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Material de clase 1 - Unidad 1

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Teoría, método y técnicas de investigación científica 
Unidad 1. La investigación científica 
 
 
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La investigación científica 
 
Objetivo de la clase: 
 
 
- Que los estudiantes conozcan los principales criterios de validación de un 
producto científico, para poder aplicarlo a sus propias investigaciones y 
actividades laborales 
 
 
 
Introducción: método científico, ¿para qué? 
En nuestra vida cotidiana interactuamos con todo tipo de información acerca de la 
realidad social (Kelmansky, 2009). Parte de esa información circulante trata de temas 
que tienen que ver con nuestro trabajo. Los medios de comunicación destinan un 
importante espacio a temas como el delito y la “inseguridad”. Otro tipo de información 
también nos llega en nuestro propio trabajo, producida en distintas áreas del Estado 
o incluso por otras instituciones. Sin embargo, no toda esa información resulta 
igualmente confiable. 
¿Cómo está construida esa información? ¿Qué debemos tener en cuenta para su 
correcta interpretación? ¿De qué se habla, por ejemplo, cada vez que se dice que 
“aumentó el delito”? ¿Cómo se establece una afirmación de este tipo? ¿En qué se 
fundamenta? ¿Cómo están construidos los datos (si es que los hay) que sustentan 
estas afirmaciones? ¿Por qué distintos datos sobre los mismos hechos suelen arrojar 
resultados diferentes? ¿Cómo determinar qué información es más confiable? 
A su vez también nos podemos encontrar en el rol de registrar y producir información. 
Por ejemplo cada vez que se toma una denuncia, además de registrar información 
necesaria para la causa, esa misma información, correctamente sistematizada, puede 
resultar de utilidad para conocer las dinámicas del delito, y realizar investigación 
criminológica. ¿Cómo debemos registrar la información para que pueda ser 
transmisible, sistematizable y comparable, de modo que pueda resultar un insumo 
para la investigación, y para el desarrollo de políticas públicas y de prácticas 
profesionales? 
Consideramos que el conocimiento científico, si bien no constituye una verdad 
absoluta, posee cierto grado de rigurosidad y sistematicidad mediante los cuales se 
constituye en un conocimiento válido y confiable. En el presente curso 
 
 
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desarrollaremos las características de una investigación científica, de modo que 
podamos incorporar herramientas ya sea para hacer investigación social, para poder 
aplicarlas para mejorar algunos de nuestros procesos de trabajo, o al menos para 
poder interpretar la información con la que frecuentemente interactuamos. 
Con este fin, en esta primera clase identificaremos las principales características de 
la ciencia y de una investigación científica. Primero realizaremos un breve repaso 
histórico sobre la ciencia moderna, y luego explicaremos las principales características 
que, según cierto consenso de la comunidad científica, son las que definen a la 
práctica científica en la actualidad, en especial en las ciencias sociales. 
Veremos también que hay distintos métodos, distintos modos, de llevar a cabo una 
investigación científica. Luego de una presentación general en la presente clase, de 
los distintos métodos, nos entraremos en este curso en los denominados métodos 
cuantitativos o estadísticos, es decir, los que consisten en la explicación y en la 
representación de la realidad social a través de datos numéricos. 
 
