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W1LLIAM OUCH TEORÍ A Z CÓMO PUEDEN LAS EMPRESAS HACER hRENT; AL DESAFÍO JAPO" EDICIONES ORBIS, , Título original: THEOR Y 7, HO W AMERICA N BUSINESS CAN MEE T TH E JAPANES E CHALLENG E Traducción de Cristina Cortés y Patricia Arguelles Revisión de esta edición: Víctor Pon Sarradel! RECONOCIMIENTOS ® 1982 por rundo Educativo luid-americano S.A. <° Por la presente edición, Edición es O ibis, S.A. ISBN: 8-1-7530-564 4 [ ) I - B : 15162-1984 t.f>mpuCMO, impreso y encuadernado por í f , n l « r industria gráfica s.a. Provcnza, >«8 Harcelona bant Vicínv JeU Horts "iiwd ¡fi Spain Un 1973 , cuando empece a estudiar las prácticas directivas de las compañías japonesas, me enfrasqué en una serie de análisis tan minu• ciosos que no despertaron mayo r interés. Las bases principales de mis estudios provenían de ia Comisión Nacional de Productividad, orga• nism o ya desaparecido. A medida que avanzaba en mi investigación, ei tema de la calidad y productividad japonesas estaba cada vez más a la orden del día y, a menudo , me llamaban las compañía s norteameri• canas para que compartiera con ellas los resultados de mi investiga• ción . A través de las discusiones que sostuve co n mucho s de los directivos, empecé a entender más cabalmente qué cambio s podrían realizarse en dichas empresas tornando com o modelo, pero nunca parodiando, el éxit o japones. La investigación inicial la Heve a cabo en colaboració n con Richard Paséale. I laber llegado a comprende r el mecanism o de la compañía japonesa, se lo deb o a muchos ejecutivos que me dedicaron parte de su tiempo , pero entre todo s ellos quier o mencionar a dos cuya importancia fue decisiva: Akio Morita , cofunda- dor de Sony Corporation y amigo mío desde much o tiempo atrás, me hizo partícipe de sus vastos conocimiento s com o hombr e de negocios; en una palabra, me trasmitió todos los secretos que empleaba para dirigir a su compañía; y Joji Arai, dei Centr o de Productividad japo • nés en Washington, D.C. , fue de gran ayuda en el plan de entrevistas que sostuve en el japón. Para ese entonces , ya había ido yo más allá de! simple hech o de estudiar a las empresas japonesas, y empezaba a preguntarme lo mis• mo que todos los demás: ¿es posible que los método s de dirección de empresas japoneses se empleen con éxito en los Estados Unidos? I-'-i 7 mayor parte de los hombres de empresa dudaban que así fuera, y casi todos los estudiosos estaban seguros, y muchos todavía lo están, de que llevar esto a la práctica era una utopía. Para un especialista en la cultura y sociedad japonesas, las diferencias entre el Japó n y los Estados Unidos son ran profundas que les parece im[wsiblc que pueda adoptarse entre ellos esa organización social. Sin embargo, para un hombre que estudia la organización de las empresas, la similitud fundamental de las activida• des que se presenta entre las compañías japonesas y las norteamericanas sugiere que es muy posible trasferir algunas de las características esencia• l i les de los negocios japoneses. Así pues, el objetivo era deslindar los principios propios de la cultura de los que podían aplicarse umversalmen• F i n Picrso n quien, co n gran habilidad, arregló, corrigi ó y preparó el text o final para su publicación. t e a u n a o r g a n i z a c i ó n e c o n ó m i c a . Pero , sobr e todo, este libro reconoc e que las acerías o las compa • Fu e aquí donde me enfrente a la mayor dificultad al tratar de ñías que se dedican a la venta de pantalones lejanos de moda , al igual que lo s hospitales y las oficinas de correo s burocráticas, son sustentar m i tesis. E l director d e Alco a Foundation, Charles Gris - wold , fue la única persona que vio alentadoras promesas en mi inves • entes sociales. Po r lo tanto, este libro versa sobr e l a confianza , i a delicadez a y l a intimidad . Sin ellas, ningún ser human o puede tener tigación y que me apoyó económicamente . En parte, esto se lo deb o a éxito. Alien I lackett, mi primer pastor, me enseñ ó lo que era la Arjay Miller, decan o de la Escuela de Administración de Empresa s rnnfianza al permitir .qu e cada individuo de su congregación,s e desa• p,ara Graduados de la Universidad de Stanford, donde yo formaba rrollar a co m o tal , porqu e tení a f e e n éJ- De mi madre, de mi hermana parte del profesorado. El decano Miller entendió y apoyó mis esfuer• y mu y especialmente de mi padre aprendí la virtud de ja deljc,adgzji, zos co n una constancia tal que jamás podre recompensarle la ayuda de la sutilidad , puest o q ue siempr £jBc^ uiaro n, jjjjLÍtüponérse rn£ . Y q u fPuesto que emprendí un estudio sistemático de las compañía s tipo m e únic a form a p osible de que perdure n y aja• Z con objeto de probar la tesis de que el enfoque japonés podría encontra r cabida entr e algunas compañías norteamericanas, sostuve conversacione s con muchos hombre s d e negocios . Un o d e los que más me ayudaron fue Joh n Doy le, de I fculett- Packard, quien siempre se res , tale s co m o l a confianz a y | a prudencia , e s a travé s d e u n estreche cnnracln . Est e libro analiza la utilidad de aplicar un enfoque de dirección ck mosteaba cscépiico ante las soluciones sencillas y trataba de entender la naturaleza interior, de suyo profunda, de la organización y de su empresas japonés al ámbito norteamericano , ha influencia que hí recibido de la práctica de los negocio s provien e de muchas fuentes administración. Mcl l.an c y su herman o Bill , de Lañe Publishing Conoc í los retos personales, las presiones y los placeres de la vid: Company, me permitieron perfeccionar mis técnica s de investigación empresarial a través de una larga y muy especial amistad co n Charle: al poner en práctica mis teorías co n el personal de Sunset Magazine and Books , una filial suya, de tal mod o que pudiese observar una W. Joiner , J r . , quien era, a la sazón, un o de los ejecutivos de ChrysIei Corporation. De Jame s Farlc y y de sus socios en Booz , Alten a;u empresa que, según me parecía, se asemejaba a la tipo 7., y determinar Hamilton , la firma de consultores de empresas más importante en lo: si podía evaluar sus características claves. En este libro no aparecen las estadísticas ni las evaluaciones, pero la teoría esencial aportada po r Estado s Unidos , aprendí cóm o estructurar grandes organizaciones; i de Olive r Williamson, un economist a cuyas ideas están revolucionan es c trabajo de investigación resulta del tod o válida, en mi opinión. do los enfoques sobr e diseño de las organizacionestambién tom< En ese momento , cj desafío japonés se encontrab a en plen o auge v valiosos conceptos . La investigación que realicé supuso ciemo s di entrevistas y miles de horas dedicadas a recopilar cuestionarios y los norteamericanos deseaban saber cuál iba a ser la respuesta de lo's Estado s Unidos. Docena s de editores, literalmente, me pidieron que escribiera un libro al respecto. No obstante, en mi opinión, todo s ellos deseaban un text o universitario, o bien una publicación en forma de revista elaborada a la ligera. En consecuencia, ninguna de las dos alternativas me entusiasmaba y, por ello', no empecé' a escribir este ; a n A g Rockwel l International y Hli Lilly el permiso para reproducir los enunciados de su filosofía corporativa. Est a actitud abierta y de franca cooperació n nos beneficiará a todos. Fl último esfuerzo, el fie reunir todas las ideas y plasmarlas en pape), empezó después de haber llegado a U.C.L.A . El decano Clay La Forc é ha hech o posible que se desarrolle allí una atmósfera de creatividad y apoyo que se convirti ó en una fuerza motriz que siempre m e impulsó. Mis colegas y alumnos m e ayudaron a'aclara r mis con • cepto s y a ver nuevas perspectivas. A todos ellos, vaya mi más sincero agradecimiento. Sin embargo , quiero expresar las más sentidas gracias a mi esposa Carol y a nuestros hijos Sarah, Jennife r y Andrew . Ello s fueron la razón fundamental que me respaldaba y me comprometí a a no defraudarlos. Si no me hubiesen alentado