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Resúmenes Historia de Occidente a Partir de la Modernidad – PT 15 15.Aldcroft - Las secuelas de la guerra La actividad militar se centró en el suelo europeo, casi todos los países resultaron afectados de un modo u otro por las hostilidades. La contienda supuso una enorme movilización de recursos económicos y al menos en los países beligerantes la guerra supuso también un extenso control de actividad económica, esto iba en contra de las doctrinas liberales políticas del siglo XIX. Impacto directo inmediato de la guerra: la pérdida de crecimiento de renta, la destrucción de los activos físicos, y la pérdida y la lesión de seres humanos. También hay que tener en cuenta multitud de otras repercusiones económicas y sociales. Los tratados de paz impusieron reparaciones y estipularon una extrema reorganización territorial del centro y el este de Europa que supuso la disolución del imperio Austrohúngaro y la desmembración del Imperio Otomano. La mayoría de los países beligerantes, se vieron debilitados financieramente a causa de la contienda, el resultado inevitable fueron grandes déficits e inflaciones. Estos países vieron también frenado el crecimiento de la producción y de la renta real, a la vez que la pauta productiva quedaba distorsionada por las necesidades de la maquinaria bélica. Por otro lado, muchos países fuera del eje europeo fueron estimulados por la demanda insaciable de las mercancías básicas, alimentos y materias primas, y por la reducción de la oferta de manufacturas de los países beligerantes. Estos cambios alteraron el equilibrio de la potencia económica, que pasó de Europa a América del Norte, y al Pacifico. Pérdidas demográficas y destrucción material. De los más de 60 millones de hombres movilizados en Europa durante el periodo de hostilidades, perdieron la vida en servicio activo más de 8 millones (15%). Además 7 millones quedaron incapacitados permanentemente y otros 15 millones sufrieron heridas más o menos graves. La guerra ocasionó un deterioro grave de la calidad de la población de Europa (las pérdidas nombradas antes, no incluyen las pérdidas de vidas producto de la gripe española, 1918-1919, que fue causada indirectamente por la guerra). También hubo grandes pérdidas demográficas en Europa a consecuencia de las hambrunas posteriores, también hubo bajas, aunque reducidas, debido a las matanzas que sufrieron diversas nacionalidades en los conflictos fronterizos de la posguerra. La guerra privó a los países beligerantes de algunos de sus mejores hombres, muchos de los cuales estaban altamente capacitados, pero dado que el periodo de la posguerra se caracterizó por la elevada tasa de paro, en muchos países que tuvieron bajas en el frente podría decirse que las muertes y el freno en el crecimiento demográfico tuvieron sus ventajas e inconvenientes. Hasta cierto punto, la devastación material producida por la guerra pareció mucho peor porque era bien visible y era muy difícil de reparar (exigía dinero y recursos reales, bienes escasos luego del conflicto), aunque la rapidez con la que se llevó a cabo la restitución debe ser considerada impresionante. En Europa Alrededor de una trigésima parte de su activo resultó destruido y los daños materiales alcanzaron su mayor magnitud en Francia, Bélgica, Serbia y la Europa Oriental., Mientras que UK, Austria y Alemania salieron bastante bien parados. Los territorios ocupados sufrieron los peores estragos ya que compartieron la privación de los imperios centrales y al mismo tiempo fueron exportados al máximo en beneficio de sus amos temporales. Perdieron cosechas y la tierra quedó inútil para cosechar, fábricas, minas y casas resultaron destruidas y la devastación y el pillaje llegaron a todos los rincones, aunque a la larga el enemigo comprendió que era necesario que la economía siguiera funcionando para satisfacer sus propias necesidades. Extracciones al amparo de los tratados de paz Los acuerdos de posguerra constituyeron el mayor ejercicio de reconfiguración de la geografía política de Europa jamás emprendida. El proceso afectó a la mayoría del continente, y los únicos países que se libraron de él fueron Holanda, Luxemburgo, Suiza, España y Portugal. En conjunto, el número de unidades aduaneras independientes de Europa aumentó de veinte a veintisiete, mientras que las fronteras políticas experimentaron una prolongación de 20.000 km. Los nuevos estados independientes eran: Polonia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Checoslovaquia y Yugoslavia. Tanto Alemania como el antiguo austrohúngaro, sufrieron grandes pérdidas territoriales a consecuencia de los