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Informe Análisis Crítico de bibliografía - Claudia Ahumada Parraguez

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Informe Análisis Crítico de la Bibliografía
 Claudia Ahumada Parraguez
Sección 2
Profesora Claudia Calquín
Universidad de Santiago de Chile
Noviembre 26, 2020
Introducción
Al revisar diferentes estudios sobre juventud, se encuentran diversos planteamientos, apoyados en diversas maneras de abordar el tema, comenzando desde una visión más biologicista hasta una noción desde un nuevo paradigma de producción social. La primera de estas posee una visión ontológica que postulaba la juventud como un periodo determinado de les seres humanes, el cual era universal y homogeneizante (Feixas, 1996). El segundo, propone la disolución de los límites psicobiológicos deterministas, añadiendo experiencias y contextos socioculturales, económicos y políticos heterogéneos asociados a diferentes factores, tales como: corporalidad (Ganter et al., 2018), género, etnicidad, territorio, generación, clase, entre otros (Feixas, 1996).
Asimismo, dentro del contexto de capitalismo como modelo económico y el adultocentrismo subyacentes a las sociedades occidentales (Duarte, 2012), existen diferentes maneras de aproximarse a la noción de qué es lo juvenil, cómo se construye y desarrolla a partir de las diferentes experiencias sociales y corporales propias de las y los jóvenes.
A continuación, se revisarán una serie de textos que abordan la temática de las juventudes desde los diferentes factores mencionados anteriormente, con el objetivo de debatir y, tal vez, proponer tentativamente alguna idea de qué es ser joven, y así aproximar los estudios hacia una mejor comprensión de la misma.
Resumen texto: De las culturas juveniles al estilo
La “Cultura Juvenil” planteaba un grupo homogéneo y constituido por diferentes clases, donde los estilos juveniles eran ampliamente difundidos, creando una “infraestructura simbólica para un lenguaje internacional-popular” (Feixas, 1996, p.72). 
Feixas (1996) propone las “culturas juveniles” para evitar la homogeneización que denotaba su acepción en singular. Así, existen dos conceptos importantes: la maximalista (experiencias sociales como cimentos de estilos de vida), y la minimalista (microsociedades juveniles semi autónomas de las instituciones adultas).
Las culturas juveniles nacen desde la intersección de tres escenarios: La cultura hegemónica, las culturas parentales, y las culturas generacionales.
La identidad social se constituye principalmente de cinco factores estructurantes que construyen las culturas juveniles: la generación, género, clase, etnicidad, y territorio.
Feixas (1996) también plantea el estilo como un constituyente de las culturas juveniles, definiéndolo como un conjunto de elementos que representarían la identidad del grupo, creándose en base a actividades y valores que modulan su identidad. Así, la construcción de un estilo puede analizarse desde dos conceptos: el bricolage (resignificación de objetos y símbolos) y la homología (relación existente entre los artefactos, el estilo y la identidad de grupo en las diferentes culturas).
Por otra parte, el estilo está compuesto por una serie de elementos culturales: el lenguaje, la música, la estética, producciones culturales, y actividades.
Esquema 1: Culturas juveniles
Comentario
Feixas (1996) aborda en su texto un paradigma diferente al del concepto de integración social por parte de los jóvenes por el de la aversión a lo social. Asimismo, plantea el cambio de la “Cultura Juvenil” por el las “culturas juveniles”, con el fin de evitar el “uso esencialista y homogenizador del término” (Feixas, 1996, p.73).