com o lo hicieron, me habría sido imposible dar feliz términ o a las etapas que, paulatinamen• te, fueron conformand o esta obra . W í L L I A M G . OUCH I Santa Mónica , California PRIMERA PART E L O QU E S E PUED E APRENDE R DE L JAPÓN i I N T R O D U C C I Ó N POR QU É E S NECESARIO APRENDE R No hace much o tiempo, organicé .una comid a con dos de mis alumnos del doctorad o y el vicepresidente de una de las firmas más grandes y prestigiosas de los Estado s Unidos: una compañía que aparece con regularidad en las lisias que incluyen a las "diez empresas mejor dirigidas". La comida brindó, a estos futuros maestros, la opor • tunidad de formular a nuestro invitado una serie de preguntas aprove• chand o la perspectiva única que su posición y experiencia le habían conferido. Tra s una larga discusión que abarcó mucho s ternas diferen• tes, los estudiantes resumieron sus intereses en una sola pregunta: "¿Cuál es, en su opinión, el problem a fundamental que tendrán cjue enfrentar las compañías norteamericanas en la próxim a década?" Res• pondió: "E l problema más serio no será la te-cnoloi/ia ni la inversión a i tampo c o las disposiciones gubernamentales ni h inflación l a .cues• tió n clav e ser á l a form a co m o respondamo s ant e u n hecho : lo s iapone - s_c s sabe n dirigi r mejo r qu e lo s norteamericanos . " Un ejemplo: Un equipo de ingenieros y directivos de la División Duick de la General Motor s Corp. visitaron recientement e a su distri• buidor en Tokio , quien se encarga de importar automóviles Buick y de venderlos a los japoneses. Com o el negoci o parecía ser un enorme taller de reparaciones, le preguntaron corn o había hecho para instalar una empresa de servicio de tales dimensiones. El explicó , con cierta confusión, que lo que estaban viendo no era, de ningún modo , un 13 . taller de reparaciones, sino una planta de reensamblaje donde los automóviles recién entregados se desmantelaban y reconstruían de acuerdo co n las normas japonesas. Si bien existen muchos japoneses que admiran los coche s norteamericanos , no s explicó , nunc a acepta• rían !a baja calidad co n que so n ensamblados. Historias como éstas abundan. Sabemo s que la productividad en el Japó n se ha incrementado un 400 2 sobr e la tasa correspondiente a los Estado s Unidos durante lo s años de posguerra. Y lo que es más , somo s conscientes de que la productividad en los Estado s Unidos está mejorando en la actualidad a un ritm o más lento qu e el de cualquier nación europea, incluyendo el tan vilipendiado Rein o Unido. Aun cuand o so n muchas las personas que se han maravillado ante el éxit o logrado por los japoneses, la mayoría ha llegado a la conclusió n de qu e el Japó n es un país del cual Norteamérica no puede aprender gran cosa. Consideran que las técnicas japonesas simplemente no se pueden aplicar a la situación norteamericana. Per o la historia norteamericana tiene un desenlace diferente. I-os ingenieros y gerentes de la Buic k no supusieron que lo qvie tan bue n resultado diera en el Japón , también podía funcionar en Flint, Michi • gan; así pues, emprendieron la tarea de inventar su propia versión del model o japonés. Tomaro n la Planta de Ensamblaje Buick, cuyos niveles de eficienci a v calida d habían descendido notablement e dentr o de la corporación, y, con la cooperació n de los trabajadores y su sindicato, «diseñaro n la organización de la planta, de ral mod o que sus nuevas técnicas de dirección se parecieran a las japonesas. En un lapso de do s años, la planta mencionad a habí a ascendido hasta ocupar el prime r lugar, entre todas las ensambladuras de la General Motors , en calidad y eficiencia. Las ideas, que dieron nueva forma a la proble• mática planta de la-General Motors , constituyen los fundamentos de l o qu e y o Hamo e l enfoqu e d e l a Teorí a Z . sobr e direcció n d e empre • sas Sencillamente , sugier e qu e l a clav e d e un a mayo r productivida d exnl en implicar 2 los trabajadore s e n e l proc^sp . Com o país, los Estado s Unidos ha n desarrollad o un a noci ó n de l Valo r qu e tien e l a tecnologí a y su enfoque científico, prrn se. fra QJyJdadfl dfl yalor que pospp c\ <¡cr hiirnaqp E l gobiern o destina cientos de millones de dólares a ia investigación de nuevas técnica s en los campos de la ingeniería eléctrica, de la física y de la astronomía; y apoya el desarrollo de complejas ideas económicas . Si n embargo , casi no se asignan fondos que ayuden a comprende r mejor cóm o se debe tratar y organizar a los individuos en el trabajo; y est o es, precisamen• te, lo que hay que aprender estudiando a los japoneses. El problem a de la productividad en los Estado s Unido s no se resolverá ni a través depolíticas monetarias ni mediant e inversiones má¡¡ cuantiosas en 1 4 programa s de investigación y desarrollo. La solución llegara" cuand o aprendamos a dirigir a las personas de tal maner a que puedan trabajar juntas má s eficazmente. I-a Teorí a Z ofrece algunos modo s de hacerlo. Lo s trabajadores norteamericanos s e esfuerzan tanto com o los japone• ses. Lo s directivos en los Estado s Unido s desean obtene r un buen1 rendimient o al igual que sus colegas en el Japón . E l incremen t o e n l a productivida d n o provendrá " d e u n mayQr_.gmpen o e n e l trabajo. La mayorí a de los empleados ponen tod o lo que está de su parte, y mucho s se empeñan, quizá demasiado, por tratar de mejorar su posi• ció n dentr o de la empresa. Laj^roducjjádad . considero , es un proble• m a d e organizació n socia l o , e n término s d e negocios , dj^rgamzació n de l a direcció n d e l a em presa. La productivida d e s u n problem a qu e pued e resolvers e c o ordinand o Los Cs£uc¿Zfl£ indivirlualgsdg un a man e • r a provecho s a y motivan d o a lo s empleado s a hacer l o a trav e s ó l e un a actitud d e cooperaci ó n contin u a e n todo s lo s nive les. L a prime r a lecci ó n d e l a Teor í a Z e s l a confianza . Po r muy extrañ o que parezca, la productivida d y i a con fian^a_v.an--de.Ja..^mano. Para comprende r esta aseveración, observemo s el desarrollo de la econo • mí a británica durante este siglo. E s upa historia d e desconfianza mu • tua entr e sindicatos, gobiern o y directivos , desconfianza que ha parali• zado la economí a y ha reducido, en forma alarmante, el nivel de vida de los ingleses. Kar l Marx previo esta actitud recelosa y la interpretó com o el product o inevitable del capitalismo y com o la fuerza que, en su opinión , precipitaría el fracaso definitivo del capitalismo. No obstante, capitalismo y confianza no tienen por qué ser mutua• ment e excluyentes. Thoma s Lifson, un joven académico de la Escuela de Direcció n de Empresa s de Harvard, ha estudiado detalladamente a ciertas empresas comerciale s japonesas, tales com o Mitsui, Mitsubishi y Sumitomo , qu e poseen oficinas en tod o el mund o y que tradicional- ment c han operado com o la fuerza de ventas de las mercancías japo• nesas. Sin lugar a dudas, estas compañías han desempeñado un papel decisivo en el éxit o alcanzado por las estrategias de exportación de la industria japonesa. Tiene n la capacidad de penetrar, co n gran celeri• dad, nuevos mercados, de cerrar negocios donde ninguna empresa norteamerican a ha sido capaz de hacerl o y de coordina r operaciones a nivel mundial. D e acuerdo co n Lifson, l a característic a r^pnrja] d e la empresa comercia l es un sistema de direcció n qu e p ro p ' ™ jjfl sentí; mient o de confian?a entre cLpCISQaa] ^ la compañía . Lo s empleados japoneses, al igual que los norteamericanos , buscan siempre prosperar; desean hacer negocios que beneficien tanto a sus departamentos com o té a ellos mismos ; se desenvuelven en un medi o donde priva una tre • mend a incertidumbre, dond e se compr a y se vende mineral de cobre , petróleo crudo, trigo y televisores. En un día típico, la oficina central t 5 16 17 de una de las empresas comerciales más importantes puede llegar a recibir 35 . 