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DOC-20230427-WA0006 - Hilton Mendoza (1)

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TRABAJO: ¿SON VIGENTES LOS DONES MILAGROSOS? 
RICHARD B. GAFFIN, JR. / ROBERT L. SAUCY 
 
CURSO: HECHOS 
 
ALUMNO: Hilton Mendoza 
 MAESTRO: Efraín Tello 
AÑO: 2023 
“Yo, Hilton Mendoza, declaro haber realizado el presente trabajo de 
acuerdo a las normas del Seminario Bautista Macedonia” 
 
 
______________________________ 
Firma 
¿SON VIGENTES LOS DONES MILAGROSOS? 
CAPÍTULO 1 
LA POSTURA CESACIONISTA 
RICHARD B. GAFFIN, JR. 
ALGUNOS COMENTARIOS PRELIMINARES 
La posición cesacionista que mantengo está, cuando menos, motivada por un deseo racionalista de 
acomodar toda la obra del Espíritu Santo dentro de un paquete pequeño y ordenado. Al mismo 
tiempo, no debemos adoptar un tipo de capricho del Espíritu. En este simposio no estamos 
discutiendo sobre si el Espíritu de Dios está obrando hoy en día de manera poderosa, dinámica, 
sobrenatural y directa. Esta actividad, como la posterior de Jesús en el Evangelio de Juan y Pablo, 
deja claro que se trata de una obra de resurrección no menos real, no menos milagrosa, no menos 
escatológica que la futura resurrección de los cuerpos de los creyentes cuando Cristo vuelva. Los 
filósofos postmodernos, especialmente desde Descartes, han rechazado acertadamente la idea de 
que la razón humana es neutral y no está sesgada. Normalmente los no cesacionistas ven la realidad 
escatológica de la actividad del Espíritu como un elemento decisivo de su postura. De todas formas, 
preguntarse en qué constituye la esencia escatológica de la obra presente del Espíritu en la Iglesia 
sirve para establecer una diferencia fundamental entre los cesacionistas y los no cesacionistas. 
¿SEGUNDAS EXPERIENCIAS? 
Casi toda la enseñanza del Nuevo Testamento sobre el Espíritu Santo busca o tiene su origen en 
Pentecostés. En otras palabras, la cuestión importante es saber lo que realmente sucedió en aquel 
día. Por ejemplo, ¿los acontecimientos excepcionales de Pentecostés suponen un modelo que insta 
a cada creyente del Nuevo Testamento, sin importar el tiempo ni el lugar, a intentar recibir el 
Espíritu en poder como una experiencia distintiva, acompañada de hablar en lenguas, tanto en la 
conversión como en ocasiones posteriores a la conversión? Las denominaciones pentecostales y el 
movimiento carismático responden afirmativamente a esta pregunta. Pero, ¿Pentecostés es un 
modelo para nosotros? Al intentar responder a esta pregunta aquí, ampliaré el discurso para 
analizar hasta qué punto tiene que ver Pentecostés con experiencias de poder de la Iglesia de hoy, 
con segundas bendiciones posteriores a la conversión u otros temas, si es que tiene algo que ver. 
1. Por qué Pentecostés es único. 
En términos teológicos, la expresión historia de la salvación se refiere a acontecimientos que eran 
parte de la obra de Cristo para ganar nuestra salvación, obra que sirvió de una vez por todas. La 
expresión orden de la salvación se refiere a hechos de la continua aplicación de la obra de Cristo en 
las vidas de los cristianos a través de la Historia. Ahora, pensando en esta distinción, Pentecostés 
pertenece a la historia de la salvación, no al orden de la salvación. La unión con Cristo en su muerte 
y resurrección no es una cuestión de repetir estos hechos, por analogía, en nuestra experiencia 
continua; los creyentes no tienen una experiencia de muerte tan diferente a la experiencia de 
resurrección, ya sea temporal o casual. Pentecostés atestigua públicamente que la obra salvadora 
de Cristo ha sido completada, que se ha convertido en El Espíritu que da vida. Pentecostés es, dentro 
de la historia de la redención, el sello del Espíritu de Cristo para la Iglesia sobre el perdón y la vida 
escatológica asegurada en su muerte, resurrección y ascensión. 
