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EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE Vicerrectoría de Comunicaciones y Educación Continua Alameda N° 390, Santiago, Chile editorialedicionesuc@uc.cl www.ediciones.uc.cl ALTO RIESGO OBSTÉTRICO ENRIQUE OYARZÚN EBENSPERGER Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del titular de la propiedad intelectual. © Inscripción N° 98.777 Derechos reservados Marzo 1997 ISBN N° 978-956-14-1379-5 CIP-Pontificia Universidad Católica de Chile Alto riesgo obstétrico / [editores] Enrique Oyarzún Ebensperger, José Andrés Poblete Lizana. 2da ed. 1. Complicaciones del embarazo. I. Oyarzún Ebensperger, Enrique. II. Poblete Lizana, José Andrés. 2013 618.3 +DDC22 RCAA2 mailto:editorialedicionesuc@uc.cl http://www.ediciones.uc.cl ALTO RIESGO OBSTÉTRICO SEGUNDA EDICIÓN DR. ENRIQUE OYARZÚN EBENSPERGER DR. JOSÉ ANDRÉS POBLETE LIZANA Índice Prólogo PARTE I CONTROL PRENATAL CAPÍTULO 1 Epidemiología de la salud materna, perinatal e infantil en Chile Enrique Donoso CAPÍTULO 2 Control prenatal Claudio Vera CAPÍTULO 3 Genética perinatal Cecilia Mellado y Jorge Becker CAPÍTULO 4 Nutrición materna Francisco Mardones y Marcelo Farías CAPÍTULO 5 Embarazo de alto riesgo Bernardita Donoso y Enrique Oyarzún CAPÍTULO 6 Interrupción del embarazo Enrique Oyarzún y Andrés Poblete PARTE II COMPLICACIONES DEL EMBARAZO CAPÍTULO 7 Aborto recurrente Alejandro Manzur CAPÍTULO 8 Metrorragia de la primera mitad del embarazo Alonso Rioseco y Bernardita Donoso CAPÍTULO 9 Metrorragia de la segunda mitad del embarazo Cristian Belmar CAPÍTULO 10 Hipertensión arterial durante el embarazo Gloria Valdés y Enrique Oyarzún CAPÍTULO 11 Parto prematuro Enrique Oyarzún y Jorge Carvajal CAPÍTULO 12 Rotura prematura de las membranas ovulares Enrique Oyarzún CAPÍTULO 13 Embarazo prolongado Andrés Poblete CAPÍTULO 14 Cesárea anterior Claudio Vera y Andrés Poblete CAPÍTULO 15 Colestasia intrahepática del embarazo Alonso Rioseco CAPÍTULO 16 Muerte fetal in utero Alfredo Germain y Andrés Pons PARTE III PATOLOGÍA MÉDICA DEL EMBARAZO CAPÍTULO 17 Anemia en el embarazo Jorge Neira y Mauricio Ocqueteau CAPÍTULO 18 Plaquetopenias durante el embarazo Mauricio Ocqueteau CAPÍTULO 19 Diabetes y embarazo Cristian Belmar y Pablo Olmos CAPÍTULO 20 Enfermedades renales y embarazo Mireya Ortiz y Enrique Oyarzún CAPÍTULO 21 Desórdenes neurológicos Jorge Carvajal y Pamela Ortiz CAPÍTULO 22 Enfermedades reumatológicas Marcela Cisternas y Andrés Poblete CAPÍTULO 23 Enfermedad tiroidea y embarazo Rodrigo Macaya y Claudia Campusano CAPÍTULO 24 Patología psiquiátrica del embarazo Jaime Santander y Pablo Santander CAPÍTULO 25 Trastornos dermatológicos y embarazo Marianne Kolbach CAPÍTULO 26 Cáncer y embarazo Mauricio Cuello PARTE IV INFECCIONES PERINATALES CAPÍTULO 27 Infección por rubéola y embarazo Fernando Abarzúa CAPÍTULO 28 Infección por virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y embarazo Fernando Abarzúa, Bernard Vandercam y Carlos Pérez CAPÍTULO 29 Sífilis y embarazo Jorge Neira y Fernando Abarzúa CAPÍTULO 30 Infecciones perinatales por Streptococcus Grupo B (Agalactiae) Cristian Belmar y Fernando Abarzúa CAPÍTULO 31 Infección por Toxoplasma gondii y embarazo Fernando Abarzúa CAPÍTULO 32 Infección por citomegalovirus Fernando Abarzúa, Andrés Poblete y Corine Hubinont CAPÍTULO 33 Hepatitis virales y embarazo Fernando Abarzúa y Alejandro Soza CAPÍTULO 34 Influenza Nur M. Theodor y Claudio Vera PARTE V PATOLOGÍA FETAL CAPÍTULO 35 Restricción de crecimiento fetal Enrique Oyarzún y Jorge Becker CAPÍTULO 36 Embarazo gemelar Jorge Becker CAPÍTULO 37 Enfermedad hemolítica perinatal Enrique Oyarzún y Andrés Poblete CAPÍTULO 38 Malformaciones congénitas y diagnóstico prenatal Paula Vargas PARTE VI EVALUACIÓN DE LA CONDICIÓN FETAL CAPÍTULO 39 Evaluación de la condición fetal anteparto Claudio Vera CAPÍTULO 40 Evaluación de la condición fetal durante el trabajo de parto Enrique Oyarzún y Andrés Poblete CAPÍTULO 41 Evaluación fetal con velocimetría Doppler Juan Pedro Kusanovic PARTE VII PARTO Y POSPARTO CAPÍTULO 42 Asfixia perinatal Jorge Carvajal CAPÍTULO 43 Recién nacido de alto riesgo Javier Kattan CAPÍTULO 44 Anestesia en obstetricia Héctor Lacassie y Rodrigo Montaña CAPÍTULO 45 Hemorragia posparto Enrique Oyarzún y Jorge Brañes CAPÍTULO 46 Infecciones del puerperio Sergio Silva CAPÍTULO 47 Terapia transfusional Mayling Chang, Diego Mezzano y Jaime Pereira CAPÍTULO 48 Lactancia Alonso Rioseco PARTE VIII MEDICINA BASADA EN EVIDENCIA Y BIOÉTICA EN OBSTETRICIA CAPÍTULO 49 Análisis crítico de la literatura médica Claudio Vera y Luz María Letelier CAPÍTULO 50 Problemas bioéticos frecuentes en obstetricia Jorge Neira y Mauricio Besio CAPÍTULO 51 El aún no nacido. ¿Es un paciente para el médico? Mauricio Besio ANEXOS ANEXO 1 Laboratorio en obstetricia Jorge Carvajal ANEXO 2 Medicamentos durante el embarazo y lactancia Jorge Becker y Enrique Oyarzún ANEXO 3 Nomogramas de uso frecuente Enrique Oyarzún A María Consuelo, Enrique Arturo, María Fernanda, María Francisca, Mariana, Bernardita, Consuelo y Andrés. Sin ellos, nada hubiera sido posible. A Umberto, por su luz. A Paulina y nuestros hijos por su incondicionalidad y paciencia. Prólogo Hace 16 años, en 1997, producto del trabajo en equipo de un grupo de amigos con el que constituimos la primera Unidad de Medicina Materno Fetal de nuestra institución y del país, publicamos Alto Riesgo Obstétrico, libro que estuvo disponible en internet, y del que se hicieron múltiples copias y reimpresiones, hasta que el tiempo transcurrido hizo este procedimiento desaconsejable. Ese libro original sirvió, como pretendíamos lo hiciera, de material de estudio para varias generaciones de profesionales del área de la salud en nuestro país y en Latinoamérica. Hoy, el país y nuestra especialidad ya no son los mismos. Existen, de hecho, en nuestro medio varios libros y guías para nuestra especialidad, y lo que en 1997 era un aporte significativo a la docencia de pregrado y posgrado, además de una novedad, actualmente puede no serlo. Lo que en la edición anterior pretendimos entregar fue una metodología de trabajo, un modo de enfrentar las patologías obstétricas, y guías a partir de las cuales otros grupos y otros centros podían elaborar sus propias recomendaciones. No tenemos duda alguna de que tal objetivo se logró. Ahora tenemos una nueva versión que, por diferentes razones, nos ha costado terminar. Hemos hecho todo el libro de nuevo. No hemos incluido todos los capítulos que hubiésemos querido, ni hemos dado a todos la uniformidad de estilo que deseábamos, pero esta es una tarea permanente. Los grupos académicos deben intentar darle continuidad a sus propios libros de texto, y hoy, vía internet, la idea predominante debe ser la de mantener actualizados, en forma regular, textos y bibliografía, agregando capítulos y/o mejorándolos continua y permanentemente. Eso es utilizar la tecnología actual para estar realmente al día de modo permanente en nuestro trabajo, y para servir mejor a nuestras pacientes, a nuestros alumnos y a nuestros especialistas. Ese es el presente y la tarea que nuestro grupo actual tiene por delante. Las nuevas generaciones son las que deben mantener los esfuerzos, porque como siempre, planear esto es más fácil que llevarlo adelante y realizarlo. PARTE I CONTROL PRENATAL CAPÍTULO 1 Epidemiología de la salud materna, perinatal e infantil en Chile INTRODUCCIÓN Salud pública materno-perinatal es el conjunto de acciones destinada a la adecuada administración de los recursos humanos y tecnológicos, que permitan controlar y prevenir los problemas más relevantes de la salud reproductiva de un país. Los problemas más relevantes en salud reproductivason los relacionados con: 1. El control de la fecundidad. 2. La mortalidad materna. 3. La mortalidad perinatal e infantil. 4. La prematurez y el bajo peso al nacer. 5. El control prenatal y la atención profesional del parto. El control de estos problemas está determinado por múltiples factores, como son: la cantidad de recursos económicos que pueden destinar los gobiernos para su solución (Tabla 1-1); el grado de desarrollo económico, social y sanitario; y la legislación de los países sobre temas valóricos, entre otros. La salud reproductiva es un tema de importancia para los individuos, las familias y la sociedad en su conjunto, ya que constituye un derecho consagrado en muchas legislaciones y es adquirido desde la concepción al ser considerado el embrión persona humana desde ese momento. Está estrechamente ligada al desarrollo social, económico y sanitario de un país, factores estos que influyen decisivamente en la salud poblacional y en los riesgos de enfermar o morir como consecuencia del proceso generativo humano. El embarazo no es una enfermedad, pero es uno de los momentos más vulnerables para enfermar o morir, tanto para la madre como para el hijo. Los países necesariamente deben aumentar su población, y para eso se les debe ofrecer a las mujeres, base del proceso reproductivo, una maternidad segura, y a sus hijos las mejores posibilidades para crecer y desarrollarse desde la concepción, permitiéndoles expresar toda su potencialidad genética. TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA El desarrollo social, cultural, económico y sanitario del país ubica a Chile en la primera década del siglo XXI en el proceso denominado