Breve historia de la ciencia moderna 
 
Si bien sus antecedentes más remotos pueden remontarse a los primeros filósofos de 
la Edad antigua, se considera que los orígenes de la ciencia se encuentran en los 
inicios de la modernidad. En esta época, si bien el pensamiento seguía teniendo una 
fuerte impronta religiosa, se comenzó a cuestionar si la realidad podía ser explicada a 
través del dogma religioso. Una de las consecuencias fue una forma de pensamiento 
llamado escepticismo: si no hay un ser superior que establezca qué es lo verdadero, 
entonces no hay verdad y no hay posibilidad de conocimiento, ya que los seres 
humanos somos falibles. Siguiendo a Hugues y Sharrock (1999), los filósofos de la 
época se empeñaban en construir un pensamiento capaz de derrotar a este 
escepticismo. Entre ellos se destacan Francis Bacon (Inglaterra, 1561-1626) y René 
Descartes (Francia, 1596-1650), quienes desarrollaron diferentes maneras para 
perseguir este mismo fin. 
Bacon inaugura la corriente denominada “empirismo”. Sostenía que el conocimiento 
debe estar basado en la experiencia, es decir, de lo que se percibe a través de los 
sentidos. El conocimiento para Bacon tiene un carácter inductivo: de las experiencias 
concretas (es decir de lo que percibimos a través de los sentidos) llegamos a las ideas 
más generales. Cualquier idea que no esté sustentada en la experiencia sería pura 
especulación. 
 
 
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Descartes por el contrario postuló un pensamiento deductivo a partir de premisas 
irrefutables, tomando como modelo las matemáticas y la geometría. Pensemos por 
ejemplo en una afirmación del tipo: “Si A es mayor que B y B es mayor que C, entonces 
A es mayor que C”. No es necesaria la experiencia para comprobar que esta 
afirmación es verdadera. El conocimiento para Descartes parte de una operación del 
pensamiento. 
A pesar de sus diferencias, Bacon y Descartes, junto con otros filósofos de su época, 
comparten algunas ideas. En esta época también tiene sus orígenes la idea de que la 
ciencia debe tener un método: una serie de procedimientos a través de los cuales se 
llegaría al conocimiento verdadero. En esto se diferenciaría la ciencia de otro tipo de 
conocimiento, que posteriormente se denominaría genéricamente “sentido común”. 
También estos filósofos compartían la idea de que la naturaleza (la realidad) es una e 
inmutable. Por lo tanto el conocimiento que se produzca sobre ella debe tener siempre 
las mismas características, independientemente de qué aspecto de la realidad se 
trate. El conocimiento se acumula a partir de una certeza irrefutable sobre la cual se 
monta otra certeza y así sucesivamente. Para el pensamiento de la época, tanto la 
realidad como el conocimiento estaban “ahí”, y había que ir a buscarlos. Para 
comprender mejor estos supuestos, comparémoslo con el modo en que consideramos 
el conocimiento en la actualidad. Actualmente consideramos que el conocimiento es 
construido, y que no existe una verdad única sino muchas verdades, algunas más 
legitimadas (más aceptadas) que otras. E independientemente de las diferentes 
posturas, lo que entendemos como realidad supone siempre un grado de construcción 
a partir de una operación del conocimiento. 
Para llegar hasta aquí la filosofía fue transitando un largo camino a lo largo de los 
siglos, teniendo como otro hito fundamental la obra del filósofo alemán Immanuel Kant 
(1724-1804), quien estableció que tanto la experiencia como el pensamiento son parte 
del conocimiento. Pero en relación con el conocimiento la experiencia es una actitud 
pasiva, se trata de recibir sensaciones. En cambio el pensamiento supone una actitud 
activa. Kant denominó como a priori a aquel conocimiento que es independiente de la 
experiencia, y a posteriori al conocimiento que deriva de la experiencia. Los juicios 
que derivan puramente del pensamiento no amplían nuestro conocimiento. 
Retomemos el ejemplo anterior: “Si A es mayor que B y B es mayor que C, entonces 
A es mayor que C”. Esta afirmación no agrega nada a lo que ya sabíamos. Para 
ampliar nuestro conocimiento, debemos agregar información a través de la 
experiencia. 
En el siglo XIX Augusto Comte (Francia, 1798-1857) establece que la ciencia era un 
conocimiento superior respecto de otras formas de pensamiento. Había además un 
 