Existen tres escenarios mediadores importantes para que las culturas juveniles surjan: la cultura hegemónica (relación de los jóvenes con la cultura dominante mediada por la escuela, el sistema de producción, los medios de comunicación, etc.); las culturas parentales (identidades étnicas y de clase desde donde surgen normas conductuales y valores presentes en el medio social en el cual están insertos); y las culturas generacionales (se refiere a las dos anteriores, sumando los espacios de ocio y la identificación con otros jóvenes, valores y comportamientos diferentes a los de los adultos). Adicionalmente, se plantean bases estructurales de las culturas juveniles, tales como: la generación (identidad de un grupo en un mismo contexto histórico); género (vistas exclusivamente como un fenómeno masculino, siendo la mujer un posición estructuralmente diferente); clase (son las interacciones diarias entre generaciones distintas en lugares determinados); etnicidad (expresiones culturales que intentan arreglar la cohesión de la cultura de sus padres); y territorio (lugar, generalmente ciudades, que pueden coincidir con la clase y la etnia).
Gracias a lo anterior, nacen los estilos juveniles, que son “la manifestación simbólica de las culturas juveniles” (Feixas, 1996, p. 81), y que se constituyen por elementos culturales como el lenguaje, la música, la estética, las producciones sociales y las actividades focales.
Se considera importante que el autor haga hincapié en el uso de un concepto teórico que evite homologar la juventud como una sola, pues como se expuso anteriormente, son variados los factores que determinarían las identidades de les jóvenes, pues no es posible generalizar una sola identidad como si se tratase de una identidad psicobiológicamente determinada o una identidad construida desde una cultura estática, pues los jóvenes son “activos productores de cultura y no solo (…) receptores pasivos de la cultura institucional y masiva” (Feixa, 1996, pp. 83-84), por lo que las imágenes culturales y los contextos sociohistóricos están en constante cambio. En consecuencia, no es posible hablar de ‘la juventud’, pues “el ser humano no es solo un animal, sus necesidades biológicas se modifican por su pertenencia a una sociedad” (Portillo, 2005).
Resumen texto: Sociedades adultocéntricas: sobre sus orígenes y reproducción
Tanto lo juvenil, la niñez y la adultez mayor son construcciones sociales, cuyas bases constituyentes provienen del adultocentrismo, el cual ha ido legitimando la jerarquización entre las edades.
En Chile, la aparición del sujeto joven responde al menos a dos procesos: las transformaciones de la producción económica, y la ampliación del sistema educacional. Asimismo, existe otro factor en las sociedades latinoamericanas y caribeñas: las expectativas del mundo adulto no coinciden con la de los jóvenes, llevando muchas veces a la rebelión contra las formas de dominación social y política.
Las sociedades adultocéntricas poseen dinámicas económicas como políticas (mediante instituciones), provenientes de la producción capitalista, que configuran a las clases adultas “la capacidad de controlar a quienes define como menores” (Duarte, 2012, p.110). 
Como consecuencia de la noción hegemónica biologicista de la juventud, se pueden distinguir algunas objetivaciones: mecanicismo (ciclo vital lineal, cuyo punto máximo es la adultez), universalización, esencialismo (idealización impuesta de ciertas características de la juventud); y estigmatización.
En contraposición, desde la perspectiva de construcción social y cultural de la juventud, estas están ligadas al contexto histórico y las nociones de los conflictos sociales, de las cuales provienen tres enfoques: construcción social de tipo funcionalista, de tipo culturalista, y la construcción social desde lo generacional (existencia de la matriz adultocéntrica, donde lo social es constituido también por las generaciones).
Esquema 2: Adultocentrismo
Comentario
Siguiendo el paradigma de las construcciones sociales en el texto de Duarte (2012), no solo lo juvenil ha sido construido, sino que la niñez y la adultez mayor también. Todo esto dentro de una cultura occidental fuertemente caracterizada por su adultocentrismo.
El adultocentrismo es aquel que se refiere a la existencia de relaciones de dominio según rangos etarios, desde donde el punto máximo del desarrollo humano es alcanzado en la adultez, enmarcandoa la juventud como una etapa de transición de niños y niñas hacia la “vida adulta”, legitimando la jerarquización entre edades. Por otra parte, instala la concepción de inocencia como una debilidad que debía ser enfrentada para lograr un buen desarrollo.