de transición demográfica avanzada, caracterizado al 2006 por una baja tasa de natalidad (14,8 nacimientos/1.000 habitantes) y de mortalidad general (5,2 fallecimientos/1.000 habitantes), que determinan un crecimiento natural bajo (0,96%) (Figura 1-1). Tabla 1-1. Gasto en salud y algunos indicadores sanitarios de países seleccionados del continente americano (2006) Actualmente, Chile tiene un crecimiento natural semejante al que tenía a fines de la primera década del siglo XX, pero a expensas de bajas tasas de natalidad y mortalidad. En esos años el crecimiento natural estaba determinado por una alta natalidad (39,5/1.000 habitantes) que compensaba una elevada mortalidad (30,4/1.000 habitantes), especialmente de mortalidad infantil (287/1.000 nacidos vivos) y materna (mayor a 300/100.000 nacidos vivos). Figura 1-1. Transición demográfica, Chile 1900-2006 En la década de 1960, las políticas públicas de salud reproductiva introducen los métodos de planificación familiar, especialmente para el control de la muerte materna por aborto séptico por embarazo no deseado. Esto trajo como consecuencia un significativo descenso de la natalidad, que junto al menor riesgo de morir, determinó el envejecimiento poblacional y de la mujer en edad reproductiva (2), con consecuencias epidemiológicas que serán comentadas posteriormente. NATALIDAD Y FECUNDIDAD Como ya hemos comentado, la natalidad en Chile desciende con la introducción de los métodos de planificación familiar. Hasta antes de ese momento, las mujeres debían recurrir frecuentemente al aborto inducido, para regular el tamaño de sus familias y frente al embarazo no planificado. Actualmente, la amplia disponibilidad de métodos anticonceptivos, de entrega gratuita en los servicios públicos y de libre venta en las farmacias, determina que 51,1% de la población es usuaria/o de algún método contraceptivo (píldoras anticonceptivas, 17,5%; dispositivo intrauterino, 13,6%; esterilización femenina, 8,8%; preservativo, 5,5%; método natural, 1,6%; inyectables, 0,8%; coito interrumpido, 0,4%; diafragma, 0,2%; lactancia prolongada, 0,2%; esterilización masculina, 0,1%; otros, 2,3%); mientras que 48,9% de la población no usa métodos anticonceptivos (no tiene pareja, 20%; no le interesa evitar o posponer el embarazo, 5,1%; y no tiene riesgo de embarazo, 24,2%) (3). El amplio acceso poblacional a los métodos de regulación de la fecundidad, la reducción de la mortalidad infantil, el acceso creciente de la mujer al campo laboral y educacional, el alto costo de la educación de los hijos, la mínima superficie básica de las viviendas sociales y otros elementos sociológicos (3), han traído como consecuencia la reducción significativa de la natalidad en Chile, especialmente entre 1990 (tasa de natalidad 23,5/1.000 habitantes) y el 2006 (tasa de natalidad 14,8/1.000 habitantes), reducción equivalente a 37%. Figura 1-2. Tendencia de la natalidad, Chile 1990-2006 Es importante destacar que Chile en 1990, tuvo la natalidad más alta en su historia demográfica con 307.522 nacidos vivos, iniciándose posteriormente año tras año un sostenido descenso, con 243.561 nacidos vivos en 2006, reducción equivalente a 20,8% (Figura 1-2). Sin embargo, la reducción de la natalidad ha sido diferente en los distintos grupos etarios de mujeres en edad fértil (Tabla 2-2) (2). Especialmente importante para la salud reproductiva del país, es la reducción de los nacimientos en mujeres de 20 a 34 años, que constituyen el grupo de menor riesgo de morbimortalidad materna, perinatal e infantil; y el aumento de la natalidad en adolescentes (5-7), y en mujeres mayores de 35 años (6, 8, 9), grupos etarios de reconocido alto riesgo. Los cambios demográficos comentados han traído como consecuencia que la tasa global de fecundidad de Chile haya descendido de 5,4 hijos/mujer en la década de 1960 a 1,9 hijos/ mujer en 2006, por debajo de la tasa de recambio poblacional (2,1 hijos/mujer). Lo anterior debería provocar en el futuro profundas alteraciones en el desarrollo social, económico y sanitario del país, consecuencia del envejecimiento poblacional y de la reducción de la población laboralmente activa, lo que hace necesario implementar políticas públicas que estimulen la fecundidad del país. MORTALIDAD MATERNA La mortalidad materna y la mortalidad infantil constituyen problemas no resueltos de salud pública, especialmente en los países con menor desarrollo. Es un indicador que refleja las inequidades sociales y el grado de desarrollo económico y sanitario de un país, continente o región. Se han efectuado múltiples iniciativas regionales, con fines de establecer estrategias y metas que permitan reducir la mortalidad materna. La última de ellas, con alcance mundial, fue establecida por la Organización de las Naciones Unidas, en el 5to objetivo del Milenio, que fija como meta reducir la mortalidad materna de los países en 75% en el período 1990-2015. En ese contexto, a Chile corresponde una tasa de mortalidad materna al 2015 de 9,9/100.000 nv. Tabla 1-2. Análisis de tendencia de la natalidad según rangos de edad materna. Chile, 1990-2004 Tabla 1-3. Reducción de la tasa de mortalidad materna (x 100.000 nv) según regiones y continentes El seguimiento de la mortalidad materna mundial efectuado por la OMS al 2005, reveló una pobre reducción equivalente a 5,4%. Los cambios por regiones se presentan en la Tabla 1-3. Chile, a través de su historia sanitaria, siempre se ha destacado por sus políticas públicas destinadas a lograr la mejor salud materna e infantil de su población. Fue el único país que pudo reducir la mortalidad materna en más de 50% en el período 1990-2000, objetivo establecido en el Plan de Reducción Regional de la Mortalidad Materna en las Américas (10,12). Las estrategias más importantes que han permitido a Chile reducir la mortalidad materna son: 1. Atención profesional e institucional del parto (> 99% de los partos). 2. Control prenatal de amplia cobertura según niveles de riesgo (matronas y médicos generales, médicos obstetras, médicos obstetras perinatólogos). 3. Capacitación de los profesionales encargados del control del embarazo y la atención del parto. 4. Fuerte reducción de la natalidad y del embarazo no deseado (disminución de muertes por aborto séptico). 5. Guías clínicas de manejo del embarazo de alto riesgo (reducción de muertes por síndrome hipertensivodel embarazo, sepsis puerperal, hemorragias periparto, etcétera). En la Figura 1-3, se presenta la tendencia de la mortalidad materna en Chile desde 1990 a 2006. En el período 1990-2000 hubo una reducción significativa de la tasa de mortalidad materna (r = -0,924; p < 0,001), especialmente por la reducción significativa de las muertes atribuibles al síndrome hipertensivo del embarazo, aborto y sepsis puerperal (12). En el período 2000-2006, se aprecia una detención de la reducción de la mortalidad materna, sin registrar cambios significativos, hecho atribuible al nuevo perfil epidemiológico de la mortalidad materna (13), por envejecimiento de la mujer chilena en edad fértil (2). Figura 1-3. Tendencia de la mortalidad y muertes maternas en Chile, 1990- 2006 Tabla 1-4. Cinco primeras causas de muerte materna períodos 1990-2000 y 2000-2006 En la Tabla 1-4, se comparan las principales causas de mortalidad materna correspondientes al período 1990-2000 y 2000-2006. Podemos observar que las muertes maternas atribuibles a enfermedades crónicas pregestacionales pasan a ser la primera causa del período 2000-2006, propio de un país desarrollado, en que las causas indirectas de muerte materna lideran los factores causales. Chile no es aún un país desarrollado; sin embargo, la avanzada transición a lograrlo se manifiesta en el perfil epidemiológico de la mortalidad materna. Hoy Chile se caracteriza por tener menos embarazos y partos, pero de mayor riesgo de mortalidad materna y perinatal, debido al descenso de la natalidad del grupo etario de menor riesgo (20 a 34 años), y al aumento de la natalidad de los de reconocido mayor riesgo, como son las adolescentes (14) y las mujeres en edad materna avanzada (6,8). Esto hace necesario reformular las estrategias y las políticas públicas destinadas al control de las muertes maternas en este nuevo escenario; de lo contrario, será difícil cumplir los objetivos sanitarios para la década del gobierno de Chile (tasa de mortalidad materna de 12/100.000 nv al 2010) y el 5to objetivo del milenio (tasa de mortalidad materna de 9,9/100.000 nv al 2015). MORTALIDAD FETAL Es uno de los indicadores de salud reproductiva más difícil de obtener. Existe un subregistro de la información, así como un desconocimiento de los factores causales reales por ausencia de necropsias en la mayoría de los casos. En las estadísticas vitales de Chile, desde 2003 (circular 4.457 de la Subsecretaria de Salud, septiembre de 2003), se debiera registrar toda defunción fetal, definida como “el producto de la concepción, que independiente de la edad gestacional, con anterioridad a la expulsión o extracción completa desde el cuerpo materno, no presentase ningún signo de vida”. Esto dificulta los análisis de tendencia de las tasas de mortinatalidad, por aumento año a año de mayor inscripción de muertes fetales con peso menor a 500 gramos. La OMS define la muerte fetal como aquella que acontece a partir de las 22 semanas de edad gestacional o con peso igual o superior