 
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solo modelo de ciencia y un solo método, el de la biología, que el resto de las 
disciplinas debían imitar. Consistía en la búsqueda de leyes invariantes universales. 
Inaugura una corriente de pensamientodenominado positivismo, que además tenía 
como supuesto la idea de que la realidad está compuesta de hechos y que, con un 
método objetivo, es decir, libre de toda subjetividad, podíamos llegar a conocerla. Si 
existe una realidad que “está ahí”, que es independiente del sujeto, entonces el 
conocimiento científico debía liberarse de la subjetividad para conocer los hechos “tal 
cual son”. 
El conocimiento científico, entonces, para el positivismo de esta época, se 
caracterizaría por su objetividad. En este sentido sería un conocimiento “neutro”, 
suponiendo que puede haber una distinción absoluta entre hecho y valor. Es decir, 
una cosa son los hechos de la realidad, y otra cosa son los juicios y valoraciones que 
podemos tener acerca de los mismos. Por el contrario el conocimiento de sentido 
común distorsionaría los hechos al estar atravesado por la subjetividad. 
En la actualidad, si bien algunos de estos postulados siguen teniendo cierta vigencia, 
otros han sido objeto de revisiones. Entre los científicos hay gran consenso en que la 
ciencia debe tener algún grado de objetividad. Sin embargo, ¿existen algo así como 
“los hechos” independientes de la teoría o de la subjetividad? ¿Existe alguna forma 
de conocer la realidad “tal cual es” o el conocimiento está compuesto de distintos 
puntos de vista? En definitiva si existiera tal cosa como “los hechos de la realidad”, 
¿cómo podríamos conocerlos “tal cual son”? Para conocer la realidad necesitamos 
siempre pasarla por el tamiz de nuestro pensamiento. 
En segundo lugar, sobre todo en las ciencias sociales, se ha abandonado la idea de 
la búsqueda de leyes universales para buscar en todo caso generalizaciones y 
asociaciones (Marradi, Archenti y Piovani, 2007). De modo que en lugar de decir 
“siempre que ocurre A, ocurre B”, tendemos a decir “siempre que ocurre A, existe una 
alta probabilidad de que ocurra B”. O “por lo general, cuando ocurre A, ocurre B”. 
En tercer lugar, podemos preguntarnos lo siguiente: ¿existe algún tipo de 
conocimiento absoluto, alguna verdad que se pueda establecer de una vez y para 
siempre? La historia del conocimiento nos muestra numerosos ejemplos de debates 
acerca de qué es y qué no es científico, o de ciertos conocimientos considerados 
científicos en algún momento, y que después dejaron de ser reconocidos como tales 
por la academia. Pensemos por ejemplo en la eugenesia o en el darwinismo social. 
Ya en el siglo XX, el filósofo austríaco Karl Popper (1902-1994), identificado también 
con el positivismo, establece que el conocimiento científico no es verdadero para 
siempre, sino en tanto y en cuanto no sea falsado. Es decir, hasta tanto no se 
demuestre que es falso. De este modo, echa por tierra definitivamente la idea de que 
 
 
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existe una verdad absoluta. Y el conocimiento científico se caracteriza justamente por 
tener la posibilidad de ser falsado, es decir, de determinar si es verdadero o falso. La 
afirmación “Dios existe” no tiene un carácter científico porque resulta algo 
indemostrable con los métodos de la ciencia. En cambio una afirmación del tipo “en 
2022 en la Argentina hay 47 millones de habitantes” puede comprobarse recurriendo 
a los datos del censo. No significa que sea verdadero, sino que se puede comprobar 
si es verdadero o no. A su vez, para Popper en última instancia el carácter científico o 
no de un determinado conocimiento es algo que está establecido por la propia 
comunidad científica. Son los propios científicos y las instituciones científicas las que 
establecen qué es válido y qué no, según sus propias reglas. Es decir, para Popper el 
carácter científico de un conocimiento ya no descansa en su mayor o menor 
aproximación a la realidad (cosa que es indemostrable), o estaría garantizado por el 
uso de un método determinado, sino en lo que los propios científicos establezcan. 
Posteriormente, el filósofo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996) sostendría que 
la ciencia en general no se desarrolla con la lógica de la crítica permanente y la 
refutación, como sostenía Popper. Más bien, observando la historia de la ciencia 
podemos ver el predominio de ciertos paradigmas, dentro de los cuales la ciencia 
acumula conocimiento. Al ser la ciencia una institución social, los científicos se forman 
de acuerdo a ciertos modos de pensar y de proceder, cuyos principios fundantes no 
cuestionan. Es lo que denominamos supuestos. En determinados momentos 
históricos se produce un cambio de paradigma, una manera de pensar la realidad 
totalmente diferente de la anterior, partiendo de otros supuestos. Un ejemplo es el 
“giro copernicano”: el paso de pensar que los planetas giran alrededor de la tierra, a 
pensar que la tierra y el resto de los planetas giran alrededor del sol. 
 
