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Empezó como crítico de cine y secretario de August Lumiére para luego empezar a dirigir, pero es en “Coeur Fidele” donde representa su interés por la gente de la vida cotidiana En su versión de “La caída de la casa Usher” empleó la cámara lenta para dar un ambiente tétrico. VANGUARDIAS CINEMATOGRAFICAS La palabra vanguardia en el arte es usada para referirse a esos grupos de artistas que buscan romper con lo convencional en sus obras, resultando contraproducente pues estos movimientos terminan muchas veces alimentando a lo convencional. Francia supo ser una cuna para el cine, pero dado el papel que jugó en la I Guerra Mundial se quedó bastante atrás en nivel de sus producciones, por el contrario que EEUU, quienes se empezaron a imponer en el mundo con sus filmes. Sin embargo, en Europa comenzaron a surgir diversos artistas que mediante las vanguardias se propusieron regresar al ruedo. Una corriente que buscaba dejar de lado las formas reconocibles y dar prioridad a la luz y al color, buscando trasmitir emociones por sobre la acción. Crítico y ensayista quien curiosamente solía odiar el cine hasta que conoció las películas de Chaplin y Cecil B. DeMile y creó también el concepto de fotogenia. Comenzó a trabajar en sus filmes propios como La femmé de nulle part donde se enfocaba en los estados de ánimo de los personajes. ’ Buscaba reflejar la psicología de sus personajes con todos los recursos cinematográficos a su disposición, en filmes como “El dorado”. Comenzó como actor y luego empezó a dirigir, y con la práctica aprendió a hacer uso de los recursos y llevarlos a los extremos para contar historias, tal es el caso de “La locura del Dr. Tuve”. Pero sin embargo su obra magna fue “Napoleón”, donde diseña una epopeya histórica sobre los inicios de Napoleón Bonaparte, y en la que aplicó sorprendentes técnicas de cine, como el uso de cámaras livianas, el montaje rítmico y el plano dividido en tres. Escritora de diversas publicaciones, empezó a dirigir con “Sues Enemies” encontrando en el proceso una voz propia con el feminismo. Su militancia en ese movimiento social la llevaron a hacer “La Souriante Madame Beudet” donde como ya es costumbre, con superposiciones de imágenes y demás efectos buscaba plasmar los sentimientos de sus personajes. El impresionismo no fue la única vanguardia que se dio en Francia, ya que existía otro movimiento más alocado, impredecible e irreverente, hablamos del Dadaísmo y del Surrealismo. Su origen se remonta al cabaret Voltaire en Zúrich (Suiza), donde Hugo Val, un fundador del dadaísmo, empezó a darle asilo a artistas enojados por la guerra que estaban hartos del pensamiento positivista de los intelectuales europeos. Se propusieron crear una vanguardia que rompiera con lo convencional, con obras sin explicación de los hechos con el fin de desconcertar al espectador. Tristan Tzara, otro pilar del dadaísmo, redactó un manifiesto en el explicaba, entre otras cosas, que la palabra “Dadá” no tiene significado alguno. El primer representante dadaísta fue René Claire, quien fuera antes compositor y periodista, dando el salto al cine con “Entreacto”, la cual fue una obra humorística con toques técnicos alucinantes. Marcel Duchamp, Fernando Ledger y Hans Richter fueron otros directores destacados, sin embargo, el dadaísmo no se extendió más allá de 1926 y fue el preámbulo de otra gran corriente, el surrealismo. Quien le dio entidad fue el escritor André Bretón, quien en un manifiesto sobre el surrealismo explicaba que ésta corriente tenía como fin expresar los sentimientos más puros del individuo, al margen de la razón y la moral. La primera producción surrealista fue “La caracola y el clérigo” de Germaine DuLac, pero este movimiento no ascendería hasta unos meses después con “Un perro andaluz” de Salvador Dalí y Luis Buñuel e inspirado en sueños de sus principales responsables, destacando su impronta onírica y su potencial visual. Gracias al éxito conseguido por su corto, ambos fueron invitados a sumarse a esa nueva vanguardia, acabando por separarse por diferencias creativas con el filme “La edad de Oro” Un caso curioso es el del poeta Jean Cocteau, quien nunca formó parte del grupo, pero se le suele asociar con ellos debido a características en sus trabajos, tales como mundos y personajes extraños de “La sangre de un poeta” y la estética de “La bella y la bestia”
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