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La respuesta adolescente frente al vacío de la no relación sexual a través de la toxicomanía - Adriana Santillán

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FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA: Psicología Clínica
ASIGNATURA: Teoría y clínica del adolescente
TEMA DE ENSAYO:
La respuesta adolescente frente al vacío de la no relación sexual a través de la toxicomanía 
AUTOR (A):
Adriana Santillán
DOCENTE: Rodolfo Rojas
PARALELO: B
2019
Las drogas siempre han estado presentes en las diferentes culturas del mundo. Desde hace muchos años atrás se ha registrado su consumo. Actualmente, el tema de drogas es alarmante, porque su consumo está relacionado a ignorancia y pobreza, de ahí a que signifique un problema crítico para la sociedad, sobre todo en aquellas donde se registra una elevada cifra de habitantes consumidores, cuya población más significativa es la adolescente. 
Desde charlas informativas sobre las consecuencias del consumo de drogas, hasta programas especializados de prevención. Buscan erradicar el problema de raíz, creyendo que la prevención temprana es la solución, sin tomar en cuenta aspectos subjetivos propios de cada adolescente. El presente ensayo se va a enfocar en la respuesta del adolescente frente al vacío de la no relación sexual a través de la toxicomanía, para ello será fundamental hacer una diferenciación entre un consumidor adicto y el verdadero toxicómano, seguido de las funciones que podría desempeñar la toxicomanía en un sujeto, la angustia del adolescente ante el vacío de la no relación sexual y la importancia de siempre tener en cuenta el caso en singular.
Para el adolescente todo vuelve a empezar, vuelve a estructurarse y modificarse, vuelve a resignificarse, vuelve a encontrarse con el vacío angustiante, solo que, en esta etapa el sujeto va a tener una aproximación con el otro sexual, por lo que tendrá que hacer una elección entre: elegir la pareja sexual, lo cual involucra asumir la castración o elegir no elegir, lo cual involucra cierta burla de la ley al no querer saber de la castración. Este último punto es lo que caracteriza y resalta a un verdadero toxicómano. Vale aclarar que un tóxico puede ser cualquier cosa, cualquier objeto, no necesariamente algún tipo de droga o el alcohol; de quien depende que determinado objeto se convierta en tóxico es del sujeto y su subjetividad en singular. No obstante, se puede decir que el tóxico más frecuentemente utilizado por los sujetos es la droga y sus variantes, particularmente por los sujetos adolescentes.
Al mencionar que el hecho de no elegir involucra cierta burla a la ley, porque no se asume como castrado; entonces ¿se podría llegar a la conclusión que un toxicómano será siempre un sujeto con estructura perversa? La respuesta es no. Siguiendo a Laurent (1988) “la perversión supone un uso muy específico del fantasma. Mientras que la toxicomanía es un uso del goce fuera del fantasma, (...) se puede gozar sin el fantasma” (p.2). En ese sentido, el tóxico puede encontrarse presente y habitado en cualquiera de las tres estructuras, neurosis, psicosis o perversión. 
Además, la toxicomanía es producto de una respuesta sintomática, un modo de hacer alianza con el Otro, sin tener un lazo como tal, es decir, el tóxico puede estar asentado en cualquiera de las tres estructuras porque involucra a un Otro y como ya es de conocimiento, la presencia o ausencia del Otro siempre va a predominar, significar en la vida del sujeto, independientemente de su estructuración subjetiva.
Ahora surge la pregunta de cómo se podría identificar cuando se trata de un caso de consumidor arraigado por la adicción y cuando de un consumidor arraigado por la toxicomanía. Se podría decir que la diferencia radica por la función del Otro. En ambas existe un consumo repetitivo de la sustancia tóxica y representan una manera de hacer con su goce y la angustia de la causa de la falta en ser. Sin embargo, en la adicción hay una manera compulsiva del sujeto en consumirla, como un modo de dirigirse, llamar la atención o responder a un Otro. Mientras que, en un verdadero toxicómano su consumo está dirigido hacia sí mismo, es decir, es él y su tóxico, está “casado” con su tóxico, se podría decir que no existe nada ni nadie más para el toxicómano, por ende, hay un desplazamiento de este Otro, convirtiéndose así en un goce autoerótico. Siempre va a depender del caso por caso; es necesario tener en cuenta el uso que determinado sujeto le da a la sustancia y a partir de la función que esta cumple en su vida.