Sobre todo, Pentecostés significa dos cosas: 
• El Espíritu ahora está presente, por lo menos permanentemente sobre la base de la obra 
finalizada de Cristo; Él es el Espíritu escatológico. 
• El Espíritu ahora es derramado sobre toda carne tanto gentil como judía; es el Espíritu 
universal. 
2. Entonces, ¿Qué hay de las segundas experiencias en Hechos? 
Las experiencias milagrosas de Pentecostés y otras recogidas en Hechos solo tienen significado si 
nos acercamos a ellas desde esta perspectiva controladora. Estos milagros dan testimonio de la 
realización del programa apostólico que se expande, anunciado en Jerusalén, Judea, Samaria y los 
confines de la Tierra. Después de todo, la nota con la que Lucas decide finalizar, la impresión con la 
que quiere dejar a Teófilo hasta que llegue la parte segunda. Este final incluye lo siguiente: Los 
apóstoles y otros discípulos, habiendo tenido contacto reciente con el Jesús resucitado y ascendido, 
con el corazón ardiendo y las mentes abiertas, adoran con gran gozo, alabando a Dios siempre y en 
público en el templo. 
3. Debido a Pentecostés, nosotros experimentamos la obra del Espíritu Santo. 
Si enfatizamos en la importancia cristológica, definitiva de Pentecostés y su ubicación dentro de la 
historia de la redención podemos dar la sensación de no querer darle ninguna importancia a la 
experiencia del Bautismo del Espíritu. Estoy dispuesto a luchar en contra de esa impresión. No 
podemos negar y comentaré este punto más adelante que el Espíritu que llegó en Pentecostés es el 
autor de experiencias reales ricas y profundas en los creyentes; es la fuente de toda experiencia 
cristiana. No puede dudarse del punto de vista del Nuevo Testamento: no experimentar el Espíritu 
- de una manera vital, transformadora y por lo tanto poderosa - es no tener el Espíritu. No es esto 
de lo que debatimos en este libro. 
CESACIONISMO 
Definir milagro adecuadamente es difícil y requeriría una discusión extensa. Para nuestro propósito, 
aceptaré que un milagro sucede cuando Dios hace algo menos común o extraordinario y sumamente 
insólito. La Iglesia se describe como el proyecto de construcción de Dios, el arquitecto maestro, en 
marcha en el periodo entre la ascensión y el retorno de Cristo. En este edificio de la Iglesia, los 
apóstoles y los profetas son los cimientos, junto con Cristo, como la piedra angular en cualquier 
proyecto de construcción antiguo o moderno, los cimientos se ponen al principio, sin que tengan 
que ser repetidos constantemente al menos, si el constructor sabe lo que está haciendo en términos 
de este modelo dinámico para la Iglesia, los apóstoles y profetas pertenecen al periodo de los 
cimientos. La Biblia, como revelación canónica, documenta fielmente por su alcance, no por su 
extensión, un organismo histórico completo, un proceso acabado que revela la historia de la 
redención. Documenta la historia que ha alcanzado su consumación en la ascensión de Cristo y el 
envío del Espíritu, una historia que, desde entonces, está en espera, entre los tiempos, hasta que Él 
vuelva. El énfasis principal de Pablo está en la cualidad parcial y oscurecida del conocimiento 
presente del creyente, traído por dones proféticos, en comparación con la fe, la esperanza, y 
especialmente el amor que tienen lo que podríamos llamar un alcance o entendimiento escatológico 
de forma completa. 
VIDA DE IGLESIA EN LA ACTUALIDAD 
El mismo Pablo, al tratar una serie de asuntos matrimoniales, ofrece una indicación de las 
dimensiones de la extensión ante la que nos encontramos: Cada cual ha recibido de Dios su propio 
don, uno de esta manera y otro de aquella, la siguiente aparición de la palabra griega carisma será 
su múltiple uso en los capítulos 12 al 14. Pablo está diciendo que para el creyente, la cuestión sobre 
si casarse o no debe ser respondida en términos del don espiritual de cada uno; no debe 
establecerse una separación entre la espiritualidad y la sexualidad. Esto se debe, tal y como 
esperábamos que fuera, a que el Espíritu de Dios es el viento de una nueva creación. Cuando el 
Espíritu entra en nosotros, quiere que le dejemos entrar en todas las áreas denuestra vida. Podemos 
decir con justicia entonces que todo lo que tome de mí para el servicio a Cristo y a su Iglesia, esto 
incluye aptitudes y capacidades que tenía antes de convertirme, es un don espiritual. 