La ciencia hoy 
De toda esta tradición de pensamiento recogemos algunos rasgos que caracterizan a 
la ciencia en la actualidad. Fundamentalmente, que un producto científico debe estar 
compuesto tanto de teoría como de evidencia empírica (datos), considerándose a 
estos dos elementos como intrínsecamente relacionados, de modo que uno no puede 
existir sin el otro en la práctica científica. 
La teoría en última instancia debe estar fundamentada en evidencia empírica para que 
no sea pura especulación. Se trata de generalizaciones o abstracciones realizadas en 
virtud de reiteradas observaciones. La evidencia empírica, o lo que llamamos los 
datos, no solamente pueden ser interpretados de diferente manera a la luz de distintas 
teorías, sino que para su construcción misma la teoría es necesaria. Cuando “vemos” 
 
 
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algo en la realidad, eso que vemos ya está configurado por alguna teoría. Según el 
filósofo alemán Edmund Husserl (1859-1938) percibir y razonar son cosas que se 
realizan de manera simultánea. Veamos el siguiente ejemplo. Les pedimos antes de 
continuar con la lectura, pensar qué ven aquí: 
 
 
En esta ilustración, alguien con conocimientos mínimos de ajedrez puede ver 
fácilmente un jaque. La dama blanca está poniendo en jaque al rey negro. Es decir, 
podríamos afirmar que lo que está sucediendo aquí, lo que “se ve”, es un jaque. Para 
alguien que conoce las reglas de este juego, el jaque es algo que se ve. 
Ahora bien, ¿qué pasa con alguien que no conoce las reglas del juego? Si al menos 
tiene conocimiento de su existencia, verá un tablero de ajedrez con piezas. Y si no 
tenía conocimiento de la existencia de este juego, verá tal vez simplemente un dibujo. 
Por el contrario, alguien con conocimientos de ajedrez avanzados, tal vez pueda ver 
algunas posibles jugadas próximas. 
Lo que vemos aquí también está condicionado por nuestras experiencias y formación 
previas. Un diseñador gráfico puede ver un buen diseño para la tapa de algún libro. 
Una historiadora puede preguntarse, a partir de lo que ve, cómo llegaron a plasmarse 
en un juego todos estos personajes de la edad media. Del mismo modo, solemos decir 
que una persona que trabaja de policía no ve la realidad con los mismos ojos que una 
 
