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necesita No es posible manejar al gobierno como a una empresa, por Henry Mintzberg "La creencia de que el capitalis- mo ha triunfado está desequili- brando hoy a las sociedades de Occidente, especialmente al Rei- no Unido y a los Estados Unidos." La afirmación la hace nada me- nos que Henry Mintzberg, consi- derado, junto a Peter Drucker, uno de los pilares del manage- ment moderno. Después de bastante tiempo sin escribir, este gran teórico reapa- rece con este artículo publicado recientemente en la Harvard Busi- ness Review y destinado a gene- rar una amplia polémica. Luego de avanzar sobre concep- tos que hoy parecerían irrefuta- bles, Mintzberg niega que, como reclaman muchos expertos, el gobierno deba parecerse a una empresa. Y sostiene que, si de-- bemos aplicar el management al gobierno, tenemos que comen- zar primero por gobernar el ma- nagement. Rechaza que los ha- bitantes de un país puedan ser- considerados como clientes y, luego de realizar un profundo análisis sobre el tema, afirma que lo que necesitamos, por en- cima de todo, es alcanzar un equilibrio entre los distintos sec- tores de la sociedad. Níintzberg es actualmente profe- sor de la Universidad McGili, de Montreal, Canadá. Está supervi- sando un emprendimiento de cin- co escuelas de Administración de Empi-esas de Canadá, Inglaterra, f rancia, India y Japón, que busca crear un programa destinado a la formación de gerentes para la próxima generación. Cohibida la reproducción parcial o total. Titulo publica- do originalmente en inglés por Harvard Business Review y autorizada su traducción por Expansión S. de R.L de C.V., Sinaloa 149. p. 9* (06700) México, D.F. "El capitalismo ha triunfado." Esta fiie la firme conclusión a la que llegó Occidente a.medida que fueron ca- yendo uno a uño los regímenes co- munistas de Europa Oriental. El capitalismo no triunfó en absolu- to; el que triunfó fiie el equilibrio. En Occidente vivimos en sociedades equilibradas^ con un sector privado fuerte, un sector público fuerte y un sector intermedio entre ambos, tam- bién fuerte. Los países del régimen comunista estaban totalmente dese- quilibrados. En ellos, el Estado con- trolaba una enorme parte de toda la actividad organizada. Entonces, la fuerza de compensación era mínima o inexistente. En realidad, la primera ruptura del bloque del Este se dio en el lugar (Polonia) en'él'^ue esa fuer- za había logrado sobrevivir (la Iglesia Católica). La creencia 3e que el capitalismo ha triunfado está desequiUbrando hoy a las sociedades de Occidente, espe- cialmente al Reino Unido y a los Es- tados Unidos. Que ese desequilibrio fevorezca a la propiedad privada y no a la propiedad estatal no va a ayudar a la sociedad. Me opongo al criterio de Milton Friedman, de la Universi- dad de Chicago, cuando compara lo que él denomina "libre empresa" con el socialismo "subversivo". La no- ción misma de que una institución, independientemente de la gente que la integre, pueda ser libre es en sí misma una noción subversiva en una sociedad democrática. Guando las empresas ; :>n realmente libres, las personas no lo son. De hecho, existe un rol a cumplir, dentro de nuestra sodedad, para los diferentes tipos de organizaciones y para los diferentes aportes que pue- den hacer en áreas tales como la in- vestigación, la educación y la salud. El capitalismo de las empresas de propiedad privada indudablemente nos ha atendido bien en lo que se re- fiere a la distribución de los bienes y servicios adecuadamente controlados por las fuerzas del mercado abierto. Los libros publicados por Friedman y sus colegas constituyen bienes de este tipo. Pero, ¿lo son su trabajo de inves- tigación o la atención médica que re- cibe la gente pobre que vive cerca de las oficinas de estos profesores? Más allá de lo público y lo privado Desde siempre hemos estado sumer- gidos en el debate sobre la asigna- ción de los recursos enere los deno- * minados sector público y sector pri-' vado. Ya sea que el debate esté cen- - trado entre capitalismo versus comu- nismo, privatización versus nacionali- zación o los mercadosjde las empre- sas versus los controles áel gobierno, los argumentos siempre han enfren- tado a las fuerzas independientes y privadas contra las fuerzas colectivas y públicas. Es hora de que reconoz- camos lo limitada que es realmente esa dicotomía. Hablamos de organizaciones privadas, independientemente de que estén en manos de un grupo reducido de indi- viduos o de un grupo grande que adopta la forma de acciones que se negocian en el mercado. Y también hay organizaciones públicas, a las que correctamente hablando deberíamos llamar estatales, porque el Estado ac- túa en nombre del público. Nosotros, como ciudadanos, ya no controlamos en forma directa a las organizaciones públicas de la misma manera que co- mo clientes (o como pequeños accio- nistas) sí controlamos a las privadas. Pero existen otros dos tipos de organi- zaciones que merecen igual