Como consecuencia de lo anterior, las identidades o ‘procesos identitarios’ han sido construidas en base a una imposición del modelo hegemónico, donde “los adultos han construido un sistema de dominación” (Duarte, 2012, p. 110).
Aquí, el autor nos plantea que las identidades juveniles también se construyen desde lo sociocultural, destacando que aún con las características inherentes de las diferentes sociedades occidentales, todas ellas están bajo la influencia de una característica fuertemente predominante como lo es el adultocentrismo. Se cree que es importante destacar este aspecto, pues ha sido internalizado como una subjetividad (Duarte, 2012), es decir, que las nociones de lo que son las juventudes no solo están determinadas por los diferentes contextos culturales, sociales, económicos y políticos de un lugar y tiempo determinados, sino que también está influenciada casi totalmente por imaginarios provenientes de la dominación de concepciones hegemónicas.
Es por lo anterior que las identidades juveniles se han ido construyendo desde estas nociones conjuntas, por lo que ‘escapar’ de estas no es una opción si se quiere lograr una comprensión más acabada de los procesos identitarios y la conformación de las juventudes, aun desde una mirada adulta. Sin embargo, también da pie para cuestionar el cómo se han estado construyendo estas nociones de identidad, siendo el primer paso para cambiar o impugnar las relaciones de poder y dominación impuestas.
Resumen texto: La gramática de la juventud: un nuevo concepto en construcción
En un primer desarrollo conceptual, la psicología norteamericana aborda la adolescencia como una etapa biológica, logrando gran impacto en Europa y EE.UU con teorías organicistas, que postulan la no influencia de lo social ni lo cultural. Sin embargo, esta perspectiva influyó líneas de investigación psicoanalítica, los cuales se vieron obligadas a adicionar estos factores como constituyentes de la adolescencia. Asimismo, otros aportes provinieron de la psicología del desarrollo, la psicología social, y estudios con enfoque del interaccionismo simbólico.
 Los estudios de juventud también poseen diferentes aproximaciones, tales como: la aproximación estructural-funcionalista (juventud como categoría social), el paradigma culturalista (destaca las relaciones con el poder mediante la resistencia y negociación), la perspectiva generacional y el enfoque marxista (cuestionan la capacidad de explicación de la noción del ciclo biológico, y reflexionan si las generaciones son clases sociales), la influencia de la sociología francesa (estudios de la evolución de las personalidades, revelación de ilusiones en torno a lo juvenil, juvenilización de modelos dominantes, formas de socialización profesional), estudios de juventud en España y Portugal (estudios sobre el efecto de las dinámicas históricas en la sociedad, comparación de valores y actitudes ante la vida, la moralidad, ética en los diferentes ámbitos de la vida y entre generaciones), la globalización, individualización y juventud modernizada (abarcan desde las transformaciones sociales de acuerdo a los cambios tecnológicos, nociones de regionalidad e industrias culturales globalizadas); y estudios latinoamericanos (descripciones y análisis sobre el desarrollo y la inserción social, como la lucha por la integración o supervivencia).
Con todo lo anterior, se presenta la noción de la gramática de la juventud, la cual se centra en hacer visibles los accesos que se ofrecen a los jóvenes y los marcos normativos de las expectativas por el cumplimiento de pautas determinadas hegemónicas. Aborda la experiencia estructurante de acuerdo a contextos, normas y en espacios institucionales, donde las relaciones pueden ser de cooperación o confrontación. Es aquí donde “los distintos espacios sociales estructuran distintas gramáticas juveniles, mediante las cuales se van construyendo biografías” (Bendit y Miranda, 2017, p.35).
Esquema 3: Gramática de la juventud
Comentario
En el texto de Bendit y Miranda (2017), la gramática de la juventud es un concepto aún en construcción, teniendo sus bases en enfoques de perspectiva sociológica. 
