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Crédito eclesiástico en la Nueva España
Durante la época colonial en México, las instituciones eclesiásticas desempeñaron un papel importante en la economía del país al otorgar crédito a diferentes sectores sociales. El crédito se destinó a fines comerciales, pago de deudas y redención de gravámenes, sector inmobiliario, sector agropecuario, comprar cargos públicos, pagar montos de dotes, deudas y gastos personales, principales. Exigían un requisito general a todos los solicitantes: poder garantizar debidamente el préstamo, lo que permitió que un amplio abanico social se acercara al crédito eclesiástico.
Según la investigación documental, más de la mitad de los préstamos se utilizaron con fines comerciales, mientras que el 16,10% se utilizó para el pago y redención de deuda. El sector inmobiliario recibió el 12,07% de los créditos, mientras que el sector agropecuario recibió el 8,36%. 
También se solicitaba crédito para el pago de dotes y pensiones, la compra de cargos públicos y la adquisición de artículos de lujo, ya que las mujeres de clase alta necesitaban una dote para casarse o, según la costumbre, entrar en un convento, pero los padres no contaban con el capital para pagarlo, recurrieron a la solicitud de crédito. Por ejemplo, José Felipe Barrios, un comerciante, solicitó un préstamo para completar la dote de su hija. 
El crédito eclesiástico era una opción para los hombres que querían impulsar un negocio, dedicarse a alguna profesión, tener acceso a algún cargo público u optar por la vida sacerdotal, todos ellos implicaban, en mayor o menor medida, el pago de fianzas, sobornos y compra de lugares, pocas personas contaban con el capital necesario.
En general, los hacendados solicitaron prestado antes del inicio de la siembra y lo devolvían después de la cosecha. Por ejemplo, el hacendado Francisco Javier de Villaseñor y Cervantes obtuvo 4,000 pesos del convento de San Bernardo para el cultivo de una hacienda, contó con dos comerciantes como fiadores. 
Diversas solicitudes de crédito que los hacendados presentaron a instituciones eclesiásticas fueron negadas, ya que las propiedades rurales habían dejado de ser una garantía segura debido al endeudamiento en que se encontraban. Por lo tanto, además de la hipoteca sobre los inmuebles, exigían fiadores de prestigio, algunos no estaban en condiciones de cumplir este último requisito. 
El endeudamiento se convertía en un círculo vicioso para muchos novohispanos, lo que resultaba en un endeudamiento progresivo y una situación económica debilitada. Los deudores a menudo se veían obligados a solicitar nuevos préstamos para pagar los anteriores, lo que generaba una espiral de endeudamiento difícil de romper. 
Los altos intereses y comisiones que se cobraban por los préstamos eclesiásticos agravaban aún más la situación de los deudores, quienes se encontraban en una situación de vulnerabilidad frente a las instituciones eclesiásticas.
La falta de liquidez y el endeudamiento eran problemas crónicos que afectaban a la mayoría de los novohispanos, y el crédito eclesiástico se convirtió en una solución para muchos de ellos. 
ReferenciasVon Wobeser, G. (2010). La función social y económica del crédito eclesiástico en la Nueva España. Siglo XVIII. México. UNAM, pp. 166-182.

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