atención. Gestión 4//ui¡o^gosío i 996 Por encima de todp,. dicen muchos expertos, el gobierno debe comenzar a parecerse a una empresa. Y es especialmente este concepto el que deseo refutar. En primer lugar, están las organiza- ciones cooperativas, independiente- mente de que el control formal esté en manos de los proveedores (como es el caso de las cooperativas agríco- las) , o de los clientes (como ocurre con las sociedades cooperativas de se- gurois o algunas cadenas minoristas cooperativas), o de los empleados (como sucede con algunas empresas comerciales, como A^ós). De hecho, todos los países de Occidente, inclui- do Estados Unidos, son en gran medi- da sociedades de organizaciones coo- peratiTr-as. De acuerdo con la Asocia- ción Nacional de Sociedades Coope- ran\-as, casi la rriitad de la población de Estados Unidos es directamente atendida por alguna forma-de organi- zación cooperativa, y una de cada tres personas es soda de una cooperati\'a,_ Redentemente hice un trabajo para ima importante cooperativa de segu- ros de Estados Unidos. La empresa es vigorosamente cornpeütiva a pesar de que se trata de una sodedad cooperar tiva. Sus ejecutivos se apuran per se- ñalar lo importante que es no tener las presiones del mercado acdonario cuando se quiere adoptzir una pers- pecD\ de largo plazo. En segundo lugar, tenemos oi^aniza- ciones que, para mí, no tienen due-. Gestión 4/ ¡uBo^gosto 1996 ño, que están controladas por un di- rectorio muy diverso y de elecdón ^ propia. A estas organizadones sin fi- nes de lucro se las conoce, con fre- cuencia, con el nombre de organiza- dones no gubernamentales (ONG), pero también son organizadones no empresariales .(la sigla en inglés es NBO) y no cooperativas (la sigla eii inglés es NCO). En definitiva, esta.- mos rodeados de organizaciones.cié las que nadie es dueño. Entre ellas es- tán muchas de nuestras universidades (incluyendo la Universidad de Chica- go, a la que pertenece Friedman), los hospitales, las organizaciones de cari- dad y las organizadones de volunta- rios y activistas (como la Cruz Roja y Greenpeace, por ejemplo). Desde la perspectiva de la política convendonal, existe la tendencia a distribuir a estas cuatro formas de propiedad a lo largo de una hnea recta que va de izquierda (lo estatal) a derecha (lo privado) ^ y que tiene entre medio a las organizadones coo- perativas y a las organizaciones sin fi- nes de lucro. Pero creo que esta ten- dencia es incorrecta porque aquí y en cualquier otro lado los extremos se tocan: son los fines los que se pa- recen. Por ejemplo, desde el punto de vista de la estructura, tanto las or- ganizadones privadas como las esta- tales están directa y estrechamente controladas a través de jerarquías: ima emana de los propietarios y la otra de las autoridades del Estado. En otras palabras, deberíamos doblar la Unea^ porqué lo que aparenta ser una línea recta, en realidad se parecemás a una herradma. Tal como sugiere la representadón de las cuatro formas de propiedad co- mo herradura, el salto entre lo estatal y lo privado es más fácil que el cam- bio necesario para llegar a ser una cooperativa o una organización sin fi- nes de lucro. Esa es quizá la razón por la cual el centro del débate ha si- do siempre la nacionalización versus la privatización. El salto es tan simple: basta con comprar el activo mayorita- rio del otro lado, cambiar a los direc- tores y seguir adelante; todos los siste- mas de control interno permanecen intactos. En muchos sectores de la Rusia actual, estos saltos han sido de- masiado simples: el control del Esta- do parece haber cedido su lugar a un control igualmente devastador de na- ru-Txleza pri\-ada. Una forma segura pa^rf alcanzar ei equilibrio —más len- ta y más difí^cil, pero en la que hoy se encTicntran trabajando con éxito al- gunas de las otras naciones de Euro- pa del F.ste— consiste en utilizar las cuatro formas de propiedad que inte- gran toda la herradura. Desgraciadamente, aquí en Occi- dente no hemos llegado a un, acuer- do con toda la gama de posibilida- des. Porque'sé supone que el capita-- lismo triunfó, hoyel sector privado es bueno, el sector público malo y las cooperativas y las organizadones sin fines de lucro, irrelevantes. Por encima de todo, dicen muchos ex- pertos, el gobierno debe comenzar a parecerse a una empresa. Yes espe- cialrñente este concepto el que de- seo refutar. Porque si es que debe- mos aplicar el management al go- bierno adecuadamente, debemos comenzar primero por aprender a gobernar el managemenL Clientes, usuarios, ciudadanos y subditos "Nosotros tenemos clientes...", dijo Al , Gore, vicepresidente de Estados Uni- dos, al comienzo de su mandato. Y agregó: "El pueblo de los Estados Uni- dos". ¿Pero hace ñdta llamarlos dientes para que los tratemos con decencia? Resultaría útil analizar lo que esta pa- labra dientes significaba antes de que los japoneses nos enseñaran im par de cosas. Las prindpales corporado- nes de Estados Unidos —perteneden- tes a la industria