 
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persona que no posee los conocimientos propios de esta profesión. Un/a policía en la 
calle “ve” cosas que otras personas no ven, aun mirando las mismas cosas. 
De este modo, aquello que consideramos los hechos de la realidad, aquello que 
establecemos porque percibimos con nuestros sentidos, está siempre construido 
también a partir de una teoría, a partir de conocimientos previos. La diferencia entre 
una teoría científica y nuestros conocimientos cotidianos es cierto esfuerzo por lograr 
algún tipo de objetividad. 
Retomando este último punto, la objetividad, a partir del breve repaso de la historia de 
la ciencia nos podemos preguntar: si no hay una verdad única ni un método único, 
¿entonces cualquier conocimiento es válido? Esta pregunta es fundante de lo que 
conocemos como relativismo: cualquier conocimiento sería igualmente válido, ya que 
no existe una verdad absoluta ypor lo tanto tampoco existe una objetividad absoluta. 
No habría un conocimiento que sea “mejor que otro”. Pero también afirmamos, como 
nos demuestra la historia de la ciencia y sus pensadores, que las instituciones 
científicas, e incluso el Estado y la sociedad en general, no valoran de igual manera 
cualquier tipo de conocimiento. 
Tampoco en la sociedad se niega cualquier otro tipo de conocimientos y saberes no 
científicos: ¿alguien imagina una sociedad sin arte, sin filosofía, sin política? Sin 
embargo recurrimos a la ciencia cuando necesitamos un conocimiento que posea al 
menos algún grado de objetividad. Ahora bien, si no existen “los hechos tal cual son” 
sino que siempre dependen de un punto de vista: ¿cómo puede existir entonces la 
objetividad? ¿Cómo lograrla? 
En la actualidad consideramos: 
 
-que no es posible (incluso tal vez tampoco sea deseable) librarnos por completo 
de nuestra subjetividad. Lo que queremos conocer y nuestra mirada de la 
realidad siempre estarán atravesados por nuestras experiencias e intereses 
como individuos y como sujetos sociales. Sin embargo, podemos mediante 
ciertos procedimientos controlar esa subjetividad. Si bien es imposible lograr una 
objetividad absoluta, podemos hacer el mayor esfuerzo por aproximarnos lo más 
posible 
 
-por otra parte tampoco existe un método que, de seguirlo, nos garantice la 
objetividad, sino varias (aunque no ilimitadas) maneras de producir conocimiento 
científico válido 
 
 
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La objetividad se lograría en definitiva mediante la utilización de métodos legitimados 
por la comunidad científica, y por una explicitación acerca de su uso. De modo que 
podamos decir: “utilizando estos procedimientos, llegamos a estos resultados”. Y por 
lo tanto utilizando otros procedimientos, se llegaría a resultados diferentes. 
La ciencia no es ciertamente la única actividad que posee un método para su 
realización, sino que cualquier actividad se realiza mediante un método. Pensemos 
por ejemplo en las actividades artísticas, y en los métodos y su rigurosa puesta en 
ejercicio que se necesitan para poder bailar, tocar un instrumento musical o actuar. 
Sin embargo, en este sentido la ciencia se diferencia de otras actividades porque sus 
métodos deben ser explicitados y sometidos a la validación de pares. Una persona 
que realiza un espectáculo musical no necesita (si bien seguramente puede hacerlo) 
explicitar a su público los métodos que utiliza. En cambio en un producto científico, la 
explicitación de los métodos es un requisito indispensable. 
En síntesis, un producto científico tiene que satisfacer los siguientes requisitos 
(Wainerman, 2011): 
 
- Evidencia empírica 
- Teoría 
- Explicitación de los métodos 
 
Además, mientras otros tipos de discursos como por ejemplo la filosofía, la política o 
el derecho se interesan por el deber ser, la ciencia, si bien puede estar orientada por 
el interés de transformar la realidad, se ocupa de lo que la realidad es. Si volvemos a 
Popper, lo que es corroborable empíricamente es lo que está sucediendo, no lo que 
debería suceder. Desde la ciencia podríamos decir que para transformar la realidad, 
primero debemos conocerla. 
Podemos agregar, por último, que un producto científico está elaborado en primera 
instancia por y para la comunidad científica. Consideremos que las primeras personas 
que leen y evalúan los trabajos académicos son docentes universitarios e 
investigadores del sistema científico, no el público en general. Sintetizamos las 
diferencias entre el discurso científico y otro tipo de discursos en el siguiente cuadro. 
 
