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2023-5-31 - Instituto Nuestra Señora del Rosario - CATEQUESIS - LECTURA

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16/03/2023
Catequesis
“CAMINO HACIA LA PASCUA”
La Cuaresma es un tiempo de 7 semanas, 40 días, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, de preparación para la Pascua. Durante este tiempo, Cristo nos invita a cambiar de vida, la iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la palabra de Dios, orando, compartiendo con los demás y dando sentido a nuestras obras. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a estar más cercanos a Dios.
El tiempo de Cuaresma es tiempo de perdón y reconciliación fraterna.
La Cuaresma es el tiempo de preparación para la Pascua. Y el conjunto que forman los tiempos de Cuaresma y Pascua es el centro del Año Cristiano, porque es la celebración de lo que es central en nuestra fe: la muerte y la resurrección de Jesucristo. Por tanto, la Cuaresma forma parte del ciclo pascual, ya que la finalidad no es la Cuaresma en sí sino la celebración del Triduo Pascual y la Pascua.
La Cuaresma –que significa “el día cuarenta”- recuerda el tiempo de desierto de Jesús y del pueblo de Israel, y significa que es un tiempo de desierto y de conversión de la Iglesia para buscar lo que es esencial en nuestra vida, o sea, la unión con Jesucristo y también celebrar la Pascua con un corazón bien dispuesto a vivir nuestra vida imitando la vida de Cristo, una vida de amor, una vida entregada.
El tiempo de Cuaresma se inicia el Miércoles de Ceniza y finaliza el Jueves Santo al mediodía, ya que por la tarde-noche se inicia el Triduo Pascual. Tiene cinco domingos –primero, segundo, tercero, cuarto, quinto– más el Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, que es el pórtico de la Semana Santa, con el Lunes Santo, el Martes Santo y el Miércoles Santo, que siguen formando parte de la Cuaresma. También forma parte el Jueves Santo hasta el mediodía.
INICIAMOS NUESTRO CAMINO
La vida es, esencialmente, camino, y el sentido del camino lo da el lugar a donde queremos llegar.
Un rasgo de la religiosidad cristiana es que hay que caminar… Salir de la propia tierra (cf. Gen. 12, 1-8) y para cualquier persona cristiana que va caminando, “salir” es aspirar a más en el camino hacia Dios…
Quizás, descubrimos que hay demasiadas piedras en el camino que nos impiden caminar. La tarea es “despejar el camino” para llegar a la meta.
Podemos hacer una pausa, pero sin rendirnos, y revisar si nuestra mochila lleva todo el material necesario, que habíamos previsto, para llegar a celebrar la Pascua un poco más vivos, e ir metiendo lo que “hemos olvidado”…
Hemos de poner  en la mochila:
· La  escucha y la meditación de la Palabra de Dios. 
· El silencio. Ir superando la pereza y servir en fraternidad, compasión, justicia, solidaridad… Poner orden dentro de nosotros mismos  de tal modo que los pensamientos, y actitudes sean concordes con el evangelio. Recuperar el ritmo y estilo que debemos vivir como hijos de Dios. 
· Ayunar de excesos, malos modos, ingratitud, preocupaciones, críticas…
· Acojamos como dirigidas a nosotros las palabras, llenas de ternura, con las que  el Señor hizo recapacitar a los israelitas cansados de su larga travesía:
· “Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor”. (Det 8,2 -3)
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· No es tanto un esfuerzo personal cuanto caminar, nuevamente, al encuentro de Aquel que nos ama. Y el encuentro con Jesús empuja al abrazo con el hermano. A estar muy atentos a las necesidades de los demás, especialmente de los más pobres.
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LA CUARESMA ES….
Un tiempo para la búsqueda y el encuentro. Nos ofrece la posibilidad de tiempo de reflexión que nos encamina en los pasos de Jesús y nos invita a compartir su misión de dar la vida.
Cuaresma es tiempo de discernimiento interior para morir a todo aquello que nos aleja de Dios y de los demás, que nos impide abrazar su voluntad y construirla en nuestras vidas.