autoinóñiz— no tra- taban muy bien a sus dientes. Hada largo tiempo que venían implemen- tando estrategias deliberadas dé ima obsolescenda planificada, un eufe- mismo que se utiliza para dedr que habían dejado de lado la calidad. Además, por lo menos una de las gi- gantescas cadenas minoristas practica- ba regtilarmente la táctica conodda como "cebo o carnada", engañando a sus clientes con precios bajos con la intención de vender productos más caros. Y en uno de los tantos casos que se hizo Éunoso, una empresa de productos para consumo, con ei pro- pósito de vender más dentífrico, agrandó primero la abertura del tubo de pasta dental y luego... ¡comerdali- zó cepillos que tenían la parte de la cerda más grande! • Una empresa siempre está embarca- da en el negocio de vendemos lo máximo que puede, manteruendo una relación entre iguales controlada por las fuerzas de la oferta y la de- manda. No tengo problemas con este concepto cuando se trata de autos, lávarropas o dentífrico. Pero sí los tengo cuando habíamos de la atscn- dón médica. La mayoría de los com- pradores inteligentes pueden estar alertas cuando se trata de autos,. lava- iTOpas o dentífrico y, además, conta- rnos con mecanismos de protécdón para aquellos casos en los que los ' compradores no pueden estar aler- tas. Pero la filosofía del caveat emp- tor (es dedr, por cuenta y riesgo del comprador) es peligrosa cuando se trata de la s^alud y de otros servidos profesionales complejos. Inevitable- mente, los vendedores saben siempre mucho más que los compradores, a quienes muchas veces les resulta difí- cil llegar a saber lo que necesitan sa-: ber. En otras palabras, el modelo del propiedad privada, aunque brinda a los "clientes" un mercado maravillo- samente ecléctico, tiene sus límites. Muchas gradas, pero yo no quiero ser un mero cliente de mi gobierno. Espero algo más que un intercambio entre iguales y algo menos que el in-. centívo para consuhiir." Cuando re'ci-" bo un servido profesional por parte de mi gobierno —la educadón, por ejemplo—, el rótulo usuario parece más apropiado para mi rol. (General Motors vende automóviles a sus - clientes; Emst and Young brinda " La noción misma de que una Institución, independientemente de la gente que la integre, pueda ser libre es en sí misma una noción subversiva en una sociedad democrática. Cuando ¡as empresas son realmente libres, ¡as personas no ¡o son, Gestión 4/ juüoagosto 1996 3 servicios contables a sus usuarios.) Pero, por encima de todo, yo soy un ciudadano, con derechos que van más allá de los derechos de los clientes o incluso de los usuarios. La mayoría de los servicios que presta el gobierno, incluyendo autopistas, seguridad social y política económi- ca, comprenden compensaciones muy complejas entre intereses en pugna-. Tom Peters refleja con gran- exactitud esta idea con un comenta- rio sobre la obtención de un permi- so para agrandar,la casa. No quiero . que algunos de los burócratas de la Municipalidad me hagan pasar un mal momento, dijo en uno de sus boletinei:; de novedades. Yo quiero un tratamiento eficiente, rápido, pa- recido al de una empresa. Pero, ¿qué pasa si es mi vecino el que quiere un permiso para agrandar su casa? ¿Quién es entonces el cliente de la Municipalidad? Si tengo derechos como ciudadano, también tengo obligaciones en mi calidad dé subdito: cuando pagamos impuestos, cuando nos reclutan para el ejército o cuando respetamos las reglamentaciones del gobierno en aras del ordeti colectivo. Cliente, usuario, ciudadano y súbdir to: éstos son los cuatro sombreros que todos llevamos puestos en una sociedad. Como clientes y ciudada- nos, disfrutamos de una relación re- cíproca de concesiones mutuas con el gobierno. Los clientes del gobier- no reciben servicios directos en una relación entre iguales; sus ciudada- nos se benefician más indirectarnén- te de la infraestructura pública que el gobierno brinda. Pero hay una di- ferencia aún más importante entre las actividades del gobierno que eí- tán orientadas al diente y las que es- tán orientadas al dudadano:-.la fi:e- cuencia con la que ocurren ésas acti- vidades. Si analizamos con sumo cui- dado las actividades del sector públi- co —por ejémplo,~revisando la guía telefónica de un gobierno cualquie- Gestión 4/ ¡utio-agosto 1996 Ü ra—, encontraremos relativamente pocas cosas que podrían encuadrarse en la categoría de diente puro. (Y parte de. lo que sí encuadraría es bas- tante poco feliz, como los billetes de lotería, por ejemplo. ¿Queremos realmente que nuestro gobierno, co- mo la empresa de pasta dental, nos venda productos? ¿No será que el ac- tual malestar con el gobierno deriva del hecho de que se parece demasia- do á una empresa'y no de que no se parece lo sufidente?) Por el contra- rio, y dentro de la categoría de du- dadano, encontraremos una gran cantidad de actividades que adoptan la forma de infraestructura pública: infi:aes truc tura sodal (como los mu- seos, por ejemplo), física (como las rutas y puertos), económica (como la política monet2iria), de mediación (como los tribunales dviles), interna- cional (como las embajadas) y la in- fraestructura propia sobre la que se asienta el gobierno (como la maqui- naria electoral). Como subditos y usuarios, tenemos relaciones con el gobierno que son más imilateraies. Reauriendo a las palabras de John Kennedy, lo que nos atañe como subditos es lo que debe- mos hacer por nuestro gobierno por medio del respeto a los controles del Estado. Por el contrario, como usua- rios que recibimos servicios profesio- nales, la cuestión tiene que ver con lo que el Estado nos proporciona. En consecuencia, he decidido introducir estos cuatro rótulos, no con la inten- ción de realizaruna clasificación sino en aras de clarificar el tema, para po- der apreciar mejor los diversos propó- sitos de un gobierno. Permítaseme ahora relacionar los ro- les de cliente, ciudadano, usuario y subdito con nuestro debate previo. Los clientes son adecuadamente atendidos por organizaciones de ca- rácter privado, aunque las cooperati- vas —tales como las de seguros— pueden habitualmente prestar este servicio con eficiencia. Sólo en ámbi- tos muy limitados el senicio directo ai cliente es trabajo del Estado. Cuando se analizan las actividades con respecto a ios ciudadanos y los subditos, sólo deberíamos aventurar- nos más allá del modelo de propie- dad estatal con un gran sentido de la prudencia. Las compensaciones en- tre los intereses en pugna en las acü- 1 vidades relacionadas con el ciudada- no, y el uso necesario de la autori- dad en las actividades relacionadas con el subdito, imponen un rol claro para el Estado. La relación con el usuario es quizás aún más complicada. N.O-nos resulta claro que los servicios profesionales ampliamente aceptados como públi- cos —ciertos niveles mínimos'de educación o de atención médica, por ejemplo— sean particularmente efectivos cuando los presta directa- mente el gobierno, y menos aún si lo hace la empresa privada. Ningu- no de los dos por sí solo puede satis- facer toda la gama de requisitos de los servicios profesionales. Los mer- cados son torpes; las jerarquías son imperfectas. Las organizaciones sin fines de lucro o, en ciertos casos las cooperativas, pueden brindamos aquí uií mejor servido, si bien con fondos públicos, para asegurar una derta equidad-en la distribución. A propósito de este tema, es bastante común encontrar que la gente con- fía en las organizaciones cooperati- vas cuando se trata de servicios pro- fesionales. Hasta las profesiones ne- ' tamente comerciales, como las rela- cionadas con la contabilidad y la consultoría, con frecuencia, prestan servicios a través de cooperativas, es decir sociedades de profesionales. Gestión 4/ juHtyagosto Í996 Los mitos del management ¿Cómo debería, entonces, aplicarse el m'anagement a las actividades del go- biemo? Para contestar a esta pregunta debemos considerar lo que es el ma- nagement en sí o, por lo menos, los • mitos más populares que lo rodean. Hoy el debate sobre el management está de moda. En realidad, debería decir Management, siguiendo el ejemplo de Albert Shapero, de la Universidad Estatal de Ohio, quien hace unos años esóibió un artículo titulado "What MANAGEMENT Says and What Managers Do" ("Lo que el MANAGEMENT dice y lo que hacen los gerentes". Fortune, mayo 1976). Porque aquí estamos hablando de ese Management con mayiiscula: ese proceso estilizado y Umitado que, de acuerdo con mi investígadón, tiene muy poco que ver con lo que los ge- rentes realmente hacen. Sin embar- go, éste es el tipo de management que hoy nos inunda, en la librerías, en los programas de Adminiscradón de Empresas (MBA) y en los famo- , sos seminarios de capadtádón, por ejemplo, ¿Pero es realmente aplica-, ble a nuestros roles de dudadanos, subditos, usuarios y, ocasionalmente, clientes del gobierno? En mi opi- nión, en raras ocasiones. Paso a ex-. pilcarles por qué. El Management se basa en tres premisas: Es posible aislar las actividades parti- culares, tanto entre sí cómo de la auto- ridad directa. Este principio proviene del sector privado, en el que muchas ^ empresas están divididas enimidades de negodos autónomas, organizadas como'divisiones. Cada unidad tiene una misión dará: prestar su propio conjimto de servicios o prociuctps. Si saüsfece las metas globales estableadas por lá casa ceniral, en mayor o menor medida se la deja spla. B El desempeño puede eviaiuarsé in-, tegral y adecuadamente thediante medidones de objetivos. Las metas que cada actividad debe alcanzar se pueden expresar en términos cuanti- tativos: se pueden medir tanto los costos como los benefidos. De esa forma, puede haber ima evaluadón "objetiva", que es apolítica por natu- raleza. El sistema no se puede per- mitir distraerse con muchas ambi- güedades o matices. E Las actividades pueden encomen- darse a gerentes profesionales autó- nomos, quienes asumen la responsa- bilidad por el desempeño. "Hagamos que respondan por sus actos. Si lo que hacen se