PELIGROS 
Un peligro particular de los cesacionistas, sospecho, es que en nuestra preocupación por los excesos 
percibidos y tendencias malsanas de las otras corrientes, olvidamos el compromiso, expresado al 
principio, del carácter incalculable de la labor del Espíritu. Hablar mucho sobre el Espíritu implica el 
riesgo de minimizar, incluso quizás perder, el sentido de cuán sorprendente es, en realidad, nuestra 
salvación en Cristo, incluyendo la obra del Espíritu. Esta lucha no ha terminado. Es perenne, tiene el 
potencial de disminuir el poder de la Reforma en la actualidad. En el nombre del Espíritu, algunos 
siguen colocando la tradición de la Iglesia virtualmente a la par de la Escritura, mientras otros 
afirman tener nuevas revelaciones y guías aparte de las Escrituras. Pero nada a la par de las 
Escrituras y nada aparte de las Escrituras: este tema sigue siendo uno de los más críticos en la iglesia 
contemporánea. 
UNA RESPUESTA DE LA POSTURA ABIERTA, PERO CON CAUTELA A RICHARD B. GAFFIN, 
JR. 
Específicamente, el énfasis hecho en la llegada del Espíritu en Pentecostés dentro del marco general 
de la historia de la redención es excelente y, en mi opinión, muy significativo para muchas de las 
preguntas suscitadas en el debate que nos ocupa. En cuanto al primer punto, el argumento del 
doctor Gaffin de que la venida del Espíritu en Pentecostés era en realidad la finalización del hecho 
salvífico de la primera venida de Cristo y que, por lo tanto, pertenece a cada creyente, es magnífico. 
El énfasis en la obra del Espíritu en el creyente que es ciertamente parte de nuestra salvación 
escatológica, es decir, su presencia santificadora en la vida normal que potencia el fruto que 
pertenece a la vida eterna también parece estar en armonía con la enseñanza apostólica. Parecen 
existir pruebas claras de que la profecía cesó, o al menos cambió, al finalizar el Canon del Antiguo 
Testamento. Pero esta conclusión no se extrae tanto de la enseñanza del mismo Antiguo 
Testamento como de la experiencia de falta de profecía en medio del pueblo de Dios. De manera 
similar, cuando se reconoció que la profecía estaba de nuevo presente en relación con la nueva obra 
de Cristo, se reconoció como tal debido a su válida manifestación. 
UNA RESPUESTA DE LA TERCERA OLA A RICHARD B. GAFFIN, JR. 
La verdad, no obstante, es que los cesacionistas generalmente despliegan un escepticismo sobre las 
reivindicaciones post-apostólicas acerca de lo sobrenatural motivado, al parecer, por la creencia de 
que si existe una explicación natural para un fenómeno, entonces es probable. Los cesacionistas, 
logosref:Bible.1Co12
logosref:Bible.1Co14
por regla general, no esperan que el Espíritu Santo opere de modo abiertamente sobrenatural y 
milagroso, y normalmente no están tan predispuestos como otros a encontrar las razones de ciertos 
fenómenos físicos y espirituales en la interactuación entre seres espirituales (ángeles y demonios) 
o la actuación directa de la tercera persona de la Trinidad. Pedro dice de Pentecostés, Esto es lo que 
profetizó Joel que ocurriría en los últimos días, ese periodo de la Historia que conocemos como la 
época de la Iglesia, en la cual la obra del Espíritu de revelación es democratizada entre el pueblo de 
Dios. 
La esencia de Pentecostés tiene dos filos: apunta hacia: 
• LA presencia permanente del Espíritu Santo. 
• su derramamiento universal (todas las personas). Exactamente. Pero, ¿con qué objetivo se 
nos da el Espíritu?; ¿para qué propósito está presente? 
