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Juan Antonio de Castro de Arespacochaga
NO SÓLO ES SOROS
LA AMENAZA DEL GLOBALISMO TOTALITARIO EN TIEMPOS
DEL CORONAVIRUS
BIBLIOTHECA HOMOLEGENS
© Juan Antonio de Castro de Arespacochaga, 2021
© Homo Legens, 2021
Calle Nicasio Gallego, 9
28010 Madrid
www.homolegens.com
Prólogo: Miguel Durán ©
Edición: Rocio de Juan Romero
ISBN: 978-84-18162-53-4
Maquetación: Ignacio Cascajero
Diseño de cubierta: Álex H. Poles
Todos los derechos reservados.
Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio o
procedimiento, incluidos la reprografía, el tratamiento informático y la distribución de ejemplares
mediante alquiler o préstamo público sin permiso previo y por escrito del editor.
ÍNDICE
Prólogo. Por Miguel Durán Campos
Preámbulo
I. Introducción
II. Oligarquía globalista, marxismo cultural y “sociedad abierta”
III. Globalismo totalitario al asalto de
los pilares del sistema
IV. El “coronashock” como catalizador
V . Oponerse a la nueva dictadura: “el espíritu de Normandía”
VI. Conclusión
A María, por su enorme apoyo.
“A veces, permanecer en silencio es mentir,
ya que el silencio puede interpretarse como asentimiento”
Miguel de Unamuno
PRÓLOGO POR MIGUEL DURÁN CAMPOS
Conocí a Juan de Castro hace algún tiempo, cuando un vídeo donde él
explicaba su ya insobornable actuación contra el Globalismo Totalitario me
atrajo poderosamente en su discurso de aquellos más de 14 minutos en que
le oí hablar con absoluta serenidad, pero con total contundencia, de los
manejos de Soros y demás oligarcas mundiales. Me dije entonces que tenía
que conocer personalmente a un personaje que, con tal valentía y
determinación, se atrevía a combatir contra fuerzas tan gigantescas como la
de estos magnates. A través de un amigo común, logré mi propósito; le
conocí y le empecé a tratar. Pronto se entabló entre nosotros una sincera
relación de amistad y de concordia sobre el fondo del análisis general que
Juan de Castro realiza sobre el momento actual de tantas cosas importantes
que le suceden a la Humanidad. Por ello, cuando Juan me pidió que le
echara el tiempo necesario para leer su libro, el nuevo libro que sigue a este
modesto prólogo, no sólo me apresuré a afrontar la lectura, sino que estuve
encantado de poner unas líneas de mi propia cosecha como proscenio de
una obra como ésta, descarnada, valiente, hipercrítica y muy audaz.
Porque sí, querido lector, así es esta obra: descarnada porque dibuja con
trazo quirúrgico grandes males que nos van infiltrando, paulatina pero
progresivamente en todo el tejido social; y es valiente porque, aunque
inmersos todavía en un sistema en el que, presuntamente, la libertad de
expresión pueda aún predicarse de entre las libertades fundamentales, no
cabe duda de que la gran zarpa del totalitarismo globalista no dejará de
tomar buena nota de todos aquellos que seamos renuentes a sus trágicos
designios; es hipercrítica porque pone el dedo en la llaga de los manejos
esenciales no sólo de los grandes oligarcas, sino que también se proyecta
contra los títeres que, incluso desde los más grandes estamentos políticos,
judiciales, desde los medios de comunicación de masas, de organismos
internacionales y desde dentro de la propia sociedad civil, sirven como
buenos y fieles lacayos a quienes derraman el dinero abundantemente para
comprar sus voluntades; y, en suma, es audaz porque contiene aún sesgos
de esperanza que, para descreídos como yo, resultan, hasta cierto punto al
menos, un tanto voluntaristas. Pero bien está que Juan quiera, después de
advertirnos sobre los grandes riesgos en que nos encontramos, apuntar
rayos de esperanza y convocarnos a una permanente y abierta lucha contra
lo que se nos está ya viniendo encima.
No quisiera yo “echarle agua al vino” de las esperanzas de Juan de
Castro; y, por eso, invito al lector a que, luego de haberse embebido en las
páginas que siguen, preste especial atención a las 11 medidas finales que él
nos plantea como antídoto contra las anestesias que estos sátrapas modernos
nos están inoculando día a día desde todos los ámbitos que pueden
manipular.
Estoy convencido de que los servidores del mal que nos acucia no
perderán tiempo en tachar este libro de puramente conspiranoico, y de
negacionistas a quienes preferimos no embaularnos acríticamente todo lo
que se proyecta sobre nosotros para adormecer nuestras conciencias. Pero
vale la pena luchar, aunque sólo sea como lo hacía aquel “salvaje” de la
Reserva que Aldous Huxley describía tan sumamente bien en su libro Un
mundo feliz . Porque a mucho de lo que se describía en ese libro aspirarían
(o aspiran) los que quieren convertirse en el “world controler”. Usted,
querido Lector, ¿a qué subclase de ese futuro mundo hipercontrolado quiere
pertenecer, a los alfa, a los beta,... O le da igual que lo encasillen en los
épsilon? En esta estructura orwelliana que se está confeccionando para
nosotros, si Dios y los que estamos convencidos de que hay que luchar
contra ella no lo remediamos, vamos a padecer muchos males, a menos que
nos resignemos a perder toda conciencia de lo que nos pase.
La “plandemia” -como muy sarcásticamente bien la define el Autor-
viene a ser el formidable pretexto, la herramienta casi definitiva que los
sátrapas modernos usan para redondear su faena. De siempre se ha sabido
que es el miedo generalizado el mejor instrumento para someter a los
pueblos. Aun a riesgo de que se me quiera incluir en el conjunto de los que,
despectivamente, denominan negacionistas, afirmo y declaro que, siendo
cierto y verdad que el virus existe, que mata bastante más que otros virus,
no es menos cierto que quienes quieren restringir nuestras libertades, lo
están aprovechando para someternos y estrangularnos.
Lo que Juan de Castro, en el fondo, pretende plantearnos, si no me
equivoco, es la necesidad de ser críticos respecto de esta permanente actitud
de control que el Poder establecido mantiene en el sentido de regir nuestras
vidas. ¿Se da usted cuenta de que cada vez menos puede pagar con dinero
en efectivo?, ¿percibe usted cómo cada vez menos controla los datos de su
persona que están en LA INMENSA RED? ¿Es capaz de darse cuenta de
cómo se traga todo lo que le dan por la televisión?
Cuando no tenga más remedio que pagar con una moneda única y,
además, hacerlo con un perfecto control sobre lo que usted pague, se hará
consciente de cómo hasta la última gota de lo que usted ha ganado con su
esfuerzo entra dentro del circuito de lo que le van a controlar. Cuando le
exijan el certificado de la vacuna de no se sabe bien qué virus, para ir de un
sitio a otro, le habrán restringido su libertad de movimientos, y usted no
tendrá más remedio que vacunarse, aunque esa vacuna lleve un
microprocesador que permita su geolocalizador permanente. Cuando la
Hacienda Pública mundial (caminamos hacia eso) sepa en qué se gasta
usted su último centavo, a usted ya no le quedará ni un solo refugio donde
guardar su intimidad fiscal. Cuando le obliguen a poner cámaras hasta en
los sitios más inverosímiles, usted dirá que todo eso es por el bien común,
ya que así se lo habrán indicado.
Y todo esto será porque, previamente, el inmenso océano del dinero de
los que manipulan el Nuevo Orden Mundial (NOM) habrán regado con
innúmeras subvenciones a la inmensa “grey” que componemos la especie
humana que presumimos de ser los “sapiens sapiens”.
Juan de Castro ha querido ser con este libro un quijote cuerdo que lucha
contra molinos revestidos de verdadero poder mediático, político, judicial,
económico, social, en todos los ámbitos internacionales, disfrazados de
buenos propósitos y, en fin, lobos feroces con pieles económicas de mansos
corderos. Yo me rebelo contigo, Juan de Castro, para, desde nuestra gran
impotencia de hoy, asumir el reto de la superpotencia del alma del mañana,
porque la Especie evoluciona, Dios existe, y cuatro mil seiscientos años de
existencia de la vida no pueden sucumbir al maleficio de seres que sólo
tienen en su haber el mérito de ser exitosos en la consecución delflujo
económico. No sé cómo se sentirán ellos al irse a dormir cada noche. Sí sé
que tú te sientes muy tranquilo habiendo escrito estas páginas de denuncia y
que yo me siento muy honrado al escribirte este modesto prólogo.
Madrid, diciembre de 2020.
Fdo.: Miguel Durán Campos.
PREÁMBULO
A la hora de publicar estas líneas el mundo ha dado un vuelco definitivo y
la amenaza se ha hecho realidad. George Soros, Bill Gates, y sus
respectivos socios y entramados tienen en jaque al sistema y representan un
riesgo y una amenaza para la seguridad nacional de muchos países. La
famosa idea “sorosiana” de “sociedad abierta” promueve, desde la Open
Society Foundation (OSF) o Fundación para la sociedad abierta, en
castellano, de Soros, objetivos totalitarios contrarios al ideal democrático
que en la posguerra mundial le atribuyó a ese tipo de sociedad el filósofo
Karl Popper. En cuanto a Bill Gates, sus socios y fundaciones se han
“apoderado” de instituciones internacionales, tales como la Organización
Mundial de la Salud (OMS), y ejercen un control absoluto sobre la salud
mundial, con repercusiones jamás imaginadas.
Dichos oligarcas, y sus socios adecuadamente financiados —
pudiéramos decir, sobornados—, han violentado el espíritu y la letra de los
pilares sobre los que se sustentan muchas naciones, las más importantes
instituciones internacionales, y , en particular, el sistema de las Naciones
Unidas, con su Carta y su Declaración de Derechos Humanos. Hay ya
pruebas suficientes para inferir que nos encontramos ante un auténtico
golpe de estado globalista, frente al cual tenemos, todos los que creemos en
España, en Europa y en un mundo libre, la obligación de actuar.