ajusta al plan, según lo que indiquen las medidones, recom- pensémoslos. De lo contrario, reem- placémoslos." En mi opinión, estas premisas se de- rrumban frente a la realidad de lo que hacen la niayoría de las repartí- dones gubernamentales y de cómo üeneii que ñmcionar. Para aislar-las - actividades del gobierno del control jerárquico directo siguiendo el ejem- plo de lo que el Management estable- ce, hace falta contar con políticas, cla- ras e inequívocas formuladas en el marco del ámbito político y para ser implementadas en el ámbito adminis- trativo. En otras palabras, las políticas tienen que ser estables a través del tiempo, y los políticos (al igual que los gerentes de otras reparticiones) deben mantenerse alejados de la im- plementación efectiva de esas políti- cas. Pero, ¿con qué frecuencia se da esto, o cuántas actividades de! gobier- no se ajustan a esta receta? ¿Cuántos políticos están preparados . para ceder el control de cuántas de sus políticas? ¿Y cuántas políticas del gobierno de la actualidad pueden formularse en un ámbito para ser •'• implementadas en otro, en lugar de que su creación sea parte de un pro- ceso iterativo que comprenda tanto a la política como a la administra- dón? Aprendizaje es otra dé las pala- bras código,del ManagemenL Pues bien, éste proceso de creación de poHtícas. es aprendizaje, aunque su aplícadón descuidada no lo sea. ¿a creeñdá de que en el gobierno es posible separar la política d¡e la aá- ministradón —tal coíno ocurre ;, con la formuladón y la implementar do fuera tan cristalinamente claro y los beneficios fueran tan fácilmente atribuíbles, hace largo tiempo que esas actividades habrían pasado al sector privado." • El hecho es que la evaluadón de muchas de las actividades comunes del gobierno requiere un criterio flexible, algo que las duras medicio- nes no brindan^ Entonces, cuando se permite que el Management se haga cargo, todo el mundo se vuelve loco. Ynadie se vuelve más íoco que el ^cliente**, quien termina llevándose •la peor parte.;: Filialmente, está el mito de que el • gerente profesional puede resolverlo todo: "Ponga alfrehte'a alguien ca- padtado y todo va a a^dar muy Soy un ciudadano, con dérecliós-que van más allá de ¡os dereclios de ¡os dientes o incluso de ¡os usuarios. don dentro de la planificación em- presarial— es otro mito al que se de- be dejar morir en paz. Consideremos ahora el initp de la medidón,,una ideología seguida cori fervor casi religioso por el movimien- to del ManagemenL ¿Cuál es su efec- to en el gobierno? No hay duda de que las cosas deben medirse, esper dalmente los costos. Pero, ¿cuántos de los beneficios reales de las activi- dades del gobierno se prestan a este tipo de medición? Algunas activida- des simples y de prestadón directa —espedalmentea nivel raunidpal—, como la recolecdón de residuos, no - hay duda de que sé prestan a la me- didón. Pero, ¿qué ocurre con el res- to? Los femosos sistemas de planifica^ don, programadón y presupuestó de Robért McNamara para, el gobierno federal de Estados Unidos ñacasaron precisamente por eso: la medidón con frecuenda perdía de vista el ob- jetivo y causaba muchas veces terri- bles distorsiones. (¿Se acuerdan del recuento de cadáveres de Viemam?) ¿Cuántas veces volvemos a este punto hasta que finalmente nos damos por vencidos? Muchas actividades están en el sector público precisamente ,;• por los problemas de medición: si to- Gestión 4/ juíio^gosto 1996 bien". Estamos tan enamorados de . este culto del liderazgp heroico que no vemos sus contradicciones más obvias. Por ejemplo, en nombredel "empowerment" para los empleados, lo que hacemos realmente es fortale- cer la jerarquía. El llamado "empo- werment" se convierte en el regalo vacío de los jefes, quienes se mantie- nen firmemente en sus cargos. Y esos jefes, si no saben de ninguna ócra cosa que no sea de Manage- ment en sí, están sentados en el aire y frecuentemente no conocen a los sujetos que redben ese manage- menL Esa situadón sólo puede ali- mentar el cinismo. Frente al temor paralizante de no poder cumplir con las sagradas cifiras, los gerentes viven reorganizándose y engendran más confusión que claridad. En otras pa- labras, nuestra obsesión por el Ma- liagement contradice a una gran ' parte de la realidad que lo circunda. Por consiguiente, distorsiona activi- dades serias, como ocurre con mu- chos sistemas de escuelas públicas que fueron vircualmente destriñdos por el poder de la jerarquía geren- cial llevada a las actividades directas de la clase sin. experiencia previa en la.enseñanza. No nos resulta claro que ¡os servicios profesionales annpUamente aceptados como públicos sean particularmente efectivos cuando los presta directamente el gobierno, y menos aún si lo hace ¡a empresa privada. Modelos para apíícar el Management al gobierno Entonces, ¿cómo podemos aplicar el Management al gobierno? Considere- mos cinco modelos. El modelo del gobierno como máqui- na. En este caso, al gobierno se lo considera como una máquina