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20 SLATER What went wrong The colapse of the Israeli-Plestianian Peace Proces

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SLATER. What went wrong? The colapse of the 
Israeli-Plestianian Peace Process. 
El conflicto desde 1948 a Oslo 1993. 
 “The Israeli-Palestinian conflict is the consequence of seventy-five years of mindless Arab hatred of the Jews 
and an Arab unwillingness to match the Jewish effort to reach a fair compromise over the ancient land of Palestine”. 
El conflicto palestino, escaló a uno Arabe-Israeli mayor cuando los árabes rechazaron el plan de partición de UN 
(1947), que preveía la división de Palestina entre judíos y árabes, y la creación del Estado de Israel. El líder sionista 
había aceptado pero los palestinos y sus vecinos árabes lo rechazaron y lanzaron una invasión “no-provocada” con el 
objetivo de destruir el nuevo estado israelí. 
 Después de la guerra de 1948, la historia continua; Israel permanece dispuesto a resolver el conflicto en las 
bases de compromiso, pero no han encontrado ni un líder palestino ni uno árabe con quien negociar. Uno de los 
resultados del conflicto fue la guerrilla palestina, sumado a los Estados árabes, especialmente Egipto y siria. Este 
terrorismo local e internacional llevo a nuevas guerras Arabes-israelies en 1956, 1967, y 1973; todas ellas por 
agresión árabe. Esta hostilidad árabe, no fue ramificada hasta que Anwar Sadat de Egipto decidió pactar la paz con 
Israel en los 1970s, seguido de 20 años después, por otro líder árabe, el Rey Hussein de Jordania. Pero todavía hoy el 
conflicto continúa, porque ni los palestinos ni el resto de los estados árabes están dispuestos a aceptar 
compromisos. 
 Una historia revisada (otro enfoque), sostiene que el conflicto esta originado en la insistencia sionista en 
que el estado judío debe ser creado en Palestina, a pesar del hecho de que por más de 1300 años ha estado 
habitado por árabes, quienes en el sXX buscaron independencia política y soberanía sobre su tierra natal. A los ojos 
de los palestinos, el reclamo de los israelíes no tiene sustento: primero basándose en lo bíblico (“la tierra 
prometida”), desde que el Imperio Romano los expulsó hace 2000 años, dejaron de tener control sobre esa tierra. 
Despues, en base a la declaración británica Balfour (1917), que prometía una tierra natal en Palestina para los 
judíos; los palestinos argumentan que no le brindaba la soberanía sobre el territorio; y que en cualquier caso, era 
una imposición del colonialismo británico, sin validez. Por último, con el surgir de la Alemania Nazi y el Holocausto, 
el estado de Israel y su reclamo se volvieron un asunto más urgente e irrefutable; pero aun así, los palestinos 
reclaman que no fueron los responsables del Holocausto y que no deberían pagar el precio por el antisemitismo 
occidental. 
 La violencia y contraviolencia del conflicto, llevó a convencer a Inglaterra y luego a UN de la necesidad de 
partir a Palestina. El líder sionista aceptaría el plan, pero solo como una parte de otro personal: establecer el estado 
de Israel. Nunca fue parte de su plan “establecer una Palestina independiente” (como decía el otro elemento central 
del plan de partición de UN). Y no solo rechazaron esto, sino que trabajaron activamente para prevenir la creación 
del Estado palestino en 1948 y en los siguientes 50 años. 
La expulsión de los palestinos. 
 Israel no cree tener responsabilidad sobre el problema de refugiados palestino; sostienen que fue creado 
enteramente como consecuencia del rechazo palestino y la invasión árabe en 1948. Pero en realidad, la expulsión de 
palestinos comenzó mucho antes de la invasión árabe, y continuó después de la victoria de Israel. 
 Comenzando por 1947, el ejército israelí comenzó a implementar un detallado plan estratégico (Plan D) para 
lidiar con los palestinos, especialmente con aquellos que residían en Israel. (el plan fue desde incendiar, explotar, 
plantar minas, etc.). Ante esta situación de expulsión o terribles peleas de las villas palestinas que veían lo que podía 
ser su destino, el ejército avanzó, demoliendo las villas abandonadas o volviéndolas hogares para judíos inmigrantes. 