En primer lugar, argumenta que el Nuevo Testamento solamente recoge estos dones en Hechos. Y 
estos acompañan la proclamación apostólica única y finalizada del Evangelio. Si los cristianos del 
primer siglo estaban obligados a creer y obedecer la Escritura en un periodo de Canon abierto, 
simultáneamente y en presencia de revelación profética no canónica, no tenemos ninguna razón 
para pensar que la revelación no canónica en el periodo de Canon cerrado de la historia de la Iglesia 
presente un problema muy grave. 
 UNA RESPUESTA PENTECOSTAL/CARISMATICA A RICHARD B. GAFFIN, JR. 
Sencillamente, el Antiguo Testamento anticipa, y el Nuevo Testamento confirma mediante el 
cumplimiento, la naturaleza profética/carismática de la obra del Espíritu durante los últimos días. 
Los pentecostales, más bien, opinan que ya que Cristo derramó su Espíritu, y ya que el Espíritu mora 
sin duda en la Iglesia, el Espíritu es accesible para todos los creyentes de la misma manera 
experimental en la que fue accesible para todos los creyentes en aquél el primer día: en poder. En 
este sentido, Pentecostés es repetible. De nuevo, la idea es simplemente ésta: la obra escatológica 
del Espíritu es tanto dotarnos de poder como transformar nuestro interior, y cada experiencia tiene 
una naturaleza y expresión distinta a las demás experiencias. 
• En primer lugar, el énfasis en Hechos está sin duda en la expansión del reino, a través del 
Espíritu, a varios grupos de personas. Los pentecostales creen que la obra de dotación de poder 
del Espíritu es para el Cuerpo de Cristo, pero en un sentido real y concreto. Es decir, la obra de 
dotación de poder del Espíritu entre esos grupos será expresada por personas dentro de esos 
grupos de la misma forma en la que siempre se ha expresado esa dotación de poder: a través 
de la predicación directa, los dones milagrosos, los dones de palabra, las sanidades y demás. 
• En segundo lugar, ya se ha probado que las manifestaciones o dones de palabra no están 
exclusivamente relacionados bien con los apóstoles, bien con el Canon. Pero oír la voz del 
Espíritu es una idea claramente bíblica, ya sea oírle de forma audible en una manifestación 
planeada por Dios para edificar el Cuerpo de Cristo, o a través de la suave y casi imperceptible 
voz del Espíritu en nuestro interior. 
CAPÍTULO 2 
LA POSTURA ABIERTA, PERO CAUTELOSA ROBERT L. SAUCY 
ROBERT L. SAUCY 
LA POSTURA ABIERTA, PERO CAUTELOSA 
Todos los creyentes evangélicos adoran a un Dios con poder sobrenatural. Este poder se manifiesta 
cada vez que una persona es redimida de la atadura del pecado. También se observa en acciones 
espectacularmente milagrosas, algunas de las cuales están asociadas con los dones espirituales 
milagrosos, ejercidos por el pueblo de Dios. El tema de la pertinencia y uso de estos dones en el 
ministerio de la Iglesia es problemático para muchos incluyéndome a mí mismo. 
La experiencia de Dios posterior a la salvación 
El ejercicio de los dones milagrosos en la Iglesia se asocia con frecuencia a la enseñanza de una 
segunda experiencia espiritual posterior a la salvación. Las Escrituras no contienen ningún mandato 
que inste a los creyentes a buscar una nueva relación con el Espíritu, lo que confirma que todos los 
creyentes a través de la fe en Cristo han entrado en una relación final con el Espíritu. Los únicos dos 
mandamientos posibles citados en relación con el Espíritu son vivid por el Espíritu y sed llenos del 
Espíritu. El concepto mismo transmite la idea de vitalidad y poder. Pero las Escrituras hacen más 
énfasis en la experiencia de este poder manifestado en la normalidad de la vida diaria que en lo 
milagroso. 