a 500 gramos. Cuando la muerte fetal ocurre entre las 20 y 27 semanas o con un peso fetal entre 500 y 999 gramos (si se ignora la edad gestacional), se denomina muerte fetal precoz. La muerte fetal ocurrida a partir de las 28 semanas o con un peso igual o superior a 1.000 gramos, se denomina muerte fetal tardía. En la actualidad, con el desarrollo de la medicina neonatal, esta división no tiene un fin práctico de evitabilidad como fue en sus inicios, pero sí identifica las causas según rangos de edad gestacional. Un estudio canadiense sobre 709 mortinatos con 97% de autopsias reveló que las causas de muerte fetal precoz fueron: infección, 19%; desprendimiento prematuro de placenta normoinserta, 14%; anomalías letales, 14%; e inexplicadas, 21%. Las etiologías de muerte fetal tardía, en cambio, fueron: inexplicadas (26-40%), restricción del crecimiento fetal (19- 14%) y desprendimiento prematuro de placenta normoinserta (18-12%), según si la muerte fetal ocurrió entre las 28-36 semanas o mayor a 36 semanas (15). En la Figura 1-4, presentamos la tendencia de la tasa de mortalidad fetal en el período 1990-2006 (excluye las muertes fetales con peso inferior a 500 gramos y peso no consignado). Se aprecia una significativa tendencia descendente (r = -0,9395; p < 0,001) entre 1990 y 1999, mientras que entre 2000 y 2006 hay una tendencia significativa ascendente (r = 0,6416; p < 0,05). Es posible que esta tendencia ascendente de la mortalidad fetal, se deba al actual mayor riesgo obstétrico de la población de mujeres en edad fértil. En la Figura 1-5, se presentan las tasas de mortalidad fetal correspondiente al 2005, según rangos de edad materna (INE, 2005). Se aprecia que la tasa de mortalidad fetal se inicia alta en las adolescentes menores de 15 años (21,4/1.000 nv), baja hasta su menor valor en las mujeres de 20-24 años (6,3/1.000 nv), para iniciar un sostenido ascenso desde los 35 años, siendo las mujeres mayores de 45 años las con tasas más altas de mortalidad fetal (35,1/1.000 nv). Esto es consistente con el mayor riesgo de síndrome hipertensivo en las adolescentes y mayores de 40 años, como también en estas últimas el mayor riesgo de malformados fetales y genópatas severos. Figura 1-4. Tendencia de la mortalidad fetal, Chile 1990-2006 Figura 1-5. Tendencia de la tasa de mortalidad fetal según rangos de edad materna, Chile 2005 Como ya se mencionó, la falta de necropsia en los óbitos fetales atenta contra la identificación correcta de la causa del fallecimiento, de enorme importancia médico-legal en la actualidad, especialmente en aquellos casos en que la muerte fetal ocurre en madres supuestamente normales y con evolución definida como fisiológica. En el capítulo de “Muerte fetal", se establecerán las acciones a seguir para obtener un mejor diagnóstico de causalidad. En la Tabla 1-5, se presentan los diagnósticos de causa de muerte fetal correspondientes al 2006. Se aprecia que 35% de las muertes fetales queda sin diagnóstico, y la mayoría son encasilladas en amplios diagnósticos de causalidad, destacándose la subnotificación del diagnóstico restricción del crecimiento fetal (código P 05) que en ese año correspondió a solo 15 casos (0,7%). Las acciones a seguir para lograr un descenso de la mortalidad fetal son: 1. Capacitación permanente del nivel primario de control prenatal. 2. Optimizar el control prenatal, otorgando tiempo suficiente al profesional del nivel primario, para que pueda identificar las madres con factores de riesgo biológico y social asociados a mal pronóstico perinatal. 3. Derivación oportuna del alto riesgo materno perinatal al nivel secundario o terciario de control prenatal. 4. Evaluación poblacional ultrasonográfica para precisar edad gestacional, número de fetos, indicadores de aneuploidías, malformaciones fetales y condición fetal. 5. Control prenatal precoz, idealmente antes de las 12 semanas de gestación. 6. Interrupción del embarazo de bajo riesgo a las 41 semanas de gestación. 7. Educación materna (importancia del control prenatal, signos de alarma, nutrición materna, etc.). Tabla 1-5. Causas de muerte fetal según código CIE 10, Chile, 2006 MORTALIDAD INFANTIL Y SUS COMPONENTES La muerte infantil, definida como el fallecimiento del niño en el primer año de vida, es uno de los indicadores biodemográficos más importantes de una nación, porque refleja el nivel de desarrollo social, económico y sanitario del país. Se expresa como el número de muertes infantiles por mil nacidos vivos. Constituye uno de los principales indicadores de inequidad social con impacto en la salud poblacional, especialmente en los sectores socioeconómicos más vulnerables de un país (16-19). Chile, en la primera mitad del siglo XX, era uno de los países de la región de las Américas con mayor tasa de mortalidad infantil. Es así como, en 1900, la tasa era de 343/1.000 nv y en 2006 fue de 7,6/1.000 nv, descenso equivalente a 97,8% (20-22) (Figura 1-6); actualmente solo es superado, en la región de las Américas,por Canadá (5,0/1.000 nv), Cuba (5,3/1.000 nv) y Estados Unidos (6,8/1.000 nv). Es importante destacar que estos resultados Chile los obtiene sin recurrir al aborto inducido legalizado, que tiene un significativo impacto en la reducción del indicador, y con un gasto nacional en salud significativamente menor a los de Canadá y Estados Unidos. Contrastan con lo anterior las tasas de mortalidad infantil de Bolivia (54/1.000 nv) y Haití (80/1.000 nv), que son las más altas de la región, equivalentes a las de Chile en la década de los setenta del siglo recién pasado. El descenso de la mortalidad infantil continuó en el período 1990-2006, desde 16/1.000 nv en 1990 a 7,6 en 2006, equivalente a una reducción de 52,5%. La mortalidad infantil tiene dos grandes componentes: la mortalidad neonatal (muerte antes de los primeros 28 días de vida) y la mortalidad posneonatal (muerte entre los 28 días y el primer año de vida). La primera es dependiente principalmente del embarazo y parto, siendo sus principales causas las derivadas de la prematurez, las malformaciones congénitas, las infecciones y la asfixia perinatal; mientras que la segunda se relaciona principalmente con problemas ambientales y sociales. La tasa de mortalidad neonatal en 1990 fue de 8,5/1.000 nv y en 2006 de 5,1/1.000 nv, reducción equivalente al 40%. En la Figura 1-7 se aprecia la tendencia de la mortalidad infantil (r = -0,9562; p < 0,001) y de su componente neonatal (r = -0,9185; p < 0,001). Observamos que la pendiente de la tasa de mortalidad infantil es mayor (-0,5 muertes/1.000 nv año) que la de su componente neonatal (-0,2 muertes/1.000 nv año), debido a que una de sus principales causas, las muertes derivadas de malformaciones congénitas, son difíciles de controlar. Figura 1-6. Tendencia de la tasa de mortalidad infantil (× 1.000 nv), Chile 1900-2006 Figura 1-7. Tendencia de la mortalidad infantil y de su componente neonatal (× 1.000 nv), Chile 1990-2006 Las intervenciones y políticas públicas efectuadas en Chile, especialmente desde 1990, en el cuidado neonatal y materno infantil, como la creación de Unidades de Tratamiento Intensivo Neonatal, la capacitación del personal médico y de enfermería, el uso amplio de corticoides en la amenaza de parto prematuro, el uso de surfactante artificial, el parto institucionalizado y profesional cercano al 100%, la presencia de pediatra al momento del parto, la derivación del embarazo de alto riesgo a centros de mayor complejidad, han permitido reducir la morbimortalidad neonatal, especialmente en recién nacidos de muy bajo peso (< 1.500 g) y prematuros menores de 32 semanas, a cifras muy cercanas a la de países desarrollados (23), permitiendo además reducir la brecha de inequidad en los indicadores de mortalidad materna, perinatal e infantil (19). Dentro de la mortalidad infantil, la muerte en la primera semana de vida (muerte neonatal precoz) adquiere particular importancia, debido a que la gran mayoría de las causas son derivadas del embarazo y el parto. Es así que en Chile, en 2006, hubo 1.839 muertes infantiles; de ellas, 1.249 muertes neonatales (67,9%) y 995 muertes neonatales precoces (54,1%) (22). En la Figura 1-8, se aprecia la evolución de las muertes neonatales en la primera semana de vida. Del total de estas muertes (995 muertes), el 66,1% (658 muertes) ocurren antes del primer día de vida, y corresponden a malformaciones congénitas incompatibles con la vida extrauterina, prematurez extrema, asfixia perinatal severa e infección perinatal, lo que destaca la importancia de la presencia del médico neonatólogo al momento del parto. La muerte por malformaciones congénitas es una de las causas más importantes de mortalidad infantil. En Chile, en 2006, de las 1.839 muertes infantiles, 642 correspondieron a malformaciones congénitas (34,9%) (Tabla 1-6). Esto enfatiza la importancia del diagnóstico prenatal, para decidir la vía del parto, el traslado de la madre a centros perinatales de alta complejidad, o para el soporte emocional de la madre y su familia. Figura 1-8. Evolución de la mortalidad neonatal precoz (% de muertes) según día de vida, Chile 2006 Tabla 1-6. Muertes infantiles por malformaciones congénitas (código CIE 10), Chile 2006 Las políticas públicas de fortificación de las harinas con ácido fólico para la reducción de las malformaciones congénitas del cierre del tubo neural (anencefalia y