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La diferencia entre la histeria, feminidad y la mujer - Adriana Santillán

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FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA: Psicología Clínica
ASIGNATURA: Teoría y clínica del adolescente
TEMA DE ENSAYO:
La diferencia entre la histeria, feminidad y la mujer 
AUTOR (A):
Adriana Santillán
DOCENTE: Rodolfo Rojas
PARALELO: B
2019
Nuestro lugar en el mundo parece estar designado. Nuestra categorización como especies tiene el nombre de seres humanos y dentro de ella, hay una subcategorización, la cual está conformada por hombres y mujeres. A pesar de que en ambas subcategorías hay un denominador común, que es el raciocinio; a pesar de que ambas pertenezcamos a una misma categoría dentro de la naturaleza, que es la de ser humano; nos diferenciamos notable e in notablemente entre sí, por ejemplo, en cuanto a estructuración en la mayoría de los sentidos y ámbitos; de manera más resaltada, entorno a la estructuración subjetiva. 
En el psicoanálisis se focaliza el tema de estructuración subjetiva de los seres humanos que conforman el entorno; como sujetos sujetados a lo social. De por si, dicho tema es complicado de analizar, dado a que, existen elementos inconscientes de por medio, además de elecciones insondables propias del ser; pero, de acuerdo a varios exponentes de la escuela psicoanalítica, como Jacques Lacan, la subcategoría mujer resulta aún más compleja que la del hombre, tanto así que llegó a la conclusión de que todas las mujeres estamos locas. En el presente ensayo, siguiendo el enfoque psicoanalítico, se intentará hacer un análisis y explicación acerca de tres conceptos fundamentales que giran en torno a la estructura subjetiva de la sujeto mujer: histeria, feminidad y la mujer; para finalmente diferenciarlos entre sí.
Toda estructuración subjetiva va a depender incondicionalmente del significante primordial universal, el falo; ya sea si hay una castración, una forclusión o una negación hacia este. De acuerdo a la teoría freudiana sobre el complejo de Edipo, mientras que los hombres tienen que pasar por el complejo de castración para estructurarse como sujetos neuróticos, de perder algo para preservar algo, en este caso, para preservar el falo y así poder ubicarse en una posición de tener. En las mujeres, no ocurre este mismo conjunto de establecimientos, no tiene que pasar por el complejo de castración, porque todas nacen castradas y solo se dan cuenta de ello cuando se relacionan con un otro masculino y sienten curiosidad por sus genitales, de conocer si es la misma situación allí abajo para este otro.
A primera instancia, generalmente, todo el amor va dirigido hacia la madre, ya sean niños o niñas; debido a que la madre ha sido su primer contacto con el mundo, idealizan a esta, prefieren a esta. Para salir del complejo de Edipo, en el caso de los niños, se conoce el gran dilema que surge por tener que elegir perder a su primer gran amor y conservar el falo; pero en las niñas sucede otra cuestión con el falo, no lo tiene. Es por todo ello que, la lógica del tener se va a describir como una posición masculina y la lógica del no tener se va a describir como una posición femenina. 
Cuando la niña descubre que está castrada, se siente traicionada por la madre, siente que ha sido culpa de la madre y surge algún resentimiento hacia esta, dejándola a un lado, siendo esta una motivación para salir del complejo de Edipo. No obstante, en la niña ocurrirá tres posibles salidas del complejo de Edipo para su estructuración y posición subjetiva. 
De acuerdo a Freud, en la niña existen tres posibles salidas terminado el complejo de Edipo, de las cuales solo una es definida como “normal”, mientras que las otras dos restantes como consecuencias de no saber hacer con la falta: La primera posible salida tiene que ver con una renuncia a la sexualidad, debido al shock que le pudo haber producido la falta, ocurre una inhibición sexual  y una renuncia a su quehacer fálico, a su posición activa en otros campos; en la segunda posible salida se desarrolla un complejo de masculinidad, donde tendrá la convicción de poseer el falo, en esta Freud la describe como una forma de estructuración histérica; y la tercera posible salida, la “positiva”, apunta a una feminidad normal, se dirige al padre y habrá un saber hacer con la falta (Schejtman, citado por Donoso, 2019, p.14).
