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ensayo sobre arte paleocristiano - Daniel Tapia

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INTRODUCCIÓN 
¿Cómo evoluciona la estética propia de una religión prohibida y perseguida, profesada por los estratos más bajos de una sociedad relativamente primitiva? ¿Dónde se exponen estas obras, si tan sólo la mención de sus protagonistas significa peligro de ejecución? ¿Cuáles son íconos secretos que simbolizan y codifican la fe para evitar la persecución? Y al oficializarse el cristianismo, ¿su arte mantiene su esencia? ¿Qué es lo que lo hace ser lo que es?
El ensayo presentado a continuación contiene, ambiciosamente, un intento por contestar a estas preguntas y por exponer la fascinante historia de las raíces de la cristiandad en el arte. 
CONTEXTO HISTÓRICO
Atravesado en los principios del Imperio Romano, el arte paleocristiano crece a hurtadillas; representándose en la privacidad de casas particulares o en la secrecía de las catacumbas donde los devotos se esconden para salvar la vida. Irá desarrollándose en las sombras hasta la oficialización 0del cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano gracias al Edicto de Milán, firmado por Constantino I en el año 313 de nuestra era; y decaerá siguiendo las invasiones germánicas en el Imperio; aunque ésos mismos invasores verán su propia expresión artística, tosca y primitiva como fue, influenciada por el arte paleocristiano.
ARTE PALEOCRISTIANO
El arte paleocristiano funge como un enlace historiográfico entre dos bloques masivos dentro de la historia del arte: la antigüedad clásica y el medioevo, y para su estudio se divide en dos períodos: el de la clandestinidad y del gran arte paleocristiano, cuyo objeto de expresión artística (el cristianismo) es la religión oficial del Imperio Romano. 
El paleocristiano es característicamente anticlásico en su estética y en su narrativa: al surgir el cristianismo en el Oriente Medio su arte más temprano “pesca” (válganos esta oportuna expresión) tendencias estéticas propias de Persia o Egipto, que hacen de su arte uno altamente expresionista, simbólico e iconográfico; donde se prefieren las figuras planas y sin fondos a la perspectiva y el modelado: la realidad espiritual sobre la física. 
También el carácter popular del cristianismo obligó a que se usara un lenguaje de más fácil entendimiento para asegurar su segura divulgación. Como la liturgia cristiana exige la congregación de todos los fieles, las paredes de sus catacumbas primero y de sus basílicas después, se llenarán de imágenes y escenas elocuentes cuya narrativa no ofrezca lugar a dudas.
Si unimos estas dos características: simbolismo y sencillez iconográfica, al retroceso cultural general, al proceso de esclerosis artística, de regresión y primitivismo al que se ve condenado todo el Imperio Romano a partir del siglo III por motivos económicos y políticos, todo ello nos da como resultado lo que va a ser la tónica general del arte cristiano-occidental hasta el despertar del naturalismo gótico en el siglo XIII.
ARQUITECTURA
Las primeras sociedades cristianas debían reunirse a escondidas, lo que obligó que sus congregaciones se limitaran a casas particulares o directamente se retrayeran en las famosas catacumbas. Por esto es que no existe hasta después del año 313 una arquitectura oficial que logre definir el ánimo o el espíritu nuevo de la religión naciente. 
A partir del Edicto de Milán es que empezamos a ver cómo las necesidades religiosas del cristianismo piden una estructura que lleva existiendo por lo menos cuatro siglos: la basílica romana. Esta estructura de gran capacidad, que otrora estuviera dedicada a eventos de carácter civil, es capaz de albergar grandes concentraciones de fieles para las ceremonias de la Roma cristiana. 
ICONOGRAFÍA
No hay que olvidar que esta vertiente del arte sigue los preceptos religiosos de una religión abrahámica: se pierden (se evitan) las reproducciones en esculturas de la divinidad (por aquello de no admirar ídolos), pero se mantiene la técnica de sarcófagos romanos que éstos a su vez heredaron del pueblo etrusco. 
Por otra parte, la pintura “per-se” retrocede para abrirle campo al refinado y duradero arte del mosaico. Los temas que se tratan provienen indistintamente del Viejo y Nuevo testamento y giran en torno a las figuras humanas; creación perfecta de Dios padre todopoderoso. 
Aparece toda la simbología propia del cristianismo, el cordero, el pastor, el Pantocrátor, el pez, etc. Paulatinamente nos alejamos de los patrones clásicos, desaparece el relieve y el modelado para dar paso al color plano y la línea gruesa, la cual resalta más la expresividad del fervor religioso. Formas compositivas jerarquizadas y simétricas, frontalismo para las figuras importantes y rostros hieráticos e inexpresivos en señal de respeto hacia ellos.
CONCLUSIONES
El arte que nace de las dificultades es, según una opinión personal, especialmente hermoso. Las dificultades y la persecución que sufren los fieles de las religiones abrahámicas desde el principio de su existencia hasta nuestros días se dejan ver a través del arte de los pueblos de la diáspora israelita y el paleocristiano es una de las tantas representaciones de ello. Son totalmente identificables, dada la zona y el período en que surgen, los estilos, los temas e inclusive las técnicas que trata. La posterior oficialización del cristianismo sentó las raíces del colorido y fantástico arte del medioevo, y fue dejando atrás las influencias clásicas que no resurgirían hasta bien entrados los siglos XV y XVI con el renacimiento.

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