mielomeningocele), así como la incorporación de patologías perinatales en el plan AUGE (cirugía en cardiopatías congénitas en menores de 15 años, disrafias espinales, fisura labiopalatina, prematurez y sus complicaciones), debieran tener impacto en la reducción de la mortalidad infantil. EL RECIÉN NACIDO DE BAJO PESO AL NACER Y LA PREMATUREZ El recién nacido de bajo peso al nacer (< 2.500 gramos) y el recién nacido prematuro (< 37 semanas cumplidas), son consecuencia de alteraciones del ambiente intrauterino, de alteraciones intrínsecas del feto, del aumento de los embarazos múltiples, y de causas nutricionales y laborales maternas, que serán analizadas en los capítulos respectivos. El principal determinante del peso al nacer es la edad gestacional; sin embargo, en ocasiones, la funcionalidad de la placenta, la conformación estructural y/o genética del feto, las infecciones congénitas, entre otras causas, hacen que el peso para su edad gesta-cional esté bajo el percentil 10 de la curva normal de crecimiento intrauterino (restricción del crecimiento intrauterino), catalogando al recién nacido como pequeño para la edad gestacional. La OMS definió al peso neonatal inferior a 2.500 gramos como un indicador de mor-bimortalidad neonatal, ya que concentra a los nacidos vivos de mayor riesgo perinatal e infantil, como son los recién nacidos de término pequeños para la edad gestacional y los prematuros adecuados y pequeños para la edad gestacional. Dado que la participación de un profesional no es indispensable para su clasificación, este estadístico es el más fiel indicador de morbilidad neonatal. La evolución de la tasa del bajo peso al nacer y de la prematurez en Chile (Figura 1-9) presenta una preocupante tendencia al ascenso; afortunadamente esto no se manifiesta adversamente en la tasa de mortalidad neonatal que continúa presentando una tendencia descendente, lo que podría traducir un adecuado manejo perinatal del embarazo de alto riesgo, con interrupciones oportunas. Se ignora la contribución del embarazo múltiple a estas cifras, que en países desarrollados como Estados Unidos es significativa (24). En la Figura 1-10, observamos la tendencia ascendente significativa de recién nacidos vivos entre 500 y 1.499 gramos (r = 0,9030; p < 0,001). Figura 1-9. Tendencia del bajo peso al nacer y la prematurez, Chile 1990- 2006 Figura 1-10. Tendencia del muy bajo peso al nacer, Chile 1990-2006 PUNTOS RELEVANTES DEL CAPÍTULO 1 1. Chile tiene un lugar de privilegio en los indicadores de salud materna yperinatal, producto de las políticas públicas de salud reproductiva. 2. La baja tasa de natalidad y mortalidad general han producido en Chile elenvejecimiento poblacional. 3. El envejecimiento poblacional condiciona también el envejecimiento de lamujer en edad fértil. 4. El envejecimiento de la mujer en edad fértil determina un cambio del perfil epidemiológico de la muerte materna y probablemente del aumento del bajo peso al nacer y del parto prematuro. 5. Producto de lo anterior, la primera causa de muerte materna son lasenfermedades maternas pregestacionales. 6. Es necesario reformular las políticas públicas de salud reproductiva deacuerdo a los actuales cambios demográficos y epidemiológicos. DEFINICIONES DE USO FRECUENTE EN SALUD REPRODUCTIVA Y DEMOGRAFÍA 1. Nacido vivo: es la expulsión o la extracción completa desde el cuerpo de la madre, independientemente de la duración del embarazo, del producto de la concepción que después de esta separación, respire o manifieste cualquier otro signo de vida, tal como palpitación del corazón, pulsación del cordón umbilical ocontracción efectiva de algún músculo voluntario, haya o no sido cortado el cordón umbilical y esté o no unida la placenta al cuerpo materno. 2. Nacido muerto: denominado asimismo óbito fetal y corresponde a la muerte del producto de la concepción ocurrida con anterioridad a la expulsión completa o extracción desde el cuerpo de la madre, cualquiera haya sido la duración del embarazo. La defunción está señalada por el hecho de que después de esta separación, el feto no respira ni manifiesta ningún signo de vida, tal como el latido del corazón, la pulsación del cordón umbilical o movimiento efectivo de músculos voluntarios. 3. Aborto: es la interrupción espontánea o inducida del embarazo antes de la viabilidad fetal, determinada por las 22 semanas de edad gestacional o por un peso menor a 500 gramos. 4. Peso al nacer: primera medición de peso, expresado en gramos, hecha después de la extracción o expulsión del recién nacido. 5. Talla al nacer: primera medición del tamaño, expresado en centímetros, hecha después de la extracción o expulsión del recién nacido. 6. Natalidad: es el número de nacidos vivos en un año determinado. 7. Nacidos vivos ocurridos e inscritos: nacidos vivos inscritos en el Registro Civil en el año calendario de nacimiento de 12 meses. 8. Nacidos vivos corregidos: nacidos vivos ocurridos en un año calendario e inscritos tardíamente en el Registro Civil en el calendario estadístico de 15 meses. 9. Bajo peso al nacer: recién nacido vivo con peso de nacimiento menor a 2.500 gramos. 10. Muy bajo peso al nacer: recién nacido vivo con peso de nacimiento menor a 1.500 gramos. 11. Fecundidad: frecuencia de los nacidos vivos en relación a la población femenina en edad fértil. 12. Tasa de mortalidad fetal o mortinatalidad: es el número de muertes fetales por cada mil nacidos vivos en un determinado año. 13. Tasa de mortalidad neonatal: es el número de muertes de recién nacidos antes de los 28 días de vida por cada mil nacidos vivos en un determinado año. 14. Tasa mortalidad neonatal precoz: es el número de muertes de recién nacidos antes de los 7 días de vida por cada mil nacidos vivos en un determinado año. 15. Tasa de mortalidad neonatal tardía: es el número de muertes de recién nacidos entre el 7mo y 27mo días de vida por cada mil nacidos vivos en un determinado año. 16. Tasa de mortalidad posneonatal: es el número de muertes de nacidos vivos entre los 28 días y menos de 1 año de vida por cada mil nacidos vivos en un determinado año. 17. Tasa de mortalidad infantil: es el número de muertes de nacidos vivos antes del primer año de vida por cada mil nacidos vivos en un determinado año. 18. Tasa de mortalidad perinatal: es el número de muertes fetales desde las 28 semanas de gestación más el número de muertes de nacidos vivos menores de 7 días de vida por mil nacidos vivos en un determinado año. 19. Tasa de mortalidad materna: es el número de muertes de mujeres debido a causas propias o agravadas por el embarazo, parto o puerperio en los primeros 42 días posparto por cada 100.000 nacidos vivos, en un determinado año. Excluye las causas accidentales e incidentales. 20. Tasa bruta de mortalidad: es el número de fallecimientos por cualquier causa en una población determinada por cada 1.000 habitantes en un determinado año. 21. Tasa bruta de natalidad: es el número de nacidos vivos en una población determinada por cada 1.000 habitantes en un determinado año. 22. Tasa global de fecundidad: es el número promedio de hijos/as que tendría una mujer al final de su período fértil. 23. Tasa específica de fecundidad por edad: es el número de nacidos vivos provenientes de mujeres de un rango definido de edad por 1.000 mujeres del rango de edad definida. 24. Tasa de recambio poblacional: número promedio de hijos nacidos por cada mujer necesarios para renovar la población al momento del fallecimiento de sus progenitores. 25. Esperanza de vida: expresa el número promedio de años de vida que correspondería vivir a cada componente de una generación de recién nacidos. 26. Crecimiento natural: es cambio poblacional determinado por el balance entre la cantidad de personas que nacen y las que mueren en un determinado año, expresadas porcentualmente. 27. Transición demográfica: concepto empleado para designar un período característico dentro de la evolución demográfica de países que viven un proceso de modernización. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Donoso E. ¿Unsafe abortion en Chile? (Editorial). Rev Chil Obstet Ginecol 2008; 73(6): 359-61. 2. Donoso E, Carvajal J, Domínguez MA. Reducción de la fecundidad y envejecimiento de la población de mujeres chilenas en edad fértil, Chile 1990- 2004. Rev Med Chile 2009; 137: 766-73. 3. Ministerio de Salud, Subsecretaría de Salud Pública, División de Planificación Sanitaria. II Encuesta de Calidad de Vida y Salud, Chile 2006. Hallado en: www.redsalud.gov.cl/archivos/encalidadevida2006. pdf 4. Cerda R. Estudio de los determinantes socioeconómicos de la tasa de fertilidad en Chile. 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Tendencia de la natalidad, mortalidad general, infantil y neonatal en Chile desde el año 1850 a la fecha. Rev Méd Chile 1997; 125: 1236- 45. 22. Instituto Nacional de Estadísticas de Chile. Anuariosde Demografía y Estadísticas Vitales. Chile 1990-2006. 23. Gonzalez R, Merialdi M, Lincetto O, Lauer J, Becerra C, Castro R, García P Saugstad OD, Villar J. Reduction in neonatal mortality in Chile between 1990 and 2000. Pediatrics 2006; 117(5): e949-54. 