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Módulo 6: Control y apoyo fisiológico al entrenamiento Tema 1: Organización y planificación del entrenamiento Introducción Para organizar y planificar el entrenamiento es esencial conocer sus principios, el cómo y el por qué el organismo se adapta, por este motivo este tema estará enfocado en conocer algunos de los principios biológicos del entrenamiento deportivo y entender el fenómeno de la adaptación para integrarlo a rutinas de entrenamiento. Principios del entrenamiento Los principios del entrenamiento son parte del saber esencial para todo profesional que quiera integrarse al área del deporte. Tales principios son los que hacen posible organizar y planificar el entrenamiento. No existe consenso actual sobre los principios del entrenamiento; estos varían según el autor que se considere. Así, por ejemplo, los siete principios (Hadfield, 2004) o los veinticuatro principios (Kernan, 1999). Cabe mencionar que una de las más aceptadas clasificaciones de principios del entrenamiento es la de García Manso (1996), actualmente, se está englobando desde una perspectiva más amplia, que está considerando hasta el diseño de las instalaciones deportivas en el último libro de Principios del entrenamiento de la fuerza y la condición física de la NCSA 2018 (The National Strength and Conditioning Association). En tal contexto poco heterogéneo y sin consenso, enunciaremos algunos de los principios con mayor aceptación por parte de los profesionales del área del entrenamiento y sus postulados más relevantes. La adaptación Sobre la base de algunas ideas en torno a los principios que sustentan la organización de los entrenamientos que debamos preparar, nos será posible entender lo que estamos haciendo y lo que haremos. Con ese fin, partimos desde la pregunta ¿cuál es el fin que buscamos al entrenar? La respuesta, en términos muy generales, es provocar cambios para lograr adaptaciones. Esta es nuestra base: entender el fenómeno de la adaptación para integrarlo al entrenamiento. ¿Qué es la adaptación? La adaptación se puede definir según el contexto en el cual la interpretemos; por ende, recurriremos inicialmente a la acepción que informa el Diccionario de la Lengua Española: “Acomodar, ajustar algo a otra cosa” (RAE, 2015). Desde luego, esta es la noción básica, de uso común; sin embargo, nos ofrece un buen paso inicial para entender este concepto en el entrenamiento. Un enfoque, ahora histórico, nos permite aseverar que el ser humano se ha adaptado desde tiempos inmemoriales en lo biológico, cultural, social y otros ámbitos vitales. A raíz de esto nace una gama de interrogantes. En primer término, ¿por qué nos adaptamos? La respuesta la podemos encontrar en la teoría darwiniana de evolución o, más exactamente, en el concepto de supervivencia de Herbert (1864); este, tras leer el libro de Darwin e inspirado en el concepto de selección natural, propone el señalado término de supervivencia. Desde el punto de vista biológico, los seres vivos nos adaptamos para sobrevivir y preservar nuestra especie; surge, entonces, otra pregunta: ¿entrenamos para sobrevivir? En nuestro estilo de vida actual, la respuesta es negativa: existen distintos tipos de motivaciones para entrenarnos, tales como las sociales, culturales, estéticas, de salud, entre otras. Este conjunto de intereses lo podríamos definir con el concepto de eugenesia, es decir, aquella filosofía que propone la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos (Osborn, 1937). Esta disciplina hace referencia a factores hereditarios, pero que también pueden ser inducidos por el entorno. ¿Cómo nos adaptamos? Selye (1938) publicó Syndrome Produced by Diverse Nocuous Agents, y este fue su primer paso para generar la teoría de la General Adaptation Syndrome o síndrome general de adaptación, donde el factor que gatilla la adaptación es el estrés. En su obra The Stress of Life (Selye, 1954) describió un modelo teórico que resume este proceso en tres fases principales de adaptación; la figura 1 muestra dicho modelo y su relación con el entrenamiento lo vemos en la figura 2: el entrenamiento provoca fatiga. Después de la fase de la fatiga, sigue un período de recuperación y luego de supercompensación. Si el entrenamiento no se produce, sigue luego un retorno al punto de partida del entrenamiento. Según la propuesta de Seyle, las tres fases (Alarma, Resistencia y Recuperación/Agotamiento) pueden ser descritas como sigue. A. Fase Alarma Esta es la primera fase y se subdivide en dos subfases: 1) de shock y 2) antishock, las cuales asociaremos al entrenamiento y sus efectos. 