Mi nombre es Juan Antonio de Castro, y soy Doctor en Economía,
profesor universitario y exfuncionario permanente de las Naciones Unidas.
Escribo para denunciar los objetivos y forma de actuar de esa escoria
inmunda que es el “globalismo totalitario” y de la que están impregnadas
gran parte de las instituciones del sistema y, por supuesto, muchos
gobiernos en el mundo, incluido el gobierno actual social-comunista en
España. Sabíamos lo que era la globalización de la economía, pero no
sabíamos que sería manipulada de tal forma que pudiera convertirse en
antesala de la mayor amenaza a la democracia y a la libertad, como
individuos, que jamás hayamos conocido.
En el libro “Soros, Rompiendo España 1 ”, publicado en diciembre de
2018, la periodista Aurora Ferrer y yo ya denunciábamos un auténtico
entramado subversivo globalista para fragmentar nuestra soberanía
nacional. Transmitimos, incluso , nuestros análisis al juez Llarena y a la
propia UDEF. Desde entonces, nadie, ni aquellos a los que apuntamos con
el dedo acusador, tanto de dentro como de fuera de España, han podido
negar con fundamento las afirmaciones producto de las investigaciones allí
vertidas. Hoy escribo sumido en el estupor que me genera ver cómo, más
allá de nuestra España, todo el sistema global está amenazado.
Convivimos con dos pandemias complementarias. Por un lado, la del
coronavirus COVID-19, con el misterio que acompaña su aparición, y el
asombro que nos provoca lo que viene siendo la crónica de una pandemia
anunciada con su consiguiente “ coronashock” económico. Lo viven ya en
sus carnes millones de seres humanos, y ha sido abordado con la ignorancia
e ineptitud de gobiernos e instituciones internacionales, los cuales han
mostrado no solo su incapacidad para gestionar de modo adecuado esta
crisis, sino que , además, se muestran conniventes con actores privados
globales que llevan tiempo anteponiendo sus intereses particulares y
sectoriales al interés general. Por otro lado, nos enfrentamos a la pandemia
del globalismo que ha encontrado, en dicho “coronashock”, terreno fértil
para echar raíces, amenazar nuestra democracia y nuestras libertades, e irse
asentando como un nuevo poder “público” prácticamente privatizado a
nivel global, a la espera del “Gran Reseteo”. Presos del miedo y obedientes
al confinamiento, y a lo que le venga al poder en gana ordenarnos, estamos
vendiendo, sin casi darnos cuenta, nuestra democracia y nuestras libertades
al poder omnímodo del dinero de un conglomerado oligárquico global.
Como dijo Fiódor Dostoyevski: “ La mejor manera de evitar que un
prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión ”.
Nos enfrentamos a la muerte de la democracia por privatización de la
res publica. Ello supera en mucho lo que en el pasado era la ambición de
determinados lobbies privados por obtener privilegios de lo público o por,
las más de las veces, aparentar una responsabilidad social descafeinada. Ya
no es necesario esconderse. Bajo el impulso de la nueva corporatocracia , el
sometimiento se ejercita con luces y taquígrafos, tanto a nivel estatal como
a nivel de los principales organismos e instituciones internacionales. Dicha
corporatocracia se plasma en un tipo de alianza que facilita aún más el
sometimiento del pueblo. Una alianza férrea y connivente, “privado-
pública”, con vistas a diseñar e implementar la agenda globalista. Insisto
aquí en el concepto “privatización del poder público”, pues va mucho más
allá de la mera “colaboración público-privada” que hasta ahora hemos
conocido.
Se trata de la muerte del sistema político y económico internacional
nacido de Bretton Woods, tras la segunda guerra mundial. Observamos
cómo se resquebrajan los fundamentos de la Carta y la Declaración de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Una organización que surgió
en ese entonces y que ha perdido, a medida que la ola globalista tomaba el
control de esta, su neutralidad, su independencia y su capacidad de
representar los anhelos de las naciones libres del planeta.
Constatamos asimismo la aniquilación, a golpe de ingeniería social, de
la representatividad real de la sociedad civil a nivel global. Los globalistas
han podido hacerse con los Estados, gran parte de los partidos y los
principales organismos internacionales, porque mucho antes ya se habían
hecho con los principales estamentos de la sociedad civil: las
organizaciones no gubernamentales (ONG), think-tanks y fundaciones con
mayor impacto a nivel global. Se trata de la desaparición de la sociedad
civil tal y como la conocimos: ésta debería haber seguido siendo totalmente
independiente de lo público o de los intereses de grandes empresas para
poder influenciar en las decisiones emanantes de los que nos gobiernan a
nivel nacional y de aquellos que nos coordinan a nivel global.
Mientras que la guerra, cuando estalla, es algo evidente y palpable,
mezcla de frío, sangre y balas, la amenaza actual del globalismo sobre los
pilares del sistema se fragua de modo lento, sorprendiendo a la mayoría en
actitud “buenista”, casi borreguil, desprevenida y falta de capacidad de
reacción. Entre los protagonistas de este auténtico shock sistémico surgen
nombres de importantes magnates globalistas así como de sus marionetas
más visibles. Por el momento no alcanzamos más que a trabajar sobre estas
últimas y, como se verá a lo largo del libro, sus actos dibujan claramente el
sendero que aboca a lo que ya se conoce como el “Nuevo Orden Mundial”
(en adelante NOM).
Parece innecesario presentar a George Soros, magnate de las finanzas y
falso filántropo, un auténtico instigador de la subversión a través de las
denominadas ““revoluciones de color”” o de la Primavera Árabe,
involucrado de modo activo en el intento de “romper España”, con su apoyo
indiscutible al independentismo secesionista catalán. Obsesionado por diluir
soberanías para hacer imperar un nuevo orden totalitario, Soros es un
verdadero experto en la desestabilización sistemática de determinadas
naciones, a través del derrocamiento de sus regímenes, si estos son
contrarios a sus intereses o a los de sus socios. Procede señalándolos como
autoritarios o dictatoriales, dejándolos a merced de la estructura carroñera
que ha erigido a través de su Fundación para la Sociedad Abierta. Todo esto
ocurre gracias a, entre otros, el apoyo connivente de mediosnacionales e
internacionales, “comprados” con descaro para imponer su ideología y
lograr sus objetivos.
Soros no está sólo. En el camino hacia el globalismo totalitario se le han
unido personajes como Bill Gates, así como determinadas organizaciones
ligadas a la salud global y financiadas por estos últimos, ciertos países que
aún son potencias globales, y un reguero de miles de instituciones a su
servicio. Todos ellos detentan un poder financiero y económico global, y
marcan, con su presencia, las conferencias de Bildelberg o de Davos,
eventos de predilección para la corporatocracia global.
Todo lo que en este libro se relata huele a dinero y poder, las dos claves
que hoy explican el cuándo y el cómo de los grandes puntos de inflexión de
la geopolítica global. Nos enfrentamos a un diseño perverso y real, con
personajes e instituciones verídicas, con buenos y malos. Un relato que
muestra que nos encaramos a la mayor amenaza a nuestras libertades y
nuestra democracia que jamás hubiésemos podido imaginar. Una amenaza
que se produce, a la hora de escribir estas líneas, en un entorno pandémico
de cerca de dos millones de fallecidos en el mundo.
Estamos aún a tiempo de responder desde aquella parte de la sociedad
que no haya sido aún adocenada por la propaganda y la censura oficial,
aquella formada por hombres y mujeres que no se dejarán someter. Si, por
el contrario, no lo hacemos, estaremos emulando la ingenuidad culpable del
ministro Chamberlain, en los albores de la segunda guerra mundial, frente
al nazismo. Eso sí, no nos quejemos luego cuando se afirme, robusta, la
civilización del nuevo orden y nos convierta en esclavos paniaguados.
1 Ver De Castro, J.A & Ferrer, Aurora (2018). “Soros, Rompiendo España”. Editorial Homo Legens. 2018.

I. INTRODUCCIÓN
Solo se aprecia el valor de lo que se posee cuando se pierde, y es éste el
caso de la libertad, junto con los principios morales que la acompañan.
Cuando uno se da cuenta de ello, suele ser tarde. Ha sucedido en muchas
ocasiones a lo largo de la historia, y ahora nos ocurre a nosotros. Quizá el
lector recuerda el totalitarismo soviético, o el progresivo deslizamiento de
Venezuela hacia la dictadura chavista. Se trata de momentos y periodos
cruentos que padecen los pueblos, sometidos por el miedo que impone el
poder de turno. Se siente entonces la amenaza a nuestros principios, así
como el temor de que nos despojen de derechos que creíamos blindados.
REINTERPRETANDO LA GLOBALIZACIÓN
A lo largo de este libro se pretende sacar a la luz el complejo proceso por el
cual una oligarquía global, compuesta por magnates billonarios y
milmillonarios, se arroga el derecho (debe de ser algo muy común al ser
humano aquello de sentirse el “ombligo del mundo” o, como dirían los
amigos iberoamericanos, “el ojo del queque”) a imponer el tipo de
globalización que cree más conveniente para la humanidad. Una visión que
viene precocinada desde sus oscuros despachos, Bildelberg, Davos, y otros
simposios donde han tenido ocasión de empatizar entre ellos y de soñar que
eran filántropos.
Sorprenden esas declaraciones en las que enfatizan la necesidad de una
reducción demográfica drástica de la población mundial, así como el
desparpajo con el que hablan abiertamente de la necesidad del NOM.
En realidad, existe un nexo claro entre los sueños globalistas
compartidos entre aquellos y la compleja estructura —una auténtica
apisonadora—, que ha puesto en marcha un verdadero proceso de
deconstrucción cultural y moral para llevar a cabo ciertos objetivos muy
concretos, entre los que se incluyen la ruptura de las soberanías nacionales.
