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Escuela Tradicional y el Movimiento de la Escuela Nueva Prof Daniela Bergel - Yesica Gimenez

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Materia: Pedagogía 
Prof. Daniela Bergel
“Escuela Tradicional y el Movimiento de la Escuela Nueva”
La escuela moderna se gesta en la Ilustración, aún antes, con Comenio, pero se expande y universaliza en el siglo XX. Se impone como modelo hegemónico y, a la vez que los Estados asumen la garantía de este derecho, surgen posiciones antagónicas por los efectos que este modelo va dejando en los sujetos y en la sociedad. Tanto en la pedagogía como en la sociología van apareciendo otras voces que tensionan este modelo; entre ellos, el movimiento de la escuela nueva, como producto de un contexto histórico político en que se pone en discusión el papel de la escuela tradicional.
La escuela de la escolástica y el formato tradicional
La escuela moderna, como ya mencionamos, hereda una matriz eclesiástica. Con ello arrastra la modalidad de los colegios internados del siglo XVII que fundaron y sostuvieron los jesuitas. Este tipo de instituciones se caracterizaba por el alejamiento del mundo externo, lo que produce una especie de encerramiento y alejamiento de la realidad cotidiana con un control disciplinar estricto. La escuela tradicional reprodujo este formato y, actualmente, sin las restricciones de aquellas épocas, sostiene el apartamiento y la vigilancia en la educación. 
La enseñanza era verbalista, fundamentalmente basada en los libros, con poco o nulo contacto con el mundo externo o con la naturaleza. La finalidad de esta educación era preparar a los jóvenes en el arte de la retórica con disertaciones en defensa de la religión. La clausura evitaba que los jóvenes se corrompieran en la vida mundana. Las clases se dividían y la competencia era un recurso de enseñanza. La emulación favorecía el aprendizaje. Las victorias y los premios estimulaban el trabajo en las aulas, alentados por los profesores. Estos últimos tenían a cargo todas las funciones educativas. No solo se encargaban de enseñar el contenido de los libros, sino de disciplinar y controlar la vida en el internado.
 El Tratado del arte universal de enseñar todo a todos, la Didáctica Magna, de Amos Comenio, plantea otro modelo educativo. Esta propuesta también impregnará a la escuela tradicional dando sus rasgos distintivos. En las escuelas debe prevalecer el orden y para ello es preciso un método. 
Esto era una característica también de las escuelas jesuitas, pero ahora la esperanza estará puesta esencialmente en el nuevo método. Este método debe poner en el centro la tarea del maestro que es quien conduce, organiza el contenido y de él depende el éxito en el aprendizaje. Los conocimientos deben darse en forma progresiva y gradual, adaptados a la edad y, de esa manera, maximizar el uso del tiempo. Hay en su propuesta el reconocimiento de la necesidad de preparación previa del contenido y las actividades para hacer más fecundo el proceso y que los alumnos lleguen, sin desperdiciar esfuerzos, a aprender dichos contenidos. La eficacia de ello reside en la acción del maestro. Observarás, a esta altura, las semejanzas con la escuela actual, por cuanto se pueden detectar la génesis de su forma y las reminiscencias que aún quedan. ¿En qué ha cambiado? ¿Qué ha persistido?
El método es un empleo racional del tiempo. Existe un programa que debe ser desarrollado en clases ordenadas. El libro, clásico manual escolar diseñado metódicamente, presenta una graduación y elaboración apropiadas a la edad, en el que ya se encuentra todo lo que el alumno debe aprender. El repaso del contenido enseñado es parte imprescindible del aprendizaje, el cual debe ser repetido y memorizado. El maestro es el modelo por imitar y quien debe ser respetado a partir de la obediencia.
Sin duda, la educación tradicional de los siglos XIX y XX, la cual recibiría luego una fuerte crítica de la escuela nueva, siempre tuvo, en aquellas épocas, sus opositores.
La escuela nueva. Una tradición renovadora.
El escolanovismo es un movimiento con intención reformista que cuestiona a la escuela tradicional. Surge en Europa para extenderse luego hacia América. En Argentina, hubo varias experiencias y centros de trabajo bajo este ideario. Los principios de la escuela nueva son difundidos en la Argentina por pedagogos innovadores, pero formados en una fuerte tradición normalista-positivista de la que fue difícil separarse. 
El surgimiento está estrechamente vinculado a la Primera Guerra Mundial y al papel de la escuela en la formación para la paz. Comienza su desarrollo en la época de entreguerras, para potenciar su crítica a la escuela tradicional y la educación de los hombres. La libertad y la democracia serán dos de sus bastiones (Gómez, 2019).