Aborda la manera estructurante de los contextos, normas y espacios institucionales en las experiencias de los jóvenes en su diario vivir. En consecuencia, les jóvenes responden de acuerdo a parámetros de integración o exclusión de manera cooperativa o confrontacional, construyendo de esta forma sus estilos de vida, lenguaje y culturas (o subculturas) juveniles.
En este sentido, son los espacios las que determinan las experiencias juveniles, desde donde es posible observar y, por consiguiente, analizar las formas de acción (o agencia) de estos en dichas determinaciones. Asimismo, estas son analizadas no solo desde los individuos, sino que también desde los grupos sociales.
Es importante destacar, que les jóvenes no son considerados como ‘pasivos’, sino que poseen un papel relevante en la construcción de sus propias identidades, ya sea mediante procesos de apropiación o de cambio, pues “los jóvenes combinan formas de responder a los desafíos que les va presentando la sociedad en diferentes contextos históricos (…) durante los cuales (…) van reproduciendo, reconstruyendo o cambiando los valores que la sociedad adulta les propone” (Bendit y Miranda, 2017, p.34).
Esta postura es significativa, puesto que posiciona a les jóvenes como personajes principales su propio desarrollo, dándole énfasis a sus experiencias y nociones como factores determinantes de la construcción de sí mismos, sin dejar de lado las influencias externas.
Resumen texto: Corpografías juveniles y generaciones en contextos de incertidumbre: subjetivación, divergencia e industria de la felicidad en el Chile actual
Se analizan significados de los hábitos y cuidados juveniles, los cuales se desarrollan en diferentes contextos sociales y educativos, en torno a las experiencias corporales e imágenes personales. Todo lo anterior marcado por la incertidumbre y malestar social, donde los jóvenes perciben que la sociedad ha dejado de ser una certeza, por lo que estos se han visto incitados a formar sus existencias de modo fuertemente individual.
Con la irrupción del capitalismo y la cultura del consumo y el espectáculo, la sociedad estaría predominada por el “parecer”, más que por el “ser” o el “tener”, facilitando la transformación de los cuerpos como mercancías y medios de producción.
Por otro lado, los jóvenes reproducen “patrones discriminatorios de la cultura dominante” (Ganter et al., 2018, p.64), como también refutan estos mismos patrones de manera activa.
Finalmente, la experiencia corporal fue dividida en siete tipologías: Cuerpos Decorados (modificación corporal); Cuerpos Movidos (conciencia corporal y sensomotora del movimiento); Cuerpos en forma (noción de cuerpo mecánico); Cuerpos Modelados (cuerpo como negocio); Cuerpos Precarizados (noción de cuerpo como artefacto o envoltorio); Cuerpos Divergentes (cuerpo como expresión de activismo); y Cuerpos Alter-Capacitados (cuestionamiento de lo binario en materias de corporalidad e intelecto).
En resumen, capitalismo, cuerpos como expresión de cánones hegemónicos y disidentes. Cuerpos herramienta, capital y acción política.
Esquema 4: Corpografías
Comentario
Según el texto de Ganter et al. (2018), con la instauración del modelo económico capitalista y la percepción de que la sociedad ha dejado de ser una certeza, las juventudes han desarrollado diferentes significados, hábitos y cuidados en torno a las experiencias corporales, moldeando sus experiencias de manera fuertemente individual. Asociado a esto, los cuerpos se han ido ajustado “a las normas hegemónicas de salud y belleza” (Ganter et al., 2018, p.63), como también han encontrado formas activasde disidencia y reivindicación.
Existen siete tipologías de la experiencia de los corporal: Cuerpos Decorados, Cuerpos Movidos, Cuerpos en Forma, Cuerpos Modelados, Cuerpos Precarizados, Cuerpos Divergentes y Cuerpos Alter-Capacitados. 
