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Módulo 6: Control y apoyo fisiológico al 
entrenamiento 
Tema 1: Organización y planificación del 
entrenamiento 
 
 
 
Introducción 
 
Antes de comenzar con el tema específico que nos ocupará en adelante, parece necesario definir 
la noción de género: 
 
(…) conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a las mujeres 
y a los hombres, son vitales porque definen la existencia de las personas, es decir, no 
son particularidades de tipo formal, sino conductas, formas de actuar y pensar que dan 
sentido a la vida y determinan en gran parte su existencia. El género es visto como un 
conjunto de fenómenos determinantes de la vida social, colectiva e individual, 
generalmente las sociedades reconocen dos géneros, sobre los cuerpos sexuados 
masculinos y femeninos, basados en un conjunto de cualidades y atributos vitales que 
se adquieren como parte de un proceso pedagógico que se enseña, se aprende y 
muchas veces se desobedece (Castañeda et al, 1999). 
 
 
 
 
 
Ejercicio y mujer 
 
 Preguntas constantes que surgen al revisar este tema son: ¿por qué es 
necesario un apartado especial que hable sobre las mujeres y el ejercicio? y 
¿por qué nunca leemos apartados que hablen sobre hombres y ejercicio? 
 
Una posible respuesta está en un contexto cultural; la otra se basa en 
aspectos metodológicos científicos. En el aspecto cultural, la mujer siempre 
se ha asociado con el sexo débil y con una cierta incapacidad física; hasta 
hace muy pocos años, se instaba para que las niñas siguieran un cierto patrón 
de conducta más bien sedentario y socialmente aceptable. En Chile, por 
ejemplo, se les pedía a las niñas que fueran unas “señoritas”… 
 
 
 
Existen varios libros de Educación Física —sobre todo los de corrientes españolas— que aún nos 
pueden evidenciar que a comienzos de la época de Franco (1939-1975) se crea un currículo 
especial de Educación Física Femenina (EFF), uno de cuyos preceptos señalaba: 
 
(…) los objetivos que se pretenden con la Educación Física no son el desarrollo de las 
capacidades personales de la mujer, sino la mejora de la “raza”, por una parte, y la 
inculcación de una disciplina y una moral que pudiese servir a los intereses del alma, 
por lo que “gimnasia física” sí, pero con gimnasia espiritual, higiene corporal, más con 
higiene moral (Manríquez et al, 2003). 
 
Por ende, durante mucho tiempo se pensó que las mujeres eran 
incapaces de realizar esfuerzo físico intenso o pruebas de larga 
duración, pues ello podría suponer un grave riesgo para su salud. No 
fue sino hasta el año 1994 cuando el mundo se sorprendió en las 
Olimpiadas de Los Ángeles: se corre el primer maratón femenino y el 
primer lugar fue logrado por la atleta Joan Benoit con un tiempo de 2 
h 24:52; en segundo lugar, Grete Waits con 2 h 26:18 y, en tercer lugar, 
Rosa Mota, con 2 h 26:57 (International Olympic Committee). 
 
Desde el punto de vista científico, realizar investigaciones con 
hombres como sujetos de estudio resulta mucho más sencillo, debido 
a que permanecen más o menos constantes desde el punto de vista 
hormonal, durante todo el mes y no requieren atenciones especiales; 
por ende, realizar estudio en ellos es más económico y viable desde 
el plano metodológico. 
 
Hay un consenso respecto a que hombres y mujeres presentan diferencias que pudieran determinar 
el rendimiento y su capacidad de trabajo físico. En el caso de las mujeres, existen factores biológicos 
que limitan su potencia (masa muscular, estatura, entre otros). Estas diferencias se focalizan 
especialmente en aspectos morfológicos, capacidad respiratoria y cardiovascular, termorregulación 
y de cualidades motoras entre ambos sexos. 
 