 En resumen, hay evidencia irrefutable de que la mayoría de los palestinos que se volvieron refugiados de 
Israel en el periodo 1947-1949, lo hicieron porque fueron expulsados forzosamente o huyeron como resultados de la 
guerra psicológica israelí, las presiones económicas, los bombardeos de artillería, el terrorismo, y masacres. La 
expulsión de palestinos, creo el problema de refugiados que persiste hoy en día y llevo a la emergencia de la 
Organización por la Liberación de Palestina (PLO) de Yasir Arafat, en los campos de refugiados en Líbano, Siria, 
Jordania y Egipto. 
El proceso de Oslo. 
 En los primeros años de la formación de PLO, las ideas eran de tinte maximalista: la completa liberación de 
toda Palestina- significando la completa destrucción de Israel. Sin embargo, a finales de 1960s, la posición de rechazo 
comenzó a dar paso a una dispuesta a buscar una solución de 2 estados diplomáticos con Israel. Pero este último no 
estaba interesado. 
 Más aun, el gobierno de Israel de 1960-70, comenzó un proceso de crear asentamientos judíos en West Bank 
y Gaza, para hacer imposible la creación de un contiguo y viable estado palestino. No obstante, en 1988, PLO acepto 
la solución de 2 estados, bajo sus términos de compromiso: un estado Palestino en West Bank y Gaza, con Jerusalén 
como su capital, aceptando que sea desmilitarizada, aceptando la entrada de fuerzas internacionales de 
peacekeeping a lo largo de la frontera con Israel, accederían a terminar con el terrorismo y todas las formas de 
ataque a Israel, se abstendrían a formar alianzas con estados árabes rejeccionistas, y se acordaría una solución sobre 
el problema de refugiados, sobre las bases de un rendimiento simbólico de Israel, con una amplia compensación 
económica internacional de los refugiados y su restablecimiento en el mundo Árabe. 
 Este primer acuerdo significativo Israel-PLO fue Oslo 1993, negociado por Arafat y el primer ministro Rabin 
de Israel. El acuerdo llama al reconocimiento mutuo de Israel y PLO, y 5 años de transición bajo los cuales Israel 
retiraría sus tropas y estructuras administrativas gradualmente de la mayor parte de los centros de población 
palestina en favor de la Palestinian Authority (PA), el gobierno interino hasta que el estado independiente fuera 
establecido. Al finalizar el periodo de transición, el siguiente paso sería el retiro de las fuerzas israelíes de los 
territorios conquistados en 1967. A cambio, Arafat prometió terminar con la violencia anti-israelí en los territorios 
ocupados y hasta cooperar directamente con las fuerzas de seguridad israelíes. 
 El establecimiento de una Palestina independiente era la expectativa de los palestinos, de la comunidad 
internacional, y tanto el gobierno israelí como la opinión publican. En Oslo se pospusieron los asuntos más difíciles: 
los asentamientos israelíes, el problema de Jerusalén, la división del agua de West Bank, y la cuestión refugiados. No 
obstante, era implícito que una expansión en los asentamientos de Israel, nulificaría el último objetivo de la 
independencia de Palestina. 
 Arafat fue duramente criticado por muchos palestinos por estos huecos en los acuerdos de Oslo; críticas que 
en retrospectiva eran acertadas. Aun así, es difícil ver que otras opciones tenía Arafat, además de esperar que la 
posición de Israel evolucionara en el tiempo. Lo que si no podría haber sido anticipado era el grado en que Rabin 
permanecería comprometido con la posición dura que evitaría la creación de un estado Palestino independiente. 
Tanto Rabin como su sucesor Shimon Peres, violarían el espíritu de Oslo. 
 2 años después e Oslo, Rabin anuncio que no habría un retiro de los territorios conquistados en 1967; 
Jerusalén unido, incluido los asentamientos judíos en el este de la ciudad, se mantendrían bajo la exclusiva soberanía 
israelí, al igual que la mayoría de los asentamientosen West Bank y Gaza que se mantendrían estables, y se tendría 
libre acceso y control militar sobre estos. Sorprendentemente, bajo Rabin, los asentamientos judíos crecieron más 
que con la anterior línea dura de Yitzhak Shamir; y hasta los asentamientos más fanáticos localizados en el corazón 
de las áreas palestinas, fueron mantenidos. Hasta la carta de los acuerdos de Oslo, fue generalmente ignorada por el 
gobierno de Rabin: prisioneros palestinos que se habían comprometido a liberar, permanecieron en la cárcel; se 
retrasó el prometido aeródromo palestino en Gaza; la provisión de un libre pasaje entre Gaza y West Bank, como la 
libre movilidad de personas, vehículos, y bienes entre los territorios, fue generalmente violada por cierres israelíes; 
los palestinos que vivan afuera de Jerusalén se les impedía frecuentemente atender a las mezquitas musulmanas del 
Templo Mount; etc. 