0 0 0 mensajes a través del télex, cada un o co n una oferta distinta para vender o comprar. A menudo , el índice global de renta• bilidad de la compañí a alcanzará un nivel máximo , aun cuand o una de las oficinas incurra en una perdida, ya que ésta se compensar á co n crece s en otr o lugar y ia organización saldrá finalmente beneficiada. E l éxit o d e una empresa d e esta naturaleza depende fundamentalmen• te de que los empleados y las oficinas adopten una actitud favorable hacia este tipo de sacrificios. Est a buena voluntad existe porque las compañías comerciales japonesas emplean prácticas administrativas que promueve n la confianza, en el entendimiento de que estos sacrifi• cios siempre serán recompensados en el futuro. Saben que, al final, todos recibirán su just o pago. Una empres a norteamerican a que tiene un indudable sello personal, per o cuyo estilo de dirección se asemeja, al mism o tiempo, al japonés, es la Hewlett-Packard, que se destaca en el camp o de las computado • ras, los instrumentos de precisión y los componente s electrónicos / Un experto en personal de í I- P describi ó un trabajo especial que le fue asignado po r un vicepresidente de la compañía. En él se le pedía que desarrollara un nuev o procedimiento, el cual se utilizaría en toda la organización. Aqu í se le brindaba la oportunidad de proyectar una buen a imagen, de que su labo r trascendiera, y de lograr un reconoci • mient o personal. Despué s de una seman a de trabajar en el proyecto , descubrió que, en una oficina totalment e inadvertida, ya se habí a diseñado un métod o muy similar del cual no se tenía noticia. Com o cualquiera de nosotros , tuvo un moment o de vacilación, en el cual se pregunt ó si aparecería ante los demás com o el invento r de un nuevo procedimient o basado en aquel que ya existía. Finalmente , decidió ir co n el directivo pata informarle que el problem a ya lo había resuelto otra persona y que el plan precisaba tan sól o unas pequeñas modifica• cione s para que pudiera satisfacer las necesidades de la corporación . El sabía que podría confiar en que su superior recompensaría su honestidad encontrándol e otr o proyect o que implicara un nuev o ret o e n s u carrer a y , l o qu e e s má s importante , sahía~qpe-podf a confia r e n que sus compañeros. yrfmjffl ia j romcjahicr t o s v honestos c o n é l e n el futuro. Es o es productividad. ILí 01 Ta lección importanl r que la Teoría Z tom a d e j a p ráctica tannnpsa v traduce ei rstiln n n r i r ^ ^ r i r a n n r S ]¿ « , , ^ - , 0 La s relacio• nes humanas son siempre_j^pleja¿^voIu_bfes . U n supervisor que conozc a bie n a sus subordinados puede describir los rasgos de sus taiiferen tes personalidades, decidir quién se acopla bien co n quién y organizar, de estemodo , equipos de trabajo que funcionen co n un máxim o de efectividad. Esta s sutilezas nunc a pueden captarse explíci• tamente , y cualquier regla burocrátic a irá en contr a de su naturaleza. S i e l supervisor s e v e obligado, y a sea po r una administración buro • crátic a o po r un contrat o sindical igualmente inflexible, a designar lo s equipos de trabajo estrictament e co n bas e en la antigüedad, esa sutile• za se pierde y la productividad disminuye. Considérese l a labo r d e u n operari o que maneja una maquinaria e n una fábrica d e papel higiénico d e Procte r & Gamble . L a fábrica const a principalmente de enorme s máquinas, que hacen pasar la mate• ria prima a través de un a serie de procesos , los cuales dan, com o product o final, los rollos de papel. Un erro r cualquiera en las secuen• cias del proces o puede aparecer hasta tres pasos más adelante, mo • ment o en el cual tod o un lote estará ya arruinado: pérdida de produc• tividad. Tradicionalmente , los operarios de estas máquinas eran super• visados, com o se hac e prácticament e en todas las industrias de los Estado s Unidos , po r una perso n a encargad a d e dirigi r su s esfuerzos .y eyaluar sus resultados,. Inclus o co n 'el más sagaz de los supervisores y co n los operarios más dispuestos, el sistema daba lugar a muy poca sutileza. Cada operario tenía su propia forma de evaluar el desempe• ño : tiem p o trascurrid o lejo s de l puest o d e trab.aja . pér dida d e de sej chos J _elc J _S j un o de los trabajadores sospechaba que un pequeño ajuste en su puesto podría producir un mejo r flujo dos etapas más adelante, no se sentía motivad o a ir a hablar co n el otr o empleado interesado en saberlo. Sabía que su hoja de trabajo retlejaría el tiemp o que había estado ausente de su puesto y que sería sancionado por ello. Ningún supervisor, po r capaz que sea, puede considerar simultáneamente to • dos los intrincados detalles que se requieren para equilibrar, de un mod o adecuado, este complej o proces o de producción . Y si se agrega• ra otr o supervisor, surgiría el problem a de coordina r a ambos. Com o respuesta a esta situación, Procte r & Gambl e ha creado, en un gran númer o de sus plantas, grupos de trabajo setn i autónomos , que se asemejan much o a lo s que se podrían encontra r en las compañías japonesas , e n la s cuale s lo s empleado s supervisa n s u prop ia labor. AI realiza r s u tarea , u n grup o d e ésto s to m a e n cuent a todas las variables que se requieren para obtene r considerables incremento s en el nivel de productividad. • L a productividad, la confianza v la capjKÍ',l?d. pa™ distinguir Us sutileza s n o so n elemento s aislados . La confianza y la sutileza no sólo pueden lograr que el índice de productividad se eleve a través de una coordinació n más efectiva, sino que están inextricablemente vincula• das entr e sí. Mientras un departamento capaz de distinguir las sutile• zas tiene la gran ventaja de poder utilizar información importante, aunque no explícita, se enfrenta, po r lo mismo , a. la gran desventaja de no poder someterse a revisiones o auditorías externas. Un a deci- { sión tomad a po r razones sutiles es una decisión que no puede resistir el crud o escrutinio de una persona ajena que no esté enterada de mucho s detalles. Dich o individuo puede ser u n alt o directiv o que desconfíe del supervisor o de su grup o de trabajo; o bien puede ser un sindicato o una agencia gubernamental que no confíe en la compa • ñía. En cualquier caso, el recelo que pudiera existir entre las partes, terminaría po r desechar esas sutilezas, ya que las decisiones y las accione s tienen que ser clarament e justificadas. "/Hay tambié n un lado humano. ¿ Q u é sient e e n s u cas a un a persona , homb re o mujer , qu e e s tratad a c o n desconfianz a e n e l trabajo? 1 Po r otr a parte, ees una coincidenci a que el Japó n no sólo sea un éxit o económic o sin o que sus índices de alcoholismo , drogadicción y sui• cidi o sean los más bajos entre las nacione s industriales? ¿ E s sim• ple suerte que una mujer pueda caminar sola po r el centr o de la ciudad de Tokio , a medianoche , sin teme r que le suceda algo? ¿O será quizá que una sociedad de personas, que están unidas por mu • cho s lazos de afinidad, puede llegar a desarrollar un sentimiento de confianza mutua, a apreciar las sutilezas que se dan en sus relacio• nes inrerpersonales y a llevar, de este modo , vidas productivas y equilibradas? 