 
Recuerda que para visualizar este recurso debes tener conexión a Internet 
https://archivos.csif.es/archivos/andalucia/ensenanza/revistas/csicsif/revista/pdf/Numero_17/REBECA_ZURITA_PEREZ_2.pdf
 
 
Sistemas cardiovascular y respiratorio 
 
Desde el punto de vista cardiovascular, los factores anatómicos en 
las mujeres son una de las limitaciones más importantes cuando se 
les compara con los de los varones, ya que su caja torácica es menor 
y por consiguiente su corazón es más pequeño; así, presenta un 
menor volumen de sangre en cada eyección (volumen sistólico). 
Esta situación trata de ser compensada con una mayor frecuencia 
cardiaca durante el ejercicio físico intenso, lo que ocasiona como 
efecto final un menor gasto cardiaco. Recordemos que gasto 
cardiaco es el resultado entre el número de latidos por minuto y el 
volumen de sangre eyectada en el ventrículo izquierdo en cada fase 
de sístole del ciclo cardiaco. Además, presenta una menor 
concentración de hemoglobina en sangre, alrededor de un 15% 
menos, y también del número de hematíes, lo que ocasiona una 
menor capacidad para transportar oxígeno (Wilmore & Costill, 2004). 
 
En cuanto a su capacidad respiratoria, una vez más, al ser comparada con los hombres, su menor 
tamaño corporal condiciona su respuesta. Esto, debido a que, para producir potencia de trabajo en 
términos absolutos, las mujeres deben respirar un mayor número de veces (frecuencia respiratoria), 
y su ventilación minuto, por tanto, también es menor. 
 
En cuanto a las adaptaciones cardiovasculares y respiratorias, son las mismas que presentan los 
varones: aumento del volumen sistólico, del volumen diastólico final, del gasto cardiaco, con una 
consiguiente disminución de la frecuencia cardiaca. Todo esto influye en el aumento significativo 
del VO2máx. Sin embargo, el punto que sigue marcando la diferencia entre hombres y mujeres tiene 
que ver con la capacidad de transportar el oxígeno. 
 
 
Fuerza muscular 
 
El músculo esquelético, desde el punto de vista estructural, no difiere entre hombres y mujeres. No 
se demostraron diferencias desde el punto de vista neuromuscular sino hasta cuando se analizó la 
fuerza entre hombres y mujeres, en términos relativos a la masa muscular (Wilmore & Costill, 2004). 
No obstante, en términos absolutos, la fuerza que pueden desarrollar las mujeres versus los 
hombres es menor; esto podría estar explicado por las diferencias hormonales que presentan 
(Häkkinen, 1994). 
 
 
 
 
 
Metabolismo 
 
Desde el punto de vista hormonal, hombres y mujeres son diferentes; las mujeres presentan mayor 
cantidad de estrógenos. Esta es una hormona que es sintetizada a partir de esteroides y cuyas 
funciones en la mujer son las siguientes: 
 
Maduración y el mantenimiento de las trompas de Falopio, el útero, el cuello 
uterino y la vagina, regulan el aumento de receptores estrogénicos, de hormona 
luteinizante (LF) y progesterona, provocan la proliferación y el desarrollo de las 
células granulosas del ovario, mantienen el embarazo, disminuyen el umbral 
uterino a los estímulos contráctiles durante el embarazo y estimulan la secreción 
de prolactina (pero luego bloquean su acción sobre la mama) y provocan la 
aparición de las características sexuales secundarias femeninas en la pubertad 
(Constanzo, 2007). 
 
Ha sido demostrado que los estrógenos tienen un efecto directo sobre el metabolismo y los 
depósitos de grasas; también influyen en el metabolismo, pero solo un tercio de lo que lo hace la 
testosterona; producen, además, aumento de los depósitos de grasa subcutáneos en las mamas, 
nalgas y muslos (Guyton, 2001). La presencia de esta hormona determina la forma ginecoide (forma 
de pera) que presentan las mujeres. Los varones, en cambio, debido a la testosterona, tienden a 
almacenar la grasa en la zona abdominal conocido como almacenamiento de tipo androide (forma 
de manzana). 
 