24. Martin JA, Hamilton BE, Sutton PD, Ventura SJ, Menacker F, Kirmeyer S. Births: final data for 2004. Natl Vital Stat Rep 2006; 55(1): 1-101. CAPÍTULO 2 Control prenatal Control prenatal es el conjunto de acciones y procedimientos sistemáticos y periódicos destinados a la evaluación y control del crecimiento y desarrollo del ser humano en gestación, así como a la prevención, diagnóstico y tratamiento de los factores que pueden condicionar morbimortalidad materna y perinatal. El éxito del control prenatal se mide por la magnitud de los indicadores de morbi-mortalidad materno-perinatal. Para que un programa de control tenga impacto en esos indicadores, debe ser eficaz, eficiente y de amplia cobertura. Todo embarazo debe tener control prenatal. Aproximadamente, 70% de los embarazos no tiene factores de riesgo y evoluciona fisiológicamente. Su control es simple y no requiere de infraestructura de alto costo. El equipamiento básico consiste en un lugar físico adecuado, con camilla o mesa ginecológica, esfingomanómetro, balanza con cartabón, cinta de medir flexible, estetoscopio de Pinard, guantes de látex, espéculo vaginal, sistema de registro clínico y personal capacitado. En el control prenatal participan según la complejidad de los niveles de atención, matronas o enfermeras obstétricas, médicos generales, obstetras, perinatólogos, y personal no profesional capacitado. En este capítulo abordaremos el control prenatal del embarazo de bajo riesgo. En los otros capítulos se presentará el control prenatal según patología materno-fetal. OBJETIVOS DEL CONTROL PRENATAL Los objetivos generales del control prenatal son: • Identificar factores de riesgo. • Diagnosticar edad gestacional. • Evaluar condición fetal. • Determinar condición materna. • Educar a la madre. Estos objetivos deben estar presentes en todos los programas de control prenatal. Implican la entrega de contenidos y acciones que son ineludibles y solo son aceptables sus modificaciones para adecuarlos a la infraestructura de los servicios obstétricos y a la capacitación del equipo de salud (1). IDENTIFICACIÓN DE LOS FACTORES DE RIESGO Los problemas que frecuentemente determinan morbimortalidad perinatal son la prematurez, la asfixia, las malformaciones congénitas y las infecciones. La morbimortalidad materna, en cambio, está determinada principalmente por la hipertensión arterial, el aborto, las hemorragias, las infecciones y las enfermedades pregestacionales. De ahí que las estrategias deben estar orientadas a la prevención, diagnóstico y tratamiento de esos factores (2). Para normar la identificación de los factores de riesgo se han diseñado instrumentos que facilitan esa acción. Consisten en un listado de antecedentes obstétricos, médicos, socioeconómicos y nutricionales, en relación a los cuales se realizará la derivación de la madre, según complejidad, para una vigilancia especializada. Comentaremos algunos antecedentes que deben ser obtenidos por la anamnesis obstétrica y que tienen importancia perinatal. Edad materna. Las edades maternas extremas constituyen un factor de riesgo maternoperinatal. En Chile, la mortalidad materna para las adolescentes menores de 15 años es de 41,9/100.000 nv y en mujeres de 40 o más años es de 108,7/100.000 nv, mientras que en las embarazadas de 20 a 34 años es de 26,9/100.000 nv (3, 4). La embarazada adolescente presenta un riesgo mayor de parto prematuro y de recién nacido de bajo peso al nacer, con aumento de la mortalidad neonatal e infantil. El hijo de la mujer en edad materna avanzada, por su parte, presenta un riesgo mayor de bajo peso, de malformaciones congénitas y de aneuploidías, como también de muerte fetal tardía, neonatal e infantil. Historia obstétrica. La embarazada que tiene una historia obstétrica adversa, tiene un riesgo mayor de repetir el fracaso reproductivo. La obtención de una mala historia obstétrica permitirá diseñar las estrategias que disminuyan el riesgo reproductivo. Debemos obtener información sobre antecedente de partos prematuros y sus características, como edad gestacional al parto, indemnidad de las membranas ovulares, interrupción por patología materna o fetal, peso neonatal, mortalidad y morbilidad neonatal. Debemos obtener información de los antecedentes de los mortinatos previos, como patología materna asociada, edad gestacional del óbito, peso del mortinato, antecedentes anatómicos y genéticos; también si la muerte aconteció durante el embarazo o en el parto. Debemos obtener información de los abortos previos, como edad gestacional, presencia de embrión, trabajo de aborto y estudio anátomo-patológico del tejido placentario y del feto. Peso neonatal. El peso de los recién nacidos anteriores permite identificar madres, fetos y neonatos de mayor riesgo, que orientan a patologías específicas que deben ser descartadas o confirmadas durante el control prenatal actual. El recién nacido de bajo peso y el macrosómico concentran la mayor parte de la morbimortalidad perinatal. Los primeros por asfixia perinatal, prematurez y restricción del crecimiento (5), y los segundos por asfixia perinatal, traumatismo obstétrico y patologías metabólicas (6). Actividad laboral. Es importante precisar la actividad laboral de la madre, ya que en ocasiones puede significar un mayor riesgo de aborto, malformación congénita y parto prematuro. Si hay contacto con productos tóxicos, radiaciones ionizantes, productos biológicos de alto riesgo, actividad física inadecuada o estrés psicológico, debemos hacer los esfuerzos necesarios para lograr una readecuación o la suspensión laboral por el tiempo que sea necesario. Hábitos. Se deben detectar los hábitos que pueden condicionar un resultado perinatal adverso, para mediante educación u otras acciones, lograr que se suspenda o disminuya el consumo. La ingesta de alcohol es un hábito frecuente y puede extenderse durante el embarazo. La negación del hábito es un hecho frecuente, especialmente cuando se embaraza. La mayoría, sin embargo, suspende la ingesta al conocer su condición. El etanol y su meta-bolito, el acetoaldehído, son poderosos agentes teratógenos, pueden generar restricción del crecimiento fetal, neonatos de bajo peso y síndrome alcohólico fetal. La verdadera incidencia del uso de drogas en el embarazo es desconocida, y tampoco se conocen los mecanismos por los cuales su consumo se asocia a alteraciones estructurales del feto. Las anomalías fetales y las patologías obstétricas que con mayor consistencia se atribuyen al consumo de cocaína son: desprendimiento prematuro de placenta normoinser-ta, infartos placentarios isquémicos, hipertensión arterial, parto prematuro, restricción del crecimiento fetal, hemorragia intracerebral y malformaciones por disrupción. La marihuana es la droga ilícita de mayor consumo en la mujer en edad fértil y durante el embarazo; no se ha encontrado asociación con alteraciones morfológicas del feto, y la asociación con restricción del crecimiento fetal, talla fetal baja, bajo peso y prematurez es controversial. El uso de narcóticos está limitado por el costo de la droga; su consumo condiciona un mayor riesgo de aborto, mortinatos, restricción del crecimiento fetal, prematurez, eclampsia, co-rioamnionitis, rotura prematura de membranas, infecciones de transmisión sexual, SIDA y síndrome de abstinencia neonatal. El tabaco aumenta el riesgo de aborto y de bajo peso al nacer. El mayor riesgo de malformaciones congénitas es controversial. Los hijos de madres fumadoras pesan en promedio 420 gramos menos que los hijos de no fumadoras. Antropometría materna. La antropometría materna disminuida (talla menor de 150 cm y peso menor a 50 k) constituye en ocasiones la expresión genética del potencial de crecimiento de unadulto; pero igualmente puede significar la expresión de una subalimentación en la infancia, que se puede mantener en la actualidad. Estas madres tienen un riesgo relativo de 3,3 veces mayor de tener un hijo pequeño para la edad gestacional, comparadas con madres de mayor antropometría (7). La condición nutricional materna es un factor determinante del peso del recién nacido. Las madres con bajo peso materno (índice peso/talla inferior a 90% del peso estándar) tienen mayor riesgo de tener hijos de bajo peso que las con un índice superior. La obesidad materna (índice peso/talla superior a 120% del peso estándar) se asocia a un mayor riesgo de diabetes, hipertensión arterial, cesárea y recién nacidos grandes para la edad gestacional y macrosómicos. DIAGNÓSTICO DE LA EDAD GESTACIONAL Los elementos clínicos que se utilizan para el cálculo de la edad gestacional son el tiempo de amenorrea a partir del primer día de la última menstruación, el tamaño uterino, la primera percepción materna de los movimientos fetales y la primera identificación de los latidos cardiofetales con el estetoscopio de Pinard. La ultrasonografía del primer trimestre permitirá certificar la edad gestacional. El diagnóstico de edad gestacional debe estar establecido a más tardar al segundo control prenatal, debido a que todas las acciones posteriores se realizan en relación a la data. El desconocimiento de la edad gestacional es por sí mismo un factor de riesgo, y el control prenatal se efectuará en el nivel secundario si no tiene otros factores de riesgo, o en el terciario si los posee. DIAGNÓSTICO DE LA CONDICIÓN FETAL Este objetivo debe ser evaluado en cada control prenatal. Si el embarazo es de bajo riesgo, bastarán las siguientes acciones clínicas para evaluar la condición fetal: • auscultación de los latidos cardiofetales; • percepción materna de los movimientos fetales; • evaluación de la altura