Cuaresma es tiempo de purificación, que nos recuerda la tentación del egoísmo, del poder, de la riqueza, del individualismo, de la indiferencia… que lentamente carcomen y corroen nuestra fidelidad al Reino.
Cuaresma es tiempo de solidaridad activa, pues el Dios de la Vida no quiere sacrificios sino solidaridad, vida y bienes compartidos, entrega y compromiso por la Justicia, como nos lo recuerda el hermoso texto de Isaías 58, 1-14, que leemos en la liturgia de la Primera Semana de este tiempo.
Tiempo de búsqueda y encuentro
Para morir a nuestro pecado, personal y colectivo, para morir a todo lo que pone escollos, desvía o derrumba el proyecto solidario del Reino por el cual Jesús dio la vida y resucitó.
Para el compromiso personal
Las lecturas bíblicas de cada día de Cuaresma son una excelente invitación a la búsqueda y el encuentro.
Anímate a dedicar unos minutos diarios a la oración con la Biblia.
Intenta contagiar a las personas con las que vives para encontrar un día en la semana y hacer lectura orante con la Palabra de Dios.
Puedes incluso tomar un cuaderno y escribir en él cada día una pequeña reflexión a partir de la lectura. Verás como vas construyendo un itinerario a la luz de la Palabra que te lleva a la conversión y al encuentro con Jesús.
Tiempo de limpieza interior
La cuaresma es un tiempo que nos recuerda la necesidad de mirar a nuestro interior, de examinarnos ante los ojos misericordiosos de Dios y de recuperar nuestras fuerzas en la escucha de la Palabra para rechazar los engaños a los que nos someten los tentadores de turno. Es una gran ocasión para la práctica de la oración, del ayuno y de la caridad (limosna), para limpiar nuestro interior y exterior, para el retiro y la soledad, para entrar en nosotros mismos y escuchar los sonidos del silencio y para encontrar la verdad de nuestro ser allí donde radica lo esencial, que con frecuencia se nos hace invisible a los ojos.
Si de algo está necesitada nuestra sociedad es de espiritualidad y de retorno a la interioridad. 
Todos los estudiosos del fenómeno humano están de acuerdo en que se vive excesivamente para la exterioridad, que hay una incapacidad generalizada para las experiencias de meditación y de silencio (y, por lo tanto, para la oración), que nuestros niños padecen las consecuencias de una sociedad altamente ruidosa y que la hiperactividad a las que están sometidos les impide pensar y ser. 
La interioridad es consustancial al ser humano, es el alma de la existencia y no puede quedar al margen de la mirada pedagógica que quiera estar comprometida con el desarrollo integral de la persona.
En la escuela la Cuaresma es una oportunidad para educar la interioridad de los alumnos. Dedicar un tiempo a pararse, escucharse, reflexionar sobre que hacemos y como lo hacemos; como nos sentimos; como nos encontramos en el grupo; cómo resolvemos los conflictos. 
También puede ser  una buena ocasión para salir a pasear por la naturaleza a agudizar los sentidos, caminar tranquilamente y en silencio poniendo toda la atención en la percepción y en la admiración por la belleza
Tiempo de Perdón
La Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos.
El perdón de Dios no falla nunca. A lo largo de su vida e incluso sobre la cruz, Cristo rechazó condenar. 
Saber que hemos sido perdonados y perdonar también nosotros es una de nuestras mayores alegrías como cristianos. En ello está la fuente de la paz interior que el Señor nos quiere comunicar. Intentemos perdonar… hasta setenta veces siete.
Trabajemosnuestra capacidad de perdonar día a día: abiertos a los que nos rodean, ejercitando la hospitalidad, absteniéndonos de juicios y prejuicios sobre los demás, forjando un corazón grande y generoso…
Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo.
Cuando recibimos el perdón de alguien vivimos una experiencia de liberación y de paz interior. Y es que el perdón sana tanto a quien lo da como a quien lo recibe. El perdón genera comunión. Es necesario para nuestra vida ser perdonados por el amor de Dios.
Todos nosotros tenemos tanta necesidad del perdón como del pan cotidiano. Y tenemos una gracia, que Dios lo da siempre gratuitamente.
