
las acciones tendientes a la adquisición y ejercicio del poder político. 
Pero ninguna de esas ciencias, pensaba Simmel, investiga la forma
de las acciones humanas en la sociedad, la forma común a todos los 
tipos de actividad, tales como la formación o la disolución de grupos 
humanos, la rivalidad, la lucha. Simmel reclamaba este campo, el 
de la sociología formal, no ocupado aún por ninguna ciencia social 
concreta, para la sociología, la nueva disciplina.
Pitirim Sorokin, sociólogo contemporáneo, ha presentado una línea 
de demarcación que en general consideran correcta hasta lossoció­
logos que por lo común se oponen a él en cuanto al contenido de sus 
opiniones sociológicas. Sorokin deriva su definición de la sociología 
de una fórmula sustentada por Leo Petrazhitsky, sabio ruso-polaco, 
según la cual, si en una clase de fenómenos hay n subclases, debe 
haber n -f* 1 disciplinas para estudiarlos: n para esmdiar cada una 
de las subclases, y una más para estudiar lo que es común a todas 
ellas y la correlación entre las subclases.1 Desarrollando esta idea, 
dice Sorokin que para cada una de las numerosas clases de fenómenos 
sociales — económicos, políticos, religiosos y muchos otros— debe 
corresponder una ciencia social particular. Pero, además de esas cien­
cias, es necesaria otra ciencia (la sociología) para estudiar las carac­
terísticas comunes a todas las clases de fenómenos sociales y las rela­
ciones entre esas clases, porque esas dos tarcas no pueden ser realizadas 
satisfactoriamente por las ciencias sociales particulares. Se ha discu­
tido, por ejemplo, si el aspecto económico de la coexistencia humana 
determina las ideas morales y religiosas (como dijo Karl M arx), o si 
las ideas morales de origen religioso dan un impulso especial al des­
arrollo económico (como afirma Max W eber), o si la relación es más 
compleja de lo que suponen ambas teorías. Ni el economista ni el 
estudioso de las ideas morales y religiosas son competentes para resol­
ver el problema científico, porque lo ven por un solo lado, y por lo 
tanto, corresponde al campo de una ciencia que esté por encima 
de la división en ciases de los fenómenos sociales. Esa ciencia es la 
sociología.
En principio, la opinión de Sorokin ofrece la mejor respuesta po­
sible a esta pregunta: ¿Qué es la sociología? Pero en la práctica, la 
sociología ha desarrollado la tendencia a anexionarse los campos de 
estudio social que no han sido ocupados por las antiguas ciencias 
sociales, por ejemplo el estudio de la familia, y a aplicar sus genera­
lizaciones a los campos de estudio social en que las ciencias sociales
i Introdttciíon to the Study of Lsw and Moráis (Introducción al estudio del derecho 
y la moral, en ruso, 1 9 0 7 ). pp. 80-81
particulares se han limitado a describir, clasificar y comparar. De ahí 
han nacido ramas de la sociología tales como la sociología política, 
la sociología del derecho, la sociología de la religión, la sociología 
del arte, y así sucesivamente. La sociología, pues, consta de un núcleo 
rfntiMl t|<¿ c<Mi(x-ímif^ros_aproximadamente correspondiente a la defi­
nición dada por Sorokin, y de una periferia consistente en" estudios 
diversificados de diferentes campos sociales que no se han apropiado 
las ciencias concretas consagradas,
"Esta situación les resulta enojosa a quienes Ies gusta la armonía 
completa en el majestuoso edificio de la ciencia. Afortunadamente 
para este volumen, el problema no constituye ninguna gran difi­
cultad, ya que la teoría se interesa primordialmente por el núcleo 
central de la sociología.
Hay sólo un vecino científico con el que la sociología no tiene una 
frontera precisa: la etnología. Hasta muy recientemente, la etnología 
se limitaba al estudio, descriptivo en gran parte, de las sociedades 
sin escritura. En la actualidad, la antropología cultural, para usar la 
designación popular corriente, se inclina a tomar el papel de la ciencia 
generaÜ2adora de los hombres en interdependencia, dejando a la so­
ciología el estudio de los hombres que viven en sociedades modernas 
complicadas. Como no hay autoridad que resuelva el conflicto resul­
tante de las pretensiones incompatibles de la sociología y de la antro­
pología cultural, este libro estudiará las aportaciones de antropólogos 
y etnólogos importantes a la teoría sociológica, así como las de los 
sociólogos profesionales.
¿Que es la teoría sociológica?
El estudio que precede indica indirectamente qué es la teoría socio­
lógica. Para examinar la cuestión directamente, podemos empezar por 
considerar brevemente Ja estructura de toda ciencia empírica, inde­
pendientemente de su materia.
La base de toda ciencia empírica es la observación. El resultado 
d/? una observación individual se expresa en una proposición singular 
que dice que, en un momento y un lugar dados, ha tenido efecto 
este fenómeno particular. La adquisición de proposiciones de ese tipo 
es requisito indispensable para toda ciencia, pero nunca es suficiente. 
Las observaciones individuales deben ser ordenadas, y las maneras de 
hacerlo son muchas. Las observaciones individuales deben ser compa­
radas; esto equivale a determinar analogías y diferencias. Tienen que
ser clasificadas; esto significa que se forman tipos Je clases, cada uno 
de los cuales unifica muchas observaciones análogas. Una buena 
clasificación permite que se sitúen en ella los fenómenos observados 
no sólo antes de formularla, sino también después. Las observaciones 
individuales pueden ser contadas y sometidas a tratamiento estadís­
tico que dé por resultado distribuciones de frecuencia, series de tiem­
po, coeficientes de correlación y otras expresiones estadísticas. Las ob­
servaciones individuales pueden ser ordenadas en series genéticas que 
muestren el desarrollo gradual de ciertos procesos, y las series genéticas 
pueden compararse entre sí y descubrirse analogías entre ellas.
Las generalizaciones hechas sobre las maneras de ordenación pueden 
expresarse como leyes naturales (en el campo de los estudios sociales, 
leyes sociales) según las cuales siempre que se presenten determinadas 
condiciones, tendrán lugar determinados efectos. Con ciertas precau­
ciones, las generalizaciones de tipo estadístico (distribuciones de fre­
cuencia, series de tiempo) también pueden convertirse en leyes socia­
les. Y todavía hay otros procedimientos conducentes a la formulación 
de tales leyes.
Los hallazgos concernientes a clases de fenómenos son generaliza­
ciones. Una generalización no se refiere ya a un hecho en sí mismo; 
se basa sobre muchos hechos y finalmente puede ser usada para pre­
decir hechos que probablemente se comprobarán en observaciones 
posteriores. El conocimiento expresado en las generalizaciones es de 
un nivel superior al expresado en las proposiciones singulares. Pero 
ese conocimiento no es todavía el nivel más alto posible en la ciencia 
empírica. El nivel más alto es el de la teoría. Por los esfuerzos acumu­
lados de hombres de ciencia especializados en una disciplina particular, 
se formula gran número de generalizaciones de tipos diversos. Des­
pués los científicos sienten la necesidad de unificar los resultados 
esporádicos que han alcanzado hasta entonces. La unificación se hace 
hipotéticamente formulando una teoría.