Los estrógenos son una de las explicaciones del menor riesgo cardiovascular que presentan las 
mujeres hasta antes de iniciar la menopausia en comparación con los varones, debido a que estos 
últimos almacenan la grasa principalmente en la zona abdominal y con ello se exponen a unmayor 
riesgo de enfermedades coronarias y metabólicas, producto de un ambiente proinflamatorio 
asociado a un mayor perímetro de cintura. Sin embargo, esta mayor habilidad que tienen las 
 
 
mujeres para almacenar grasa les juega en contra para deportes en los cuales transportar el peso 
corporal resulta crucial, como por ejemplo el ciclismo, las carreras de larga duración, el patinaje o 
aquellas donde la forma física resulta preponderante, tales como el ballet o la gimnasia, entre otras 
disciplinas. 
 
Debido a todo lo anterior, es que se ha observado que, para la misma intensidad del esfuerzo, pero 
sin diferenciar por composición corporal, las mujeres tienden a presentan mayor consumo de 
oxígeno, con lo que la transición aeróbica-anaeróbica aparece a una menor intensidad de esfuerzo, 
incidiendo en la habilidad para manejar los incrementos de las concentraciones de hidrógeno y, por 
consiguiente, la habilidad para mantener el pH estable. No obstante, cuando este análisis se realiza 
con respecto al peso corporal, no se encuentran diferencias entre hombres y mujeres, y cuando los 
investigadores miran una curva de lactato no son capaces de predecir si corresponde a los 
resultados de un hombre o una mujer (Wilmore & Costill, 2004). 
 
 
Mujer y condiciones especiales 
 
La primera situación que hace diferente a la mujer, y que afecta su rendimiento deportivo, es el ciclo 
menstrual, el cual consta de cuatro fases; es necesario señalar que hay mujeres que tienen ciclos 
que pueden ser diferentes en cuanto a la duración de cada una de las fases. Acá revisaremos un 
ciclo clásico de acuerdo a lo propuesto por Constanzo (2007): 
 
 
 
 
 
 
 
Ejercicio y menstruación 
 
Una de las principales dificultades a la que se enfrenta la mujer deportista durante la menstruación 
es la pérdida de hierro. Se ha estimado que, a diario, los seres humanos en general pierden 
alrededor de un 1 mg. Sin embargo, las mujeres en esta fase del ciclo pierden alrededor de 2 mg, 
situación que sin duda afecta el rendimiento. Para paliar esto, las mujeres que se encuentran con 
su ciclo menstrual durante una competencia deportiva deberían aumentar la ingesta de este 
micronutriente, idealmente a través de los alimentos. 
 
Otra de las situaciones que pueden afectar el rendimiento, se relaciona con la presencia de ciclos 
menstruales dolorosos conocidos como dismenorrea. También pudiera observarse la ausencia del 
ciclo menstrual debido a una amenorrea secundaria, la cual está asociada con la tríada de la mujer 
atleta, hablamos de este síndrome cuando la mujer que realiza deporte presenta los siguientes 
desórdenes: amenorrea secundaria, anorexia y osteoporosis; esta tríada presenta una mayor 
prevalencia en aquellos deportes donde el peso corporal es fundamental para el rendimiento 
deportivo. 
 
 
Embarazo, lactancia y ejercicio 
 
Esta etapa de la mujer está marcada por un aumento, y a ritmo constante, de las 
concentraciones de estrógenos y progesterona, las cuales hacen del endometrio 
un lugar adecuado para el feto y estimulan el desarrollo de las mamas. La 
fecundación alienta el incremento de la gonadotropina coriónica humana (GCH) 
producida por la placenta, cuyo aumento es exponencial hasta la semana 9 del 
embarazo; durante este primer trimestre del embarazo, el cuerpo lúteo, 
estimulado por la GCH, produce estradiol y progesterona; este medioambiente 
https://umayor.blackboard.com/webapps/blackboard/content/listContentEditable.jsp?content_id=_8587_1&course_id=_2087_1
 
 
hormonal permite el óptimo crecimiento del embrión. No obstante, todas estas alteraciones 
hormonales producen en algunas mujeres náuseas, mareos y vómitos, por lo que en algunos casos 
las mujeres adoptan un estilo de vida sedentario. 
 