Se platea también, que los jóvenes más que moldear lo social, moldean “sus propias existencias de forma predominantemente individual, como si se tratara de constantes y sucesivos emprendimientos sobre sí mismos, al interior de una cultura de fuerte impronta neoliberal” (Ganter et al., 2018, p.86).
De acuerdo a lo anterior, se puede observar una fuerte influencia del modelo económico capitalista, el cual no solo se limita a los objetos como materias de consumo, sino que este se ha extendido a las experiencias corporales, potenciados por la globalización, desde la cual son patentes los cánones de belleza y salud predominantes.
Es interesante dar cuenta de que según diferentes contextos sociales y educativos se van conformando las diferentes nociones juveniles de lo corporal, siendo estas estéticas, disidentes de los modelos hegemónicos, capital de trabajo, máquina biológica o medio de transporte o sobrevivencia.
Estas diferentes nociones de corporalidad complementarían las ideas de construcciones de identidad en jóvenes, puesto que es según sus contextos y la vivencia de sus propias experiencias la que las constituye. Asimismo, es fundamental incluirlo, puesto que les seres humanes no solo son percepciones y experiencias, sino que también están constituidos inherentemente por materia (el cuerpo), pues este expresa de manera visible los nodos socioemocionales del escenario social (Ganter et al., 2012). 
Conclusiones Generales
Como se ha visto a lo largo del presente trabajo, la construcción de lo juvenil proviene desde muchos factores, los cuales están todos impregnados por los contextos culturales, sociales, económicos y políticos en determinadas épocas históricas (Feixas, 1996).
Es inevitable observar la fuerte influencia de los modelos económicos y culturales de las sociedades occidentales en la construcción de las identidades y culturas juveniles, tales como la economía de corte neoliberal (Ganter et al., 2018) y el adultocentrismo (Duarte, 2012).
Por otra parte, es importante destacar el carácter activo de las juventudes en la constitución de los significados de qué es ser joven, y no como sujetas y sujetos pasivos que “reciben” los símbolos de las sociedades y clases en las que están inmersos. Pues, si bien, pueden reproducir cánones y patrones hegemónicos (Ganter et al., 2018), son ellos y ellas quienes se apropian y resignifican la “cultura institucional y masiva” (Feixas, 1996, p.84).
Finalmente, si bien aún no existe consenso de qué son las juventudes, sí se ha avanzado hacia una noción de diversidad de la misma, dejando atrás características universales y homogeneizadoras. Asimismo, se ha dejado en evidencia concepciones importantes tales como la influencia del adultocentrismo y la función estructurante que también tienen los sistemas económicos provenientes del capitalismo, lo que da pie para el comienzo de nuevos planteamientos que se acerquen más a la comprensión de las identidades juveniles.
Referencias
Bendit, R. y Miranda, A. (2017). La gramática de la juventud: Un nuevo concepto en construcción. Última Década, 25(46), 4-43.
Duarte, C. (2012). Sociedades adultocéntricas: sobre sus orígenes y reproducción. Última Década, 20(36), 99-125.
Feixa, C. (1996). De las culturas juveniles al estilo. Nueva Antropología, 15(50), 71-89.
Ganter, R., Carrasco, D., y Pinto, P. (2018). Corpografías juveniles y generaciones en contextos de incertidumbre: subjetivación, divergencia e industria de la felicidad en el Chile actual. Última Década, 26(49), 59-100.
Portillo, C. (2005). Crítica del determinismo biológico. http://ficus.pntic.mec.es/~cprf0002/nos_hace/determin1.html#:~:text=Los%20defensores%20del%20determinismo%20biol%C3%B3gico%20plantean%20que%20nuestro%20comportamiento%20est%C3%A1%20prefijado%20gen%C3%A9ticamente.&text=La%20flexibilidad%20de%20las%20respuestas,entre%20diversos%20mecanismos%20heredados%20gen%C3%A9ticamente.

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