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Una Relación ambigua con el pasado La modernidad

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Taboada Ordaz Ian Israel, 1301
Control de lectura #2: Una relación ambigua con el pasado: la modernidad.
“La historiografía entendida como un modo de preguntar por el tipo de conocimiento que produce la ciencia de la historia es relativamente reciente”.[footnoteRef:1] Con este enunciado Mendiola comienza su trabajo, y me pareció preciso rescatarlo de la misma manera ya que nos permite dos cosas: entender el concepto de Historiografía que maneja Mendiola, algo que es importante debido a lo anfibológico de la palabra, que es el de la Historiografía como la disciplina que estudia la forma en la que se ha escrito historia; y por otra parte introducir la primera idea central del texto. Esta idea es, el postulado que afirma que desde la aparición de la Historia como calidad de ciencia, se han generado también reflexiones que se disponen a cuestionar y estudiar la forma en la que la disciplina genera su conocimiento; reflexiones que, naturalmente, son distintas a lo largo del tiempo. Es así que podemos conectar a la Historiografía con la idea central del texto, ya que la Historiografía es en sí, una de estas formas para generar las dichas reflexiones. [1: Alfonso Mendiola Mejía, “Una relación ambigua con el pasado: la modernidad”, edición en PDF, (1996): 1.
] 
Esta tesis central es necesaria para comprender y estructurar el texto, debido a que el objetivo de Mendiola es hacer un recorrido a través de las formas de pensamiento que permitieron la llegada de la Historiografía como este modo de preguntar que tenemos hoy en día, recorrido que se funda desde la instauración de la modernidad como paradigma de pensamiento, para finalizar con las implicaciones que trae reflexionar la Historia de esta manera contemporánea. Una vez expuesta la primer (y más general) idea principal, profundizaré en el resto explicándolas y así reforzando la primera; organizadas en apartados para fines prácticos, que son paralelos con los apartados del ensayo mismo.
· La secularización del tiempo que externalizó, cosificó y objetivó al pasado: Como es sabido, la Historia surge como un género literario más (y es juzgado con parámetros estéticos), es hasta las postrimerías del siglo XVIII que se enfatiza en su verificabilidad y objetividad, dando paso a su cientificidad. Pero, esto sólo es posible con la reinterpretación del pasado, que es el objeto de estudio de la Historia, que significó la modernidad. Mendiola menciona que hay una secularización del mundo como se entendía, proceso que evidentemente afectó al discurso histórico, en el que se puede decir que la modernidad baja a la concepción del pasado del mundo divino e inalcanzable en el que estaba, al mundo terrenal de lo social. Al adueñarse la sociedad de estos aspectos de su mundo, se permitieron dos cosas que competen a la Historia; una fue que, siguiendo el ejemplo de las teorías económicas, las ciencias de la sociedad explican sus campos como si se estudiara la naturaleza, es decir; la naturaleza, al ser externa a la sociedad, se explica con leyes en las que el humano no influye; así también con la Historia y su objeto de estudio: “De esta manera, el pasado al exteriorizarse objetivándose deja de ser algo que influya en las decisiones de las acciones presentes”[footnoteRef:2]. Aquí también entendemos cómo es posible ahora, estudiar el pasado de manera objetiva, porque llega la creencia de que este no influye en nuestra vida diaria, es externo. Por lo tanto, no debería generar en los estudiosos sentimientos subjetivos. [2: Mendiola, “Una relación ambigua con el pasado: la modernidad”, 2.] 
Lo siguiente que se desprende de esta secularización, es un poco más evidente; al despojar a la Historia de su carácter escatológico, la despojan también de su título como Maestra de vida, sencillamente porque el pasado pierde relevancia y ya no tiene nada que enseñar. En cambio, el futuro, que como dice Mendiola, se vuelve indeterminado; esto porque la idea tradicional del pasado predefinía el porvenir porque este sí influía en la vida humana. Entonces, podemos decir que pensamientos como el providencialista son ahora incompatibles porque el futuro deja de ser algo ya escrito. Lo que genera mayor interés hacia él.