 Aun así, a lo largo del periodo de Rabin, PA(Palestinian Authority) cumplió con su compromiso de hacer su 
mejor esfuerzo para terminar con el terrorismo (hay pocas excepciones). Las fuerzas palestinas trabajaron con las de 
Israel: se unían a las patrullas, para identificar y encarcelar a extremistas y a terroristas sospechosos (algunos de las 
listas elaborados por israelíes). 
 Luego del asesinato de Rabin, y la sunción de Shimon Peres, la política israelí se volvería aún más dura. Hay 
indicadores, de que en el último tiempo de vida, la posición de Rabin se había ablandado; pero la llegada de Peres 
impidió un progreso en ese camino. En 1996, Peres autorizó el asesinato de un activista palestino acusado de 
terrorismo; en retaliación, fundamentalistas palestinos mataron a docenas de israelíes en una serie de bombas 
urbanas. Luego de esto, y la desastrosa intervención israelí en el Líbano, el público se volvió en contra de Peres y se 
eligió a Benjamín Netanyahu. 
 Bajo el gobierno de este último, el proceso de Oslo, efectivamente se dio por muerto: para mayo 1999, 
cuando el proceso de transición se suponía que debía estar completo, la ocupación israelí sobre la mayoría de West 
Bank y Gaza, seguía en pie. Y Nethanyahu, se rehusó a avanzar en las negociaciones requeridas por Oslo para una 
solución permanente. 
Barak y el proceso de paz. 
 Para el momento que Barak entro en la oficina en 1999, no solo las acciones de Israel había nulificado el 
proceso de Oslo, sino que también habían minado la posición de Arafat entre los palestinos, quienes ahora estaban 
en peores condiciones. 
 La performance de Barak fue muy extraña, sin exagerar podría decirse que esquizoide (casi esquizofrénica). 
Es cierto que en Camp David, él fue más allá que cualquier otro primer ministro israelí en hacer concesiones a los 
palestinos. Pero no solo sus propuestas se quedaban cortas con lo que era necesario para hacer paz, sino que tanto 
en retorica como en sus acciones, continuó subvirtiendo su propio plan de paz y el análisis racional sobre el cual 
había estado basado. El mismo se autodefinió correctamente como seriamente dividido contra sí mismo: 
emocionalmente como derechista, pero en su cabeza era un pragmático realista. 
Hasta que asumió en la oficina, Barak había sido de línea dura: se había opuesto a los acuerdos de Oslo; su 
concepción de las soluciones con los palestinos no diferían fundamentalmente de Natanyahu o Sharon. Aun después 
de su elección, Barak continuaba revelando su posición: denigrando la izquierda israelí, admitiendo que se sentía 
más cercano al partido Religioso Nacional que a Meretz (el hogar de la mayoría de los campamentos de paz 
israelíes); en su “cálido recibimiento” de uno de los más fanáticos y violentos settlers judíos en Hebron, entre otros 
ejemplos. Más aún, su arrogancia y personalidad autoritaria, mino directamente en las negociaciones con Arafat: de 
acuerdo con él, había sido la “cultura árabe” la que había impedido un acuerdo en Camp David: “Its because of the 
carácter of the Arab discourse that their culture does not contain the concept of compromise. Compromise is 
apparently a Western concept of settling disputes” (claro es que estaba pensando en Anwar Sadat y Hosni Mubarak 
de Egipto, los reyes Abdullah y Hussein de Jordania, y Hafaz Assad de Siria, que habían acordado con Israel) 
Barak estuvo dispuesto a ir en contra de sus propias disposiciones porque su lado pragmático y realista lo 
convenció de que por 2 razones Israel tenía que acordar con los palestinos y el resto del mundo árabe: 1) había 
llegado a creer que ya no era posible para Israel gobernar sobre otras personas sin continuar con violencia y 
eventualmente destruir de la democracia israelí. 