tratados de paz. En total fue desposeída de alrededor del 13,5% del territorio que tenía antes de la guerra y del 10% de su población de 1940. Algunas de las zonas cedidas contenían algunos de los recursos agrícolas e industriales más ricos. Se quedó sin cerca del 15% de su capacidad de antes de la contienda. Además, estos porcentajes se refieren a la proporción de la producción de antes de la guerra correspondiente a los territorios cedidos, y las pérdidas en términos de producción potencial fueron aún más grandes, oscilando entre el 36% en el caso del carbón y el 72% en el mineral de hierro. Aparte de estas sanciones, los aliados confiscaron casi el 90% de la flota mercante alemana y casi totalidad de sus inversiones en el extranjero, además de exigir pagos en especie durante el periodo de transición anterior a la presentación de la factura de reparaciones. El tratado también estipulaba el desarme de Alemania; le prohibió tener fuerza aérea, el ejército y la marina al mínimo y se abolió el servicio militar obligatorio. Mucho peor era la suerte que iba a correr el antiguo imperio Habsburgo. Fue dividido y sus fragmentos se repartieron entre diversos estados, tanto viejos como nuevos. El imperio quedó diezmado con el resultado de que Austria y Hungría se vieron reducidos a sólo una cuarta parte de su territorio de antes y solo un poco mayores en términos demográficos. La desmembración de Hungría se efectuó a su diversidad racial y, las formaciones territoriales resultantes de la división del país no eran menos homogéneas desde el punto de vista racial y aun tenían menos sentido desde lo económico. Las porciones del imperio se repartieron entre no menos de siete estados: Checoslovaquia, Polonia, Rumania, Yugoslavia, Italia y los restos del antiguo régimen. Austria también perdió gran parte de su territorio (Trieste, Istria, el sur del Tirol y partes de la Baja Austria). La unión con Alemania fue prohibida y sus fuerzas armadas reducidas al mínimo. Hungría fue obligada a ceder Rumania y además Croacia y Eslovenia, las cuales junto con Bosnia y Herzegovina se unieron a Serbia y a Montenegro para formar Yugoslavia (más adelante). También cedió Eslovaquia a la nueva República Checoslovaquia. Ambos estados perdieron la salida al mar. Bulgaria perdió territorio occidental y alguna de sus zonas fronterizas, Rusia perdió parte de su territorio, en particular surgieron nuevos estados independientes: Finlandia, Estonia, Lituania. Los principales beneficiarios de los tratados de paz fueron: Polonia, Yugoslavia, Checoslovaquia y Rumania. Estos cambios dejaron a numerosas minorías bajo el dominio extranjero y creó enormes problemas económicos y sociales. Estos cambios fueron el resultado del intento de cumplir varios objetivos al mismo tiempo: delineación étnica, autodeterminación nacional, reconstrucción de las fronteras históricas y los requisitos económicos. A pesar de que el proceso de pacificación tuvo en cuenta los factores económicos, los resultados inducen a pensar que se presentó poca atención a los mismo, al definir las fronteras de los estados nuevos. En algunos casos significó la ruptura total de las antiguas pautas comerciales y líneas de comunicación, la separación de normas de la industriaque eran mutuamente dependientes. Estos problemas fueron especialmente agudos en la Europa Occidental y Oriental. Además de la tarea de reconstrucción material, los estados tuvieron que reconstruir nuevas organizaciones económicas, partiendo de los múltiples segmentos de los territorios. Esto solía llevar aparejado la creación de nuevas unidades administrativas, nuevas divisas, nuevas líneas de comunicación, así como forjar nuevos vínculos económicos y comerciales que reemplazaron a los destruidos. Esto hizo que aumentase el papel del estado en la esfera económica y a su vez esto hizo que se tendiera autosuficiente. El legado financiero de la guerra El costo directo de la contienda: Los desembolsos los hicieron el Reino Unido, EEUU, Alemania, Francia, Austria, Hungría e Italia (en este orden). Podemos hacernos cierta idea de la magnitud del desembolso si tenemos en cuenta que representó 6 y ½ veces de todas las deudas nacionales acumuladas en el mundo desde finales del siglo XVIII hasta el estallido de la guerra. Lo esencial del problema no era sólo la magnitud del desembolso, sino la forma en que se financió. La rígida ortodoxia financiera que había prevalecido durante el SXIX se desintegró rápidamente, cuando los gobiernos de todo el mundo abandonaron el patrón oro y recurrieron a la financiación mediante déficit. Solo una proporción muy pequeña de los desembolsos bélicos se financió mediante