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Reporte
“Aspectos religiosos de la cocina de Palacio”
El artículo en cuestión se enfoca en los aspectos religiosos de la cocina en el Palacio Real de Madrid, destacando la conexión entre las creencias y prácticas de los monarcas y la comida servida en la corte.
En 1771, nació el primer nieto español de Carlos III y para celebrar, el rey implementó la tradición de proporcionar dotes a niñas pobres y huérfanas para su matrimonio. Se creó la Real Orden de Palacio para conmemorar el nacimiento. En 1773, Monseñor Doria, Nuncio extraordinario de Su Santidad, llegó al palacio con cintas bendecidas para el ahijado. Se encontró un documento detallando la comida servida durante su estancia, que ascendió a 201,774 reales.
La autora incluye una lista de gastos para varios artículos y servicios, incluyendo alimentos, utensilios, papel y salarios para los trabajadores, que sumaron 199,928 reales de vellón, además, se otorgaron 7,000 reales de vellón como gratificación al trabajo extraordinario realizado por Silvestre Grosoley y Vicente Moresqui, jefe de la Caba Francesa, en la preparación de la comida.
Se destaca la importancia de la frugalidad en la dieta durante las observancias religiosas, como la Cuaresma, en esta época era difícil obtener pescado fresco en Madrid, para obtenerlo, se hacían arreglos especiales, como el envío de barcos a la costa y salarlo para su uso posterior. El pescado fresco era un alimento muy valorado en la corte y se utilizaba en muchas de las comidas servidas a los monarcas y sus invitados, principalmente el salmón, el congrio, la merluza, el mero, el besugo, el lenguado y la lamprea.
La historia de la cocina del Palacio Real y las comidas servidas a los monarcas y sus invitados también se discuten en el artículo. Se incluyen detalles sobre los ingredientes y precios de varios alimentos, así como las tradiciones y ceremonias que rodeaban ciertas comidas.
La etiqueta obligaba a que se bendijera la mesa real por el capellán en las comidas públicas hasta el siglo pasado, en la Capilla del Palacio Real había una organización independiente del resto y una cocina separada, lo que indica que los religiosos cercanos al rey tenían una dieta diferente. 
Los monarcas españoles enviaban con frecuencia distintos alimentos a su familia en el extranjero, especialmente a las hijas que marchaban a otros países por matrimonio, y aprovechaban para obsequiar a determinados personajes, además, se menciona que se distribuían alimentos a conventos y se enviaban como regalos a familiares y dignatarios. Los productos preferidos eran los turrones de cacao, la aceituna aderezada de Sevilla, vainilla, jamón, miel y vino.
Varias jerarquías de la Iglesia Católica visitaron el Palacio Real con diferentes motivos y se les ofrecieron banquetes, una de las más importantes fue la del cardenal Francisco Barberini en 1626, enviado por su tío Urbano VIII para tratar de mediar entre España y Francia en la disputa de los territorios de la Valtelina.
El Conde de los Arcos, encargado de preparar el hospedaje, perdió el sueño ante el elevado coste que iba a suponer el mantenimiento de todo su séquito: cincuenta caballeros, cuarenta criados y seis prelados con sus respectivos servicios. Durante esta visita se sirvieron banquetes con una gran variedad de platos, entre ellos, sopas, entradas, platos de asado, entremeses y pastelería.
Se puede ver cómo las creencias religiosas influyeron en la elección de los alimentos y en la forma en que se preparaban y servían, reflejaban las creencias y prácticas religiosas de los monarcas y su corte que estaban estrechamente relacionadas en la vida cotidiana.
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Referencias· Simón Palmer, M. (1999). Aspectos religiosos de la cocina de Palacio. Huesca, La Val de Onsera, pp. 231-246. Recuperado de https://www.cervantesvirtual.com/obra/aspectos-religiosos-de-la-cocina-de-palacio-1200231/