uterina; • estimación clínica del peso fetal; y • estimación clínica del volumen de líquido amniótico. Auscultación de los latidos cardiofetales. Los latidos cardíacos fetales son auscultables con el estetoscopio de Pinard desde las 20 semanas y con equipos de ultrasonido desde las 12 semanas. Es deseable para la tranquilidad materna que ella escuche los latidos cardíacos de su hijo en cada control. La frecuencia cardíaca fetal es considerada normal cuando se ausculta en el rango de 110 a 160 latidos por minuto. La presencia de actividad cardíaca es un signo de vida fetal, mientras que las aceleraciones de la frecuencia cardíaca en relación a movimientos fetales o estímulos externos, son un signo de salud fetal. La auscultación de frecuencias cardíacas bajo 110 o sobre 160 latidos por minuto se denomina bradicardias y taquicardias, respectivamente, y son signos de alarma hasta que se demuestre lo contrario. Percepción materna de los movimientos fetales. Los movimientos fetales se perciben desde las 18 a 22 semanas de amenorrea, según la paridad de la madre. Es un síntoma que permite la evaluación clínica de la condición fetal y debe ser evaluado en cada control desde que es percibido. Su presencia es un signo de vida fetal y la intensidad de la actividad es un signo de salud fetal. En el embarazo de bajo riesgo bastará que la madre haga una evaluación simple de la magnitud del síntoma; se considerará un signo de alarma si a juicio de la madre hay una reducción importante de la actividad fetal, mientras que una actividad fetal intensa reafirma la indemnidad fetal. Evaluación de la altura uterina. En el embarazo de bajo riesgo, con fecha de última menstruación segura y confiable, un tamaño uterino concordante y determinado antes de las veinte semanas proporciona un valioso elemento clínico para el diagnóstico de edad gestacional. Posteriormente, su determinación es un signo indirecto del crecimiento fetal en relación a la edad gestacional. Desde las 12 semanas de amenorrea, el útero puede ser medido en su eje longitudinal con una cinta flexible y graduada en centímetros. Obtenida la medida se procede en relación a la edad gestacional, a ubicarla en la tabla de crecimiento uterino, que relaciona la altura uterina en centímetros con la edad gestacional en semanas de amenorrea, dividida en percentiles 10, 50 y 90. En la Maternidad del Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se utiliza la tabla de crecimiento uterino elaborada por el Centro Latinoamericano de Perinatología (8) (Tabla 2-1). En el embarazo de bajo riesgo, la ubicación de la altura uterina entre los percentiles 10 y 90 sugiere crecimiento fetal normal. Tabla 2-1. Altura uterina en centímetros por semana de edad gestacional según percentiles 10, 50 y 90 Estimación clínica del peso fetal. Este es uno de los contenidos del control prenatal que tiene mayor dificultad para ser aplicado, ya que es dependiente de la experiencia del operador. En nuestra práctica, el error de la estimación del peso fetal es de ± 10% del peso real. El peso fetal estimado se localiza en la tabla de crecimiento fetal, que relaciona el peso con la edad gestacional, dividida en percentiles 10, 50 y 90 (Tabla 2-2). En la Maternidad del Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se utilizó tradicionalmente la tabla de crecimiento fetal elaborada por la Unidad de Neonatologia (9), que fue también la tabla que el Ministerio de Salud indicó usar en todo el país. En los últimos años, el Ministerio reemplazó esa curva que correspondía a una población seleccionada (sin patología materna y/o fetal), por una curva basada en la población total chilena (acogiendo la proposición de OMS) (10). Tabla 2-2. Peso neonatal en gramos por semanas de edad gestacional según percentiles 10, 50 y 90 Estimación clínica del volumen de líquido amniótico. Las alteraciones cuantitativas del volumen del líquido amniótico constituyen un factor de alto riesgo de morbimortalidad perinatal. Estas alteraciones son el oligohidroamnios (líquido amniótico disminuido) y el polihidroamnios (líquido amniótico aumentado). El primero de ellos se sospecha cuando hay una altura uterina disminuida para la edad gestacional, junto a una palpación extremadamente fácil de las partes fetales. El segundo se sospecha cuando la altura uterina es mayor para la edad gestacional, con una palpación dificultosa de los segmentos corporales del feto. Las dos alteraciones señaladas, cuando son sospechadas clínicamente, deben ser corroboradas mediante ultrasonografía en el nivel secundario o terciario de control prenatal. DIAGNÓSTICO DE LA CONDICIÓN MATERNA Se inicia en el primer control prenatal con una anamnesis de la historia médica, complementada con un examen físico general y segmentario. Se realiza una evaluación por sistemas y se obtienen antecedentes de cirugías, patologías médicas crónicas, enfermedades infecciosas, enfermedades de transmisión sexual, inmunizaciones y transfusiones sanguíneas. También efectuamos una anamnesis de la historia médica familiar, con especial énfasis en enfermedades como tuberculosis, hipertensión arterial, cáncer, enfermedad tromboembólica y diabetes. En el primer control, el examen físico general y segmentario es esencial, aun cuando la embarazada no tenga antecedentes médicos de importancia. En cada control prenatal, se procederá al control del peso y de la presión arterial. Se efectuará un examen físico dirigido si la madre relata algún tipo de sintomatología específica. La embarazada idealmente debe ser pesada descalza, en ropa interior, cubierta con una bata de peso estándar. Para la obtención de la presión arterial se debe usar un mango adecuado a las características maternas. Se considera hipertensión arterial a cifras iguales o superiores a 140/90. EDUCACIÓN MATERNA Este objetivo es fundamental para el éxito materno-perinatal. La embarazada bien instruida sirve como guía a gestantes que están con control prenatal deficiente o sin control. El primer contacto con la madre permite instruirla sobre la importancia del control precozy seriado. Hay que explicar de manera simple, y adecuada al nivel de instrucción materna, el futuro programa de control prenatal. Los contenidos educacionales deben ser entregados a la embarazada en forma individual o grupal de acuerdo a la infraestructura del centro obstétrico. Los siguientes contenidos educacionales deben incluirse en un programa de control prenatal: • signos y síntomas de alarma; • nutrición materna; • lactancia natural; • derechos legales; • orientación sexual; • planificación familiar; y • preparación para el parto. Signos y síntomas de alarma. La embarazada debe estar capacitada para reconocer y diferenciar las molestias consideradas propias de la gestación, de aquellas que constituyen una emergencia obstétrica que la obligue a una consulta oportuna. La embarazada y su grupo familiar deben conocer la ubicación del centro asistencial donde acudirá e, idealmente, saber con antelación cómo llegar a él. La embarazada debe estar capacitada para reconocer un flujo genital hemático y su trascendencia. Debe ser instruida para el reconocimiento y diferenciación de flujos genitales blancos como el escape urinario, la leucorrea, el fluido seminal y el líquido amniótico. Debe estar informada de la edad gestacional, fecha probable de parto y tiempo máximo de espera del inicio del trabajo de parto espontáneo. Se instruirá sobre el reconocimiento de los movimientos fetales, de su significado y de las acciones que debe realizar. Debe estar capacitada para reconocer el inicio del trabajo de parto, como para concurrir oportunamente en relación a patologías intercurrentes. Nutrición materna. Durante el control prenatal, adquiere especial relevancia la educación materna en relación a la entrega de contenidos sobre nutrición en el embarazo. La primera entrevista prenatal debe incluir una encuesta nutricional. En relación a su capacidad económica y hábitos nutricionales, se debe aconsejar una dieta equilibrada calórica-proteica de acuerdo al diagnóstico nutricional. Hay que ser cauto en las recomendaciones nutricionales dadas a las embarazadas de nivel socioeconómico bajo o de extrema pobreza; ellas probablemente no podrán modificar significativamente la calidad y cantidad de su alimentación y crearemos un sentimiento de frustración. Especialmente ellas, deben ser incorporadas al Programa Nacional de Alimentación Complementaria. Las embarazadas deben recibir un suplemento de hierro elemental entre 60 a 100 mg/día; la oportunidad para otorgarlo dependerá de la edad gestacional y del hematocrito previo. Durante el embarazo los requerimientos de calcio aumentan hasta 1.200 mg diarios, lo que debe ser alcanzado por ingesta de leche o suplementación. El uso de vitaminas y oligoelementos depende de la condición nutricional de la embarazada. Lactancia natural. Los contenidos educacionales sobre lactancia materna son fundamentales para el desarrollo y crecimiento del futuro recién nacido, especialmente entre los niños pertenecientes a hogares de nivel socio- económico bajo y/o de bajo peso al nacer, ya que ellos concentran la morbimortalidad infantil, que puede modificarse significativamente con la lactancia natural. El fomento de la lactancia natural debe iniciarse en el primer control, con un examen de las mamas, con una evaluación de los conocimientos maternos sobre el