CESACIONISMO 
Existe una confusión considerable en torno al debate contemporáneo debido a que se tienen 
diferentes conceptos sobre los dones. La característica del cesacionismo no es si Dios sigue haciendo 
milagros, sino si los mismos fenómenos de dones espirituales milagrosos vistos en la Iglesia del 
Nuevo Testamento son normales para toda la era de la Iglesia. El Nuevo Testamento no enseña 
explícitamente el cese de ciertos dones en un punto determinado de la experiencia de la Iglesia. Por 
lo tanto, es imposible decir desdeel punto de vista bíblico que ciertos dones no pueden ocurrir en 
cualquier momento según la voluntad soberana de Dios 
1. La exclusividad de la era apostólica 
Las Escrituras no aclaran el número exacto de apóstoles en el sentido que estamos hablando esta 
palabra también se usa para representantes de la Iglesia, existía claramente un grupo relativamente 
pequeño conocido como apóstoles, quienes representaban a Cristo como los únicos ministros con 
autoridad de la Iglesia primitiva. Es imposible afirmar que ciertos fenómenos en la Iglesia primitiva 
continuaron a través de la historia de la Iglesia y son vigentes hoy, la vigencia de dones milagrosos 
contemporáneos no puede depender simplemente de lo que sucedía en la Iglesia primitiva, diciendo 
que es lo mismo que se pretende para la Iglesia de hoy. 
2. La desigualdad de los milagros en la historia bíblica 
• Las pruebas bíblicas de periodos especiales de milagros 
Las Escrituras recogen la realización de milagros a lo largo de toda la historia bíblica, mucha de la 
cual tenía que ver con el don de profecía. Las tres épocas más importantes son las siguientes: la de 
Moisés y el Éxodo, los ministerios de Elías y Eliseo, y la de Cristo y los apóstoles. Los milagros de 
Jesús recogidos en los Evangelios generalmente se reconocen como iguales a los de Elías y Eliseo. 
• La explicación de los periodos especiales de milagros 
Este propósito de los milagros, ser señal de algo o señalar a algo, se ve claramente en la Biblia, 
incluso cuando no se utiliza la palabra en cuestión. Moisés recibió ciertas señales que debía hacer, 
para que el pueblo creyera que se te ha aparecido el Señor. Los milagros de Jesús también fueron 
explicados como señales que verificaban quién era y daban validez a sus afirmaciones.El testimonio 
de la Escritura nos conduce a las siguientes tres conclusiones: 
1) La actividad milagrosa tuvo lugar en ciertos momentos cruciales del registro bíblico de la 
historia de la salvación. 
2) Estos milagros tenían como propósito principal ser señales que autenticaban la Revelación 
de Dios y a sus portavoces proféticos en momentos cruciales. 
3) La era de Cristo y de los apóstoles fue una época de señales milagrosas extraordinarias. 
3. El testimonio de la historia de la Iglesia con respecto a los milagros 
El uso de tal evidencia histórica a veces se rechaza, basándose en que es un argumento de la 
experiencia, no de las Escrituras. El hecho de que la evidencia histórica haya sido usada por ambas 
posiciones habla de la dificultad de su interpretación. Las Escrituras revelan que la cantidad de 
milagros que Dios hacía no dependía principalmente de la fe humana, sino de su plan y propósitos 
soberanos. La enseñanza de las Escrituras, por lo tanto, nos lleva a la conclusión de que existieron 
periodos en los que Dios desarrolló una actividad milagrosa especial, uno de los cuales fue la era 
apostólica. 
4. La posibilidad de la continuidad de los dones espirituales en la Iglesia 
La Biblia no presenta una vida de iglesia siguiendo a los apóstoles. Los fragmentos bíblicos que nos 
hablan de los dones milagrosos en la Iglesia incluyen a los apóstoles y a los profetas. Algunos dicen 
que el testimonio de Cristo dado por predicadores de todas las épocas se confirma por los mismos 
dones maravillosos del Espíritu. Una segunda verdad en relación con el tema de la continuidad de 
los dones no apostólicos es que realmente tenemos muy pocas evidencias de cómo funcionaban 
estos dones en la Iglesia bíblica. La enseñanza de las cartas es probablemente la fuente que más nos 
puede acercar. Por lo tanto, no disponemos de enseñanza bíblica explícita o de un retrato del 
propósito divino de la actividad milagrosa en medio de la Iglesia posterior al ministerio de Cristo y 
de los apóstoles. 