Una teoría es una serie de proposiciones que llenan, idealmente, 
las siguientes condiciones: primera, las proposiciones deben hacerse 
de acuerdo con conceptos exactamente definidos; segunda, deben ser 
congruentes entre sí; tercera, deben poderse derivar de ellas las gene­
ralizaciones ya existentes; cuarta, deben ser fecundas, es decir, abrir 
el camino para nuevas observaciones y generalizaciones que amplíen el 
campo de conocimientos.
La teoría no puede derivarse de observaciones y generalizaciones 
simplemente por medio de la inducción rigurosa. La formulación de
una teoría es obra creadora, y por lo tanto, no es sorprendente que 
sean capaces de ella muy pocos entre los que trabajan en el campo de 
una ciencia. Hay siempre un salto más allá de la prueba, una cora­
zonada, correspondiente al esfuerzo creador. Pero toda teoría así formu­
lada debe someterse después a verificación. Se considera verificada, de 
un modo preliminar, si no la contradice ningún hecho o generalización 
conocidos. Si hay contradicción, la teoría hipotética debe ser recha­
zada o por lo menos modificada.
Pero esa prueba no es más que una verificación preliminar. Porque 
a veces dos o más teorías parecen explicaciones plausibles de los 
hechos y las generalizaciones conocidos. Cuando eso ocurre, se em­
plea el procedimientollamado experimento crucial (u observación 
crucial). El procedimiento implica la concepción razonada de una 
situación en relación con la cual darían predicciones contradictorias 
las teorías rivales. Esa situación debe ser creada artificialmente (expe- 
rimentalmente) o buscada en la realidad. La observación decidirá 
entonces cuál de las teorías es compatible, si lo es alguna, con la 
experiencia de prueba. Pero esta verificación aún no es definitiva, 
porque pueden descubrirse después hechos, o sacarse generalizaciones, 
que invaliden la victoriosa teoría de hoy. En la ciencia empírica la 
teoría nunca es definitiva.
En una ciencia madura, como la física o la química, por lo común 
sólo una teoría muy abstracta, o una serie de teorías interrelacionadas 
y mutuamente complementarias, es sustentada por las personas que 
trabajan en su campo. Pero ese estado de madurez únicamente se 
alcanza después de un periodo de largos y tenaces esfuerzos carac­
terizado por la existencia de dos o más teorías antagónicas, situación 
que es todavía la de la sociología. No existe un conjunto de propo­
siciones que sustenten todos los sociólogos, expresadas en términos 
idénticos o fácilmente convertibles unos en otros, y que les permitan 
presentar los hechos y las generalizaciones conocidos como deriva­
ciones lógicas de unos pocos principios. Por el contrario, el desarrollo 
de la sociología se ha caracterizado por la aparición de un número 
desacostumbradamente grande de teorías antagónicas. Aunque toda­
vía no se ha superado este estado de cosas, la lucha ya no es tan 
aguda como lo fue a fines del siglo X IX . Actualmente, la mayoría 
de los sociólogos están de acuerdo sobre muchas proposiciones inclui­
das en una amplia teoría sociológica, si bien en ocasiones formulan 
dichas proposiciones con terminologías divergentes. (El lector cono­
cerá el hecho de que hay palabras diferentes para expresar los mismos
conceptos, las mismas ideas, y que, viceversa, algunas veces se expre- 
sun con las mismas palabras conceptos y hasta teorías diferentes.) 
Ha disminuido el margen de desacuerdo teórico y ha aumentado el 
margen de acuerdo, como tratará de demostrar este libro.
£1 examen de las teorías sociológicas del pasado y del presente 
revela que giran alrededor de unos pocos problemas, los más impor­
tantes de los cuales están contenidos en las siguientes preguntas:
¿Que son la sociedad y la cultura?
¿Cuáles son las unidades básicas en que se descomponen la socie­
dad y la cultura?
¿Que relación hay entre sociedad, cultura y personalidad?
¿Qué factores determinan el estado de una sociedad y de una cul­
tura, o el cambio de una sociedad o una cultura?
¿Qué es la sociología y cuáles son sus métodos apropiados?
El estudio del desarrollo de la teoría sociológica debe enfocarse 
sobre las diversas respuestas que se han dado a esas preguntas. Al pre­
sentar las teorías individuales hay que ir más allá de esas preguntas, 
porque muchas teorías suponen problemas que aquéllas no contienen, 
o están formulados de tal manera que se hace necesario tocar otros 
problemas científicos más o menos conectados con los señalados arriba.
Cómo estudiar teorías sociológicas
Este volumen no se propone ser una exposición sistemática de los 
resultados del estudio científico de la sociedad; antes bien, quiere ser 
un desarrollo histórico del sistema de ideas que es la sociología teó­
rica. No intenta el autor formular e imponer una teoría particular, 
sino que se propone presentar el proceso del desarrollo de la teoría 
sociológica manifestado en la aparición, lucha y desaparición o pervi- 
vencia de diversas teorías. Este libro trata principalmente de la historia 
de la penetración gradual de Jos sociólogos en la realidad de la so­
ciedad. Su propósito es establecer la filiación y la oposición de Jas 
ideas, para señalar casos de invención paralela, para hallar en las teo­
rías más antiguas gérmenes o anticipaciones de las posteriores, y 
para descubrir el avance de la verdad a través del choque de las 
opiniones. El estudio de estas materias ayudará a comprender las ra­
zones que explican las ideas elegidas por los participantes en el pro­
greso científico, servirá de advertencia contra los errores cometidos 
en el pasado y puede mostrar caminos prometedores para nuevos 
avances.
Se dispone de mucho material para este estudio. Pero éste se com­
plica por el hecho de que las teorías sociológicas se han desarrollado 
de acuerdo con un patrón que se parece algo al del desarrollo de una 
planta: algunas ramas han crecido vigorosamente y han echado muchas 
ramas secundarias, mientras que otras, más tarde o más temprano, se 
han marchitado. La situación se complica más aún por el hecho de 
que, además del patrón o modelo de la ramificación, se observa tam­
bién el de la convergencia y la fusión. Mientras que, por la ramifi­
cación, una teoría da origen a dos o más, por la Convergencia y la 
fusión, teorías que empezaron siendo explicaciones independientes y 
supuestamente incompatibles de la realidad social se van acercando 
la una a la otra y a veces se juntan en una. Por consiguiente, el intento 
de trazar una genealogía esquemática de las teorías sociológicas sería 
excepcionalmente dificultoso y obscurecería, más bien que aclararlas, 
las aportaciones y tendencias principales.