los impuestos; Alemania se financió mediante préstamos. Este método de financiación no tenía por qué ser inflacionario, si los préstamos hubieran salido de ahorro genuino, pero gran parte de la financiación se obtuvo por medio de créditos bancarios. Los Bancos pedían préstamos a los gobiernos mediante la creación de dinero nuevo o (en caso contrario) recibían promesas de pago de los gobiernos, y entonces incrementar la oferta de dinero con estas promesas como reservas. Las deudas públicas subieron rápidamente, se incrementó la deuda a corto plazo, bajaron las reservas en metálico. Aparte de la deuda interna y sus implicaciones inflacionarias, la guerra dejó un legado de deudas intergubernamentales contraídas por las potencias aliadas; y finalmente se presentó a Alemania y a otras naciones enemigas una enorme factura en concepto de reparaciones. Europa y la economía mundial A largo plazo la consecuencia es la decadencia de la importancia económica de Europa ante el resto del mundo. Los EE. UU. se transformaron en el gran proveedor y a medida que Europa fue perdiendo sus inversiones y contactos en ultramar, los norteamericanos vieron aumentar su influencia, salen de la guerra convertidos en un fuerte acreedor. Otros países también se beneficiaron, naciones de la periferia de la economía internacional fueron estimuladas por la demanda de materias primas y artículos alimenticios mientras que el déficit de manufacturas europeas también contribuyó a acelerar el desarrollo industrial de algunos países. Las verdaderas ganancias se obtuvieron fuera del eje europeo. Dos de los beneficiarios más prominentes fueron EE. UU. y Japón. Estos satisfacen gran parte de los requisitos bélicos de los aliados tanto en recursos materiales como en ayuda financiera. La producción fue estimulada por la gran demanda de productos norteamericanos que existían en el extranjero, donde las naciones no podían abastecer sus propias necesidades. Tanto fue el beneficio para USA, por la emisión de préstamos por cuenta de los aliados, y a la liquidación de títulos americanos en poder extranjero, que su situación de inversión exterior experimenta un cambio espectacular, transformándose en acreedor neto en 1919. También Japón pasó a ser una nación mucho más industrializada y técnicamente madura, acreedora y con un gran incremento de producción en su haber. Otros países que se beneficiaron también fueron Canadá, Australia y Nueva Zelanda, recibiendo un impulso en su desarrollo industrial, y beneficiándose del empobrecimiento agrícola de Europa. En general la guerra dio estímulo a la actividad industrial en países que antes eran dependientes del sector primario. Problemas estructurales Hacia las postrimerías de 1920, empezó a verse con claridad que la dislocación causada por la guerra era peor que la destrucción material. La guerra causó desajustes en las relaciones económicas y destruyó las conexiones comerciales. Todo el sistema bancario crediticio, y de organización de los mercados monetarios fue suspendido, controlado o modificado durante la guerra y fue necesario restablecerlo o ajustarlo a las nuevas condiciones. Se había abandonado el patrón oro y la mayoría de las monedas habían perdido su valor y su estabilidad; el problema de la restauración de estas fue uno de los más cruciales durante toda la posguerra. La estabilización de las monedas se hacía aún más difícil por las grandes deudas internas, las deudas de guerra entre las potencias aliadas y las masivas reparaciones impuestas a los vencidos. Uno de los problemas serios e insolubles de ese periodo fue el exceso de capacidad. Incluso antes de 1914 había signos de que esto iba convertirse en un problema debido a que algunas industrias estaban empezando una transformación estructural con nuevas tecnologías. La guerra aceleró este proceso y al mismo tiempo puso en juego varias fuerzas nuevas. La construcción naval, el hierro, el acero, la ingeniería y el carbón crecieron durante la guerra y crearon exceso de capacidad al finalizar la misma. Tensiones políticas y sociales La vida política y social no podían estar libres de los efectos de la guerra. La mezcla de las clases sociales en las filas de los ejércitos, la entrada de mujeres en ocupaciones industriales, el fortalecimiento del sindicalismo y la participación obrera en la industria y el efecto igualador de los impuestos altos, surtieron efectos en la sociedad. Este efecto halló expresión en la demanda de formas más democráticas de gobierno y de mayor igualdad, y aunque la respuesta no fue la ideal, la mayor conciencia facilitó la mejora de las condiciones de las clases menos afortunadas de la sociedad.