5. El tema de la enseñanza específica sobre el cese de ciertos dones espirituales 
La referencia de Pablo sobre el cese de las lenguas, del conocimiento y de la profecía cuando llegue 
la perfección, en mi opinión, no enseña explícitamente el cese de los dones durante la era de la 
Iglesia. La referencia a la fundación apunta hacia un ministerio en particular de algunos, ministerio 
que no continuó del mismo modo a lo largo de la Historia posterior. La manifestación de profecía 
entre el pueblo de Dios cesó con Malaquías porque su propósito estaba ya cumplido. La cantidad de 
profecías que aparecen al principio de los Evangelios hablan del avivamiento de este don que iba a 
ser una característica inequívoca de la era mesiánica prometida. 
6. Conclusión 
Las pruebas, tanto de las Escrituras como de la experiencia de la Iglesia nos llevan a dos reflexiones 
en torno a la manifestación de los dones milagrosos espirituales en la Iglesia. Sí que existe rotunda 
evidencia bíblica de que ciertos dones y actividades milagrosas, asociadas con los apóstoles y con 
otros profetas, estaban pensadas para la fundación de la Iglesia y que, por lo tanto, no continuarían 
como parte de la vida normal de la Iglesia. La historia siguiente de la Iglesia apoya esta conclusión 
al testificar claramente que la actividad milagrosa de la Iglesia post-apostólica, tanto en extensión 
como en calidad, no era la misma que la de la época de Jesús y de los apóstoles. 
Dones específicos y ministerios 
La especialidad de la era apostólica, junto con la falta de enseñanza específica sobre el cese de 
ciertos dones, sugiere que debemos estar abiertos en todo tiempo a lo que Dios quiera hacer. El 
tema del propósito es particularmente importante para aquellos que creen que la actividad 
milagrosa en la Iglesia existió por una razón especial. ¿Ese propósito se completa hoy de alguna otra 
forma, o solo servían para cubrir las necesidades del periodo fundacional de la Iglesia? 
1. Profecía 
Los estudios académicos sobre este tema han entendido tradicionalmente toda la revelación bíblica 
como manifestación inspirada que llegó a través de la revelación directa de Dios, y no veo ninguna 
razón para cambiar esta definición. Es importante que en las últimas cartas de Pablo no existe 
ninguna referencia a la profecía, salvo el recordatorio a Timoteo de la profecía hecha en su 
ordenación. El énfasis de estas cartas, que se llaman pastorales porque dan instrucciones para el 
ministerio en la Iglesia, está en la enseñanza, la exhortación y la preeminencia de las Escrituras. 
2. Sanidad 
Los relatos acerca de tales sanidades en la Escritura revelan que eran instantáneos. La Escritura 
enseña claramente la unión psicosomática del espíritu y la mente, mediante la cual el estado del 
espíritu tiene un efecto poderoso sobre la salud del cuerpo, tanto de manera positiva como 
negativa. Una teología de las sanidades debe reconocer que la salud corporal no se nos ha 
prometido como una característica segura de la salvación en esta era. En el presente, el destino del 
cuerpo es la muerte debido al pecado. 
3. Lenguas 
El don de lenguas podía interpretarse con entendimiento. Las lenguas no servían para predicar el 
Evangelio a los extranjeros, como tampoco eran la evidencia habitual del Bautismo en el Espíritu. En 
las Escrituras, como hemos apuntado antes, está claro que todos los creyentes han recibido el don 
del Espíritu o, utilizando otra terminología, han sido bautizados con el Espíritu; pero no todos tienen 
el don de lenguas. No obstante, existe mucho en las Escrituras que describe su naturaleza, y la forma 
en que se debe llevar a cabo para condicionar su manifestación. 
4. Expulsar demonios 
Según las enseñanzas bíblicas, los no creyentes están atados no solamente por su propia naturaleza 
pecaminosa, sino también por poderes malignos. La enseñanza de las Escrituras apunta a la 
capacidad y la responsabilidad que el creyente tiene de resistir los ataques de Satanás y de los 
demonios. Un ministerio de expulsión de demonios no solamente es un riesgo en cuanto a la 
equivocación en los diagnósticos, sino que no cumpleel objetivo principal de todos los ministerios, 
que es hacer todo lo posible para darle al creyente fortaleza y madurez espiritual. 