Este libro trata de entender y exponer esos objetivos; identifica y explica
la ideología que han seleccionado para implementarlos, el marxismo
cultural; y describe su elección de la izquierda (incluida la radical) como
“soporte” transmisor de ideas y nexo con la política y la división del trabajo
que han establecido entre ellos para activar las diferentes herramientas de
ingeniería social que precisan. Soros, por un lado, junto a otros, por su
especialización en la ingeniería cultural/moral, financiera y de inteligencia;
por otro lado, el magnate Bill Gates y otros, dedicados a una ingeniería
sofisticada sobre la salud global del planeta y ligada, desde hace más de una
década, a las vacunas.
Sale del ámbito de este libro identificar las aficiones que, entre
bastidores, despliegan otros magnates, así como su puesto dentro de esa
división del trabajo globalista. Nos basta con adentrarnos, a lo largo de las
páginas de este libro, en las estrategias de estos dos personajes, pilares
fundamentales del globalismo. En el análisis de las ideas que germina su
subconsciente no acudo a “conspiranoia” ni a “negacionismo” alguno: sólo
busco presentar hechos reales, observables, cuantificables y verídicos.
EL ROL DE LA IZQUIERDA
Se sabe que la izquierda ha flirteado siempre con el totalitarismo, y que el
comunismo hizo siempre del mismo su bandera. Lo que no podíamos
imaginar es que, esta vez, ambos se pondrían a las órdenes de un nuevo
poder oligárquico. Y este hecho se produce con la connivencia de quienes
nos gobiernan, y todo ello gracias a la implantación de un pensamiento
único capaz de acallar la disidencia y de asesinar la democracia.
Los magnates de dicha oligarquía, actuando a golpe de talonario,
decidieron hace tiempo imponer sus planes a través de la sociedad civil
global, a la que de manera estratégica venían comprando año tras año. Para
asegurarse el éxito de lo que constituye una auténtica ingeniería social,
como se verá a lo largo de este libro, buscaron un aliado acoplable a dicha
estrategia. Un aliado al que una sociedad buenista adormecida, como la de
hoy en día, COVID-19 de por medio, pudiese abrazar. No tardó en ofrecerse
a ellos, en arrastrarse literalmente ante sus pies de oligarcas, la izquierda
social-comunista. Una nueva izquierda que, a semejanza de la anterior,
seguía marcada de modo histórico por sus tics totalitarios constantes —
hecho que siempre quisieron camuflar, con estratagemas como la de
autodenominarse “progresistas”, término que vacían de significado—.
Acudieron así a la mentira, una de sus aficiones preferidas, y se adornaron
eso sí, con la toga de una cacareada “superioridad moral”.
Nadie lo hubiera imaginado. Poniéndonos en la mentalidad de una
persona de izquierdas, lo lógico hubiera sido pensar en la derecha como
candidata más idónea para capitanear al globalismo totalitario. No ha sido
así. Al social-comunismo no le ha preocupado renegar de modo vergonzoso
de sus fundamentos ideológicos. ¡Ahí va el social-comunismo del siglo
XXI, a hombros de magnates financieros globales! Quién lo hubiera dicho:
dinero y poder corrompiendo a la izquierda. Un regalo venido del cielo para
una corriente ideológica ya moribunda.
Esta vez, son ellos los “fachas”, y ahora a nivel global. Se constata con
hechos cómo la famosa “sociedad abierta” de Soros no es más que un
recinto “cerrado”, una cárcel en la que los cantos a las minorías consiguen,
cada vez más, silenciar los principios y valores que han cimentado hasta
hace poco nuestra civilización occidental. Unos principios que siguen
siendo totalmente válidos, pero que su “sociedad abierta” excluye. Soros ha
montado un “chiringuito” de mercenarios globales, que sepamos, sin
parangón en la historia.
LOS GLOBALISTAS
Globalista viene de globalización, pero aquel proceso que se inició a finales
del siglo pasado, y que disparó el comercio y las finanzas globales, ya nada
tiene que ver con el mundo que dibujan unos globalistas convencidos de sus
sueños más transhumanistas. Para empezar, a los globalistas les sobra una
buena parte de la humanidad que puebla este planeta. En ese diseño que nos
han preparado se activa, por una parte, el objetivo de la reducción
demográfica y, entre otras metas, se encuentra la de una gobernanza
totalitaria capaz de disolver soberanías y establecer tres o cuatro potencias
globales, donde una multitud de regiones autónomas, bajo un poder
centralizado,y regidas por un pensamiento único, reconfiguren lo que ayer
era una variedad de estados independientes y soberanos. Buena ilustración
de ello es el proceso actual hacia la Europa de las euroregiones 2 .
Además de comprender la transformación que se está produciendo en el
mundo, y que se acelerará en la etapa post-COVID-19, es preciso señalar
que nos encontramos ante la imposición de una ideología que tiene, en el
marxismo cultural de la escuela de Frankfurt, su origen más directo. Los
globalistas han entendido muy bien que, para cambiar una sociedad, se tiene
antes que cambiar su cultura. Es por ello que la estrategia implementada por
Soros y Gates, con la ayuda de sus entramados y asociaciones y actores
diversos, es la de generar nuevos códigos culturales de cuya implantación
se ocupen las instituciones no gubernamentales financiadas por ellos. Una
financiación que puede ser directa (donaciones desde OSF), o indirecta (a
través de instituciones previamente financiadas por Soros o Gates).
En estos últimos años, en diversos países del mundo, se ha utilizado
algunas veces el nombre de “Soros” para atacar a determinados actores de
la escena política que parecían más sesgados hacia el mundo globalista. Por
norma general, los globalistas ni se han inmutado. Es necesario captar que
si uno tiene sospecha de que las manos de globalistas como Soros o Gates
tercian en la política, la economía y los negocios, e incluso fuerzan
decisiones internacionales, lo que se debe hacer entonces es analizar el
fondo de la cuestión, para así comprender todo lo que rodea a esos dos
personajes, incluidas las estrategias y modus operandi que utilizan. Sin eso,
las palabras “Soros” o “Gates” suenan a hueco y ocultan la estrategia
globalista que subyace.
Como se verá más adelante, Soros, Gates y sus entramados han puesto
en marcha un proceso muy difícil de frenar, y menos de revertir. Conduce a
una calle sin salida en la que el totalitarismo se hace rey. Por lo tanto, nos
obliga a posicionarnos, investigar y a reaccionar de modo estratégico. Es
este, precisamente, el objeto de este libro.
LA DERIVA GLOBALISTA
Este libro es un viaje a través de todo este proceso, y es posible que
asombre a muchos. Algunos no se lo podrán creer, lo cual es hasta cierto
punto lógico. Aquí se trata de demostrar el secuestro de la sociedad civil
global, de las instituciones europeas, incluidos sus europarlamentarios y sus
más altos funcionarios, de los procesos electorales en nuestro continente, y
del propio Consejo de Europa, una cuestión para hacernos reflexionar. Más
grave aún, el constatar el fin de la neutralidad e independencia del Tribunal
Europeo de Derechos humanos (TEDH), a fuerza de integrar jueces adictos
a Soros, no puede más que horrorizarnos, pues el TEDH, a través de los
casos que juzga y su jurisprudencia, determina la posición de los tribunales
de justicia en nuestros países respectivos. Si se añade a este panorama la
posición connivente del Vaticano y la podredumbre creciente, en términos
de independencia y neutralidad, de los organismos internacionales y de sus
funcionarios, y principalmente de Naciones Unidas, roídos por la carcoma
globalista, empezamos a comprender de modo más pleno la amenaza ante la
que estamos. Si a todo ello añadimos la participación de los actores
globalistas en la injerencia en los asuntos internos de terceros estados, a
través de la ingeniería de inteligencia aplicada, el panorama se vuelve
dantesco y la amenaza totalitaria una realidad plena.
Con el fin de penetrar en las entrañas de la bestia, se lleva a cabo, en los
capítulos que siguen, un análisis exhaustivo de la ingeniería cultural, una
auténtica cirugía láser de extrema precisión, operada por Soros, y que
permite secuestrar y transformar desfigurando los valores morales de la
sociedad civil del planeta.
Soros y su conglomerado fomentan la adopción de un “set de inputs
culturales” que incluye pseudovalores morales, una especie de “atractor
estratégico” cuya difusión e inoculación en la sociedad se superpone
deteriorando progresivamente los verdaderos principios y valores sobre los
que ésta se asentaba. El objetivo de dicho set es provocar una polarización
artificial de la sociedad, entre partidarios y detractores de este, generando
una especie de cisma virtual que arraigue y confronte los sentimientos y
cultura de las personas, algo casi religioso. De un lado, los “buenos”,
alineados con el set. Del otro, los “malos”, contrarios al set. Se amenaza así
el futuro de nuestra dignidad como personas y naciones.
Se describe cómo inoculan en la sociedad esa nueva cultura globalista,
la dimensión de las donaciones a determinadas organizaciones no
gubernamentales y el porqué de su eficacia. Migraci ones, odio, drogas,
mundo musulmán e islámico, aborto, mujer, género, feminismo, medios de
información y censura, privacidad y monopolio de las redes son analizados
en detalle para explicar la transformación cultural que se ha puesto en
marcha para unificar el pensamiento globalista.
No puede entenderse la estrategia aquí analizada sin que se aluda a la
pandemia, o “plandemia”, como algunos la llaman, de la COVID-19. Un
factor clave para ese famoso “Gran Reseteo” que, parece ser, nos espera a la
vuelta de la esquina, en cuanto decidan que ya han llegado las vacunas, que
se ha garantizado el negocio farmacéutico global y que ya podemos volver
a la normalidad. Porque la “normalidad” de la que nos hablan se parece
cada vez más al punto de partida de la transición totalitaria que los
magnates han puesto en marcha, con la connivencia de muchos e
importantes dirigentes a nivel mundial. No cabe duda de que la
pandemia/plandemia está siendo utilizada con ese fin.