1) Fase de shock Durante esta fase, el cuerpo sufre cambios que inducen a un desbalance como hipovolemia, hipoosmolaridad, hiponatremia, hipocloremia, hipoglucemia, hipokalemia, entre otras reacciones. El ejercicio físico es el factor estresante. La resistencia del organismo al estrés cae temporalmente por debajo del rango normal y un cierto nivel de descarga, como por ejemplo cuando la perfusión (intercambio gaseoso) de los tejidos es insuficiente para cubrir la demanda de oxígeno y nutrientes para la respiración aeróbica celular puede ser experimentado un shock circulatorio. Esto se puede observar a simple vista en la práctica de ejercicios extenuantes. 2) Fase de antishock Cuando el organismo reconoce los desbalances, el cuerpo comienza a responder y se encuentra en un estado de alarma. Durante esta etapa, el sistema nervioso más precisamente en la zona de locus coeruleus, descrito por Reil (1809). Este autor nos relata cómo se produce una activación del sistema nervioso simpático (SNS), lo que lleva a una alta producción de catecolaminas, una de ellas es la adrenalina (hormona derivada del aminoácido tiroxina), a causa de la liberación de estas catecolaminas se produce la respuesta de lucha o huida. El resultado es el aumento de tono muscular y de la presión arterial (PA) debido a la vasoconstricción periférica y taquicardia, y el aumento de la glucosa en la sangre. También, al activarse el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (figura 3), se genera la producción de glucocorticoides (cortisol, también conocido como el S- hormonal o el estrés hormonal). B. Fase de Resistencia Es la segunda etapa y el aumento de secreción de glucocorticoides juega un papel importante; la intensificación de la respuesta sistémica tiene efectos de tipo lipolíticos, catabólicos y antianabólicos, produciendo un aumento de la glucosa, grasa y aminoácidos en la sangre. Además, causan linfocitopenia, eosinopenia, neutrofilia y policitemia (afectando directamente el sistema linfático). En dosis elevadas, el cortisol comienza a actuar como un mineralocorticoide (aldosterona) y lleva el cuerpo a un estado similar al hiperaldosteronismo (aumentando la PA y reteniendo sodio a través de la liberación de potasio en exceso, causando una hipokalemia). Si el estrés persiste, es necesario intervenir el organismo de manera externa. Aunque el cuerpo comienza a tratar de adaptarse a las demandas del entorno, el cuerpo no puede seguir así indefinidamente, por lo que sus recursos se agotan gradualmente. A. Etapa de Recuperación o Agotamiento Esta etapa se produce cuando los mecanismos de compensación del sistema han superado con éxito el efecto estresante, se ha terminado el efecto del ejercicio y se genera el proceso de recuperación. El alto contenido de glucosa, niveles de grasa y aminoácidos en la sangre pueden resultar útil para reacciones anabólicas, la restauración de la homeostasis y la regeneración de las células post entrenamiento. Agotamiento: es la tercera etapa alternativa en elmodelo de GAS. En este punto, todos los recursos del cuerpo son finalmente empobrecidos y el cuerpo es incapaz de mantener la función normal. Las respuestas iniciales del sistema nervioso autónomo pueden reaparecer (sudoración, ritmo cardíaco elevado, etc.). Si la tercera etapa se extiende, pueden generarse daños a largo plazo (prolongados resultados de vasoconstricción se traducen en una isquemia, lo que a su vez conduce a la necrosis de las células). Dado que el sistema inmunológico del cuerpo se