domi- nada por normas, reglamentaciones y reglas de todo tipo. Se aplica tanto a la superestructura como a cada ima de las microestructuias. Cada reparti- ción controla a su gente y sus activida- des del mismo modo que la reparti- ción es controlada por el aparato del Estado central. Su lema podría sen "Control, control y más control". El modelo del gobierno como máqui- na se desarrolló como fuerza de com- pensación frente a la corrupción y al uso arbitrario de la influencia políti- ca. Por esa razón fue tan popular a principios de este siglo. Ofrecía cohe- rencia en la formulación de políticas y confiabilidad en la ejecución. Pero carecía de flexibilidad y de capacidad de respuesta frente a la iniciativa indi- vidual, por esa razón ha perdido vi- gencia. Sin embargo, de ima forma u otra, este modelo continúa dominan- do al gobierno. Ei modelo del gobierno como red. Es c\o del anterion flexible y no r^'do, libre y no controlado, interacti- vo en lugar de estrictamente segmen- L-idc. Al gobierno se lo considera co- mo un sistema entrelazado, como una coir^pleja red de relaciones tempora- rias d'-señada para resolver los proble- mas a medida que surgen y conectada mediante canales informales de co- municación. A nivel, de la microes- tructura, el trabajo se organiza en tor- no de proyectos, por ejemplo: un pro- yecto destinado a desarrollar una nue- va política sodal o a planificar la cons- trucdón de im edifido.-El lema de es- té modelo podría sen conectar, comu- nicar y colaborar. El modelo de control del desempeño. El Management, con mayúscula, en- cuentra en este modelo su realización plena, y su lema podría sen aislar, asignar y medir. El objetivo es Iqgrar que el gobierno se parezca rilas a ima empresa. Pero aquí es necesario ser específico porque el ideal iio es cual- quier empresa. Existe la premisa, no siempre explidtada, de que el ideal es la estructura divisional que los con- glomerados en particular han hecho tan popular. La organización global se divide en "unidades de negodos" a las que se asignan objetivos de desem- peño de los cuales son responsables los gerentes. Entonces, la superesQ-uc- tura planifica y controla, mientras que las microestructuras ejecutan. To- do muy prolijito, pero no necesaria- mente muy eficaz. Si las unidades de negocios tienen tan poco que ver entre sí, ¿por qué preocupamos por tenerlas dentro de la misma orgafiización? ¿Cuál es el valor que agrega una casa central re- mota que ejerce solamente el con- trol sobre los resultados financieros? Por otro lado, poner demasiado el énfesis en la planificación y en la medidón del desempeño fortalece el control jerárquico convencional a ni- vel de las micro estrucmras, en las que los gerentes asumen la responsa- bilidad personal de alcanzar objeti- vos impersonales. En otras palabras, el modelo de desempeño descentra- liza para centralizar; afloja para po- der ajustar. Y esta rigidez tiene lugar a expensas de la flexibilidad, la crea- tividad y la iniciativa individual.. Por lo tanto, el valiente nuevo mundo del management público termina con frecuencia reduddo a nada más que el viejo modelo del manage- ment como máquina, el mismp enva- se de siempre con una nueva etique- ta. Funciona bien donde siempre ' funcionó el management de la má- quina —y, en ocasiones, un poco me- jor— pero en ningún otro lado-- El modelo de gobierno virtual. Lleve el modelo de desempeño hasta su lí- mite natural y descubrirá que termi- na con un modelo al que podríamos denominar de gobierno virtual. Muy popular en lugares como el Reino Unido, Estados Unidos y Nueva Ze- landa, el gobierno virmal se basa en' la premisa de que el mejor gobierno ' es la ausenda de gobierno. Despren- dámonos de todo, nos dicen, o por lo menos de todo lo que sea posible deshacerse. En el mundo perfecto -del gobierno virmal, las microestruc- turas (las actividades de las reparti- dones) ya no existirían dentro del gobierno. Todo esc trabajo se desa- rrollaría en el sector privado. Y la su- perestructura existiría sólo en la me- dida en que fuera necesaria para. lo- grar que las organizadones privadas presten servidos públicos. Entonces, el lema de este modelo sería: privati- zar, contratar y negodar, y represen- ta el gran experimento de los econo- mistas que nunca tuvieron que apli- car el management a nada. El modelo de control normativo. No ; tiene que ver con los sistemas sino con el alma. Aquí cuentan las actimdes y no los números. El control es normativo, . es dedr, está proftmdamente arraigado en los valores y creendas. Este modelo no goza de mucho re- conocimiento entre los gobiernos occidentales de la actualidad, ymu- cho menos entre las empresas ocd- dentales. No se puede decir que ha funcionado mal para los japoneses, pero cuanto más lograron ellos de- mostrar su superioridad en la com- petencia directa, más se recluyó" Oc- cidente en sil viejo modelo de la má- quina —o en nuevas versiones del viejo modelo— aun cuando fundo- Gestión 4/ jufio-agosto 1996 na