El “Gran Reseteo” es ese sueño que ronda los cerebros de los magnates
billonarios. Tras el adormecimiento generado en la población por el
COVID-19, se multiplicarán las iniciativas de renta mínima global que
convertirán a una buena parte de aquella en una masa informe de
paniaguados y dóciles seres humanos a las órdenes del omnipresente
Estado. Una vez que la censura garantice al Estado globalista totalitario que
no habrá desequilibrios sociales, y una vez que una moneda única digital
regule nuestras vidas, con una transparencia que destrozará la privacidad de
nuestras decisiones en todos los ámbitos, entonces se habrá hecho realidad
el sueño globalista. Viviremos en un mundo de Orwell y los medios
seguirán, como ya lo hacen casi todos hoy, siendo la propaganda del amo
que los compra. Será el fin de nuestras libertades fundamentales, aquellas
que hasta ahora garantizaban nuestras constituciones.

NUEVO ESPÍRITU Y HOJA DE RUTA COMO RESPUESTA
La batalla contra esa máquina demoledora será ardua, pero ganarán aquellos
que comprendan que no es un problema de derecha contra izquierda, sino
de hombres y mujeres libres, contra totalitarios a las órdenes de magnates
globalistas partidarios del NOM. Pero, para que esa batalla se gane, es
necesario oponerse a esta nueva dictadura. Hace falta un nuevo espíritu, un
plan, una hoja de ruta, y sobre todo una idea simple y potente que unifique a
todos aquellos movimientos que hoy luchan tal y como la resistencia lo hizo
en Francia y en otros países durante la segunda guerra mundial. Para que
esa idea-fuerza sea exitosa, se debe identificar esa única amenaza alrededor
de la cual todos los grupos resistentes pueden coincidir. A partir de esa
unificación y alrededor de lo que aquí se denomina el “espíritu de
Normandía” será más fácil saltar a las “playas del desembarco” para
recuperar con valentía lo que unos cobardes globalistas nos están
arrebatando: la libertad, la democracia y la soberanía de nuestros estados.
A lo largo de las páginas que siguen se ha tratado de dibujar los caminos
que nos pueden llevar a comprender lo que pasa, para luego actuar de
manera muy concreta. Se proponen once recomendaciones al final del libro
que buscan remediar lo antes posible las principales fallas estructurales que
los globalistas han generado rompiendo los pilaresdel sistema. Se trata de
un primer tratamiento de choque, que deberá continuar con muchas otras
iniciativas y acciones, pero eso ya solo depende de nuestra conciencia y de
nuestra responsabilidad como hombres y mujeres libres que no debemos
jamás de dejar de ser.
2 Por cierto inspirada de la idea de “La Europa de los Pueblos”, plan propuesto a Hitler por sus asesores de las SS durante la
segunda guerra mundial.

 II. OLIGARQUÍA GLOBALISTA, MARXISMO
CULTURAL Y “SOCIEDAD ABIERTA”

“En el país de Mordor donde se extienden las sombras Un anillo
para gobernarlos a todos
Un anillo para encontrarlos
Un anillo para atraerlos a todos
Y atarlos a las tinieblas…”
J. R. R. Tolkien
El Señor de los Anillos
LA OLIGARQUÍA GLOBALISTA
El mundo de los magnates ha existido siempre. Son seres humanos a los
que el destino, el apoyo interesado de otros magnates situados a escala aún
superior, y sus propios esfuerzos, los han situado en un lugar privilegiado.
Privilegiados, sobre todo, por el potencial que poseen y del que son
conscientes, para transformar no solo lo que les rodea de modo próximo,
sino incluso, la propia sociedad en la que viven. Su motor: el dinero. Su
motivación: el poder de su intención. Su sueño: no pasar por este mundo sin
dejar su impronta. Su acto más cínico: considerarse filántropos y grandes
benefactores de la humanidad.
Mientras los billonarios Rockefeller, Rothschild y otros asemejados del
escalón superior ajustan el arma, milmillonarios como Soros, Gates, Buffet,
Kissinger, Bloomberg, Bezos o Zuckerberg disparan con ella. Captar lo que
hay en el fondo de sus mentes, su psique compleja, el grado de interacción
entre ellos o los planes que diseñan y ejecutan, es tarea difícil, aunque no
imposible, pues sus actuaciones y el caos que siembran a través de ellas,
prerrequisito del nuevo orden que anhelan 3 , les delatan. Lo que parece ya
evidente es que se están haciendo con el control global del sistema,
despreciando a pueblos y naciones libres que, ignorantes del plan urdido
ante ellos, se muestran incapaces de ver esta estrategia como un todo y
comprender que de la democracia a la dictadura no hay más que un paso y
éste se está dando delante de sus narices.
Es en este mundo de los billonarios, de aquellos que diseñaron y hoy
guían los trabajos en Bildelberg o Davos, desde donde se ha venido
fraguando, a fuego lento, la ideología globalista. En cuanto se habla de ellos
saltan las alarmas de una mayoría de medios, a nivel global, para silenciar o
defenderles. Jamás se atreverán a tocarlos. Son miembros, a sueldo, del
“clan”. Sin embargo, la convicción que poseen dichos magnates sobre la
superioridad de sus ideas, unido a su orgullo, les hace a veces hablar
demasiado; es entonces cuando se pueden captar sus intenciones.
No se trata de “conspiranoias”. Esta palabra la usan como una especie
de mantra los globalistas para silenciar muchas de las verdades que se dicen
de ellos. No hay cabida aquí para ese término. Lo que se dice en el presente
capítulo está extraído de declaraciones de los propios magnates desde
fuentes contrastables, analizadas a fondo. Para ilustrar la intención de estos
personajes, nos basta comenzar por una de las ideas madre que abandera el
globalismo: población mundial excesiva y necesidad de reducirla. Se trata
de una de las vertientes del pilar globalista de la “cultura de la muerte”,
dentro de la cual encontramos también el aborto promovido y planificado, o
la eutanasia.
Varias de las figuras más emblemáticas del globalismo han afirmado, a
veces casi sin querer, su ansia por reducir de manera drástica la población
mundial. Deben de considerar que hay un exceso de humanos, que
alimentarles y mantenerlos vivos reduce la eficiencia y que es preferible
centrarse en aquellos que pueden hacer exitoso el camino hacia el
transhumanismo 4 , vía predilecta de los globalistas en un mundo de jugosos
beneficios tecnológicos en los que ocupa un lugar destacado la salud global.
El objetivo es llegar a una especie “transhumana”, con mayores capacidades
físicas, psíquicas e intelectuales y, posteriormente, a un posthumano, un ser
que ya no será humano sino superior a él. Como lo afirman 5 : “ Todo ello se
llevará a cabo mediante ingeniería genética, eugenesia embrionaria y
prenatal, nanotecnología y biotecnología aplicada al cerebro y a potenciar
las capacidades sensoriales y cognitivas del hombre ”. Lo que parece claro,
por las afirmaciones que siguen, es que hay unanimidad entre ellos en
determinados temas de la agenda globalista. Una clara indicación de que se
trata de ideas fraguadas en común, al albor de reuniones más o menos
secretas y a lo largo de décadas.
En 1988, el príncipe Felipe de Edimburgo, duque de Edimburgo, marido
de la reina Isabel, líder del Fondo Mundial para la Naturaleza y globalista
convencido, afirmó 6 : “ En el caso de que me reencarnase, me gustaría
hacerlo como virus mortal y contribuir así en algo para resolver la
sobrepoblación ”. Antes de eso había dejado en los medios lindezas tales
como 7 : “ El crecimiento de la población mundial es seguramente la más
seria amenaza en el largo plazo para la supervivencia. Vamos camino del
desastre y no solamente para el mundo natural sino también para el mundo
humano. Cuanta más gente hay, más recursos consumirán, más población
generarán y más luchas se darán… Si no se controla voluntariamente, será
controlado involuntariamente a través de un aumento de las enfermedades,
la hambruna y la guerra”. Importante enfatizar de sus palabras la frase: “…
Si no se controla voluntariamente…”. Una verdadera declaración de
intenciones para la agenda globalista que entonces se afianzaba. ¿A qué
control voluntario se refería?
Otro globalista, Ted Turner, fundador de la cadena CNN, declaró 8 : “
Necesitamos reducir la población a dos mil millones y tener una política de
un niño por familia por cien años ”. Una reducción del 80 %, ni más ni
menos. Lo más interesante es que esto lo dijo con ocasión de una reunión de
magnates en Nueva York en la que estaban también Bill Gates, Warren
Buffet, David Rockefeller, Eli Broad, George Soros, Ted Turner, Oprah,
Michael Bloomberg y otros. Según se dijo era “… una simple reunión de
algunos milmillonarios juntos para tomar unas copas, cenar y tener una
conversación animada de cómo promover la caridad en el mundo ”. Curiosa
manera de tergiversar las cosas. Allí se habló de todo : una reunión más
para “ajustar el tiro”, coordinar intenciones globalistas y, eso sí, dar al
mundo la imagen de filántropos.
Bill Gates es quizá el más didáctico en su propaganda para la reducción
de la población mundial. Ha llegado incluso a afirmaciones que dejan
atónito cuando relaciona dicha reducción con la proliferación de nuevas
vacunas. Con seguridad, un lapsus, pero la intención de reducción, por
diversas vías, es clara. En 2010 afirmó 9 : “ Tenemos sobrepoblación. El
mundo de hoy tiene 6,8 miles de millones de habitantes. Eso se encamina a
unos 9 mil millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas,
atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducirlo en
quizá 10 % o 15 %” . Su intención en cuanto a la promoción global del
aborto es clara, en cuanto a hacer un gran trabajo global en nuevas
vacunas… ¿Cómo se entiende esto con miras a la reducción de la población
mundial? Dejémoslo abierto, pero da la casualidad de que hoy, diez años
más tarde, Bill Gates se ha convertido en el “Señor de las Vacunas” y
controla todo el espectro de estas a nivel global, incluyendo su vigilancia
sobre la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la que es ya, como
veremos, primer financiador.