4.E 1 com ú n denominado r ' d e l a vid a japones a e s l a ¡nrimidy i . El j nter és p o r lo s dem ás , e l apoyo , l a generosida d disciplinada , elemento s qu e hace n posibl e l a existencia , se traducen en relaciones sociales más estrechas. El aislamiento característic o de la vida modern a preocupa a mucho s observadores de la sociedad. En la vida norteamericana, la intimidad se ha encontrad o tradicionalment e en la familia, el club, el barrio, la amistad duradera y la religión. Sin embargo, todas estas fuentes tradicionales de intimidad, o de contacto primario con los demás, se ven amenazadas por la vida industrial que ahora prevalece. De los norteamericano s que nacieron en 1900 , un 122 se ha divorciado. En comparación , las estimaciones de los nacidos entre 194 0 y 194 5 indi• can que un 40 2 terminar á po r divorciarse, y respecto de los que contraen segundas nupcias, un 40 1 acabará por divorciarse otr a ve2 . En cuant o a los norteamericano s má s jóvenes , la tasa parec e estar incrementándose. Prácticamente, lo mism o puede decirse de vecinda • rios, clubes , confesione s religiosas y amistades, víctimas todos de nuestra forma de vida. Recientemente , dirigí una investigación entre diversos ejecutivos de la industria electrónica. Les pregunté si tenían algún amig o íntimo , pero la mitad respondió negativamente. Entr e tos que dijeron tener amigos íntimos, casi todo s admitieron que man• tenían una solarelación de este tipo. Tambié n les pregunté si cono • cían a alguno de sus vecino s íntimamente ; otr a vez, la mitad aceptó que no conocí a a ningun o de sus vecino s muy bien. IB • -Desd e hac e tiempo , lo s sociólogo s sostiene n qu e la . intimida d e s u r¡. ingredient e esencia l d e un a socieda d san a. Una vez que la intimidad en una sociedad comienza a desintegrarse, el proceso continúa alimentándo• se de sí mismo. Lo s individuos que no han desarrollado un sentimiento de responsabilidad comunitaria dentro de un medio determinado, perde• rán de vista el significado general del término comunidad. Una sociedad que pierde en una sola generación su capacidad de entablar relaciones más estrechas, puede procrear hijos que poseerán por siempre un concep• to sumamente devaluado de lo que es una comunidad. En un futuro, terminarán siendo un triste montón de individuos sin conexión alguna, tal corn o l o h a dich o e l sociólog o Georg e Homans' . Parece ser que, de acuerdo co n la mentalidad norteamerican a con• temporánea , la intimidad sól o debe darse en cierto s lugares. La reli• gión, la famiba y otras instituciones tradicionales son las únicas fuen• tes legítimas de intimidad. Se rechaza la idea de que pueda o deba haber una estrecha familiaridad co n los compañero s de trabajo. "L¿xs_ sentimient os personale s n o tiene n cabid a e n e l trabajo ", es el sentir general. N o obstante , nos enfrentamo s co n una anomalía. E n e l ejem• plo japonés se encuentra una sociedad industrial sumament e próspera, en la cual la intimidad se presenta tant o en el lugar de trabajo com o en otro s ambientes. 1.a experiencia japonesa obliga a reconsiderar las creencias tan arraigadas que tienen los norteamericano s acerc a de las fuentes adecuadas de intimidad en la sociedad. Es posible que los norteamericano s posean un criteri o muy limita• do para interpretar la vida social y económic a La idea de que la productividad pueda depender de la confianza, de las sutilezas y de la intimidad, por ejemplo, probablement e parecerá extraña a la mayoría de las personas. Quizá puedan ellos abri r sus mente s hacia perspecti• vas más amplias y nuevas alternativas al considerar ciertos modelo s únicos de organización. Entr e éstos, el primero es el model o japonés. Un a vez que lo hayan comprendido , estarán en posició n de entablar una comparació n entr e éste y sus propias formas de organización y podrán determinar de qué carecen en su medio . En segundo término , examinaremo s algunas compañías norteamericanas |>oco convenciona • les que guardan muchas analogías co n tas empresas japonesas, a fin de describir un panoram a en el cual verdaderamente se pueda aprender de los japoneses. Finalment e se deb e reconoce r que el estilo de direc• ció n y la forma de organización so n un simple aspect o de ese gran mecanism o que es la estructura de una sociedad. El objetivo último será entende r en qué forma se pueden coordina r la estructura de la sociedad y la dirección de las organizaciones. 21 C A P Í T U L O 1 L O QU E S E PUED E APRENDE R D E LAS ORGANIZACIONES JAPONESAS Hac e unos años, cuand o me encontrab a en el Japón realizando una investigación, visité una planta que era propiedad de una compañía norteamericana y que era gestionada por los mismo s propietarios. A diferencia de otras plantas japonesas que también tenían sus sindica• tos, ésta había pasado recientemente por una huelga. El gerente de la planta, un norteamericano , me describió la situación que habían vivi• do : "No s previnieron aproximadamente seis semanas antes. El día designado para la huelga, un grup o de hombre s co n pancartas nos obligaron a cerrar durante ese día. Pero , cuan grande fue mi sorpresa cuando, al mirar por la ventana a las cinc o de la tarde, no sólo habían desaparecido las pancartas y los volantes de propaganda, sin o que los trabajadores estaban recogiendo todas las tazas de café y las colillas de los cigarros ¡dejando el área impecablemente limpia! Al día siguiente compensaro n la producció n que se había perdido el día anterior ¡sin incurrir en tiemp o extra! Com o no entendía lo que estaba pasando, le pedí a un o de ellos que me lo explicara." r "Teníamo s algunas quejas contr a la dirección" , respondió el trabaja• dor. "L a única forma de hacerles saber la seriedad de nuestra situación iera suspender el trabajo. Pero esta es también nuestra compañí a y no [queremos que ustedes piensen que somos desleales.' ¿Cóm o podemo s explicar una relación así entre compañía y emplea• dos ? ¿Cóm o puede existir algo tan radicalmente distinto de lo que prevalece en occidente ? ¿Acas o el éxit o económic o de las empresas les lia permitid o compra r la lealtad de su personal? ¿Ser á sencillamente < que el orient e es ef orient e y el occident e es" el occidente ? ¿Será quizá que esta planta es un cas o inusitado que no puede repetirse en ningu• na otr a parte? Esto s interrogantes me dejaron lo suficientemente per• plejo com o para querer encontra r las respuestas. E n realidad, m i investigación había comenzad o unos 1 3 años antes de que realizara ese viaje al Japón , aquel día que me senté a toma r una clase de economí a elemental en el Williams College. El profesor seña• laba que, desde la Segunda Guerr a Mundial, la productividad en c! Japó n se había incrementad o do s o tres vece s más rápidamente que en los Estado s Unidos . Es t e milagr o d e l a posguerr a s e habí a produc.id p a travé s d e l a construcci ó n d e planta s y rguipas, f ficantes , mientr as lo s norteamerican o s soportaba n | « rarg a <¿r nnr n c q i M p o s ineficace s y obsoleto s. É sta fue, en realidad, la explicación básica del éxit o econó • mic o del japó n durante mucho s años. Má s recientemente , la productividad de aquel país sigue creciendo a un ritm o más acelerado cada año , mientra s que la de los Estado s Unidos apenas aumenta levemente y, durante algunos trimestres fisca• les, llega, incluso , .í reducirse. En los últimos años, los Estado s Uni• dos han conocid o unas mejoras en el nivel de productividad inferiores a las de Francia , Inglaterra o cualquiera otr a de las economía s euro • peas más importantes. El argumento del viejo equipo y las antiguas plantas ha perdido cierta fuer-za, puesto que los bienes de equipo japoneses han envejecidodesde aquel ritm o inversor tan acelerado de los tiempos de la reconstrucció n de la posguerra, mientras que las norteamericana s Irán continuado-reemplazand o sus fábricas más anti• guas. La distancia que separaba a ambo s países, en cuant o a la moder• nización de plantas y equipo, se ha reducido, en tant o que la que existe en el nivel de productividad sigue incrementándose. Las expli• cacione s tendentes a justificar ese hech o han comenzado a ser muy diversas. El Japó n continú a atrayendo a mucho s trabajadores del cam• po, que aportan su ética rural de trabajo a las fábricas. Están dispues• tos a trabajar largas horas po r una remuneración baja. Resulta much o más fácil para los japoneses lograr aumento s en la productividad porque pueden importa r la tecnologí a norteamerican a en tant o que los norteamericano s deben inventarla. E l Japó n h a logrado, d e alguna manera , mantene r un a étic a labora l m ientra s que lo s norrfrimfnermo s •sg-ha n vuelt o bl andos , indolentes , y sienten que tienen derecho a la buen a vída sin ganarla. Es posible que haya algo de cierto en cada una de las explicaciones 2 2 anteriores: sin embargo , ninguna es totalment e satisfactoria. No pode• mo s educar a los trabajadores de acuerdo co n los valores que tuvieron validez e n otra s épocas , n o s e desea ocupa r e l segund o lugar e n l a carrera tecnológic a para tener que recurrir a otros , y no podemos cambia r los valore s nacionales d e u n mod o drástic o aun cuand o nece • siten una actualización. Esta s justificaciones tampoc o explican las di• versas formas de organización y administración que presentan las compañía s e n lo s do s países. Esta s diferencias merece n un a considera• ción especial. La sola descripción de la empresa japonesa es ya de por sí interesante, debido al gran éxit o que ha tenido su economí a y a la importancia , cada vez mayor , que reviste el comerci o de esta nación co n los Estado s Unidos . Sin embargo , más significativo aún es el impresionant e contraste que existe entre el estilo de direcció n japonés y el norteamericano . E n una ocasión , u n visitant e d e l a Academia Naciona l d e Ciencia s d e Poloni a m e pidió, com o especialista e n organizaciones , que l e describiera los aspectos singulares del estilo típic o de direcció n de los Estado s Unidos. La pregunta dio lugar a una situación po r demás embarazosa para mí . Me percaté de que no tenía un criteri o formado a este respecto; si no tenía idea sobr e lo que distinguía a la empresa típica, much o meno s conocí a los factores clave del éxit o de una compañí a e n lo s Estado s Unidos . L a verdad e s que y o suponía que las organizaciones responden a principios universales en cualquier lugar. L a mayo r parte d e los sociólogo s norteamericano s consideran que cualquier teorí a que pretenda definir el fenómeno , diferirá considera• blement e por razones culturales. Ést a es una reacción a un período previo, en el cual ciertos eruditos argumentaban simplemente que las diferencias eran culturales y, por consiguiente , no susceptibles de un análisis científico , com o si las culturas fueran peculiares, en tal forma que no permitieran que el análisis científico fuera transmitido genéti• camente . E n esta reacción contr a e l pensamient o n o científico, quizás los norteamericano s hayan ido demasiado lejos a! cree r que no existen diferencias importante s entr e los países. Probablemente , los humano s responden de una maner a similar cuand o se enfrentan a las misma s situaciones, pero cada cultura ofrece a su gent e circunstancias diamctralment e diferentes. As í pues, si bien es posible que los mismo s principios de conduct a sean válidos e*1 todas las culturas, los patrone s de comportamient o y las estructuras sociales resultantes, que evolucionan com o consecuenci a de las con cione s locales, pueden variar bastante. El objetiv o que me propuse entonce s fue utilizar la compara entre e l Japó n y los Estado s Unidos , tant o para identificar los ' a S ^ ^ básicos que se aplican en ambas culturas com o para co mp «" e n £ Í e r 252 4 diferencias que habían surgido en cuant o al patrón de conducta . Mi último propósit o era, desde luego, entende r los patrone s norteameri • cano s de organización y administración. El ejemplo japonés sirve para realzar las características únicas de organizaciones norteamericanas y las fuerzas que las conforma n dentr o de su sociedad. Un colega, Richar d T. Pascale, y yo diseñamos un estudio de dos fases para compara r el estilo de dirección norteamerican o y el japo• nés . En la primera, que se realizó durante 19 7 3 y 1974 , Pascale y yo visitamos más de 20 compañías en el Japó n y los Estado s Unidos , cada una de las cuales tenía una plant a o una oficina en ambo s países. La segunda, fase, que implicaba una serie de datos más detallados, fue realizada posteriorment e po r Pascale y otros , y po r ello no se describ e en este libro. Un a vez que la primer a etapa de este estudio llegó a su término , m e concentr é e n las compañía s d e l a Teorí a Z , únicament e norteamericanas , que so n el meoll o de este análisis. De las entrevistas de la primera parte de la investigación surgió una imagen clar a de las características fundamentales de ambas empresas, norteamericana s y japonesas. No obstante , una diferencia insospecha • da prob ó ser de vital importancia. La típica compañí a japonesa esta• blecida en los Estado s Unido s emple a un enfoque de dirección radi• calment e distinto de la típica firma norteamericana. En lugar de hace r una réplica de la form a desarrollada en su nativo Japón , las empresas modificaron su estilo de administración para que se adaptara a las necesidades d e los Estado s Unidos. N o obstante , han retenido much o del sello japonés .y siguen siendo mu y diferentes de la mayor/ a de las compañía s norteamericanas . La mayoría de las firmas japonesas han alcanzado u n gran éxit o e n los Estado s Unidos . Independientemente de su triunfo en los aspectos financiero y operativo , también se han destacado desde él punt o de vista de los empleados. Todo s los em • pleados norteamericanos , desde los más modesto s trabajadores y ofici • nistas hasta los directivos más encumbrados , decían: "Ést e es el mejor lugar en donde yo haya trabajado. Sabe n mu y bie n l o qu e está n haciend o s e preocupan po r l a calida d ^ m e hace n senti r pq rlr: rin un j gran familia." Po r otr o lado, unas cuantas empresas e n los Estado s Unido s s e han atrevido a trasplantar su enfoque directivo , genuinament c norteameri • cano , al Japón . Sinexcepció n alguna, todo s los intentos han sido un rotund o fracaso. ¿Qu é es lo que pasa? ¿Po r qué las firmas norteameri • canas n o logran transportar co n bueno s resultados sus enfoques e n aquel lejano país, mientras que las compañías japonesas son capaces de pone r e n práctica, con tod o éxito, s u estilo d e direcció n e n los Esta • dos Unidos ? Así pues, la posición de los Estado s Unido s com o líder mundial e n e l camp o industrial, com o principal exportado r d e técni - cas de direcció n de empresas y de formación empresarial resulta parti• cularment e desconcertante. ¿Será, acaso , que el estilo japones es , en cierto s aspectos, má s universal que e l norteamericano ? Es t o no quiere decir que todas las empresas norteamericanas hayan fracasado e n e l Japón . E s obvi o que algunas s e han destacado e n form a mu y importante. S e destacan do s ejemplos. Much o s e h a escrito acerc a del éxit o que McDonald's , cadena d e pequeños restaurantes dedicada a proporciona r un servicio rápido e informal a sus clientes, ha alcanzado en el Japón . Dich a empresa tiene, en la actualidad, más de 10 0 establecimientos en es c país, incluyendo el res» aura rite que vend e el volume n más grande de la cadena (e n la Ginza) . Las opera• cione s de McDonald' s en el japó n las dirige un empresario japonés co n un personal y enfoque directivo totalment e japoneses, aun cuand o sus locales se adaptan a las norma s alimentarias y de servicio que estipulan las oficinas centrales e n los Estado s Unidos . E l arreglo concertad o co n la casa matriz es que los norteamericano s pueden envia r personal directivo para que inspeccion e las operacione s en cualquier momento , per o éste puede permanece r solamente u n máxi • m o d e do s semanas. McDonald' s e n territori o japonés, tocio u n éxito , se manej a enterament e al estilo japonés". Quizás u n ejemplo má s conocido,,sea l a I B M del Japón . Aquí , a l igual que en cualquier otr a parte del extranjero, la IB M dirige dos organizaciones po r separado. L a compartía principal, llamada I B M del Japón , incluye las funciones de fabricación, distribución, servicio y asesoría d e una empresa básicamente completa. L a IB M del Japón , dirigida íntegrament e po r japoneses, desde el porter o hasta el presi• dente, tiene un o que otr o visitante norteamerican o simplemente oca • sional. En otr a parte de Tokio , en un piso de un edificio de ot i ciñas, s e encuentr a otr a compañía , l a IB M Worl d Trade-Japan, que e s e l sitio dond e están los norteamericanos . Cuando visité este lugar, tenían