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ASIGNATURA: PERFILES CRIMINALES Y ANALISIS DEL COMPORTAMIENTO 
 
 
CAPITULO II- CONDUCTA (José Bleger) 
 
La conducta en psicología 
 
El término conducta o comportamiento ha sido incorporado a la psicología desde otros 
campos de conocimiento (Química, Biología y psicología animal). En este contexto la 
conducta era la manifestación de una sustancia. 
 
La conducta es el conjunto de fenómenos observables, donde la metodología es 
situarse solo en tal hecho (describiendo y explicando fenómenos en función de ellos 
mismos) 
En el estudio del ser humano se aplica el término conducta, el cual alude a todas las 
reacciones o manifestaciones exteriores, tratando así de que la investigación 
psicológica se convirtiera sistemáticamente en una tarea objetiva, por lo tanto, la 
psicología es una ciencia de la naturaleza. 
El término conducta proviene del latín el cual significa conducida o guiada por algo 
(mente), un gran problema es que deja de lado lo central del ser humano: los 
fenómenos mentales, los cuales son los que originan la conducta. Si estudiamos 
simplemente la conducta solo nos ocuparíamos de productos y derivados, 
pero no del fenómeno central. En consecuencia, en el estudio del dualismo de cuerpo-
mente, el cuerpo es sólo un medio para la manifestación de la mente. 
 
 
La conducta como fenómeno central en la psicología 
 
El estudio de la conducta se hace en función de la personalidad y del inseparable 
contexto social, del cual el ser humano es siempre integrante (interrelación constante 
y mutua); estudiamos la conducta en calidad de proceso y como “cosa”, es decir, 
dinámicamente. 
En la teoría dinámica de la personalidad, se habla de cuatro proposiciones acerca de 
la conducta: 
1.- la conducta es funcional. Tiene como finalidad resolver tensiones. 
2.- la conducta implica siempre conflicto o ambivalencia. 
3.- la conducta solo puede ser comprendida en función del campo o contexto en el 
que ella ocurre. 
4.- todo organismo vivo tiende a preservar un estado de máxima integración o 
consistencia interna.  La conducta implica siempre conflicto o ambivalencia. 
 
Unidad y pluralidad fenoménica de la conducta 
 
Se reconoce en el ser humano dos tipos distintos de fenómenos, a los que puede 
reducirse todas sus manifestaciones: 
1. Concreto: aparece en el cuerpo y en actuaciones sobre el mundo externo, una 
conducta concreta corporal, por ejemplo, el enrojecimiento o palidez de la cara. 
Conductas concretas sobre actuaciones en el mundo externo por ejemplo 
concurrir a un sitio, conducir, aunque para ello igualmente se necesite de las 
modificaciones corporales. 
2. Simbolicas: fenómenos reconocidos como mentales. Por ejemplo, pensar, 
hablar, planificar, imaginar. 
 
 
Los dos tipos de fenómenos dieron lugar a un dualismo sustancial, de la pluralidad 
fenoménica se hizo una transposición a un dualismo sustancial. 
La pluralidad fenoménica tiene su unidad en el fenómeno de la conducta misma, en 
el funcionamiento altamente perfeccionado del SNC, y en el ser humano considerado 
siempre como persona en cada una de sus manifestaciones, vinculado en su 
condición humana al medio social. 
Siguiendo a Pichón Riviere, representamos los tres tipos de conducta, como tres 
círculos concéntricos y los enumeramos como uno, dos y tres que corresponden 
respectivamente a la: 
 
1.- área de la menta 
2 .- área del cuerpo 
3.- área del mundo exterior. 
 
Ha llamado a estos círculos como Áreas de la conducta. (remitirse a la bibliografía 
correspondiente) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Coexistencia y preponderancia de las áreas de la conducta 
 
La conducta siempre implica manifestaciones coexistentes en las tres áreas; es una 
manifestación unitaria del ser total y no puede aparecer ningún fenómeno en ninguna 
de las tres áreas sin que implique necesariamente a las otras dos, por lo tanto, las 
tres áreas son siempre coexistentes. 
Por ejemplo: el pensar o imaginar (área de la mente) no puede darse sin la 
coexistencia de manifestaciones en el cuerpo y en el mundo externo e inversamente. 
 
EJEMPLOS: 
Una persona fantasea un encuentro con un ser amado al que no ve hace mucho 
tiempo. En ese momento comienza a sentir palpitaciones, se le escapa una lágrima, 
y decide bajarse en la próxima estación para hacer un llamado a larga distancia 
y comunicarse con el ser querido. 
El ejemplo ilustra las tres áreas de manifestación de la conducta: el fantasear es la 
expresión conductual a nivel del área 1 (mente), el sentir palpitaciones y lagrimear es 
la expresión a nivel del área 2 (cuerpo), y el bajarse de la estación y hablar por 
teléfono es la expresión a nivel del área 3 (mundo externo). 
Mientras las conductas que se manifiestan en el área 1 (mente) son 
simbólicas, las que se manifiestan en las otras dos áreas son materiales y 
concretas: en el caso del área 2, es el cuerpo el que sufre algún tipo de transformación 
material, y en el caso del área 3, se trata de acciones 
materiales donde están involucrados objetos externos (bajarse en una 
estación, hablar por teléfono, establecer un vínculo con un otro) implicando, por 
tanto, algún tipo de relación con el mundo exterior. 
 
Esta permanente coexistencia de las tres áreas no excluye el predominio de alguna 
de ellas en un momento dado, predominio que permite calificar a la conducta como 
perteneciente a cada una de las tres áreas. 
 
 
Por ejemplo: Reaccionar con ansiedad frente a una situación dada (área de la mente); 
posteriormente, en otro momento, puede ceder totalmente esta manifestación y 
aparecer en su lugar palpitaciones (área del cuerpo), o bien ser ambas reemplazadas 
por una conducta inestable en una actividad (área del mundo 
externo). Esta alternancia puede hacerse en todas las direcciones y tener siempre el 
mismo significado, es decir, ser una misma reacción (ansiedad) a una situación dada. 
Esta alternancia o sucesión de las áreas puede generar una progresiva modificación 
del sentido de la conducta: a las manifestaciones en el área 
uno, puede suceder una conducta en el área tres, que modifica la situación y a su vez 
modifica, la conducta en el área uno. 
 
 
Bleger. Jose. Psicología de la conducta. (1995) Ed. Paidos Cap. II

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