A la Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine
Lagarde, también globalista, se le han intentado atribuir, posiblemente de
manera errónea, algunas declaraciones subidas de tono sobre necesidad de
reducción de la población mundial. Existen, sin embargo, declaraciones
reales de ella que apuntan, con más crudeza aún a los riesgos y amenazas
que genera la existencia de la tercera edad.Apunta así a las necesidades
financieras y globales derivadas del “ riesgo de que la gente viva más de lo
esperado ”, apelando al recorte de las prestaciones, entre otros 10 . En la
línea de lo que el español José Viñals, presentador del informe de Lagarde,
señala como “ riesgo de longevidad ”, C. Lagarde afirma que si la esperanza
de vida de las personas se extiende, en 2050, a tres años más, el “ coste del
envejecimiento ” se dispararía un 50 %. Para ella eso supondría “ una
amenaza para la sostenibilidad de las finanzas públicas ”. Cabría aquí
preguntarse, señora Lagarde, si le parece a usted que el hecho de que la
gente viva más de lo esperado constituye un “riesgo”. ¿Riesgo para quién?,
¿para ellos o las familias que los quieren? Si su principal objetivo es la
sostenibilidad de las finanzas públicas, ¿qué piensa hacer con los mayores?
Sí, movilice a los “hombres de negro” y trate de ajustar las cuentas globales
pero hágalo esta vez cediendo ante los mayores a los que tanto debemos.
C. Lagarde les ha exigido asimismo a los gobiernos que “ reconozcan
que el envejecimiento les puede crear un serio problema en el futuro ”. Que
yo sepa, nadie le ha pedido a la señora Lagarde que lleve a toda nuestra
sociedad a denigrar el valor, la sabiduría, el aporte material y sobre todo
inmaterial de las personas que más han vivido. Nadie le ha pedido a esta
señora que se pierda el respeto a integrantes de la sociedad que constituyen
pilares esenciales de sus familias. Sin embargo, el hecho de que afirme que
la mera existencia de aquellos tiene una tremenda influencia negativa en la
economía y finanzas globales, lleva a pensar, por el organismo clave que
dirige, que la suerte está echada sobre los ancianos. En definitiva, lo que
logra con todo ello es que los gobiernos adopten de modo más fácil y rápido
este importante componente de la agenda globalista, en la que se encuentran
en lugar privilegiado el aborto, la eutanasia y, posiblemente, el
gerontocidio. Todas estas consideraciones vienen creando un clima especial
de desprecio por los más ancianos y explican a la perfección por qué
muchos gobiernos han sido más que complacientes al obviar intervenir con
urgencia, en su momento, en la residencias de mayores, durante el
“coronashock”, dando así lugar a un gerontocidio sin precedentes.
Más allá de la obsesiva necesidad de “reducción” de la población
mundial, otros magnates se han referido con aún mayor claridad a éste y
otros objetivos en el camino hacia el Nuevo Orden Mundial. Un NOM que
nadie puede ya hoy negar y que constituye una idea factible de futura
estructura de poder que muchos dirigentes mundiales han hecho suya. Es
sorprendente constatar el alineamiento con el mismo de altos dirigentes
mundiales como, entre otros, George Bush padre e hijo, H. Kissinger, B.
Obama, Nixon, Al Gore, J. Kerry, Cristina Fernández de Kirchner, J. M.
Santos, S. Piñera, Ollanta Humala, Evo Morales, Jorge Múgica o, más
cercano a nosotros, Pedro Sánchez o varios de los miembros de su gobierno
11 .
El objetivo claro hacia el NOM queda patente, por ejemplo, en el caso
de Henry Kissinger, que afirmó, entre otros personajes mencionados más
arriba, que “ tenemos la necesidad de un Nuevo Orden Mundial ”. Antes, en
2014, ya había señalado claramente que una crisis mundial debilita a las
naciones como entes independientes y les obliga, en cierto modo, a reducir
su poder soberano en pos de un poder global 12 . Es esa precisamente la
visión globalista del NOM: el debilitamiento de naciones en pos de una
gobernanza global. Así, de modo reciente, y en plena pandemia, Kissinger
volvió a dejar claras las intenciones de estos magnates y sus planes
afirmando que 13 “ cuando termine la pandemia del COVID-19, se percibirá
que las instituciones de muchos países han fallado y el mundo nunca será el
mismo ”. En sus declaraciones afirmó que tras el coronavirus se deberá
trabajar en la planificación de una “ nueva época ” y añadió: “ La agitación
política y económica que ha desatado la pandemia podría durar por
generaciones. Ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede, en un
esfuerzo nacional superar el virus” . Sin duda una forma de prepararnos
para el NOM y el debilitamiento progresivo de las soberanías nacionales.
En dicho artículo al Wall Street Journal terminó recomendando, entre otros,
vía abierta a las vacunas y vacunaciones a escala de grandes poblaciones.
Un guiño claro a Gates y su control de la salud global.
David Rockefeller ha sido quizá el más transparente y sin complejos de
toda esta oligarquía. Ha llegado a afirmar cosas tales como: “ Estamos al
borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran
crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial ” 14 , toda una
declaración de intenciones y una posible premonición ante la “plandemia”
que se nos ha venido encima veintiséis años después. Su visión de la
necesidad de disolución de los Estados nación la dejó clara con su
afirmación: “ De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación
nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía
de una élite de técnicos y de financieros mundiales ”. En 1991 demostró de
manera muy clara que, en la mente de un buen globalista, no cabe espacio
para la libertad e independencia de los medios, pero sí para la connivencia
con estos. En referencia al informe del Centro para el desarrollo Mundial
afirmó: “ Estamos agradecidos con el Washington Post , el New York Times
y la revista Time y otras grandes publicaciones cuyos directores han
acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discreción
(silencio) durante casi cuarenta años. Hubiera sido imposible para nosotros
haber desarrollado nuestro plan para el mundo si hubiésemos sido objeto de
publicidad durante todos estos años ” 15 .
En la misma línea, uno de los colaboradores cercanos a Rockefeller, Z.
Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos,
también ligado al Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) de ese país, y en
el libro Between Two Ages , de 1971 16 , vislumbró con claridad la
necesidad de despreciar los valores tradicionales y de controlar a los
individuos afirmando que: “ la era tecnotrónica involucra la aparición
gradual de una sociedad más controlada y dominada por una élite sin las
restricciones de los valores tradicionales, por lo que pronto será posible
asegurar la vigilancia casi continua sobre cada ciudadano y mantener al día
los expedientes completos que contienen incluso la información más
personal sobre el ciudadano, archivos que estarán sujetos a la recuperación
instantánea de las autoridades ”. Realmente, Gates, con su propuesta actual
de identificadores personales del proyecto ID2020, no anda muy lejos de
hacerlo realidad.
A muchos de estos magnates globalistas no se les puede negar el mérito
de la perseverancia y el tesón en sus actividades. Con independencia del
apoyo que recibiesen o de la catadura moral de muchas de sus actuaciones,
algunos como Soros han llegado a poner en pie un fondo de cobertura que
es hoy la referencia mundial para inversores y especuladores, lo cual denota
más que olfato financiero: demuestra un control colosal de los fenómenos
de reflexividad y de influencia en escenarios de incertidumbre, propios del
mundo caótico de la especulación financiera. Por otro lado, idear y hacer
realidad Microsoft, para después convertirse en el principal actor de la salud
global, como ha hecho Gates, denota una visión empresarial y tecnológica
admirable, junto con una visión estratégica de largo plazo.
Cuando un magnate se encuentra con otro, ya sea en Bildelberg, Davos
u otros lugares de su predilección para interactuar, conversan, se estudian,
empatizan y terminan asumiendo que existe un “destino común”. Cuando
ese destino común se convierte en un plan, arranca el motor del Nuevo
Orden Mundial. Pasamos a hablar entonces de magnates globalistas y de la
transformación total del sistema hacia ese nuevo orden, a pesar de que el
recorrido completo hacia él se haga envarias etapas.
Es importante señalar aquí que la mayor parte de estos magnates son, en
definitiva, empresarios o especuladores, y sus cerebros están en
consecuencia deformados, alineados, casi abducidos, por una mentalidad de
capitanes de empresa que infiltra todas sus estrategias y actuaciones. Creen
a ciencia cierta que es necesario idear un nuevo orden a través de un
sistema sustentado por una organización única y jerarquizada, de tipo top-
down, y alejada de principio democrático alguno. En el fondo, es lo que
ocurre en el interior de cualquier empresa, a lo largo y ancho del mundo. Se
sienten capitanes de la empresa global y ponen en pie un sistema en el que
las decisiones les pertenecen a aquellos “socios” con más representatividad
en el, por ahora virtual, “Consejo del NOM”, es decir a aquellos que con
más dinero lo han hecho realidad y pueden garantizar disponer de sus
peones, siervos adecuadamente financiados, para seguir haciéndolo. Un
sistema en el que esos peones, personas vendidas de modo consciente o
inconsciente al globalismo, sean meros títeres en manos de sus amos.
Tener una mentalidad y espíritu de capitanes de empresa es una
cuestión, e intentar hacer de ello la nueva filosofía que impregne al poder
global único, otra muy diferente. Quién hubiera pensado, aún inmersos en
el sistema puesto en pie tras la segunda guerra mundial, que el dinero
llegaría a “comprar” los fundamentos del propio sistema, con el fin de
adecuarlos a las agendas de estos magnates y devolvérnoslos irreconocibles,
aptos solo para sustentar una nueva sociedad de corte totalitario. Ese es el
camino que vienen emprendiendo los globalistas. La humanidad no les
importa. Como lo afirmó el propio Soros: “ No me preocupan las
consecuencia sociales de mis actos ” 17 . Lo han venido haciendo de manera
tan sutil, que la mayor parte de la población del planeta ignora por completo
lo ocurrido, no ha sido aún capaz de percatarse y se viene integrando en el
nuevo orden casi sin darse cuenta. Del otro lado estamos los que no
permitiremos que nos arrebaten nuestras libertades y los principios en los
que creemos. Los que lucharemos por tener la libertad de elección política y
disponer de partidos independientes de los globalistas. Los que no
permitiremos que se desnaturalicen los derechos humanos y se controle a la
justicia internacional. Los que nos enfrentaremos a esa apisonadora cultural
que sólo genera odio, conflicto y destroza los pilares de la familia.