tema, y con la entrega de contenidos educativos. Derechos legales. El profesional encargado del control prenatal debe velar por los derechos legales de la embarazada, la que con mucha frecuencia los desconoce y puede perder importantes beneficios. Esto significa que se deben extender los certificados respectivos, aun cuando la madre, por olvido o desconocimiento, no los solicite. En Chile, toda embarazada en control prenatal, por servicios públicos o privados, tiene derecho a una cuota de leche y otros nutrientes de acuerdo al diagnóstico nutricional; el retiro se hace efectivo en el consultorio público más cercano a su domicilio. Se debe extender el certificado de asignación familiar al quinto mes cumplido de embarazo, a las embarazadas que tiene contrato laboral o son cargas de sus cónyuges; esto les permite recibir mensualmente una cantidad variable de dinero en relación al sueldo. Las embarazadas con contrato laboral, al cumplir las 34 semanas, deben recibir la licencia de descanso prenatal que es independiente de la evolución de la gestación; además, pueden recibir licencia médica en caso de enfermedad con anterioridad a esa edad gestacional. Finalmente, tienen inamovilidad laboral durante el embarazo y hasta el primer año de vida del hijo. Orientación sexual. Es motivo de preocupación de la pareja si la actividad sexual puede ser mantenida durante la gestación. Los contenidos de este objetivo deben ser dados a la pareja en el primer control. En un embarazo fisiológico, el coito no está contraindicado. Se debe suspender si hay riesgo de metrorragia o de parto prematuro. Planificación familiar. Debemos introducir conceptos generales de planificación familiar, los cuales deben ser consolidados en el control puerperal. Especialmente se debe informar sobre el método de la lactancia, el cual otorga una infertilidad natural tan eficiente como los métodos tradicionales cuando es utilizado en los primeros seis meses posparto, en presencia de lactancia absoluta y amenorrea (11). Preparación para el parto. La atención integral debe incluir un programa de preparación para el parto, en el que se capacitará a la embarazada para el reconocimiento del inicio del trabajo de parto y otros motivos de concurrencia a la maternidad, como también los períodos del parto, los conceptos generales sobre anestesia obstétrica, ejercicios de relajación y pujo; asimismo, los diferentes tipos de parto y sus respectivas indicaciones. LABORATORIO PARA EL CONTROL PRENATAL Los exámenes de laboratorio solicitados para el control del embarazo de bajo riesgo son: • grupo sanguíneo; • urocultivo; • VDRL; • VIH; • hematocrito; • prueba de sobrecarga oral a la glucosa; • albuminuria; • papanicolaou; • cultivo vaginoperineal; y • ecografía. Grupo sanguíneo. Se solicita en el primer control. Idealmente debe realizarse en el laboratorio de la institución donde se atenderá el parto. Identifica el grupo del sistema ABO y Rh, y la presencia de anticuerpos irregulares (Coombs indirecto). Los objetivos de la clasificación son la identificación del grupo sanguíneo en una situación de riesgo de hemorragia como es el embarazo y el parto; identificar grupos sanguíneos poco prevalentes para disponer de esa sangre al momento del parto; e identificar la presencia de anticuerpos que puedan producir enfermedad hemolítica perinatal o reacciones transfusionales. Urocultivo. Se solicita en el primer control. La infección urinaria es la complicación infecciosa más frecuente asociada al embarazo. Se puede manifestar como bacteriuria asintomática, cistitis o pielonefritis. La bacteriuria asintomática no tratada evoluciona a pielonefritis aguda en un tercio de los casos, con riesgo de mortinatos atribuibles a hiper-pirexia o parto prematuro. En nuestra medio, la prevalencia de bacteriuria asintomática es de 8,4% y el germen más frecuente fue Escherichia coli. VDRL. Es una prueba no treponémica utilizada en la identificación de las pacientes que han tenido o tienen infección por Treponema pálido (Venereal Disease Research Laboratory, VDRL) (12). La infección puede provocar abortos tardíos, parto prematuro, mortinatos y recién nacidos con estigmas de infección luética. La normativa sanitaria chilena obliga a efectuar dos exámenes de VDRL durante el embarazo; el primero al inicio del control prenatal y el segundo a las 28 semanas de embarazo; se efectúa un tercer examen entre las 32 y 34 semanas en las mujeres de alto riesgo epidemiológico. Los casos positivos deben ser confirmados, tratados y notificados. VIH. Lo solicitamos en el primer control, con el consentimiento de la mujer. En Chile, la prevalenciade seropositividad durante el embarazo es de 0,5 por 1.000 embarazadas. El aumento de la prevalencia hace necesario la detección del VIH en todas las embarazadas; no solamente en los grupos de riesgo (transfusiones sanguíneas o hemoterapia crónica, promiscuidad sexual, drogadicción, pareja bisexual o seropositivo). El objetivo de identificar la seropositividad es iniciar el tratamiento materno y planificar las acciones que permitan disminuir la infección perinatal (13, 14). Los casos positivos deben ser confirmados y notificados. Hematocrito. Durante el embarazo la concentración de los glóbulos rojos está determinada por la hemodilución fisiológica y la magnitud de los cambios depende de las reservas de hierro materno. El aporte de hierro por la alimentación y la suplementación medicamentosa permitirá que el hematocrito esté sobre 33%. En embarazadas no anémicas, se solicitará un hematocrito al ingreso del control prenatal y a las 28 semanas. Prueba de sobrecarga de glucosa oral. Se efectúa para identificar la diabetes gestacional. Aproximadamente 5% de las embarazadas cursa con una alteración del metabolismo de la glucosa. El 90% de los casos corresponde a una intolerancia a la sobrecarga de glucosa. Se estima que 30% de las diabéticas gestacionales no tiene factores de riesgo para diabetes, de ahí que debemos estudiar a todas las embarazadas con una sobrecarga oral con 75 gramos de glucosa (15). El momento ideal para efectuar la evaluación es al inicio del tercer trimestre. Valores de glicemia en ayuno menores de 105 mg/dl y a las 2 horas poscarga menores de 140 mg/dl se consideran normales. Albuminuria. La detección de albuminuria durante el embarazo permite identificar a un grupo de pacientes de muy alto riesgo materno- perinatal. Se efectúa mediante una técnica muy simple, que consiste en agregar 2 a 3 gotas de ácido sulfosalisílico al 20% a una muestra de orina, el que en presencia de albúmina produce desde una discreta turbi-dez hasta la formación de coágulos. La albuminuria se efectuará frente a alza exagerada de peso, edema, presión arterial límite o hipertensión arterial. Papanicolaou. Este procedimiento se realiza en el primer control prenatal, como parte habitual de la semiología obstétrica a las embarazadas mayores de 30 años; en las menores, se efectúa solo si existen factores de riesgo epidemiológico. Se postergará cuando hay riesgo de sangrado, síntomas de aborto, infección cérvico-vaginal y en la rotura de las membranas ovulares. Cultivo vagino-perineal. El objetivo de este examen, que se realiza alrededor de las 34 semanas de gestación, es la identificación de las madres portadoras de Estreptococo grupo B, que es el principal agente bacteriano responsable de sepsis neonatal. La población obstétrica bajo nuestro control presenta una prevalencia de colonización vagino-perineal del 19,8% (16). El mayor número de sepsis neonatales se concentra en los recién nacidos de término, siendo los prematuros los más vulnerables. De ahí que la estrategia sea prevenir la infección neonatal tratando selectivamente a las embarazadas de término con cultivo positivo al inicio del trabajo de parto; en las embarazadas de pretérmino, se asume la portación y son tratadas preventivamente (17). Ecografía. En el manejo de la embarazada de bajo riesgo, se solicitará un mínimo de tres evaluaciones ultrasonográficas. Los objetivos generales según trimestres son: 1. Primer trimestre: certificar la edad gestacional y número de fetos. 