5. La puesta en práctica de los dones 
La enseñanza general de las Escrituras es que la manifestación de los dones está bajo el control de 
Dios. Él distribuye los dones según su propia voluntad y coloca a cada miembro del Cuerpo en el 
lugar que desea. Sin embargo, es difícil entender cómo alguien puede tener una propensión natural 
hacia los dones milagrosos. De manera significativa, la Escritura apenas ofrece ninguna exhortación 
a que las personas busquen sus dones. 
Los dones y la vida de la Iglesia 
Según las Escrituras, el ejercicio de los dones espirituales es indispensable para la vida y el 
crecimiento de la Iglesia. 
1. Dones que son preeminentes 
Hasta ahora he procurado demostrar que las Escrituras no nos otorgan ningún modelo para la Iglesia 
después de la finalización de la era apostólica. La Escritura no solamente ordena el poder del amor 
y las buenas obras para persuadir, sino que muchos historiadores de la Iglesia lo ven como la clave 
para el éxito evangelístico de la Iglesia primitiva. 
2. El desarrollo y adiestramiento de los dones 
 Poco dice la Escritura sobre la práctica y desarrollo del ministerio de dones espirituales. Puede 
parecer, no obstante, que aquellos dones en los que el Espíritu utiliza nuestras habilidades 
personales pueden llegar a ser más eficaces mediante el adiestramiento. Ser apto para enseñar es, 
sin duda, ser apto para estudiar. Es difícil ver cómo las habilidades humanas y el adiestramiento 
tienen que ver con dones como las lenguas, la interpretación de las lenguas, los milagros e incluso 
la profecía. 
3. El ministerio de dones en el ámbito personal y en el colectivo 
Gran parte del ministerio tiene lugar cuando los creyentes cumplen de forma individual es decir, 
fuera de las reuniones generales las muchas exhortaciones a enseñar, amonestar y consolarse los 
unos a los otros. Para una persona que está abierta a la intervención divina, la recepción de un don 
para ministrar es la experimentación de la obra sobrenatural de Dios. El efecto, en ocasiones, puede 
ser muy obvio, como por ejemplo llorar o expresar alegría de maneras muy diversas. Pero la Biblia 
no menciona ninguna manifestación corporal como reflejo del poder sobrenatural inmediato del 
Espíritu de Dios. 
4. Guía personal de Dios 
Aquellos que mantienen la continuidad de la revelación buscan la guía de Dios mediante el don de 
profecía o los dones de sabiduría y conocimiento. La Escritura dice que Dios ha escrito su ley en el 
corazón de cada creyente. En términos prácticos, utilizando todos los medios de guía a nuestra 
disposición, especialmente la meditación en las Escrituras, debemos examinar cuidadosamente 
nuestros corazones y mentes para discernir la voz de Dios. 
5. Los que difieren acerca de los dones milagrosos 
Entre los muchos asuntos teológicos sobre los que los cristianos difieren, algunos impiden el 
compañerismo práctico más que otros, especialmente los temas que afectan de forma inmediata a 
la vida de la Iglesia. La unidad en la comunión se basa en la similitud de creencia y práctica. Los 
creyentes que busquen el objetivo de Cristo de la unidad de la Iglesia deben seguir haciendo de 
estos temas una materia de estudio. 
Riesgos de las diferentes posturas 
El ideal es, por supuesto, sostener una posición teológica que promueva la salud espiritual y que no 
presente ningún riesgo. La seguridad aportada por algunos de que la sanidad de Dios es accesible a 
todos, también ha creado una fe falsa y la consiguiente decepción para aquellos a quienes nunca les 
ha llegado la sanidad, a pesar de haberla buscado sinceramente. 