· El positivismo con el metodologismo perpetuó y potenció la percepción abstracta y ahistórica del discurso histórico modernista: Con el auge el positivismo, la modernidad adquiere fuerza pero a la vez se trasforma; esto lo vemos en las reflexiones dirigidas hacia la ciencia de la Historia, ya que mientras la epistemología, proceder que cuestionaba si el conocimiento era siquiera científico y si este seguía o no siendo válido, pondera en siglo XVIII; para el siglo XIX es más importante el metodologismo, cuestión que salta hasta el supuesto inamovible de que todo conocimiento es científico. “Para la época del positivismo ya no hay ningún criterio que permita juzgar el conocimiento de las ciencias”[footnoteRef:3], entonces podemos decir, que el metodologismo de cierto modo vanidoso, establece a la ciencia como único conocimiento válido porque la ciencia es conocimiento. Y sin una epistemología que le brinde reflexiones críticas reconstructivas, la ciencia se vuelve casi religiosamente en un axioma. Sin embargo, el metodologismo peca de algo más aparte de nula autocrítica, peca de ser ahistórica y abstracta (al igual que la epistemología), es decir, ver el pasado de una forma completamente ajena. Esto es perjudicial para la concepción que hoy tenemos de la labor histórica, razón por la cual se abandona el metodologismo, debido a que de esta forma el investigador obtiene sólo una visión parcial del pasado, porque asume que este vestigio llega a él de forma pura e inalterada; a la vez que, en su exagerada búsqueda de la objetividad, la pierde paradójicamente, porque no cree que se le escapen gotas de subjetividad al concebirse a sí mismo como ajeno al pasado. Entonces entendemos la necesidad de “estudiar el conocimiento que produce la ciencia, o las ciencias, como formas de la praxis de la sociedad moderna, y no como algo independiente de ella, fue posible abandonar el metodologismo impuesto por el positivismo”[footnoteRef:4], porque las ciencias es la sociedad estudiándose a sí misma. [3: Mendiola, “Una relación ambigua con el pasado: la modernidad”, 3.] [4: Mendiola, “Una relación ambigua con el pasado: la modernidad”, 3.] 
· La ciencia histórica es escritura de interpretaciones del pasado y así nace la Historiografía: Como se advierte en el punto anterior, la crisis del positivismo que vino con la Segunda Guerra Mundial posibilitó el cambio de mentalidad para que se dejara de ver a ese acontecimiento del pasado como si este llegara directo a las manos del historiador, y se viera ahora como algo que se produce a partir del tema estudiado y en función de cuando y desde donde se estudie, según Mendiola, es decir, los hechos no son absolutos, son interpretaciones mismas de un tema. Un hecho no nace en el tema que explica, sino que nace del trabajo que estudia ese tema. Y el producto de dicho trabajo, la interpretación, es plasmada por escrito. Esto conlleva, a la desaparición del hecho como término para ser reemplazado por documentos, productos de un tema que, al no ser absolutos, muestran verdades temporales, documentos que por cierto son escritos. Ahora bien, antes de concluir con la Historia como escritura, Mendiola aclara oportunamente que por escritura se refiere a vestigios de todo tipo, osease por practicidad se les llama textualidad o escritura. Es así, que se puede concluir esta idea en que “la ciencia de la historia, tanto en su punto de partida como en su resultado, es escritura”,[footnoteRef:5] dicho de otra forma; el historiador recibe los documentos, y al analizarlos, estudiarlos e interpretarlos genera más documentos. Ciclo indefinidamente repetible. Así nace la Historiografía como esta forma observar cómo se escribe el conocimiento sobre el pasado, en tanto que la Historia es escritura. [5: Mendiola, “Una relación ambigua con el pasado: la modernidad”, 4.]· La Historiografía reflexiona dialógicamente sobre todo el contexto que engloba un escrito: En el último apartado, Mendiola explica como es el proceder reflexivo de la historiografía; que se construyó a partir de las carencias y pecados de sus antecesores, por eso se logra diferenciar de ellos; primero dice que se hace de forma dialógica, esto lo entendemos como un debate o diálogo en condiciones igualitarias que, al estar fundamentado en argumentar posturas de forma estructurada, se puede alcanzar el objetivo de llegar a un acuerdo que beneficie a todas las partes, y en este caso, a la construcción de una disciplina histórica más productiva. Luego de esto, procede a enumerar 5 presupuestos a tener en cuenta, en los que podemos notar la constante planteada en la descripción de la idea principal; la Historiografía, debe estudiarse históricamente, o dicho de otra forma para evitar la redundancia: contextualizadamente; porque el conocimiento que genera la Historia es producto de su propio tiempo y circunstancias, así que tampoco es ajeno a las sociedades, por cuanto que puede cambiar ese panorama en función del tiempo y lugar. Entonces se debe estar de acuerdo que la reflexión historiográfica debe ser consciente que: los criterios de verdad cambian; las prácticas para llevar a cabo un escrito cambian; la función que cumple la Historia cambia; es una forma de comunicación que emprende alguien con determinadas motivaciones para un público en especial; y que se deben de leer las fuentes documentales conforme a su propio contexto.
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