El problema de fondo es que estos magnates con orejeras empresariales
se han encontrado poco a poco con un poder financiero descomunal y han
decidido llevar esa mentalidad al límite, en su concepción de cómo debería
proceder la globalización. Para ello han considerado que la prioridad era
cómo debería reestructurarse la sociedad y la economía globales para
favorecer al capital privado y asegurar el éxito de sus planes globalistas.
Cómo evitar las “ineficiencias”, según ellos, de los Estados. Eran
conscientes de que disponían de los medios para lograrlo. Lo único que les
hizo falta fue, precisamente, canalizar de manera estratégica dicho capital
privado hacia instituciones, sociedad civil, y personas clave al mando de
ellas, un capital a las órdenes de aquellos que tomaban las riendas de la
globalización, y que ya no serán los Estados.
Para que ese plan terminase siendo exitoso, el proceso requería ante
todo diluir, reducir a meros figurantes, a aquellos que tienen la
responsabilidad de garantizar y defender la soberanía de las naciones, la
independencia de los jueces o la de los principales medios de
comunicación, incluidas las redes sociales. Es ilustrativo y a la vez patético
observar cómo se ha venido degradando la imagen, el calibre y el carisma
de nuestros políticos. Es esa quizá la gran victoria de los globalistas, el
haber conseguido infundir en la sociedad un desinterés absoluto por el
grado de honestidad, talento y valía en general de sus representantes. Una
victoria lograda desde dentro de los propios Estados. Destrozando los
valores que imperaban y en los que debía fundamentarse la actuación de los
políticos, los dejaron sin sustancia, sin iniciativa y sin carisma, y
consiguieron inducir el desinterés y el desprecio de sus votantes. Pero
también es una victoria alcanzada desde fuera, a través del control, entre
otros, de las instituciones europeas, los tribunales de derechos humanos y
los organismos internacionales 18 . Es así como han conseguido que se
decidan bajo su control las grandes cuestiones, dejando que éstas sean
asumidas con posterioridad, y de manera automática, a nivel nacional,
dejando sin capacidad de decisión a los políticos. A través de estos logros,
los globalistas alcanzan uno de sus principales objetivos: reducir al mínimo
el alcance de las decisiones a nivel nacional, erosionando así la soberanía de
los Estados.
La situación que padecemos hoy es el resultado de décadas de una
intervención a “geometría variable” de esos magnates, ajustando el tiro y
adaptándose a las marejadas que ellos mismos han venido generando. Una
intervención que se asemeja más a un “soborno global”. Una intromisión
golpista en el sistema , diseñada sin la menor consideración y en contra del
respeto a los derechos y deseos de la humanidad. Una humanidad que ha
perdido las riendas de un destino hacia el que se encaminaba, hasta ahora,
con voz y voto. Seres humanos a los que, sorprendentemente, parece
reconfortarles creer que sus naciones siguen siendo soberanas, que existe la
separación de poderes, la libertad de expresión o la independencia de los
medios. Nadie parece percatarse de que por debajo, y de manera
subrepticia, se ha colado en sus vidas el virus globalista, al que se le ha
unido un magnífico y muy complementario compañero de ruta, la COVID-
19. El cóctel no ha podido ser más explosivo y no por ello menos eficaz.
Al hablar de magnates, no olvidemos que no actúan solos. Aparte de los
magnates, están sus socios. Entre ellos determinadas naciones del planeta
que ven cómo sus intereses estratégicos económicos y en especial
tecnológicos podrían estar mucho mejor defendidos a través de la agenda y
plan globalistas. Un nuevo orden en el que poder mantener y acrecentar las
ventajas de las que disfrutaban y así defenderse mejor ante nuevos
competidores como China, India o Rusia. Los lazos de Soros,
principalmente con los intereses del Reino Unido y de los Estados Unidos
(administración demócrata), en el marco de las ““revoluciones de color”” o
de la Primavera Árabe, o los lazos de Gates, con esos mismos y algunos
otros países, en el marco del sistema de salud global y el imperio de las
vacunas, son una ilustración.
Estos magnates son una oligarquía que cada vez tiene más en sus manos
el destino de todo el sistema. Cuando hablamos de oligarquía nos referimos,
en ciencia política , a “ una forma de gobierno en la que el poder político
está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase
social ” . En definitiva, un poder en manos de unos pocos, “ un poder
ejercido por un grupo de personas, que tienen poder e influencia en un
determinado sector social, económico y político” 19 . Pues bien, cuando esos
magnates de las finanzas o de la salud global deciden materializar sus
“sueños” globalistas y focalizar el enorme poder de su intención en el
https://es.wikipedia.org/wiki/Ciencia_pol%C3%ADtica
https://es.wikipedia.org/wiki/Forma_de_gobierno
https://es.wikipedia.org/wiki/Clase_social
control de las instituciones, es muy difícil pararles.
Son numerosas las muestras de adhesión a dicho control que muchos
esgrimen, prefiriendo rendirse y cooperar, antes que resistir. De hecho,
siempre parecen escucharse las mismas reacciones ante estas amenazas: “
quiero vivir en paz y no entrar en esas conspiranoias ”, “ prefiero no saber
qué ocurre por ahí arriba y ya me sobra con los problemas que tengo día a
día aquí abajo ”, o también, “¿por qué querría esa gente aliarse para
controlar el mundo, qué ganan con ello? ”. Sorprende pensar que a tantas
personasles pueda resultar indiferente vivir bajo una democracia nacional
que pasar muy pronto a vivir bajo una dictadura global. Pero así es. ¿O es
que tendrían, como siempre, que tocarles el bolsillo para ser capaces de
reaccionar? Es evidente que se lo acabarán tocando, y la pandemia actual,
con su “coronashock”, no es más que el aperitivo de lo que se avecina:
periodos caóticos para la economía y generadores de pobreza en el camino
hacia una nueva sociedad compuesta por una élite globalista y
transhumanista de verdaderos adeptos, con prioridad absoluta a la juventud,
el conocimiento y la tecnología, y liberada, si es posible, del “lastre” que a
los globalistas les suponen los valores tradicionales y las personas mayores.
Una élite bastante reducida y protegida. Fuera de ese cocoon de
incondicionales, quedará una gran mayoría de paniaguados por rentas
mínimas, individuos adormecidos y garantes de la “irrelevancia tranquila”
que les ofrecen a sus verdugos.
Frente a este panorama cabe la posibilidad de resistir, pero no olvidemos
que hacerlo de modo abierto y sin estrategia previa, lleva fácilmente a la
derrota del resistente. Hay multitud de ejemplos. En el ámbito de nuestra
política nacional, es ilustrativo constatar cómo Soros le hizo con seguridad
pagar muy caro a Albert Rivera, de Ciudadanos, su no alineamiento con los
designios impuestos a ese partido, en cuanto a su estrategia política en la
elección de alianzas con la corriente de derechas o izquierdas en España. En
esa ocasión, apostar por la derecha, enfrentarse al magnate Soros, le costó
muy probablemente su carrera política. Una lección que ahora parece haber
aprendido muy bien la señora Arrimadas pero que irremisiblemente le
costará caro en votos.
Es increíble lo efectivo que puede ser un apoyo globalista, pero como
todo apoyo en este ámbito, viene casi siempre condicionado. Es
sorprendente cómo Soros y su entramado pueden hacer que colaborar sea
siempre más rentable que resistirse. Una nueva ilustración de cómo los
globalistas compran, literalmente, todo lo que tocan, pero siempre con un
fin, incluso si para ello es necesario crear caos. Valga de ilustración la
estrecha relación existente entre el presidente de gobierno Sánchez y el
propio Soros. Queda aún mucho por investigar sobre la naturaleza del
apoyo que Podesta (asesor de la Casa Blanca durante la etapa de Obama) y
el propio Soros podrían haberle proporcionado a Sánchez, con ocasión de
sus viajes a Washington, allá por el 2016, cuando pretendía preparar su
vuelta al poder. Es curioso que, y a partir de ahí, sean muchas las
concesiones al NOM que Sánchez ha venido haciendo y varios los ministros
elegidos para su gabinete que tienen una relación particularmente estrecha
con el magnate y responden, a través de su lenguaje y decisiones políticas, a
la agenda globalista 20 . Más allá de nuestro país los ejemplos se multiplican
hasta el infinito. Estas adhesiones inquebrantables son las que más
tranquilizan a los magnates que, con esta manera de proceder, regando de
modo inteligente con dólares a determinados actores e instituciones en el
mundo, se hacen, de manera literal, con él. Tan sólo les faltaba un gran caos
que facilitase la culminación de sus planes, y, desde luego, la
pandemia/“plandemia” que sufrimos ha llegado en el momento ideal para
sus designios.

MARXISMO CULTURAL E IZQUIERDA GLOBALISTA
Para comprender el ascenso calculado de esta dictadura globalista, es
necesario empezar comprendiendo que más allá del “quién”, el hardware —
los magnates, elementos clave para poner y mantener en marcha la
maquinaria—, está el “cómo”, el software, la hoja de ruta que manejan los
nuevos actores y las organizaciones, todos ellos convenientemente
financiados y conocedores del potencial de ésta para seguir imponiendo sus
criterios a nivel global.