En el segundo y tercer trimestre, la placenta produce progesterona; también se genera una 
interacción entre la glándula suprarrenal fetal y la placenta, lo que produce estrógenos, 
principalmente estradiol. El peso corporal de la mujer se incrementará paulatinamente, al igual que 
se modificará su estructura atómica y, con esto, su biomecánica. En esta etapa se ha observado 
que las mujeres realizan actividad física de mediana a moderada intensidad, ya que el ejercicio 
físico presenta mayores beneficios que complicaciones. 
 
Lo más importante, sin embargo, es comprender la individualidad de cada mujer. De hecho, se ha 
observado que, durante la realización de actividad física en este periodo de la vida, ellas logran: 
 
(…) mayor nivel de energía, mejoran su estado aeróbico, disminución de la presión 
arterial, previene el aumento excesivo de peso corporal, facilitación del trabajo del parto, 
recuperación más rápida del trabajo de parto, mejora de la buena postura, prevención 
de dolores lumbares, prevención de diabetes gestacional, mejora del estado de humor 
y de la imagen corporal (Wilmore & Costill, 2004). 
 
No obstante, hay algunos autores que manifiestan sus aprensiones respecto al ejercicio, debido al 
aumento de la temperatura corporal de la mujer; esto induciría una hipertermia fetal: debido a la 
redistribución del flujo sanguíneo durante el ejercicio, se teme una disminución del flujo hacia el feto 
y una disminución de los sustratos energéticos, específicamente de carbohidratos; sin embargo, 
ninguna de estas preocupaciones ha podido ser demostrada en humanos ni en otros animales 
(Wilmore & Costill, 2004). 
 
Durante el parto, la progesterona aumenta las concentraciones uterinas y se piensa que se produce 
un incremento de oxitocina, hormona que también ha sido asociada con el inicio de la lactancia. En 
esta etapa también se ha observado que la caída brusca de progesterona y estrógenos, y gracias 
a la acción de la succión del pezón, la lactancia puede ser mantenida, ya que incrementa las 
concentraciones de prolactina (Constanzo, 2007). 
 
Menopausia y osteoporosis 
 
Cuando una mujer deja de presentar ciclos menstruales por un año, se produce 
lo que se denomina menopausia; disminuye la producción de estrógenos y 
progesterona y ocurre alrededor de los 40 a 45 años; la falta de estrógenos se ha 
asociado con la prevalencia de osteoporosis en las mujeres postmenopaúsicas. 
Para esto, normalmente se recomiendan suplementos de calcio y vitamina D. Sin 
embargo, se han observado efectos independientes y sumatorios entre la práctica habitual de 
ejercicio y estos suplementos, mostrando claramente cómo la práctica habitual de ejercicio puede 
prevenir fracturas en esta población (Bowman & Russel, 2003). 
 
 
 Referencias 
 
• Bowman, B. A. & Russell, R. M. (2003). Conocimientos actuales de nutrición. 8ª edición, 
Publicación Científica y Técnica N° 592, Organización Panamericana de la Salud. 
• Castañeda, I.; Astraín, M.; Martínez, V.; Sarduy, C. & Alfonso, A., (1999). Algunas reflexiones 
sobre el género. Revista Cubana Salud Pública 25(2): 129-142. En: 
• http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864- 
• 34661999000200004&lng=es 
• Constanzo, L. (2007). Temas clave: Fisiología. Lippincott Williams & Wilkins. 
• Guyton, A. & Hall, J. (2001). Tratado de fisiología médica. México: McGraw-Hill Interamericana. 
• Häkkinen, K. (1994). Neuromuscular adaptation during strength training, aging, detraining, and 
inmobilization. Crit. Rev. Phys. Rehabil. Med 6:161-198. 
• Manrique, J. C. (2003). La educación física femenina y el ideal de mujer en la etapa franquista. 
Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Vol. 3 (10) pp. 
83-100. En: http://cdeporte.rediris.es/revista/revista10/artmujer.htm 
• Wilmore, J. H. & Costill, D. L. (2004). Fisiología del esfuerzo y del deporte. Barcelona: Editorial 
Paidotribo. 
• International Olympic Committee, En: 
http://www.olympic.org/content/resultsandmedalists/gamesandsportsummary/?sport=32588&g
ames=1984%2f1&event=32530 
 
Fuente imágenes:• http://www.freepik.com 
• http://www.flaticon.com 
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