exactamente en sentido inverso. Sin embargo, en otros tiempos, cuando todavía existía el concepto de servicio público, fue realmente el modelo normadvo el que permitió que él viejo modelo de la máquina ftmcionara. En otras palabras, el ser- vicio y la dedicación silenciaron los efectos negativos de la burocracia. Pero gran parte de esa actitud ya ha desaparecido o está desapareciendo. Hay dnco elementos claves que ca- racterizan al modelo normativo: • Selección. A la gente se la elige por sus valores y actitudes y no sólo por sus credenciales. • Socialización. Este elemento ase- gura que sus miembros se dediquen a uii sistema social iritegrado. H Guía. Tiene lugar a través de prin- cipios aceptados y no de planes im- puestos, por medio de visiones y no de objetivos. • Responsabilidad. Todos los miem- bros comparten la responsabilidad. Sienten que los líderes que practican un estilo de management arraigado en la experiencia confían en ellos y los apoyan. La inspiración,'entonces, reemplaza al llamado empowerment. • Juicio. El desempeño es juzgado por personas experimentadas, in- clusive por los receptores del servi- cio, algunos de los cuales forman parte de consejos de supervisión re- presentativos. El lema del modelo normativo sería: elegir, socializar y juzgar. Pero la cla- ve de todo está en la dedicación, que- tiene lugar en dos sentidos: para los prestadores del servicio y por parte de ellos. A los prestadores se los trata . con decencia y, en consecuencia,res- . ponden dé la misma manera. Toda- vía se puede seguir aislando a las re- particiones horizon taimen te, pero el control vertical que ejerce la supe- restructura es normativo y no tecno- Cfiente, usuario, ciudadano y subdito: éstos son los cuatro sombreros que todos llevamos puestos en una sociedad. crático. El modelo permite la exis- tencia de microestructuras radical- mente diferentes: más misionales, igualitarias y cargadas de energía, menos jerárquicas y menos parecidas a una máquina. No existe el mejor modelo. Habimal- mente, nosotros funcionamos con los cuatro. La recaudación impositi- va sería inconcebible sin una dosis saludable del modelo de la máquina, del misrño modo que lo sería la polí- tica exterior sin el modelo de la red. Yningún gobierno puede funcionar con eficacia sin una cubierta impor- tante de controles normativos, del mismo modo que ningún gobierno de la actualidad puede ignorar la ne- cesidad de deshacerse de lo que ya no pertenece al sector público. En otras palabras, el gobierno es un sis- tema enormemente, ecléctico, tan va- riado . como la vida misma (precisa- mente porque se ocupa de casi todas las facetas concebibles de la vida). . Pero"algunos modelos son para bien y otros para peor. Y quizás estemos La creencia de que en e¡ gobierno es posible separar la política déla administración es otro mito al que se debe dejar morir en paz. Gestión 4/ ¡uíiMgosto 1996 ^ dispuestos a priorizar a los que son para bien. Todos reconocemos la ex- cesiva atención que se le prestó al modelo de la máquina. Pero debe- ríamos estar conscientes de su resur- gimiento como parte del modelo de desempeño. Debemos prestar más atención al mo- delo de la red, que es necesario para tantas de las actividades complejas e. impredecibles del gobierno de la ac- tualidad: gran parte de la formulación de políticas, los servidos de alta tecno- logía y la investigación, por ejemplo. Pero depender excesivamente de este modelo también puede ser malo. Personalmente creo que necesita- mos con urgencia empezar a poner el énfasis en el modelo normativo. Tal como nos han dejado muy en daro los japoneses, no existe sustitu- to para la dedicadón humana. Y aunque muchas de las empresas oc- dden tales deberían tomar en ierio este mensaje, también ha pasado a ser especialmente importante para el gobierno, con sus caprichos, sus matices y sus difídles compensacio- nes entre intereses en pugna. Una organización sin compromiso hu- mano es como ima persona sin al- ma: el esqueleto, la carne y la san- gre pueden consumir y excretar, pe- ro no hay fuei^za de vida. Y el go- bierno necesita desesperadamente una fuerza de vida. - Una organización sin connpronniso humano es como una persona sin alma. Pienso que esUi conclusión se aplica especialnicnic a IJJS servicios profe- sionales orientados al usuario, tales como \<\d y l;i educación, que ninic;v pueden ser mejores que l;i gente que los presta. Necesitamos li- berar a los pi"t)resionalcs lanío de los coiUrcíles directos de la bmoci-acia gubeniaiuental como de las esiricUis presiones de la competencia del mercado. E.sia es la razón por la cual las .sociedades cooperativas y las a.so- ciaciones sin fines de lucro parecen funcionar tan bien en estas áreas. Gobernando al Management Si alguna de e.sias ideas liene senti- do, entonces debemos hacerlas via- bles Cííincir/.uiido por moderar ía in- íliieiicia lieiien en oíros .sectores de la sociedad los \-alores de la em- presa y el pensamiento lan popular del Managemeiu actual. En ol?