agota, y las funciones corporales empiezan a deteriorarse, lo que resulta es una descompensación. Debido a ello, debemos cuidar que el deportista caiga en el sobreentrenamiento u overtrainer. A continuación, hablaremos de algunos principios del entrenamiento. A continuación, hablaremos de algunos principios del entrenamiento. Principio de sobrecarga Este principio se remonta al 3600 A. de C., en la antigua China, pero su origen suele ser identificado en la historia de Milón de Crotona, hombre muy fuerte y discípulo de Pitágoras (Laercio, 1950). Cuenta el mito que Milón llevó un ternero recién nacido sobre su espalda todos los días hasta que los Juegos Olímpicos tuvieron lugar. Cuando se celebraron los juegos, él llevaba una vaca de cuatro años de edad en la espalda y recorrió la longitud del estadio (figura 4). El principio es simple: a medida que el ternero iba engordado, Milo consiguió volverse progresivamente más fuerte con el entrenamiento de cada día. El ejemplo de Milo se traduce en un negocio en el siglo XX, con la fundación de la Milo Barbell Company en 1902 (figura 5), el primer fabricante de barras en los Estados Unidos, aplicando el principio de Milo con pesas ajustables. Así, a la fecha, el mercado ha adoptado este principio en un sinnúmero de variantes y equipos. Figura 4. Resumen gráfico de la historia de Milón y el becerro. Fuente: Scarfó, 2013. Figura 5. Uno de los primeros anuncios comerciales siguiendo el principio de sobrecarga de Milón de Crotona. Fuente: http://www.oldtimestrongman.com Principio de progresión Según Weineck (2005), el principio de la carga progresiva se infiere de la relación proporcional entre la carga, la adaptación y el aumento del rendimiento. De estos, dos son principios, por ende, podríamos catalogar la progresión como la resultante de dos principios, aunque muchos autores lo consideran un principio del entrenamiento. La carga de entrenamiento puede incrementarse a base de distintas variables de forma aislada o conjunta, tales como: • Aumento de cargas • Aumento de volumen • Aumento de intensidad • Reduciendo pausas Dentro del aumento de la carga podemos tener dos formas de aplicar estos estímulos: Principio de continuidad Nuestros cuerpos necesitan entrenar para mantener las mejoras y adaptaciones que, a su vez, logramos con el entrenamiento; pero si no se es constante en la práctica deportiva, el organismo tiende a volver a sus niveles basales producto del desentrenamiento. “Toda afición que se gana lentamente y en un tiempo prolongado se mantiene con mayor facilidad y se pierde con mayor lentitud que las adquisiciones conseguidas rápidamente y en un corto espacio de tiempo” (Barbanti, 1986). La mayoría de los autores coincide en que “cuanto más largo sea el periodo de entrenamiento más largo será el periodo de desentrenamiento” (Zartsiosky, 1999). Es decir, cuanto más tiempo entrenes, más tiempo tardarás en perder las adaptaciones que ha adquirido tu cuerpo si dejas de entrenar. Recuerda que para visualizar este recurso debes tener conexión a Internet http://www.efdeportes.com/efd147/educacion-fisica-y-los-principios-del-entrenamiento.htm Referencias • Chiesa, L. (2007). Entrenamiento racional. Barcelona: Paidotribo. • García Manso, J. (1996). Bases teóricas del entrenamiento deportivo. Madrid: Gymmos. • Hadfield, F. (2004). Coaching deportivo: Los siete principios del entrenamiento. Revista Alto Rendimiento, Vol. 3, Nº 17, pp. 6-8. • Laercio, D. (1950). Vida de los filósofos. Madrid: Espasa-Calpe. • Osborn, F. (1937). Desarrollo de una filosofía eugénica (Development of a Eugenic Philosophy). Revista American Sociological Review, vol. 2, n° 3, junio, pp. 389-397. • Selye, H. (1936). A Syndrome Produced by Diverse Nocuous Agents. Department of Biochemistry, McGill University, Montreal, Canada, vol. 138, July 4, 1936, p. 32. • Spivey, N. (2004). The Ancient Olympics. En https://books.google.cl/books?id=_kcwp0RYS7sC&pg=PA100&dq=Milo+of+Kroton+Crot on&hl=es#v=onepage&q&f=false Fuente imágenes: • https://pixabay.com
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