un total de 21 empleados, incluyendo secretarias y oficinistas. Si bien los norteamericano s están relacionados co n l a IB M del Japón , hacen, si acas o llegan a hacerlo , débiles intentos po r manejar directamente la empresa. E n realidad, un o d e los directivos norteamericano s más felices que conoc í en el j apó n era el ejecutivo de enlace en el área de producció n del Worl d Trade . Acabab a de convence r a su superior en los Estado s Unido s de que eliminara su puesto, y se disponía a regre• sar a casa. " E n lo que se refiere a fabricación, aquí están haciendo las cosas tan bien com o allá y, en algunos casos, mejor1 ' , me explicaba. "Pero , aun cuando estuvieran pasando po r problemas muy serios, yo no podría ayudarlos. No acabo de entende r cóm o trabajan, y ellos, a s u vez, n o comprende n cóm o trabajamos nosotros : e s muy diferente." Ningun a otr a compañí a h a superado e l éxit o alcanzado 252 4 po r l a IB M 2 6 2 7 y la McDonald's . Quizás no exista empresa mejor dirigida que éstas. Mucho s estudiosos y directivos se han dedicado a analizar cuidadosa• ment e estas dos corporacione s a fin de averiguar cuál es la fórmula que las ha llevado a consegui r tan inusitado éxito. Esta s empresas, co n sus respectivos y singulares enfoques administrativos, no hacen ningún intento po r aplicar dichas técnicas en el Japón . ¿Po r qué? ¿Qu é es lo que han aprendido de las condicione s que privan en aquel país que los ha llevado a la conclusió n de que sus logros en el Japó n no dependen de —y quizás aun excluyen— la aplicación de su sistema de direcció n en esa nación ? El problem a de la asimetría al exportar estilos o sistemas de direc • ció n se explicaría normalment e a través de la estructura formal de las organizaciones; empero , este enfoque resultó infructuoso en este caso . Tant o en el Japó n com o en los Estado s Unidos las firmas extranjeras emplean la mism a estructura formal. La típica empres a norteamerica • na en el Japó n asignará los altos puestos directivos a su gent e y los de nivel medi o e inferior a personal japonés. Po r la mism a razón, la típica compañí a japonesa en los Estado s Unidos pondrá a sus propios elemento s en las altas esferas directivas, mientra s que en los niveles medi o e inferior colocar á personal norteamericano . As í pues, ningún análisis de estructura formal serviría en este caso . Otro s estudios han confirmad o este resultado, mostrand o que la relación entre el tamañ o de una compañí a y su centralización, númer o de divisiones e índice de líneas de personal es idéntica entr e las fumas del Japó n y las de los Estado s Unidos. Obviamente , para descubrir lo que podemo s aprender del Japó n es preciso examinar más detenidamente las complejidades y sutilezas de su forma de administración, que no han salido a la luz en intento s anteriores. Po r lo j an to , la siguiente tarea será investigar, po r un lado, las propiedades fundamentales de la organización japonesa y, po r el otro , formular una guía al establecer la comparació n co n las empresas occidentales. E M P L EO D E P O R V I D A La característica más importante de la organización japonesa es que el trabajador cuent a con un empleo de po r vida: más que una política única, resulta un precepto bajo el cual se integran un gran númer o de facetas de la vida y el trabajo en el Japón. ' Aunque el emple o de po r vida es el ideal de los trabajadores y el objetivo de los empresarios, no es algo universal en el Japón. No todas las empresas pueden crear la estabilidad necesaria para estar en posi- ció n d e ofrece r u n trabajo vitalicio. E s posibl e que u n 35% d e l a fuerza labora l del Japó n trabaje bajo este acuerd o en las grandes compañías y agencias gubernamentales . Y son precisament e estas grandes organizaciones las que constituyen el enfoqu e de nuestra aten• ción . Emple o d e po r vida significa que una empres a important e u orga • nism o gubernamenta l contrat a una vez al año , en la primavera , cuan • do los jóvene s se gradúan de secundaria, preparatoria y la universidad. Un a firma grande que ocup a sol o "novatos " contrata , a la vez, una larga lista d e empleados nuevos , aun cuand o n o teng a trabajo para todos ellos de inmediato. La s promocione s so n únicamente internas y una person a que tenga uno , cinc o o veint e año s e n una compañí a n o será empleada, ni siquiera considerada, po r otra . Un a ve z dentro , el nuev o empleado conserv a su trabajo hast a que llegue su retir o obliga• tori o a los 55 año s de edad. Ningun o de ésto s será despedido a no ser que incurr a e n algún delito importante . Un a destitución e s una dura sanción , pues e l individuo que h a sido relevado d e s u puest o n o tien e esperanza de encontra r emple o en ningun a empres a cié la mism a categoría , y debe , po r lo tanto , recurri r ya sea a una compañí a más pequeña, que pague salarios má s bajos y que ofrezca poc a seguridad, o bie n opta r po r regresar a su puebl o natal. A l cumpli r los 5 5 año s d e edad, todo s los empleados, except o los poco s altos directivo s d e l a firma, deben retirarse. L a compañí a l e paga a cada un o de ellos un a jugosa sum a que normalment e asciende a cinc o o seis año s el valo r de su salario. Sin embargo , no hay pensión n i seguro social. E l Japón , a l igual que otra s nacione s industrializadas, ha tenido , en las últimas décadas, considerable s adelantos en el camp o de la nutrición , la higiene y el cuidado de la salud, de tal suerte que l a expectativa d e vida h a ido subiendo uniformemente . Po r consi • guiente, la gent e se retira a los 55 años de edad, co n salario para 5 más , per o co n la expectativa de vivir otro s 15 ó 20 años más en medi o de una elevada inflación. Evidentemente , existe un agujero en las finanzas personales y llenarlo constituye un punto important e que debe considerarse dentr o de la organización de las empresas y de la sociedad. A fin de comprende r cabalment e el funcionamient o de este sistema, es necesario conoce r algo de la estructura industrial en el Japón . En la époc a de la Segunda Guerr a Mundial, las empresas principales del J.^pó n fstaha n org anizadas e n u p reducid o n ú me r o d e grupo s llama• do s Zaibatsu. Cada un o d e ésto s estab a integrad o p o r 2 0 ó 3 0 d e la s compartía s m á s destacadas , agrupad as e n tor n o d e u n ban c o poderoso . Esta s firmas representaban cada un o de lo s sectore s 2 6 2 7 industriales má s importantes de la economía ; de este mod o un grupo incluía normal- ment e una compañí a naviera, una siderúrgica, una aseguradora, una empresa comercial , etc. } Alrededo r de cada una de estas grandes firmas se reunía, a su vez, un conjunto de compañía s satélites, las cuales, en cierto s casos , llega• ban a sumar 10 0 o más / Esta s empresas satélites eran pequeñas orga • nizaciones que empleaban desde una familia hasta 10 0 personas y que, po r lo general, fabricaban subgrupos o prestaban servicios que ven • dían solamente a su cliente principal. Las satélites no se consideraban parte del grupo y no disfrutaban de las proteccione s financieras ni de los otro s tipos de respaldos que se facilitaban a las firmas más impor • tantes. / L a relación entr e satélites y grandes empresas en el Japó n consti • tuye un monopoli o bilateral, en el cual las primeras tienen solamente un cliente para su producto y las segundas un único proveedo r para cada uno de sus consumo s o aprovisionamientos/Dich a relación pue• de degenerar fácilmente en una desconfianza mutua y en serios alter• cados, en donde cada una de las partes acusa a la otra de aprovecharse de la situación y exige la protecció n que le puede brindar una amplia especificidad contractual y una meticulosa auditoría del desempeño del trabajo. Las empresas norteamericanas rara vez confían lo sufi• ciente las unas en las otras com o para entablar una relación de esta naturaleza. Po r ejemplo, en la industria de los semiconductore s de lo s Estado s Unidos , un comprado r important