Apéndice: Evaluando las profecías 
La palabra griega tiene el sentido básico de distinguir entre cosas diferentes. La misma palabra se 
utiliza para el discernimiento de espíritus, listado inmediatamente después del don de profecía y 
considerado vigente en la evaluación de la profecía. Cualquiera que hablara en contra de esa pauta 
que Dios había dado no se podía considerar a sí mismo profeta. Si la profecía es, en verdad, una 
revelación inspirada por Dios, tiene autoridad, sea cual sea el vehículo por el que sea recibida. 
 UNA RESPUESTA CESACIONISTA A ROBERT L. SAUCY 
La verdad de este tema está entre la posición de Jack Deere, por ejemplo, y la postura a la que se 
opone. Aunque es, sin duda, demasiado restrictivo limitar los milagros en el Antiguo Testamento a 
los tiempos de Moisés/Josué y Elías/Eliseo, Deere exagera, incluso sobre la evidencia que presenta, 
al llegar a la conclusión de que, desde Samuel en adelante los milagros son constantes y regulares, 
y que los acontecimientos sobrenaturales son una parte habitual de la vida del Antiguo Testamento. 
El Espíritu Santo debe actuar y, de hecho, actúa en los sentimientos, intuiciones y presentimientos, 
corazonadas que los creyentes tienen sobre decisiones específicas y formas de hacer concretas. 
UNA RESPUESTA DE LA TERCERA OLA A ROBERT L. SAUCY 
A pesar de que la palabra charisma nunca se aplique al apostolado, tanto Saucy como Gaffin insisten 
en que se trata de un don espiritual que no sobrevivió más allá del primer siglo. Según ellos, esto 
puede llevarnos a la conclusión de que otros dones también eran temporales. Este tipo de 
argumento es como decir que es probable que ninguna práctica de la Iglesia primitiva sea válida 
hoy, simplemente porque reconocemos que algunas prácticas no lo son. Una característica 
especialmente alentadora de este libro es que ninguno de los participantes en este simposio ha 
escrito nada que contribuya a este problema en potencia. 
UNA RESPUESTA PENTECOSTAL/CARISMÁTICA A ROBERT L. SAUCY 
Los pentecostales no describirían el Bautismo del Espíritu como una relación nueva y definitiva. El 
Bautismo del Espíritu es una experiencia dentro de la ya existente relación del nuevo pacto, ya que 
todos los creyentes reciben el Espíritu en su conversión. Los pentecostales describirían el Bautismo 
del Espíritu inaugural, y las posteriores experiencias en las que uno vuelve a ser lleno con el Espíritu 
y poder, más bien como derramamientos decisivos. En primer lugar, el género narrativo expresa los 
imperativos de forma diferente a como los expresa el género epistolar. En segundo lugar, debemos 
dejar que Lucas explique el cumplimiento de la historia de la redención a su manera; no debemos 
extrapolar la teología de Pablo e imponerla de manera forzada en Lucas-Hechos. 
BIBLIOGRAFIA: 
ESTE LIBRO ERTENECE A LA COLECCIÓN TEOLOGICA CONTEMPORANEA 
COAUTORES: 
• RICHARD B. GAFFIN, JR. 
• ROBERT L. SAUCY 
• C. SAMUEL STORMS 
• DOUGLAS A. OSS 
EDITORES: 
• WAYNE GRUDEM 
SERIES: 
• COLECCIÓN TEOLOGICA CONTEMPORANEA 
 
CONCLUSIONES PERSONALES: 
EN EL CAPÍTULO 1 Y 2 NOS MUESTRA LO SIGUIENTE: 
¿Son vigentes el don de lenguas, el de profecía y el de sanidad? 
• Los cesacionistas creen que no. 
• Los pentecostales y miembros de la Tercera ola opinan que sí. 
• La perspectiva abierta, pero cautelosa, responde con un tímido quizás. 
¿Cuál es la respuesta? 
¿Hay una respuesta? 
¿Son vigentes los dones milagrosos? 
Esta obra ofrece un foro imparcial donde comparar las cuatro perspectivas principales: 
cesacionista, abierta pero con cautela, Tercer Ola, carismática/pentecostal. 
• Un autor de cada una de estas líneas de pensamiento presenta su posición, y ésta va 
acompañada de los comentarios y la crítica de las perspectivas opuestas.

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