A lo largo de la historia, los magnates y la oligarquía financiera en
general han flirteado siempre con el poder. Lo han hecho de modo indistinto
con reyes, emperadores, dictadores, partidos conservadores o la propia
derecha. Las fortunas no tienen color porque el que las logra, posee y
maneja consigue con habilidad rentabilizarlas y, ello, con independencia de
que generen lo mejor o lo peor para el ser humano. Han financiado la guerra
y la paz, la vida y la muerte, pero siempre con jugosos beneficios, tratando
de controlar al poder y minimizar todo obstáculo que afecte a sus intereses.
Es así como han afianzado el capitalismo y sacado siempre la mayor
rentabilidad del mismo.
Podría de entrada sorprender que dicha oligarquía se haya adaptado
indistintamente a gobiernos de izquierda o de derecha. La lógica nos
llevaría a situarles más bien del lado de la derecha, siempre dispuesta a
minimizar la preponderancia e intervencionismo excesivo del Estado en la
economía y las finanzas. Sin embargo, llevamos años constatando la buena
marcha del binomio oligarquía-Estado bajo ambas ideologías, y es que,
desde hace ya muchas décadas, la izquierda no ha tenido problema alguno
en liberarse del cáncer del marxismo económico para pasar a abrazar al
marxismo cultural, ilustrando así el alejamiento del determinismo
económico de Karl Marx y del proyecto postmoderno de la nueva izquierda.
No olvidemos, a este respecto, que el paso del marxismo económico al
cultural no significa ruptura completa de este último con los objetivos
fundamentales del primero. Los objetivos principales del primero permean
el origen y desarrollo del segundo. Se trata, esencialmente, como señala
Alasdair Elder 21 de: i) la destrucción del Estado nación para disolver el
concepto de identidad nacional, rival claro de los principios del marxismo;
ii) la eliminación de la unidad familiar como pilar de la sociedad; iii) la
destrucción de la religión, ya que el marxismo está basado en una fe ciega y
no se permite una fe rival; y iv) la eliminación de todo derecho de posesión
de propiedad privada.
La transición entre ambas visiones marxistas ha resultado clave, como
se verá más adelante, para la fusión izquierda-globalismo, hoy en pleno
auge. El reflejo, en definitiva, del reconocimiento, por parte de los
marxistas, de que nada puede cambiar a menos que se cambie la cultura. El
reflejo, asimismo, y aunque no lo quieran reconocer, del abrazo definitivo
de la izquierda al neoliberalismo en su forma globalista actual.
En teoría, la influencia que ejercen el Estado y la oligarquía financiera
entre sí lo es en las dos direcciones. Sin embargo, la realidad es tozuda y
muestra que, en el mediano plazo, serán aquellos que controlan el poder
financiero los que siempre tengan la última palabra y dobleguen al poder
político. La oligarquía globalista así lo ha hecho. Los partidos y gobiernos
que hoy se han alineado con el “eje globalista” lo han hecho por dos
razones. La primera, porque necesitaban apoyos y los han recibido, antes y
después de su toma de poder, de esa oligarquía. Este apoyo va desde la
inyección financiera directa hasta las inversiones estratégicas, todo
acompañado de contrapartidas y condicionantes al gobierno de turno. La
segunda, porque se encuentran muy cómodos ejerciendo su poder en las
sociedades que gobiernan y cuyos “genes culturales” van siendo
modificados de modo progresivo. Una estrategia que, insistimos, tiene su
arraigo en el marxismo cultural. Una estrategia que le asegura a los
gobernantes su perpetuación en el poder. En definitiva, gobernantes y
gobernados en simbiosis. Un cóctel perfecto para alcanzar consenso en
torno al pensamiento único y demás objetivos de la agenda globalista.
Cuando se está dispuesto a regar de dinero, no se hace de manera ciega,
se estudia a quién y para qué. Se trata de vislumbrar los efectos a medio y
largo plazo de ese tipo de intervenciones, las interacciones de dichos efectos
y su alineamiento con una idea, un objetivo y una estrategia definida y
adaptable. Para vencer, la oligarquía globalista necesitaba algo que hiciera
maleable a la sociedad para convertirla en una incondicional de sus tesis.
Es la oligarquía financiera y globalistala que eligió a la izquierda del
marxismo cultural, incluso la más radical, frente a la opción de la derecha.
Subrayemos aquí que esa izquierda no fue nunca víctima, sino que se dejó
elegir de modo consciente por los magnates. Todo ello hace que asistamos
hoy a lo insólito de un social-comunismo en brazos de la oligarquía
globalista financiera global, un shock seguro para Marx si levantase la
cabeza. Algo más comprensible si lo situamos en el marco de la victoria del
marxismo cultural. Simultáneamente, y para completar la faena, dicha
oligarquía se ha venido encargando de destrozar el significado mismo de
sociedad civil, “comprando” de modo literal, a la mayoría de ONG,
fundaciones y think-tanks que hasta entonces habían venido representando,
a nivel global, una diversidad de visiones y posicionamientos capaces de
enfrentarse al poder político y reclamar el verdadero lugar que le
correspondía a ideas independientes de la sociedad civil. Se ha comprado
así el pensamiento de una gran mayoría de seres humanos de este planeta.
Con la izquierda del marxismo cultural y una sociedad civil de
pensamiento único, ambas incondicionales de la oligarquía globalista, se
abría definitivamente el camino hacia el NOM. En cuanto a la derecha y el
centroderecha, con la excepción de algunos partidos en Europa tales como
VOX, su tardanza en tomar una posición clara frente a los globalistas y su
agenda les ha hecho perder fiabilidad, votos y, con ello, la posibilidad de
ejercer como contrapeso y resistencia a esta dictadura en ciernes. No han
desarrollado una reflexión y un relato contundente al respecto por el miedo
de ser “mal vistos” por esa oligarquía, lo que no ha hecho más que
debilitarlos y ser aún más denostados por ésta. Esos partidos tienen hoy la
elección de alinearse con el “eje globalista”, renunciando así a sus valores,
a cambio de compartir de vez en cuando cuotas de poder dentro de la nueva
dictadura. Una ilustración de ello en nuestro país es el camino sin retorno
que parece haber tomado el partido de Ciudadanos, y el que parece está
barruntando tomar el Partido Popular. Curioso que sus líderes, Arrimadas y
Casado, asistieron hace algún tiempo al Club Bildelberg, meeting point
globalista por excelencia, donde fueron invitados por la propia Ana Botín,
una de las figuras actuales de la ejecutiva del mismo. Esos partidos no
deben olvidar que tienen otra alternativa, la de ser “libres” y luchar juntos
contra el nuevo totalitarismo. Serían, sin duda alguna, mejor comprendidos
por sus seguidores. No son épocas para posturas melifluas o gestos
aterciopelados. Dictadura o libertad. Aún están a tiempo.
MARXISMO CULTURAL
Cuando se escribe y se analiza la expansión del NOM, se tiende a pensar
que el origen de la misma procede del libre pensar de personas y partidos
que, obnubilados por ideas tales como la de “sociedad abierta” de Soros,
decidieron plantarse ante el “fascismo”, tal y como lo hizo hace unas
décadas Karl Popper, el filósofo preferido de este magnate, frente al
nazismo. Nada más lejos de la realidad. Como se verá más adelante, el
concepto trampa de “sociedad abierta” ha sido la palanca que le ha
permitido a Soros disfrazar el totalitarismo de sus ideas con el NOM. En
cuanto al germen que ha permitido al NOM afianzarse, hay que buscarlo del
lado del marxismo cultural, ideología adoptada por una izquierda social-
comunista para salir del callejón sin salida al que le llevaba de modo
inexorable su viejo y ya denostado marxismo económico.
Sería más correcto llamar “terrorismo cultural” a esa misión
revolucionaria de transformar a la sociedad tradicional que hoy propugna el
“marxismo cultural” 22 . Un concepto del que la gente de la calle no tiene
casi conocimiento pero que, sin embargo, constituye la locomotora de todo
el proceso hacia el globalismo totalitario que aquí se expone. Antonio
Gramsci ya sugirió cómo crear las condiciones para un éxito revolucionario,
subrayando que el marxismo tiene que superar la “subestructura
económica” y alcanzar la “superestructura cultural”, una marcha que
calificó de larga, y a emprender a través de las instituciones.
Los marxistas siempre entendieron que nada cambia si la cultura no
cambia y que nada mejor, en ese sentido, que la reorientación hacia el
proyecto postmoderno de la nueva izquierda que trajo la Escuela de
Frankfurt 23 , integrada por intelectuales alemanes escapados de la Alemania
de Hitler y que reabrieron el instituto en Nueva York y más adelante de
nuevo en Frankfurt. Entre sus principales fundadores e integrantes
encontramos a Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Erich
Fromm, Walter Benjamin o Franz Neumann. El pensamiento surgido de
esta Escuela es conocido como el inductor de la filosofía social o de la
teoría crítica 24 . Más que de una escuela puede hablarse de un proyecto
común 25 , como respuesta a la crisis política del marxismo. Los teóricos de
la Escuela de Frankfurt, su teoría crítica y su proyecto de deconstrucción,
trabajaban por un proyecto marxista y antirreligioso y sabían muy bien que
el proletariado de las democracias occidentales no tomaría nunca más el
camino emprendido por los bolcheviques en 1917.
La teoría crítica y el deconstruccionismo han buscado minar los
elementos fundacionales de nuestra cultura occidental que permiten
mantener la estabilidad, el orden y el sentido de pertenencia a algo 26 .
Ambos critican y deconstruyen todo aspecto de la sociedad, desde su
religión, pasando por la identidad nacional, sus etnicidades e incluso el
papel de género que se desarrolla en las familias. Solo después de dicha
deconstrucción se podría imponer la esencia del marxismo. Así, Adorno
señalaba que las personas que defienden los valores tradicionales de la fe y
la familia figuran en lugar preferente en su “escala-F” de “fascista”. En
cuanto a Marcuse, que fusionó marxismo con neofreudianismo, siempre
sostuvo la premisa de que la civilización occidental, con su marca
judeocristiana, era inherentemente represiva, “monogámica-patriarcal”,
asegurando que la libertad solo llegaría si Occidente escapaba de su prisión
de ritual y se transformaba en “polimorfa-perversa”. Su objetivo:
desmantelar la estructura familiar a nivel granular y sustituirla por la
anarquía sexual 27 . Puede decirse que Marcuse es el teórico del destrozo de
las estructuras de antaño de la autoridad en el seno de la familia y del
sistema educativo, con un impacto enorme en la cultura occidental.