e de un nuev o producto comúnment e requiere que exista un segundo proveedor. En la actualidad, los instrumentos semiconductore s (tales com o los R AM , P R O M y microprocesadores ) s e encuentran entre los produc • tos más avanzados desde el punto de vista tecnológico . Las compañías que fabrican estos dispositivos se ven en la necesidad de inventar constantement e nuevas tecnologías y de abrir paso continuament e a la investigación científica. Po r lo general, cuando una empresa inventa una nueva pieza del semiconductor, nadie podrá duplicar su diseño y manufacturarlo durante quizá dos años. Un dispositivo nuevo puede llegar a ser tan superior a todo lo que existe en su campo, que los fabricantes de computadoras querían incorporar al instante este nuev o element o a sus productos . En este caso , la compañí a de las computa • doras dice a la de semiconductores: "Compraremo s sus nuevos dispo• sitivos co n la condición de que ustedes den su diseño a un competi• dor, quien se convertirá en nuestra segunda fuente de suministro." Únicament e con la protección que le brinda esta competencia , el comprado r hará planes para adquirir el nuevo aparato. De lo contra • rio , estas empresas temen que la única fuente de abastecimient o pueda aprovecharse injustamente de esta posición de monopoli o para elevar sus precios , reducir la calidad o no respetar las fechas de entrega 2 S prometidas. Así pues, las relaciones se desarrollan manteniendo siem• pre una prudente distancia. / E n form a similar, el presidente de una importante planta ensambla• dura de automóviles de los Estado s Unidos conservará varias alterna• tivas en lo que a proveedores se refiere. Del mism o modo , cada una de los ciento s de empresas que proveen materiales a las plantas más importantes en los Estado s Unidos intentará vender sus productos a varios compradores. Tant o los proveedores com o los compradores desconfían uno s de otro s y no desean expresamente depender de una sola fuente de suministro o de un únic o clientcJÍN o obstante , en una planta automotriz japonesa la relación que se da entre la poderosa ensambladura y sus proveedores satélites es de una total cooperación. Ta n estrecha es la relación de trabajo, que el proveedor liega a entre • gar su mercancí a en las mismas estaciones de trabajo justamente en la línea de ensamblaje y, en ocasiones , surte gustoso pequeñas cantidades del material, aunque sólo sea lo suficiente para tres hora s de produc• ción. As í pues, una planta ensamblador.! no tiene que mantene r un extens o inventario de piezas, lo cual le permite ahorrarse un espacio sumamente valioso. Lo s monopolio s bilaterales se traducen en una mayo r productivi• dad, ya que, con el tiempo, cada una. d e las partes aprende a coordi • narse armoniosament e con la otra. Aunqu e los Zaibatsu fueron disuel•to s legalmente después de la guerra, las relaciones persisten. Est a situación se debe principalmente al hech o de que codas las compañías que forman una estrecha red dependen de los banco s aliados para obtene r su financiamicnto. Estas instituciones procuran que ninguna de las empresas se aproveche de su soci o comercial, preservándose así el espíritu del Zaibatsu. El Zaibatsu y el sistema de empleo de por vida están vinculados íntimamente. Tomemos , por ejemplo, el caso de Kagawa , un destaca• do directivo de nivel medio en una importante aseguradora del Japón . Kagaw a tiene, en la actualidad, 55 años de edad y, com o no pertenece a los altos niveles directivos, debe i curarse. Su patrón le paga una elevada suma que asciende a 120 .00 0 dólares, seis veces su sueldo anua! de 20 .0 0 0 dólares, com o compensación. Per o es o no es todo: la compañía no se limita a decirle "gracias y adiós", sino que lo envía a la firma satélite que se encarga de imprimir sus formas, y allí presta sus servicios, en un empleo de medio tiempo, durante los 10 anos siguientes. Combinand o sus ahorros y su actual trabajo, Kagawa pue• de vivir cómodamente , aun cuando haya dejado su lugar en la empre• sa grande a los jóvenes que vienen detrás. No obstante , la seguridad que puede ofrecerle esta situación no es tan firme com o la que podía disfrutar en su antiguo emple o con la empresa más importante. En 2 9 http://una.de/ 3 0 3 1 vez de pagar impuestos a un sistema de seguridad social, las em• presas japonesas y sus empleados financian su propi o sistema de seguridad social, en el cual no hay una participación directa del gobierno . /Est e mism o patrón se aplica a todas las grandes firmas que mantie • ne n relaciones estrechas co n sus proveedores, y el movimient o de personal ayuda, po r un lado, a cimenta r lo s lazos entr e las compañías, y po r el otro , a propiciar un trabajo armónic o entr e los satélites y cada una de las corporaciones . El banco , en el centr o de cada grupo, goza de un gran poder para coloca r a los empleados que se retiran en cualquiera de las grandes compañías o sus satélites. Po r consiguiente, hace r carrer a dentro d e u n banc o important e e s una met a muy apre• ciad a Per o quizás el objetivo más codiciad o sea labrarse una trayecto• ria en el Ministeri o internac ion a l d e Industri a y CY imrrrin (MTTQ, el cual regula todos los negocio s en el Japón , Sól o el MII C puede coloca r a jubilados en un banco comercial. Alguien que comienz a una carrer a e n un a compañí a satélite s e enfrenta a una perspectiva meno s prometedora . Un ejecutivo joven con aspiraciones, que empieza en una empresa de este tipo, encontrar á que los puestos más altos están siempre ocupado s por jubilados que han dejado una gran firma y que han llegado de "visita" inesperada• mente. Y lo que es más significativo aún, el emplead o de una empresa satélite no tiene a dónde ir cuand o cumpla los 55 años de edad. Tod o lo que queda por hace r es toma r el dinero de su retiró y abrir su propi o negoci o de comid a rápida o irse a vivir co n la familia de su hijo mayor. Est e sistema ha llevado a una clara estratificación de las compañía s en el Japón . 1.a mayoría de ta gent e sabe cuáles so n los grupos y las compañías ideales para trabajar. En comparación , en los Estados Uni• dos no existe un consens o general, entr e la fuerza laboral, respecto de cuáles son las firmas más codiciadas. En el Japón, un empleado sim • plement e desea trabajar dond e pueda tene r más opcione s llegado e l moment o de su jubilación. L a estratificación entr e las compañías s e h a vist o acompañada d e una estratificación similar entr e las instituciones educativas. Hasta hace poco , uno de los banco s más asediados contrataba a su nuev o personal directiv o exclusivament e entr e lo s graduados d e l a Universi• dad de Tokio , la primera institución de enseñanza superior. Hoy en día, este banc o ha dado mayo r flexibilidad a su política y emplea un número limitado de los graduados en otras instituciones, si bien su principal fuente continua siendo la Universidad de Tokio . Este sistema ha originado una tremenda presión para obtener el certificado de admi• sión en las Universidades Imperiales, com o la de Tokio . (Oficialrnen- te, las universidades ya no so n imperiales porque el japó n no es un imperio , pero comúnment e se las conoc e de esa manera. ) El simple ingreso en una Universidad Imperial prácticamente asegura la entrada a un a de las empresas o en departamentos gubernamentale s má s im• portantes, así de estrechos son los lazos que unen a estas instituciones. Normalmente , cada departamento de una Universidad Imperial asig• na, a las grandes compañías y a los organismo s del gobierno , un ciert o númer o d e graduados basándose e n s u propi o criterio . Tan t o los empleadores com o los estudiantes dependen del buen juicio de las autoridades universitarias correspondientes. Aunqu e el sistema tiene la desventaja de impedir una elecció n libre, permite a un intermedia• rio, que conoc e muy bien tanto a los alumnos com o a los empresarios, tomar decisiones acertadas. Aquellos empresarios que no cumplen su promes a de ofrece r oportunidad o desarrollo so n sancionados en el futuro; y los estudiantes, por su parte, no pueden disfrazar su talento ant e un presunt o patrón. Nuevamente , todo.est á basado jsn la confian• za que se deposita en.