Esta complejidad del asunto que estudiamos requiere selección y 
ordenación cuidadosa de los materiales. La selección es siempre algo 
arbitrario, y puesto que este libro no pretende ser una enciclopedia 
sociológica, quedarán fuera de su ámbito muchas obras valiosas. Por 
lo menos son posibles tres tipos fundamentales de ordenación. En 
primer lugar, las teorías pueden clasificarse en unas pocas escuelas 
basadas en los tipos de solución teórica de los problemas básicos. Éste 
es el procedimiento que empleó Sorokin en su bien conocida obra 
Contemporary Sociologícal Theories (Teorías sociológicas contempo­
ráneas, 1928). En segundo lugar, las teorías pueden ser presentadas 
en la sucesión histórica de su aparición; éste es aproximadamente el 
método seguido por J . L. Lichtenberger en The Development of Social 
Theory (Desarrollo de la teoría social, 1923) y por F. N. House en 
The Development of Sociology (Desarrollo de la sociología, 1936). 
En tercer lugar, las teorías pueden ser presentadas según las zonas 
geográficas en que viven sus autores; este plan ha sido usado por 
G. Gurvitch y Wilbert Moore (editores) en Twentieth Century So­
ciology (Sociología del siglo xx , 1945) y por Harry Elmer Barnes 
(editor) en An Introduction to the History of Sociology (Introducción 
a la historia de la sociología, 1948). En el presente libro el autor 
se propone emplear una combinación de los procedimientos primero 
y segundo.
El examen del desarrollo de la teoría sociológica se dividirá en 
cuatro periodos. El primer periodo, que se extiende desde el naci­
miento de la sociología hasta 1875 aproximadamente, es el de los
iniciadores y de los esfuerzos inconexos. El segundo, que corresponde 
aproximadamente al último cuarto del siglo X I X , es el periodo de la 
lucha de las escuelas y simultáneamente del predominio del evolu­
cionismo, lucha relacionada en gran parte con la cuestión de cuál 
factor (económico, geográfico, racial o algún otro) determina la 
evolución social. El tercer periodo, que comprende el primer cuarto 
del siglo xx , es una época de indecisión consecutiva a la demolición 
de la teoría evolucionista y a la conciencia creciente de la necesidad de 
concentrarse en estudios empíricos. El periodo cuarto y actual es el 
de la lucha entre estructuras de referencia o de convergencia, y 
se caracteriza por el creciente conocimiento de la existencia de un 
gran cuerpo de proposiciones empíricamente formuladas (por lo 
tanto, periodo de convergencia) y por la rivalidad de puntos de vista 
considerados como más adecuados para explicar la realidad social en 
su totalidad.
En cada uno de esos cuatro periodos se presentarán las escuelas 
másrepresentativas y las teorías que mayor influencia han tenido, 
señalando sus interrelaciones. Y para toda la sucesión del desarrollo, 
se subrayarán las persistencias y las acumulaciones, así como las resu­
rrecciones teóricas, algunas veces operadas en formas nuevas.
SEGUNDA PARTE 
LOS INICIADORES
A U G U STE COM TE
Ya que este volumen está dedicado al estudio de las teorías socio 
lógicas y no a la historia del pensamiento social en general, comer 
zará con Auguste Comte, que fue la primera figura importante qu> 
sostuvo, y que después demostró con hechos, que era posible y desea­
ble una ciencia de la sociedad, tanto empírica como teórica. Mas par 
hacer comprensible a Comte, es preciso presentar el clima inte lee tu:, 
de Francia a principios del siglo xix.
Francia a principios del siglo xix
El clima intelectual de una sociedad lo forman las ideas que das 
por sentadas y sabidas los intelectuales contemporáneos, los pro 
blemas comúnmente discutidos por ellos y los métodos de discusión 
Ese clima puede estar más o menos unificado; en otras palabras 
los intelectuales pueden dividirse o no en facciones, cada una de la 
cuales posee un cuerpo de ideas preferidas, un conjunto partícula • 
de problemas y un método peculiar de discusión.
A principios del siglo x ix el clima intelectual de Francia estab 
bien unificado. Se sentía orgullo por los progresos de las matemá­
ticas y de las ciencias naturales, y confianza en la omnipotencia de 
los métodos. En relación con los asuntos humanos, el clima incluir 
la creencia en la existencia de leyes sociales análogas a las estable­
cidas en las ciencias naturales. Entre esas leyes se daba lugar pro* 
mínente a la ley del progreso o del inevitable desarrollo de las socie­
dades humanas hacia etapas más elevadas y mejores.
Ese cuerpo de ideas se remonta a Blaise Pascal (1 623-62 ), quien 
decía que la continuidad de las generaciones humanas semejaba 
un individuo que viviese eternamente y que acumulase conocimient' 
sin cesar. Charles Montesquieu (1689-1755) presentó en la primera 
frase de su famoso Espíritu de las leyes una definición de ley natural 
que tuvo general aceptación. Las leyes, en el sentido más amplio de la 
palabra — decía— , son relaciones necesarias derivadas de la natu­
raleza de las cosas.
Jacques Turgot (1727-81) desarrolló la idea de progreso. En un 
discurso pronunciado en 1750 y en su breve Discurso sobre la historia 
universal, trató de demostrar que el adelanto del hombre en el conoci-
31
miento de ia naturaleza iba acompañado de una emancipación gradual 
de su mente respecto de los conceptos antropomórficos. En su opinión, 
ese proceso pasaba por tres etapas. Primero, el hombre suponía que 
los fenómenos naturales eran producidos por seres inteligentes, invi­
sibles pero parecidos entre sí. Después, los hombres empezaron a 
explicar esos fenómenos con expresiones abstractas, tales como esencia 
y facultad. Por último, observando la acción recíproca mecánica de 
los cuerpos, formularon hipótesis que podían desarrollarse matemáti­
camente y ser comprobadas por la experiencia.
Otro protagonista de la idea de progreso, el marqués de Condorcet 
(1743-94), expuso sus opiniones en una obra titulada Ensayo his­
tórico sobre los progresos de la razón humana, escrita en la cárcel poco 
antes de ser ejecutado, cosa que sabía que era inevitable. Condorcet 
esbozó el progreso humano a través de las edades y concibió la posi­
bilidad de una ciencia que pudiera prever los progresos futuros de la 
humanidad y por lo tanto acelerarlos y dirigirlos. Para formular leyes 
que permitan a los hombres prever lo futuro, la historia debe dejar 
de ser historia de individuos y convertirse en historia de las masas 
humanas. Cuando se haya realizado ese cambio, será posible la pre­
dicción de lo futuro, a base del conocimiento de leyes necesarias e 
invariables. No hay razones para creer que no haya leyes que rigen 
los asuntos humanos. La mayor parte de esas leyes son aún descono­
cidas, pero sobre la base de la observación histórica puede afirmarse 
que el progreso es inevitable e ininterrumpido, y que depende de la 
sucesión de las explicaciones antropomórficas, metafísicas y cientí­
ficas de los fenómenos naturales.