Es difícil intentar reconciliar el entendimiento de Barak sobre estas realidades y su comportamiento que 
destruyó las chances de un acuerdo: él se rehusó a retirar las tropas requeridas por Oslo y otros acuerdos; también 
falló en implementar su promesa a los palestinos de retirarse de las varias villas árabes en los alrededores de 
Jerusalén; impuso repetidos cierres y privaciones económicas a los palestinos; y autorizó la continuación de los 
caminos israelíes, la confiscación de tierras y la expansión de asentamientos en el este de Jerusalén y en West Bank 
(en el mayor grado desde 1992, excediendo lo hecho por Netanyahu). 
Nadie entiende a Barak. Probablemente nunca se sabrá si él era un cínico maquiavélico, buscando preservar 
la esencia de la ocupación israelí en West Bank bajo el disfraz de negociaciones de acuerdo. O si, en algún punto, 
genuinamente quería un acuerdo pero fue tan ambivalente, confuso y autocrático que fue el hombre incorrecto para 
el trabajo. 
Camp David. 
 La percepción general de Camp David (julio 2000) es que Barak hizo una oferta a los palestinos muy generosa 
y sin precedentes, mientras que los árabes no solo no estuvieron dispuestos a comprometerse, sino que 
respondieron con un levantamiento violento, justo en el momento cuando las chances de pactar paz no podían ser 
mejores. Esta desilusión con los palestinos llevó a una reevaluación más crítica de la propuesta de Barak y se ha 
desarrollado un entendimiento mucho más empático sobre la situación de Arafat y de los palestinos. 
 La primera dificultad es que todas las propuestas de Barak eran verbales; evidentemente intentando 
mantener todas las puertas abiertas. Hasta los participantes del Camp David tenían diferentes consideraciones sobre 
que era precisamente lo que Barak ofrecía. Las principales líneas de la propuesta verbal de Barak (pag 182-183) 
 Es cierto que la propuesta de Barak fue más allá que cualquier otra ofrecida por Israel. Pero por otro lado, 
también se quedó muy corta en ser un compromiso genuinamente justo que resultaría viable para el estado 
palestino. Tanto análisis políticos palestinos como israelíes analizaron los mapas, y se volvió evidente que no solo 
Gaza y West Bank serian divididos por el estado de Israel, sino que serían divididos en enclaves por los 
asentamientos israelíes, carreteras, y posiciones militares. Con poco o ningún control sobre sus recursos de agua, sin 
control independiente del acceso fronterizo a países vecinos, con hasta su libertad interna de movimiento y 
comercio sujeta a los continuos cierres israelíes, la ya empobrecida Palestina, quedaría económicamente 
(completamente) dependiente -y vulnerable- a Israel. 
 En mayor detalle las consecuencias de la propuesta de Barak (pag 184,185,186,187) 
La respuesta de Palestina. 
 La mayoría de los israelíes y americanos han culpado solo a Arafat por el fracaso de Camp David y la 
subsecuente reacción de Palestina. Las críticas generalmente tienen 2 argumentos: el más extremo es que, Arafat no 
estaba dispuesto a hacer compromisos desde su parte. Esta concepción, implica que Palestina –en vez de Israel- 
tendría todas las cartas. Arafat pensó que si se sostenía el tiempo suficiente podría eventualmente alcanzar su 
objetivo: la destrucción de Israel. 
Este argumentoignora la enorme diferencia de poder entre ambos estados, y desacredita la larga historia de 
compromisos palestinos (nombra varios ejemplos). Primero, obviamente, se puede creer que algunos palestinos 
soñaban con recuperar toda Palestina ; pero la enorme disparidad de poder se encargaba de aplastar la 
operacionalización de esos sueños (si existían). Y con respecto a los compromisos, en realidad, en Camp David, 
Arafat fue aún más allá por aceptar la incorporación de al menos algunos asentamientos judíos en una Jerusalén 
expandida, incluyendo el este árabe de Jerusalén; él estaba reduciendo aún más el porcentaje de que correspondía a 
Palestina. Arafat fue muy lejos en aceptar a Rabin, Peres, Netanyahu y Barak, que la continua expansión de Israel no 
había violado los acuerdos de Oslo. Y añadiendo, la aparente aceptación: de la anexión Israelí de los vecindarios 
judíos y la soberanía palestina solo sobre los vecindarios árabes no contiguos en el este de Jerusalén; Arafat estaba 
colaborando con Barak para crear un futuro punto de exposición injusto e inherentemente inestable. 