 
 
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Teniendo en cuenta todas estas características, para Serbia y Cozzi el conocimiento 
científico debe ser empírico, comunicable y público, verificable, de carácter transitorio, 
y preciso (2018: 40). También debemos mencionar, siguiendo a estos mismos 
autores, que la ciencia se produce también dentro de un contexto social. En ciertas 
instituciones acreditadas para tal fin, que tienen sus intereses y disputas, sus 
dinámicas y su cultura institucional. Dentro de un Estado que legitima la producción 
científica (es quien otorga los títulos y acreditaciones a personas e instituciones) y 
financia e incentiva de acuerdo a sus intereses. Y dentro de la sociedad en general, 
donde también la ciencia posee legitimidad. Así podemos afirmar que ese grado de 
subjetividad presente en la ciencia y en todo tipo de conocimiento no resulta algo 
exclusivamente individual. Se trata también y fundamentalmente de formas de pensar 
producto de nuestra época, de nuestra socialización y de las instituciones a las que 
pertenecemos. 
Podríamos agregar, en la misma línea, que la ciencia se produce también en 
condiciones de trabajo determinadas. Con distintas remuneraciones, recursos, 
espacios físicos, exigencias, perspectivas de carrera profesional, usos del tiempo, 
entre otros aspectos. El modo en que se hace ciencia depende también de las 
condiciones laborales en las que se produce. 
 
Métodos 
Puede definirse al método como una serie de procedimientos sistematizados para 
llevar a cabo una determinada tarea. El método científico consistiría entonces en los 
procedimientos legitimados por la comunidad científica a través de los cuales se 
 
 
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produce conocimiento científico. La metodología es el discurso o reflexión acerca del 
método (Marradi, Archenti y Piovani, 2007). 
Si bien suele asociarse al método o la metodología con las técnicas de producción de 
datos empíricos (tales como encuestas, entrevistas, etc.), el método científico es más 
abarcativo porque también incluye lo que denominamos la construcción del objeto de 
estudio. Retomando lo expuesto en las secciones anteriores, la ciencia necesita tanto 
de datos como de teoría. Esto significa, precisar en términos teóricos y empíricos 
aquello que se va a investigar. En consecuencia el objeto de estudio se compone de 
estos dos elementos: una explicación de la teoría que vamos a utilizar (lo 
desarrollaremos en la Unidad 2), y una especificación del referente empírico, de 
aquello que vamos a investigar. Ambas dimensiones se encuentran articuladas. 
(Nótese que preferimos decir “referente empírico” y no “realidad”, ya que, como 
dijimos, la forma en que nos representamos la realidad siempre está atravesada por 
alguna operación del pensamiento.) 
Debemos tener en cuenta en primer lugar que el método no es como una receta, que 
de seguirse paso a paso, garantizaría el éxito de la investigación. Se trata de ciertos 
procedimientos que a lo largo de la historia de la ciencia se han ido legitimando en 
virtud de sus buenos resultados, pero que deben adaptarse a cada caso concreto. Es 
decir, no existe un método neutro. Las herramientas para investigar deben ser 
abordadas y utilizadas de manera crítica y reflexiva. El uso del método es algo que en 
buena medida se aprende haciendo, poniéndolo en práctica. 
Los métodos tampoco son neutros en un segundo sentido. Si asumimos que la ciencia 
se produce en condiciones institucionales y sociales atravesadas por distintos 
intereses y disputas, los métodos no estarán exentos de esta condición. Debido a que 
el conocimiento no es absoluto sino parcial y falsable, cada método utilizado permitirá 
iluminar algunos aspectos de la realidad y dejará otros en la oscuridad. 
Los métodos además no son neutros porque poseen supuestos teóricos y filosóficos, 
de modo que utilizar un método, y el modo en que lo utilizamos, implica asumir que la 
realidad es de una determinada manera y no de otra. A nivel filosófico el principal 
supuesto que dirime las dos grandes posturas dentro de las ciencias sociales, que 
genéricamente podemos denominar positivismo e interpretativismo, es el que consiste 
en suponer que existe una realidad independiente del sujeto y de la subjetividad; o por 
el contrario, que toda realidad es interpretada. Si existeuna realidad independiente 
del sujeto, la mejor manera de conocerla es librándonos de nuestra subjetividad. En 
cambio si la realidad es una construcción subjetiva lo que podemos hacer es utilizar 
nuestra subjetividad de manera controlada para conocer el modo en que otros sujetos 
representan la realidad. 
 