Vida de Comte
Comte (1798-1857) nació en Monrpellier, Francia. A la edad de 
dieciséis años el que iba a ser padre fundador de la sociología in­
gresó en la Escuela Politécnica, el centro más distinguido de Francia 
en aquel tiempo. Sus profesores, en su mayor parte sabios matemá­
ticos y físicos, se interesaban poco por el estudio de los asuntos hu­
manos y de la sociedad. Pero el joven Comte se interesaba mucho 
en él. Como gran parte de los filósofos de su tiempo, en especial 
los filósofos sociales L. G. Bonald y Joseph de Maistre, se asustó 
ante los efectos destructores de la Revolución francesa, ante el desor­
den creado por la destrucción violenta de grupos sociales intermedios 
entre la familia y el Estado. En consecuencia, el mejoramiento de la
sociedad se convirtió pronto en la principal preocupación de Comte, 
en la verdadera finalidad de su vida. Pero creía que para mejorar a la 
sociedad es necesaria una ciencia teórica de la sociedad. Como esta 
ciencia no existía, se dispuso a crearla. En su opinión, esta ciencia 
nueva depende de otras ciencias, y en consecuencia decidió estudiar 
toda la serie de ciencias teóricas que él identificó con la filosofía 
positiva. A base de los resultados de esos estudios procuró formular 
un sistema de leyes que gobiernan la sociedad, a fin de poder, a base 
de ellas, postular un tratamiento curativo para aquélla.
Las proezas intelectuales de Comte, y aun la formulación de su 
gigantesca empresa, fueron grandemente estimuladas por el hecho 
de haberlo nombrado secretario suyo, a la edad de diecinueve años y 
siendo aún estudiante de la Escuela Politécnica, el conde Henri de 
Saint-Simon (1760*1825). Aunque perteneciente a la aristocracia 
francesa, Saint-Simon llegó a ser uno de los primeros y más pro­
minentes socialistas utópicos, uno de los pensadores sociales, quizás 
,uno de los soñadores sociales, que creían que los problemas de la 
sociedad de su tiempo podían ser resueltos reorganizando la produc­
ción económica, despojando a la clase propietaria de los medios de 
producción, de libertad económica, que era el valor más estimado en 
aquel tiempo. En un folleto publicado en 1813, Saint-Simon expuso 
estas ideas:
La moral y la política se convertirán en ciencias "positivas”..
Se consumará la tendencia de muchas leyes particulares a ciencias 
individuales hacia una sola ley que lo abarcará todo.
La ciencia será el nuevo poder espiritual.
Por lo tanto, la ciencia debe ser reorganizada, y de ese modo la 
humanidad entrará en el tercer gran período de su historia, habiendo 
terminado el primero, o preliminar, con Sócrates, y llegando el se­
gundo, o conjetural, hasta el tiempo mismo de los escritos de Saint- 
Simon.
De 1817 a 1823 Comte y Saint- Simón colaboraron tan estrecha­
mente, que es imposible distinguir lo que se debe a cada uno de ellos. 
Esa colaboración es especialmente señalada en la obra titulada Plan 
de las operaciones científicas necesarias para la reorganización de la 
soc ied ad Años más tarde Comte llamó a esa obra "el gran descu­
brimiento del año 1822”. En esa publicación sostenían los autores 
que la política debe convertirse en física social, rama de la fisiolo­
gía; que cada rama de conocimientos pasará por tres etapas, la teoló­
gica, la metafísica y la positiva; y que la finalidad de la física social
era descubrir las leyes naturales e inmutables del progreso, que son 
tan inevitables como la ley de la gravedad. Así, el programa de una 
ciencia nueva (que más tarde se llamaría sociología) quedaba clara­
mente trazado y formulada la principal proposición de la teoría 
sociológica de Comte: la ley de las tres etapas.
Poco después de haber publicado esa obra, Comte y Saint-SLmon 
disolvieron su sociedad y empezaron a atacarse acrementeel uno al 
otro. Comte no volvió a encontrar nunca una situación estable y re- 
muneradora, y vivió de la enseñan2a y el examen de matemáticas y 
de otros expedientes análogos. Menudearon los desengaños personales 
y los altercados con otros, y su aislamiento social aumentaba incesan­
temente. No obstante, para ayudarlo, un pequeño grupo de admira­
dores lo invitó a dar una serie de conferencias privadas sobre filoso­
fía positiva. Accedió Comte, y las notas de las conferencias fueron 
publicadas gradualmente entre 1830 y 1842, constituyendo su volu­
minosa obra maestra: el Curso de filosofía positiva. Mientras trabajaba 
en ella, Comte descubrió el principio de la higiene cerebral. Este descu­
brimiento, aplicado a su propia vida, significa que dejó de leer a fin de 
que su mente no se contaminara de las ideas de otros. En sus años pos­
treros, entre 1S51 y 1854, escribió un tratado titulado Sistema de po­
lítica positiva, en cuatro volúmenes, en el que aplica sus hallazgos en 
sociología teórica a la solución de los problemas sociales de su tiempo. 
De este modo realizaba su finalidad inicial, el mejoramiento de la 
sociedad; pero al hacerlo se desvió en parce del positivismo e intentó 
formular una religión de la humanidad. Sin embargo, se encuentran 
en la obra numerosas adiciones interesantes e importantes a la ante­
rior filosofía positiva del autor.
Premisas fundamentales
La teoría sociológica de Comte forma un sistema en el centro del 
cual se encuentran dos proposiciones relacionadas: la ley de las tres 
etapas y el teorema de que las ciencias teóricas forman una jerarquía 
en la que la sociología ocupa la cima.
Las ciencias, dice Comte en la segunda de esas proposiciones, son 
teóricas o prácticas (aplicadas). Las teóricas pueden dividirse en 
descriptivas (concretas) y abstractas. Las primeras tratan de los fenó­
menos concretos, y las segundas se esfuerzan en descubrir las leyes 
de la naturaleza que gobiernan esos fenómenos, determinando su 
coexistencia y sucesión. Las ciencias teóricas abstractas forman una serie
o jerarquía en la que cada eslabón superior depende del anterior, 
porque trata de fenómenos más concretos y complejos. La base de la 
jerarquía la ocupan las matemáticas, que tratan de aspeaos abstractos 
de todos los fenómenos. Sigue después la mecánica, que Comte casi 
identifica con la astronomía, ciencia que en su tiempo hacía progresos 
sorprendentes. A la mecánica siguen la física, la química y la biología. 
V encima de todas se eregiría la nueva ciencia de la física social o 
sociología.
La ley de las tres etapas significa, ante todo, que cada campo de 
conocimiento pasa por tres periodos de desarrollo: teológico, meta- 
físico y positivo. Pero las ciencias individuales no avanzan paralela­
mente; cuanto más alta está una ciencia en la jerarquía, más tarde 
pasa de una etapa a otra. No podría ser de otro modo, porque las 
ciencias más sencillas tienen que desarrollarse primero, y las más com­
plicadas después. Comte creía que todos los campos de conocimiento, 
salvo uno, habían llegado a la etapa positiva. Con la aparición de la 
sociología la serie quedaría completa,
Pero en el sistema de Comte la ley de las tres etapas es mucho 
más que un principio que rige el progreso del conocimiento. El des­
arrollo y la educación del individuo deben pasar también por las 
tres etapas, lo mismo que el desarrollo de la sociedad humana. El des­
arrollo y la organización social positivos dependen del conocimiento 
científico, es decir, sociológico, de los fenómenos sociales. En otras 
palabras, según Comte, "el gran descubrimiento del año 1822” iba 
a convertirse en la idea directora de la reorganización de la sociedad, 
sacudida por la Revolución francesa.