Se reconoce a Rousseau como precursor de las ideas de este movimiento, por cuanto se advierten muchas de ellas en su escrito Emilio la educación Estas ideas fueron luego profundizadas por Juan Pestalozzi (suizo), quien criticaba la educación libresca propia del medioevo para poner en valor la experiencia directa. Otro referente fue Froebel, de origen alemán, quien crea el primer jardín de infantes pensando en un sujeto activo. Pueden nombrarse varios representantes que le dan ese carácter de movimiento, la mayoría pertenecientes a la Europa continental. Entre ellos, podemos nombrar a María Montessori, Ovide Decroly, Claparede, Ferriere, Cousinet. En Estados Unidos, por su parte, será Dewey su principal referente. 
Este movimiento comparte algunos ejes. Respecto de la escuela tradicional, critica y propone la defensa de los siguientes principios:
1) La educación integral: proceso que contemple no solo lo intelectual, sino también lo afectivo, lo social, lo corporal, para ampliar la idea de conocimiento que supere la perspectiva estrechamente libresca.
2) La educación activa: superar la posición del estudiante pasivo para pensarlo como protagonista del proceso educativo.
3) La educación placentera: la incorporación del juego y su valor formativo pueden hacer del proceso algo disfrutable y significativo.
4) La educación abierta: esto significa conectar la escuela con el mundo, dejar permear el aire de época y asumir la necesaria relación entre escuela y comunidad.
5) La educación creativa: dar lugar a esta posibilidad de los sujetos, los cuales dan espacio a la inventiva, a la imaginación y a la curiosidad.
6) La educación en libertad: rasgo fundamental para pensar una escuela democrática, la formación en libertad con responsabilidad y compromiso (Germán, Abrate, Juri y Sappia, 2011). 
Representantes de la Pedagogía Nueva
Empezaremos por John Dewey y su propuesta de educación activa. Filósofo, psicólogo y educador nacido en Estados Unidos. Es considerado el fundador del movimiento progresivo de educación. Entendió a la democracia como una forma de vida y un proceso permanente de liberación del pensamiento. Ejerció una gran influencia sobre la filosofía, la sociología, la estética y la pedagogía de los Estados Unidos. Fue fundador de la escuela de Chicago del pragmatismo. Sus obras son numerosas, pero podemos nombrar, al menos, Mi credo pedagógico, de 1897, La escuela y la sociedad, de 1900, La escuela y el niño, de 1906, Experiencia y educación, de 1932, Democracia y educación, de 1917, entre otras. 
Este autor parte de la noción de experiencia, pero de una experiencia que no solo se relaciona con la conciencia y con las experiencias de tipo subjetivo. La experiencia abarca todos los sucesos, las personas y la historia. La posición de este autor puede denominarse naturalista por cuanto hay una continuidad entre el mundo natural y el mundo espiritual. La experiencia, a diferencia de las posiciones empiristas, no se define como un agregado de sensaciones e ideas, sino que es una actividad del sujeto donde están los significados subjetivos y los sociales. La idea de experiencia, como ya dijimos, supera la posición empirista y amplía el concepto pragmatista de la acción para formular su teoría de la experiencia. Esta teoría se puede definir como un verdadero experiencialismo. 
La experienciase caracteriza como interacción del sujeto con su ambiente, tanto en los planos individual y social. Hay dos principios atribuidos a la experiencia: la interacción y la continuidad. La primera se concibe como un encuentro de condiciones objetivas y subjetivas en una determinada situación. La continuidad es una cualidad de la experiencia que permite su carácter creador como posibilidad de modificar las condiciones objetivas. Aquí concibe un aspecto activo en el hombre. La vida humana consta de una sucesión de experiencias, de una continuidad de interacciones o de situaciones. En la teoría de la experiencia, funda su concepto sobre educación sostenido en el activismo y progresismo pedagógicos.
A Dewey lo identificamos con la escuela progresiva, que viene a ser la expresión norteamericana de lo que fuera la escuela nueva en Europa. El activismo parte de un supuesto de una realidad móvil y cambiante para la cual el sujeto debe desenvolver su individualidad y su sociabilidad que le permitan una adaptación activa a esta realidad móvil.