No hay que olvidar, para terminar con este acercamiento a la naturaleza
del marxismo cultural, las razones por las que Lukács y Gramsci se
manifestaron tan en contra de la cultura cristiana. No olvidemos que los
valores cristianos han constituido los pilares sobre los que se ha
estructurado la civilización occidental y cimentado su progreso. Es por esto
que los marxistas culturales buscan el aniquilamiento del cristianismo.
Como bien lo señala Alasdair Elder 28 , “… gracias al marxismo cultural, la
izquierda política se ha convertido en el Caballo de Troya de la
islamización de Occidente ”. A este respecto, en el siguiente capítulo, será
ilustrativo observar los flujos de donaciones de Soros desde su OSF y que,
como buen globalista practicante del marxismo cultural, utiliza para
despertar a minorías musulmanas e islámicas, supuestamente oprimidas por
Occidente.
Hoy, la larga marcha de los nuevos marxistas culturales no se produce
de manera transparente, sino más bien oculta. No muestran su pertenencia a
una ideología, sino que se disfrazan de “progresistas”. En definitiva, la
izquierda ha elegido al globalismo y a las oligarquías, adoptando en oculto
la estrategia y disfraces de los marxistas culturales.
En definitiva, el marxismo cultural ha sido el punto de encuentro de, por
un lado, una oligarquía financiera global necesitada de un soporte
ideológico, y por el otro, personas y partidos de izquierdas que ya habían
digerido la transición del marxismo económico al cultural y ahora se
encuentran bien en una ideología que les permite ser neoliberalesde modo
absoluto, sin tampoco mostrarlo, y acceder así al apoyo de los magnates que
acompañan todo este proceso.
Como buenos globalistas, son marxistas culturales adictos a la propia
privatización de la res publica . Se estructura, de esa forma, el camino de
dicha oligarquía hacia el NOM, una oligarquía que se siente en extremo
cómoda a lomos de una izquierda que ha travestido todos sus principios y
valores con tal de alcanzar el poder. Ambos contentos, ambos oscuros,
ambos prestos a seguir edificando el NOM donde todos se sientan
realizados “a la izquierda”.
CORRECCIÓN POLÍTICA
Es el momento de preguntarse qué caminos recorre esa larga marcha
globalista de la mano del marxismo cultural. El principal de ellos es el de la
corrección política, “versión armada” del marxismo cultural 29 . Un
marxismo cuyo elemento central sigue siendo crear caos y tensión, no en
base a las disparidades económicas, sino a las tensiones que genera un
relativismo moral inculcado de manera sabia. Mathieu Bock-Côté es quizá
uno de los que mejor la han definido, calificando lo políticamente correcto
como “ un dispositivo inhibidor cuya vocación es sofocar, rechazar o
demonizar las críticas del régimen diversitario y la herencia de los
‘Radicales Sesentas’ y, de manera general, excluir del espacio público a
todos aquellos que transgredan esa prohibición” 30 .
En medio del caos así inducido, así como a partir de aquel que genera
una crisis financiera o una pandemia, la moral de una sociedad se hace poco
a poco maleable. Nace y se infiltra así la corrección política, que , más que
una actitud, más que un nuevo lenguaje, es una auténtica bomba de
ingeniería social guiada por el marxismo cultural. Con su
antitradicionalismo militante, esta reacción contracultural no tiene como
objetivo destrozar a aquellos que se decantan por la filosofía conservadora o
tradicional, sino acabar con esa filosofía misma. Su lema es que no
desaparezcan sólo los conservadores, sino el conservadurismo como un
todo. La corrección política emerge así como herramienta protagonista de
un pensamiento único, construido en base a pseudovalores que resultan, a
su vez, del proceso de desconstrucción del sistema de valores hasta
entonces imperante 31 . El siguiente capítulo se centra precisamente en dicha
deconstrucción y su efecto fulminante sobre los pilares del sistema.
La “corrección política” ha invadido de modo progresivo y a nivel
global a la sociedad civil, los campus universitarios, la cultura, la política y
trasciende a través del nuevo lenguaje “políticamente correcto”. Es evidente
que la imposición de un solo lenguaje elimina la diversidad de opiniones y
hace de dicha corrección una herramienta más hacia el totalitarismo, quizá
la mayor amenaza a la libertad después de los totalitarismos del siglo XX.
Los marxistas culturales globalistas siguen en esto un mismo patrón,
comienzan con una minoría victimizada por la civilización occidental, en la
que los “malvados” son siempre cristianos, hombres y blancos. Como bien
lo señala Daryl Kane: “ La teoría crítica se aplica a las diversas maneras en
que se caracterizan los seres humanos hasta que se deconstruye la historia
de la humanidad, para reconstruirla de manera que se adapte a la visión
estrecha de la corrección política ” 32 . Por supuesto el proceso continúa con
el feminismo como defensa a mujeres consideradas sólo como víctimas y
no como baluartes, junto a sus maridos o parejas, y con el núcleo familiar
como objetivo principal a destruir en el marco de dicha deconstrucción. Al
final el proceso se completa con el resto de la “defensa” de minorías, que se
convierten así en supuestas prioridades de estos nuevos
ingenieros/guerreros sociales. Minorías que se presentan como “víctimas”
supuestas de actores que deben ser estigmatizados, convencidos y, de no
lograrlo, invitados a abandonar sus responsabilidades.
En línea con lo anterior, nadie mejor que los marxistas culturales para
apropiarse del concepto y erigirse en baluarte de un “progresismo” que
tiene a lo “políticamente correcto” como bandera. Como señala con enorme
acierto Matt Walsh, de la Young America´s Foundation , “ El progresismo
es la religión del auto aborrecimiento. Enseña a los blancos a odiar a su
raza, a los niños a odiar a su sexo, a la mujer a odiar su feminidad, a los
patriotas a odiar a su país, y a occidente a odiar su historia. Qué cosa más
despreciable y tóxica es” 33 .
Lo “políticamente correcto” se transforma en arma política interna,
desde gobiernos y administraciones, pero también hacia la política exterior,
así como desde organizaciones internacionales e incluso tribunales
internacionales y en todos los ámbitos. En definitiva, políticas para
incentivar, entre otros, la destrucción de la familia, la promoción de modos
de vida y comportamientos destructivos, el fomento de la inmigración como
arma política y desestabilizadora, la propia desnaturalización de los
derechos humanos, el control férreo de los medios, censura y
desinformación, o el fin de los valores y de la religión cristiana, unido a la
defensa de minorías islámicas.
 LA “SOCIEDAD ABIERTA” DE SOROS, MOTOR DE LA DICTADURA DEL NOM
George Soros es uno de los magnates clave en el proceso de aplicación
práctica de la deconstrucción para, de hecho, construir el NOM. Ya tuvimos
ocasión de hablar extensamente sobre Soros en un libro anterior 34 , de su
teoría de la reflexividad, su visión sobre la incertidumbre y la falibilidad
radical, así como su preferencia por actuar con eficiencia en entornos
caóticos, aunque lo hicimos sin terminar de ahondar en el concepto central
de “sociedad abierta” que da nombre a su “Open Society Foundation
(OSF)”, máquina descomunal de financiación global y verdadero motor de
su ingeniería social.
Cómo es posible, se preguntarán muchos, atreverse a tildar aquí de
totalitaria esa idea, inicialmente limpia y transparente, que Karl Popper le
transmitió a Soros en su época de estudiante en Inglaterra. El problema de
esta aparente contradicción no está en la idea en sí, la teoría es por completo
loable tal y como la expresó Popper en su momento, sino en la utilización
torticera que Soros le ha dado a esa idea desde entonces, con el fin de
justificar sus actuaciones globalistas y la financiación de éstas, a lo largo y
ancho de este mundo.
Karl Popper entendía dicho concepto como oposición a todas las formas
de “sociedad cerrada”, ya sea esta colectivista, tribal, totalitaria o irracional.
Su argumentación sobre la “sociedad cerrada” era precisamente, en aquellos
tiempos, una manera de erigir un baluarte contra el nazismo; el apoyo al
individuo frente a las tentaciones del Estado totalitario, condición
irrenunciable para garantizar la democracia y salvaguardar la libertad. En
cuanto a Soros, él comprendía muy bien, a la luz de su participación activa,
a través de su fundación y entramado, en las famosas ““revoluciones de
color””, que dicho concepto podía servir de excusa para reventar regímenes,
a pesar de ser democráticos, para alcanzar así sociedades más “abiertas”. De
esa forma , podía asimismo obtener réditos geopolíticos para las potencias
socias de sus aventuras 35 , a la par que especulativos, a través de sus
inversiones y desinversiones estratégicas.
Con su concepto de “sociedad abierta”, Soros va más allá de la
injerencia en los asuntos internos de naciones soberanas e independientes.
Alrededor de ese falso ideal, e inyectando 32 miles de millones de dólares a
lo largo de los últimos 30 años en su OSF, es quizá el principal protagonista
del proceso de deconstrucción descrito más arriba e inspirado en un
marxismo cultural esclavo de lo “políticamente correcto”. Para él, que se
mueve como pez en el agua en entornos caóticos, la “sociedad abierta” debe
ser entendida como sociedad amorfa, de contornos imprecisos, carente de
tradiciones e identidad, y con desarraigo de la historia y de la herencia en
valores del cristianismo; en definitiva, una nueva forma de entender al ser
humano y al mundo 36 .
Es evidente que Popper

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