 Viendo esto, se puede ver la falta de argumentos para sostener que Arafat rechazo una oportunidad de oro 
para la fundación de la paz. El cargo más moderado para criticar al líder árabe es que si bien la oferta de Barak no era 
la mejor, Arafat debería haber aceptado condicionalmente las bases para continuar las negociaciones; haciendo 
contrapropuestas en lugar de terminar con la diplomacia y apostar a la violencia. Hay evidencia para serias críticas 
contra el juicio del líder. 
 Sin embargo, una vez más, la propuesta de Barak take-it-or-leave-it, no habría permitido tener un estado 
palestino verdaderamente viable o independiente. Y a su vez, hacia aún más irreversible la ocupación israelí sobre 
West Bank y Gaza. Pero aun así, se pueden ver serios problemas con este argumento: primero, es imposible saber si 
Barak estaba dispuesto a ir más lejos de lo que se ofreció en Camp David; y más importante, es que la historia había 
demostrado -desde 1967, y especialmente desde Oslo 1993- que cuanto más se alargaba el “proceso de paz”, más se 
aprovechaba Israel. Este es el principal problema para justificar que Arafat debería haber continuado 
indefinidamente las negociaciones. 
 En resumen, los israelíes habían dado a los palestinos todas las razones para creer que no era posible una 
transición de paz y compromisos justos; y que en realidad era un camino para una consolidación de la ocupación 
israelí más profunda e irreversible. 
 Además, las críticas contra Arafat también se basan en que él autorizó o al menos controló sustancialmente 
el levantamiento palestino, o intifada, con el objetivo de forzar a Israel a hacer más concesiones en el proceso de 
negociación. Con respecto a esto, hay que aclarar que 1) la línea del tiempo no coincide: intifada no estalló hasta 
luego de 2 meses del fracaso en Camp David; 2) hasta el servicio de inteligencia de Israel estaban divididos con 
respecto al grado en que Arafat controlo intifada –nadie sabe. En esta visión, Arafat podría solo haber esperado 
sobrevivir, no tanto liderando la opinión de Palestina, sino siguiéndola 🡪 “rinding on the back of a tiger rather than in 
control of it”. Probablemente ambas visiones están sobre-simplificadas. 
 Una línea alternativa, separa la moral de las cuestiones prácticas en evaluar la revolución palestina post 
fracaso Oslo/Camp David. La revolución ha sido siempre justificada con el fracaso del proceso político y no hay otra 
forma de remediar las serias injusticias. Los palestinos han dicho repetidamente que intifada no fue directamente 
contra la población de Israel, sino contra la ocupación israelí en West Bank y Gaza. Este clamo, tiene credibilidad por 
el hecho que, con solo pocas excepciones, la violencia palestina fue dirigida directa y exclusivamente a las fuerzas 
militares israelíes o los asentados en los territorios ocupados (no contra dentro de las fronteras de Israel pre-1967). 
La expansión rotunda del terrorismo palestino contra civiles en Israel propiamente, cambio la ecuación de moral, y 
quizás la práctica también. 
 Para estar seguros, la cuestión moral permanece compleja, porque las políticas de castigo colectivo y cierres 
de Israel, han hecho gran daño a los civiles palestinos. Sin embargo, las consecuencias prácticas del giro palestino a 
la violencia es otro asunto. 
 En el corto plazo ha sido desastroso. Pero por otro lado, es muy pronto para saber si el proceso de paz ha 
sido condenado terminante o temporalmente. 
 En Camp David, los palestinos enfrentaban un dilema imposible: una prolongación indefinida de 
negociaciones que casi seguro consolidarían y profundizarían aún más la ocupación israelí, mientras que la 
resistencia armada se arriesgaba a la reacción israelí y una aún peor represión. 