Comte estaba tan firmemente convencido de la certeza de sus opi­
niones, que envió un ejemplar de su Filosofía positiva al emperador 
Nicolás I de Rusia, con una carta en la que daba por descontado que 
el gobernante autócrata (que, cosa interesante, tenía una buena pre­
paración matemática) iniciaría reformas que elevarían a Rusia a la ca­
tegoría de sociedad positiva. Las pretensiones de Comte, como las de 
muchos innovadores, y tal como lo hace ver este incidente, eran a 
veces ridiculas.
Pero las premisas fundamentales de su teoría sociológica merecen 
respetuosa consideración. La lista de ciencias abstractas hecha por 
Comte es incompleta. Omitió la psicología, que consideraba una rama 
de la fisiología, y las relaciones entre las ciencias individuales son más 
complicadas de lo que él creía. Pero, en general, su división de las 
ciencias resultó ser bastante sólida. La ley de las tres etapas es maní-
fiestamente inválida en el sentido que le daba su inventor. Pero las 
primeras explicaciones de la naturaleza y de los hombres fueron casi 
siempre religiosas, y las han seguido explicaciones filosóficas y, más 
tarde, la ciencia empírica. Pero ninguna de las actitudes posteriores 
invalidó por completo la actitud religiosa; más bien ha habido acumu­
lación y con frecuencia mezcla de las tres. Aun con esta corrección, 
la ley de las tres etapas de Comte no puede, naturalmente, tomarse 
como prueba de los hechos hoy conocidos. No obstante, en una forma 
muy modificada puede ser percibida en una de las teorías más ambi­
ciosas de los días presentes, la de Sorokin (véase capítulo 2 0 ).
Im ciencia de la sociología
Lo que para Comte significaba la sociología lo indica su misma loca­
lización en el sistema de Jas ciencias: la sociología es la ciencia teórica 
abstracta de los fenómenos sociales. En 1822, cuando él y Saint-Simon 
concibieron la necesidad de esta nueva ciencia, escribió: “Poseemos 
ahora una física celeste, una física terrestre, ya mecánica o química, 
una física vegetal y una física animal; todavía necesitamos una más 
y la última, la física social, para completar el sistema de nuestro cono­
cimiento de la naturaleza. Entiendo por física social la ciencia que 
tiene por objeto el estudio de los fenómenos sociales considerados 
con el mismo espíritu que los astronómicos, los físicos, los químicos 
o los fisiológicos, es decir, sujetos a ileyes naturales invariables, cuyo 
descubrimiento es el objeto especial de investigación.” Más precisa­
mente, el objeto era "descubrir a través de qué series fijas de trans­
formaciones sucesivas ha llegado gradualmente la especie liumana, 
partiendo de un estado no superior al de las sociedades de los grandes 
monos, al punto en que se encuentra hoy la Europa civilizada”.1 Comte 
cambió de muy mala gana el nombre de física social de la nueva cien­
cia por el de sociología. En la última parte de su Filosofía positiva 
dice que había inventado un nombre nuevo porque el viejo lo había 
usurpado un científico belga que lo tomó para título de una obra 
dedicada a materia tan baja como la simple estadística. La obra a 
que se refiere es el Sobre el hombre y el desarrollo de las facultades 
humanas: Ensayo sobre física social de Quételet (véase capítulo 4 ) , 
una de las aportaciones a las ciencias sociales que mayor influencia 
ejercieron en el siglo X I X .
En Política positiva se propuso Comte dar más carne y más sangre 
a la definición formal de sociología implícita en Filosofía positiva.
1 Tomado de 1a edición en ingles de Postttve Poiitics, vol. IV , «péndicc, pp. 1.49*50.
En un lugar pareció identificar la sociología con el estudio de la tota­
lidad de los fenómenos del entendimiento humano y las acciones de 
ellos resultantes. En -otras partes limitó esa opinión diciendo que la 
sociología no es el estudio del entendimiento como tal, sino el de los 
resultados cumulativos del ejercicio del entendimiento. Como está fuera 
de toda duda que no abandonó su concepción de la sociología como 
ciencia teórica de los fenómenos sociales, la suma total de estos últi­
mos la identificaba él ahora con los resultados cumulativos del ejer­
cicio del entendimiento. Esta concepción de los fenómenos sociales es 
análoga al concepto de cultura frecuentemente empleado por losso­
ciólogos contemporáneos, que ]o han tomado de ia antropología cul­
tural. En germen, ese concepto de la cultura estaba ya presente en la 
obra de Comte mucho antes de que le concedieran estratégica impor­
tancia los antropólogos y los sociólogos modernos.
Metodología
Comte pensaba que el estudio de los métodos no podía separarse del 
estudio de los fenómenos investigados con ellos. Por consiguiente, sus 
opiniones metodológicas sólo pueden reconstruirse reuniendo palabras 
dispersas en sus tratados.
Desde luego, la sociología debe emplear el método positivo: esto 
iba implícito en el programa mismo de la nueva ciencia y se derivaba 
de las premisas fundamentales de Comte. Pero, ¿qué es el método 
positivo? En respuesta, Comte apenas dijo más que dicho méto­
do exigía la subordinación de los conceptos a los hechos y admitir ia 
idea de que los fenómenos sociales están sujetos a leyes generales; de 
otro modo, no podría construirse ninguna ciencia teórica abstracta 
concerniente a esos fenómenos. De acuerdo con su concepto de la je­
rarquía de las ciencias, Comte reconocía que el sistema que formaban 
las leyes sociales era menos rígido que el sistema de las leyes bioló­
gicas, el cual, a su vez, era menos rígido que el de las leyes físicas.
No obstante su buena preparación en matemáticas, negaba Comte 
que el método positivo se identificara con el empleo de las matemá­
ticas y de la estadística. "La idea de tratar la ciencia social como una 
aplicación de las matemáticas, para liacerla positiva, tiene su origen 
en el prejuicio de los físicos según el cual no hay certeza fuera de 
las matemáticas. Este prejuicio fue natural en un tiempo en que todo 
lo que era positivo pertenecía al dominio de las matemáticas aplica­
das .y en que, por consecuencia, todo lo que éstas no abrazasen era
vago y conjetural, Pero desde la formación de las dos grandes ciencias 
positivas que son la química y la fisiología, en las que no representa 
ningún papel el análisis matemático y sin embargo se las considera 
no menos ciertas que las otras, tal prejuicio sería absolutamente in­
admisible." 2 En una ocasión señala Comte los "vanos intentos de 
varios geómetras para realizar un estudio positivo de la sociedad apli­
cando Ja engañosa teoría de las probabilidades”. También aquí tenía 
presente la obra de Quételet. Merece advertirse que en la actualidad 
existe una escuela ncopositiva (véase capítulo 15) que ve en la cuan- 
tificación el ideal de toda ciencia, incluida la sociología. En este res­
pecto, difícilmente puede compaginarse el neopositivismo con las ideas 
del fundador del positivismo.3
¿Cómo, pues, puede conquistarse el conocimiento positivo, según 
Comte? Menciona cuatro procedimientos: observación, experimenta­
ción, comparación y método histórico.