Como se puede analizar, las posibles salidas del Edipo no están regidas ni determinadas por una amenaza de castración, la ley fálica no la va a dividir, tal y como ocurre con el varón, sino que, como todas las mujeres están castradas, se podría decir que, sus salidas van a estar dirigidas a una negación de esto y a su vez, a una protesta por poseer el falo, o una resignación a su realidad subjetiva y a una manera de hacer con ella. Su estructuración en gran parte va a depender de la salida que se decida a nivel inconsciente, su ser como mujer va a estar definido por estos complejos. Entonces ¿qué es ser mujer?
Históricamente, a través de las culturas, los hombres han definido su ser y han orientado su identidad como una posición y posesión de tener, de dominio de algo. Sin embargo, en el caso de las mujeres siempre ha existido desconcierto para su definición de ser. Basándonos en la teoría de Freud, sobre el complejo de Edipo en la niña, por un lado, para que esta se dirija a una feminidad “normal”, es necesario que acepte que está en falta y busque una manera de hacer con esta, dirigiéndose al padre, ubicándose como objeto de deseo para el hombre; por otro lado, si sucede lo contrario y la niña niega la falta y se convence de tener el falo, se desarrollaría un complejo de masculinidad, el cual es característico de la estructura histérica. Por lo tanto, significarse a través del significante mujer va a depender de una elección a nivel inconsciente y no hay que olvidar que hay goce de por medio en todo ese proceso. Sin embargo, ¿en qué radicaría la diferencia entre histeria y feminidad?
La diferencia entre estas dos concepciones, histeria y feminidad, radica en el amor; por un lado, en la histeria, la mujer histérica al tener una convicción de poseer el falo, todo consiste en velar la falta, ya sea por vía de la identificación o sustitución, siendo esta la  manera en la que se va a ubicar como La única, teniendo un carácter de excepcionalidad; por otro lado, en la feminidad no existe una identificación específica, acepta la falta y busca una manera de hacer con ella, utilizando al hombre como relevo, ubicándose como La única para alguien, teniendo un carácter de exclusividad (Donoso, 2019, pp.51-52). Entonces, mientras que, en la histeria, la mujer se ubica como excepcional para uno o varios Otros; en la feminidad, la mujer se ubica como exclusiva para Alguien.
Entonces en términos generales, ¿cómo se podría definir a la mujer? Brodsky (2004) en relación al tema manifiesta lo siguiente: “(...), no puedo predicar la clase de las mujeres, no puedo decir La mujer, puedo decir una mujer, encontré una mujer” (p.33). Incluso Jacques Lacan en sus estudios concluirá que La mujer no existe. Siguiendo la lógica de los pronombres, en su clasificación se encuentran entre algunos, los pronombres definidos y los pronombres indefinidos; el pronombre La se ubica como definido y si relacionamos este pronombre como acompañante de la palabra mujer, implícitamente se estaría concluyendo que el significante mujer está definido, cuando no es para nada así. No obstante, es más oportuno y adecuado si ubicamos el pronombre indefinido una como acompañante de la palabra mujer; dado a que implícitamente se estaría concluyendo que el significante mujer está indefinido, lo cual es una realidad. Es decir, no se puede generalizar a las mujeres, no se puede hablar de un tipo específico de mujeres, porque todo depende de la sujeto en cuestión. 
Las teorías realizadas por grandes exponentes del psicoanálisis como Freud y Lacan, confirman la complejidad de la estructuración en una mujer, llegando a conclusiones indefinidas sobre el tema. La histeria y la feminidad son resultados y maneras que tiene una mujer para responder a suser, de tratar de significarse en aquel significante, de tratar de ubicarse dentro de una identificación. Al final, la respuesta siempre va a depender de la subjetividad que se va a ir estructurando conforme vaya experimentando el mundo que la rodea; en ese sentido, una mujer no nace como tal, sino que se forma con el tiempo.
Referencias Bibliográficas
 
Brodsky, G. (2004). Clínica de la sexuación. Bogotá, Colombia: Nel Bogotá.
Donoso, D. (2019). Construcción de la feminidad de Elizabeth Bennet en la novela Orgullo y prejuicio de Jane Austen (Tesis inédita de grado). Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Guayaquil.

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