2. Segundo trimestre: diagnosticar la indemnidad anatómica del feto. 3. Tercer trimestre: evaluar el crecimiento y la condición del feto, y localización placentaria. FRECUENCIA DEL CONTROL PRENATAL La frecuencia del control prenatal está determinada por los factores de riesgo detectados; serán necesarios tantos controles como la patología lo requiera. En embarazos de bajo riesgo, la frecuencia debe racionalizarse en relación a la magnitud de la población obstétrica y los recursos humanos disponibles. El número de controles prenatales incide en los resultados perinatales; experiencias colaborativas latinoamericanas han mostrado que el riesgo relativo de mortalidad fetal tardía es significativamente mayor cuando se realizan menos de cuatro controles prenatales (18). Generalmente, los controles prenatales se efectúan cada cuatro semanas en el primer y segundo trimestre de la gestación. En el tercer trimestre, los controles son progresivamente más frecuentes, para ser cada 7 días desde las 36 semanas hasta el término del embarazo. Esta secuencia se debe a que en el tercer trimestre es posible detectar patologías de alta relevancia con feto viable, como la restricción del crecimiento fetal, macrosomía fetal, oligo y polihidroamnios, diabetes gestacional, síndrome hipertensivo, colestasia intrahepática del embarazo, amenaza de parto prematuro, malformaciones congénitas, placenta previa, embarazo prolongado y el agravamiento de patologías maternas pregestacionales. En la Pontificia Universidad Católica de Chile, la secuencia de controles en el embarazo de bajo riesgo es: • Mensual hasta las 28 semanas. • Cada 21 días hasta las 34 semanas. • Cada 14 días hasta las 36 semanas. • Cada 7 días hasta las 41 semanas. Las acciones y procedimientos que se realizan en el control prenatal del embarazo de bajo riesgo se resumen en la Tabla 2-3. Los programas de control prenatal deben ser eficaces y eficientes; esto significa que la embarazada debe ser atendida con una espera razonable, en un ambiente físico y humano agradable e idealmente personalizado. Si se logra hacer efectiva esta intención, lograremos adherencia al programa de control prenatal. Factores que atentan contra un control prenatal precoz son la baja escolaridad, el embarazo en la adolescencia, la condición de madre soltera, la gran multiparidad, la ruralidad, la pobreza y la pertenencia a grupos sociales o étnicos segregados. Factores que atentan a un control prenatal seriado son el costo, los gastos de transporte, la disminución de ingresos por pérdida de horas laborales, la ineficiencia de los sistemas de salud, la atención no personalizada, las barreras culturales, el descrédito de las bondades del sistema y de la necesidad de control prenatal. La demanda por atención obstétrica y la escasez de recursos humanos y de infraestructura hacen necesario racionalizar la secuencia de los controles prenatales, para tener el justo equilibrio entre costo y beneficio. Se ha establecido que en embarazos de bajo riesgo, 5 controles prenatales no tienen un mayor riesgo materno-perinatal que embarazos con mayor número de controles (19, 20). En esos programas la secuencia sugerida es la siguiente: • Primer control, antes de las 12 semanas. • Segundo control, antes de las 26 semanas. • Tercer control, antes de las 36 semanas. • Cuarto control entre las 36 y 38 semanas. • Quinto control a las 41 semanas en la maternidad. Esta secuencia de control prenatal no condiciona un mayor riesgo perinatal, pero produce grados variables de insatisfacción en las usuarias y su grupo familiar. Tabla 2-3. Acciones y procedimientos en el control prenatal del embarazo de bajo riesgo REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Donoso E. Control prenatal. Capítulo 12, pp. 214-232. En Pérez A y Donoso E (Eds.), Obstetricia. 3ra ed. Editorial Mediterráneo, Santiago, 1999. 2. Queenan JT, Donoso E. Embarazo de alto riesgo. Capítulo 32, pp 471-478. En Pérez A y Donoso E (Eds.), Obstetricia. 3ra ed. Editorial Mediterráneo, Santiago, 1999. 3. Donoso E, Becker J y Villarroel L. Embarazo en la adolescente chilena menor de 15 años. Análisis de la última década del siglo XX. Rev Chil Obstet Ginecol 2001; 66: 391-396. 4. Donoso E, Becker J y Villarroel L. Evolución de la natalidad y del riesgo reproductivo en mujeres de 40 o más años en la década de los 90. Rev Chil Obstet Ginecol 2002; 67: 139-141. 5. Carvajal J, Morales Y, Germain A. Restricción de crecimiento fetal: un hallazgo frecuente entre los recién nacidos prematuros.Rev Chil Obstet Ginecol 2001; 66: 463-471. 6. Poblete J, Espinoza R, Ortiz A, Núñez M, Pons A, Llanos O, Oyarzún E. Resultados materno y perinatal en recién nacidos macrosómicos: Estudio caso y control. 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Boletín técnico N° 3. Diciembre, 2000. (WWWminsal. cl/conasida/bolets/bolets03.pdf) 13. CDC. Revised guidelines for HIV counseling, testing and referral and revised recommendations for HIV screening of pregnant women. MMWR 2001; 50 (N° RR-19): 1-81. 14. Wood AJJ. Management of human immunodeficiency virus infection in pregnancy. N Engl J Med 2002, 346: 1879-1891. 15. Sachs D, Greenspoon J y Abu-Fadil S. Towards universal criteria for gestational diabetes: The 75-grams glucose tolerance test in pregnancy. Am J Obstet Gynecol 1995; 172(2): 607-614. 16. Abarzúa F, Guzmán AM, Belmar C, Becker J, García P, Rioseco A, Oyarzún E. Prevalencia de colonización por Streptococo agalactiae (Grupo B) en el tercer trimestre del embarazo. Evaluación del cultivo selectivo. Experiencia en 2.192 pacientes. Rev Chil Obstet Ginecol 2002; 67: 89-93. 17. CDC. Prevention of perinatal Group B streptococcal disease. MMWR 2002; 51 (N° RR-11): 1-18. 18. CLAP. El control prenatal. 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A medida que los indicadores generales de salud mejoran, la contribución de las anomalías congénitas y de las afecciones genéticas a la morbilidad y mortalidad aumentan. Los defectos congénitos afectan alrededor de 3% a 5% de los recién nacidos vivos, y entre 10% y 20% de los mortinatos; esto en todas las regiones del mundo, independientemente de sus características raciales y socioeconómicas. La etiología de las anomalías congénitas es diversa; alrededor de 2% al 10% son de origen monogénico; 10%-15%, cromosómico; 20%-25%, multifactorial; 8%-12%, teratogénico; y entre 40% y 60% se desconoce su causa (Stevenson RE et Hall JG, 2006). Además, es importante para este capítulo, mencionar que 1% de los recién nacidos, 6% de los óbitos fetales y aproximadamente 50% de los abortos espontáneos de primer trimestre presentan anomalías cromosómicas. Teniendo en cuenta estos hechos relevantes, se justifica la necesidad de conocer los diferentes tipos de enfermedades genéticas, el tipo de herencia y los riesgos de ocurrencia y recurrencia que presenta cada una de ellas. Por último, debemos considerar que el avance de las metodologías diagnósticas en los últimos años ha cambiado algunos conceptos de la genética clásica y ha sido fundamental en el diagnóstico prenatal de las enfermedades hereditarias, abriendo entre otros el camino a la terapia génica. CLASIFICACIÓN DE LAS ENFERMEDADES GENÉTICAS Anomalías cromosómicas: • alteraciones de número: poliploidía, aneuploidía; y • alteraciones estructurales: deleción, duplicación, inversión, translocación, cromosoma en anillo, isocromosoma. Enfermedades monogénicas o mendelianas: • herencia autosómica dominante; • herencia autosómica recesiva; y • herencia ligada al sexo. Mecanismos de herencia no mendelianos: • Enfermedades mitocondriales; • Impronta genómica/disomía uniparental; y • Expansión de tripletes. Enfermedades multifactoriales: • Poligénicas cuantitativas; y • Poligénicas multifactoriales, anomalías congénitas, enfermedades comunes del adulto. ANOMALÍAS CROMOSÓMICAS Es un grupo de alteraciones que afecta el número o la estructura de los cromosomas. El estudio clásico de estas anomalías se hace con técnicas de citogenética estándar, aunque cada día es más común el uso de biología molecular para su diagnóstico. Su importancia radica en que son la principal causa conocida de discapacidad intelectual, malformaciones congénitas y de aborto espontáneo. Se observan en 1/150 nacidos vivos, aunque no siempre tienen manifestación clínica (por ejemplo: translocaciones balanceadas). En general, este grupo de enfermedades se caracteriza por: • tener una alta relación con discapacidad intelectual; • presentar rasgos faciales característicos en cada síndrome, que muchas veces facilitan el diagnóstico; • asociarse habitualmente a restricción del crecimiento fetal y talla baja durante la vida; • presentar una elevada frecuencia de malformaciones congénitas. Se dividen en dos grandes grupos: 1. Alteraciones del número de cromosomas: a. Poliploidía. Es la presencia de una o más series haploides de cromosomas adicionales. En la especie humana existen: • Triploidía (69 cromosomas): tiene una frecuencia de 1/10.000 nacidos vivos, pero es una causa frecuente de aborto espontáneo de primer trimestre. Es típica de la mola parcial o embrionada. • Tetraploidía (92 cromosomas): extremadamente rara. Ambas se asocian a malformaciones múltiples, y cuando son completas son incompatibles con la vida. b. Aneuploidía. Corresponde a la ausencia (monosomía) o a la presencia de uno o más cromosomas completos adicionales (trisomía, tetrasomía). Puede ser de cromosomas autosómicos o sexuales. Ocurre por la falta de separación de algún par de cromosomas durante la meiosis (no disyunción), quedando gametos con un cromosoma menos o uno de más, dando así origen a un cigoto monosómico o trisómico, respectivamente. Los ejemplos más conocidos son las trisomías 21, 18 y 13, el síndrome de Turner (monosomía X) y el síndrome de Klinefelter (47, XXY). Las características clínicas y complicaciones de estas enfermedades se resumen en la Tabla 3-1. En general, se ha descrito que el organismo tiene una mejor tolerancia a un exceso de material genético que a un déficit de él; por esto, las monosomías, a excepción del síndrome de Turner, en general tienen sobrevida disminuida. Por el contrario, existen algunas trisomías que permiten llegar a la vida adulta, como el caso del síndrome de Down, y algunas trisomías de cromosomas sexuales (por ejemplo: 47, XXX, 47, XYY) que tienen una escasa manifestación física y son diagnosticadas por otros motivos durante la adultez. Algunas trisomías como la 13 y 18, clásicamente definidas como “incompatibles con la vida", no siempre llevan a la muerte inmediata del recién nacido portador de la alteración. Existen
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