Como ya se ha venido mencionando a lo largo del presente ensayo, es importante poder determinar la función que cumple el objeto tóxico en la vida del sujeto. Por lo general, la toxicomanía es vista como algo totalmente negativo y no siempre es así, existen casos donde el tóxico se posiciona como una manera de estabilizar, de sujetar, de sobrellevar la angustia que provoca falta en ser y la relación con el otro social. Incluso Freud, en su texto Malestar en la cultura va a hacer mención de las drogas y su utilidad en los sujetos para soportar la realidad de la época, o más bien, evitar la realidad; también, como una manera de hacer con el sufrimiento inevitable. Por ejemplo, en un sujeto con estructura psicótica, la sustancia tóxica podría desempeñar el papel de suplencia, que en el caso de no tener identificado la estructura de este, podría desencadenarse por completo. Es lo que suele suceder en las clínicas de rehabilitaciones, que, por querer cortar el problema de raíz, quitan este tóxico que es la droga, provocando efectos negativos y de ahí a que estas clínicas fracasen, porque no toman el caso como particular y singular.
Por todo ello, la primera cuestión con el sujeto toxicómano es diagnosticar su estructura subjetiva, para luego, observar, analizar y conocer qué función desempeña el tóxico en su vida, después de ello, ver la manera de sacar a este sujeto de la manía por el tóxico y direccionar lo a que encuentre otra manera de hacer lazo, otra manera de enlazarse menos perjudicial para su vida, que no lo lleve a la muerte (Velásquez, 2013, p.3). No se puede generalizar al toxicómano, cada uno tiene su historia y goza de manera única.  
En lo que respecta al adolescente, la situación se vuelve densa y confusa, dado a la particularidad de esta etapa. Todo lo que abarca su subjetividad se vuelve a reestructurar, es como si entrara a un nuevo mundo y empezara a conocer desde cero, que si lo analizamos, si lo hace en parte. En la adolescencia ocurre un acontecimiento importante y decisivo en su vida que es la elección de la pareja sexual. Al haber una aproximación con el otro social del otro sexo, el sujeto busca la mejor manera de relacionarse con este otro, hay cierta ansiedad por querer llamar la atención e impresionar; de ahí a que los adolescentes acudan al consumo de sustancias como una manera de sobrellevar la situación. Si se pregunta a esta población por el consumo habitual de alcohol, la mayoría de respuestas giraran en torno a lo ya mencionados, como una manera de hacer con no saber qué hacer, con el no saber sexual; sin embargo, esto no lo convierte ni lo convertirá necesariamente en un toxicómano. 
En primera instancia, el adolescente podría justificar su consumo como una manera de socialización, luego, es muy probable que, si este consumo se vuelve muy frecuente, lo lleve a una adicción. Pero si hay cierta frecuencia significa que hay algo de fondo, algo que está movilizando, algo que está angustiando. En la adolescencia, la relación con el Otro suele ser muy ambivalente y desafiante hasta el punto de llegar a una ruptura con el Otro. Siguiendo a Miller, lo que caracteriza a las toxicomanías es un goce autoerótico y una ruptura con el Otro (Generoso, 2016, p. 8). Siendo esta etapa muy perturbadora en la psiquis del sujeto adolescente, en un intento por recuperar y agarrar el goce del Otro, sin querer saber de la castración, convierte ese goce fálico en un goce autoerótico, va a ser él y su tóxico, no va a necesitar al Otro; no habrá un Otro que de significantes que ayudan a hacer con la angustia de la no relación sexual, viviendo así, conforme sin saber delno saber. En ese sentido, se podría decir que el goce del toxicómano se convierte en un goce autista y asexual por este desplazamiento del Otro.
En sí, existen muchas maneras de poder responder a la angustia del no saber sexual, hay maneras de hacer con la no relación sexual, todo depende de los significantes provenientes de un Otro y el valor simbólico de este en la estructuración subjetiva de cada sujeto. En la adolescencia, al ser toda una revolución, va a necesitar de la influencia de un Otro u Otros que le brinden significantes para sobrellevar las situaciones perturbadoras como la no relación sexual y así no caigan en la brecha de la toxicomanía. Sin embargo, no siempre será suficiente, por eso hay que tener presente que todo depende del caso en singular.
Referencias Bibliográficas
 
Generoso, C. (2016). Toxicomanía y adicción en un caso de un adolescente. Pharmakon, 2(2016), 8-10. 
Laurent, E. (1998). Tres observaciones sobre la toxicomanía TYA (Toxicomanías y Alcoholismo). Recuperado de https://www.wapol.org/pt/las_escuelas/TemplateImpresion.asp?intPublicacion=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=9&intArticulo=168&intIdiomaArticulo=1
Velásquez, D. (2013, 9 de abril). Entrevista a Fabián Naparstek. Nel Medellín. Recuperado de http://nel-medellin.org/entrevista-a-fabian-naparstek-1/

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