-;is pa- labras, puede ser que el pobienio [leccsiu* un poco (le managcnieut, pero al uianageinrnl no le vendría mal un poco de gobierno. Conside- remo.s las .siguieiile.s propuestii.s: • Li\a no e.s lolalmentc bue- na; el jíobicrno no es loialmente ma- lo. Cada uno tiene su lugar dentro de una sociedad equilibrada, JuiUo con las org;inizaciones coí)peraüvas y asociaciones sin fines de lucro. No quiero lener que comprarle el auLo al gobierno, del ini.smo modo que no quiero que la General Motors se ocupe de las políticas. Y me gustaría ver que ni el sector público y ni el sector privado se ocujien de !a pres- íución directa de ItJ.s servirio.s de sa- lud; me inclino a favor ele las organi- Alciones coopenilivas y asociaciones .sin iines de lucio. L^is st)cicdadfs reciben !<i.s servicios públicos que e.sj^eran. 5¡ la geiue cree que el gobierno es inepto y bu-- rocrático, enUjnces eso es lo que .se- rá. Si, por el contrario, reconocen al servicio público por.su vocación de tal, enlonce.s terniinai*áii teniendo un gobierno fuerle. B [ji} eni¡jres:i [>uede aprender del gobierno tamo como el gobierno puede aprender de la empresa, y am- bos tienen mucho que aprender de las organi/acione.s coopenuívas y de la.s asociaciones .sin íine.s de lucro. Quienes pertenecen al sector pííbü- co enfrentan ciertos tipos de proble- mas: objelivos en con Hielo, la exi.s- lencia de múltiples participantes y una intensa presión polílit-a, por ejemplo. Sin embargo, sus prííble-" mas son cada ve?, más cominies den- tro del sector priv.ulo. Muchos de los gerentes más inteligentes, claros y efectivos que cono/xo trabajan para el gobierno. Destíníciadamente, no son lo suncieuteniente enérgicos co- mo para q\te sus ideas se conozcan. Los empresarios se benefician mu- cho cuando los escuchan. La.s cooperaÚTOs tienen formas .solis- licad;ts de manejarse con los grupos de volantes dispersos- y laiubién con los tipo.s especiales de clictUes. Y tíunbién está la organÍ7.ación sin fi- nes de lucro, en la cual encontramos la concreción más pierna del modelo normativo de Occidente, y de la cual lcnenu>s nuiciio que aprender. Po- rln'ainos heneílcíarnos nuiciio con I;LS experienciíis de Uts dos si somos capaces de superar nuestros rígidos prejuicios. • Necesitamos un gobierno orgullo- so y no mutilado. Los ataques al go- bierno constituyen ataques al tejido nii.sMio de la sociedad. No hay dudas de que leñemos necesidades indivi- duales, pero una sociedad que per- mita que estas necesidades socaven a las colectivas terminará pronto por destruirse. Todos \';iloramí)S lo.s bie- nes privado.s, pero .s<ín inútiles sin bienes púl>lico.s—(ales como fuer/as policiales y políticii.s económica.s— que los protejan. H(íy se con.siclera que rirali/.ar nume- rosos noinbraniieiUos políticos es un couiponenlc naUual del procaso po- lítico, de listados Uuido.s. (Pero no .siempre fue así: e.stas designaciones son proporcionaíinenle tres veces nrás comunes hoy que cu la décacUi de los '?)())'. Lo que hace cada nuevo gobierno es reeni|)hi/ar a los niveles superiores de I.us jei"arquí;ts de[)aria- nientaies. C'rcó cjue es hora de que reconozcamos en esto .siniplenuntc lo que es: corrupción política; no es técnicanicnle ilegal pero, no obstan- te, significa corromper' un servicio ' público dedicado y experimentado; Y también proviene de la errónea creencia de que (piien lia aplicadí» el niaíragenicut a algo puede aplicarlo a cualciuier cosa. • El gobiertiíj y oíros .sectores de- ben lener cuidado de lo que adop- ti\ de la empre.sa. Es muy probable que la empresa nunca haya sido más iníluyenie qtie hoy. En Estados Unidos, a través de las coniisitíues de acción política y de las activida- des de Uí.s gi'upos <le presión, los in- tereses ¡n.stltucionalc.s (y no sólo los comerciaIe.s) ejercen una enorme presión sobre el sistema político, re- duciendo la iníluencia de los in<livi- dtio.s. El sisleina está fuera de ron- tro!. Mi argiunrnto en este lema no es estar en coiura de la emj)resa ro- mo emi^rcsa, sino estar a favor de! equilibrio dentro de la .sociedad. Nece.siliunos que haya equilibrio en- tre nuestros cuatro sectores y ncresi- Uunos hallar un equilibrio entre nuestras preocupaciones púl)lic;Ls como individuos y las demandas pri- vadas de las in.siitiiciones. Hoy el espíritu predominante apo- ya la privali/.ación de los .servicio.spúbÜco.s. Es probable que parte de esa línea de pen.samieiUo sea útil. Pero una buena parte de ella es .sencilUunenle estúpida. Y si nos sentimos lan inclinados a anaü/.ar en detalle todo aquello que no pertenece al gobierno, ¿por qué no ser igualmente diligentes al considerar U) que lU) pertenece ;t la empresa? No o!videuu)s que el objetivo de la democracia es un puebit) libre y no in.siitnciones li- bres. En síntesis, sería bueno que analizáramos deteuidaineiitc el ec|UÍliÍ)rio dentro ele nuestras so- ciedades arlua!t:s. aiiles de que el capiialismo realniciiie triunfe. •
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