La observación, o sea el empleo de los sentidos físicos, sólo puede 
realizarse fructíferamente, como acertadamente señalaba Comte, cuan­
do la orienta la teoría. De los varios modos de observación, Comte 
estimaba poco la introspección, es decir, la observación de los fenó­
menos que se producen en la mente del observador. Algunas de sus 
afirmaciones en este respecto se anticipan a las de los behavioristas o 
conductistas contemporáneos. Él miraba en otra dirección, y creía que 
la frenología4 podía explicar mejor las variaciones de la conducta 
humana. Comte sabía que la verdadera experimentación es casi impo­
sible en el estudio de la sociedad. Pero en la lengua francesa experiment 
significa muchas veces observación dirigida. Sostenía que podían ha­
cerse comparaciones fructíferas entre las sociedades humanas y las 
animales, entre sociedades coexistentes y entre las clases sociales de 
una misma sociedad.
Por método histórico entendía Comte la búsqueda de leyes gene­
rales de la constante variación de las opiniones humanas, punto de 
vista que refleja el predominante papel de las ideas manifiesto en la 
ley de las tres etapas. El método histórico de Comte tiene poco en 
común con los métodos usados por los historiadores que dan especial 
importancia a las relaciones causales entre hechos concretos y sólo
2 Tomado de la edición en inglés de Positive Politiu, vol. IV, apéndice, pp. 123-24
3 Véase, no obstante, el punto de vista contrario en Voundations of Sociology, 
de George Lundberg, pp. VIt-VllI.
< La frenología es una teoría seudocicntífica formulada por F. H. Gall (1 7 5 8 -1 8 2 8 ) 
según la cual las facultades mentales del hombre están estrechamente rt lacio nadas 
con las peculiaridades del cráneo.
inciden talmente formulan leyes generales. Pero Comte sólo decía lo 
que debe hacerse y no cómo debe hacerse. En sus tratados presenta 
muchas inferencias de hechos históricos; pero esas inferencias rara vez 
son convincentes y parece haber llegado a ellas por deducción basada 
en la ley de las tres etapas más bien que por verdadera inferencia.
Hay que mencionar otros dos puntos de importancia metodológica. 
El primero es que, en opinión de Comte, la sociedad es en cierto modo 
. como un organismo en el que se conoce /el conjunto mejor que las 
partes.5 De esta proposición sacaba él la conclusión un tanto inconse­
cuente de que los estudios especializados, tales como los económicos, 
son engañosos, porque nunca debe introducirse en la ciencia un hecho 
social tomado como fenómeno aislado. Además, censuraba a los eco­
nomistas de su tiempo por su resistencia a admitir la posibilidad de 
todo orden en la sociedad excepto el que por sí mismo se establece 
automáticamente. Comte creía que, además de ese orden espontáneo, 
podía establecerse otro planeado a base del conocimiento de leyes so­
ciales y su racional aplicación a problemas y situaciones concretos.
El segundo es que en 1a obra de Comte hay una sugerencia que se 
adelanta en más de cincuenta años a una notable aportación de Max 
Weber (véase capítulo 14). Comte consideraba los tipos sociales como 
"límites a los cuales se acerca cada vez más la realidad social sin poder 
alcanzarlos nunca”. Se percibe en esta afirmación la influencia de la 
preparación matemática de Comte, pero también, en forma rudimen­
taria, el tipo ideal de Max Weber, excelente instrumento lógico para 
el análisis sociológico. Corrobora esta afinidad una afirmación de 
Comte que indica cómo usar esos tipos al estudiar fenómenos socia­
les. Los casos intermedios, es decir, los casos no coincidemes con nin­
gún tipo ideal, deben estudiarse — decía— bajo la influencia de un 
análisis exacto de los dos casos o tipos extremos. Esto quiere decir 
que un caso intermedio puede ser entendido mejor determinando cuán­
to de uno y de otro de los tipos extremos opuestos está incorpo­
rado en él.
Sociología estática y dinámica
La sociología de Comte se divide en dos grandes partes, estática y 
dinámica. Es ésta una división tomada de la biología (que en los días
6 Referida a un organismo, Ja observación es correcta; aun sin preparación es­
pecial puede comprenderse la conducta de ur. hombre, un perro o un gato. mientras 
<jue el conocimiento del funcionamiento de las partes, u órganos, exige cierto estu­
dio. Pero, referida a la sociedad, la proposición difícilmente puede sostenerse.
de Comte se llamaba fisiología), y por lo tanto estaba de acuerdo 
con su idea de la jerarquía de las ciencias y la posesión por éstas de 
rasgos comunes.
La estatua comprende el estudio de las condiciones de la existencia 
de la sociedad, mientras que Ja dinámica requiere el estudio de su 
continuo movimiento, o de las leyes de Ja sucesión de las etapas indi­
viduales. El hecho principal de la estática es el ordea; el hecho prin­
cipal de Ja dinámica es eJ progreso. Dicho más explícitamente, la está­
tica es una teoría del orden, que equivale a Ja armonía entre las 
condiciones de la existencia en sociedad del hombre, mientras que la 
dinámica es una teoría del progreso social, que equivale al desarrollo 
fundamental, o evolución, de la sociedad. Pero orden y progreso se 
relacionan entre sí estrechamente. Ningún orden social realpuede 
establecerse si es incompatible con el progreso ̂ y no es posible un 
progreso duradero si no se consolida mediante el orden. El estudio de 
ambos aspectos sólo con fines analíticos puede separarse. Las leyes 
estáticas y dinámicas deben mantenerse unidas a través del sistema. 
En la actualidad, esta optimista identificación de la estática con el 
orden y de la dinámica con el progreso ya no es aceptada. Pero la 
división fundamental de la sociología hecha por Comte aún sigue en 
uso, si bien expresada en términos diferentes, tales como estructura 
social y cambio social, categorías familiares a Jos estudiantes todavía 
no graduados.
Estática: consenso
En .opinión de Comte, el orden social total se establece de acuerdo 
con las leyes de la naturaleza. Todo orden particular puede contener 
muchas, y a veces graves, deficiencias, pero esa situación puede ser 
rectificada por la intervención racional de seres humanos. Esta con­
cepción está de perfecto acuerdo con las ideas de Comte acerca de 
la relativa flexibilidad de las leyes sociales. Pero el orden sólo es 
posible sobre la base de cierta comunidad de las ideas sustentadas por 
quienes forman una sociedad; por lo tanto, no puede concederse la 
absoluta libertad de opinión.
El hecho fundamental del orden social es el consensns universalis, 
la necesaria correlación entre los elementos de la sociedad. Ese con­
senso existe en todos Jos dominios de la vida, pero alcanza su apogeo 
en la sociedad humana. Hay consenso entre las ciencias, entre las 
ciencias y las artes, en las instituciones políticas, entre la sociedad civil
y la política, entre las costumbres y las ideas. Se pretende en ocasio­
nes que Comte no pudo identificar las compatibilidades y las inter­
conexiones institucionales necesarias o requeridas. Pero eso es erróneo 
en parte, porque, al exponer los detalles de su ley de las tres etapas, 
Comte toca muchos puntos concernientes a esas correlaciones.