La doctrina pedagógica de este pensador se fundamenta en el interés. Los intereses van modificándose en la misma actividad, en la sucesión de experiencias, por lo que estos intereses cambian y se van enriqueciendo en dicha actividad. Los principios pedagógicos se sintetizan en las siguientes ideas:
· la educación debe ser la vida misma, más que una preparación para ella; 
· la educación debe ser activa y relacionada con los intereses de los niños; 
· el aprendizaje se genera mediante la solución de problemas;
· el papel del maestro no consiste en dirigir, sino en asesorar
· la escuela debe fomentar más la cooperación que la competencia; 
· la democracia permite el libre intercambio de ideas y personalidades, cuyo marco es condición necesaria para el verdadero desarrollo.
La educación debe contemplar la personalidad individual y su carácter social. Piaget nos dice que la educación es una constante reorganización o reconstrucción de la experiencia que a, su vez, le da sentido a la experiencia que ya se tiene y aumenta la capacidad de la subsiguiente (Gómez, 2019)
Continuaremos con Jean Piaget y su lectura de lo pedagógico en articulación con la psicología. Nación en 1896, en Suiza. Fue biólogo, pero se lo conoce por su aporte al campo de la epistemología y de la psicología. A pesar de centrarse fundamentalmente en la psicología, mostró gran inquietud por las cuestiones educativas. Las referencias que el autor va haciendo en sus obras denotan amplias lecturas de los teóricos dedicados a la educación.
Piaget inicia sus planteos partiendo de la relación docente y alumno y el rol específico del educador respecto de los niños en crecimiento. Las prácticas educativas variarán, dice él, según la concepción que cada educador tenga del niño, a partir de la cual se oponen dos pedagogías, a saber, la de la pasividad y la de la actividad. La primera se centra en la memoria, la obediencia pasiva, la imitación al adulto (Gómez, 2019):
La relación educativa se compone de presión por una parte y de recepción por otra… Desde este punto de vista los alumnos participan menos de la actividad real de búsqueda espontánea y personal que del ejercicio impuesto o de la copia de un modelo exterior… Más obediencia que autonomía. (Piaget, 1988, p. 32).
La segunda concibe al niño dotado de actividad. La relación entre los sujetos por educar y la sociedad se hace recíproca. El niño tiende a acercarse al estado del hombre mediante su esfuerzo y su experiencia personales. De este modo, la sociedad espera de las nuevas generaciones más que una imitación, un enriquecimiento.
La educación tradicional, argumenta, ha tratado al niño como un adulto pequeño, desprovisto de conocimiento y experiencias; de este modo, la tarea del educador no era tanto formar el pensamiento como amueblarlo. Pero, contrariamente, en la infancia, las estructuras intelectuales y morales no son las de un adulto. Es una etapa de adaptación progresiva al medio físico y social. La adaptación es un equilibrio (cuya conquista dura toda la infancia y la adolescencia) entre dos mecanismos indisociables: la asimilación y la acomodación. La adaptación intelectual encuentra este equilibrio mediante una serie de experiencias y acciones como actividad estructuradora continua.
Con este encuadre, Piaget otorga al juego un papel central en el desarrollo del niño. Lo concibe como una actividad preparatoria para incorporar los objetos a la propia actividad de representar simbólicamente las situaciones vividas por el niño, como asimilación de lo real al yo, como expansión del yo y como realización de deseos. La escuela tradicional despreció al juego como una modalidad rica, ya que lo consideró desprovisto de significado funcional (Gómez, 2019).
Valora también la vida social del niño pensando en la libertad de los alumnos para trabajar entre ellos y colaborar en la búsqueda intelectual. Se reemplaza entonces, los ejercicios falsamente colectivos, que son solo una yuxtaposición de los trabajos individuales. En el plano intelectual, pretende que se alcance la coherencia y la objetividad pasando de una inteligencia práctica a una inteligencia reflexiva. En el plano moral, la escuela activa propone sus métodos educativos sobre dos bases: autoridad del maestro y cooperación de los niños entre sí. El respeto es el centro de las relaciones y el sentimiento de deber se explica en las relaciones afectivas entre el niño pequeño y los adultos (Gómez, 2019)
Una serie de ideas piagetianas fueron calando hondo en las escuelas. La primera es el carácter constructivo del aprendizaje, lo que implicaba una dura crítica a la escuela tradicional y a su concepción de sujeto pasivo. La segunda se vincula a la idea de que cada sujeto construye el conocimiento, lo que no implica desatender la función orientadora docente. En tercer lugar, le otorga un papel fundamental al juego, entendido como tiempos para una expresión espontánea, para pensar y para imaginar. Por último, le asigna un lugar importante a la experimentación como modo de apropiación de la realidad. Esto impactó de diferentes maneras en el campo educativo y generó una variedad de propuestas teórico-metodológicas para la aplicación en las clases.
