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Reporte_Percepción de Lutero

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Delgado, M., (2017). Algunas tipologías de la percepción de Lutero en el mundo hispánico desde el siglo XVI a nuestros días. Revista Iberoamericana de Teología, Xlll(25),75-103. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1252580660031
Optativa II
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“Tipologías sobre la percepción de Lutero”
Este artículo explora la percepción de Lutero en el mundo hispano desde el siglo XVI hasta la actualidad. Se discuten diversas tipologías de esta percepción, incluyendo la Inquisición, la teología de Melchor Cano, los franciscanos que evangelizaron México, la apología de Jaime Balmes, las perspectivas de filósofos como Miguel de Unamuno y José Luis Aranguren, y la interpretación histórica de Luther por Ricardo García-Villoslada. 
El método teológico de Melchor Cano, expuesto en su obra "De Locis Theologicis", se basa en la búsqueda de autoridades positivas o "loci" para las afirmaciones de la fe. Estos "loci" se ordenan jerárquicamente, siendo los dos primeros la Escritura y la tradición, que son considerados el fundamento de todo el edificio teológico. Cano considera que los dos primeros "loci" son de una calidad diferente al resto, ya que son los cimientos de la doctrina teológica y eclesiástica que Cristo puso por medio de los Apóstoles, los demás edifican encima solamente. 
Este orden jerárquico de autoridades en la fe es una respuesta católica a la acentuación protestante de las Sagradas Escrituras bajo menosprecio de la tradición, del magisterio eclesial y de la razón en sus diversas formas. Cano busca con su obra aclarar el "método" de la teología católica ante la forma protestante de hacer teología. 
Cano se formó dentro de la Orden Dominica, el brazo fuerte de la Inquisición, por ellos cargaba con las ideas que ésta tenía sobre Lutero, a saber: le veían como un hereje y sus obras eran consideradas peligrosas para la fe católica. En 1521, la Inquisición emitió un decreto que obligaba a entregar todas las obras de Lutero al Santo Oficio, prohibiendo su compra, impresión o posesión. 
La Inquisición también prohibía los escritos que refutaban las obras de Lutero porque contenían amplias citas de las mismas, se utilizaron los interrogatorios durante los procesos para interpretar las respuestas de los acusados como "luteranismo" en caso de duda. En los procesos, los acusados eran condenados por una amplia gama de errores, desde la justificación solo por la fe hasta el rechazo de los votos religiosos y de la devoción a los santos, del purgatorio, de ritos como el ayuno cuaresmal o la misa frecuente y la liturgia de las horas, entre otros.
Cano se enfocó en criticar la interpretación de la Escritura de Lutero, en particular su opinión de que los laicos disponen de suficiente entendimiento para interpretarla consideró que la interpretación de la Escritura debía ser guiada por la tradición y el magisterio de la Iglesia, y que la interpretación privada de la Escritura podía llevar a errores y herejías. 
Así mismo, criticó la afirmación de Carranza de que los hombres y mujeres espirituales y los cristianos perfectos no necesitan hacer caso del calendario eclesial y pueden renunciar a santificar los domingos y las fiestas de la Iglesia. Para él, este menosprecio del precepto eclesial de santificar los días festivos conduce no solo a los alumbrados, sino también a los luteranos, quienes propagan una falsa libertad de espíritu al exentar a los perfectos y espirituales de la ceremonia y religión exterior de la Iglesia.
El descubrimiento del Nuevo Mundo y los viajes e intercambios entre la península y América, provocó que los primeros viajes misioneros pusieran atención en la posible presencia de luteranos en los territorios recién anexados. Los franciscanos de México desarrollaron una teoría compensatoria de corte providencialista para explicar su éxito en la evangelización. Bernardino de Sahagún, escribió en el prólogo de su obra "Historia general de las cosas de Nueva España" que Dios les permitía restituir las almas perdidas en Europa por las nuevas almas que evangelizarían en este “paraíso católico”.
Jerónimo de Mendieta escribió sobre el papel providencial de Cortés, un hombre elegido para ganar nuevas almas para el catolicismo, libertador de los indios de sus antiguas creencias erróneas.
La obra de José Luis Aranguren, "Catolicismo y protestantismo como formas de existencia", publicada en 1952, es una reflexión filosófica sobre las diferencias entre el catolicismo y el protestantismo, desde una perspectiva existencialista. 
Aranguren parte de los conceptos alemanes "Stimmung" y "Haltung", que se traducen como "talante", para construir una correspondencia existencial entre la teología de Lutero y su talante vital, pero también entre la teología católica tridentina y el espíritu del barroco, considera que el protestantismo se caracteriza por un "sentimiento trágico de la iniquidad humana, de su enemistad con Dios, de la imposibilidad de ser grato a Él, del pecado en que consistimos y que nada ni nadie puede borrar", mientras que el catolicismo se caracteriza por una "piedad de suma facilidad, de pura entrega, confianza y consuelo en Dios". 
Criticó la falta de comprensión del mundo católico hacia Lutero, Calvino y el jansenismo, y argumenta que el cristianismo de Lutero es su única posibilidad psíquica de salvación, pero también la más pesada carga que se ha arrojado nunca sobre los hombros del ser humano. 
Unamuno pertenece a los pocos filósofos españoles del siglo XX que reflexionaron sobre el protestantismo, en particular sobre el luteranismo. En su ensayo "La agonía del cristianismo", Unamuno llama al protestantismo la "tiranía de la letra" y critica la Reforma por tratar de sacar del libro el Verbo y resucitar la vieja contradicción latente. En "Mi religión", habla de su religión sui generis y defiende su individualidad y singularidad, Unamuno creyó que el camino para escuchar la Palabra es con el corazón y se percibe un eco de la tradición mística en su pensamiento.
La obra de Ricardo García-Villoslada, "Martín Lutero", publicada en 1973, es una biografía crítica del reformador alemán desde su nacimiento hasta su muerte, se propone narrar, en sus propias palabras: “la dramática historia de uno de los hombres de más vigorosa y rica personalidad que ha producido la fértil tierra de Alemania”. 
El autor se apoya en documentos para escribir una biografía crítica de Lutero, intentando hacerle justicia y citándole mucho, pretende ofrecer una obra de utilidad científica, no de fácil lectura, y prefiere informar sobre hechos y actitudes con riesgo de que su relato parezca impersonal y más analítico que sintético. 
García-Villoslada ha investigado la vida y obra de Lutero por vez primera en el mundo hispánico a la altura de la investigación histórico-teológica, leyó las aportaciones de autores católicos y también las de los protestantes. El resultado merece la pena, aunque el lector de hoy en día lamentará de vez en cuando que el autor se abstenga de su propia opinión. En general, esta obra es considerada como el mejor estudio sobre Lutero en el mundo hispánico y ha influenciado a otros autores como Rafael Lazcano, como jesuita tiene personalmente otra visión de la Iglesia, hace honor al joven Lutero como místico con anhelo de Dios y respeta al reformador, incluido su giro radical de tan graves consecuencias. 
El artículo argumenta que, aunque el mundo hispano era tradicionalmente católico, se ha vuelto más pluralista y ecuménico en tiempos recientes, de ahí que es importante superar las controversias históricas y aceptar la verdad del otro con un estudio serio y sin prejuicios.

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