El consensus universalis es para Comte la base misma de la solida­
ridad, así como la base de la división del trabajo social. Esta última 
revela una vez más que la sociedad es análoga a un organismo. En 
éste y en aquélla desempeñan funciones específicas órganos especí­
ficos, pero siempre solidarios. Aquí, como en otras partes, útil iza Comte 
la analogía orgánica, aunque no identifica nunca la sociedad con un 
organismo biológico. Hay una gran diferencia entre ambas cosas, in­
sistía. Los organismos son esencialmente inmutables, mientras que la 
sociedad es capaz de inmensos mejoramientos sí se la guía de acuerdo 
con principios científicos. Esta afirmación refleja la fe de Comte en el 
progreso y su convicción de que la sociedad humana sólo puede ser 
mejorada sobre la base de la ciencia social positiva.
La división del trabajo social — prosigue Comte— es la causa 
fundamental de la creciente complejidad de la sociedad; por lo tanto, 
hay que estudiar cuidadosamente la solidaridad y la cooperación. De 
aquí la importancia que concede al altruismo, otra palabra acuñada 
por él. El consejo del padre de la sociología relativo al estudio de la 
solidaridad social no fue escuchado hasta muy avanzado el siglo xix, 
cuando otro gran sociólogo, Émile Durkheim, analizó ese fenómeno 
en una serie de importantes obras (véase capítulo 9 ) ■
Estática: estructura social
Comte distinguía tres planos en la sociedad: el individuo, la fa­
milia y las combinaciones sociales, la más alta de las cuales es la 
humanidad misma. Sin embargo, eliminaba al individuo del estudio 
sociológico porque un sistema debe estar constituido sólo por fenó­
menos homogéneos. Por consiguiente, la unidad social básica no es 
el individuo, sino la familia.
No obstante, tuvo en cuenta el persistente problema sociológico 
de las relaciones entre la sociedad y el individuo. En la sociedad 
— decía— se observa la constante y regular convergencia de las acti­
vidades de innumerables individuos. Cada individuo vive su propia 
vida, indudablemente; pero tiene también una disposición espontánea 
a participar en el desarrollo común a todos, sin consultar a los demás
y creyendo que no hace otra cosa que obedecer a sus propios impulsos. 
Fundamentalmente, pues, el individuo y la sociedad son inseparables, 
y únicamente se íes separa para fines de análisis abstracto.
(ionice dijo muchas cosas interesantes acerca de la familia, unidad 
stxial básica. Por ejemplo, afirmó que la familia posee un grado 
particular de unidad, un caráccer moral que la diferencia de las demás 
unidades sociales. En la vida de familia — observa— no predomina 
l;t reflexión; las necesidades son prontamente satisfechas a base de 
simpatía. Las familias pueden existir en estado de aislamiento, pero 
comúnmente no lo hacen. Mediante su coordinación nacen combina­
ciones sociales, tales como las ciases sociales y las ciudades, basadas 
en la cooperación deliberada. De las numerosas combinaciones sociales 
G>mte estudió cuidadosamente sólo las de tipo político o Estados. 
Lamentaba que la Revolución francesa hubiera destruido grupos 
intermedios entre Ja familia y el Estado y esperaba su restauración.
En relación con el Estado, Comte no añadió mucho a las-conclu­
siones ya formuladas por los filósofos políticos. El orden político 
— decía— es algo artificial; pero, por otra parte, es una variedad 
del orden natural hacia el cual tienden todas las sociedades humanas. 
El orden político es natural porque no puede existir ninguna sociedad 
sin gobierno, y el gobierno es posible por el generalizado deseo de 
mandar y también porque muchas personas desean ser libradas de la 
carga de tomar por sí mismas las decisiones necesarias.
Dinámica: evolución y progreso
Comte presenta la dinámica social como historia sin nombres de 
individuos ni de pueblos. La tarea consiste aquí en el descubrimiento 
de un orden abstracto en que se han seguido uno a otros los grandes 
cambios de la civilización humana. A través del movimiento debe 
conservarse la solidaridad, pues de otro modo el movimiento tendría 
por consecuencia la completa descomposición del sistema social. Por 
lo tanto, no pueden tener Jugar desarrollos aislados de aspecros indi­
viduales de la vida social, ni ser estudiados como tales. Esta concep­
ción se basa en las opiniones metodológicas generales de Comte y en 
sus ideas sobre el consemus universalis.
JLa dinámica social debe empezar con el estudio del desarrollo como 
tal. Pero después hay que resolver si desarrollo es equivalente de 
progreso. El aumento de Ja población y el desenvolvimiento de las 
capacidades mentales parecen demostrar que ése es el caso. Comte
compartía la opinión predominante de que los niños salvajes no podían 
desarrollarse tanto como los niños nacidos en sociedades adelantadas. 
Su concepto optimista del progreso se reforzó al aceptar la teoría de 
que los rasgos adquiridos por un individuo durante su vida podían 
ser transmitidos biológicamente a los descendientes, opinión susten­
tada por el fisiólogo Lamarck (1744*1829). La biología contempo­
ránea, salvo en una curiosa versión de la Rusia soviética, niega esa 
posibilidad.
Según Comte, el desarrollo progresivo no sigue una línea recta. 
No sólo tienen lugar oscilaciones, sino que la velocidad del progreso 
puede ser modificada por la intervención humana.
Para él, la evolución social es una continuación de la progresión 
general que empieza en el reino vegetal. Las grandes series sociales 
corresponden a las grandes series orgánicas, no a la sucesión de las 
edades de un solo organismo. Esta idea es un elemento esencial en un 
sistema de pensamiento que destaca el progreso continuo, ya que la 
curva correspondiente a las edades de un organismo muestra descensos 
y ascensos.
La naturaleza humana se ha desarrollado en el curso de la evo­
lución social, pero no se han añadido nuevas facultades a las origi­
narias. Como corolario, el estudio de la evolución debiera empezar con 
las nociones formuladas en fisiología relativas a los hombres primi­
tivos,aunque Comte hizo muy poco uso efectivo de ese material.
En el curso de la evolución social — dice Comte, repitiendo una 
de las ideas favoritas de Saint-Simon— es manifiesto un antagonismo 
básico entre ios instintos de innovación y de conservación. Esta con­
cepción se anticipa a la doctrina de Vilfredo Pareto sobre la circu­
lación de las minorías o élites (véase capítulo 13).
Finalmente, Comte formuló una opinión que sirve de base a gran 
parte del trabajo de los evolucionistas posteriores. Según él, el estudio 
del progreso era notablemente facilitado por el hecho de que el des­
arrollo de todas las sociedades está gobernado por las mismas leyes, 
de suerte que la formulación de principios generales pueden emjjezar 
con el estudio de los progresos hechos por la vanguardia de la huma­
nidad. Para Comte esa vanguardia era Francia, evidentemente.
