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I .E. Parroquial “Santa Rosa” de Barranco Hnas. Franciscanas Misioneras de María “Educamos con la verdad y la caridad para una convivencia fraterna universal.” María discípula y misionera “El que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, es para mí un hermano, una hermana o una madre” (Mt 12,50). María es la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros. En el camino del discipulado de la Iglesia, la Santísima Virgen María aparece como discípula, hermana y compañera nuestra. La Virgen María por su fe y obediencia a la voluntad de Dios, es la discípula más perfecta del Señor. Ella es la mujer que nos ofrece a su Hijo, para el bien de la Iglesia. “Incluso en la riqueza de las admirables prerrogativas con que Dios la ha dotado para hacerla digna Madre del Verbo encarnado, Ella permanece cercanísima a nosotros. Hija de Adán como nosotros y por ello hermana nuestra por vínculos de naturaleza”. (Pablo VI, Discurso de clausura del tercer período del concilio Vat. II). La condición de hermana que representa María coincide con el discipulado. María aparece como la primera discípula del Reino (RM 20). Desde el mismo instante de la anunciación cuando acoge la palabra con la obediencia que es requerida a los que son llamados a convertirse en discípulos de Jesús. Hombres y mujeres, en el contexto de la fraternidad y el discipulado, tienen mucho que aprender espiritualmente al elevar sus ojos hacia María que “refulge como modelo de virtud ante todos los elegidos” (LG65). En el documento conclusivo de Aparecida podemos leer al respecto: “La Virgen María quien por su fe (cfr. Lc 1,45) y obediencia a la voluntad de Dios (cfr. Lc. 1,38) así como por su constante meditación de la palabra y de las acciones de Jesús (cfr. Lc. 2, 19 – 51), es la discípula más perfecta del Señor. Interlocutora del Padre en su proyecto de enviar su verbo al mundo para la salvación humana, María con su fe, llega a ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo y también se hace colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos del Evangelio, emerge su figura de mujer libre y fuerte conscientemente orientada al verdadero seguimiento de Cristo. Ella ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como Madre de Cristo y luego de los discípulos sin que le fuera ahorrada la incomprensión y la búsqueda constante del proyecto del Padre. Alcanzó así, a estar al pie de la cruz en una comunión profunda, para entrar plenamente en el misterio de la Alianza”. (Documento conclusivo de Aparecida n. 266). Acompañemos a María en su itinerario de discípula y misionera; ella ha sido llamada por excelencia portadora de la buena nueva y estrella de la evangelización. María inspira a los creyentes a imitarla en la actividad misionera. Ella está presente dondequiera que la Iglesia lleva a cabo la actividad misionera entre los pueblos. Itinerario de María, discípula y misionera, a la luz de los evangelios Del acompañamiento se deriva una misión o encargo de proclamación misionera, como la misma misión de Jesús: Predicar el reino y liberar a los hombres de sus esclavitudes. Dos verbos básicos expresan la fascinante experiencia del discipulado: Estar con Él y ser enviado”. Los misioneros tienen un modelo perfecto de consagración y fidelidad en María, que “se consagró plenamente como esclava del Señor en la persona y a la obra de su Hijo”. En la escuela de María, todos los hijos e hijas de la Iglesia aprenden el espíritu misionero que debe animar su vida cristiana y su celo apostólico.
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