 
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En lo que concierne a los métodos, a lo largo del siglo XX en las ciencias sociales se 
han ido consolidando dos tipos de métodos denominados cuantitativo y cualitativo. En 
el primer caso, los principales supuestos son que la realidad se puede conocer y 
representar a través de números, cantidades y magnitudes, y algunas 
representaciones visuales de relaciones numéricas, como tablas y gráficos. En interés 
está puesto principalmente en la posibilidad de generalizar, lo cual constituye su 
principal ventaja. Algunas técnicas o herramientas utilizadas dentro de este tipo de 
métodos son la encuesta, los censos y el uso de registros administrativos con fines 
estadísticos. 
En el segundo caso (métodos cualitativos) se supone que la realidad se puede 
representar mediante textos descriptivos, imágenes o material audiovisual. En interés 
no se encuentra en establecer cantidades o magnitudes sino en interpretar este tipo 
de material y presentar estas interpretaciones mediante texto o imágenes. Y si bien 
no se descarta la posibilidad de generalizar, el interés se encuentra principalmente en 
casos y situaciones particulares. Los métodos cualitativos suelen ser de mayor utilidad 
para analizar en profundidad algún aspecto de la realidad muy acotado temporal y 
espacialmente, pero tienen mayores dificultades para establecer generalizaciones. 
A lo largo del siglo XX estos dos tipos de métodos han tendido a ser considerados 
como antagónicos, como dos paradigmas tal como los define Kuhn, es decir como 
diferentes e irreconciliables. Sin embargo en la actualidad tienden a ser considerados 
como complementarios. En este sentido se habla de “triangulación” metodológica, del 
uso combinado de ambos métodos. Ya sea en distintas etapas de la investigación, es 
decir, para analizar distintos aspectos o dimensiones de un fenómeno; o bien para 
corroborar la validez de la información mediante el uso de distintas fuentes (Serbia y 
Cozzi, 2008). 
De acuerdo con la bibliografía reciente (Marradi, Archenti y Piovani, 2007; 
Wainermann, 2011) consideramos que no hay un método que sea a priori mejor que 
el otro, sino que cada uno de ellos puede resultar más o menos adecuado a los fines 
de cada investigación. En este curso desarrollaremos con mayor profundidad los 
métodos denominados cuantitativos o estadísticos, por considerar que se encuentran 
más relacionados con los perfiles de egresados de las diferentes carreras de nuestro 
Instituto. 
 
 
 
 
 
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Bibliografía utilizada en la clase: 
Hughes, John y Sharrock, Wes (1999) La filosofía de la investigación social. México: FCE. 
Kelmansky, D. (2009). Estadísticas para todos. Estrategias de pensamiento y herramientas para la 
solución de problemas. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. 
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL001858.pdf 
Marradi, Alberto; Archenti, Nélida y Piovani, J. Ignacio (2007), Metodología de las Ciencias Sociales, 
Buenos Aires, Emecé 
Serbia, José María y Cozzi, Carlos (2018) El proceso de producción de datos de la investigación social. 
Buenos Aires: el autor 
Wainermann, Catalina (2011) “Acerca de qué es y qué no es investigación científica en ciencias 
sociales” en Wainerman, Catalina y Sautú, Ruth (2011), La Trastienda de la Investigación. Buenos 
Aires, Manantial 
 
Bibliografía obligatoria: 
Serbia, José María y Cozzi, Carlos (2018) El proceso de producción de datos de la investigación social. 
Buenos Aires: el autor. (Cap. 1 y 2) 
Wainerman, Catalina y Sautú, Ruth (2011), La Trastienda de la Investigación. Buenos Aires, Manantial. 
(Cap. 3: “Acerca de qué es y qué no es investigación científica en ciencias sociales”) 
 
 
 
 
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