 Por otro lado, al menos hasta que Palestina se volcó al rotundo terrorismo, uno podría dudar de culpar a las 
víctimas de elegir la estrategia de resistencia equivoca. Aun considerando las enormes disparidades de poder, la 
inhabilidad o falta de disposición de los israelíes, el gobierno americano, y la comunidad judeo-americana, de 
abandonar los ideales históricos israelíes, complica el abanico de alternativas; especialmente una de negociación 
combinada con una resistencia no-violenta a la incesante ocupación israelí. 
Una futura solución. 
 El levantamiento palestino del 2000-2001 dejo en claro que no puede haber una solución genuina, que sea 
justa y estable en el largo plazo, sin una casi completa retirada de Israel a sus límites pre-1967. 
 La expansión de Israel en 1948, en el contexto del ataque árabe, daba ciertas bases para justificarla en 
seguridad de Israel. Pero la expansión de 1967, no fue ni motivada ni con justificación valida sobre la seguridad 
israelí. La motivación fue ideológica; otro pasó para completar el sueño de completa soberanía israelí sobre 
Palestina. La consecuencia fue la exacerbación de la resistencia nacionalista palestina y del conflicto Arabe-Israeli. 
 Para los líderes palestinos una vez que Israel acepte el principio de retirada completa, estarán dispuestos a 
negociar como operacionalizarla. En la práctica es probable que Israel pueda anexar algunos de los asentamientos en 
West Bank inmediatamente adyacentes a los limites 1967 (cerca de un 50% de ellos) pero Palestina debería ser 
compensada on tierras de Israel equitativas en tamaño y calidad. Otra arista es Jerusalén: Es difícil ver como pueda 
ser resuelto sin un completo regreso al status pre-1967. Especialmente por el significado simbólico para ambos 
bandos. Ningún estado árabe o islámico va a consentir la continuación de la soberanía israelí sobre algunas de las 
más importantes mezquitas del mundo Musulmán. Ni Arafat ni los israelíes, pueden darse el lujo de hacer algo para 
antagonizar este mundo o acordar algo que podría provocar una reacción de los gobiernos árabes moderados de 
Egipto, Jordania, Líbano o Siria. Por lo delicado del asunto, hay muchas razones para creer que es posible llegar a un 
acuerdo aceptable para ambos lados. 
 Lo que va a ser más duro para los israelíes es la realidad de tener que revertir 15 años de expansión judía en 
el este de Jerusalén y las áreas vecinas de West Bank. Similarmente, tampoco es viable que Israel continúe 
insistiendo en retener el control de facto sobre el Valle del Rio en Jordania (aunque se ha insinuado que se podría 
aceptar un arreglo con fuerzas internacionales-similar a la península de Sinaí). Bajo estos arreglos y en este contexto, 
los intereses legítimos de seguridad israelíes serán complacidos. 
 En lo que es la cuestión del agua; tampoco puede ser resuelta por los israelíes a expensas de los palestinos. 
Los acuíferos de West Bank deben pertenecer a Palestina. Israel perdería un aprox de 25-30 % de sus presentes 
recursos de agua fresca (el cual no es tan importante por los avancesde tecnología para compensarlo). 
 En el tema de refugiados, el “right to return”, la posición de los palestinos ha sido realista y hasta cierto 
punto flexible. Porque entienden que es imposible que Israel acepte a todos los refugiados y sus descendientes, y no 
pretenden demandarlo. Pero lo que si demandan como clave el reconocimiento de Israel por su responsabilidad 
política y moral sobre el asunto; y el regreso de un pequeño número de refugiados y sus descendientes que aún 
tiene lazos cercanos familiares en Israel. Es claro, que este punto, no es un impedimento real para la solución; es 
más uno simbólico. La insistencia de los israelíes y su visión del problema como insuperable, sugiere su falta de 
disposición o incapacidad de escuchar de cerca a los palestinos. Todavía peor, es el hecho evidente de que muchos 
simplemente ponen al asunto como un pretexto para su falta de disposición para vislumbrar una solución que 
llevaría a una Palestina independiente. 
Conclusión. 