Perdonar es un signo lleno de amor. No podemos estar en paz con los demás si no comenzamos por reconciliarnos con nosotros mismo. Como cristianos podemos hacerlo aceptando que Cristo nos perdona primero. 
Perdonar no es tan fácil como parece: es también un compromiso y una responsabilidad.
Tiempo de conversión
 
La Cuaresma es un tiempo privilegiado para intensificar el camino de la propia conversión. Este camino supone cooperar con gracia para dar muerte al hombre viejo que actúa en nosotros. 
Se trata de romper con el pecado que habita en nuestros corazones, alejarnos de todo aquello que nos aparta del Plan de Dios y por consiguiente de nuestra felicidad y realización personal.
En efecto, la vida cristiana no es otra cosa que hacer eco en la propia existencia de aquel dinamismo bautismal, que nos selló para siempre: morir al pecado para nacer a una vida nueva en Jesús, el Hijo de María (Jn 12,24). 
Esa es la opción del cristiano: la opción radical coherente y comprometida, desde la propia libertad, que nos conduce al encuentro con Aquel que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6); encuentro que nos hace auténticamente libres, nos manifiesta la plenitud de nuestra humanidad.
Todo esto supone una verdadera renovación interior, un despojarse del hombre viejo para revestirse del Señor Jesús. 
En las palabras de Pablo VI: «Solamente podemos llegar al Reino de Cristo a través de la metanoia, es decir, de aquel íntimo cambio de todo el hombre —de su manera de pensar, juzgar y actuar— impulsados por la santidad y el amor de Dios, tal como se nos ha manifestado a nosotros este amor en Cristo y se nos ha dado planamente en la etapa final de la historia».
Tiempo de amor
 
CON EL CORAZÓN ABIERTO
Mi equipaje será ligero,
para poder avanzar rápido.
Tendré que dejar tras de mí la carga inútil:
las dudas que paralizan
y no me dejan moverme.
Los temores que me impiden
saltar al vacío contigo.
Las cosas que me encadenan y me aseguran.
Tendré que dejar tras de mí
el espejo de mí mismo,
el 'yo' como únicas gafas,
mi palabra ruidosa.
Y llevaré todo aquello que no pesa:
Muchos nombres con su historia,
mil rostros en el recuerdo,
la vida en el horizonte,
proyectos para el camino.
Valor si tú me lo das,
amor que cura y no exige.
Tú como guía y maestro,
y una oración que te haga presente:
«A ti, Señor, levanto mi alma, en ti confío,
no me dejes. Enséñame tu camino,
Mira mi esfuerzo. Perdona mis faltas.
Ilumina mi vida, porque espero en ti».
Semana santa
«Señor, en este día que has hecho Tú y en que me regalas otro día más de vida quiero ofrecerte todo mi dolor.
Señor, el dolor que hay en mi vida no es comparable al dolor que tu sagrada humanidad tuvo que soportar exclusivamente por mí.
Tú, Dios, fuiste también el Varón de Dolores. Sufriste con tanta paciencia y mansedumbre todo despreció, toda burla, toda injusticia…
Supiste hacer la voluntad del Padre aun sabiendo que ibas a morir en una cruz.
Por eso Señor, este día quisiera decirte que soy incapaz de comprender el sentido de la Cruz en mi vida. Mis huesos se agotan, mis miembros me pesan, mi mente se entristece y no sé muchas veces cómo sobrellevar el fracaso.
Soy un ser humano que te quiere seguir y quiere aprender a ser como Tú y ver la vida como Tú.
Por favor lléname hoy de tu Espíritu para que yo pueda comprender plenamente el sentido de las cosas que me pasan y me hacen daño y para que no tema lo inesperado, lo injusto, lo que no es noble y tierno como Tú.
Comprendo Señor que seguirte es esto: “Llevar la cruz y esperar la Resurrección” .
La esperanza no finaliza con la cruz, tenemos esperanza de vivir junto a ti dando lo mejor de nosotros mismos a los que encontramos a nuestro lado.
Tu cruz es esperanza viva.

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