Dinámica: los factores del progreso
La teoría sociológica de Comte relativa a los factores de progreso 
empieza con la afirmación de que el progreso es observable en todos
los aspectos de la sociedad. El progreso es físico, moral (hacía sen­
timientos más generosos y nobles), intelectual, político. Pero el 
aspecto intelectual es fundamental y muy visible — la historia está 
dominada por el desenvolvimiento de las ideas— y, en consecuencia, 
la historia de la filosofía es de capital importancia. Con frecuencia 
parecen los hombres primordialmente preocupados con la satisfacción 
de necesidades materiales y, en realidad, es indudable que el progreso 
se manifiesta en el dominio de las fuerzas de la naturaleza. Pero 
Comte sostenía que el desarrollo intelectual producía y estimulaba el 
desarrollo material.
El análisis que Comte hace de los factores de progreso lo lleva a 
estudiar aquellos de que depende el desarrollo intelectual. Pero esta 
cuestión queda en gran parte sin resolver. Se supone que los prin­
cipales factores de progreso intelectual son el tedio (que produce 
un impulso hacia la innovación) y el miedo a la muerte. Pero cuando 
estudió los factores de progreso en general (no sólo los del progreso 
intelectual), Comte destacó el aumento de la densidad de la población, 
que produce una mayor cspecialización en la división del trabajo social. 
En consecuencia, los individuos se ven obligados a hacer esfuerzos 
mayores para asegurarse la subsistencia, y la sociedad se ve obligada 
a regular con mayor energía las situaciones dimanadas de las diferen­
cias cada vez mayores entre los individuos.
Finalmente, Comte estudió el problema de la diferencia de veloci­
dad del progreso. En esto se daba cuenta de la insuficiencia de sus 
pruebas y del carácter conjetural de sus conclusiones: las diferentes 
aptitudes de las razas y, probablemente, la superioridad de la blanca; 
el papel de las diferencias climáticas, siendo las más favorables para el 
progreso las condiciones de la cuenca del Mediterráneo; y la opinión 
de que la acción política puede acelerar o retrasar el progreso. No 
negó el papel de los genios en el desenvolvimiento histórico, pero los 
creía agentes de movimientos predeterminados.
Dinámica: las etapas del progreso
Las etapas fundamentales del progreso fueron descritas en las 
proposiciones que Comte llamó "el gran descubrimiento del año 
1822”. Comte creía, no obstante, que era necesaria una exposición 
filosófica de la ley de Jas tres etapas, exposición que sometiese la ley 
■ a la naturaleza humana. Esto podía hacerse fácilmente, creía él, ya 
que el desarrollo individual pasa a través de las tres mismas etapas que 
el desarrollo sociaJ.
En el curso del extenso estudio del desarrollo de las sociedades 
más adelantadas, que son la vanguardia de ia humanidad, Comte esta­
bleció correlaciones entre las etapas intelectuales básicas y las etapas 
del desenvolvimiento de la vida material del hombre, los tipos de 
unidades sociales, los tipos de orden social y los sentimientos predo­
minantes en cada etapa y grupo. Esas correlaciones son las siguientes:
Aspecto Aspecto Tipo de uni­
intelectual material dad social
Teológica Militar Familia
Metafísica Legalista Estado
Positiva Industrial Especie
(humanidad)
Doméstico
Colectivo
Universal
Sentimiento
predominante
Cariño
Veneración
Benevolencia
Comte sometió la primera etapa, la teológica, a un estudio más 
detallado que las otras dos, probablemente porque la etapa positiva 
acababa de empezar y la metafísica había durado mucho menos tiempo 
que la primera. Subdividió la etapa teológica en cinco subetapas, a 
cada una de las cuales atribuía determinadas aportaciones al progreso. 
Tales subetapas y sus aportaciones eran las siguientes:
Fetichismo
Politeísmo (imperios orientales) 
Politeísmo intelectual (Grecia) 
Monoteísmo social (Roma) 
Monoteísmo defensivo (mundo 
católico )
Familia
Estado, propiedad territorial 
Aportaciones intelectuales 
Patria
Emancipación de la mujer y de los 
trabajadores
Juicio retrospectivo de Comte
Está de moda en la actualidad restar importancia al papel de Comte 
en el desarrollo de la teoría sociológica. De una parte, suele decirse 
que Comte hizo muy pocas aportaciones originales: la mayor parte 
de sus ideas se encuentran en numerosos predecesores. De otra parte, 
se dice con frecuencia que Comte no hizo más que elaborar un 
programa de sociología y no formuló una teoría sociológica. Esta 
afirmación es algo injusta con Comte. Es cierto que gran parte de sus 
aseveraciones reproducen, en forma modificada, ideas dispersas a través 
de la milenaria historia de la filosofía social; pero las combinó de
tal manera que dio la señal para un desarrollo rápido y más fructí­
fero del conocimiento relativo a las relaciones interpersonales, a los 
grupos sociales, a la cultura y a la estructura y los cambios sociales. 
Por otra parte, todo sociólogo sabe que todas las invenciones — y la 
creación de una ciencia nueva llamada sociología fue una invención 
cultural— son primordialmente una recombinación de elementos ya 
preexistentes en la cultura.
En la obra de Comte encuentra el lector atento una enorme riqueza 
de ideas que se anticipan a la mayoría de las tendencias observables 
en la historia de la sociología hasta el momento presente, así como 
gran número de proposiciones concernientes al ámbito y método de la 
sociología. Muchas veces esas proposiciones han sido redescubiertas 
por sociólogos posteriores, en ocasiones haciendo referencia al padre 
fundador de su ciencia, y más frecuentemente sin ninguna referencia 
a él. Además, Comte ha señalado el camino hacia la definición mo­
derna de la sociología y sus divisiones fundamentales. Es cierto que, 
bajo la influencia de Spencer, la sociología se desvió de la concep­
ción formulada por Comte y se convirtió en una ciencia concreta (ge­
nética) que describe un proceso único, el de la evolución de la so­
ciedad humana; pero al decaer el evolucionismo, la sociología (por 
lo menos su núcleo central) volvió, aunque con modificaciones, a la 
concepción comtiana.
Es verdad que la sociología contemporánea no se limita a repetir la 
definición de Comte, que resulta demasiado amplia, pues incluye las 
partes teóricas de ciencias sociales especiales (economía, ciencia po­
lítica, jurisprudencia, etc.). Por otra parte, la sociología no se ha 
limitado a formular proposiciones teóricas, se ha dilatado por el campo 
de la actividad práctica y se ha convertido en consejera de hombres de 
buena voluntad que desean mejorar 1a sociedad humana. (Comte in­
ventó su ciencia nueva como instrumento necesario para la reforma 
social.) Finalmente, la sociología ha realizado una respetable cantidad 
de trabajo descriptivo, siempre que no hacía acto de presencia otra 
ciencia para realizar la tarea de describir fenómenos sociales especí­
ficos. Pero esos diversos desarrollos se unifican, muy significativa­
mente, sólo en relación con la sociología teórica, y este tipo de socio­
logía se va convirtiendo gradualmente en lo que Comte quería 
que fuese.
Más específicamente, Comte sugirió soluciones para los problemas

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