 Con la elección de Ariel Sharon, la solución al conflicto Israel-palestino, quedo desolada. Con una alto 
improbabilidad de cambio en las políticas de Israel, hay un probable futuro de violencia palestina y terrorismo; un 
ciclo muy intensificado de retaliación y contra-retaliación. Una guerra regional parece improbable, ya que Israel y 
todos sus vecinos son conscientes del potencial catastrófico de una nueva guerra. Sin embargo, guerras que han 
parecido irracionales en el pasado, han ocurrido; por lo que no hay forma de estar seguros. 
 Israel, por ser mucho más poderoso que Palestina y porque es primeramente responsable de continuo 
conflicto palestino-israelí, tiene la mayor responsabilidad de evitar una escalada catastrófica y también de llegar a un 
acuerdo justo. A pesar de esto, Israel no ha mostrado voluntad de tomar ese rol, tampoco de reconocer su 
responsabilidad moral, ha perdido varias oportunidades para solucionar el conflicto tanto palestino-israelí, como el 
árabe-israelí. Ciegos por la ideología sionista y la genuina historia de victimización judía, Israel ha fallado en darse 
cuenta que en este conflicto es Israel el opresor y Palestina la víctima. 
 Muchos israelíes temen que aún un abandono parcial de la ideología sionista tendría consecuencias 
deslegitimantes para el estado de Israel. Este temor en realidad no tiene bases. Desde 1948, el único argumento 
necesario para el caso sionista es el existencial: nuevas realidades humanas han sido creadas, Israel existe y tiene 
derecho de vivir en paz y seguridad. Este último, sería un argumento mucho mejor, y mucho más conductivo para la 
creación de una paz genuina con los palestinos y el mundo árabe. 
 Puesto de otra manera, un reconocimiento de Israel de las injusticias pasadas y su aceptación de un 
compromiso a largo plazo, genuino y justo, tendría un efecto legitimante en vez de deslegitimante para Israel. La 
voluntad de enfrentar su historia, libre de distorsiones y mitos, es un pre-requisito para el establecimiento de la paz. 
 A su vez, USA también tiene responsabilidades. Primero la moral, porque ha colaborado con israelíes en 
culpar a las víctimas y en negar la complejidad moral del conflicto palestino-israelí. Bill Clinton, aunque es visto tanto 
en USA como en Israel, como el mejor amigo americano que ha tenido Israel; en realidad, su colaboración con la 
intransigencia israelí hizo gran daño a los verdaderos intereses de los israelíes. 
 Clinton intento traer una solución de paz en sus últimos momentos en la oficina, pero su falla estuvo 
condenada de antemano por su casi incompetente apoyo a las políticas de Barak. Aun después del fracaso de Camp 
David, cuando la primera administración de Clinton decidió presentar públicamente su plan de paz, en realidad se 
vio, que poco se diferenciaba del de Barak 🡪 no veía legitimas las demandas de los palestinos sobre: los 
asentamiento israelíes en West Bank y el Este de Jerusalén; la monopolización de los recursos de agua; el fin del 
control militar israelí sobre West Bank, incluyendo el Valle del Rio de Jordania. De hecho, mediante la culpabilizacion 
publica de los palestinos -y hasta la sugerencia de sanciones- Clinton no solo fallo fatalmente en traer paz al Medio 
Oriente; sino que desató una ola de anti-americanismo en la región. 
 El continuo apoyo americano a la represión israelí mino las relaciones USA-mundo Árabe. Pero lo más 
importante, es el terrorismo nuclear y biológico que amenaza al Medio Oriente, también amenaza a USA (por su 
apoyo a Israel). 
 La administración de Bush, tuvo 2 opciones: la presión de USA a Israel, “palos y zanahorias”, para inducir 
mayores cambios en sus políticas. Pero si esta estrategia no funciona, USA debe autoprotegerse y a sus intereses, 
desentendiéndose del conflicto, pendiente del día en que una diplomacia imparcial pueda volver a intentar y tener 
éxito en encontrar una solución. 
 Por último la comunidad judeo-americana tiene una importancia significativa. Dada su influencia en las 
políticas americanas domésticas y las políticas sobre el Medio Oriente. El primer paso debe ser el fin de la 
predilección a volverse ciegos contra la verdadera historia y las presentes realidades del conflicto palestino-israelí. 
 Lo que verdaderamente necesita Israel ahora es un verdadero amigo en América; no un Bill Clinton, amor 
ciego; sino un equivalente diplomático de amor duro.

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