-cl skfgm-a y en la capacidad d e la s persona s encargadas dr armonizar graduados y empresas. " La admisión a las Universidades Imperiales y a las mejores institu• cione s privadas no sólo es difícil sino que depende básicament e de los resultados que los alumnos obtengan en un examen nacional que aplica cada universidad po r separado. Dad o que los estudiantes de secundaria y preparatoria no toman , por lo general, cursos optativos , todo s los certificados registran los mismo s cursos, los cuales se impar• te n a través de libros de text o muy similares publicados por una de las tres casas que editan materia! de est e tipo. De este modo , las universidades tendrían muy poc o en qué basar su selección si no realizaran dicho exame n de admisión. Además , las Universidades Im • periales son gratuitas y están subvencionadas por el gobierno ; así pues, ricos y pobres tiene n que competi r po r igual. Po r l o tanto , tod a la presión recae sobr e la enseñanza preparatoria. Exist e una feroz competenci a para ingresar en las mejores instituciones que imparten est e nivel , y a que los estudiantes quieren obtene r l a preparación má s estricta a fin de poder someters e a los exámene s de admisión universi• tarios. Est o se traduce en una angustia apremiante que lleva a las familias a tratar de inscribira sus hijos en las escuelas primarias má s destacadas, para aumentar sus probabilidades de ingresar en las escue • las secundarias y preparatorias más prestigiosas. E l resultado fina l m e fue descrito po r u n viej o amig o japonés durante una de sus visitas. Es a noch e se veía un tanto alicátelo, y le pregunté el motiv o de su preocupación. "Bueno" , me dijo, "hoy es el día en que mi hijo de cuatr o años , que se encuentra en Tokio , está haciendo su examen de admisión en un jardín de infancia especial. 3 2 3 3 "Esto y seguro que n o logrará entrar. " "Es o e s ridículo", l e contesté . "Conozc o a tus hijos, so n mu y brillantes, y tú tienes un empleo estupendo; po r supuesto que entrará." "No", respondi ó m i amig o "n o entiendes. En" este jardín de infancia, hay sólo 30 lugares disponibles para más d e 50 0 solicitantes. D e esto s 500 , más . d e l a mitad han estado asistiendo a un curs o intensivo de verano , quC no hac e sin o entrenar a esos niños , durante och o hora s diarias, seis días a la sema• na, para que puedan aproba r el exame n de admisión de ese jardín de infancia. Aún cuand o gan o un buen sueldo, nó es suficiente para pode r pagar una d e esas escuelas especiales, porque cobra n 1.00 0 dó • lares po r semana". Claro que esto s cursos de capacitación que tie • ne n lugat durante el veran o y después de las hora s normale s de clase, no finalizan ahí sin o que continúa n a través de la escuela primaria, secundaria y preparatoria, tod o co n miras a maximizar las posibilidades de logra r un a alta calificación en el exame n definitivo para ingresar en la universidad. Si bie n puede parecer un tant o extraño , los norteamericano s pue• den entender que una familia jap^n^sa d-° recursos n<~> p-iftdn hacer me) or inve rsión para e l futuro dcsusJai jo s qnp facilitar l a " i ? b n r m -educacjcin durante sus primero s años . Aunqu e el dinero no asegura la entrada en una universidad subvencionada po r el gobierno , cuand o el niñ o tiene capacidad, sí puede compra r el desarrollo má s íntegr o de ese talento. Un a intensa educación tempran a determinará l a entrada en la universidad, la elecció n de emple o y la vida que este chic o pueda llevar después de su jubilación. El pequeño que comienz a en condicio • nes meno s ventajosas puede contempla r la posibilidad de acceder a una universidad d e meno r categoría, d e obtene r u n puesto e n un a empresa satélite, y la alternativa de abrir su negoci o de comida s rápidas o irse a. vivir co n sus hijos. La s presiones a que se ve n sometidos los niño s de cort a edad constituyen un motiv o de preocupación para el gobierno , que está tratand o de reformar las políticas de admisión a las universidades públicas o estatales; pero este cambi o se está gestando mu y lentamen • te . Aunqu e e l sistema n o sea totalment e justo, po r l o meno s e s más igualitario que aquel que permite que las universidades emplee n crite • rio s no académicos para admitir estudiantes cuyas familias puedan realizar grandes donaciones. E l empic o d e po r vida e s factible sólo cuand o e s product o d e un a estructura económic a y social única, que no se ha dado en los Estado s Unidos . Considérense tres factores principales: en prime r lugar, tod a firma important e en el Japó n paga a todo s sus empicados un a gran parte de su remuneración a través de una bonificación que normal • ment e s e d a cada seis meses . Est a bonificación asciende, cada año, a cinc o o seis meses de sueldo y, puesto que todo s reciben la mism a fracción de su salario, la cantidad no depende del resultado individual sino únicament e del rendimient o de la empresa. Est e métod o de remuneración traslada, en parte, los riesgos empresariales del negoci o al trasferiríos de los accionistas a los empleados, quienes sufren en las épocas malas y prosperan en los tiempos de bonanza , en contrast e co n lo que sucede en los Estado s Unidos , donde el personal puede disfru• tar de incremento s en sus. salarios aunque la compañí a ve a disminui• das sus ganancias. La s bonificacione s da n al trabajado r un incenti v o par a qu e s e sient a part e integran t e df Jba_firma-y los moti v a a pone r c:u:ru labo r tod o l o q ue est é d e s u-parT c El sistema de empico de por vida permite a un a empresa pagar una pequeñ a bonificació n en un mal añ o o, incluso , diferir el pago del total de la mism a a un año posterior. D e este modo , una firma puede recorta r s u nómin a quizás hasta en un 30 2 sin tene r que despedir a nadie. Y para cuand o se normalic e la situación, una fuerza de trabajo leal y experimentada estará lista para seguir adelante. En"u n bue n año , los empleados reciben una gratificación mayo r a la esperada y tienden a ahorrar gran parte de ésta. Est a medida, combinad a co n incentivo s fiscales al aho • rro , ha dado al Japó n "n ritmo de ahorros_y.d e formación-de . capital aproximadament e cuatro vece s superior a l d e los Estado s Unidos . D e esta manera , los negocio s japoneses pueden expansionarse o desarro• llarse rápidamente durante las época s de prosperidad. E n segund o término , tod a compañí a important e e n e l Japó n tiene una amplia categoría de empleados temporales, mujeres en su mayo • ría. Inclus o ho y en día es rar o que una empresa japonesa grande contrat e mujeres para puestos directivo s o profesionales. La mujer de la clase trabajadora comienz a generalment e a prestar sus servicios en e! área administrativa o en la de producció n una vez que termina n su instrucció n secundaria. Se espera que trabajen durante cinc o o seis años, se casen, dejen de trabajar y se dediquen a educar una familia. Cuand o lo s niño s entran e n l a escuela por tiemp o completo , co n frecuencia las amas de casa regresan a su empresa de origen. Aun cuando pueden trabajar durante 2 0 año s más , s e considera que las mujere s so n empicada s temporale s y . p o r l o mismo , s e les despide d e inmediato uña ¿po r a mala . Po r otr o lado, las empresas japonesas han demostrado una gran flexibilidad al programa r las hora s de traha- jo de acuerdo co n las necesidades de las madres que tiene n niños que cuidar. E n las plantas d e l a Sony , po r ejemplo, los turno s regulares d e producció n comienza n a las 8 de la mañana , per o otro s funcionan de las 10 de la mañan a a las 6 de la tarde y de las 10 de la mañan a a las 3 de la tarde, a fin de da r facilidades a las mujeres que tienen otra s http://ahorros_y.de/ 353 4 responsabilidades. No