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Higiene escolar XIX

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Reporte
“Higiene escolar-S. XIX”
El artículo presenta una mirada detallada cómo la sociedad mexicana abordó la enfermedad y la educación en los siglos XIX y XX. Las pésimas condiciones de algunas escuelas y las enfermedades endémicas motivaron estudios y análisis de la higiene escolar que se tradujeron, en el siglo XX, en un nuevo campo disciplinario y, de parte de las autoridades, en una mayor conciencia de los avances de la medicina y la necesidad de incorporarlos al ámbito educativo.
Los internos en los colegios vivían en edificios viejos (ninguno se construyó en esa época) en condiciones higiénicas que, posiblemente, podrían haber sido peores que las de sus propias casas. Además, algunas escuelas públicas eran del ayuntamiento, de la Iglesia o de las sociedades de beneficencia y los estudiantes tenían que asistir a ellas dos veces al día, lo que implicaba dos vueltas a su casa por día.
La higiene escolar tardó en ponerse en la mesa de discusión, difícilmente se aceptó el baño semanal, el cambio de ropa cada dos o tres días, cortarse las uñas cada ocho, así como cepillar pelo, dientes, ropa y zapatos con frecuencia. La disponibilidad de agua para lavarse las manos y la cara en los colegios y escuelas de primeras letras señala un interés inicial por el aseo parcial que, antes del siglo XIX, no existía o no era prioritario. 
Los reglamentos escolares virreinales daban importancia a la educación del espíritu, a la doctrina cristiana, a las actitudes de obediencia y respeto, y en segundo lugar al aprovechamiento de las materias académicas, con poca mención de medidas de limpieza.
La medicina popular en México se basaba en una mezcla de creencias religiosas, tradiciones indígenas y conocimientos empíricos; los curanderos y parteras eran los principales proveedores de atención médica para la población rural y urbana pobre. Utilizaban plantas medicinales, hierbas, ungüentos y otros remedios caseros para tratar una amplia variedad de enfermedades. 
La medicina popular también incluía prácticas como la sangría, el uso de amuletos y la realización de rituales religiosos para curar enfermedades. Aunque la medicina popular era muy común en México durante los siglos XIX y XX, a menudo se consideraba inferior a la medicina occidental moderna practicada por médicos capacitados.
La atención médica en zonas rurales de México durante los siglos XIX y XX era muy limitada, la mayoría de las personas que vivían en áreas rurales no tenían acceso a médicos capacitados o instalaciones médicas modernas, las condiciones sanitarias eran a menudo deficientes en las zonas rurales, lo que contribuía a la propagación de enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el cólera, la lucha contra ambas implicó una variedad de estrategias. 
En el caso del cólera, se enfatizó la importancia de medidas de higiene como el aseo personal, la limpieza de las calles y la eliminación adecuada de los desechos humanos. También se establecieron cuarentenas para las personas infectadas y se implementaron campañas de vacunación. 
En cuanto a la tuberculosis, se hicieron esfuerzos para mejorar las condiciones sanitarias en las zonas urbanas, donde la enfermedad era más común. Se construyeron hospitales especializados para tratar a pacientes con tuberculosis y se promovió el uso de técnicas modernas como la radiografía para diagnosticar la enfermedad. Además, se llevaron a cabo campañas educativas para informar al público sobre los riesgos asociados con la tuberculosis y cómo prevenirla.
Las autoridades gubernamentales desempeñaron un papel importante en la promoción de políticas de salud pública, a medida que avanzaba el siglo XIX, se crearon departamentos gubernamentales específicos encargados de la salud pública, como la Junta Central de Higiene. Estos departamentos trabajaron para mejorar las condiciones sanitarias en las ciudades y promover medidas preventivas para combatir enfermedades infecciosas. Además, se promovió la educación sanitaria a través de campañas publicitarias y programas escolares. Durante el siglo XX, se crearon instituciones como el Instituto Nacional de Salud Pública para coordinar los esfuerzos nacionales en materia de salud pública. 
Se iniciaron varios avances en medicina, algunos de ellos incluyen:
- La introducción de la vacunación contra enfermedades como la viruela, el cólera y la fiebre amarilla.
- El desarrollo de técnicas modernas como la radiografía para diagnosticar enfermedades como la tuberculosis.
- La creación de hospitales especializados para tratar enfermedades específicas, como el Hospital General de México para tratar a pacientes con tuberculosis.
- El establecimiento de departamentos gubernamentales específicos encargados de la salud pública, como la Junta Central de Higiene.
- La promoción de medidas preventivas para combatir enfermedades infecciosas, como campañas publicitarias que enfatizan la importancia del aseo personal y la limpieza urbana.
La suma de estos avances contribuyó a mejorar las condiciones sanitarias en México y reducir la incidencia de enfermedades infecciosas.
Referencias· Staples, A. (2008). Primeros pasos de la higiene escolar decimonónica. México, UNAM, pp. 17-42.

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