Compartamos ahora las ideas de otro referente. Célestin Freinet y la relación entre sociedad y educación. Fue un pedagogo francés, creador de las técnicas que llevan su nombre. Comienza su actividad docente en 1920 en una ciudad pequeña en la que ya iniciará su formación pedagógica. Conocerá más tarde a Ferriere, a Claparade y a Cousinet. Sus propuestas pedagógicas se construyeron a partir de sus prácticas directas en las que él mismo fue probando sus nuevas técnicas.
Postula la necesidad de una nueva pedagogía. No interesan los textos aprendidos de memoria y uno de los enemigos es la explicación como lección permanente del maestro oficiando de principal agente de enseñanza. La explicación debe existir solo si responde a las preguntas surgidas en los niños. Es necesaria la experimentación y la observación para que luego sobrevenga la explicación del profesor. La explicación corre el riesgo de ser un verbalismo que inhabilita el razonamiento y la acción. El tanteo experimental produce ajuste, búsqueda y progresión (Gómez, 2019).
El primer descubrimiento básico era que el pensamiento y la vida del niño podían ser los principales elementos de la cultura. Referiría a esto por la experiencia de producción de textos libres por parte de los niños. Hoy nos parece natural que esto suceda en las escuelas, pero, en ese momento, los libros de texto estaban instalados como única fuente de lectura o de copia de escritura, de modo que construir un propio texto era revolucionario. La imprenta escolar fue el medio que favoreció esta experiencia. Lo que se pretendía era la expresión libre. Emerge, entonces, también una correspondencia interescolar para que los niños intercambiaran sus escritos con otros alumnos.
Está convencido de que, al cambiar las técnicas, se modifica la vida escolar,el clima de trabajo, las relaciones entre los niños y el vínculo con el maestro. Con estos cambios, la disciplina escolar se regula por el mismo medio educativo que se ha creado. La autoridad puede imponerse por la fuerza, pero no sirve porque no tiene que ver con el sentido de la vida.
Freinet propone una educación por el trabajo, la cual parte de la concepción de que el origen de todos los conocimientos no es la razón, sino la acción, la experiencia y el ejercicio. A través del trabajo, la cultura se transmite y se genera desde la actividad laboriosa de los propios niños. Para ello, el maestro debe crear una atmósfera de trabajo. Es una meta que las técnicas ideadas por Freinet favorezcan dicho trabajo en los niños, de modo que sea productivo y formativo. La propuesta educativa va del juego al trabajo (Gómez, 2019).
La pedagogía de Freinet se sustenta en los siguientes principios:
1) trabajo cooperativo; 
2) Formar seres libres;
3) facilitar la capacidad creadora; 
4) trabajo escolar placentero; 
5) creación de experiencias vitales; 
6) la escuela es parte de la vida.
Freinet (1999) entiende que hay una tendencia natural del niño a la acción, a la creación, a expresarse y a exteriorizarse. Esta tendencia lo orienta a la búsqueda, para la cual se vale del tanteo experimental. El reconocimiento del valor de la actividad en el niño, que lo saque de una actitud pasiva, permite dar cuenta de un aprendizaje que se basa en el esfuerzo vivo, en una ejercitación que va consolidando sus éxitos y que nace del propio trabajo. Finalmente, el trabajo favorece el orden y la disciplina como un elemento esencial en la vida. 
A modo de cierre, podemos observar cómo, de una manera u otra, los principios enumerados al inicio de esta lectura los encontramos en los tres pensadores, aun cuando no hayan producido juntos. De esta forma, sucede que todos los representantes van a ir dando distintos énfasis y diversas propuestas de trabajo sobre la base de algunas premisas comunes que van a constituir lo que se denomina movimiento de la escuela nueva.
Referencias:
Freinet, C. (1999). Técnicas Freinet de la escuela moderna. Buenos Aires, AR: Siglo XXI Editores.
Germán, G.; Abrate, L.; Juri, M.; Sappia, C. (2011). La escuela nueva: un debate al interior de la pedagogía. Revista Diálogos Pedagógicos, 9(18), 12-33. Recuperado de link http://revistas.bibdigital.uccor.edu.ar/index.php/prueba/article/download/539/pdf
Gómez, S. (2019). Pedagogía. Planteos epistemológicos y perspectivas educativas. Córdoba, AR: Brujas.
et, J. (1988). Psicología y pedagogía. Buenos Aires, AR: Ariel.

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